por José María Picón parga paz
in tro duc c ió n
“Todo depende del contexto: no sólo miramos de forma distinta, también entendemos de forma distinta el helicóptero Bell-47D1 en un hangar, que colgado del techo del MoMa. Desde siempre el arte se ha colocado en un pedestal, real o figurado, para sumar carga simbólica al valor que tiene per se. Desde hace ya un siglo, con Duchamp y sus Ready mades, es el artista el que otorga el carácter sagrado al objeto, el que le otorga significado artístico igual que Dios otorga vida con la punta de su dedo a Adán. Sumemos otra idea: cincuenta años después, Andy Warhol entiende perfectamente ese concepto y lo integra en la sociedad que le –y nos- tocó vivir: la del hiperconsumo. La repetición maquinal se convierte en arte, y es difícil distinguir una Obra de Arte (así, con mayúsculas) de una reproducción sin valor. De nuevo, el contexto: la Obra está colgada en las paredes del museo, la copia está en la tienda del museo. La diferencia, dos o tres millones de dólares y un par de minutos de tu tiempo. En una época donde la sección del museo que más visitas recibe es la tienda, ¿dónde el museo deja de ser museo y se convierte en tienda? La realidad crea hipervínculos, quiebros inesperados, sorpresas a la vuelta de la esquina. Hace dos mil quinientos años los eleáticos ya se preguntaban cuándo algo deja de ser lo que es y se convierte en otra cosa. Hoy en día los textos han dejado de leerse de forma lineal, la realidad ha dejado de ser unidireccional. No sólo la física, las ciencias económicas también han difuminado los márgenes, diluido las fronteras. Que la realidad se haya vuelto difusa, sin embargo, no quiere decir que ya no sean necesarios los mapas; de hecho, nunca han sido tan necesarios. Como en los mapas, la realidad está llenándose de carteles y anuncios, flechas y códigos de colores que te indican dónde estás y qué estás contemplando. Está usted en un mirador,
está usted ante un monumento histórico, en esta casa vivió fulano de tal, está usted ante una obra de arte… La realidad ya no se entiende sin nota explicativa a pié de página: bienvenidos a la hiperrealidad. ¿Tiene el Arte que estar en un museo o en una galería para que lo entendamos como tal? Yo creo que no, José María Picón Paz y José María Picón Parga, tampoco. Su reto: que te detengas a ver estas Obras, que le dediques un par de minutos de tu tiempo. El arte, además de un objeto estético, de un cuerpo significante, ha de ser también un juego: un juego entre la forma y el fondo, entre el artista y el espectador. José María Picón Paz y José María Picón Parga nos ofrecen aquí un juego de cajas chinas, un doble marco. Descontextualizan sus piezas, que te asaltan a la vista con premeditación, mientras estás con la guardia baja, y descontextualizan el objeto representado. Estas instalaciones nos asaltan en un escaparate, esto es, en un mundo intermedio, en un no lugar, que diría Marc Augé. Igual que en matemáticas, donde el producto de dos negaciones da un resultado positivo, aquí la suma de dos enigmas da como resultado una certeza. El espectador se siente interrogado, lo cual es una buena señal: estas piezas le hacen pensar, le hacen dudar, y por último, le hacen tomar una decisión al respecto. No pueden permanecer impasibles: no pueden dejar de verlas. Estas fotos son su propio cartel, su propio hipervínculo, su propio código explicativo. Estas fotos te están diciendo que te detengas y les dediques un par de minutos de tu tiempo.”
por Toni Bascoy
bio gra fía s
José María Picón Paz Vive en el mejor barrio de Santiago D.C. (o eso cree él), y complementa su abultado sueldo con timbas de póker. Nacido en una familia con tradición artística, signifique lo que signifique eso. Desde pequeño quiso ser dibujante, pero con los años fue perdiendo habilidades manuales y ganando en pragmatismo: comprendió que la fotografía y el diseño manchaban menos. Un día tuvo una epifanía en el supermercado al comprender que las portadas de los discos y libros las diseñaba alguien, y encima cobraba por ello. Decidió que él también podía hacerlo (cobrar, lo otro ya lo sabía) y en eso anda, pobre diablo. Está perfeccionando su inglés para escribir su autobiografía, ya apalabrada con Random House. Además está pensando en hacer cosas más interesantes, pero todavía no se le han ocurrido.
José María Picón Parga Nació en Compostela el siglo pasado (si echan cuentas, no es tan impresionante como suena), y para dar tanta guerra, paradójicamente nació un día de la Paz (igual que gente tan insigne y prestigiosa como Roosevelt o el Príncipe Felipe). Durante sus primeros años empleó sus horas en actividades tan productivas como ser monaguillo o aprenderse los nombres de los Reyes Godos (de los que aún se acuerda de vez en cuando). Su abuelo y su padre fueron imagineros, pero cuando le llegó el turno de salir de casa y buscarse trabajo, comprendió que el escaparatismo era lo suyo, ya que, gracias a Dios, no tiene claustrofobia. Además, es un trabajo para el que ha demostrado estar sobradamente cualificado.
lo ca liza c ió n
TEJIDOS LÚA
Rúa de San Pedro, 3
NAIPE
Rúa de San Pedro, 14
CRISMAR
Rúa do Preguntoiro, 18
JUAMPE
Rúa das Orfas, 22
CAROLA
Rúa do Hórreo, 21
COSMOS
Rúa da República Arxentina, 14
o bra s
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en CAROLA
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en JUAMPE
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en JUAMPE
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en COSMOS
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en COSMOS
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en COSMOS
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Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en CRISMAR
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Hahnemühle 42x29,7cm Expuesto en TEJIDOS LÚA
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Hahnemühle 42x29,7cm Expuesto en TEJIDOS LÚA
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DS#010
Hahnem端hle 42x29,7cm Expuesto en CAROLA
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