Cardenal Van Thuan, Hombre de esperanza

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CANONIZACIÓN

EL CARDENAL VĂN THU N: UN HOMBRE DE ESPERANZA A quince años de su fallecimiento, se fortalece su legado en la Doctrina Social de la Iglesia

En la presentación de dicho documento, el entonces presidente de Justicia y Paz, cardenal Renato Martino, realizó un justo y agradecido reconocimiento a su aporte: «Mi predecesor, el llorado y venerado cardenal François-Xavier Nguy n Văn Thuân, guió sabiamente, con constanJosé Antonio Varela Vidal* cia y clarividencia, la compleja fase preparatoria de Fueron años en los que este documento (...). Esta pudo escribir libros, como obra a mí confiada, y ahora ofrecida a los lectores, el famosísimo «Cinco panes y dos peces»; dirigió lleva por tanto el sello de ejercicios espirituales para un gran testigo de la Cruz, el Papa y sus colaboradofuerte en la fe durante los res; y fue un puente para años oscuros y terribles del las hoy muy mejoradas Vietnam». relaciones con el gobierno Es así que estamos ante de Vietnam. A esto hay que un verdadero inspirador, añadir la elaboración del alguien que supo moldear Compendio de la Doctrina un trabajo profético y actualísimo para los tiempos Social de la Iglesia, que salió a la luz en 2004, como aquellos y los por venir. un legado de su santidad. Si bien el actual dicas24

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El vietnamita François-Xavier Nguy n Văn Thuân (1928-2002) no fue un cardenal cualquiera; tampoco lo fue como obispo ni como presbítero. En 1994, el prelado fue invitado por el santo papa Juan Pablo II a Roma para darle dos honores: encargarle primero la vicepresidencia y después la presidencia del ex Pontificio Consejo Justicia y Paz, así como crearlo cardenal en 2001.

terio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral tiene amplias tareas en su proceso de fusión y en dar respuesta a tantas emergencias en el mundo, no dejará de trabajar en la actualización del Compendio dado que, desde su publicación, a principios del siglo XXI, hay nuevas voces que se quieren introducir. Entre ellas se puede distinguir el mismo término Desarrollo Humano Integral y otras precisiones que se deben hacer a partir del magisterio de Benedicto XVI y del de Francisco en lo referido a la caridad cristiana, la solidaridad, la ecología, la economía, las

migraciones y la familia, entre otros. Aquí radica la importancia de la figura del hoy siervo de Dios FrançoisXavier Nguy n Văn Thuân y su legado: haber encausado un río de savia que seguirá nutriendo a la Iglesia con mecanismos de reflexión y respuesta a los desafíos de nuestros tiempos.

Un mártir de la esperanza

Su obra escrita e iniciativas como el Compendio es lo que se conoce más de Văn Thuân. Sin embargo, hay una parte de su biografía que, aunque él la relata


Una vida junto a la Cruz

El siervo de Dios vietnamita fue ordenado presbítero en 1953, para la diócesis de Huê, y luego consagrado obispo de Nhatrang, donde acompañó a su pueblo durante ocho años, hasta su detención por el gobierno de turno. El régimen comunista que llegó a Hanói, lo encontró ya instalado como arzobispo coadjutor de Thành-Phô H Chí Minh (Saigón) desde 1975, y a los pocos meses dictó arresto domiciliario contra él para después confinarlo a una cárcel, que no fue otra cosa

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que el inicio de un auténtico viacrucis. La causa de beatificación, que fuera abierta en octubre de 2010, concluyó la fase diocesana en Roma (donde murió) el 5 de julio de 2013. Aunque el relator ya fue citado en 2014 por la Congregación para las Causas de los Santos, aún no se tiene una respuesta de los teólogos sobre la Positio. Si esto resulta favorable, será entonces la comisión de obispos y cardenales la que tendrá la última palabra para su beatificación, claro está, antes del papa Francisco. Cabe esperar que las palabras dedicadas a Văn Thuân por el papa emérito Benedicto XVI, en su encíclica Spes salvi, sean un aliciente para los que

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iban ya a matarlo era un rumor que le soltaba cada cierto tiempo el régimen, pero que él lo soportaba con esperanza y siempre de pie. Ni siquiera los cambios improvistos de cárceles lo llevaban a desfallecer ni a maldecir a sus captores. De esto son testigos sus carceleros, que fueron convertidos por la predicación de su detenido y han dado su testimonio en el proceso de beatificación en curso, en Roma. No es extraño entonces, leer los ejercicios que predicó a un grupo de presbíteros antes de morir, en 2002: «El mensaje del Evangelio exige radicalidad. Cristo es un testigo valiente y nosotros, sus seguidores, debemos también aventurarnos absolutamente, inmediatamente, sin condiciones».

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en sus libros, debe ser mejor destacada al interior de las comunidades como un hombre profético, que supo denunciar y enfrentarse –una vez más en la historia de la Iglesia– a gobiernos y sistemas endurecidos, que desconocen los derechos humanos y se ensañan con instituciones libres como la Iglesia. El régimen comunista de Vietnam, presente hasta nuestros días, aunque más tolerante con los católicos y en diálogo reservado con la Santa Sede en pos de restablecer relaciones diplomáticas, quiso entonces silenciar al nuevo obispo de Nhatrang, y lo tuvo preso –sin sentenciarlo– durante trece años. No pudieron silenciarlo porque su mensaje llegaba por distintos medios a sus fieles, llenándolos de esperanza. Tampoco pudieron alterar su fe a pesar del aislamiento, pues él se las ingeniaba para rezar a escondidas de sus verdugos e incluso celebrar la Eucaristía en su celda. Es famosa la anécdota de cómo pedía un vaso de vino por una supuesta molestia estomacal, el cual utilizaba, por supuesto, para consagrar la sangre de Cristo. Las hostias tampoco le faltaban, pues los suyos le escondían una en la falsa tapa de algún refresco o té que le enviaban, especie que Văn Thuân utilizaba en trozos pequeñísimos con el fin de hacerla durar. La amenaza de que

esperan con devoción su elevación a los altares: «Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de soledad» (n.º 32)». *Periodista julio| agosto 2017

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