Tobora

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Estadio de fútbol El Tabora

cada día hay más rincones en BOGOTÁ [Instituto Distrital del Patrimonio Cultural]


El Director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, Gabriel Pardo García-Peña recomienda conocer:

Estadio de fútbol El Tabora


UBICACIĂ“N: Calle 74 entre Cras. 62 y 76 (barrio El Tabora)

Escrito por: Camilo Escobar Fotografias de: Carlos Hernandez Llamas


En medio de la proyección occidental de la capital, en la localidad de Engativá, hay un campo donde el césped fresco y parejo se riega hacia todos los costados, dando la impresión de que cruzarlo demora. Esa amplitud de espacio se acentúa con el silencio que allí reina a medias, pues es levemente perturbado por el ruido del distante tránsito vehicular y del más cercano alboroto infantil, que emerge de


un centro de educación primaria aledaño. Ese silencio incompleto, ese espejismo de calma –que va rompiéndose con sólo dar unos pasos hacia las calles circundantes–, impide que ese mismo espacio sea concebido en la otra orilla, la del ruido, los gritos, la euforia, la algarabía y otros signos, como los olores variados y la pluralidad de movimientos y c­ olores.

Pero sí, allí también existe ese ambiente, y es nada menos que su estado natural. El del silencio y el espacio vacío es el extraño, el anormal. Porque lo que le da vida al estadio de fútbol El Tabora –ubicado en el barrio que lleva el mismo nombre– es el grito d­ esahogado de gol, las risas y los respectivos lamentos, los pitos –empezando por el del juez–, el resonar

de las palmas, algunos bombos y, pasando a otras percepciones sensoriales, los colores –de los uniformes, del entorno, recogidos por el telón verdoso que predomina– y los olores, entre ellos los que emanan de las populares comidas ofrecidas en derredor y el inconfun-

dible aroma que despide el pasto cuando ha sido harto pisado por los botines de quienes sobre él desatan deportivas y artísticas pugnas con un balón como hilo de historias, de anécdotas, de victorias y derrotas, de memorias... de todo.


Un templo, adonde la gente acude hace más de 40 años para celebrar rituales deportivos y culturales, es El Tabora, epicentro de una competencia única en la ciudad, el Octagonal del Tabora, donde la cita a la que en cada temporada responden los 10 equipos que habitualmente disputan el trofeo aficionado sirve como eje alrededor del cual ha surgido un conjunto de dinámicas y hábitos –encuentros de familiares y amigos de antaño, convivencia comunitaria, ingestión de alimentos, celebraciones y reminiscencias–, que en apariencia son valores agregados de la actividad central, principal, la deportiva, pero que con el tiempo han adquirido igual e incluso mayor protagonismo que cada partido, que cada movimiento dentro de la cancha, que el Según Humberto López Jiménez, uno de los gestores del mismo recorrido del balón, tanto que éstos no tendrían el ya tradicional campeonato y fundador del equipo Hnos. Lómismo sentido ni sabor sin la presencia y existencia de los pez –histórico ganador de la contienda, con 8 títulos–, “lo primeros. que destaca al Tabora de otras competencias y entornos deportivos, más allá del ímpetu con que normalmente se presencia un encuentro futbolero, es la cultura, la prudencia y el respeto con que la gente vive cada partido”. Gente, público que llena siempre las graderías de pasto que se ubican a los cuatro costados de la cancha, particular tribuna que tiene capacidad de albergar a más de 5 mil entusiastas seguidores de las escuadras y del torneo mismo, porque aquí, a diferencia del folclor –desbordado– que rodea al fútbol profesional e incluso parte del aficionado, las diferencias que producen las afinidades por los colores de las camisetas las ahoga el inmenso aprecio colectivo por el torneo, que tanto jugadores, técnicos, gestores y público lo sienten muy suyo.



Y allí, en la función que este terreno cumple como gran referente no sólo de lo recreo-deportivo, sino de lo cultural y social, descansa la relevancia que para Bogotá tiene la cancha de fútbol El Tabora, la cual hoy, ya convertida en leyenda, es motivo de orgullo para la capital y en especial para la comunidad del sector, la misma que promediando la década de los 60, cuando el terreno era destinado no más que a la cría de ganado y al cultivo de papa, decidió modificar sus usos, cambiar su aspecto y convertirlo en el rostro insignia de la zona, objetivo que –ya logrado hoy– empezó a incubarse cuando el sitio se dispuso como campo improvisado y rudimentario de fútbol, condición que no minó sus efectos atrayentes. Lo contrario: en los 80, basado en la asidua afluencia que de deportistas y ciudadanos tenía El Tabora, el Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD) hizo foco en el escenario y mejoró en buena medida las condiciones físicas del mismo.




Ese fue un impulso más, otra iniciativa, un empuje adicional en la cadena de esfuerzos que ha sido la característica histórica del estadio El Tabora, cuya vanidad no se desprende tanto de la cantidad y la calidad de jugadores que han pisado su superficie –Alfonso Cañón, el ‘Gato’ Pérez, Radamel Falcao García, Fabián Vargas, Osman López, entre otros–, ni del fresco y vistoso paisaje del que goza como tampoco del renombre a nivel local, y hasta nacional, que ha alcanzado el torneo que se contiende sobre su césped, sino que proviene de

su esencia como punto de encuentro, como núcleo de desarrollo urbano y social –aledaño a él, y como consecuencia de él, se han establecido locales comerciales, viviendas y hasta un hospital, además del mejoramiento de las vías–, como escenario donde brotan distintas dinámicas culturales y populares y, en conclusión, como alma de este rincón del occidente de Bogotá, uno más que merece ser explorado, admirado y disfrutado, al igual que tantos otros que existen en la capital.


Gabriel Pardo García-Peña Director Ilona Murcia Ijjazs Subdirectora de Divulgación de los Valores del Patrimonio Cultural Fotografías Carlos Hernandez Llamas Investigación Camilo Escobar Periodista Instituto Distrital de Patrimonio Cultural

Dirección Gráfica Yessica Acosta Diseño Gráfico Joulie Rojas Diaz Pasante Universidad Jorge Tadeo Lozano

www.patrimoniocultural.gov.co CULTURA, RECREACIÓN Y DEPORTE - Instituto Distrial de Patrimonio Cultural


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