Revista SIAN 27 - Los Pinchudos

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Año 21 / Edición 27 / Abril 2016 Revista Semestral / Trujillo - Perú

LOS PINCHUDOS

Esculturas antropomorfas asociadas a un mausoleo de la cultura Chachapoya(s)


REVISTA ARQUEOLÓGICA

SIAN DIRECTOR COMITÉ DE LECTURA DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

Luis Valle Alvarez César Gálvez Mora Genaro Barr Argomedo www.studioperu.pe

INSTITUTO SIAN Módulo 6-A Dpto. 201 Urb. Los Pinos Trujillo Perú Telf. (51) 980409572 revistasian@yahoo.es lvallec@hotmail.com

Hecho el depósito legal 96-1508 Tiraje 1200 ejemplares

©Derechos Reservados Portada: Mausoleo 5, Los Pinchudos. Composición: www.studioperu.pe


02. Federico Kauffmann Doig Enrique Vergara Montero

05. “Los Pinchudos”, esculturas

Indice

antropomorfas asociadas a un mausoleo de la cultura Chachapoya(s) Federico Kauffmann Doig

Presentación

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e complace presentar este número dedicado a Don Federico Kauffmann Doig, investigador incansable de nuestro patrimonio arqueológico; quien al mencionar a sus antepasados, me dice que tiene una fotografía en la que se ve retratado a su abuelo como a su padre, en 1914 cuando se iniciaba como cadete prusiano. Como también se enorgullece de tener antepasados mochicas por sus abuelos maternos (mi abuelo se apellidaba Doig Lloc) y que un antecesor mío (o acaso antecesora), fue un esclavo por el año 1700; y que por otra parte mi bisabuelo andaluz se llamaba Manuel del Corazón de Jesús Baca y Rivero, manifestando con orgullo de descender de los tres troncos raciales de la humanidad. Quizás está mixtura de culturas ha hecho que nuestro amigo Kauffmann adquiera una acuciosidad envidiable, que se refleja en más de 400 publicaciones, destacando el Manual de la Arqueología Peruana editada en el año 1969 y que ha tenido varias reediciones. De igual modo, se ha dedicado gran parte de su vida a estudiar lo que él denomina los Andes Amazónicos, donde se desarrolló la cultura Chachapoyas; editando varios libros sobre el tema, destacando: Los Chachapoya(s). Moradores ancestrales de los Andes Amazónicos Peruanos en el año 2003. Una de sus últimas publicaciones que le demoro más de 30 años de investigación fue Machu Picchu, sortilegio en piedra, editado en el año 2014 y que consta de 2 tomos, en donde da respuestas a varios enigmas de esta imponente construcción incaica. Por ser de justicia y con mucho agrado dedicamos este número especial de la Revista Arqueológica SIAN en homenaje y reconocimiento a su valioso aporte intelectual a la Arqueología Peruana y a él como extraordinario ser humano.

Luis Valle Alvarez

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Federico Kauffmann Doig Enrique Vergara Montero

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on Federico Kauffmann Doig, respondió en una entrevista, que luego de un terrible sismo en Chachapoyas, sus padres huyeron precipitadamente del lugar y se desplazaron a Chiclayo, donde le tocó nacer. Pasado el susto, sus padres regresaron de nuevo a Amazonas. Allí, asistió a la escuelita de Camporredondo; con nostalgia trae a su fértil memoria el nombre de algunos de sus compañeritos, especialmente su “cumpa” Olegano Cubas; como también no deja de pronunciar con respeto y veneración a su notabilísimo maestro, el chachapoyano don Luis Homero Chumbe. Por designios del destino, curiosamente su promoción del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe en Lima, lleva el nombre de Julio C. Tello, lo que acaso influyó en que decidiera estudiar la profesión de Arqueología en la Universidad Mayor de San Marcos. Más tarde, le fue indispensable culminar sus estudios en la carrera de Historia, para completar su formación y abordar con mayor seriedad el estudio del pasado ancestral del Perú. Federico Kauffmann Doig, es uno de aquellos hombres de la Arqueología peruana que goza de un amplísimo reconocimiento, tanto en el siglo pasado como en este

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siglo, su presencia siempre estará acuñada en los manuales o textos que se escriban sobre la Historia del Perú, simplemente por su infatigable actividad de investigación como acreditan sus cientos de artículos y decenas de libros publicados en cada año de su fructífera vida. Es un arqueólogo prolífico, que cultivó todos los géneros de las ciencias sociales: Arqueología, Antropología, Historia y Etnología, y algunos de sus monumentales libros constituyen éxitos editoriales en el Perú y el extranjero. Efectivamente, son más de 400 artículos y decenas de libros. Para elaborar cada artículo y libro Don Federico Kauffmann Doig, pone de manifiesto su aguda sensibilidad, disciplina y gran capacidad crítica, apoyadas por una riquísima información de campo, que registra y al mismo tiempo ilustra, haciendo de su obra un valioso documento de agradable asimilación, perdurable y científico. No puedo negar su servicio a la Patria, con persistente defensa de la integridad de nuestro patrimonio arqueológico, como lo refiere él mismo “…..cada día en muchas oportunidades, desde mi trinchera personal y por lo mismo débil, lo que me impedía salir adelante con mi lucha contra personas corruptas que atentaban


contra el patrimonio arqueológico, eran las que capitaneaban el Instituto Nacional de Cultura (INC)…”; irónicamente es propuesto como Director del Instituto Nacional de Cultura, manifestando al Presidente García que, si bien aceptaba honrado el cargo que le ofrecía, aquello significaba tener que incursionar en el mismo “Infierno del Dante” y esto sin la “mano protectora de Beatrice….”, sin más ni más el presidente no vacilo en cambiar su decisión, invitándole a que fuera a Alemania en calidad de Embajador. En esos años, al margen de las funciones diplomáticas, se ocupó de difundir en Europa las riquezas de nuestro grandioso patrimonio arqueológico. De toda su frondosa producción bibliográfica, la obra que marcó nuestras vidas, fue su monumental libro: MANUAL DE ARQUEOLOGÍA PERUANA, editada en 1969, por la editorial PEISA; la cual encaminó y selló nuestra identificación profesional como arqueólogos, y que sin conocer al autor, se convirtió en un gran maestro cotidiano, que nos llevó de la mano a conocer la trama admirable de nuestras diversas culturas pre-hispánicas que florecieron en estas tierras andinas. Como lo refieren: Roger Ravines (2011): “Los estudiantes universitarios, y, por qué no decirlo, los propios arqueólogos tuvieron en ese reclamado Manual el dato necesario al alcance de la mano, o la pluma. Naturalmente, que no siempre se ha tenido la hidalguía de reconocer su valor, minimizando su interés y soslayando su importancia. No hay que olvidar que en los años setenta se instalaba definitivamente en el gremio, el fenómeno de la intriga, importado de la sierra central, y se hacía patético en la mente ofuscada de unos pocos “. Lorenzo Huertas Vallejos, reafirma (2011):”…..él MANUAL DE ARQUEOLOGÍA PERUANA, dio muchas l u c e s s o b r e t o d o a l o s m a e s t r o s d e l Pe r ú , simultáneamente organizó el “Primer seminario de historia del Perú”, para los profesores primarios y secundarios, afluyeron de todo el Perú, quienes le brindaron su reconocimiento y agradecimiento”. A partir de la década de 1980, el Dr. Federico Kauffmann Doig ha dedicado sus mejores esfuerzos a estudiar la zona donde pasó sus años infantiles y que él denomina los Andes Amazónicos, fruto de ello, tenemos sus admirables libros: Los Chachapoya(s): Moradores ancestrales de los Andes Amazónicos peruanos (Lima 2003) y Constructores de Kuélap y Pajaten, los Chachapoyas (Lima 2010), son libros de síntesis y búsqueda, un intento de aprehender a los ancestros de esos purunmachos que pueblan los farallones del Utcubamba y sus tributarios.

profesional, he logrado cimentar una gran amistad con el Dr. Kauffmann, al que reconozco a través de esta semblanza:

FEDERICO KAUFFMANN DOIG

Fe y coraje En cada minuto De tu vida Entregaste para Rastrear el Infinito mundo del hombre andino ancestral, tanto de Costa, sierra y selva. Tu Objetivo fundamental fue la totalidad, alada a tu sagaz observación. Eres el

Káiser de la Arqueología Peruana, imponiendo Amor y pasión inmensa por este milenario Universo peruano que supiste estudiar con Finesa, en cada Fuente, vasija, textil, adobe, piedra y metal de cada cultura Magistral que supiste admirar y sigues Ayudando con tus años añejos a difundir y valorar en cada Nación del mundo, en cada peruano que Navega en tu brillante:

“Manual de Arqueología Peruana”.

Las mágicas

Divinidades del antiguo hombre peruano con sus iconos y sus

Odas míticas, supiste decodificar, como fiel e Intrépido artífice de la filigrana, a cuestas con tu Generosa sabiduría de amauta, y así, en honor a la verdad, convirtiéndote en un hombre de una sublime sencillez y humildad.

Hoy, como consecuencia de nuestro ejercicio Revista Arqueológica SIAN

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LOS PINCHUDOS Esculturas antropomorfas asociadas a un mausoleo de la cultura Chachapoya(s) Federico Kauffmann Doig Dedicado: Al Arquitecto Samanez Argumedo como si fuera obra propia. Al arqueólogo Jaime Deza Rivasplata quien ofreció las primeras noticias acerca de los mausoleos de los Pinchudos. A quienes me guiaron machete en mano, al sitio de Los Pinchudos: Manuel Villalobos, Justo Villalobos Quispe y Manuel Armas.

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a cultura Chachapoya(s) permaneció relegada al olvido hasta hace pocos decenios, no obstante su grandeza que se expresa a través de los más diversos aspectos artísticos-culturales, particularmente en cuanto se refiere a su arquitectura de la que es exponente Kuélap así como dos formas de sepulcros: el mausoleo y el sarcófago antropomorfo. Los Pinchudos, dados a conocer al mundo en 1980 por la primera de las diez expediciones a territorio de los chachapoyas ancestrales conducidas por el autor, constituyen un elocuente modelo del patrón funerario mausoleo: chullpa [tschuilpa] en lengua aymara o pucullo [pukuilio] en quechua. El conjunto de mausoleos de Los Pinchudos se caracteriza, frente a otros grupos de chullpas Chachapoya(s), por presentar en sus muros circulares tallas antropomorfas de madera. Otros grupos de mausoleos cercanos al de Los Pinchudos se ubican, por igual, en lo que es hoy el Parque Nacional Río Abiseo, siendo su complejidad y estado de conservación menor (Kauffmann 1980; Kauffmann y Ligabue 2003; Kauffmann 2009).¹

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El presente artículo se basa en escritos anteriores publicados sobre el tema, de modo particular en el libro de visión de conjunto titulado “Constructores de Kuélap y Pajatén: los Chachapoyas”, Lima 2009.

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Figura 1: El territorio ocupado por los Chachapoyas y ubicación del sitio Los Pinchudos

INTRODUCCIÓN Al llegar los españoles al Perú, los Chachapoya(s) conformaban una de las muchas naciones que integraban el Incario o Tahuantinsuyo. La de los Chachapoya(s) estaba integrada por varias agrupaciones enlazadas entre sí desde el punto de vista cultural y al parecer también lingüísticamente (Lerche 1986, 1995; Taylor 2000; Zevallos 1982, 1995). Aquello se infiere también por la arquitectura y por los símbolos mágicos-religiosos que tenían en común, los que demuestran la existencia de lazos ancestrales de parentesco. Sin embargo, los grupos comunales integrantes de la nación de los Chachapoya(s) vivían en permanente belicismo, aunque se unían solidariamente cuando acechaba un enemigo externo. Así lo evidencia la resistencia, cerrada y prolongada que presentaron al ser invadido su territorio por los incas en las postrimerías del siglo XV e inicios del siguiente. Aquel vínculo entre los grupos que conformaban los Chachapoya(s), se percibe igualmente a través de la lectura de las crónicas del siglo XVI, donde se les menciona como una “nación” más que integraba el Incario. Así, el cronista Pedro Cieza de León (1553) anota que comparados con los restantes pobladores del Incario los Chachapoya(s) eran “los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por sólo su gentileza muchas de ellas merecieron serlo de los ingas y ser llevadas a los templos

del sol [...]”. Y agrega que “andan vestidas ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas usan ponerse sus llautos [gorros], que es señal que traen para ser conocidos en toda parte”. El territorio ocupado por los Chachapoya(s) se extendía por unos 300 Km. de norte a sur, y se ubicaba en el sector septentrional de los Andes Amazónicos, que corresponde geográficamente a una de las grandes regiones del Área Inca o Andina; vistos desde otro ángulo, se le conoce también como Alta Amazonía (Figura 1 y 2). Los espacios de los Andes Amazónicos se extienden por el flanco oriental de la cordillera de los Andes, dando cara al llano amazónico: Baja Amazonía o Amazonia propiamente dicha. Su paisaje lo determina el bosque tropical de neblina, que en los Andes Amazónicos se eleva hasta más allá de los 3000 metros. A diferencia del resto de los espacios andinos, tanto cordilleranos como costeños y que se caracterizan por su aridez, los Andes Amazónicos destacan por su verdor. Pero por pertenecer al sistema orográfico de la cordillera andina, los Andes Amazónicos acusan una abrupta topografía(Figura 3). El paisaje boscoso sigue incólume en los Andes Amazónicos, con excepción de los lugares donde el hombre ha deforestado los bosques con fines agrícolas, práctica que fue iniciada en el pasado por los chachapoya(s), con fines de extender sus campos de cultivo; a medida que la población iba en rápido crecimiento, tal como sucede desde cuando el hombre deja la economía

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Figura 2: Los Andes Amazónicos o Selva Alta y su ubicación en el flanco oriental de los Andes (Antonio Brack Egg): 1. En los Andes Amazónicos norteños se desarrolló la cultura Chachapoyas: tipos de bosques amazónicos que cubren el flanco oriental de los Andes. 2. Influencia de la flora de la puna. 3. Influencia de la flora de la Baja Amazonía o Selva Baja. parasitaria y se proyecta como agricultor(Figura 4). Desde luego que en los barrancos donde la roca asoma desnuda a la superficie, no prospera más que una vegetación de líquenes y matorrales gracias a la acentuada humedad que reina en los Andes Amazónicos. Los Chachapoya(s) ocuparon solamente aquellos sectores de los Andes Amazónicos comprendidos entre los 2 mil y 3 mil metros, lo que resulta ser sintomático puesto que estos espacios altitudinales constituyen el hábitat de los pobladores asentados en zonas de la cordillera de los andes. Esta constatación respalda la hipótesis que postula el autor, según la cual quienes forjaron la cultura Chachapoya(s) provenían originalmente de inmigrantes procedentes de los Andes Cordilleranos(Figura 5 y 6). Al respecto consideramos que este desplazamiento humano se produjo debido a la necesidad que asistía a los cordilleranos de ir ampliando su frontera agraria, cuando el exceso poblacional había terminado por copar las áreas de tierra fértil, extremadamente limitadas tanto en los Andes Cordilleranos como en los Andes Costeños, y en vista que la construcción de andenes o terrazas de cultivo en las escarpadas laderas cordilleranas demandan gran esfuerzo. En lo que respecta a la estructura social, la de los Chachapoya(s) se regía básicamente por dos estamentos: la clase dirigente y aquella conformada por los súbditos. Las obras públicas como Kuélap atestiguan en forma inobjetable, que por entonces imperó una rígida organización social con la presencia de estamentos

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rígidamente separados pero sin los cuales aquel colosal monumento por ejemplo, simplemente no habría sido edificado (Kauffmann 1996). Los diversos grupos humanos que según los primeros cronistas integraban el “reyno” de los Chachapoya(s) tenían sus propios líderes, tal como sucedía con los Chillchos, los Chillao (Luya), los que poblaban la cuenca del Abiseo (Pajatén) y aquellos asentados en la cuenca del Huabayacu. En cuanto al rol desempeñado por cada estamento en la sociedad Chachapoya(s), en la clase dirigente recaía la responsabilidad de evitar que la comunidad padeciera de hambrunas. Por consiguiente su obligación era velar por una producción eficiente de los alimentos, algo nada fácil de lograr en el Área Inca por cuanto, desde lejanos tiempos, aquel territorio viene soportando períodos de años aciagos a causa del fenómeno de El Niño que atenta tanto contra la crianza de los rebaños como de una producción estable de los cultivos comestibles. Como se sabe los recurrentes vaivenes climáticos causados por este fenómeno, así como por el de La Niña, se expresan en severas sequías que afectan negativamente los cultivos, los que mayormente eran de secano, es decir dependientes de la lluvia; así como también al producirse intensas tormentas que al provocar avalanchas aluviales -los famosos huaycos, con propiedad llocllas-, por igual resultaban estropeando las sementeras, pastizales y hasta las viviendas. Estas calamidades, recurrentes que hacían asomar el fantasma del hambre,


Figura 3: Paisaje selvático de los Andes Amazónicos cercano a Pajatén, antes de los cambios originados por el hombre al desbastar los bosques (Foto: Federico Kauffmann Doig).

Figura 5: Los Andes Amazónicos norteños debieron ser ocupados por gente de cultura andina entre los siglos VII – X d.C., durante la etapa Tiahuanaco – Wari. A lo largo de los siglos ésta gestó una cultura sui generis de raíces andinas, la de los Chachapoyas (Foto: Maximelien Bruckmann).

Figura 4: El paisaje de los Andes Amazónicos, transformado en campos de cultivo por el hombre: valle del Utcubamba entre Chachapoyas y Leimebamba (Foto: H. Esquiroz).

Figura 6: Camino prehispánico de penetración de cordilleranos. Se dirige a los Andes Amazónicos, en dirección a Pajatén (Foto: Federico Kauffmann Doig).

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fueron las que sin duda abrieron las puertas a la organización de una sociedad clasista, en la que la élite tenía por misión azuzar la laboriosidad para poder exigir al campesinado una cuota de tributo extraordinaria para el almacenamiento de víveres y su retribución en años improductivos (Kauffmann 1996, 2011). La élite tenía también a su cargo el dirigir los rituales solemnes, los que cimentaban su autoridad e incidían en el afianzamiento de la identidad de la población. En ambos casos, gobierno y ceremonias, tenían lugar en espacios específicos, en centros administrativos como debió ser el caso de Kuélap. Éstos eran sedes de gobierno como de rituales que apuntaban básicamente a exorcizar las adversidades climáticas desatadas por los mencionados fenómenos de El Niño y de La Niña. La problemática generada por estos vaivenes inveterados -que perjudicaban por igual a los moradores de los Andes Costeños como Andes Cordilleranos-, en el caso de los Chachapoya(s) se expresaban al retardarse los periodos de lluvia o por el contrario al producirse excesos pluviales que originan los, hasta el presente, temibles deslizamientos de suelos por cuanto éstos arrasan los campos de cultivo, ubicados mayoritariamente en las laderas cordilleranas. No obstante que en el territorio de los Andes Amazónicos norteños se presentan testimonios arqueológicos que se remontan a más de 8000 años. Los de la cultura Chachapoya(s) sólo se gestaron durante la segunda mitad del primer milenio de la era cristiana. Como quedó señalado, los primeros Chachapoya(s) debieron ser inmigrantes cordilleranos, portadores de la savia cultural propia del Área Inca o andina. Los dos patrones de enterramiento que empleaban, el mausoleo o chullpa (tshuilpa) y aún el sarcófago o purunmacho (purunmatshu) -que recuerda el tradicional fardo funerario común del Área Inca y al que en tiempos Tiahuanaco-Huari, al que se le dotaba de una máscara colocada por encima del bulto funerario-, permiten avalar aquella presunción. Los migrantes cordilleranos habrían terminado por desarrollar la cultura Chachapoya(s) a partir del siglo VII u VIII d.C., tal vez en tiempos del predominio Tiahuanaco-Huari (=Horizonte Medio). Acaso atendiendo a un proyecto de ampliación de la frontera agraria, como debió ocurrir en tiempos del Incario en lo que respecta a la ocupación de la comarca de Vilcabamba donde cordilleranos terminaron por levantar Machu Picchu y otros portentosos monumentos como Choquequirao (Kauffmann2010). Así lo sugiere, entre otros factores a considerar, la proliferación que alcanzó entre los Chachapoya(s) el patrón chullpa, en boga y de amplia propagación durante la etapa cultural Tiahuanaco-Huari.

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Los sitios arqueológicos Chachapoya(s) menudean, ocupando el tercio sureño del actual departamento de Amazonas. Son igualmente abundantes en los sectores altos del departamento de San Martín, donde se ubica el Pajatén, así como otros diversos sitios arqueológicos prominentes como por ejemplo los situados en la cuenca del Huabayacu y Huayabamba explorados particularmente por Muscutt (1998). También se presentan en zonas del extremo oriental de la provincia de Bolívar, departamento de La Libertad (Vega 1979). Entre los testimonios legados por los Chachapoya(s) merecen ser citados por su especial relevancia monumentos tales como Kuélap, Karajía, Los Pinchudos, Revash, Vira Vira, Pajatén, Cerro Las Cruces, entre otros. Cochabamba por su parte, más algunos otros sitios arquitectónicos fueron levantados en territorio de los Chachapoya(s) después de su incorporación al Incario (Schjellrup 1984, 1996). Los Chachapoya(s) nos han legado también una diversidad de testimonios que demuestran su capacidad artísticoartesanal. Lo evidencia por ejemplo, la prenda textil monumental de Pisuncho que se conserva en Pías, además de los tejidos envoltorios de momias procedentes de la Laguna de las Momias (Kauffmann 1997, 2001a). Igualmente expresiones tales como tallas en madera, esculturas (Kauffmann 1989, 2009). EL MAUSOLEO CHACHAPOYA (S): CARACTERIZACIÓN El mausoleo Chachapoya(s) es con propiedad una cámara funeraria. A diferencia del sarcófago, que es una tumba para dar cabida a tan sólo un difunto, el mausoleo estaba destinado a albergar a numerosos finados en ambos casos destinados por igual a sepultar personajes de la élite (Kauffmann 1986, 2009). En quechua o runasimi podría calificarse al mausoleo de aiawasi, esto es de “casa de difuntos y, al presentarse en grupo, de aiamarkakuna o “pueblos de los difuntos”. Pero para este patrón funerario preferimos optar por la denominación de chullpa [tshuilpa] o pucullo [pukuilio], términos quechua y aymara respectivamente, o remitirnos a la voz española mausoleo. Los mausoleos Chachapoya(s) apreciados a lo lejos, sugieren constituir viviendas. Se presentan por lo general en grupos, dando a distancia la impresión de ser caseríos. La altura de los mausoleos no excede por lo general los 2 metros. Por el hecho de estar emplazados en grutas, en lo alto de los barrancos, los mausoleos chachapoyas(s) recuerdan los Cave-Dwellings del cañón de Colorado, en los Estados Unidos de América. Sin embargo, aquello no pasa de ser un asunto casual, puesto que la función resulta ser en ambos


casos muy distinta. En efecto, mientras los caseríos de Colorado, construidos en sectores altos de los acantilados están conformados por viviendas, y fueron levantados con carácter defensivo, los mausoleos Chachapoya(s) eran sepulcros colectivos. Los mausoleos se presentan formando una fila, unidos unos a los otros. El hecho de que fueran construidos en grutas excavadas ex profeso, en lo alto de los barrancos, no se debió a una intención de protegerlos de intrusos, sino al ánimo de atender a su preservación. Y es que en los peñones asoma la roca desnuda, carente por lo mismo de vegetación, que es la que concentra la humedad destructora de todo cuanto es material de origen orgánico. - Tipos de mausoleos Los mausoleos Chachapoyas eran construidos para dar sepultura a personas de la clase gobernante y a lo largo de los 500 años del desarrollo de esta cultura (unas quince generaciones) tendríamos cientos de millares de grupos de estas casas que albergan difuntos. Los mausoleos Chachapoya(s) presentan dos modalidades: a) Mausoleos de mampostería levantados empleado piedras rústicas, de paredes revocadas con barro arcilloso. Las mismas eran con frecuencia enlucidas con una capa blanca-amarillenta, así como decoradas con motivos simbólicos pintados predominantemente de rojo. b) Mausoleos de paredes de piedra careada, de tamaño más o menos uniforme. Suelen presentar decoración simbólica parietal, mediante el sistema de resaltar ciertas piedras correspondientes al muro mismo, con la finalidad de plasmar el motivo simbólico deseado. Se trata de un patrón constructivo típico de la cultura Chachapoya(s). Los motivos pétreos eran ocasionalmente empastados con arcilla de colores, sí bien de modo descuidado como puede apreciarse atendiendo al caso de los mausoleos de Los Pinchudos y los de la Laguna de las Momias (Kauffmann 1980, 2001a, 2001b, 2009). Los mausoleos Chachapoyas(s) presentan un techo de dos aguas, como también de sólo una caída. En realidad no lo requerían, debido a que están guarecidos por el techo de la gruta en que van emplazados. Entre los grupos más elaborados de mausoleos deben citarse los presentes en Revash. -Los mausoleos: una modalidad de chullpa o pucullo Los mausoleos Chachapoyas(s) se gestaron, acaso, como una modalidad del patrón chulpa (tshuilpa) o pucullo (phukuilio). La chulpa alcanzó amplia difusión en el Área

Inca nuclear o peruana, manifestándose a través de diversas modalidades. En términos generales, su construcción data de la segunda mitad del primer milenio de la presente era. Esto es de tiempos correspondientes al Horizonte Medio o etapa Tiahuanaco-Huari (o Wari). Los mausoleos Chachapoya(s) parecen ser, en esencia no otra cosa que una modalidad de la chullpa Tiahuanaco-Huari; sólo que las chullpas o mausoleos Chachapoya(s) tienen como característica el no habérseles emplazado en campo abierto, sino en grutas excavadas en lo alto de los barrancos. - Su antigüedad frente al “sarcófago” De acuerdo a lo opinado por Reichlen y Reichlen (1950), en el marco del desarrollo de la cultura Chachapoya(s), los mausoleos corresponderían a un patrón de enterramiento de un período que consideraban era posterior a la fase que denominaba Chipurik, caracterizada ésta por la forma de sepultar en sarcófagos. Enmarcaron la primera forma de patrón funerario bajo la denominación de Revash. Con todo, la sucesión cronológica que plantearon implica todavía muchas interrogantes. Consideramos que el mausoleo es un patrón de enterramiento típico de la cultura Chachapoya(s), por más que su origen haya sido la chullpa. En ciertos casos los mausoleos siguieron utilizándose, aún después de la incorporación de los Chachapoya(s) al Incario. En efecto, en ellos eran sepultados, al lado de dignatarios Chachapoya(s), por igual también administradores incaicos fallecidos en el territorio conquistado (Kauffmann 1997, 2001b). - Primeras referencias y estudios Wiener (1884: 390) ofrece las primeras referencias a mausoleos Chachapoya(s). Aquello luego de haber visitado Revash, en Santo Tomás. En los años 30 del siglo pasado, Langlois (1939: 69-73), en su visita al valle del Utcubamba, exploró los mausoleos de Puente de Utcubamba, de los que al presente sólo quedan tristes restos. Pocos años después Flornoy (1943-44) realizó un reconocimiento de los mausoleos presentes en la zona de Angulo. Con posterioridad, el estudio sistemático de los mausoleos fue acometido por los arqueólogos Reichleny Reichlen (1950), al analizar el contenido de uno de los mausoleos de Revash cuyo techo y una de sus paredes se habían desplomado. De este modo su contenido había quedado prácticamente intacto y protegido de ser presa de los huaqueros y de los roedores. Aquello permitió a los Reichlen tipificar el período que denominaron Revash. Postularon como quedó expuesto, que los mausoleos Chachapoya(s) correspondían a un patrón funerario posterior al constituido por el sarcófago. Revista Arqueológica SIAN

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En el marco de una apreciación dirigida a establecer cronologías, es de tomar en cuenta que en los mausoleos se daba sepultura a difuntos fallecidos en lapsos más o menos extendidos. Lo comprueban los mausoleos de Los Pinchudos así como el grupo presente en la Laguna de las Momias, en los que fueron sepultados personajes Chachapoya(s) y, transcurrido el tiempo también administradores cusqueños fallecidos en territorio de los chachapoyas(s) luego de su incorporación al Incario (Kauffmann 1980, 1984, 2001a). Lerche (2000) tanto como Muscutt (1987, 1998) han explorado en años recientes mausoleos chachapoyas(s), que permanecían intactos debido particularmente a que se ubican en lo alto de los barrancos del río Huabayacu, en la zona de la Laguna de Huayabamba. Las expediciones del autor dirigidas al estudio de mausoleos chachapoya(s), fueron conducidas en los años 1980, 1984, 1985, 1986 y 1996. Las mismas permitieron explorar entre otros los grupos de mausoleos de Los Pinchudos, Pumache, Revash, Ochín, Pueblo de los Muertos, Peña de Tuente, La Petaca, Laguna de las Momias o de los Cóndores (Kauffmann 1989, 2001a, 2001b). LOS MAUSOLEOS DE LOS PINCHUDOS Uno de los grupos de mausoleos Chachapoyas(s) más elaborados, es el de Los Pinchudos, que se ubica en las inmediaciones de Pajatén. Su singularidad estriba en que de uno de los recintos funerarios de este conjunto, cuelgan tallas antropomorfas de madera (Figura 7). - Historial Nuestro guía y machetero, Manuel Villalobos (“Manuelasho”), de Las Alisos, localidad cercana a Pataz, nos refirió que en 1976 el campesino Santos Escobedo, al apartarse del grupo de patacinos que buscaba tesoros ocultos en lugares cercanos a las ruinas de Pajatén, tropezó de modo casual con los mausoleos de Los Pinchudos. Enfermó mentalmente, y decidió no abandonar jamás el

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lugar. Días después, falleció en el sitio. Pero Escobedo y acaso también otros patacinos, debieron conocer el sitio con anterioridad. Aquello se desprende de las noticias que llegaron a oídos de Bonavia (1968: 33) por conducto de Víctor Pimentel mientras exploraban las ruinas de Pajatén en 1966, en el sentido de que no lejos de Pajatén existía una necrópolis. Pasados 30 años Bonavia (1998: 95) manifiesta que ya en 1975 obtuvo información concreta sobre el sitio que bautizamos en 1980 como Los Pinchudos, y que estos le fueron proporcionados por Axel Cabrol, cuando retornó a Lima después de un viaje turístico que lo llevó a zonas de lo que hoy es el Parque Nacional del Río Abiseo, donde se ubican las ruinas de Pajatén. Cabrol le proporcionó algunas fotografías, que por las que publica Bonavia a no dudar corresponden a los mausoleos de Los Pinchudos (Bonavia 1998: 96-97). Con anterioridad a las noticias y fotografías que Cabrol entregó a Bonavía, y aún antes del fallecimiento del campesino Santos Escobedo en 1976, el arqueólogo Deza (1975-76) recogió, ya en 1973, referencias acerca del grupo de mausoleos que nos ocupa. Esto sucedió mientras Deza concentraba su atención en la exploración de La Playa, lo que le impidió ir en su búsqueda no obstante que el sitio distaba tan solo una jornada relativamente corta pero que, como todos los recorridos en el área de Pajatén demandan gran esfuerzo debido a lo accidentado del terreno y a la vegetación boscosa premunida de denso monte bajo que reina en el área. Con todo Deza dio importancia a la información como se desprende del dibujo que publicó en base a los datos que le fueron proporcionados por quienes conocían el sitio. Consideramos haber sido siempre pulcros en dejar constancia de los antecedentes del “descubrimiento material” de Los Pinchudos (Kauffmann 1980,1981, 1982: 77-80, 1984: 4)². Deseoso de detener una supuesta sustracción de monolitos de los recintos de Pajatén, el autor siendo Director de

Por lo mismo rechazamos la afirmación de Bonavia (1998: 85) -expresada 19 años después que estudiáramos el sitio por primera vez- de que “Kauffmann y Ligabue se atribuyeron el descubrimiento”. Lo que sucede es que por lo general y a veces deliberadamente, lo que es un “descubrimiento material” no es separado del “descubrimiento teórico”. Siempre hemos respetado lo que llamamos el “descubrimiento material” citando a sus autores. Y aún a los informantes, tal como lo hemos hecho con Los Pinchudos y con otros restos que permanecían inéditos (Kauffmann 1989). Lo cierto es que el sitio de Los Pinchudos permanecía del todo inédito y que ningún arqueólogo profesional lo había visitado hasta 1980, año en que el autor exploró aquel grupo de mausoleos, los más conspicuos al lado de los de Revash, y únicos en su género por cuanto a estos están asociadas esculturas de madera (Kauffmann 1980, 1984, 2000). Con todo Bonavia parece no diferenciar lo que sería un “descubrimiento material” de un “descubrimiento teórico”. Al respecto habría que recordarle, que de acuerdo a su criterio de no hacer distingos entre una acción y la otra, al sabio Julio C. Tello habría que despojarlo como descubridor de las Necrópolis de Paracas, puesto que se le adelantaron huaqueros a los que debería exaltárseles como los auténticos descubridores. Y siguiendo este punto de vista, de igual modo también podrían ser calificados como tales los obreros de la expedición de Tello que con pala en mano fueron los que desenterraron y vieron asomar antes que los expertos aquellos preciados fardos funerarios excavados de los cementerios ancestrales presentes en la península Necrópolis del Paracas. Lo mismo puede decirse sobre los monolitos de Sechín, sitio al que arribó primero el brazo derecho del sabio de Huarochirí, Toribio Mejía Xesspe, siendo guiado por un niño que le mostró el sitio de Sechín o Cerro Sechín, donde los monolitos, cubiertos por aluviales, apenas asomaban a la superficie. En un marco más amplio habría que poner en duda el descubrimiento de América por Colón ya que no fue él sino un marinero quien avistó por primera vez tierra americana.

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Figura 7: Mausoleo 5 del grupo de Los Pinchudos. Nótese las esculturas antropomorfas de madera que cuelgan ancladas del sector superior del recinto, así como la simbólica decoración parietal que presenta (Foto: Federico Kauffmann Doig / 1980).


Conservación del Patrimonio Monumental y Cultural de la Nación, emprendió viaje a Pajatén en 1980. Aprovechando esta travesía se propuso, de paso, visitar el misterioso sitio donde estarían ubicadas las tallas de madera fotografiadas por Ellena. Fue Manuel Villalobos³, campesino de Los Alisos, Pataz, inteligente y dotado de una personalidad amigable quien en aquella ocasión guió al autor a Pajatén, y a solicitud nuestra también al vecino sitio de Los Pinchudos. Fue bautizado con este nombre por nuestro guía Manuelasho, al que acompañaba su hijo Justo Villalobos Quispe. El otro trochero que en esta jornada nos permitía avanzar, machete en mano, era Manuel Armas. El nombre proviene del hecho que las estatuas de madera representan a personajes desnudos y por lo mismo provistos de sus genitales que no por eso se les dio carácter itifálico. Fue en agradecimiento a Manuelasho, que le dedicamos nuestra monografía sobre los mausoleos de Los Pinchudos (Kauffmann 1984). Luego del primer reconocimiento arqueológico de 1980 (Kauffmann 1980, 1984; 2000), conducimos al sitio de Los Pinchudos dos expediciones más con la finalidad de ahondar en el estudio de aquél sitio, así como también para estudiar otros conjuntos de mausoleos presentes en los alrededores, que ya habíamos detectado durante nuestra primera exploración. El objetivo principal de la tercera expedición, ejecutada en 1989, se centró en el levantamiento de planos del conjunto de Los Pinchudos. Esta tarea que fue dirigida por el prestigioso arquitecto cusqueño Roberto Samanez Argumedo, contando con el apoyo de un grupo de experimentados topógrafos cusqueños 4. La carpeta de planos resultante incluye también las bases para la ejecución de un proyecto de consolidación del preciado monumento (Kauffmann y Samanez 1992).

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El World Monuments Watch incluyó a Los Pinchudos entre los 101 sitios más afectados, dentro del conjunto de los 2000 monumentos del mundo considerados como los más precarios en cuanto a su conservación. Es de esta manera que en 2000 la prestigiosa institución encargó los trabajos de conservación a Ricardo Morales Gamarra (2002)5. - Generalidades Los pucullos de Los Pinchudos van emplazados sobre una estrecha faja de suelo desnivelada, acondicionados en una gruta presente en un barranco, o más bien en una grieta ampliada en aquel lugar por la mano del hombre (Figura 8). Cinco son los mausoleos que conforman el grupo de Los Pinchudos, más dos muy deterioradas presentes en dirección oeste del citado conjunto. Miden hasta más de 4 m de alto, fluctuando su diámetro entre los 2 y 3 m. Aparentan ser de dos pisos y algunos lo fueron de hecho (Figura 8). Tienen el techo ligeramente abovedado, debido al empleo de la técnica del falso arco; fueron construidos con lajas de piedra, las que terminan desbordando el paramento para conformar así una cornisa. El mausoleo al que se asocian las tallas, todavía presenta en su interior dos tablones que se extiende de un extremo a otro en un nivel superior al del piso. Debieron formar parte de una tarima construida con el fin de que reposaran los fardos funerarios sobre esta. De esta manera no les afectaba la humedad del suelo (Figura 9). Como material de construcción fueron utilizados lajas de piedra pizarra, canteadas para lograr que las paredes lucieran lisas y destacaran los frisos, a los que nos referiremos más adelante. Las lajas eran asentadas sobre argamasa arcillosa.

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Manuelasho Villalobos, quien había sido compañero de andanzas del campesino Santos Escobedo, comunicó el autor en Pataz, en agosto de 1980, que 6 años antes había llegado al sitio donde había una necrópolis donde colgaban tallas de la pared exterior de un mausoleo. Y que había arribado al lugar en forma casual, cuando guiaba a un grupo de extranjeros deseoso de conocer el Pajatén. Villalobos señalaba que el grupo que conducía lo había integrado Giovanni Ellena y los esposos Deze. Lo expuesto por Villalobos no hacía más que confirmar las noticias recibidas por el autor en 1979 gracias a Gustavo Siles, quien a su vez las había obtenido de su amigo Alberto Guevara Zamalloa. Este le había mostrado una fotografía de los “ídolos de madera” obsequiada por Giovanni Ellena a Guevara.

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El autor expresa su agradecimiento al distinguido Arq. Roberto Samanez Argumedo, por la tarea cumplida en el marco de nuestra expedición de 1989, que permitió el levantamiento de pulcros planos de los mausoleos del sitio de Los Pinchudos. Bajo su dirección colaboró el experto topógrafo cusqueño Rafael Morales así como los por entonces bachilleres de arquitectura René Barreto y Jorge Morales.

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Ricardo Morales Gamarra, es uno de los más destacados conservadores de obras arqueológicas y con vasta obra cumplida, particularmente el lo que atañe a la pintura mural que presenta en el monumento conocido con el nombre de Huaca de la Luna, para que condujera trabajos de restauración y consolidación del conjunto arquitectónico de Los Pinchudos. Debe remarcarse que Morales acometió con especial esmero la restauración y consolidación del mausoleo más relevante del sitio, del cual penden en su exterior tallas antropomorfas, y que precisamente era el que se encontraba en las peores condiciones.

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Ubicación del grupo de mausoleos Los Pinchudos (Expedición Antisuyo / 89 – Instituto de Arqueología Amazónica. Levantamiento y dibujos: Roberto Samanez / todos los de la página).

Los Pinchudos: Perspectiva esquemática de las cámaras funerarias.

Figura 8: Levantamiento, elevación, corte, perspectiva esquemática y planos de planta.

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(Levantamiento y dibujo: Roberto Samanez) ELEVACIÓN DESARROLLADA DE LA CAMARA FUNERARIA 5

UBICACIÓN DE LOS ESLABONES CON FIGURAS ANTROPOMORFAS EN CAMARA FUNERARIA 5 ESCALA 1/25

Figura 9: Elevación y ubicación de las figuras antropomorfa de la cámara funeraria 5.

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10.1

10.4

10.2 Los Pinchudos: Decoración simbólica 1. Los dos símbolos principales presentes en el paramento del Mausoleo 5. 2. Decoración zona central: signos del agua y de la tierra entrelazados (Dios del Agua y Pachamama). 3. Detalle de uno de los signos mencionados.

10.3

4. Tierra cultivada en forma de andenes (Pachamama o Diosa Tierra), fecundada por el agua en forma de una ola (Dios del Agua). Cerámico escultórico Moche que expresa en forma realista la identificación de los símbolos Agua y Tierra presentes universalmente en la iconografía andina (Kauffmann Doig 1990: 206-209, etc.). 5. Signo del rayo, que suele sugerir figuras de ave en vuelo o el curso de un río o quebrada.

10.5

Figura 10: Los Pinchudos, decoración simbólica. Revista Arqueológica SIAN

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Las paredes interiores fueron enlucidas con greda amarilla. Las exteriores presentan la piedra laja al descubierto, salvo algunas zonas que eran empastadas con arcillas amarillas y rojas. La pasta coloreada era aplicada sobre una base arcillosa de color blanco mezclada con paja fina. Las paredes exteriores de los mausoleos, con excepción de uno, presentan frisos. La técnica consistía en hacer sobresalir del paramento aquellas piedras, con las que eran trazados los motivos decorativos, de líneas quebradas como resultado de la técnica empleada en la elaboración de los mismos. Los motivos son eminentemente simbólicos y similares a los de Pajatén. Reiteramos que, no obstante su carácter geométrico, es permisible teorizar en el sentido que han sido derivados de la abstracción de elementos reales. Al parecer algunos de los motivos complejos, incluyen dos elementos simples. Uno en forma de una L y el otro en forma de gradas. Al igual que en Pajatén ambos, combinados, conformaban un emblema que da la sensación de evocar un ave de perfil. Los motivos a los que aludimos, son los dos emblemas más repetidos en la iconografía del Área Inca de todos los tiempos. El que acusa la forma de una L, de acuerdo a la interpretación del autor deriva de una cresta de ola y evoca el agua. Por su parte el motivo en forma de gradas debió simbolizar la tierra fértil, y su figura se inspira en la forma que acusan las terrazas de cultivo (Kauffmann 2011)(Figura 10). El motivo que retrata una V en sucesión y que se extiende formando dos bandas horizontales, puede aludir a una bandada de aves al mismo tiempo que al agua que serpentea en las quebradas y ríos, así como también al rayo. Otro motivo compuesto por trazos que le dan complejidad, estimamos que corresponde al signo que en el pasado hemos identificado como “cresta de ola”. Aparece conjugado con el que se expresa mediante una figura escalonada (andenes) y la que consideramos simboliza la Pachamama, la que se presumía solo estaba en condiciones de ofrendar los alimentos de ser fecundado por el Dios del Agua o Apu (Kauffmann 2001a, 2001b, 2011)(Figura 10.4). En conjunto, el motivo mencionado así como los otros dos citados anteriormente, de ser correcta la interpretación que le da el autor, se enmarcan en el culto a la fecundidad de los suelos, los que para producir los alimentos según se estimaba debían ser animados por el agua vivificante. Como quiera que particularmente la pared del Mausoleo 5 de Los Pinchudos, el más relevante de todos lo del grupo, va empastada con arcillas de color, este hecho permite conjeturar que también los muros decorados con frisos del Pajatén podrían haber sido estucados originalmente con arcillas coloreadas. En el caso de Los Pinchudos, estos

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empastes han podido conservarse debido a que los mausoleos están protegidos por el techo natural del peñón. Durante el reconocimiento de los mausoleos de Los Pinchudos, fue identificada fuera de su contexto, una cabeza escultórica de piedra de rasgos antropomorfos. Su presencia testimoniaría que, además de figuras geométricas, el sitio pudo presentar también esculturas pétreas, de no haber sido acarreada la identificada piedra en el sitio de algún grupo de mausoleos contiguos al de Los Pinchudos aún desconocido o que colapsó. Pero consideramos que aquel monolito pudo ser acarreado al lugar desde algún sitio arqueológico vecino. En el tiempo del ardor catequista de los siglos XVI y XVII, las momias y sus pertenencias pudieron ser removidas de sus mausoleos. Nuestra primera expedición encontró sólo escasos restos óseos humanos, regados en el suelo, además de puñados de algodón que debieron emplearse como relleno y para dar forma a los fardos funerarios. En el mausoleo que exhibe las esculturas talladas en madera (“Mausoleo 5”), constatamos la presencia de dos morteros de piedra. Sin duda, una ofrenda funeraria emplazada en el mausoleo para ser utilizada como instrumento en la vida imaginada en ultratumba (Kauffmann 1998). En el exterior, había un pequeño lote de fragmentería de cerámica, preponderantemente de estilo Inca. Estos restos fueron fotografiados y documentados, pero dejados en su lugar como material de estudio para arqueólogos que llegaran a explorar el sitio con posterioridad. En la actualidad el material procedente del sitio de Los Pinchudos, se encuentra depositado en la Municipalidad de Pataz. Nuestra expedición de 1989 procedió a realizar un minucioso inventario de estos objetos, el que estuvo a cargo del arqueólogo Francisco Merino (1989). En un afán de buscar similitudes, debemos referirnos a los mausoleos que exploramos en Gantumarca (Rapayán). Si bien están situados en la margen izquierda del Marañón, (provincia de Huari), esto es en los extramuros de lo que consideramos fue territorio de los chachapoyas(s), por su forma y ubicación muestran un curioso parecido con los mausoleos de Los Pinchudos. - Los mausoleos adyacentes al grupo de Los Pinchudos En una repisa geológica que se ubica en un sector inferior del mismo barranco donde se encuentra el grupo de Los Pinchudos, identificamos otros mausoleos. Roberto Samanez Argumedo los ha clasificado como cámaras funeraria 8 y 9 (Figura 8), sumándolas así a las del grupo de Los Pinchudos que con propiedad conforman los mausoleos 1 al 7. Su estado de conservación es pésimo, acaso porque los mausoleos que comentamos son de fácil acceso. Por lo mismo nada prácticamente queda de los testimonios que se guardaban en su interior.


Figura 11: Los Pinchudos, algunas de las tallas de madera asociadas al Mausoleo 5 (Fotos: Federico Kauffmann Doig y Gustavo Siles)

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“El mausoleo 8 -anota Samanez-, tiene forma rectangular y su acceso está orientado hacia el este. En este sector, se presentan dos recintos circulares adosados a la pared de la roca. Son más pequeños y por su estado de deterioro no se aprecia ningún vano. Probablemente su función fue similar a la del mausoleo 6 perteneciente al grupo de Los Pinchudos. De ser así, los fardos funerarios habrían sido sepultados introduciéndolos por encima del mausoleo”. El mausoleo 9 se ubica en la misma repisa de roca en la que se presenta el recinto anterior. Se observa también una forma rectangular y su puerta de acceso está orientada hacia el este. Estas estructuras así como las del grupo de Los Pinchudos, se construyeron con lajas de pizarra y mortero de barro. No presentan elementos decorativos y son muy simples en comparación con los mausoleos de Los Pinchudos. LAS TALLAS ANTROPOMORFAS: Caracterización Del pucullo signado como Mausoleo 5 cuelgan, de sendas perchas ancladas en el sector superior de la pared semicircular, cinco tallas antropomorfas, dispuestas radialmente según la curvatura que acusa este mausoleo. Las estatuas permanecían inéditas y jamás habían sido visitadas por arqueólogos, cuando en julio de 1980 las examinó la expedición al Pajatén conducida por el autor (Figura 11). Originalmente eran 6 tallas, pero una de éstas fue retirada de su sitio, para lo cual el malhechor tuvo que machetear la argolla de madera de la que pendía. La depredación debió tener lugar con anterioridad a 1976, puesto que en el viaje a Pajatén realizado en aquel año por el guía patacino Manuel 6 Villalobos, éste constató su desaparición . Cada una de las esculturas fue tallada utilizando un mismo tronco. De tal modo que argolla y estaca para ser fijada, corresponde a un mismo madero en el que fueron tallados los diversos elementos escultóricos que conforman las tallas antropomorfas que penden del sector superior del mausoleo. Estos son por lo mismo indivisibles, salvo que se les separe procediendo a cortar la argolla (Figura 12). Como señaláramos, los personajes por el hecho de presentar el falo erecto si bien solo ligeramente, fueron bautizados por nuestros macheteros como los pinchudos; epíteto del que nos hemos servido al difundir estos testimonios del pasado ancestral peruano (Kauffmann 1980, 2001c: 105-107). Es ciertamente difícil explicar por qué estos “ídolos” se han conservado por siglos, sobre todo considerando el grado 6

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extremo de humedad que reina en los bosques amazónicos del flanco oriental de la cordillera andina. No obstante las centurias transcurridas, cuando examinamos las tallas, estas seguían prácticamente intactas, con la madera apenas cuarteada por efecto de los cambios de temperatura y el alto índice de humedad que reina en los Andes Amazónicos. Los factores que concurrieron para que se gestase este milagro arqueológico, debieron ser varios. En primer lugar hay que considerar que debió contribuir a ello el techo de la gruta, que al cubrir las esculturas de madera las protegió de la lluvia y de una larga exposición al sol. En segundo lugar es de tomar en cuenta que, en la gruta, no prospera vegetación que es la que concentra altos índices de humedad. En tercer lugar debe tomarse en cuenta que las tallas fueron embadurnadas por una delgada capa arcillosa de poco más de un milímetro, pero de la que solo hay vestigios en zonas de la espalda de una de las tallas que pudimos examinar. En cuarto lugar es de mencionar el hecho de que la madera fue seleccionada, atendiendo a su dureza y su resistencia frente a la obra destructora de termitas. En quinto lugar, finalmente, es de tener en cuenta la circunstancia de que desde hace más de medio milenio el sitio fue ignorado por el hombre. - Síntesis descriptiva de las tallas antropomorfas Las tallas antropomorfas de Los Pinchudos, alcanzan en promedio entre 60 a 70 cm. de alto. Representan a varones desnudos, provistos tan sólo de grandes orejeras y de un tocado que les confiere rango. Estos elementos observan variantes menores, perceptibles entre una y otra figura. Brazos y manos aparecen reposando sobre el pecho. Las piernas van ligeramente flexionadas. Consideramos que esta posición podría evocar las patas traseras encogidas de los felinos, debido a que esta se repite en representaciones antropomorfas retratadas en tejidos costeños y donde al parecer no cabe discusión alguna sobre el tema. Ciertamente esta particularidad puede deberse también a otras circunstancias, como propone Seguí (2009). Sin embargo para el caso específico de las tallas antropomorfas de los Pinchudos, el autor se reafirma en su propuesta. El tocado tiene la apariencia de ser un penacho, sujetado por una banda ceñida alrededor de la cabeza; en el sector de la frente, este arreglo presenta un broche circular. El tocado descrito, es el mismo que exhibe el Apu de Tinyash un monumental monolito conocido con este nombre (Kauffmann 1993), además reaparece en representaciones chachapoyas diversas (Figura 12).

La escultura depredada fue trasladada al Callao, con miras a ser negociada; luego se perdió su rastro. Tomás Torrealba entregó posteriormente la escultura faltante a la Municipalidad de Pataz. Pero luego que la examináramos, surgió la sospecha de que podría tratarse de una réplica; aquello lo confirmó no solo el autor sino por igual el arqueólogo Francisco Merino al examinar la talla detenidamente.

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Los Pinchudos: detalle de cubierta y ubicación de eslabón (Cámara funeraria 5)

La escultura antropomorfa tallada en madera

Figura 12: Proceso de elaboración de una figura antropomorfa en la cámara funeraria 5.

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Repetimos una vez más que las tallas antropomorfas de Los Pinchudos fueron embadurnadas. Para lograrlo fue utilizada una delgada capa de arcilla, de tono claro. Esto se deduce de los residuos que observamos, perceptibles en la espalda de algunas de las esculturas, gracias a que ésta era protegida por la pared del mausoleo en la que se recuestan. Consideramos que el estuco en referencia, no debió ser

aplicado con sólo el fin de proteger la madera. También este material debió servir para acicalar la figura, que acaso pudo lucir originalmente, policromada, como se aprecia en algunas estatuas de madera Chimú (Iriarte 1996; Day 1986).

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ERA PRIMORDIAL (Área inca o andina/Espacio central o peruano)

EDAD PRIMORDIAL (15000 a. C. - 4000 a. C.) Sinónimos: Época Lítica / Etapa de los Cazadores / Etapa Preagrícola / Arcaico. En esta etapa, el bagaje cultural era simple, restringido sobre todo a la fabricación de instrumentos de piedra, que a lo largo de los milenios siguieron siendo perfeccionados a fin de hacerlos más eficaces y aún embellecerlos. Las hordas que se desplazaban por la costa y por la sierra provenían originalmente de Asia, habiendo migrado al continente americano por el Estrecho de Bering. Su estructura social era patriarcal. El hombre de entonces dejó testimonios de arte rupestre, que empleó para con acciones mágicas tener éxito en la caza. Éstos consisten básicamente en escenas de caza de animales, que eran graficadas o pintadas sobre paredes rocosas. Su tiempo estaba copado en la consecución de los alimentos provenientes de la caza, la pesca y el acopio de vegetales. Sitios importantes reconocidos. Lauricocha, Paiján, Toquepala. Viejo Mundo: La cultura primordial retrocede en el Viejo Mundo a los albores de la humanidad y era, en términos generales, la misma en África como en Asia y Europa. El paso del período Paleolítico al Neolítico, se efectuó hace unos 10000 años en Asia Menor. En el Neolítico, el hombre dio inicio al cultivo de la tierra y a la domesticación de animales, que con el correr del tiempo abrió paso a las civilizaciones de la Antigüedad.

ETAPA III: APOGEO CULTURAL (200 a. C. - 600 d. C.).

ETAPA IV: APOGEO CULTURAL (600 d. C. - 1000 d.C.).

Sinónimos: Época Clásica / Intermedio Temprano / Florecimiento Regional La presente etapa se caracteriza por el esplendor artísticoartesanal, alcanzado particularmente por las expresiones culturales Moche, Nazca y Tiahuanaco clásico (Titicaca). La cerámica como los tejidos servían sobre todo para graficar emblemas mágico-religiosos, interpretándolos artísticamente. Especial difusión alcanzó uno de los símbolos del Dios del Agua, conformado por una cresta de ola, la que geometrizada toma la forma de una voluta; también el de la Diosa Tierra expresado mediante una figura escalonada, que debió evocarla copiando el trazado de las terrazas de cultivo acicaladas en su honor. A veces, ambos emblemas eran representados en forma combinada, a manera de un trono o ushno sobre el que aparece parado el Dios del Agua, como es el caso de la figura central de la Portada del Sol de Tiahuanaco. En otras ocasiones, apa-recen combinados los símbolos cresta de ola y el logo escalonado. La sociedad jerarquizada. La producción de los comestibles, cada vez más eficaz, conducía a un acelerado aumento poblacional, el que, a su vez, promovía el belicismo entre grupos étnicos y el espíritu de dominación.

Sinónimos: Horizonte Medio/Tiahuanaco - Huari, Wari

En el Viejo Mundo: Propagación del Cristianismo. Imperio Romano/ Los bárbaros.

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La presente etapa se caracteriza por la conformación de gobiernos de ancha base geográfica, como lo fuera especialmente Tiahuanaco-Huari, y en menor proporción Tiahuanaco-expansivo. La inspiración expansionista surgió debido a una búsqueda por garantizar, utilizando del poder, una satisfactoria producción de los alimentos, para una población que seguía en crecimiento y que por lo mismo afrontaba cada vez con mayor énfasis los rigores impuestos por la naturaleza: un territorio magro en tierras cultivables y de resto azotado por las catástrofes atmosféricas derivadas del fenómeno de El Niño. Centros importan-tes: Huari, Piquillacta, Viracochapampa. La fórmula aquí empleada, de calificar de Tiahuanaco-Huari y no simplemente de Wari al fenómeno de expansión que tuvo como principal centro de poder el sitio de Huari, cerca de la actual ciudad de Ayacucho, se fundamenta en el hecho que la expresión cultural referida se nutrió esencialmente de savia, inicialmente, desarrollada en Tiahuanaco del Titicaca que terminó por alcanzar el área de Ayacucho. En el Viejo Mundo: Cultura bizantina. Mahoma (571- 632) y propagación del Islam. Implantación del régimen feudal en Europa.


ERA DE LA CIVILIZACIÓN PERUANA ANCESTRAL (Área inca o andina/Espacio central o peruano)

ETAPA I: PRELUDIOS DE LA CIVILIZACIÓN (4000 a. C. - 1500 a. C.). Sinónimos: Formativo Inferior / Precerámico / Período Inicial. Inicio de la producción de los alimentos, que anteriormente sólo eran recolectados. Tecnología aún incipiente y cultivo de algunas plantas únicamente. En zonas altoandinas, comenzaba la crianza de camélidos americanos, y en la costa la pesca se tornó intensiva. Las nuevas estrategias de alimentación permitían una nutrición cada vez más asegurada. Al intensificarse la agricultura, ésta condujo a un aumento poblacional en proporción al progreso experimentado por la tecnología agraria, lo que condujo a la postre a que brotaran primeras formas de civilización. En el antiguo Perú éstas se expresan con la presencia de monumentales centros arquitectónicos. Su función era la administración de la producción de los alimentos, tanto como el servir de sede de culto y rituales que debían propiciarla. Estos centros eran morada de la cúpula gobernante y lugar de ceremonias públicas. Igualmente almacenes de excedentes. Sitios en la costa Norte y Central: Las Aldas (etapa inicial), Sechín Bajo, Caral, Minaperdi-da, etc. Se desconocía la elaboración de la cerámica ("etapa precerámica") y la metalurgia; las técnicas textiles eran simples. Fue Rosa Fung quien dedujo por primera vez que la arquitectura monumental, que caracteriza la presente etapa conformada las raíces de la civilización peruana.

ETAPA II: CONSOLIDACIÓN DE LA CIVILIZACIÓN / o del "Movimiento Wiraciotsha" (1500 a. C. - 200 d. C.). Sinónimos: Horizonte Temprano / Formativo / Chavín. En esta etapa insurge, es perfeccionado y termina por implantarse a lo largo del vasto territorio de los Andes centrales, de costa y sierra, todo el bagaje cultural que conforma y caracteriza la civilización peruana ancestral. Se trata de un gran movimiento cultural desencadenado por el aumento poblacional cada vez más intenso, que presionaba sobre la implantación de un orden socio-económico que garantizara una producción satisfactoria de alimentos. Su implantación es-tuvo reclinada en un manojo de creencias mágico-religiosas, expresadas en el arte Chavín / Cupisnique, y el de Chiripa que floreció en la sierra de lo que hoy es Bolivia. Para titular de algún modo a esta etapa, utilizamos como sinónimo la denominación de Movimiento Wirogotsho. Éste incluye el que se gestó en Bolivia andino (Chiripa) y fue el principal impulsor del ulterior desarrollo de la civilización peruana o andina, que en adelante hasta la presencia española no observó mayores cambios estructurales; aunque sí en lo histórico debido al rompimiento una y otra vez de las etapas de unificación.

En el Viejo Mundo: En Mesopotamia yen Egipto, inicio de la elaboración de cerá-mica y metalurgia hacia 5000 a. C. Ciudad de Ur (4300 a. C.). Edad de Bronce (290C a. C.). Pirámide de Kéops, de 137 m de a tura ( 2580 a. C.). Rueda. Escritura cuneiforme. Escritura alfabética (2300 a. C.). Civilización minoica (2000 a. C.).

En el Viejo Mundo: Asirios. Empleo de hierro (1000 a. C.). Edad de los Profetas Hebreos, 800 a. C. Confucio (551- 479 a. C.). Grecia Pericles, Sócrates, Platón (300-500 a.C.).

ETAPA V: RESURGIMIENTO REGIONAL (1000 d. C. - 1438 d. C.).

ETAPA VI: INCARIO (1438 d. C. - 1532 d. C.).

Sinónimo: Intermedio Tardío.

Sinónimos: Horizonte Tardío / Tahuantinsuyo / Imperio Inca.

La unidad de gobierno de la etapa anterior terminó resquebrajándose dando paso a conformaciones estatales, como la de los Chimúes y la de los Chinchas en lo que toca a la región costeña. En lo que se refiere a espacios cordilleranos, una agrupación territorialmente extensa debió ser la de Yaro asentada en la sierra Central y norteña. Su amplia difusión puede detectarse por la presencia de un tipo de arquitectura monumental que utiliza grandes piedras tabloides sostenidas por pachilla (piedras cuña): Yayno, Marcahuamachuco, etc. Además de este grupo étnico, por toda la sierra estaban asentadas naciones meno-res como la de los Huancas, Chocorbos, etc. También, durante esta etapa, se desarrolla, aunque limitada a la zona del Cuzco, la etnia Inca que en la etapa que sigue jugará papel protagónico. No obstante el belicismo y las rivalidades imperantes, el modelo socio-económico y religioso legado por el Movimiento Wiraqotsha prosiguió su curso.

En el escenario de las luchas presentes en la etapa anterior, desencadenadas en gran parte por la presión en resolver el problema alimenticio a que conduce el crecimiento poblacional y que llevó a las diversas etnias a tratar cada cual de absorber a sus vecinas, la Inca, que originalmente ocupaba sólo el valle del Cuzco, terminó por imponerse. El fenómeno expansionista incaico se inició con fuerza con el soberano Pachacútec en 1438, que culminó con la creación del Incario. Éste terminó extendiéndose desde el Sur de Colombia hasta Maule en Chile, longitudinalmente por más de 4,000 kilómetros. Cien años después fue desarticulado política como culturalmente con la conquista española. El modelo socio-económico y religioso legado por el Movimiento Wiraqotsha siguió vigente en el Incario, acaso por cuanto la naturaleza seguía siendo la misma, a que el crecimiento demográfico proseguía impulsado por los progresos técnicos en el agro, y sobre todo a que el mencionado modelo cultural resultaba ser el adecuado.

En el Viejo Mundo: El Santo Imperio romano-germánico. Las cruzadas. El arte gótico. Creación de universidades (siglos XII y XIII).

En el Viejo Mundo: Imprenta 1440. Caída del Imperio bizantino (1461). Lutero (1483-1546). Descubrimiento de América (1492).

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