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Obras clásicas manuscritas
C apí T ulo III
OBRAS CLÁSICAS MANUSCRITAS
1. LOS MANUSCRITOS DEL SIGLO XVI
Una parte importante de las noticias sobre nuestro personaje se encuentra en manuscritos publicados a siglos de distancia de su redacción o todavía inéditos. Tanto los que han nutrido la bibliografía de manera indirecta, como los inéditos son importantes, unos por haber infuido, pese a todo, en la historiografía y otros por ser un sugestivo reservorio de noticias. El más antiguo es un apunte de Girolamo Cardano: «Scripseramus de instrumentis Zelandinis», el reloj astronómico, «sed Ianellus [C]remonensis nos ab hoc labore liberauit» (1550). En el diario de Sigismondo Cavalli (Brescia, 1530-Praga, 1579), embajador de Venecia en la corte de España, redactado por el secretario Lunardo Ottoboni, fgura Toledo en dos versiones con tres anotaciones: «Uno Milanese» ha «principiato un Edifcio p[er] co[n]dur l’aqua dal fume sino sopra la Citta», él, «Gianello Zuriano millanese ha fatto un’edifftio con alcune cazze di rame» que lleva «nella piazza preditta tanta acqua, quanta puo uscire di un canone di grosezza di una narancia» (1567); puesto en funcionamiento, es «belliss[im].o rimedio et trouato, p[er] ch[e] certo la mo[n]tada e molto longa et ratta» (1569).
Otro informe es el de su sucesor, Antonio Tiepolo (Venecia, 1527-Brescia, 1582), quien admira el «marauigliosissimo, et nobilissimo artifcio di legname, che à guisa di Scala assende quanto il Campanil di S. Marco» y el «horologgio co[n] 1.500 ruote, che haueua il moto de tutte le sfere proportionatissime con il Cielo», obras del «Cremonese nominato Maestro Zanella» (1572). El religioso y humanista Luis Hurtado de Toledo (Toledo, ±1523-Toledo, 1590) describe el «miraculoso edifcio» creado por el «principe de la arquitectura Joanelo Turriano Cremonense», el «subtilisimo Joanelo Turriano de Cremona, principe de la arquitectura» (1576). El benedictino Bartolomé Villalba y Estañá (Xéria, 1548-Xéria, 1605?) describe a un peregrino en las calles de Castilla, que observa el artifcio de Toledo y comenta que «merece por cierto Juanelo eterna fama por haber hecho esta obra, que, aunque ahora
forecen los ingenios más que jamás han sido y descubren hoy sutilezas delicadas, es de tener en mucho», recordando además cómo «hizo el tal Juanelo un reloj á la Catolica y Cesarea Majestad de Carlos V, el cual es una de las cosa raras del mundo» (1577).
El prelado y diplomático Camillo Capilupi (Mantua, 1531-Mantua, 1604) deja constancia de algunas impertinencias de Turriano/Torresani para con Carlos V, que resultan creíbles por ciertas pruebas pruebas documentales (1579-1592). El famenco Hendrik Cock, capitán de los arqueros de la guardia de Felipe II, cronista y rimador, al describir Toledo en verso no olvida a «Juanellus princeps operum Satus vrbe Cremona», el cual «nam fumen in arcem Jmpulit vt nullo faciente labore ministret Stantibus in castro Castellæ regibus vndam» (1580-1590). El dramaturgo e historiógrafo Lupercio Leonardo de Argensola (Barbastro, 1559-Nápoles, 1613) se burla de quien, de manera exagerada, lleva a extremos increíbles las nimiedades: «Por mas arcaduces, que a Toledo / Sube el agua Juanelo» (1582). El viajero Antonio Maria Ragona, originario de Vicenza, en la parte «d’Italia in Francia, Inghilterra, España», en compañía de Filippo Pigafetta, destaca de la etapa en Toledo que pasa por el Alcázar para «vedere l’ingegno di Gioannello Cremonese col quale dal fume Tago che corre al pie del colle ove è situata la città di Toledo alza l’aqua sin al Palazzo Reale che è locato nel sommo di quel colle ma non so come si fosse, non si vede» (1582). Entre los artífces italianos del monasterio de El Escorial, Federico Zuccari (Sant’Angelo in Vado, 1543-Ancona, 1609) ensalza «l’ingegno di Gianello nostro italiano Cremonese che in materia di orloggi, mulini et machine simili et in cose mathematiche è stato eccelentissimo» (1586).
En una comedia del poeta Juan de Quirós se exclama: «¡Pardios, que es encantamiento / ver del agua el artifcio!» (1591). En el informe redactado por el secretario Francesco Priuli (Venecia, 1570-Praga, 1610) para Francesco Vendramin (Venecia, 1555-Venecia 1619), embajador de Venecia en Toledo, se hace mención al «ediftio che dal fume fno al palazzo portasse l’acqua» (1593). El novelista Luis Zapata de Chaves (Badajoz, 1526-Valladolid, 1595) describe el Artifcio como «El mayor ingenio de agua el que hizo Juanelo, y sube a Toledo ochenta estados del rio a la Casa Real» (1593). En las memorias manuscritas, Esteban de Garibay rubrica las notas biográfcas que había recopilado sobre «Joanelo Turriano, natural de Lombardía, el que habia hecho la admirable fabrica de la subida del agua del Tajo al alcázar de Toledo» (1594?) y sobre su muerte «en 13 de Junio jueves á las seis horas de la mañana de este año de 1585 á los 85 de su edad» (Garibay, 1854, pp. 420-421). Al viajero famenco Jehan Lhermite se deben unas descripciones muy precisas del «engin de l’eaue» y del reloj, ambos creados por un «certain Milanoys appellé Joanela» (1596, 1599 e 1600).
2. LOS MANUSCRITOS DEL SIGLO XVII
En la antesala del nuevo siglo, Lupercio Leonardo de Argensola lamenta que «Boscán, Petrarca, Ercilla, Ariosto y Tasso / Comen el artifcio de Juanelo» (±1600). «El incógnito», poeta, cita el consabido «artifcio de Juanelo» (±1600). Diego Cuelbis, alias Jakob Quelviz, viajero sajón de Lipsia, recuerda el «aqueducto artifciosísimo», obra de «Janello Turriano cremonese en Lombardia italiano» (±1600). El padre jesuita y astrónomo Christoph Grienberger (Hall in Tyrol, 1561-Roma, 1636) le habla con todo detalle al compañero jesuita Christophorus Clavius, alias Christoph Schlüssel (Bamberg, 1538-Roma, 1612), uno de los reformadores del calendario juliano en 1582, del reloj de Johannes Hummelius, alias Hommel (Memmingen, 1518-Lipsia, 1562) llamado «Cristalino», aunque señala que «praeclarum debeat esse opus Iannelli quod Madridii seruatur, et alterum quod Toleti» (1601), y en otra nota menciona la «Toletum ubi Tagus summam arcem petit ingenio italico» (1603).
El religioso y literato Manuel Severim de Faria (Lisboa, 1584-Évora, 1655), durante una visita a Toledo, encuentra el modo de examinar y anotar con minuciosidad el movimiento del Artifcio, aún en funcionamiento, y acentúa el «ingenho de Joanello Turriano que fes aquella admirauel fabrica» (1604). En un relato del viaje de Pierre Bergeron (París, 1580-París, 1637), rimador y geógrafo, se sigue haciendo mención al mecanismo toledano que, explica su autor, «se construyó, en otros tiempos, por la industria de un cremonés llamado Janello Turriano o della Torre» (1612). El poeta toledano Luis Cernúscolo de Guzmán descubre una «invençion rara / con que honor inmortal gano Juanelo» (±1615). El literato cremonés Giuseppe Bresciani traza un perfl de «Lionello Troiano jngegnero» en el que, haciendo referencia a los volúmenes de Campi y Bugati, retoma las antiguas referencias a su aprendizaje con Giorgio Fonduli, a como el príncipe Ferrante Gonzaga lo manda ante el emperador Carlos V y la construcción del Cristalino y del Artifcio (1623/1624).
Antes de llevar a imprenta los moralia de Turriano/Torresani, el cardenal Federico Borromeo anota el «Motto audace del Gianello (declara p.[er] digniss[i].mo quis est Gianellus): pagarlo, e mandarlo à casa» (1625). Y, para redactar una obra astronómica, encarga al jurista Alberico Settala que investigue acerca de relojes astronómicos famosos; este obtiene información en Lucca del ingeniero y matemático Muzio Oddi (Urbino, 1569-Urbino, 1639), por lo que el texto muestra en limpio anécdotas sobre el «Maestro Gianello Turriano da Cremona, et di altre simili machine»; en borrador, una anotación sobre «Gianello» y el pro memoria «Doppo la Sfera di Gianello dirò Di alcune altre Sfere»; en un apéndice, notas de Settala para la «diligenza del Gianelo» (incorpora anotaciones biográfcas) y el pro memoria «Jl Mascherone si raccorda molto bene del Giannelli, come contemporaneo di suo Auo», es decir, un
Mascheroni, probablemente de la línea de los Olmo, conserva el recuerdo (1628). El historiógrafo paviano Giovan Battista Pietragrassa obtiene noticias del conterráneo Stefano Breventano sobre el reloj astronómico copiado por «Janello Cremonese», que vuelve a recoger en las dos versiones manuscritas, casi pero no perfectamente iguales, de su «historia» anecdótica de Pavía (1636).
El médico, botánico y científco alemán Otto Sperling (Hamburgo, 1602-Copenhague, 1681) menciona brevemente, en las notas de su viaje de estudios en España, el Artifcio (1640). Diego de Estrada (Toledo, 1589-Cagliari, ±1647), soldado y aventurero, compara en sus memorias la infuencia de Lope de Vega en la literatura con la de «Juanelo, príncipe de las artes, con el huevo sobre la fábrica del artifcio» (1647). «Y la que en Toledo supo / Sin la costa de Juanelo / Llevar agua a su molino» son las rimas de una comedia anónima, Fin de la cortesana (±1650). En un texto biográfco, Bresciani llama a nuestro personaje «janello Troiano» y, ensalzando una vez más el «Horologio di grandiss[im].o Magistero et artifcio», de las «Mille e Cinquecento ruote», encumbra el «grande Edifcio con il quale condusse lacqua nella Citta di Toledo» y el anillo forjado por él para el emperador Carlos V, «nel quale daua segno dhora in hora con pontualita con batterli in deto in cui lo teneua» (1665). Por último, Francesco Volpino comenta la «Sfera fatta dal Gianelli Cremonese» entre las pequeñas piezas que fguran en un catálogo adjunto manuscrito de la colección de «maravillas» de Manfredo Settala (1667).
3. LOS MANUSCRITOS DEL SIGLO XVIII Y XIX
Desiderio Arisi —el «Monachus Hieronymianus Frater meus dilectissimus» de Francesco Arisi— escribe una Accademia de’ Pittori, Scultori, ed Architetti Cremonesi, con la biografía de «Janello Torriano», donde se explaya sobre los autómatas y los relojes creados por el conciudadano y amplía los episodios expuestos por otros autores; asevera, con base en el libro de Strada, que el 21 de septiembre de 1558, en Yuste, «fu presente alla morte del suo Principe», Carlos V, y habría sido testimonio de los prodigios que tenían lugar en el jardín, indicio de su ascenso al paraíso: «Raccontò Janello che vide nello stesso orticello un Giliobianco, che 2.o il solito nel mese di Maggio mando fuori all’istesso tempo, due gambi, l’uno de quali forì, e l’altro ritenne il bubbone serrato in tutto il tempo della primavera e dell’estate, che gia ingrossava la buccia p[er] dar indizio di aprirsi, come fnal[men]te fece la d[ett].a notte». Ofrece, además, una amplia selección bibliográfca de citas sobre Turriano/Torresani, extraídas de numerosos textos anteriores (1700).
El jurisconsulto y literato Giambattista Biff (Cremona, 1736-Cremona, 1807) se ocupa, en cambio, del pariente pintor Girolamo Torriani en pequeñas notas extraídas seguramente de fuentes locales (1780/1790). Los materiales y apuntes del polígrafo Vincenzo Lancetti (Cremona, 1767-Milán, 1851) para su incompleta Biografia cremonese ossia dizionario storico delle famiglie e delle persone no añaden nada nuevo (1819/1822). El arquitecto Carlo Visioli, que trabaja en obras públicas, recuerda haber encontrado en las colecciones municipales «il ritratto in dipinto del sublime novello archimede del secolo xvi» (1871). El último escrito es el de Antonio Sommi Picenardi, que cita las «medaglie di Janello Torriano» y las tradiciones seculares sobre «Giannello Torriani, il più insgine meccanico del suo tempo» (±1890). Cuando el noble cremonés reúne sus documentos, la historiografía hace ya decenios que se está ocupando del famoso artífce basándose en testimonios de contemporáneos y en fuentes primarias de archivo.
Como puede verse, existen crónicas y notas biográfcas que recogen referencias verifcadas y habladurías de segunda o tercera mano. Hay información que parece auténtica, como la que aporta Vida, que conoció personalmente a nuestro protagonista y lo ha visto en acción en la fragua, cubierto de hollín y herrumbre; la de Cardano y Sacchi, sobre el asunto de la copia del reloj astronómico de Dondi; la de Bugati, quien asegura haberlo conocido y haberlo visto abrir dicho reloj astronómico; la de Lami, que documenta un lema por el que será famoso: «In terris cœlos, In cœlos flumina traxit»; la de Morales, que relata detalles inéditos «segun el a mi me ha contado»; la de Antonio Campi, defensor, con Giorgio Fonduli, de la aculturación y creador del sobrenombre que se le atribuye, «nuevo Arquímedes»; la de Lomazzo, acerca de la existencia de un tratado suyo y la colaboración para revisar el calendario juliano; la de Maioli, que presenta el pequeño reloj creado para el emperador; la del cardenal Borromeo, que registra un anecdotario de expresiones de carácter moral.
Los «milagros» observados y atestiguados por Turriano/Torresani en Yuste tras la muerte de Carlos V, aportados por Strada y retomados por Desiderio Arisi, derivan en cambio, como es obvio, de una literatura hagiográfca creada en torno a la fgura del soberano. Sin embargo, continúan siendo misteriosas las «invenciones admirables en la arquitectura militar», mencionadas por el diligente padre Desiderio Arisi y retomadas por Zaist; pero, sobre todo, más inciertos aún siguen siendo los años cremoneses y milaneses de su formación, que pueden reconstruirse solo en parte usando los pocos documentos archivísticos que dejan entrever aquí y allí unos pocos rasgos biográfcos.