ENTREVISTA AUTOBIOGRÁFICA
DR. ENRIQUE ARGÜELLES ROBLES
Dra. Ma. Engracia Castro Escobedo Paulina Landeros López Zacatecas, Zac., 15 diciembre 2015.
Dra. Ma. Engracia Castro Escobedo Paulina Landeros López
Zacatecas, Zac., 15 diciembre 2015. 1
ÍNDICE
Introducción Era una gélida tarde invernal. Yo esperaba ansiosamente a Paulina en el parque Sierra de Álica, el cual lucía espléndido. Paulina llegó abrigada como yo. Nos saludamos efusivamente y nos dirigimos a nuestro objetivo: la cita con el Dr. Enrique Argüelles Robles. Paulina estaba esforzándose por mejorar su calificación; yo por obtener la entrevista autobiográfica más anhelada de todas. El Dr. Argüelles era nada menos que el fundador de la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Zacatecas, un hombre respetable, docto, sabio, experimentado en la docencia, la enseñanza y la práctica médica. Su renombre era todo un reto. Ahí íbamos dos mujeres dispuestas a
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escucharlo en su sapiencia, a beber su experiencia, pero sobre todo a gozar del privilegio de tener sus puertas abiertas. Por fin llegamos; la casa ubicada en una zona residencial exclusiva y tradicional de la ciudad. Tocamos el timbre y esperamos. Casi en seguida nos abre el Dr. Argüelles, nos saluda y nos pasa al interior de su sobrio consultorio. La plática para romper el hielo fue primero sobre los cuadros que adornan sus paredes y los múltiples recuerdos familiares que ahí lo acompañan. El consultorio con muebles antiguos y utensilios médicos. El título al centro. Constancias y reconocimientos médicos. Pero lo que más resaltaba era el escudo del apellido Argüelles y por ahí empezó a fluir la plática extensa y amena. Fueron dos horas donde el Doctor cortésmente respondió a todas las preguntas. Fue así que conocimos al hombre, al ser humano, solidario y atento con dos desconocidas ante las que abrió su mente y su alma. Dra. María Engracia Castro Escobedo Puedo describir esta experiencia como una de las más inspiradoras que he tenido a lo largo de la carrera. En mi caso, cuando elegí estudiar medicina, lo único que tenía en mente es que quería salvar vidas, probablemente no tenía una idea clara de todo lo que eso implicaría, pues al entrar a la universidad me di cuenta de que no iba a ser tan simple como yo esperaba y que como todo, esta etapa iba a tener sus retos, pero también victorias. Al realizar esta entrevista pude darme cuenta de que los retos no solamente se me presentan a mi y que cada quien en su tiempo y desde su trinchera enfrenta sus propias batallas; lo importante aquí es tener una meta clara, y resistir, persistir, pero nunca desistir hasta alcanzarla.
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Paulina Landeros López
Infancia El Dr. Enrique Arguelles nació el 20 de diciembre de 1927 en la ciudad de Aguascalientes; es el mayor de cuatro hermanos e hijo de la señora Leonila Robles de la Torre, quien era originaria de Mezquitic Jalisco y del señor Alejandro proveniente
Arguelles de
Aldana, Monte
Escobedo Zacatecas. Ambas familias poseían grandes extensiones de terreno y ganado muy disperso, hasta la Guerra cristera cuando tuvieron que huir de sus hogares de procedencia,
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llegando hasta Aguascalientes, donde comenzaron a trabajar en las fábricas de Francia. Después de su nacimiento, su padre estableció una zapatería en el Parian.
En 1934 sufre la tragedia de perder a su padre quien tenía la edad de treinta y cuatro años. Ocho meses después fallece su madre, quien le había enseñado a leer y hacer operaciones básicas, cuando él tenía siete años; de esta manera, él y sus hermanos quedaron bajo el amparo de su abuela y uno de sus tíos. Estudió la primaria en una escuela privada, no era de monjas, pero sí de religiosas, con las señoritas Castañeda, después lo cambiaron a la escuela José Reyes Martínez. De niño le gustaba jugar a las canicas y al trompo.
Adolescencia Fue un adolescente
tranquilo, igual que los muchachos de ahora, soñaba con tener coches, paseos, viajes. De las cosas que más le gustaban eran el basquetbol y los toros, ya que Aguascalientes es una ciudad taurina y solía acudir a la plaza de San Marcos. 5
La preparatoria fue tranquila, tuvo la oportunidad de tomar clases con grandes maestros, de los cuales algunas calles de la ciudad llevan sus nombres
Universidad A la edad de dieciocho años
eligió
estudiar
la
carrera de medicina, en la UNAM,
motivado
curiosidad
de
por
saber
su qué
tiene el paciente. Igual que ahora ingresar a esta escuela no fue fácil, pues se requería tener un buen promedio.
El estudiante de medicina de aquel tiempo, era respetuoso hacia sus maestros y compañeros, pues la disciplina del lugar era espontánea, además había mucho deseo de aprender, generalmente pasaban de cinco a sies horas en la escula y el resto del tiempo lo pasaban estudiando. Una de las materias que le exigía más esfuerzo fue anatomía, siendo el Dr. Fernando Quiroz su maestro. Estudió cinco años de licenciatura más el internado y el servicio social. Su examen de titulación fue teórico y práctico, su jurado fue: el Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez, Mario Reboñedo Lara, Eduardo Jail, German Villareal, dentro de las cosas que le preguntaron fue el metabolismo del potasio en la insuficiencia renal.
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Edad Adulta A los treinta y tres años, conoció a su esposa, la señora
Consuelo
Arellano,
con quien formó una familia integrada por seis hijos y nietos. Es pieza clave en la historia
de
la educación superior en el estado,
pues
fundó
el
Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores
Monterrey
campus
Zacatecas; laescuela enfermería,
de
así de
como medicina,
odontología,
ciencias químicas y veterinaria.
Escribió un libro llamado “Química Fisiológica”
y
ayudó en nueve ediciones del libro llamado “La salud del niño y el adolescente”, en
la
sección
dermatología
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de
Entrevista - Dra. Engracia: Doctor buenas tardes le agradezco mucho que nos concediera esta entrevista, que tiene como objetivo hacer su autobiografía, con sus propias palabras, memorias; en su propio contexto, su consultorio, lleno de recuerdos. Lo primero que tendría que preguntarle son, los aspectos generales de su vida; saber quién es el hombre Enrique Argüelles Robles, de dónde es, en qué fecha nació, quiénes fueron sus padres, cuántos hermanos tuvo, qué número ocupó en la familia, su infancia, cómo está su situación familiar desde entonces, cuéntenos.
-Dr. Argüelles: Bueno, muchas gracias por estar ustedes aquí, son bien recibidas y pueden venir cuantas veces quieran y también les agradezco el creer que pueda significar mi vida, no es una gran cosa, pero bueno ustedes lo han determinado así. Miren, yo nací en Aguascalientes. Mi mamá, Leonila Robles de la Torre, fue originaria de Mezquitic Jalisco y mi papá, Alejandro Argüelles Aldana, era de Monte Escobedo Zacatecas; es muy poca la distancia entre uno y otro de los pueblos, son treinta kilómetros más o menos, no fue difícil que se conocieran. Ellos procedían de familias arraigadas ahí, eran hacendados, tenían grandes extensiones de terreno y ganado muy disperso, de eso vivieron mucho tiempo, hasta antes de los movimientos revolucionarios y luego la guerra cristera, hasta ese entonces podemos decir que eran felices, haga usted de cuenta la Pastoral de Beethoven que cuando uno la oye se imagina por los sonidos y todo la vida vegetal, las caídas de agua, así vivirían. Viene la revolución y los movimientos sociales los inquietan, y más cuando era la guerra cristera, un tío mío era sacerdote y fueron perseguidos, sí creo yo que para México aún cuando tuvo muchas revoluciones sigue habiendo pobreza e ignorancia, quiere decir que han sido inútiles. Bueno, nuestra familia de ambos lados, sufriendo todo aquello, emigran, en situaciones realmente tristes, al grado de no tener mas que la ropa que traían puesta, fue asesinado mi abuelo materno, abandonaron todo aquello, tuvieron que abrir las puertas de las jaulas y corrales, para que fue; iban al sur de los Estados Unidos, a California, como es casi una tradición y se detienen en Aguascalientes, y ahí comienzan a trabajar en las fábricas de Francia, unos grandes almacenes que había; ahí se detienen como empleados y las mujeres a cocer ropa, después de haber sido gente que tenía todo, hacendados, vamos a decir la palabra; entonces todos los movimiento agrarios les quitaban sus tierras. Comenzaron casi de la nada, ese es el ambiente y la razón por la que yo nazco en Aguascalientes, mi papá terminó poniendo una zapatería en el Parián, es decir el cambio ni adecuado 8
estaba. Fuimos cuatro hijos, yo nací el 20 de diciembre de 1927, eso dice el acta, pero mi fe de bautismo tiene una fecha del 14 de diciembre, lo que quiere decir es que fui bautizado antes de que naciera, y otra cosa que me deja en duda es que yo no creo que nací y fui bautizado ese mismo día; por lo tanto nací antes, pero no se lo puedo definir. Fuimos cuatro hermanos, tres hombres y una mujer, la mujer hace cuatro años murió, soy el mayor, mi hermano Rafael vive en Jerez y otro vive en Guadalajara, Alejandro. Rafael tiene ganado y se dedica a la agricultura, mientras que Alejandro esta jubilado, trabajó muchos años en la empresa Coca Cola; esa es la historia a muy grandes rasgos. Cuando las cosas se calman, vamos a decir 1934 del siglo veinte, la familia regresa a ver que encontraron y tratan de rehacer lo poco que les quedaba o que les dejó el reparto agrario; en esas circunstancias mi padre es asesinado, en Colotlán Jalisco, por ensillas familiares, un tío de él lo mató, por herencias; mi bisabuelo no dejó testamento para sus hijos y hubo conflicto entre ellos, mi abuela, era la única hija y sus hermanos confabulaban contra ella argumentando que no tenía necesidad, efectivamente, no la tenía, pero no por esa razón iba a renunciar a un derecho de la herencia de su padre. Entonces eso conflictúa a la familia y en todo eso hubo una trifulca en la que fue asesinado mi papá joven por cierto a los treinta y cuatro o treinta y cinco años, yo tenía siete años; dejando a mi mamá viuda con cuatro hijos.
-Dra. Engracia: ¿Cómo se sentía el niño, sabiendo esa tragedia?
-Dr. Argüelles: Pues mire, eso ha gravitado toda mi vida, porque toda mi memoria es a partir de esa tarde de agosto, gris, en 9
Colotlán, se oyen unos balazos, y yo percibo en la casa mucha inquietud, de rato vi que en una tabla traían a mi papá con una mano colgando y de cabecera su sombrero. Recuerdo también la cama dónde lo acostaron, no tenía colchón, eso me llamó la atención, color azul, él vestido de negro, y mucha gente alrededor del catre. Al día siguiente lo vi en un cajón con cal, yo creo que para que se conservara más. Y después en el panteón llovía, se nos confundían las lágrimas con las gotas. Yo configuro a mi mamá trágicamente viuda, con cuatro hijos, siendo yo el mayor de siete años; entonces mi abuela que en ese momento estaba en Aguascalientes por la situación, regresa a Colotlán por su hija, que es mi mamá y los cuatro pequeñitos, el último tenía un mes. Llegamos a Aguascalientes, mi abuela estaba también recién viuda porque le habían matado al marido en la revolución cristera, él simplemente era defensor del pueblo junto con otras gentes. Junto con nosotros vivía un tío mío, muy joven, tendría treinta años de edad. Mi madre ya iba enferma, yo la veía amarilla, yo creo que tenía una hepatitis, no sé porqué le dio. Recuerdo también que ella me enseñó a leer y cómo hacer las operaciones, la configuro angustiada, imagínese su hijo mayor, era como su futuro, entonces ella anhelaba que yo supiera algo y en una pizarra escribíamos las letras, y las operaciones fundamentales. Muere mi mamá ocho meses después de mi papá, ocurrió muy noche, inexplicablemente yo me desperté y veo como mi tío (hermano de ella) la estaban vistiendo, con un vestido blanco, probablemente su vestido de novia, 10
yo no sentía nada, sólo vi que la vestían. Sí recuerdo que el día anterior mi abuela lloraba en el patio de esa casa y mi tío me agarró y me recargó en su rodilla, yo debí haber estado llorando también, pero no tanto por la muerte de mi madre, sino porque veía que mi abuela lloraba; total, que en la noche muere mi mamá, recuerdo que estaba pálida y se le rodaban las lágrimas amarillas; veía doctores que iban, muy presumiblemente siento yo que por eso quise ser médico, ya que era un personaje anhelado, esperado; incluso recuerdo que yo iba a con el señor de la tienda para que le hablara por teléfono al doctor. Cuando muera mi mamá nos quedamos al amparo de mi abuela y de mi tío; fíjese nada más que cosa tan curiosa, estoy pensando, a lo mejor el destino o Dios, hizo a un lado a la mamá biológica, para que entrara la otra mamá, que fue la auténtica madre, la abuela, la que estructuró la personalidad de nosotros, porque mi mamá no tuvo tiempo de hacerlo.
-Dra. Engracia: ¿Cómo era el carácter de su abuela?
-Dr. Arguelles: Mire era una mujer muy tímida, de pueblo, pero de una personalidad muy fuerte, en el sentido de que las tragedias que le estoy contando no las expresaba a grandes gritos, ni a grandes lágrimas, nunca dijo nada, no tuvo tiempo de sentarse a llorar por atender a cuatro criaturas, al más grande de siete años y al chiquito de un mes, sin leches industriales ni nada, casi andar buscando a una mujer que le diera un poco de leche materna para 11
dársela a mi hermano. Entonces mi abuela tuvo una gran reciedumbre, valiente, fuerte, sin lamentos, sin queja, sin amargura, resignada frente a una situación, pero positiva y siempre “Enrique tienes que trabajar”, “Enrique tienes que cuidar a tus hermanos”; y se levantaba temprano para mandarme a mi a la escuela, ella batalló conmigo muchísimo, yo fui muy papachado, mucho muy papachado, por ella y por todos; en mi consideraban un muchacho enfermizo, flaco y recuerdo que se quejaban de que mi papá decía que yo no iba a llegar a ser huesos viejos, y mire la equivocada que se dio. Ella fortaleció nuestro carácter al grado de que nuestra orfandad no fue dolorosa, sí nos enseñó en que ventaja y desventaja estábamos comparado con los niños que tenían papá y mamá, pero siempre con cierto ánimo de que había que salir de eso.
-Dra. Engracia: ¿En qué trabajaba ella?
-Dr. Argüelles: No, no, no, ella no trabajaba, la mantenía mi tío, él también fue como un padre para nosotros.
-Dra. Engracia: ¿Dónde iba a la escuela, dónde vivía, qué comía?
-Dr. Argüelles: Vivíamos en un barrio de Guadalupe, esa era nuestra calle, casi frente al templo de Guadalupe, en Aguascalientes. Comíamos lo normal de todos los niños.
-Dra. Engracia: O sea que comían bien. Entonces ustedes no fueron pobres.
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-Dr. Argüelles: No, no, no fuimos pobres, siempre estuvimos protegidos por mi abuela, ella era el eje; y mis tíos, por complacer a la mamá también nos ayudaban a nosotros
-Dra. Engracia: ¿Cómo era la infancia de los niños de aquella época en la ciudad?
-Dr. Argüelles: La gente se conformaba y era modesta, no había las ambiciones ni escaparates que ahorita hay, eran conformes con lo que el medio les daba, el ambiente aún en las grandes ciudades permitía que las personas vivieran en paz.
-Dra. Engracia: ¿Y a que escuela iba usted?
-Dr. Argüelles: Era una escuela privada, no era de monjas, pero sí de religiosas, las señoritas Castañeda, vivían cerca de la casa, de manera que podía irme a pie; eran cuatro mujeres, solteronas, dos de ellas eran cuatas, hacían chocolate y de eso se mantenían. Asistíamos varios niños a recibir las primeras letras, fíjese que leíamos libros de literatura española: Alma latina, Rosas de la infancia de María Enriqueta, etc. Había gramática, matemáticas, geografía, historia. Hubo una gran inquietud en mi casa y para que me dieran el certificado de conclusión de primaria, me metieron a la escuela José Reyes Martínez, que estaba a un costado de la iglesia de San Marcos, donde hice el sexto año, ahí mi vida cambió radicalmente, por ejemplo, ya llevaba un libro grueso, más corriente que se llamaba: Libro México, donde las figuras ya no eran las viñetas de la literatura española, sino eran grabados muy mexicanos, pero acentuando los rasgos indígenas: Labios gruesos, pómulos acentuados, trenzas; y el contenido del libro era de conflicto, del campesino pobre esclavizado, contra el terrateniente, y ahí se metió algo que a mi me ha disgustado y que ha conflictualizado a México, la lucha de unos contra otros, eso no es ser humano, ni ser mexicano, ni nos lleva a nada, así era ese libro, y los maestros evidentemente hechos a ese ambiente, manifestaciones en la calle y no eran mas que discursos políticos, realmente otra cosa no nos enseñaban. Íbamos dos veces al día a la primaria, de nueve de la mañana a la una de la tarde y de cuatro a seis. Recuerdo que en la escuela había una 13
cooperativa, donde comprábamos nosotros, precisamente para alimentando al mismo tiempo; también teníamos cancha de básquet ball.
irla
-Dra. Engracia: ¿Usted tenía otras habilidades de niño, cantaba, bailaba?
-Dr. Argüelles: No, nada, jugaba al trompo, las canicas, juegos completamente inocentes. Los sábados y domingos andaba con mis amigos y jugábamos.
-Dra. Engracia: Y cuando deja la primaria ¿a qué escuela entró?
-Dr. Argüelles: Entramos a la secundaria, al Instituto de Ciencias de Aguascalientes, que está junto al Parián. Ahí también estudié la preparatoria.
-Dra. Engracia: ¿Cómo le fue de adolescente? ¿Era un buen muchacho?
-Dr. Argüelles: Me fue bien, mi vida siempre fue de lágrimas, de sacrificio, de tristeza en la casa, se fue componiendo con el paso del tiempo. Era serio, tranquilo, calificaciones medianas, no era la gran cosa, nunca reprobado, pero no era muy brillante, no podía serlo, no había quien me aconsejara, era autodidacta, lo que uno no entendía se lo llevaba a la casa y ahí ¿Quién ayudaba?
-Dra. Engracia: ¿Qué soñaba usted cuando era adolescente?
-Dr. Argüelles: Soñaba en tener bienes: coche, paseos, trajes. Me gustaba mucho el básquet, los toros; Aguascalientes es una ciudad taurina, y pues yo iba a la plaza de toros de San Marcos y cuando andaban torerillos ahí entrenando, pues yo veía. En aquellos tiempos no había aquel rechazo al sacrificio de los animales, yo creo que es de las artes más bonitos, hay poesía, literatura, canciones, inspirados en eso, un paso doble por ejemplo y eso de vestirse de luces y enfrentarse a un animal es una cosa extraordinaria.
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-Dra. Engracia: Entonces su secundaria y su prepa, pasó sin pena ni gloria.
-Dr. Argüelles: Sin pena ni gloria, todo era tranquilo, ahí también tuve la gran oportunidad de tomar clases con grandes maestros, insisto, para mí es como una bandera que algunas calles de Aguascalientes lleven sus nombres, quiere decir que eran grandes personajes, por ahí Cobarlazo nos enseñó química, todavía tengo sus apuntes. Sabíamos latín, raíces griegas, etc. Me tocó hacer la prepa de dos años. Mi carácter era muy tranquilo, en ocasiones íbamos de vacaciones a Monte Escobedo, íbamos en brechas, era una cosa de odisea.
-Dra. Engracia: ¿Novias tampoco?
-Dr. Argüelles: No, mire, yo nunca fui mujeriego, ni siquiera simpático, de manera que tuviera admiradoras, no, ni guapo, ni la gran cosa.
-Dra. Engracia: ¿Cómo fue que llegó a la carrera de Medicina?
-Dr. Argüelles: Tenía dieciocho años, jugué en México y nos hicieron el sorteo. Me fui a estudiar a la UNAM. Entraba uno conforme a las calificaciones que llevaban, obviamente primero ingresaban los de diez, yo tenía un ocho o un ocho punto cinco; entonces tenía que estar uno pendiente a ver en que momento había cabida. Había mucha demanda, pero había otras escuelas. Casi todos entramos, éramos como ciento sesenta.
-Dra. Engracia: ¿Cómo era el estudiante de medicina de aquel tiempo? ¿De qué año estamos hablando?
-Dr. Argüelles: 1946, mire, sí había algunas inquietudes, la universidad había conseguido recientemente su autonomía, pero era un ambiente intelectual, no había lucha de clases, ni comités estudiantiles; era una competencia académica, tanto maestros como alumnos, el respeto a una jerarquía de conocimiento, también tuve grandes maestros, fundaron: cardiología, histología, neurología, dermatología, endocrinología. Había inicio de especialidades. Eran como caudillos, si me permite llamarles así y para 1970 ya 15
estaba en establecimiento de la especialidad, entonces ahora sí para entrar ahí se requerían otros conocimientos.
-Dra. Engracia: ¿Cuántos años estuvo en la licenciatura?
-Dr. Argüelles: Estuve alrededor de cinco años, más el internado y servicio social. La disciplina en la escuela era espontanea, había una seriedad, respeto, autodisciplina y afán de aprender; eran grupos de cuarenta persona, a pesar de que los docentes eran de edad mediana o jóvenes.
-Dra.Engracia: ¿Cuántas horas permanecían en la escuela?
-Dr. Argüelles: Como cinco o seis horas, el resto del día estudiábamos, porque teníamos mucho miedo, era una reprobadera tremenda, la clase de anatomía, era un filtro espantoso de temblar, el Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez, fue mi maestro, pero tremendo de tenerle miedo. La anatomía era la gran señora, aprendíamos desde como quitar la calota, tener el cerebro en la mano, el corazón, el riñón. Los exámenes eran de uno por uno, con tres sinodales, a mi me tocó disecar el carpo y me acuerdo que los tendones no los corté y por eso me regañaron, yo dudé. Teníamos que leer el Test en Francés, porque no había traducción, el Dr. Fernando Quiroz, sacó en esa época su libro en castellano.
-Dra. Engracia: ¿Qué fue lo más bonito de estar en la UNAM en medicina?
-Dr. Argüelles: Era muy bonito, el edificio mismo era algo solemne, fue la santa inquisición, es precioso, un verdadero palacio; convergen cuatro arcos; a la izquierda está un salón, donde era la intendencia, ahí se suicidó Manuel Acuña; después el gran salón, con pinturas de maestrazos, todo de madera, el estrado arriba, uno se sentía chiquitito. Y a la derecha estaba la dirección.
-Dra. Engracia: ¿Eran noches mexicanas para estudiar?
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-Dr. Argüelles: Mire, las clases empezaban a las siete de la mañana y acababan como a la seis de la tarde y de ahí era estudiar, si sabías, sabías, sino te quedabas.
-Dra. Engracia: ¿Cuáles eran los esfuerzos de un estudiante de medicina en aquel tiempo para poder obtener el título?
-Dr. Argüelles: El sacrificio era el estudio, por ejemplo para ser interno, tenía uno que tener buenas calificaciones, sobre todo en química, propedéutica, porque el mejor puesto se lo daban al que tuviera la calificación más alta.
-Dra. Engracia: ¿Y usted cómo andaba?
-Dr. Argüelles: Mediano.
-Dra. Engracia: ¿Era mediano, porque era miedoso?
-Dr. Argüelles: Miedoso y no muy inteligente, dedicado sí. Porque yo sabía que no podía darme lujos, si fracasaba yo, era el fracaso de muchos.
-Dra. Engracia: Usted quería ser médico ¿Para qué doctor?
-Dr. Argüelles: A mi me ha gustado, porque soy muy curioso de qué tiene el paciente, y era bueno en la clínica, es algo que me llama mucho la atención. Soñaba con ser cirujano, pero no tenía la habilidad.
-Dra. Engracia: ¿A dónde se fue de internado?
-Dr. Argüelles: Al Hospital General de la Ciudad de México. 17
-Dra. Engracia: ¿Cómo le fue con el primer paciente que se le murió?, ese es un paciente que uno nunca olvida.
-Dr. Argüelles: En el internado no sentía que falleciera alguien por responsabilidad totalmente mía, yo diluía la responsabilidad. Los adscritos estaban pegados con nosotros, cada tutor tenía de ocho a diez alumnos, y en la cruz roja también, eso era porque teníamos muchos pacientes, ahí yo creo que la enfermedad que usted quisiera, le llegaba.
-Dra. Engracia: ¿En qué tiempo estuvo usted en la cruz roja?
-Dr. Argüelles: Eran prácticas extracurriculares, no porque la escuela nos mandara, teníamos guardias cada ocho días de veinticuatro horas.
-Dra. Engracia: ¿Qué es lo más dramático que vivió?
-Dr. Argüelles: Ser el responsable, no había clínica, cuando llegué busqué una casa de asistencia y ahí mismo puse un consultorio. No había medicamentos, tenía que comprarlos y pedirlos. Las madres nos daban gasas, vendoletes, hilo, frascos con torundas. Recuerdo que mi primer enfermo fue una persona que tenía mucho vómito con sangre y se me murió.
-Dra. Engracia: ¿De qué vivía usted en el servicio social? 18
-Dr. Argüelles: De lo que consultaba, porque aparte yo tenía que comprar la medicina y debía ganarle algo a eso.
-Dra. Engracia: Para entonces ¿Cómo estaba la situación de su abuela y de sus hermanos?
-Dr. Argüelles: Se quedaron en Aguascalientes, entonces yo iba y venía para cumplir con mi amistad y mi cariño hacia la familia que me dio origen, seguía viéndolos. Después mi hermano Rafael se vino a vivir con el señor cura a Jerez; mi hermano el más chico se caso y por razones de trabajo fue a dar a Guadalajara, mi hermana no se casó.
-Dra. Engracia: ¿Cómo fue su examen de titulación?
-Dr. Argüelles: Era un examen teórico y práctico. Solicito mi examen, me asignan el jurado que eran: el Dr. Fernando Quiroz Gutiérrez, Mario Reboñedo Lara, Eduardo Jail, German Villareal; me preguntaron el metabolismo del potasio en la insuficiencia renal crónica, ¡qué iba a saber uno de eso! Mi examen fue a las ocho de la noche, en aquel salón que le platico. Al día siguiente había que ir a un hospital, me tocó un enfermo que tenía embolia pulmonar, lo habían operado de la próstata y presentó problemas respiratorios, yo no sé cómo pero quedé bien, ahora digo ¡Qué bárbaro! Y el momento más triste de mi vida es cuando del hospital a la casa de asistencia, yo venía en un camión rumbo a Mérida con el estetoscopio verdaderamente triste, como que me sentí ya sin nada que hacer, tirado al mundo, solo, yo tenía razón para sentirme alegre pero no pude, yo creo que es de los momentos más tristes de mi vida.
-Dra. Engracia: Yo creo que fue porque en ese momento toma conciencia de la gran responsabilidad, doctor, porque mientras uno es estudiante, se pueden hacer muchas cosas sin ser responsable de nada y sobre todo teniendo un título, eso ya pesa mucho, además del “¿Ahora qué voy a hacer?”.
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-Dr. Argüelles: Yo creo que era miedo al abismo, a la soledad, al vacío. Después me vine a Zacatecas, había enfermos de Huejucar que me buscaban. Me instalé en octubre de 1952; en febrero de 1953, me invitan a dar clase de física médica y de higiene.
-Dra. Engracia: ¿Qué me puede decir del libro que escribió?
-Dr. Argüelles: Era de Química Fisiológica, ahora bioquímica; yo impartí esas clases, les pedí que innováramos. Me queda un ejemplar nada más porque los demás se perdieron. Yo daba la plática, la versión taquigráfica la sacó Irene de Alba Arteaga, era mi alumna, ella me despertó la idea de hacer un libro.
-Dra. Engracia: Entonces usted se queda a trabajar primero como docente, y luego ¿Qué pasó con su vida?.
-Dr. Argüelles: Viví en una casa de asistencia mucho tiempo, comencé a dar clases y a ejercer la profesión, mi primer consultorio estuvo por la Plazuela de Miguel Auza; después fui aceptado en el hospital Donato Moreno, San José.
-Dra. Engracia: ¿Qué piensa de las especialidades ahora?
-Dr. Argüelles: Que son necesarias. Aunque el muchacho actualmente no va por hacerse un hombre, va por la quincena, si va por ser buen médico, es muy diferente, porque eso lo estimula a ser bueno en el sentido del comportamiento; cuando se quiere hacer una cosa por gusto o por deleite, por satisfacción personal, lo logra, pero cuando se va forzado por las circunstancias, a fuerza, que doloroso. -Dra. Engracia: ¿Qué ha sido lo más satisfactorio para usted del ejercicio de la medicina?
-Dr. Argüelles: El sentirme reconocido, a lo mejor hay orgullo o vanidad en esto; que en la calle hay mucha gente que me saluda, me hace sentir que todos los
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sacrificios que pasé han valido. El hecho de tener enfermos que vienen a buscarme a estas alturas, mi vida profesional ha sido longeva.
-Dra. Engracia: ¿Y lo triste?
-Dr. Argüelles: Que se mueran los enfermos por deficiencia de uno, del medio ambiente o la pobreza, duele.
-Dra. Engracia: A qué edad se casó?
-Dr. Argüelles: A los treinta y tres o treinta y cuatro años, ya tenía alrededor de diez años en Zacatecas. Conocí a Consuelo Arellano, hija del doctor Benjamín Arellano. El ambiente era reducido éramos un grupo de muchachos y muchachas, en la vida social.
-Dra. Engracia: ¿Cómo se dio la relación con su esposa?
-Dr. Argüelles: No, no, no, yo no fui ni el gran conquistador, ni el gran amante, son simpatías que surgen, sí tuve pretendientas, era natural, mire, éramos tres médicos jóvenes aquí, la ciudad de Zacatecas era socialmente más cerrada que ahora, no había los distractores que ahora tienen, es normal que llame uno la atención de la gente; ya después se desilusionaron de mi por no ser el gran amante, pero por lo pronto les gusté y fue porque era médico, no fue por bonito, ni simpático, ni agradable; yo no sé que les dicen los hombres a las mujeres que las vuelven locas, yo jamás tuve un discurso para enloquecer de amor a una mujer.
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-Dra. Engracia: ¿Cuántos años tiene de casado doctor?
-Dr. Argüelles: Cincuenta y uno o cincuenta y dos.
-Dra. Engracia: ¿ Y cuántos hijos tuvo?
-Dr. Argüelles: Seis hijos, el mayor por desgracia nació con displasia cerebral, nos duró nueve o diez años, fue un tremendo sufrimiento, y vinieron otros cinco hijos, son dos mujeres y tres hombres. Consuelo, estudió en el Tecnológico de Monterrey, fue otra odisea llevarla, yo no quería, tan jovencita, es ingeniero en sistemas computacionales, total allá se gradúa, viene y terminó siendo diputada federal, después comenzó a dar clases en el Tecnológico Regional, ahorita está en Orlando, tiene un hijo. Después sigue Alejandro, él es subdirector de ingresos del gobierno del estado, él es ingeniero industrial y de sistemas, también egresado del Tecnológico de Monterrey. Lo costoso de eso y las circunstancias hicieron que hubiera un campus aquí, también me metí para que eso se diera. Leonila es mi otra hija, ella está casada, tiene tres hombres, dos de ellos ya son adolescentes, también estudió ingeniería industrial y de sistemas, ya aquí en Zacatecas. Después Fernando y Benjamín que estudiaron la misma profesión. Ninguno quiso medicina.
-Dra. Engracia: Aparte de su libro de química fisiológica, ¿usted ha escrito otros libros?
-Dr. Argüelles: Míos no, participé en nueve ediciones en el libro: “La salud del niño y el adolescente”, en la sección de dermatología; “Hasta la muerte” del Dr. Roberto Martínez y Martínez.
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-Dra. Engracia: ¿Ha pensado escribir el libro de su propia vida?
-Dr. Argüelles: No, porque ¿Quién lo lee? ¿Qué puede uno decir que sirva?
-Dra. Engracia: Bueno, yo creo que tan solo para la historia de la Educación Superior en Zacatecas, usted es una autoridad. Usted fue pieza clave para fundar la escuela de medicina, enfermería, odontología, ciencias químicas, veterinaria, más el Tec de Monterrey.
-Dra. Engracia: ¿Cómo es su día cotidiano?
-Dr. Argüelles: Me levanto a las siete o siete y media, voy al club de golf y hago un poco de ejercicio, camino, o voy al gimnasio; me baño y me voy al Consejo Estatal de Bioética; tenemos las funciones del consejo, fundamentalmente nos ocupa todo el tiempo la diseminación del concepto de bioética: ¿Qué es ética? Y ¿Qué es bioética? Así como los valores morales. Para llegar al dilema ético en el momento de la actuación del médico frente al paciente, el consentimiento informado, porque toda la tecnología moderna está llevándose al hombre sin el mas elemental respeto ni dignidad ni nada, es comercio, agresión, desdén; porque el médico y el enfermo no se llevan bien, no se respetan, no se comunican; el muchacho no entiende ni le importa nada de la ética, ni los maestros tampoco. Entonces ahí estoy toda la mañana. Muchos enfermos se quejan de que no vengo, entonces los estoy citando en la tarde. Leo y escribo mucho.
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-Dra. Engracia: ¿Cuál es su filósofo favorito?
-Dr. Argüelles: Platón, por idealista, inalcanzable. Aristóteles tiene una personalidad extraordinaria, debió haber sido un hombre muy inteligente.
-Dra. Engracia: ¿Cómo le hace para conservarse tan bien, tantos años?
-Dr. Argüelles: Mire tengo un marca pasos, porque ya se han presentado algunas arritmias, pero soy sano en general. Probablemente es por la vida moderada que he llevado, vivir sanamente. Me duermo temprano. Escribo algunos artículos de bioética, ahorita tengo que escribir para un diplomado el concepto de bioética y de los valores, entonces tengo que releer a Kant entre otros autores. La vida familiar es los fines de semana, los viernes en la tarde se juntan aquí todos, cenamos, platicamos, son diez nietos, cuando estaban más chiquitos era más alegría, brincaban pero van creciendo y naturalmente se alejan; los sábados salimos a comer a algún lugar, al club de golf. Me gusta mucho andar con los jóvenes.
-Dra. Engracia: Aristóteles decía que los viejos podían contaminar a los jóvenes de amargura.
-Dr. Argüelles: Esa es toda una verdad, yo huyo del viejo. Hay muchos jóvenes brillantes.
-Dra. Engracia: ¿Cuáles son sus mayores placeres?
-Dr. Argüelles: Pues leer.
-Dra. Engracia: ¿Qué alimento le gusta más?
-Dr. Argüelles: Todo, ahí sí soy un glotón, todo me gusta, desde el pozole, el chocolate, lo dulce y lo salado. 24
-Dra. Engracia: ¿Alcoholes?
-Dr. Argüelles: No, no me siento bien, cuando mucho tolero una copa de tequila, ni si quiera el vino de mesa.
-Dra. Engracia: De música ¿Quién es su autor favorito?
-Dr. Argüelles: Toda, me gusta mucho las sinfonías de Tchaikovski, Beethoven; de música popular, José Alfredo Jiménez, Lorenzo Barcelata, Agustín Lara.
-Dra. Engracia: ¿De arte?
-Dr. Argüelles: Pues mire cuando uno no sabe mucho, le gusta todo; admiro mucho a Miguel Ángel, de los pintores me gustan más los clásicos que los post modernos.
-Dra. Engracia: Me vuelvo a meter otra vez con las situaciones actuales, de los conflictos existenciales de los muchachos que estudian medicina, no sé si usted ha sabido que últimamente hemos tenido algunos suicidios, depresión, bipolaridad, homosexualidad y digo esto no porque la homosexualidad sea una patología, sino porque en nuestros tiempos se está haciendo como un estilo de vida definitivamente, nos está dando un giro la cultura y además está provocando suicidios, homicidios incluso. ¿Qué cree que les está pasando a los muchachos ahora? Porque antes la gente no se deprimía cuando estudiaba, se asustaba, se angustiaba, pero tampoco se intoxicaba en alcohol, no hacía todo lo que está pasando ahora con los muchachos estudiantes de medicina. -Dr. Argüelles: Yo creo que los muchachos son el reflejo de una humanidad, de un postmodernismo donde los valores, el idealismo, el hacer algo por algo ya no existe; el muchacho está perdido, no encuentra su camino, su lugar, anda dando tumbos y naturalmente al no tener un rumbo fijo se siente desconcertado y desvalido, todo esto que usted dice no es mas que una debilidad anímica, una alma sin médula, el muchacho está solo, y tiene miedo a todo. 25
-Dra. Engracia: Docto usted estaba solo.
-Dr. Argüelles: Sí, pero el alma era fuerte, tuve una mujer que me creó un alma fuerte, mi fortaleza era que sabía lo que quería, y que me iba a costar llegar, tenía claro mi ideal; y estos muchachos no, se van con el placer transitorio, con el momento y al rato se sienten con la cruda de ese placer efímero y se siente mal, se sienten angustiados, los han abandonado los mayores y no saben encontrar su rumbo. Todas estas manifestaciones que usted me dice, no son más que un alma débil, sin estructura, sin armazón.
-Dra. Engracia: ¿Y qué tenemos que hacer doctor? Digo tenemos, porque me siento parte del problema, porque por mi formación vienen a mi y algunas veces me agarran sin herramientas.
-Dr. Argüelles: No sabemos que hacer y nos gana el tiempo y se nos adelantan las circunstancias; no hay mas que mostrarles un testimonio, aquí sí ser un maestro en el sentido hermoso e ideal de la palabra y decirle “mira por aquí”, pero sabedores de que los vamos a perder, porque no nos dan tiempo, no escuchan, sigue habiendo ese diluvio, es muy problemático. Nos gana el dinero, la mala comunicación, la circunstancia, los falsos placeres; porque usted quiere tener un muchacho para guiarlo y al rato se lo lleva, se lo arrebata la corriente, es como si un río se lo quitara de las manos.
-Dra. Engracia: ¿Ya entiende por qué lo estoy entrevistando? Ir con los maestros a que cuenten su vida, es para que los chicos la conozcan, para que se den cuenta que ellos han tenido problemas, pero sus maestros han tenido muchos más y los han superado y muy bien. Porque la gente joven se pierde muy fácil, no importa que tengan padres, dinero, amores, no importa lo que tenga nada lo detiene, nada lo sujeta.
-Dr. Argüelles: El maestro debe de saber influir en el alma del muchacho, vacunarlo, la vida siempre va a ser difícil para todo mundo. Como dijo Amado Nervo, nadie dijo que mayo fuera eterno. Esto no es novedoso, lo que importa es que usted o yo tuvimos una familia que así como nos vacuno para la viruela, 26
nos vacunó para la vida y salimos vacunados a enfrentarla, a lo mejor nos perdemos, pero tenemos un recuerdo de cómo debimos haber sido, así nos formaron, yo no me quejo ni lamento no haberme emborrachado, no me quejo, como no me quejo de no haber sido portero de la selección nacional, total, no me tocó, pero estoy equilibrado y agusto con lo que soy.
-Dra. Engracia: ¿Qué les aconsejaría usted a los muchachos, a los futuros médicos?
-Dr. Argüelles: En primer lugar estudiar, querer y entender al hombre; de ahí viene por antonomasia su propia alma. Saber llorar cuando hay que llorar, porque hay que hacerlo, a veces hay mas horas de llanto que de alegría y hay que saberlo; si tienes una gran pena, no te emborraches, se hombrecito y llora, arrástrate de dolor, pero no te refugies en otras cosas, y te advierto va haber más momentos de tristeza que de alegría. Pero también en la alegría no andes llevando una copa como la Traviata, es un apoyo transitorio, gózala, ríe; sembrar en cada alma el sentido de la vida.
-Dra. Engracia: Doctor, déjeme hacerle las últimas preguntas, probablemente van a ser un poco más difíciles. A sus casi ochenta y siete años, ¿está satisfecho de su vida? ¿Hizo todo lo que quiso? ¿Le falta algo? ¿Se arrepiente de algo?
-Dr. Argüelles: Estoy satisfecho de mi vida, el tener enfermos que todavía me buscan, una familia equilibrada, todo se me ha dado bien, nunca he pensado que otra cosa hubiera querido ser, probablemente pude haberme dedicado al campo.
-Dra. Engracia: ¿Se siente preparado para la muerte?
-Dr. Argüelles: Me está costando trabajo pero lo estoy pensando, hace quince días me pusieron un marca paso nuevo y fue una experiencia nueva, ahora me siento deprimido, como que si creo que tengo que pensar en la muerte y me da miedo.
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-Dra. Engracia: Entonces usted no tiene ganas de morirse.
-Dr. Argüelles: No, no tengo ganas de morirme y si me preguntaran, yo quisiera acostarme en la noche y ya no amanecer vivo. Le tengo miedo al sufrimiento. No tengo el valor para sufrir una enfermedad.
-Dra. Engracia: ¿Pero no ha dejado una carta de voluntades anticipadas?
-Dr. Argüelles: No lo he dejado escrito, pero sí les he dicho a mi esposa y a mis hijos que no me anden llevando a otro lado, ni que me metan un tubo por la boca, que dejen que mi vida vaya declinando, sin frio, hambre, deshidratación ni dolor; en mi casa. Visitas moderadas, si en eso momento no estoy sujeto a un dolor, sí. Conservando mi dignidad.
Dra. Engracia: Dr. Argüelles le doy infinitas gracias por toda su amabilidad y sus respuestas honestas y deseo que siga bien todo el tiempo que dure con nosotros.
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