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familia modesta, por este motivo nunca tuvo la posibilidad de con los juguetes que tanto anhelaba. Por esto, quiso crear un espacio para cumplir su sueño y, además, mostrar a las personas el valor de los juguetes. Ese lugar es el Museo del Juguete de Trujillo, inaugurado en el 2001 Wilder Vera, encargado del lugar, confiesa que conoce al pintor desde hace 23 años aproximadamente y que estuvo con él desde el inicio del desarrollo del museo. «El proyecto empezó hace 20 años cuando el maestro Gerardo Chávez compró la casona en donde se ubica el museo y se inició su restauración. En ese tiempo, él ya tenía la idea de construir un lugar dedicado a los juguetes», nos dice Wilder Vera. Agrega que el pintor siempre ha sido una persona que se preocupa por promocionar la cultura de su país, apuesta por La él yidea porcentral esto desarrolla es-civilización del espectáculo del libro La pacios como el Museo del Juguete o de Mario Vargas Llosa es que loelque llamamos ahora “culMuseo detura” Arteestá Moderno. marcada por el puro entretenimiento y la frivo«A nivel personal creo síntomas que unade esta situación serían la lidad. Los principales de las características que mejor lo banalización de las artes y la literatura, el imperio de la define esprensa la filantropía. El maestro amarilla y la puerilidad es de la política. una personaSegún desprendida, que quiere el Nobel, hemos pasado de un proceso de culaportar al país el talento que la vida tura a uno de post-cultura con el consecuente empobrecile ha dado», dice a manera de halago miento de las ideas. Ahora, dice, es normal y obligatorio Wilder Vera. En cuanto al aspecto laque los medios den tribuna a cocineros, diseñadores y deboral, Vera menciona que la exigencia, portistas como si ellos fuesen los portadores de una nueva la disciplina, la paciencia y la perseveverdad. rancia son rasgos que definen al pin«La diferencia tor como empleador. Y esencial es que entre llevaraquella cultura del pasado y el entretenimiento de hoy que es que los productos de éste 23 años junto a Chávez, ha hecho son fabricados para serunconsumidos no solo Wilder lo considere amigo, al instante y desaparecer, como los bizcochos y elenseporcorn», dice. Su convencisino también un padre que le ha mientocosas es que mimetización de lo profundo a lo ligth ñado muchas deesta la vida. un fenómeno una nueva cultura en la que Todoesartista tambiénuniversal, tiene un lado familiar. participan Según Wilder, el maestro es ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados. una personaSiconsentidora sus hi- «la reivindicación de un antes cultura con significaba jos y nietos. «Su familia es primordial patrimonio de ideas, valores y obras de arte, de unos copara él. nocimientos Además, es históricos, íntegro yreligiosos, lo que filosóficos y científicos refleja enenelconstante lado cultural también lo de la exploración de evolución, el fomento hace en nuevas el ladoformas personal. Es alguien artísticas y literarias y de la investigación serio y con un gran de saber», respon-ahora representa un cóctel en todos los sentido campos del sabilidad», concluye. de información en el que es imposible distinguir lo bueno “El Guardián” es una escultura de lo malo. que se muestra imponente en una de Las causas de que haya surgido esta nueva realidad son las entradas a la muestra en el Museo diversas: la multiplicación de las industrias de la diversión de Arte Moderno. Asusta, emociona, debido al crecimiento del ocio y la fuerza de la publicidad, nos cuestiona, pero sobre todo nos la democratización de la cultura (esta ya no es más patrienseña solo una parte de la genialidad monioy de la desaparición de la crítica en los de una obra de una un élite), maestro que, a medios de comunicación (y con esto la posibilidad de que pesar de las dificultades y trabas, logró los su ciudadanos sean guiados desarrollar arte y convertirlo en en unsu acercamiento a la alta deleite para los ojos.
Escribe: Luis Eduardo García
C U A D ERNO D EL TR IBAL
Director de la Facultad de Comunicaciones (Trujillo)
Cultura y superficialidad cultura), la masificación de las actividades escapistas como el deporte y las drogas, la proliferación de iglesias y sectas y el empequeñecimiento y volatilidad del intelectual. En la actualidad, ya no solo se piensa sino que se da la espalda al pensamiento. Lo ligtht—que como nos recuerda Vargas Llosa «quiere decir responsable y a menudo idiota»— es la religión de nuestro tiempo. Casi todo está impregnado por el sentido de ligereza y superficialidad. Si algo es más o menos profundo, simplemente es ignorado. O, como dicen, los apologistas del consumo: no vende. Los efectos más graves de este cambio cultural son los siguientes: la imposibilidad de distinguir una obra de arte de un mamarracho mediático, el libertinaje en el plano de las ideas, la desaparición del erotismo (el arte del sexo según el novelista), el deterioro y frivolización de la política, la confusión total entre precio y valor y la desaparición de los límites entre lo público y lo privado. Pero tal vez lo más lamentable sea la desaparición de un tipo de saberes que daban respuestas sobre el absurdo existencial de la vida, los cuales han sido sustituidos ahora por una maraña de propuestas triviales y volubles. Las ideas de Vargas Llosa pueden ser impugnables — como es el caso del concepto de cultura que maneja—, sin embargo no se les puede calificar de pesimistas o contrarias al progreso tecnológico. Son más bien, como él mismo lo confiesa, melancólicas, en tanto lamentan la pérdida de una civilización donde la lectura valía no solo por la información sino por el placer que procuraba a los lectores. La superficialidad, es decir, lo que tiene solidez ni sustancia, parece haberse apropiado de la vida común. ¿A dónde llegará una sociedad que, por un lado, exhibe “prosperidad económica” y, por otro, absoluta ignorancia en las cosas supremas del espíritu?
«El niño Gerardo descubrió su amor por la pintura como jugando. El afán de conseguir una propina extra lo llevó a comprarse unas latas de pintura las cuales usó para pintar puertas.»
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Las uvas de Cascas Dicen que es el único lugar del mundo donde se puede cosechar uva dos veces al año. Literalmente Cascas proviene del vocablo quechua Caxcax que significa “sitio áspero”, sin embargo el lugar es más bien un remanso rodeado de alfombras verdes y brillantes.
Texto y fotografías: Oscar Paz Campuzano
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1. Don Lizardo Orrillo cuenta, como si renegara de vivir hace 59 años en Cascas, que allí llegó por culpa de su mujer. En ese pequeño pueblo decidió quedarse porque dice que se parece mucho al lugar que soñó de pequeño para sus grandes e infaltables aventuras. Él, de 85 años, y alguien más conversan afuera de la iglesia San Gabriel, bajo el campanario, y sobre la plaza iluminada por el astro rey de siempre, que aquella vez amanecía radiante. Si al ex presidente Velasco Alvarado no se le hubiera ocurrido la Reforma Agraria, tal vez el viejo agricultor estaría por otras latitudes. Recuerda cuando su patrón, por la década de 70, lo sorprendió diciéndole que estas tierras ahora le pertenecían al pueblo, o sea también él. Décadas después, sus descendientes cultivaron las inmensas alfombras verdes que rodean al pueblo rebautizado hoy por hoy como El paraíso de las uvas. Aunque no siempre fue así. El distrito de Cascas, capital de la provincia de Gran Chimú, se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser productora de lenteja, maíz, coca, caña de azúcar y palta; pero sin muchos impedimentos esta fruta los desplazó. Y era comprensible porque en los años 60 las ganancias que dejaban los cultivos tradicionales llegaban a la ‘exorbitante’ cifra de 150 soles. En cambio, la uva multiplicaba éstas hasta los cinco mil soles. Entonces fue inevitable. Para llegar a Cascas hay que internarse entre las primeras montañas de La Libertad. Las dos horas y media de viaje desde Trujillo están bendecidas con amables paisajes que durante los primeros kilómetros esconden al sol tras los
cerros. Cuando el inmejorable calorcito deja atrás la neblina costera y el viento destila lo primeros rumores de vino y uva, se puede decir que hemos llegado. Es un pueblo pequeño: calles angostas e inclinadas. Está dentro de un valle a 1.233 de altura y rodeado por cerros que durante algunas horas del día son una especie de sombrilla natural. Desde la plaza, con su pileta de bronce, palmeras y poncianas, se bifurcan las calles que mueren en las chacras. 2. Los primeros rastros de este pueblo liberteño, en la boca del profesor Juan Felix Díaz Núñez, de 61 años, se dan hace ya más de 3.500 años, con las primeras poblaciones de la cultura Cupisñique. Hace varios años, mientras se hacían excavaciones bajo la iglesia San Gabriel, se descubrió que había una pirámide utilizada, presumen los arqueólogos, como un templo ceremonial de la época. De esas, se conocen cinco más enterradas bajo la ciudad. Cuando los españoles llegaron al Perú, vieron que la ruta era espléndida para cruzar hacia la costa desde Cajamarca y la tomaron. Por entonces, año 1533, el lugar era Caxcax, vocablo Quechua que significa “sitio áspero”. Los colonizadores vieron conveniente acomodarlo a su castellano y lo llamaron Cascas. Dicen que por los años 60, en una hacienda ubicada en lo que hoy es el distrito de Lucma –no lejos de allí- se plantaron las primeras semillas de uva que fueron traídas desde Bélgica. La familia Rabines vio maravillada a sus cultivos crecer, y contrató peones para
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su cosecha. Sobre lo siguiente hay muchas versiones. Algunas, que esos peones se robaron las semillas; otras que las pidieron prestadas. Lo cierto es que el fruto fue a parar a una pequeña parcela de Cascas que creció, creció y no paró de crecer. Años después comenzaron los primeros experimentos para fabricar vino. Cuentan que iniciaron hirviendo la uva como si se tratara de chicha morada. Ese menjunje, probado por don Juan Felix, era excepcionalmente horrible. Recién en el 80, con cooperación europea, se produjo vino de verdad. Cascas poco a poco cambió. El viejo colegio fue construido por los propios casquinos y parte de la carretera, en sus inicios, también. Entonces, en las entrañas del pueblo, cuando aún era sólo un distrito de la provincia de Contumazá, Cajamarca, crecieron las ganas separarse. “Desde Contumazá, provincia a la que pertenecía Cascas, había una clase dominante que nunca perdió la hegemonía. Nos hartamos y rebelamos porque nosotros teníamos grandes potencialidades económicas. El colegio lo hizo el pueblo. De niño, corté paja e hice adobes con lo que se construyó. Todo el mundo trabajaba. Contumazá nunca dio nada por Cascas”, relata don Juan Felix, mientras la furia de aquellos convulsionados años le asalta la memoria. Hubo sangre, interrupciones de carreteras, desvíos del río y más sangre. Aunque igual la gloria llegó y, -6-
«Cuando el inmejorable calorcito deja atrás la neblina costera y el viento destila lo primeros rumores de vino y uva, se puede decir que hemos llegado.»
como anhelaban, se dividieron por mandato del Estado. Hoy, muchos años después, en Cascas viven muchos contumacinos. Don Juan Félix es contumacino, pero dice que morirá en Cascas porque ama Cascas. 3. Dos y treinta de la tarde en la plaza central. Más allá, Jirón 28 de julio número 294: bodega de vino Don Manuelito, una de las trece en Cascas. Siguiente cuadra: una puerta de fierro, un pasadizo sin enlucir y un perro beige. Al final: El gran fundo. Mantos verdes como canchas de futbol suspendidas en el aire. Uvas de toda clase. Abajo, miles de racimos colgando: Red Globe, Moscato de Alejandría, Flame Seedless, Alfonso Lavalle y Gross Colman. Todas colgando. El gran fundo se llama El Naranjo. Tiene dos hectáreas de tierra pedrego-
sa -ideal para la uva-. Limita con una honda quebrada, profunda, frente al cerro gris y sobre el río burbujeante. Desde el cielo, la finca está dividida en amplios segmentos rectangulares verdes. Desde abajo, el laberinto natural dividido con maderas y alambres que ayudan a crecer la vid. Al centro, la fábrica del vino. Allí se concentra gran parte de la producción local de la que se ufana la Asociación de Vinicultores de Cascas. Dicen que en tiempos de fiesta y feria se venden hasta 200 litros diarios; por eso creen que ya es hora de exportar en serio. Siete de las 13 bodegas ya se unieron para hacerlo. Por lo pronto, las cifras son claras. Cascas concentra el 61% de la producción regional, produciendo más 31 mil toneladas de uva. Por algo, quienes la siembran aseguran que éste es el único lugar en el mundo en donde la uva puede ser cosechada dos veces al año. Hay un detalle. Después de que don Lizardo Orillo abandonara a paso lento su lugar bajo el campanario, decidí comprar algo de uva. Todo pueblo tiene un mercado y el de Cascas está a pocas cuadras. Pero por extraño que parezca las fruteras no tenían un solo racimo. Vendían de todo, menos uva. Entonces, presumí dos cosas: o se cansaron de venderla o se les acabó. Pero no, la uva de Cascas se vende –por lo menos aquella vez- en el paradero de buses, en donde los foráneos aparecen y desaparecen, una y otra vez. Una y otra vez.
Escribe: Orietta Brusa
CRÓNICAS MARCIANAS
«Si Dios quiere» Por fin terminó el paro de los médicos, desarrollado entre la ira y los aullidos de la prensa oficial y oficialista. Han logrado embrutecernos hasta el punto de no tener ninguna gana o capacidad para rebelarnos a los abusos de un sistema que no deja espacio a lo humano y, cuando alguien lo hace, es considerado un delincuente, terrorista y, sobre todo, en contra del progreso. Tales son los cajamarquinos, lo fueron los de Bagua, y todos los que participan en los más de 200 conflictos sociales en el Perú. Ahora les toca a medico y profesores. Durante el paro, hubo entrevistas a las víctimas, los pacientes que nadie atendía, que, disciplinadamente, se quejaban del maltrato proporcionado por los huelguistas y no pensaban en las responsabilidades del gobierno y de la relativa ministra, que dejó todo como estaba, según un modelo ampliamente practicado por los varios representantes de este gabinete. El sistema de EsSalud es cuánto más de burocrático, barroco y mal organizado se pueda imaginar. Pero, parece que la gente no se queje de este caos, considera un favor la mala atención que esta institución brinda por ser gratis o muy barata. Nos han convencido que el privado es mejor, por lo tanto, cuando una organización estatal funciona mal, es normal. Es buena escusa para que el gobierno desatienda las necesidades básicas de la gente, como educación y salud y descargue todo a los privados que gozan de ricas ganancias ejerciendo lo que sería una obligación del estado y un derecho de todos, no solo de los que pueden pagarlo. No es un caso si también los profesores están en paro. La educación es otro tema que no parece interesar a los gobiernos. Hace parte de las promesas incumplidas del inefable presidente, las promesas que habían asustado tanto la derecha bruta que dirige (¿?) este país. ¡Qué miedo si los jóvenes y la gente en general, empiezan a pensar, a criticar, a protestar! ¡Qué miedo si la democracia comienza a funcionar, con el derecho a la libertad de pensamiento! No a la tanto ansiada libertad de expresión. Cualquier burro puede rebuznar y no le importa a nadie. Pero, para obtener un pensamiento crítico, necesitan cultura y conocimientos, cosas que están bien alejadas de los intereses comunes y
de la preparación de los alumnos. De la mayoría de los curricula de la secundaria, han desparecido historia y literatura. La clase de lengua es un saludo a la bandera. No creo que con un equipaje de alrededor de quinientos palabras, sea posible desarrollar un pensamiento complejo. El máximo a que se pueda llegar es a la repetición de conceptos y frases aprendidos de memoria, sin reflexionar. Geografía y matemáticas también hacen parte de la arqueología de la enseñanza. Ni quiero hablar de la filosofía: esa cosa rara y aburrida que ha desarrollado a lo largo de siglos la humanidad. Justamente, si no cómo se puede instaurar el pensamiento único si se presenta una oportunidad de elección. La tecnología sustituye todos los saberes, hasta los pedagogos (algunos) aceptan este prodigio didáctico. «Una idea alternativa de democracia es la de que no debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados. Quizás esto suene como una concepción anticuada de democracia, pero es importante entender que, en todo caso, es la idea predominante». (Fabricando el consenso, Noam Chomsky, 1993). Han pasado casi 20 años de cuando fue escrito este texto y nada ha cambiado, tal vez ha empeorado. Desde arriba llega el mensaje que todo está bien porque está bien la economía. Mientras tanto, la ignorancia y la mediocridad se han vuelto una bandera. Vivimos felices, sin derechos fundamentales pero fruyendo de MacDonalds y Malls; sin cultura pero con mucha tecnología; sin identidad pero empapados en un chovinismo barato que produce Mistura y Marca Perú: otros engaños porque algunos pocos puedan disfrutar de sus ganancias. Seguimos siendo un país exportador de recursos naturales, desde el oro hasta la madera y lo único que producimos es agroindustria. Disecamos las fuentes hídricas para vender alimentos al primer mundo. Ahora produciremos también para los países árabes, que pueden construir islas en forma de palmera, pero no piensan en cambiar su hábitat porque sea productivo: en fin la estúpida palmera sirve a los emires. Para el pueblo: In šā’Allāh. Estamos acostumbrados, como buenos católicos, al “si dios quiere”. -7-
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DRAGUI NESTOROVIC RAZZETO
«En Lima somos extraños; aquí, dueños de casa» Cuarenta años antes de pasar a ocupar el sillón de la presidencia del directorio de Embutidos Razzeto, Dragui Nestorovic Razzeto pasaba sus vacaciones del colegio San José Obrero jugando “a la fábrica” en una de verdad. Escribe: Andrea Fernández Callegari Fotografías: Omar Miñano
ragui era un niño que aprovechaba su tiempo libre para acompañar a su padre y a su tío a la empresa familiar, donde realizaba pequeñas labores en diversas áreas. «Era muy divertido», recuerda con una sonrisa de oreja a oreja. Lo que podría haber quedado como un pasatiempo infantil se convirtió en su vocación. Por eso, cuando terminó la universidad decidió regresar al Perú para trabajar en el negocio que conoce como la palma de su mano. Y empezó desde abajo. Su paulatino ascenso en el organigrama ha estado basado, más que en lazos familiares, en resultados.
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«Es sabido en el mundo empresarial que el relevo generacional es una de las preocupaciones más importantes de los negocios familiares. ¿Cómo deben prepararse los que tomarán la posta?»
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Una gran estantería llena de libros de tapa dura y fotografías enmarcadas de su esposa e hijos decoran su oficina, los cuales simbolizan los dos aspectos fundamentales de la filosofía de Razzeto: el conocimiento y la familia. La unión de ambos se ha traducido en el éxito de esta tradicional marca trujillana –próxima a cumplir 60 años de creación– que crece y se consolida en las principales ciudades del país. DE CHICLÍN A RAZZETO La historia de Embutidos Razzeto comienza en el Anexo Salamanca de la Hacienda Chiclín, donde estaba la granja de cerdos más grande a nivel nacional. Allí trabajaban Abelardo Razzeto y Dragui Nestorovic, cuñados (la hermana de Abelardo se casó con Dragui) y futuros socios. La familia Larco Hoyle, propietaria de la hacienda, también era dueña de Productos Chiclín, la empresa que dominaba el mercado interno de embutidos en la década de los cincuenta. En 1953 deciden independizarse y formar su propia compañía: Productos Razzeto y Nestorovic S.A.C., que inició sus actividades el 15 de mayo del mismo año. Abelardo, uno de los siete hijos de don Francisco Razzeto –quien trabajaba como salchichero en Productos Chiclín–, obtuvo el know-how de su padre. Mientras que Dragui era muy hábil para el contacto con proveedores y las ventas. Así, se encargarían de las áreas de producción y comercialización, respectivamente. Los primeros años fueron difíciles porque, con una pequeña inversión inicial, su objetivo era ofrecer buenos productos para ganar mercado rápidamente y acumular ganancias. «Siempre ha sido un negocio austero. La familia, por tradición, lo ha cuidado priorizando la inversión y reinversión antes que el reparto de utilidades», explica Dragui. El cierre de Productos Chiclín en esa época fue una oportunidad que Razzeto no desaprovechó, la cual le permitió consolidar su marca en base a calidad y servicio. Un nuevo líder emergía en el sector. NUEVOS MERCADOS En 1977, la fábrica de Razzeto, ubicada en la avenida Carrión, se trasladó a la urbanización Santa Leonor, una de las zonas industriales de Trujillo. Un hecho clave que coincidió con el regreso de Dragui de los Estados Unidos, donde había estudiado la carrera de Zootecnia en la California State Polytechnic University. Inmediatamente, lo pusieron a cargo del área de Seguridad e Higiene Industrial. Aunque se alejó por un tiempo para trabajar en otras empresas, regresó en 1992 para asumir la gerencia general hasta el 2004, año en que fue nombrado presidente del directorio. Si bien desde su fundación hasta la actualidad han logrado ingresar a mercados, además del local, como Arequipa, Ica, Lima, Huancayo, Huaraz, Chimbote, Cajamarca, Piura, Jaén, Bagua, Tumbes y Tarapoto, durante un largo periodo de tiempo la prioridad de Razzeto fue mantener sus cifras en azul. Pero ahora están listos para la siguiente etapa, la de crecimiento y expansión hacia nuevos territorios. Han puesto su mirada en la capital, que concentra cerca del 30% de la población peruana y donde tienen poca participación. En esa línea, han invertido un millón 200 mil dólares en el 2011 para la renovación de la planta y la mejora de sus procesos con la compra de maquinaria nueva. Este año esperan repetir la cifra. Y es que necesitan estar armados para poder conquistar más espacios y mantenerse en los que ya están presentes. Por eso, están duplicando
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su capacidad de producción y terminando de implementar todas las líneas. «En Lima somos extraños; aquí, dueños de casa», afirma Dragui, que en 1995 fue reconocido como el Empresario del Año por la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad. «Nos consideramos regionalistas, pero también es cierto que hemos sabido adecuarnos a las nuevas reglas de juego y salir airosos. Pues de eso se trata ser empresario: adaptarse a los cambios y las circunstancias. Uno no puede ir contra la corriente». HERENCIA FAMILIAR Es sabido en el mundo empresarial que el relevo generacional es una de las preocupaciones más importantes de los negocios familiares. ¿Cómo deben prepararse los que tomarán la posta? Según Nestorovic Razzeto, hay que separar lo que es propiedad de lo que es gestión mediante la elaboración de un protocolo que incluya los derechos y obligaciones de cada miembro. «Solo así el negocio va a durar mil años», señala. Otros factores que intervienen en el buen manejo de una empresa familiar son la vocación, la formación continua de sus ejecutivos y la comunicación permanente entre todos. «Aquí no hay derechos adquiridos, uno se los gana con esfuerzo y dedicación. Para nosotros no es difícil separar a la familia del negocio porque trabajamos en base a resultados y nos enfocamos en capacitar, enseñar y delegar», indica. Dragui Nestorovic Camacho tenía diez años cuando llenaba facturas, hacía despachos de mercadería y atendía a los clientes como algo natural. A su padre le brillan los ojos cuando habla de su tercer hijo. No solo comparten el nombre, sino también al parecer el mismo destino: hace cinco años regresó de los Estados Unidos, donde siguió la carrera de Ingeniería Industrial en Iowa State University y trabajó en empresas grandes. «Creo que de toda la familia es el que más sabe y tiene mayor capacidad, difícil que alguien conozca este negocio mejor que él. Ahora me está ayudando en la fábrica y lo hace bastante bien», dice con orgullo. «Tenemos las cosas claras: en la casa es mi hijo y en el trabajo mi empleado. Y vivimos felices». Una familia, una empresa, tres generaciones. -11-
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“Serenata a la muerte” ¿Qué conexión tiene la música con la muerte? ¿Por qué insistimos en llenar con canciones las visitas que le hacemos a nuestros muertos? Tal vez la respuesta esté en un desgastado acordeón de un viejo rapsoda que todos los días le canta a los que ya no están. Escribe: Rodrigo Saqra Durand Rigamontti
«No estoy muerto, estoy dormido moriré cuando dejen de venir a verme,
(Q.D.P - marzo 1886)»
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El hombre es el único animal que conoce que va a morir y siente que la muerte es como el último tono de la melodía de la vida. La humanidad durante siglos ha tratado de buscar una definición, una razón, un significado más allá de lo conocido a la etapa final del proceso vital: “la muerte”. En algún momento los padres de la ciencia, intelectuales, poetas, filósofos, o cualquier ser humano común y silvestre se ha preguntado: ¿Qué es la muerte?, ¿qué hay más allá de la muerte? Luego tienen como resultado diversidad de respuestas, desde las más lógicas hasta las más extravagantes. En todo este embrollo de vida y muerte pude reafirmar que gracias a la muerte de unos tantos, muchos otros logran vivir. Fue una tarde que decidí entrevistar a la muerte, pero no la encontré. En su ausencia me topé con un viejo acordeón rojo, unos raídos jeans color azul, un decolorado polo crema y un hombre cuyo principal oficio era cantarle a la muerte. Gavino Ávalos tiene 68 años, es de piel morena, ojos que se esconden detrás del grosor de uno lentes viejos. Más de la mitad de una vida celebrando cumpleaños y
aniversarios de personas que están muertas. Gavino no habla mucho, es reservado, su rostro denota fatiga, a pesar de ello busca en la desafinada melodía de su acordeón llamar la atención de cualquier potencial cliente que ingresa por la puerta principal al cementerio Miraflores de Trujillo donde reposan un aproximado de 43 mil restos óseos. Es medio día, se siente un calor abrazador, las personas en el cementerio entran y salen, pero Gavino hasta el momento no ha cantado ninguna Gloria, ningún Ave María. –Tengo que pagar por estar aquí y hasta ahora no he conseguido nada, me dice. Gabino, el cantor de la muerte, es trujillano, fue pobre desde niño porque, según él, nunca tuvo la oportunidad de estudiar ni de salir adelante. Sobrevivió como pudo y aprendió a tocar el acordeón viendo cómo otros lo hacían. Gabino al parecer está fastidiado y preocupado porque si no paga la renta del día no podrá seguir trabajando. Para él, la muerte forma parte de su rutina diaria, y cantarle se ha convertido en su estilo de vida. Entre sus posesiones más valiosas tiene un acordeón de marca Hohner student y su esposa Isabel Gallegos que
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lo ha acompañado durante 43 años largos años. Dentro de su amplio repertorio, dedica canciones religiosas, rancheras, valses y uno que otro tango, dependiendo de la preferencia de los deudos. Mientras acompaño a Gavino en un recorrido por las callejuelas del cementerio que llevan nombres de innumerables santos, se me acerca un niño ofreciéndome el servicio de limpieza de nichos. –Señor, ¿le limpio el nicho? En torno a la muerte gira un mercado interesante, niños que cobran por limpiar nichos, mujeres que venden arreglos florales, personas que cobran por rezar en las fosas, constructores de mausoleos que dejan su dirección en los mismos mausoleos, actividades que son pagadas unas mejores que otras. La suerte a Gavino parece no serle esquiva y una familia de 4 integrantes se le acerca para solicitarle sus servicios, después de haber concretado el negocio, Gabino y la familia se pierden entre las estrechas y cortas callejuelas del cementerio. Las personas van a un cementerio con
la única razón de recordar a una madre, un padre, un hijo, algún familiar o amigo que apreciaron, evitando perder el único y endeble lazo que los une a esa persona querida. Gavino, aclara la garganta, pregunta por el número del nicho, pide un Padre Nuestro para honrar al difunto y se dirige a los deudos. –“Renzo, tus familiares recuerdan con mucha tristeza el 13 de marzo del 1996, día que partiste a una morada mejor. Hoy estamos reunidos aquí para recordarte y para que ilumines el camino de tus seres queridos.” Gavino mira detenidamente el nicho como si tratará de hacer algún tipo de contacto con el que yace allí muerto, mientras entona una canción “Gloria señor, gloria, aleluya”. Los familiares escuchan atentamente a Gavino. Gavino canta una selección de canciones al ritmo de su viejo y desafinado acordeón, canciones que en su totalidad suman cuatro, y que tienen la previa aceptación de los deudos, cuya variedad sorprende, porque parecen sacadas de la rockola de alguna cantina olvidada en el tiempo: “Canción del
señor de los Milagros”, un yaraví que llevar por título “La despedida”, el reconocido vals “Todos vuelven a la tierra en que nacieron” y por pedido expreso de los familiares una ranchera, “El Jilguero”, que solía gustarle al que ahora descansa en paz. Todo este numerillo tiene una duración de 15 min, Gabino se despide del difunto y de la familia que lo contrató, hace votos, con el fin de publicitarse, recibe la suma de diez soles, y se retira con el permiso de los allí presentes. Gavino se acerca sigilosamente al lugar donde me encuentro parado observando toda la escena, me estrecha la mano y me dice mientras me entrega su número de celular: “Joven cuando quiera que le cante a su muertito me avisa nomás, si no me encuentra aquí, me llama al celular y yo vengo de donde sea - . Gavino va en dirección a la puerta de salida del cementerio, donde una mujer gorda, vestida de negro, agita las manos, parece que es su esposa Isabel Gallegos que viene a buscarlo o quizá sea la muerte que ha venido a cobrar lo suyo, la mitad de lo que Gavino ha ganado en la jornada.
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T I N TA ROJA
Escribe: Gerardo Cailloma
Recordando a Thays: el dedo en la llaga Este breve artículo está inspirado en un reciente viaje culinario que realicé hacia el Norte de nuestro país, el cual me hizo evocar la interesante controversia generada a inicios de este año entre el escritor Iván Thays y varios chefs reconocidos de la culinaria peruana. Esta discusión tuvo ribetes de absurda y me motivó a escribir una reflexión sobre esta situación que caldeó los ánimos de muchas personas, no sólo ligadas al mundo de la culinaria. Hagamos un poco de memoria. Iván Thays publicó en su blog VANO OFICIO un artículo de opinión (no una reseña como algunos comentaron) sobre el libro de Gustavo Rodríguez, Cocinero en su tinta, que tiene como principal tema las vicisitudes de un cocinero peruano en una feria madrileña de gastronomía. En aquel artículo de opinión suyo emitió un gusto muy personal que desencadenó iras santas entre el mundillo de los chefs peruanos y se extendió a la comunidad nacional de los medios escritos. En dicha opinión, dijo algo que sonó a herejía para muchos y que, a mi parecer, las reacciones tomaron un cariz más político chauvinista que uno verdaderamente relacionado con el mundo del buen comer. Los comentarios fueron bastante ofensivos, aunque muchos de estos no estaban relacionados precisamente con la culinaria. Lo interesante, además, fue ver el efecto posterior a su sencillo comentario. Las reacciones, muchas veces desencajadas, se han centrado más en el ataque personal que en la verdadera justificación de la culinaria en cuestión. Estas reacciones desnudaron muchas carencias nuestras como sociedad, hambrienta, si cabe el término, de crearse imaginarios y estereotipos que unan a los peruanos. Y peor aún, nos mostró que falta humildad y sinceridad por parte de todos aquellos que quieren hacer de la gastronomía una forma de trabajo digno y una verdadera fuente de ingreso en lo personal y lo social. Debemos separar el polvo de la paja y ver lentamente el meollo del asunto por lo que vamos a centrarnos en dos puntos importantes: el gusto personal y la diferencia entre la gastronomía y la nutrición. Del primero, hay que tomar el dicho popular sobre las preferencias personales: “Sobre gustos y colores, no han escrito los autores”, el cual contiene muchas verdades prácticas de nuestras preferencias. Lo que me gusta de manera muy exclusiva no significa que vaya a ser del gusto de todas las demás personas. Personalmente, no hallo mucho
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gusto en la pizza, muy difundida por el mundo y, creo, que aun en la misma Italia no me provocó pedirlo. Lo mismo me sucede con algunas vísceras: pensar comer lengua, sesos o pulmones me hace descartar comer ciertos guisados, tortillas o chanfainitas. El cuy, por ejemplo, es una carne que pediría como última instancia. Esto les ha sonado a pecado a algunos amigos, grandes aficionados de nuestro pequeño animal. Como segundo punto, ya soy una persona que frecuentemente voy al médico por cuestiones de mi metabolismo personal. El insólito mundo del colesterol y de los triglicéridos me era desconocido hasta hace un par de años. El número de triglicéridos que cargué en mi primer examen médico casi mata del susto a la enferma quien atinó a decir: “¿Cómo puede vivir así?”. Su mirada desencajada iba a inaugurar los muchos cambios que iba a tener en mi vida desde entonces: dieta estricta que significaba la extirpación radical de grandes placeres de mi paladar. Adiós a los mariscos, las carnes rojas, las harinas, los lácteos con grasas. Algunas vísceras que sí eran de mi gusto que son la base de algunos platillos que me gustan como los anticuchos o las pancitas salieron de mis ofertas gastronómicas. Le dije adiós al arroz con marisco, a un buen cebiche mixto, las parihuelas. Las carnes rojas se volvieron veneno puro para mi organismo. En esta nueva realidad uno se da cuenta que el comer rico no está relacionado con el comer sanamente. Una dieta de deliciosos chicharrones con pan todos los días es un proceso que acelera nuestro atoro de grasas en nuestras venas y arterias. Algunas combinaciones tradicionales en nuestra culinaria es una terrible saturación de harinas como mezclar fideos, papa y arroz (muy frecuente en nuestras mesas) y el exceso de nuestros postres (los cuales son muy dulces por cierto) aceleran la presión y algunas situaciones mayores como la diabetes. Pero no todo puede ser tristeza y abandono. Comer moderadamente cuando uno se da sus gustos no es un atentado contra la vida. El exceso, sí; y lo es en cualquier plano. Así pues, tendremos que convivir con esta realidad que se da en cualquier culinaria, sea la china, la italiana, la francesa, la alemana, la del cualquier parte del planeta donde el hombre ha transformado el alimento natural en una cosa deliciosa. En realidad, Iván nos dio una estocada indirecta que debemos aprender a manejar.
Escribe: Alfieri Díaz
AL FIERRO
Fútbol S.A. Los propietarios de los equipos privados no necesariamente saben de fútbol, pero tienen el olfato de poner las riendas administrativas en quienes sí conocen el negocio y según el presupuesto son capaces de llevar el club a buen puerto. No sé si estaría bien que Alianza y la U pierdan la categoría, pero sí que la denominación ‘asociación deportiva sin fines de lucro’ desaparezca de nuestro firmamento pelotero, transformándose en sociedades anónimas. Las arrugas de los dos principales equipos del país superan los 300 millones de dólares. Un chupo de plata. Ninguna directiva se preocupó nunca en solucionar los problemas financieros. Todo lo contrario. Los pasivos heredados se agrandaron por turbios manejos y contrataciones millonarias –mayormente infructuosas– aplazando el estallido de una bomba que reventó no en la cara de los dirigentes –a quienes no me explico porque todavía no investigan sus cuentas bancarias– sino en los jugadores, en los empleados del club y en la fanaticada que verá postergado por años sus sueños de gloria. No por casualidad los principales clubes del mundo son –o se han convertido– en sociedades anónimas. El Barca, el Madrid, la Juve, el Bayern, el Chelsea, etc., hace décadas que se han despercudido de lastres dirigenciales –seres corruptibles y lambiscones que trabajan por beneficio propio, engordan sus billeteras con la compra-venta de jugadores y otros activos, convirtiendo los clubes en sus chacras, robándoles peras al olmo–, comprendiendo que el fútbol es un producto que bien administrado rinde buenos frutos, sea a mediano o largo plazo. Las sociedades anónimas han conquistado cinco de los seis últimos títulos nacionales y es fijo que una de ellas logrará el campeonato en la pre-
sente temporada. Los propietarios de los equipos privados no necesariamente saben de fútbol, pero tienen el olfato de poner las riendas administrativas en quienes sí conocen el negocio y según el presupuesto son capaces de llevar al club a buen puerto. Por el bien del fútbol peruano, la Sunat debería intervenir, además de la U y del Alianza, al Boys, Cienciano, Gálvez y Cobresol –peleadores de la baja al fondo de la tabla– y si están en bancarrota, venderlos al mejor postor, sea nacional o extranjero, para cumplir con sus deudas. Alianza y la U tienen en comparación de otros equipos una ventaja, cuentan con una gran fanaticada, activo cualitativo que los vuelve imperecederos –como con el Racing en Argentina y la Fiorentina en Italia–, lo que los hace sumamente atractivos para cualquier inversionista. Pueden armarse como la U. de Chile –adquirido por un Grupo también interesado en Alianza Lima– o empezar desde cero como el Borussia Dortmund, equipo que tras alcanzar la Champions entró en una terrible crisis que los obligó a años austeros – recurriendo a sus divisiones menores– y ahora han conseguido el bicampeonato en la bundesliga. Manejados de manera responsable, Alianza Lima y Universitario de Deportes pueden convertirse en grandes marcas. El fútbol peruano necesita no de clubes sino de instituciones con objetivos de crecimiento, que apueste por la formación de jugadores y el protagonismo continental. Sólo con clubes fuertes se puede creer que alguna vez volveremos a un Mundial. -15-
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Amenazo, luego existo Estamos acostumbrados a escuchar (y decir) expresiones altisonantes como “no sabes con quién te metes” o “qué te has creído”. Sin embargo, la prepotencia es una tara que debemos combatir. Escribe Hugo Vergara Lau
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«Son estos sujetos el resultado de un proceso evolutivo impensado por Darwin, el del pragmatismo del miedo y de la vara.»
Fue la semana pasada, de noche, en un elegante local de parrilladas en Monserrate. El lugar estaba repleto aunque el ambiente mezclado de las conversaciones de los adultos, más leves risas de niños y la precisa música instrumental fácil de ignorar, sumergía a los golosos clientes en una cómoda y tranquila calidez familiar. De pronto, un “¡salud carajo!” estruendoso, salivante y a medio vocalizar, rompió, ¡no!, despedazó la armónica atmósfera que reinaba. Durante el breve silencio siguiente, las miradas de los aturdidos comensales se dirigieron a la mesa más próxima a la mampara frente a la barra. Allí, un viejo gordinflón y gelatinoso festejaba. Lo acompañaban una mujer mayor y una pareja treintona con un bebé. “¡Salud, salud!”, y chocaban las copas, respondiendo a las sorprendidas miradas de los comensales con las suyas petulantes. “¡Oye, trae otra botella de vino!”, le gritó al barman, quien, diligente, le envió un par con el mozo para que escoja. Algunos suspiros, cuchicheos y nuevamente la gente volvió a sus carnes. El orden parecía restablecerse pero no duró mucho; más brindis alharacosos y risotadas disforzadas imposibilitaron ignorar al incómodo vecino. Infelizmente, faltaba más. La mujer mayor juzgó que había que amenizar la velada con cumbia y la puso a todo volumen en su estridente celular. Al parecer, hasta la criatura se alteró con la impertinente DJ que empezó a arrojar parte del menaje al suelo. “¡Ja, ja, ja, rompe nomás hijito que tu papá lo paga!”. Y lo dejaron tirar y tirar, mientras que su mozo asignado, el más viejo de todos, recogía estoicamente lo que terminaba en el suelo cada vez. Fue entonces que de una mesa próxima, un fastidiado padre de familia llamó a otro mozo y le dijo algo al oído. Avergonzado, asintió y se dirigió, dubitativo a la mesa. Parecía un mosquito con corbata michi aleteando peligrosamente cerca de
un enorme batracio. Sin embargo, tomó aplomo y esquivando la mirada del hombre le pidió amablemente a la mujer que baje el volumen de su música pues molestaba a algunos clientes. “¿Qué cosa? ¿Qué te ha dicho?”, espetó el personaje, a lo que contestó indignadísima la mujer, “Ay, que baje el volumen porque los clientes se molestan”. “¿Cómo? ¿Quién se molesta? A ver dime, quién te ha dicho”. El mozo, evidentemente, se negó a señalar a alguno y meneaba la cabeza. “Oye tú, ¿sabes quién soy yo?” *** Comunes, tristemente comunes son las situaciones donde muchos creen que las cosas se consiguen haciendo aspavientos de grandeza en lugar de esgrimir razones. Cuando ocurre, estos primates carentes de un llamativo pelaje o un cantar estentóreo se revisten de poder para hacerse visibles y poder asentar su argumento. Expresiones como “no sabes con quién te metes, qué te has creído, no sabes quién soy yo” se convierten en el multicolor plumaje con el que se revisten para atarantar y lograr imponer sus necedades. No hace falta ser un especialista para comprender las distintas aristas del problema; por un lado, el enorme vacío carente de autoestima que estas personas buscan llenar con las poses de un personaje que al final los consume por lo arduo que resulta mantener la farsa frente a los demás; por otra, la convicción que dentro de la coyuntura es imposible obtener algo bajo la lógica de la razón, la verdad, o la Ley que ampara a todos simplemente por ser un ciudadano. La experiencia en un mundo hostil y desigual enseña duramente que pavonearse del poder propio o ajeno (“Yo soy tal o soy hijo, sobrino, nieto de…”) soluciona todo o por lo menos “agiliza el trámite”. Son estos sujetos el resultado de un proceso evolutivo impensado por Darwin, el del pragmatismo del miedo y de la vara. Esto es sumamente peligroso, pues
aquel convencido que sólo haciendo alarde del daño que puede hacer logrará lo que quiere no sólo se mostrará sumiso frente a otro que dé mayores manifestaciones de poder, sino que lo verá como el orden natural de la sociedad. Irónicamente, ese es el camino más fácil para que la sociedad colapse, ya que la política de “lo hago porque puedo y que se jodan los demás” genera tal nivel de inequidad e insatisfacción que presiona a la clase oprimida hasta reventar en protestas y provocar caos. En el pequeño laboratorio social que resultó el restaurante, la cantidad de comensales molestos iba en aumento; habían algunos que hablaron de pedir el libro de reclamaciones, otros de no pagar la cuenta si no hacían callar a los escandalosos, por ahí hubo uno que filmó todo y finalmente en la mesa contigua unos jóvenes entusiastas hablaban, entre copas de sangría, de botar a patadas al maleducado sin importar quién fuera. “Ese es dueño de restaurantes y anda metido en política”, dijo alguien en la mesa. “Pues una cosa es tener plata y otra muy distinta es tener educación”, sentenció por ahí la abuela. Mientras tanto, la triste caricatura del padrino mantenía su brazo sobre el hombro del ya heroico mozo e insistía en saber quién se había atrevido a quejarse. El mozo sólo volvió la mirada hacia todas las mesas y se retiró. Los bravucones quizá notaron más rostros enfadados a su alrededor, pidieron la cuenta y se marcharon. Bastó ver cómo la mampara se cerraba tras ellos para que la atmósfera original se restableciera. Un mozo, el más joven de todos y quizá con menos autoridad en el restaurante, hizo cumplir las reglas del sitio y, aunque nadie se lo reconozca, con su acción logró preservar lo que un profesor de la secundaria llamaba convivencia social armoniosa y, además, evitó el caos. Hizo recordar que muchas veces, los actos individuales pueden cambiar la historia.
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El santo labrador Un santo que cuida las tierras de la campiña de Moche y es patrono de los agricultores recorre esos lares durante dos meses, entre arcos de frutas, diablos, bandas e innumerables oraciones de los devotos. Comentan los pobladores que si San Isidro no visita sus tierras, la cosecha del año se malogra.
Texto y fotos: Laura Rodríguez
Moche fue una de las reducciones de indios muchic en el valle del mismo nombre, ubicado en la margen izquierda del río. Su situación estratégica permitió que los españoles fundaran Trujillo. Este territorio fue reconocido como la Villa Santa Lucía, una especie de casa hacienda para los hispanos. Se encuentra a 7km. de Trujillo, en el departamento de La Libertad. San Isidro Labrador es el patrón universal de la agricultura. Nacido en Madrid, España por el año 1082 tuvo una vida relativamente normal: trabajó con hacendados, se casó con María Toribia (hoy María de la Cabeza) y tuvo un hijo. El Papa Gregorio XV lo canonizó. La Iglesia contó alrededor de 438 milagros solo en su país, y otros tantos por estas tierras. La imagen de San Isidro fue traída de España por Fray Toribio de Mogrovejo, quien deslumbrado por el verdor de la campiña se estableció allí en 1578, cuando el destino del santo era Huaraz. Una de las fiestas más grandes de Moche. La procesión se inicia el 14 de marzo, cuando el santo sale después de haber esperado un año en la Iglesia Santa Lucía de Moche. El recorrido incluye La Bocatoma, el Cruce del Gallo y toda la campiña hasta volver al punto inicial. Finaliza luego de dos meses: el 16 de mayo. La gran fiesta comienza un día antes de la fecha principal. El 14 de mayo, a las 5 de la tarde, San Isidro llega a su últi-
mo altar acompañado de Santa Lucía (patrona de Moche) y ambos santos entran a la Iglesia del pueblo. En la noche se celebra la misa de llegada y, más tarde, la verbena con quema de castillos que donan los devotos. Arcos de frutas Un armazón de caña de azúcar sostiene hileras de manzanas, naranjas, mandarinas, maracuyás, piñas, granadillas, manojos de plátanos, racimos de uvas, algunas sandías, papayas y cocos, además de — vaya modernidad— envases descartables de jugo Pulp y botellitas de plástico Cifrut y Pepsi. Los arcos se construyen en la entrada de las chacras para darle la bienvenida al santo patrón. En estos se cuelgan las ofrendas de los padrinos: las frutas producto de la buena cosecha. Luego de la entrada de San Isidro, las frutas son regaladas o vendidas a los invitados. En realidad, más se regala que vende. Los invitados levantan las manos para recibir los regalos que son entregados por los propios padrinos en medio de golpes y empujones. La banda toca marinera y los asistentes se aglomeran en torno al arco. ¿Y qué ocurre con el santo mientras los demás se divierten? La verdad es que no se queda solo. Desde donde está, observa quizás todo lo que acontece a su alrededor. Este momento es aprovechado por algunas integrantes de la hermandad para cambiar las flores de su altar, darle algunos toques a su vestuario y sujetar con imperdibles una que otra
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ofrenda como billetes de 10 soles en las cintas de su capa. De la comida se encarga un grupo de señoras muy atareadas. Ellas mantienen al fuego de leña un perol gigante del que sirven en platos descartables la codiciada sopa teóloga. «Ayer mataron tres toretes para lo de hoy», me comenta el señor Fernando “Chino”, quien ordeña las vacas del establo a las 4 de la tarde, cerca a la cocina de donde salen los suculentos potajes. Los integrantes de la banda, hambrientos por lo que puedo ver en sus caras, interpretan marineras y las últimas cumbias del “Grupo 5” y “Los hermanos Silva”. La Hermandad La cofradía San Isidro fue creada en 1750. Los mayordomos eran los encargados de dirigir las celebraciones y la fiesta, además de recoger los frutos de los devotos. Para la faena y los demás eventos de hoy, la Hermandad se organiza en grupos que cumplen labores específicas. Alrededor de 12 personas conforman la directiva. Los cargos son: presidente, vicepresidente, tesorero, secretario y diversas secretarias. El trabajo de la directiva es complementado por los altareros, quienes son alrededor de 65 y los esperadores, que suman 120. Si alguien quiere llegar a ser altarero, tiene que solicitarlo con un año de anticipación. Los esperadores entregan frutas
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«Alrededor de 30 a 35 hombres cargan el anda más pesada de todos los recorridos, entre tres y cuatro toneladas le atribuye el director de los cargadores.» de sus huertos y obsequian limosna al paso. En cada espera se reza y el esperador invita algo ligero como chicha y sanguchitos. En cada altar se sirve usualmente sopa teóloga como plato de fondo. Los padrinos, miembros trascendentales y financieros de las festividades, complementan las ofrendas. Usualmente es una persona o una familia que ya ha hecho donaciones durante varios años. También hay padrinos debutantes, pero para serlo tienen que pedirlo desde el año anterior. Muchas veces las donaciones vienen del extranjero. Cuando es así, se coloca en en los arcos de fruta o en la vestimenta del santo banderitas con los colores de los países de donde procede la donación. Fiesta La procesión ya comenzó. San Isidro acaba de cruzar la Panamericana y varias cuadras después se detiene frente a la casa de los Ñique. Al cumplirse las Bodas de Plata de los enmascarados rojos y azules, ofrecen como regalo al santo un manto en agradecimiento a los favores brinda-
dos. Entre comparsas de la banda, cuetes y un tumulto de mocheros, los enmascarados continúan bailando con sus cascabeles y gritando “brrrrr” para el santo. En medio de la procesión, que se da en una de las principales vías del pequeño Moche, quieren pasar combis, los fieles desaprueban con frases como “Que falta de respeto”. Y siguen rezando frente al altar más grande de todo el recorrido de San Isidro, esta vez no solo tiene las mejores frutas, sino también vinos, duraznos en lata, gaseosas y hasta latas de cerveza. Los fuegos artificiales revientan en el cielo y el que los prende va fumando un cigarro, el mismo que le sirve para encender la mecha de los cuetes que salen volando en todas la direcciones. Ya anocheció y cierta claridad ilumina a San Isidro, es un gran foco ahorrador conectado a un motor que va en un mototaxi tras la procesión. Los cargadores se alistan y la gente aplaude al subir el anda en hombros. Alrededor de 30 a 35 hombres cargan el anda más pesada de todos los recorridos, entre tres y cuatro toneladas le atribuye el director de los cargadores. Avanzan, los enmascarados bailan y revientan ensordecedores cuetes. En una calle ancha llega el encuentro, San Isidro coincide con la patrona de Moche: Santa Lucía, se reza un Padre Nuestro y Ave María, y continúan. La
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procesión se encuentra a una cuadra de la Plaza de Armas, donde esperan muchos más que los que siguen las imágenes. De pronto, un castillo pequeño presto a ser prendido detiene la procesión de los dos santos. Lo encienden y los enmascarados bailan alrededor del castillo, entonces la escena se convierte en una especie de infierno ensordecedor en medio de la calle. «Un castillo pequeño, con base de triángulo con cinco pisos cuesta 500 soles. Los que están en la Plaza, uno de 10 y otro de seis pisos cuestan 1500 soles», comenta uno de los hermanos Castillo, encargado de armar cada carrizo y pólvora, y luego retirarlos luego del espectáculo. Algodones de azúcar, pop corn y manzanas dulces se venden como pan caliente, la banda continua tocando y la imagen de San Isidro se ubica al lado del estrado hecho para la verbena. Los castillos aún no están terminados, les agregan unos pisos más entre la algarabía de la fiesta. De pronto, el castillo se prende, los fuegos artificiales inician en el suelo y toda la gente corre, la policía trata de alejar a todos. Los cuetes salen en todas las direcciones y algunos chocan con la gente. Los regalos del santo Los regalos favoritos siempre son los arcos de fruta y obviamente, como manda la religión, una vida devota y casi sin pecados. “Desde que nacimos vimos la fiesta y su desarrollo, es casi genético”, comenta Carmen Rodríguez. Los mocheros llegan a San Isidro por sus padres, se vuelven devotos y a sus hijos también les heredan la tradición. Es la fiesta de Moche. «El patrono es bien milagroso, pero hay personas que no creen en sus milagros», comenta una de las señoras de la Hermandad. Así como hace milagros, el pueblo sabe que San Isidro reprende el mal. Tras el altar de San Isidro, la señora Amanda Gonzales está repartiendo frutas y detalla la experiencia de su padre: «Una vez mi papá no quiso aceptar ser padrino para el santo, mi mamá insistió en que no podíamos fallarle a San Isidro que tanto nos ayuda. Pero mi padre que ya había sido padrino varias veces, le dijo, nosotros ya hemos cumplido antes. Entonces llegó el día de la procesión. La mejor vaca que tenía se le murió justo cuando San Isidro llegó al altar del que mi padre iba a ser padrino». Otra de las advertencias es no se coger la fruta de San Isidro. Ahora entiendo porque los arcos quedan intactos durante cada procesión o visita, hasta ahora no he
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visto a nadie que coja una fruta, sino que esperan a que se reparta. A San Isidro le gusta compartir y ver que no hay necesidad, pero cuando se trata de quitarle su fruta hay que esperar una sanción. “Los que la cogen se lastiman, se caen, siempre les pasa algo”, explica la señora Carmen. Cuentan que un señor se robó un racimo de uvas una tarde, para la noche dio un mal paso y se cayó, se quebró el mismo brazo con el que cogió el racimo. Los enmascarados Una masa roja, azul y otra de colorines abren paso al anda del patrón en las calles mocheras. Los enmascarados bailan y azotan las pistas con sus sogas, sus cascabeles suenan en sus zapatillas multicolores y le añaden más sonido con su acompañamiento de torales y latas que tocan la más fuerte posible. Estos enmascarados son los diablos que se le presentan a San Isidro.
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Los diablos bailan en honor al santo desde 1965. «Siempre los abuelos, que eran agricultores, nos enseñaron la tradición: bailar enmascarados. Las generaciones de hoy somos diferentes, no nos dedicamos enteramente a la agricultura, pero conservamos la tradición», explica Jorge Sachún Asmat, capataz de los enmascarados rojos. Los danzantes comienzan cuando tienen entre 4 y 5 años. Los más antiguos enmascarados tienen más de 50. Su vestimenta consiste en es un polo y pantalón brillante, con sogas en las manos y las máscaras que se traen de Lima solo para estas fechas. A las 7 de la noche o bajo el ardiente sol de las 2 de la tarde tres bandas de enmascarados dedican sus bailes a San Isidro Labrador. Algunas personas los acompañan y de vez en cuando les proporcionan agua o gaseosa. La procesión Después de la misa inicia la marcha por un recorrido de arcos de fruta. El primer arco se encuentra a una cuadra de la Iglesia San Lucía. Allí San Isidro es recibido por los padrinos y se rezan un padre nuestro y un ave maría rápidamente. Los mocheros son hombres de grandes espaldas, fuertes manos, piel morena, de ceño fundido y trato amable. El sol quema y se refleja en el sudor de los cargadores, que cumplen las promesas hechas a su patrón. Los enmascarados bailan y bailan sin cesar. El gentío acompaña al santo y nadie quiere quedarse atrás. El tumulto es cada vez mayor, hay niños, jóvenes, muchas señoras, sus esposos y ancianos, familias enteras sumándose a la procesión. Seguimos avanzando y parece cada vez más difícil cargar a san Isidro en hombros. De pronto llegan más regalos: un bastón de madera por parte de los enmascarados y la fiesta continua con una especie de piñatas hecha de papel que simulan dos bueyes de tamaño real sobre las filas de los danzantes. Más adelante encontramos más arcos de fruta, cada vez más extrañas máscaras en los bailarines y un par de muñecos gigantes de largos brazos y sonrisa casi malévola. Se trata de una nueva ofrenda de otro grupo de enmascarados. Caen globos de las casas, así como pétalos de rosas. El recorrido ha sido largo y cansado y ya estamos llegando a la Plaza de Armas. Finalmente San Isidro entra a la Iglesia de Moche, las palmas no se hacen esperar. Allí permanecerá hasta el próximo año.
Escribe: Richard Licetti
CAUSA PERDIDA
Director de la Facultad de Comunicaciones (Cajamarca)
Resoluciones de fin de año Una costumbre extendida entre los gringos cada vez que llega un nuevo año es elaborar largas listas con deseos de todo orden prometiendo materializarlos. Las denominan resoluciones de año nuevo, e invocando el estoico espíritu de los pilgrims se proponen desde bajar diez, veinte y más libras hasta no cargar un centavo adicional en la pila de tarjetas de crédito que suelen utilizar. Aunque al final logren poco o nada de lo que se propusieron, el ejercicio es rescatable y pone a prueba la virtud de la tenacidad. Aplaudamos a los que la tienen. Pero tanto como las de inicio de año, un balance postrero bien vale la pena cuando la causa es legítima. Por ejemplo, la de animar un espíritu de enmienda reacio a reconocer la falta, pequeña o grande, haciendo del empeño sostenido la evidencia de que se busca corregir. También puede ser una ocasión para limar asperezas, invocar la paz o procurar cicatrizar heridas infligidas a menudo sin alevosía, pero dolorosas al fin. En la misma dirección, debiera darse paso a palabras no pronunciadas en su momento, sumando a este ofrecimiento el de despejar y mandar al olvido todas aquellas que nunca debieron decirse. De manera que guiado por un sincero espíritu conciliatorio, expongo en las siguientes líneas mis resoluciones de fin de año: La gente es como es. El llamado a una convivencia signada por la urbanidad es un contrasentido en esta dichosa tierra. ¿A quién le interesa tirar la basura en el basurero, liberar los esfínteres donde corresponde o dejar de emular los disparos salivales de una alpaca cuando hay cosas más urgentes? Divertirse hasta que el cuerpo aguante, divertirse nuevamente y divertirse otra vez, por ejemplo. Por ello, a riesgo de agravar la gastritis que me acompaña, declaro que todo intento civilizador será atajado por un suspiro hondo. Con fe, las cosas podrían cambiar en cien años. Nadine por siempre. Sus primeras apariciones durante la campaña del 2006 hacían prever su talante de generala. Su protagonismo en el 2011 lo confirmó. Ollanta después de todo es
comandante, y en retiro. No volveré a insistir en que la primera dama es quien manda en Palacio de Pizarro. Decirlo no supone ninguna novedad, y si además las habas que se cuecen en el Congreso prosperan, ¿alguien podrá dudar de que su campaña se intensificará? Será apenas un trámite formal, porque en el fondo la señora Heredia irá por la reelección. Redes sociales. “Si no estás en Facebook, no existes”, aseguran quienes cifran en la creación del señor Zuckerberg el instante de fama. Poseedor de una cuenta que debo al espíritu travieso de mi esposa, mi permanencia en esta abultada red podría ser no obstante cosa de horas. Han sido demasiadas capitulaciones ante la exposición complaciente, la cháchara anónima y los halagos fáciles. ¿Se puede vivir con la obligación de tener que abrir una página electrónica para enterarnos de la vida ajena? ¿Puede la expresión digital de un “me gusta el peinado con que te irás a dormir esta noche” o “el disfraz de ranger que acabas de comprarle a tu pequinés” conllevar efectos relajantes? ¿La aludida socialización cibernética es realmente socialización? Como no encuentro respuesta, pasaré. Además la sociedad secreta “Basta ya de fotos” no volverá a notificarme. Sencillamente me expulsará. Mascotas sorprendentes Esto empieza con Pepper I, cachorro border collie que irrumpió un buen día en el pequeño departamento de Denver sin advertencia previa. Los argumentos para que regresara por donde entró fueron vanos: no importaba si era perro de campo, si en algún momento terminaría tensionado por falta de espacio o si, dados los antecedentes de una vecina siberian husky de la misma edad, cualquier mañana se traía abajo las cortinas y arrancaba a mordiscos las alfombras. Pepper era la mascota que completaba la felicidad de Valeria y se quedaba. Semanas después, el nuevo inquilino acumulaba un prontuario de revistas devoradas, incisiones dentales en mesas y sillas y una biblia reducida a la mitad. No quedó más remedio que llevarlo a un hospicio y entregarlo en adopción. Ahora nos acompaña Pepper II, cruce de
samoyedo con labrador que ostenta una inmerecida fama de perro bravo, pues es capaz de darles la bienvenida incluso a los ladrones. También apareció de repente en la casa, moviendo la cola y marcando territorio a cada paso. Trasladarlo de Trujillo a Cajamarca fue una odisea. Y aquí sigue nueve años después, con la costumbre marginal de delimitar espacios por donde va. Hace dos años llegó Simba, un gato red tabby que maneja a su antojo a sus amas. Va y viene cuando quiere, duerme a pierna suelta el día entero, trae a sus conquistas a la casa y pone de vuelta y media a sus dueñas cuando tiene hambre. Pensé que con Pepper y Simba, que se tratan como perro y gato –ojeriza que demanda una alerta 24/7 para impedir que se encuentrenteníamos suficiente. Pero no. Hace unas semanas al volver a casa me salió al paso una pelotita negra que rodaba cuando apresuraba la marcha. Se trataba de una cachorra pastor alemán que ya tenía nombre: Sascha. Había quedado huérfana al nacer y Valeria y Mariana con corazón hospitalario se ofrecieron a brindarle cobijo. Desde entonces y mientras gana tamaño, he sugerido a mis hijas donar a Sascha al honorable cuerpo canino de la Policía Nacional. Otra propuesta fue la de ofrecerla a alguna persona carente de vista, dadas sus notables cualidades de lazarillo. Por último manifesté que podíamos enviarla al Polo Norte para que se incorpore al trineo de Papá Noel en caso de que le falle un reno. Por única respuesta he recibido entrecejos fruncidos y murmullos inquietantes. De modo que estando cerca la Navidad, temporada pacífica por antonomasia, resuelvo no volver a mortificar a mis hijas insinuándoles una y otra forma de deshacernos de Sascha. Pierdan cuidado, chicas: Sascha se queda. Por el tiempo que ustedes quieran y ella pueda acompañarlas. Diré por último que el recuerdo turbador de una nota de pie de página en el documento que firmé al entregar en adopción a Pepper I, que a la letra decía que sería dormido si nadie lo adoptaba en 60 días, tiene mucho que ver en esta promesa.
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Ricardo Moreno
Caテアoncillo, un paraテュso cercano Escribe: テ]gela Mariテアas
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Tenemos un paraíso en medio de esta civilización agitada. Se llama Cañoncillo. Es un bosque muy bien conservado en el que los visitantes pueden bañarse en su laguna o admirar embelesados la flora y la fauna a cambio de casi nada.
bicado en el distrito de San José, provincia de Pacasmayo, alcanzarlo es un viaje que incluye una vista hermosa. El trayecto empieza con la salida hacia Pacasmayo, de ahí, en colectivo, al pueblo de San José y de aquí a Tecapa, el pueblo en el que las personas han dejado sus casas para disfrutar del aire fresco de la calle. Los encontramos sentados compartiendo una gaseosa o una cerveza con los amigos. Disfrutan del aire, del sol, de estar juntos. De allí, ir hacia Cañoncillo toma solo 10 minutos. Cañoncillo es considerado un área de conservación privada. Recibe diariamente casi 200 visitantes entre estudiosos, escolares, personas que van de turismo, periodistas, fotógrafos boy scouts, etc. En la entrada el señor Roberto Ñol nos recibe en su escritorio hecho de totoras o de los productos que se encuentran en el bosque; lo acompaña Sarita, su bóxer blanca. Con ellos empezamos el recorrido. Roberto Ñol es el guardaparques principal de la zona y conoce todos los cabos del bosque cañoncillo. Nos invita a dar un paseo que vale dos soles, pero que trae muchas experiencias satisfactorias. Nuestro primer encuentro se da con un grupo de scouts, quienes, curtidos por los zancudos, intentan cocinar con el fuego que acaban de hacer, su ración de verduras y hot dogs para el arroz chaufa del día, que acompañarán con litros de agua. Los rodean carpas, agua, y el entusiasmo de convivir con la naturaleza. La Costa desértica se ve privilegiada por este bosque natural cuya principal fuente de dinero es la plantación y exportación de algarrobos. El algarrobo cubre
gran de la superficie del bosque. Los pobladores de Tecapa preparan la algarrobina y café de algarroba para las personas de la tercera edad, la cual es además alimento para el ganado. El bosque Cañoncillo alberga tres lagunas naturales: Gallinazo, Larga y Cañoncillo. En esta última, Sarita se sumerge y escapa del calor atosigante del lugar. Las lagunas han propiciado ecosistemas ricos en especies animales y vegetales. Ñol explica que muchas especies fueron traídas por los investigadores que eventualmente estudian y llevan el conteo de las especies que alberga este hábitat natural. Otras especies han migrado. «Mientras más departamentos se construyen, los animales migran en busca de hábitats naturales», por esta razón hay una cigüeña americana en el bosque. Elegante y distante como una señorita sobrada, no se deja fotografiar. El fotógrafo empedernido que la ve bella se acerca a tomarle una foto y esta escapa desdeñosa hacia el otro punto de tierra como se tratara de una isla para ella sola. Roberto camina con una botella llena de jugo. Conoce los puntos más importantes de cañoncillo y las rutas alterrnas. Algunas han sido señaladas con pequeños carteles escritos con plumón. Si durante la caminata le pica un zancudo, se lo saca con la mano y lo deja volar. Toma una oruga grande de color verde muy claro y me la enseña. Como ella existen muchas otras, dormidas o alimentándose de una planta parecida a la totora que esconde a la laguna que tiene nenúfares flotando. Explica que algunas especies no salen cuando ven a las personas, entre ellas están el zorro costeño, el añaz y la ardilla nuca blanca. Hay entre quince especies de aves como la paloma serrana, la cuculí, la tórtola, el chisco, el tordo, la putilla, el carpintero, la lechuza de los arenales, los patos, las gallaretas, el zam-
bullidor, el perico y la chilala ave que crea su nido con mucho esfuerzo. Combina el barro con agua y va construyendo un nido fuerte parecido a un iglú en miniatura. Cuenta que algunas aves le quitan su nido y colocan allí a sus pichones para que sobrevivan. Cañoncillo está en manos de 171 excooperativistas que ahora son dueños del bosque. Dueños millonarios de este paraíso escondido. Uno de ellos nos sorprende cuidando a su ganado. Tiene a su cargo 23 cebúes que nos observan desde el otro lado de la laguna. Están descansando. Parecen salidos de un cuadro. Al centro está el macho semental, lo rodean las hembras y otros machos de piel marrón y canela. El señor Cerdán Jara, hombre de campo, sabio y agradable, nos saluda con un movimiento de mano. Alegre, cuenta que lleva 60 años trabajando con bestias. Explica las diferencias entre tener un caballo albo 1, albo 2, albo 3 y albo 4. Los caballos que tienen el casco de la pata de olor diferente a los demás constituyen una especie extraña, ese es el albo uno. Así, albo dos es el que tiene dos patas de un color distinto, generalmente blancas y así sucesivamente hasta llegar al albo 4, que es el caballo común. Nos explica entre risas picaronas que el albo uno no debe venderse, porque es más hermoso que el caballo normal. El oasis de Cañoncillo está rodeado de dunas de formas caprichosas. En ellas se puede hacer sandboard. Los meses entre abril y diciembre son los más idóneos para practicar este deporte. Existe una rica fauna silvestre. Hay más de 5 especies de reptiles, entre ellas la lagartija y el cañán, que es el más representativo del lugar. Los guardaparques lo llevan en el logo de Cañoncillo impreso en camisetas y chalecos. Este vive escondido en huecos alrededor del algarrobo -25-
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Fotografía: Diego Torres
«El oasis de Cañoncillo está rodeado de dunas de for-
mas caprichosas. En ellas se puede hacer sandboard. Los meses entre abril y diciembre son los más idóneos para practicar este deporte.» y se alimenta de los frutos de este. Son comunes también la iguana y serpientes como la boa y el coral. El señor Cerdán cuenta que un día mientras descansaba bajo los árboles, una de boas le pasó por la barriga. “Me quedé quietecito y ella paso sobre mí. No me pasó nada”. Ella solo siguió su camino. Las personas que conviven en este ambiente natural están habituadas esta tipo de experiencias. Cuenta la historia que en una de las lagunas una turista estuvo a punto de ahogarse. Fue por culpa de “La Gringa”: una mujer muy blanca y con el cabello amarillo. Roberto nos cuenta la historian de la “Gringa” mientras admira la laguna y toma un sorbo de maracuyá que lleva en su botella blanca. «Esta Gringa les hace creer que ven algún ser querido que -26-
los llama y los obliga a cruzar la laguna, la cual es profunda». Los amigos de la turista la miraban y la veían adentrarse más y más. Corrieron a socorrerla y ella decía: «Mi abuela está ahí. Me está llamando». «¿Han traído su ropa de baño?», nos pregunta. Tenemos unas tremendas ganas de meternos al agua con el calor apremiante y la envidia nos corroe, ya que vemos cómo disfruta abrazada una pareja de amantes de la frescura y limpieza de la laguna. Atinamos a mojarnos los pies; le frescor inferior nos llega a todo el cuerpo. Es altamente recomendable que cuando visiten Cañoncillo lleven ropa de baño. Existe un plan de conservación realizado por el geógrafo Zaniel Novoa. Este incluye las áreas del bosque que pueden ser mejoradas así como el estudio de la fauna y flora del bosque. Ñol dice que
está esperando la llegada del segundo estudio y, según los datos que proporcione, podrán incluir botes flotantes y crear una señalética provechosa y aplicable a la zona. Además del establecimiento de un sistema de reserva de visitas para darse a basto con las guías a los visitantes. El plan incluye un pequeño restaurante a cargo de las amas de casa del pueblo de Tecapa. El señor Cerdán nos despide montado en uno de sus caballos, protegido del sol gracias a su sombrero campesino de alas anchas. Dejamos Cañoncillo con la sensación grata de haber conocido un paraje escondido. La naturaleza nos tiene preparados regalos cuyo precio es invaluable. Conservarlos será una misión importante para los guardaparques de Cañoncillo y sus campesinos, dueños millonarios de este paraíso norteño.
noviembre 2012 • díatreinta
LA VITAMINA
CREATIVA La hipocondría es una enfermedad mental que produce diversos trastornos físicos. La historia, el arte y la ciencia nos ofrecen ejemplos de personas extraordinarias que la padecieron. Esta es una invitación a conocer un poco más sobre seres humanos tan distintos como Darwin, Hitler y Wood Allen. Escribe: Kattia Quintanilla Castro
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Adivinanza Adivina adivinador, ¿qué tienen en común el hombre que postuló la teoría de la evolución de las especies, el autor de los 16 volúmenes de la obra En busca del tiempo perdido y un pintor frustrado que se convirtió en el gran dictador y genocida de Europa? Pistas 1. Sentir palpitaciones, molestias gástricas, dolores de cabeza y síntomas de gripe o asma. 2. Necesidad de visitar constantemente a un doctor, si es que no se tiene a uno personal, y culparlo por la ineficacia del tratamiento. 3. Ser dependiente de un sinfín de píldoras, sufrir de fatiga, depresión y ansiedad. Respuesta Hipocondría. Charles Darwin la padecía desde joven; hacía que se sintiera “apagado, torpe y viejo”. Desde antes de comenzar su viaje alrededor del mundo sentía un dolor en las manos al que nadie encontraba razón y le preocupaba el tamaño de su nariz.
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Por su lado, después de quedar huérfano de padre y madre Marcel Proust comenzó a sufrir de esta enfermedad. Los ruidos de la calle, el polen y hasta la luz del día lo irritaban. Para evitar la bulla cubrió de corcho las paredes de su habitación y para impedir la entrada de la luz cubrió de celosías las ventanas. El caso de Adolf Hitler es un poco más complicado. Teniendo en cuenta que estaba creando una nación de “súper hombres” no podía mostrarse afectado. En sus propias palabras: “No puedo permitirme el lujo de que me consideren un enfermo, eso debilitaría mi posición política”. La verdad es que padecía de dolores de estómago, estreñimiento, gases, insomnio y, posiblemente como consecuencia de lo anterior, trastornos cardiacos. A veces dejaba sin terminar importantes reuniones en las que se decidía el futuro de Alemania y Europa, según las memorias de Albert Speer, el arquitecto, ministro y amigo de Hitler. Una enfermedad imaginaria La hipocondría es una enfermedad en la que el paciente cree de forma infundamentada que padece de un problema físico, por lo cual va de un médico a otro (“doctor shopping”) y rehúsa de la asistencia de un especialista en Salud Mental, afirma el médico psiquiatra Luis Mariani, Presidente de la Asociación Latinoamericana de Psiquiatría y Psicología Clínica. Los hipocondríacos llegan al punto de creer que van a morir a causa de su malestar. Según Mariani, dos tercios de ellos sufren de otros desordenes psiquiátricos, y hay estudios que sugieren que, el 40% sufre de depresiones profundas, del 10% al 20% tiene desórdenes de pánico y entre 5% y 10% presenta desórdenes obsesivo-compulsivo. De los griegos a… Los antiguos griegos ya utilizaban el término hipocondría para describir los síntomas de malestar digestivo combinados con melancolía, que creían proveniente del hipocondrio, región situada bajo la caja torácica que incluye: el hígado, la vesícula biliar, el estómago y el bazo. … la Edad Media más un siglo Esa definición se mantiene en Anatomía de la melancolía de Robert Burton, publicado en 1621. El escritor y clérigo inglés menciona en el capítulo sobre los Síntomas de la melancolía hipocondríaca
flatulenta algunos síntomas como: “eructos, fiebre intestinal, flatulencia y retortijones, dolor abdominal y estomacal”. Además se podía padecer de terrores y angustias o imaginar que se era invadido por una rana o serpiente. A vísperas de la Primera Revolución Industria la fórmula: síntomas físicos + psicológicos = hipocondría, ya estaba establecida entre los escritores médicos. En 1733 George Cheyne escribe The English Malady donde describe una forma particular de hipocondría: el spleen (o enfermedad inglesa), que afecta a los ricos ingleses desocupados y les causa hipersensibilidad.
«La hipocondría es una enfermedad en la que el paciente cree de forma infundamentada que padece de un problema físico» Cuando reinaba Victoria Durante la época victoriana, aún se definía la hipocondría como una enfermedad real, no como el temor a padecerla. En esos años se comienza a notar una relación entre la hipocondría y la necesidad de la reclusión creativa, como en el caso de Charlotte Brontë. La autora de Jane Eyre explicaba a través de sus personajes los síntomas que ella misma padecía durante su época de profesora. En Jane Eyre su personaje Lucy Snowe sucumbe al “más extraño de los espectros de la hipocondría” al quedar descubiertos sus deseo ocultos. Brontë se refiere así a una mezcla debilitadora de desesperación y pánico, algo muy parecido a una crisis. En Estados Unidos, Edgar Allan Poe describe a Roderick Usher, personaje de La caída de la casa Usher, como un hipocondriaco crónico susceptible hasta a los más mínimos sonidos, sabores y sensaciones, “hasta el aire de su vetusta mansión le parece maligno y horriblemente animado”. En términos freudianos A pesar de que el fundador del psicoanálisis no escribió mucho sobre el tema, planteó algunas ideas interesantes. Por
ejemplo en 1877 en una carta a Wilhelm Fliess, Freud afirma vagamente que la hipocondría era solo un síntoma asociado a la neurastenia (trastorno caracterizado por un cansancio inexplicable que aparece después de realizar un esfuerzo mental). En 1895 sugiere que esta tiene un origen sexual y quince años después la define como “el estado de enamoramiento de la propia enfermedad”, al mismo tiempo admite que el tema todavía era objeto de suposiciones. El caso que más llama la atención a Freud es el de Daniel Paul Schreber, un juez alemán, que en su libro autobiográfico Memorias de mi enfermedad describe sus síntomas; su mente estaba llena de ideas fantásticas, como que: se estaba convirtiendo en mujer, habían hombrecitos colonizando su cabeza y se le había extirpado el estómago. Su situación era la de un extremo de la aflicción hipocondriaca. En el siglo XX Andy Warhol, pionero del Pop Art comenzó a padecer de hipocondría después de que lo intentaran matar en 1968. La caída de pelo y las afecciones en la piel eran síntomas de cáncer, tumores o VIH. El cineasta Woody Allen que alguna vez afirmó: “La gente cree que soy un hipocondriaco, pero no lo soy. Un hipocondriaco es alguien que cree que está enfermo. Y yo lo que en realidad soy es un alarmista. Si me hago un corte en el dedo, pienso que va a ser algo terrible, que voy a tener un cáncer o un infarto, pero lo cierto es que tengo una herida de verdad en el dedo”. Su negación es al mismo tiempo una afirmación, que incluye todos los requisitos para considerarlo hipocondriaco. La cura A pesar de que ya existen estudios y tratamientos para la hipocondría esta es una enfermedad que sigue afectando a muchas personas en todo el mundo. Aunque la gente esté mejor informada y tenga las herramientas necesarias para mantenerse bien de salud sigue dejándose llevar por su imaginación. Quizás en la Edad Media la causa de la hipocondría fue el miedo a la peste negra, hoy en día puede ser el temor a la gripe A1H1N1, mañana, ¿cuál será la enfermedad imaginada que nos llenará de pánico y quizás de un poco de creatividad?
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LAZOS SANGUÍNEOS ¿Qué significa donar sangre en un país que necesita 600 mil unidades de líquido vital para abastecerse? ¿Sabías que por cada unidad de sangre que donas puedes salvar hasta a tres personas diferentes? Escribe: Ana Rita Cabeza
Todo inicia con una aguja, un tubo de 15 centímetros y una bolsa transparente con capacidad para 450 mililitros. En algunos casos, estos instrumentos van acompañados de una amable sonrisa y frases al estilo de: “Tranquilo, relájese. Mire hacia otro lado, por favor. No dolerá”. A continuación, la aguja ingresa a la vena de uno de tus brazos y durante 10 minutos, aproximadamente, la sangre que ha estado oxigenando tus órganos empieza a recorrer el tubo de 15 centímetros hasta llegar a la bolsa que yace meciéndose de un lado a otro sobre una pequeña balanza, la cual va calculando la cantidad de ese líquido rojo tan vital y escaso.
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DATOS A TENER EN CUENTA: - Para donar sangre debes tener más de 18 años, buena salud y pesar al menos 54 kilos. - Quienes tengan tatuajes o piercings y ya haya pasado un año de su realización, están en condiciones de donar sangre como cualquier otra persona. - 42 días es el tiempo que la sangre puede permanecer almacenada. - Cada unidad de sangre puede salvar hasta tres vidas pues la sangre es dividida en: glóbulos rojos, plasma y plaquetas. El 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre.
“La sangre, es ese líquido viscoso que transita, por cada una de las venas y arterias que recorren nuestro cuerpo llevando los elementos necesarios para proporcionar vida”, piensa Chris Gardner, interpretado por Will Smith en el filme “The pursuit of Happyness” mientras se acomoda la camisa. A continuación pasa por caja, recoge su pago y sale. Es así como consigue algo de dinero para dar comida y techo a su hijo. Si bien es cierto, su motivación era el bienestar de su hijo, este acto podría estar salvando la vida de hasta tres personas. ¿Qué significa donar sangre? Nuestro país necesita aproximadamente 600 mil unidades de sangre al año para abastecerse. En otras palabras, para salvar la vida de personas que padecen alguna enfermedad o han sido víctimas de algún accidente de tránsito. Desafortunadamente el panorama no es tan alentador, pues somos el último país latinoamericano en donación voluntaria de sangre. Es en este contexto que debemos preguntarnos siempre: ¿qué significa donar sangre? Donar, al tratarse de una persona viva, significa ceder voluntariamente sangre o algún órgano con destino a personas que lo necesitan. Donar es ayudar. Hay múltiples situaciones que surgen alrededor de este acto altruista. Marcela se ubica en la camilla. La enfermera procede a prepararse. De pronto, Marcela se lamenta de dolor. “Ya, ya señora. No se queje tanto que asusta a mis pacientes, creerán que la estoy matando”, bromea la enfermera. Marcela asiente. Es una mujer de unos 35 años quien, como muchos, ha acudido a donar ante el pe-
«Donar, al tratarse de una persona viva, significa ceder voluntariamente sangre o algún órgano con destino a personas que lo necesitan.» dido de un familiar. No obstante, el caso de Marcela es peculiar, es la primera vez que dona y está allí, con una aguja en el brazo extrayéndole 450 mililitros de sangre, para ayudar a la ex mujer de su esposo. “No me voy a negar. Yo no tengo nada contra ella, lo necesita y además, mi marido me lo pidió”, dice Marcela ya más tranquila. Al salir de la sala de donación su esposo la espera con un abrigo en el brazo y una botella de agua mineral. Marcela se acerca, bebe un poco de agua y se despide con un movimiento de mano. Como ella, al menos 20 personas donarán sangre ese día en el hospital de EsSalud, Víctor Lazarte Echegaray, cada una con sus propias motivaciones. Caso totalmente opuesto es el de Pedro, un paciente con insuficiencia renal, quien debe ser dializado tres veces por semana. Hasta la fecha, este hombre de 55 años ha sido desahuciado en tres ocasiones. Hoy se encuentra recuperándose de una crisis y como las dos anteriores, su mejor arma para seguir luchando por vivir han sido dos unidades de sangre. Ninguna de ellas donadas por su esposa o hijos. Hasta ahora lo han ayudado sus hermanos, sobrinos y amigos de la familia pero nunca sus hijos. Siempre hubo alguna ex-
cusa, Pedro trata de justificarlos diciendo que “uno es muy joven, otro es enfermizo y el otro está fuera de la ciudad”. Eso sí, agradece a quienes lo han apoyado. “Con esta enfermedad las anemias son cosas del día a día”, agrega. Por fortuna su grupo sanguíneo es O Rh+, el más común. La situación de Julio es diferente. Lucha a diario por expulsar al cáncer que ataca sus pulmones. En los últimos seis meses ha necesitado de cuatro unidades de sangre para seguir su tratamiento. Sin embargo, su grupo sanguíneo es O Rh- y la situación se complica. “Los conocidos son muchos y hemos logrado contactarnos con una chica que ya nos ha ayudado dos veces y hasta ahora no lo conoce”, declara Doris, su esposa. Solo el 2% de la población tiene el factor Rh- en Perú. Es por esto que hace 11 años se fundó el Club RH Negativo, una asociación sin ánimo de lucro que reúne a personas con factor negativo para que se puedan ayudar entre ellas. Asimismo, existe la Comunidad de Donantes de Sangre cuyo objetivo es socorrer a quienes necesitan de un donante. También existen casos de personas como Manfred de 33 años, él ha donado cuatro veces y ahora ha pasado de donante a receptor. Está recibiendo la ayuda de amigos pues sufre de PLAQUETOPENIA, descenso del número de plaquetas, y ha necesitado de tres donantes para controlar su enfermedad. Ya sea para un amigo, un familiar, un desconocido o incluso para la ex mujer de tu esposo, donar sangre debe ser un acto altruista, excelso. Debe ser un dar sin esperar recibir.
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EL MAESTRO
CHÁVEZ Escribe: Yulissa Tafur Fotografías: Omar Miñano
Gerardo Chávez supo desde niño que su vocación era pintar, y es seguro que no se equivocó. De niño soñaba con ser artista de circo y marcharse de Paiján. Con los años, llegó a la condición de artista y se marchó Europa, de donde regresó convertido en un verdadero maestro.
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Desde el 20 de enero del 2012, se siente un aire diferente en el Museo de Arte Moderno de Trujillo. Varios dibujos, lienzos, pinturas y dos impresionantes esculturas se exhiben en el recinto. Al ingresar se respira un aire surrealista, mágico, onírico y, algunas veces, fantasmagórico que se ve reflejado en las formas, colores, personajes de las casi 80 obras de arte que se imponen ante el paso de los visitantes. “La creación del nuevo hombre”, “Pájaro rebelde”, “El otro ekeko”, “Metamorfosis del agua”, “Depuis longtemps” son solo algunos de los nombres que dan vida a esta muestra antológica. Comienzo difícil La ciudad de Paiján fue el lugar donde nació Gerardo Chávez López. Ocurrió un 16 de noviembre de 1937. El pintor no nació en cuna de oro y perteneció a una familia modesta. La carencia material no fue tampoco el único obstáculo por el que pasó. Cuando tenía cinco años, su madre falleció y su familia se disperso por distintos lugares. Él tuvo que irse a vivir con su padre y su nueva pareja, mientras que sus hermanos mayores, entre ellos su futuro maestro Ángel, decidieron independizarse e irse por otros rumbos. La situación económica no mejoró y Gerardo trabajó en la venta de helados y raspadillas para obtener un poco más de recursos ante la precaria vida que le ofrecía su padre. Soñaba con ser artista de circo y no veía la hora de irse de Paiján. El niño Gerardo descubrió su amor por la pintura como jugando. El afán de conseguir una propina extra lo llevó a comprarse unas latas de pintura las cuales usó para pintar puertas. Un día, mientras hacía su labor durante una fiesta del pueblo, una señora se le acercó y le dijo que algún día sería un gran escultor. Al escuchar estas palabras, su vida tomaría un rumbo definitivo. La curiosidad del niño hizo que averiguara el significado de ese desconocido término. En el diccionario vio figuras de Miguel Ángel y ante el interés que le suscitaron empezó a dibujar y pintar personajes. Desde ese entonces, supo que quería ser pintor y sabía que en algunos años partiría a Europa para desarrollar su carrera. El reencuentro decisivo Apenas se enteró de que uno de
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sus hermanos era un conocido pintor en Lima, Gerardo Chávez decidió que esta ciudad sería su próximo paradero. Y así fue. Se reencontró con Ángel, quien fue su guía y motivación para afianzar su vocación al arte. Su hermano le dio el estímulo para estudiar y es así que ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Lima, en donde desarrolló sus dotes artísticas y fue uno de los mejores desde el principio, ya que estuvo becado gracias al éxito en su examen de ingreso. Ángel y Gerardo tienen un estilo distinto, pero sin duda alguna el hermano mayor influenció muchísimo en la vida del creador del complejo cultural “Angelmira”. El mismo Gerardo admitió que su hermano era más talentoso que él. «Lo que a mí me costaba un largo padecimiento, a él le surgía en la tela con soltura y naturalidad», confesó en una entrevista. Con el paso de los años, los hermanos se separaron nuevamente. Gerardo se graduó en 1959 y tenía un trabajo al lado de su hermano y era destacado, pero creía que la Capital de los Reyes no le ofrecía oportunidades más allá de las que hacer retratos o pintar casas. En esos momentos, odiaba a su país, pensaba en irse y no regresar jamás. En 1960 viajó a Florencia, en donde comenzó a sacar a flote su carrera artística. «Los primeros años en Europa fueron duros, pero era consciente de que no quería regresar al Perú. Una galería en Italia me compraba siete cuadros mensuales y me pagaba cien dólares mensuales. Con ese poco dinero vivíamos mi mujer y yo, quien estaba embarazada de mi primer hijo», confesó el pintor en una entrevista a RPP. Es entonces cuando aparece una de las personas más influyentes en la vida y obra del autor: su gran amigo Roberto Matta. El pintor chileno le propuso ir a París; sin embargo, Chávez no contaba con los medios necesarios para embarcarse en la aventura: «Yo le confesé a Matta que no tenía el dinero suficiente, pero él insistió y me facilitó los recursos para viajar. Tenía 23 años y viajé a Francia una semana después de que mi mujer diera a luz. Fue una total irresponsabilidad de mi parte». En París descubre los grandes museos y artistas como El Bosco o Brue-
guel. Asimismo, fue el lugar en donde se abrió camino a pesar de las dificultades y vivió diversas anécdotas como cuando aprendió a hablar francés. «El idioma lo aprendí en la cama, junto a muchas señoritas a las que seducía con la guitarra que llevaba a las fiestas donde era invitado», afirmó hace un tiempo. En los años 70, se interesa por conocer el arte primitivo. Esta consigna lo llevó a visitar las cuevas de Altamira en España, Tassili en Argelia y la Isla de Pascua en Chile. A pesar de esta influencia y la del surrealismo, Chávez considera que ha ido más allá y que no busca encasillarse en una escuela o corriente: «No fue mi intención pertenecer a un “ismo” que me clasificara y que me tuviera eternamente con esa etiqueta de surrealismo. Sin embargo, lo acepto como una especie de mamá, como una raíz». El brochazo del éxito El ascenso de Chávez empezó en el momento que realizó su primera exposición en París en 1968. Ya lleva más de 50 años viviendo en la ciudad luz. Claro está que alternó su estadía con viajes alrededor del mundo y, por supuesto, a su tierra natal. En ese lapso de tiempo su carrera se ha consolidado y se han realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas de su obra. Una de las más recordadas por el artista es la retrospectiva que se hizo en 1980 en el Museo Italiano de Lima. Allí se exhibieron más de 160 piezas junto a cuadros de otros cinco pintores que lo habían inspirado, incluyendo a su hermano Ángel. Sin duda, Gerardo Chávez es uno de los grandes personajes de nuestro país. Y es que los lienzos del artista, nos llevan a preguntarnos en qué se inspiró; como así voló su imaginación; qué se esconde detrás de esa figura, de esa forma. Nos incita a ser curiosos. Él ha dicho que «la pintura para ser universal debe inquietarnos, es decir, debemos preguntarnos sobre ella». A pesar de haber recibido diversos homenajes por su trayectoria, el pintor de Paiján afirma que no le gustan este tipo de cosas. Considera que son superficiales y piensa que su gran medalla ha sido su profesión. La intimidad del pintor Gerardo Chávez perteneció a una
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familia modesta, por este motivo nunca tuvo la posibilidad de con los juguetes que tanto anhelaba. Por esto, quiso crear un espacio para cumplir su sueño y, además, mostrar a las personas el valor de los juguetes. Ese lugar es el Museo del Juguete de Trujillo, inaugurado en el 2001 Wilder Vera, encargado del lugar, confiesa que conoce al pintor desde hace 23 años aproximadamente y que estuvo con él desde el inicio del desarrollo del museo. «El proyecto empezó hace 20 años cuando el maestro Gerardo Chávez compró la casona en donde se ubica el museo y se inició su restauración. En ese tiempo, él ya tenía la idea de construir un lugar dedicado a los juguetes», nos dice Wilder Vera. Agrega que el pintor siempre ha sido una persona que se preocupa por promocionar la cultura de su país, apuesta por él y por esto desarrolla espacios como el Museo del Juguete o el Museo de Arte Moderno. «A nivel personal creo que una de las características que mejor lo define es la filantropía. El maestro es una persona desprendida, que quiere aportar al país el talento que la vida le ha dado», dice a manera de halago Wilder Vera. En cuanto al aspecto laboral, Vera menciona que la exigencia, la disciplina, la paciencia y la perseverancia son rasgos que definen al pintor como empleador. Y es que llevar 23 años junto a Chávez, ha hecho que no solo Wilder lo considere un amigo, sino también un padre que le ha enseñado muchas cosas de la vida. Todo artista también tiene un lado familiar. Según Wilder, el maestro es una persona consentidora con sus hijos y nietos. «Su familia es primordial para él. Además, es íntegro y lo que refleja en el lado cultural también lo hace en el lado personal. Es alguien serio y con un gran sentido de responsabilidad», concluye. “El Guardián” es una escultura que se muestra imponente en una de las entradas a la muestra en el Museo de Arte Moderno. Asusta, emociona, nos cuestiona, pero sobre todo nos enseña solo una parte de la genialidad de una obra y de un maestro que, a pesar de las dificultades y trabas, logró desarrollar su arte y convertirlo en un deleite para los ojos.
«El niño Gerardo descubrió su amor por la pintura como jugando. El afán de conseguir una propina extra lo llevó a comprarse unas latas de pintura las cuales usó para pintar puertas.»
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