Diciembre - 2016
LaZine Diciembre – 2016 En este número: Macky Chuca - Paola Assad - Alejandra Machuca – Cristina Gálvez – Martina Cruz.
Portada: Estefanía Sánchez / Azulpipita Dirección: Daniela Gaitan - Rebeca Betancourt – Lara Peiró Diseño: Josselhin Moreira
macky chuca Argentina https://twitter.com/MackyChuca
La caída dónde se han caído mis amigas si recién estaban por aquí cocinándome. hace un rato nos medíamos el pecho sabiendo que algunas de nosotras no íbamos a amamantar. mis amigas metían la mano en el armario de la angustia y de la tos y me ofrecían el corazón humeante. yo a veces tenía que decirles que no demasiado llena ya de sus palabras nutricias empalagada de la sangre nuestra de cada mes pero ese es otro cáliz imposible de apartar. dónde se han caído las que me enseñaron que teníamos la obligación de crecer derechitas como árboles
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aunque tantas veces nos tuerza el viento en la calle aunque busquemos el agua con lágrimas de sauce. en cambio ellas manaban agua viva para mí y para todas. me enseñaron a dar paseos largos y a mirar a los ojos incluso a aquellos que piden que no los mires a aquellos que te roban el soplo
y te dejan con hambre.
ellas deben estar riéndose de vernos tan serios se alegran de que nos juntemos en su nombre se esconden en la sombra porque las mujeres muchas veces jugamos al eclipse para que nuestras palabras brillen con luz propia. nos ponemos nombres de hombre para no molestar nos tapamos el culo para que no digan que provocamos y a veces ni eso sirve. algunas de mis amigas han caído por decir que no y la mayoría por decir que sí. ellas me han enseñado que la confianza
es el mayor acto de entrega. incluso ahora mientras encienden las estrellas para que yo pueda cantarles yo me empeĂąo en ver nubes y ellas arden con mayor fulgor para que no las pierda de vista y me dicen que confĂe que siga confiando.
Paola assad Venezuela https://www.instagram.com/assadarino/
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Alejandra machuca
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Peru POEMA HIKIKOMORI GRABADO EN 54 NOTAS DE VOZ Para Giovanna Arzamendia. Los hikikomoris son espantos de la tierra El cuerpo de un hikikomori consiste en aparatos que vibran según la orden que le dicta otro hikikomori oculto en la habitación Ya casi nadie los diferencia porque han mutado el síntoma de sentirse enrarecidos enfermos de poesía enfermos de memoria hikikomori enfermos de miseria (sensaciónhikikomori) enfermos de coronas de la desolación enfermos de puentes hikikomoris enfermos de distancia hikimomori enfermos de discursos hikikomoris de hikikomoris que presumen la superación Un hikikomori se distingue por la forma en la que arma flores con platinas e historietas de gomas de mascar {[Los hikikomoris son hijos cazadores (de padres cazadores) de mundos subrepticios que se construyen en la imaginación]} Y un verdadero hikikomori nunca se agazapa porque cualquier hikikomori espía el atardecer cualquierhikikomri entiende el paso de los álamos la muerte de las semillas la dialéctica de los espejos
la diferencia entre un abrazo y el aleteo de un ave que se transformó en ave pero antes era pez Cualquier hikikomori: conoce el abandono Cualquier hikikomori: extraña los dorados de su casa que antes era el mar Cualquier hikikomori: canta el canto de las orcas Cualquier hikikomori: compone su propia canción Cualquier hikikomori: construye fuertes enciende fogatas asiste a funerales mezcla tierra y sangre de bestia que adolece tiñe telas funda tribus Cualquier hikikomori entiende los dialectos de las lenguas que se secan porque son hikikomoris Ser hikikomori es llevar la sangre de una familia que no se atreve a mirarse a la cara: porque es hikikomori no se atreve a mirarse a la cara: porque rechaza la viscosidad con la que el río humedece los ojos hikikomoris Y que por qué las golondrinas sólo nacen en los poemas!? Todos los hikikomoris sueñan con una nave tibia que les lleve lejos del Polo Norte hikikomori del insomnio hikikomori de las metáforas hikikomoris que les encierran en la habitación Un típico hikikomori guarda la sabiduría entre los dientes todos los remedios en la garganta todos los terrores en el paladar Para entender a un hikikomori es necesario abrirle bien la boca diseccionarle la palabra la sensación de hojas secas
el hálito de los dulces que retiene en la sed y hay que cuidarles bien el fuerte (((no se nos vayan a perder))) (Es necesario para la sangre conservar la soledad hikikomori llevarle campanas perlas frescas cofres hambrientos y guirnaldas treguas verosímiles y dosis diarias de hiel) Rogarle al hikikomori que no sea fuerte rogarle al hikikomori que enferme que encierre fuerte más más y más Yo te canto hikikomori pero quédate solo Yo te canto hikikomori pero no digas nada que se pueda descifrar Yo te canto hikikomori pero enséñame a ahogar el calor exagerado de los que no son hikikomoris esos otros que no saben nada que no tiemblan que no apagan Y yo te canto hikikomori como alguien desde el silencio que aúlla a los hikikomoris porque les puede ver.
Cristina galvez Venezuela Residencial E.d . V. Ana María mirándonos transitar como plumas desfilar como seres marinos mientras ponemos platos y cubiertos vasos con jugo o agua a la hora tintineante del comedor. Ana María de cara a la ventana con sus tiernas cuencas de muñeca y el delicado mapa de sus venas púrpura sin saber cuánto la ama la divinidad. Ana María antes de abrir el cantero de los sueños. Ana María doblando en cuadraditos el papel higiénico. Al principio es difícil, luego te acostumbras. Ana María besando benditamente mi mano. El click del interruptor yo que no vuelvo como el montón de chicas que no vuelven. Como toda la gente que dice que se quedará.
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Paola assad Venezuela https://www.instagram.com/assadarino/
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Martina Cruz
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Julia Ambas en el mismo asiento del tren. A veces nos olvidamos de las uñas mal pintadas o de la remera al revés. ¿Nadie sabe que a los velorios no se va de negro? Es mentira, no te arreglas. Apenas podes. Si te duele, si te duele realmente, no cambias de corpiño o de zapatillas. Uno está como lo encontró la muerte, siempre durmiendo o lavando los platos. El tren siempre hace ruido y parece que se va a romper, el vagón va a saltar por los aires y vidrio roto. Mañana en el diario dirán que hubo una tragedia. Con suerte, recién a la tarde ya nadie lo recuerde. Nuestros cuerpos tirados en el baldío, mucho barro y piedritas. Siento la piel de ella sobre la mía, tocándome pero ajena ¿es que ya no me va a querer nunca? Mi mochila ya no es mi mochila y mi casa ya no es mi casa. Falta una sola estación y me preocupa la idea de que el último vestigio de piel, de tacto o calor, sea este. Traducido a un error, azar o simplemente falta de espacio. Lo traduzco a desamor, lo traduzco a hermandad perdida... ¿Qué paso con el jugar en la bañera y las noches de ring en la cama? Estas sangrando por la boca y por los ojos, por los pies. Sangras. Veo pequeñas manchas oscuras en tu camisa. Y yo te veo como veo el reflejo de alguien de noche en el tren. Estas en el mismo asiento pero no. Vos tampoco te vestiste de negro, porque sabes que es una estupidez. Siempre supiste darte cuenta de que cosa era idiota. Me gusta cuando me decís que "no importa lo que dice". Nunca te importo ninguna palabra. Una mañana ella se tropezó con toda la fe y con toda la creatividad del mundo. Solo me pregunto con indiferencia si eso era todo. Y si, era todo. Creo que ella dio demasiados pasos, luego freno para decirme que estaba cansada. Se recostó un rato y cuando se despertó ya no era una niña. Los años llegan así, se cuelan entre las sábanas mientras estamos poco atentos. Las venas azules se vuelven rojas y las palabras que no aprendimos ya no sabemos dónde buscarlas. El tren llego a la estación, sentí la pequeña adrenalina de no bajarme en la estación correcta. Ella va con tanta decisión hacía la puerta, como si no hubiera otro camino más que ese, nunca pensó alternativas de nada. Ella, la más humana del color, capaz de crueldad total, nunca
mira hacia atrás. Lo cierto es que ella si se arregló para el velorio. No hubiera sido propio de ella nada más. En el medio del caos perfecto, derramaba algo de brillantina. Como cuando peleaba con los padres de sus amigos por las lecciones de cinturón que les daban a sus hijos, como cuando en el medio del llanto me dijo que alguien lo iba a frenar, como cuando dice las palabras correctas aunque diga que no le importa. Creo aún en esa esencia de pedirle deseo a un panadero para que la saque de estas cuatro paredes. Quizás siempre me sentí muy a gusto en esta casa y siempre me fui, ella siempre se sintió fuera de lugar y siempre se quedó. No la pensamos bien. Bajo del tren y camino junto a ella sin decirle nada, como para que no se dé cuenta que estoy ahí y me deje caminar al lado. No me dirige ni la mirada y yo solo veo gente de negro. ¿Nadie sabe que a un velorio no se va de negro? La verdad, solo me preocupa el de blanco. El cajón se cierra y con ella la atadura hecha de flores violetas a la infancia. Ella no estuvo a la altura de la situación. Yo tampoco. En eso, al menos, estamos juntas. ¿Será posible que siempre estemos sangrando vestidas de colores?
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