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R E V I S TA D E L A FA C U LTA D D E C O M U N I C A C I O N E S DE LA UNIVERSIDAD PRIVADA DEL NORTE AÑO XIII | N°84 | SETIEMBRE 2016

LA GENTE DICE Especial de entrevistas MI TÍO FUE UN HOMBRE LLAMADO NICOMEDES Memorias de Octavio Santa Cruz EL PUNTO DE PARTIDA ES NUESTRA IDENTIDAD Reflexiones artísticas del muralista Néstor Madalengoitia Además: perfiles a Fernando Bacilio y Luisa Revilla


AÑO 13 | Nº 83 | julio 2016 Revista Editada por la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte Director Luis Eduardo García Editor Hugo Vergara Corrector Alonso Domínguez Diseño y Diagramación José Carlos Castillo Coordinación General Karolyna Gomez Ilustración de Portada Diana Ortiz Colaboradores Pamela Alcalde Alejandra Bracamonte Enzo Ccana Ana Lucía Gorn Carlos Kong Marco Antonio Ñasco Cecilia Saito Marcio Taboada Juan Vergara Alejandro Zavaleta Fotografía e ilustraciones Karolyna Gómez Grecia Rodas Diana Ortiz Columnistas Alfieri Díaz Richard Licetti


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OPINIÓN

EL CUADERNO DEL TRIBAL Escribe: Luis Eduardo García Director de la Facultad de Comunicaciones (Trujillo) leg@upn.edu.pe

EL FÚTBOL: UNA FICCIÓN MÁS QUE UNA RELIGIÓN Para Yuval Norah Harari la religión “es un sistema de normas y valores humanos que se fundamenta en la creencia en un orden sobrehumano”. Ella es tan importante para el hombre que es casi imposible concebir la historia humana apartada de su influencia. El imaginario popular necesita del fútbol para que su vida sea menos aburrida. El verdadero opio de los pueblos, dicen algunas personas, es el fútbol. Y en esto quizás tenga cierto parecido con las religiones. Desde que se inventó el fútbol y este fue ganando cada vez más adeptos hasta conquistar casi a la mayoría de seres humanos como un deporte que mueve nuestras pulsiones se ha dicho que el fútbol es una religión. Incluso futbolistas como Diego Armando Maradona tienen seguidores que han fundado una secta llamada “Iglesia maradoniana”. El fútbol no es, desde luego, ni el más bello ni el más completo de los deportes, pero sí el único capaz, dice Juan Villoro, de «convertir a los estadios en catedrales, a los jugadores en apóstoles y a los árbitros en ángeles del infierno». ¿Pero puede considerarse por esto como una religión? Lo cierto es que el fútbol es muchas cosas a la vez. Gobierna el mundo. El planeta hambriento, brutal, injusto y esquizofrénico ama su terapia, su evasión, su pan, su circo, su sueño de opio, su espejismo. No hay fraude en el fútbol. Tampoco pierde. Hay simbolismo bélico. El fútbol es igualmente una estructura de poder y un negocio muy lucrativo. La industria del fútbol genera millones de dólares, gracias a la televisión y a una tecnocracia que quiere robots antes que futbolistas

propiamente dichos. Los dirigentes del fútbol mundial eran hasta hace poco una especie de reyezuelos cínicos amparados por la FIFA, ese supra estado que tiene más agremiados que la ONU y, por lo mismo, más, muchísimo más, presupuesto que esta, lo cual supone un orden mundial sui generis, en el que ni siquiera los estados pueden intervenir directamente. Las sociedades se miran en el espejo de fútbol para saber cómo son o se expresan, pero este, si atendemos al concepto de Harari, no es una religión. “El fútbol no es una religión porque nadie aduce que sus reglas reflejan edictos sobrehumanos. El islamismo, el budismo y el comunismo son religiones porque son sistemas de normas y valores humanos que se fundamentan en la creencia de un orden sobrehumano”. Y claro no lo es porque a pesar de las muchas leyes, rituales y costumbres que lo componen todos los amantes de este deporte saben que fueron ingleses de carne y hueso quienes lo inventaron y que la corrupta FIFA es quien determina qué reglas permanecen o cuáles hay que cambiar. Por otra parte, si bien las normas de la FIFAN obligan a las federaciones a seguir sus mandatos, el fútbol no es (nunca ha sido) una fuente de normas y comportamientos morales. Si el fútbol fuera en todo caso una religión, sería politeísta para sus seguidores y monoteísta para la FIFA. Pero como no lo es, quienes lo amamos lo sentimos más como una hermosa banalidad antes como que como un conjunto de creencias sobrehumanas. Tal vez sea una hermosa ficción para mantenernos adormecidos y cooperantes con un orden político feo e injusto que no se inmuta ante la destrucción del medio ambiente.

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Entrevista al artista plástico Néstor Madalengoitia

El punto de partida es nuestra identidad

Néstor tiene claro que su identidad es algo primordial en su arte, desde los mantos pre incas de la cultura Paracas hasta el indigenismo con José Sabogal. Además, considera necesario tener una proyección social, buscar que la gente se sienta reflejada en sus obras. Texto y fotos: Pamela Alcalde - Estudiante de Comunicación y Publicidad

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¿Cómo inicia tu gusto por el arte y decides tomarlo como una profesión? Bueno, cuando tenía 13 años más o menos, un tío mío, Roger Valera, me regaló una maletita de pinturas al óleo que él utilizó en sus vacaciones en Cajabamba. Entonces, eso me sirvió como pauta para comenzar sólidamente a pintar. Así es como empecé, recuerdo que cuando tenía 15 años, pinté un retrato de un señor cajabambino muy ilustre, don Alfredo Villavicencio. Ese fue mi primer encargo comercial. ¿Cómo decides tomarlo como una profesión? Terminé la secundaria, y hasta ese entonces ya había pintado paisajes y uno que otro retrato. Y luego de eso, decido ir a Lima y en la Universidad Católica ofrecían la carrera de Arte, decidí tomar esa oportunidad. Entonces, ¿dirías que tu familia fue un factor motivador para que continúes esta carrera?

Claro, yo siempre tuve el apoyo de mi mamá, de mi papá, pero la confirmación de todo esto fue cuando mi tío Roger me regala esa maleta de pinturas. Y, ¿cómo es que decides irte a Estados Unidos y cómo fue tu inicio allá? Bueno, yo terminé la universidad en el 84, y dos años después viajo a los Estados Unidos a reunirme con la que es mi esposa, Eva Madalengoitia, quien vivía en Nueva York. La conocí cuando ella vino al Perú por un programa de intercambios de su universidad. ¿Cómo te desarrollas en la comunidad en la que vives? La visión de los murales lo tenía desde que era un niño, cuando estaba en Cajabamba me acuerdo que pintaba en las paredes de mi casa, en las veredas de mi vecindario, lo hacía con tizas de colores. Esa era mi visión del mundo. Después fui a la Universidad Católica del Perú y también recuerdo que quise hacer murales, pero no se

… utilizo metáforas y símiles, lo que se utiliza en literatura y ahora, también en la publicidad. Esos elementos los utilizo para que la gente se reconozca a sí misma en los murales…

pudo cristalizar. Ya, cuando voy a Nueva York consigo una serie de iniciativas en los edificios públicos. Ya en Poughkeepsie, he realizado una serie de participaciones con la comunidad. Recientemente uno de mis trabajos fue laureado, me dieron un premio con el nombre “Artivista” como una unión de las palabras arte y activismo. Ese reconocimiento me lo dieron en Poughkeepsie, la ciudad en la que vivo, donde soy activista con mi arte.

Cuéntame sobre alguno de tus primeras trabajos en suelo americano… Me acuerdo que en el 94, hice un mural en la fachada de una clínica, se llama “Juan Ponce de León”, él fue un conquistador español que tuvo una visión un poco excéntrica de encontrar la fuente de la juventud y llega a la Florida buscándola. La metáfora figurativa era Juan Ponce de León fundando la fuente de la juventud con su espada, en la parte de la izquierda hay unas personas ancianas ingresando a la fuente y en el otro lado aparecen en la ciudad de Nueva York, ya más jóvenes. Es un poco la idea de entrar a una clí-

nica y curarse. El mural está en el sur del Bronx, es una comunidad puertorriqueña. Fue mi primera comisión de mural en los Estados Unidos. ¿Buscas dar un mensaje social en todos tus murales? Exacto, utilizo metáforas y símiles, lo que se utiliza en literatura y ahora, también en la publicidad. Esos elementos los utilizo para que la gente se reconozca a sí mismos en los murales, visualmente y analicen lo que pasa en su sociedad. Creo que es un punto positivo. Y ya como artista, ¿qué tipos de problemas has enfrentado a lo largo de tu carrera? Bueno, el más importante es el económico, siempre hay una batalla virtual entre el consumismo y otras actividades que son consideradas menos importantes, como el arte. Uno tiene que batallar con esto y tratar de vender el arte, a través de las artes visuales, los libros, el intelecto; entonces hay que propagandizarlo más y es difícil porque la gente consume más cosas como el deporte que son más comerciales.

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Y hablando respecto al Perú, ¿consideras que el arte es poco valorada aquí? Es definitivamente menos valorada. Por ejemplo en sitios como Barcelona, Nueva York o Londres, todos los días hay exhibiciones, recepciones artísticas que se inauguran cada día. Y aquí en el Perú, es una cosa muy pequeña, hay tres galerías comerciales en Lima, una ciudad grande que debería estar lleno de galerías. Es pobre en ese sentido. No hay mucha divulgación de las artes plásticas aquí. Hace poco realizaste un mural en honor a Rafael Santa Cruz en el Rímac, ¿crees que el arte es importante es una comunidad? Claro, el arte público es lo que identifica a la comunidad, es lo que representa los valores de las personas que viven ahí, entonces como tal es muy importante. En este caso, Rafael Santa Cruz fue un promotor del cajón criollo, fue muy conveniente hacer este mural para glorificar su persona en un distrito en el que prácticamente se funda el criollismo peruano, en el Rímac. Un lugar que necesita mucha atención porque está abandonado, hay mucho crimen, tienen muchos problemas sociales y económicos. Es ahí donde hay que enfocarnos. El arte y la cultura puede ser un medio para solucionar estos problemas sociales… Claro, que se enfoquen en esto, representar el otro spectrum de la vida, que es la nobleza, el arte y virtudes del hombre. Es una gran posibilidad de recordarnos de que realmente somos buenos, que los seres humanos somos buenos y proyectarnos con nuestra inteligencia, con nuestra buenas actitudes hacia una vida mejor; en donde vivimos, en nuestra comunidad. Los gobiernos no han hecho lo suficiente en estos distritos. Me parece que el arte es una cosa positiva, que hace ver a la juventud que hay cosas buenas para hacer. Hace unos días participaste del Concurso de Pintura Rápida de Cajabamba, ¿qué es lo que sentiste durante esta experiencia? Fue una experiencia muy positiva. Cajabamba es una ciudad pequeña donde vivió José Sabogal y por su belleza natural, los artistas van y pintan. El Municipio ha organizado este concurso anual que ya es muy famoso. Regresé a mi Cajabamba después de un par de años y creí conveniente participar por primera vez, he conocido a varios artistas de otros departamentos del Perú. Dios mediante, Cajabamba podría convertirse en la Capital oficial de la pintura rápida, que sea declarado por el Gobierno y se denomine como tal, y que sigan avanzando con el turismo, con la pintura que es importante para recalcar la vida de Sabogal. Hace un par de años pintaste un mural de José Sabogal en la Plaza de Armas de Cajabamba, que ahora se ha convertido en un icono de la ciudad. Fue un honor realizar este homenaje porque para mí, José Sabogal es el pintor más importante de la historia del Perú, es el único que está representado en el Museo Moderno de Nueva York y en otros museos. Tiene una resonancia mundial por su estilo, su propuesta moderna a pesar de que en la época de los 50 todavía se pintaba como los italianos y los europeos. Entonces fue muy conveniente hacer este mural, primero porque es un héroe personal y también por la relevancia nacional e internacional de Sabogal. A Dios gra-

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cias, es muy apreciado, la gente se toma fotos ahí y es como tú dices, un icono cultural de Cajabamba. Y a lo largo de tu carrera, ¿a qué artistas has tenido como referentes? Siempre la imagen y la fortaleza de Picasso. De Cézanne, que también fue en contra de la corriente, considerado padre del arte moderno, él pinta de una manera buscando otra estética, otra percepción, otra manera de percibir la naturaleza. Otra influencia importante para mí, es la cultura Paracas, principalmente los mantos, que tienen una vibración óptica e intelectual muy importante, las composiciones y la manera cómo reflejan su estética a través de sus tejidos. ¿En eso te basas para el estilo y técnica que usas en tus cuadros? Más o menos esa es una referencia. También hay un artista, Chuck Close, que pinta retratos, lo que él hace es dibujar una cuadricula en el lienzo y pinta cosas abstractas en cada segmento, que al verlo de lejos se reconoce un rostro. Pero lo mío es un poco más relacionado con la literatura, con la simbología, con los íconos que se relacionan con el sujeto; yo le llamaría como un patternismo, letrerismo para llamarlo con un “ismo”. Entonces, lo que yo hago es llenar toda la superficie del lienzo con una iconografía, con una narrativa, con una serie de símbolos y después pinto el sujeto en el negativo de estas imágenes, ya tiene una vibración diferente, es un invento mío que ha sido inspirado en los telares de Paracas, en la pintura de los nativos de todo el mundo y también basándome en el esquema de Cézanne. ¿Tienes algún otro proyecto a futuro para realizar aquí en el Perú o en donde vives? Sí, se está manejando la logística para hacer un mural en conmemoración de los 100 años de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica del Perú. Eso se va a cristalizar el próximo año. En Poughkeepsie, donde vivo, estoy trabajando actualmente un mural que es sobre un inventor del 1860 que se llamaba Ezra Cornell, que es el fundador de la Universidad de Cornell en Ithaca, una ciudad de Nueva York. Se inaugurará en septiembre. Por último, ¿qué mensaje le darías a todos los jóvenes que desean ser artistas? Que revisen su identidad personal con el lugar donde viven. Que revisen la cultura milenaria del Perú, las culturas populares del Perú actual. Visiten cada departamento, conozcan las danzas de nuestro país. Ver la estética del folkclore que tenemos aquí y darle un realce contemporáneo. Y bueno que estudien en la universidades pero que se fijen en estos elementos auténticos del Perú. Me parece que eso debe hacer el artista peruano y bueno, ir a otros países y ver referencias de la cultura universal, pero más importante me parece observarse como peruano. Claro, valorar nuestra identidad... Exacto, tomar como referencia ese punto de partida, creo que es lo más auténtico que tenemos aquí, como nación y como peruanos. El punto de partida es nuestra identidad, y esa es la pauta que dio José Sabogal y los grandes literatos peruanos. Sin ir muy lejos, tenemos una inspiración increíble aquí mismo.


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… el artista peruano y bueno debe ir a otros países y ver referencias de la cultura universal, pero más importante, me parece, observarse como peruano.

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OPINIÓN

AL FIERRO Escribe: Alfieri Díaz Docente de la Facultad de Comunicaciones alfieri.diaz@upn.edu.pe

TRUJILLANISMOS Llámese TRUJILLANISMO a las palabras acuñadas en esta parte del territorio patrio, bañada por las frías aguas de la corriente de Humboldt y que tiene en el cerro Campana a su apu tutelar. Habrá, por supuesto, muchas expresiones que son de uso y dominio de otras regiones aledañas, por lo que vecinos de otros lares pueden reclamar su autoría o propiedad. Sin embargo, con la finalidad de zanjar cualquier discusión territorial, les recuerdo que hace doscientos años todos los asentamientos comprendidos entre Huarmey por el sur, Guayaquil por el norte y la Montaña por el oriente, pertenecían geopolíticamente a la Intendencia de Trujillo, por lo que hablar de TRUJILLANISMO en Chiclayo, Piura o Cajamarca no resulta descabellado. CACHANGA: Tortilla muy popular en Trujillo, hecha de harina, agua, sal y levadura y fritas en un perol rebosante de aceite. De forma redonda, son riquísimas si se comen calientitas, acompañadas con ají o también con miel de chancaca. Por extensión a las vianderas que preparan cachangas (además de picarones, papas rellenas y otras frituras) se les llama “cachangueras” y se las puede encontrar por el estadio Mansiche y en Huanchaco. CAÑÁN: Especie de lagartija oriunda de la costa norte, cuya carne es muy apreciada por la culinaria de Virú y San Pedro de Lloc. He de admitir que jamás he degustado semejante manjar pero imagino que su sabor debe ser agradable ya que se alimenta fundamentalmente de la corteza del algarrobo. Su nombre científico es dicrodon guttulatum; la expresión «cañán», sospecho, debe remontarse a la lengua quignam (hablada por los antiguos chimús). CHECO: Palabra que no tiene origen kafkiano o checoslovaco y es utilizada como sinónimo de cabeza y, por extensión, de inteligencia: “Para ingresar a la Universidad hay que tener bastante checo”. En el habla cotidiana, tiene más incidencia cuando se hace referencia a una persona con trastornos psicológicos: “Estás mal del checo” o más trujillanamente: “Ese pata ya quemó checo”. CHUNGO: Avaro, tacaño, devoto de la Virgen del Puño. Aplíquese a toda persona que no asiste a misa por no dejar limosna y al que sacarle plata es una de las más arduas empresas. Dí (tildada por los trujillanos): Interjección propiamente trujillana que en muchos casos acompaña el final de una oración o de una preposición. Su uso extendido por Cajamarca y Chiclayo -8-

—al punto de cometer la insolencia de exigir su paternidad— ha generado, curiosamente, que caiga en desuso entre las nuevas generaciones. Formulada siempre como pregunta, hay quienes cuestionan la palabreja por expresar duda antes que afirmación. FLORECER: Acción de salir de casa el día 30 de abril y no regresar hasta el amanecer del 1 de mayo. Costumbre netamente andina —el origen cajamarquino no se discute— el rito consiste en subir en grupo a un cerro (en nuestro caso al Campana) al rayar el alba, acompañados de alguna bebida espirituosa y ver en sus laderas a una planta que solamente florece en ese momento y no lo hace más en lo que resta del año. GUABA: Fruta riquisisísima, consumida en estos valles desde tiempos prehispanos. Su pulpa es blanca y sedosa su textura, envuelta en una cascara dura, verde, con forma de la huaraca del burro. La palabra está extendida en todo el Norte, hasta Casma. De Huarmey para abajo a la fruta se le conoce como pacae. MOCOCHO: Algas marinas, compañeras del mejor cebiche huanchaquero (mi suegra prepara una tortilla de mococho qu e es un ensueño). Dicen, por su alto contenido de fierro, que son muy buenas para el checo. Sólo en Trujillo tiene esta denominación. En todas partes le dicen ‘yuyo’ o ‘cochayuyo’. Por extension, a las mujeres que tienen el dudoso gusto de no afeitarse las alicias les dicen ‘mocochonas’. QUELCO: Dícese de los vidrios de ventana que se abren y cierran como persianas. De uso exclusivo trujillano. En todo el Perú se les llama ‘vitrovent’. TACHO: Tetera o cafetera donde se pone el agua a hervir. Nada que ver con el tacho de basura. En los días invernales es costumbre ver a las señoras trujillanas de edad prender la candela y calentar el tacho. WARIPOLA o WARIPOLERA: Adopción de la palabra chilena‘guaripola’ que significa “bastón de mando en un desfile”. Por extensión, en Trujillo se utiliza para llamar a las bastoneras —de origen estadounidense— que encabezan el corso del Festival de la Primavera, realizando malabares con un bastón. Como sentimos cierta aversión por todo lo que proviene de orillas del Mapocho, reemplazamos el ‘gua’ por ‘wa’, casi de la misma forma como llamamos Marinera a la Zamacueca (también de origen chileno).


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LA MODERNA ESCLAVITUD Comó es que el hecho de ser una “empleada” se puede convertir en causa de un vasallaje feudal Texto e ilustración: María Alejandra Bracamonte Estudiante de Comunicación y Publicidad

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Si bien es cierto, nuestras empleadas o ayudantes del hogar son como parte de nuestras familias, ¿por qué no las tratamos de igual forma? ¿Por qué tenemos que imponerles el uso de uniforme y de almorzar después o antes que los “patrones”? ¿A qué se debe. ¿Serán los conceptos y prejuicios que tenemos y/o adquirimos gracias a nuestra propia enseñanza en casa? Es cierto, acogemos a una persona totalmente extraña en nuestras vidas y que con el paso del tiempo vamos teniéndole confianza y cariño, aunque existan ciertos prejuicios y parámetros desde el simple ejemplo de no compartir nuestros baños con ellas, hasta el maltrato que implica “recordarle de vez en cuando su lugar”. “Cuando vamos con los niños a las fiestas infantiles estamos horas ahí pero como nos ven con el mandil no nos dejan coger bocaditos de las bandejas; dicen que son solo para los invitados y no para nosotras” dice una trabajadora del hogar de Andina que prefiere mantener su identidad en el anonimato. Esto es algo pequeño frente a situaciones muchos más graves como insultos, largas horas de jornada, salarios mínimos, falta de seguro social hasta violaciones y agresiones físicas. Esta discriminación es la que tienen que soportar algunas trabajadoras del hogar en el día a día y, a veces, no les queda de otra ya que es uno de los pocos trabajos donde la exigencia de experiencia y conocimientos es menor. En el Perú existen al menos medio millón de mujeres y hombres que se desempeñan como trabajadores del hogar y que no tienen todos los beneficios que por Ley les corresponde. Por otra parte, existe una creciente demanda por trabajadores del hogar debido a la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral y el incremento de nuevas familias. Entonces el asunto es peliagudo y tanto las autoridades como los empleadores deben entender y reconocer que se trata de un trabajo digno que merece respeto, un trato determinado y beneficios justos. Sin embargo, ¿por qué se le tendría que otorgar más beneficios al trabajador doméstico si en todo trabajo exigen normas tales como las del uso del uniforme, horarios de salida, de llegada, tiempo para almorzar, etc.? ¿Qué hace al trabajador domestico diferente a estos cientos y miles de personas que día a día están también expuesto a este tipo de situaciones? La pequeña diferencia es que el trabajo donde las directivas del trabajo se pueden esgrimir como actitudes discriminatorias es en la de trabajador del hogar. En gran medida ocurre pues el trabajador no está sujeto a una estructura institucional donde hay un gerente, jefe de recursos humanos, etc. sino a merced de los prejuicios de ese grupo de señoras “ricachonas” y “pitucas” que gozan del abuso constante, de regatear el salario, de imposibilitarles un seguro de salud, amén de no recibir gratificaciones, tener que pedir permiso incluso en tiempo libre y si termina por renunciar, a no recibir un monto sustentable por sus años de servicio. Esto y muchas cosas más son las que diferencian el trabajo doméstico de cualquier otro que si te brindan estos beneficios pero ¿por qué los otros trabajos si lo ofrecen y este no? Como bien decían los escritores Voltaire y William Hazlitt: “los prejuicios son la razón de los tontos” y “el prejuicio es el hijo de la ignorancia”. Efectivamente, estos prejuicios tardarán en ser erradicados pues primero hay que erradicar la ignorancia. Lastimosamente esto no se logra de la noche a la mañana; sino poco a poco y todos debemos apoyar en esto, desde las autoridades, los padres de familia educando a sus hijos hasta los propios trabajadores a motivarse y levantar su voz, a exigir ser escuchados.

Referencias: Miércoles 01 de Abril del año 2015. Denuncian discriminación a “empleadas por ascensores”. El Comercio Lima Pann. Claudia .Jueves 08 de Abril del año 2010.Las empleadas del hogar ganan S/.300 en promedio. El Comercio .Lima Bullard.Alfredo. 07 de Marzo del año 2015. El parque de las nanas. El Comercio Lima

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Mi tío fue un hombre llamado Nicomedes Santa Cruz A propósito del último libro de Octavio Santa Cruz, “Mi tío Nicomedes”, en el que sintetiza la vida y obra del gran decimista peruano, conversamos con el autor para conocer más del gran investigador, creador y difusor de la “negritud”, como él solía llamar a la cultura afroperuana. Texto: Enzo Ccana Pacora - Estudiante de Ciencias de la Comunicación Ilustración: Gracia Rodas - Estudiante de Comunicación Audiovisual en Medios Digitales

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Nicomedes Santa Cruz es uno de los personajes más destacados del arte peruano del siglo XX. Fue un hombre multifacético: magnífico cultivador y difusor de la décima, realizó importantes estudios sobre la negritud en el Perú y se desempeñó durante buen tiempo como comunicador social, que le permitió conocer a artistas como Víctor Jara y Atahualpa Yupanqui. Son precisamente estas y otros hechos interesantes los que narra Octavio Santa Cruz, quien presenta un íntimo anecdotario y ensayo sobre la obra de su celebre tío.

LA FAMILIA SANTA CRUZ GAMARRA

En la música afroperuana y criolla es común referirse a familias que han dejado una obra específica y sustancial en el campo artístico, ¿cómo es en el caso de los Santa Cruz Gamarra? No todos los hermanos Santa Cruz Gamarra dejaron obra. Don Nico, el padre, era un hombre que hacía piezas teatrales acompañadas con música que él creaba. Ahí se asoma el elemento musical, que fue sustancial, pero que no se ha ceñido solamente a eso. La familia es importante por sus grandes referentes como Nicomedes (decimista), Victoria (actriz), Rafael (torero), por ejemplo. En el libro “Mi tío Nicomedes” se indica que en el seno familiar se motivaba mucho el ejercicio de creatividad, que de repente estaban sentados en la mesa y empezaban a marcar un ritmo con las manos y se armaba todo un ensamble. ¿Era así, en realidad? Viví con los hermanos Santa Cruz desde los 4 años, era el sobrino, el menor de la casa. En esa convivencia he visto cosas que me asombraron y que las recuerdo en el libro. Esa anécdota, como muchas otras, era cosa que no ocurría con frecuencia, era totalmente espontánea. En la casa siempre se respiraba un ambiente en el que había acción artística. ¿Cómo era esa acción artística? Imagino que para un niño no era común tener un panorama como el que narra. Claro, no era normal, pero era muy enriquecedor. Llegaba a casa y veía a un tío que practicaba una partitura de Mozart, otro que dibujaba y otra que bailaba. Siempre había algo que se hacía y todos los hermanos se motivaban entre ellos para que se hicieran cada vez mejor. En ese marco, ¿cómo se encuentra Nicomedes con el arte de crear? Siempre lo noté como un hombre preocupado por recoger temas, participar e innovar. Él iba desarrollando intereses en el camino y, en cierto momento, afloraba su capacidad innata para crear. Desde su primer trabajo de forjador de

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fierros, porque él empezó trabajando en eso, también se notaba su tacto de artista. Creaba de manera sencilla y natural.

RIQUEZA DE LA DÉCIMA

¿En qué circunstancia eligió don Nicomedes dedicarse a la décima para expresarse a través de ella? No lo sé con certeza. Él dice en un texto que le encandiló cuando lo escuchó de Porfirio Vásquez, luego recordó que antes lo había escuchado de su madre en su niñez. Es notorio que cuando conoció a Don Porfirio, surgieron su empeño y su trabajo. Como investigador y estudioso de la cultura afroperuana, ¿cuál cree que es el principal valor en la obra de Nicomedes Santa Cruz? En general, es la cantidad y calidad de trabajos que realizó. Porque él primero pasó por ser decimista, luego por recopilador, después dirigió su propia compañía, Cumanana. Se convirtió en un hombre de radio: en un comunicador. Escribió textos en periódicos. Era un hombre mediático y su capacidad era múltiple. Eso es lo fundamental en su obra. Chabuca Granda, la célebre compositora, decía que la obra que ella creaba era netamente musical, mas no literaria. En esa perspectiva, ¿cómo asumía Nicomedes sobre su obra? Chabuca Granda adoptó una posición inteligente al decir eso. Seguramente, para que no se le critique con la severidad que manda la etiqueta. Podríamos decir que era una falsa modestia. Nicomedes sí tenía claro que lo que hacía era poesía, él buscaba cada vez mejorar y buscar la excelencia. El solo hecho de tener una amplia biblioteca hablaba de su capacidad autodidacta y su compromiso con lo que hacía.

INVESTIGADOR Y ARTISTA

Nicomedes no solo se dedicó a la creación, sino también aportó a la investigación de lo que él llamaba “negritud”. ¿Cómo se desempeñaba en esta labor?


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Fue autodidacta en este aspecto y tenía una gran colección de libros sobre el tema. Estuvo en Brasil y en África documentándose mucho. Siempre volvía con nuevos textos. Recorrió el Perú en busca de decimistas mayores que él para rescatar las creaciones que retrataban la idiosincrasia de los negros. En una entrevista realizada a Víctor Jara en el 1974, Nicomedes se mostró muy interesado y profundo al preguntar sobre la función de la canción popular, ¿hubo algún cambio en su modo de ver el tema a partir de ese encuentro? Es una mezcla de interés personal y su labor profesional. Los temas que manejó son amplios: ha hecho crítica social, crítica política o, simplemente, ha retratado un pasaje. Nicomedes, al ser un hombre enterado, siempre participó de la coyuntura, de las tendencias de la época. En ese tiempo del socialismo, él estaba muy presente. Quizá por eso tuvo fijación en el tema. En este país prejuicioso ¿cuán difícil fue para Nicomedes Santa Cruz surgir en el ámbito artístico? No, no fue tan difícil. En nuestro país, el racismo no es un tema tan abierto, con excesos y extremos. Para la gente que ha demostrado cierto nivel de inteligencia, como Nicomedes, las puertas siempre han estado abiertas.

Sin embargo, para Victoria el racismo si caló hondo, fruto de ello es su famosa composición “Me gritaron negra”. Son situaciones que se dan y depende de uno cómo lo tome. A veces, uno de niño ni siquiera hace caso a lo que le dicen. Pero es verdad, en el caso de Victoria si fue algo que se impregnó y que recordó toda su vida. En cambio, para Nicomedes, que estaba consciente de la situación del racismo, no fue algo tan importante como para amilanarse.

TÍO NICOMEDES

Usted lo describe como un tipo muy jovial, carismático, gregario e, incluso, hasta peleonero. Ja, ja, ja… Sí, eso último lo puse para mostrar un lado casi desconocido de él. No es que llegara al extremo de ir a buscar pleitos ni de esas cosas. Es que se tiene una imagen un poco encasillada del tipo serio con su voz gruesa, pero es una cosa menor. ¿Por qué cree que los jóvenes de hoy casi desconocen a Nicomedes y en el mundo artístico no es muy nombrado? Es nuestro medio. No se rescatan las obras literarias, musicales ni artísticas. No es como la pasión futbolística, que tiene tanta expectativa. Es un problema esencialmente de nuestro medio y las autoridades pocas veces se pronuncian cuando el asunto tiene que ver con el arte.

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¡Ay Perú!: 300 millas en busca del poder Escribe: Carlos Kong - Estudiante de Ciencias de la Comunicación Ilustración: Karolyna Gómez - Estudiante de Comunicación y Publicidad

Admitámoslo, ya pasaron varios meses, fue una buena campaña, si quitamos el tema del dinero del narcotráfico, los audios trucados, los insultos y puyas, la indiferencia de la izquierda peruana por la realidad venezolana, los chicharrones y los sombreros, el chancho con piña, las exclusiones, las tachas, Toledo llamando borracho a RPP, los gatos fieros y a Popy; las coas hubieran sido perfectas. Si no eres bueno para entender el sarcasmo, ha sido una pésima campaña en todo sentido. En estas elecciones se mostraron los perores ejemplos de marketing y comunicación política, con discursos improvisados y promesas poco o nada estructuradas; muchos grupos vulnerables se sintieron marginados y se terminó de demostrar fehacientemente que el fujimorismo divide y polariza, aunque a fin de cuentas representa el triunfo de este, dado que el país se ha convertido en el territorio de caudillos, democracia directa y mentiras conchudas que Fujimori siempre deseó. Sin hablar de ex presidentes constitucionales que hicieron el ridículo y ayudaron a demostrar que las campañas tradicionales con mítines y celebritis, ya no son lo que llama a caudales de votos, el año electoral inició con un pobre ignorante de raza distinta que sin ideología o visión de país tuvo muchas posibilidades de ganar solo porque fue pobre y ahora tiene plata como cancha. Después encontramos el triste célebre del candidato morado que sin lugar a dudas fue retirado de la campaña por orden de otros partidos políticos, quebrando la ilusión de millones de jóvenes que habían encontrado a su candidato en la primera elección de su vidas; dios quiera que este factor sicológico no influya en la percepción de esta generación con respecto a la política. Y finalmente, encontramos a un candidato de centro, con convicciones socialdemócratas, amigo de varios ex premio Nobel y expresidentes, un intelectual de carrera, con grandes propuestas, gran viso socio-político-cultural-económica del país, ayudado por una base partidaria sólida y con amor por el Perú, pero no “pe causha”, no es del pueblo, no es de la people, no se quiso comer el chicharrón, ni se quiso ponerse el sombrero, es un traidor a la patria. Y mejor de la izquierda no hablo porque van a saltar al cogote como la última vez que escribí mal de ellos. Y si el JNE me lo permite, en mi opinión ganó el anti, ganó el pueblo peruano que decidió decirle no al fujimorismo, teniendo como única opción a un gobierno que preservará el continuismo económico, social y político, si la estás pasando bien el cambio será imperceptible, y si lamentablemente no es así, ponte a chambear más. Finalmente, en nombre de la ciudadanía iniciaré una denuncia pública contra todas las empresas que hacen estudios de mercado y marketing ya que nos han mentido rotundamente sobre la forma de pensar de los peruanos, lo que llevó a periodistas, politólogos, opinólogos y Mihael con sus preguntas raras, de alguna forma han fallado en sus predicciones de una manera lamentable. En las próximas clases universitarias de Comunicación Política, esta campaña huachafa, chusca y chicha solo servirá para señalar qué es lo que NO SE DEBE HACER.

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Tratemos de analizar la realidad peruana en un partido de fútbol (Algo de superflua filosofía posmoderna a propósito del Perú – Chile) Texto e ilustración: Hugo Vergara Docente del Departamento de Humanidades y de la Facultad de Comunicaciones

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En el 2002, entrando a la recta final de mi carrera universitaria, vi un interesante documental elaborado por estudiantes de la Universidad de Lima para el curso Taller de Documental que dictaba, entonces, José Balado (quien luego dictaría en las aulas upenianas). Entre vivos y plebeyos es el título de este trabajo dirigido por Matías Vega y producido por Andrea Harman donde se aborda la idiosincrasia peruana: la informalidad y la criollada. Amén de la genial locución de Carlos Carlín, la analogía hecha sobre el país como un partido de fútbol es notable. Tomando esa idea, tomando el fresco y doloroso recuerdo del partido Perú – Chile y mientras muchos están tomando de pura rabia, reflexionemos un poquito: ¿Por qué, Perú, por qué? Supongamos que esos once jugadores somos todos los peruanos. Muchos jugaron con entusiasmo, casi todos, igual que en el país casi todos decimos vamos con fe, con fe y, a pesar de la adversidad, la peleamos, le echamos palante, sudamos la camiseta. Entonces, ¿por qué no ganamos? ¿Por qué no salimos de un tercermundismo que nos impide clasificar a un mejor nivel de vida? Pues porque entre los entusiastas hay muchos que creen que con su esfuerzo individual van a conseguir algo como grupo. Ahí están los que se concentran

únicamente en lo que les rodea: su trabajo, su ganancia, su familia, su gente y el resto oh, qué pena. Gente que ignora deliberadamente la política, que vota sin criterio, que desconoce la historia, que no lee un periódico, que no conoce la realidad del resto de los jugadores. Y como si esto no fuera suficiente, tenemos a los otros: los que solo viven para aprovecharse de lo que conseguimos los optimistas que la sudamos hasta el final del partido; los que nos roban y los que no corren porque consideran que por su posición no les corresponde; los que nos sabotean con o sin intención. A veces, nos toca jugar con esa gente pero, la mayoría de veces las elegimos creyendo que no hay otros con quienes jugar. Esto es trágico pues solo hay que tener un poquito de coraje y exigir que se busquen nuevos jugadores que, aunque desconocidos e inexpertos, podrían hacer algo mejor que los viejos zorros que siempre nos hacen lo mismo. ¿Si no empezamos a renovar jugadores, hasta cuando nos van a durar los pocos buenos que tenemos? El plausible esfuerzo individual es inmediato, no perdura, no trasciende sino se extingue en la marea de errores, imprecisiones, faltas y expulsiones de los demás. Once jugadores jugando su propio juego no es un equipo; nunca clasificarán.

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Foto: Luis Sánchez Cortesía Olmo Teatro

LA VOZ DEL MUDO Era un solitario niño que prefería silbar melodiosamente entre ruinas. Un perfil al destacado actor Fernando Bacilio Escribe: Kattia Barón - Estudiante de Comunicación y Periodismo

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Desde pequeño soñaba con ser artista En los años 70’s los niños aprovechaban el tiempo libre para reunirse entre amigos, jugar fútbol con pelota de trapo, hacer competencias insaciables de canicas y trompitos y agarrarse a golpes para ver quién se llevaba los aplausos y ‘respeto’ de los compañeros de clase. Todos menos el solitario niño que prefería silbar melodiosamente entre ruinas. Cuando apenas tenía 9 o 10 años. Escapaba de casa, del colegio, del barrio. Caminaba a paso lento hacia las Huacas del Sol y la Luna, solo, creía que era una especie de Fargues, un wéstern, por la película “Lo malo, lo bueno y lo feo” protagonizada por Clint Eastwood. Silbando, emulando los aullidos de un coyote buscaba entre los escombros las cosas que mostraban los restos de la cerámica de los Moches y se emocionaba hasta las lágrimas. Quería ser libre y esa escena era ideal, aunque sabía que el camino de regreso era peligroso y al llegar a casa su madre lo castigaría. Él siempre dejó que lo castiguen. — Hay golpes en la vida que te ayudan a conseguir el éxito. Felipa Sigüenza tenía su carretilla, vendía anticuchos y entre otras cosas, a veces olvidaba la hora de llegada de su hijo. Pero apenas este asomaba por la esquina recordaba hasta el rosario completo. El niño nunca dijo a dónde iba porque en ese tiempo pasaban tantas cosas que no quería preocupar más a sus padres. Fernando Bacilio a sus 50 años, después de haber conseguido reconocimiento como mejor actor va en retrospectiva y atañe su éxito a sus experiencias en la niñez. — Mi madre decía que yo era el más ‘pata larga’, desde niño me gustó el trabajo, he vendido marcianos, he lavado carros, he sido ‘mosaico’ (mozo), trabajaba en un restaurante por la Av. 28 de julio — sabes, y de todo ello he sacado un extracto para mis interpretaciones. *** Fernando Bacilio nació en 1965. Es hijo de Felipa Sigüenza Prado, que muy joven se casó con EL sastre Jorge Bacilio, con quien tuvo 7 hijos—Fernando— único hijo de ese matrimonio dedicado a la actuación. Trujillano, reconocido actor, director y profesor de teatro. — No soy el mejor actor del Perú, sino uno de los mejores, si así lo quieren llamar, susurra. Pero no en su natal Trujillo, aquí no, aquí casi nadie lo reconoce. No por su trabajo como actor de teatro y no solo por los galardones que ha obtenido por su protagónico en “El mudo”. — Cosas de la vida, ahora soy más reconocido en Lima y el extranjero, me extraña a veces que sea así. En fin, dijo, “me duele, pero no me quejo”, y profiere con orgullo haber dejado en alto el nombre de Trujillo. Paradójico, pareciera que aún no termina de creer lo que ha conseguido después de su interpretación. Toma un sorbo de café. “EL mudo”, me abrió las puertas a otras oportunidades. Hay que aprovecharlas todas”. — Bacilio regaña que la lejanía no le permita concretar proyectos teatrales, pero no tiene pensado mudarse.

— Tendría que decidir quedarme en Trujillo o irme a radicar a Lima. — Toda MI vida ha transcurrido en Trujillo. Toda MI vida la he hecho acá, pero esas oportunidades me dan alegría. Me siente orgulloso de lo que he conseguido. Todo lo que hago es en representación de mi familia, la Escuela Superior de Arte Dramático Virgilio Rodríguez Nache, Trujillo, y el país”. Con “El mudo” viajó a Argentina, España, Suiza. Luego otro y otro evento. La agenda era imparable. Bacilio observó en silencio por un momento y dijo: “El cine tiene sus pros y contras, es algo fugaz”. Todo pasa cuando viene la tranquilidad, una tranquilidad casi solitaria. *** — Las pocas personas que reconocen mi trabajo, siempre serán las que me motiven a seguir en esto. Caminamos unas cuadras por el Jirón Diego de Almagro, a la altura del Banco de la Nación apareció un joven y dijo: “soy abogado, he visto su película, usted es ‘El mudo’, felicidades, ¿puedo tomarme una foto con usted?”. Fernando asintió con la cabeza y entre susurros dijo, “la calidad más que la cantidad”. Bacilio habla, recalca la apreciación del trabajo de un artista, habla de entregarse a ese cariño, a ese afecto que las personas puedan tener hacia él, no con los personajes. Caminamos una cuadra más y recibe una llamada, responde: “no sé cómo contactan para dar conmigo, pero bienvenido sea, lo importante es que ustedes recojan información de lo que nosotros en este caso, personas con un título de artista no podemos mostrar”. Eran unos jóvenes que querían hacerle una entrevista sobre un trabajo realizado para alumnos de Universidad de Lima. Muchos jóvenes “cineastas” han quedado embelesados con el trabajo actoral de Fernando Bacilio. “A esto a lo que me refiero cuando hablo de reconocimiento”. *** Bacilio, desde muy pequeño se abrió camino en ese mundo icónico, tentador. — Llevaba de algún modo el arte en las venas. Mi madre es una ‘artista de la sazón’ y mi padre es un ‘artista con las tijeras’. Fernando recuerda con cada sorbo de café que soñaba con ser un actor de Hollywood, tenía un álbum de recortes de periódicos de los mejores de esa época. Marlon Brando, Robert de Niro, Al Pacino. — Leía las historias de estos actores y veía que pasaban por un acto de estudio en formación teatral, otros académicamente formados en escuelas de arte dramático. Las grandes figuras del cine se formaron en el teatro. — Yo siempre soñé con eso. Trabajo mucho para eso. A pesar de la indiferencia y arbitrariedad de las autoridades. La gente se vuelve insensible cuando está en un sillón. A pesar de los obstáculos, sigo con la idea de llegar a lo alto. Quiero ser actor de cine, pero la base es el teatro. “Yo creía que nunca la iba a hacer como actor de cine, pero llegó esa proeza, esta aventura”. — Y eso se lo debo a mi carácter. Yo me entrego mucho a las cosas. Me gusta que todo esté en orden. En el amor, incluso. Creo

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Foto: Kattia Barón

Fernando Bacilio: “No soy el mejor actor del Perú”

que el amor debe ser así, aunque a veces peques de amar. Y yo he pecado mucho. Fernando Bacilio se separó de su primera mujer, con dos hijos. — La separación de mi familia fue algo que se dio, pero era parte del guion de mi vida. Pero el hecho de que mis hijos no estén junto a mí, aunque siempre estoy pendiente de ellos, produce en mí, cierto arrepentimiento. Fernando Bacilio atañe la nostalgia a la felicidad. — Soy muy susceptible a estas cosas. Y uno de los motivos de mi tristeza es esta pasión. Quisiera pasar más tiempo con mi familia. A veces siento que estoy en deuda con ellos. Cuando habla de su hija, lo hace con la voz entrecortada. Fernando Bacilio pierde el desencanto de la fama y desarticula cada parte de los acontecimientos que marcaran por siempre su vida. — Mi familia, en cambio, siempre está. En los buenos y pésimos momentos. Ahora cada vez que sale una nota en los periódicos, la recortan. Mi padre es quien más colecciona los artículos, se compra todas las ediciones. Se ha convertido en su pasatiempo. Fernando Bacilio revela con lágrimas en los ojos su verdadero papel en la vida. — Mis padres, mi familia, mis hijos son una fuente de inspiración muy grande. Pienso en ellos todo el tiempo y trato de hacer siempre lo mejor como papá, aunque no los tenga tan cerca como quisiera. Es mediodía, la taza de café contiene apenas unas cuantas gotas. Se niega a pedir otra. Cuando se apagan las cámaras Fernando regresa a su hogar, la casa de sus padres donde la señora tiene una gigantografía enmarcada de la película “El mudo”. Mi madre es la mejor mesada

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que tengo, ella hasta hoy me da propina y yo la recibo como una especie de bendición. *** Fernando Bacilio es el único artista dedicado al oficio. “Uno de mis hermanos también es actor, pero se dedica de lleno a la docencia en el Colegio Militar Gran Mariscal Ramón Castilla. Yo vivo del arte, enseño en una universidad, en un colegio y en la Escuela de Teatro donde soy nombrado”. — Me ha ido bien como actor de teatro. En 1996 recibí un premio como mejor actor, después he logrado hazañas como mejor director. He sacado al colegio Perpetúo Socorro seis veces campeón, donde he obtenido premios como mejor director escénico, siempre he estado lleno de cosas que me han sorprendido y mi trabajo siempre ha tenido buenos comentarios. Sus alumnos y exalumnos reconocen a Fernando Bacilio como aquél hombre impetuoso que siempre da todo de sí en sus clases, que está dispuesto a colaborar con proyectos que estos emprenden en el teatro. *** — El profesor de religión había preguntado a un grupo de bulliciosos adolescentes cuál era su vocación. — Todos los chicos se perfilaban por lo tradicional, médicos, abogados. Pero el muchacho tímido, solitario, el que acostumbraba a romper las reglas de grupo y pasar la mayor parte de su tiempo en soledad, escuchando su eco entre las Huacas del Sol y la Luna se puso de pie y dijo que quería ser artista. El salón se llenó de estruendosas carcajadas. El chico se sentía tonto. Y hoy se transforma en distintos personajes, ya que no fue médico, abogado, puede interpretarlos en algún papel.


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Porque agosto es Tarapoto Fotoreportaje de Cecila Saito Estudiante de Comunicación Audiovisual en Medios Digitales

Hay dos teorías sobre el nombre de la tercera ciudad más poblada de la selva peruana: la primera por las palmeras Tarapotus (Icartea Ventricosa Martins) que cubrían el área del asentamiento original de 1782. La otra es de la naturaleza pragmática del comercio: tara, por el término indígena para referirse a la mercancía, y poto, como se suele llamar a los contenedores ovoides hechos del árbol Huingo. Dos serán las teorías del peculiar topónimo pero infinitas las vistas que ofrece este paraíso. La joven fotógrafa Cecilia Saito lo comprendió y se avocó a un arduo trabajo de registro del que podemos apreciar algunas fascinantes escenas. En ellas demuestra que la salvaje exuberancia de la naturaleza no imposibilita, en lo absoluto, una existencia apacible.

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Nombre original: Santa Cruz de los Motilones de Tarapoto Día festivo: 20 de agosto Fundador: obispo Martínez Compañón (cuyo propósito era construir una misión evangelizadora) Epíteto: Ciudad de las Palmeras

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Juntaremos tus manos y las mías pues la selva es el fuerte bastión que corona esta tierra bravía soberana, feliz del amor (estrofa del himno de la ciudad)

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Escribe: Marco Ñasco - Estudiante de Comunicación y Periodismo

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OPINIÓN

CAUSA PERDIDA Escribe: Richard Licetti Editor de contenidos de medios virtuales richard.licetti@upn.edu.pe

PERIODISMO: ¿IMPARCIALIDAD O TRANSPARENCIA? No nos ilusionemos: los tiempos de campaña electoral no son los más aconsejables para pedir ponderación y juicio sereno a los involucrados, que somos todos, candidatos y electores. Las pasiones se hallan a flor de labios y en estas circunstancias, en especial para los primeros, prever los efectos de las compulsiones verbales deviene en un acto inútil. Lo dicho dicho está y ya sabemos que la batahola subsecuente habrá de ser efímera y en definitiva no habrá daños que lamentar. Como también es habitual en estas contiendas, la prensa no ha sido ajena a cuestionamientos que, verdaderos o no, deberían dar pie a una revisión sosegada de los modos en que asumimos nuestro oficio. Una crítica recurrente de la opinión pública es que ni los medios de comunicación ni los periodistas somos imparciales, adjudicando especialmente esta percepción a intereses de orden económico. No es ninguna novedad que, en el caso peruano, a los ojos de un grueso sector de la población los periodistas seamos ni más ni menos que unos mercenarios. Dos hechos recientes que tuvieron por protagonistas a sendos programas televisivos han acentuado la disminuida credibilidad de la prensa nacional. En el primer caso, con una vehemencia ingenua y poco profesional, se dieron por sentadas versiones en torno a graves cargos que debieron merecer un contraste cuidadoso. Pretendiendo desvirtuar tales versiones, el segundo programa fue más allá y distorsionó intencionalmente unas conversaciones en audio. Nada de lo hecho en uno y otro caso es periodismo. Así de simple. Con todo, es indudable que medios y periodistas han procurado proceder de acuerdo a modelos de imparcialidad, prudencia y equidad, que además de un respeto absoluto por la verdad son los referentes de un oficio obrado con decencia. Ahora bien, sin incurrir en las faltas antes mencionadas, rayanas más bien en lo ilícito desde una perspectiva deontológica, cabe preguntarnos hasta qué punto temas debatibles como la política, la religión y los deportes son susceptibles de admitir el gusto, el oído y la visión peculiar de quien los aborda o del medio que los publica. Adviértase que no se trata en ningún caso de sesgar, ocultar o tergiversar la verdad a la que nos debemos, que supondría la perver-

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sión de nuestro rol de interlocutores entre la realidad y la ciudadanía. Lo que propongo, a riesgo de sumarme a otros apóstatas, es humanizar los contenidos periodísticos con aquellas sensaciones, impresiones y emociones de las que por naturaleza somos depositarios los individuos. Se trata de una tesis largamente expuesta por quienes creen que el buen periodismo poco tiene que ver con esquemas, parámetros y corsés. Hace poco el semanario británico The Economist, una publicación próxima a cumplir dos siglos de vida, presentó como portada una viñeta en la que Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, aparece montado sobre un elefante, símbolo de su partido. La sutileza está en que Trump lleva un atuendo de animador circense, pero muy cerca de su figura un titular deja en claro la posición de la revista: Trump´s Triumph America´s tragedy (El triunfo de Trump la tragedia de Estados Unidos). Evidentemente estamos ante una primera plana abiertamente contraria a la posibilidad de que Trump sea elegido presidente, y este hecho es aún más significativo dado que la línea de The Economist es liberal (tal como entendemos esta corriente en América Latina), y el magnate candidato ciertamente también lo es. La composición de esta carátula no representa ninguna falta a la verdad, pero manifiesta a todas luces la posición de la revista, una corazonada que expone con todo derecho. La nota de las páginas interiores está en la obligación de explicar el por qué, y eso es algo que los lectores valorarán. Existe entre los periodistas latinoamericanos, hablando específicamente de política, una suerte de pudor respecto a declarar nuestras convicciones. Se piensa que al mantener en reserva los ideales con los que nos identificamos enviamos a la audiencia el mensaje de nuestra imparcialidad e impedimos de ese modo que surjan suspicacias. Creo lo contrario. Creo que la transparencia es un bien inestimable en toda circunstancia y que en aras de recobrar credibilidad nos conviene bastante más a los medios y a los periodistas presentarnos sin medias tintas. En el fondo, saber qué terreno están pisando será algo que las audiencias reconocerán. Y con eso es mucho lo que la prensa nacional tendrá a favor.


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AY, LOS PEYORATIVOS Escribe: Alonso Dominguez - Docente de Lengua y Literatura Ilustración: Grecia Rodas - Estudiante de Comunicación Audiovisual en Medios Digitales

Los peyorativos suelen interpretarse como agravios que laceran la integridad o la dignidad de una persona. En la ficción no hay honor ni autoestima ni otra susceptibilidad humana que resguardar, así que, ante expresiones como “su ordinaria belleza” o “de rostro equino” solo queda disfrutarlas de manera minuciosa, como se degusta el postre más ansiado, con la serenidad (y tal vez la certeza) de que el tiempo se ha detenido para poder leerlas. La narrativa, hermana mayor (o tal vez siamés) de la descripción, brinda una irreprochable variedad de calificativos que estriban desde lo zahiriente hasta lo jocoso. Para algunos, más sensibles que otros, debe de haber un equilibrio entre mofa e ingenio, sino lo escrito solo sería una afrenta. Para otros, menos sensibles, lo risible justifica todo, por eso el mérito existe en la calificación misma y no tanto en la manera cómo se formule y en los detalles que se comunican (incluso secretos o pasiones). Afortunadamente hay escritores que, constantemente, ostentan la primera sensibilidad. Clarise Lispector, por ejemplo, muestra no solo animadversión al afirmar, en la primera línea de su cuento Felicidad clandestina, que “Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento”. Nótese la malicia y la sencillez, pero también la sutileza para no favorecer en ningún sentido a su personaje: Gorda, baja y pecosa constituyen por sí solos calificativos desfavorables. “Pelo crespo” no parece un agravio (hay belleza en las cabelleras ensortijadas), pero sí “excesivamente”, es decir, como si fuera un nido. “Medio amarillento” es una descripción coherente con la intención de la narradora: si fuera rubio sería atractiva, sin embargo, dicho ser no podía gozar de ningún privilegio estético, así que mejor “medio amarillento”, como decir: descolorido. Honorate de Balzac, por su parte, no escatima en sinceridad, y quizá crueldad, al caracterizar a la protagonista de su

novela Eugenia Grandet: “Eugenia pertenecía a cierta especie de criaturas, sólidamente constituidas,…”. Fijémonos en “sólidamente constituidas”, es decir, firme, robusta, tal vez ancha. Luego agrega: “Tenía una cabeza enorme, masculina la frente (…) Los rasgos de su rostro redondo, antes fresco y sonrosado, habíanse alterado por culpa de unas viruelas lo bastante benignas para no dejar huella…”. El ingenio de Balzac es notable: enorme, masculina y redondo no suelen ser adjetivos que exalten la belleza de una mujer; además, para enaltecer su implacable descripción explica: “por culpa de unas viruelas lo bastante benignas”, es decir, su rostro había sido alterado, había perdido su frescura, el color de la vergüenza: sonrosado. Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura, también demuestra ese “equilibrio entre la mofa y el ingenio” al cual aludo: “Sharon Suttles no era como para enamorarse de ella de esa manera (…) Era alta y muy delgada para ser la madre de alguien: ninguna curva”. (Fragmento de Cara). Los adjetivos alta y muy delgada se asocian a la idea de belleza, incluso de atractiva; sin embargo, “para ser la madre de alguien” condena esa primera impresión y destruye la imagen de la fémina. “Ninguna curva”, con esta expresión ya no cabe duda de que la función peyorativa es el propósito de la escritora; nada más desfavorable en una mujer que ser llana, alta y delgada. Peor aún si dichos rasgos la relegan de cumplir con uno de sus roles más importantes: ser madre. Los peyorativos no solo señalan, acusan o condenan. Los héroes y los villanos siempre han necesitado un rostro literario que los humanice, que los aleje de la divinidad y la imaginación efervescente del escritor. Además, qué mejor manera de perennizar la extraña belleza y el singular atractivo de un personaje, sino por sus defectos, por sus desméritos. El recuerdo se aviva ante lo funesto, ante lo desfavorable, ante lo inesperado; peyorar es una forma altamente sensible de exaltar. -29-


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La eterna contienda Para esta persona es grato obtener un cargo que le permite resaltar entre la sociedad y que representa un hito en la historia del Perú, porque apertura la incursión de una minoría sexual en la política nacional. Sin embargo, no es ello lo que más le agrada a este ser, sino el golpe de gran magnitud al enemigo con el que siempre ha luchado y con el que tendrá que lidiar más rounds todavía: él mismo. Texto y fotos: Marcio Taboada - Estudiante de Comunicación y Periodismo

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Ella y Él viven juntos, pero son antagonistas irremediables —la ideología de una de las partes descarta la única cura posible para su separación total—, no se odian a muerte, pero hay una abismal incoherencia entre ellos. Su enlace es biológico, anatómico y familiar. Son hijos de los mismos padre y madre, llevan exactamente el mismo material genético; su anchura y talla no difieren, su color de piel tampoco; el café de sus ojos tiene igual grado de amargor en ambos, sus lunares asumen idéntica forma y ubicación y, con base facial, los dos ocultan las marcas que les dejó un típico acné adolescente. Luis Alfredo y Luisa Revilla Urcia conforman un solo cuerpo. No son dos organismos unidos en alguna zona específica como un siamés. Son una sola persona, un único ser, que nació Luis —DNI: “sexo: masculino”—, pero nunca se sintió como tal, pues desde que tiene uso de razón hasta la actualidad es “una mujer trans atrapada en un cuerpo de hombre”. Luis prefiere que le digan Luisa y corrige a quien le habla en masculino. No lo hace en “mala onda”, pero si con sequedad en la voz. “¡Qué ves! ¡Dime, qué es lo que ves! ¡Cómo me ves!” le increpó a un reportero cuando este le preguntó cómo quería que le llamen. Es la —en femenino como lo pide— primera regidora transgénero del Perú, la representante política del Movimiento Regional para el Desarrollo con Seguridad y Honradez (partido político liderado por el excoronel y ahora alcalde de Trujillo Elidio Espinoza Quispe) en el distrito de La Esperanza, uno de los lugares en donde se encuentran sectores de pobreza extrema, un alto índice de delincuencia y gran desigualdad social. Ella, Luisa, asumió el cargo recalcando que lucharía “por una mayor igualdad de derechos en el Perú”, una equivalencia que busca (inconsciente) desde pequeña. En verdad, una búsqueda de aceptación por parte de la sociedad. Una batalla para que se respete lo que es, lo que son los demás, lo que —piensa— debería ser la vida. El duelo que Luisa y Luis llevaron durante años —la victoria, casi total, pertenece a la parte femenina— es la representación de su constante labor por obtener la equidad y tolerancia. En la batalla, Luisa superó a su oponente, en cierto modo a gran escala, el cinco de octubre del 2014 durante las elecciones electorales y municipales. Irónicamente, de la mano de una persona con cultura castrense —“ser militar es de machos” dicen algunos—, el hombre que siente y vive como mujer le dio un golpe devastador a su enemigo de toda la vida: el mismo. *** Era invierno, pero el sol apareció como en cualquier mañana de verano: flagelador y desesperante. Los rayos do-

rados daban vida a la naturaleza muerta de un sector de La Esperanza. Las casas, los negocios y la Plaza de Armas adquirieron belleza y el Palacio Municipal quedó atrapado entre un contraste perfecto: sombras y luz en puntos exactos. Del palacio, como la cenicienta cuando se acaba el efecto de la magia de su hada madrina, salió Luisa Revilla, de luto, aunque no se le había muerto nadie recientemente. No llevaba arreglos ni detalles especiales: la peluca y las pestañas postizas las dejó en casa, un gorro de lana marca Quicksilver (de imitación) ocultaba parte de su cabello natural crispado, tenía puestos un polo y un pantalón holgados, zapatillas deportivas, lentes de medida y un canguro que es de suma importancia, pues es donde lleva su teléfono celular, su dinero y, sobre todo, porque es el accesorio fundamental para esconder su zona pélvica. A la salida, mientras bajaba del Municipio de la Esperanza, una mujer se le acercó con polladas en una bolsa plástica que cargaba con la mano derecha. Luisa le dio un beso en la mejilla, le dijo unas palabras al oído. La mujer formó un arco en la espalda de la regidora con su brazo izquierdo y le agradeció. —Déjame una— pidió la regidora. La mujer, sonriendo, le entregó el plato descartable con el pollo a la parrilla y la ensalada, todo dentro de la bolsa. Después de ello la mujer entró en la municipalidad y Luisa, por su parte, siguió bajando los escalones de cemento. Otras personas se acercaron a Luisa cuando bajaba la última grada, pero ella ya había decidido otorgarme la entrevista que tanto le había estado pidiendo días atrás y con confianza me acerqué esquivando a todos. Ella se despidió de los hombres y mujeres que se le acercaron, pero no se fijó en mí. —¡Regidora! — le llamé con énfasis. Ella no escuchó. Se disponía a irse. Grité. —¿Sí? — volteó hacia mí, mientras llevaba el plato de pollada en mano. —Buenos días, estuve esperándola. Me dijo que venga a esta hora para conversar. —¡Ah! eras tú. Mira, mi rey, recién acabo de salir de una reunión y estoy full. Te parece si nos vemos el lunes en mi casa, ya que es feriado, pues como sabrás hoy a las cuatro de la tarde es la marcha del orgullo gay y yo estoy encargada de hacer muchas cosas. Estoy atareadísima. Pero aprovecha a ir al desfile, ahí voy a ir como autoridad— dijo y se despidió. Cruzó la calle y subió a su moto scooter RTM negra, acomodó la bolsa con pollada y se fue dejando una pequeña nube de humo que, a la vista, incrementaba la sensación de calor en el cuerpo. *** Eran las cuatro de la tarde, un pintoresco y bullicioso grupo de personas de diferentes edades, sexos, identidad

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de género, expresión de género y orientación sexual, empezaban a reunirse en una esquina de la plazuela El Recreo, frente a la construcción de un escenario adornado con telas blancas y rojas, colores de la bandera del país y del APRA, para la llegada de Alán García, quien a las siete de la noche del mismo día haría gala de su “floro” político. La gente que estaba en la plazuela no miraba el proscenio (si lo hacía era solo por unos segundos), ellos y los transeúntes esporádicos eran atraídos por los colores y las bromas entre los “gays”, “maricones”, “cabros”, “chivos” y “machonas”. Algunos sonreían y otros mostraban gestos de molestia, principalmente los de la tercera edad. —No respetan nada carajo— dijo un anciano que los miraba desde una banca. Cambió la dirección de su vista hacia sus manos y cerró los ojos en un acto que parecía el escape a lo que conforman sus concepciones morales. Era el colectivo TGLB (Trans, gays, lesbianas y bisexuales) que alistaban todo para el desfile del orgullo gay (globos, pitos, banderines y banderolas de colores) y esperan a los representantes de cada grupo. Ellos eran los causantes de las miradas y pensamientos de la mayoría de transeúntes. —Son un mate de risa— le mencionó una mujer mayor a su amiga, mientras sacaba un par de lentes de su cartera —mientras respeten a los demás, no hay problema— y se puso las gafas. Luisa Revilla Urcia llegó, ella es una de los dirigentes, la más esperada, pues era la encargada de repartir polos y banderas al colectivo Trans. Esa tarde sí traía peluca y aretes largos, estaba maquillada con labial oscuro, rubor y sombras; las pestañas postizas se le notaban, largas, a través de las lunas de sus gafas. Revilla se movía de un lado a otro acordando como se

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realizaría el pasacalles. Agitaba las manos, repartía los polos con el lema “8va marcha por la diversidad” y mandaba besos y abrazos a quienes pasaban cerca —no le importaba si las personas aceptaban sus saludos o los ignoraban—. Llevaba puesta la medalla de regidora (iría como autoridad, recordemos), colgaba sobre su blusa negra muy bien planchada, falda ploma y tacones negros altos. Trataba de ser muy respetuosa, elegante y sobre todo, femenina. —¡Que viva la fiesta carajo! — gritó alguien de entre el colectivo. Luisa llevó un cigarro hacia sus labios, aspiró, golpeó y luego botó una gran bocanada de humo (casi como el inicio del que expulsa su moto por el tubo de escape) colocando sus labios en forma de una O muy delicada. Se movía. Estaba intranquila. Llamaba por teléfono, reorganizaba, necesitaba que todo quede perfecto. Consiguió que por primera vez la municipalidad de la Esperanza apoye la marcha donando un carro alegórico. La marcha empezó. Luisa tomó la banderola principal —encabezaba a todos los grupos que conforman al colectivo TGLB— sonreía a las cámaras y a todas las personas. Se mostraba respetuosa con todos: “representa una autoridad”. El pasacalle terminó en La Concha acústica luego de un largo recorrido. Ahí se dio una serie de espectáculos para todos los asistentes. La regidora subió al escenario durante distintos momentos del show para hablar sobre el colectivo, el apoyo de organizaciones y de la ordenanza de la igualdad, de la tolerancia, por la cual lucha desde que recibió las credenciales como regidora. En su primera intervención, Revilla demostró lo que es. Se quitó los tapujos. —Está muy chiquito para mí— dijo Luisa al modificar la altura del parante del micrófono. Lo hizo con clara


octubre 2016 • díatreinta

…Me trataron de la Revilla, nunca me trataron de hombre, siempre he sido la reina para mi sección de colegio primaria, secundaria…

doble intención. El público se rio, festejó la broma. Fue en aquel momento, en el que solo estaba presente el colectivo TGLB, que ella pudo ser quien es, sacarse el disfraz de autoridad y quedarse con el que se acerca más a lo que siente ser, la mujer transgénero Luisa Revilla Urcia. En el lugar también se encontraba la madre de Luisa, Carmen Elena Urcia Tantalian, quien es muy importante para ella, permaneció al lado de su hija y fue invitada a subir a dar unas palabras. Es muy significativo para las minorías sexuales el apoyo, en primer lugar el de sus padres. —Mi hijo sufrió muchísimo por la incomprensión de la familia, pero al fin y al cabo en esta vida todo pasa y la felicidad más grande es tenerla a mi hija, ahora Luisa Revilla, tenerla, que sea siempre mi apoyo en todo el tiempo de mi vida y para mi vejez; les ruego a todas las madres que quizás no comprenden a su hijos lo que les ha tocado vivir, les ruego que tengan un poco de paciencia, que no se ocupen de las cosas negativas que dice la gente, al contrario ellos necesitan demasiado apoyo de la madre y mucho más del padre, pero la vida nos da muchas sorpresas— dijo Carmen causando en su hija gran emoción. Luisa miró a su madre, aguantó el escape de la emoción y volvió a mezclarse con el público junto a su madre. *** Era día feriado, se conmemoraba a dos santos católicos, San Pedro y San Pablo. Luisa me recibió en su casa —esta vez sí, hablaríamos—, pero no pasamos más allá de donde guarda su moto y de donde está la mesita que utiliza para leer el tarot, de la primera habitación. —Es algo de familia, viene de generaciones. Ahí he leído las cartas a varios políticos. No puedo decirte nombres— sonrió; tenía el mismo aspecto que el del primer en-

cuentro: nada de detalles —siéntate— dijo señalándome un banco de plástico blanco. Luisa se sentó frente a mí con las piernas cruzadas, se arregló el polo, —¿qué quieres saber?— preguntó. —Problemas internos. —Primero fue la lucha interna en mi pensamiento, en mi cuerpo; dándome cuenta de que yo era una persona diferente, que lo que yo hacía para mis padres y para la sociedad en ese momento era malo. Tenía que esconder mi verdadero yo, dar a demostrar a la sociedad que sí, que efectivamente ellos tenían razón y yo era que se equivocada. Ja ja ja— su risa era una especie de trabajo constante para no exagerar. Sus confesiones eran tranquilas. Revilla desde la niñez tuvo que realizar el desplazamiento complicado en el plano interno de su vida, desde una posición de género impuesta religiosa, familiar, social y políticamente hacia otra con la que se identifica de forma plena: mujer trans, una persona que se siente mujer, actúa, se viste y comporta como tal, pero nació con un pene colgando entre las piernas. —Mi familia también se opuso a mi construcción de una mujer trans. Tuve muchos altercados y problemas, y no los culpo porque es su formación. La heteronormatividad, el machismos y el matriarcado que existe originó los conflictos entre nosotros. Su padre y su madre se separaron cuando ella teína un año. Su padre, Luis Salcedo Revilla Mesía, es abogado, ha sido vocal de la corte y fiscal y jamás aceptó que su hijo sea un “afeminado”. Su madre, Carmen Elena, en primera instancia no aceptó lo que pasaba con su hijo. —Cuando era niña, pues me vestía de dama, me ponía los zapatos de mi mamá, me ponía los vestidos de ella,

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—Siempre he sido plato de primera, jamás he sido plato de segunda. Muchos hombres han llorado por mí. Me enamoraban, me cortejaban— se tomó de la cintura e hizo un ademan de “mira todo esto” y se ríe.

lo hacía a escondidas y cuando ella llegaba me veía el ojo negro. Que ya “otra vez te estás pintado. Que ya… mira” y nunca había el crimen perfecto. Y decía que si mi padre me encontraba con…—sonó el celular que está adentro, fue a contestar rápidamente y regresó —con esto no— completó lo que decía antes del timbre del fono señalando sus ojos pintados. —Ja ja ja—. Pero su madre no sabía qué hacer, debía “curar” a su hijo, así que lo llevó a su padre, para ver qué solución podían darle al “problema”. —Me hicieron un tratamiento hormonal, me llevaron al psicólogo— dijo calmada, no hay cambio de gestualidad, pero sí profundidad en su mirada —él por la vergüenza, él quería rescatarme, ¿no? No le guarda rencor a nadie. Al menos es lo que dice siempre. —La fe que tengo en Dios me dio mucho valor, entendimiento, comprensión y pude discernir y disculparlos por el daño que me hicieron en aquel momento. Sin embargo, en la adolescencia Luisa se enteró de que le había inyectado hormonas masculinas y trató de contrarrestar el efecto inyectándose hormonas femeninas. No tuvo efectos, pues sus hormonas masculinas habían sido repotenciadas. —¿Cómo es la relación con tu padre y tu madre? —La relación con mi padre no es buena, tampoco es la peor, pero me quiero abstener de todo eso. —¿Pero de niña? Luisa juntó sus dedos como para coger la cremallera imaginaria que formaban sus labios y los cerró. Carmen apareció en el lugar y saludó amable. Se disponía a salir a la calle.

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—Chau mamita, cuídate— le dijo Luisa y le estampó en la frente un beso profundo. —¿Y su madre que es para usted? ¿Cuánto tiempo tuvo que pasar para que aceptará a Luisa? —Mi madre es lo más sagrado después de Dios, tiene 74 años y es mi adoración, la amo. Hace 10 años recién aceptó. —Aún no la puede llamar Luisa —Es cuestión de costumbre, aunque ahora más me dice hija. Pero siempre me jode y me encanta que lo haga, porque es una manera de demostrarme que está bien. Además es mi madre, ella puede llamarme como quiera Dentro de las cuestiones externas a la familia, está el ámbito en que todo adolescente tiene su más importante desenvolvimiento: el colegio. Ahí es donde el adolecente empieza a presentar los cambios tanto en el nivel psicológico y social. Luisa estudió en diferentes colegios, pues vivió en diferentes lugares. En cada sitio era igual “la lucho, la Revilla, etc.” —Me trataron de la Revilla, nunca me trataron de hombre, siempre he sido su reina para mi sección de colegio primaria, secundaria— sonrió con orgullo —tuve oportunidad de viajar a Lima, estudié en Lima en dos oportunidades el colegio, conocí a una persona por la quien por primera vez sentí lo que es enamorarse, era una persona que me trató de una forma muy sana— especificó que fue muy puro— yo viví siempre una etapa de mujer. El amor es una cuestión difícil de explicar, pero Luisa ha tenido varias parejas. Actualmente tiene una relación de más de 8 años con un hombre que ella considera “maravilloso”, que la adora y debe ser por alguna razón (tal vez amor). Y deja bien claro que ella ha sido, es y siempre será


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“la mujer”. —No soy moderna, soy pasiva y, a veces, dicen que las relaciones entre dos personas modernas o bisexuales son las que duran más; sin embargo, puedo precisar que yo tengo ocho años con él y yo sigo siendo la pasiva de siempre como mujer que soy. Luisa y casi todas las personas que pertenecen al colectivo TGLB tienen un carácter único, jocoso. —Siempre he sido plato de primera, jamás he sido plato de segunda. Muchos hombres han llorado por mí. Me enamoraban, me cortejaban— se tomó de la cintura e hizo un ademan de “mira todo esto” y se ríe. Luis Alfredo nunca tuvo la necesidad de un impulso para mostrarse como verdaderamente sentía ser: Luisa. “Desde niña he sido así”, dice, y lo que sí ha tenido que realizar es disfrazarse en muchas ocasiones como ese ser que quería dejar enterrado: Luis. Una de esos momentos indeseables ha sido cuando ha tenido que trabajar como coordinador de OBE (Orientación y Bienestar del Educando) y profesor en el Gustavo Ríes. Sin embargo, siempre mostró respeto y también se lo dieron a él (ella). Pero fue una verdadera contienda contra los instintos naturales. —Luchaba. Habían chicos que sospechaban. A veces tenía que dictar clase hora después de haber terminado educación física y te puedes imaginar que llegaba allá… y estaban con todas sus cosas y sus posturas… y al comienzo tenía un poco de recelo, dejaba que ellos terminen…— hablaba con las manos, como dibujando el momento con sus dedos. Dejó el magisterio porque se sentía limitado, no quería trabajar más para nadie, pero sobre todo ya no quería llevar más la careta del ser que naturalmente era, pero no sentía ser. —Puse mi negocio de Nintendo y play (playstation), el cual ya lo tengo 14 años y lo he ido implementando con

las nuevas tecnologías. Fue ahí que me di cuenta de que podía administrar. Ahí empezó mi labor social cuando ocurrió el paquetazo— mencionó inflando el pecho. La labor social que ha realizado Luisa Revilla Urcia es muy amplia y esta es una de las razones por la cual entró en el campo político. *** Para la transformación total de un hombre en mujer o de una mujer en hombre, el requisito más importante es un cambio de sexo que, en términos coloquiales, se resume a: la mutilación quirúrgica del pene y siguiente creación de una vagina o, al contrario, el injerto de un pene luego de cerrar una vagina. Pero para Luisa Revilla esto no es necesario. —No me mutilaría, Dios me mando así y así me iré— respondió a un medio de prensa televisivo que le realizaba un reportaje. Después de su elección como Regidora del Consejo Distrital de la Esperanza, Luisa fue asediada por medios de comunicación locales y nacionales, puesto que como ella escribió en su cuenta de Facebook su juramentación significó un hito histórico en el Perú “[…] Se juramentó por primera vez en la historia a una mujer transgénero como autoridad elegida por el pueblo, aquí en La Esperanza - Trujillo, en el departamento de La Libertad, demostrando al resto del país y el mundo que estamos aprendiendo a vivir en tolerancia y luchando contra la discriminación con oportunidad para todos. Seguiremos avanzando en esta lucha por la igualdad de derechos […]” Luisa seguirá siendo Luisa por el resto de su vida. —Yo pienso que tengo una misión en este mundo, que sigo siendo la misma persona de siempre, muy luchadora, combativa y que no me amilano ante nada, defiendo lo que es justo y correcto. Apoyo, que sigo siendo la misma persona que apoyo al que me necesita sea el malo o el bueno. Yo veo al ser humano.

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UNA VEZ MÁS Texto y foto: Luis Alejandro Zavaleta Estudiante de Comunicación Audiovisual en Medios Digitales

“A las seis de la mañana la ciudad se levanta casi de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos” decía un cuento del gran Ribeyro, escrito por allá en París en el año 1945. Estoy en un Perú que me duele, 10 de abril del 2016, día en el que “A las 8 de la mañana la ciudad va casi de puntillas hacia sus lugares de votación a sortear los votos, a repetir el futuro, a jugarse la democracia para elegir al próximo presidente del Perú” Una de mis pasiones es la fotografía, así que antes de cumplir con mi deber ciudadano, decidí llevar la cámara e ir por los distintos lugares de Trujillo en donde se llevaban a cabo las votaciones. Un sol abrazador había en el cielo, y las colas se iban armando como un rompecabezas mal ensamblado en el suelo. Podías ver a los policías tratando de luchar contra el caos vehicular a las afueras de las instituciones educativas, y ni hablar de los ambulantes que tienen la magia para convertir un 10 de abril en un 25 de diciembre. Ese panorama se veía afuera de los colegios, por adentro era casi igual, solo que esta vez sin oficiales, sin automóviles, y sin mercachifles; pero sí; con desdichados miembros de mesa, ensimismados jóvenes votantes y los que nunca faltan: los expertos en política, los que todo lo ven fraude, los que tratan de hacer campaña subliminal, y los que reclaman y reclaman y siguen reclamando y seguirán haciéndolo, por las votaciones de las votaciones, amén. Sin embargo existe una situación de la que me interesa hablar: entre el gentío, mi mirada se topó con una familia, no sé de dónde vendrían, ni cuáles eran sus nombres, tal vez sea bueno no saberlo porque estos miembros se pueden convertir en la mayoría de familias que fueron a sufragar hoy. ¿Y por qué? Pues porque ella estaba enferma físicamente, los niños al parecer no habían desayunado y él no tenía ni la más mínima idea por quién votar; sin embargo, estaban allí -creo yo- para no pagar la multa; no hablaré más de la fotografía porque quiero que hable por sí sola. Pero sí diré que esa es la situación por la que atraviesan miles de peruanos actualmente, “la política” ha enfermado tanto a este país, ha dejado de hambre a tantas bocas y le ha quitado tanto a los hombres que tienen hasta la capacidad de elegir un buen presidente.

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QUINTAESENCIA

Un abrazo en inicios de primavera “No éramos ni amigos ni novios, éramos pequeños intermedios que dolían en el corazón” Un relato de ficción bien kawaii de Ana Lucía Gorn Estudiante de Comunicación y Periodismo

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Se me acercó, sus ojos me observan fijamente mientras yo bajaba la cabeza. Lo sentía tan cerca y tenía tantas ganas de correr, esa siempre había sido mi forma de protegerme, correr. - Pues ya debo irme, me están esperando dentro - dije. - Sí, claro, lo entiendo. Pero no podía tocar el timbre. Me quedé allí, inmóvil, esperando a que tal vez algo pueda pasar; como en esas películas clichés donde en la despedida se develan los sentimientos más culposos. Sabía que con tan solo un impulso, un solo impulso nada más y ya nada podría interponerse entre nosotros. - Cuando llame a la puerta saldrán y ya no nos podremos despedir- comenté intentando que así él hiciera algo o que dijera al menos. Me miró y, con su curva dibujada entre las comisuras de los labios, me cogió entre sus brazos. Sentirme rodeada por él, por su esencia, fue indescriptible, como si tal vez, por un instante, el volver a enamorarme fuese posible. Dos piezas maltrechas podían ensamblarse y volverse una, curando así todas las heridas pasadas. Y entonces recordé lo que hace mucho había leído: “En ese abrazo no encontré solo otros brazos, te encontré a ti. Me encontré a mí. Encontré lo que estaba buscando. Pues mi cuerpo se entendía con el tuyo, como si fueran los labios de una misma boca, como si hubieran bailado mil canciones, como si mil abrazos antes de los tuyos nunca me hubieran abrazado” Levanté la cabeza y lo vi una vez más. En ese momento me di cuenta que ya había jugado todas mis cartas, había mostrado mi baraja y tenía miedo a perder de nuevo. Mi corazón tenía tantas dudas pero él las silenció quizá sin proponérselo: un beso en la frente, un único beso. Me sentí una niña pequeña de nuevo y en ese beso había comenzado una promesa, un pacto conmigo misma que lo involucraba a él. Ya no correría, no huiría de él ni de lo que podía hacerme sentir. - Esto sonará extraño, tal vez muy apresurado, hasta tal vez tonto pero, te voy a extrañar mucho le dije con lo último de dignidad que quedaba en mí, como si de un soplo, mi orgullo se tornase arrebato. Yo, la chica tímida, indecisa, la que ya no creía en el amor, estaba allí, como si en medio de la carretera algún conductor se hubiera dado cuenta de que existía y hubiese reparado piadosamente para darle un aventón a un desolado caminante. - Sabes que yo también te voy a extrañar y mucho – esforzándome en levantar la mirada del suelo. Le di un beso en la mejilla, toqué el timbre. Lo que vino solo fue una ráfaga al azar de sucesos en milisegundos: alguien abriendo la puerta, él dándole la mano, cruce de palabras que no entendí, un beso más de despedida, él mirándome por última vez y yo subiendo las escaleras corriendo, con todo ese impulso, con todas las fuerzas que mi cuerpo me permitía. Por un instante no sabía lo que había pasado, llegué al dormitorio, cerré la puerta y en un rincón junto a la pared, caí. Las lágrimas comenzaron a derramarse sin que yo pudiera manejarlas. Tenía mucho miedo, no quería que nadie me guste, ni que yo le guste a nadie, me había declarado cansada ya de sentir, de entregarme. Pero tenía que llegar él, con su gran sonrisa, sus abrazos fuertes, sus besos en la frente y sus comentarios inteligentes. Cuando me pude componer solté un suspiro culposo como de ludópata volviendo a la partida. El juego había comenzado y conociéndome sabía que el perder era algo inevitable. Entonces caí en cuenta que había empezado a perder: Él se había quedado con un pedacito de mí.

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RETIRAS

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