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Laudio Joaquín Barbara y Balza (1876 - 1931) _

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Txarlazo: 100 años de m onum ento Orozko Los menhires de Gorbeia

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AmurricEl avestruz €n casa Okondo Jose Paulo Uftbarri (1775 - 1847)

Mesas y Juntas Lugares tradicionales de reunión ^

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EDITORIALa Zaila da u le rtz e k o n oia, eza g u tzen d en e u ska ltza le ara b a r b a k a rre n e ta ko a k e g in d a ko h iz te g ia a rg ita ra tu g a b e z e g o e n ora in d ik. J o s e Paulo U libarriz ari gara, jakin a.

Aquel sol que tan arrogante nos retaba en verano parece acobardarse ahora de si mismo. Estamos en el inicio del Invierno: una época de purificación e Inicio de nuevos ciclos.

G ure e sk u a ld e k o g a ie kin z e rlk u si zu zen a k z u te n lan ak arg ita ra tzea ren a ze n A U N IA k b e re h a sta p e n e tik h a rtu z u e n ardura. Eta asm oa p a p e re ta n da d a g o e n ek o .

Así hemos querido entenderlo desde AUNIA, con nuevas apuestas estéticas y con arriesgadas propuestas editoriales.

Eu ska ltza in d ia era k u n d e a re n la g u n tza z kalean da b itx i filo lo g ik o hau, h a rp id ed u n g u z tie i oparian e sk u ra tu k o du tela rik. H on en b id e z , e sp e ro du g u O k o n d o ko e u ska ltza le haren m em oria h ed atzea.

A n tz e k o z e rb a it d u g u Jo a q u in Barbara la u d io a rra rek in , o so a rtista a rrakastatsu a baina Lau dio b e re so rte rria n ia in o rk e za g u tzen e z duena.

H a uek eta b e s te b a tz u k dira n eg u h o tz a ri e sk a in tz e n d io g u n a ld izka ri h o n e n gaiak. N agusia, g u re esku a ld ea n izan dako b a tza r-to k ia k la n tzen ditu .

H istorian h u rb ila k baina u rru n ak o ro im enetan .

Dentro de estas últimas, cabe llam ar la atención sobre la publicación del dic­ cionario de J.R Ulibarri, un vascófilo naci­ do en Okondo allá por el XVIII y que es prácticamente desconocido.

Algo sim ilar sucede con Joaquín Bárbara, pintor laudíoarra gran éxito en su época y que sorprendentemente nadie o casi nadie conoce en la tierra que le vio nacer.

Pero son las diferentes juntas juraderas históricas de nuestra comarca las que lle­ varán el gran peso de la revista. Un reco­ rrido, cuando menos apasionante, a través de los orígenes de nuestras organiza­ ciones sociales.

Antiguos cascabeles usados en la elección de cargos de Zaraobe N * 5 Zk. NEGUA E n e ste n ú m ero h a n co la b o ra d o : E g o itz B e rn a ols. E n r iq u « A rb e ra s .

E n e k o Z u b ia (W e b ). E n riq u e Fra n co .

G a b rie l Va zq ue z. Ira lx e H e rn á n d e z.

J o s e b a E g ig u re n , P a ix l G a le . Xabler O r llz . T x e m l Ulano, T x e lx u La n b a rrl.

XabI O te ro E U S K A L T Z A IN D IA E U S K A L M U S E O A -B I L B A O F O T O T E K A -K U T X A

Sumario A R G IT A R A T Z A IL E A : AVN IA K U L T U R A ELK A R TE A Torrea. 16 01 4 0 8 - LU IA O N D O

4

Mesas y Juntas Lugares tradicionales de reunión Juanjo Hidalgo

•S 945 891 976 www.aunia.org Z U Z E N D A R IT Z A E TA E R R E D A K Z IO T A L D E A : Juanjo Hidalgo Felix Mugurutza

30 Joaquín de Barbara y Balza (1876-1931) Egoitz Bernaola Luxa

4

40 Aves acuáticas en Maroño FO TO M EKANIKA ETA DiSEINUA; abz@ibercom.com BILBAO UO LD IZTEGIA : Gráficas üzarra • LIZARRA

Eskerronak Luiaondoko Adm inistrazio Batzarrari

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Enrique Arberas Mendibil

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40 Monumento de Txariazo; 100 años para un faro de tierra adentro Txetxu Lanbarrl Ugarte

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62 La encina, un árbol muy singular Felix Mugurutza Montalban

66 Jose Paulo Ullbarri Galindez (1775-1847)

110 La angula, valentía del pueblo vasco Xabier Ortiz

116 Muérdago, la planta sagrada Gabriel Vázquez

Patxi Calé

119 Publicaciones recibidas 76 Los menhires de Gorbeia Felix Mugurutza Montalban

120 Nuestras publicaciones

88 El avestruz en casa Iratxe Hernández

102 ¿Hace cuánto que no ves las estrellas?

Joseba Egiguren

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FOTOS Y TEXTOS: Juanjo Hidalgo

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Egun ditugun udalak auzokjde arteko bileretatik sortuak dira. Esandako herri batzar horiek ez zireh edozein modutan ez eta edozein tokitan egiten; batzar-tokijDerezi batzuk zeuden. Ezagut ditzagun honen^bitartez, gure eskualdekoak.

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La atomización de la sociedad prehistóri­ ca no debió nunca llegar hasta el punto de no conocer la necesidad que realmente tenían de trabajar unidos por un bien común. Es más, creo que el sentimiento de pertenencia a un grupo humano o a una comunidad de grupos debió aflorar muy tempranamente entre los hombres y mujeres, máxime si nos referimos a etapas tan "cercanas" como el Neolítico, la Edad de tos Metales, o los tiem­ pos de la Romanización. Eran capaces de realizar construcciones sorprendentes para las que se exigía una organización bien estructurada a todos los niveles. Vivían en castros a elevada altitud, con murallas perimetrales defendiendo el espacio interno donde se ubicaban las casas, las huertas, las cuadras y los talleres; y todo esto era posible gracias a un perfecto entramado sociocultural y a una ordenada actividad política y económica de los grupos humanos, en cuya textura no faltó la palabra, ni el debate, ni la réplica, ni el eno­ jo, ni la queja. Y, seguramente, todo esto de lo que hablamos, se daba en reuniones. batzarrak. convocadas por no sabemos quién o quienes, ni de qué maneras, para consultar asuntos concernientes a la comunidad, solu­ cionar problemas, proponer normas de con­ ducta y de actuación, acordar leyes y prohibi­ ciones y todo aquello que pudiera servir al grupo para mantenerse vivo en el arduo camino por la supervivencia. No sabemos dónde se juntaban, si en el poblado, en un bosque cercano, bajo un árbol, en torno al fuego o, sencillamente, alrededor de los muertos, cuya memoria viva se enconaban en mantener con tan costosas construcciones.

Nadie puede decirnos que no se reunieron junto a un dolmen, alrededor de un cromlech o, más verosímilmente, en torno a un menhir.

Esas piedras hincadas que apenas han ofreci­ do restos de importancia a la arqueología y que proliferaron por doquier a lo largo de nuestros cordales montañeros, collados, laderas y hasta vaguadas, señalando no sabe­ mos qué y camuflados entre otros mojones de parecido tamaño y forma. ¿Acaso no pudieron ser, algunos de ellos, lugares de reunión en el pasado?

simples agrupaciones de casas en el paisaje.

Había lazos de sangre y muchas cosas en común por las que mantenerse unidos. Eran economías muy de auto subsistencia y debían competir a diario con otras aldeas y hasta con otros territorios de aldeas. Las tierras de labor, los pasturajes, las aguas, los frutos del bosque para sus ganados, la leña y todo lo demás debía discutirse en frecuentes reuniones para dar solución a los constantes problemas. El árbol, el mojón, el cruce de caminos, la fuen­ te..., todo servía para congregar a la comu­ nidad y hablar sobre las cosas del común. Así comenzaron a establecerse los sitios de juntas, lugares fijos en los que discutir de todo. A veces en plena libertad y a veces anulados por la fuerza de algún noble tirano. No fue fácil para muchas comunidades aldeanas sacudirse el yugo del poder señorial, pero, a pesar de todo, las gentes siempre desearon decidir por sí mismas cuando eran sus problemas los que estaban en juego.

La tradición y la fuerza de la costumbre debió prevalecer en la memoria de las gentes a lo largo de los siglos, y la evolución de los tiempos nos llevó a las aldeas, algo más que

Localización: En el centro del núcleo urbano de Amurrio se encuentra la ermita de San Antón, rodeada por una zona peatonal y la plaza del tradicional mercado de los

Todos conocemos Gernika y sus Juntas, las de Avellaneda en las Encartaciones o la Cofradía de Arriaga en Araba. Sin embargo, ignoramos con frecuencia que el fenómeno juntero fue algo muy extendido en nuestro entorno, hasta el punto que cualquier valle, pueblo y hasta barrio tenía su lugar de reunión para los vecinos y representantes.

Con el tiempo, la tradición y la costumbre se hicieron ley escrita y aparecieron ordenanzas para regular sus actividades, siempre en castellano, ya que era éste el idioma utilizado por los escribanos y por la administración en general. Debemos tener en cuenta, no obstante, que las reuniones serían entera­ mente en euskara, la lengua materna de los habitantes de nuestra comarca.

Veamos, pues, siete de aquellas asam­ bleas, y aprendamos algo sobre aquel sis­ tema de representatividad que, con sus carencias, sirvió a nuestros antepasados para dotarse de un autogobierno muy doméstico, pero eficaz y digno.

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m m ííiM viernes, cuya fea estructura no sólo evitó ia recreación de la antigua campa juntera de San Antón de Armuru, sino que además ocultó de la escena urbana toda la fachada sur del propio templo, haciendo que pase inadvertida a los ojos de todos.

Restos: Queda perfectamente en pie y restaurada la citada ermita de San Antón. De la campa que rodeaba el templo y que debía ser algo así como el centro de la actividad diaria de Amurrio, sabemos que desapareció con la vorágine urbanizadora del siglo XX. El

Puerta de ermita SanAn^

enclave acabó rodeado por altos edificios que terminaron ahogando toda perspectiva del lugar. Hoy es la plaza del mercado la que sustituye a la campa, convocando igual­ mente, además de la cita mercantil de cada viernes, diversos festejos como el de la tradi­ cional subasta del cerdo en el día de San Antón. Nada sabemos de los posibles ele­ mentos materiales utilizados para la elección de los cargos, ni si hubo mesa o árbol sim­ bólico alguno en el Campo de la Junta, ya que las reuniones se hacían tanto en el inte­ rior de la ermita como en el exterior, proba­ blemente dependiendo de la climatología.

Origen: La ermita de San Antón de Armuru se remonta en sus inicios a la Edad Media, no obstante, el actual edificio proce­ de de una restauración de los primeros años del siglo XIX, ya que en 1815 sabemos que fue bendecida de nuevo. Algunas de las vie­ jas paredes y parte de las pinturas del siglo XVI, en forma de greca, fueron conservadas, aunque careciendo de valor artístico. Tam­ bién sabemos que en este mismo lugar exis­ tió, al menos desde el siglo XVI, un hospital denominado de Santantón de Armuru. junto a la Hermita de San Antonio Abad, en el que se acogían*peregrinos santiagueses como el Jayme que murió en el hospital en 1601 según palabras de Micaela Portilla en su Catálogo Monum ental de la Diócesis de Vitoria.

Los datos más antiguos sobre la Junta de Armuru nos hablan de las Ordenanzas de Montes de los cinco concejos, aprobadas en

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1571, aunque la comisión que se encargó de su redacción se constituyó para dicha labor un año antes. Precisamente, en el preámbulo de 1570 de las Ordenanzas, incluidas íntegra­ mente en El Libro de Amurrio de José Madinabeitia, se lee: Y aunque era verdad que en tiempos pasados había havido o había algunas ordenanzas y estatutos que hablaban cerca de la guarda y conservación de los dichos frontes, aquéllas no probehian del remedio suficiente y necesario para el efecto susodicho, ni eran guardadas, cumplidas ni ejecutadas como era razón por descuido y negligencia, y po r otros respetos, y principalmente po r no haber personas Diputadas que particular­ mente tuviesen cuenta y jurisdicción y autori­ dad para las cumplir y ejecutar, y porque a él como a justicia de esta dicha Tierra, convenía proveer y remediar lo susodicho, conforme a las leyes y Pragmáticas de estos Reynos, y [...] para que los Montes antiguos que estos dichos cinco Concejos tenían se conserva''en y aumentasen, como para se poder poner y plantar otros de nuevo en los parages y lugares públicos y Concejiles...

Del texto anterior se desprenden varios detalles que pueden acercarnos a entrever los orígenes de Armuru. Así, vemos que con anterioridad a 1570 ya hubo una especie de ordenanzas y estatutos para regular la actua­ ción de los cinco concejos en su mancomu­ nidad de montes. Y se refiere a un impreciso "tiempos pasados" para localizarlas cronoló­ gicamente, lo que nos da idea de acaso al­ gunos cientos de años más atrás en ese tiem­ po no medido. De cualquier modo, ya esta­ ríamos remontándolo a la Edad Media, quizá a la época en que fue asentándose el cris­ tianismo con sus pequeños templos en las primitivas aldeas, de cuando sus gentes sen­ tían ya la necesidad de organizarse y regular sus actividades económicas y sus relaciones sociopolíticas.

Funciones; En el campo o Junta de Armuru, Tierra de Ayala, a donde acostum­ bran hacer sus Juntas Generales los vecinos de los Cinco Concejos, que son Amurrio, Larrumbe, Derendano, Echegoyan y Olabezar, a veinte y ocho días del mes de Abril, año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil e quinientos e setenta años, este dicho día, estando en la Junta General, adjuntados y Congregados po r Cuerpo de Junta General los Escuderos, Hijosdalgos, vecinos y moradores de los dichos cinco Concejos, para entender de las cosas cumplideras [...] y pro­ común y aprovechamiento y conservación de los Montes Comunes que en uno tienen...

Aquellos cinco concejos de Amurrio, que a su vez estaban integrados en la misma cuadrilla o hermandad para asistir a las jun­ tas de Zaraobe, formaban una mancomu­ nidad para el aprovechamiento y conser­ vación de sus montes. Evidentemente surgían problemas, tensiones y desacuerdos que intentaban solucionarse en la Junta, y todo ello exigía de una regulación formal y de una normativa que atase los cabos suel­ tos, además de unos cargos nombrados que velasen por el cumplimiento de esa normati­ va en forma de ordenanzas.

Asi, los jueces diputados, en número de siete, serían los encargados de esa tarea, ...e n cada fiesta de Sanfanfón de cada un año, los dichos cinco Concejos y Vecinos de ellos se junten p o r cuerpo de Junta General en el campo de Amurrio y allí nombren por sus jueces de los dichos términos y montes siete personas de esta manera: Por el Concejo de Amurrio, p o r ser de mayor población y vecindad las tres (tres personas para jueces

diputados), y las otras cuatro p o r los dichos Concejos, p o r cada uno de ellos...

Exigiéndoseles, además, que hagan su juram ento (...] que usarán de los dichos ofi­ cios con toda rectitud e fidelidad, y que harán justicia y ejecutarán y guardarán dichas ordenanzas en todo y p o r todo...

Durante el año que duraban en el cargo debían además abriguar y saber los daños y cortas que en los dichos Montes y egido en cualquier manera se hicieren, según y como en estas dichas ordenanzas se estableciese...

Los siete jueces diputados debían estar asistidos por un escribano fiel, también nom­ brado, y por ios montaneros de cada conce­ jo, quedando incluso regulada la fórmula para realizar sus reuniones en ei capítulo 39 de ias Ordenanzas: Ordenaron y mandaron que asimismo los dichos Jueces Diputados [...] sean obligados de hacer sus juntas particulares y congregarse de tres en tres meses en la dicha ermita de Señor Sant-Antón, [...] y juntam ente con ellos se halle en las dichas Juntas el Escribano Fiel, en los cuales asimis­ mo se hallen todos los Montaneros de los dichos cinco Concejos, los cuales sean obliga­ dos a dar cuenta a los dichos Jueces para ante el dicho Escribano fiel, de los daños, cortas y maletrías que han hallado hechas en los dichos montes y ejidos com unes...

La convocatoria a Juntas Generales se Inacía a repique de campanas, y debían asistir sin faltar uno ni ninguno, so pena que no lo haciendo asi cayan e incurran en pena... aqueiias personas y vecinos de cada Concejo según establece ei capitulo 40 de ias Or­ denanzas. Por Amurrio sus cuatro regidores, sus dos fieies, los montaneros todos y ocho vecinos. Por Larrinbe, el segundo núcieo más poblado, sus regidores, fieles y montaneros, además de cinco o seis vecinos. De Saratxo, llamado por aquel entonces Derendano, igualmente regidores, fieles y montaneros junto a cuatro vecinos. La misma representatividad se le atribuye a Olabezahar, mientras que para ei Concejo de Etxegoien, el de menor número de habitantes, bastaría con cuatro o cinco personas, incluidos los ofi­ ciales, el montanero y algún vecino.

Era día de elección de cargos, de jura­ mentos de fidelidad y de rendir cuentas

sobre todo lo sucedido en ei año. sobre todo por parte de los cargos salientes hacia ios nuevos jueces diputados.

La importancia político-administrativa que tuvo durante no sabemos cuánto tiempo San Antón de Armuru, se vino abajo con la desaparición de la mancomunidad de los cin­ co concejos, ocurrida, probablemente, con la llegada de la ley general de ayuntamientos de 1841, en que las antiguas cuadrillas de la Tierra de Alara se deshicieron para confor­ mar ios nuevos municipios.

Sin duda, nuevos estudios y trabajos de investigación aportarán más luz a esta y otras viejas juntas de nuestra comarca.

Localización: Herril<o Plaza de Laudio, delante de la iglesia parroquial de San Pedro de Lamuza, bendecida el 22 de diciembre de 1095 por ei Obispo de Nájera. Se dice que la ...campa y junta de Basalarñna... se encuen­ tra en las proximidades de esta iglesia o, lo que es lo mismo, ...en la plaza, esa plaza tan­ tas veces citada en las actas de Basaiarrina.

Podríamos entrar a describirla, tai y como creemos que debía ser este foro público de

iglesia de San Pedro de Lamuza de Laudío

Laudio en tiempos medievales y de la Edad Moderna, pero ese será tema, muy Intere­ sante además, de un próximo número de Aunla.

Restos: Nada queda del monasterio de La Muza que debió verse en aquellos tiempos y del cual es hoy fiel testigo en su lugar la iglesia y parroquia de San Pedro de Lamuza, del siglo XVIII. Nada conocemos tampoco de aquella campa de Basalarrina, ni de la mesa de Juntas que debió albergar y sobre la que trataban los asuntos del Valle y Tierra de Llodio.

Aquella mesa descrita como de piedra de sillería, bien pudo haber salido de las can­ teras locales de Bitorika, famosas por la cali­ dad de sus jaspes y por la facilidad de extrac­ ción de los mismos en grandes piezas que se llevaban a la Corte para mesas y adorno de chimeneas. Era un jaspe muy esquisito y fino, y era de fondo negro con tanta copia de vetas que parecen pintadas, todo esto según descripciones del siglo XVIII. Lo cierto es que la mesa desapareció, bien fracturada y pasando a formar parte de algún relleno, bien trasladada o vendida y olvidada por mor de los tiempos. Nada se sabe tampoco de la jarra y los cascabeles de elecciones, ni del árbol que se dice existió. Acaso un roble.

Actual Casa Consistorial de Laudio

como en otros lugares junteros, o una encina del tipo de las que abundan por la zona, tal y como cree el historiador Juan Carlos Navarro, responsable de la mayor parte de los datos aportados en este artículo. A este respecto, una de las numerosas actas de Basalarrina, al menos, lo deja muy claro: bajo un árbol en una mesa de piedra.

Origen: En Basalarrina celebraban sus reuniones los cargos electos del Valle de Laudio desde tiempo inmemorial. Por hablar de una fecha citaremos la de 19 de Julio de 1314, cuando el undécimo Señor de Laudio, Lope de Mendoza, vende ...el señorío de Llodio, con el Monasterio de la Muza, en el palacio de Aracha (Arza), é las tierras, é dere­ chos. é pechos, é vasallos, é collazos, é labradores, é solares poblados, é por poblar, é montes, é pastos..., a Doña Leonor de Guzmán, esposa de Fernán Pérez de Ayala. La toma de posesión del señorío por parte de Doña Leonor tuvo lugar el domingo 22 de julio del mismo año, celebrándose el acto ...delante el Monasterio de la Muza, que es en Tierra de Llodio, seyendo y yuntados en el dicho lugar los pueblos de la dicha Tierra de Llodio, caballeros, escuderos, é peones, é labradores é yunta pregonada, según dicen, que lo han de uso, é de costumbre...

Los actos prosiguieron con los represen­ tantes de cada parte, según las formalidades al uso, entrando físicamente en el Monasterio de La Muza y tomando posesión del mismo en nombre de su Señora y de toda la Tierra de Laudio. A continuación, ...este día sobredicho Martin García, Merino de la dicha Tierra de Llodio, feso repicar las campanas del dicho monasterio de la Muza, é de toda la dicha Tierra de Llodio, é feso dar los apellidos, por los oteros, porque se ayuntase la dicha yunta en dicho lugar de la Muza, según que lo hayde uso, e de costumbre de se yuntar.. Se entiende que a todos los convocados en el campo de Basalarrina se les explica lo ocurri­ do, pidiéndoles que recibieran a Doña Leonor como el nuevo Señor (señora en este caso) de Laudio, la cual juraba guardar los ...derechos, é pechos que á la dicha Tierra, é Señorío pertenescen, é pertenescer deben... Oída la exposición, todos los presentes en la Junta acordaron que, así como su último Señor, Don Lope de Mendoza, y todos aquellos que con anterioridad fueron igualmente señores de la Tierra de Laudio, otorgaron los Fueros, así como los usos, costumbres, libertades y fran­ quicias que había, y a la vista de las cartas que con este mismo compromiso les habían pre­ sentado, aseguraron que recibirían a Doña Leonor de Guzmán como su Señora.

Actos como el de la aceptación de cada nuevo Señor de Laudio, y otros de carácter más electoral, o de adjudicación de obras, o sobre asuntos de tipo más doméstico, debieron debatirse en torno a una mesa de piedra que a tal efecto existiría en una cam­ pa delante de la iglesia de Lamuza. Aquel lugar fue conocido como Campo de Juntas de Basalarrina.

El aludido documento de 1314 es el más antiguo en el que aparece descrito un lugar de reunión en Laudio: ...delante el Monas­ terio de la Muza, que es en Tierra de Llodio, seyendo y yuntados en el dicho lugar los pueblos de la dicha Tierra de Llodio. No se cita expresamente la palabra "Basalarrina", aunque es perfectamente clara su identifi­ cación. Al año 1567 corresponde el inicio de un Cuaderno de elesgones de Alcaldes y Rexidores deste Valle de Llodio..., pero no será hasta 1591 cuando un documento refle­ je el ansiado topónimo: En el campo y junta

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de Baçalarrin, lugar acostumbrado para ele­ gir e nombrar los oficios públicos deste valle de Llodio, a veinte e nuebe dias del mes de septiembre de mili e quinientos e nobenta y un años... También se dice: En la Plaça del Valle de Llodio..., seguramente porque el tér­ mino "plaza" indique de igual manera el campo juntero de Basalarrina, así como otras fórmulas que, aún evitando nombrarlo direc­ tamente, si que lo aluden: delante el M o­ nasterio de La Muza (la iglesia propiamente dicha) o se ayuntase la dicha yunta en dicho lugar de la Muza, según que lo hay de uso, e de costumbre de se yuntar.

Otra diligencia dice que En la portalada de la iglesia de San Pedro de Lamuza (...) yo el dicho escribano notifique el dicho pro­ veimiento... El historiador Juan Carlos Nava­ rro considera que las exposiciones al público de lo acordado se hacían en la puerta de la iglesia para dar más extensión a los temas tratados y que así lo leyesen quienes fueran a misa, que era prácticamente la totalidad de la población.

Otro libro, el de Elecciones de Alcaldes, Regidores y Sindico General del Noble Valle de Llodio, fechado en 1614, dice: En el cam­ po y Junta de Baqalarríña, lugar acostumbra­ do para tratar y conferír negocios tocantes al servicio de Dios nuestro señor y de nuestro Rey y señor natural... En otra página se lee: En Lamuza del Valle de Llodio... Saltando en el tiempo, de documento en documento, nos situamos en el siglo XIX, y uno en concreto nos describe perfectamente todo el proceso electoral seguido en las elecciones de 1835: En el salón consistorial...

Numerosas citas, como la anterior, re­ fieren un lugar para la celebración de juntas distinto del acostumbrado en Basaiarrina.

Asi, aparece tanto el viejo ayuntamiento como el pórtico de ia iglesia o ias torres de Zubiaur (situada en torno ai edificio de corre­ os actual y junto al río) y de Lamuza (zona de entrada ai Parque de Lamuza). Sin duda, las inclemencias del tiempo en ios momentos de reunión, obligaron en numerosas ocasiones a los participantes a buscar resguardo, hecho el cual fue lógicamente registrado en ias actas de ias Juntas.

Finalmente, ia última reseña histórica nos sorprende en un acta fechada en el 15 de enero de 1874, hace apenas 129 años. En ella se redactaba el proceso electoral de Alcalde y Rexidors. haciendo constar que se hacia en la forma establecida por ei fuero, tradiciones y costumbres antiguas, la elección tuvo lugar en ei salón de ia casa consistorial (el mismo ayuntamiento que ha permanecido en uso hasta el reciente 2002). lo cual no debió resul­ tar del agrado del Diputado de Guerra de la Provincia, ya que ordenó se repitiera ia elec­ ción conforme a ias normas tradicionales y en ei sitio acostumbrado. Así. en el acta del 23 de enero de 1874 se refleja cómo ...en la Campa de Basalarrin de este Valle de Llodio y en mesa de piedra de sillería, se reunió a la ma­ yor parte de ias gentes del pueblo, congrega­ dos a toque de campana, con el fin de elegir a quienes iban a dirigir ios destinos de Llodio.

A partir de esta fecha parece ser que el lugar juntero de Basaiarrina fue perdiendo importancia en ia vida política y administrati­ va del valle, llegando a caer en ei olvido y a la completa desaparición de su testimonio material.

Funciones: En ei Campo de Junta y IVIesa de Basaiarrina se reunían gentes de las cuatro cuadrillas que conformaban el Valle de Laudio, a saber; Goienuri, Larrazabai. Larra y Oiarte. Un montanero por cuadrilla citaba a ias juntas, yendo de barrio en barrio, a toques de campana. Entre las diferentes funciones estaba ia del nombramiento de cargos, que se hacía siempre en el día de San ÍVIiguel. 29 de septiembre, patrón de Euskal Herría. Se elegían siempre dos alcaides, uno en ia Junta y otro nombrado por el Señor de Laudio que estuviera en aquel momento. Ambos eran

jueces municipales y, mientras el primero de ellos asumía ias competencias del gobierno interno del pueblo, el segundo se encargaba más de ios asuntos exteriores de Laudio.

Otro cargo era ei de Síndico Procurador General, que era el "concejal" más impor­ tante. Trataba también los temas del exterior, defendiendo al pueblo frente a ias institu­ ciones de la provincia y de otros territorios. Ei proceso electoral pasaba por introducir dos cédulas o papeletas en sendos cascabeles que se abrían por la mitad con los nombres de las personas, propuesta una por el bando gamboíno y otra por ei oñacino. rivalidades omnipresentes y enquistadas en ia política y sociedad de todos y cada uno de nuestros territorios. IVIetidos ios cascabeles en un ja­ rro, solicitaba ia presencia de un niño para que ejerciera de juez inocente y con su mano extrajera uno de ios dos con ei nombre del nuevo Síndico Procurador del Valle.

También se elegían cuatro montaneros, tantos como cuadrillas integraban Laudio.

Era una especie de concejal dedicado a con­ trolar ios montes, pastizales, roturas y toda suerte de usos derivados del bosque, además de convocar a sus convecinos a las Juntas de Basaiarrina.

Otro cargo era el de Ministro Alguacil, quien ejecutaba ios mandatos de los jueces y perseguía a los malhechores hasta ponerlos en prisión. Con el tiempo fue derivando en un alguacil menos policial y más notificador de disposiciones, bandos y acuerdos municipales.

Además de ia función electoral de la Junta, estaba ia del reparto contributivo, cuyo objetivo era la petición de fondos a las cuadrillas para la realización de pagos diver­ sos. como dotaciones a soldados que debía proporcionar ei valle o realización de obras y construcciones. A este propósito se rendían cuentas de la obra de la torre parroquial, construida en 1723, partida po r partida, en la bazalarrina del valle de Laudio, esplicándolas en lengua Bulgar Bascongada y entendidas po r la justicia, regimiento y vecinos que al presente se hallaban.

Todo un modelo secular de ejemplo de­ mocrático que sirvió al pueblo para dotarse de los más elementales órganos de gobierno, desde tiempos inmemoriales hasta casi. casi| nuestro pasado siglo XX.

^ K A U fH A T ^ G ^ N D O l Localización: El Campo y Mesa de Eskauriatza se localizaba en el mismo solar donde hoy asienta sus cimientos el actual ayuntamiento de Okondo. En las actas aparece con el nombre de Escauríaza y, pro­ bablemente, las gentes del valle pronuncia­ rían Eskauriatza. Para evitar problemas de lectura utilizaremos el término Eskauriatza en todo el artículo.

Restos: Sabemos que en la junta del 23 de mayo de 1819 se acordó cercar el sitio de Eskauriatza mediante una pared o muro de piedra. Los documentos nos dicen que se emplearon 240 carros de este material, con­ tribuyendo a ello los propietarios de caseríos con cuatro carros cada uno, mientras los in­ quilinos participaban con la mitad. Poco tiempo perduraría, no obstante, tan traba­ josa obra, pues, al construir el actual edificio del consistorio okondoarra, precisamente sobre el mismo emplazamiento de la Junta de Eskauriatza, desapareció tan significativo hito histórico con todo lo concerniente, es decir: muro de piedra, asientos, mesa y el tejado que lo cubría para proteger al pueblo reunido de las inclemencias del tiempo. Sólo la mesa, símbolo quizá de todo aquello, pu­

do soslayar el destino cruel y "acampar" al otro lado de la carretera, cara a cara con el ayuntamiento pero olvidada por las gentes que tantas veces congregó.

Origen: Según cuenta Vicente Francisco Luengas en su muy estimable libro La Tierra y Provincia de Ayala, el acta más antigua vista por él corresponde a un 4 de agosto de 1415.

Esto, por supuesto, no quiere decir que el ori­ gen de la junta se sitúe en el s. XV, ya que, posi­ blemente, las reuniones en torno a la mesa de Eskauriatza hundan sus raíces en la Plena Edad Media (siglos XII y XIII), pudiendo, incluso, ser reflejo de tradiciones aún más antiguas, tal y como se deja entrever en las ordenanzas con que se rige y gobierna el Valle de Okondo, aprobadas en la junta de 1590.

Estas ordenanzas, en su capítulo primero, hablan de los cargos elegidos diciendo ...los cuales conforme a la Costumbre antigua y Regla vieja sean así tales y sean elegidos y nom­ brados en los dichos oficios el prim er domingo pasado día S. Miguel po r la mañana p o r cada un año en la Junta de Escauríaza en el dicho Valle, según Uso y Costumbre antigua. Tales adjetivos de "antigua" y "vieja" aplicados a los sustantivos "costumbre" y "regla" por las gentes del valle en 1590, nos retrotraen for­ zosamente a una especie de ordenanzas muy anteriores a la citada fecha y, probablemente.

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también a aquella de 1415. Sin duda, los con­ cejos de Eskauriatza se pierden en la noche de los tiempos, como otros muchos, de cuando los problemas del valle se discutían entre todos y entre todos se les buscaba solución.

Funciones: En el Campo de Eskauriatza se reunían gentes pertenecientes a las cuatro cuadrillas que conformaban Okondo, a saber, las de Ugalde, Aretxaga, Irabien y Villachica.

Era la Junta la encargada de nombrar dos regi­ dores, dos tenientes, dos colectores de la Bula de la Santa Cruzada, cuatro montaneros y un

Síndico Procurador sobrefiel, el cual asumía la representación del Valle. Después de la Junta General de octubre de 1683, presidida por el Gobernador y Justicia Mayor de la Tierra de Ayala, Juan de Verástegui, se acordó nombrar a los cargos tan sólo por el período de un año, cuya renovación se haría el domingo siguiente al día de San Miguel, en septiembre de cada año. De esta manera, el Procurador General y Sobrefiel sería uno cada vez, a turno corrido entre las cuatro cuadrillas. El Escribano Fiel también sería uno por turno de entre los que hubiere en el Valle, siempre que fuera vecino.

En la Junta se nombraban, igualmente, tres mayordomos para el cuidado de las ermitas de San Sebastián, en el barrio de Otaola, de San Bartolomé y de San Prudencio, pudiendo ser elegidos tan sólo los propietarios de caseríos ubicados en cada demarcación, y nunca los inquilinos de los mismos.

A partir de 1764 todas las autoridades serían nombradas el 1 de enero de cada año, atendiendo a un decreto procedente del Borbón Carlos III y mandado observar por el entonces Justicia Mayor de la Tierra de Ayala.

Mesa óe £sÍ<aurtatza Aunque las Ordenanzas escritas para el gobierno del Noble Valle de Okondo no se aprobaron hasta la junta celebrada en el año 1590, no debemos dudar que otro tipo de normas, o acaso las mismas regidas por la fuerza de la costumbre y el sentido de la tradición, fueran observadas estrictamente a la hora de tratar los asuntos que traían a colación las convocatorias a juntas, cele­ bradas con carácter mensual y siempre que hubiera algún tema de interés para tratar, no sólo para la elección de cargos. Hay que decir de la Junta de Eskauriatza que no siempre utilizó para sus reuniones el campo donde hoy se sitúa el ayuntamiento, sino que a veces ocupó otros marcos tales como la igle­ sia de Unza o la ermita de San Bartolomé.

Desde la mesa, vista de la Casa Consistorial de Okondo

De las cuatro cuadrillas que conformaban el valle de Okondo, dos de ellas; la de Ugalde o San Román y la de Aretxaga, pertenecían a lo que es conocido como Oquendojena (Oquendo goiena) o la parte de arriba desde el lugar de Eskauriatza, mientras que las otras dos: Villachica (el barrio más cercano a Zuhatza) e Irabien (el centro de población del actual Okondo), se correspondían con la parte de abajo desde el citado campo de

reuniones. Así y todo, el carácter democráti­ co de las Juntas no abarcaba a todas las capas de la sociedad, obviando a las mujeres y tam­ bién a aquellos hombres residentes que no fueran propietarios de su caserío, es decir, inquilinos, y que no estuvieran casados. A este respecto, el capítulo primero de las Ordenanzas es muy claro: ...nombrando en su lugar a personas beneméritas, hábiles y suficientes para los dichos oficios, y que sean vecinos casados y arraigados...

Los 72 capítulos de que constan las Ordenanzas que nos han llegado debían ser respetados y cumplidos por todos, y de velar por ello se encargaban los cargos electos de la Junta. Sobre el contenido de algunos capí­ tulos podría hablarse largo y tendido, y segu­ ramente será motivo de comentario y análisis en un futuro artículo de Aunla, ya que con­ densan de manera práctica los modos de vida del Valle de Okondo en aquellos tiempos ya lejanos.

Otra junta importante tuvo lugar el 29 de abril de 1820, reuniéndose en Eskauriatza los electores de ambos pueblos del valle: Okondo y Zuhatza. Ya se les había convocado el día cuatro del mismo mes para deliberar sobre la posibilidad de formar ayuntamiento en base a las disposiciones de la monarquía constitu­ cional española. Al parecer, la población del valle superaba la cifra de mil exigida por la constitución para formar ayuntamientos. Así, tras largo debate, se eligió a Serafín María de Lezama como primer alcalde de Okondo, además de nombrar otro par de regidores, uno por cada pueblo, y a un Síndico Pro­ curador. Al día siguiente todos prestaron jura­ mento en la ermita de San Bartolomé, consti­ tuyéndose así el primer ayuntamiento de la Tierra de Ayala.

Posteriormente, la Junta y Mesa de Eskauriatza volvería a reunirse en numerosas ocasiones, pero una de ellas convocó un 18 de abril de 1841 a todos los cargos, nombrados de urgencia por las juntas parroquiales, con el único fin de crear un Ayuntamiento indepen­ diente de la Hermandad de Ayala y ajustado a la constitución, y a las leyes y disposiciones generales de la reina española Isabel II, a cuya figura prometieron fidelidad con el alcalde, Benito de Otaola, a la cabeza. Ni que decir tiene que las autoridades de la Tierra de Ayala

trataron de oponerse, llevando el caso a las Juntas Generales de Álava, pero el Consistorio de Okondo siguió adelante. En 1841, casi ya mediado el s. XIX, era perceptible que el viejo sistema se vendría abajo, y que Eskauriatza, su Junta y Mesa, entraría en crisis ante los nuevos resortes del poder político, centrados en los ayuntamientos.

i^ z k o 5 Localización; En el barrio Jauregia de Orozko. en la carretera que va desde Zubiaur a Ibarra. A la entrada de las casas de Jauregia, justo antes de pasar el puente, te­ nemos un camino a mano derecha desde el que se ven unos invernaderos. El Campo y Junta de Larrazabal se localizaba precisa­ mente en el prado de arriba, una campa de tamaño regular que limita al este con los pro­ pios invernaderos y al oeste con una especie de caminillo, muy descuidado, que asciende entre pastizales. Es difícil llegar hasta ella porque desde la carretera hay que salvar un talud y los accesos se encuentran cercados.

Puede probarse por el camino que sube hacia el antiguo caserío de Larrazabal, hoy deshabitado, y que es el que da nombre a toda la zona. En la campa pastan hoy unas pocas ovejas, y desde ella se ve perfecta­ mente el citado caserío.

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Restos: A mano derecha y sobre un talud que sube desde la carretera, a la entrada del barrio de Jauregia, se encuentra todavía el ampo de Larrazabai, el lugar que sirviera antaño para realizar sus reuniones a la Junta del Valle de Orozko. No queda nada del árbol que aparece citado en los documentos, acaso un corpulento roble so el árbol de Larrazabai. bajo cuya copa debieron juntarse sus gentes.

Florencio Mendiguren, que es la persona de mayor edad del barrio de Jauregia con sus 83 años, es quien mejor y más me ha infor­ mado haciendo caso únicamente a su memo­ ria. Así, según él, un tal Pikaza, natural de Bengoetxea y ya fallecido, encontró en algún documento el nombre de Batzarre para aludir al Campo de Larrazabai, hoy de propiedad particular. Con el descubrimiento y el ánimo de unos cuantos se realizó, hará unos diez años, una simulación de junta y una fiesta a modo de celebración.

Aún continúa en pie, y bien conservada por cierto, la ermita de Santa Catalina en Jauregia, perteneciente a la anteiglesia de San Martín de Albitzu-Elexaga, un pequeño templo donde oían misa los representantes de Juntas antes de acudir a la reunión en la cercana campa de Larrazabai. Desgraciada­

mente, no podemos decir lo mismo de San Antón de Zubiaur, la otra ermita que utiliza­ ba la Junta cuando las inclemencias del tiem­ po desaconsejaban la celebración de reuniones a la intemperie. Parece ser que San Antón gustó tanto a los junteros que, incluso cuando no llovía y tampoco hacía frío, con­ tinuaron haciendo uso de ella, desplazando un tanto el antiguo lugar de batzarre. El ensanche del acceso a la nueva parroquia de Zubiaur determinó su derribo en 1953, con lo que perdimos para siempre un elemento pa­ trimonial importante, impidiéndonos ver aquella alta espadaña con campana que al parecer dicen que tuvo.

Y si de restos hablamos, también podría­ mos citar, para acabar, la posible localización de la primitiva casa torre Orozko, en el mis­ mo barrio de Jauregia, muy cerca de la actu­ al casa palacio que puede verse junto a la ca­ rretera y en cuyo muro de piedra se conserva todavía una puerta en arco apuntado que podría haber pertenecido a la mencionada casa Orozko, propietaria, también, de una ferreria en la misma zona. El origen del tér­ mino Orozko podría estar relacionado ínti­ mamente con el de esta torre.

Origen: Sabemos por un documento fechado en 1464 y que Pedromari Ojánguren

incluyó en su libro Orozko en la Baja Edad Media, que los habitantes del vizcaíno valle venían encontrando problemas en su fun­ cionamiento interno merced a la intromisión de pleno en sus derechos más tradicionales por parte del Señor de Aiara. Convertido tam­ bién en Señor de Orozko por avatares históri­ cos, García de Ayala, sobrino de Pedro López de Ayala (que no debe confundirse con su abuelo, el famoso Canciller de Ayala), se somete conjuntamente a los habitantes de Orozko al arbitraje del Corregidor de Bizkaia por sus diferencias, manifiestamente públicas, sobre la forma de gobernar el valle. La sen­ tencia arbitral, por otra parte, no le salió nada favorable y tuvo que aceptarla realizando juramento sobre la cruz y los evangelios.

Al inicio del documento se lee: ...en el campo de Larrazabal, que es en el valle e Tierra de Orozco, donde se acostumbra hacer Junta General del conceyo... Con esto vemos que la costumbre ancestral de hacer Junta General en Larrazabal citado en el antedicho documento de 1464, nos remonta, necesaria­ mente, a la Edad Media. Una costumbre que, sin duda, bien podría enlazar con los primeros tiempos del cristianismo e incluso antes, ya que el hecho de hacerlo en "campo libre" y "bajo un árbol" indica, de alguna manera, que aún no existía el cobijo de un buen pórtico de ermita, al que luego, sin embargo, si recurrieron.

También Orozko reunió con el tiempo a sus cuatro anteiglesias en un sólo ente administrativo, conformándose en el siglo XIX el ayuntamiento actual y la desaparición de las formas tradicionales de gobierno.

Funciones: Hasta 1785 no pudo el Valle de Orozko tener su asiento en las Juntas ge­ nerales de Bizkaia, con las cuatro anteiglesias formando una sola para tener derecho a un voto. Ya en 1574 habían intentado incorpo­ rarse al Señorío de Bizkaia pero, diversos intereses contravenidos, echaron al traste ese deseo secular.

Mucho antes, como hemos visto, venían ya reuniéndose en sus juntas domésticas de Larrazabal para el buen gobierno del valle.

Allí se congregaban ...escuderos y hombres buenos de la dicha Tierra e valle de Orozco, clérigos e legos, e labradores, estando ende ayuntados los alcaldes y oficiales, escuderos.

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Florencio Mendiguren en su caserío de Jauregia hijosdalgo..., y además los altos cargos, a saber: el Alcalde de Hermandad con jurisdic­ ción para conocer y librar todas las cosas y causas qu e conocen los alcaldes de Hermandad de Vizcaya, los alcaldes ordinarios ...la jurisdicción ordinaria, civil y criminal, de la dicha tierra y valle de Orozco. y los fieles regi­ dores, también con funciones ejecutivas.

Además, el Señor de Ayala podía nombrar un Alcalde Mayor y a su representante el merino, que estaba obligado a jurar sobre la cruz y santos evangelios, en la Junta de Larrazabal. que usará bien y fielm ente el dicho oficio.

El gobierno de las cuatro anteiglesias: San Pedro de Murueta, San Martín de AlbitzuElexaga, San Bartolomé de Olarte (represen­ tante a su vez de las parroquias de San Lorenzo de Urigoiti y de Andra María de Zaloa) y San Juan de Orozko se regía por la Junta de larrazabal y en ella se trataban todos los asuntos referentes al valle, entre ellos el nombramiento de cargos, la administración de montes, pastos, remates de neveras, aprovechamiento de granos del bosque (be­ llotas y hayucos) y aguas del común, manten­ imiento de caminos y veredas, multas y subas­ tas, e infraestructuras para el valle.

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O R D U r m (ÀfVQHNIEGA) Localización: Santuario de Nuestra Señora de La Encina, en Artziniega. No se puede ase­ gurar con total certeza el lugar donde se ubi­ caba el pozo, hoy desaparecido, en torno al cual se reunía la Junta de Ordunte. De cualquier forma, debemos situarnos en el lado norte del Santuario, fácilmente reconocible por la enorme encina que alli hunde sus raíces desde hace algunos cientos de años. Muy cerca del árbol se encuentra el acceso norte al tem­ plo, cubierto por un a modo de pórtico, y un poco más a la derecha la campa que pudo albergar las asambleas de Ordunte.

Lamiendo el lado septentrional de la cam­ pa sube la carretera que lleva por Santa Coloma hacia Balmaseda, y no sería muy desa­ certado pensar que este trazado pudo haber alterado las dimensiones reales del antiguo campo. Al otro lado del asfalto se mantiene en pie la casona llamada Tierra de Ayala, edifica­ da hacia 1747 en estilo barroco. Esta casa pala­ cio debió erigirse enfrente del lugar de reu­ niones, según consta en algún documento que además deja entrever un a modo de queja por la cantidad de cascotes y tierra de la citada construcción, inundando buena parte del cam­ po y dificultando a la propia Junta su facultad de convocarse y reunirse.

C a sa de donde S' nes cuai meteoro

Así, pues, entre la Casa de Ayala y el muro norte del santuario, con la carretera de por medio, acotamos el espacio conocido como Campo de la Junta de Ordunte, fijando la ubi­ cación del famoso pozo de reuniones muy cerca de un mojón, donde hay colocado en la actualidad un monumento conmemorativo que guarda la memoria de todo aquello.

Restos: No queda, aparte del lugar físico, ningún elemento material que recuerde las reuniones de la Junta, excepción hecha de los documentos aparecidos en el archivo y del cuidado que ha puesto el ayuntamiento en mantener viva la memoria del lugar.

Origen: La sentencia arbitraria de 1495 es la primera referencia escrita, un legajo de va­ rios folios en el que se reconoce a la Junta de Ordunte como una entidad independiente de la Tierra de Aiara, en el sentido de que no se la puede poner impedimento alguno para que siga administrando su comunidad de montes, tal y como lo había venido haciendo desde los otros tiempos pasados.

Artziniega, villa de realengo y de bastante entidad, porfió contra Aiara en numerosas ocasiones, luchando por zafarse de las pre­ siones de ésta por incluirla en el señorío.

También buscó la posesión de los cuatro con­ cejos que componían la Junta, logrando, finalmente, introducirlos en la Tierra de Aiara, de la que pasaron a formar parte, sin

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menoscabo de la posterior asimilación por parte del Ayuntamiento de Artziniega, de quien hoy dependen.

José Iturrate, en su libro El Santuario de la Virgen de la Encina, avanza la posibilidad de que el origen de la Junta pueda ser anterior a las rivalidades que se suscitaron entre la Villa y el Señorío, y muy probablemente, tam­ bién anterior a la perfecta línea de mojones que Artziniega tenia delimitada ya para 1495, y que la hubiera permitido prescindir de una mancomunidad de Montes tan con­ creta. Sólo así se explica que Aiara no tuviera intervención alguna en esta Junta. En cualquier caso, nos vamos hasta épocas medievales un tanto indefinidas, pero que ya precisaban de una asociación común de aldeas para defender unos intereses comunes en una demarcación geográfica poco clara.

Ei historiador J. Iturrate profundiza un poco más en el propio nombre, del que dice; ...nos habla de épocas lejanas, recordán­ donos que existió otra Junta de Ordunte, de semejantes características a la nuestra, en los pueblecitos de Mena, que lindan con Santa Coloma y Campijo, camino de balmaseda. Tal vez se llamaban "de O rdunte" a todos los montes de la comarca.

Si sabemos, por el contrario, cuales fueron sus finales. La Ley de Ayuntamientos de 1841 acabó por agregar al consistorio de A r­ tziniega a los cuatro concejos de Sojoguti, Retes de Tudela, Santa Coloma y Mendieta, conformando un nuevo municipio que com­ prendía enteramente el antiguo territorio de la Junta de Ordunte. El hecho daba pie a que la Junta quedara absorvida por el ayun­ tamiento, pero continuó con sus reuniones en el lugar de costumbre hasta que una orden de las Juntas Generales de Álava en 1859 puso fin, irremisiblemente, a las fun­ ciones de ésta y alguna otra junta que aún permanecían activas por el territorio alavés, dejándolo todo en manos de sus respectivos ayuntamientos.

Funciones: La Junta de Ordunte estaba formada por la Villa de Artziniega y los cua­ tro pueblos de Sojoguti, Retes de Tudela, Santa Coloma y Mendieta. La influencia y fuerza de la villa obligaba a los pueblos a unirse para defender sus derechos, haciendo valer a tal fin su condición de pertenencia a la

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Monumento moderno simbolizando el ^ asieffto y pozo de la Junta de Ordunte-, -V

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Tierra de Aiara. Así, la villa y los cuatro conce­ jos, es decir, la Junta de Ordunte, administra­ ba los montes de su demarcación atendiendo a la costumbre y la tradición, y a unos estatu­ tos u ordenanzas que regulaban todo cuanto aconteciere a esa mancomunidad de montes.

La Distribución de las cortas de leñas, la subasta de lotes, la repoblación forestal, la re­ gulación del pastoreo, de la recogida de la bellota, o castigar a los infractores de las ordenanzas eran algunas de las tareas a desarrollar por la Junta.

Gobernaban la Junta dos alcaldes y dos montaneros. Uno de cada elegidos por el con­ cejo de la villa, reunido para tal fin en la igle­ sia de Santa María el día de su fiesta. La elec­ ción del otro alcalde y montanero corres­ pondía a los cuatro concejos para equilibrar fuerzas. El alcalde saliente tomaba juramento a ambos en la Casona de la Tierra de Ayala, mientras que los dos electos de Artziniega lo hacían ante el alcalde ordinario de la villa, sobre una vara y el signo de la cruz.

La función de los alcaldes era la de representar a la Junta, tom ar decisiones y d icta r ju sticia sobre aq uello s que in ­ frin g ieran las O rdenanzas. De la vig ila n ­ cia de los m ontes y de la consignación por escrito de todas las anom alías se encarga­ ban los m ontaneros.

El comienzo de las actas de la Junta de Ordunte es casi siempre el mismo: En el pozo del Campo de Ntra. Sra. de la Encina..., o sobre el brocal del pozo del campo..., o también Encima del pozo de Nuestra Señora... Aquel pozo de la Junta, rodeado de un asiento de piedra, se había convertido en un lugar sim­ bólico y atávico, válido para todo tipo de asun­ tos ajenos o no a la Junta de Ordunte.

También aquí buscó la Junta el cobijo ante las

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inclemencias del tiempo, y lo hacía muy fre­ cuentemente en la casa del Santuario: ...no podía ser en el pozo a causa del mal tempo­ ral de aguas que había...

En cuanto al tema de las ordenanzas, sabemos por un documento de 1656 que el concejo de vecinos había determinado que el libro original de ordenanzas permane­ ciera en el archivo sin sacarse de él, y que se hicieran copias para que pasaran de alcalde en alcalde cada año, ya que la entrega del legajo formaba parte de la ceremonia de toma de posesión. A este respecto, José Iturrate cita en su libro El Santuario de la Virgen de la Encina (nues­ tra principal fuente de consulta en este tra­ bajo) que al p roced er a copiar en el libro las citadas ordenanzas, se dice que fueron reelaboradas en 1623; y se afirma en la introducción que llevan al m enos 150 años de concordia los pueblos perfenec/entes a esta Junta. Esto nos daría una idea de la antigüedad de las ordenanzas, cuya redac­ ción podría corresponder a la segunda mitad del siglo XV. Entre los asuntos más frecuentes a tra ta r por la ju n ta estaba la recaudación de dinero m ediante multas o subastas, pero nunca eran abundantes estos ingre­ sos. Así, no pocas veces, al vecino m ulta­ do se le conm inaba a traer unas cántaras de vino a la reunión, de las que se daba buena cuenta m ientras se discutían los diferentes tem as del día. Tam bién ayuda­ ba la Junta, con algo de dinero, al vecino que se le quem ara la casa, y cedía m aderas de sus montes para construir nuevas viviendas o reconstruir otras.

Asimismo se ocupaba la Junta de las talas y subastas de montes, y del aprove­ cham iento ganadero en los bosques de su térm ino, con especial atención a la grana de otoño, es decir, la bellota, que como fru to especialm ente bueno para el ganado debía preservarse para el propio y no para el ajeno. La repoblación de los m ontes era o tra preo cupació n de la Junta, como el derecho del H erbaje, un impuesto por cada cabeza de ganado que llegaba a las populosas ferias de sep­ tiem bre, para que pudieran pastar en los campos y montes de la Junta.

Localización: Las reuniones tenían lugar en un alto, más o menos equidistante de los cuatro concejos que componían la Junta: Lendoñobeitia, Lendoñogoitia, Belandia y Mendeika. La carretera actual que une Maroño con Urduña, y que fue construida allá por los años treinta, puede haber trastocado un tanto la ubicación física de aquel lugar de encuentro. El cruce de la carretera principal con el ramal que lleva a Mendeika es conoci­ do hoy como el Alto de la Junta, precisa­ mente donde finaliza el duro y sinuoso repe­ cho que sube desde el barrio Ugarte de Belandia. Arropando el citado alto, que se identifica más con un suave collado de mon­ taña, aparecen dos modestos cerros destacan­ do de entre el somontano, uno conocido como Erregaña (506 m) y otro, más al norte, como San Miguel (538 m). La campa de reunión se ubicaba entre ambos oteros, aunque más cercana al segundo que al primero. No podrá verse el roble que dicen que hubo y bajo el cual se cobijaba la asam­ blea, pero si se pretender llegar a la campa habrá que bajar desde el cruce con Mendeika

Mendeika

Foto: Felix Mugurutza

Mendeika unos 50 metros en dirección a Belandia.

Enseguida aparecerá una pista a mano derecha que deberá recorrerse durante un corto trecho. Tomar otro camino a la derecha y retroceder hasta el lugar donde se realiza­ ban las reuniones. Matorral y monte des­ cuidado es lo único que encontramos, además de un pozo de agua, quizá la mejor señal para encontrar el histórico sitio juntero.

Restos: De la Junta sólo nos queda el lugar físico, sin el famoso roble. También la Kutxa de Ruzabal, una gran viga de roble a la que se han practicado un par de huecos para guarda del rico archivo propiedad de la Junta. Cuatro candados, uno por alcalde, cierran el tesoro, por lo que se hace imprescindible la presencia de todos ellos para poder ser abierta. La Kutxa se custodia en la iglesia de Belandia.

Origen: El primer documento en el que aparecen citadas las aldeas de Ruzabal data de 1257 (siglo XIII), Velandia y sus aldeas eran una parroquia más de las cuatro que pertenecían al Arciprestazgo de Urduña. En 1424 una sentencia arbitraria confirma unas ordenanzas sobre el monte común de Belandia y Mendeika, apareciendo ya un con­ cejo para ambos pueblos que se reunía en la iglesia de Santa Eulalia. Aparecen fíeles, guardas y esa normativa explícita que rige los aprovechamientos de ese monte, causa, al parecer, de habituales problemas.

No será hasta 1461 cuando pueda leerse; ...la Junta de las dichas aldeas e de sus ornes

Fotc; Felix Mugu'jtza buenos. A partir de esta fecha las referencias irán en aumento hasta llegar a 1516, año en que fueron aprobadas las Ordenanzas de la Junta de Ruzabal, el texto que permite cono­ cer tanto su funcionamiento como su organi­ zación. Desde entonces, los avatares de la his­ toria y el alto grado de centralización, en favor del ayuntamiento de Urduña y en detri­ mento de las aldeas, no han impedido, sin embargo, que la Junta de Ruzabal continuara su andadura hasta nuestros días.

Más difícil de explicar aún es el origen de la Junta. José Ignacio Salazar Arechalde en su libro La Comunidad de Aldeas de Orduña. La Junta de Ruzabal (siglos XV-XIX). base princi­ pal consultada para la elaboración del pre­ sente trabajo, dice; ...que hasta 1257 no exista ningún documento alusivo a las aldeas (de Ruzabal) no implica que hasta esa época no hubiere una estructura local. Lo más probable es que ésta se remonte a periodos anteriores de la Edad Media.

Sabemos que muchos de los lugares de reunión vascos se celebraban en campo abier­ to y a la sombra de algún árbol de caracterís­ ticas especiales y mayoritariamente roble o encina. Ruzabal no es una excepción, tal y como aparece el capítulo II de las Ordenanzas aprobadas en el siglo XVI: ...para que nos ju n ­ temos en junta general en este dicho logar e campo de Ruyzabal ju nto a un roble que está en dicho campo. Atendiendo a esto, Salazar Arechalde se atreve a buscar el origen de Ruzabal donde los documentos no ofrecen

luz, avanzando; El sitio de reunión, el monfe, cruce de caminos de las cuatro aldeas y aleja­ do de las mismas, parece indicar que el origen de estas asambleas data de épocas en que todavía no se había producido un proceso de territorialización. se puede aventurar, como mera hipótesis de, que la comunidad ganadera de la comarca se venía reuniendo donde siempre lo hizo, en un tiempo en que todavía no se habían construido ermitas e igle­ sias donde se pudiesen reunir. Además, añade: No hay soporte documental para defender la existencia de la Junta de Ruzabal antes de la cristianización del País, pero si parece que las circunstancias del lugar y las características de la Asamblea de ganaderos, sin ningún tipo de soporte eclesiástico, avalan su antigüedad.

Funciones: Los fieles de cada concejo, en número de dos, se encargaban de convocar la Junta Ordinaria, a repique de campana, poniéndolo en conocimiento de todos los veci­ nos. También a requerimiento de estos podía congregarse, siempre que el vecino peti­ cionario justificase ante el fiel la necesidad de reunión. Del mismo modo, si alguno de los concejos se creyera perjudicado en cualquier cuestión ganadera o de montes, podía instar a la celebración de Juntas. Finalmente, y aquí se entrevé la supeditación de Ruzabal a Urduña, debían reunirse siempre que el regimiento de la ciudad así lo determinase.

La asistencia a Juntas estaba reservada a todos los vecinos de los cuatro concejos y, parece ser, que con carácter de obligatoriedad so pena de cinco maravedíes salvo fuerza mayor, enferm edad u otra circunstancia grave. Todavía en 1893 se castigaba a un veci­ no de Lendoñogoitia a pagar multa de una peseta por no asistir al Concejo.

La dirección y moderación de los debates en la Junta eran tarea de los fieles del conse­ jo, ayudados en este caso por el capítulo VI de las Ordenanzas, que regula los castigos y mul­ tas a imponer. La Junta de Ruzabal estaba por encima de cada concejo en los asuntos que atañen a cada uno de sus vecinos, además de gestionar toda actividad referente a gana­ dería, agricultura y forestal. La Junta es tam­ bién la encargada de elaborar las Ordenanzas, nombrar cargos, defender sus derechos y todo aquello que pudiera afectar a la vida diaria de su comunidad de aldeas.

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Foto: Felix NfugumtzS

En cuanto a los cargos, sabemos que el concejo de cada aldea, reunido probable­ mente junto a algún árbol singular antes y bajo el pórtico de alguna iglesia después, nombraba a sus dos fieles o regidores y a los hombres buenos, encargados estos de vigilar los arroyos y caminos. El fiel, llamado también regidor y más tarde alcalde de barrio o pedá­ neo era el órgano ejecutivo de la aldea, velando siempre por todos los problemas que pudieran surgir y encargado, asimismo, de la guardia y custodia del archivo de la Junta. En este sentido, todavía hoy es precisa la inter­ vención de los cuatro alcaldes pedáneos para acceder a la documentación de la Kutxa.

Guardas, montaneros y escribanos eran otros cargos elegidos por el concejo de la aldea, mientras que los sobrefieles, los procu­ radores (para defender los pleitos), y en oca­ siones los hombres buenos, salían de las elec­ ciones en Junta. Los sobrefieles eran una especie de concejales encargados de vigilar a los fieles, revisando sus acuerdos y dic­ támenes. Así, cuando un particular no estaba de acuerdo con la decisión de su fiel, podía recurrir al sobrefiel para impugnarla.

Finalmente, habría que comentar algo sobre la relación de dependencia existente entre la Junta de Ruzabal y el Ayuntamiento

de Urduña. Si bien es cierto que las cuatro aldeas se integran en el citado municipio, no es menos cierto que, históricamente, estos entes locales han gozado de cierta autonomía, eso si, muy limitada a unas fun­ ciones. Así, existe una dependencia adminis­ trativa que también se extiende al campo jurídico, ya que la Junta de Ruzabal no poseía atribuciones judiciales. Eran, el Regimiento de la Ciudad y su Alcalde Juez, los encargados de administrar justicia, a veces interesadamente y en perjuicio de las aldeas. La dependencia económica de la Junta era otra lacra, ya que el monopolio del tráfico comercial, la fijación de precios, el control de pesos y medidas y la cen­ tralización del mercado era potestad de Urduña, lo que ocasionó no pocos pleitos de los vecinos de Ruzabal contra su ciudad, algunos de ellos apelados y ganados en la últi­ ma instancia: la Chancillería de Valladolid.

Afortunadamente, algunos de estos con­ flictos se trataron de resolver de forma amis­ tosa, mediante la firma de concordias entre la Junta y el Ayuntamiento de Urduña. No obstante, la centralización de éste y su aumento de competencias a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, llevaría a las aldeas a la pérdida de buena parte de sus atribuciones en materia de autogestión.

brada en 1841, pudieron contemplar su perimetral mampostería debido, sencilla­ mente, a que aún no se había construido.

Fue en 1904 cuando las autoridades de Ayala decidieron preservar este campo de juntas para conservar viva la memoria de sus antepasados, y así sacaron a subasta la obra del muro de cierre, adjudicada a un tal Plácido Zulueta, natural de Kexaa, quien debió buscar en la empresa no tanto el be­ neficio económico como el honor de servir a su querida tierra. Es curioso y hasta irónico pensar en el viento húmedo y fresco que debieron soportar aquellos recios ayaleses mientras deliberaban en las reuniones de un Zaraobe desprovisto de tapias, cuando hoy, mejor adecentado que nunca, carece del sen­ tido que lo creó: el eco de las palabras. Una puerta realizada a base de verjas de hierro cierra el campo de juntas. Sobre ella, el escu­ do de la M uy Noble y Muy Leal Tierra de Ayala, y a su lado una lápida con el siguiente texto: Campo de Zaraobe. En este sitio facían sus Juntas Generales los Concejos, Alcaldes Merinos, Escuderos Fijos-dalgo, homes buenos, vecinos e universidades de la Tierra de Ayala, para entender en sus fechos e nego­ cios, llamados po r montaneros e po r repiquete de campanas.

El lugar pertenece al pueblo de Olabezar, una de las 24 entidades del ayuntamiento de

Z A ttA O B e fA M K A }' Localización: A poco más de un kilómetro de Amurrio, siguiendo la carretera de Arespalditza, encontramos el Alto López, lla­ mado también Alto de Zaraobe por ser el lugar utilizado por las Juntas de la Tierra de Ayala.

Restos: Un muro de piedra de unos dos metros de altura, provisto de asiento corrido al interior y aspecto almenado rodea el histórico campo de juntas, compuesto por mesa alargada y dos bancos sobre un césped tan verde como la tierra que lo cobija. Tanto la mesa como los escaños se realizaron en piedra caliza, y aunque su labra no indica el momento de realización de los mismos, sin duda, vinieron a sustituir a otros ya gastados y más antiguos. Tampoco el muro exterior se corresponde con la historia del recinto que defiende, hasta el punto de que ni siquiera los electores de la última junta general, cele-

Aiara, a cuyo cuidado corresponde el mante­ nimiento del recinto. Como dato curioso podríamos citar las palabras de Jesús de Galíndez en su trabajo La M .N .yM .L. Tierra de Ayala, su Señorío y su Fuero, presentado en la Cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de Madrid en el año 1932, acerca del estado que presentaba Zaraobe por aquel tiempo: Es verdaderamente lamentable el descuido que se ha tenido y se sigue teniendo con estos monumentos de las instituciones vascas. Hasta hace unos años estuvo aquel sitio completamente abandonado, y aún hoy día solamente recordado por una tapia y una inschpción con el escudo de Ayala, sirve de huerta a los caseros que lo cuidan ¡Lo que fue solar de la independencia ayalesa, convertido en un vulgar huerto!

Otros testimonios materiales que recuer­ dan las Juntas de Zaraobe son los que aún se custodian en la casa consistorial de Arespalditza: los cascabeles de plata utilizados en las elecciones para introducir en ellos las papeletas, el cántaro de cobre para mezclar los cascabeles y las varas de justicia.

Origen: A la llamada del repique de cam­ panas, las gentes de Ayala acudían a Juntas, congregándose en torno a la mesa del llama­ do "Campo de Saraube", tal y como se refleja en todos los documentos. Por entonces, -escribía Jesús de Galíndez, de familia amurriarra aunque nacido en Madrid, en el diario Euzko Deya de 15 de agosto de 1943- los ayaleses se reunían en las Juntas Generales de Zaraobe, también en un todo semejante a las de Gernika; para que la semejanza sea más exacta, incluso existía un árbol, del que hablan los documentos viejos, y hoy desaparecido. En dichas Juntas de Zaraobe, (...] se congregaban los labradores de todos aquellos valles y aldeas congregados p o r el alegre repicar de las campanas, que en Ayala venían a sustituir a las cinco bocinas del Señorío de Bizkaya.

De cualquier modo, este ejercicio de par­ ticipación popular, plenamente democrático, hunde sus raíces en la noche de los tiempos, cuando la palabra y la tradición hacían las veces de memoria escrita. Un derecho con­ suetudinario basado en la fuerza de la cos­ tumbre y respetado por todos. Mucho tiempo después de que los ayaleses comenzaran a reunirse en Zaraobe el Fuero de Ayala sería

promulgado precisamente aquí, en un ya lejano año de 1373. La última cita, sin embar­ go, de una Junta General de carácter electivo se nos antoja aún cercana en el tiempo, por aquello de haber transcurrido en el año 1841 de un siglo tan próximo como es el XIX. Funciones: Aquel llamar de campana en campana y de pueblo a otro pueblo se denominaba echar apellido de Confrades, y no tenía otro sentido que el de convocar a las gentes, a todos los vecinos de Ayala para perseguir ciertos delitos, participando asimis­ mo en los actos de policía y buen gobierno conducentes a mantener la pública seguri­ dad, costumbre que aparece en otros muchos Fueros municipales, -según palabras de Luis María de Uriarte en su tesis doctoral El Fuero de Ayala, publicada en Madrid en 1911 y reeditada más recientemente por la Dipu­ tación Foral de Álava en 1974.

El mismo autor, basándose en la lec­ tura del capítulo LIX del Fuero, nos dice: Echábase también el apellido de Confrades para convocar en Saraube a los Concejos para tratar de los asuntos de la tierra, y al Concejo que dejaba de acudir se le obligaba a entre­ gar una i'aca,!...] a imitación de lo que disponía el Fuero de Vizcaya de 1342.

La actual división de Álava en cuadrillas proviene de 1567, siendo la de Ayala una de ellas. Cada una de estas cuadrillas se com­ ponían a su vez de Hermandades, y Ayala no era sino el nombre de una de ellas. Así pues, hay una coincidencia de denominaciones para Ayala que la convierten a la vez en cuadrilla, hermandad y, más recientemente, ayuntamiento. Dicho esto, cabría añadir que es la Hermandad o Tierra de Ayala la que pro­ tagonizaba las reuniones de Zaraobe, com­ prendiendo en su seno otras cinco cuadrillas o concejos, a saber: La Sopeña: integrada por Arespalditza, M aroño, Agiñaga, M adaria, Salmanton, Menoio, Ozeka, Lexartzu, Añes, Soxo, Erbi y Luxo.

Lezam a: Baranbio, Astobitza, Larrinbe, Lekamaña, Saratxo, Etxegoien, Lezama e Izoria.

Am urrio; Olabezar, Murga, Luiaondo y Amurrio.

Campo de Zaraobe Llanteno; Kexaa, M enagarai, Retes Llanteno, Opellora, Mendieta, Retes Tudela, Soxoguti, Santa Coioma y Llanteno.

según Luis M®de Uriarte, quien, además, con­ fiesa en su libro no haber encontrado el origi­ nal, aunque da alguna pista para ello.

Okondo: Beotegi, Zuhatza y Okondo.

Era señor de esta tierra D. Fernán Pérez de Ayala cuando se redactó y promulgó el fuero, un compendio de 95 capítulos que abarcaban preceptos de Derecho Político, Civil, Penal, Procesal y Administrativo. El señor debía estar en conformidad con los cin­ co alcaldes y con la Cofradía de los represen­ tantes de la Tierra de Ayala reunidos en Zaraobe. Había, pues, un equilibrio de poderes que obligaba a cada parte a respetar las decisiones del otro y a consensuarlas. Tal era asi que, incluso la administración de justi­ cia era impartida por el señor, su merino y los cinco alcaldes aludidos, hasta el punto de denominarse Alcaldes y Jueces Ordinarios.

Con la ley general de ayuntamientos de 1841, esta organización administrativa se vio un tanto trastocada. Así, las cuadrillas de Amurrio, Okondo y Lezama se convirtieron en municipios y conservaron sus nombres. Otro ayuntamiento de nueva creación fue el de Aiara, que integró a la antigua cuadrilla de la Sopeña y a buena parte de los pueblos adscritos anteriormente a otras cuadrillas. De esta form a, de la de Llanteno tomó a Opellora, M enagarai, Kexaa, Retes de Llanteno y al propio Llanteno; Etxegoien e Izoria de la de Lezama; Murga, Luiaondo y Olabezar de la de Amurrio, y Zuatza y Beotegi de la cuadrilla de Okondo, completando así los 24 núcleos actuales que integran el municipio con sede en Arespalditza.

Quedarían Retes de Tudela, Santa Coloma y Sojoguti, que se unieron al de Artziniega en el plano administrativo, aunque formalmente siguieron formando parte de la Hermandad o Tierra de Ayala, al igual que el resto de los nuevos municipios citados con anterioridad.

Parece ser que son tres las copias existentes del Fuero de Ayala, todas ellas del siglo XVIII

Hay que imaginarse Zaraobe en aquellos días de San Miguel para entender un poco lo que significaba todo aquello, tan cargado de solemnidad y tan heterogéneo en su concu­ rrencia. Era el momento de renovar los car­ gos y, precisamente uno de ellos, el Fiel de Fechos (más conocido como Escribano), redactaba el acta de la importante Junta señalando incluso a los asistentes por su cate­ goría. Así, los Alcaldes y Diputados salientes eran muy magníficos señores, y si aparecía alguna persona de cierto rango, como los

Murga, Mariaka, Ligarte, Guinea o Urrutia, los citaba por su nombre. Vecinos, moradores, escuderos fijosdalgo y caballeros eran parte de la sociedad llamada a la Junta.

Los alcaldes y diputados salientes presta­ ban juramento de fidelidad a su cargo, ya que iban a elegir por un año a los siguientes responsables. No eran, pues, unas votaciones democráticas al uso de como las entendemos hoy, pero si tenían suficiente base y respaldo social como para admirarnos de un acto cuyo derecho residía en el pueblo, algo muy desu­ sado ya por aquel entonces en el común de los territorios y reinos, no sólo de la penínsu­ la Ibérica, sino también de Europa.

A cada elector se le entregaba un casca­ bel de plata y quince cédulas en blanco, debidamente firmadas por el Escribano, para poner en ellas los nombres de otros tantos cargos, a saber, cinco Alcaldes Ordinarios, cinco Diputados Regidores, dos Diputados Personeros, un Síndico Procurador General, un Tesorero y un Fiel de Fechos o Escribano.

Las cédulas, una cada vez, se introducían en Folo: Txemt Llano

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los cascabeles, los cuales se abrían por la mitad, metiéndose a su vez en un cántaro de cobre, donde eran revueltos por el Síndico. A continuación se llamaba a un niño (la mano inocente), cuya función era extraer, a manga remangada, uno y sólo uno de los cascabeles, cuya cédula portaría la identidad del elegido.

Leemos; Introducidos en el cántaro los diez casca6e/es, cada uno con su respectiva cédu­ la, ha sacado uno el niño que decía Lezama y abierto p o r el Síndico, contenía la cédula de Alcalde p o r la cuadrilla de Llanteno...

Así, se realizaban varias rondas hasta quedar completada la nueva junta de cargos.

El listado con los elegidos era enviado al Señor de Ayala para que éste diese su visto bueno a todo el proceso. A continuación les aguardaba la iglesia de Santa María, en Arespalditza, juradera porque en ella debían jurar sus cargos, añadiendo que usarían de su oficio bien y fielm ente, guardando los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres de esta Tierra. Otros lugares juraderos fueron la sala del Ayuntamiento de Ayala y el mismo Campo de Zaraobe, recibiendo incluso las varas de justicia en el propio acto.

Estos Alcaldes Ordinarios atendían a la gente bien en sus domicilios particulares, bien en los lugares donde tenía por costumbre reunirse el concejo al que perteneciera la per­ sona en cuestión. Su fallo era siempre en primera instancia, pudiendo, en el caso de no estar de acuerdo con él. apelar al Merino, que era el representante del Señor de Ayala, lla­ mado también Justicia Mayor o Gobernador de la Tierra de Ayala por delegación real. Las apelaciones en disconformidad con el Merino podían llegar a una instancia superior, la Real Chancillería de Valladolid, razón por la cual aparece su archivo tan repleto de docu­ mentación sobre Ayala y los diferentes terri­ torios de nuestra Euskal Herria, apareciendo un sinnúmero de pleitos y otros papeles que la labor investigadora de no pocos va sacando a la luz con el fin de aportar nuevos y minu­ ciosos datos a la historia vasca.

Como ocurría en otros lugares, las Juntas Generales de Zaraobe también buscaron cobijo cuando el tiempo no acompañaba, constatándose reuniones en la casa de Arriaga, próxima a la Mesa, y en el pórtico de la iglesia de San Pedro de Olabezar (1 de enero de 1769).

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LA UD IO

JOAQUIN DE BARBARA Y BALZA (LAUDIO, 1876' SANTANDER, 1931)

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Joaquín Barbara Laudion jaiotako artista bat izan zen. Alday famitiak babes ekohpmikoa eman zion zítuen trebeziak lantzeíip. Europan osoan zehar ibiliak dira. bere lanak, s

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TEXTOS; Egoitz Bernaola Luxa FOTOS: Archivo familiar

Durante el presente mes de diciem­ bre se cumple el 136 aniversario del nacim iento en Laudio de uno de los más destacados artistas que ha dado el valle a lo largo de su dilatada historia. Por el contrario, este hecho pasará com pleta­ mente inadvertido, como lo han sido su vida y obra, a los ojos de los laudioarras, que desconocerán casi en su mayoría a este personaje tan im portante dentro de la pintura alavesa y tan falto de digno reconocim iento. Nos referim os a Joaquín de Bárbara y Balza, magnífico p into r cuya trayecto ria, plagada de incógnitas y forjada lejos del pueblo natal, queremos desempolvar y rescatar del olvido m ediante estas líneas.

Esperando que despierte tan ta curiosidad, interés y adm iración como al que suscribe, trasladém onos en el

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tiem po hasta el Laudio rural de la segun­ da mitad del siglo XIX. Joaquín de Bárbara y Balza vino al m undo a las doce y media de la noche del día 18 de diciem bre de 1867 en el seno de una fa m ilia de labradores: los Bárbara, presum iblem ente originarios de Okondo, asentados en Laudio y do­ cum entados en el archivo parroquial desde el siglo XV I, y los Balza, ayaleses de la zona de Lezam a. Fue hijo legítim o de Joaquín de Bárbara y Alday, natural de Laudio e hijo de Francisco y Á gueda, y Florentina de Balza y A rriag a, natural de Lezam a e hija de José y Felipa. Según se desprende cíe un docum ento notari­ al fam iliar, Ram ona de Alday, viuda de

Ochoa de Isusi, deja en herencia a su sobrino Joaquín de Bárbara y Alday la casa denom inada Aldaiko situada en "La P laza" y que allá por el año 1937 componía el núm ero 15 de la misma.

Los descendientes actuales afirm an que fu e en dicha casa donde nació el pintor, mientras que otras fuentes locales citan como su casa natal el caserío O keluri de la antigua Cuadrilla de Larrazabal.

Siendo muy joven recibió ayuda económica por parte de unos parientes, la fam ilia Alday de Arespalditza, gradas a la cual realizó prim eram ente estudios generales en Urduña y se trasladó pos­ teriorm ente a Madrid para iniciar su instrucción en la pintura. Corría el año 1885 y contaba con 18 escasos años. Ya en la capital es más que probable que recibiera adem ás una protección o mecenazgo por parte de tos Marqueses de Urquijo, que le encargaron bastantes retratos fam iliares. Accede a la presti­ giosa Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando, mostrando su expediente una rigurosa e influida form ación académica, la cual determ inó una pintura brillante en sus comienzos pero que paulatinam ente se fue tornando más oscura, en el momen­ to en el que tantos motivos tenía para obtener el beneficio de una form ación repleta de méritos. Todo ello determ inó la gran calidad pero escasa originalidad de su obra.

M ientras co ntinúa su form ación hace su prim er envío a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1890 con el cuadro titu lad o "¿Q u é habrá d e n tro ? ". Un año después la obra "E l ú ltim o a d ió s " recibe "D iplom a H o n o rífico " por parte de la Exposición General de Bellas Artes de Barcelona, y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid es p resentado el lienzo "A ldean a euska ra". En 1892 la citada obra "E lú ltim o a d ió s" es galardonada nuevam ente, en esta ocasión con la Tercera Medalla

de la Exposición Nacional de Bellas A rtes. En dicha exposición presenta tam bién varios retratos que reciben excelentes críticas, entre ellos el que realizó a su pariente D®. Luisa Alday.

Transcurridos dos años, en 1894, "El últim o a d ió s" recibe de nuevo Tercera M edalla por parte de la Exposición del Círculo de Bellas Artes de Bilbao.

A tenor de lo recogido en los catá­ logos de dichas exposiciones Joaquín de Bárbara se instala a partir de 1892 en un estudio del núm ero 6 de la m adrileña calle Espoz y M ina, tras va ­ rios cambios de dom icilio.

A partir de 1894 se inicia una etapa im portante en la carrera de nuestro pin­ tor. El 4 de noviem bre de dicho año la Gaceta de Madrid saca a la luz una con­ vocatoria destinada a proveer las plazas vacantes de la Academ ia de Bellas Artes de Roma. Bárbara se presenta como candidato y supera con éxito las prue­ bas, evaluadas ante un tribunal com­ puesto entre otros por Joaquín Sorolla y A lejandro Ferrant. Resultó elegido ju n ­ to a César Á lvarez Dumont, que quedó en segundo puesto.

Con un retrato del M arqués de Villam ejor obtiene Tercera M edalla en

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la Exposición Nacional del mismo año.

Posteriorm ente, el 14 de octubre, tom a posesión de la plaza obtenida en Roma, donde com ienza a trab ajar en la obra "N áu fragos". La Exposición Nacional de 1897 recompensaría dicho cuadro con la Segunda M edalla. Durante su estancia en el extranjero estudia el paisaje al aire libre, los valores tonales, la expresión, viaja a Florencia y trabaja en algunos museos de Europa. Tras cuatro años regresa al Madrid de 1900, instalándose en la calle Españólete, 20.

Joaquín m antuvo siempre, a pesar de sus compromisos, estrecho contacto con el pueblo de Laudio y sus fam iliares.

En la Herriko Plaza vivían sus padres y su herm ana Am alia, casada con el carpin­ tero Victoriano Otegui y Solaun. En San Pedro de Lamuza contrajo m atrim onio en 1903 con M aría de G aravilla y Acha, laudioarra hija de Domingo de Garavilla y U rru tia y Francisca de Acha y M uñuzuri. Y en Laudio nacería el 29 de jun io de 1906 su segundogénita Am alia, " (...) hija leg ítim a d e Jo a q u ín de Bárbara, d e profesiór) pintor, y M aría de Garavilla, naturales y feligreses d e esta parroquia Hermanos de ésta, y por tan to hijos tam bién de Joaquín y M aría fueron Em iliana M aría Luisa, que per­ maneció soltera; A ntonio, em igrado a México a los 17 años, casado alli y sin descendencia; Joaquín, que tuvo exce­ lentes cualidades artísticas pero falleció siendo niño y tras él, otro llam ado Joaquín, que m urió en Madrid durante la Guerra Civil.

cuarse a motivos y estilos nuevos para los cuales el artista no estaba m ental­ m ente preparado fu e ro n quizá los motivos. Este hecho se puede observar en la trayectoria de muchos de sus con­ temporáneos.

Seguir con su excelente labor de retratista hubiera sido una form a de continuar, ya que recibía encargos muy bien rem unerados de fa m ilias tan im portantes como la de los Urquijo. Era esta, por el contrario, una labor m onó­ tona a la que no estaba dispuesto a dedicarse toda la vida. Otra de las hipótesis que se puede barajar es la influencia de su esposa y fam iliares, par­ tidarios de una vida segura que no era posible m anteniendo su condición de artista. La inseguridad puede ser la clave en ambos argum entos.

En el citado año de 1903 el ayuntam ien­ to de Laudio le encarga "p in tar un cartón con el escudo d el m unicipio para colocarlo en la colgadura d e la Casa Consistorial", por el que cobra quince pesetas. Tras realizar oposiciones es nom brado Profesor de Dibujo en el Instituto General y Técnico de Córdoba, pero transcurrido un mes solicita traslado al Instituto de Vitoria, tom ando posesión el 1 de enéro de 1904. A l cabo de unos meses so licita traslad o de nuevo, esta vez a Santander, donde se instala definitivam ente el 9 de junio.

A partir de estos años la obra pictórica de Bárbara se reduce a cuadros de encargo y lienzos qtje pinta para volver a re p in tar Se aparta del mundo artístico de m anera volun­ taria o inducida, siendo ésta una de las incógnitas que fo rjaro n su carrera. El talento del p in to r lau d io arra estaba más que dem ostrado, pero su encasillam iento en esti­ los y técnísas como la pintura de historia y del^fiatutal y la necesidad impuesta de ade­

En Santander ocupa varias residen­ cias hasta que finalm ente se instala en un chalet que compra detrás del Teatro Pereda, en la calle Río de la Pila. Inicia allí una vida tranquila y confortable, en tab land o am istad con destacadas personalidades de la vida social y cul­ tural santanderina, entre los que se encuentra Herm ilio A lcalde del Río, arqueólogo que halló yacimientos tan destacados como el de la cueva de El Castillo de Puenteviesgo y al que inm or­ talizó en uno de sus retratos. El Círculo de Bellas Artes de la ciudad le nombra Socio de H onor Acostumbra a pasar las tem poradas estivales en Laudio jun to a su madre, ya viuda, y sus fam iliares. Tan sólo acude a Madrid en 1913 al funeral de Dolores de Ussía, II Marquesa de Urquijo, y en ese mismo año figurará como miembro de la Asociación Vasca de Artistas y Aficionados a las Artes Plásticas de Bilbao. Posteriormente re­ presenta en Santander a la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid por petición expresa de ia misma. El Ateneo de id cap ital cán tab ra le nom bra Vicepresidente, etc.

Y es en Santander donde acontece años más tarde uno de los hechos más intrigantes de su biografía, que como ya adelantábam os, está repleta aún de incógnitas por des­ cubrir. Nos referim os a su m uerte y a los motivos que a ' _ ella le llevaron. A principios del mes de septiem bre de 1931 nuestro artista sufre un accidente doméstico que le produce heridas en la cabeza y el pie izquierdo.

Pasados unos días se recu­ pera de form a satisfactoria, pero repetinam ente decide quitarse la vida el día 1 0 del L citado mes disparándose f un tiro. El trágico suceso es í silenciado por los medios de comunicación locales y por la propia fam ilia, que sufre un duro golpe. Su cuerpo descansa en el cem enterio de C iriego, ' 'v S s Santander.

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De esta triste form a S it e acaba la trayectoria y la . vida de nuestro pintor lau d io arra, un artista capaz de pintar de todo pero al que le faltó determ inación. Su nombre pasa desapercibido a partir de entonces, hasta que en la década de los ochenta su nieta Carmen M ontojo y Bárbara, acom pañada de su esposo Luis Miguel de la Fuente, decide poner en justo lugar la fig ura y trayectoria de su abuelo impulsada por unos datos erró­ neos que observa publicados sobre él.

Inicia entonces una compleja tarea de catalogación y docum entación que le llevarán a visitar Laudio en dos oca­ siones. El Doctor en Bellas Artes y pro­ fesor José A ntonio García Diez recogió en colaboración dichos datos elaboran­ do una biografía y análisis pictórico

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excelentes, base im portante del pre­ sente artículo.

Pese a no ser generalm ente recor­ dadas, sus destacadas obras se conser­ van en la colección fam iliar, colección de los Urquijo, Fundación A ld ay de A resp ald itza, In stitu to Pereda de Santander, Ayuntam iento de Madrid, M inisterio de Asuntos Exteriores, Real A cadem ia de San Fernando, museos de A lica n te , Jaén y Sevilla, Academ ia Española de Roma o México, entre otros lugares. En Laudio conservan lienzos las fam ilias de Ussía y de Belaustegigoitia.

Transcurridos ya 72 años \ desde su fallecim iento, hemos ‘ querido record arle como se merece, dado el desconocimiento • que por una u otra causa hay sobre él tanto en el pueblo que le vio nacer como en la historia de las Bellas Artes alavesas. Es una lástima que no saliera adelante la propuesta que en 1981 el entonces edil del A yu n tam ien to de Laudio Jaim e de Urquijo Espada hizo en la sesión extra­ ordinaria del día 16 de marzo y que contem plaba el hecho de dar el nombre "Pintor Jo aq uín de Bárbara" a una de las calles de la localidad, próxima a la plaza A lberto Acero. La votación no fu e fa vo ra b le y fin alm en te se aprobó la denom inación "Ibaizab al". ¿Por qué no retom ar aho­ ra el proyecto de esta magnífica form a de perpetuar su memoria? Anim o particularm ente a ello a las autoridades compe» tentes. t

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Y desde estas fugaces / líneas, en el nombre de la /. ■ : revista y en el mío propio, /• ' nuestro hum ilde y sincero •. hom enaje a este artista. Sólo queda agradecer a sus nietas i

D®. Am alia y D®. Carmen M ontojo y Bárbara su am abilidad y su colabo­ ración en este tra b a jo , y a A U N IA Kultura Elkartea por haberm e dado esta oportunidad. A Bárbara. In m em o­ ria m.

E g o itz Bernaola Luxa

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Maroño urtegia egin zenet hurbildu diren ur-txoriak. A ikusta ditzakegunak eta ge dituzten egonaldiak.

Embalse de Maroño

TEXTOS: Enrique Arberas Mendibil FOTOS: Enrique Arberas Mendibil y Enrique Franco

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^asko izan dira apurka-apurka raza askotakoak dira egun oz eta luzeagoak dira egiten

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El invierno está a punto de entrar, y com o refleja el presente estudio sobre ia av ifau n a de M aroño. una época inm ejorable para, con ayuda de unos sim ples prismáticos, disfrutar de una bonita jornada observando las aves acuáticas, y por qué no, comenzar a dis­ tinguirlas, de modo que ya no podamos decir únicam ente aquello de que "se ven patos en Maroño".

Hasta el año 1989, e! pueblo de Maroño, protegido por el Santuario de Etxaurren y orgulloso de no perder nunca de vista la escarpada y abrupta cara norte de Sierra Salvada, permanecía ajeno en gran medida a los acontecimientos y cambios que con asom­ brosa celeridad vienen transformando la sociedad en los últimos tiempos. No había más que fijarse en las fachadas, escudos, arcos, dinteles de muchos de sus caseríos, y en el quehacer diario y ancestral de sus gentes dedicadas en cuerpo y alma al cuida­ do del ganado doméstico, para darse cuenta de que el imparable progreso no había logra­ do dominar el carácter de este pueblo.

Origen del em balse Maroño, que hasta ese momento había vivido tranquilo, sin sobresaltos, sintió de repente un hondo dolor al serle quitado un pedazo de su historia, de su tierra, de sus bosques... como consecuencia del inicio de las obras de construcción de un pantano des­ tinado al abastecimiento de agua para Ayala, Amurrio y Llodio. A lo largo de los dos años que duraron las obras (hasta 1991), la población vivió convulsionada, atónita ante el ir y venir de enormes camiones y enmude­ cida por el ruido producido por las excavado­ ras.

Cada vez que la lluvia arreciaba y durante milenios, las bravas e indomables aguas procedentes de la cercana Sierra Salvada, cayeron libres y desmelenadas desde la peña, siendo el río Izoria quien las reconducía. En lo sucesivo sería el frío hormigón del dique del embalse el encargado de frenar aquellos ímpetus. Debajo de sus gélidas y carbona­ tadas aguas quedaron acallados para siem­ pre la escuela, el viejo molino, numerosos robles y, por supuesto, las vivencias, todavía

hoy imborrables, de los habitantes de los pueblos de la Sopeña, que curiosamente y hasta entonces, conformaban una de las zonas más aisladas y vírgenes de Ayala.

Sobra decir que ya nada fue igual a partir de ese año; pero el tiempo sigue y el embalse ha reclamado desde sus inicios un protago-

Un reciente lugar de interés Hoy en día, ningún morador de Ayala pone en duda que el pantano de Maroño es una de las señas de identidad de esta tierra, formando parte no sólo dei paisaje sino tam­ bién del paisanaje.

En la actualidad, este humedal artificial, construido para paliar la demanda de agua de la población ayalesa, se ha convertido en una referencia como área de recreo y en un enclave importante para numerosas aves. Éstas encuentran en Maroño un lugar apetecible para invernar, alimentarse, repro­ ducirse o simplemente descansar durante la migración, un fenómeno sorprendente y aún hoy insuficientemente conocido en muchos aspectos.

Pero no sólo es importante destacar la lámina de agua de este embalse; sus orillas, con una creciente vegetación de ribera y siempre oscilantes como consecuencia de las variaciones del nivel del agua, las masas boscosas dominadas por robles y la campiña atlántica salpicada de setos, muchos de ellos bastante bien conservados, dotan al entorno del pantano de una relevante diversidad paisajística. Es este mosaico de ambientes diferentes lo que determina su atractivo para un buen elenco de aves ligadas a los humedales y a los medios palustres.

Necesidad de seguim iento y estudio El paulatino incremento del número y de la diversidad de aves en M aroño, muchas de ellas no conocidas en tierras ayalesas hasta hace poco, sugería poner en marcha el seguimiento de su dinámica poblacional. La metodología aplicada ha consistido básicamente en la realización de visitas al embalse y su entorno con el obje­ to de censar ias diferentes especies de aves.

Desde puntos fijos o mediante recorridos se

sobre aves ligadas de un modo u otro al medio acuático, entre el año 1997 y el verano de 2003, periodo en el que se ha sistematiza­ do el seguimiento y en el que se han realiza­ do una media de 35 visitas anuales con un promedio de estancia de aproximadamente 45 minutos.

van anotando todas las observaciones (núm ero, sexo, y otras inform aciones valiosas como las correspondientes a com­ portamientos territoriales o de celo, loca­ lización de nidos, éxito de reproducción, etc.). En ocasiones también se realizan esta­ ciones de escucha. Posteriormente, las ano­ taciones de campo se informatizan en una base de datos para su posterior análisis.

Importancia para las aves acuáticas

Aunque se tiene información desde el año 1992, los resultados que aquí se presen­ tan se corresponden con datos recogidos,

En total, se han registrado en todos estos años un total de 25 especies (ver tabla 1) pertenecientes a los grupos de somormujos, zampullines, zancudas, gansos, patos, limícolas, cormoranes y gaviotas.

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Listado de especies. Tabla 1.

Especies observadas Zampullín Común (Tachybaptus ru fícollis}

INVERNANTE

N“ rnáximo de individuos

Común

8 (nov 00)

Escaso

Común

Escaso

Escaso

2 (abr 00)

Escaso

Frecuente

8 (may 96)

Frecuente

Frecuente

8 Oul 03)

Accidental

3 (mar 02)

Txilinporta Txikia Somormujo Lavanco (Podiceps cristatus)

Murgil Hsndia Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo)

Ubarroi Handia Garza Real (A rdea cinerea)

Lertxun Hauskara Cigüeña Blanca (Ciconia cicoriia)

Am iamoko Zuria Ansar Común (A n ser anser)

Común

Escaso

52 (nov 01)

Antzara Hankagorrizta Tarro Blanco (Tadorna tad o rna)

Accidental

1 (ene 03)

Accidental

4 (die 01)

Paita Arrunta Pato Mandarín CA/x ga/er/cu/ata)

Ahate Mandarina Anade Azulón (Anas platyrhynchos)

Común

Común

126 (die 01)

Basahatea Anade Friso (Anas sfreperaj

Escaso

9 (die 97)

Escaso

20 (mar 02)

Frecuente

11 (nov 99)

ipar>Ahatea Anade Rabudo (Anas acuta)

Ahate Buztaniuzea Cuchara Común (Anas c/ypeata>

Ahate iMokozabala Silbón Europeo (Anas p e n e lo p e )

Escaso

Escaso

6 (die 99)

M íate Txistularia Cerceta Común (Anas crecca)

Zertz«ta Arrunta

Común

26 (die 01)

Accidental

2 (mar 01)

____ _

Cerceta carretona (Anas gu erq u edu la )

Uda-Zertzeta Porrón Europeo (Aythya ferina )

Común

Común

21 (ene 01)

Común

Común

14 (feb 03)

Escaso

Escaso

Escaso

3 (feb 00)

Escaso

Común

Común

4 4 (ene 02)

IMurgiiari Arrunta Porrón Moñudo (Aythya fu lig ula)

M urgilari Mottoduna Gallineta Común (G allínula chloropus)

Uroilo Arrunta Focha Común (Fullea atra)

Kopetazuri Arrunta Grulla Común fGru5 grus)

Kurríio Arrunta Avefría (Vanellus vanellus)

Accidental

16 (die 02)

Común

300-500

Hegabera Andarríos Chico (A ctitis hypoleu cos)

Escaso

Escaso

Xuliska Txikia Andarríos Grande (Trínga ochropus)

Escaso

Escaso

T T ----

7 (may 00) 10 (ago 03)

Kukiska ilurta Agachadiza Común (G allin ago gallinago)

Escaso

3 (nn97yene03)

Gaviota Reidora (Larus ridibu n du s)

Escaso

12 (die 02)

■stinger A irunta

Antxeta M<^ogorrla

Común: especies paulatinamente conso­ lidadas en el lugar, y generalmente en í cantidades superiores a 8 ejemplares.

Frecuente: se presenta todas las tempo­ radas en cantidades menores a 10 ejem­ plares.

Escasa: su presencia no es continua todos los años.

Accidental: estancia ocasional o presen­ cia muy rara.

La época invernal es el mejor momento para observar estas aves. Desde noviembre a marzo se pueden observar hasta 9 especies invernantes realizando diferentes activi­ dades como dormir, comer o simplemente moverse de un lado a otro del embalse.

Entre todas ellas, tanto en número como en frecuencia de aparición, destacan los ánades azulones y las fochas. Sin embargo, cada vez es más habitual la presencia de dos anátidas buceadoras, el Porrón Europeo y el Porrón Moñudo de los que pueden llegar a verse hasta 20 y 30 individuos conjuntamente, así como del Andarríos Chico, un escurridizo limicola que desde el año 2000 no deja de frecuentar las orillas. Solamente en una ocasión se ha visto invernando el ave migra­

toria más popular: el ganso, en concreto, una banda de 9 ejemplares que arrivò el 26 de diciembre del año 2000 y que se quedó hasta el 23 de marzo del año siguiente.

Desgraciadamente, a lo largo de este perio­ do, los furtivos mataron tres de estos án­ sares, que todos los días dormían al abrigo de uno de los caseríos colindantes al em­ balse.

A estas aves residentes durante el invier­ no, se añaden durante la época de paso otras 16 especies censadas en Maroño, como por ejemplo el Ánade Rabudo, el Cuchara Común y la Cerceta Común. Algunas sola­ mente se han podido observar en un solo día, y otras, son ciertamente raras incluso a escala de toda la Península Ibérica. Sobre­ salen las siguientes citas: - Cigüeña Común; única observación de 3 individuos el día 11 de marzo de 2002.

Resulta curioso que a pesar de estar cerca la colonia de cigüeñas de Orduña y otro nido consolidado en Amurrio, no utilicen este humedal como lugar de alimentación.

- Tarro Blanco; observación de 1 hembra del 25 al 27 de enero de 2003.

- Pato Mandarín; aunque es una especie accidental, se han observado individuos (un

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45

número máximo de 2 machos y 2 hembras) cuatro veces, en diciembre de 2001, y en noviembre y diciembre de 2002. ^ ^ - Cerceta Carretona; observada una pareja , os días 11v 12 de marzo de 2001.

- Grulla Común; única cita de un pequeño bando posado al amanecer del dia 6 de • u j -.nm rx uvi diciembre de 2002. Debido a las pésimas .. . ,. . . . __ 1^ condiciones climaticas, con niebla en la Sierra .

X u j Sa vada, pudo observarse este bando en vanas .

I ^ ^ 1^ ocasiones sobrevolando de este a oeste la , , j I * j • ladera norte de la citada sierra.

• Andarríos Grande; dos citas de 1 individuo, respectivamente, los dias 21 de octubre de 2001 y el 10 de octubre de 2002, y 10 ejem­ plares en agosto de 2003.

En lo que respecta a la época estival, el pantano de Maroño no alberga apenas especies. De ¿g hecho, los primeros |t » á

Azulón, de la que se localizaron dos hembras con 7 y 9 pollos respectivamente, y la Gallineta Común, con una pareja. Al mismo tiempo, se confirmaron 9 nidos de focha. i Desde entonces, solamente fochas y añades , ^ ' , n j I j i azulones dejan ver alguna pollada todos los . , , . . . u ^ A modo de curiosidad, hay que decir que , . , _im * e numero máximo de especies diferentes i u ^ n observadas en un solo día ha sido de 11 en a • una ocasion y 10 en 3 ocasiones. Asimismo, , ■ , ■ ^ui e mayor numero de individuos se contabilizo , ^ ■ u j i el 25 de diciembre del 2001 con un total de 213, sin contar los bandos de avefrías {ver tabla 2).

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A tenor de los resultados, es claro que este reciente y artificial humedal, aunque de pequeña extensión, supone paulatinamente un foco de atracción para la fauna aviar. Lo que no es tan fácil de explicar son los meca­ nismos o pautas de comunicación que han hecho posible que estas acuáticas, en poco más de una década, hagan de Maroño, cuan­ do menos, un lugar de visita. Repárese al respecto que durante varios dias de diciem­ bre de 1996 no se contabilizó ni una sola ave acuática, y sin embargo, cinco años más tarde, en ese mismo mes se registró el máxi­ mo número de especies distintas.

Otras aves de interés Además de las propiamente acuáticas, existe otro nutrido grupo de aves que se pueden observar en los principales hábitats que rodean al embalse. Muchas de ellas resi­ den, se alimentan o descansan en la vege­ tación de orilla y en los robledales ubicados en la zona del dique o en los numerosos pra­ dos que, delimitados por setos, se extienden por ios alrededores.

Otras simplemente se dejan ver en el espacio aéreo del pantano. En este caso la metodología utilizada para contar las aves ha consistido en la realización de transectos o itinerarios a pie por el entorno del embalse.

Además, desde 1999 se viene participando en el programa SACRE, promovido por la Sociedad Española de Ornitología (S.E.O.), que consiste en anotar todas las aves vistas o escuchadas desde un punto fijo que se repite todos los años (ver tabla 3).

En total, se han censado 66 aves no acuáticas que sumadas a las que sí lo son (25) arrojan la nada desdeñable cifra de 91 especies. Entre todas ellas, sobresalen por su

vuelo majestuoso, dominante y espectacular ei grupo de las rapaces. Contemplar sus silue­ tas rasgando el cielo es uno de los mayores deleites que puede disfrutar quien se acerque hasta Maroño. Se han inventariado 9 especies: Águila Real, Águila Culebrera, Aguililla Calzada, Milano Real, Milano Negro, del que está registrado una colonia de cría conformada por 6 nidos. Busardo Ratonero, Abejero Europeo, Gavilán y Cernícalo Vulgar, Por otro lado, la cercanía del cantil rocoso de la Sierra Salvada ofrece la posibilidad de observar las dos principales aves carroñeras del País Vasco, el Buitre Leonado y el Alimoche Común, las dos especies de chovas, piquirroja y piquigualda, y el cuervo. Por últi­ mo, son de enorme interés y muy llamativas las concentraciones que se producen en épocas distintas de la migración de algunas especies como el Zorzal Alirrojo, Avión Común, Avión Roquero o Piquituerto Común.

Varias amenazas Es evidente que el enclave de Maroño se ha convertido en poco más de 10 años en uno de los refugios orníticos _ más relevantes

V-

48

AVN [f\

de todo Ayala y en punto de creciente interés recreativo.

Pero en la conservación de los diferentes valores naturales de este entorno todavía queda un largo camino por recorrer, y son varios en la actualidad los problemas a los que se enfrenta. A reseñar: La proliferación de actividades recreati­ vas incontroladas, la rotura o tala de árboles plantados en los márgenes del embalse, la presencia de perros sueltos, la acampada libre, el encendido de hogueras, la entrada de vehículos a motor en zonas no permiti­ das, la presencia de paseantes en los lugares más críticos para las aves, y la pesca deporti­ va, demasiado masificada en la época crucial para la reproducción de las aves. También, la contaminación en lugares puntuales como consecuencia del vertido de purines, y la acu­ mulación de residuos ganaderos cercanos a las orillas, no sólo del pantano, sino también del curso de los arroyos que vierten al mismo. Y por último, la caza ilegal de aves acuáticas, que se ha detectado principal­ mente desde vehículos.

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MONUMENTO PARA UN FARO DE TIERRA ADENTRO

2004 urtean ehun urte beteko ditu hormigoia erabiliz Euskal Herrian egin zen lehenengo lana: Txarlazoko Andra Mariaren irudia. Hartara, zenbait ekitaldi 4 ari da antolatzen, 4 merezi bezala ĂŠ mendeurren M hau ospatzeko. ^

TEXTOS: Txetxu Lanbarri

f*'

Parece un ta n to tópico el títu lo con el cual presento la crónica sobre la construcción y d esarrollo de m onu­ m ento en el m onte T xa rla zo , dedica­ do a N^. Sra. la V irgen de la A n tig u a, aunque las razones de D. R ufino , su prom otor, nos aclara que su idea de fa ro no fu e la de dar luz a los barcos de la mar, sino la de ilu m in ar con la colosal im agen las alm as de los fieles que la podían divisar desde siete pro­ vincias d iferen tes. De paso, se conm e­ m oraría el cincuenta aniversario de la D efinició n D ogm ática de la Inm acula­ da Concepción, efem érid e a celebrar aquel 1904. Éstas son, básicam ente, las razones de ser del m onum ento del Txarlazo .

Después de navegar por los a rch i­ vos de Lo io la, O rduña, así com o por diversos libros publicados por D. Rai­ m undo M iguel (académ ico de Cien­ cias y Bellas A rtes de Córdoba), D. José Eugenio de U riarte (Padre de la Com pañía de Jesús), Tom ás G uillín (C apellán de Santu ario de la A n tig ua) asi com o p o r la im p o rta n tísim a re co p ila ció n h istó rica p o r D. José R afael de M ad aria (Juez de Paz e his­ to rió g ra fo de la Ciudad de O rduña) en el año 1957 nos ad entram os en el recorrido histórico sobre N*. Sra. de la A n tig u a .

El nom bre "V irgen de la A ntigua" Las fu en tes docum entales sobre el entorn o d onde se sitúa el Santuario de la A n tig u a nos llevan al Calcolítico con la presencia del dolm en del A lto de las Cam pas. Desde este m om ento, no se tien en noticias de ningún asen­ ta m ie n to o te m p lo cristia n o hasta fin a le s del sig lo XII, en la q ue, en una donación que el rey A lfo nso VIII hace a la cated ral de C alah o rra, y en la que se en treg a el tem p lo de San Clem ente de A rb ile ta , un 18 de m arzo de 1192.

Según las a ve rig u a c io n e s de d ife ­

52

AVNIA

rentes investigadores, se tien en re fe ­ rencias de que este m onasterio, situ a ­ do cerca del m en cionado d o lm en , existía ya en el año 1171. Hoy, sus ruinas cub iertas por la m aleza, nos m uestran los vestigios de aq u e lla que p udiera haber sido la prim era puebla orduñesa, la m isma la que ya en el siglo VIII el rey A lfo nso I de A sturias d ijera en su Cronicón que no necesitó co nq u istarla ni p oblarla por haber estado desde siem pre poseída por sus hab itan tes. Esto hasta que en el año 1229, el Señor de Bizkaia D .D iego López de Maro II, ju n to a su esposa Doña U rraca, m udase de este prim er asentam ien to al que hoy ocupa nues­ tra ciudad y donde, años más ta rd e , la repoblase el rey A lfo nso X el Sabio.

Esta situació n creó cierta confusión en tre la prim itiva iglesia de la antig u a puebla de O rduña y el nuevo tem p lo, tam b ién con advocación a Nuestra Se­ ñ ora. Ya en una bula del Papa Bo n i­ fa cio VIII fechad a el 10 de noviem bre de 1296, hace la distinción en tre una y o tra , denom in ando 'N uestra Señora la V ie ja ' a la actual V irgen de la A n tig u a , para d isting u irla de la de Santa M aría de la A sunción: "...h a b ié n d o se h ech o s a b e r p o r p a rte d e n u estra s q u e rid a s hija s en Cristo, las b ea tas q u e viven con h á bito d e m onjas y b ajo in stitu ­ ción de la O rden d e Santa Clara en la iglesia d e Santa M aría la Vieja de O rd u ñ a ...”

Desde este m om ento queda histó­ ricam ente dem ostrada la existencia de la V irgen con el títu lo de 'la V ie ja ', en su vetusto sa n tu ario , y que porta las arm as del rey A lfo nso X, b laso nan­ do los dos flancos de la a ntig u a p u er­ ta o jival, con las arm as de CastillaLeón, León-C astilla, en cuatro cu a rte­ les, con sus piezas de oro sobre fondos de gules.

Repasando un poco más en to rn o a nuestra Patrona, podríam os destacar

<anWersano

54

otro momento de gran importancia y que el Padre Uriarte relata asi; "...Esta ciudad, aunque hasta aqu í la ha tenido en gran estima y como imagen de toda devoción, desde h o y en adelante, la quiere ten er y tom ar p o r Patrona suya y desde este p u n to la da y ofrece e l título de tutelar y Patrona, para que cuide de los fieles de ella como de vasallos suyos, cuyo títu lo d esd e h o y en a delante reconocerDos...". Refiriéndose a cómo la Ciudad de Orduña adoptó un lejano 8 de mayo de 1639 a la Virgen de la Antigua por Patrona, continúa el Padre Uriarte: " ...p u e d e d ecirse q u e con los actos solem nes del ocho de mayo, la ermita vieja de Nuestra Señora La Vieja, recobró aquella su prim era consideración del siglo XIII, cuando sirvió de parroquia e iglesia principal d e Orduña la Vieja..."

O tro de los g randes aco n tecim ien ­ tos con el que los orduñeses ag rad e­ cieron a su Patrona los beneficios d ivi­ nos hacia ellos, fu e la construcción del nuevo y actual san tu ario donde la Patrona de O rduña tie n e su m orada desde el año 1752. Es en este m om en­ to cuando se cam bia el a p e lativo de 7a Vieja' por el de 'la A n tig u a '.

Es en este clim a de pasión y devo­ ción que O rduña tie n e con su patrona, en donde podem os co n te xtu a liza r la construcción del m onum ento a la V ir­ gen de la A n tig u a en la cim a del m on­ te Txa riazo , m onum ento que como sabem os, el próxim o 16 de octubre de 2004, cum plirá sus prim eros cien años de presencia.

Prom otor y prim eros pasos del m onum ento El año 1882, D, R ufino del Cam po, orduñés de nacim ien to, ocupó el car­ go de capellán del S an tu ario , una la ­ bor que d esarro lló hasta su m uerte, un 4 de octubre de 1919. Es esta p er­ sona quien dio la idea y el prim er

im pulso para hacer realidad su sueño: construir un m onum ento a la Virgen de la A n tig ua en la cum bre del m onte T xa ria zo . Adem ás de la conocida im a­ gen, obra suya es tam bién la curiosa fu e n te de roca to b a, con agua traída desde el m a nan tial de O ruro, y situada en el lado opuesto al que ocupa desde a n tañ o el cubo con el m ora!, fre n te a la fachada p rincipal del nuevo san tu a ­ rio. De su época son tam b ién los ya m erm ados jard in e s que se sitúan en el fre n te y lateral izqu ierdo del mismo.

Desde los inicios en el ejercicio de su cap ellan ía, D. R ufin o d ifu n d ió des­ de el p ulp ito su idea, para conseguir en ocho años de insistentes colectas, la no suficiente can tid ad de 1500 Ptas., "poca harina para m ucho p a n ". Em pe­ cinado en su proyecto y a la vista de los escasos resultados económ icos con­ seguidos, tom ó un rum bo d ife re n te y recurrió a la Asociación de Atiguos A lum nos del Colegio de la Com pañía de Jesús, conocidos en la ciudad como los "je su íta s", afincado s desde la fu n ­ dación en 1673 del tem plo de la Sa­ grada Fam ilia, fin an ciad a por el m e­ cenas orduñés D. Juan de U rdanegui, cap itán general del M ar del Sur y del Puerto y Presidio del C allao.

De este colegio jesuítico salió el se­ gundo impulsor de la idea del monu­ mento del Txariazo, tom ando las riendas del proyecto de D. Rufino, el cual encauzó la idea hacia la conmemoración mariana cuya meta fijó el padre Palacios Rodríguez para el día 16 de octubre de 1904 y así, con la inauguración del mo­ numento, conmemorar el 50 aniversario de la Canonización Dogmática de la Inmaculada Concepción.

El m onum ento: situación y características El m o num ento erigido a la patrona de O rduña -la V irgen de la A n tig u a -

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en Id cum bre del Txarlazo , fu e el re­ sultado del esfu erzo de m uchos orduñeses, d iputaciones, asociaciones, la Junta Ejecutiva Local de O rduña, la de A ntiguo s A lum nos de O rduña -co n o ­ cida com o ce n tra l- la de los A ntiguos A lum nos de Deusto y, especialm ente la de D. Rufino del Cam po y el padre Palacios.

La gran m ole de horm igón arm ado que hoy podem os contem plar, tiene nada menos que vein ticin co m etros de altitu d . Su tronco y ram as im itan al de una m orera que, según nos cu en ta la historia de la V irg en , es donde se le apareció a un h u m ild e pastor.

El diám etro del tronco del árbol roza los tres m etros por el cual, m edi­ ante una escalera de caracol, conduce al prim er piso o copa del árbol, donde nos enco ntram os con un am plio salón circu la r que tie n e p ra cticad a s seis pequeñas ven tan as en fo rm a de tro ­ neras y que, adem ás de p e rm itir una ilum inación del interior, ofrecen un am plio panoram a que se extien d e por los cuatro puntos cardinales.

Si continuam os ascendiendo por el interio r del m onum ento que nos ocu­ pa, llegarem os a un vertig inoso b al­ cón situado en la cintura de la im agen y desde donde se d isfru ta una im pre­ sion an te p anorám ica del valle orduñes asi com o de la misma im agen de la V irgen , con su corona y con la im agen del niño en su b razo izq uierd o así co­ mo una palm a en su costado derecho.

Por enco ntrarse erigido a escasos tres m etros del vértice geodésico que une las provincias de Á lava, Burgos y Bizkaia, el m onum ento se eleva en tierras, ju risd iccio n alm en te hablando, del b urgalés m unicipio de V illalb a de Losa. En cu alq u ier caso, se situ a en el punto más alto del m onte Txa rlazo , a 927 m etros de a ltitu d . Ello hace posi­ ble que el m o num ento a la V irg en sea

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AVNIA

visib le desde las provincias de Á lava, Burgos, La Rioja, G ip u zko a, C an tab ria, Palencia y B izkaia.

A spectos im pactantes en su construcción Dos fu ero n los aspectos de la cons­ trucción de este m onum ento que sor­ prendieron tanto a la ciudadanía de la época como a los colegios de a rq u ite c­ tos co ntem po ráneo s: la inusitada rap i­ dez con la que se construyó y la nove­ dosa técnica em p leada.

La prim era se debió especialm ente a los m edios de tran sp o rte, en carretas tira d as por bueyes o a lomos de muías y que p osib ilitó su conclusión en un tie m p o v e rd a d e ra m e n te b re ve. Así nos lo narra D. José Rafael de Mad a ria : " ...a m a n e c ió e l dia 2 5 de o c tu b re d e l año 1903, fecha h istórica señalada p o r la Ju n ta C entral d e Bil­ b ao para co n m e m o ra r e l X X X III ani­ versario d e la a p e rtu ra d e l C o le g io y ce le b ra r la m agna asam blea d e antig u o s alu m nos d e O rduña, D eusto y A yu n ta m ie n to d e la C iudad de O rd u ­ ña, a fin de u ltim a r d eta lle s y o rg a n i­ z a r la Ju n ta q u e en el año p ró xim o , cin cu e n te n a rio d e la p ro cla m a ció n del Dogm a d e la Inm aculada C on cepción, había de lle va r a e fe c to la co n stru c­ ción d e l m o n u m en to a N uestra Señora de O rduña, la A n tig u a , en lo a lto d e la sierra q u e rodea la c iu d a d ...” O bser­ vam os que, a m enos de un año de su inau gu ración, aún no se había decid i­ do su em p lazam ien to . En igual estado debía estar su fin an cia ció n , referid a con frase s com o " ...u ltim a r d e ta ­ lle s ..." .

La segunda sorpresa fue la de la aplicación de una novedosa técnica de co n stru cció n , tira n d o por tie rra la m ilen aria form a de co nstru ir a base de cal y canto y que se basaba en el, aho ­ ra tan com ún, uso com binado del ce-

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m ento y va rilla de acero; el horm igón arm ado.

Fue la com pañía "C lau d io Durán y Ventosa S. en C ." de Barcelona la que causó adm iración por ser la pionera en la introducción del cem ento y en la construcción de diversas obras en las provincias vascas.

Al parecer, en la construcción del m onum ento fu ero n em pleados cator­ ce obreros catalan es así como cierto núm ero de trab a ja d o res locales, espe­ cialm en te de O rd u ñ a , A rre sta ría y pueblos co lin d an tes, entusiasm ados por la devoción que ten ían para con la V irg en . Los m ateriales em pleados superaron las diez tonelad as de varilla de hierro de d istintos calibres y las cin­ cu en ta to n e la d a s de cem en to de P o rtla n d procedente de Bélgica a lo que hay que sum ar la gran cantidad de cal h id ráulica procedente de Zu­ m ala.

Como anécd ota curiosa, se tiene constancia escrita de que ios operarios catalanes encargados de hacer la m ez­ cla del a g u a , cem en to y a re n a , hicieron un recinto vallad o para que el resto de op erarios no pudiese co­ piar la proporción con la que com bi­ naban los citados elem entos. El coste to tal de la obra, según cita J. R. de M adaria "...a scie n d e a 150.000 p e se ­ tas, re u n id a s p o r su scripción p o p u la r q ue inicia ron hace p o co s m eses los ex­ alu m nos d e l co le g io d e Padres J e ­ suítas d e O rd u ñ a ..."

O tra de las anécdotas corresponde al e m p la z a m ie n to de m o n u m e n to -a ú n sin d e term in a r en la asam blea del 25 de octubre de 1903- y al que J. R. de M adaria se refiere así: " ...e l 24 de o ctu b re , de m adru gada, p o r e l ca­ m ino d e la Peña Vieja o d e G oldech o, subía una ca rreta de b u e y es cargada de las m aderas y una lona con la silu e ­ ta d e la Im agen. A co m p a ñ a b a n a la

misma varios vecin o s de la ciudad, e n tre los q u e los q u e nos co nsta n los n o m b re s d e V icente G uezala, IVIelitón d e la Fu e n te , C re sce n d o Echevarría, Ram ón d e la Fu e n te , etc. La silu eta de la V irg e n h abía s id o re c o rta d a la víspera so b re e l m u ro d e l Santu ario.

Con la m adera y ram as de árboles, co n stru yero n to sca m e n te la fig u ra d el á rb o l y, encim a, con a rm azón d e m a­ d era, co lo ca ron e l lie n zo d e la Imagen.

A s í q u e d ó p re se n ta d a a la co n te m ­ p la ció n d e l p u e b lo en espera d e la asam blea d e l día p ró xim o , para q ue p u d ie se d a r e l v e re d ic to so b re e l lu g a r más a p ro p ia d o para la e d ifica ció n d el m o n u m e n to ."

Esta silueta fu e instalada en un te ­ rreno jurisd iccio n al de O rdu ña, siendo el lugar elegido la m edia luna que fo rm an los dos p ro m onto rios de tas cum bres de Txolop e y S o laiera. Dicha ubicación no debió ag rad ar dem asia­ do ya que fue rechazada en la asam ­ blea. Tras va lo ra r otras opciones, se decidió la construcción en el em p la za ­ m iento actu al: la cum bre del m onte T xa ria zo .

La im agen en cuestión fu e llevada a cabo en un tiem p o récord de 142 días. Una vez más, recurrim os a los datos de M ad aria: " ...E l día 8 d e m ayo d e 1904 y a la ho ra en q u e e l Clero, A yu n ta m ie n to y p u e b lo d e O rduña e n tra b a n p ro c e s io n a lm e n te e n el S a n tu a rio p ara a s is tir a la misa solem n e, en cu m p lim ie n to d e l voto h ech o p o r la C iud ad d e sd e 1639, d es­ d e la cu m b re d e l m o n te C harlazo lle ­ gaban a los o íd o s d e los a siste n te s las d e to n a cio n e s d e o ch o b a rre n o s q u e, a m o d o d e salva d e a rtille ría , a rra n ca ­ ban a la m o nta ña las p rim e ra s p ie d ra s q u e habían de se rv ir para la base d el M o n u m e n to ..."

o tra s cu riosidades en to rn o al m onum ento M uch os a ñ o s m ás ta rd e , u n a ve z su p e ra d o s los d u ro s añ o s de la G u e rra C iv il en los q u e , p o r c ie rto , un p ro ye c­ til de 115 m m . la n z a d o d esd e el lu g ar c o n o c id o c o m o " L a C a d e n a de A r r ia g a " (e n tre A m u rrio y R e sp a ld iza ) im p actó c o n tra el á rb o l d e la im ag en sin lle g a r a e xp lo ta r, se d o ta ría al m o n u m e n to con u n a c a p illa a sus pies.

Fue in a u g u ra d a - b e n d e c id a - , con g ra n p re se n cia d e a u to rid a d e s ta n to c iv ile s co m o e c le s iá s tic a s , el 5 de o ctu b re de 1946. C o nsta d e un a lta r de m á rm o l y u n a h o rn a c in a tra se ra la b ra d a en roca a re n isc a , fo rm a n d o un c o n ju n to sin d e m a sia d a s p re ­ te n sio n e s a rtís tic a s.

Q u iz á co m o c u rio s id a d , p o d e m o s s e ñ a la r a lg o q u e no se r e fle ja en n in g u n a p u b lic a c ió n y es q u e , la h o r­ n a c in a t ra s e ra e stá la b ra d a en un a n tig u o e sc u d o , a ú n v is ib le e n su p a rte p o s te rio r, fo rm a d o co n las in c o n fu n d ib le s p a n e la s de la fa m ilia O la so .

En la m ism a a c ta fu n d a c io n a l d e la c a p illa , en su d isp o sició n ú ltim a , se re c o g e q u e " ...p o r d isp o sic ió n d e l

Excm o. S r A rz o b is p o de la D iócesis, los dias en q u e se ce leb ra rá n misas en la capilla serán e l ú ltim o d o m in g o de m ayo, el 25 de ju lio , fiesta d e Sa n tia go A p ó sto l, e l 31 d e ju lio , San Ign acio, y e l p rim e r lun es in m e d ia to a l p rim e r d o m in g o de se p tie m b re ."

H oy en d ía , d e las c u a tro fe c h a s s e ñ a la d a s, ta n só lo se c e le b ra la del 25 de ju lio , fe c h a en la q u e se acu d e en ro m e ría a la fie s ta q u e se celeb ra en los p a ra je s del T x a rla z o y ce rca n ía s .

f ■ ; 'í 'i

QapWa V

Pero no es ésta la única m anifestació n d e fe rv o r con la V irg e n de la A n tig u a . Como bien sabemos, desde 1639, cada "ocho m ayo " los orduñeses, acom pañaJ A dos por los pueblos y picas de la Ju n ta de R uzab al (Len d o ñ o de 15I I 'v A rrib a , Le n d o ñ o de A b ajo , Beland ia y M e n d e ika ) ren u evan los vo tos an te su p a tro n a . El - ^ día sig u ie n te , los 9 de m ayo, d ife re n te s com itivas precedi> das de cruces y b an d eras parN ten d e los pueblos del V alle de A rra sta ria (A lo ria , A rto* V m aña, D elika y Te rtan g a í A llí, tra s celeb rar el v o to a ^ la V irg e n , b ailan la fam o sa d a n za conocida com o "las 't í e n t ra d illa s " . Por ú ltim o , los 14 del m ism o m es, al ig u a l que los p u e b lo s a n te rio rm e n te c ita d o s .

son los ve c in o s d e S a ra tx o los q u e en p ro cesió n se a c e rc a n al s a n tu a rio para d e m o stra r la d e vo ció n a su t itu la r.

Es m ás a ú n , los p rim e ro s d o m in g o s d e se p tie m b re se c e le b ra n en la c iu ­ d ad de O rd u ñ a lo q u e se co n o ce n por " s e g u n d o s o c h o m a y o s " , p a ra c o n ­ m e m o ra r la C o ro n a c ió n C a n ó n ica de la V irg e n de la A n tig u a el 2 d e sep ­ tie m b re d e 1945. Pero v o lv a m o s al m o n u m e n to del T x a rla z o .

Reform as y m anten im ien tos practicados Ya en el a ñ o s ig u ie n te al c a ñ o n a z o re cib id o en 1936 se re a liz a n las p rim e ­ ras o b ras de c o n se rv a c ió n . A lg o más n o ta b le s se ría n las p ra ctica d a s en el a ñ o 1951. T a m b ié n en esta d é cad a fu e ro n in sta la d o s a m e d ia a ltu ra de la im ag en los siste m a s d e ilu m in a c ió n q u e, al p arecer, t a n to d a ñ a ro n la im a ­ g e n . Por e llo , en la re sta u ra c ió n de 1974 los fo co s d e ilu m in a c ió n fu e ro n situ a d o s en el su e lo , so b re el te rre n o .

y no en el m o n u m e n to m ism o . D esde e n to n ce s no se h an re a liz a d o o b ra s de e n v e rg a d u ra p ara su m a n te n im ie n to .

Actos de C entenario A un a ñ o de c u m p lirse el c e n te n a ­ rio de la co n stru c ció n d e ta n cu rio so m o n u m e n to , el A y u n ta m ie n to o rduñés tie n e p re visto a c o m e te r u n a res­ ta u ra c ió n p ara a r re g la r los d e s p e rfe c ­ to s q u e la im ag e n t ie n e en el ro stro y o tro s p u n to s va rio s.

A d e m á s, va n a d e s a rro lla rs e u n a se­ rie de a c to s , c o n fe r e n c ia s , e x p o s i­ cio n es, e tc . d u ra n te to d o el a ñ o 2004, co o rd in a d o s p o r la re c ié n s u rg id a aso ­ c ia c ió n c u ltu ra l " A t e z a b a l E lk a r t e a " y qu e c o n ta rá con la a y u d a d e l A y u n ­ ta m ie n to , p e ñ a s, a so c ia c io n e s y d iv e r­ sos p a rtic u la re s q u e , com o es mi caso, p re te n d e m o s h o n ra r u n a v e z m ás a n u e stra P a tro n a ; la V irg e n d e la A n ­ tig u a .

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Txetxu Lanharri Ugarte

Urduñako Udala

Ayuntamiento de Orduña

ARTZINIEGA

Mugurutza l^Tíi^íé^duánjo Hidalgo h '-

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d ^ J Ê t Ê Ê Ê 'â A r t z i^ P In z ^ ikur bihurtuta, b e re '^ erraldoi bat da. Bere eza izendapena onartu zitzaion

;flori artea da. Herriaren an d^goen zuhaitz itzeko

Parece fuera de toda duda el hecho de que, en gran parte de las culturas antiguas, se rindiese culto a una serie de objetos de la naturaleza, especialmente a aquellos que parecen sugerir un nexo de unión con la Tierra, origen y fin del todo a la vista de sus primitivos observadores. Y dentro de estas creencias animistas, desta­ can con especial vehem encia las primitivas devociones a cuevas, fuentes o árboles.

Su culto debió estar tan arraigado en las creencias populares que la Iglesia católica no dudó en sembrar de apari­ ciones m arianas dichos lugares y asi erradicar cualquier tipo de desviación hacia el paganismo.

En esta misma publicación podremos comprobar hasta qué punto son impor­ tantes en nuestra cultura y cómo se le ha dotado en muchas ocasiones un carácter cuasi mágico a una serie de árboles, con­ virtiéndose bien en centro de reuniones concejiles bien en lugares de supuestas apariciones de la madre del redentor, como es el caso de la Virgen de la Antigua en Orduña. Algo sim ilar nos sucederá con la patrona de Ayala, Nuestra Señora de Etxaurren, aparecida según la tradición sobre un nogal o, en nuestro caso, la Virgen de la Encina de Artziniega. Sobra

decir que en este últim o caso, la supuesta aparición se produjo sobre una encina.

Pero no es nuestra pretensión hablar del santuario, de su esplendoroso retablo o de la veracidad o no del histórico suceso que dio origen a su culto. No. En esta ocasión tan sólo pretendemos dar a cono­ cer la encina que ha dado nombre al con­ jun to y que se encuentra declarada como árbol singular de Euskadi según acuerdo del Decreto 265/1995 de 16 de mayo.

LOS ARBOLES DECLARADOS SINGULARES Dentro de las medidas de protección m edioam bientales existe una, de gran im portancia, que busca la salvaguarda de arboledas o árboles singulares m ediante una legislación especifica.

La clasificación de ciertos ejemplares como tal, contrariam ente a lo que se cree, no es algo exclusivo de la Comunidad Autónom a de Euskadi. Nada más lejos de la realidad. Así, existen una serie de nor­ mativas generales en ¡as que básicamente definen a un árbol como singular cuando dichos ejemplares poseen unas característi­ cas extraordinarias de rareza, porte, edad.

achatam iento . Su tronco tam bién res­ ponde a las expectativas de grandiosidad: a una altura de 1,5 metros sobre el suelo, su perímetro es de más de 5 metros.

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significado histórico, cultural o científico.

Cuando un ejem p lar ad quiere dicho reconocimiento o declaración pasa a for­ m ar parte, jun to a los Parques Naturales y los Biotopos protegidos, de la Red de Espacios Naturales Protegidos.

Son 25 los árboles que han conseguido la denominación de singulares en nuestra Comunidad Autónom a. Uno de los más representativos es el de la Encina de A rtziniega, ya que en él convergen varios de los requisitos anteriorm ente citados.

LA ENCINA DE ARTZINIEGA Es difícil no sobrecogerse ante la grandiosidad de dicho ejemplar, situado en el jardín exterior del Santuario al que ha dado nombre, más concretamente, en su zona norte. Se trata de un ejem plar de encina {Quercus ilex ilex) de extraordinarias dimensiones. Con una altura de 25 metros, los Impresionantes 28 metros de diámetro de su copa le dan cierta sensación de

Ayuntam iento de Artxiniega

Cuenta la leyenda que sobre dicha encina se le apareció la Virgen a una pastorcilla del lugar Hay quien dice tam bién que realm ente fue una imagen de la Virgen escondida en un recoveco de dicha encina, lo que encontró la pastorcilla.

R ealm ente el d ato no tiene excesiva importancia para nuestras pretensiones.

Lo que sí parece evidente es que el colosal árbol ha servido como referencia y representatividad de la villa: presente el escudo del m unicipio, sabem os que bajo sus perennes hojas se realizaba además el pago de impuestos para aquellos que quisieran tom ar parte en su afam ada feria anual.

A pesar de ésta y otras muchas referen­ cias documentales, los expertos en la ma­ teria no se aventuran en concretar algo que inquieta al visitante: la estimación de su edad. Los oportunos inform es no van más allá de asegurar que es, al menos, "centenaria" algo que, por otra parte, es patente.

Junto a la legendaria encina, podemos apreciar otro ejemplar, tam bién corpulen­ to, de la misma especie. Realm ente se trata de un retoño de la principal y plan­ tado en dicho lugar en 1918 para asegurar la pervivencia de tan emblem ático árboL Poco más queda por decir de esta ex­ traordinaria planta que, tanto por sus ca­ racterísticas morfológicas como por su sig­ nificado histórico-simbólico form a parte de ese selecto club de tan sólo 25 m iem ­ bros denominados "Árboles singulares".

Artziniegako Udala

EXCÜieSIONíSTAS áfel-

Gordonii, 44 - 6* Dpt. 4 •48002 Bilbao Tel. y lax; Í4 410 46 28 nondik@nondil(.com

IM PR ESO S EN MATERIAL PLÁSTICO

X

A u to s M a s k u r íb a i Concesionario Oficial O pel paro el A lto Nervión.

Pol. !nd. LAUD IO KO -IN DU STRIALDEAK. Pabellón 6-4. B®. G ard eo, s/n.Tel. 94 672 47 99. LLO D IO , LAUDIO. E-mail: m askuribai@ seo.es

W

Harngarria irudi dezaKeen arren, Okondoko semea zen euskararen d e fe n t|M bizitza osoan zehar jardun zuen euskal kultuBr^n eta euskal arimaren borrokalari bau. Umptan vkb^ndora joan bazen ere, Jose Paulo Ulibarrik betĂŹ e r ^ a n zuen bere herria ^ bihotzean. Halaxe em atm du aditzera bere Gutunlib^uj<o pasaKe ugarletan. ^

^ <

TEXTO: Patxi GalĂŠ M TO S: Felix M ugurut^

X -i.

Homenaje a Ulibarri en Okondo (1975). A la izquierda, Luis Villasante, presidente de Euskaitzaindia fallecicjften 2000.

ac a pstas publicaciones

El m o vim ienw euskataate

182, nota 17, 9 « ^

excesivamente vascófüo alavés nocim iento a* -, ra U n d e z. Su obra y sus Jose paulo cita en ios quehaceres apena ^ ^.,3toria estudios de ^gsco hasta t.emdel movim iento reconocer que pos todos sus estudio que como escritor

Abando. „„rie _______ . . „m„ oSs decir decir hoy hoy que que De este modo, P popularizó la

coinciden en que mas José Paulo activista

U libarrl merece s en favor de la ca em bargo, de lo que m ado tiem pos. Ua d éste, radica en compromiso P® con el uso que p rio rizo inevitable el

de cultura,

sueltas d ' f ® etió un estudio mas aita obra e -^g Lino Akeso en profundidad vascófilo de im portancia del nei

^.^,tural vasca. Sm ^^cho más alia el movimiento Haboga en aquellos ;,c1 a fu n d a m e n ta l con determ inación y nuestro autor ^el euskera, lengua q^e no fuese castellano. Prueba de las cartas

fue aita T doarra. Un resumen figura del autor disertación, ^ de sus trabajos ^.^9 7 1 ^pp. 35-48, puede leerse en Euske ^ Pde donde están saca articulo, datos que «^'^^ryos E u sk a itza in d ia El^ 17 de " f ^ e d a le l bicentenario ^ celebró de paulo Ulibarri, ^ del nacim iento ae j . en el Centro reuniéndose ^ Social de Okond . disertaciones en ; se U lib arri. Antonio Arrue t o rn o a la fig u r „ qs públicos que habló sobre os car^Qo^ P^

t e t e t o r g n l n e : su epistolario están

U libarn ostento

A k e s o lo y Nikolas A t a o la

redactadas en euskera. e s t u d io s

SO BRE

Las prim eras

so b .e a ta s

Fer-

Ulibarri las S a lc e d o , que bajo el nando de A zco n a , reivindica su seudónimo Luis Solidaridad de f ^ u r a d e s d e e l6 c ^ e ü n d e / a jd ^ ^ ^ ,g ,5 Obreros \/ascos d Julio de

^ ^as informa["o rcíe n tifico . recupera

dones con ^ o a ra la historia de las la figura de Uliba P ^ Euska/erriaren letras y la cultura „ s - Z S l . A estos pn-, alde. V 0 9 1 5 ). P P . ¿ 2 ^ 3 podo con ) meros f en adelante nuestro " a r a d o r vascófHo de Abando. escritor: El h errador N^olás Fue el herm ano (-omenzó a A ltzo la del Gutur\iiburua m anejar el ^ ,,0 por don Fausto to de Ulibarn anim ad . ^jg G ipuzkoa. ^ Arocena desde la ip>j^ fueron viendo la Asi ^'9unas de luz transcritas y investiga ^^e pue facilito tam bién qu dores se Como resalta el Paulo Ullbarri X X I (1976) Ppropio A ltzo la en Euskera.

del autor “j ! .

Knbrr cornento

¡( ^

alosaron la obra

H e nrike

c e ro so s extremos de la „ a n tu v o con

intim a ,_ d a su vida. Pero sin Okondo durante ,3 p^bliduda, la gran de la D'P^cación, b " )° del facsímil del matación Forai de '^un/íburua de José nuscrito dez donde se recogen paulo Ulibarn precedidos de la la mayoría de sus Akesolo. Se citada d ise rta cio n j^ ,^ ^ ¡^.estir a d o % r ' u : texTo hasta entonces poco accesible.

SU

VIDA ra lin d e z nació en jose paulo ^'¡barn Galindez^^^ ^

Okondo el 17 nueve anos se t a ^ d o

la anteiglesia de

Abando de "M ariscal VeteObtuvo la titu lac siempre en rinario" y de ese ^ ¿I -,denBilbao la Vieja, r liberalism o y to" S o C t o d e r n id a d e s q u e c o n

— d e b ía — con los ca b a lle ro s que a la sazo

'

|

doméstica accidental, lo que retrasó y rela zona de Abando, Bilbao, ^ tC '.PU « c a b a lo era . . e d i o de , o c o . 0 ^ ^ ^ ^ euskera. , M urió en Abando el 5 de mayo de caballos.

En 1794 se alistó y tom o parte

1847.

la

¿-•-íH slH

m o d e m id a d T b e r a l » n s t it u c io n a « s t a q u e

u lib a rri sim p a tizó a b ie rta m e n te

con

a

S s I S s

SU M íLITAN CtA EN FAVOR D EL EU SKERA Su norma fue euskaldunak euskaldubu n u il' resume el nari euskeraz. En esta frase

S

" ”S « " '3

euskaldunes. Aun asi, Ulibarri

civil con el convenio de Bergara.

:" s :^ f a t ^ d ir 'g r a r a ic ,u J r e u s .a ld u n , \ V d f L a l° d V r U r íiz a T M a r ° p e p a t x u fuese del rango que fuese.

Quizá porque el modelo esco ar que

V e m o ^ e n '^ S a 'lri u n ^ vid e n te precursor

Ü S Í Í 55 ------------------------ ^

d e B ilb a o .

Taríeia de visita-------------------------------------------------------de j. p. uutarri -----

.V N I A

s r r .r ;-— c ia t V a ^ d ÍX T a m il^ ^

Pe-

' f S

m sS a

p,esor y ^'brero tolo«rra^;9-¿°„p'^^^^ rátedra de euskera en bteciera la primera catea ^ el instituto '''Z“ ' " ° I do esto, apenas ^e ^ cursor de la nuestro ju ico

uiibarri como prea impagada

deuda histórica p

obietivo de nor-

Para la m alizar el uso es norm ativizar el sabía que era ¡^prescindible la idioma vasco. Se Diccionarios en confección de Gram atica y

dizabal P '° P “ “ .Q y C a stella n o de Luis M a n u a l B^'™"®^^-,,¡zado con cierto éx.to de A stig a rra g a , u t l «

de libros ^^scos. yg^^óíilo se negó pagárselos, "^^^^^.^.f^entado que tal ro tu n d a m e n te

n ^ ^ c i ó n p a r a e l dic-

donación era una cionario que aque

que vería la luz en

componiendo y conocido im-

-

^koa co m o

" ^ l a r a Ulibarri esta obra libro de texto. Pero pa su ,e n ia u n d e f e c o m a yoría escrita o b je tiv o

„a ro p.ipriera

(para más in fo rm a carta a Fernando Barrenechea,

e ra

*- " s u 30-5-1832).

En carta a d o n

euskera. De en adquirir la que tuvo escritas en eusm ayoria de ° g en el mercado. Es kera. podían conocida la anécdota seg „ po regaló a A'zq^'^el en pretendió

q

en

5a;,edo ir,,.

(1832), U lib a rr. recupe cialm ente parece

g tam bién

Bautista de E rr° V ^ „t,e los prè­ le hace '^^as iL it u c io n e s básicas cursores de otra d ;i,cademia de la de la cultura '/a^ca^ consistía en lengua, reunir a 24 perso

profundam ente conoP que tom asen

O gueta lau guizon biardira ycentau quernicaco bazarrean egu/teco Aleguina an euzkeraren ganean.

m entada por ' jornada celebrada tzola con ^ otw o de a )om^

S5 Í-S r

eta era hatera eurecobeto o nd atucod ab eL/o rente Cecula hético A u rkitu biardira gogocoac Paulo Astarloa langoac

.e c e s a n o — hombres para que s

y a /a vez

de Gernika, en P/® ^ ,,o s d e s b a r a « [canónigo intelert

j/em pre a L/orente de por el go-

U libarri que bierno de entes idiosincrasia del pu p o r todas. Hay que

^ aauellas ideas re¿e l euskara o la una vez .. gigunos entu-

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propio autor.

Numerosos vOlaticicos

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dencia desde 1823.

ultranza de la lengua vasca] ■ .

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v e rs o s e n e l ú lfm o t e r c i o d e m e n te

s e g u ra -

Ï Ï t a r ^ b i é n d e s t in a t a r ia

p r o p io U lib a r ri, d e la s e n s e ñ a n z a s q u e

^ e n d e t r a n s m it ir ,

N ic o lá s A I t z o l a

e n t r e lo s

d e lo s “ a n B a u t is t a d e E r r o q u e p o d e m o s o t a r a Ju a y A z p iro z

B iz k a ia ), P e d r o

(D ip u ta d o de

Novia Salcedo ( ^ d r e

^

M a rq u é s d e ^ t it a -B e n g o a y su h e

la P r o v in c ia ) , el

Cengo-

'n o

(u n o

c o r o n e l d e la

de da nzas y

J o a n In a z io e s c r it o r v a s c o ),

^

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d e W le n d iz a b a l ' ,o s a ), A i t a Z a b a la ,

(i m p r e s o r y l i b r e r o A lta

E rt^ rta

d e e llo s M a d rid ),

^ „ e te rio

M anu

Ig n a c io

Luno

^ "h o r

E z ^ ^ ^ ia ,

U r q u i z a (s u e s p o s a ),

F e rn á n -

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SO BRE OKONDO

d is p o n ía d e

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d e n t e s d e la s ^ i " n o d e b e desr e S r r c o r tX iñ lo le x ic o g rá tic o .

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p a ra

p u e ñ o v o c a b u la r i o

E n su m o d e s t i a , P ^ c o n tie n e u n t o t a l d e » 7 4

datos

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Okondo

e m b a rg o ,

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h a b la vasca,

h a b itu a l e n

,3 5 v a s c a s , e s to es,

d o n d e se ' f ^ P ^ ^ ' ^ _ b a s e u s k e r a , s ita s e n a m b a s

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castellan o O q u en d o jen a . ro m e n ta n o

E l e s t u d io , ^ ^ e y e años de p^^yo

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de U ñtza en el ba^ r í d o en p r o n u n c ia d o e

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■ ° - n S v " Ítr ^ S “» ;s :^ s s s ^ A n t o b e , A ra n e c o ^^^ 3 A resqeta Etxa ba rri), A rech a ga ( ^ ^ ^ ^ , 3,^ Ascarai (A re a s k e ta ), (A zk a ra i), A s p ^ru , g o ik o ),

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(M u ñ o z u r i l

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0 ,3 ria g a , .g ta o la u rru tx i), Pa-

m a o la , ,S Salduegi (Zaldura, caballa P a b a l ^ ,„ 3 3 3 ) , duegi), 5 arm m a (Sag^^ (Zugatzu), Su b iaur (Zubiaur), (unsa torre S u lu b ia rte (Z u d ib ia rte a),^^^^^^^

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O txaran), Perù ¿ ° |3"z T tW % ^ e X a sona, perù BiMarko), Sato ^^^^^^^^„stro), ‘s ? r : ^ z t o ° z a ) . Churlo o S u rio (nombre de persona, Con este blicación que de su AVNIA, cimiento de e sta jig u r

^ con la pudiccionario hace 3 I reconookondoarra, a que

su legado no caiga e ; „ r ei contrario corno maestro Nicolas „ r o o io s : A b a d in o ,

(Z o rro a g a ).

O tro s A e d o (ap e llido.

® 35ínente A b e d o ), Asu A zu, Asua o

(a p e llid o , p o (G u e ñ e s ), ‘- a ^ ' ° ' A zu a), B ilb o , G 'i ^ ^ - , f ^ 3 u r ( a p e ' ^ o ) , Lensia O ch a ra n (a p ellido O la b ia g a (Olabeaga), o c n

Aquí es fácil vivir Hemen erraza da bizitzea

nuestro , 3 „ b ié n de que la

tenemos la inti destinada incluso a figura de U /*a rn e s « destin^^ rebasar en algun P proyecciones : r n o T p / c . : ; a s p o r nosotros basta ■

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Okondo Gure Herria

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r í a V í i ^ i m b a k a r r a : zU tí!

TEXTO Y FOTOS: Felix M ugurutza

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Menhir de. Z ^ e g i,\

En los últim os períodos de lo que conocemos como prehistoria, una co­ rriente cultural caracterizada por expre­ sar sus inq uietud es m onum entales haciendo uso de grandes bloques de piedra, llega a afectar prácticamente a la to talid ad del occidente europeo.

Hablamos del megalitism o. De entre dichas construcciones pétreas destacan por su elegancia los menhires o "piedras alargadas". Dentro de la demarcación del Parque Natural de Gorbeia podemos disfrutar de los únicos que, hoy por hoy, conocemos en nuestra comarca.

M e g a lito s y m e g a litis m o

El térm in o 'm eg alito ' fu e una creación del erudito A . Herbert, perso­ naje que en la primera mitad del XIX investigó las enigmáticas construcciones "druídicas" "ciclópeas" o "célticas" -era así como se conocían- muy abundantes en Gran Bretaña y la Bretaña francesa, y construidas con ingentes bloques de piedra. Precisamente haciendo referend a a dicha característica y sirviéndose del griego clásico, el citado investigador acuñó el nom bre 'm egalito', a partir de m ega 'grande' y Utos 'piedra'.

Seeptadón d e dicho térm ino por p w te-ée la com unidad científica ha sido en cierto m odo controvertida. Sus detcactores alegaban que, como nos suce-^ estudiar e l crónlech de Mskij iso n d e iin ta rn a A o !

'm egalito' como de 'megalitismo' está plenam ente extendido y normalizado.

Si bien la realidad es más compleja, aún con ciertos reparos, podríamos afir­ mar que los conjuntos m egalíticos responden básicamente a dos pautas. Por un lado conocemos los dólmenes, en el que varias piedras u ortostatos se hincan sobre el suelo form ando una cámara; sobre ella, se coloca otra gran piedra a modo de tapa o cubierta (actualmente se pone en duda la existencia de dicha tapa en la totalidad de los dólmenes así como el hecho de ser forzosam ente de piedra).

Todo ello, conforma el elemento arqui­ tectónico más primitivo que conocemos y que, ateniéndonos a los materiales loca­ lizados, parecen haber sido usados como lugares de enterramiento.

Posteriores en el tiem po -se suelen atribuir a la Edad del Hierro, la última de las épocas prehistóricas- son nuestros menhires: piedras alargadas que suelen aparecer en posición vertical y que, en función de sus disposiciones o agrupam ientos, podemos subdividirlos en otras varias tipologías. Así, cuando el

m onolito aparece so litario, se suele hablar del menhir propiam ente dicho; si por el contrario son varias las piedras que se erigieron para delim itar un lugar (pueden ser circulares -los más habi­ tuales-, cuadrangulares o de otras for­ mas), hablamos de crónlech o crómiech; para finalizar, cuando un conjunto de menhires se dispone form ando hileras, se conocen como alineam ientos. Sin duda, los más espectaculares y conocidos de este último tipo son los de Le Menee, Kerm ario y Kerlescan, en la preciosa villa bretona de Karnag (Carnac en francés) y en donde los últimos recuentos cifran en unos 2.730 los menhires alineados a lo largo de varios kilómetros. También cer­ cano, en Locmariaquer, se encuentra un monolito, hoy fracturado en varios tro ­ zos, y al que sus 20 metros de largo y 300-350 toneladas de peso estimado le co nvierten en el m ayor m enhir del mundo. En proporciones mucho menos espectaculares pero no por ello perdien­ do grandiosidad, en la sierra de Elgea se encuentra el m enhir de Mugarriandi y que, salvo error, ha de ser el de mayores dimensiones entre los de Euskal Herria: sus casi 5,5 metros de largo así parecen corroborarlo.

No podemos acabar este capitulo sin hacer una breve mención a la lingüistica: tanto la palabra dolm en como m enhir surgen de la denom inación bretona men 'piedra', al que se le añadieron los tér­ minos do! 'mesa' o hir 'alargada'.

P a ra q u é s e rv ía n lo s m e n h ire s ♦

Sin duda, ésta es la gran incógnita de los menhires: poco o nada podemos a fir­ mar sobre sus finalidades sin salir del te­ rreno de las meras especulaciones o apuestas personales. Dicha fa lta de conocimientos es especialmente patente en los menhires solitarios ya que, al menos en cuando form an crónlechs, sabemos que, en muchas ocasiones, sue­ len tener asociadas evidencias de ente­ rram iento por incineración.

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Otras disposiciones parecen sugerir una serie de cultos astrales o similares.

Nos referimos a aquellos casos en los que las líneas entre menhires coinciden con la salida y puesta del sol en m omen­ tos concretos (crónlech de M endiluze en Entzia, alineam ientos de Karnag, Callanish en las Islas Hébridas, Stonehenge en Inglaterra, etc.).

Tampoco podemos pasar por alto las hipótesis que han relacionado los m en­ hires con la fertilid ad de la Madre Tierra, dada la gran sim ilitud que

algunos d ed ich o s monolitos tienen co n ' los falos (M eadas en Gástelo dé V id e en Portugal o los de Filitosa, Caunia o Padadiu en la isla de Córcega, entre^' otros). En defensa de dicha hipótesis, disponemos de infinidad c(e elem entos que invitan a pensar en un cufto al pene en gran parte de las culturas arcaicas así como una serie de ritos asociados bas­ tante sugerentes. Así, en Plouarzel (Bre­ taña), los recién casados acudían al pie del menhir para, una vez desnudos, fro ­ ta r sus vientres contra el saliente de la roca para asegurar de este modo la descendencia. En algunas ocasiones no dudaban incluso en desnudarse y simu­ lar una escena coital. En Londres, aque­ llas doncellas que quisieran garantizar la persistencia de sus genes debían acudir a celebrar una unión simbólica tocando el peneano menhir. Similar origen puede tener el rito de Saint Ours (Alpes) en el que las jóvenes que desean un esposo deben sentarse sobre una piedra que consideran sagrada. Prácticamente son infinitas las lineas de relación entre la piedra y los ritos de fertilidad. También en nuestro país nos resultan conocidas las costumbres practicadas por aquellos mozos que desean desesperadamente rom per con su soltería y que consisten, en tre otras, en rodear una extraña

80 ,\ Y M IA

piedra en San Antonio de U rkiola o pasar bajo la roca del siem pre misterioso San M iguel de Arretxinaga.

Los menhires parecen además haber servido como puntos de referencia trans­ mitidos a través de la historia. Ilustrativo es el caso del m enhir de Cardenchosa Azuaga, en Extrem adura, en el que el m onolito pizarroso ocupa el centro de la aldea. Similar explicación nos sugiere la etim ología del nombre del gran m enhir navarro de Iruñarri (con el vocablo irun se designan es euskara los poblados de la antigüedad, especialm ente prehistóri­ cos). También es evidente su uso como delimitación de territorios si bien no podemos constatar que ella sea !a fu n ­ cionalidad originaria de los menhires; más bien parece lo contrario, es decir, que su referencia haya sido usada para realizar posteriores divisiones territo ­ riales. De ahí, nombres como los de los menhires de M ugarriluze ('mojón alar­ gado') y Mugarriandi ('m ojón grande' ), ambos en Elgea, lím ite entre Álava y Gipuzkoa. Dentro de los menhires que nos ocupan, el de Pagozarreta también se encuentra prácticamente enclavado en el lím ite entre Bizkaia y Álava.

Pero la gran verdad -podríam os ha­ blar de frustración- es que práctica­ mente nada se sabe del porqué de los

menhires. La casi total ausencia de mate­ riales asociados en las extavacióne»arqueológicas realizadas no hace sino dar rienda suelta al galopar de la imagi­ nación, desesperada por intentór saür * ^ ie sg a d o terreno de las co^iWuras. irnos que, en muchas de las ocasiones, nos será prácticamente imposible determi nar qué monolitos deben atribuirse a la prehistoria y cuáles a épocas posteriores.

instalación de dichas piedras suele ser 'atribuida a la legendaria fuerza de los itiles, Roland, Sansón o personajes )ocas ocasiones tesoros escondidos o, más cercano a fa actualidad, con señalizaciones colocadas para facilitar su labor a los siempre \/ilipendiados extraterrestres.

El m isterio de tos megalitos Prácticamente todas las culturas del occidente europeo, en donde se da espe­ cialm en te el fen ó m en o cu ltural del 4[^galftism o, han desárrpl,l^clp jjn a serie oe léyenctas con fás que poder explicar algo -ta n .lí^ re síQ ^ n te Ér?^éC(;{6h'

Lo que sí parece indudable es que para la realización de obras de tal enver­ gadura -e sp e cia ím ^ te en casos como los de Bl'^ aña-, d ^ ió exisü r.u n a cfyiJizalító^; p erfectam en te' e^ ructuradá y

Casos:|o<éa^éj.:.^-4os;3{^^^^

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Menhir de Pagozarr-ela. AUofido..Odenag¿y .Gocbeia

Menhir de Zastegi antes de la reereccíón de 1992

para su sujeción. Y m ás inconcebible aún, la tecno lo g ía u tiliza d a para poder llevar a cabo dicha o p eració n . En otras ocasio nes, el tra n sp o rte de rocas de v a ria s to n e la d a s en d e sp la z a m ie n to s kilo m étrico s no hace sino sobrecogernos an te la m ag n itu d de la o b ra.

A u n q u e de d im en sio n es m ás m o­ destas, la misma traslación y fijació n del m e n h ir de P agozarreta o del m onolito de A u ste g larm in g o h a rria , en G orbeia, debió e x ig ir esfuerzo s titánicos.

Menhires en Gorbeia

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En to d a la com arca del A lto Nervión, tan sólo se tie n e constancia de la e xis­ te n cia de m enhires en el m acizo de G o rb eia, lo cual, en cie rto m odo, le In fie re un grado de excep cio nalid ad .

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El prim ero de ellos, y p ro b ab lem en te el m ás desconocido, se en cu en tra en el lu g ar llam ado P a g o za rre ta , en la ladera sur del m onte O d eriag a, cercano a la preciosa cám ara do lm énica hom ónim a que estim uló la im ag in ación de los que le atrib u ye ro n la existencia de un tesoro.

Situado en te rre n o alavés y a unos 40 m etros de la m uga p ro vincial, está rea­ lizad o so b re una gran losa de arenisca de unos 4 m etros de larg o por 1 m etro de ancho . Tum b ado con o rie n tació n hacia el este, fu e descubierto p o r el inqu ieto a rq u e ó lo g o Luis M illán en 1984.

O tro de ellos es el m e n h ir de Zastegi, fá cilm e n te visible desde el cam ino que va de A rrab a a G o rb eia. Si bien su cono­ cim ien to com o tal era an terio r, fu e de nuevo Luis M illán quien publicó su exis­ te n cia po r prim era ve z. En m arzo de 1992, ta l y com o reza una pequeña placa en su base, fu e erig id a de nuevo esta a larg a d a losa de arenisca asentad a en te rre n o s de Z ean u ri. A l igual q u e en el caso an terio r, la presencia en las inm e­ diacio nes de un tú m u lo o dolm en así com o d e una m ajada p astoril, nos fa cili­ ta la asociación e n tre am bos elem entos.

Dicha piedra debió ser tran sp o rtad a ya

Fases de la erección de un menhir/ Parc de Préhistoire (Malansac-Bremña)

q u e en su ento rn o tan sólo aflo ran las calizas.

Q uizá más in trig a n te sea el caso de la e no rm e losa de piedra conocida com o A uste g iarm in g o h a rria y situada en el collado del cam ino que de O ro zko sube a la m ajada de idéntico no m bre. Se tra ta de un gran bloque de caliza que supera ios 4 m etros de largo y los 2 de ancho.

T a n to las leyendas que le atrib u yen un tesoro com o el m ojón ubicado al otro lado del cam ino pró xim o nos acercan a la posibilidad de que se tra te de un m e­ g a lito de uso prehistórico. Posee todos los co ndicio nantes para ser considerado com o m en h ir y, de hecho, así ha sido co n sid e ra d o en a lg u n a o ca sió n . Sin em b argo , existe una duda que nos su­ g iere que, en realid ad , se tra te de la cub ierta de un dolm en y no de un men-

hir; cuando José M iguel B a ra n d ia rá n , en un lejano m ayo de 1923, visitó dicho lugar recogió la info rm ació n de que an tig u am e n te dicho bloque se ap o yab a sobre o tras piedras. Desde entonces ha sido p re fe re n te m e n te tra ta d o com o una cubierta de d o lm en. La desap arició n de los ortostatos -p ie d ra s verticales de los dó lm enes-, la inexistencia de tú m u lo alg uno , así com o las m ás q u e probables d ificu lta d e s lingüísticas q u e hub o de su frir el célebre sacerdote de A ta u n , nos hacen d u d ar de que re a lm e n te se tra te de un e le m e n to d o lm énico , extre m o es­ te que, por o tra p arte, tam p o co p ode­ mos dem ostrar.

En cu alq u ie r caso, d o n José M iguel dio com o larg u ra del b lo q ue algo más de 2 m etros, m edida que, tra s desp ejar de tie rra el m o no lito en ju lio de 1985, se vio

íWb-l [A 83

Cromeleque dos Almendres (Portug^: con sus 95 menhires està |rado corno ei mayor cri^ < oh de ia Peninsuia ibèrica

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notablem ente increm entada: más de 4 metros de longitud, tal y como ya se ha comentado más arriba.

Para fínaÜzar nuestro peripio por el macizo de Gorbeia, hemos de hacer re­ ferencia a un elem ento megalítico real­ m ente extraño: el crónlech de M akatz o Korleta. Próximo a la cumbre conocida

con ambos nombres, en un cordal desga­ jado de la zona de Araneko harria, se hallan en su ladera una docena de piedras verticales o menhires que fo r­ man un círculo de unos 4 m. de diá­ metro. El autor del descubrimiento, de

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—

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BOÍ-'WBi

nuevo Luis M illán, indicaba la posible existencia de una cámara en su zona sur así como otro posible crónlech en sus proxim idades. Cercanos, en la zona opuesta de la cima, unos túm ulos nos evidencian un uso prehistórico del lugar.

Lo realm ente paradójico es que aparezca una construcción de estas ca­ racterísticas en nuestra comarca. Prácti­ camente restringidos a la mitad oriental de Euskal Herria, son escasísimos los crónlechs tan occidentales como el pre­ sente (existen, al menos, dos más occi­ dentales: el de Perutxote y el de Sasiburu, ambos en Bizkaia).

Debido a lo extraño de su ubicación, hay incluso quien ha puesto en tela de juicio la veracidad de dicho crónlech. Tan sólo una prospección arqueológica podrá determ inar si es cierto lo que, al menos visualm ente, parece indiscutible.

Es por tanto, un elem ento realmente excepcional y, por supuesto, único en nuestra comarca.

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Probablemente existan o hayan exis­ tido más menhires en nuestras mon­ tañas. C ualquier topónim o sim ilar a Arluzea, M ugarriluze, liso-esta denomi­ nación es especialmente usada en el oeste de Bizkaia- Arrizabalaga o simi­ lares pueden ofrecernos una interesante información sobre su histórica presencia.

Lo difícil, en cualquier caso, será desen­ trañar sus misterios: cuándo y para qué fueron colocados.

Zastegí

Felix Muguruza Montalban

to rri

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HISTORIA EZAGUTU, ETORKIZUNA PRESTATU

CONOCER LA HISTORIA, PROYECTAR EL FUTURO

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Iruña Okako Aztarnategi Arkeologiko Errom atarra Yacimiento Arqueolój^ico Rom ano de Iruña de Oca HORARIOS DE VISITA: Del 16 de octubre al 30 de abril: Martes a sábado, de 11:00 h. a 15:00 h.

Domingos y festivos, de 10:00 h a 14:00 h.

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TRUZ EN CASA O struka gure lurretara ondo egokitzen den hegazti exo tiko a da, dakigunez. Bere ustiapen kom ertzialean ere dena dago bere aide: okela, a rrau tzak, larrua eta lunfiak, besteren artean , oso estim atuak dira.

OSTRUKA: LOS COMIENZOS Nos incorporam os al m undo del avestruz en el año 1999 casi por casua­ lidad. ya que en aquella fecha teníam os una ganadería de caballos de pura raza árabe, denom inada za id i arabiarren baserria, participando con ellos en con­ cursos de m o rfo lo g ía. No teníam o s muchos ejemplares, pero sí muy selec­ cionados. De hecho, el semental que hay hoy y que compramos siendo un potro, ganó su prim er concurso en Granada con la edad de dos años, par­ ticip an d o seg uid am ente en Eusko Ekinorte, donde quedó campeón. Con los méritos obtenidos lo presentamos al cam peonato de España, clasificándose en tercer lugar. En estas estábam os cuando José Luis Lozano, por aquel entonces presidente del club del avestruz, nos visita porque un granjero socio de dicho club estaba a la vez interesado en los caballos de pura raza árabe. En la conversación hubo inter­ cambio de inform ación, de caballos por mi parte y de avestruces por la suya, y

tanto nos gustó el tem a que com en­ zamos a asistir a cursillos y a visitar gran­ jas con él. Para el año 2000, con la idea ya muy m adurada, compramos 10 tríos reproductores, una incubadora de 380 huevos y una nacedora. En el año 2002 sacamos nuestros primeros 700 pollos de avestruz, todo un éxito debido a nuestra buena preparación previa, y a que a la hora de com prar supimos conseguir buenos anim ales y la mejor tecnología en nacedora e incubadora. Así deben de ser los cimientos de una buena granja, y así llegó la avestruz a nosotros, un poco por casualidad y porque teníam os la mente abierta a nuevas ideas.

En los tiem pos que corren y que tanto cuidamos de nuestra salud y dieta, la carne de este anim al, como luego especificaremos, es una bendición. La piel, de primera calidad, es de las más cotizadas. La pluma y los huevos son otra parte im portante en su com ercia­ lización, y todo en su conjunto te hace pensar en la rentabilidad de este nego­ cio que va más allá de la sim ple rutina que co n lleva el m o n ta r una g ran ja de

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L A R E P R O D U C C IÓ N Un par de crianza sano, bien cuidado, se apareará hasta cuatro veces diariamente, y pro­ ducirá treinta poiluelos ai año en promedio, de los cuales entre 12 y 15 sobrevivirán a la madurez.

Los avestruces pu^en reproducirse por 40 años, así que en el transcurso de su vida, un par de cri­ anza puede producir hasta 600 descendientes. Ei huevo es de color grisáceo o perla y mucho más grande que el huevo verde oscuro del emú.

an im ales m ás al uso trad icio n al, y que te n g a que estar subvencionada para poder salir a d e lan te . Han pasado tres añ o s desde q u e in iciá ra m o s esta an d ad u ra y el balance es m uy positivo.

Tenem os los reproductores que nos pro­ p orcionan los huevos que incubam os, c o n sig u ie n d o los p o llo s q u e e n g o r­ dam os y sacrificam os a los once meses en nuestro pro pio m atad ero . Envasa­ m os la carne en bolsas al vacío y dis­ trib uim os d irecta m en te a restaurantes y carnicerías, po r lo que cerram os el ciclo com pleto, p udien do de esta m anera sa­ car unos productos al m ercado de m áxi­ m a calidad co n tro lad a po r nosotros.

Hemos consegu ido que la carn e de avestruz se eq u ip are en precio a la de te rn e ra, cosa que hasta hace poco tie m ­ po era im pensable por los altos precios que alcanzab a en el m ercado.

La fisiología reproductiva en las hembras no se diferencia esencialmente de otras aves. La puesta de huevos (ovoposición) tiene lugar en períodos de aproximadamente 48 a 72 horas. En los machos se producen notables cambios mor­ fológicos en el aparato reproductor durante la espermatogénesis estacional, cuando el tamaño de los testículos aumenta del orden de 300 veces.

A las hembras reproductoras se les incluye carbonato càlcico en su dieta y io metabolizan en la formadón del huevo. Esto mismo no es conve­ niente para los machos, los cuales no lo necesitan y podría provocar en ellos problemas de tipo renal. Ésta sería una de las razones por la que en algunas explotaciones ciertos individuos no entrasen en celo, con el correspondiente descen­ so en la producción de huevos fértiU

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Foto: Ju a n io H idalgo

AVESTRUZ: EL ANIM AL El avestruz (Strunthio camelous) es el ave corredora más grande del mundo, puede llegar a pesar entre 150 y 200 kilos y conseguir una velocidad de hasta 65 km por hora. Son varias las subespecies que se conocen con fines com­ erciales, destacando de entre ellas las de cuello rojo (Red neck), cuello azul {Blue necj) y cuello negro (African black). Esta últim a es la más apreciada por cuanto ofrece una mayor facilidad de manejo en cautiverio, adaptación al clima y a la alim entación. El A frican black se carac­ teriza por ser de un tam año inferior al de los otros dos y por reproducirse exclu­ sivam ente en granjas. La hembra tiene un plumaje marrón grisáceo y comienza su reproducir a los dos años, mientras que el macho es negro con plumas blan­

cas en la punta de alas y cola, com en­ zando su reproducción más ta rd ía ­ m ente, a los tres años. Algunas carac­ terísticas del avestruz en general son su larga vida útil, el elevado rendim iento reproductivo y una excelente adaptabi­ lidad a los diferentes ecosistemas.

El avestruz fue domesticado para su aprovechamiento comercial a partir de cruces selectivos entre distintas subespecies de avestruces silvestres o salva­ jes. La variedad domesticada o comercial alcanza la m adurez sexual casi un año antes que las razas puras, es de menor tam año, tiene un carácter más m ane­ jable y posee un mayor índice de con­ versión productiva.

Los polluelos recién incubados miden cerca de 25 cm. de altura y pesan aproxim adam ente 1 kilo, En prom edio.

el polluelo crece 25 cm. mensuales durante los seis primeros meses. De los 10 a los 14 meses de edad están listos para el m atadero, pesan norm alm ente alrededor de 110 kilos y producen más del 60% de su peso en anim al muerto y destripado, rinden 40 a 50 kilos de carne comestible, deshuesada y sin grasa y de 1,2 a 1,5 metros cuadrados de piel. Del 65 al 88% del animal m uerto se sacan cortes enteros, bistec y trozos de carne para asar. El resto se utiliza para recortes y productos procesados como prosciu­ tto. jam ones, pastram i, cecina y salchi­ chas. El avestruz produce tam bién de uno a dos kilos de plumas usables.

LOS COMIENZOS El avestruz tiene su origen en el con­ tinente africano, hace 60 millones de años, en ei periodo eocènico. Después de una larga evolución y selección natu­ ral, esta ave se ha convertido en una especie resistente a las condiciones climáticas extrem as, además de a enfer­ medades y parásitos.

El avestruz fue por prim era vez domesticado en 1870, en colonia del Cabo, la actual Sudáfrica, dando inicio a una industria que centraría en ia piel del animal su principal actividad productiva, allá por 1950. Más tarde vendría el aprovecham iento de la pluma y del hue­ vo, así como de la carne. Fue Sudáfrica el país que em pezó a com ercializar este últim o producto, en años tan recientes como la década de los ochenta, llegan­ do a en la actualidad a una exportación que sobrepasa los 200.000 Kg., ma­ yoritariam ente enviados a Europa.

El área necesaria para la crianza del avestruz es solamente una fracción de la que se emplea para los ganados, significando esto una enorm e productividad, de ahí que incluso los criaderos pequeños sean provechosos. No

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obstante, la superficie destinada a la cri­ anza influirá, necesariamente, en la cali­ dad de vida de los anim ales y, por con­ siguiente, del producto que se obtenga de ellos.

CURIOSIDADES Del avestruz se puede aprovechar prácti­ camente todo, aunque los principales productos que se obtienen de esta ave son la carne, la piel, la pluma y el huevo, de los cuales hablarem os con más detalle. Existen, además, otros productos como las pestañas, usadas para fabricar brochas finas, o el pico y las uñas, apre­ ciadas en joyería. Recientes investiga­ ciones no descartan en un futuro próxi­ mo utilizar los ojos de avestruz para transplantes de córnea en humanos.

Tam bién se está estudiando la posibili­ dad de aplicación de los tendones de esta gran ave para sustituir los tendones humanos dañados, ya que tienen carac­ terísticas similares en cuanto a fuerza, consistencia y longitud. Asimismo, se ha observado que el cerebro del avestruz produce una enzima que actualm ente es utilizada para tratar la enferm edad de Alzheimer.

SALUD Y ADAPTACIÓN AL MEDIO Los avestruces requieren de poco tratam iento y el gasto es mínimo en su salud, pues están, en gran parte, libres de gusanos. Los cánceres, los virus y los problem as de parásitos son tam bién insignificantes si su am biente se diseña para reducir al mínimo la posibilidad de enferm edad. No hay que olvidar las exigencias agro-climáticas para la explotación de este anim al, dado que su hábitat natural co­ rresponde a zonas áridas con una precipitación pluvial media de 200 mm anuales y con tem ­ peraturas que fluctúan entre los

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40°C y los -15°C según sea día o noche.

Q u izá sea esta una de las razones de la e xce len te ad ap tab ilid ad de estas aves, tam b ié n de los po lluelo s m ayores de seis meses, a los d ifere n te s clim as existentes en Europa, Asia y A m é rica. Sin em bargo, para iniciar su exp lo tació n com ercial es necesario conocer el co m p ortam iento biológico y pro ductivo del avestruz en d ive rsas c o n d icio n e s ag ro -clim ática s.

U na d eterm inad a zo n a puede p resentar ve n ta ja s com parativas para un ciclo pro ­ ductivo en p a rticu la r com o, por ejem p ­ lo, la eng o rd a, la fin aliza ció n o el aca b a­ d o . Por eso es indispensable conocer y d e fin ir su m anejo , precisar las co nd i­ ciones de alim e n ta ció n , o bservar los p arám etro s productivos de consum o de alim e n to y ag ua, evolución del peso vivo y su ganancia d ia ria , adem ás de m o rta­ lid ad , e n fe rm e d a d e s que la p ued en a fe cta r y ren d im ien to a la canal.

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LA CARNE Los avestruces son sacrificados ai lle­ gar a los 10 ó 12 meses de edad, que es cuando alcanzan un peso de 90 a 110 kgs. La producción de carne en canal es de 44 kgs. y la mayor parte proviene de los muslos que representan el 38% del peso vivo. La producción de carne sin hueso es de 30 a 36 kgs., que equivale aproxim adam ente al 37% del peso vivo del animal (el 20% correspondería a cortes de primera, mientras que el 17% se utilizaría para embutidos y carne para hamburguesas). c a r a c t e r ís t ic a s

La carne de avestruz tiene la misma textura, sabor y color que ia carne de vacuno, es decir, es roja, con un sabor tan sim ilar que es difícil para el consu­ midor distinguir alguna diferencia, y su textura es blanda como la de ternera; pero es mucho más baja en colesterol, grasa y calorías. Los niveles de colesterol llegan a ser menores incluso que en el pollo o el pavo. Pero, por el contrario, es de alto valor biológico (25,8 gr. de pro­

teína por cada 100 gr.), y muy rica en vi­ tam inas del grupo B y minerales como el fósforo, el cinc, el cobre y el manganeso.

En cuanto al contenido graso, llega a ser tan bajo que apenas representa un 2% del total comestible.

CATEGORÍAS DE LA CARNE Si bien la carne de avestru z se encuentra aún entre las más caras del mercado, la reciente expansión y gene­ ralización en su consumo la ha vuelto mucho más accesible en los últimos años.

Como productos que pueden extraerse de ella están el solomillo, los filetes, la carne de guisar, embutidos como sal­ chichón, chorizo y cecina, carne para hamburguesas y hasta jamón, que sería el muslo curado del avestruz. Tam bién el cuello es un suculento plato, cortado en rodajas y cocinado como el rabo de va­ cuno. Hígado y corazón son otras dos partes muy similares a las de tern era. El hígado, incluso, se utiliza para hacer patés, y hay quienes están comenzando a elaborar morcillas. Nada, pues, parece desperdiciarse de este animal tan ajeno

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a estas tierras. Lo q u e si req uiere esta carne son unas cocciones o fritu ra s cortas para evitar que se q uede seca. C uando se elab o ra en la fo rm a ad ecuada, resulta una carne jug o sa y fácil de digerir, ad m i­ tie n d o m uy bien el m acerado con hierbas arom áticas y las salsas.

El interés que la carne de avestru z ha desp ertado en la últim a década en el m ercado de las carnes de consum o se debe a sus rem arcab les cualidades n u tri­ tivas, sobre todo e n tre consum idores que cuid an m ucho de su salud.

Podemos te n e r una idea más clara de su valor, co m p aránd o la con las dem ás carnes de consum o frecu en te. En la si­ g u ie n te tab la p uede observarse cóm o la

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carne de avestruz y la de vacuno tie n e n el m ism o contenido de p ro te ín a, pero la prim era tie n e la m itad de calorías, un 25% m enos de colesterol y so lam ente un octavo de la can tid a d de grasa que posee la segunda.

100 G ram os

Co lesterol

Calorías

G rasas

Proteínas

de C arne

(m a rs)

(K cal)

(ars)

(% )

A vestruz

49

97

1.7

23.2

Pollo

73

140

3.0

27.00

Pavo

59

135

3.0

25.0

Vacuno

77

240

15.0

23.0

Cordero

78

207

13.0

22.0

Cerdo

84

275

19.0

24.0

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Amurrio Orxo. irsN/i^'ftX.ií?'^

Amunioko Udolo Ayuntomiento de Amunfo

Tfno.: 945-891161 Fax: 945-891645

“Conversaciones entre Oteiza y Serra’ - Bañueta Kiroidegia

izsr^ []£/U A U [U vm Hoy en día la calidad del paisaje va muy ligada a la calidad ambiental y todo ello es sinónimo de calidad de vida; por ello, es muy importante que las carreteras, ade­ cuadamente concebidas, se conviertan en elementos cualificado res del paisaje y capaciten, mediante su diseño, la conduc­ ción placentera que permita disfrutar de los paisajes naturales y/o culturales del entorno.

En este sentido, las carreteras cumplen una función esencial, ya que no sólo son vías de transporte de personas y mercancías, sino que constituyen el medio a través del cual el individuo entra en contacto con el paisaje y se comunica con él. A sí, las ca­ rreteras se convierten simultáneamente en uno de los elementos que mayor incidencia tienen en el paisaje y el lugar desde el que la mayoría de personas lo contemplan; todo ello sin que se abandonen los criterios de seguridad, velocidad o comodidad, sino haciendo que ésta se integre en el medio que atraviesa, produciendo el menor número de daños posibles y permitiendo al conductor tener un mayor conocimiento del paisaje por el que cruza.

L a Diputación Foral de Á lava está lle­ vando a cabo su P la n Integ ral de Carreteras de Á lava ( P I C A ) 1 998-2009, para fa cilita r la movilidad y m ejorar la accesibilidad a todas las comarcas y pobla­ ciones del territorio histórico, garantizando una mayor seguridad y comodidad en los desplazamientos, lo cual pretende preparar a Álava para el reto del futuro como enclave fundamental.

Una de sus principales actuaciones para el acondicionamiento de la Red Básica ha sido la obra de la Vanante Este de Am urrio en la carretera A -625. Con ella se ha con­

seguido desviar del casco urbano los tráficos correspondientes a las rutas de LlodioOrduña y Llodio-Altube-Vitoria-Gasteiz, resolviendo los problemas que provocaba la travesía por la población de Amurrio: per­ manentes conflictos con el tráfico interno de !a misma, disminución de la seguridad vial, congestión y, los que se derivaban de la agre­ sión medioambiental, como la contami­ nación del aire y acústica. Además, gracias al diseño de la vía (calzada de dos carriles de 3 ,5 metros, arcenes de 2 ,0 metros y bermas de 0 ,7 5 metros; en una longitud de actuación de 4 .3 7 6 metros y con un coste final de 2 1,70 millones de euros) la variante queda preparada para su posible adecuación como autovía en el futuro.

L a recuperación medioambiental, así como la conservación y mejora del medioambiente, han sido una constante en esta obra. Cabe destacar la especial atención que se ha prestado en el Proyecto a las medidas correctoras de impacto ambiental e integración paisajística de la obra en el entorno, minimizando las afecciones que ocasiona su ejecución, tanto durante la fase de obras como posteriormente durante su explotación. A este respecto, además del cuidado diseño de taludes de desmonte y te-

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rraplenes, se han regularizado las superficies del terreno buscando la perfecta integración de la via en su entorno «como si la carretera siem pre hubiera estado ahí».

Se ha dedicado especial atención a trata­ mientos específicos de revegetación, planta­ ciones de especies arbóreas-arbustivas, así como a las siembras e hidrosiembras rea­ lizadas a base de semillas pratenses (Festuca arundinacea, Festuca rubra, Lolium perenne, Poa pratensis, Hordeum vulgare, Agrostis stolonifera, Agrostis tenuis, Lotus corniculatus, M edicago sativa, Trifollum repens, Trifolium pratense, Vicia sativa y Dactylis glomerata).

Las plantaciones adquieren una signifi­ cación especial, no sólo en la ocultación de zonas o en la ayuda a la conducción, sino como elementos formadores de paisaje.

Tienen un doble valor, el estético y el fun­ cional: por un lado sirven como guía a los conductores y mejoran el confort del usuario y, por otro, protegen contra la erosión de los suelos e incluso reducen los gastos de conservación. Las plantaciones realizadas en la presente obra son las si­ guientes: Total árboles plantados 1 .3 1 6 : Betuna alba (5 9 ), Platanus sp (2 0 1 ), Quercus ro b a r (3 8 0 ), A ln as glutinosa (6 7 ), Tilia

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platyphyllos (5 3 ), C upressocyparis leylandii (2 9 6 ), A c e r pseadoplatanas ( 2 2 4 ) y P icea pangens (3 6 ).

Total arbustos plantados 4 . 2 5 1 : C otoneaster fra n ch e tti ( 7 7 0 ) , L a u ra s nobilis (8 8 7 ), Eaonim us japónicas (7 7 9 ), Sambucas nigra (8 5 3 ), Vibarnum opalus ( 922) y Retam a sphaerocarpa ( 40) .

También cabe destacar en esta obra, la atención prestada a la disminución de la contaminación acústica, habiéndose colo­ cado p antallas an tirruido en aquellos tramos de la variante que lo han necesitado para disminuir los niveles de ruido por debajo de los mínimos admisible.

Un adecuado tratamiento del paisaje contribuye, en gran medida, a crear una imagen positiva de la zona y por tanto a hacerla más competitiva frente a otras. Ese es uno de los recursos económicos que se pueden obtener del paisaje y que debemos explotar, especialmente cuando se trata de potenciar el turismo o de captar inversores en nuevas tecnologías, sectores que valoran mucho la apariencia externa.

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¿HACE CUÁNTO q u e n o v e s las

ESTRELLAS? Gaur egungo umeak izarrak íkusi gabe hazten ari dirá kaleetako argiak gorantz bidaitzen ditugulako.

Argi-kutsadurak kalte ekologiko eta ekonomikoa sortzeaz gain, zeruaz gozatzeko aukera kentzen digu.

TEXTOS: Joseba Egiguren

Torre de Negorta - Aiara

Sin ap en as d arno s cu en ta, d u ra n te los ú ltim o s cin cu en ta años hem os perdi­ do el e sp ectácu lo n a tu ral m ás m a ra vi­ lloso, so b reco g ed o r e in trig a n te que cada noche se a b re sobre nosotros. Al cae r la ta rd e encendem o s tas fa ro la s y ap ag am o s el paisaje en el que el ser h um an o ha p ro yectad o sus em ociones, sueños, creencias, m itos, m iedos e ilu ­ siones; el cielo no cturno .

El firm a m e n to d e Eu skal H e rria -como el del resto d e Europa- ha dejado de ser oscuro porque las fa ro la s ilu m i­ nan el suelo y tam b ié n el cielo . Su d i­ seño inad ecu ad o y el exceso de p o ten ­ cia hacen que la luz se disperse en la atm ó sfe ra y nos o cu lte las e strellas. Ese fe n ó m e n o se conoce com o co n tam i­ nación lu m ínica y a fe cta a b uena parte del p la n e ta . Según las conclusiones del p rim e r atla s m u n d ial de brillo a rtificia l del cielo n o cturno re a liza d o en 1997 por a s tró n o m o s ita lia n o s y n o rte a m e ri­ canos, dos de cada tre s h a b ita n te s de la T ie rra no podem os co n te m p la r el cielo ta l cual es. La luz a rtific ia l que p ro yecta­ mos h acia a rrib a hace que la bóveda celeste esté ta n a lu m b ra d a com o si b ri­ llase la Luna en cu a rto creciente.

Si no ilu m inásem o s el cielo, en una noche d esp ejad a d e ve ra n o podríam os v e r unas tres m il estrellas, pero iam en-

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Laudio

ta b le m e n te hoy ap en as podem os d istin ­ g u ir las m ás b rillan te s, alguno s p lanetas y la Luna. D u ran te m ilenio s, el hecho de co n te m p la r y e stu d ia r el cielo e stre llad o ha fo rm a d o p arte de la vida c o tid ia n a, ha sido indisp ensab le para el d esarro llo d e n u e stra id e n tid a d c u ltu ra l y el co no cim iento c ie n tífico y ta m b ié n ha servid o p ara im p u lsar la eco no m ía de una sociedad rural basada en la a g ricu l­ tu ra com o fu e la d e nuestros a n te p a sa ­ dos. Sin e m b arg o , cada ve z te n e m o s que a le jarn o s m ás del resp lan d o r que g e n e ra n las luces d e nuestras calles para p o d er ve r las estrellas.

El cielo es rojo Al anochecer, la Sierra Sálvada es tes­ tig o del m ar de luces que se e n cie n d e a sus pies y d e los h alo s lum inosos de co­ lor g ris-n aranja q u e se e levan en el ho ­ rizo n te sobre Bilbao,

Vitoria-Gasteiz, Laudio, Am urrio, etc. visibles a decenas de kilómetros según el tam año de la ciudad. El de Madrid, por ejemplo, alcanza los 20 km. por encima de la urbe y el de Barcelona es perceptible desde M allorca, a 300 km.

Por eso cada vez son más los niños que creen que el cielo por la noche es de co­ lor rojizo. La luz que se derrocha en nuestras calles les priva -nos priva a todos- del contacto directo con el uni­ verso y de una gran fuente de enrique­ cim iento personal y colectivo. A diferen­ cia de sus antepasados, los chavales de hoy crecen sin ver las estrellas, son los primeros que no pueden maravillarse al observar en su plenitud la galaxia en la que vivimos -la Vía Láctea- ni al des­ cubrir un cometa o una estrella fugaz que cruza el firm am ento tal como lo hem os hecho, g eneración tras ge­ neración, todos los descendientes de aquellos hom ínidos que hace unos 40.000 años llegaron a este rincón de Europa tras abandonar África.

Inseguridad vial Deberíamos comprender que más luz no siempre supone una mayor visi­ bilidad porque las tuces mal orientadas o demasiado potentes deslumbran y reducen la seguridad vial de conduc­ tores y peatones, sobre todo la de los ancianos, que al ser más sensibles al exceso de luz, reducen su capacidad de percepción y aum enta el riesgo de acci­ dente. Un ejemplo claro lo tenem os en las instalaciones deportivas cercanas a las carreteras que tienen focos incorrec­ tam ente apantallados, como es el caso del campo de fútbol de Am urrio o de las instalaciones de Larra en Laudio. En realidad, si analizam os el alum brado tanto público como privado de nuestro entorno (empresas, luces ornam entales, publicitarias, etc.), comprobaremos que es difícil encontrar farolas, faroles y focos que cubran totalm ente las lám­ paras y que, por tanto, no deslumbren.

Podría pensarse que no existe alternati-

Evidentem ente no se trata de volver a la prehistoria ni de quedarnos a oscuras para recup erar el paisaje celeste, sino de aplicar el sentido común para ilum inar m ejor y evitar el derroche, porque alum brar las calles en exceso o de form a inadecuada tiene m ultitud de consecuencias negativas. Adem ás de im pedir la observación astronómica a fi­ cionada y cien tífica , es un gasto económico inútil. Las facturas energéti­ cas de nuestros ayuntam ientos aum en­ tan innecesariam ente e impiden que ese dinero se destine a otros fines. La inversión necesaria para reem plazar las lum inarias y lám paras ineficientes se am ortiza en muy pocos años, pero des­ graciadam ente aún son muy escasos los municipios que han elaborado planes de Eficiencia Energética Municipal para a tajar el despilfarro y adoptar medidas básicas de ahorro que podrían evitar más del 50% del consumo actual.

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va, pero lo cierto es que el mercado y la tecnología actual ofrecen muchas solu­ ciones baratas para evitar la contam i­ nación lum ínica, tan solo hace falta vol­ untad de aplicarlas. Para entenderlo fácilm ente, podéis dibujar una farola y trazar una línea recta desde la bombilla hasta el suelo, observaréis que sólo se aprovecha el flujo luminoso que queda entre la vertical y un ángulo de 70®. La luz com prendida entre los 70° y los 90® deslumbra y la que resta desde los 90® hasta los 180° se pierde en el cielo. Es energía que se paga, contam ina y se derrocha. Por tanto , es falsa (a concep­ ción de "cuanta más luz m ejor" porque, además, la ilum inación excesiva pro­ duce sombras fuertes y aum enta la sen­ sación de inseguridad personal y el estrés.

Desde el punto de vista am biental, ilum inar el cielo tam bién sale m uy caro a la naturaleza. Las centrales nucleares y térmicas en las que se genera la energia eléctrica que derrocham os alum brando hacia lo alto producen residuos radiac­ tivos, provocan lluvia àcida, contribuyen al efecto invernadero y su funciona­ miento comporta el riesgo de padecer accidentes nucleares o mareas negras.

De form a que cuanto mayor sea el con­ sumo de electricidad, tanto más elevado será el impacto am biental que genera su producción. La energía que, por ejemplo, se derrocha en Alem ania para ilum inar la atm ósfera es equivalente a la que se obtiene en una central nuclear de potencia media.

Ecosistema nocturno A lo largo de m illones de años todos los seres vivos de nuestro entorno han adaptado sus procesos biológicos a dos ciclos astronómicos: la sucesión de las cuatro estaciones y la alternancia díanoche. En consecuencia, resulta evi­ dente que si ilum inam os la noche per­ turbam os el ecosistema nocturno del que depende la vida animal y vegetal.

Aunque los estudios aún son escasos, se ha podido com probar que las pobla­ ciones de ciertas especies que viven en nuestros pueblos y sus alrededores dis­ minuyen en aquellos lugares en los que el alum brado público excesivo o inco­ rrecto impide que la noche llegue a ser totalm ente oscura. Insectos, m urciéla­ gos, aves rapaces y el resto de la gran

m ultitud de seres vivos que tienen una actividad n octurna ven alte rad o su h áb ita t y sus condiciones de a li­ m entación, refugio, reproducción y te ­ rritorialidad, y optan por huir a otros lugares o sim plem ente desaparecen.

Adem ás, las luces deslumbran y deso­ rientan a las aves m igratorias e inter­ fieren en los ciclos vitales de las plantas, que tam bién necesitan la oscuridad de la noche para vivir.

A pesar de todo, seguimos ilum i­ nando las nubes como una muestra más de nuestro irracional estilo de vida.

M enoio es la única aldea de la comarca que aún no dispone de alum brado público, por la noche sus calles están a oscuras, como estuvo todo el valle hasta

hace algo m ás de m edio siglo. Pro­ b ab lem e n te esta situació n cam b iará en pocos meses y sería deseable que, tanto a llí com o en el resto de m unicipios, se o p ta ra por una ilu m in ació n respetuosa con el e n to rn o , po rq ue a fo rtu n a d a ­ m e n te las estrellas aún b rillan ah í a rri­ ba. Si q uerem os recup erarlas sólo te n e m o s que e vita r la em isión de luz hacia el cielo.

Es e v id e n te que sie m p re h a b rá una can tid a d de luz artir fic ia l que el suelo ^ re fle ja rá hacía las pero hay q u e p ro curar ese p o rcentaje sea el m ínim o po sible.

Se tra t a de un d e b e r ético q u e, sin d u d a , a g ra d e c e rá n las g e n e ra cio n e s fu tu ra s al asom arse a la ve n ta n a que cada noche se ab re al resto del universo , el lu g a r d e d o nde procedem os.

Ilu m ina r bien es fácil

^

'

^^

De todas las lum inarias que hay m ercado, la fa ro la esférica tip o g lo b ^ ? » la que más luz e m ite hacia el cielo, una de las más habitu ales en nuestras calles, paseos, plazas y ja rd in e s. Entre otros m uchos sitios la encontram o s en to ^ ^ las estaciones de R enfe, en la rib era d d N ervión desde G ard ea hasta A reta y en In d u stria ld ea de La u d io , en la calle Land ab uru y en el e n to rn o de la casa de cu ltu ra de A m u rrio , en el Ferial y en tas re c ie n te s u rb a n iza c io n e s d e A re s­ p ald itza , en las calles N afarroa y ü z a rra de O rd uña, en las nuevas zonas residen­ ciales de Luiao ndo, etc.

Se tra ta de una fa ro la in e ficie n te que p royecta hacia el cielo más de la m itad de la luz que e m ite al e xte rio r y

cuyo d erro che e nerg ético llega al 7 5 % si la p a n ta lla es de m e ta c rita to o p al porque parte de la luz no puede salir.

A d em ás, tie n e la d esven taja de q u e su hem isferio in fe rio r se ensucia y se d e te ­ rio ra con rap id ez, o b stacu lizan d o aún más el paso del flu jo lum inoso. Estos g lo b o s d e rro c h a n m u cha en erg ía y no ilu m in a n el suelo , su luz deslum b ra a a u to m o v ilis ta s y p eato nes, e n tra en ^V las v iv ie n d a s a tra v é s de las v e n ­ ta n a s e in te rfie re en la vida p riv a ­ da de las p e r­ sonas.

P

Ú ltim a m e n te hem os ap reciad o q u e a lg u n a s de esas fa ro la s h an sido su stituid as por o tras sim ilares con el h e m is fe rio s u p e rio r o p a ca d o . Es una in ic ia tiv a a ce rta d a pero escasa porjque ésas ta m b ié n son in e fic ie n te s y co n tam iu a ^ t e s . Los m odelos de fa ro las y fa ro le s m á s\d e c u a d o s son aqueJIos cuyas lám4 > a r a s ^ á n dispuestas en la p arte supe•*á t)l^ o c u lta s ju n to a [ te ch o o p aco , y c u e n ta n con c e rra m ie n to s d e c rista l tra n sp a re n te plano.

Soluciones A la espera de q u e se ap ru e b e una ley p ara la p ro tecció n del m edio noc•,tu rn o , las a d m in istra c io n e s lo ca le s -"gleberían c o rre g ir o su stitu ir tas lu m in a ­ rias que po r su inclin ació n o diseño d iri­ gen la luz p o r e ncim a del p lano h o ri­ zo n ta l. En segund o lugar, no so b reilum in a r calles y p lazas, re d u cir la in tensid ad o a p a g a r las luces cu an d o no sean n ece­

/ 'V

.;. •

p leo d e las lám p aras d e va p o r de sodio Ldíf'.'.baja presión, p o r ser las más e fi­ cientes y m enos co n tam in a n tes.

\« r .

ab ajo , y no al revés. En terce r lugar, e xi­ g ir a to d o pro yecto u rb anístico q u e las lu m in a rias cu en ten con ap a n tallam ie n to co rrecto . En c u arto , in sta lar lu m in a ­ rias con cierre d e vid rio tra n sp a re n te p lano. Y fin a lm e n te , p o te n ciar el em ­

Es p o sib le q u e a lg u n a s de estas m edidas pued an p arecer d ifíciles d e lle­ va r a cabo pero se están a d o p tan d o con re su lta d o s m uy s a tis fa c to rio s en C a­ ta lu ñ a y en las Islas C anarias, d o nd e han co m p ren d id o que u n a ilu m in ació n co­ rrecta salvag uard a un bien com ún y preserva el d erecho q u e todos te n e m o s in cluid as las p ró xim as g eneracio nes- a d isfru ta r de una T ie rra ind em ne, no co n ­ ta m in a d a y de un cielo p uro , según recoge la D eclaración U niversal d e los D erechos de las G en e racio n e s Fu tu ra s de la UNESCO.

Joseba Egiguren

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Directo a Plancha ^ iic u a d e r n a c io n

Ctra. de Tafalla, Km. 1 • 31132 Villatuerta Navarra Tel. {0034) 948 556 410 • Fax (0034) 948 556 501 E-mail; ctp@glizarra.com • oficinas@g!izarra.com

fe n d u t e n _ ^ s a f ie f T a i) ^ d r ^ j|^ ^

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a i^ a r C d e sa q e rtz e ^ r - ^

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José María Busca isustr^n su prolífíca obra sobre la gastronomía vasca, decía sobre las angulas que es "un plato con el que los vascos h e rtw sido v a lie n te ^ originaleSr 5/earKlo XJn pigto singular y muy a(5reciado por la ^ente. Decimos valientes porque.hay que recordar que la simple visión de una cazuela de angulas recuer­ dan más bien a una'gusariera que a «aalimento apetitoso, És natural que a simple vista gante que jamás las h a y ^ isto si^ ta ' r^ugrfan^i| r¿i

ellas

' ¡ M ^ s noticias tuvimos los cocineros ^ cuand« en octubre el Departanr\grfto de^,^ ^ a d ^ del Gobierno Vasco pi;ohibió la ' pescd'de'las angulas t n ia s rías de nuestra geografía! Però nc^jiebe cundir e^ pánico; ^;;;lendrém®s aoewtes, auríque ést^5*^^n*de' oíR)s lu^féj^ como Portugal, Fraroa o < ^ ^ M afrtteco s (domíe ■efftpresarias v a * : ^ ^ —4 tienen comprados los deredtes-exclusivos

d é ^ p escare angulas 3fe f» «o s ríos). v " s a ^ destacará epI Hbs noti^és^ U'^lto'prectQ ^ ^ antes que su cali«ci-o tamaño.’

>-~Cuando por mis oídos nada la palabra ang ulas,'acu d e inevitablemente a mi memoria una noche, víspera del día de San Sebastián, cuando hube de cocinar en el restaurante Arzak niás de diez kilos de angulas para los conríensales.HVaya festín' de cazuelítas de barro aromatizados con ajo y guindilla roja p^ca^it^l ^

«

.Ci sorprendente te lo vital de las angulas . Todo en ^ ciclo >^'tal de las anguilas ^aré(«^ »rp ren d ern o t: • ¿es realmente conocido et hecho de que todas Ím a n c ­ las de Europa yj\m érica nacen*y mueren' erj^ un punto diminuto d e l, océano A ttin tici? Per^v^yamos por partes. '

Son de la ^Similia de Icé angwUdo^ con la sorprendente naturaleza 4^ qué son 'peces que, ♦n su e: encía, t^ n desenvotveree tanto en uas saladas como tluJ”^ ¿ 5 si bien tís «anguilas* ojlsan -p£ác)cam íñte*TíTvída en Io jt u V ^

alcanzar la m adurez, sienten la llam ada instintiva de la reproducción y desciende^ por los cursos fluviales para ík a n z a r el mar. En ocasiones, incluso se d e s lía n f u « ^ del agua, por la hierbá; ello es posible gra­ cias a su dim inuta abertuca bpu q uial. Así hasta llegar al océano. Los m ach o s'se quedan en las bocas de las r i^ a la esp ^ a de las hembras jen celo. A partir de ahí, com ienza m» a u té n tk o viaje nupcial, nadao^D o dejándose arrastrar por las co­ rrientes a lo íar^o-de todo un año, hasta' fin alizar en el fam oso Mar de los Sargazos, un punto situado a 25° latitud norte y 6 8 ® longitud oeste, d e n trq jJe la corriente lla< fï^ a “G ulf-Streaín", entre las Berm udas y las Islas A zores,'y a donde llegan tos "en a­ m orados". Se trata á e una zona de contíic ig ^ s óptim as para^esovaj:;^adas su te n v p â t u r a , profundidad y concentr^ifen d e sal idónea de sus aguas.

A llí, antes de morir, la hem bra produce hasta 2 0 millones de h u e v o ^ u e , flotando e impulsados por la corrierrfe del Got^,^leg v á n ^ ^ s costas europeas tras un p ^ íodo d « un 9 y lr e s años. Cuando lo consiguen p r á c t i c a m e c i í ^ s e han co n vertid o en dfigulAS y e&.^í como 1^ verbos en nues­ tras costas, agolp^ndgse eng rand es masas en las desem bocaduras de «'los' río s. ^ Aquellas a n g u la stiu e consigan escapar d^' los^cedazo^ de sus pescadores, avanzacán He» arriba hasta convertirse en adultos y cerrar « í uno de los más im presionantes ciclos vitales del n ^ d o anirriál.

Por elló, durante siglos se ha ignorado iá ’Procedencia de n s angulas. Es más: ni 't a ç sflttiera se sabía que eran las crías de las arígurtaV ha$ta que las llevaron a ui^ aquarium y, caltialm ente, comprobaron m isterios jde su .cre cim ie n to . Pre­ cisam ente por no sabefse sy v e r d a d ^ ori­ gen se vertieron au tén ticas b ^ a rid a d e s sotye ^llas, e n t^ otras, que nacían entre el ta n g o o que p r o '^ ía n de la putrefacción d * la tierra. ' ’*

Pesca (le> la angula La ¿esca de se realiza en otoño e in \ jé ^ - L o f b o ^ an^iclíeros salen a fae-

nar, guiados por las fases de luna de poca * lum bre, en las noches más frías y oscuras.

Cdfno las angulas p r i endan ascender los eursos fIúVTaiSs, suelan valerse de las" . subidas de m area para si^objetlvo. Es por ello por lo que sb p e ^ ^ e realiza de ^ara a 'ellas, es decir, bajando hacia la m a ffe n las orillas llenas de vegetación y fango, y ayu­ dados p a r la luz de un cand i] que las ofus­ ca. Los anguleros extienden su's cedazos dcMi;^ caerá preso' el tordón (m anada dé . angulas de cinco o seis metros de longitud .Vy un m §tro- de anchura, ap ro xim ad a -' mente).

La pesca de la an g ula se p ráctlcd^ n''la totalidad de ias desembocaduras_de Euskal Herria, si bien son e sp ^ ialm en te famosas ^ la | realizadas A g m ^ a ó* los ríos 3 e LapurdjyCuando se acercan_a la ría e iru n principio son t 6 tatm eñte í)lancas. pero al entrar^, en co n tacta con el agua dulce, desarrollan'el j^alf^ado "lom o'Tiegro" que h s hace más apreciadas. No ocurría lo mismo a mediadds^del siglo X X ya que entonces se preferíaaJaTBftm cas. Np. existe diferencfa, alguna en ehsab or á e unas a o tu s , pert) como erólos sentidos^rganolépticos vista-nTeírca sú im p erativo ,Jio y e n dí^ifcSe aprecian másTás'de lomo^iegro.

In c t ó ^ b a n d o se-pes¿ao blancas se intro.d u c e n eñ.viverq s dos s e m a rw "para que desatYollen su característico lomo o sc u r^ ^

[*

Según fuentes oficiales cié 193dTen el mercado de S a rvje b a stiá n , se vendieron 2 0 0 tonelada^de angulas^ 5 ^ 0 pts. el kilo.

Como anécdota podem<M’tam bÍéri añadir que, ^n tiempos ya rerrtbtos, efi el 'merco* do de La Brecha t^abía grandes, pucheros / para T S c e r tas angulas. Y com eritan los ' ancianos del lugar que durante décadas era peligroso conducir de .Iru n a San Sebastián en la ép<xa de su pesca por la' nkicosidad^ que d e ^ e n d í^ .J a s angulas traídas desde Francia po r la carretera. '

i

Al parecer, la historia de las angulas ^ copT£ p lata-n^ ió de iH ^ a d re fra n & can o - natu ral, de A b a * ñ o , ^ nombre Rufino Bengoetxea, y^ u e errtierras andaluzas, en el rio-Gtjadalete concretam ente, ingenió ^'^bntQ éi-un caq^intero el ceQ jzo parajarac-.

«.ríS* ticar su. pesca. P a ra ^ i^ f "in ri" de entone^ , prinópíos del siglo X k , se atre \^ a comerlas, lá íib lé n s e dice que fué su j l madre^M aría Sag astizah iL l»'que_|déó la | C fo n p a de m atarlas c o n ía b a c a S p e s a r .3 ello, existe•ptrs versión míSs/éVósímil que

Luego hay que cocerlas. Se pofí^n una cazuela al fuego con ocho litro s de ^ua^ y sal. Tanta cantidad de a g o a ^ o d€^e 'sorprendernos: es para que queden suelías. Cuando rompe el “hervor, se — ecfiarllíí^tas angulas poco a poco, mwi -^ dice el sistema para matar las angulas es otra persona las va revolviend 9 ,con mucho , originaria d^-Las /Cntiílas, <k)rié«-jbiinda^ cujdado. tina vez que se hayan metido • ' ' dicha planta. Veamos cóilto Dodemos ha­ todas se retIraWS cazuela del fuego, se cer dicho-pr(5Ceso nosotros triiámos. eí>era durante^res minutos y a contlForma de matar las angulas. jnuati^n se sacan colocándolas en un tami^ f . cubierto con',ojn gran trapo limpio para / Las ^noulas q íje se venden hoy en día qué se escurra e k ^ u a . '^ o n cocidas, m atadas con una í'n fu sió i^ e tab aco , a u n q i ^ i 5odem os encarg^r^os : ís t a es la rr\anerá^radicional de mataríio so tro s de Id e a liz a c ió n de dicha operalas en casa, aunque existen' otras más industriales como el uso ^e elecíficidad. ‘ ción. Qgien s^anim e n e c ^ tS rá 25 y» atrios ' d e'tab acp rfégro, ■ ^ litr o sde-aaua.

4.

26o

gramos de sal y ^

8^-

T ' Cosas que hay que saber sobra la

-

Se ponen primeramente a remojo 25 gramos de tabaco en dos irtros ^ ^ g « ^ s e echan allí las angulas vivas -y ¿ e menean* con -Hita cuchara de madera hasta que ' rfiueran todas. Una vez muertas se sacan / * de esíi'agua y se limpian en agua fría, has­ ta que su ^ e n toda la baba y queden perfe c ta m ^ te limpias. r;

angula.

^

^ Com oya heníKJS comentado, la angula es un pesca’do de te m p la d a de invierno.

La rá!6n es^ue, eh 'la s^ ifK e fas semanas de l^ rim a v e ra . c o m lé fe a desacrollar su espina dorsal y resuHa desagradable at pa­ ladar, eS d ^ r , que dicho pescado azul, se devat^a por conopleto según va creciendo.

Ya de adultas, cuando ya son anguilas, tam bién pueden consumirse. hecho, bastante apreciada en varios lu^^ares del M ed iterráneo como en Valencia o CTT Francia. Por lo demás op Euskal Herria ape­ nas hay una recata de la angtJtferOno de los ingredientes clave de su consumo suéle, ser el tom ate, muy apto para^acompaper su seca carne.

Volviendo de nuévo a la angula, los encendidos en ja m ateria dicen que apenas tie n e sabor, y que es el aceite de oliva virgen'’arom atizado con ajo y la guindilla lo que da carScter a este plato, un m anjar ciue, por su señorío, es de obligado servicio e rV a z u e lita s d^ barro» Las a n g u l^ tie n e n que llegar a la mesa en su punto, chlsgg-

rroteando. de otro m odo se pasarían y ten“ dríamos la sensación de estar comiendó goTna. é‘ ' Se calcula que un kilo de angulas lo conform an unas 2 0 0 0 ^p«ezas si son del | | lado peninsular y unas 3000 shprovienen g Xapurdl.

Se tra ta de uno*cJe los pocos alim entos f f en los-que se aprovecha et*1O0% de su paso, ya que para su cpnsuaio no es necer sa ri^ v isc e ra rlo , ni desespinarlo, ñ i p a r l e ■V las agallas como sucede con otros p esca;, dos. Su única merma se (ia eWel proceso de la cocción, donde pierde un 15% aproxi­ madamente.

i

P

Pero sí h a y alg o que h^ye hecho - fam osas a las.dogul^s^^i las.últlrñas cadas, eso es su carestfe Una de las ^jplicacione^que s ^ ^ d a es quéTa^arfe cíe la e sc^ e z, son u tili^ d a s en C h in a' para soltarías en los^^^rffcales paca solucionar' problemas de Korfgos.

Se dice tam biéq^que la ingestión de angulas provoca a d lit p ín r^ e rá el_taba‘íb . de la infusión, su. sabor o es slriTpIeraente m y k e tin g p&r*.su ven ta? - Para '^ fjffallzaf'^ e apartado, señalaremos cU ¡n^ o de añoraríza cómo a-principio Sglo X X 4as a n g u la s eran plato - tradición^-en I0 5 menús deí dta Sllbao.

Es más, incluso se regalaban en el m erc^ cj^ por la compra de otros pescados qflfe, por aquel entonces, tenían más valor. ^

^ ^ 7 t ^

Todo un cúm uío*íle ajaécdo^js para un' ' extrañísim o ser vivo cuyo nombre, anguiláT signififaba "látig o " en Tatín.. ^

La receta

^„

Que nadie la lea con ironía ya q ue hoy en dí,a existe su suce(iáneo, llam aBb Gulas, ^ de notable calidad y que^se hacen- cor^ I ? abadejo y-^ ro s pescados é fc jr^ n o r proporción. Ello será más que s u fiíítn te para ^ , acercar dfch07nanJ9r a nuestras mesas. _,La r a c i^ <;Je angula^ ronda los 1 2 ^ gra- V ffTos aproxim adam ente^Tiene un aporte de 16 % de p r^ e ln as y un 13% de grasas.

Su elabofSción es tan conocida como sen- W. oJTa.paFa su e ja ^ ra c ió n , ^

Angulas a ia Bilbaína Ingredientes: 125 grs. de angulas.

Medio diente de ajo laminado

Aceite de oliva virgen.

Media guindilla roja.

Procedim iento: En una cazuela de barro se aromatiza el aceite con el ajo y la guindilla, para después agregar las angulas o gulas y calentarlas. Hay que poner especial cuidado para no echar mucho aceite ya que quedarían excesivamente aceitosas ni dorar demasiado el ajo. Tan sólo consiste en calentar ligeramente las angulas. De excedernos con el fuego, las secaríamos. He aquí todo un manjar para estas navidades. ^

I itm / .'* f

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Mihura edo biska izenez^ägut^en den J^ndarea bizkarroia da, hots, beste landare esker bizM ena. Garai zaharragoetan landare ij^ cffip tzáth artu ^ q u re etara heidu da gabonetan apaingarri gila erab ^ earem ohiturarekin.

T E X T O . FOTO Y D IB U JO : Gabriel Vázquez. (H erbolario A M ¡I^ U . Zefinuri)

Planta sagrada y mágica para los celtas, m anifestación y catalizador de las energías del cosmos. En magia y a nivel energético la utilizarem os para atraer buenas energías y buena suerte, así como para nuestra transm utación y alquim ia interior. Buena para ayudarnos a canalizar nuestra energía en sanación e increm en­ t a r nuestro m agnetism o personal. En elixires florales muy empleada para la desesperanza extrem a y abando no , donde nos transm ite su mensaje: ...venzo t o d o s lo s o b s tá c u lo s .

No cabe duda que el muérdago es una planta de mucha tradición y poder que nos abre puertas tanto a niveles psíquicos como a nivel energético. Para ello los antiguos elegían los muérdagos que ha­ bitaban en los robles, procurando cortar­ lo con metales nobles (oro, p lata...) y teniendo la precaución de que no tocara tierra, tras lo cual lo envolvían en un paño blanco para que conservara todas sus cua­ lidades. Como veis la tradición mágica del muérdago es muy rica y está presente en muchas culturas y pueblos.

El m uérdago madura en noviem bre, y tanto en este período del solsticio de invierno como en el de verano, será la m ejor época para em p lear todas sus p o tencialidad es, tan to m ágicas como medicinales.

Es planta protegida y no hay que abusar de su recogida, por lo tanto, cuan­ do necesitem os su uso procurarem os recolectarlo solo cuando sea muy abun­ dante en ios arboles y arrancando una

parte pequeña de la planta para que pue­ da reproducirse. Ahora, en Navidad, se cuelga en las puertas y en la casa para atraer buenas energías, así como am or y protección para nuestros hogares.

En cuanto a sus propiedades físicas, mencionaremos algunas de sus utilidades que, como veréis, son muchas. La em ­ plearemos habitualm ente para la tensión alta, mezclada con espino albar. También es excelente para m ejorar la circulación y la arteriosclerosis. En la diabetes hace efectos buenos reduciendo el azúcar, e in­ cluso, en ciertas diabetes, el beneficio es más notorio, puesto que tiene una in­ fluencia sobre el metabolism o, estim ulan­ do y norm alizándolo. A ntiguam ente se em pleaba para com batir la infertilidad, ta n to en hom bres com o en m ujeres.

También em pleada para el corazón, la epilepsia y los tum ores. Como anticancerigena son interesantes los estudios de los antroposofos alemanes.

Infusió n de hojas Para aprovechar estas propiedades deberemos hacer una infusión con las hojas en estas dosis: 1 0 - 2 0 grs por litro, reposar 15 min. y tom ar 1 ó 2 tazas al dia en tratam ientos cortos y repetidos varias veces al año. Lo mejor es mezclarla con espino blanco a partes iguales. Asimismo, si querem os que actúe a niveles más pro­ fundos deberemos tom arla en form a de e lixir floral o flores de Bach. O bien, como hacían los antiguos, llevándola encima para atraer sus energías benefactoras, ¿nos atrevem os? Seguro que sí, pero siempre con mucha conexión y respeto a la naturaleza. Hasta pronto.

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TAN LEJOS DE AYALA. EL AYALÉS José Luis Urrutia

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A estas alturas son pocas las presentaciones que necesita José Luis Urrutia para probar la calidad de la tercera entrega de El Ayalés. ' Novela histórica, de placentera lectura y que nos perm ite ada quirir, casi si percatarnos, unos ' docum entados conocim ientos so­ bre la época m edieval en nuestra com arca. Será el personaje Elias de Aldam a el que nos guíe a traZ/íw/m/jr vés de una novela de inexcusable lectura. ón A b ra. Editorial Ttartta lo (w w w .tta rtta lo .co m )

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PIPAS DE ARCILLA HALLADAS EN GIPUZKOA

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Altor Pagaiday En los últim os años, el A yuntam iento de Esko riatza ha apostado por la investigación cultural en su m unici­ pio. Para ello , convoca anualm ente una beca de investigación y publica su resultado. Esta obra bilingüe, de más de 250 p ág in as de cuidada p re ­ sentación es una prueba de su éxito.

El autor hace un repaso a las tres d ife re n te s casas co nsisto riales que hubo en el valle de Leintz.

Edita: A yuntam iento de Eskoriatza (w w w .e sk o ria tza .n e t)

PASTOREO EN SIERRA SALBADA AZTARNA

María del Mar López Colom Interesantísim a obra de catalogación e interpretación la que nos presenta una de las más b rillantes arqueólogas del Centro de Estudios e Investiga­ ciones H istórico-Arqueológicas (ARKEO LAN ). Con la precisión y m inu­ ciosidad que caracteriza su trab ajo , nos descubre en sus más de 400 pág i­ nas de gran fo rm ato el interesante m undo de las pipas de arcilla, otrora muy habituales y piezas museables o de coleccionismo en la actualidad.

Colección H urbil.

HISTORIA DE LAS CASAS CONSISTORIALES DE ESKORIATZA

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La asociación etnográfica AZTARNA presenta el segundo de sus monoA ^ gráficos, dedicado en esta ocasión al J ^ o' , ’ pastoreo en sierra Salvada. Sin f y M grandes pretensiones editoriales es 5 5 , -jfc sin em bargo muy interesante en su SAA/ 5« r O EN EN SACADA . , . m i A frrzA¡NT íT Z A lN T 2 SALBAO AN 2AAsALBAOAN contenido, cofi Visibles resultados ---------------------- 1 Igj jornadas invertidas en el trabajo de campo. Creemos que es en la línea de los m onográficos y en sus investigaciones previas en donde la asociación fundada por Félix M urga tiene mucho que aportar. Los pedidos pueden hacerse a través de la Kultura Etxea de Am urrio (w w w .a m u rrio .o rg )

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JO S E PA U LO U LIBA R R I (Okondo 1755 Abando 1847) EU SKAL H IZTEG IA D IC C IO N A R IO V A SC O

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