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Letras en primera persona

PRESENTACIÓN

En esta sección pretendemos que el lector/la lectora se inmiscuyan en nuestra/vuestra publicación con relatos de un par de folios (los escritos no muy extensos, por lo tanto) para dar a conocer vivencias particulares, cercanas, que se narrarán en primera persona intentando aportar la máxima verosimilitud a lo que se nos refiera. Buscamos textos de calidad, con atractivo, que enganchen. Quizá demos con talentos que, gracias a ese anhelo os dejamos los canones de las colaboraciones que aquí vamos a recibir. Estaremos encantados de disfrutar con vuestras aportaciones. Gracias.

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Retazos de una vida (V): “El milagro”

Primavera de 1984…

Suena teléfono… - ¿dígame?... Se oye una voz femenina al otro lado del teléfono que pregunta por la señora de la casa… - Si, soy yo…dígame que desea… - Hola!, te llamo de parte de Juan Hernández Mora. No me conoces, soy la esposa de Juan, pasados unos años del fallecimiento de su esposa nos hemos casado y ahora vivimos aquí en Madrid donde yo tengo mi trabajo como profesora en un Instituto de Segunda Enseñanza. - ¡Pero qué me dices!!! ¡Qué alegría, qué gran sorpresa!!!...la emoción me embarga, dime...¿en qué barrio vivís?

El tío Juan vivía a unas cuantas calles de mi casa, andando se tardaba tan sólo unos minutos…Era increíble!!! ¿Estaría soñando?

Habían pasado muchos años, era impensable lo que me estaba pasando…Siempre se ha dicho que “la vida da muchas vueltas” ¿tantas para traer a mi lado al tío Juan? Era maravilloso, era un sueño!!.

Ese mismo día me fui literalmente corriendo para ver el milagro que la vida me regalaba, no me podía creer que dentro de unos minutos iba a poder ver, tocar y oír hablar a mi tío Juan, ahora un anciano de más de ochenta años, que aunque tenía algún que otro achaque propio de la edad y había sufrido un percance circulatorio, en general se le veía bien, estaba como siempre, con humor, ingenio, amoroso… ¡Qué emoción, abrazos mudos, sin poder decir nada…La emoción del anciano era aún más evidente que la mía… Para él significaba mucho poder tener a su lado a “la nena”. Mucho salto en el tiempo era ese. La había dejado de ver con 10 años y ahora la encontraba, por caprichos del destino, hecha toda una mujer, casada y con dos hijas.

Hablamos de todo, casi con prisa para que no se quedara nada por decir, era una sensación de querer resumir tantos años en unas horas. En realidad no había prisa ninguna, tío Juan vivía felizmente a mi lado, lo podía ver tantas veces como quisiera, no salía de mi asombro esto que me ocurría, era realmente un milagro…Si, existen los milagros, no hay duda, no hay duda…

Hablamos de mis estudios musicales como era lógico. Por aquellos momentos estaba proyectando ir en el mes de julio a Salzburgo, al Instituto Orff, cuna de la Pedagogía Musical, para perfeccionarme en esta especialidad. Estaba orgulloso de que esa semillita que se plantó en su casa de Mahón hubiera germinado.

Recordamos aquellos tiempos, el Ateneo y su empeño en que diera “conciertos” ante sus amigos; los juegos, los muebles y objetos tan bellos que tenia en su isla adorada, me llevó a una habitación contigua donde tenía uno de esos muebles tan hermosos, llenos de cajoncitos que tanto me gustaban, que se había traído a Madrid para poder tener algo de sus amadas cosas. Recuerdo que cuando lo vi solo se me ocurrió acariciarlo como si fuera algo vivo, como cuando se acaricia un gatito o un perrito, y es que en realidad era algo muy delicado para mí. Recordamos a la Venus que poco a poco se había ido quedando sin brazos por comerse las uñas…¡Qué tiempos! Qué maravilla, qué felicidad…Reímos, lloramos, bromeamos…

Le visité muchas veces, sola, acompañada con mi madre, con mi esposo y mis hijas. Conoció a toda mi familia y en esa primavera de 1984 fui la mujer más feliz del mundo.

Echaba mucho de menos su isla y sus cosas pero estaba feliz con su nueva esposa, mujer muy culta, mucho más joven

PRESENTACIÓN

En esta sección pretendemos que el lector/la lectora se inmiscuyan en nuestra/vuestra publicación con relatos de un par de folios (los escritos no muy extensos, por lo tanto) para dar a conocer vivencias particulares, cercanas, que se narrarán en primera persona intentando aportar la máxima verosimilitud a lo que se nos refiera. Buscamos textos de calidad, con atractivo, que enganchen. Quizá demos con talentos que, gracias a Letras de Parnaso, comiencen una andadura cargada de interés. Con ese anhelo os dejamos los canones de las colaboraciones que aquí vamos a recibir. Estaremos encantados de disfrutar con vuestras aportaciones. Gracias.

que él, hacían una buena pareja. Tío Juan deseaba como niño que llegara el verano y las vacaciones de ella para ir a su adorado Mahón.

Llegó el verano, ellos se marcharon a Menorca, yo a Salzburgo y luego, en agosto nos fuimos mi esposo y yo con las niñas a disfrutar unas semanas de las playas del Mediterráneo.

Era el mes de septiembre. En Madrid se disfrutaba del final del verano con un tiempo maravilloso, se podría asegurar que en vez de ir hacia el otoño estábamos entrando en la primavera, eso daba una sensación optimista y de bienestar. Contaba los días que faltaban para que volvieran de Mahón el tío Juan y su esposa que no debían de tardar mucho en llegar ya que ella empezaría pronto las clases en su instituto. Estaba deseosa de contarle que tal me había ido en Salzburgo, las experiencias, las simpáticas anécdotas que me habían sucedido y que estaba segura de que él las iba a disfrutar porque tenía un gran sentido del humor y algunas eran muy divertidas… Me lo había pasado fenomenal.

Tío Juan volvió, si, volvió, pero nunca más pude ya verle y hablar con él.

En el avión, viajando hacia Madrid sufrió un infarto de miocardio y no lo pudieron salvar, y allí mismo, en el vuelo de Menorca a Madrid, dentro del mismo avión falleció en ser más maravilloso que he tenido la dicha de conocer.

Es imposible traducir en palabras lo que sentí en esos momentos. Es muy difícil expresar los sentimientos, sólo diré que mi tristeza era tan grande que no podía reaccionar ante tal acontecimiento.

Un día soleado, una temperatura agradable y un pequeño manojo de amigos le despedíamos en su última morada aquí, en Madrid, lejos de su Mahón amado, lejos de ese pueblo que le adoraba, que le reconocía como hombre de gran valía, erudito y honorable, lejos de su Ateneo y sus ancianos tertulianos.

A los pocos días, reaccionando, pensé que la vida no había sido injusta conmigo, al contrario, la vida me había regalado el milagro de poder volver a verle, charlar, mostrarle mi afecto antes de que ese ser partiera a otra dimensión donde, estoy segura, allí le espera la auténtica “nena” esa que les había abandonado a los pocos años de nacer y llevaba mucho tiempo esperándole.

A pesar de estas consideraciones tengo que reconocer que en mi vida quedó una nube gris que he ido despejando poco a poco hasta quedar en mi alma una sensación de serenidad cuando pienso en él.

Como no tenía hijos, en su testamento constaba la donación de todos sus enseres tan valiosos, de todas sus pertenencias históricas, todas las cosas, mapas antiguos, objetos de arte, cuadros, muebles, procedentes de su propia casa y de la casa de su padre, toda esa riqueza histórica la donó al Ayuntamiento de Mahón. Al año siguiente de su fallecimiento el Ayuntamiento inauguró un museo en el complejo del Carmen: el MUSEO JOAN HERNÁNDEZ MORA, en la plaza de la Miranda de Mahón. …Y ahí, en Maó (Mahón), capital de la isla de Menorca, en ese museo quedó atrapada en el tiempo parte de mi infancia.

EPILOGO

Estos Retazos son mi homenaje a un gran hombre, pequeño en estatura pero grande por muchos motivos.

Tío Juan…mi tío Juan, siempre te llevaré en mi corazón porque fuiste la persona que más cosas me dio: volcaste en mí todo el amor que no pudiste dar a tu niña malograda, me transmitiste el amor por las cosas bellas, el gusto por todo lo delicado, siempre entendí tu sentido del humor, humor a veces sarcástico que yo he “heredado” de ti. Tantas y tantas vivencias con un ser tan especial como fuiste tú para mí y para Menorca.

Tu tierra te reconoció como Hombre Ilustre, tus pertenencias, tantas cosas bellas que te rodearon están recogidas en el Museo Joan Hernández Mora que la ciudad de Maó tiene el honor de mostrar a los visitantes.

Hombre ilustre de tu tierra, siempre te llevaré en mi corazón.

María Dolores VELASCO

(España)

Isla Martín García

Jorge Gutiérrez está viajando a la isla para ver si puede organizar un fin de semana con los miembros de su Club de Leones, del cual es el presidente. Todos se llevan muy bien, piensa que siendo un lugar cerca, agradable, pueden pasar buenos momentos y divertirse.

Se levantó temprano para tomar la Cacciola en la estación fluvial de Tigre.

Llegó con tiempo de sobra como para tomar un café con unas medialunas muy ricas, famosas en la zona. La mañana estaba húmeda, había un poco de neblina, pero no tanta como para impedir la navegación, además el agua estaba bastante alta, era una garantía para circular por los ríos del recorrido dentro de la isla. Se había formado una fila importante para el control de la documentación por parte de Prefectura, lentamente tomó su mochila y buscó su boleto. El pasaje era variado, iban maestras de la escuela, personal, turistas. Sobre el techo de la lancha cargaban de todo, frutas, verduras, productos de limpieza, hasta repuestos para muchas cosas que no era posible tener en la isla. Casi sobre la hora de salida llegaron dos o tres autos, no se fijó bien, con varias personas que por la forma de vestir y actuar se notaba que eran funcionarios de buen nivel.

Se sentó adelante cerca del barcito, y se puso a leer el diario del día.

La lancha salió del río Tigre, enfiló por el Luján, como había agua tomó por el canal Derivación. Leía la editorial con mucho interés porque trataba el problema de los desmontes en el Norte argentino casi con la aprobación o anuencia del gobierno. Por ese motivo se sorprende cuando escucha: -Jorge Gutiérrez ¿sos vos? -Bautista Piccinini, si soy yo, ¡vaya que sorpresa! ¿qué hacés por acá? -Vení, tomemos algo y te cuento.

Bautista Piccinini había sido compañero de él en el Nacional Buenos Aires, se había ido a vivir a Italia ni bien habían terminado el colegio, porque el padre era ingeniero de Pirelli y lo trasladaban a la fábrica de Battipaglia en el sur de Italia. -Me interesa saber qué fue de vos, desde que te fuiste no supe nada. -Mirá en una línea te cuento, a mi viejo lo trasladaron a Battipaglia, al sur de Salerno, yo estudié leyes en la Universidad de Nápoles, hice varios masters en Perugia, en París y en Inglaterra. Ahora estoy viviendo en Montevideo. Formo parte de una comisión sobre cuestiones de límites, y venimos ahora a ver con nuestros propios ojos la frontera seca que vamos a tener con Uruguay. Algo impensado pero que se dio. Por el tratado del Río de la Plata Uruguay tiene jurisdicción sobre todas las islas formadas o a formarse al este de la línea del canal.

Y por aluvión se fue formando un islote, cada vez más grande que ya se unió a la isla en límite norte, que le pertenece a Uruguay, con todos los inconvenientes de tipo geopolítico que ello puede traer. Yo soy especialista en el tema, todo por la inquietud que tuve siempre por culpa del Profesor Aranda, Norberto Aranda. ¿Te acordás de él? -Si, perfectamente, era de Literatura -Si, pero para mí fue mucho más. Era un hombre solitario con pocos amigos, por esas cosas del destino solíamos hablar en el recreo porque había conocido a mi papá que era ingeniero de Pirelli, y él brevemente había trabajado en esa fábrica. La cuestión que un día me preguntó si me gustaba la ópera a lo que yo le contesté que nunca había escuchado una. Entonces él me explicó en varios recreos la estructura musical de una ópera arias, arietta, intermezzo, romanza, en fin todo. Un día llamó a mi casa, habló con mi padre y le pidió permiso para llevarme al teatro Colón a una función, daban La Boheme. Mi padre accedió, pero igual con la excusa de invitarnos a cenar me fue a buscar a la salida. La cena de esa noche es uno de mis mejores recuerdos, se llevaron estupendamente, era muy culto, hablaba varios idiomas, había recorrido medio mundo. Después de eso más o menos cada veinte días organizaba una salida a un museo o a un concierto y después íbamos a comer algo solos o con mi papá que siempre me pasaba a buscar. Cuando supo que nos íbamos a Battipaglia me enseñó todo, desde la geografía hasta la historia de la zona, desde antes del imperio romano hasta la actualidad que había pasado de ser un pueblo de campaña a un polo industrial, desde la época que era parte de la Magna Grecia, la invasión de los normandos, la ocupación y bombardeo de la última guerra. Y me dijo: ¿usted sabe quién era el normando Roberto Guiscardo? Seguro que no, porque era un gran sinvergüenza pero del que hay mucho por aprender. Me explicó que aparte de ser un mercenario era un gran estratega y un gran manipulador y cómo fue

Pág. 135 conquistando tierras, favores, títulos y riquezas. Cuando llegué a Battipaglia tenía la sensación de haber estado toda la vida, salí a recorrer las ruinas griegas, a reconocer los lugares, a visitar los museos y a estudiar todo lo que él me había enseñado. Recibí dos cartas y en la última me decía que se iba para Bolivia y que ya se iba a comunicar cuando tuviera un lugar fijo. No supe nunca nada más. Pasó la vida, me casé, volví a Buenos Aires, conseguí un puesto en la Cancillería por medio del cónsul italiano. Me anoté en derecho para tener el título de abogado, a pesar de tener el diploma de Nápoles. Una vez dentro de la facultad, conseguí que varias materias me las dieran por aprobadas y me recibí acá. Siempre me había dedicado a relaciones internacionales, cuestiones de límites y era contratado por diversos países, ahora estoy por Uruguay y es lo que vinimos a ver hoy, más por algo colorido que por la realidad que se resuelve en la mesa de las negociaciones. Todo gracias al profesor que despertó esa inquietud. -Uy, ya estamos cerca, vuelvo con mi grupo, cambiemos tarjetas, así te llamo o me llamas, si vas a Punta del Este nos podemos ver tranquilos. No dejes de hacerlo me falta que me cuentes tu parte. Ni te dejé hablar pero quería contarte. Discúlpame, parezco mal educado, tal vez lo sea, pero vienen veedores internacionales y se los largué a la secretaria, me va a matar.

Jorge Gutiérrez fue directo al hotel para hablar con el encargado, recorrer las habitaciones, ver los precios y organizar el viaje. Cuando terminó faltaba para el almuerzo, aprovechó ese rato para ir a la panadería de la isla a comprar los famosos panes dulces que tanto le gustaban. Mientras almorzaba recordaba la partida de Piccinini, estaba toda la división, se fueron en el Augustus, un barco muy lindo de esa época. Poco tiempo después de la partida de Bautista los titulares de los diarios decían que en la frontera con Bolivia habían apresado a Manfred

Lydia BONORA

(Argentina)

Corresponsalías de Letras de Parnaso

Italia: Elisabetta Bagli

Cuba: Yuray Tolentino

México: Guadalupe Vera

Rumanía: Madalina E. Iliescu

Bolivia:

Heberto Arduz

Argentina:

Aline Bruzas

Bahrain: Carmen Salvá

Uruguay: Rafael Motaniz

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