Pastorear desde el Redil

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P ASTOREAR DESDE EL

R EDIL

Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Juan 21:15.


LA URGENCIA D ENLES

USTEDES DE COMER

La necesidad de pastorear el rebaño del Señor en iglesias con población densa (mucha mies, pocos obreros), ha hecho que múltiples movimientos, tendencias e inspiraciones cristianas, ideen nuevas alternativas para atender a las personas que han creído y se añadieron al Cuerpo. Pero lo necesario es eso: lo primero. Tan sólo pastorear Su rebaño. ¿Cómo hacemos eso? No hace falta crear nuevos sistemas. Es tan simple como hacerlo al estilo de Jesús. Jesús tuvo suficiente compasión para atender el hambre física de al menos 5000 de sus seguidores. Pero, ¿lo hizo por demostrar un milagro? Quizá la pasión de Jesús aquí era enseñar a sus 12 el verdadero concepto de ‘‘Denles ustedes de comer.’’ Pensemos en la mujer samaritana cuando estaba sacan-

do agua del pozo de Jacob. ¿Necesitaba ser evangelizada? Su mayor necesidad era la de un pastor que le mostrara cuál Camino seguir. El pasaje explica que los samaritanos ya adoraban a nuestro Dios. La iglesia está llena de personas que ya están buscando algo (y ni siquiera ellos saben qué). Están buscando algo más íntimo. ¿Qué tal si se los damos? Jesús no se concentró en los 5000, se dispuso a formar a 12. Justo eso: formar. Esta es la gran debilidad del púlpito: somos dados a suponer que desde el estrado podemos alimentar a la multitud. Sin embargo Jesús dice no. Jesús dice denles ustedes de comer. Entonces los discípulos repartieron los panes y los pescados. Pero, ¿esa bola de incrédulos estaba lista para dar de comer? No lo sabemos, pero sobraron doce canastas de comida.


¿DE QUÉ TRATA?

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. 2 Timoteo 2:2.

La iglesia necesita más pastores antes que maestros de la Palabra. Los maestros sirven para preparar al siervo para la obra (cualquiera que sea esta). Los pastores sirven para acompañar a las personas en su caminar hacia Cristo. Necesitamos a un Moisés que levante las manos para ganar la batalla, un Aarón que sostenga cuando no hayan fuerzas (un segundo), y un Josué abajo dando la batalla, con otros cientos de soldados cuyos nombres no son mencionados. Peleadores que entreguen su vida por la causa. Personas con el perfil humilde de aceptar pocos o nulos elogios por responsabilidades enormes. Gente que un día quiso menguar para que creciera él. Estos serían los pastores que libran la batalla allá abajo. Y para ser elegidos necesitan al menos dos características: que de veras conozcan a Cristo, y que

sean llamados (que tengan el corazón de pastor). Pero no caigamos en la trampa de creer que los obreros son capacitados mágicamente por Dios. Esto en el fondo es del todo cierto, pero en la práctica, nos corresponde a nosotros capacitarlos. Si nos fiamos de las organizaciones externas (Seminarios, ministerios independientes y organizaciones para-eclesiásticas) tendremos un buen picadillo grande: mucha gente bien capacitada, pero con visiones distintas. Gente muy fuerte halando la cuerda hacia todas las direcciones. No sólo no llegarán a ninguna parte sino, peor aún, terminará rompiéndose la cuerda y todos tirados por el suelo. Aparte del equipo de liderazgo oficial que funge en una iglesia local, hace falta un equipo de personas que trabajen en el acompañamiento de los miembros.


EL PERFIL DE INGRESO ¿M E

AMAS ?

En este gran barco (la iglesia local), el capitán no puede estar en constante contacto con los viajeros,y la tripulación está encargada de labores administrativas (que todo ‘‘marche bien’’). Esa tripulación es el liderazgo de una iglesia, y el capitán, el comandante que el Señor de la obra delegó. Lo que sigue es contar con aquellos que van a acompañar a los viajeros. Los guías turísticos. Aquellos que dicen ‘mirá, hacia allá es donde vas’, hacia Cristo. Estos son los Pastores de Redil. Esos que se salen un poco del formalismo de ser ordenados pastores, para serlo solamente en la práctica. Porque necesitamos de ambos: los ordenados y los experimentales. Cuando Jesús iba a delegar su ministerio a Simón Pedro, sólo le preguntó una cosa. Él necesitaba cerciorarse de qué tipo de persona heredaría su digna labor. Así que no

le preguntó por su currículum ministerial, ni por sus alcances económicos o su nivel de escolaridad. El maestro tan sólo se dejó decir ¿me amas? Ese es el meollo de la elección. Es el tipo de persona buscada para una función como esta. Alguien que verdaderamente ama al Señor y, en consecuencia, corresponde al llamado de apacentar Sus corderos. Además deberán ser personas aptas para enseñar. Pero debemos entender que cuando Jesús escogió a sus 12, en definitiva se puede asegurar que no tuvo favoritismos. No buscó gente de muy alto estrato. Eligió a un barquero iletrado, a un hombre escéptico que aún viéndole resucitado no creyó, un detestable cobrador de impuestos traidor de la nación, un joven in experimentado y unos pescadores desempleados que tenían sus redes dañadas.


MENOS DATOS A PRENDIENDO

DEL

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3.

H IJO

Solemos pensar que el crecimiento espiritual tiene que ver con cuánto conocemos de la Palabra y de Jesús. Eso en parte es verdad. Sin embargo hay un severo problema con este aspecto: el mismo Satanás recita la Escritura de memoria. Entonces diremos: no, lo importante no es el conocer, sino la fe. Basta con creer en Jesús para ser su discípulo. Pero hay un conflicto mayor: también los demonios creen y tiemblan. ¿Cómo lo definimos? Lo necesario en la vida de un nacido de nuevo, es que viva con su Dios. No tanto que adore, evangelice, sirva en la iglesia, porque todo esto tiene que ver con lo que se hace y no con lo que se es. Jesús aseguró que la vida eterna consiste en conocer al Padre. Es decir, no basta con hacer. Hace falta conocer al Padre. Y ¿cómo lo conocemos? Conociendo al Hijo.

Ahora llegamos a un punto que es merecedor de explicación. Con esto Jesús no quiso dar a entender que tenemos que estudiar académicamente Su vida. Se refirió a conocerle en persona; a decirle mucho gusto, mi Señor. No a aprobar una clase sobre Su historia. Eso sería muy fácil, porque conocer acerca de la vida de alguien no me compromete a algo más. Pero conocer de manera vivencial me reta a dar un paso más largo, a bajar a aguas más profundas. No es conocer de Jesús, es conocerlo a él. Así que no deseamos que la iglesia aprenda sobre el Hijo. Sino que aprenda del Hijo. Aprendamos a comportarnos, pensar, y hablar como santos, pero sobre todo, a ser santos. Que a través del Hijo, el Padre nos revolucione la manera de pensar. Eso es, ahora sí, crecimiento espiritual.


DESDE EL REDIL A PACENTAR ,

UNA PASIÓN

Es posible que, en nuestra cultura cristiana a nivel regional, nos cueste apreciar el trabajo de pastorear, y aún más, nos cueste diferenciarlo de otras labores. Si el esquema que Pablo expone de ‘sembrar, regar y cosechar’ lo comparamos con los ministerios de evangelista, pastor y maestro de la Palabra, el pastoreo corresponde a regar. El evangelista siembra la semilla en la buena tierra, y el maestro cosecha a una persona ya injertada en la vid y la prepara para la obra. Esas dos tareas son altamente loables desde la perspectiva humana. En una se inicia la idea, se enciende la chispa, se funda esperanza. En la otra se cierra un capítulo, se envía al campo, se alcanza un objetivo, representa el clímax de la cuestión. Pero, ¿qué hacen los pastores? Son los que trabajan arduamente sin recibir mucho crédito. Pareciera que no

hacen mucho para la obra porque no dejan resultados fehacientes o palmarios. Pero nuestro Señor sabía muy bien de qué hablaba cuando nos enseñó a ser el menor. Por otro lado, si las personas no llevan el proceso (ser evangelizado, pastoreado e instruido), a la postre tendrán serias deficiencias en cuanto a su madurez. Es decir, serán personas veteranas en cuanto a sus bases, pero frágiles en cuanto a su fe fundada en Cristo. Tendrán un desfase. Después, al enviarlos a la obra, descubrimos que están desubicados porque tienen el conocimiento (del maestro) pero no la formación (del pastor), no han caminado verdaderamente con Cristo: han vivido una fantasía religiosa. Y es claro que formación y conocimiento no es lo mismo. ¿Cómo sería una iglesia donde cada miembro fuese pastoreado de manera personal?


EL LLAMADO D EL

Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos. Salmos 78:72.

REDIL , AL TRONO

A pesar de la necesidad de que una iglesia local sea cuidada persona por persona, no se puede empezar a nombrar servidores fuera de lugar. Si alguien no ha sido verdaderamente llamado por Dios, no creerá en su llamado. Como Natanael, que pensó que Felipe se había emocionado con una idea descabellada. Pero Jesús le explica que Felipe no era el responsable de que él estuviese ahí. ‘‘Antes que Felipe te llamara...te vi.’’ Apacentar ovejas es una pasión. Es una dicha y un privilegio. Es una responsabilidad, nunca una carga. Tal vez nos pueda parecer que el concepto de Pastorear desde el Redil es redundante. (Ya de por sí el pastoreo se hace en el campo, y no en zonas urbanas.) Pero es necesario aclararlo porque se nos pierde de vista. El pastoreo trascendental, metafóricamente, está en el

campo. En lo lejos y en lo escondido. Y por estar en lo remoto, no muchos insisten en desempeñarlo. Un maravilloso ejemplo de pastor es David: el aclamado rey David, pero cuando no era rey, ni era aclamado. Sirvió a su familia: mientras todos sus hermanos eran hombres de guerra, llenos de prestigio por defender su nación, David era sólo un cuidador. ¿Qué pensaba Jesús de esto? Jesús lo vio humilde. Lo vio ensangrentado por ser el partero de las ovejas. Y detrás de todo eso: de la sangre, del ganado y del estiércol, lo sacó para guiar al pueblo hacia Dios. ¡Lo vio conforme a su corazón! Entonces, entre implementar la utopía de un pastoreo en masa y preparar varios que den de comer, ¿qué es más importante? Quizás la parábola de la oveja perdida nos permita priorizar. ¿Dejaremos a las 99?


PASTOREAR DESDE EL REDIL JOSUÉ HERNÁNDEZ


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