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CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Flora y Vegetación arvense y ruderal de la provincia de Huesca Mario SANZ ELORZA (2009)
pocos estudios se ha realizado sobre este aspecto de la flora con criterio botánico riguroso, defecto del que adolecen bastantes trabajos de tipo agronómico o melherbológico. Apenas podemos citar el realizado por PUJADAS (1986) para la provincia de Córdoba, o el publicado por DANA & al. (1999) para la ciudad de Almería. El olvido o menosprecio de estas plantas por parte de los botánicos ya ha sido denunciado alguna vez. Así por ejemplo, ANDERSON (1982) lamentaba el superior conocimiento que a menudo se tiene sobre especies raras o endémicas de áreas remotas frente al de aquéllas que habitan en los lugares más próximos a donde se desarrolla la actividad humana. Incluso dentro del conocimiento florístico general, ha existido una notable ignorancia en lo que concierne a las malas hierbas, de la que no se salvan las áreas templadas, mejor conocidas florísticamente (Mc NEILL, 1976). Como testimonio del interés que merece el estudio de estas especies basten las siguientes líneas escritas por O. BOLÒS (1962): “... si el botánico explorador clásico no se interesaba apenas por las vulgares hierbas de los suburbios y de los campos de cultivo, hay que reconocer que, en la actualidad, en países bien estudiados, estos lugares son los únicos en que pueden hacerse descubrimientos extraordinarios”. Esto último en clara alusión al neofitismo. La misma lectura puede hacerse del escaso material depositado en los herbarios correspondiente a especies ruderales y arvenses. Por ejemplo, en el herbario MA (Real Jardín Botánico de Madrid) existen muchos más pliegos de la endémica y estenócora Viola cazorlensis que de la común y ubiquista Hordeum murinum (VELAYOS, com. pers.).
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En lo que respecta al conocimiento florístico de la provincia de Huesca, el territorio de la mitad septentrional, correspondiente al Pirineo y Prepirineo, puede considerarse en general relativamente bien estudiado (FDEZ.-GALIANO, 1974) dentro del conjunto de España, gracias, básicamente, al trabajo desarrollado por los investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca. No puede decirse lo mismo de las tierras áridas de la mitad sur de la provincia, pertenecientes a la Depresión del Ebro, en las que las exploraciones y estudios botánicos han sido mucho más escasos y parciales, disponiéndose tan sólo del trabajo de BRAUNBLANQUET & O. BOLÒS (1957), pese a los 43 años que han transcurrido desde su publicación, como única obra de carácter general con cobertura superficial amplia.
En el aspecto agronómico y de gestión ambiental, para poder controlar las malas hierbas que merman el rendimiento de los cultivos, o bien ocupan las vías de comunicación, las conducciones hidráulicas, los monumentos históricos, etc. así como para prevenir y combatir invasiones de especies alóctonas que compiten con la flora autóctona produciendo indeseables efectos sobre la biodiversidad (SANZ-ELORZA & SOBRINO, 1999; SOBRINO & al., 1999), lo primero de todo es conocer de qué especies se trata. Como señala ELLIOT (1972), el primer paso es la identificación, el segundo conocer la Biología de las malas hierbas y el tercero estudiar su autoecología y su interacción con el cultivo. Para MONTEGUT (1974), el conocimiento de las especies de malas hierbas no debe detenerse una vez conocidas las más dominantes y perjudiciales, sino que debe profundizar en el conjunto de la flora arvense, dada su continua evolución, en particular bajo los efectos de los herbicidas.
La presente tesis doctoral trata de complementar el conocimiento florístico de la provincia Huesca en sus dos aspectos más oscuros, tal y como se ha expuesto, que son, por una parte el de la flora de ecología ruderal y arvense, y por otra, a la existencia de un desequilibrio espacial en lo concerniente a la exhaustividad del estudio botánico entre la zona pirenaica y la