Capítulo dos de otros libros

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Ana Cristina Branquinho Monteiro Canciones para Paula Finalmente el chico que había quedado con Paula aquella tarde llegó tras marcharse Alex. Estuvieron hablando y conociéndose más a fondo. Entonces después de varias semanas quedando, deciden hacerse novios, pero Paula desde aquel día no dejaba de pensar tampoco en Alex el famoso chico del libro que estaba leyendo, recodaba con se fijó en el nada más sentarse y como acabaron hablando. Pero ¿Qué estaba haciendo? Ella quería a su novio. ¿Ahora lo dudaba? ¿Quería a Alex? No lo sabía estaba echa un lío. Y tras mucho pensar. Finalmente decidirá pensar las cosas y quedarse sola para aclarar sus sentimientos.

Lorena Rumbo Verdún Capítulo 2. Canciones para Paula En la cafetería, después del golpe que Paula se había dado con aquél chico y haber caído al suelo, el la ayudó a levantarse. - Gracias, estoy bien. - Lo siento por tardar. No suelo ser impuntual sólo que estaba liado haciendo cosas en el trabajo. - No pasa nada. ¿Te apetece dar una vuelta? - ¡Por supuesto! Al terminar el paseo en el cual no pararon de charlar, Paula se da cuenta de que aquel chico al que ansiaba pro ver después de dos meses y que tanto la atraía por su personalidad no la llenaba del todo. Le veía simplemente como a un mejor amigo. Finalmente ella fue sincera y le dijo que sentía. Le propuso mantener una relación de amistad. Aunque a él no le gustara mucho la idea, aceptó. Nunca llegó a decirla por miedo, lo mucho que ella le gustaba ya que no había conocido a otra chica igual.


Noelia López García CAPITULO 2: CANCIONES PARA PAULA Inmediatamente, Mario se levanta del suelo y ayuda a Paula. La está preguntado si está bien, pero Paula no le contesta. Se ha quedado perpleja. Era el chico más extraño que había visto nunca. A él, en cambio, Paula le parecía una chica muy guapa. Incluso se podría decir que era una de las más guapas que había visto. Al fin, Paula cogió la mano de Mario y se levantó. - Hola Paula, ¿estás bien? - Hola, bueno me he hecho un poco de daño… - Lo siento mucho, como también siento haber llegado tan tarde… Es que perdí el metro y he tenido que coger dos autobuses... - Llevo esperando mucho tiempo, y ya es tarde, me tengo que ir a casa… Dijo Paula cambiando de tema. Quería irse cuanto antes de aquel lugar. Mario le daba mala espina y no sabía por qué. - pero si acabo de llegar… Quédate un poco por favor. - No puedo, en serio. Mi madre se va a preocupar… - Respondió Paula cortante- Pues al menos déjame acompañarte a casa, ¿no? - No es buena idea… No quiero que mi madre me vea con desconocidos. Adiós, ya hablaremos otro día. A Mario no le dio tiempo de despedirse, pues Paula ya había salido corriendo en dirección a la calle. Mario se quedó alucinando. Después de haber venido con la rosa y corriendo, Paula se había ido. Ella seguía pensando en el chico que le dio el correo.

Irene Guadalix Robles CANCIONES PARA PAULA Paula muy disgustada y con lágrimas en los ojos comenzó a buscar por todas las calles a un chico que llevase una rosa o una flor en la mano, pero nada. Cansada de buscar y no encontrar, se fue a un Starbuks donde poder ahogar las penas con un buen café. Entró y se sentó en una mesa, dejó agachándose la mochila en el suelo y cuando se levantó vio a un chico con un rosa roja preciosa, pensó que el chico que buscaba era él, pero le pareció todo muy extraño, ya que el chico era su vecino, el del cuarto, justo aquel vecino con el que nunca había cruzado ni una sola palabra.


Firdaous Sinaa Terím El chico que tropezó con Paula era con el que había quedado, ella no se lo creía. Había esperado todo ese tiempo y al final estaba frente a ella. El le dijo: - ¿Estás bien? - Sí, gracias, me he hecho un poco de daño en la espalda, pero ahora ya se me ha pasado. Le había ayudado a levantarse y se dirigieron hacia la mesa en la que Paula estaba sentada. - Lo siento por el retraso, me ha pasado algo muy raro. - Había perdido la esperanza de que no vinieras. ¿Qué te ha pasado - Tus amigas me habían llamado, me dijeron que te encontrabas mal y fui corriendo… - Ella le interrumpió - ¡¿Cómo?!... ¿Has dicho mis amigas? - Si- El chico le contestó. - Bueno cambiemos de tema. Paula sabía lo que sus amigas tomaban, no querían que quede con ese chico porque él era, guapo, atractivo, tenía trabajo… Por eso, sus amigas estaban celosas.




Cristina Montañés Almeida BAJO LA MISMA ESTRELLA Me alejé de mi madre y volví con Augustus Waters, el cual me sonrió una vez más. No sé si es que hoy tengo un día raro o es lo que provoca este chico, pero aquel gesto hizo que mis mejillas de ardilla se encendieran una vez más. Miento, mejor dicho, todo mi cuerpo. Anduvimos un par de metros hasta llegar a su moto. Me pasó un caso, él se puso el suyo propio, y pocos minutos después estaba sentada detrás suya, mi pecho contra su espalda, y estábamos circulando por la carretera. No tardé en darme cuenta de que íbamos demasiado rápido. - ¡Cuidado!- exclamé Y nos volcamos. Nos chocamos contra un bordillo. El impacto fue descomunal. El vehículo, él y yo estábamos ardiendo en llamas. No recuerdo nada más. Acabé abriendo los ojos unos días después. Y me enteré de que Augustus Water no había tenido mi misma suerte. Me sentí culpable. Primero, porque si no hubiera gritado nada, tal vez aquel día podríamos haber visto “V de Vendetta” y podría haberle conocido un poco más. Segundo, mi despertar fue en vano. Prefería que el sobreviviera. Al fin y al cabo, tengo cáncer y he de morir. Inés Redondo BAJO LA MISMA ESTRELLA La chica conoce a un chico nuevo en el grupo de apoyo y se hace muy amiga de él. El chico tiene cáncer de páncreas (sic) y está en un estado bastante malo. Cuando sabe que va a empeorar decide decir a la chica que está enamorado de ella, aunque ella no le corresponde. Unas semanas más tarde, cuando el chico está ya en estado muy crítico, la chica se da cuenta de que está enamorada de él y consigue decírselo antes de que este respire por última vez.


Flora del Carmen Iglesias Tello Cuando entré en la iglesia y me encontré con los del grupo de apoyo, me senté para que el círculo se empezara a formar. Isaac, se colocó enfrente de mi, Patrick a tres personas de este y el chico nuevo a mi lado. El chico nuevo como es de suponer era Augustus, al principio me pareció un falso porque no paraba de sonreír y eso era imposible que lo hiciese de verdad porque según había dicho tenía SIDA. Según pasaba el tiempo Waters me caía mejor, bueno a mí y a toda la clase. Gracias él el grupo de apoyo no era tan aburrido y la gente se reía cada vez que hacía un comentario, incluido Mike que siempre estaba muy serio. Un día Patrick nos mandó hacer un ejercicio para casa por parejas, aunque me gustaría haberme puesto con Isaac me puse con Augustus, pero la verdad tampoco me importo. El trabajo consistía en hacer una lista con cosas que nos gustaría hacer y luego con la de nuestra pareja mezclaríamos actividades 1 con 1, 2 con 2, 3 con 3, … y así sucesivamente, para luego intentar ponerlas en práctica. Quedamos en casa para hacerlo y mientras casa uno hacia su listado me dijo: A: ¿Te gusta Isaac, verdad? Yo no dije nada, me quedé en blanco, el cabrón de Waters había dado en la diana. Así que continuó: A: No te preocupes, yo creo que si que le gustas. He hablado con el y dice que eres muy guapa, que tienes una sonrisa muy bonita y que le gustaría que la enseñases más. También dijo que le hubiese encantado ponerse contigo para lo del trabajo. H: ¿De verdad te dijo eso? A: Si, siempre hablamos de ti cuando me siento a su lado. H: Es increíble, a mi también me hubiese encantado. A: Yo creo que deberíais quedar algún día. Me tomé la propuesta de Augustus como un sueño lejos, muy lejos de la realidad. Cuando terminamos, mi lista quedó así: 1. Que mi madre me haga un DNI falso. 2. Ir a la sierra a dormir. 3. Hacerme una foto con los del grupo de apoyo. 4. Bañarme en el mar con mis amigos. 5. Hacer una fiesta en mi casa, (sin padres) La lista de Augustus quedó así: 1. Fumarme un porro con Harel. 2. Comer nubes quemadas como los americanos.


3. Ir al cine. 4. Recorrer la ciudad en bici. 5. Emborracharme. Y la lista conjunta quedó así: 1. Fumarnos un porro gracias al DNI falso que me haga mi madre. 2. Dormir en la sierra, hacer una hoguera y comer nubes quemadas. 3. Hacerme una foto con los del grupo de apoyo en el cine. 4. Nadar en el mar con una bici. 5. Emborracharnos en la fiesta de la casa de Harel (sin padres) A pesar de que no teníamos la más mínima esperanza en hacerlo Patrick se encargó de todo; me hizo un DNI falso, convenció a mi madre para lo de la fiesta y nos dio dinero para los viajes y nos hizo una foto al grupo entero. El caso es que hicimos todo lo que queríamos hacer y sin darme cuenta Augustus nos fue juntando a Isaac y a mí. Todo era perfecto yo estaba con Isaac, tenía un mejor amigo y empezaba a tener la vitalidad que había perdido. Pero un día me llamaron del hospital, me dijeron que Waters había sido ingresado; en ese momento el mundo se me vino encima. Recuerdo que escribí un mensaje a Isaac y que fui corriendo al hospital. Al llegar me encontré con su familia y cuando pude entrar en su habitación: me miró, sonrió e hizo un gesto con la mano indicándome que me sentase a su lado. Con un hilo de voz me explicó que el sabía que era el fin, pero que ya se lo esperaba desde hacía tiempo. A las pocas semanas murió, y ahora le recordamos todos nosotros, con una sonrisa en la cara y lágrimas en los ojos. Creo que disfrutó todo lo que pudo de la vida, y aunque fuese corta pudo llegar a ser la persona más feliz del mundo porque como decía el “la vida no es vida si no se vive con alegría”



Pedro Polo Arias Continuación de Tempus Fugit. Al salir de aquel agujero tropezó y se chocó contra uno suelo de roca oscura raspándose el moflete derecho. Le dolía mucho, se acaricia con la mano el moflete, escocia. Pero solo era una raspadura así que se incorpora para contemplar a su alrededor. Donde se encontraba parecía un templo. Estaba iluminado por unas llamas azuladas que iluminaban unas extrañas figuras con signos. Era raro, pues todas esas estatuas tenían caras de animales desconocidas para él. Enfrente había unas grandes escaleras con varios niveles: en el primero había un altar al que le rodeaban esqueletos y cuerpos en descomposición y en el segundo se encontraba el muchacho de la mortaja sentado en un trono hecho de huesos. Pablo empezó ha subir por las escaleras con el puñal en la mano derecha y le pregunto: -¿Qué le has hecho a mi madre? – pregunta. El muchacho de la mortaja responde: -¿No quieres saber quien soy? Pablo respondió: -Primero dime que le has hecho a mi madre o te juro que subiré hasta allí y te desangrare como a un gorrino. El muchacho de la mortaja respondió: -Era su hora, los dioses deciden quien debe acabar su vida humana para pasar a otra. -No eres nadie para creerte el verdugo de Dios que solo hay uno. -No, amigo mio, hay muchos, incluido el tuyo. -Blasfemo, ¿quién eres? -Tengo varios nombres, algunos me llamaban Caronte, otros la Mortaja….., pero creo que puedo destacar como la Muerte. Pablo estalla de ira: Mientes, desgraciado pecador, iras al infierno. La Muerte rio: -Ya vivo el Infierno. De pronto las llamas azules se volvieron rojas y la Muerte se fue a quitar la capucha y lo que vio Pablo fue horrible. Era tal su rostro deformado que a Pablo de dieron ganas de arrancarse los ojos, su rostro… no se puede describir: -Y ahora- dijo la Muerte –debes morir. La muerte se abalanzo sobre él y, de pronto, ¡Boom! Se cayó de su cama.


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