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Recomendación literaria
La necesidad de Sarmiento por llamar la atención
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Lic. Jean Carlos Sánchez Cacay
Ahora he terminado de leer Recuerdos de Provincia, de Domingo Faustino Sarmiento, quien es más conocido por su obra Facundo (un dictador argentino). Quisiera soltar algunas ideas en torno a la lectura y para empezar están los juicios que sobre el libro han hecho personajes ilustres. Por ejemplo, Lugones decía que este libro, junto a Facundo, era << la tentativa lograda de hacer literatura argentina>> , y que con esto Sarmiento hace patria porque busca la materialización de los significados de una república que apenas se está configurando. Menéndez y Pelayo califica su escritura, en buena intención, de << selvática, arrogante y apasionada>> . Borges, el dios de la literatura argentina, decía que Sarmiento se hace a partir de este libro, un dato que parecería muy borgeano, pero más adelante explico la necesidad del autor por llamar la atención. En fin, son muchos los comentarios que escritores y críticos respetables han hecho sobre este libro, y he seleccionado algunos para hacer esta sugerencia. Más allá del valor literario, filosófico y político que tiene Domingo Faustino Sarmiento este libro pretende ser una especie de autobiografía. Algunos en su tiempo lo acusaron de querer llamar la atención con este libro, y en realidad el mismo autor lo dice en sus páginas: << Tenemos decididamente una necesidad de llamar la atención sobre nosotros mismos, que hace a los que no pueden más de viejos, rudos y pobres hacerse brujos; a los osados sin capacidad, volverse tiranos crueles; y a mí (…) el estar escribiendo estas páginas>> . Pues bien, aunque no sea un libro que tenga actualidad, se disfruta el estilo literario de Sarmiento y algunas de sus ideas en la educación.
Es interesante que entre las preocupaciones que tenía Domingo Faustino Sarmiento estén no sólo el tema de la educación y la política, sino también el de la prensa. Bueno, habría que analizar si precisamente por sus ideas políticas tuvo interés también en la prensa. Como buen activista, para usar un término actual, fundó El Zonda. Sin embargo, sus ideas sobre el rol de la prensa hacen pensar, por contexto, en una transformación sustancial de la comunicación, veamos lo que nos dice: <<(...) son raros los casos en los que un escritor puede imprimir en una sociedad su pensamiento propio, pero es condición de la prensa tomar de la sociedad las ideas que están en germen e incubarlas, animarlas, y allanarles el camino para que marchen>> . Sin duda la intención es profundizar el rol de la prensa. Pero para nuestros días la situación cambia con cierto dramatismo, porque el mismo Sarmiento decía que los redactores de los diarios poderosos debían convertir a ciertas ideas en preocupación pública, y ese rol que se le ha dado a la prensa ha terminado por convertirla en una herramienta política al servicio de quien la pueda pagar. Estas ideas de Sarmiento son válidas para la época, una época en la que la idea de República aún era muy reciente en nuestros territorios. Una época en la que muchos aún no eran considerados ciudadanos, aunque tratara este autor respetadísimo de importar ideas innovadoras. La educación y la política fueron sus principales objetivos, al igual que los sería de otro de los grandes maestros de América Latina: Paulo Freire, y la prensa debería ser un apoyo para que estos ideales puedan concretarse en nombre de una mejor civilización. Este término, civilización, no es puesto al azar, sólo recordemos Facundo, la obra cumbre del autor argentino que ahora nos ocupa. Otra de las ideas que Sarmiento manifiesta en esta autobiografía es la siguiente: "Rosas (otro dictador argentino) teme más a un libro que a una conspiración. La conspiración puede ser ahogada en sangre; pero un libro, o una revelación de prensa, quedará ahí, y aunque en el momento presente sea inútil, la posteridad podrá juzgarlo diferente" . Sin duda que existen varias ideas implícitas que se pueden inferir de lo que dice el autor: para empezar el germen de los dictadores o los caudillos ha estado presente en América Latina desde sus primeros años de independencia, no por nada se sigue valorando a Facundo como una obra con actualidad, pero esos dictadores conocían el poder de manipulación de la prensa, lo que no divide a la sociedad en políticos malos y prensa buena, ni al revés, lo que sucede es una fortuita lucha de poder. De hecho, la otra idea que se podría inferir es que América Latina se ha concentrado demasiado en discusiones que han resultado estériles. Si bien son imprescindibles las ideas Sarmiento, como las de un Montalvo o un Martí, habría que caminar, ya en el siglo actual, hacia un pragmatismo social. Pues bien, esas y otras ideas son las que por estos días no me dejan dormir en paz. 09
¿Por qué Leemos?
Por. Leaned Pérez García
En mis tiempos de estudiante universitaria, cuando me tocaba responder a esta pregunta, casi siempre me encontraba de madrugada, entre cafés y cigarrillos; después de alguna fiesta o encuentro universitario y algún amigo me increpaba: ¿No tienes sueño? ¿Mañana tenemos clases, recuerdas? Y la respuesta era invariable: Me falta poco, si no termino este capítulo no me podré dormir. Mi adicción a la lectura siempre a ha sido como mi adicción al café, a la noche y al misterio. Desde niña fui un animal nocturno. Cuando descubrí “La mil y una noches” tenía doce años y fue como descubrir el mar” , una sensación entre el miedo y la fascinación. Leer para mí ha sido una forma de libertad irrenunciable. Hace unos días, cuando les explicaba a mis estudiantes sobre la experiencia de leer a los románticos del siglo XIX: Gustavo Adolfo Bécquer, Edgar Allan Poe, Bram Stoker o Mery Shelley, les comparaba esta experiencia con la sensación, maravillosa y terrorífica para mí, de asomarme a un abismo. Cuando uno se sube a un faro y mira al precipicio desde el punto más alto, la sensación de vértigo y adrenalina es indescriptible, entre miedo y fascinación. En el aula, cuando converso con mis cómplices en este mundo de amor por la literatura, muchos me indicaban: “Es cierto profe” , “eso mismo he sentido yo” . Vivir la literatura, la buena, la clásica, la que siempre es un misterio; es y será siempre para mí como la sensación de estar al borde de un abismo: mezcla de terror, atracción y desenfreno. Por un lado, tememos y por el otro, nos dejamos arrastrar por el vértigo de asomarnos a otro mundo. Como lectora siempre he nadado entre dos aguas. Tengo claro que “como forma suprema de libertad” la lectura no debería ser obligatoria, por otro; y este, se va haciendo más fuerte con el tiempo; considero que hay obras clásicas imprescindibles, que todo ser humano que aspire a un nivel aceptable de capacidad de comprensión y disfrute lector debe buscar y leer. Cuando converso con estudiantes o amigos que me dicen que leer no les gusta y solo leyeron dos o tres títulos, “casi siempre menores y poco atractivos”; y así saben que lo de la lectura no es para ellos…Pues ahí comienza el debate: ¿Cómo sabes que leer no te gusta cuando lo que has leído son obras mal escritas y chapuceras? ¿Cómo aseverar que disfrutas más ver una película menor, que leer los cuentos de terror de Poe? Harold Bloom, uno de los críticos literarios más extraordinarios que vivió y escribió en el siglo XX, fue otro de esos amigos que nunca conocí, pero me bastó leer en tres ocasiones El Canon literario occidental, para saber que sería mi maestro y mi amigo por siempre. “La influencia, la poderosa originalidad y la dignidad poética” son algunas de las características que Harold demuestra, se encuentran en muchas de las obras clásicas de la literatura. Siempre he sido una especie de Quijote en cuestiones de exigencia de lectura consciente, crítica y sensible. Y sólo podremos luchar contra los molinos de viento de la ignorancia y el ejército de niños y jóvenes “que hoy se muestran como analfabetos funcionales”: es decir, esos niños y jóvenes que saben leer y escribir, pero carecen de herramientas para comprender y disfrutar de lo que leen. Para los docentes de Lengua y literatura esta gesta es tan noble y sagrada como la de los cruzados medievales. No basta con el discurso coherente, no basta con la lección y la lectura bien estructurada. Se necesita de un docente que ame los clásicos, que lleve sus libros bajo el brazo siempre y cuyo disfrute de la lectura rebase los límites de su experiencia y su placer. Otra razón que descubrí para considerarme un ser de libros, un ser que ha vivido gran parte de sus experiencias de crecimiento y deleite, gracias personajes como Alicia en el País de las Maravillas, Dante o Virgilio en sus periplos por el infierno o La mujer despedazada de Las mil y una noches, es la cara de mis estudiantes cuando les acerco a un clásico. Pocas sensaciones en la docencia, se comparan con la emoción y la perplejidad de estudiantes; que después de descubrir de mi mano a escritores fuera de serie, como Ambrose Bierce o Milán Kundera; se quedan sin palabras y me buscan y me piden que les vuelva a acercar a “esa ventana, a ese asesino, a ese misterio que no lograron desvelar del todo” . ¿Por qué leo? Nunca lo podré responder del todo, porque todo lo inmenso, lo bello, toda gran obra de arte es un misterio difícil de captar del todo; y eso es la lectura para mí, una puerta abierta a la otredad, un desprenderse de la burda realidad y volar a otros mundos gracias a la magia infinita de las palabras.
Por. José Oyola Herrera
Hambre, frío, maltrato y trabajo forzado, es lo que tenían que vivir las personas capturadas en los campos de concentración de la Alemania Nazi. Algunos pensarán que aquellos que sobrevivieron fue por motivos de suerte o azar del destino. Víctor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” nos hace entender que la principal razón de esa supervivencia es la ACTITUD. Siendo una víctima más dentro de estos campos de concentración, Frankl nos narra su historia, no por el morbo de darnos a conocer lo que sufrieron, sino para enseñarnos que las personas salen victoriosas de las dificultades gracias a la esperanza y el reencuentro con su sentido de vida. ¿Por qué ellos pudieron superarlo y otros no? La respuesta está en el ¿por qué?, ¿por qué querían seguir viviendo?, ahí radica el sentido de la vida según este autor. De acuerdo a sus declaraciones en la obra, aquellos reclusos que conocían que sus familiares habían muerto en otros campos de concentración o durante la guerra, perdían las ganas de salir de ese martirio, y pronto con la pérdida de la esperanza, también perdían la vida por el cansancio y hambre que tenían que padecer a diario. Por el contrario, aquellos que no recibían noticias acerca de lo que sucedía con sus seres queridos, y aún tenían la esperanza de volver a reencontrarse, hacían lo imposible por soportar más; por sobrevivir. La obra tiene dos enfoques. El literario, por la narrativa y las figuras retóricas que utiliza Frankl (a manera de reflexiones personales) acerca de los recuerdos durante su aislamiento; y el académico-investigativo, que le permitió plantear un nuevo enfoque terapéutico en psicología llamado “Logoterapia” . Estos dos enfoques han sido el motivo por el que muchos, han catalogado como una obra maestra a este libro, que a través de sus páginas logra trasmitir un mensaje de esperanza a aquellos que se encuentran en desolación. A la vez que nos hace cuestionarnos, que en muchas ocasiones nos quejamos por cosas que realmente no tienen sentido y que no afectan en lo absoluto a nuestra existencia. Una de las frases que más me gustó del libro y que me permito citar a continuación es: “si no está en tus
manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que
afrontes ese sufrimiento” . La misma frase aplica en gran parte de nuestras realidades, sobre todo cuando nos encontramos en situaciones que parecen no tener solución o cuando vivimos nuestro propio "holocausto" originado por nuestros pensamientos. A veces, reflexionar sobre nuestro sentido de vida y pensar en aquellas personas que aún nos esperan más allá de la cerca de Auschwitz, puede ser la única forma para afrontar y superar los problemas.