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Euskara Enkarterrin Fiestas de Bilbao en 1876 y 1877 Silbatos aparecidos en La Hoya M amíferos cuaternarios en Álava

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Hasta hace no dem asiadas décadas era costumbre ascender a las cumbres más altas del país para ver el amanecer del día de San Juan, el nacimiento de la que prometía ser la jornada con más horas de luz de todo el año. Era tan irrefrenable el júbilo del astro rey por señorear el firmamento en su día que, según la creencia, hacía su aparición bailando. De ahí que fuese costumbre trepar a las montañas para ser testigos del espectáculo y, a su vez, impregnarse de aquella alegría cósmica y dejarse besar por los danzantes primeros rayos.

La frenética cadencia de la revista AUNIA nos adentra de nuevo en el período estival sin que apenas hayamos tenido tiempo para engalanarnos como la ocasión merece. Este número 19 que tienes en tus manos da de este modo el pistoletazo de salida para la estación anual de las celebraciones y la fiesta por excelencia: el verano. Por ello, hemos querido acompañar al sol, en su labor de iluminar con algarabía, sones y color cada uno de nuestros más íntimos rincones. Es momento de fiesta...

Hablamos de la romería del Yermo, la grande entre las grandes, con sus misteriosos rituales y creencias asociadas, en un entorno tan mágico que incluso templarios, brujas, prostitutas o descarriados clérigos se convierten en invitados estelares de aquel que fuera un espectáculo de lujo.

Pero mientras sus romeros llenaban sus bocas con un agua que pretendían milagrosa, a escasas leguas de camino la algarabía de las fiestas de Bilbao de fines del XIX se veía ensordecida por el estruendo de las guerras carlistas.

Asimismo intuimos otras celebraciones pretéritas en las que la falta de datos nos fuerzan a elucubrar, eso sí, de la mano de la sensatez científica. Hablamos de los silbatos usados hace veinticuatro siglos en el yacimiento protohistórico de La Hoya de los cuales, claro está, nos es imposible precisar si sus destempladas notas se escuchaban con cierta asiduidad o sí se limitaban a actos concretos. Más alejados aún en la oscuridad de los tiempos, ignoramos absolutamente si la caza de los grandes mamíferos cuaternarios en el norte y occidente alavés era siquiera festejada.

Sin embargo todo parece indicar que hay una realidad que sí se ha celebrado en todas las culturas y épocas. Hablamos de los nacimientos de nuevos miembros, al margen de que sean en verano o no, de que conformen como el solsticio de verano, el principio o el fin de un ciclo vital, el Asier o la Amala de nuestra existencia misma. Por ello, en AUNIA también estamos de fiesta, henchidos de alegría, porque ha nacido María Ermulco, la criatura que viene al mundo con la ventaja añadida de entroncarse ya desde su nombre con un paraje que rebosa embrujo y poder de seducción; el siempre sorprendente entorno del Yermo.

La subiremos a nuestra montaña secreta, como harán muchos de nuestros lectores, para que su primera visión sea la de unos rayos de sol que en su honor bailan. Ábranse los cielos y que empiece la fiesta...

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T x e m A rberatzBarrueta habitual romero en el día de Santa Lucía del Yermo

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Juanjo Hidalgo

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Félix Mugurucza

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Iiziar Baskaran

S U M A R I O 6 Santa Lucía del Yermo, la romería de los vizcaínos FELIX MUGURUTZA

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G ráficas Lizarra

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D.l..: N A 3 0 5 5 -2 0 0 2 1.5.B.N.r 97B-M-933503-2-I (Obra i-omple«) 1.5.B.N : 978-84-933S0.1-S-2 (Volumen 19)

32 Euskal Herriko Ipar-mendebaldeko euskara Ir e n e H u r t a d o

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46 Silbatos de comerciantes y pastores de hace 24 siglos A rm a n d o Lla n o s

54 Grandes mamíferos

128 Publicaciones recibidas

cuaternarios en Álava M a r io L a u r in o

82 Bilbao en fiestas: diversion y negocio (1876-1877) O l g a M a c ía s

106 El haya Da n ie l Pérez

118 Aitor.Am aiayAsier; tres nombres de libro M ik e l G o r r o t x a t e g i

134 Nuestras publicaciones

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^ ^ ^ ^ e g u ra m en le propiciatloB por la tu en a acogida que nuestro pútlico dispensa a la revista A U N IA , son cada vez más los tratajos, soLre todo en los campos de las putlicaciones y actividades culturales, que nos solicitan al margen de ella.

H asta aliora kan sido elatorados y facturados de una manera, si no fuera de la ley, sí rozando la ética del buen kacer, parapetados tras el escudo de una asociación sin ánimo de lucro, es decir, sin pagos de los impuestos y gravámenes que acucian a otros que realizan trabajos similares.

Por ello, porque jamás ka sido nuestra intención el kacer competencia desleal a ninguna de las empresas de este ámbito, ka nacido M A R IA E R M U K O , S . L ., no para kuscar unas ganancias económicas que ni necesitamos ni tan siquiera ansiamos, sino para kacer las cosas por el camino más correcto y leal que kemos logrado concebir.

E llo nos posikilita tam bién poder contratar a una trabajadora, Itziar, que nos alivie especialmente de los trabajos internos de A U N IA que tanto y tanto pesan a medida que el proyecto crece. Nos permitirá, además, ofrecer un korario de atención al público tal y como se merecen nuestros lectores: 8 :3 0 - 1 4 :3 0 y 1 6 :0 0 - 1 8 :0 0 (viernes tarde cerrado). Dejamos aquel local de las antiguas escuelas de Luiaondo, los duros inviernos sin calefacción, con unas ventanas que resultaba prácticamente imposikle cerrar, para disfrutar akora de las comodidades de un local de nueva construcción, sin abandonar el ayalés pueblo que marcó el lím ite kistórico entre Bizbaia y Araba, pero en los bajos de la dirección O tazu, lA . Así, ésta será la nueva sede tanto de A U N IA como de la neonata M A R IA E R M U K O , S . L.

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mama enmuko s. l. i' Auma es un nom tre áe mujer, como kasta la saciedad liemos repetido, aparecido en una estela funeraria perteneciente a la romanización, en las cercanías del paraje de Lezeaga, Laudio. S o tre dicko lugar se alza una montaña, conocida como el Yermo, donde se ukica im impresionante templo presumiklemente.de origen medieval. Yermo y sólo ^ rm o , exceptuando algunos euskaldunes mayores de los pueklos de los alrededores que aún conocen el lugar con el eusquérico Erm u.

Hemos sakido gracias a la documentación kistórica (1 6 7 1 ) y tamkién a la fortuna, que la madre de \ma kuena doncella casadera, Marta de Landakuru, es idenÉcada como M A RIA ERM UKO'.(kteral, “hAaxía H erm uco Je Goicoeckea"), en alusión, claro está, a dicko templo de San ta María del Yermo. Como sucedía con el nomkre Aunia, es de nuevo una mujer, otra madre, separadas por no muckos metros de distancia pero sí por un millar y medio de años, la que se cruza.en nuestro camino.

Dejamos de-nuevo que sus krazos y dulce memoria, acrecentáda con nuestra imaginación, mezan nuestros designios en pro de la divulgación kistórico-cultural.

Como símkolo del nuevo proyectp, nos kemos servido de unos pequeños detalles del arckiconocido retaklo de la capilla-torreón de La Virgen del Cakello (s. X V ), en Kexaa (Aiara) y en donde yace quien encargase su íakricación: Peclro López, el Canciller Ayala, de cuyo fallecimiento celekramos en estos días su 6 0 0 aniversario.

U n gran komkre, un k ^ tió n del Renacimiento, del renacer de la cultura y la razón y que, al igual que la estrella usada en nuestro logotipo, esperamos nos sirva de guía^ , y modelo a seguir para los^pe vamos a t’rakajar en M A R IA E R M U ^ O , S . L. ,

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Quien la vivió en su plenitud la califica como la mas memorable de las fiestas que se haya sentido en el dito flervión. la grandiosidad de aquellos días de baile y luz, son una constante con la que topamos, repetida e irremediablemente, en cada una de tas entrevistas etnográficas o históricas pretendamos hacer

paraje ipsólito Hablamos de la romería de Santa Lucía, una fiesta en la que todos nuestros in­ formantes inciden para intentar descri­ birnos su esplendor, como si hubiesen de cumplir con una última misión vital: la de la transmisión intergeneracional de aquellos días de juventud y exceso, hoy tan añorados.

En realidad no debemos hablar de una celebración sino de varias ya que en el lugar en cuestión, en el Yermo de Laudlo, se da una extraña coincidencia de varios templos con sus respectivas ad­ vocaciones y, cómo no, actos festivos.

El paraje conocido como el Yermo es un entorno de sobrecogedora belleza que se ubica en las laderas del monte Kamaraka, aislado como su nombre su­ giere, a una considerable altitud y muy alejado del bullicioso fondo del valle.

Allí, entre verdes prados de montaña, conviven desde tiempo inmemorial tres templos, uno de ellos de porte extraordi­ nario, perfectamente integrados en ese sugerente ambiente de misterio creado por la equilibrada trilogía de lo omnipre­ sente en estos parajes: niebla, recogi­ miento y soledad.

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V ARIAS RUTAS DE IM PO RT A N C IA PARTÍAN DESDE EL YERM O. CRUCE DE C A M IN O S H AC IA G A R A T EY DUBIRIZ

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Inmersos en una ambientación así, parece inevitable que el escenario que nos ocupa haya sido morada de seres ex­ traordinarios, ridículos en la actualidad pero verosímiles en otros tiempos.

Como ya comentáramos en otra oca­ sión (AUNIA 10, primavera de 2005), pronto la imaginación popular llenó de seres mágicos estos apartados lugares.

Decíamos allí que, al margen de la archiconocida bruja de Lezeaga -desde hace unas décadas convertida además en el principal personaje del carnaval laudioarra- sabemos por J. M. Barandiaran que, en aquel lejano 1928 en que recogiese la información, ya se daban por desapareci­

das las brujas del lugar gracias a una se­ rie de rogativas que con tal fin habían organizado los vecinos del lugar. Era el ocaso de un mito recopilado, cómo no, por el célebre sacerdote de Ataun: "Es tradición en Santa María del Yermo que antiguamente aparecían las lamias pei­ nando sus cabellos".

Sin embargo, mostrar como paradig­ ma del aislamiento el entorno del Yermo, es consecuencia directa de la percepción territorial equívoca que nos producen los actuales viales de comunicación. Si bien nunca ha dejado de ser un lugar incómo­ do y en cierto modo inhóspito, también es verdad que en dicho entorno con­

fluían unas nada desdeñables rutas de tránsito. Una de ellas y la más reconoci­ da, era la que unía Laudio con la villa bil­ baína, faldeando con maestría las escarpadas laderas del monte Ganekogorta y así evitar los indeseables desni­ veles. Fue ésta una ruta muy transitada hasta no hace mucho y vía de tránsito habitual, aún en el recuerdo, de quienes llevaban ganado u otras mercancías con arriería hasta la gran ciudad. Otro gran vial era el que desde allí, y por la cercana aldea de Isusi, buscaba los beneficios del valle de Laudio primero y el de la opu­ lenta meseta castellana después, a tra­ vés del gran camino real que ascendía

por el puerto de San Bartolomé, hoy más conocido como puerto de Urduña.

Asimismo, partía del Yermo la ruta que, por la también medieval aldea de Dubiriz, corría montaña abajo para encontrarse con el barrio de Okondogoiena y, con ello, la posibilidad de avanzar a las tie­ rras burgalesas por el también otrora muy transitado puerto de Angulo.

Existían además otros caminos menores, como el de Aspuru o el que partiendo del templo avanzaba hasta el alto de Garate, donde un caserío hacía las veces de venta. Desde allí, bordeando las lade­ ras de Luxamendi, avanzaba a Markuartu desde donde dos ramales -uno por Larrazabal, Beldui e Izardui y el otro so­ bre Okondo y hacia Solaun- evitaban los desniveles del monte Pagolar. Recuerdan los más mayores cómo estas rutas fue­ ron usadas en el transporte de ganado, en cierta manera trashumante, y más en concreto, el que se lidiaría en las fiestas del gran Bilbao o en la de los pueblos cercanos.

Como testimonio de la relevancia de aquellos caminos, dos topónimos del en­ torno nos llaman la atención. El primero de ellos, el del cercano montículo de Kastillozar -hoy popularmente converti­ do en Gazteluzar- con todo lo que el nombre sugiere y, en especial ofrece: un lugar ideal para posibles intervenciones arqueológicas. El otro es el caserío Benta, cercano ai templo principal Ni que decir tiene, claro está, que las ventas sólo son construidas en las vías de comunicación de cierta importancia.

Cañadas, estradas y vericuetos, hoy en desuso, pero escenario de mil y una histo­ rias en las que contrabandistas o asesinos de carlistas, son traídos a la memoria por los últimos habitantes del lugar.

Sin embargo, será la afluencia masiva de miles de romeros en las celebraciones del día de Santa Lucía y su repetición la que motive los momentos de máxima humanización en el devenir de estos ca­ minos y entrañables parajes. Insondables

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vivencias anónimas, perdidas para siem­ pre, pero que parecen dejarse sentir en cada rincón de este bello lugar.

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oscuros orígeifcs y tciifplarios

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Como más adelante se verá, en el con­ junto monumental del Yermo conviven tres edificaciones religiosas que, a pesar de estar construidas en diferentes mo­ mentos históricos y encontrarse perfec­ tamente definidas, la gente tiende a confundir y a unificar como si de un sólo elemento se tratase. Son, siguiendo el or­ den cronológico de su aparición en la Historia, el templo de Santa María, la er­ mita anexa de Santa Lucía y el humilla­ dero conocido en ámbitos populares como ermita de San Antonio.

En una población en la que el resto de las construcciones religiosas rurales son más bien humildes, sobrecoge la ex­ traordinaria grandiosidad del conjunto monumental del Yermo. Si a ello le su­ mamos la desmesurada devoción que se profesó a Santa Lucía, no es de extrañar que se recurriese a un mito como modo de aclarar lo inexplicable: el porqué de su origen.

Sin acogerse a fabulosas apariciones marianas tan características como herra­ mientas para dar por resuelto el enigma de la existencia de este tipo de santua­ rios, en esta ocasión se ha recurrido a un mito popular aún más sugerente: la edi­ ficación del conjunto monumental de mano de los templarios, la orden de los monjes guerreros del Medioevo que tan­ tos ríos de tinta ha hecho correr.

Sobra decir que es una hipótesis ex­ travagante y que no ha de tenerse en

cuenta más allá de las necesidades de saciar la curiosidad del vulgo de siglos atrás. Se trata, insistimos, de un falso mito, una manera de dar una explicación a la devoción y templo allí existentes.

Añadiremos que el recurrir a los templa­ rios como explicación fabulosa para ex­ plicar el origen de un lugar de culto no es exclusivo del Yermo. A pesar de que a di­ cha tradición popular se le atribuye gran antigüedad, no sería nada extraño que no fuese así y que su invención sea un recurso relativamente moderno, origina­ da por alguna persona con ciertos cono­ cimientos históricos y que, con la mejor de sus intenciones, quiso aplicar en su entorno más inmediato.

El recurso a lo desconocido, a lo so­ brenatural que parecen representar los templarios, ha sido quizá retroalimentado por otra falsa creencia que aún circula entre las gentes del valle. Así, aún hay quien se sobrecoge con el solo hecho de pensar en las piedras usadas para la cons­ trucción del templo, areniscas en un en­ torno de afloramientos calizos. En más de una ocasión hemos escuchado cómo esas piedras habían sido transportadas desde varias decenas de kilómetros de distancia, lo cual exigía un esfuerzo ciclópeo, más cercano al mundo de la magia que al de la realidad. Y mientras algunos lo llevaron sin más pretensiones de investigación al mundo de lo inexplicable de nuestra his­ toria, otros lo entroncaban con el mito de la construcción a manos de los monjesguerreros de la Orden del Templea. Una vez más, nuestra historia no admite gran­ des desvarios y lo cierto es que las cante­ ras de donde se extrajeron dichas piedras se encuentran en las laderas del cercano monte Kamaraka, según recogiera el vecino Floren Usia en el humilde pero in­ teresantísimo trabajo Ermualdeko toponimoak ~ Hainbat apunte (2001). Sin duda, el esfuerzo realizado para el transporte de aquellas alejadas rocas areniscas quedaba sobradamente compensado por su facili­ dad para la labra.

ARQUEOLOGIA COMO SOLUCIÓN Son muchas las noticias imprecisas que liemos localizado en torno al origen de templo de Santa María: documentos no localizables o imprecisas referencias a los mismos, intentos por dar cariz de cre­ dibilidad a las leyendas de los templarios o inventadas his­ torietas de monjes eremitas.

Difícilmente podremos avan­ zar más allá de este fangoso estado de la investigación sin una intervención arqueo­ lógica bien concebida y mejor desarrollada. Será esta disciplina, con sus modernos métodos interpretativos y de datación, la única fuente de la que puedan manar informaciones con la solidez suficiente como para em­ pezar a construir un nuevo relato, esta vez creíble, de los orígenes del santuario y de los sistemas de población a

ESTELA RECIENTEMENTE APARECIDA EN LA PARED DE LA ERMITA DE SANTA LUCIA

los que daba servicio. Por ello AUNIA hizo una ambiciosa propuesta de investigación arqueológica, de la mano de la Universidad del País Vasco, para intentar desentrañar todos esos nudos gordianos de nuestro pasado y que tanto nos inquietan. Pero aquel ilusionante proyecto, tras navegar a la deriva durante un tiempo, parece ya haberse ahogado en el mar de la indiferencia.

Y sin embargo, las necesidades de aco­ meter una investiga­ ción profunda siguen estando ahí. Prueba de ello es la supuesta estela que ha quedado al descubierto en las actuales obras de restauración de la ermita de Santa Lucía y de la que dimos oportuna noticia. Se trata de una piedra rectangular, de unos 50 centímetros en su parte

más larga, que tiene incisas en uno de sus extremos dos líneas paralelas entre las cuales se marcan una especie de dientes de sierra.

Todo parece indicar que se trata de un fragmento de estela funeraria tabular, reutilizado en su día como material de construcción de la citada ermita.

La tipología parece sugerirnos un origen altomedieval -de comienzos del Medioevomucho anterior por tanto a las primeras noticias docu­ mentales del templo. Incluso, hasta que sea sometida a un estudio más conciso, tampo­ co podemos descartar una datación en la Edad de Hierro o Romanización. Pero, como decimos, no es prudente aventurarse más allá hasta haber extraído la piedra en cuestión y estudiar las partes que el mortero antes y el cemento hoy, nos ocultan.

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Al margen de estas especulaciones pere­ grinas y, en cierto modo, ingenuas sobre el origen del templo, será la documenta­ ción histórica la que, aunque no llega a aclararnos el misterio, sí nos ofrece unas

pruebas más fidedignas, imprescindibles para cualquier elucubración posterior do­ tada de un mínimo de sensatez.

Gracias a los archivos históricos sabe­ mos que el santuario actual, construido en la primera mitad del XVI, sustituyó a otro anterior del que hoy nada conoce­ mos. Eso parece desprenderse del docu­ mento testamentario en el cual Doña María de Ayala, descendiente del Canciller de Ayala, hace una donación al ya enton­ ces importante templo de Santa María del Yermo. La ejecutora expresa de la or­

den será la mismísima Isabel la Católica.

El documento en cuestión está fechado en 1496. Asimismo el historiador Juan Carlos Navarro citaba un escrito del siglo XV, sin más precisión en la data y origen, en el que se hace referencia en varias ocasiones al "...Monasterio de Santa María del Yermo”. También se tienen no­ ticias certeras de otro documento ante­ rior fechado en 1467 y en donde se hacía referencia al templo de Santa María del Yermo, pero en el transcurso del siglo XX -según refiere Micaela Portilla- des­ apareció del archivo del Obispado de Vitoria. Es decir, que en la segunda mitad del siglo XV ya era un templo con gran renombre pero, a su vez, vetusto o ai me­ nos insuficiente para las necesidades de la época. Así parece ser si tenemos en cuenta que unas décadas más tarde, ya en el XVI, se inicia la construcción de un templo mayor, parte del que hoy con­ templamos.

Otra intervención arquitectónica a gran escala se dio en el transcurrir del si­ glo XVII. A esta época pertenecen los que hoy son los elementos más vistosos del edificio: el bello pórtico con sus seis arcos de piedra y la remodelación del extraordinario campanario exento, sepa­ rado del edificio principal y a cuya parte superior se accede por una escalera in­ terior labrada en la piedra. A pesar de que la obra originaria la debamos fechar en el XVI, nos llama la atención la in­ equívoca datación inscrita a golpe de cincel en su base: "Alzóse 1647; reparóse en 1742".

En la misma obra, además del pórtico y campanario citados, se construyó la pegante ermita de Santa Lucía, la que da nombre y fama al lugar y con la más que probable finalidad de dar cobijo, como más adelante veremos, a una imagen que prefiere apartarse del templo princi­ pal de Santa María.

Asimismo, tenemos el humilladero que sirve para dar servicio a los fieles y cobijo a las figuras de Santa Apolonía,

San Antón y San Antonio de Padua. Fue construido más tarde, en el siglo XVIII, probablemente coincidiendo con el acondicionamiento del campanario del santuario matriz y la habilitación de nuevos espacios arquitectónicos en el mismo. Los humilladeros son pequeñas edificaciones, características del XVIII, destinadas a buscar la oración y limosna de los viandantes. Solían estar ubicados en las entradas de los pueblos y en los bordes o cruces de caminos. El de San Antonio -como popularmente se cono­ ce a pesar de ser Santa Apolonia la titu­ lar- se encuentra justo en el punto de intersección de las rutas que van al Yermo y a Bilbao. Como en nuestro caso, suelen ser templetes abiertos, tan sólo protegidos por una reja protectora, para facilitar de ese modo la oración en cual­ quier momento y no tan sólo el día de las romerías, como sucede con las ermi­ tas.

¿por qué Sai?ta Lucía?

Incluso para los mismos habitantes del pueblo de Laudio resulta extraño en una conversación coloquial hacer alusión a Santa María del Yermo. Por lo común la referencia al citado lugar es la de Santa Lucía. Ello no es sino la consecuencia del devenir histórico del lugar y en el que Santa Lucía, a pesar de ser una imagen secundaria en el templo, adquiere a tra­ vés de la historia, mayor renombre y prestigio que la propia titular del santua­ rio. Pero ¿por qué se construye una ermi­ ta dedicada a Santa Lucía Junto al santuario principal?

No sabemos a ciencia cierta a qué puede deberse tal hecho pero sí pode­ mos sugerir una hipótesis, con suficien-

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tes indicios como para pensar en lo acertado de la misma.

Sin duda fue Santa María, la imagen mariana por excelencia, la titular y gran figura del templo del Yermo desde sus inicios medievales. A pesar de ello, y ate­ niéndonos a los datos que disponemos, cuando se construye el nuevo templo en el XVI se incluye en el altar una imagen de Santa Lucía, nueva, y mucho más atrayente para los feligreses que la inex­ presiva imagen medieval de la titular.

Con ello creció la fama de Santa Lucía entre propios y extraños, hasta tal punto Je

que Santa María quedó relegada a un segundo plano. No nos cabe la menor duda de que aquel nuevo orden incomo­ daría a más de una autoridad eclesiásti­ ca. Por ello, un siglo después y aprovechando las obras de recrecimien­ to del templo, se acuerda apartar del templo principal aquella talla cuya exce­ siva admiración comenzaba a ser emba­ razosa. Se crea para ello, en el siglo XVII como decíamos, la ermita anexa. Así se adopta una resolución salomónica: se mantiene la imagen de Santa Lucía lo suficientemente cercana al santuario

como para no indignar a los muchos de­ votos de la misma pero, a su vez, separa­ da para siempre de ta talla de Santa María que veía peligrar su liderazgo en­ tre los fieles.

Así se hizo y la medida no pareció provocar ninguna polémica. Sin embargo, con [a nueva ubicación todo parece indi­ car que, lejos de decaer la veneración ha­ cia la santa siracusana, ganó aún más en popularidad, romeros y devotos respecto al templo principaL Resultado de aquellas paradojas his­ tóricas, sólo se celebra la festividad de Santa Lucía y no la de la Virgen María, patrona del santuario.

Por último, no quisiéramos dar por cerrado este apartado sin traer a la me­ moria aquel artículo publicado sobre al­ gunas ermitas de Laudio (AUNIA 15, verano de 2006). En él veíamos cómo el mayor atractivo estético de una imagen

también produjo en la práctica el derro­ camiento de la santa titular María Magdalena. Por'ello, hoy todo el mundo identifica la ermita como de Santa Águeda.

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fiesta: baile de fecljas Al igual que se hacía en otros lugares, era costumbre celebrar con una romería los días titulares de la fiesta así como el do­ mingo inmediatamente posterior, cono­ cida como "repetición".

Casualmente, y como hemos apunta­ do con anterioridad, se desconoce cele­ bración alguna en torno a Santa María, la imagen del templo principal.Tampoco de la titular del humilladero cercano, Santa Apolonia, cuya festividad debería cele­ brarse cada 9 de febrero. Quizá en este último caso debamos buscar la no cele­ bración de su onomástica en lo tempra­ no de su fecha, en lo más duro del invierno, máxime si tenemos en cuenta que el edificio se encuentra en una zona de montaña. Sin embargo, la bondad del cercano solsticio de verano debió ser una de las razones que motivase la celebra­ ción cada 13 de junio de uno de los san­ tos secundarios del templete: San Antonio.

Algo similar sucedería con Santa Lucía, cuya festividad se celebra el 13 de diciembre. Por ello, en cierto momento se acordó trasladar su celebración al lu­ nes segundo día de Pascua de Pentecostés, es decir, 50 días después del Domingo de Resurrección o Pascua. Su romería es por tanto móvil, siempre en función de la Semana Santa, y puede darse dentro del período comprendido, según nuestros cálculos, entre el 11 de mayo y el 14 de junio.

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la roipería de Sapta Lucía del Yeripo, celebracióij de los vizcaíijos No cabe duda que la principal de las fies­ tas del lugar era la de Santa Lucía. Más que la de San Antonio. Tal y como nos lo relata la práctica totalidad de nuestros informantes, esta última así como su re­ petición eran las romerías de "los del pueblo". La celebración consistía en subir al templo en grandes cuadrillas. Tras es­ cuchar la oportuna misa comenzaba el esperado baile, movido por acordeones y panderos. Una comida popular campes­ tre preparaba el descenso hacia Lezeaga, donde aguardaba otro sonado baile.

La celebración de Santa Lucía era, por el contrario, una fiesta a la que una y otra vez se hace referencia como "de los vizcaínos”. Es inevitable traer a la memo­ ria aquel documento de 1476 que publi­ cara Juan Carlos Navarro y que, firmado por Fernando el Católico, hablaba del Monasterio de Santa María del Yermo que es en el nuestro Señorío y Condado de Vizcaya..." aunque, al margen de estas curiosidades, sospechamos que deberá su apodo a las multitudinarias columnas de romeros que acudían hacia allí desde todas direcciones pero, en especial desde Bilbao.

Tanto el lunes en cuestión y más aún en el domingo de su repetición, el valle de Laudio se transformaba por completo para recibir a aquellas masas humanas que no buscaban sino un momento para dar rienda suelta a la diversión y a la ale­ gría.

Una vez cumplidos los inexcusables oficios religiosos, el delicioso paraje que

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circunda el santuario y ermita se llenaba de rápidas notas musicales que hacían bailar hasta al más imperturbable de los romeros. Surgían de los inquietos e irre­ frenables dedos de aquellos acordeonis­ tas y pandereteros, que en parejas acudían al bello lugar. Numerosos pues­ tos de rosquillas y de uvas pasas ponían la nota de exquisitez a una fiesta bañada de color.

Tras la comida campestre, aquel cau­ dal humano se convertía en marea que descendía, entre canciones y sansos, por pistas, caminos o atajos hasta la plaza del pueblo, esta vez sin escala intermedia en Lezeaga, para convertir allí el crepúsculo en el más desenfrenado de los bailes po­ pulares. Hasta la construcción del hoy desaparecido kiosco de música del pue­ blo, cuentan nuestros informantes que enormes barricas vacías, una por cada pa­ reja de acordeón y pandero, eran ubica­ das estratégicamente en diferentes puntos de la plaza. Así se convertían en el mejor de los escenarios para garantizar que nadie quedase privado de aquellos acordes que enloquecían a la multitud.

El eco de aquella sonada romería des­ bordaba sin duda todas las fronteras del municipio. Pero también el de su mala fama paralela, achacable al desenfreno y lujuria que en aquel

día se daba, quizá más presentes en al­ gunas calenturientas mentes que en la realidad. A ello contribuía, sin duda, el gran número de prostitutas que en tren acudían desde la villa bilbaína hasta el pueblo alavés, en busca de un mayor ne­ gocio propiciado por la euforia e incons­ ciencia del momento.

Con todos estos aditivos, en aquel municipio eminentemente campesino, la fiesta de Santa Lucía era a la vez vista con admiración pero también con recelo y desconfianza. Por ello se “aconsejaba" a los jóvenes una pronta retirada, para evitar cualquier contaminación con aquel ambiente festivo que, según pasa­ ban las horas, iba degenerando sin reme­ dio. Nada que ver, insistimos, con la candidez de la cercana romería de San Antonio. La de Santa Lucía era otra cosa, no tan del pueblo, sino más de la gente de fuera. Por ello era “la fiesta de los viz­ caínos”. Sea como fuere, aquellas ame­ nizadas jornadas finalizaban con el regreso a Bilbao en los numerosos tre­ nes especiales que para la ocasión se disponían.

Fue tal el seguimiento que la rome­ ría de Laudio tuvo en la capital vizcaína que incluso existía alguna asociación en dicha villa para promover la asistencia a la misma. Recuerdo de ello es un cuadro que durante décadas pre­ sidió el salón de ple­ nos municipal y que hoy se encuentra en el Museo Vasco de Gastronomía. Fue un regalo de aquella asociación y en el que aparecen junto a unas manos estre­ chadas entre sí, los escudos de Bilbo y Laudio, así como los de las provincias de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa,

a modo de hermanamiento. Sobre el conjunto de imágenes, el texto "La Sociedad Excursionista Santa Lucía del Yermo dedica este recuerdo al Ayuntamiento de Llodio. 25 de mayo de 1896".

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parajes aptos para excesos Volviendo a la imagen de centro de per­ versidad que en cierto modo tenía la ro­ mería del Yermo para muchos laudioarras, cierto es que, de una u otra manera, las referencias históricas tam­ bién parecen querer poner el acento so­

bre ello. Así, haciendo referencia a un documento de 1723, A. González de Langarika habla del desenfreno que en aquellos parajes montañosos se daba.

Dice que allí había "...muchas romerías y en ellas se toca el tamboril y ay repeti­ das danzas con bulla y escándalo, espe­ cialmente en algunas fiestas de Nuestra Señora y la de San f^iguel, pasando la noche con las referidas danzas en el campo próximo (...) y haciendo otras en la casa del O^picio, quedándose en ella los hombres y las mujeres, de que se si­ guen muchas y grandes ofensas a Dios (...) que en adelante no permitan que­ den en su cuarto juntos hombres y mu­ jeres, sino separados, ni que en la casa se agan danzas, ni fuera de ellas, en otras fiestas y en otros días del año, ni se to­ que el tamboril después del amane­ cer...".

Igualmente descontrolado parece el ambiente que citara el historiador Kepa

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O q u edad roco.ta que p o p u la r m e n te h a ,*ivo a trib u iJ -i o u n a p ita d a de la Vir(¡en 1/ a la que .* í le a tr ib u ía n dertíh* poderc,¡ máfjÍco.>. Lo.f r¡tiiaíe,i practicado,^ fu ero n tale.' que lleija ro n a ir r ita r a la.i autoridade.t ecle.tiá.ttica.', prohibiéndolo.t c u 172y. P e ro ,ni a rr a ig o era t a l q u e ,tu cen.uira n o .lu rtió n in q ú n cfccíi:

to extraído del libro de cuentas de la pa­ rroquia de Santa María del Yermo, entre los años 15 9 4 y 1718. Al parecer, la ven­ ta allí existente para dar servicio a traji­ nantes y viajeros, también servía como lugar de distensión para los clérigos del lugar. Ello motivó la prohibición de "...que de aquí en adelante ningún clérigo ni sa­ cristán entre a beber a las tabernas ni a dar de beber a persona alguna en ellas so pena de excomunión". Al parecer, según reza el citado documento, cuando “...los clérigos entraban a beber a las tabernas, se seguían las malas consecuencias (...) y entre laicos y seglares se orixinaban qui­ meras y disensiones".

rituales eij el Yeriifo: el escáiídalo coijtimía Un entorno tan sobrecogedor y una de­ voción religiosa tan exacerbada no po­ dían sino crear ciertos rituales de carácter mágico o milagrero.

El más conocido de ellos es la cos­ tumbre, hoy prácticamente en desuso, de llevar la boca llena de agua para de­ rramarla en una oquedad de la piedra situada en uno de los vértices del humi­ lladero de San Antonio, y que la tradi­ ción popular ha identificado con una pisada de la Virgen. Quien llevaba a cabo dicho ritual, dicen, quedaba libre del dolor de muelas. El agua se recogía bien en la fuente que mana bajo dicha ermita -en la parte inferior de la carre­ tera- bien en la de Santa Lucía, según los diferentes usos relatados por nues­ tros informantes.

Al parecer, la oquedad rocosa que la gente veneraba se encontraba en el tem­ plo principal, siendo desplazada a la ubi­ cación actual para hacer frente a la orden de un obispo que, en la visita de 1723, veía en el ritual del agua curativa y la pi­ sada, una irreverencia tal que llegaba a irritarle tanto como para ordenar su to­ tal clausura. Mandaba, tajante, "...que se cierre a cal y canto la rexa de la pisada..." ya que, según se le había informado,"... ay abuso de venerar la pisada que llaman de Nuestra Señora que se alia en una es­ quina de ella junto al suelo, por la parte de fuera, en que está puesta una rexita y adonde los hombres y mugeres suelen llebar agua en la voca y la echan allí cre­ yendo vana y supersticiosamente conse­ guir el remedio de sus enfermedades y deseando su Ylustrísima desterrar tan yntolerante error, mande se quite la di­ cha rexa por el cura de dicha yglesia y se zierre el dicho sitio con piedra y cal y así echo ninguna persona lo quite ni lleve agua so pena de excomunión...".

Pero, hecha la ley hecha la trampa y, si bien se anuló el culto a la pisada tal y como se había ordenado, debió ser tal la fuerza de la creencia de los feligreses, que el ritual se traslada a la ermita de Santa Apolonia y San Antonio, en cons­ trucción en dichas fechas.

La interrelación de la cura del dolor de muelas con la costumbre popular ci-

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tada viene dada sin duda porque Santa Apolonia es la titular del humilladero. Es decir que, contra lo que en ámbitos po­ pulares se cree, no tiene nada que ver con Santa Lucía. Según la historiografía cristiana, Apolonia, virgen cristiana de Alejandría, sufrió martirio en el año 249.

Fue quemada viva después de habérsele arrancado los dientes, por lo que se la in­ voca contra el dolor de muelas. De he­ cho, hasta la desastrosa restauración que hace unos años sufrió la ermita, su ima­ gen mostraba un diente en la mano. Hoy en día, y consecuencia de las obras cita­ das, tanto el diente como el brazo, están desaparecidos.

En el mismo humilladero, ha existido también la costumbre, no tan extendida como la del agua, de rozar con la mano uno de los vértices del edificio, tras el al­ tar y pegante a la carretera, con la inten­ ción de conseguir buena suerte por intercesión de los santos titulares. El des­ gaste de las piedras, sin ser exagerado, sí es notable.

Igualmente ha habido quien, tanto hombres como mujeres, tenía la costum­

bre de meter el pie en la supuesta huella de la Virgen para pedir pareja a San Antonio. Todo parece indicar que este ri­ tual es una réplica menor del que se da en el santuario de San Antonio de Urkiola (Bizkaia) donde los romeros pedían al santo novios y novias.

Curiosa también es la costumbre, hoy desconocida, que documenta A. González de Langarika en sus investigaciones archivísticas. Consistía en untarse los ojos con el agua de la fuente de Santa Lucía o incluso con el aceite de la lámpara de la santa para conservar la vista. Curiosa de­ cíamos porque, como sabemos, Santa Lucía está considerada como la patrona de los ciegos y protectora de la vista, sin que su vida, idealizada o no, tuviese nada que ver en ello. En efecto, la costumbre de representarla con los ojos arrancados, etc. no parece ser sino fruto de la imagi­ nación popular y la única coincidencia de la santa con la visión es que su nombre procede del latín lux ‘luz'. El resto, insisti­ mos, se lo debemos a equívocas creen­ cias y, sobre todo, a la imaginería religiosa.

EL NOMBRE Por ser el euskera una lengua proscrita durante siglos en los ámbitos cultos y de administración, no encontraremos ni una sola referencia escrita al templo, que no sea la de YERMO, Sin embargo, sabemos por topónimos adyacentes de los alrededores que el nombre popular del lugar fue el de ERMU(A), Así parece deducirse de nombres como Hermueireca, Hermuco, Hermucosolo, Hermulonda, etc, todos extraídos de una catalogación muni­ cipal de fincas rústicas llevada a cabo en 1894.

De ellos, tan sólo se utiliza en la actualidad el del río Ermuerreka, hoy desfigurado oralmente en Almoerreka.

Al margen de ello, no son pocos los testimonios del topónimo Ermu recogidos de boca de los euskaldunes mayores de los pueblos circundantes y en los que, a diferencia de Laudio, no se perdió la lengua vasca.

Curiosa es la copla reco­ gida por Floren Usía a la orozkoarra Cirila Ugarte, en la que J hace referencia al caserío de Salabarh -donde se dice que T existió también una pequeña capilla- y a la romería del Yermo. Dice así: Ermuko Salaborrin / mutilok dantzarí / neskak konbidetako /poltson diru gutxi /

ai, ai, ai, / poítsan diru gutxi.

'En Salabarri del Yermo, bailan los muchachos, con poco dinero en la bolsa para invitar a las chicas, ay, ay, ay. con poco dinero en la bolsa' Sabemos también gracias al documentalista Goyo Banales que en 1671 una persona aparece registrada como María Ermuko de Goikoetxea {María Hermuco de Goicoechea), es decir, el equivalente eusquérico del nombre de pila femenino. en cierto modo habitual en Laudio, de María del Yermo, Tanto Ermu como Yermo

proceden de un anterior eremus latino, 'yermo, lugar deshabitado' y de él surgen palabras tan conocidas como eremita o ermita.

Como colofón añadiremos que la mayor parte de las formas documentadas nos aparecerán escritas con una H- inicial. En realidad no es una grafía etimológica sino la consecuencia de una costumbre, un sinsentido, por el cual se escribían con H- inicial todas aquellas palabras que empezasen por Er-, como Ermuko > Hermuco, ermita > hermita.

LAS GENTES DEL LUGAR H A N AT ESO R A DO C A N T ID A D DE LEYENDAS E HISTORIAS. CASERÍO ISUSI C O N IN SC R IPC IÓ N EN SU DINTEL

actualidad: la soipbra de lo que fue

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Dicen los mayores que fue la Guerra Civil -bien presente en el lugar con las trin­ cheras del sistema defensivo denomina­ do "Cinturón de Hierro”- la que comenzó a marcar el declive de aquella romería que cada primavera hacía temblar el oes­ te vizcaíno. Tras el período bélico, le si­ guieron años de gran éxito pero, dicen, nunca con la furia que había tenido an­ tes. Quizá quienes nos informan no per­ ciben que. al margen de la convulsión producida por la guerra, los que realmen­ te estaban cambiando eran los sistemas de producción. Había comenzado en el

valle la revolución fabril, la de las gigan­ tescas empresas que tanta y tanta fama dieron a Laudio. Cada vez más apartados de la sosegada vida del caserío que du­ rante siglos había ocupado a generacio­ nes enteras, pronto comenzaron a aparecer las dificultades para el maridaje entre una fiesta en lunes y las nuevas exigencias laborales y comerciales.

Hoy la fiesta gime de añoranza, como lo hacen gigantes derrumbados. Pocos es­ colares y menos jubilados parecen ser los encargados de mantener con pulso vital mínimo celebración que, al menos por honrar a su pasada grandeza, debiera prestársele más atención. Mientras tanto, una y otra vez seguiremos escuchando los relatos emocionados de aquella fiesta que fue la más esplendorosa: la de Santa Lucía de Yermo, la fiesta de los vizcaínos.

FELIX MUGURUTZA

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la u d io u d a la euskara ARLOA

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Arabako Foru Aldundia

K<niii-B3iìammiHEBA

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■ Diputadón Forai de Alava

CuadrilladeVitoria-Gasteiz

Ermitajuradera deSanJuandeArriaga La Cofradía de Álava reunía sus juntas en el lugar de

sus habitantes, bien personalmente o a través de los

Arriaga, hoy plenamente integrado en el desarrollo ur­

merinos y alcaldes nombrados por él en un territorio con

bano de Vitoria-Gasteiz, sobre el que se levanta una

un ordenamiento jurídico propio, no escrito y basado en

ermita reedificada en el siglo XX sobre otra anterior.

el uso y la costumbre. El Señor de la Cofradía era, ade­

Se desconoce cuándo comenzaron a reunirse en dicho

más, el responsable de la defensa y seguridad, vigilante

campo y con qué periodicidad, ya que a pesar de docu­

de mantener las tenencias de los castillos siempre a

mentarse por primera vez en 1258, todo hace pensar

punto y de convocar las mesnadas en caso de nece­

en un origen muy anterior

sidad. Sin embargo, la titularidad política del territorio

A las juntas acudían los infanzones e hidalgos ru­ rales, entre los que destacaban los “gra>ides cofrades”

siempre correspondía a un rey. navarro o castellano, según las fuerzas predominantes en cada momento.

de sonoros apellidos como Mendoza, Guevara, Velasco

Finalmente, el 2 de abril de 1332 se produjo la lla­

o Ayala, linajes que dominaban el panorama político y

mada “Voluntaria entrega” o “Pacto de Arriaga”, es decir,

económico de la jerarquizada sociedad alavesa. También

la autodisolución de la Cofradía mediante la incorpora­

asistían a la convocatoria labradores y collazos, pero

ción de Álava a Castilla. Los hidalgos alaveses lograron

siempre en situación de subordinación y dependencia

que Alfonso XI confirmase sus privilegios, pero hubo

respecto de los primeros.

otras causas más profundas que influyeron en aquella

Las Juntas de Arriaga tenían la capacidad de elegir

decisión. Las Juntas de Arriaga habían llegado a su fin

al Señor de la Cofradía, cuyo espacio geográfico coinci­

y no tuvieron continuidad en las posteriores Juntas Ge­

día con el de la Llanada Alavesa y sus bordes montaño­

nerales de Álava, -con las que no deben confundirse- y

sos. Se encargaba de administrar justicia sobre todos

cuya historia comenzaría en 1463.

E u ^ k a l H erriko ^ hegoatdeko lu rra k niendez m ende Joan dira erdalduntzen, eta^ p r o z e ^ ti^ horren ondorioz, A ra b a ko età N a fa rro a ko iurralde zabaletan eiuikara g u ztiz galdii da età liirralde horiek erdaidun b iia ka tu dira denboraren poderioz.

B ila ka era bori noia gertatu den tiarritan aztertu da.

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b ^ I R E N E HURTADO HENDIETA fotos « FELIX MUGURUTZA

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BALM ASEDA HIRIA, E R R O M A N T Z EAREN HEDATZ6 FO KO BAT

dira hango etĂ hemengo datuak: noiz galdu zen euskara Tafalla inguruan, holako agiriaren arabera XVI. mendean Nafarroako zein herri ziren euskaidun eta zein erdaldun, Erriberan toponimo euskaldunik badagoen, Gasteiztik eta Irufietik pasatu ziren bidaiariek zer ikusi zuten, zein hizkera zeukaten hango hirietako lagunek... Gutxiago hitz egin da, berriz, Euskal Herriko ipar-mendebaldeko lurren gainean eta, beraz, gutxi dakigu, jakin, bertan gertatutakoari buruz: noiz eta noia ezkutatu ote zen euskara Bizkaiko Enkarterritik-Enkarterriko ekialdetik behinik behin-, Meatzaldetik, Ibarrezkerretik edota Bilbotik bertatik?, noiz ezkutatu zen Arabako Aiara ibarretik, Amurrio aldetik, Artziniegatik eta Laudio ibarretik?

Zoritxarrez. ez dugu berri askorik euskarak gure aldean noiz arte iraun duen eta noia Joan den itzaltzen jakiteko.

Beharbada, Koldo Mitxelenak zioenez, Euskal Herriko beste alderdi batzuetan baino berri gutxiago dakigu. Lekukotasun askorik egon ez, baina hainbat iritzi ibili dira hortik eta hemendik, zabal-zabal, aztergai dugun alderdiaren euskalduntasuna dela eta ez dela. Askotan entzun dugu Enkarterrin aspaldi-aspaldi galdu zela euskara, antzinako denboretan, antigoaleko urteetan. Beste batzuengandik entzun dugu ezin daitekeela jakin

LUXAR M E N D IA

Enkarterrin euskara inoiz hitz egin den, seguru asko sekula ez déla euskaraz hitz egin Enkarterriko lekurik gehienetan. Era berean, sarritan entzun dugu Enkarterriko toponimia gehiena guztiz erdalduna déla.

Baina badira, izan, bestelako jritziak eta hainbat lekukotasun. Toponimia eta onomastika ikertzen jarduten du Mikel Gorrotxategik. Hark askotan gogorarazi digu zabai-zabala déla Enkarterrik betetzen duen eremua, menditsua, bakartua eta gorabehera askokoa. Hala, bada, ezin berdina izan goitik beheraino: eremu baterako balio dueña gezur bilakatzen da sarri askotan beste muturrean. Hala, beraz, Enkarterriko mendebaldeari begiratuz, Enkarterrin euskara jatorra ez déla eta betidanik gaztelaniaz hitz egin deta

diote batzuek. Gorrotxategik azaldu digunez, ahaztu egíten dute horiek Enkarterriko ekialdea. Ahaztu Gordexola, Gueñes, Galdames edota Zalla ibarrak ere Enkarterrin daudela, eta ibar horietako leku-izen asko eta asko euskarazkoak direla. Ahaztu, bada, ibar horietan sasoi batean bizi izan zirenak euskaraz egiten zutela berba.

Enkarterriko sartaldea eta sortaldea argi eta garbi banandu ditzakegu.

Enkarterriko bi alderdi horien arteko desberdintasuna sarri-sarri aipatu izan dute batekoek zein bestekoek. Esate baterako, Alfonso Irigoyenek zioenez, Enkarterriko mendebaldean, gehienbat, Karrantzan, Artzentalesen, Turtziozen, Lanestosan eta Somorrostroko alde batean, gaztelania zen jaun eta jabe antzinatik; antza, aspaldi-aspaldian ezkutatu zen euskara lur horietatik.Aitzitik, bestela zeuden kontuak Zalla eta Galdamestik ekialdera, Barakatdo, Gordexola, Gueñes, Zalla eta Galdames arteko eremuan: alde horietan euskarak indar gehiago eduki zuen, eta horko biztanleek orain déla gutxi arte erabili zuten euskara. Eta ezagun-ezagun da muga hori toponimian, auzoek, soroek, mendiek eta ibaiek dauzkaten izenetan: Enkarterriko mendebaldean urri-urriak dira euskal toponimoak; ekialdean, ordea, oso ugariak. Guztiz argigarria da ondoko pasartea, J. I. Homobonok idatzirikoa, Meatzaldeko eta Enkarterriko sortaldeko herriak aztergai dituena: "El sector comprendido entre los ríos Nervión y Cadagua presenta un absoluto predominio de la toponomástica vasca.

E n k a rterrik o M rtaldea eta tfortaldea a rg i eta g a rb i banandu ditzakegu. E n k a rterrik o bi alderdi horien arteko de^berdintaéuna ^arri-darri aipatu izan dute batekoek zein beétekoek

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C O R D E X O LA K O ZALD U A U Z O K O OORRETXEA

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Al otro lado de este último, el término municipal de Barakaldo y zona aneja de Güeñes acusan una neta prevalencla de términos euskéricos. Más al Oeste, el Valle de Trápaga, San Pedro de Caldames y Ortuella aún cuentan con una elevada densidad toponímica vasca. Pero ya en Abanto-Zierbena, resto de Caldames,

K O U T XA H E N D IA (BARGUENTORRE.CORDEXOLA.ATZEKO LEPOAN ZEG O EN IDUBALTZA ETXEA.AZKEN EU SKA LD U N H ISTORIKOAREN BIZILEKUA

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C U E Ñ ES HERRIKO UDALETXEA

Sopuerta y Muskiz predomina absoluta­ mente la toponimia románica, encon­ trándose las persistencias euskéricas muy desdibujadas. Sin embargo, la toponimia vasca rebasa el límite provincial por tie­ rras de Castro Urdiales, con mayor pre­ sencia en su zona minera".

Antzekoa da Koldo Zuazok 1999. urtean argitaratu zuen "Mendebaleko euskara zaharraren gutxi gorabeherako mugak" izeneko mapak erakusten duen muga. Gorrotxategiren ustez, toponimian holako arrasto sakona utzi zuen hizkuntza-mugaren arrazoietako bat Castrotik Gaztelarantz zihoan galtzada erromatarra izan zen: Balmaseda zeharkatu, Zalla albo-albotik igaro, Avellanedako Batzar Etxe aurretik segitu, eta, Sopuertako ibarra pasatuta, itsasalderantz jotzen zuen antigoaleko bidea. Errotuago zegoen euskara bide horrek marrazten duen mugatik ekialdera.

Lehen esan dugunez, Artzentalesen eta Turtziozen euskara aspaldi galdu zela ematen du, eta Karrantzan, beharbada, erromatarren sasoietara joan beharko genuke atzera. Aide itzela Enkarterriko ekialdearekin konparatuta: Gorrotxategiri jarraituta, Gordexolan euskararen galera XIX. mendean gauzatu zen, Cueñes, Zalla eta Caldamesen, apur bat lehentxeago, eta Alonsotegin eta Barakaldon XX. men­ dean galdu da. Corrotxategik dioenaren harian, lekukotasun batzuk topatu ditugu. Ikus ditzagun horietariko batzuk:

Ga\áames eta Gweñes XVlll. mendearen amaieran eta XlX.aren hasieran, Caldamesen eta Cueñesen, behinik behin, baziren euskaldunak.

Baina hil-hurren genuen euskara, azken hatsetan. Hortxe zeukan euskarak mendebaldeko muga. Esate baterako, Mexikon bizi zen merkatari batek, jatorriz Caldamesko Allende auzokoa zenak, eskola egin nahi izan zuen bere jaioterrian, eta, hala, beraz, 17S3an, diru-kopuru bat

utzi zuen testamentuan xede horretarako; baina baldintza hau jarri zuen: “con maestro de primeras letras que sepa la lengua bascongada". Truebaren arabera, XVIII. mendearen amaieran, Galdamesko eta Gordexolako hainbat auzotan, galtzadetatik urruti zeuden horietan, euskaraz hitz egiten zen. Eta Truebaren antzera, Ladislao de Velascok dio 1780. urtearen inguruan Galdamesko eta Gueñesko auzo urrutiratuetan, Barakaldorekin muga egiten zu­ ten horietan, euskaraz hitz egiten zutela.

Labayruri jarraituta, XVIII. eta XIX. mendeen artean, Galdames eta Gueñesko auzo batzuetan euskaraz hitz egiten zen, baina apal-apal zebilen euskara, ezin apalago: "La parte encartada en que todavía en este siglo XIX se ha hablado el bascuence es Baracaldo, y en la que agonizó á fines del pasado XVIII y principio del presente XIX, Galdames y Güeñes en al­ gunas de sus barriadas".

Gordexolan ere gutxi ziren orduko euskara ulertzeko gauza. Gordexolako apaiz batek, Aretxederra izenekoak, Gordexolaren gaineko argibideak bldali zizkion Tomas López izeneko jaun bati 1794an. López hori Espainiako mapa prestatzen zebilen eta. Besteak beste, hauxe esan zion Aretxederrak Gordexolako herritarrei buruz: "Todos son de ape­

llido vascongado pero la lengua bascongada ay muy pocos que la entien­ den". 1850. urtearen inguruan hil omen zen Gordexolako azken euskalduna: Simona Unanue, Beraskola eta Idubaltza mendien artean dagoen “Dubalza" baserriko alaba.Hala, bada, euskara Galdames, Gueñes eta Gordexola aldetik ezkutatu zen, baina ingurumarietan, Okondo eta Aiara aldean, Alonsotegin eta Barakaldon, bizirik iraun zuen hainbat urtetan. 1865. urtearen inguruan, ondokoa idatzi zion Bonaparteri Aita Uriarte arrigorriagarrak, printzeak hizkuntza-mapa egiteko behar zuen informazioa emanez: “ He averigua­ do con toda exactitud cuantas preguntas me hace S.A. para el Mapa lingüístico. En Baracaldo los barrios de Regato y Retuerto son enteramente castellanos y es muy raro que en éstos se hable bascuence: pero en los otros cuatro que son: Beurio, Burceña, Irauregui y Landaburu la

L a ba y ru rija rra itu ta , X V III. eta X IX . m endeen artean, Gaídame^ eta Gueñesko auxo batzuetan eiu k a ra z hitz egiten zen, baina apal-apal zebilen euskara, ezin apalago

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A N D R A M A R IA R EN ELIZA. C U E ÌIE S

IDUBALTZA, “D U B A L Z A ' BASERRIAREN AZTARNAK. H EM EN BIZI ZEN 185 0 URTEAREN IN C U R U A N HIL Z EN ARTE, S IM O N A U N AN UE, C O R D E X O LA K O A ZK EN E U SKA LD U N H ISTORIKO A

gran mayoría es bascongada, por que po­ seen ambas lenguas, y solo algunos muy jóvenes no saben bascuence. En el barrio de San Vicente la mayoría es castellana, aunque también hay bastantes bascongados. Olaveaga y Deusto con Zorroza son también bascongados, aunque se ha­ bla mucho castellano. La Campa y Las Arenas, que son tres casas, son bascongadas. Por la parte de Arrigorriaga el cas­ tellano está reducido a la población reunida con Bilbao, que son: Achuri y Bilbao la Vieja, de consiguiente todas las barriadas por las que me pregunta, como son: Bolueta, Venta Alta, Madariaga, Aguirre, Artundua, lllumbe, e Ibaizábal son enteramente bascongadas". Ladislao Velascok 1879. urtean jaso zuen Barakaldoko itzal handiko gizon batek, 85 urtekoa berak, ondo gogoratzen zuela, haurra zela [1800 aldera], euskaraz hitz egiten zutela Galdames eta Gueñesko auzotarrek, Barakaldo ondoko mendialdeetan. Gure alderdiko lagun zahar askok sarritan aitortu digute euskaldunak direla euren inguruko leku nagusien izen zaha-

rrak. Euren gogoan ere bizirik dago pentsaera hau, ez zela hain antzina eus­ kara handik ezkutatuko.

Alonsotegiko berriemaile euskaldun batek -Engrasi Etxebarria artibarrak- honelaxe esan zigun 1997an: “...ba, emeti, Karrantzati gora, ta berantza, berantza, berantza... Se au daña ise san euskaldune.

Ba, Gordejuelako etxaldea’ danak, ba, di­ res: lñarritu,Arzuria,Aretxederra...guria da Isuskiza... Lekubarri... Danak euskaldunek.

Baserrik danak euskaldunek. O sea, Gordejuelan aurreko denporetan danak euskaldunek. Ta gero asi sen galduten da galduten... Galdu san bai. Galdu senean asi sian emen minak eta, bearren eta...

Altos Hornos eta. Jendea etorri san kanpoti. Danak erdera ta... ala... Ya lastimea da galdu deitela euskerea, ain polite..."

Horrenbestez, argi asko dakigu, behintzat, euskara bizirik zegoela sortalde­ ko Enkarterrin, eta ez hain aspaldi gainera.

IRENE HüffTADDHENDIETA Filolagaa

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el caso de los objetos y materia­ lizados en las excavaciones ar­ queológicas en el poblado de La Hoya, en Laguardia, durante los trabajos llevados a cabo « e s t e importante yacimiento, en­ tre « ¿ ñ o s 1973 a 1989. Los datos obson en su conjunto una fÍTportante fuente de conocimiento so­ bre el desarrollo y evolución de una co­ munidad asentada en tierras de la Rioja Alavesa, al pie de la Sierra de Cantabria.

Esta organización que se refleja en el po­ blado es patente sobre todo en su traza­ do, con calles y plazas que dibujan una urbanización en manzanas de casas, a partir de una entrada desde la que se de­ sarrollan de forma radiaL En concreto, los objetos sobre los que queremos llamar la atención, son una se­

^ c tp ^ c c p ^¡síopia.

rie de piezas de un gran interés no sola­ mente por la función que creemos que desarrollaron, sino por ampliación, de su uso para unos fines determinados. Fueron localizadas en la etapa del poblado don­ de se daba una fuerte implantación de carácter celtibérico.

Se trata de unos instrumentos musi­ cales simples, del grupo de los aerófo­ nos, hechos para emitir un sonido determinado que variaría según si tenía una perforación o varias. Así. si el silbato solamente constaba de la boquilla, el sonido sería único, más los armónicos.

Estos sonidos se ampliarían en el caso de tener otra perforación o más en la caña con lo que entonces serían dos o más sonidos fundamentales, más los ar­ mónicos.

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Estos silbatos fueron hechos sobre puntas de cuernas de ciervo. A la altura del corte se practicó un bisel en forma de escotadura que en algunos casos se alargaba a lo largo de la punta o candil.

La franja esponjosa del interior se perfo­ ró longitudinalmente, vaciándola en par­ te. En la zona frontal del corte, que hace de boquilla, se debió introducir un tapón que no cerraba por completo el conduc­ to, y que no se ha conservado por ser de algún material putrescible, bien madera o cera. Es decir, se trabajaron de la mis­ ma forma y exactamente como siempre se han realizado los silbatos. Su tamaño y formas varían, aunque la estructura constructiva sigue siendo similar. El ma­ yor de estos silbatos tiene una longitud

de 222 mm. en tanto que el más peque­ ño mide 51 mm.

Las 23 piezas recuperadas se localiza­ ron. en su mayor parte, sobre los suelos de las viviendas, junto a otros objetos, algunos muy especiales, y en algún caso en la calle, delante de la fachada de las casas.

Conocemos cómo son estas piezas, pero siempre queda alguna pregunta por responder. ¿Para qué y como se usaron estos silbatos? ¿Por qué tal cantidad de instrumentos en el poblado? Respon­ diendo a la primera pregunta y teniendo en cuenta su situación dentro del con­ junto urbano, podemos decir que estos espacios pueden relacionarse con unas casas que, además de haber sido lugar de

I

habitación, pudieron haber funcionado también como tiendas para el intercam­ bio o venta de productos. Esta corres­ pondencia de los silbos con lugares de clara función comercial, nos lleva a dedu­ cir que bien pudieron haber tenido un carácter ¡dentificador y de reclamo, para llamar la atención de las gentes que vi­ sitaban el poblado sobre unos lugares concretos hacia los que se pretendía atraer. Algo parecido a quienes ejercían ciertos oficios trashumantes -caso de los afiladores-, quienes daban a conocer su presencia mediante una melodía muy peculiar, emitida con otro tipo de ae­ rófonos, que los identificaba de inmediato. Es decir nos imagi­ namos aquellos momentos donde, en ciertos días, el po­ blado se convertía en foco de atracción al que lle­ gaban gentes de zo­ nas próximas para realizar transac­ ciones y abas­ tecerse de

productos. Sobre un maremagno de vo­ ces, gritos y los más variados sonidos, destacaría el ertiitido por estos silbatos, cuya misión podría haber sido la de orientar a las gentes hacia unos puestos concretos del mercado.

Otra función de los silbos pudo haber estado en relación con la actividad pas­ toril y ganadera de las gentes de La Hoya.

Esta idea nace a partir del conocimiento de unos instrumentos, prácticamente iguales a los encontrados en este pobla­ do, en uso actualmente y llamados “pitos cabreros". La diferencia está en que si los silbatos de La Hoya se trabajaron sobre candiles de ciervo, estos pitos cabreros lo están sobre cuernos de cabra. Es posible que este uso actual no sea sino et reflejo de épocas anteriores, y su origen podría remontarse, por lo menos, a estas etapas

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de la Edad del Hierro, cuyo desarrollo ga­ nadero era ya realmente importante.

La abundancia de estos silbos, halla­ dos en este poblado, están indicando el potencial comercial y ganadero de unos momentos en torno al siglo IV a.C., por lo que debemos considerar este lugar como un importante núcleo del valle del Ebro, con un apreciable desarrollo so­ cioeconómico.

Con todo ello, estos y otros objetos, nos están tendiendo un puente de aproximación al conocimiento, en ciertos aspectos, de algunos de los modos de vida tradicionales que se han mantenido en el tiempo y que hemos podido llegar a conocer en pleno siglo XX. ARMANDO L U N D S QRTIZ DE U N D A LU ZE Director de las excavaciones del yacimiento de La Hoya

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ste registro paleontológico, a pesar de algunos pequeños ar^ ticulos escritos por Jesús Altuna y el que éste suscribe, es uno de los te­ mas y bienes patrimoniales de nuestro territorio más frágiles y desconocidos.

No vamos a extendernos en esta oca­ sión sobre las características y contenido de todos los yacimientos alaveses, ya que estos son, tras varios años de trabajo reaiza d o por nuestro departamento, muy numerosos. A pesar de todo, desde diversos puntos de vista, pensamos que puede ser interesante para el co­ nocimiento público revelar algunos de los hallazgos más importantes realizados en las sierras alavesas noroccidentales y en el macizo de Corbeia.

Durante el Pleistoceno -aunque incluye a la mayor parte del periodo Cuaternario, desde 1.800.000 años has­ ta los 10.000 años en que tiene su inicio el Holoceno, nos referiremos a una etapa de unos 200.000 años para la casi totali­ dad de los restos hallados en las sierras alavesas, prácticamente desde la fase interglaciar del Mindel-RÍss hasta el mo­ mento histórico- y Holoceno, habitaron en estas zonas de elevada altitud y clima más riguroso que el actual, algunos ma­ míferos hoy extintos que nos han dejado evidencias materiales de su existencia.

Según hemos podido comprobar, duran­ te el Holoceno -época más reciente del período Cuaternario, que abarca desde hace unos 10.000 años hasta nuestros días-, en el conjunto de yacimientos ala­ veses la presencia de restos de ciervos y Jabalís es constante y abrumadora, aun­ que en algunos casos se rompa tal regla.

Sin duda, el hecho más significativo del registro faunistico de Badaia, Cibijo y

Sálvada, es la relativa abundancia de uros, contrastando con la escasa presen­ cia de carnívoros.

El hecho de haber comprobado la omnipresencia de grandes bóvidos en di­ chas sierras nos hace pensar que estos animales, por alguna razón, quizás debi­ do a las buenas condiciones ambientales que ofrecían estas mesetas, mostraban por ellas una cierta predilección. Cabe destacar en este aspecto la notable dife­ rencia del componente faunistico entre estos altiplanos y las sierras de Entzia donde predomina el bisonte- y Gorbeia -donde predominan los grandes carnívo­ ros-.

Cabe señalar, no obstante, que el co­ nocimiento adquirido sobre las poblacio­ nes alavesas se ha efectuado, casi exclusivamente, a través de los yacimien­ tos en cueva, y basándonos en tal condi­ cionante, podemos aventurar que el medio ambiente habido en cada una de las zonas citadas influyó fuertemen­ te en las asociaciones faunísticas que las poblaban. Por el contrario, no sabemos prácticamente nada de cuales eran los animales que pobla­ ban las llanuras y zonas bajas, aunque cabe sospechar, en buena parte, que se­ rían similares a los de las montañas próximas. En definitiva, debido a las con­ diciones orográficas y climáticas que se han desarrollado en el territorio alavés durante el Cuaternario, en general, y el Holoceno, en particular, la erosión galo­ pante no ha permitido una adecuada conservación de sus respectivos de­ pósitos sedimentarios y, consecuentemente, de los cadáveres que con ellos se mezcla­ ban y que llegan hasta nosotros en forma de fósiles.

m a n d íb u l a d e l o b a h a l l a d a

EN L A C U E V A T X IR IP IN DE CIBIJO

m acizo de

G O R B E IR Esta sierra presenta amplias áreas con materiales aflorantes calcáreos de origen arrecifal, muy carstilicados, que producen amplias y largas redes de galerías subterráneas, for esta y otras razones, Gorbeia es a zona montañosa de A ava que contiene más yacimientos paleontológicos y, estos, a su vez, son los que presentan una mayor variedad específica en la composición de las asociaciones faunísticas.

En el conjunto de sus yacimientos pleistocénicos predomina, con diferencia, la presencia de restos correspondientes a gran oso cavernario {Ursus spelaeus), también son abundantes los restos de oso cavernario antiguo {Ursus deningeri), el cual es el antepasado directo del pri­ mero. El oso pardo también existía en esta época, pero raramente frecuentaban los lugares ocupados por sus grandes congéneres cavernarios.

Los grandes felinos eran menos fre­ cuentes, de ellos hemos hallado restos de gran león de las cavernas [Panthera leo spelaea) adultos y neonatos, otro león más pequeño parecido al actual león africano (p. leossp de época más re­ ciente). y panteras algo más grandes que la actual {P. Pardus ssp), así como lince nórdico [Linx linx), Unce de las cavernas (/.. speiaea), lince ibérico [L pardina). y gato salvaje {Felis silvestris).

Por supuesto no podían faltar entre los grandes carnívoros los predadores por excelencia, el lobo europeo {Canis lupus), otros cánidos de mediana talla tales que el cuon alpinus, y un lobo antiguo (C. lu­ pus c f lunellensis), además del zorro rojo {Vulpes vulpes), la hiena de las cavernas (C crocuta spelaea), el glotón [Culo guio), el castor fiber, muy raro, y varias especies de mustélidos.

Entre tos herbívoros prepondera un tipo de ciervo, semejante al venado ac­ tual, que en el Pleistoceno alcanzaba una talla mucho mayor (denominado por varios autores como Cervus elaphus cantabricus), también sabemos que en algún yacimiento guipuzcoano se han encontrado restos del gigantesco megaloceros, pero en Álava todavía no hemos hallado ninguno. Otras especies bastan­ te frecuentes en las cavidades de Gorbeia son el reno [Rangifer tarandus),

PARTE DE U N A M A N D ÍB U LA DE U R O (YACIM IENTO DE AXLOR, EN D IM A )

sido objeto de ritos funerarios. En zonas de montaña más baja se en­ cuentran varios yacim iento s con en­ terram ientos humanos, sobre todo entre Zarate y Altube.

c u e v a de M a iru e le q o rre ta

la cabra montés {Capra pyrenaica), el re­ beco {Rupicapra rupicapra), la marmota (M. marmota), el corzo {Capreolus capreolus), lepóridos (de la familia de la liebre) y micromamíferos. Menos abun­ dantes son el bisonte europeo {Bison p riscu s).y e [ uro {Bosprimigenius), y más raro todavía, aunque aparecen restos testimoniales, son el caballo salvaje y el rinoceronte lanudo {Coelodorita aritiquitatis), hallados en dos cavidades del Corbeia alavés.

Durante el Holoceno, la desaparición de los osos cavernarios permitió la ex­ pansión de los osos pardos, pero su do­ minio fue menor que el de los anteriores y su presencia más escasa y difusa. La denominación toponímica de Artzegi, en el barranco Zubialde, es elocuente, y po­ dría tratarse de un topónimo en uso des­ de épocas protohistóricas.

Sin duda alguna, m uchos y a c i­ m ientos de Corbeia, adem ás de te ­ ner interés paleontológico, tam bién tienen interés arqueológico como hemos podido com probar en algu­ nos de ellos. Los restos hum anos de época reciente o protohistórica son muy escasos en las zonas más altas de m ontaña y en ningún caso hemos apreciado con claridad que hayan

Contiene numerosos depósitos óseos en toda la laberíntica red de gale­ rías. pero uno de los as­ pectos más interesantes se relaciona con la pasada activi­ dad humana. En varios puntos hemos detectado indicios de hi­ potéticos rituales crematorios efectuados con animales tales que el oso, ciervo y ovicaprinos (oveja y/o ca­ bra). No sabemos a ciencia cierta si estos rituales estaban destinados a invocacio­ nes cinegéticas o espirituales, pero no hemos hallado restos humanos en el en­ torno donde se efectuaban tales prácti­ cas.

Cabe señalar que en uno de ellos, de­ nominado GM.1c.Y2, hasta hace pocos años se encontraba depositado en un rincón una gran cantidad de madera po­ drida, hoy desaparecida a consecuencia del intenso tránsito turístico-espeleológico. En las cercanías del depósito se en­ contraban, asimismo, gran cantidad de cenizas y carbones, y hasta una bonita punta de flecha de bronce.

En algunos puntos muy circunscritos de esta cueva, hemos detectado una anómala concentración de pequeños huesos y dientes de osos cavernarios y, en menor número, de otros animales, contrastando con la total ausencia de grandes huesos. Esta circunstancia no puede ser lógicamente casual, por ello pensamos que por alguna razón desco­ nocida el hombre, en algún momento (sospechamos que durante la Edad del Bronce), los almacenaba en esos puntos con algún fin.

c u e v a QLe.c En este yacimiento también hemos com­ probado evidencias de actividad antròpi­ ca muy antigua y de otros momentos de las edades del Bronce o Hierro.

En un punto concreto, que elocuen­ temente hemos denominado “Cemente­ rio de Osos", se concentraban, en un reducido espacio de poco más de dos metros cuadrados, más de veinte esque­ letos enteros de osos cavernarios. Todos los cráneos hallados presentaban impor­ tantes roturas en la bóveda craneal, pro­ bablemente producidas por mazazos.

Cabe también señalar la presencia entre los huesos de una gran punta de sílex (puede ser una punta de lanza) pero, en el entorno inmediato, la presencia de restos es mucho menor y, probablemen­ te, los que hay han sido desplazados des­ de el punto original antes citado, quizá por movimiento gravitacional o solifluidal. En otros puntos más alejados, por el contrario, apenas se encuentran restos de oso.

Todos estos detalles apuntan a que esta anómala concentración sea resulta­ do de acciones cinegéticas prehistóricas, aunque queda por aclarar el porqué es­ tos cazadores introducían los cadáveres en el interior de la cavidad. En este senti­ do hay que decir que los huesos no pre­ sentan señales de descarnaduras, luego no los consumían; sí es probable que aprovechasen las pieles. El caso es que, por alguna razón de orden ritual, el ser humano llevaba a cabo estas costosas inhumaciones, y digo esto con­ siderando que algunos de estos animales podían pesar entre seis­ cientos kilos y más de una

tonelada: enormes cuerpos que debían ser transportados desde el punto donde habían sido cazados y después al interior de la cavidad, a través de una galería de un metro de anchura y treinta metros de longitud, al término de la cual un estrangulamiento y un escalón de dos metros y medio dificultaban considerablemente el acceso.

c u e v a Gsu.ac Contiene un rico yacimiento donde se depositaron y conservaron a escasa pro­ fundidad gran cantidad de restos de oso cavernario. Otros corresponden a dos panteras, un lince y varios pequeños her­ bívoros. Destaca la presencia de un frag­ mento de fémur perteneciente a un niño de unos tres meses de edad, algo mor­ disqueado, lo cual evoca una tragedia humana provocada por algún predador que pudo raptarlo en el seno de algún grupo humano que habitara en la zona.

Muy superficialmente se encuentran res­ tos más recientes de pequeños mamífe­ ros introducidos y consumidos por predadores.

Estos ejemplos de actividad humana no son más que unos pocos de los mu­ chos que hemos constatado en las cue­ vas de Gorbeia, pero nos ilustran sobre el gran interés paleontológico y prehistóri­ co que tienen sus yacimientos.

C RA N EO DE o s o C A V E R N A R IO A N T IC U O {Ursus deningeri) E N C O N T R A D O EN GO RBEIA

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HIENA DE LAS CAVEI^NAS

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GOROBEL O SR LV R D R En esta sierra no liemos hallado yacimientos muy importantes, eso a pesar de considerarla potencialmente óptima. En consecuencia, el conocimiento actual que tenemos sobre las asociaciones faunísticas que la poblaron es bastante pobre comparada con otras zonas más documentadas, la escasez de hallazgos se debe, quizás, a las condiciones moríogenéticas que presentan sus espectaculares 'cavidades, cuyas gigantescas galerías cubiertas por descomunales derrubios impiden, en gran medida, una prospección exhaustiva de sus depósitos.

Por otra parte, sabemos que los lobos hoy tan frecuentes en Corobel, donde moran y crían tras su regreso hace ya al­ gunos años- pulularon en estas zonas, pero los hallazgos en cuevas y simas de estos magníficos predadores son tam­ bién bastante raros. Quizás el lobo como especie haya tenido y tenga aún un gran sentido del riesgo y, sea por ello, que no caigan fácilmente en simas y otro tipo de trampas abismales.

Sima del puente Es el primer yacimiento descubierto en Sátvada. Se realizó a principios del año 1981 por miembros del Grupo Espeleológico Alavés, donde hallaron un

gran cráneo y un fémur de uro en bastan­ te buen estado de conservación. A finales de ese mismo año, dentro de las activida­ des realizadas en las XV Jornadas Vascas de Espeleología, efectuamos trabajos de excavación con la intención de poner al descubierto unos hipotéticos restos del mismo individuo, y que suponíamos de­ bieran hallarse en las cercanías, pero a pe­ sar de mover varias toneladas de derrubios la empresa no dio los frutos esperados.

En esta misma sima, espeleólogos del grupo Abetxukoko Espeleomendi Taldea hallaron restos de un felino, los cuales examiné personalmente, concluyendo que este animal correspondía a la espe­ cie lince ibérico {Lynx pardina), y basán­ dome en la presencia sobre los huesos de

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un característico hongo necrófago, dedu­ je que este individuo había muerto hace unos 60 u 80 años, lo cual indica que esta especie ha estado presente en Álava en tiempos mucho más recientes de lo que indicaban las crónicas escritas sobre su desaparición en nuestras tierras (ver artículo en AUNIA 10, 2005).

Otro contenido interesante de esta cavidad es la acumulación en dos puntos opuestos del cono de derrubios de un depósito orgánico similar a la turba, pero originado por la caída de materiales y despojos provenientes de los nidos de grandes aves, las cuales anidaban en el amplio pozo de entrada. El depósito al­ canzaba en uno de los puntos varios me­ tros cuadrados de amplitud y un espesor de unos 60 cm, y en apoyo a estas ob­ servaciones hemos hallado en el interíor restos de aves predadoras, entre las que se encontraban el buitre y el águila.

Sima del Hayal de c u rtiv e ra n o s Yacimiento interesante, aunque no se ha prospectado a fondo, contiene abundan­ tes restos de ganado reciente y otros pe­ queños mamíferos salvajes, destacando la presencia de marmota (también se han hallado restos de esta especie en Arkamo y Gorbeia). Este animal es carac­ terístico de zonas frías, lo cual indica que las condiciones climáticas en las altas sierras alavesas fueron, durante el Pleistoceno final, extremadamente frías.

de Gorbeia y, más recientemente, en va­ rias cavidades de Gibijo. Estos bueyes nos hacen pensar, considerando que los uros salvajes y el ganado doméstico con­ vivieron en nuestra provincia hasta la época de la romanización, que pudiera tratarse de uro domesticado o, quizás, de cruces fortuitos entre animales salvajes y domésticos.

Sima SRn.s Contiene restos de oso pardo, escasos restos de animales recientes y enterra­ mientos humanos, destacando uno de ellos por estar dispuesto en posición fe­ tal (en cuclillas), lo cual es un hecho ex­ cepcional en los yacimientos alaveses.

El acceso actual de esta sima se reali­ za a través de un pozo de 15 m que se abre en el fondo con una gran boca en la pared del cantil. Nos cuesta creer que aquellos hombres se arriesgaran a pene­ trar por ese punto, basándonos, sobre todo, en que al final de una de las dos galerías que componen esta red se forma un pequeño cono de derrubios anuncian­ te de otro acceso más antiguo, hoy obs­ truido y, probablemente, tapiado y camuflado intencionadamente. A pesar de todo ello, aún no hemos podido loca­ lizarlo en la superficie.

Otra curiosidad de esta cueva es que a través de las paredes de sus galerías se oye con claridad, a menos de un metro de distancia, el sonido que producen las aguas de un río en circulación. Esto es tanto más extraño, considerando que

Sima Hayal de se n d a Ryala ii Estrecho pozo que contiene diversos res­ tos de fauna reciente, destacando el ha­ llazgo de un cráneo y otros huesos correspondientes a un bóvido, cuya talla in­ termedia entre el uro y los bueyes recien­ tes, es similar a los hallados en una sima

C R Á N E O DE LO&A H A LLA D O EN C O R O BEL

VISTA N U C A L DEL C R Á N E O DE U R O H A LLA D O EN LA S IM A DEL PUENTE (COROBEL)

una parte de este río parece cir­ cular paralelo y a esca­ sos metros del borde del escarpe sin que se vea ningún sumidero ni surgencia en las proxi­ midades, misterio que pu­ diera dilucidarse mediante una pequeña voladura en el interior de la cavidad.

c u e v a c a lle ja de la

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Contiene restos de dos ciervos. En esta cavidad, el tramo de entrada se desarro­ lla a través de una fuerte pendiente muy resbaladiza, por la que, probablemente, los animales intentaron ocultarse tras ser acosados o asustados por depredadores, siendo incapaces de salir por sus propios medios de la trampa natural.

c u e v a Hayal d e c u rtiv e ra n o s En ella se hallaron algunos restos de dos osos pardos y de una yacija de hiberna­ ción (hoyo practicado en el suelo por los propios osos para acomodarse y pasar el largo sueño invernal). En dicha yacija se apreciaron señales de hogueras que, hi­ potéticamente, pudieran atribuirse a ciertos actos rituales que tuvieran lugar en torno a estos animales totémicos. No obstante, y dada la facilidad de acceso a la cueva, también pudiera ser que se tra­ tara de una hoguera corriente, realizada por algún ocupante humano temporal.

Sima Hayal de ponata Esta gran cavidad, con más de cuarenta kilómetros de desarrollo entre los territo­ rios de Urduña, Álava y Burgos, contiene en su pozo de entrada restos de fauna re­

ciente, pero los es­ peleólogos del CEA hallaron en una poza del río interno un molar de proboscidio (¿ma­ mut?), et cual tuve la oca­ sión de ver, pero no de estudiar, dado que fue entregado a la uni­ versidad del País Vasco en Leioa. Este ha­ llazgo es muy interesante, ya que es único en su género para et territorio de Álava.

Sima c a b e c e ra de se n d a p ya la En las paredes de la zona baja del pozo se aprecian varios zarpazos de oso que se extienden sobre varios metros de altura, evidencia que evoca el desesperado in­ tento det animal por salir de la trampa natural en que había caído. Desgraciada­ mente, no hemos encontrado sus restos, enterrados, probablemente, bajo el espe­ so manto de derrubios que se han ido depositando en el lugar. En otra zona de la pared se encontró clavada la punta de una lanza medieval con parte del fuste, lo que hace pensar que quizás fueran los cazadores de la época quienes acosaron al oso hasta provocar su caída.

c u e v a la T íb u rc ia Vestíbulo de dos metros que continúa por una estrecha galería. Contenía escasos res­ tos de oso pardo, cabra montés y ciervo.

También se encontraban en la entrada unos fragmentos de huesos de oso caver­ nario (son los únicos hallados en esta sie­ rra). La galería es demasiado estrecha para albergar a tal animal, por eso pensamos que, probablemente, fueron aportados desde otra cavidad por el pastor Sr. Tiburcio, que solía refugiarse en esta cueva.

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G IB IJ O Cabe destacar que la sierra de Gibijo es, quizás, la que contiene un mayor número de yacimientos de interés arqueológico en toda Álava, con numerosos restos lumanos en el interior de sus cavidades. A pesar de ello, y dada la dificultad que entraña, son pocos los arqueólogos que se lian acercado a ella y menos aún los que han llevado a cabo algún tipo de prospección.

En cuanto a ia paleontología, los yaci­ mientos de esta sierra también son pro­ metedores, y los que contienen uro son más numerosos e importantes que los de la vecina Sálvada.

Contiene un interesante yacimiento (ac­ tualmente en estudio), donde se deposi­ tan superficialmente restos de varios uros entremezclados con ganado domés­ tico, ciervo y jabalí. A mayor profundidad, quizás se encuentren restos más anti­ guos y uros de mayor talla, pero esos ni­ veles recubiertos por importantes depósitos de derrubios clásticos no han podido ser prospectados.

mos hallado, muy superficialmente, restos de fauna similar a la anterior y va­ rios huesos correspondientes a dos gran­ des uros, además de escasos restos de oso pardo y oso cavernario. La fauna más abundante está compuesta por una ex­ traordinaria cantidad de micromamífe­ ros, aportados por aves predadoras que, curiosamente, anidaban en una terraza interna a 20 metros de profundidad, donde apenas penetra la luz. También he­ mos hallado un cadáver humano, caído accidentalmente o consecuente a un acto criminal. Cariñosamente le apodé "el alcalde”, ya que cerca de él encontré un ápice en cobre con punta aplanada correspondiente a una makila o bastón de mando.

Sima BiGU.s

stma B ra ja s d e G órceta

En esta sima se encuentra el más impor­ tante yacimiento de Gibijo. En ella he­

En esta sima de 20 metros de profundi­ dad, el Grupo Espeleológico Alavés halló.

Sima GlTx.5

VISTA DE LA SIERRA DE CIBIJO Y DEL E N O R M E B A R R A N C O PR O D U C ID O PO R EL SALTO DEL N E R V IÓ N

I

en los años 70 del pasado siglo, un es­ queleto entero de uro asociado a restos de lobo, oso pardo, y ciervo, entregados todos ellos a la Sociedad de Ciencias Aranzadi por requerimiento de Jesús Altuna, paleontólogo encargado de su estudio. Con posterioridad examiné per­ sonalmente esta cavidad, en cuya sala

terminal encontré abundantes restos de ciervo y corzo, y en menor número, lobo, jabalí y caballo salvaje.

cueva GiMa.ic En ella se hallaron algunos escasos restos de uro y ciervo en los aluviones deposi­

FRONTAL DE C R Á N E O DE U R O Y C R Á N E O COM PLETO DE U N T O R O ACTUAL

ganaderos, y en menor número, pero, también muy abundantes, jabalí, ciervo, ovícaprino e, incluso, un fémur humano.

Su contenido no ha sido aún estudiado, ni se ha recogido muestra alguna, pero pudiera ser que contuviera restos más antiguos de lo esperado, ya que la sima ha podido funcionar como una óptima trampa natural para animales y huma­ nos.

c u e v a z a y e rd i vf

tados en pozas del lecho del río que cir­ cula por su interior.

Sim a z a y e rd i iii En esta sima de 14 metros de profundi­ dad se acumulan miles de restos de bue­ yes y caballos arrojados por los

Esta cavidad presenta en el primer tramo de entrada unas excelentes condiciones como refugio, ya que se aprecian en ella indicios de haber sido frecuentemente utilizada para tal fin. También se encuen­ tran a lo largo de una pared de su galería descendente una serie de puntos blan­ cos, dispuestos muy simétricamente y formando pares superpuestos. A pesar de mis escasos conocimientos en materia de arte rupestre parecen ser bastante re­ cientes, no obstante, deberán ser los ex­ pertos quienes dictaminen sobre el asunto.

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EJEMPLAR DE BISONTE EUROPEO (Bison priscus). DURANTE LA ÉPOCA GLACIAR PACÍAN EN ENORMES MANADAS PERO FUERON DESAPARECIENDO PAULATINAMENTE HACE UNOS 10.000 AÑOS. HASTA QUEDAR REDUCIDOS A TAN SÓLO UNOS INDIVIDUOS EN UN BOSQUE DE POLONIA

Sierra de

RRKRMO En esta sierra, donde preponderan las simas, hemos localizado varias cavidades de interés, destacando dos yacimientos muy importantes. c u e v a RKHQ.C Esta cueva está formada por una única y cómoda galería, topográficamente divi­ dida en tres zonas. En varios puntos de ella se observan claramente señales de explotación minera relativamente recien­ te. En el primer tramo se marcan dos sur­ cos paralelos labrados en la roca del suelo por el tránsito de carretas, al tér­ mino del cual se forma una espesa barre­ ra estalagmítica perforada por varios agujeros de barrena y roturas que facili­ taron el paso hacia el interior. Tras este diafragma se construyó con piedras una breve escalera, y en este segundo tramo se aprecian señales de demolición y tri­ turación de sus formaciones estalagmíticas. Finalmente, el conducto termina en un amplio pozo de seis metros de pro­ fundidad. Según me dijo mi buen amigo Isidro Sáenz de Urturi, esta actividad fue desarrollada por soldados cariistas que utilizaban la calcita muy pura para la ela­ boración de pólvora. Pero, según comen­ tarios de algunos lugareños, la calcita era explotada y utilizada como componente para ser añadido al pienso compuesto de

alimentación ganadera, aunque no supie­ ron precisarme el momento. Quizá resul­ te más creíble esta segunda opción, dada la cercanía de la fuente informativa.

Como yacimiento paleontológico es uno de los más importantes de la zona, a pesar de la invasora y destructiva activi­ dad de los mineros y de algunos expolios realizados más recientemente por espe­ leólogos aficionados, que llegaron a le­ vantar buena parte del suelo y poner al descubierto gran cantidad de restos óseos abandonados y pisoteados.

Este yacimiento presenta, en cuanto al contenido se refiere, características si­ milares a los de Corbeia. Incluye abun­ dantes restos de cérvidos, también son muy abundantes los osos cavernarios y, en menor número, oso pardo, sarrio, ca­ bra montés, marmota, corzo e, incluso, restos humanos que no parecen haber sido producto de una inhumación, sino más bien de un acto criminal.

La presencia de abundantes ciervos y otros pequeños herbívoros en el segundo tramo son, sin duda alguna, productos residuales de alimentación de grandes carnívoros, ya que las profundas huellas

C R Á N EO C O M PLET O DE U N L O B O IBÉRICO (Canis lupus signatus), HABITANTE ACTUAL DE LAS SIERRAS ALAVESAS

de mordeduras sobre muchos huesos atestiguan de ello. El oso debió participar activamente en estas carnicerías, pero, más probablemente, las principales ac­ ciones predadoras las efectuaron lobos, hienas y grandes felinos, a pesar de no haber hallado rastro alguno de ellos.

cueva

R K L e .c

Otro yacimiento muy interesante se en­ cuentra en esta cueva, la cual forma un conducto no muy largo dividido en tres salas interconectadas por estrechos pasos.

La primera de ellas tiene bastante altura y la segunda es baja de techo. La tercera sala, la menor de todas, finaliza -tras sal­ var una breve rampa ascendente- en una chimenea cegada por un relleno clástico.

Esta chimenea es, en realidad, una sima, que se ha puesto al descubierto y ha co­

nectado con la cueva tras la expansión erosiva de esta última, lógicamente debe tener una entrada superficial, pero no he­ mos podido localizarla. Así, esta cavidad presenta dos áreas bien diferenciadas: una zona de cueva y otra de sima o chimenea.

La zona de cueva está recubierta por abundantes materiales clásticos y en al­ gunos puntos por sedimentos arcillosos.

En el mismo borde de la boca de en­ trada, de 3,50 metros de anchura por 1,50 metros de altura, se aprecian restos de un muro que, quizá, sellaba la cueva.

Seguidamente, se pasa a una terraza acondicionada y reforzada hacia el frente por un muro de contención construido, inequívocamente, por mano humana. La galería continúa en fuerte pendiente al principio, aplanándose después. Para sal­ var el desnivel debieron construir una es­ calera, pero hoy día todo el conjunto

HUELLA DE O S O PARDO ACTUAL {Ursusarctos)

edificado está totalmente desmantelado.

En la zona baja de la galería se levanta un múrete transversal que retiene un tra­ mo aplanado artificialmente, y el estre­ cho paso que une ésta con la segunda sala estaba también sellado con un murete. Dado que la cavidad ha sido utiliza­ da como necrópolis, cabe pensar que en estas terrazas se preparaban y celebra­ ban actos preceremoniales mortuorios.

Los restos superficiales o sepultados a escasa profundidad que contiene la se­ gunda sala corresponden al Holoceno y son protohistóricos (Edad del Bronce o Hierro). Aparecen ciervos, grandes y pe­ queños bóvidos, perros, zorros, gatos sal­ vajes, conejos, liebres y abundantes micromamíferos, además de algunos res­ tos humanos con señales de cremación.

Estos restos fueron estudiados en prime­ ra Instancia por arqueólogos alaveses y.

posteriormente, por arqueólogos catala­ nes. Durante estos trabajos se recogieron la mayor parte de los huesos, pero toda­ vía quedan algunos in situ.

El depósito de la zona de sima es mu­ cho más antiguo y contiene abundantes restos. Ciertos indicios apuntan a que la fauna presente corresponde a dos épo­ cas antiguas distintas.

En la chimenea central se encuentran aprisionados entre bloques una enorme cantidad de huesos de color marrón.

Estos, aparentemente, están enteros, pero en realidad están muy triturados a causa de la fuerte presión ejercida sobre ellos por la columna de derrubios. Por otra parte, el agua que se infiltra por la columna empapa los huesos y los debili­ ta considerablemente: a estas dificulta­ des se añade que todo el material está estalagmitizado y la extracción sólo se puede realizar mediante cincel, por lo que es muy difícil la recuperación de pie­ zas enteras y en buenas condiciones.

Periféricamente, la parte baja de la chimenea se amplía ligeramente forman­ do un nicho. La mayor parte de este con­ torno está relleno por una espesa colada de calcita muy dura, en la cual se encuen-

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gún carnívoro que pudiera aclararnos algo sobre la cronología del depósito.

Sim a de las N e v e ra s

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tran amalgamados algunos huesos de co­ lor blanco muy pesados. Obviamente, puesto que esta capa es el fondo termi­ nal del relleno de la sima, debe ser más antigua que el relleno de la columna cen­ tral. Los restos recogidos en la chimenea forman una asociación faunistica muy pobre, tan sólo tres especies se han halla­ do hasta el presente: ciervo, caballo y un gran bóvido indeterminado.

En la base del pozo hemos recupera­ do una mandíbula y una calota craneal con parte de la cornamenta de un ciervo de pequeña talla, todo ello bastante ero­ sionado. No hemos podido asignar con seguridad a qué especie pertenece, aun­ que se aproxima mucho a ciertos cérvi­ dos antiguos como Cervus acoronatus y Eucladoceros senezensis, ambos del Pleistoceno inferior a medio. De confir­ marse tal correspondencia, este yaci­ miento pudiera remontarse a más de 600.000 años de antigüedad, y ser, por tanto, el más antiguo de Álava. Para co­ rroborarlo sería necesario emplear méto­ dos y materiales de extracción más adecuados de los que yo he empleado.

Los bóvidos presentes en este yaci­ miento son de talla similar al ganado ac­ tual, aunque no sabemos a qué género o subespecie pertenecen. Difícilmente se pueden atribuir a uro o bisonte, sin em­ bargo, las condiciones estratigráficas ob­ servadas descartan que estos restos puedan ser recientes. Curiosamente, en­ tre esta densa acumulación de huesos no hemos detectado por el momento nin­

Su estrecha entrada da paso a un pozo de veinte metros que se amplía en el fondo. En ella hemos hallado restos de varios perros y ganado, aparentemen­ te recientes. Destaca la presencia de un esqueleto entero de lobo, del cual sólo hemos recogido el cráneo y sus mandí­ bulas.

Stma de la pinilla Pozo de 50 metros que, a 15 metros de profundidad, presenta una boca colgada seguida de una galería bellamente enga­ lanada por abundantes, finas y altas co­ lumnas. Para acceder a ella hay que balancearse lateralmente, poniendo cui­ dado en no perder la cuerda para no complicar el retorno.

En una zona intermedia de la galería se depositan superficialmente, pero muy estalagmitizados, algunos restos, de los cuales sólo hemos podido recuperar unos pocos fragmentos que, a juzgar por su talla, pudieron corresponder a reno. Esta galería finaliza en la base de una chime­ nea colmatada por sedimentos, entre los cuales se encuentran restos humanos y fauna no muy antigua.

c u e v a ru n a Esta cueva con dos entradas, una en sima, contiene abundantes restos de fauna re­ ciente, entre los cuales hay algunos co­ rrespondientes a dos individuos juveniles de oso pardo que cayeron por la sima.

ESTE C U ERN O :>EURO H ALLADO EN A R A M A IO ES E l M A Y O R DE LOS E N C O N T R A D O S EN EUROPA. EL DIÁM ETRO EN LA BASE TIENE 1 7.5cm Y LA LO NG ITU D TOTAL DEL M IS M O A LCA N Z A LO S 9 1 cm

puesto que este artículo pone esp ecial é n fa sis en la p re se n cia del u ro . expongo seguidam ente al­ gunos datos re fe re n te s a este animal p a ra un me­ jo r conocimiento de lo que fue. su nom bre científi­ co e s Bos prim igenius prim igenius (p a ra algunos B. ta u ru s primiQenius), llamado también buey de la s lla­ n u ra s O buey primitivo. eI u ro está co n sid e rad o el an ­ c e stro de BOS ta u ru s (el toro actual), habiendo sido do­ mesticado a com ienzos del Neolítico en oriente Medio, y h ace unos e n o a años en c re c ía .

En otro tiempo fue muy abundante en toda Europa, donde vivía en las llanuras y en el mareen de los bosques. En el año 1627 se mató en Polonia a una vieja J y _ -, ' le m b , considerada el último ejemplar europeo de Uro. Este buey grande y robusto apareció en Eurasia durante las últimas §lacia^ dones, jenia una talla considerable, de l metros de altura en cruz, con # ^ _- ’■■■ el dorso rectilíneo y un cráneo voluminoso de (rente plana y estrecha, ^ provista, sobre todo en los macbos, de grandes cuernos con curvatura .; lelicoidal. girados bada adelante. Su pelaje era oscuro, marcado con una franja clara sobre la espina dorsal. Era un animal muy resistente, que podía vivir basta 20 años y pesar -lo s macbos adultos- basta 900 kilos. Es esta una descripdón referida a los últimos uros, por lo que pensamos que los más antiguos debían ser aun bastante mas pesados, pudiendo alcanzar los 2.000 kilos, Animal herbívoro, se alimentaba de brotes, jóvenes bojas, ramas frescas y a veces de cortezas. No tenían un periodo particular de celo, la gestación duraba 284 días, y las hembras parían un ternero que rapidamente se unía a la manada.

Mas sensible al frío que el bisonte, era mas abundante en el sureste francés durante los periodos glaciares, ya que no podía subir a zonas elevadas de los valles montañosos. Durante la última fase glaciar disminuyó su presencia considerable­ mente, a la vez que se bacía más abundante durante los periodos interglaciares y el Holoceno.

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B R D R IR ■n esta sierra hasta hace poco no conocíamos ningún yaciitiiento de interés, salvo e contenido en a ya lamosa cueva de os Goros, amp ¡ámente di undido. oy, sin embargo, es uno de los espacios más prometedores.

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PU NTAS Y T R O Z O S DE C U E R N O S DE URO

cueva Ba.is Recientemente, el Grupo Espeleológico Alavés me comunicó que una cavidad cuyo nombre desconocemos- contenía algunos restos, entre ellos un canino de oso pardo. Inmediatamente visité con ellos la cueva y recogimos una pequeña muestra ósea. En ella no había ningún hueso de oso, pero sí de tres caballos an­ tiguos {¿Equus ferus?), varios ciervos de talla similar a la actual, algunos huesos de reno, un fémur de pantera, dos húme­ ros de un lobezno y otros restos de her­

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bívoros de mediana talla. También se encuentran numerosos huesos de uro o bisonte de gran talla, correspondientes a un número mínimo de cuatro indivi­ duos {dos adultos y dos juvniles).

Algunos restos de este yacimien­ to presentan un avanzado estado de fosilización, otros no tanto, lo que nos hace pensar que forman dos asociacio­ nes faunísticas de distinta época. En todo caso, los datos comprobados indican con toda seguridad que parte de la fauna co­ rresponde al Pleistoceno, sin embargo, los ciervos comunes que contiene no son del tipo gigante encontrados en Corbeia.

Difícilmente se puede considerar que du­ rante el Pleistoceno cohabitaran las dos variedades, por tanto, cabe (a posibilidad de que parte del material corresponda a las primeras fases del Holoceno, aunque éste esté revuelto con otros más anti­ guos, dilema que aclararemos cuando avancemos en el estudio.

HARIQ LAURINO Paleontúloga y miembro del Instituto Alavés de la Netursieza

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Un espacio para conocer la vida cotidiana del caserío guipuzcoano ambientado en el año 1 6 3 0

G ipuzkoar baserrien eguneroko bizitza ezagutzeko gunea V isita s gu ia d a s S e m a n a d e la S i d r a : p r o c e s o d e e la b o r a c ió n a r te s a n a l (o c tu b re )

T a lle re s de a n im a ción (j u lio -a g o s t o )

A b ie rto de m a rte s a d o m in go

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EL BILBAO DE 1876 estaba to­ davía sumido en los requiebros de ia última de las conflagracio­ nes carlistas. Aunque el sitio mi­ litar al que se vio abocada esta villa dio fin el 26 de abril de 1874, y la toma de Estella por los libera­ les el 19 de febrero de 1876 fue el últi­ mo estertor de esta guerra civil, tanto el devenir económico como social de Bilbao estaban todavía resentidos en el verano de este último año.

Los ánimos políticos de los bilbaínos aún se hallaban Irritados y este malestar llegaba a todas las esferas de la sociedad de la capital vizcaína. A pesar de estas cir­ cunstancias adversas a cualquier confra­ ternización entre los convecinos de Bilbao, los Intentos por normalización de esta si­ tuación por parte de las autoridades no se hicieron esperar. De este modo, el Ayuntamiento de Bilbao, en combinación

con importantes representantes de las ac­ tividades comerciales de esta plaza, deci­ dieron que el mejor modo para encauzar los ánimos de los bilbaínos, además de sa­ near en cierto modo la economía de la vi­ lla, era el de organizar las tradicionales fiestas de la Virgen, de la segunda semana de agosto. Este evento festivo debía de celebrarse con todo tipo de espectáculos que, además de divertir a los propios, atra­ jese a un elevado número de forasteros que dejasen una buena cantidad de cuar­ tos en beneficio de Bilbao. De este modo, se creó una empresa que se encargaría de organizar el periodo festivo de agosto.

Las Fiestds de Bilbao en 1876: luces y sombras No lo tuvo fácil la empresa encargada de preparar los festejos bilbaínos de

agosto en 1876. Por de pronto, a finales de julio de este año, todavía no tenía contratada la música que debería de amenizar las fiestas. La causa no era otra que la falta de entendimiento con los músicos que debían de componer la banda de música. Mientras unos, no po­ nían pegas para actuar durante los fes­ tejos públicos, ocasión que además les permitía ganar una buena cantidad de dinero, otros, exigían unas condiciones económicas tan extremas, que la em­ presa organizadora de los festejos no podía atender. Se decía que de esta falta de armonía venía a resultar que se per­ dían los acordes de la música, en una p o­ blación donde la música existía.

Efectivamente, en Bilbao la música era algo omnipresente en todas las celebra­ ciones, ya fuesen lúdicas, religiosas, ofi­ ciales o paganas. Difícil era pensar en unas fiestas sin una banda de música que las amenizase, por lo que las críti­ cas arreciaron contra aquellos músicos que querían boicotear este entreteni­ miento. Se buscaba armonizar los inte­ reses de todos, en particular, de aquellos que ponían todo su deseo en divertirse, incluso, se barajaba la posibilidad de contratar la música en otra localidad.

A principios de agosto, llegaban esperanzadoras noticias de que muchas per­ sonas de la Rioja se preparaban para asistir a las próximas fiestas de Bilbao. Y en este ambiente de ganas por la diver­ sión, el Gobernador Civil de Bizkaia con­ cedió la correspondiente autorización para que una compañía de acróbatas árabes diesen algunas funciones en la plaza de toros, enclavada en aquellos años en Albia.

Los preparativos de los festejos con­ tinuaban, y el 19 de agosto, víspera del comienzo de los mismos, la máxima preocupación de los bilbaínos era que no lloviese durante el periodo festivo.

Mientras tanto, en las comarcas circun­ vecinas a la capital vizcaína, se efectua­ ban rogativas en demanda al Altísimo

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de una lluvia necesaria ante ía sequía que estaba padeciendo el campo. Se cuenta, que algunos de los participantes en una de estas procesiones, cargaron con el Santo hasta un lugar no muy ale­ jado de Bilbao, allí lo dejaron abando­ nado, y se acercaron hasta esta villa, donde pasaron algunas horas de jovial expansión. Aún así, los organizadores de las fiestas bilbaínas esperaban que, para que todos quedasen contentos, no llo­ viese con abundancia hasta que éstas no pasasen.

El día anterior al comienzo de los festejos bilbaínos comenzó un movi­ miento no conocido de carruajes, vapo­ res y vehículos de todas clases, que imprimían una animación inusitada en la villa, y que era propia únicamente de la época de estos festejos públicos.

Además, las gentes se dirigían sin cesar a Portugalete, Algorta, las Arenas y de­ más sitios deliciosos que tanto embelle­ cen nuestros alrededores. Mientras unos iban, otros venían, y todo era anima­ ción, alegría y deleite...

Toros, baWes y festejos El 20 de agosto dieron comienzo las fies­ tas y el aspecto general de Bilbao no po­ día ser más pintoresco. Los paseos se hallaban adornados con vistosos gallar­ detes; la música, el tamboril y los gigan­ tes, recorrían las calles de la villa arrastrando tras sí un inmenso gentío: los vendedores ambulantes pregonaban con afán la lista y el nombre de los toros de la corrida que tendría lugar ese día; y las bellas y encantadoras bilbaínas, se dispo­ nían a recibir como se merecía a los ale­ gres hijos de ía tierra donostiarra.

Efectivamente, el Ayuntamiento de Bilbao había invitado a un grupo de libe­ rales de San Sebastián para que acudie­ sen a las fiestas. A su llegada por mar, salieron a recibirlos una comisión en el vaporcito Luchana, acompañada de una banda de música.

El engorroso asunto de la música que amenizase los festejos públicos fue re­ suelto con la llegada de una banda de música militar, desconocemos su proce­

dencia, que sería la encargada de ameni­ zar las fiestas bilbaínas. Al mismo tiempo, desde el rotativo El Noticiero Bilbaíno, se instaba a la autoridad a que adoptase al­ gunas precauciones con respecto a los puentes de El Arenal y de San Francisco, dañados en último conflicto bélico.

Aunque el primero de estos puentes ya había sufrido alguna reparación, se quería evitar cualquier incidente desagradable, ante las aglomeraciones que se preveían con motivo de los acontecimientos festi­ vos que tendrían lugar esos días.

Los pilares sobre los que giraban estas fiestas eran, los toros y los bailes. Para los bilbaínos y forasteros que se acercaron a Bilbao, los toros constituían la pieza cla­ ve, por no decir la única, de estos feste­ jos. De este modo, el Ayuntamiento de Bilbao repartió un prospecto en el que se reseñaba toda 1a información sobre las cuatro corridas que tendrían lugar esos días. No se dejaba ningún cabo suelto so­ bre esta cuestión, y además del horario, se anunciaba las características de los to­ reros y de sus cuadrillas, haciendo mayor

énfasis, aún si cabe, sobre los astados, ga­ naderías a las que pertenecían y caracte­ rísticas físicas. Como el gran espectáculo que eran los toros, las autoridades pro­ vinciales y municipales no podían sus­ traerse de su presencia, y mucho menos aún de su participación. De este modo, se anunciaba que la primera corrida estaría presidida por el Gobernador Civil de Bizl^aia, quien en compañía de dos con­ cejales y demás autoridades, ocuparían con puntualidad exacta, el palco destina­ do a tal efecto, a la hora señalada en los prospectos.

Aprovechando el tirón de las celebra­ ciones taurinas, las empresas que conta­ ban con salones de bailes, anunciaban que durante los cuatro días que durasen las corridas, habría en sus salones gran­ des bailes por la noche.

La afluencia de forasteros a Bilbao era tal, que no quedaban habitaciones libres

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ESTACIÓN DE FERROCARRIL DE PORTUCALETE PUENTE ARENAL. A L F O N D O A LA IZQUIERDA, EL EDIFICIO DE LA SO C IE D A D BILBAÍNA A N T IC U O PUENTE SAN FRANC ISC O

en esta villa para cobijarlos. Algunos de ellos marcharon a hospedarse a los di­ versos hotelitos que jalonaban el abra bilbaíno en las localidades de Portugalete, Algorta o Las Arenas. El enlace con Bilbao no tenía problemas, puesto que ambas márgenes se veían favorecidas con un activo tráfico de tranvías y ferrocarriles, además de pequeños vaporcitos que re­ corrían la ría.

Las sociedades recreativas también se apuntaron el tanto de organizar bai­ les que amenizasen las jornadas festivas.

De este modo, La Sociedad Bilbaína, ex­ ponente de los círculos más exquisitos de la villa, anunció que el día 24, des­ pués de la función del teatro, tendría lu­ gar en sus salones un elegante baile.

Este evento social había sido organizado por los jóvenes de esta sociedad, en ob­ sequio al betlo sexo y a los muchos fo­ rasteros que se hallaban en Bilbao durante esos días. La comisión organiza­ dora de este baile esperaba que durante el mismo reinase la más completa con­ fianza, por lo que consideraba ocioso su­

plicar a ellos y ellas que prescindiesen por esa vez de ciertas etiquetas que tal mal se avenían con el carácter y el objeto de la diversión.

Efectivamente, a la hora indicada por sus organizadores, se abrieron los salones del Casino de la citada Sociedad, lujosa­ mente adornados, viéndose al poco tiempo honrados por una escogidísima concurrencia. Llamaba preferentemente la atención de todos, la sin rival belleza, elegancia y amabilidad demostradas una vez más en esta ocasión por el bello sexo allí presente. A la una de la madrugada, había 86 parejas disfrutando de los acor­ des de la orquesta, poco tiempo después, las señoras fueron obsequiadas con deli­ cados refrescos y, más tarde, con una es­ pléndida cena, convenientemente dispuesta al efecto. A las cinco, todavía no había comenzado el cotillón, de lo que se deduce que el baile no terminó hasta pasadas las seis, hora en la que los participantes de este evento se retiraron a sus respectivos hogares. Los deseos de que se repitiesen este tipo de acontecí-

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mientos estaban en los ánimos de todos, si bien, el reportero que cubrió esta noti­ cia indicaba que debían de democratizar­ los un tanto, a fin de hacerlos compatibles con la frecuencia con que debían de te­ ner lugar en una población como Bilbao, que contaba con una sociedad tan nu­ merosa y escogida.

En otro orden de cosas, el día 22 tu­ vieron lugar los festejos públicos anun­ ciados. Éstos, estaban compuestos por el regateo a la sirga y por las cucañas hori­ zontal, perpendicular y giratoria, con el consiguiente agrado de los asistentes y participantes. Por la noche, se quemaron vistosos fuegos artificiales, que satisficie-

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SA N T U A RIO DE B E C O N A EN 1903

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ron a los millares de personas que los presenciaron.

Poco a poco se iba acercando el final de las fiestas, y con ello el regreso de los forasteros que se habían acercado hasta Bilbao. Los riojanos fueron los primeros en dejar la villa, después de haber reali­ zado una ligera expedición a Las Arenas para contemplar el imponente espectá­ culo del mar.

Bdiance fincil

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El día 23 tuvo lugar la última corrida de toros y, con ello, se dio cierre al periodo festivo oficial. La lluvia no había hecho acto de presencia, si bien, el día 25 hubo algunos chubascos para contrariedad de los forasteros que aún quedaban en la vi­ lla y, también, de los bilbaínos. El balance que de estas fiestas se hacía no podía ser mejor. Por una parte, había que apuntar un menor número de robos que los que se esperaban. Con excepción de algún que otro reloj sustraído entre las aglo­ meraciones de gentes en los sitios más

concurridos de 1a villa, no sucedió nada que mereciese particular mención. Se atribuía estos buenos resultados al celo que había puesto la policía municipal en su trabajo.

Que las fiestas de Bilbao hubiesen terminado, no quería decir que los bilbaí­ nos se quedasen sin más oportunidades de juerga, justo al contrario. Se avecina­ ban las romerías de las anteiglesias cer­ canas, que jalonaban todo el mes de septiembre. Las de mayor renombre y las que en épocas bonancibles se habían vis­ to siempre más frecuentadas eran las de Burceña y las de Ondiz. Llegaban noticias a Bilbao de los grandes preparativos que estaban teniendo lugar, en particular de las de Ondiz, donde se esperaba para ese año una mayor animación que en años anteriores.

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diversión sin

El devenir de las fiestas de agosto duran­ te 1876, hacía prever que durante 1877

estas celebraciones siguiesen la misma tónica de participación, tanto de propios como de extraños. El periodo festivo daba comienzo para los bilbaínos con un preludio que lo componía las diferentes romerías que se celebraban en las inme­ diaciones de la villa. La primera semana de junio tenían lugar las afamadas rome­ rías de Santa Lucía y de Santa Águeda, con la presencia de un fuerte contingen­ te de vecinos de Bilbao que, de este modo, ya calentaban motores frente a lo que se les aproximaba en la segunda quincena de agosto.

El día 15 de este mes se celebraba tanto en Bilbao, como en otros pueblos de Bizl<aia la festividad de su patrona.

Estas solemnes fiestas, estaban acompa­ ñadas de las correspondientes celebra­ ciones y, por supuesto, los jóvenes bilbaínos no dejaban escapar la oportu­ nidad de participar en ellas. La víspera de este día y el mismo día 15 de mañana, salieron de la capital vizcaína varios ca­ rruajes con destino a Balmaseda, Cernika, Zeanuri y otros pueblos del Señorío re­ pletos de jóvenes deseosos de juerga y

diversión. También, los hubo que cogie­ ron el tren con destino a las fiestas que se celebraban en el municipio alavés de Amurrio.

Mientras tanto, ese mismo día 15 de agosto, una multitud se acercaba hasta el santuario de Begoña, enclavado en las proximidades de Bilbao. Desde la madru­ gada, las escaleras de las Calzadas de Mallona se veían atestadas de gente que se dirigía a este templo, donde a lo largo del día se sucedían las misas. En las cam­ pas próximas y en los chacolíes cercanos, no faltaba la animación propia de las ro­ merías que jalonaban esta celebración. Al día siguiente, si se tenía ganas y el cuer­ po aguantaba, las diversas romerías de San Roque que se celebraban en varias localidades vizcaínas, permitían a los más

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PLAZA DE TO RO S DE VISTA ALEGRE IN A U G U R A D A EN 1882

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animados a seguir con la diversión. Para los que les daba pereza el viaje, podían disfrutar las celebraciones en honor a este santo en Bentabarri y en Artxanda, puntos cercanos a Bilbao.

Al mismo tiempo que los bilbaínos se divertían en estos prolegómenos de las fiestas de la villa, se comenzaban a enga­ lanar sus calles. A lo largo de toda la calle de la Estación, hasta la plaza de toros de Albia, se habían colocado mástiles para adornar con vistosas banderolas y gallar­ detes todo el trayecto, el más concurrido durante los días de los festejos. Otras ca­ lles cercanas también se vieron adorna­ das con motivo de tan magno evento.

Entre los adornos y el innumerable ir y venir de los vecinos y de los forasteros, Bilbao mostraba el primer día de los fes­ tejos, 19 de agosto, un aspecto inusitado.

lleno de bullicio. Más se asemejaban las avenidas y paseos de esta población a las de Londres, París o Madrid, pues tanta era la concurrencia que invadía todas las calles de la villa. Para incrementar esta avalancha, se anunciaba que los días de fiesta, llegaría a Bilbao por la mañana un tren especial procedente de Castejón (Navarra).

Toros, pclotd y teatro El plato fuerte de estas fiestas seguían siendo los toros. Por una parte, se co­ municaba a los aficionados que todos los días de corrida, 19, 20, 21 y 22 de agosto, tendrían lugar sin falta los en­ cierros de los toros a las seis y media de la mañana, seguidos de las pruebas de los caballos. Al mismo tiempo, se pre­ veía tal aglomeración de gentes con motivo de estas corridas, que el Ayuntamiento de Bilbao se vio en la ne­ cesidad de regular el tráfico de los ca­ rruajes que se acercasen hasta la plaza de toros. En un aviso público de la alcal­

día, se especificaba el itinerario al que debían de ajustarse estos vehículos, tan­ to a la ¡da, como a la vuelta. Los agen­ tes de la autoridad serían los encargados de hacer cumplir las indicaciones del consistorio.

Los había también que intentaban hacer el agosto, nunca mejor dicho, con motivo de estas corridas. El estableci­ miento de La Prusiana, sito en la calle de la Libertad, anunciaba por el módico pre­ cio de 4 reales, una merienda para llevar a los toros compuesta por sandviches, o sea. empanadas de fiambres, acompaña­ dos por una botella de buen Rioja.

El día 19 tuvo lugar la primera de las cuatro corridas programadas. Los toros, a cargo de la ganadería de Miura, res­ pondían a los nombres de l-iúmero, Bonito, Algarrobito, Finito, Cisquero y Perdigón. A tenor de tas reseñas de la prensa sobre esta corrida, ésta fue bue­ na: el ganado, voluntarioso, cómo que despachó 18 caballos, dejando además a 8 de ellos heridos; los toreros procura­ ron agradar, distinguiéndose entre ellos Lagartijo; y la presidencia estuvo acer­

tada. Por lo tanto, el público salió satis­ fecho.

Con motivo de estas fiestas también se había anunciado que tendrían lugar en el frontón de La Amistad, dos magníficos partidos de pelota a blé y a mano, uno para el domingo día 19 y otro para el martes día 21, a las diez de la mañana.

Ambos partidos contaron con una nu­ merosa concurrencia, cruzándose impor­ tantes apuestas entre los simpatizantes de los jugadores.

Fueron numerosísimos los forasteros que llegaron el primer día de las fiestas, atraídos por las célebres corridas de Bilbao. Cualquier medio de locomoción era bueno para acercarse hasta esta villa, por mar, por los distintos caminos que en ella convergían, no pudiendo faltar, claro está, el ferrocarriL Se calculaba que el día 19 los dos trenes de la mañana ha­ bían acercado hasta Bilbao a unos 2.600 viajeros, en su mayor parte de la Rioja.

Muchos de estos forasteros, se traslada­ ban nada más llegar a Bilbao en el tran­ vía de Las Arenas a contemplar el espectáculo que ofrecía el mar, y que

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tanta atención llamaba a las gentes pro­ venientes de las provincias castellanas y aragonesas. Mientras tanto, llegaban a Bilbao noticias sobre la inauguración de la nueva plaza de toros de Calahorra, que además coincidía con las ferias de esta población. Aquellos que se podían permi­ tir el lujo de acudir a la ciudad calagurritana, afilaban sus dientes ante la diversión que les esperaba.

El lunes día 20, segundo día de las fiestas, Bilbao estaba ya inmersa en toda la vorágine de celebraciones. Una banda de dulzaineros navarros recorría las calles de la villa, se anunciaba ia re­ presentación en el teatro de dos come­ dias y había baile acompañado de fuegos artificiales en El Gimnasio y en Los Campos Elíseos. Por todas las calles de Bilbao había gente a rebosar. A pesar de ello, no había que reseñar reyertas, a excepción de algún pequeño incidente aliado de Baco.

Ante toda esta aglomeración de gen­ te, había ciertas necesidades que había que cubrir y, para ello, ahí estaba el Establecimiento Balneario de la calle Askao. Como deferencia a la solicitud del público que frecuentaba esta galería des­ pués de la salida de los toros, sus propie­ tarios anunciaron que el citado local permanecería abierto durante todos los días de las funciones taurinas hasta las once de la noche.

Pero no todo podía funcionar a la perfección durante estos días de fiestas, y siempre había algún pequeño contra­ tiempo que salvar. De este modo, era tanta la afluencia de viajeros, particular­ mente forasteros, que requerían una pla­ za en el tranvía de Las Arenas para acercarse hasta las playas, que esta com­ pañía anunciaba el día 22 que le era im­ posible acceder a todas estas demandas, por carecer del material suficiente. Por su parte, (os vecinos del populoso barrio de Atxuri y de otros barrios distantes del centro de la población, se quejaban que durante esos días de fiesta no pasaban

por sus calles, ni música, ni tamborileros, ni dulzaineros.

Otro tipo de protestas se centraban en el abuso de los vendedores de bebi­ das en la plaza de toros. Se decía que al­ gunos de ellos habían cobrado precios tan exorbitantes, que, aún teniendo en cuenta el aumento que podían exigir, no guardaban relación, ni con mucho, con los precios que se cobraban fuera de la plaza. Los había que también alzaban su voz contra la costumbre de correr novi­ llos de cuerda por las calles durante los días festivos. Solicitaban a las autorida­ des municipales e, incluso, al Señorío, la prohibición enérgica de esta costumbre tan salvaje y peligrosa.

Por último, algún que otro redactor de periódico consideraba que no le pare­ cía nada conveniente tanta fiesta, sin que siquiera hubiese un día destinado a una exposición cultural o agrícola, tal y como ocurría en la mayor parte de las poblaciones de alguna importancia.

Las distracciones gratuitas Muchos de los forasteros que se había acercado hasta Bilbao, se quejaban de que durante los días de las corridas, no se hubiesen organizado distracciones gratuitas con las que agasajarles. En efec­ to, estas celebraciones se habían organi­ zado para el día 26, cuando la mayoría de estos forasteros habían tenido que re­ gresar a sus respectivos pueblos. De he­ cho, finalizadas las corridas de toros el día 22, muchos de los forasteros que se habían acercado hasta Bilbao, comenza­ ron a retornar a sus puntos de partida.

Tanto los carruajes, como los trenes par­ tían esos días conduciendo hacia el inte­ rior de la provincia a numerosos viajeros, por lo que la villa, iba tomando su aspec­ to normal, aunque todavía proseguían las fiestas.

Del día 23 al día 26, estaba previsto que los gigantes, enanos y cabezudos re-

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FIGURA DEL E N A N O DE FIESTA, LO Q U E A H O R A SE C O N O C E C O M O GIGANTE Y C A BE ZU D O LAS AREN A S PLAZA CIRCU LAR Y ESTACIÓN DEL NORTE

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corriesen las calles de Bilbao. Como si la naturaleza se aliase con estas celebra­ ciones festivas, la noche del día 23 tuvo lugar un eclipse total de luna. Fueron muchos los curiosos que salieron a observar este fenómeno, que no sería el único que los bilbaínos y los foráneos podrían observar en el cielo, puesto que dentro de los espectáculos públicos que se habían organizado para el día 26, también se contaba con los consiguientes fuegos artificiales. Éstos, tendrían lugar en la isleta de Uribitarte, enfrente de la Salve, del modo como el Ayuntamiento había in­ dicado, con el propósito de evitar inci­ dentes en los almacenes de los muelles cercanos.

Tal y como se había anunciado, el día 26 tuvieron lugar las citadas diver­ siones públicas. Previamente había teni­ do lugar una novillada, que no corrida, de toros. Los novillos, procedentes de la ganadería de Miura, no dieron el juego deseado, aunque el público, con una en­ trada demasiado buena para una novi­ llada, salió bastante satisfecho. Después

de este espectáculo, la multitud se diri­ gió al paseo del Arenal, con el fin de pre­ senciar las peripecias de la cucaña que fue colocada en un buque y, posterior­ mente, el regateo de chanelas. Sobre las ocho de la tarde, se trasladó la concu­ rrencia hasta la alameda del Campo Volantín, a ver los fuegos artificiales. A juicio de los entendidos en la materia, éstos resultaron algo deslucidos como consecuencia de que el lugar donde se quemaron no era el más adecuado, amén de que el presupuesto que desti­ nó el ayuntamiento a este espectáculo era un tanto exiguo.

Fiestds, sí, pero con fwndcimento Con las diversiones públicas, se dio pun­ to final a las fiestas de Bilbao del año 1877, si es que de este modo, en opinión de algunos, se podía llamar al paseo dia­ rio de los gigantes y de los dulzaineros por las calles, y a las corridas de toros que se habían celebrsdo en el coso de Albia. Pasados dos días, la vuelta a la nor­

malidad ya era un hecho, y 1a villa había retomado su aspecto habitual, tranquilo y reposado. Las banderolas, escudos y gallardetes que, durante más de una se­ mana, habían adornado algunas calles y paseos de Bilbao, habían desaparecido. El vecindario, se hallaba ya inmerso en sus actividades habituales. A trabajar pues, que el trabajo regenera la sociedad y en­ noblece al tiombre, clamaban algunos columnistas bilbaínos.

Era también el momento de hacer cuentas de estas fiestas recién termina­ das. Se calculaba que se habían acercado hasta Bilbao unos diez mil forasteros du­ rante los cuatro días de corridas. Los tre­ nes directos de la línea delúdela a Bilbao habían transportado en torno a 3.900, además, de los más de 3.000 que habían utilizado los trenes de placer, en combi­ nación con la línea del Norte. A estos 7.000 forasteros había que añadir las gentes que habían venido de la misma Bizkaia, cerca de otras 3.000, con lo que el cómputo global de foráneos ascendió durante los primeros días de las fiestas a unos 10.000, que se sumaban a los 30.000 habitantes de Bilbao.

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Tanto forastero tenía su traducción también en cifras económicas. Sin duda alguna, las fiestas de Bilbao se habían convertido en un lucrativo negocio del que nadie quería mantenerse al margen.

El primero fue el Ayuntamiento de Bilbao, que a pesar de acordar un proyecto de exposición, fiestas y ferias para la segun­ da quincena de agosto del año siguiente, lo suspendió sin dar ningún tipo de expli­ cación. El comercio de la villa y otros in­ teresados en que las Fiestas de Bilbao tuviesen la atracción necesaria para los foráneos, alzaron sus voces incitando también a la ciudadanía. En efecto, desde la apertura de las líneas férreas, Bilbao había perdido el monopolio que tenía en la provincia con respecto al comercio al por mayor, quedando estas actividades comerciales reducidas básicamente a un comercio de gotera, es decir, al por me­ nor.

Vistas las cifras de negocio que se movieron durante las fiestas de agosto, se pensó potenciar estas celebraciones.

De este modo, se quería hacer de estos festejos, los primeros de su clase.

Terrenos donde instalar una bonita feria

no faltaban, para eso estaba el Campo Volantín. También se contaba con la base necesaria para organizar y actualizar las cabalgatas, torneos y cucañas, siempre que el ayuntamiento aportase su ayuda.

Por lo tanto, se podrían celebrar unas fiestas distintas y lucidas, tal y como se merecía que se hiciesen en una pobla­ ción de la categoría de Bilbao. Era nece­ sario hacer que esta villa volviese a ocupar el lugar que le correspondía en este tipo de certámenes y manifestacio­ nes. Bueno sería para el comerciante, fondista, cafetero o todo aquel que ejer­ ciese una industria vinculada con este ramo, que esto fuese un hecho. Para ello, se hacía también necesario el concurso del pueblo de Bilbao, alentarle para que despertarse del letargo en que parecía sumido. Y se puede dar buena fe que es­ tas expectativas se cumplieron, además con creces, llegando a ser las Fiestas de Bilbao un punto de referencia ineludible para todos los amantes de este tipo de celebraciones.

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1 J i haya es un árbol que puede I alcanzar una notable altura, de B ^ hasta 30 ó 40 metros si se le deja crecer recto. La corteza es lisa y de color grisáceo, y las hojas presentan en la primavera una ligera pelusa, sobre todo en los bordes, y tienen forma oval con una ligera punta. Como todos los ár­ boles de la familia de las fagáceas, pre­ senta flores tanto femeninas como masculinas en el mismo ejemplar. Sin embargo, muchos años no salen las flo­ res masculinas y, si salen tas femeninas, éstas nacen estériles, es decir, sin fruto.

Así, pues, sólo puede fructificar cada cier­ to tiempo, no todos los años, dependien­ do esto de múltiples factores. Un fruto que, por otra parte, es muy característi­ co, ya que tiene forma de triangulo, con tres lados, en cuyo interior se encuentra la semilla.

[Uso alimentario humano] Son diversas las posibilidades alimenti­ cias del haya según la época en la que nos encontremos. En primavera, la "cultu­ ra pirenaica", situada en el pirineo nava­ rro oriental, hacía consumo de hojas de haya como entretenimiento, llegando en muchos casos a comerse una cantidad importante. Esta práctica es la primera cita de este tipo que se recoge tanto en Euskal Herria como en el estado español, a pesar de los indicios que apuntan hacia un origen ancestral del consumo, basado en una especie de "coca” vasca que, anti­ guamente, debía de tener la finalidad de aprovechar ciertos alcaloides, ligeramen­ te alucinógenos, que poseen las hojas jó­ venes de haya. Por tanto, estamos ante una práctica que, aparte de las toxinas que llevan las hojas, también aporta mu­ chas vitaminas y proteínas.

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Otro uso alimentario -sin duda, el más conocido- ha sido el que tenía por objeto al fruto del haya. Su difusión ha llegado a todas tas culturas etnobotánicas del área vasca, a excepción de la ri­ bereña o “cultura de la Ribera" por razones obvias, ya que en toda la franja sur de Navarra no existe el haya de ma­ nera natural. Así, en la “cultura del té de roca", aparte de comerse los hayucos en crudo, como si fueran pipas, se han utili­ zado también asados en una sartén al fuego de una hoguera. Contiene este fru-

cultura de Izkiz CUttuTd del roble Cuìhira Piberena Cultura Rrenatca Cultura Verbenera cultura del té de roca Cultura de Valdegobia

[Uso alimentario animal] También se ha utilizado el hayuco para alimento en las montaneras de los cer­ dos y otros animales, aunque no se ha recogido expresamente para llevarlo a casa y alimentarlos en las cuadras.

[Uso para combustible]

to, igualmente, ciertas sustancias nocivas que suelen quedarse en la cápsula seca que lo envuelve. Por tanto, pueden con­ sumirse sin riesgo, siempre que las dosis no sean demasiado grandes. Para el or­ ganismo suponen un aporte de proteí­ nas, glúcidos y minerales importante, pero es eí aceite -a l igual que en el resto de frutos secos- el principal elemento con el que contribuyen, quizá por ello que numerosos pueblos de la antigua Europa hayan mantenido en su dieta este tipo de prácticas alimentarias.

La madera de haya ha sido utilizada en la mayor parte de las culturas etnobotanicas como madera para calentar los hogares de las casas. De hecho, en los pueblos de la zona del parque natural de Izki (Álava), donde tienen todo tipo de quercus y haya, está considerada como la tercera mejor madera para quemar en chimenea.

Otro uso muy común ha sido para ha­ cer carbón vegetal, normalmente median­ te carboneras cónicas al estilo txondorra, tanto en la "cultura de Izki’’ como en las de la "verbena", "roble" y "té de roca".

[Uso para abono] En la "cultura de la verbena" se han reco­ gido hojas secas de haya para las camas de los animales domésticos, y una vez utilizadas, poder hacer abono con ellas.

No obstante, los agricultores y ganaderos de esta amplia zona preferían segar el helecho para llevar a cabo el mismo come-

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En consecuencia, desde hace 5.0004 .0 0 0 años ios hayedos ya formaban masas importantes en algunas zonas de Euskal Herna que les eran propicias.

No parece que con anterioridad esta co­ munidad formara grandes extensiones boscosas, pero no debió estar ausente por completo del paisaie vegetal.

Los recientes datos estudiados en yaci­ mientos arqueológicos vascos indican que la expansión holocena de los haye­ dos arranca en algunas zonas desde al menos hace 80 0 0 años, antes de que la agricultura tuviera ningún impacto en nuestro entorno. El desarrollo de los ha­ yedos a gran escala sí se asocia en toda Europa occidental con la expansión de

las sociedades campesinas calcoliticas y de Id Edad del Bronce. Es posible que las aperturas naturales y fundamental­ mente humanas que se realizaron en los bosques del piso montano durante el Neolítico y el Calcolitico, fadlitaran la extensión de los hayedos allí donde las circunstancias les eran favorables. En concreto, la intensificación del uso de los montes en zonas por encima de los 60 0 metros es algo que en la vertiente atlántica del País Vasco queda reflelado por el fenómeno megalítico. La expansión de los hayedos pudo verse favorecida al menos por otros dos factores que todavía no conocemos bien: un empeoramiento dimático y el

descenso de la presión humana sobre los pisos montanos en algún momen­ to, quizá durante la Edad del Bronce.

Si por algún motivo se hubiera dado un descenso demográfico o un cambio en las estrategias de explotación del medio, el impacto humano se habría reduddo sobre determinadas zonas de montaña, lo cual favorecería la colo­ nización del haya sobre esos terrenos propicios previamente deforestados.

Es razonable pensar que los prime­ ros agricultores europeos abrieran claros en los bosques de robles, hasta entonces cerrados, con el fin de establecer poblados, campos de cultivo y pastos. Tras el abandono de

estos terrenos para explotar otros, comenzaría la sucesión secundaria del bosque: primero se establecerían especies pioneras como el abedul y a continuación los bosques de roble y de haya, ésta última favoredda por diversos animales como las aves, pnncipales agentes propagadores del haya a larga distancia. Esta hipótesis ha sido discutida por quienes opinan que la extensión del haya es un fenómeno natural que habría ocunido igual sin la intervención humana, tal y como suce­ dió en el último período intergiadar LYDIA ZAPATA I Prehistoriadora y arqueobotánica (UPV/EHU) I

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tido. Nada comparable, pues, al uso que de las hojas secas de haya se ha hecho en el ámbito de la "cultura pirenaica", donde para las camas del ganado se han utiliza­ do, casi exclusivamente, las hojas caídas de los árboles en el bosque, que se reco­ gían y almacenaban para tal fin.

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[Uso para la fabricación de productos químicos] En la fábrica de Ereñozu (Hernani), era la madera de haya la más apreciada para sacar vinagre del humo procedente de su combustión. También se sacaba un tipo de alquitrán muy apreciado como anti­ séptico, para utilizarlo como conservante de la madera en general.

[Uso recreativo y de esparcimiento] Este uso se está dando cada vez más en la actualidad, debido a las modernas ne­ cesidades de la población urbana en su tiempo de ocio de acudir a lugares de es­ parcimiento, ubicados sobre todo en zo­ nas naturales y de bosque. Así, muchos hayedos están siendo utilizados para pa­ sear, recolectar hongos y setas, e incluso meditar y observar, haciendo un uso te­ rapéutico del árbol, como el ser vivo que es y que nos ofrece su cobijo, su fuerza, su energía positiva y hasta su magia.

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[Uso ecológico] Este uso es muy antiguo, pero, en el mo­ mento actual, cada vez se le da más im­ portancia, debido a que los bosques de hayas mantienen una humedad ambien­ tal mayor que otras especies, además de retener las lluvias torrenciales y crear un suelo fértil, con mucho humus, muy ade­ cuado para el crecimiento de numerosas especies micológicas y acomodo de pe­ queños mamíferos vertebrados, donde buscan el alimento diario.

r « lí .í: i§ tr ó/ rí sí DANIEL PEREZ ALTAMIRA Miem bro de! Opto, de Etnobotànica de la Sociedai) da Ciencias Aranzadi

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! Iliupteri^el monje ^ lílM'^de religiosos ‘ j>uebla^rijto.s cientos de '^^or^^tenos Úuíistás repartidos el arco déííps Himalayas,verdaderos centros espirituales l ^ - d e cultura como éste de ^Yourustse, situado.a 3800 letros^ e altitudr.Su líder actual e s '^ ialái-lama.éxiliado en la'ciudad > *^hii^di]i de Dharamsaláftras la ^ f ocupación militar del Tibet p o t y g el ejército rojo de China. Contra'^^ ello, esta religión -fundada ' ' ' ‘ en el noreste de la India a raíz de las enseñanzas y doctrinas impartidas por Siddhartha Gautama (Buda) hace más de ^ 2.500 años- no tiene más armas que el amor y la paz, un mensaje que pretenden hacer valer a través de su actitud ante la vida.

Foto enviada po r Jo n A spuru (Am urrio) y Ju a n i Jim énez (Menao

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Si observamos los nombres eusquéricos usados en los últimos tiempos en Euskal Herria, año tras año veremos cómo A itory Amaia aparecen de forma recurrente entre los diez más comunes. Tanto es así que incluso han superado nuestras fronteras y se usan cada vez más ftiera de ellas. Remitidos a los datos totales de usos de nombres en el reino, veremos que A ltor es el número 95.

Si organizamos los resultados por décadas, observaremos además que en los años 90 era el 48 más usado. Hoy en día, cosas del fiitbol, ha sido sustituido por Iker.

Leyenda de Aitor A G U S T IN X A H O

Llegó A itor del Este con sus siete hijos, a las montañas de b s Pirineos (Auñamendi).

Y contempló las tierras que se extendían a su alrededor: el fértil valle del Ebro al Sun inmensas llanuras al Norte, frondosos bosques e intrincados valles al Oeste, y tras elbs, el mar.

Y los hijos de A itor se establecieron en ellas formando así las siete tribus originales.

Curiosamente, pese a tener una aceptación tan grande Aitor, Amaia y Asier son tres nombres relativamente recientes, ya que surgieron en el siglo XIX de la mano de dos literatos, aunque en realidad su difusión se deba a una sola persona: el escritor deViana, Navarro Villoslada.

El nombre Aitor es una creación de Agustín Xaho, insigne zuberotarra nacido en Atharratze en 1810 y muerto en Baiona en 1858, autor, entre otros libros de Viaje a Navarra durante ¡a insurrección de los vascos, en el que relata su viaje por Navarra durante la primera Guerra Carlista que para él era claramente una guerra de liberación nacional de los vascos. El citado escritor, publicó en 1845 en el periódico L'Ariei de Baiona, del que era edi­ tor, la leyenda de Aitor que rápidamente se tradujo al castellano. Xaho fue un personaje peculiar, feroz amante del país, y precursor del nacionalismo vasco y republicano, lo que lo costó el exilio. Es autor de numerosos libros, en euskera y francés sobre temas diversos, fundamentalmente el euskera y Euskat Herria, siendo el más famoso Azti-Begia. En sus escritos, donde usó la expresión Zazpirakbat, defendió la necesidad de que Euskal Herria fuese

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independiente y por ello realizó una llamada a los vascos de Hegoalde para sublevarse contra el Gobierno de España y lograr la independencia. Suyos son los clamados gritos Biba Independenzia! Biba Errepublika! Biba Eskual Herria! Otra muestra más de su carácter contestatario es el hecho de que se trate de la primera persona enterrada fuera del cementerio cristiano, a petición propia, en Iparralde.

El nombre Aitor lo sacó de la expresión propia de Zuberoa Aitonen semea que significa 'noble'. Es un compuesto de aita onensemea, literalmente 'hijo de buenos padres'. Xaho, tomando la variante óiaiectai Aitoren semea tradujo 'Hijo de Aitor'. De aquí creó la referida leyenda.

Pero si bien la autoría de dicho nombre se la debemos a Xaho, su difu­ sión y popularidad se la debemos al escritor Navarro Villoslada y a su libro Amaya o los vascos en el siglo VIII (1877). En dicha obra, Aitor es el patriarca de los vascos, venido desde Armenia. En la época en la que ambientó la novela hay tres hermanas, descendientes directas de Aitor y que son Lorea, Amagóla y Usua. La hija de Lorea, Amaia, es la depositaría de un conoci­ miento fundamental: el lugar donde se encuentra el tesoro óe Aitor.

Los nombres que eligió el autor no fueron casuales, forman parte de la misma narración. A lo largo del libro se repetirá en diversas ocasiones el lema en vascuence Amaia da hasiera, que literalmente significa ‘el fin es el principio', y parece profetizar que Amaia marca el fin de una época -la del paganismo- y el comienzo de otra mejor, de la mano del reinado de los vascos y el advenimiento de la cristiandad, la verdadera religión. Amagóla sería un compuesto de ama 'madre' y gol 'superior'. Los otros dos nombres, sin embargo, contaban ya con cierta tradición en euskera; Lorea es, claro está, ‘la flor' y Usua un derivado de usoa, 'paloma'.

Pero con esta novela aparece también otro nombre hoy muy común, Asier, el contrapunto de Amala, ya que su nombre proviene de hasiera 'co­ mienzo'. Realmente Asier no es un nombre, sino el apodo que porta “el malo" del libro, llamado Eudon. duque de Cantabria, y que pretende ser el rey de los vascos, para lo cual persigue el tesoro de Aitor, usando de toda clase de artimañas, judío camuflado, aspira como fin último a emancipar a los judíos de la Península, y convertirse en soberano de un nuevo reino de IsraeL Con la elección de ese nombre se convirtió en el hijo adoptivo de Amagoia y aprovechó para urdir todo tipo de maldades. Al final del libro, a las puertas de la muerte se vuelve consciente de su error y se convierte al cristianismo tras contar la verdad a Teodosio.

Amaia, la descendiente de Aitor, termina desposándose con el rey Gar­ cía Jiménez y con el que tiene a Eneko Arista, el primer rey de Pamplona, y único personaje histórico de dicha novela.

Aunque hoy en día la prosa de Villoslada puede resultar un tanto re­ cargada, la historia es entretenida y por esa razón en su época esta novela tuvo un gran éxito. Prueba de ello es que los nombres de los personajes que aparecen en ella -Amaia, Amagoia. Lorea, Aitor, Asier y Usua- se han con­ vertido en nombres muy comunes. Pero su camino tampoco fue sencillo ya que, al ser nombres vascos, también sufrieron las garras de la censura fran­ quista. Aitor, usado ya antes de la Guerra Civil, fue suprimido, ya que parece ser que era un nombre claramente separatista y opuesto al "nuevo orden".

Amala en la mayoría de los casos fue proscrito, en ocasiones sustituido

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por Maria aunque, también en otros ca­ sos se zafó del control del régimen, eso sí, castellanizado como Amaya. En algún otro caso dicho nombre fue incluso tra­ ducido. obligando a algunas muchachas a X ^ V llamarse oficialmente Firi.

Pero la persecución contra la lengua vasca parece no tener fin ni siquiera en la actualidad. Así. paradójicamente, en los últimos años ha surgido una pequeña discusión sobre el origen de este nombre.

Como es conocido, en el norte de Burgos existe sobre una gran peña una fortifica­ ción de época romana que lleva este nombre y que fue importante en las guerras cántabras. Usando este dato ha habido personas que han intentado defender que Amala es un nombre cántabro y no eusquérico, obviando su uso e historia. El propio Villoslada nos aclara este dilema en su libro donde dice: “Amaya. nombre peregrino, que para los godos es el de una ciudad, y para los vascos significa el fin" H IK EL GDRROTXATEGI NIETQ Secretaria de la Comtsíún de Onom ástica de Euskaitzaindia

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Junio/Ekaina: 17 Julio/Uztaila; 1 - 1 5 - 2 9 Agosto/Abuztua; 12 - 26

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10.00 h. en la iglesia.

• URBINA: Iglesia

.30 h. en la iglesia d e Urbina.

• ERMITA DE SA N PEDRO DE G O ROSnZA (ACOSTA-ZESTAFE)

12:15 tí. ermita d e Sen Pedro de Gofostiza.

• MANURGA: Iglesia y Casas-Paisdo 13:15 h. iglesia de Manurga.

• ZURBANO: Elltt tta Jiu n giak.

10:00etan elizan.

• UfiBINA: Eliza 11:30etan Urbinako elizan • SAN PEDfíO DE GOfíOSTlZAKO BASEUZA lACOSTA-ZESTAFE) 12: ISetan San Pedro d e Gorostitzako t)BseiiZBn. • MANURGA: Ellza eta Jaurttxeik 13:15etan Manurgako elizan

• SANTUARIO DE N* Sra. DE ORO 10:00 h. en e l Santuario de Oro. • MURGIA: talado Bea-Murgia V Museo de la Miel n;í5 íi. en la plaza de Murgia.

• SARRIA; Molino y Calero

12:45 h .en la iglesia de Sarria.

• OfíOKOAMA BtfíJINAfíEN SANTUTEGtA 10:00etan OROko santutegian.

• MURGIA: Baa-Murgia Jmiregia Ezti Mu$éoa II ISetan Murgiako piezan.

• SARRIA: Em ta eta Kartgiha I2:45etan Sarnako elizan.

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■ GUJUU: Iglesia, Molino V Cascada r0:00 h. en la iglesia de Gujuli.

• IZARRA; Museo Etnográfico 'trubidaur’ y Conjunto Edificado

11:30h. en e l Museo Etnográfico (Casa Dofia LoteA ¡zana.

• ABEZIA 13:00 h. en la iglesia.

• GOlURI: Ellza, E m tt eta U^jauzia lO.OOetan Goiunko ehzan.

• IZARRA: Itubidaur' Museo Etnografíkoa eta Eraikuntzak II.SOetanMuseoan iDoña Lola etxeal, Izarra.

• ABEZIA 13:00etan elizan.

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• LEGUTIANO: Casco Histórico

10:00 h. en la plaza de Legutiano.

• OLAETA: Iglesia, Plantación de aréndanosy Granja de Ciervos

ll.OOti. enlaiglesia.

• I8ARRA OE A RAM AIO y BARRIO DE AZKOAGA: Casco Histórico y Ermita de Sastiña.

12:30 h. en la ermita de Sastiña (frente alAyuntamientol.

• LEGUTIANO: Hirigune Historikoa

lO.OOetan Legutianoko plazan.

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ifB Orein Basarria ll.OOetanelizan.

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SIERRAS DE URBASA. ANDIA, LOKIZ Y CODÉS

ETNOGRAFÍA DEL ENCLAVE DE TREVIÑO. II

AUTOR «

« Antxon Agirre. Isidro Sáenz de Urturi, Luis S. Caramendi, José A. González y Juan J. Caldos._______ EDITA « Eusko Ikaskuntza / 286 págs.

Rufo Canuza y Alicia Sanz de Acedo EDITA « El Senderlsta / 237 págs. / 14.95 €

Era éste un libro soñado por Rufo, primero porque atañe a una amplia zona de montaña un tanto descono­ cida e inusual para el montañero, y segundo, porque es la que ha tenido siempre a la puerta de su casa, en Lizarra-Estella. El resultado no podía ser mejor para tratar­ se de un libro de bolsillo: 30 rutas, mapas detallados a color, fotografías de los paisajes, amplia información sobre el medio físico, la vegetación, la fauna y la flora, así como algunos rasgos culturales e históricos de los )ueblos comprendidos en el territorio al que lace referencia el presente trabajo.

Siguiendo a sus autores: "Una apasionan­ te mezcla de deliciosa riqueza natural e interesantísima huella humana que cauti­ vará profundamente al viajero en las cuatro estaciones".

AUTOR

Si en otra revista >asada alabábamos a calidad de la primera parte del estudio etnográ­ fico deTrebiño, la presentación de la segunda nos obliga hacia la alabanza de nuevo. Con una impecable pre­ sentación, en este volumen se repasan los aspectos etnográficos referentes a la casa, familia, alimentación, indumentaria, juegos, medicina popular, ganadería o veterinaria popular. No cabe duda de que el territorio estudiado, por su aislamiento y no industria­ lización. ha sabido mantener como pocos el acervo de la cultura popular. Si a ello le añadimos la trayectoria intelectual de los di­ ferentes autores que han tomado parte en la investigación y redacción de la presente obra, hace que nos encontremos ante una obra insalvable para todos aquellos que quieran profundizar en la cultura popular local.

LA CRfA TRADICIONAL DE LAS ABEJAS EN EL OCCIDENTE DE BIZKAIA. Valle de Karrantza y Villa de Lanestosa EDITA ««Aytos.

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de Karrantza y Lanestosa / CD interactivo en euskera y castellano

El presente trabajo se nos muestra en formato digital, con un cuidado diseño y una equilibrada composición de textos y foto­ grafías. además de mapas, dibujos y sonido, sin resultar recargado ni falto de contenido. De hecho, el autor de los textos es Miguel Sabino Díaz, un etnógrafo asentado en Karrantza y con numerosos trabajos de investigación en su haber.

El CD hace un recorrido por la historia de la apicultura, los produc­ tos que se extraen de una colmena, el cuidado de las mismas, las abejas, el apicultor y los animales dañinos, todo ello enmarcado en la importancia que en otro tiempo tuvo la cría tradicional de las abejas en la economía rural de estos valles del occidente vizcaíno.

LA GUERRA CIVIL EN EUZKADI Manuel de Irujo Kirikiño Argitaldaria / 267 págs.

C O LECCIÓ N « Testimonios Larrazabal

AUTOR« EDITA «

No cabe duda que el relato que sobre la Guerra Civil en Euskadi pudo aportar un testigo de primer como lo fue r Manuel irujo (1891I 1981) es de un gran \ valor documental.

— \ En la presente obra se recogen las visio­ nes del celebérrimo nacionalista recogidos en veintidós interesantes capítulos, todos referentes a varios aspectos de la Guerra Civil y sus preliminares, a los que se añaden unas oportunas colaboraciones de destaca­ dos políticos y, lo más interesante, un índice de las personas citadas en la obra. También es de agradecer el esfuerzo editorial por la adecuación a la grafía actual de topónimos, nombres, etc. que el autor recogió en una grafía aceptable para la época pero no para ta actualidad.

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TOPONIMIA HISTÓRICA E INVENTARIO ARQUITECTÓNICO DE SALVATIERRA - AGURAIN (1256-2006) AUTOR «

Kepa Ruiz de Egino / 261 págs.

No es el primer tra­ bajo de Kepa Ruiz de Egino pero sí quizá el más interesante para los historiadores. Con la disculpa perfecta de la celebración del 750 aniversario del Fuero de la villa de Agurain, se presenta _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a T a luz este curioso libro en el que se recogen los topónimos del municipio de Agu­ rain, con sus pueblos de Alangua, Arrízala, Egileor, Opakua y Udala incluidos, así como las referencias a las sierras de Entzia e Iturrieta.

Los topónimos se presentan desde una pers­ pectiva histórica y, además, muy humaniza­ da. Así, las explicaciones añadidas hacen que su lectura sea en la mayoría de las ocasiones, una delicia. La pasión que se intuye hace que este libro, sin especiales pretensiones editoriales, sea una obra de gran interés para los estudiosos y público en general. 'roponimia hiBtón(3 t Iiioinuno MrouitrrtoDKO

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EL FURTIVISMO EN LA MONTAÑA ALAVESA. Algo más que picaros o burladores Jesús Prieto Mendaza « Diputación Feral de Álava / 91 págs. / 6 €

AUTOR« EDITA

Nos encontramos aquí con un autor vivamente enamorado de la tierra objeto de su trabajo: la Montaña Alavesa, a la que le atan fuertes lazos familiares. A esa pasión y conocimiento del terreno hay que añadir, además, su formación de antropólogo, todo lo cual le ha llevado a abordar un tema, en cierto modo, tabú, dentro de la ensayística y los trabajos de investigación sobre el ser humano en su vertiente más dura y desnuda: la subsistencia como objetivo de vida.

Jesús Prieto aborda un furtivismo de subsistencia que nada tiene que ver con el actual, más de ocio y entretenimiento que de necesidad.

Para ello, ha escudriñado en los recuerdos de las gentes que. en torno a Santa Cruz de Campezo. conocieron tiempos de penuria. Tiempos de miseria que les obligaron a echarse al monte para recolectar lo prohibido: animales de sus bosques, peces de sus ríos y carbón de sus maderas, sin olvidar las setas y otros frutos de temporada. Una práctica que llegó hasta la dé­ cada de los sesenta, momento en que la emigración masiva a ios centros industriales cercanos dejó desierta de gentes a la Montaña Alavesa. Un pequeño libro con un gran contenido.

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REVISTAS

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LIBROS

RECIBIDOS

EXPOSICIÓN CANCILLER AYALA Servicío de Museos de la Diputación Foral de Álava Diputación Foral de Álava / 470 págs. / 30 €

COORDINACIÓN« EDITA«

(Canciller

El proyecto expositivo denominado "Canciller Ayala" ocupa un lugar destacado entre todas las actividades a realizar en el presente año 2007 con motivo del VI Centenario de la muerte del que fuera Canciller Mayor de Castilla, D. Pero López de Ayala.

Sin auda, la máxima divulgación de su figura ha sido el princi­ pal objetivo del evento, encuadrada en el ámbito del contexto histórico, artístico y literario del siglo XIV en el que le tocó vivir.

El voluminoso tomo que se nos presenta, además de contener una detallada descripción artística y comentario histórico de cada una de las piezas de la exposición, incluye unos interesan­ tes capítulos sobre el lugar de Quejana, en la Tierra de Ayala, en los que se repasa su ubicación geográfica, el conjunto monu­ mental con su panteón y sus obras de arte, y el siglo XIV en el ámbito artístico de una Europa convulsa.

Sin duda, un gran libro, sobresaliente en su factura y contenido, y económico.

LEYENDAS Y TRADICIONES DE RIBERA ALTA AUTOR «

Carlos Ortiz de Zárate.

EDITA « Ayuntamiento de Ribera Alta y Asociación Cultural Mendi Artean / 473 págs. / 15 € CONTACTO« aralta.asesor@ayto.alava.net /Tfno.: 639 284 278 ^

Sorprende sin duda la capacidad de trabajo del colaborador habitual de nuestra revista, el sacerdote Carlos Ortiz de Zarate. En esta ocasión el privilegiado ha sido el municipio alavés de Rivera Alta. En un libro de gran paginación, llaman la atención el cuidado diseño y la continua aparición de excelentes fotografías en color o dibujos con los que se ilustran las explicaciones. Pero, a pesar de la belleza estética final, lo interesante está entre sus líneas, en las que el autor, a modo de notario, ha recogido cientos de leyendas, curiosidades y tradiciones del municipio.

Ermitas, fábulas, animales, referentes históricos o cualquier otro tipo de aspecto cultural que se nos pueda pasar por la imagina­ ción queda perfectamente recogido en los breves pero precisos apuntes que conforman el trabajo.

Siempre atento a las conversaciones de los mayores a los que tantas veces acompaña, Carlos oye y escucha paciente, esperándo cuándo se debe tirar del hilo conductor que nos rescate de la práctica desaparición cualquier extremo que haga las delicias de los lectores.

Se completa el trabajo con un Interesante anexo en el que se recogen, transcritos, los docu­ mentos históricos que se han estimado de interés para os lectores. Felicidades por tanto al autor y colaboradores, esperando sirva de modelo y revulsivo para acometer otros trabajos de esta índole y que tanto se echan de menos en el panorama cultural.

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www.aunia.org -suscripción _ 4 números 1

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H errialdea / P ro v in c ia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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AHITUTA

AHiTljTA^

AGOTADA

AGOTADA!

piedras que h¿bl*n

Estelas; la s piedras que hablan

E l retom o del lobo

Rappel en el Salto del Neivión i La cueva de Maríazulo I Castañas y enceras I Perderika Belaustegigoitia I Urduña: la ciudad y la merrioria

La meteorología en d Alto Nervión

La sierra de An-ola I La torre de Maríaka I Santxotena I La Petronila I Robert Laxait I EIrobledeAtxondo I Santa María del Yermo

I El bacalao I Los barrios de Orozko I El empedrado de St® Tomás deZeberio I Ara de Cordeliz

La ciudad romana de Iruña-Veleia

AHITUTA AGOTADA

Cumbres del A lto Nervión Geología de Corbeia I Minas de Baranbio i Madres Agustinas deArtziniega I Arqueolo^a medieval enLendoño I La gota Fría i La patata

HtsasyJuntas;luprK traiciónalesdetwiión

Bolatolcl: el juego de los bolos

Centenario del monumento del Txarlazo \ José Paulo Ulibarri I Avestruces I ContamínKión lumínica i Menhires en Corbeia I El pintor Joaquín Barbara

Etnografía de ias raquetas <le nieve t Cuevas artificiales en Alava I GraPTrti romanos en Sálvada I El curandero de Katuxa i La torre deArtziniega

AllTUfA rf’.-AtoTAÉA

Loberas:vestigios de una ludia milenaria Pico del Fraile y Naranjo de Bulnes I Neandertales en Axior I El chocolate I Cofradía de San Roque de Laudio I El castillo de Orduña

Etimologfai-losnombresenversiónorigliMl Jesús de Cández i Batalla ronwia enKuartango I LosEnazti I Barrenadores I Ferrerìa de Ei Pobal I Trashumancla enla TierradeAyala I El bonito

Tierra de Ayala:paso lucia Compostda LajuderíadeVitoria I Nombres de pila I Elbam'odeAldama i Aralarla mta de los gentiles i los puentes de Bilbw i Intxaur-saltsa

El santuario rupestre de Arenaza Brujasy lamias en Laudio I Túnel de SanAdríán I Historia del lince en Corbeia I Arbitrios y fielatos I LacercadeVillaño i Los caracoles

V ik in g o s e n E u s k a l H e rria El árbol Malato I Hospital de San Antón I Las murallas de Orduña I LaPistiade Domaikia i Anboto, ruta por Atxondo I PasteleríasyconfíterfasenBilbao

T ram p a s d e caza Ayala:Alta Edad Media I Cansstatxu, pa^porCort>eia i SapdelosArbide I Ferreria de Torreianda í Pastor centenario I Casasdesidra i Carrafa de Orozko

Ritos funerarios «n Euskal Herria Ermitasjuraderas I Elbatneariode Orduña en el XIX I Corbeia, el medio subterráneo i Minas en Arditurri i A iab Harria i El hongo tmfa

La teja, u so s tradicionales Laudio, tiadición tejera i losTxistus Cancedo i ElBadády I Murales en Muiueta 1 El puente Bizkaia i Agotes i El jamón i Enieko, Iñigo, Ignazio eta li^ki

La lK>ina y los vascos la Encartada, una fibrka-museo i Sanjuan y Santa Eulalia I Hacer lacolada I ¡Agua val i Armas vascas para un Imperio I Kotazar eta Injkutzeta i Petrus, 1 ^ , Betiri, Kepa

E x p l^ ió n y transformación dd monte Simón Wnitbum, tumba de minero i Centinelas de Tc^oAo i Cmz de Castillo i La metereoloefa tradicional i El jaspe del Valle de llodio i MirenyMaría

Pipas tradicionales de arcilla La vieja del monte i Un cuadro de José Arrue recuperado i Dragones y serpientes i La cueva de Baitzola i La bellota, alimento de humianos i Mendaur

El Fuego Nuevo en la cultura vasca las vírgenes de laAntigua I laestaóón ferroviaria de Uodio i El poder <lela escritura I Ruta megaittica por Etxkar I Me^ismo didáctico i l^torresdeNandaresdelaOca

También puedes leer AVNIA en las bibliotecas de: Agurain (AR] A m u rrio (ARÌ Aram aio (A R ) Arantzazu (Bl) Arraia-M aeztu (AR) Artziniega (AR) Asparrena (A R ) A strabudua (Bl) Azkoitia (Gi) Azpeitia IC I] Barakaldo (Bl) Basauri (Bl) Bastida (AR) Berm eo (Bl) Bilbo-Aldundia (Bl) Bilbo-Begoña (Bl) Bilbo-Bidebarrieta (Bl) Billar (AR) Don ostia-K o ldo f^itxelena (Cl) D on ostia *U da l Patronatua (GI) Dulantzi (AR) Elgoibar (GI) Elorrio(BI) Ettziego(AR) E ran dio(BI) Errentería (GI) Eskoriatza (C l) Foru Artxibategia A R ) Gasteiz-EIHU/UPV (AR) G asteiz-SarKho el Sabio (AR Gaubea G a u b e a(A orliz(BI) (A R ) G orliz (Bl) Guardia (AR) Cuerees (Bl) H em ani (GI Hondarríbia (C l) Injña O k a (AR) lurreta (61 Kanpezu (AR Karrantza (Bl) Lantaron A R ) Lantziego (A R ) Laudio (AR) Legutiano (AR) Leioa (Bl) Leza (AR) Lezo GI) M oreta ' M ungia (Bl) M u skiz (Bl O io n (AR) O k o n d o (AR) O ndarroa (81) O ñ a ti (GI) Ordizia (GI) Puentelarra (AR) Santurtzi (Bl) Sodupe (Bl) Urduliz (Bl) Urduña (Bl) Urízaharra (AR) Uiicabustaiz (A R) Z aldu on d o (AR) Zuia (AR)

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■VOLÚMENES

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LIBROS

PUBLICADO<;

CUENTOS VASCOS. PINCELADAS LLODIANAS (A' I N il \ ’\S( \ )S

AUTOR«

Gorka Urquijo (1895-1966)

PRÓ LO G O «

David Río Raigadas

P RIM ERA E D IC IÓ N

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UiYENDAS DE lA CASA DEM ARIAKA Y O n u > S P (» M A S INCDtTOS

« Junio 2005 / 80 págs. / 3 €

Un total de 15 cuentos componen la obra original de Gorka, circuns­ critos casi exclusivamente al medio rural del Llodio de mediados del siglo XX, resultando una imagen literaria muy romántica del llamado mito rural vasco, en el que se idealizan las formas de vida tradiciona­ les del País Vasco de entonces, a la vez que se rechazan los modelos urbanos que iban surgiendo en cada uno de nuestros valles. El cariño hacía su pueblo y el humor hacen acto de presencia en cada una de los relatos, perfectamente analizados y comentados en la introducción que David Río nos presenta a modo de necesaria explicación para compren­ der mejor las lecturas que más tarde nos esperan.

LEYENDAS DE LA CASA DE MARIAKA Y OTROS POEMAS INÉDITOS AUTOR«

Luis de Lezama y Urquijo (1826-1899). « ju a n jO Hidalgo « junio 2003 / 60 págs. / 2 €

P R Ó L O G O Y C O M E N T A R IO S A LO S T EX T O S P R IM ER A E D IC IÓ N

Son nueve poemas breves, más el épico dedicado al Fuerte Mariaka y otros dos relatos en los que el protagonista es Fabián de Mariaka, perso­ najes de leyenda adscritos a la casa-torre del mismo nombre.

JOSÉ PAULO ULIBARRI (OKONDO. 1755 -ABANDO . 1847) EUSKAL HIZTECIA - DICCIONARIO VASCO

JOSE PAULO UUBAfiRI

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AUTOR«

Patxi Calé

P RIM ER A E D IC IÓ N

« Diciembre 2003 / 144 págs. / 3 €

Con esta obra se pretende acercar al investigador y al público en general una parte de la obra de Ulibarri, aquel euskaltzale nacido en el Okondo del siglo XVIII. El trabajo de Patxi Calé ha consistido en transcribir y pre­ sentar de manera ordenada el pequeño diccionario recogido en la obra epistolar de Ulibarri, el Gutunliburua, acercándonos un total de 3274 palabras en un euskara del s. X I X , procedentes de sus lecturas y conver­ saciones, lo que supone un testimonio lexicográfico nada desdeñable. /.

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TODO EN UNA H I POTECA ESTRATEGIA

DE

AHORRO

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UNA H I P O T E C A DE HA S TA 50 A Ñ O S P A R A TU C A S A Q UE T E P E R M I T E D I S P O N E R P A R C I A L M E N T E DE LO AMOR T I Z A DO Y Q U E T E G A R A N T IZ A , A P A R T IR D E L O S 7 0 A Ñ O S , U N B U E N P L A N D E V Í D A P A R A E L F U T U R O .

una casa con vista al futuro

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eUSKADI VITO RIAG ASTEIZ

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