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n un número como éste, el de invierno, tan cargado de ciencia arqueológica como viene, tan de castillos y materiales medievales, no sería noble pasar de largo sin hablar, aunque sólo sea un poco, de la salud de nuestra arqueología, tocada en los ! últimos meses, pero, en modo alguno hundida.

El caso Iruña-Veleia ha generado un antes y un después en este campo. Ya no bastará con presentar el hallazgo, anunciar que se ha descubierto tal o cual cosa y que ello significará no sé qué avance o qué reflexión a nivel científico. A partir de ahora, además, habrá que mos­ trar el método de excavación seguido, aportar las pruebas pertinentes, con sus anotaciones y registros, y el sistema utilizado en el levantamiento de cada resto, sin olvidar los correspon­ dientes dibujos y fotografías, y su ubicación en el plano de coordenadas. Y habrá que hacerlo no sólo para informar a la comunidad científica, a los colegas ávidos de resultados y a los responsables de otorgar los correspondientes permisos de excavación y financiación -algo que siempre se ha hecho-, sino también a la ciudadanía y a la prensa toda, para que todo el mundo tenga los datos y pueda permitirse el lujo de debatir sobre si las técnicas empleadas por tal o cual arqueólogo son las correctas, o si sus interpretaciones son acertadas o no. ¡Ay, si hiciéramos lo mismo en política!

Todas las intervenciones arqueológicas siguen una metodología científica y proporcionan informes detallados y una memoria anual, cuyos resultados son públicos y, como tales, con­ sultables por todos. Sólo hay que buscarlos. Además, el hecho de que tales resultados se divul­ guen públicamente es aceptado hoy, de manera unánime, por la comunidad científica, debido, sobre todo, a que debe ser la ciudadanía la receptora última de tales conocimientos, ya que es quien paga con sus impuestos todo tipo de financiación pública.

Sin embargo, hay que reconocer que muy pocas personas tienen los suficientes conoci­ mientos como para debatir este tipo de asuntos, y es que la arqueología es una ciencia un tanto complicada como para hablar de ella con la alegría que todo el mundo lo está haciendo en [as últimas semanas. Parece como si los títulos de experto en arqueología los regalaran en la pescadería con la compra de un kilo de sardinas.

Pase lo que pase con Iruña-Veleia -n o tenemos ninguna duda de que se aclarará todo ello-, la arqueología es una ciencia imprescindible para avanzar en el conocimiento histórico desde la muy lejana Prehistoria hasta la Edad Contemporánea, muchas veces, para hacer fren­ te a la ausencia de documentos escritos, y otras, para corroborar o reinterpretar esas mismas fuentes. Además, la arqueología es en la actualidad una metodología de trabajo en la que participan muchas ciencias y, por tanto, grupos humanos con diferen­ tes procedimientos y sistemas de análisis. Y es el esfuerzo de todos ellos el que hace posible llegar a conocer lo que la tierra ha guardado hasta el momento en que sale a la luz.

Como \^emos, la ar­ queología tiene mucho de trabajo y poco de aventura, mucho de ciencia y poco de fantasía. No du­ demos, pues, de sus profesionales, ni arroje­ mos tierra sobre ella, ya que taparemos su fruto.

K o là o C a n c e ó o , ayalés, a ta v ia d o c o rn o u n g u e rre ro m e d ie va l

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4 Los castillos de Bizkaia; Una historia de Reyes y Señores hace 900 años IÑ A K I G a r c Ia C a m

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26 El Castillo de Untzueta: Una fortaleza del Señor de Bizkaia ]o s É L u is So l a u n B u s t i n z a ÍU A N j o H i d a l g o

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48 Ereñozar, Castillo, iglesia y necrópolis en el corazón de Urdaibai M

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74 Cocineras vascas: transgresión y modernidad en los fogones a finales del siglo XIX y principios del siglo XX O

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88 Jugatxi y Eskolunbe, M i KEL GORROTXATECl

94 Publicaciones recibidas 102 Nuestras publicaciones

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u and o o ím o s h a b la r de la Edad M edia nos vienen a la cabeza im ágenes de guerreros luch an d o des­ de sus castillos con otros s e ñ o re s o co n los r e ­ yes, para im poner su autoridad en una co­ marca, para valer m ás que los demás, para liberar de m alos usos a los campesinos so­ m etidos a un déspota sanguinario o sim ­ plem ente para rescatar a bellas doncellas de las garras del tirano.

En aparien cia, el v é rtic e de la vida política y sociai de la Edad M edia se m aterializaba en los castillos, esas recias cons­ tru c c io n e s m ilita re s des­ de donde se organizaba y planificaba la guerra, pero ta m b ié n los pac­ tos y los m atrim onios, d esd e d on de se a d ­ m inistraba la justicia y desd e d o n d e se controlaba la pobla­ ción cam pesina del e n to rn o . D e fo rm a que son estos ed ifi­ cios los que, al m e ­ nos en a p arien cia, m e jo r d e fin e n la Edad M edia en a m ­ plios sectores de la Europa O ccidental y cristiana.

La sociedad m e ­ dieval ten ía una d o ­ b le im ag en de sus castillos, en ocasio­ nes c o n tra p u e s ta s .

Por una p a rte , im a ­ ginaba el castillo real q u e alzaba su fig u ­ ra m a je s tu o s a en una tierra trab ajad a p o r grupos de c a m ­ pesinos en perfecta a rm o n ía con su e n ­ to rn o -c o m o refleja

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el libro de las horas de Juan de B erry-, y donde habitaba un monarca bueno que protegía a sus súbditos de las amenazas de los malvados, que im partía justicia y m antenía el orden en un m undo am en a­ zado por catástrofes naturales y en e m i­ gos de la fe cristiana.

Por otra parte, percibía el castillo de los señores, d on de residían los pod ero­ sos barones feudales, que desde sus al­ tos y gruesos muros imponían el terro r y som etían a toda clase de atropellos a los h ab itan tes de las aldeas próxim as, exi­ giéndoles el pago de rentas arbitrarias por tra b a ja r la tierra, por c o m e te r pre­ suntos delito s que nunca antes habían sido tenid os co m o tales y que los m is­ mos señores establecían a su antojo, por utilizar zonas de pastos que eran com u­ nales e incluso por usar el m olino que los propios campesinos habían construido.

Reyes y señores con stru yero n m u ­ chos castillos en to d a Europa en tre los siglos X y XIII, hasta el punto que hoy en día se considera que esta construcción era la que dom inaba el paisaje medieval.

desde las Tierras Altas de Escocia hasta las llanuras castellanas e incluso más al sur, hasta los dom inios m usulm anes de Al-Andalus.

N o obstante hay que resaltar que en todas partes no fue así y que los castillos tuvieron funciones y propietarios distin­ tos a lo largo del m edioevo, por lo que resulta arriesgado establecer generaliza­ ciones.

Antes de que los reyes y los señores decidieran construir sus castillos cu an ­ do el m od o de producción feudal se ha­ bía extendido por la Europa cristiana y el poder político había sido privatizado, ya existían lugares amurallados, atalayas de vigilancia y torres defensivas que, en oca­ siones, sirvieron de defensa de la fro n te­ ra: en otras de refugio destinado a acoger de form a tem p oral a la com unidad cam ­ pesina del entorno: en otras, fueron refe­ rentes de un conjunto de aldeas y de un territorio al que podían llegar a dar no m ­ bre: en otras puntos de control de zonas de pasto: y, en otras finalm ente, de resi­ dencia de una autoridad local.

A lg u n o s C A S tillo s a n te p io g e s A l a ñ o 1000 ó e l pAÍS VASCO los castillos 5ë los

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Los castillos m ás antiguos que cono ce­ m os d e l País Vasco nos re m ite n al e n ­ to rn o de los Pirineos, donde existieron fo rta le z a s ub ica d a s sobre co lla d o s y áreas de paso, desde las que las a u to ­ ridades d o m in a n te s tra ta ro n de d e fe n ­ derse de posibles a ta c a n te s exte rn o s situados a am bos lados de la cordillera, de garantizar la circulación de hom bres y m ercancías y de c o n tro la r los proce­ sos productivos basados en el a p ro v e­ ch am ien to de los pastos de altura para la ganadería trashum ante.

Ya en el siglo V debieron existir fo rti­ ficaciones levantadas para frenar el avan­ ce de los pueblos germ ánicos (suevos, vándalos y alanos) que presionaban des­ de el norte, cuya custodia fue e n c o m e n d a d a , seg ú n c u e n ta n las e ró nicas, a ejérci. v tos privados re c lu ta d o s flK y fy v -iV v '.' por nobles

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p a rtid a rio s d e la fa m ilia im p e ria l de Teodosio.

Pero se ha de esperar al siglo IX para encontrar datos m ás precisos sobre los castillos pirenaicos que, no obstante, nos inform an de su preexistencia.

Así, cuando García Iñiguez - e l prim e­ ro de la dinastía Jim e n a - en el año 8 5 0 establece los té rm in o s del m on asterio de Fuenfria en el valle del Roncal, m e n ­ ciona e l c a s te llu m de B entauri co m o un re fe re n te im p o rta n te d el te rrito rio .

Probablem ente, estuvo ocupado por una guarnición encargada del control de los pastos, m ontes, aguas y cam inos del en ­ torno, e incluso de la población dedicada a la gan ad ería y distribuida en asen ta­ m ientos construidos con m ateriales pe­ recederos.

el astillo 06 Beloaqa________ N o sólo los pasos de la cordillera, ta m ­ bién los accesos m a rítim o s debían ser protegidos con fortalezas, entre las que el castillo de Beloaga, consti­ tu ye un de los ejem plo más significativos. Situado en O iartzu n, C ipuzkoa, fue o c u p a d o en d is t in ­ tos m o m e n to s : a fi­ nes del siglo XII con m o tiv o de los c o n ­ flicto s que m a n tu ­ v ie ro n la C o ro n a de C a s tilla y el

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Reino de Navarra: en los siglos X IV y XV. durante la lucha de bandos: en el siglo X IX coincidiendo con las guerras carlis­ tas. e incluso en la últim a contienda civil.

El m o tiv o de esta continuidad se debe a que está ubicado en un p u n to estra­ tégico, parecido al de U ntzueta y al de otros ta n to s castillos. Pero, sin e m b a r­ go. su fundación fue anterior a lo que las crónicas atestiguan, ya que data del siglo IX. cuando apenas era un punto de vigi­ lancia costero, encaram ado en las peñas de Arícale, e interrelacionado con otros baluartes sem ejantes a través de un sis­ te m a de comunicación basado en el fue­ go. Así. al menos, es com o se interpretó una gran placa de arcilla cocida sobre la que se acum ulaban cenizas y carbo­ nes. registrada en las excavaciones rea­ lizadas por M . U rteaga. Este sistem a de com u nicación que utiliza el h u m o por el día y el fuego por la noche para en ­ viar avisos entre almenaras y dar a cono­ cer acontecim ientos im portantes, se ha constatado tam b ién en el otro extrem o de los Pirineos, en los castillos y fo rtale­

zas catalanas que definían y organizaban la "M arca Hispánica" un área de fro n te ­ ra entre el im perio carolingio, al que per­ tenecía en aquellos m om entos Cataluña, y el poder m usulm án al sur. Vemos, por ta n to , un castillo que hace su aparición en las crónicas del siglo X III y que, sin em bargo, tien e un origen anterior, ta l y com o sucede en U ntzueta.

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Pese a sus variados orígenes, una parte im p o rta n te de los castillos que conoce­ m os en el País Vasco están relacionados con la defensa de la frontera m usulm ana.

Los castillos de Aibar, U xue. Tafalla.

M uez. Estella, M o n jard ín -ta m b ié n lla ­ m ad o San Esteban de D e y o -. M arañón.

O cio o Portilla, constituyeron la p rim e ­ ra línea de fortificaciones para la defensa del viejo reino, y fueron construidos para resistir los ataques m usulm anes, precisa­ m en te a fines del siglo IX. cuando las re­ laciones entre los Aristas y los Banu Qasi

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-sus parientes de la Ribera del Ebro, que se habían convertido a la religión musulnnana- com enzaron a ser difíciles.

Pero, una vez que Sancho C arcés l trasladó al sur la frontera, a los castillos de M urillo, Carcastillo, Caparroso, Funes, Albelda o Viguera, estos se convirtieron en in s tru m en to s de c o n tro l de nuevas áreas de explotación agrícola en los v a ­ lles Ega, Arga y Cidacos, y de esta form a a tra je ro n p o b lac ió n nueva y d e s a rro ­ llaron en su en to rn o algunas zonas de h áb ita t. Todavía perm anecerían bajo la autoridad del rey de Navarra hasta fina­ les del siglo XI, antes de convertirse por donación, venta o usurpación, en centros de d o m in io señorial a l caer en m anos de los barones del reino. Entonces, unos se abandonaron, otros se reconstruyeron -ta n to para adaptarlos a los nuevos usos com o para dem ostrar de m anera sim bó­ lica la preem inencia de ese señor sobre las aldeas que se extendían a sus pies-, y otros -c o m o el de U x u e - se transform a­ ron en iglesias para dar servicio a la po­ blación que se había concentrado en su ento rno, aunque sin o cultar su anterior traza de fortaleza.

La m a y o r parte de los castillos que hoy conocem os en pie se levantaron o reconstruyeron a p a rtir del siglo X I, cuando el po­ der de los reyes fu e s u s t it u i­

do por el de los señores feudales, com o sucede en to d a Europa. En este contex­ to de privatización del poder público, la política se en ten d ía com o un e n fre n ta ­ m ie n to entre nobles y reyes por conse­ guir apropiarse de las rentas generadas por los cam pesinos, que eran la in m en ­ sa m ayoría de la población y los únicos que trabajaban. Y para ello tuvieron que crear los instrum entos adecuados, tanto de tip o ideológico com o m a te ria l En cuanto a los de tipo ideológico, d i­ rem os que idearon tres órdenes socia­ les supuestam ente queridos por Dios, en base a los que, los hom bres se agrupa­ ban en tres grandes grupos, justificados en teoría por el desem peño de unas fun­ ciones distintas. Así, en lo a lto de la pi­ rám ide social estaban los guerreros, es decir, la nobleza que peleaba, ju n to al rey, a caballo y tenía la misión de defender a la sociedad de los enem igos exteriores.

Al m ism o nivel estaban los clérigos, que rezaban por todos e intercedían ante la divinidad por la salvación de las almas.

Por ú ltim o , la base de esa

M A P A DE U B IC A C IÓ N DE A L G U N O S DE LOS C A ST ILLO S DE B IZ K A IA Q U E APARECEN D O C U M E N T A D O S

pirám ide la integraban los campesinos, labradores y ganaderos encargados de tra ­ bajar para m antenerse a sí mismos y a los otros dos grupos que no producían.

Entre los in s tru m e n to s de d o m in a ­ ción de tipo m ate rial el más espectacular fue el castillo señorial o real, cuya fu n ­ ción no sólo era defensiva frente a otros señores o al rey sino tam b ién ofensiva fren te a la población campesina del en ­ torno, concentrándola a sus pies para v i­ gilarla y obtener así rentas de form a más fácil.

Lqsastilles erLBizkàià Si nos acercam os a Bizkaia, nos resulta­ rá imposible identificar una sola de estas siluetas en el terren o , ya que no d eb e­ m os confundirlas con otras construccio­ nes m ilitares levantadas más tard e -la s casas-torre de los siglos X IV y X V - por los llam ados “parientes m ayores" en el contexto de la guerra de bandos de fines de la Edad M ed ia. C om o se verá, ta n to

sus c a ­ racterísticas m orfológicas, com o su e m ­ p la z a m ie n to y, p r o b a b le m e n te , sus funciones, fueron m uy distintos a los de nuestros castillos.

En Bizkaia el núm ero de castillos m e ­ dievales conocidos es reducido -ap e n a s m e d ia d o ce n a, estan d o , ad em ás, p e n ­ diente de estudios arqueológicos, por lo que las in fo rm acio n es disponibles son contradictorias y ni siquiera podem os si­ tuarlos en un abanico cronológico que garantice que nos encontram os ante un fenóm enos sim ilar en todos los casos.

Los conocem os sobre todo por la do­ cum entación de los siglos XII al XIV , co­ in cid iendo con e l m o m e n to en el que estas fortalezas se abandonaron, fueron destruidas o se ocuparon ocasionalm en­ te . Apenas unas escuetas referencias en las crónicas castellanas de los siglos Xli al X IV que nos info rm an de su existen­

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cia. Pero pensam os que, com o en otros lugares, su origen pudo ser anterior a las fechas dadas por estos cronistas, respon­ diendo a causas diversas. Por ello se rea­ lizó la excavación de U ntzueta, a fin de saber el papel que los castillos jugaron en la distribució n del pob lam ie n to , en la organización del territo rio y en el n a­ cim ien to del Señorío de Bizl<aia. Veamos, pues, cuales son nuestros castillos, al m enos los que aparecen en la docum en­ tación.

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Ubicado, aunque con algunas dudas, en el m o n te M alm asín, aparece citado en el a ñ o 1 1 7 9 en e l d o c u m e n to de concor­ dia entre el rey A lfonso V III de Castilla y Sancho el Sabio de Navarra. La ubica­ ción precisa de esta fortaleza ha sido ob­ je t o de discusión. Unos la han situ a d o en Mondragón, otros en M arzana -v a lle de A tx o n d o - y otros en A rtea -v a lle de

A rra tia - En nuestra opinión, el topó nim o del d o c u m e n to de 1 1 7 9 -M a lv e z in - y el actual de la cim a podrían relacionar­ se, más aún ten ien d o en cuenta su e m ­ plazam iento geográfico, en los confines del señorío de Bizkaia, o bjeto de dispu­ ta entre la Corona de Castilla y el Reino de Navarra a lo largo del siglo XII. A llí se conservan los restos de un recinto fo r­ tificado de la Edad del Hierro, donde se observan diversos lienzos defensivos y fosos con cén trico s que c o m p le ta n las defensas naturales del lugar. Ningún tra ­ bajo de investigación se ha efectuado en el mism o, aunque sus condiciones to p o ­ gráficas, su m orfología y el hallazgo en superficie de un m o lin o de m a n o p e r­ m iten datarlo - e n espera de estudios ar­ queológicos- en el prim er m ilenio antes de Cristo.

Pero ju n to a esta ocupación antigua de l m o n te , diversos indicios, e n tre los que se encuentran algunos detalles cons­ tructivos -a m o n to n a m ie n to s de piedra.

adosados a la muralla, restos de torres o cubos- que no encajan con las tipologías de ese periodo, abogan por una reocu­ pación del lugar en la Edad M ed ia , lo que pe rm ite identificarlo, com o h ip ó te ­ sis a verificar, con el castillo de Malvezin.

A dem ás, existe o tro d a to in te re s a n te para plantear esta propuesta, ya que al pie del m ism o se encuentra la iglesia de Finaga, m uy im p o rta n te para en ten d er el papel que pudo jugar durante la Edad Media.

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Es el siguiente en hacer aparición en las crónicas. Sufrió en los siglos XMI y X IV diversos ataques y asaltos por parte de los m onarcas castellanos co m o conse­ cuencia de las inestables relaciones que estos m a n tu v ie ro n con los señores de Bizkaia. En 1 2 7 7 fue tom ado por Alfonso X el Sabio y doce años después por su

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hijo Sancho IV. En 1 3 3 4 resistió el acoso de Alfonso X I y en 1351 de nuevo hubo de hacer frente a Pedro I el Cruel, quien u tilizó p o te n te s trabucos para asediar­ lo y destru ir sus defensas. Estos tra b u ­ cos lanzaban piedras redondas llamadas bolaños. de las que se han encontrado casi un centenar en las laderas del m o n ­ te U n tz u e ta - t a n t o en la v e rtie n te de O rozko com o en la de Z e b e rio -, lo que co n s titu ye una de las colecciones más im portantes, al m enos c u a n titativam en ­ te. del n o rte peninsular. Fue dem olido, fi­ nalm ente, por orden de Don Tello. señor de Bizkaia y herm ano del rey de Castilla, Enrique ti de Trastamara, en el siglo XIV. Las cam pañas realizadas por Alfonso XI por to d o el te rrito rio para doblegar a su vasallo Don Juan N ú ñ e z de Lara -m a rid o de Doña M^ Díaz de H aro II. la Señora de B izkaia-, nos p erm iten cono­ cer otros castillos que el propio monarca asaltó. Así, adem ás del de U ntzueta. fue-

ron cercados los de Ereñozar, San Juan de C aztelugatxe y M unchete.

e g e rto zA P ____________ Este castillo ocupa una posición d o m i­ nante sobre la ría de Gernika, su desem ­ bocadura y un e xten so tra m o costero.

Hoy, en su cim a, ta n sólo queda en pie la e rm ita , un te m p lo que ha sufrido d i­ versas reformas a lo largo de su historia.

Recientem ente ha sido objeto de una ex­ cavación parcial que ha dejado al descu­ bierto una serie de restos que se solapan en e l tie m p o : e n te rra m ie n to s de diver­ sas características y estructuras m u ra ­ rías, entre las que se aprecia una obra de m am p o s te ría arrasada que podría rela­ cionarse con los cim ientos del castillo.

S eg u ram en te, los p ro m e te d o res es­ tudios arqueológicos cuyos primeros re­ sultados en b ru to se avanzan en este m ism o núm ero, arrojarán nueva luz so­ bre la correspondencia entre los enterra­ m ientos aparecidos recientem ente y los restos del castillo, sin olvidarnos de su relación con un rellano m uy cercano a la cumbre, donde pudo estar asentada una aldea altom edieval.

que a su m uerte el pequeño tem p lo viz­ caíno no pasó a integrar, com o era de esperar, los dom inios de la abadía ara­ gonesa, sino que volvió a m anos laicas. Y así, un siglo más tarde, en 1172, de nue­ vo se encontraba en poder del conde viz­ caíno, D on Lope D íaz de H aro 1, quien lo donó a la orden prem onstratense de Santa M aría de la Vid en Castilla. Habrá q u e es p e ra r al año 1 3 3 4 para ver a C aztelugatxe desem peñar funciones m i­ litares y defensivas, constituyend o uno de los bastiones desde donde los hijosdalgos vizcaínos se opusieron a la entra­ da en el terríto rio del m onarca castellano Alfonso XI.

munchete_______________ Es un castillo sin ubicar geográficam en­ te . Tal vez, según indicaciones de Félix M u g u ru tz a , te n g a a lg o q u e v e r con M uniq uete, to p ó n im o situado en la ver­ tie n te d el O iz hacia e l D uranguesado, aunque en dicho paraje sólo se aprecian algunos muros que no perm iten su iden­ tificación con la fortaleza.

A este listado añadirem os otros dos, conocidos ta n sólo por sus vestigios ar­ queológicos y por la tradición oral.

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Se encuentra en una posición extraña, en un peñón sobre e l m a r unido al c o n ti­ n e n te por una lengua de tierra. Sus d i­ m e n s io n e s re d u c id a s - a lr e d e d o r de cuatro h e c tá re a s - y su ubicación en lu­ gar d e d ifícil acceso, poco ap to para el estab lecim ien to de un núcleo de pobla­ ción, han determ inad o las dos funciones que e l a s e n ta m ie n to ha desem peñado a lo largo de su historía: la religiosa y la defensiva.

En el siglo XI, cuando aparece por vez prím era citado en la docum entación escríta, era una iglesia que fue entregada por los señores de Bizkaia Iñigo-López y su esposa Doña Toda al m on asterío de San Juan de la Peña, en Huesca. Parece

Este m on te se encuentra situado sobre el puerto de Berm eo y los cam inos que por la margen izquierda de la ría de Gernika y por el m o n te Sollube se dirígen al in te­ rior de Bizkaia.

En la c im a se observa un cerco de m am p o stería asentada en seco que de­ lim ita un espacio de reducidas d im e n ­ siones, m u y o c u lto p o r la veg etació n , y en las laderas algunos cubos de d ifí­ cil clasificación. Las escasas dimensiones del recinto, los com plicados accesos y las condiciones del e m p laza m ien to per­ m ite n id e n tificar este cerro con el cas­ tillo que los señores de Bizkaia poseían en Berm eo. N ad a se puede decir sobre

caRáctCRÍstias de los astilles !e] aK)A))s)5 $u p e n p }c)á] d e Jos C A Stillos c o s jo c ió o s s e ó e s p n e f^ e h j ¡dlguw as cdKÁCTeRísTicAS m onf^ológicAS c o m u w e s q u e p u e d e w sen ó e iK)teKés d e cátiá a p U K jre a /i puturzás )jw ed s ó e >wv>e5r>gdc>ÓK) :oR )ew tA das A ó e f)s })tí e ) p a p e l q u e JugdROW e w Ja origáhJ)ZAc)ós} b e )a s o c ie d a d me6)e\>AJ. ♦ Toóos ellos esrAw em p)ázáóos sobtze ceruios ców)co5 de lAÓenAs prtowuK)c)Adás que dlcAwzdw pewóJewTes d e hasta uw P O % ^j>oco apto, pon rawro, parja cualquier ripo de ejrp)orac)ów a$KopeeuaR)a o parea )a íwsralactów d e la nes)dewcia sewoRíal. Ew esTe sehjT)do, el casrUJo d e Astxíkí seniá e) más Agrieste d e todos, Juwro al d e Uwrzueta. ♦ Se ewcuehJfRaH ígualmewTe, ew pos)c)oK¡es estriAtég)CAS, a caballo ewrree las veRtíewres atlÁwDca y meólTeRKAwea de} País Vasco o ew el ÍIToreal, y situa­ dos sobree vías de comuN)cac)óM watufiaíes, auwque RelaDuamewte alejados de ellas V wácleos de poblacíów que dofn>waw uísualmewre. ♦ Poseew, ew su mayoRÍa, estreucturjas simples y de esca­ sa ewDdad coNstRuctlua, hasta el puKJto que Resulta dJfic)l su )dewt)p)caciÓK) ew el teR R ew o^ ♦ EstAw C0WStRU)d0S CON) p )e d R a s

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el origen de esta fo r t a le z a - t a l vez vinculada a la d e fe n s a de la costa duran­ te e l siglo IX, de lo q u e exis­ te n te s tim o n io s en otros puntos del C a n tá b ric o -, ni del tie m ­ po en que estuvo en activo. Parece, no o b s ta n te , que en 1 3 5 3 , el cond e Don Tello abandonó el recinto y donó sus pie­ dras a la V illa de Berm eo para la cons­ tru cc ió n de su m u ralla, de la que aún pueden verse algunos rastros en la lla ­ m ada puerta de San Juan, situada en uno de los extrem os del núcleo urbano. Por lo ta n to , su destrucción fue decretada por el m ism o que ordenara la de U ntzueta.

astxiki______________________ N o aparece en ningún tipo de docum en­ to, aunque pudiera haber existido antes d el siglo X I, a ju z g a r por las d a ta d o nes de radiocarbono que se han realiza­ do sobre algunos restos óseos, desechos de com ida y cenizas recuperados en los sondeos.

Estaba situado en la cum bre del m on­ te del m ism o nom bre, una peña de 791 m etros de altitu d y fu ertes pendientes, p e rten ecien te al m unicipio de Abadiño.

A lejado de los núcleos de población, su posición estratégica controlaba el colla­ do de U rkiola, una vía de paso natural entre la Llanada alavesa y Bizkaia.

Presenta dos recintos definidos por un sistem a m ixto de defensas que co m ­ bina los aflo ram ien to s calizos con lien ­ zos de m am p u esto . El rec in to superior es una pequeña torre de planta rectan­ gular, p ro b a b le m e n te una a talay a, en cuyo en to rn o se detectaron diversas ar­ mas -p u n ta s de lanza, puntas de dardo y de ballesta, algunas de ellas con ro tu ­ ras in ten cio n ad as- y objetos personales de la guarnición encargada de custodiar el castillo. En el inferior se encuentra el aljibe que debió ser un elem e n to im por­ tan tísim o en un m edio hostil com o éste, sin m a n a n tiales propios, ya que p erm i­ tía alm acenar el agua de lluvia y abaste­ cer a un grupo hum ano durante un tie m p o prolongado, sobre to d o en caso de asedios.

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C U M B R E DE A S T X IK I (7 9 1 M ). D O N D E SE U B IC A B A EL C A S T ILLO . L A HEBILLA Y l A P U N T A DE L A N Z A SE E N C O N T R A R O t ^ U i

R Ó K 3 U S D E A R C IÑ E T A Y V A S O DE V ID R IO PROC EDENTE D € LA N EC R Ó P O LIS DE F IN A C A

el tiempo 6e Los a stillo s Teniendo en cuenta otros datos cono ci­ dos sobre el poblam iento vizcaíno de la A lta Edad M e d ia - m e jo r es tu d iad o a r­ q u e o ló g ic a m e n te -, se pueden p la n te ar hasta tres posibles hipótesis y fases cro­ nológicas distintas en la construcción de los castillos q u e deberán ser c o n firm a ­ das con excavaciones arqueológicas.

SIQlQS VI Al V I I I __________ La prim era de estas hipótesis en tie n d e los castillos com o form as de explotación del territo rio por parte de las aristocra­ cias locales de estos siglos. Un periodo del que no existen referencias escritas sobre Bizkaia. aunque sí sobre sus h ab i­ tantes, denom inados vascones y e n fren ­ tados a los dos grandes poderes de la época: visigodos al sur y francos al norte.

A partir de la distribución de los m a ­ teriales arqueológicos atribuidos a este p erio d o , - q u e se c o n c e n tra n en c u a ­ tro áreas del territorio: Finaga-Abrisketa, M e s te rik a -M e ñ a k a b a rre n a , A rg iñ e ta y S a n tim a m iñ e -K o rte z u b i-, p la n te a m o s que la circunscripción vizcaína debió de es ta r organizada a p a rtir de estos n ú ­

cleos c e n tra le s de p o d e r, d o n d e re s i­ d ía n las e lite s lo ­ c ales. D esd e estos núcleos se o rg an iza­ ba y controlaba la po­ b la c ió n dispersa d el e n to rn o , asen tad a en aldeas construidas con m ateriales perecederos, por lo que son m u y d i­ fíciles de id e n tific a r a r­ queo lógicam ente, ya que las huellas físicas que dejan son m ínim as. Asimismo, dichas elites locales m anifestaban su autoridad a través de com plejas cerem onias fu n e­ rarias que sí han dejado un visible rastro arqueológico, el único que hasta el m o ­ m e n to conocem os de ellas. Cerem onias funerarias en las que el grupo dom inante escenificaba su riqueza y suprem acía so­ cial a n te la com unidad al enterrar a sus difuntos con to d o su ajuar, incluido el ar­ m am ento, con el fin de reafirm ar su pre­ em inencia.

Un e je m p lo de estas cerem onias lo encontram os en la necrópolis de Finaga, en Basauri, donde, ju n to a los m uros de un antig uo tem p lo , se enco ntraron dos

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individuos en terrad o s en sendas fosas funerarias cubiertas de losas. En una de ellas, ju n to al esqu eleto, se localizaron dos puntas de lanza situadas a la a ltu ­ ra del cráneo, una ‘'francisca" o hacha de co m b ate arrojadiza a los pies, un anillo de bronce y un frag m en to de cerám ica.

En la otra fosa se halló un vaso de vidrio colocado sobre la pelvis del inhum ado, una hebilla de cinturón y una gran espa­

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da de doble filo, de las que portaban a su cintura los jefes que luchaban a caballo.

A dem ás, para realzar las sepulturas y diferenciarlas de las de los restantes m iem b ro s de la co m u n id ad -c a m p e s i­ nos en su m a y o ría -, colocaban, una vez concluida la ceremonia, estelas talladas en arenisca. De Finaga proceden a lg u ­ nas de estas estelas de las que la m e ­ jo r conservada se custodiaba hasta hace algunos años en la iglesia parroquial de Arrigorriaga y actu a lm en te en el Museo Arqueológico de Bizkaia. Se caracterizan por ser bloques cuadrangulares de pro­ porciones esbeltas, ejecución esmerada, con una decoración peculiar que, en oca­ siones, alcanza las cuatro caras. El esque­ m a decorativo se organiza en torno a un m otivo central constituido por una cruz patada con astil procesional sobre pea­ na triangular, rodeado de un repertorio variado de m otivos geom étricos que son m ayo ritarios en los reversos: sem icírcu­ los o cuartos de círculo adosados, triá n ­ gulos enfrentado s, triángulos adosados, dientes de sierra, ángulos sueltos, aspas, m otivos en espiga, quizá con un signifi­ cado astral, cuya tradición podría rem on­ tarse, incluso, a la Edad de Hierro.

Así, pues, conocemos los lugares don­ de las autoridades locales escenificaban pa rte de su poder, pero nada sabem os de los lugares donde lo ejercía y en los que vivían. En otros puntos del norte se conocen algunos centros de poder fo r­ m ados por dos referen tes cercanos: la iglesia y e l castra o castella. A l respec­ to, resulta sugerente que la necrópolis de Finaga se encuentre al pie del castro de M alm asín, citado com o castillo en las crónicas m edievales, p o r lo que se po­ dría pensar que sería desde estas fo rtifi­ caciones desde donde se organizaron las com unidades del ento rno dedicadas a la ganadería trashum an te de corto recorri-

ESTELA DE A R R IC O R R IA C A , C O N D E C O R A C IÓ N D £ T R IÁ N G U L O S Y M O T IV O S £ N ESPIGA

PARTE D E M M U R A L U DEL C AST IIJJD DE M tN D IK U T E , EN L A Z O N A DE T O LO S A

do, com binada con una agricultura itin e­ rante. Pero poco más podemos decir, ya que los tra b ajo s arqueológicos re a liza ­ dos en este y a c im ie n to no han supera­ do el nivel de la prospección superficial.

En cualq uier caso, las excavaciones de M alm asín o las de Ereñozar, que se e n ­ cuentra en posición sim ilar respecto a la necrópolis tardoantigua de Santim am iñe, rec ien te m e n te descubierta, pueden ser un buen laboratorio para com probar este planteam iento.

siijlíiS JX áLxi___________________ La segunda hipótesis identifica a los cas­ tillo s con puestos de vigilancia, según se desprende de la posición geográfica de algunos de ellos a caballo e n tre las vertientes m ed iterrán ea y atlá n tica del País Vasco -c a s o de Astxilci- o en la cos­ ta -E reñozar - . Estos em plazam ientos tal vez estuvieron destinados a la defensa

del lito ra l y a la vigilancia de extensas áreas de m o n tañ a dedicadas a la gana­ dería, y que. adem ás, unían ecosistemas diferentes y com plem entarios. De confir­ marse estos planteam iento s nos encon­ traríam os an te verdaderas instalaciones m ilita res, d on de p ro b a b le m e n te e x is ti­ ría una guarnición estable que necesita­ ría de una infraestructura adecuada para subsistir en condiciones am bientales ad ­ versas.

En este caso, su construcción pudo ser im pu lsada por las co m u n id ad es a l­ d eanas o sus delegados con el apoyo de los poderes políticos representados en la m o n a rq u ía . A l m en o s, así in te r­ pretó Ignacio B arandiarán e l origen de los castillos guipuzcoanos de A itzorro tz (E s k o ria tza ), Ausa (O rd iz ia ), B eloaga (O ia rtzu n ) y M endikute (Tolosa), que si­ glos después -a ñ o 1 2 0 0 - fueron e n tre ­ gados por la m onarquía de Navarra a la de Castilla.

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D esde e sta p e rs p ec tiva , se pued e considerar que su construcción respon­ día a un sistem a de d o m in io público d el territo rio , por ta n ­ to a s is te m a s p re fe u d a le s de organización del m ism o.

Posteriorm ente, la ex p lo ta­ ción agrícola y la reorga­ nización social de base feudal debieron de provocar

que estas estructuras se abandonaran, dado que las pautas de jerarq u izació n te rrito ria l se vieron fu e rte m e n te altera­ das al ser las barriadas - a nivel lo c a l-, pero sobre to d o los "m onasterios'’ - a ni­ vel su p ralo cal-, las entidades que orga­ nizaron, a p artir de entonces y hasta la etapa de fundaciones urbanas, los n u e­ vos marcos de referencia del espacio. En este sentido, es significativo que el casti­ llo de Astxilíi desaparece de la historia en el siglo XI.

s iQ lfl& jíL a L m _________________

el caso 6e untzueta__________ A n te s de las excavaciones de U n tz u e ta pensábam os que el origen del m ism o, quizá, pudie­ ra deberse a un proceso sim ilar a l descrito, relacionado con el c o n tro l de la zona de pasto que se extiende a lo largo de to d o el cordal de A rru g aeta hacia C o rb e ia ; sin em bargo, los resultados han abierto una nueva línea de interpretación que puede dar tugar a una tercera hipó­ tesis de trabajo.

Sin descartar un origen anterior, las co n s tru ccio n es excavadas re m o n ­ tan a m ediados del siglo X I o co m ien ­ zos del XII, en un m o m e n to en el que la conflictividad política en el reino de N avarra era m an ifiesta. Las disputas entre e l rey y sus barones habían a l­ canzado cotas insostenibles.

A lgunos años antes, en las p rim e­ ras décadas del siglo XI, Sancho III el M a y o r había divid id o e l reino en d e ­ marcaciones adm inistrativas que, para su m ejo r gobierno, entregó a sus vasa­ llos, a cam b io de lo que recibieron tie ­ rras y rentas. Sin embargo, la autoridad sobre estas demarcaciones procedía del m onarca qu ien podía revocar las co n ­ cesiones según su v o lu n ta d so b e­ rana. Esta política fue secundada por su hijo García Sánchez el de

de N ájera y en este contexto, aparece en la docum entación el prim er conde de Bizkaia, Eneko López vasallo de los m o ­ narcas navarros.

A lo largo del siglo XI, los vasallos de los reyes navarros se fueron fortalecien­ do gracias a las concesiones reales que les p e rm itie ro n hacerse con aldeas e n ­ teras y aprovechar a titu lo individual tie ­ rras com unitarias, adem ás de asum ir la propiedad de las iglesias levantadas si­ glos an tes por las com unidades, a p ro ­ piánd ose de los d iezm o s y derechos que estas entregaban a la iglesia para su m antenim iento.

A l m ism o tiem p o , ocurrió que m ie n ­ tras los barones se iban fortaleciendo y enriqueciendo, la m onarquía se iba d e ­ b ilitando y cediendo parcelas de sobe­ ranía por las constantes disputas en tre los sucesores de Sancho III, quienes, para m antenerse en el poder, no tuvieron otro

rem edio que pedir ayuda a sus vasallos a cam b io de in crem en ta r las donaciones de tierra y de ciertos honores.

De esta fo rm a se llega en la segun­ da m ita d del siglo X I a v iv ir una situ a­ ción b asta n te insostenible en N avarra.

Los nobles buscaban conseguir que las concesiones reales fueran irrevocables y los m on arcas m a n te n e r su su p rem a­ cía, aunque lo que en realidad ocultaban estas disputas era hacerse con las rentas de los campesinos y con el beneficio que generaba su trabajo.

El m o m e n to álgido de dicho en fren ­ ta m ie n to se produjo durante el reinado de Sancho IV ( 1 0 5 4 - 1 0 7 6 ) . El m o n a r­ ca retiró los honores a los barones quie­ nes reaccionaron asesinado al propio rey, despeñándolo por el barranco de Peñalen y eligiendo, en vez de a uno. a dos nue­ vos monarcas, provocando con ello la di­ visión del viejo Reino de Navarra durante

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3 5 largos años, hasta la restauración de García Ramírez (1 1 3 4 -1 1 5 0 ).

Por un lado, las fam ilias a ris to c rá ti­ cas del sector occidental se apoyaron en el m onarca castellano Alfonso V I, com o Eneko López, conde de Bizkaia y sénior de N ájera. Por su parte, la aristocracia propiam ente Navarra unió su destino al rey de Aragón, o quizás m ejor, a los d e­ seos de expansión territo rial de Sancho Ram írez quien les auguraba un futuro prom etedo r m erced al impulso de la Reconquista y la aceptación de una nueva concepción de la m on arquía basada en e l p acto en tre el rey y los señores para e l reparto de los, beneficios.

En este c o n te x to de in e sta b ill-^ dad y co n flictivid ad social y políti-^í ca debió construirse el castillo d ei U n tzu e ta , en las puertas del conde do de Bizkaia.

E v id e n te m e n te , U n tz u e ta ni pudo ser erigido por los campesinos de las aldeas de O rozko o Zeberio, ya que el esfuerzo hum ano y eco­ nóm ico que suponía e m ­ p re n d e r una obra d e e s ta e n ­ v e rg a d u ra -c o m o pue-¿ de verse en’ los pocos res­ tos que nos han quedado: gruesosi muros de casi dos m etros de grosor] y sillares bien escuadrados que re­ querían de la presencia de ca n te ro s' p ro fesio n a les- sobrepasaba las po­ sibilidades de aquellas gentes m o ­ destas de las aldeas del entorno, e incluso de las potestades locales in-l

capaces de re ­ c o n s tr u ir sus viejas y de­ te r io ­ ra d a s I g I e sias, de h a c e rla s más grandes y de renovarlas siguiendo el estilo rom ánico que se había im plan­ ta d o por buena parte de Europa entre los círculos más cercanos al poder, tan to laico co m o eclesiástico. El castillo tuvo que ser construido por un poder supra­ local fuerte, dotado de m edios y au to ri­ dad suficiente. Y estas cualidades sólo las reunían los sucesores del conde Enero López, los señores de Bizkaia, vincu\ lados desde 1 0 7 6 , a la m onarquía castellana. Con ello pretendían con­ tro la r e l condado fre n te a las p re­ tensiones del rey de Aragón, al que qued ó, com o se ha visto, supedi­ ta d a la zona nuclear del viejo rei­ no de Navarra.

N o ob stan te, e l castillo no era propiedad de la fam ilia condal, sino q u e p e rte n e c ía a la corona, a u n ­ que era gestionado por los condes.

Así cuan do en 1 1 2 7 e l rey arago­ nés Alfonso I el Batallador firm ó las paces de Tamara con doña Urraca reina de C astilla, restaurando las viejas fronteras es­ ta b le c id a s casi 1 0 0 años an tes por Sancho III el M ayo r, el condado fue entregado a la fam ilia Ladrón, pro-navarra, y con é l todos los cas­ tillos vizcaínos. M ás tarde, cuando en 1 1 7 5 Alfonso V III ocupó Bizkaia y Encartaciones de nuevo v o lvie­ ron a m anos castellanas, siendo encom endados a la fam ilia Haro, quien a partir de 1 2 1 2 adquirió el

señorío de Bizkaia a títu lo he­ reditario.

Los conflictos, unas veces pacíficos y otros turbulentos, entre esta fam ilia -una de las principales de C astilla- y los monarcas, fue la causa de los posteriores asedios que antes hemos citado.

En fin, la d o cu m entació n escrita y los datos arq ueoló­ gicos nos hacen pensar que e l cas tillo d esem p eñ ó esen­ cialm ente funciones militares y políticas, a diferencia de lo registrado en muchos lugares de Europa y de la Península, en los que el castillo fue un elem ento de feudalización so­ cial, desde donde los señores ejercían justicia, controlaban la población cam pesina y la producción, pero ta m b ié n a donde llegaban los exced en­ tes agrarios procedentes de los cultivos de las aldeas del ento rno, recaudados a partir de las rentas arb itrarias que cobraban a los habitantes de su ám bito de influencia.

Las funciones m ilita r y po­ lítica que debió desem peñar A IF O W S O I EL BATALLADOR. REY DE A R A G Ó N Y DE NAVARRA ENTRE 1 1 0 4 Y 1134 este castillo - y quizás alg u ­ nos o tro s - explican su extra­ ña posición geográfica en zonas abruptas, zón de ser y fue abandonado, ta l y com o alejadas de los núcleos habitados y de m uestra la destru cció n e fe c tu a d a por las áreas productivas, que eran las que Don Tello, Señor de Bizkaia y herm anas­ re a lm e n te p ro porcionaban b e neficios. tro del rey Enrique li.

También explican las escasas citas docu­ En definitiva, el castillo de U ntzueta, m entales conservadas, referidas tan sólo no contribuyó a la concentración de la a conflictos bélicos m uy concretos -lo s población, a la reorganización del espa­ asedios de los reyes c a s te llan o s - d a ta ­ cio habitado, al control de la producción dos en la baja Edad f^edia; y la escasa c o m o fa c to r de ex tra c c ió n de la re n ­ trascendencia que han tenid o en la his­ ta feudal, ni a la form ación de señoríos. toria posterior. Y es que cuando las rela­ C uando se construyó - a l m enos en la ciones entre los señores de Bizkaia y los fase que se ha docum entado en la exca­ reyes castellanos se apaciguaron a l re­ vación arqueológica- ya estaba configu­ caer el señorío en la m ism a fam ilia real rado el poblam iento en torno a una red -lo s Trastám ara-, el castillo perdió su ra­ de aldeas adscritas a determ inad as igle­

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sias propias -que serán las futuras a n te i­ glesias* propiedad del señor de Bizkaia o de los nobles locales, los jauntxos, indis­ cutibles beneficiarios de las rentas.

Incluso en el siglo X III, cuando el se­ ñ o r inten tó aprovecharse de las nuevas perspectivas económ icas que ofrecía el com ercio, no recurrió a im p o n er su a u ­ toridad desde el castillo, sino a construir nuevos núcleos urbanos o villas ro d e a ­ das de m urallas, ju n to a los puertos y vías de comunicación, que sí reorganiza­ ron el poblam iento del entorno al atraer a los habitantes del m undo rural, deseo­ sos de escapar del control que, cada vez con más presión, les im ponían los seño­ res locales -ja u n tx o a k - desde sus altivas casas-fuertes.

siQlosm aLjaL l a s CA S A S -tO B B e S Estas nuevas cons truccio nes m ilita res que nada tienen que ver con los castillos qu e hemos visto irrum pen en el paisaje vizcaíno en el siglo XIV. N o eran propie­ dad ni de los monarcas, ni del Señor de Bizkaia, ni de sus representantes, sino de los jauntxos, que adquirieron solares en

las encrucijadas de caminos, ju n to a los puertos, puentes y vados de ríos, en las proximidades de las aldeas o, incluso, en los m ism os cascos urbanos de las villas, con el fin de erigir su nueva residencia.

Desde las torres, estos señores sin se­ ñorío efectuaban el co n tro l directo del trá n sito de personas y m ercancías, im ­ p on iendo peajes arb itrarios, obligando a com prar o vender pescado o hierro, o sim p lem ente robando lo poco o m ucho que llevaban.

Las primeras torres se levantaron a fi­ nes del prim er tercio del siglo X IV y su construcción fue m asiva hasta c o m ien ­ zos del XV . De estas, sin embargo, pocas se han conservado en pie, ya que en los años centrales del siglo X V m uchas fue­ ron derruidas debido a la violencia que alcanzaron las guerras de bandos y a la in te rven ció n de los reyes y de las her­ mandades.

Unas eran de m adera -d en om inadas cadalsos en la d o c u m e n ta c ió n -, de vo ­ lum en alargado y vertical, para alcanzar un m ayor cam po de tiro. O tras eran de piedra, com o la torre de M uñatones, en Muskiz, levantada sobre el puerto de San M artín, de donde salía la vena para abas­

IN T É R IO R DE LA TORR E DE MUIÑWfTONES. E N M U S K IZ, D U R A N T E El^PRO CESO D E R ES T A U R A C tÓ N

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TO R R E LA N D A Y M O N T E U N J Z U E T A A L F O N D O , A M B O S EN O R O Z K O ■=]

tecer las ferrerías vizcaínas y guipuzcoanas. La im agen actual corresponde a una reform a de m ediados del siglo X V que envolvió la torre original del siglo XIV. Por lo general la planta de estas for­ talezas era cuad rangu lar y te n ía n tres alturas; la baja dedicada a a lm acén , la principal, de gran altura, a residencia, co­ cina y salón y la últim a acogía los dorm i­ torios principales. Tenían gruesos muros, m ás por razones de garan tizar la e sta­ bilidad del edificio que por razones de­ fensivas, sin apenas ventanas. El acceso se hacía por e l piso prim ero m e d ia n te una escalera de m adera que se retiraba.

Podían estar rodeadas de cercas o fosos y contar con edificios anexos, ta n to resi­ denciales com o de servicios, construidos en madera.

En d e fin itiv a , las excava cio n es a r­ queológicas en U ntzueta nos han perm i­ tido conocer el significado de las ruinas que en la cima de este m onte se conser­ van, correspondientes a los cim ientos de un castillo utilizado por los poderes po­ líticos de finales del siglo XI y X II y que tu vo escasa relevancia en la c o n fig u ra ­ ción del territorio.

Sin em bargo de cara a im pulsar nue­ vas investigaciones se ha de te n e r en cuenta que no todos los castillos tu v ie ­ ron que resp o n d er a las m ism as razo ­ nes, ya que pudieron ser residencias de las aristocracias de los siglos V il y V III o puestos de vigilancia de zonas m o n tañ o ­ sas y áreas costeras en los siglos IX o X, ta l y com o hem os visto. Lo que sí pare­ ce intuirse con m ayor n itid ez es que no fueron construcciones señoriales al es­ tilo de las casas torres de finales de la Edad M edia o de los castillos que desde Escocia hasta Castilla se exten d ían por doquier.

La investigación arqueológica que ha in iciad o M ik e l N eira sobre estas cons­ trucciones aportará nuevos datos -c o m o parecen m o strar los reducidos sondeos arq ueológicos realizados en el castillo de E re ñ o za r- que p e rm itirá n co n firm ar o re fu ta r estas hipótesis y, sobre to d o , plantear otras nuevas que constituyan la base de futuros estudios.

S ervicio de P atrim onio D iputación Forai Bizkaia H lsto ría d nr y p ro fe s o r de UNED-Bergara

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EL G R U P O DE A R Q U E Ó L O G O S V O L U N T A R IO S RECIBEN LAS PAUTAS A SEG UIR E N L A IN T E R V E N C IÓ N .

H A S T A 3 0 PER S O N AS DIFERENTES P A S A R O N P O R EL Y A C IM IE N T O DE U N T Z U E T A C O N Á N IM O OE C O A ftO R A R E N EL A R D U O TR A B A JO

a in terven ció n a rq u e o ló ­ gica efectuada en el cas­ tillo de U ntzueta (Orozko) d u ra n te los veran o s de 2 0 0 6 y 2 0 0 7 se enmarca dentro de un proyecto de investigación m ás am p lio que tie n e por objeto d eterm inar e l origen y función que desem peñaron los castillos altom edievales en Bizkaia, adem ás de consolidar, preservar y poner en valor la estructura de muralla enco ntrada. En concreto, la m encionada intervención puede considerarse com o el punto de partida de este com plejo estudio, prom ovido por Aunia Kultura Elkartea, sub­ vencionado por el Servicio de Patrim onio Histórico del D epartam ento de C ultura de la Diputación Foral de Bizkaia y desarrolla­ d o p o r e l G ru p o de In v e s tig a c ió n en Arqueología de la A rquitectura {U PV-EH U), siem p re, eso sí, con to d o e l a p o y o del A yuntam iento de Orozko, m unicipio al que pertenece.

En este contexto, la elección del casti­ llo de U ntzueta com o inicio del proyecto vino m otivada por diversas razones. Por un lado, su em plazam iento sobre un cerro có­ nico de laderas pronunciadas que alcanzan pendientes de hasta un 9 0 % -p o c o aptas para cualquier tip o de explotación agrope­ cuaria o para la instalación de una residen­ cia señorial-, en posición estratégica sobre vías de com unicación natural, aunq ue re­ la tiv a m e n te alejad o de ellas y de los nú­ c le o s d e p o b la c ió n q u e v is u a lm e n te dom ina. Por otro lado su tipología, que di­ fiere de las casas torres, consideradas pro­ t o t ip o s d e la a r q u it e c t u r a m ilit a r bajom edieval, época en la que el castillo aparece docum entado, por lo que ta l vez su origen pudiera ser anterior.

Por to d o ello, creim os necesario reali­ zar una intervención arqueológica, además de aco m eter las m edidas necesarias para su conservación, su adecuada protección y oportuna puesta en valor de cara a las per­ sonas que deseen acceder a la cum bre por este u otros m otivos.

S IT U A C IÓ M D g L e i p ico de Y A C l C D i e M T O U n tz u e ta (7 6 5 m ) d o m in a e s tra té g ic a m e n te la vía n a tu ra l fo rm a d a por el curso del N ervió n . Se tra ta de una atalaya s itu a ­ da en tre dos sistem as topográficos d i­ ferentes. Al norte las suaves m on tañas vizcaínas que raram en te superan su a l­ titud , entre las que la sierra de M andoia (6 3 7 m ) -e n cuyas laderas meridionales, pertenecientes al m unicipio de Zeberio, se en c u en tran los asen ta m ien to s a lto medievales de Argiñao y B arañao- es la más próxim a. Al sur se extienden las al­ tas cotas del m acizo de Corbeia, con las que se une m e d ia n te el largo cresterío de A rrugaeta (6 6 2 m ), que llega hasta el collado y paso de m ontaña de Bilcotx gana (5 6 5 m ).

En la c u m b re d e l c ita d o m o n te U ntzueta se pueden observar, ju n to a va­ rias antenas de telefonía y televisión, los restos de los muros del castillo apareci­ dos durante la intervención. A juzgar por las escasas huellas conservadas debió de ser una p la ta fo rm a cuadrangular cons­ tru id a a rtific ia lm e n te m e d ia n te m uros de m am p u e s to trab a d o con argam asa, aprovechan do los a flo ra m ie n to s de la roca que, en ocasiones, fueron retallados A L IN IC IO DE L A E X C A V A C IÓ N C O M IE N Z A N A DESCUBRIRSE LAS PRIMERAS H IL A D A S DE U M U R A L LA

V IS T A DEL VALLE DE O R O Z K O DESDE LA C U M B R E DEL U N T Z U E T A

al objeto de ganar espacio ú til e igualar e l te rre n o . A escasos m etro s del lugar más elevado correspondiente a la torre o atalaya de la fortificación se observa un segundo m uro construido con la m ism a técnica que el anterior, que define un re­ c in to m ás a m p lio que p ro b a b le m e n te acogería algunas instalaciones co m p le ­ m entarias de la fortaleza, necesarias para la subsistencia de la guarnición allí acan­ tonada.

En una terraza situada en la ladera septentrion al del m on te tam b ién se ob­ serva una acum ulación de tierra, de for­ m a o val con d e p re s ió n c e n tra l, q u e podría corresponder a algún baluarte d e­ fensivo y que la bibliografía arqueológica designa con el nom bre de "m o ta" o cons­ trucción fortificada encaram ada en m on­ tíc u lo s a rtific ia le s de tie rra . A dem ás, procedentes de U ntzueta se han id entifi­ cado algunas grandes esferas de piedra de unos 2 5 cms. de diám etro y unos 3 0 4 0 Kg de peso, dispersas por las laderas de am bas v e rtie n te s , ta n to de O rozko c o m o de Z e b e rio . Según la tra d ic ió n , constituyeron proyectiles lanzados des­ de la cima. N o obstante, a juzgar por su tipo lo g ía, se tra ta de bolaños lanzados

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E N U N R E U A N O D E l A C A R A NORTE 0 £ U N T Z U E T A Y A PO C O S M ETR O S DE LA C U M B R E D E B IÓ UBICARSE EL M O N T ÍC U L O D ETIE R R A SOBRE EL Q U E LOS A TA C A N T E S ERIG IERON EL E N O R M E T R A B U Q U E TE PARA L A N Z A R LO S PESADOS B O L A Ñ O S

m ediante catapultas o trabuquetes, e m ­ pleados por los m o n arcas castellanos para asediar el castillo y rom per sus m u­ ros. Piezas similares de la m ism a época -m e d ia d o s del siglo X I V - han sido ta m ­ bién halladas en otros lugares que fu e ­ ron sitiad os por el m is m o rey, Pedro I, com o es e l caso de las murallas de Gijón.

m entación, la vajilla, el arm am en to utili­ zado, etc. N o obstante, los escasos restos conservados en alzado y la escasa poten­ cia estratigráfica del subsuelo hizo que fuera m a te ria lm e n te im posible recons­ tr u ir una d ila ta d a secuencia evo lu tiva del yacim iento, pudiendo identificar sólo tres fases histórico-constructivas: la co­ rrespondiente a la construcción del cas­ tillo (Fase I), otra en la que se procede a e fe c tu a r im p o rta n te s obras de recons­ trucción (Fase II) y una ú ltim a relativa a su destrucción (Fase III). Hacem os notar este hecho porque, según la docum enta­ ción m anejada, pueden suponerse un nú­ m e ro m ayo r de etapas si aten d em o s a los datos que nos inform an de diferentes ata q u es y asaltos acontecidos al casti-

La iM TeRveKiciÓM

A R C T u e o L o e iC A Los resultados de esta intervención cum ­ plieron con creces los objetivos m arca­ dos al p e rm itir definir la m orfología del castillo, sus dim ensiones, cronología y otros aspectos relacionados con la a li-

LABO RES DE C O N S O U D A C IÓ N DE LA M U R A L L A IN FER IO R

V IS T A AÉREA DEL P L A N O DE U TORRE, U B IC A D A E N L O M Á S A LT O DE L A C U M B R E J U N T O A ELLA, EN EL LU G A R Q U E O C U P A U A N T E N A , P U D O HABE R ESTA D O EL ALJIBE DEL C A S T IU O

lio. Sin embargo, dado que nuestra apor­ tació n p rim o rd ia l viene dada desde el registro m aterial, estratigráfico, estructu­ raremos nuestra exposición en base a las tres fases mencionadas.

e vo L u ció K i

C O M S T R U C T IV A ; El castillo de C O M S T R U C C IÓ M U n tz u e ta C > e L C A S T IL L O debió de e ri­ girse en algún m om ento situado entre la segunda m itad del siglo XI y la prim era m itad del siglo XII, com puesto por un re­ c in to superior, fo rm a d o por un to rre exenta y un aljibe, y otro inferior, donde se levantaría una m uralla y algunas d e­ pendencias auxiliares.

Las características constructivas de esta fase vie n en d e fin id a s por e l e m ­ pleo de aparejo de m am postería, a base de piezas rectangulares de calcarenita, con su caravista bien escuadrada y a p a­ rejada, fo rm a n d o hiladas regulares de 2 0 a 25 cm de a ltu ra . Sus esquinales aparecen reforzados por sillares de na­ tu ra le z a arenisca labrados a picón o p u n te ro . T am b ién se c a ra c te riza esta fase por la preparación previa de la roca, que presenta un retallad o para asentar la cim entación de los muros. Por ú ltim o.

es im p o rta n te d estacar el m o rte ro de cal y arena, m u y co m p acto y d e color blanquecino, que se desborda en tre las juntas.

La torre o atalaya de Untzueta Se ubica en la zona superior d el casti­ llo, en lo a lto de un escarpe rocoso de d ifíc il acceso, a d a p tá n d o s e a las irre ­ g u laridades propias de él, e s ta n d o re ­ tallad o en algunas zonas con el o bjeto de ganar espacio ú til e igualar e l te rre ­ no. C oncretam ente, la esquina suroeste de la to rre m uestra una superficie lige­ LOS GRUESO S M U R O S DE L A TORRE PERFECTAMENTE C O N S O U O A O O S TRAS IN T E R V E N C IÓ N

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ra m e n te regular, n ivela d a para aco n d i­ cionar un espacio útil en lo que debieron ser los sótanos de la torre. En uno de sus extrem o s se d o c u m e n tó un relleno de basura dom éstica, com puesto por num e­ rosos restos de cerámica, huesos a n im a­ les, carbones, etc, que denuncia el uso de este espacio com o basurero dom éstico.

M o rfo ló g ica m e n te , la to rre presentaría p lan ta rectangular, conservando ú n ica ­ m en te las cim entaciones de los muros del cierre sur y oeste, de 1,67 m etros de anchura m á x im a conservada y apenas 3 0 cm de alzado. La longitud de ambos m uros d ifiere, al encontrarse desapare-

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LABO RES DE E X C A V A C IÓ N EN EL R EC IN TO SUPERÍOOR D E L A T O R R E

cidos en d ife re n te s puntos del recorri­ do por efecto de robos o destrucciones posteriores. N o obstante, la presencia de retalles en la roca m uestra el recorri­ do de los muros en aquellas zonas donde no se conservan alzados, p erm itiend o una reconstruc­ ción espacial d e l e d ific io .

En este sentido, es posible s u p o n e r unas d im e n s io ­ nes en p lan ta de a p ro x i­ m a d a m e n te 1 7 m E -W por 11 m N -S . En lo que respecta al aparejo y té c ­ nicas constructivas u tili­ zadas d eb e m o s señalar que son iguales a las re­ flejad as en las c a ra c te ­ rís tic a s c o n s tru c tiv a s d e esta fase, es decir, d o b le p a r a m e n to de m a m p o s te ría re g u la ­ rizada, relleno con un conglom erado de cas­ cotes de piedra, asen­ tad o sobre dos rozas paralelas retalladas en la roca. Todo se docurrvytta en cu en tra trab ad o intes con un m ortero de cal y a re n a , m u y co m p a c to , de co ­ lo r b la n q u e c in o , que se desborda entre las juntas.

PASO OE R O N D A ENTRE L A M U R A L L A (N F E R IO R Y £L M U R O DE A TE R R A Z A M IE N T O , M U Y D E TE R IO R AD O

El recinto inferior El sistema de doble terraza En la intervención del año 2 0 0 6 ya se docum entaron restos de un m uro en el e x tre m o o rie n ta l del rec into defensivo que hacían pensar en la posible existen­ cia de algún edificio auxiliar ubicado en esta zona, una hipótesis sin embargo que hub o de ser m a tiza d a tras las e v id e n ­ cias sacadas a la luz en la intervención de 2 0 0 7 .

En la ac tu a lid a d sabem os que este m uro se corresponde con una estructura de aproxim adam ente 15 m de longitud y una anchura m áxim a de un m etro, que discurre paralelo a la línea de muralla in­ fe rio r - E - W - y com o a o tro m e tro de distancia de ésta.

Se trata, no obstante, de una estruc­ tura de características técnicas y m orfo­ lógicas m uy diferentes a las murallas del castillo, pero coetá nea a éstas, ya que a tie n d e n a funciones ig u a lm e n te d ife ­ rentes: defensiva en el caso de las m ura­ llas y m eram ente estructural -m u ro de aterrazam iento - en el otro.

Así, el hecho de que se tra te de una estructura corrida a to d o lo largo de la m uralla evidencia su pertenencia, no a un edificio auxiliar com o se había inter­ pretado en un principio, sino a un muro de aterrazam iento existente entre la m u ­ ralla inferior y la torre. U n hecho que re­ s u lta d e l to d o ló g ic o d a d a la gran pendiente existente entre la muralla y la torre, lo que hace necesario el recurso a e ste tip o de p la ta fo rm a s in te rm e d ias

ESPACIO ENTRE LA M U R A L LA IN FE R IO R Y E l M U R O DE L A TORRE

para facilitar el m o v im ie n to d en tro del recinto. Se trataría, en este caso, de un m uro de aterrazam ien to que se elevaría hasta alcanzar la cota de base de la torre, originando una terraza superior de unos tres m etros de anchura por térm in o m e­ dio a lo largo de buena parte del perím e­ tro sur y este de la torre, y otra terraza inferior de apenas un m etro de anchura ju n to a la m uralla inferior, que actuaría com o paso de ronda. En resum en, sí es posible pensar en la existencia de este m uro de aterrazam iento, y por ende del sistem a de doble terraza, desde la cons­ trucción original del castillo en la Fase I.

Agujeros de poste Un to ta l de och o bases tallad as en la roca han sido descubiertas en U ntzueta a lo largo de la excavación. Tres de ellas S E Ñ A L IZ A C IÓ N C O N M E D IO S POSTES DEL P U N T O E X A C T O D O N D E SE H A N H A L L A D O AG U JER O S PARA A L O J A R A P O Y O S DE E S T R U a U R A S DE M A D E R A

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K isto s d& fauna La muestra de f^una recuperada en el castillo de Untzueta alcanza un total de 1.122 evidencias entre fraéníKyílDS de hueso y dientes y ha sido entrc^da para su estudio al paleontólogoJ ^ r o Castaños. Este experto ha podido identificar a ñK/el anatómico y taxo­ nómico <R06 restos, que suponen un 5 Q ^ % del total recuperada Este prlnrier dato indica el buen e s ^ de conservaci(^ del material hallado en el yadniiiema Todos los restos pertenecen al ^ p o de mamíferos, excepto dos que proceden de huesos de ave Además, toda la muestra proviene de aninnales domésticos menos dos, que pertenecen al zorra Se trata de un conjunto muy centrado en las cabañas donnésflcas ha­ l ó l e s en la noayor parte de los asentamientos n ^ le vales. Qn embatj^ se echan en fóila ^pecies conno eJ caballa el asna el perro y el ^ato, que tannbi¿n fttrman parte de las Dstas ^ b tlc a s de la ¿poca. En cuanto a pon:entaj<K por eq)ccíes, el género "Bos-vaca, toroalcanza un 4 ^ %, el ovicaprino -oveja y cabra- un 3 6 ,6 %, el Sus -cenio- un 13,1 eJ Galk¿ un Q2 % y el género Uilp^ - zwtd- un Q2 'íb del total de nsslos n^catados

Q se analiza todo el conjunto a partir de las Secuencias porcentuales del núnnero de nsstos de cada «pede pr^ente, se observa un claro prsdominb del ganado vacuna que casi representa la mitad de los nKtos re­ cuperados. Í £ tí ovicaprlna con poco de la tercera parte deltotaL Ven tercer lu^ar está el cenJa con un simple ISl Ib. La gallina y el zorro ofrecen ttecuendas residuales. A la vísla de ^tos prinneros datos puede aítmnarse que las bases de ^ibs^encia de orf^ anín^al de los ocupantes del castílb en el monwito de la tbmación de este depósito de baswa estaban constituidas por el consumo tanto de ^nado m apr conr» de ow ¿ cabra y cenáo en este mismo onlen.

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En ei entorno inmediato de Untzueta no híy nrwchos conjuntos de &una coetáneos que se puedan uti­ lizar conro término de comparadón, salvo al­ gunos asentamientos de carácter urbano en “Bilbao y Vttorla-^astelz, o rural o w o L a g n ila , Labastida y Hada Sin enrt-

b a i^ sí hay dos nimestras procedentes de castillos, k) que las hace espedaln^e interesantes como elenfwtos comparativos Se trata del castlita ^uipuzcoano de Aizorrotz, en Esfcoriatza. y del navarro de Anwiur en el Valle de 'Saztán. La estructura de la muestra de Untzueta es nrx^ parecida a la que se observa en Aizorrotz. En las dos, el bovino d o n ^ c o ocupa d prinrier iu ^ r en el consumo, seguido del ovicaprlna y con el cenáo a mucha distancia Sin embarj^a difie­ re de la del castillo de Amaiui; donde la o v ^ y la ca­ bra ofrecen el mayor número de nKtos, nrventras que el cemk»J ^ la al ganado vacuno en cantidad d e fí^ nrtenlos. mayor pn^encia del ganado ovicaprino en el asentimiento navarro coincide con lo observado en otro tipo de ocupaciones de carácter no defensiva El cneciente prota^)nisnw del ganado menor a noedida que nos desplazan^ hacia el valle noedlo del EIk i , es una paula que se repite al menos desde la Edad del Hierro en el norle de la Península Ibérica. Los datos de A n ^ confirman una vez n ^ la tendencia general En síntesis y como prinnera o^luación, los nestos de fóuna recuperados en el castillo de Untzueta nos in­ dican un nrtodelo de explotación a^pecuaria basa­ do en el consumo de los ^nados vacuno y ovicaprlna con una b ^ participadón deJ cerda El tipo de rnodelo de apro^tóchanríiento agrc^miaria así conw el procesado y acarreo de las res^ al castillo, quedarán para un estudio definitivo del nnaterial aunque csfám x en condiciona de ade­ lantar que dicho aprovi^onamiento se llevaría a cabo con las reses vivas, es dede ascendiendo a la c u m ^ por su precio pie. Esta afirmación se deriva del hallaz^ de buena parte de bs fia^mentos óseos que componen'tos diferente esqueletos de los anima­ les consunriídos.

Ant^ de Analizan conviene insistir en la importancia que tiene el estudio de estas nnuestras de W ia n'iedievai ya que, aunque parezca rara el Medioevo uno de ios horizonb^ cronológicos n oo s conoddos en la actualidad d^de el punto de vista aR)ueozooló^ca El inter^ y las técnicas de excavación de las n u e ^ generaciones de arqueó­ l e ^ nuuHan prometedon^s de cara alfiitura

A N T E S DE IN IC IA R lA E X C A V A C IÓ N A R Q U E O L Ó G IC A , L A M U R A L L A DEL C A S T ILLO APEN AS A S O M A B A U N A H ILE R A DE PIEDRAS EN LA SUPERFICIE

insertas en una roza tallad a en la roca, ju n to a la base del m uro exterior sur de la torre. Se tra ta de agujeros de poste pertenecientes, m u y posiblem ente, a la huella dejada para sustentar un patín de acceso a la misma. O tro agujero se sitúa al pie del m uro de aterrazam iento, desti­ nado a apear un patín de comunicación entre el paso de ronda de la m uralla in­ fe rio r y la terraza su p erio r de la torre.

O tro s dos agujeros registrados, de sim i­ lares características m orfológicas a los anteriores, se localizan al interior de la torre, pegantes al m uro meridional, uno en su zona central y otro en su extrem o occidental. Aunque resulta difícil concre­ tar la funcionalidad de estos agujeros, lo más plausible es pensar en su uso com o agujeros para pies derechos de m adera destinados a soportar los forjados supe­ riores de la to rre . Sin duda, pensam os que bien pudieran haber sido coetáneos al castillo y haber coincidido con el pla­ no sacado a la luz tras la intervención. Y así hem os de v alo rar algunas posibles bases de patines de m adera para acceder a la torre o a zonas superiores.

Sin em bargo, se da la circunstancia de que algunas de estas bases se locali­ zan d e n tro de lo q u e p revisiblem e nte

ocupaba el m uro de aterrazam iento, con lo que hubieran resultado inservibles o sin utilidad de haber sido coetáneos. Así. tenem os que pensar en una probable es­ tructura de m adera anterior a la propia terraza, desaparecida to ta lm e n te y. cuya huella, ha quedado indeleble en e l reta­ llado del sustrato rocoso.

Aljibe A ctu alm en te, el aljibe del c o n ju n to d e­ fensivo se encu en tra desaparecido. N o ob stan te, to d o a p u n ta a que su ubica­ ción coincidiera con la actual plataform a de antenas existente ju n to al lateral oes­ te de la torre. Así lo revelaría la presencia de una am plia oquedad rectangular ex­ cavada en la roca, la situación de ésta ju n to al cuerpo de la torre -c a ra c te rís ti­ ca h a b itu a l en la m ayo ría de castillos con el fin de aprovechar el agua de lluvia procedente del tejad o de a q u e lla -, y la im posibilidad física de ubicarlo en otro lugar de la cum bre de U ntzueta.

La muralla exterior La torre y aljibe van a reforzar su defensa con la edificación de un recinto am u ra­ llado de planta irregular, adaptada al pe­ queño cerro rocoso que se alza en lo alto

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del conjunto defensivo. Las dimensiones conservadas, incluida el área de la torre, son de 3 0 m . -e je E - W - por 15 m. -e je N -S -, lo que da una superficie aproxim a­ da de 4 5 0 m^, si bien pudo haber sido superior, ya que desconocemos la parte occid ental del recinto. La m uralla arran­ ca con los restos de un torreón rec tan­ g ular avanzado de 4 ,3 0 m. de longitud por 2 ,5 m. de fondo y situado en el ex­ tre m o oriental del recinto, del que parte un lienzo de dirección E-W , siguiendo las curvas de nivel del terreno. Tras recorrer más de 14 metros, la m uralla finaliza, le­ vantándose un nuevo m uro a escasa dis­ ta n c ia la d e ra a b a jo , q u e en s a n c h a ligeram ente el recinto. Entre ambos m u ­ ros se h a b ilita un p e q u e ñ o pasillo de 1,25 m etros de ancho que perm ite el ac­ ceso al interior del castillo. Si bien exis­

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ten algunas incertidum bres o problemas m otivados principalm ente por la ausen­ cia de restos m a te ria le s -c a re n c ia de quicios y de arranques de ja m b a s -, pue­ de interpretarse com o un portillo secun­ dario de salida y entrada al recinto.

La m u ralla in fe rio r c o n tin ú a en la m ism a dirección que la anterior otros 15 m etros, encontrándose arruinada a partir de este punto por las obras de construc­ ción de las antenas. Su continuidad de­ bía de ser un hecho, y a buen seguro realizaría un quiebro hacia el norte con el fin de cerrar to d o el conjunto defensi­ vo p o r el flan co oeste, d on de debía si­ tu arse ta m b ié n el acceso p rin cip al al castillo. El m arcado buzam iento hacia el sur que presenta la roca en el interior de este rec in to d e b ió ser corregid o ig u al­ m e n te con o tro ate rra za m ie n to sim ilar

Adecuación y consolidación d&murosj Tras una excavación anqueolóáca. con la debida clasificación y estudio de los materiales recuperados, sólo existen dos posibilidad^ de cara al buen hacer y bien actúan conservar poner en valor lo nscuperado; o desestiniar esta opción, bien penque no merece la peiía o por su elevado coste, y taparlo de nuevo todo ^ para pn^ervarlo y evtter su paulatino deteriora' a proyecto incluía, desde un principlOi una consolidación de las estructuras rrwralcs sacadas a la luz y su oportuna dlvul^ción para"que pudieran ser observadas por visitantes de todo tipo. Un objetivo de toda actuación científica, pronrKJvida con dinero pública debe de ser esepnsclsamentev el de trabajar para que parte ae ese benefido científico revierta “ en nuestra sociedad y la ha^a partícipe de esos conocinfiientos.

cdematerlaL pmblén se han adecuado las dos terrazas ^ ^ excavación de los dos ^ <»terlof; con el doble o i ^ ^ de consolidar ei acumulo de tierra en la escarpadura de la ladera y de servir como C

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La consolidación y preservación de las estructuras n iu ra ^ ha requerido de una técnica nfKy similar a la empleada ef) la obra orlánal del castillOi a base de arena y cal para la ftbrlcación del nrortero, es decir: la nrasa <■

largo de dicte

LIM P IE Z A DE LA M U R A L L A IN FE R IO R E N E L T R A M O DEL PORTILLO

al docum entado en la Fase II, de m ayor o m en o r potencia dependiendo de la zo­ nas, que nivelaría to d o el espacio de cara a conseguir un plano donde, además de facilitar la circulación y defensa del cas­ tillo, se instalarían algunas dependencias auxiliares.

En cuan to a l ap arejo de la m uralla, cabe señalar que es igual al de la torre, con la salvedad de que en esta ocasión muestra una única caravista, bien escua­ drada y aparejada, ya que el alzado con­ servado -0 ,8 5 m etros de altura hacia el exterior y 1,3 m etros de grosor- sólo lle­ ga a forrar la roca, previam ente retallada.

Reconstrucción espacial del castillo en esta fase El castillo de U ntzueta puede considerar­ se una obra m ayoritariam ente unitaria y sincrónica que abarcaría un recinto su­ perior, com puesto por una torre exenta y un aljibe, y otro inferior englobado por una m u ra lla y algunas dep en d en cias auxiliares. Una de las primeras construc­ ciones levantada en el conjunto defensi­ vo de U ntzueta va a ser la torre. Como indicábam os páginas atrás, hoy día tan sólo conserva las cim entaciones de algu­ nos de sus m uros, lo q u e no es óbice para que, ju n to a algunos retalles en la

roca y agujeros de poste, se pueda efec­ tu ar una reconstrucción hipotética de su fisonom ía original.

La torre se muestra com o un edificio exento, situado en lo alto de un escarpe rocoso de difícil acceso, adaptándose a las irregularidades propias de é l Aunque sólo conserva los m uros de cierre sur y oestes, debem os pensar en un edifico de planta rectangular, con unas d im e n s io ­ nes que girarían en to rn o a los 1 7 m e ­ tro s de lo n g itu d p o r los 11 m e tro s m áxim os de anchura.

El grosor de sus muros alcanza 1,67 m etros de grosor, por lo que debem os pensar en una to rre levan tad a ín te g ra ­ m ente en piedra, de notable altura, distri­ buida posiblem ente en tres plantas: Una inferior o planta sótano, cuyo suelo sería la propia roca, retallada en alguna zonas para acondicionar un espacio ú til com o bodega, alm acén e incluso basurero oca­ sional Una planta primera, noble, donde se situaría el acceso a la torre, concreta­ m ente en su lateral sur, al que se llegaría por m edio de un patín de m adera, apea­ do en pies derechos fijados a la roca. Una planta segunda y últim a. Cabe la posibi­ lidad que esta ú ltim a p lan ta estuviera rodeada por un cadalso de m adera que ascendería hasta lo alto de la torre, so­

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bre cuyo rem ate se em plazaría la cubier­ ta, m u y posiblem ente a cuatro aguas. Un ejem plo de torre con cadalso lo tenem os en el castillo de O cio, en Álava, una for­ taleza de evidentes analogías cronológi­ cas y morfológicas con U ntzueta, com o verem os más adelante.

A l pie de esta to rre , en su costado oeste, debía situarse el aljibe, de m odo que se beneficiase de las vertientes de su te ja d o para la recogida de las aguas.

A c tu a lm e n te desaparecido, aún se co n ­ serva una am plia oqu edad rectangular excavada en la roca que, si bien se reali­ zó en un m o m e n to posterior al abando­ no de la torre, parece guardar la m em oria del prim itivo aljibe.

El c a s tillo c o m p le ta su p lan ta con una m uralla inferior que abrazaría la to ­ rre y aljibe por tres de sus lados, excep­ ción hecha del norte, protegido de form a n a tu ra l por e l p ro p io fa ra lló n ro q u e ­ ro. Esta m uralla, adosada al aflo ram ie n ­ to rocoso, arrancaría desde el este con un cubo avanzado, del que parte un lien­ zo de dirección E-W , siguiendo las curvas de nivel del terreno. Tras recorrer más de 1 4 m etros, la m uralla finaliza, levantán­ dose un nuevo m uro escasos m etros la­ dera abajo , que ensancha lig e ra m en te el recinto a m odo de defensa avanzada, protegiendo las dos puertas que debían abrirse en este recinto. La prim era pue­ de id en tificarse con un pequ eño p o rti­ llo situado en el extrem o oriental de esta m uralla. Q u ed a por localizar la segunda, el acceso principal al castillo y, por ende, la vía o cam ino antiguo de subida - e l ac­ tu a l se realizó hace escasos añ o s -, au n ­ que to d o apunta a que se emplazase en su costado occid ental, d e la n te del a lji­ be, evitan d o así el encuentro con el an ­ terior portillo.

Una disposición sim ilar se docum en­ ta en el castillo de O cio, concretam ente en el encintado am urallado que cierra el recinto superior por el norte, y más difu­ sam ente en el castillo de C orriti. En a m ­ bos casos, el recinto am urallado cuenta

con una estru ctu ra avanzada, cuya ca­ prichosa p la n ta se d eb e al hech o de haber sido construida siguiendo el aflo ­ ram ien to rocoso existente al borde del cerro, con gran caída o desnivel. Además de defender la entrada principal al recin­ to. la estructura posee su propio acceso, una pequeña poterna que sólo perm ite el paso de personas. En cualquier caso, la reconstrucción propuesta para el e xtre­ m o occid ental d el castillo de U n tzu eta no es sino una hipótesis de trabajo, que deberá ser enriquecida en el m arco de futuras investigaciones.

Por últim o, cabe añadir que el m arca­ do buzam iento hacia el sur que presenta la roca en el interior de este recinto será corregido m ed ian te la deposición de po­ tentes paquetes de relleno con el fin de nivelar to d o el espacio, y facilitar así la circulación de personas y la defensa del castillo, adem ás de instalar algunas d e­ pendencias auxiliares com o caballerizas y almacenes.

Cronología La ausencia de indicadores cronológicos que p erm itieran fechar el m o m e n to de construcción del castillo hizo necesario el em pleo de otras m etodologías de datación aplicadas al laboratorio Así, se re­ currió al análisis radiorcarbónico de la m ateria orgánica presente en el m ortero recogido en los m uros de la to rre, pro­ porcionando una fecha situada entre la 2® m itad del siglo XI y el siglo XH. Esta horquilla cronológica pudo ser, además, estrechada tras el estudio del m ate rial cerám ico recuperado en un relleno artifi­ cial que denunciaba el uso de la planta baja de la torre com o basurero dom ésti­ co. Su datación, situada entre la 2® m i­ ta d del siglo XII y la 1® m ita d del siglo XIII, se convertía en una fecha antequem para la construcción de la torre. En con­ secuencia, podem os afirm ar que la torre y castillo de U ntzueta fue levantada en ­ tre la 2® m itad del siglo XI y la T® m itad del siglo XII.

IM A G E N AÉREA DEL R EC IN TO DE L A TORRE (A R R IB A ) Y DEL P O R T ILLO DE E N T R A D A , U N ACCESO S IT U A D O EN LA M U R A L L A IN FER IO R Y Q U E A S U V E Z LA O M D E E N D O S PARTES

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M ATERIALES DE PIEDRA PROCEDENTES DE LA D E S T R U C C IÓ N DE L A TORRE

f A S e i l : Se t r a t a O T31^A S 0 G ría de las R e C O M S T R U C C l Q K l re c o n s 0G 1_ c a s t i l l o tr u c c io nes efectuadas en el recinto inferior del castillo, debidas, norm alm ente, a ataques o asaltos a l m ism o. Así, las característi­ cas cons tructivas que d efin e n esta se­ g u n d a fa s e v ie n e n d e fin id a s p o r el em p leo de un aparejo de m am postería fo rm ad o p o r piezas rectangulares - c a lc are n itas y calizas m a rg o s a s -, s im p le ­ m e n te d esb astadas, q u e fo rm a n una c a ra v is ta irre g u la r y m a l a p a re ja d a .

A sim ism o, e l m o rte ro e m p le a d o es de escasa com p actación , de color m arrón oscuro y com puesto por tierra orgánica y escasos puntos de cal.

Dos son las zonas d o n d e se d o c u ­ m en ta algún tip o de obra posterior a la construcción original del castillo, ambas en el recinto inferior. U na en el portillo de entrada y otra ju n to al cubo avanzado oriental, causadas, sin duda, por alguno ^ de los diversos ataques y asaltos sufrig dos por la fo rtaleza a n te las inestables > relaciones que m antuvieron los señores de Bizl<aia y los reyes de Castilla. En rea­

lidad, aunque el núm ero y entidad de las reconstrucciones pueda parecer peq u e­ ño. habida cuenta de los escasos restos docum entados, hay que recordar que los propios restos del castillo son m u y exi­ guos. conservando en el m ejo r de los ca­ sos un único m e tro de alzado vertical.

Es decir, se debe te n e r en consideración que sólo se han podido registrar aquellas acciones que a fectaro n to d o el alzado del muro, desde su cim entación hasta la cumbrera, ya que resulta imposible regis­ trar aquellas otras realizadas por encim a de los muros conservados. En consecuen­ cia, las obras que a continuación se des­ criben debieron representar im portantes acciones bélicas, localizadas adem ás en estratégicos puntos para la defensa del castillo. De hecho, la entrada principal al recinto está perdida.

Reconstrucción espacial del castillo en esta fase Pese a las obras de reparación e fe c tu a ­ das no se posee ningún argum ento que invite a pensar en una m odificación de la fisonom ía del castillo, al menos en lo que respecta a su organización espacial.

Cronología La in ex is te n cia de indicadores c ro n o ­ ló g ico s c o m o c e rá m ic a y m o n e d a s, asociados a las reconstrucciones do cu ­ m entadas anteriorm ente, imposibilita el estab lecim iento de una fecha concreta, más allá del postquem existente respec­ to a la Fase I y el a n te q u em respecto a la fase III. En consecuencia, cualquiera de las referencias docum entales existen­ tes sobre el asalto y ataque al castillo de U n tzu e ta puede ser válida para las dos reconstrucciones descritas, en p a rtic u ­ lar las de los años 12 8 8 y 1 3 3 4 en que el castillo sufrió los asedios de Sancho IV y Alfonso XI respectivam ente.

H a c e r e f e - G A S e 111; ren cia a la Q G S T R . L I C C I Ó K orden dada O G L C A S T I L L Ó por D. Tello, seño r de Bizkaia, para d e­ m oler el castillo en pleno siglo XIV . Esta destrucción se d o c u m e n ta en e l regis­ tro arqueológico en fo rm a de un estra­ to blanquecino, m uy suelto, com puesto por numeroso m aterial constructivo per­ teneciente en su m ayoría a la torre, en especial piedra -m a m p u e s to s inform es y siüarejos con la b ra -, m o rte ro de cal y abundantes restos de teja. Se e x tie n ­ de este estrato por toda la ladera m eri­ dional del cerro, con desigual potencia según la o ro g rafía d el te rre n o , e n c o n -

Protección de yacinniento La ubicación de los restos d d castillo de Untzueta a más de 7 0 0 nríctros de altitud, en la cunribns de una niontaña a^rcste y expuesta, hace que las condiciones dinnatol(^ c a s no sean en absoluto fevorables. Este mlsnio hecho, no obstante, es aprovechado durante los meses ^tlvales, y parte del otcrfio

contenida entre los restos destacadoc encontraban ocuftDs.

Huc^anresse

personas en sus dos flancos o p u e S „ «1 paso a todo animal domésflm «'’‘fa r «brements por n u S S o “ fb -B s y cordales. H o b j e f l v ^ o ^ ^ ' ^ que el de evflar la entrada del g w d o y 2u ^ como sesteadero y luáar ¿onde depositar sus excnsmentoe.

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Algunos materiales del castillo

trándose cu b ie rto por el nivel su p e rfi­ cial o vegetal que marca el abandono del castillo. En principio, resultaría lógico su­ poner que esta destrucción fuera segui­ da de un proceso de expolio continuado a lo largo del tiem p o , práctica habitual en la m ayoría de castillos abandonados.

N o obstante, el alejam iento de esta for­ taleza respecto a las zonas de valle habi­ tadas, su com plicada accesibilidad y lo que es aún más im portante, la presencia de un Corpus cerám ico m uy hom ogéneo -adscribible a los siglos X III-X IV -, perm i­ ten sostener que la destrucción del casti­ llo fue realizada hasta prácticam ente los niveles actuales y en un m ism o m o m en ­

to, sin dem asiada dilación en el tiem p o.

Adem ás, la coincidencia de fechas pro­ porcionadas por el m ate rial cerám ico y la docum entación escrita, hace aún más sólida esta hipótesis.

En síntesis, es posible pensar que la destrucción e fectu ad a p o r D. Tello, se­ ñor de Bizkaia, en la segunda m itad del siglo XIV . dejara el castillo en un esta­ do de ruina sim ilar al que actu a lm en te se conserva.

JOSE LUIS S D U U N BUSTINZA Director de la íntervenciún arqueológica en el castillo de IJntzueta

JUANJQ HIDALGO AUNIA Kultura Elkartea

PA B LO A Z K O A C A H A S ID O U N V ER D AD ER O E N A M O R A D O DE U N T Z U E T A .Y A É l L£ D E B E M O S B U E N A PARTE DE LOS B O L A Ñ O S R E C O G O O S PO R T O D O EL M O N T E Y SU S A LV A G U A R D A

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D EFE N SA DE U N C A S T ItL O S IT IA D O , C O M O P U D O H ABE R LO S ID O EL DE E R E Ñ O ZA R POR EL REY C A S T E LLA N O A L F O N S O X I E N 1 3 3 4 S E G Ú N L A C R Ó N IC A

radicionalm ente, la imagen que se ha desprendido de los castillos, confundiendo historia y leyenda, ha pro­ vocado interpretaciones subjetivas sobre el papel que jugaron en la reorganización social de base feudal.

H oy en día tenem os un gran desconoci­ m ie n to de la evolución y funcionalidad de estas obras y de su im pacto en las transfor­ maciones que experim entó ei poblam iento durante este periodo.

Disponem os de una inform ación m uy re­ ducida del n ú m ero de castillos d o cu m en ta­ dos en ei te rrito rio vizcaíno y de escasos estudios realizados. Esto nos sitúa ante infor­ maciones contradictorias que nos im pide po­ d e r ubicar cada e d ific ació n en un m arco cronológico certero.

Sin em bargo, la catalogación de castillos realizada recientem en te de to d o el te rrito rio de la com unidad autó n o m a vasca, nos ha perm itido pro­ y e ctar una investigación más am plia de es­ tos yacim ientos. Con esta nueva información, pretendem os proseguir con ei estudio inicia­ do en U n tzu eta (O rozko) y arrancar d efin iti­ vam en te con un

proyecto más global. Investigación que pueda convertirse en una fu tu ra tesis doctoral sobre la arquitectura m ilita r en Euskal H erria, analizando ta n to los as­ pectos form ales -o rig en y evolución, t i ­ pos y características- com o el m odo en que contribuyeron a la form ación y ex­ pansión del feudalismo.

En esta situación de la investigación, propusimos la excavación de la cumbre del m on te Ereñozar, en cuya cim a la do­ cum entación situaba una antigua fo rta ­ leza. Sin em bargo, antes de p ro yectar una excavación de toda el área, e n te n ­ díam os que había que valorar el poten­ cial arq u eo ló g ico y e s tra tig rá fic o del entorno. Por to d o ello, planteam os reali­ zar tres sondeos ubicados en diferentes puntos de la cumbre.

S IT U A C IÓ N DE E R E Ñ O ZA R SOBRE EL U R D A IB A I

h M Í x í s q o s C A ^ S ü íÁ e s El castillo estaba ya construido, al menos, en el siglo XIV , ya que según la crónica de Alfonso XI, en 1 3 3 4 algunos señores v iz c a ín o s , c a p ita n e a d o s p o r D. Juan

N uñez de Lara, se refugiaron en el casti­ llo de Sant M iguel d ' Erencho, para resis­ tir el asedio al que se vieron sometidos por el m onarca castellano. Pero, existen algunos testim onios anteriores, com o se desprende del hallazgo en el ángulo su­ doeste de la plataform a ocupada por la fo rta le za , de una m o n ed a acuñada en Toledo, durante el reinado de Alfonso I el B atallador (1 1 0 4 -1 1 3 4 ). Según la docu­ m entación, en 1409, durante la lucha de bandos, fue destruido, quedando en pie sólo la erm ita.

A L F O N S O I EL BATA LLAD O R , REY DE A R A G Ó N Y DE N A VA R R A ENTRE LOS A Ñ O S 1 1 0 4 Y 1 1 3 4 . DE SU ETAPA DE G O B IE R N O SE H A E N C O N T R A D O E N E R EÑ O ZAR U N A M O N E D A

P rim ero s re s a itx b o s

R^F^r^DCta-s ^aiment&^ies y

Ti-vS;

La. exca-ua-ción.

C om o resultado de la investigación a r­ queológica efectuada se pudo constatar la existencia de una secuencia histórica que abarcaría desde la Edad M edia hasta nuestros días.

El objetivo que pretendem os con es­ tas líneas es mostrar, de m anera que se entienda, la sucesión de acciones -c o n s ­ trucciones, d e s tru c c io n e s - que se han re g is tra d o d u ra n te la ex c a v a c ió n en Ereñozar, aglutinadas a su vez en fases históricas más generales.

La necrópolis, con sus diferentes e ta ­ pas, y la construcción del castillo, son los dos elem entos que vertebran la secuen­ cia global del yacim iento, estableciéndo­ se una relación diacrònica entre ambos que nos perm ite establecer hipótesis so­ bre la evolución y funcionalidad del ce­ rro desde la Edad M edia.

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SE PUEDE APRECIAR EN LA IM A G E N L A DIFERENTE O R IE N T A C IÓ N ENTRE LOS D IS T IN T O S T IP O S DE IN H U M A C IO N E S

Í.X rsecrbyo{\s me^tevxi La excavación ha p e rm itid o p ro b ar la existencia de una necrópolis m edieval, p robablem ente asociada a una antig ua iglesia. Del te m p lo m edieval desconoce­ m os su aspecto físico, ya que la in te r­ v en ció n no nos ha p e rm itid o res catar estructuras atribuibles a él, sin em bargo, la presencia de los enterram ientos, nos hace pensar en la existencia de un p rim i­ tiv o te m p lo que necesariam ente a m p a ­ rase dichas sepulturas y que se levantase en el espacio q u e ocupa la a ctu a l e rm i­ ta , ya que en el m arco cronológico que nos m ovem os, la fundación de una igle­ sia implicaba la acotación de un lugar en el ento rn o reservado para e n te rra r a los fieles.

A raíz de la in fo r­ m a c ió n res c atad a en los sepulcros

exhum ados, se ha podido cons­ ta ta r la existencia de dos fases de enterram ientos. Esto nos hace suponer una evolución histórica del edificio y de su entorno. Es durante la A lta Edad Media cuando creem os que se erige la iglesia con su p rim era necrópolis co m o parro­ quia de la aldea de Ereño. Sin embargo, en un m o m e n to aú n p o r d e te rm in a r, e s te p rim e r c e m e n te rio se aban dona, a unq ue no d e fin itivam en te, ya que vo l­ verá a ser utilizado de nuevo hasta el si­ g lo X V , m o m e n to en q u e d e ja rá de cum plir su función com o lugar de inhum ación.

Las sep u ltu ras e s tu ­ diadas estaban canóni­ c a m e n te em plazadas en s e n tid o e s te o este, si bien, e n ­ tre las dos fases

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M A R A V E D Í N O V É N DE A L F O N S O X

C O R N A D O DE S A N C H O IV DE C A S T IL L A ( 1 2 8 4 - 1 2 9 5 ) , M O N E D A DE COBRE C O N U N A C U AR TA PARTE DE PLATA. SE A C U Ñ Ó EN T IE M P O S DE ESTE REY C A S T E LLA N O Y SUS SUCESORES H A S T A LO S REYES C A TÓ LIC O S

se observan ligeras desvia­ ciones en la o rie n ta c ió n .

O tra d iferen cia e n tre las dos etapas del cem enterio es la tipología de las sepul­ tu ra s . Las c a ra c te rís tic a s constructivas de los sepulcros difieren en cada fase.

En la prim era predom inan las es­ tructuras sepulcrales en sillería, con pie­ zas dispuestas en el extrem o occidental com o encaje occipital u orejeras. Las cu­ biertas no se han podido recuperar, aun­ q u e to d o h a c e p e n s a r q u e fu e ro n desmanteladas. Cabe señalar que se han rescatado varias m onedas fechadas en la segunda m itad del siglo XIII. Destaca la presencia de un novén de A lfo n so X (1 2 5 4 -1 2 8 4 ) en el depósito constructivo de las sepulturas.

Por el contrario, en la segunda fase se ha rescatado una sepultura de las deno­ minadas de muro, conseguidas m ediante la colocación de piezas horizontales, dis­ puestas en tres hiladas envolviendo las paredes de la fosa y con la cubierta for­ m ada por varios bloques calizos de gran ta m a ñ o extraíd o s por capas naturales.

N o obstante sólo se ha podido exhum ar un porcentaje reducido de la necrópolis, por lo q u e c a ta lo g a r diferencias en fun­ ción de c rite rio s t ip o ló g ic o s no h ace sino a p o rta r más sombras que luces al respecto, algo que sería necesario dilucidar en un futuro próxim o.

La in te rv e n c ió n ha perm itido rescatar la cu­ bierta de un sepulcro de­ c o ra d a c o n un a c ru z cuyos brazos se estrechan al llegar al cen tro y se ensan­ chan en los extrem os. Esta d e c o ra c ió n en fo rm a de "cruz patada" en un soporte tabular, constituye una m o­ dalidad ra ra m e n te d e te c ­ ta d a s en e l t e r r it o r io , e le m e n to que d o ta al y a c i­ m ien to de una singularidad, ya que no han sido descubiertas en otras áreas geográficas del territorio.

EN EL IN TER IO R DE L A ERM ITA PUEDE VERSE U N SILLAR L A B R A D O C O N A R C O S A P U N T A D O S EN U N L A D O Y U N O R A N T E DE A S P E a O A R C A IC O EN O T R O . H A Y A D E M Á S U N SEPULCRO M O N O L ÍT IC O C O N ENCAJE PARA L A CABECERA Y H O M B R O S RECTOS. S EG Ú N U T R A D IC IÓ N . EL A G U A DE L L U V IA R E C O C ID A EN ESTA T U M B A TIE N E PROPIEDADES C U R A T IV A S C O N T R A LA S A R N A Y O TR A S ENFERM EDADES DE L A PIEL

PARTE DE L A ESTR UCTURA DE L A M U R A L LA Q U E D E FE N D ÍA EL C A S T ILLO M ED IE VAL DE LA C IM A DE ER EÑ O ZA R

£ rí Ca.stt(Ío Lo m ás s ignificativo de esta fase es (a presencia de varias estructuras que se han identificado co m o parte del baluar­ te defensivo. Construidas con aparejo de

m am postería form ado por piezas rectan­ gulares calcáreas, form ando hiladas regu­ lares y con m ortero dispuesto de m anera tosca entre las juntas y con especial rigi­ dez y com pactación en el alzado.

Del análisis inicial que hem os desa­ rrollado de esta fortificació n se ha pod ido d esp ren d er algun a característica com ún respecto a las otras construcciones d e fe n ­ sivas docum entadas en Bizl^aia, com o es la de estar ubicado en un cerro cónico con laderas pro­ nun ciadas - l o qu e le p e rm ite c o n tro la r los accesos al te r rito ­ rio por mar, a través del valle de U rd a ib a i- y con una plataform a inferior, desde donde se efectu a­ ba el acceso. Las características constructivas tam b ién responden a las m ism as pautas que se han

LA ERMITA DE LA C U M B R E P U D O HABER S ID O U A N T I C U A IGLESIA DE EREÑ O , T A L Y C O M O LA N O M B R A N EN LA C R Ó N IC A SANTMICUILD'BRCNCHO Y C O R R O B O R A N LAS Ú L T IM A S EXCA VACIO NE S

podido registrar en otros castillos, tales com o U ntzueta o Astxiki.

K e s x íítx b o s fto v } .s \m ú e s La excavación ha sacado a la luz una evo­ lución diacrònica - a lo largo del tie m p o de las dos construcciones principales; necrópolis y castillo, lo que nos p e rm i­ te establecer una serie de hipótesis que deberán ser corroboradas en una actu a ­ ción mayor.

Se han docu m en tad o varias sepu ltu­ ras anteriores al baluarte defensivo, lo que nos hace considerar la posibilidad de que se erigiese el castillo en el m is­ m o e m p la z a m ie n to en que se situaba la iglesia alto m ed ieval -d ed icad a a San M ig u e l- y que fue reutilizada gracias a su situación estratégica.

Sin e m b a rg o , parece que la e x p lo ­ tación de la cum bre no finaliza cuando se abandona el castillo, ya que en este m o m e n to se produce una nueva reocu­ pación d e l espacio co m o c e m e n te rio , probablem ente cuando se restablece el oficio en la erm ita, en torno al siglo XV. En cons ecuencia, y a expensas de una actuación de m ayor rango que nos perm ita verifica r estas hipótesis, pod e­ mos plantear una serie de interrogantes. ¿Fue una construcción m ilita r estable o

un enclave defensivo ocasional? ¿Cómo se articulaba el antig uo te m p lo m e d ie ­ val? ¿Convivieron juntos castillo e igle­ sia? ¿Cual fue la relación entre el castillo y la aldea de Ereño? Esperamos que en una futura excavación podam os dilucidar todas estas cuestiones y que sirva para avanzar en el estudio de nuestra historia, la historia de Euskal Herria.

MIKEL NEIRA ZU6IETA D ire c to r de la excavación

C R U Z PATADA INSERTA EN U N CIR C U LO , TA LL A D O SOBRE LA CUBIR TA DE U N SEPULCRO. SE TR A TA DE U N M O T IV O D EC O R A TIV O M U Y IN U S U A L D E N T R O DE B IZ K A IA

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Cuadrilla de La RIoja Errioxa Eskualdea ■'■“ i*»''

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no 4 % ompiendo los llanos paisajes j ¿ de las tierras riojanas surge el JU p ^ ^ o lo ñ o , con su cumbre a 1.263 metros de altitud y que da nombre además a toda la cadena montañosa.

Su ascensión está dotada de un gran atractivo, tanto por la grandio­ sidad de la montaña en sí como por las sobrecogedoras ruinas que nos encontramos cerca de su cumbre. Se trata de los restos del templo de Santa María de Toloño, también co­ nocido como Ntra. Sra. de los Ángeles.

Su existencia se documenta en la Edad Media, siendo ocupado enton­ ces por monjes de la orden de los Jerónimos y que, debido a las incle­ mencias del duro clima, hubieron de que abandonarlo. Sin embargo, tras varios avatares, su presencia vuelve a adquirir pro­ tagonismo al ser ocupado por

los

monjes de la Hermandad de la Divisa hasta bien avanzado el siglo XVIII. Ellos fueron los encargados de aten­ der su hospedería y, especialmente, el más que lucrativo negocio de las neveras del lugar. Por medio de ellas se suministró hielo a los pueblos de los alrededores, comenzando su ven­ ta el Domingo de Ramos para durar hasta la vendimia.

Un incendio en 1835 nos dejó las actuales ruinas de ese bello templo que aún hoy nos impresio­ na por su riqueza ornamental así como por su inhóspita ubicación.

testua « ASIER LEGDRRETA argazkiak « MEÑAKAKD UDAL ARÍXI8ATEGIA

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egilea

BADIRA URTE BATZUK MEÑAKARA BIZITZEN JOAN N IN T2EU. ORAINGO MEÑAKAK EZ DAUKA ZER IKUSIRIK GARAI BATEKO MEÑAKAREKIN. GAUR EGUN PENTSA ERE EZIN DIREN PERTSONAIAK. EGOERAK. OHITURAK ETÀ, NOLA EZI OGIBIDEAK ZEUDEN. OGIBIDERIK GEHIENTSUENAK DESAGERTU EGIN DIRA: IKAZKINAK, KAROBIETAKO LANGILEAK, ERROTARIAK, UZTARGÍLEAK ETÀ GALT7ERDI-EGILEAK. AZKEN HAU KASUALITATEZ EZAGUTZEKO BETA IZAN NUEN. NON ETÀ... BILBOKO SAN TOMASETAN EZAGUTU AHAL IZAN NUEN, GALTZEAR DAGOEN LANGINTZA HAU, EMERANDOKO MARIA BILBAORI ESKER.

H IL A R IA M A R K A IO A . G O R y % V C ^ A R D A T Z X E R A B IU ^ 1 4 A fllA f e c m T A M A L £ Z .2 0 0 e A N Z E N Q l> D ;r r :lA it1 tf B A S E R m K 0 C A lT 2 £ tó tE 6 « .tíC ^ . .

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LEHEN ETXE GUZTIETAN EGITEN ZIREN galtzak, arropak eta bâtez ere galtzerdiak.

Bederatzi urterekin ikasi ondoren gaitzerdiak egiten, Bermeo eta M ungiako plazara jo aten zen m erkatu egunetan, "bendejea" -e tx e k o barazkiak- saltzera eta hori gutxi zenez, “isil-poltsoa" -b e tik o lan etik aparte lortutako diru e s tra - ateratzen zuen artilez egindako ekoizpenekin, bâtez ere galtzerdiekin.

Bizitza m odernoak erosotasunak ekarri dizkigu, eta gertatutako aldaketak nabariak dira. C u ztie ta n nagusi, ehunaren aldaketa izan da, artilea erabiltzetik ehun sintetikoak erabiltzera igaro garelako urte gutxitan. Honen ondorioetako bat, lanbide batzuk desagertzearena izan da. hala ñola; ka rd a tza ile a k , iru leak, g a ltz e rd iegileak. e ta abar. Lihoarekin lan egiten zutenak ere am aitu dira ehungintza m o dernoarekin. Bestalde b a te tik , kanpotik dakartelako arropa sintetiko gehientsuena, esku-iana aurreztuz eta m erkatua bereganatuz. Inork ez du nahi lan nekagarri eta esker txarreko hau. C ure eguneroko bizitzak ez digu em aten horretarako biderik. O hitura aldaketak, beharrizanen al­ daketa ekarri du.

XXI. m endean bagaude ere, denboran atzera egin dugu. M a ria re k in solasean egon ondoren, galtzerdiak egitearen prozesua azaldu digu.

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Maria Bilbao 1925. urtean jaio zen Emerandoko Bengoetxe baserrian. Bere bizi guztian baserritarra izan da, eta honekin hatera etxekoandrea ere bada. Abeltzainak izan arren inguruan, nekazariak izan dira Bengoetxeko sendiko guztiak. Garai latza egokitu zitzaion Mariari, batez ere gerra ostean. Barazkiek ez zuten ematen urte osorako soldatarik eta beste nonbaitetik atera beharra zegoen ahorako jana. Etxe askotan arrunta zen langintza ikasi zuen Mariak bere amarengandik: galtzerdigintza.

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E R R U F IN O , PANTXIKEREN SENARRA, K A R D AKETA ECITE N BASERRIKO S U K A LD E A N X X . M E N D E A N ERE, O H IK O A ZE N O S O H A L A K O ESK U LA N A K , (R U TE Z E IN E H U N D U .C IZ O N E K EC(TEA, A R T Z A IN E K BATIK BAT.

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A RÜ IA REM H ILE-M O /K ETA “A rtile a erosi egin behar zaio a rtza in a ri. Kontuan izanda. gero eta artzain gutxiago daudela, a rtileak prezio altu a du.

Sollubeko Bitorio artzainari erosten diot artilea. Kiloko euroa kobratzen d it. C uk ez dugu inoiz ardirik izan eta beti erosi behar izan dugu artilea".

"Sollubeko artzainak normalean uztailean ekartzen dizkit ardien sapak. Komeni izaten da ilbeherean artilea m oztea ardiari. Honek bere arrazoia du. Garai onean m o ztu tako artilea askoz ere sendoagoa da. Lan egiteko ere, erosoagoa da.

A rdien h ile -m o z k e ta ere ez da la n gintza erreza. Lehenengo ardia harrapatu egin behar da, eta atzeko hankak lotu on d o ren guraizeekin hasten zara a r ti­ lea m ozten. Tripa azpitik hasi eta leporaino pasatuz. H orretarako makinak izan arren, Bitoriok nahiago du eskuz m oztu.

H órrela, finago geratzen delako m o z tu ­ tako artilea.

Buru inguruak e m a te n du lanik gehien. Eta ardi nagusieei eta aurrerako uzten dituen bildotsei m ozten die artilea.

A rtile a k h a in b a t erabilpen izan d itzake, baina nik galtzerdiak egiteko erabiltzen dut. G aztea nintzanean, koltxoiak egiteko ere erabiltzen zen artilea. Aintzina asko estim a tze n zu ten artilez egindako koltxoia, bâtez ere ezkontzarako arreoa egiterakoan, em aku m earen dotean sartz e n zen k o ltx o ia . G a u r egun h a lak o gauzak pentsa ezinak dira. G ainera, artile guztiak ez dira kalitate berekoak, nahiz eta ardiaren hile guztia edo gehiena aprobetxatzen den.

A rdiek atzeko aldean zikinkeria asko izaten dute. Hala ere, nik bildotsaren ar­ tile a baino nahiago izaten d u t ard iarena. Zergatik? G o rp u tz gehiago hartzen duelako, e ta era berean sendoagoa d e­ lako. Bildotsar=ena gehienetan finagoa eta m engelagoa izan ohi da. Horregatik desegin eg ite n da eskuartean, horrez gain, b ildo tsak hile tx ikiag o a eta kiribilagoa duelako jazotzen da hori. Laburbilduz, ar-

tilerik onena, ardiaren lepoaldeko artilea da! Duda izpirikgabe.

N orm alean artile zuria erabiltzen da, baina bada a rtile beltza erabiltzen duenik ere, bâtez ere abarken kordelak egite­ ko. Inoiz egin izan ditut".

A R T IL E A MOLA G A R BITU " A rtile a k z ik in k e ria asko iz a te n du.

Aintzina errekan garbitzen zen. gaur egun osterà, iturrian edo etxeko txorrotan gar­ bitzen da, m odu erosoan.

H a steko , g ald a ra han d i b a t b eh a r dugu, ur epela bota eta artilea beratzen jarriko dugu, egun bitan edo, gutxi gorabehera. G ero txin b o xaboiarekin igurtzl eta igurtzi egin ostean, kolore zuria n abarm entzen hasiko da. Beratzen izandako bi egun horietan artileak zikinkeria asko askatzen du, eta xaboiaz garbitu o n d o ­ ren, usain txarra kentzen diogu, artilearen lehuntasuna lortzen dugularik. Ikusi beharra dago ardiek zelako hile koipetsua izaten duten! Bâtez ere tripa inguruan.

A rtilea g arb itu ostean. leh o rtu eg i­ ten da.A ntzina eguzkitan lehortzen nuen, gaur berriz, etxeko sukaldean lehortzen dut beheko-sua isiotuta".

GOA/FN H A R IR A ...

“Jarraian kardatzen hasiko ginateke. Hori egiteko hem en d itu t kardak. A rtilea d agoen m oduan hartu eta orraztu-orraztu egin behar dugu m im oz, a rtile m oltsoa zehetu arte. G ero txanb ilarekin harilkatzen hasiko gara. Hori da galtzerdiak egi­ ten hasteko lehen pausua".

"N ik ez dut gorurik erabiltzen, goruak gure auzoko Pantxikek eta M artei baserriko Hilana Markaidak erabiltzen zituzten".

"Saiatu izan naiz goruak erabiltzen, baina txanbilarekin ohitu nintzen eta beti egin izan d u t hala... Behin txanbilarekin am aitu ostean, kobrezko bost orratz erabiliko ditut".

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M A R K A ID A ETA ILO B A K C A LT Z E R D IA K ECiTE KO H A IN B A T B E H A R IZ A N E T A N

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O RA IN GOAZEN G A LT/E R Ü IA K EG IT E R A “Bost o rratz erabiltzen dira norm alean.

Goiko aldetik hasten zara, hankaren fo r­ m a emanaz, eta hör ere jakina bost orratz erabiltzen dira. C altzerdiaren atzeko a ldeari horm a esaten zaio eta hori egiteko hiru orratz erabiltzen dira, esan beharra dago, hori dela galtzerdia egiteko prozesuaren zatirik zailena. Behin orpoa egin ostean, punta egitera pasatuko gara, eta hör berriz ere, bost orratz erabiltzeko pre­ m ia dago. Argi esan beharra dago, bost orratz aldi berean erabiltzea, ez dela bate re erreza, batez ere m arapiloak agertzen direnean hari m ultzotik. Eta zer esänik ez haria k a te a tu e ta korapilatzen hasten denean, bixorra -m a ra p ilo a - a te ­ ra tz e n da, e ta ezin da a u rre ra egin.

M arapiloa askatzeko onena, atzera egitea da. Bi h itze ta n esateko: "orpoa da g altzerdiaren alderik konplikatuena galtzer­ dia egiterakoan. O rpoa egitean galtzerdia iruntzitara jarri beharra dago, eta behin orpoko horm a egin ondoren, galtzerdiaren aurreko aldea egitera pasatzen zara.

G altzerdiak egitea ez da batere erre­ za, lan asko egin behar da eta asko sufritu beharra dago. Bestalde, ekonom ikoki ere, ez dizu konpentsatzen..."- dio Maria Bilbaok.

A m ak sendagarriak behar zituen, eta horietaz gain, olioa eta txikoria ere behar zituzten, baina behar zutena, dirua alegia, noia eskuratu zen kontua; ez zuten sosik poltsikoan, are gutxiago bankuan.

Baratzeak ez zuen mozkinik em aten urte osoan, beraz, irten b id ea b ila tu beharra zuen Mariak.

Garai haietan, baserri gehienetan egin eta erabiltzen ziren artilezko galtzerdiak.

M ariak Em erando eta M eñakako berri zekien ed e rto b aten . H o rreg atik argi utzi digu, M eñakan gizonezkoek ere, harilkatzen zutela. Eta ez harilkatu soilik, artilea garbitu, leh o rtu eta kardatu ere egiten zuten. Adibiderik onena Beleta baserriko Errufino dugu.

G altzerdiak saltzearena ez zuen am a­ rengandik jaso, auzoko Pantxikerengandik b a izik . P a n tx ik e , B e le ta b a s e rrik o a k , enkarguak zituen galtzerdiak egiteko, eta berari eskerrak hasi zen M aria etxerako behar zituen baino galtzerdi gehiago egi­ ten, plazan saldu ahal izateko. Hori izan zen, b eh ar-b eh arrezko z itu z te n gauzak erosteko bide bakarra. "G uzti honek paradoxa dirudi, baina galtzerdiei eskerrak atera ginen bizirik garai la tz h a ie ta n " dio Mariak pentsakor...

G A LTZ ER D IA K E G IT EK O G A R A IRIK A P R O P O S E N A ...

NEGUA

AMA 17AN /EN IR A K A SL E A M ariak am arengandik ikasi zuen ofizioa.

Bengoetxe baserrian denak ziren neskak, eta gehienak neskam e joan ziren hirira.

M aria etxean geratu zen, am a zaintzeko.

Am a gaixo zegoen eta etxean diru urritasun g alan ta zeukaten. A urreztuta zuten diru apurra, Errepublikako dirua zen diru gorria esaten ziotena. Ez zuten pentsatu ere egin, Francoren diruagatik aldatu be­ h ar zutenik, guda laster a m aitu k o zela uste baitzuten, eta jakina, Francok guda galdu egingo zuelakoaren ziurtasun osoa zeukaten.

“G altzerdiak ez ziren urte guztian egiten.

Baratzak lanik em aten ez zuenean, has­ ten zen galtzerdien langintza. A rtzainak uztailean ekarri ohi zuen artilea. Jarraian, garbitu eta lehortu ostean, dena izaten nuen prest-prest urrian lanean hasteko.

U rritik aurrera, egunak ere lab u rragoak dira eta ez da izaten lanik ortuan.

Gainera behirik ere ez daukagunez gero, ba... badakizu, denbora zer edo zerta n pasa behar! Neguak irauten duen artean izaten naiz galtzerdiak egiten, hank eta m artxoa heldu arte, orduan kanpoko lanak hasten baitira".

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ALTZERDIAK EGITEKO PROZESUA testua eta argazkiak « JDANJD HIDALGO

ARTILE-PRESTAKETA A rd j-m o z te a egin on d o ren z a k u ta n g o rd etze n da a rtile a , behar iz a te n denean a te ra tz e k o . o n en a b e re iz te ko e ta ur h o tzetan g arb itzeko. H onen ostean lehortzen ja rtz e n da eta, hurrengo pausoa, ardi-ilea jo behar da izpiak iortzeko.

KARDAKETA Lortutako izpiak o n d o banatu b e h a r dira kardatu aurretik.

Kardek ard i-ilea orraztu eg iten dute behin e ta berriz h a rro tu arte. O ndoren. lo rtu ta k o ile -m a lu ta k saski b atean sartzen dira hurrengo eginkizunerako.

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ARTILEA IRUN Ile-m alu tak izpitu egin behar da lehendabizikoz. Gero, txab ila -g izo n ezko a batik b a t - edo gorua gehi ardatza -e m a k u m e z k o a - erabiltzen dira haria lortzeko. Txabila bada, ile -m a lu ta esku artean hartuz, hari-izpi b a t atera eta txabilaren kakutxoan kateatu egin behar da. H ari-izpiari tenkatuz, txan b ilarl esker, bihurrituz doa haria egiten.

Prozesua m artxan dela eta, haria txabilaren kakutxoan bildu behar da lurreraino heltzen den bakoitzean.

G orua bada, berriz, goruan bertan blitzen da ile-m alu ta, eta ardatzak, txabilaren funtzio a egiten du.A skotan, haria lortzeko m akina - ’’rueca" iz e n e k o a - erabiltzen zen, ekoizpena erraz bikoizten zuen eta.

EHUNÜU Lortutako haria haritdu behar da galtzerdiak ed o jertseak egiteko. H orretarako, orratz luze bi erabiltzen dira eta estim atuak O SO izan ohi dira egun arte. . '■ /.

diru asko zen, eta bidelapurrak ere non-nahi zebiltzan. Pasadizo horiek kontatzen dituenean. Manaren ilobek farre egiten dute, benetan sinetsi ala ez pentsatzen ari direla.

“ G A L T Z E R Ü IE Z G A IN , EZ D U T IN O IZ B E S T E E Z E R EG IN . ]E R T 8 E A K ETA TXANOAK e g it e k o ESK A TL A R R EN ”

"R U E C A " IZE N E K O M A K IN A

LEH EN EN G O G A L T / E R Ü l P A R E A H IR L H O G ERLEK O TA N SA LD LN U EN

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M a ria u rte rò jo a te n da B ilboko San Tomasetara, eta bertan beti izan du barrera ona. Azkeneko atdiz ere, telebistakoek grabatu zuten bost orratzekin borrokan, gustokoen duen langintzan.

Emerandotik Bermeora ere joan izan da oinez, etxetik atera goizaldeko lauretan eta Bermeora iristen zen goizeko zazpietarako.

Jendea goizeko m eza entzun eta gero, m erkatura abiatzen zen igande goizetan.

Lehenengo galtzerdi parea Bermeon saldu zuen, hiru hogerlekotan. Neskatila zen gure Maria orduan, eta jasotako dirua, esku ahurrean estututa ekarri zuen etxera, bidean galtzeko beldurrez.

Gogoan du, egun baten, bostehun pezeta ekarri zituela Bermeoko m erkatutik, etxeko ortuariak eta galtzerdiak saldu on­ doren. Ezin zuen sinetsi. Garai hartarako

"Inoiz egin izan ditut, abarka kordelak. Baina ez beste ezer. Badakizue noiz hasi nintzen gauza ezberdinak egiten? Ba, behin a rti­ le beltza iritsi zitzaidan eta hari zuriarekin batera marradun galtzerdiak egitea bururatu zitzaidan. Eta... ez dakizu nolako arrakasta! Ordu arte inoiz ikusi gabeko galtzer­ diak ziren marradunak eta modan jarri ziren.

Jendea urrunetik zetorren galtzerdiak erostera, baina betikora itzultzea erabaki nuen, eta hari beltza amaitzean, amaitu ziren gal­ tzerdi xelebre haiek ere..."

Mariak laurogeita hiru urte izan arren. galtzerdiak egiten darrai. Ez da m erkatuetara joaten, baina merezi du Emerandoko Bengoetxe baserrira hurbiltzeak berarekin solasaldi bat izateko. Auzunean hainbat g a ltze rd i-e g ile k ja rra itu dute, Beletako Pantxikek eta bere senarra zen Errufinok kasurako, edo oraintsu arte, langintza horretan ziharduen M artei baserriko Hilaria Markaidak eta beronen iloba batzuk ere hor izan dira. Gaur, ordea. Maria bakarrik gera­ tzen da.

Langintza hau gal ez dadin. jende an­ dana saiatu izan da ikasten, baina epe laburrean utzi egin dute. Ordu asko eskatzen baitu gero irtenbide ziurrik ez duen langin­ tza honek.

Baina, hala eta guztiz ere, espero dut lehen ohikoak ziren. eta orain hain urriak diren galtzerdi-egileen berri izango dutela gure ondorengoek. Aldi berean, Euskal H errian, beste hainbat lanbide galdu d i­ ren antzera, galtzerdigintza zoriaren menpe gera ez dadin nahi nuke.

ASIER LEGDRRETA Filolagaa

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SOCIAL ANTZOKIA LASTER / PRÓXIMAMENTE

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B A S A U R IK O N A Z IO A R T E K O A N IM A Z IO - Z IN E M A JA IA LD IA ^ FESTIVAL IN T E R N A C IO N A L DE C IN E DE A N IM A C IO N DE B A S A U R I

A\TEA TR O ] [B RO KERS:

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M A N U E L ^ S E P A ^ C A R L A ^ H I D A iS

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:COMPANHiA' DO CHAPITOJ 'DRAKULA*:

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sarreren salmenta v e n U de entradas

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Jfexabeitiko San Migel eliza

Iglesia de San Migue A de Elexabeitia

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San Migel da Artea udalerri txikiko eliztarrak banatzen direneko eliza historiko bietako bat eta, izenak berak iradokitzen duenez, bailarako hondoan dagoen lautada txiki batean dago kokatuta, beheraxeago Arratia ibaiarekin bat egiten duen Larrueta errekastoaren ertzean.

San Miguel es una de las dos iglesias históricas entre las que se reparte la feligresía del pequeño municipio de Artea y, como su propio nombre sugiere, está situada en un breve laño en fondo de valle, a la orilla del arroyo de Larrueta, que poco más abajo entrega sus aguas al río Arratia.

Eraikin xumea da, hala neurriei noia eraikitzemateriaiei dagokienean. Egurrezko egiturak dira eliza honetan erakargarrien gertatzen diren elementuak, batez ere XVI eta XVII mendeen artean eginikoak direlako. Bada, egitura horien artean hurrengoak aipatu behar dira: goialdeko egurrez eginda dagoen korua, zutabe gairìean eraiki zena, sareta-baranda eder batekin non giitza-ahoz erako arkutxoak irudi gisa jarri diren; teilatua, garai hartan Gaztelan egiten ziren egurrezkoetan inspiratuta dago; eta kanpandorre bitxia atarien zirkuitura egokitutakoa da. Hórrela, San Migeleko atariak oraindik dauka XVII. mendeko zoladura enkotxatuaren zati bat.

SARBIDEA Udalerriko hirigunetik abiatu eta Zeberiora doan errepidea hartu behar da. Bertatik 700 bat metrora, eliza aurrean dugula, ezkerretara doan bidea hartu behar da, ehun metro inguru egiteko bertara iritsi aurretik.

HELBIDEA Elexabeitia auzunea. Artea.

Barrura joan nahi izanez gero, elizaren ondoan dagoen baserrian eska daitezke giitzak.

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San Miguel de Elexabeitia es un edificio modesto, en sus dimensiones y materiales constructivos, y que tiene su principal atractivo en sus estructuras de madera, alzadas entre los siglos XVI y XVII, principalmente. Entre éstas llaman la atención el coro alto de madera labrada montado sobre postes, con una bella baranda de celosía en ia que se han calado motivos de bocallave; la techumbre, que se inspira en los techos de carpintería castellanos de la época; y la curiosa torre-campanario que se íntegra en el circuito dei pórtico. Éste, por su parte, consen/a todavía parte del pavimento encachado original del siglo XVII. ACCESO Desde el centro del municipio se toma la carretera en dirección a Zeberio y a 700 m de distancia, con la iglesia ya a la vista, se sigue un desvío a la izquierda de un centenar de metros.

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DIRECCIÓN Barrio de Elexabeitia. Artea Para acceder a su interior se pueden pedir las llaves en al caserío que está junto a la iglesia.

INGURUKO B £ ^ n LEKU tNTERESGARRI BATZUK: AREATZAKO PLAZA, AREATZA OLABARRIETAKO SANTO TOMAS ELIZA. ZEBERIO ZEBERIOGANAKO ANDRA MARI BASELIZA, ZE8ERI0 OLARTEKO SAN BARTOLOME EUZA, OROZKO ZALOAKO SAN PEDRO BASELIZA, OROZKO UGARKA BASERRIA. ZEANURI

OTROS LUGARES DE INTERÉS CERCANOS: PLAZA DE AREATZA, AREATZA IGLESIA DE SANTO TOMÁS DE OLABARRlETA, ZEBERIO ERMITA DE SANTA MARÍA DE ZEBERIOGANA, ZEBERIO IGLESIA DE SAN BARTOLOMÉ DE OLARTE, OROZKO ERMITA DE SAN PEDRO DE ZALOA, OROZKO CASERÍO UGARKA, ZEANURI

texto « OLGA HACÍAS

de la G a s tro n o m ia en e l País Vasco, su vanguardia està c o m ­ puesta por destacados cocineros, todos ellos hombres, que han lle­ vado su buen hacer hacia cotas in im a g in a b le s h a c e a lg u n o s a ñ o s .

Creadores de la Nueva Cocina Vasca, que hunde sus raíces en una tradición rica y trasm itida durante generaciones de m a ­ dres a hijas, estos mismos restauradores reconocen la presencia de este elem ento fem enino cuando com enzaron su anda­ dura entre los fogones. A hí está el caso de Juan M aria Arzak, que ha transform a­ do la casa de com idas que regentaba su m adre en uno de los restaurantes más e m b le m á tic o s a n iv e l in te rn a c io n a l.

M a n te n e r las raíces, innovar y asim ilar técnicas y conocim ientos de otras gas­ tronom ías es lo que ha llevado a la coci­ na vasca ac tu a l al lugar ta n destacado que ocupa hoy en día.

Pero esta búsqueda de nuevos cam i­ nos entre los fogones no es algo reciente, sino que los primeros pasos y consolida­ ción de la actu a l gastronom ía del País Vasco se dieron a finales del siglo X IX y principios del siglo XX. Sus artífices fu e­ ron to d a s ellas m ujeres qu e supieron captar la esencia de la tradición culinaria, aprendida de sus madres o maestras, a la que añadieron toques de m odernidad de otras cocinas foráneas. Unas perfeccio­ naron sus destrezas culinarias en Francia, otras traían [a gastronom ía gala adscrita a la fam ilia y todas ellas se dejaron in­ fluir por los aires cosmopolitas que arrai­ gaban en ciudades com o Bilbao o San Sebastián.

¿Pero quienes eran estas m ujeres a las que nos estam os refiriendo? Para co­ menzar, tenem os a las herm anas Úrsula, Sira y V icenta Azkarai y Egileor, bilbaínas de nacim iento y propietarias del famoso restaurante El Am paro, sito en la capital vizcaína. D entro de estas cocineras ta m ­ bién ocup a un lugar d esta cad o M aría M e s ta y e r de E txague, m ás co n o cid a com o La M arquesa de Parabere. Bajo este seudónim o M aría M estayer escribió una profusa obra culinaria, cuyos ejem plares m ás e m b le m á tic o s p o d e m o s a d q u irir hoy en día sin dificultad. Esta cocinera, aunque nacida en Bilbao, pronto m archó a M adrid donde abrió dos restaurantes a los que d io el nom bre de Parabere. Por últim o, N icolasa Pradera ocupa o tro lu­ gar destacado dentro de estas m ujeres que llevaron la trasgresión a los fogones vascos. Desde m uy joven m archó a San Sebastián desde su M arquina natal y su restauran te. Casa N icolasa. ha sido d u ­ rante m ucho tie m p o un referente de la buena cocina donostiarra. Tam poco hay que o lv id a r q u e su libro. La Cocina de Nicolasa, ha sido y sigue siendo m anual de uso obligado para m uchas m ujeres y muchos hom bres que aprenden el buen arte de la cocina en sus casas.

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a, Hijas del subdirector del Banco de Bilbao, las h e rm a n a s Ú rsu la. Sira y V ic e n ta Azkarai y Egileor nacieron en Bilbao. La m ayor, Vicenta, vino al m un do en 1866. en 1 8 7 0 Úrsula y en 1 8 7 6 Sira. la benjamina. Sus padres, Sebastián de Azkarai y Felipa de Egileor transform aron en 1886 un p rim itiv o lo cal en una ta b e rn a o

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txakoUn en el que la m a d re ya m o s tró sus habilidades en tos fogones. La m erecida fa m a de sus plato s les llevó a crear el restaurante El A m paro, que se convirtió en el referente ineludible de la coci­ na bilbaína de finales del siglo X IX y principios del siglo XX . Las herm a­ nas Azkarai fueron enviadas por sus p ro g e n ito re s a Francia para que aprendiesen los principios de la gas­ tronom ía gala y, de este modo, apli­ carlos en el restaurante familiar.

Al a p re n d izaje en los fogones con la m adre, se a ñ ad ió la base te ó ric a de la cocina francesa. En esta fusión radicó el éxito del res­ tau ra n te que regentaban, en cuya carta se o fertab a una cocina viz­ caína renovada con los nuevos ai­ res de la cocina francesa, ta n de g u s to e n tre la burguesía de la época.

A finales del siglo XIX tuvo lu­ gar una revolución en la cocina francesa. París se convirtió en la “capital de la luz", centro del g la ­ m o u r y sibaritism o europeo. Los re s ta u ra d o re s d e e sta ciudad adaptaron sus platos a los nue­ vos gustos, sobre todo , aligera­ ro n las salsas, re d u c ie n d o la

m antequilla y añadiendo nata. También, los platos contundentes a base de gui­ sados de carne, d iero n paso a otros m anjares m ás delicados para los estó­ magos. "Aves selectas" de corral, nue­ vas variedades de pescado, caracoles, ostras, caviar... todos ellos productos en su m ayoría destinados a una clien­ tela de elevado poder adquisitivo y que se fu ero n a d u e ñ a n d o poco a poco de las cartas de los restauran­ tes. La rep ostería ta m b ié n se fue a d a p ta n d o a los nuevos tiem p o s, m enos grasas, nuevos ingredientes y nuevas facturas hicieron explo­ sionar tam b ién la revolución de lo dulce.

Era la época de las innovaciones en todos los ám b ito s de la producción in­ dustrial y, con ello, los cambios en la pro­ ducción y explotación de los alim entos no tardaron en llegar. Cada vez, una m a-

a m p a r o

sus PLA í DS clásicos SrUs Ur,ulo.

— A zcaray

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y v ícen f* E a u ile o r

EN ESTE C ASERIO DEL S IG LO X V III, S IT U A D O E N EL N ° 3 DE LA CALLE C O N C E P C IÓ N DEL BARR IO DE M E N A , E S T U V O S IT U A D O EL RESTAURANTE "EL A M P A R O ’ H A S T A S U CIERRE EN 1 9 1 8

y o r y m ejor variedad de productos llega­ ban a los m ercados gracias ta m b ié n al p e rfe c c io n a m ie n to de los m ed io s de transporte. Del m ism o modo, todas estas mejoras técnicas se reflejaban en el u ti­ llaje de las cocinas, nuevos fogones con nuevos sistemas de com bustión que per­ m itían una cocción más precisa, sin olvi­ dar los novedosos m a te ria les para los recipientes de elaboración y de servicio.

Fue en este am biente donde las her­ m anas Azkarai aprendieron las nociones básicas de unos principios teóricos que no tardaron en aplicar a la cocina tra d i­ cional que elaboraba su m adre en el res­ ta u r a n te El A m p a ro . Esta c o c in a de “fusión", que ta n de m oda está hoy en día, pronto llam ó la atención de los bil­ baínos. El éxito de los platos de las her­ m anas Azkarai fuel tal, que sus clientes no cejaban en el em peño de pedirles una y o tra vez que publicasen sus recetas. Úrsula y Sira com enzaron esta labor y plasmaron su experiencia en dos cuader­ nos manuscritos, en los que con un m é ­ to d o c la ro y c o n c is o e x p lic a b a n la elaboración de sus platos.

H ubo que esperar un tie m p o para la publicación de este legado. En 1918, con

la m uerte de la herm ana m ayor, Vicenta, cerraron el restaurante El A m paro y, en 1 9 2 9 , con el fallecim ien to de la últim a de las h erm an as, Ú rsula, e l h erm an o , Enrique de Azkarai, decidió donar sus es­ critos a la Santa Casa de Misericordia de Bilbao. Esta casa de m isericordia era un e stab lecim ien to de carácter asistencial en el que se recogían a los niños abando­ nados, ancianos desprotegidos y pobres de Bilbao. Entre sus talleres para dotarse de fondos, y destinados para enseñar a los niños un fu tu ro y m a n te n e r a los adultos entretenidos, se encontraba una im p re n ta a la que ta n to p a rtic u la re s com o instituciones oficiales encargaban sus pub licaciones. E nrique d e A zkarai, dentro del am biente piadoso que im buía a la capital vizcaína, no dudó en legar la obra de sus h e rm a n a s a la C asa de M iserico rd ia. D e este m o d o , en 1 9 3 0 , tu v o lugar la p u b licació n d e l lib ro El Am paro, sus 6 8 5 platos clásicos, explica­ dos p o r las mismas cocineras de aquella fam osa cocina bilbaína, las hijas de doña F e lip a E g u ile o r, s rtas. Ú rs u la , Sira y Vicenta d eA zcarayy Eguileor.

Muchas han sido las ediciones que se han hecho de esta obra y en el prólogo a

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la prim era de ellas ya se indicaba, no sólo el hecho en sí de la donación de los m a­ nuscritos de las herm anas Azkarai, sino ta m b ié n cóm o estas cocineras descu­ bría n con m é to d o claro y conciso el m o d o de cond im entar aquellos exquisi­ tos platos, que ellas, su herm ana doña Vicenta y su m adre, solían preparar en el s e c re to d e la fa m o s a c o c in a de El Am paro, de tan grata y sabrosa m em oria para los bilbaínos y ta m b ié n para m u ­ chos que no lo eran. Es más, en este pró­ logo se reseñaba q u e “sería sensible" a que tales secretos del arte culinario per­ m a n e c ie s e n e sco n d id o s y qu e no se cum pliese el propósito expresado por las autoras del m anuscrito "de atender a los deseos de muchas personas”.

En la introducción a su obra, Úrsula y Sira dejaban en claro que su pretensión no era la de abarcar todos los ramos del arte de la cocina. Es más, al dar a cono­ cer la cocina de El Am paro, sólo preten­ d ía n p o n e r a l a lc a n c e de to d o s sus principales platos, con el fin de que pu­ diesen ser "co n d im e n tad o s v e n ta jo s a ­ m ente".

Las h erm anas Azkarai ta m p o c o o lv id a ­

ban en la in tro d u cció n de su obra los "p rin c ip io s h ig ie n is ta s " d e la época.

A firm aban con toda rotundidad que una buena cocina era un preservativo para la salud. Es más, sin querer entrar en todo lo relativo a la lim pieza, que para ellas era la base de la higiene y sin la que nin­ guna com ida podría resultar sabrosa y menos saludable, recom endaban a la co­ cinera, “gusto, paladar y calm a para con­ d im e n tar todos los platos". La finalidad de estos consejos no era tan solo presen­ ta r los platos de un m odo refinado y con arte, sino que tam b ién resultasen agra­ dables y suculentos.

A continuación. Úrsula y Sira indica­ ban qué tip o de técnica de cocción u tili­ zar según los resultados que se quisieran conseguir: el hornillo de carbón vegetal para las salsas y to d a clase de com idas en general: m ientras, la “cocina económ i­ ca" -ta m b ié n llam ada “bilbaína”- y en la que se em pleaba el carbón de piedra, era m ás adecuada para legumbres, pescados cocidos y to d o lo referente a los hornos.

D el m ism o m odo, las cazuelas de barro ta m b ié n llevaban su preparación antes de ser utilizadas, para evitar gustos des­ agradables en las comidas.

Las herm anas Azkarai no podían en duda que era del todo in útil advertir que ta n to los alim entos com o los condim en­ tos debían de ser de p rim era calidad, “pues no puede resultar nada bueno con m aterias averiadas, carnes, pescados o aves pasadas, ni m antecas o aceites ran­ cios o de clase inferior, sino

que to d o ha de ser de lo m e jo r y m ás buena calidad". H ay que tener en cuenta que en aquella épo­ ca, a p esar de los controles sanitarios de las autoridades, la picaresca en la c a ld o s y so pa s v e n ta de los p ro ­ ductos alim enticios estaba al orden del día y más que m e­ ' " “ C/.O cuidado de q u i, nos no era d ifícil encontrar alim en ­ tos a la ven ta en d u d o s o e s ta d o para su consumo. ¿El tru c o se­ « r 'a s cuatro o c i n c f h n '" ’ el puchero gún las hermanas esté bien liecho ^ u ld o y m jf Azkarai para que hirviendo, y «o r J Preciso añadir para las m aterias pri­ mentado el m as de b u e n a -s er condi— ____ c a lid a d y bien cond im entad as d ie ­ sen com o resultado unos excelentes pla­ fas a la M o rn a y , g u a rn ic ió n tos? M u y sencillo, “el cuidado especial Richelieu, Salm it, C hateaubriand, huevos que debe tenerse de cada cosa durante a la H e n ry IV, huevos a la Rossini o su condim entación". Esta era la filosofía Salmón a la Mirabeau. de las propietarias de El amparo.

Junto a estas elaboraciones novedo­ En la p resentació n que jesús Liona sas y foráneas, no desm erecían los platos Larrauri hace a la obra de las herm anas “de toda la vida”: sopa de ajo, cocido de Azkarai en su edición del 2 0 0 1 , d efin e alubias rojas, cocido de berza, p atatas este trabajo com o “un com pendio de la hechas en m anteca, bacalao al pil-pil con buena cocina" de finales del siglo X IX y aceite y ajo, jibiones, sardinas asadas, triprincipios del siglo XX. Cataloga a las tres pacallos o callos en salsa de bacalao a la hermanas com o “precursoras de la buena vizcaína, arroz con leche, natillas, to sta­ cocina bilbaína”, que ju n to a platos de la das de arroz con leche, com potas, chu­ m ejor cocina internacional ofrecían otros chos (pasta ch o u x), m erengues, rusos, p lato s q u e bien pudiesen e s ta r en la relám pagos... La novedad no estaba en mesa de cualquier casa bilbaína. Úrsula, los ingredientes de estas preparaciones, Vicenta y Sira aprendieron bien su oficio sino en una elaboración m ás adecuada en los fogones franceses y elabo raban en cantidades y tiem p o de cocción. exquisiteces que rallaban con el m ayor Com o consecuencia de estas innova­ sibaritism o culinario que uno podía es­ cio n e s a p o rta d a s p o r las h e rm a n a s perar y que el doctor Liona Larrauri bien A zkarai. El A m p aro era fam o so p o r su indica: pasta de Nuilles, puré de cangre­ m erluza frita , por su v a ria n te en salsa jos Bisque d'ecrevisse, sopa de puré de verde y tam b ién por su bacalao a la viz­ m antequilla Velouté, fondos de alcacho­ caína. Estos eran platos tradicionales de

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la cocina bilbaína, pero sus autoras su­ p iero n renovarlos gracias al esm erado cuidado en la calidad de los ingredientes y en su proceso d e ela b o ra c ió n . A lo aprendido de la m adre, se añadieron las técnicas adquiridas en Francia, principios que están presentes a lo largo de todas sus recetas y que hoy en día sirven com o e je m p lo de estud io en las escuelas de hostelería. Por estas razones, Úrsula, Sira y Vicenta Azkarai son una mención obli­ gada para co m p ren d e r la actu a l cocina vasca.

Maria Mestayer de Etxapue, ia Marquesa de Parabere Desde las primeras obras que sobre g astro n o m ía escribió, com enzó a utilizar com o seu___ d ó n im o La M a rq u e s a d e * v.

Parabere y, a pesar de la con-

Para c o m e n z a r, M a r ía M e s ta y e r de Etxague no tenía titu lo nobiliario alguno.

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fusión que sobre su identidad se daba, la de la época para que apo rtaran alguna in teresad a ta m p o c o hacía nada que otra receta para esta obra, y dice así: por aclarar la situación.

Poco se sabe sobre esta m u ­ •f. jer, nacida en Bilbao en 1878, era hija del cónsul francés en la ca­ pital vizcaína. Pasada la juventud en esta ciudad, m archó a Madrid don de abrió dos re s tau ran tes llam ados Parabere. Falleció en esta c a p ita l a los 7 4 años de edad. Conocida, sobre todo, por su am plia obra gastronómica, su legado ha llegado hasta nues­ tros días, sin que aún hoy en «<vufc> ¿o, día tengam os problema alguno para lograr en cualquier librería sus dos obras más em b le m á ti­ cas: La Enciclopedia Culinaria: La c o c /n a c o m p le ta y La a -ic .. i e a&c..

Enciclopedia Culinaria: Confitería y repostería. a¿ d ú v iW e En la obra de esta divulga­ dora de la cocina poco se dice sobre su form ación en el arte te', de los fogones. En el prólogo de La Enciclopedia Culinaria: La cocina com p leta, cuya pri­ f , I W «a. „u íH iM A o -, m era edición data de 1933, la l a- U M . m>í6o. lo o ía ^ M c l o ü ím a o -, a u to ra y a " c e rtific a b a '' que 5cu a n ta s re c e ta s In te g ra b an esta obra habían sido experi- ^ m entadas por ella misma. Por lo tanto, podía garantizar a sus lectores, que estas recetas habían m erec id o la aprobación de los mejores y renom bra­ dos cocinero españoles y franceses de la época (Teodoro Bardaji, Francisco Mullor, Salvador Bandrés, Francisco Roig Riera, R o n d o ssin i, Juan Lavig né, D u m o n tLespine, M . Bernard, H. Pellaprat y Gastón Derys entre otros).

Este c o s m o p o litis m o choca con la oda al m arm itako que aparece en la pri­ m era página de este libro y que fue com ­ puesta por el artista bilbaíno Pedro Egilor.

Este poem a obedece a la petición que la auto ra hizo a personalidades del Bilbao

Todo este lirism o para describir un plato de tan sencilla elaboración com o el marm itako, introduce al prólogo de María M estayer de Etxague, quien hace hinca­ pié en la sencillez del sistem a que utiliza para la redacción de las recetas de su li­ bro. Indica que es un sistema nuevo, idea­ do por ella, con el propósito de facilitar la elaboración de los platos. Primero recoge el procedim iento general para elaborar un tipo de plato, por ejem plo los huevos es­ calfados, y luego a c o m ete las distintas variedades de este plato, en el caso de los huevos escalfados, sus diferentes m odali­ dades "a la Becham el, a la Aurora, a la Rossini..." Según la autora, era un m odo

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de no repetir en cada receta la factura bási­ ca de los alimentos, procedimiento habitual en los libros de la época.

Del mismo modo, para simplificar el tra­ bajo y no recargar inútilm ente el texto. La Marquesa de Parabere, apuntaba que había compuesto un vocabulario con los términos empleados en la cocina, términos muchos de ellos "ininteligibles para el vulgo”, por ser vocablos franceses adaptados por el uso al español. Ante todo, recalcaba que su libro era instructivo y quien lo estudiase deteni­ damente podría acom eter luego los guisos y platos más complejos. También reseñaba que había procurado solucionar el proble­ ma de los guisos caseros, exponiendo fór­ mulas sencillas, asequibles a todos. Con miras más altas, tam bién incluyó guisos de la cocina cosmopolita, procurando, en cuan­ to fue factible, simplificarlos, “adaptándolos al gusto español sin alterarlos".

Para finalizar, esta cocinera indicaba que exponía siempre las recetas completas, lue­ go, cada cual vería al aplicarlas si le conve­ nía aligerar o suprimir alguno de sus

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h is t o r ia d e l a g a s t r o n o m ía

ingredientes, pero en ese caso, ella no se hacía solidaria de los fracasos.

Esta labor divulgadora tam bién se man­ tien e en el prólogo de su otra obra La Enciclopedia Culinaria: Confitería y reposte­ ría. La primera edición de esta obra data de 1930, aunque la versión que se reedita en la actualidad es la edición renovada y am ­ pliada de 1940. La autora prestó especial atención en revisar con cuidado esta obra, “para evitar los fracasos, facilitar la labor y ayudar a la buena compresión y aplicación de las recetas". Para María Mestayer, este trabajo no era una nueva recopilación de recetas, expuestas sin orden ni concierto, sino que obedecía a un plan muy estudiado.

Consideraba que su trabajo era “un libro técnico" que había de estudiarse, y que no debería cogerse solamente cuando se qui­ siera confeccionar una receta determinada.

Para el éxito de cualquier elaboración, la autora daba una serie de indicaciones: lo primero, era leer entera la receta, estudián­ dola d eten id am en te hasta posesionarse bien de ella; buscar en el vocabulario el sig­ nificado de las palabras o términos desco­ nocidos o que no se entendiesen bien; disponer de antem ano sobre la mesa los in­ gredientes y utensilios necesarios: tener a buen tem ple el horno si se ha de hornear...

Muchos le tildaban de pesada y macha­ cona por lo detallado de sus recetas, pero.

La Marquesa de Parabere dejaba bien claro que no eran precisamente profesionales los que acudían a sus obras y que habiendo más inexpertos que entendidos y que los fracasos en la elaboración de los platos obedecían a las deficiencias de las recetas, no quería que se pudiera decir esto de las suyas. Es más, por haberlas experimentado y comprobado personalmente, garantizaba todas las recetas de este libro; ahora bien, para que ella pudiese responder del éxito, era imprescindible que se aplicasen al pie de la letra, sin alteración alguna. Alegaba que la elaboración y cocción de los pos­ tres era “química", y que no se podían al­ terar las proporciones establecidas sin ir al fracaso.

Ente 1934 y 1935, una nueva obra de María Mestayer y Etxague ve la luz. Platos escogidos de la cocina vasca, que es el título de esta obra, surgió como una recopilación de diferentes recetas con la que esta autora había colaborado en diversas revistas. Para finalizar, en 1936, publicó con su seudóni­ mo de La Marquesa de Parabere, sus dos últim a s obras: Entremeses, aperitivos y ensaladas y Consen/as caseras.

El legado de María Mestayer y Etxague ha llegado hasta nuestros días. Sus recetas, redactadas con una claridad inusual en su época, siguen siendo factibles hoy día a pe­ sar de los adelantos de la técnica.

extrañar que los nuevos aires de la cocina francesa llegasen en seguida, propiciados por los gustos de una colonia de veraneantes en aumento y con una preponderancia social cada vez mayor. Nicolasa Pradera había aprendido en su Markina natal las nociones básicas de una cocina tradicional junto a los principios que regían la gastronomía de las casas pudientes de la épo-

Nicolasa Pradera Aunque donostiarra de adopción, Nicolasa Pradera nació en Markina (Bizkaia) el 7 de di­ ciembre en 1870, día de San Nicolás. Desde bien joven entró al sen/icio como cocinera de la familia Gaitán de Ayala y al casarse una hija de esta familia con uno de los miembros de la fam ilia Londaiz de San Sebastián, Nicolasa se trasladó a la capital donostiarra.

Allí conoció a uno de los carniceros más in­ fluyentes de la ciudad, Narciso Dolhagaray, con el que casó y abrió un restaurante en 1912. Este restaurante era conocido como Casa Nicolasa y se inauguró en un momen­ to de profundos cambios en la sociedad de la capital guipuzcoana.

San Sebastián, tradicional centro de ve­ raneo de la familia real española, pronto acaparó la atención de la aristocracia de vie­ jo cuño y de la nueva burguesía nacida al so­ caire de las transformaciones económicas de finales del siglo XIX. Los nuevos modelos y hábitos culinarios pronto hicieron mella en estos veraneantes que, a su vez, se los tras­ mitieron a la burguesía local La demanda de unos restaurantes que pudieran satisfacer el gusto por la nueva cocina refinada que esta­ ba haciendo furor en toda Europa, encontró su eco en el restaurante regentado por Nicolasa Pradera.

San Sebastián siempre ha sido permeable a la influencia francesa como consecuencia la cercanía del país galo, por lo que no era de

ca. Con su traslado a San Sebastián, continuó esta formación que le sirvió de base para la apertura de su restaurante.

Al igual que ocurrió con el caso de las propietarias del restaurante El Amparo, Nicolasa Pradera partió de su larga experien­ cia en los fogones para plasmar sus conoci­ mientos en un libro. La cocina de Nicolasa, publicado en 1933. La categoría como coci­ nera de su autora viene avalada por el prolo­ go que hace de esta obra el doctor Gregorio Marañón. En palabras de este erudito, era una época en la que las "cocinas regionales" ha­ bían entrado en auge, dotando de gracia, mo-

dernidad y suculencia a ia vieja y tradicional cocina castellana. Entre estas cocinas regio­ nales ocupaba un lugar eminente la cocina vasca, de la que Nicolasa era el “numen" más significativo e indiscutido del momento.

Marañón no dudaba de la tradición cen­ tenaria de la cocina vasca, avalada por gene­ raciones de mujeres al frente de los fogones, pero sin duda, el “afinamiento y difusión" de esta cocina correspondió al crecimiento de San Sebastián y de Bilbao, merced a la moda del veraneo y al progreso de las industrias lo­ cales. La obra de Nicolasa Pradera superaba, en palabras de Marañón, a ese momento cu­ linario, al darse en la autora la "reunión feliz" de la tradición popular con la propia creación y, además, por la extensión y eclecticismo con que se trataba una materia tan delicada.

Finalizaba Marañón su introducción diciendo que este libro era el prontuario oficial, magis­ tral e insustituible de la cocina vasca.

Es indiscutible el prestigio del restaurante regentado por Nicolasa Pradera. Así es, Casa Nicolasa gozó de una gran notoriedad y fama durante más de m edio siglo y aunque Nicolasa vendió este restaurante en 1932, sus sucesivos propietarios se esforzaron por mantener el nivel alcanzado por su fundado­ ra. Con esta venta, Nicolasa Pradera no dejó el negocio de la hostelería, sino que en 1933 abrió con sus hijos el restaurante And/a en la playa de La Concha. Con posterioridad, en 1940, inauguraron tam bién el restaurante Nicolasa en Madrid, ciudad en la que Nicolasa Pradera fallecería en 1959.

Sin lugar a dudas, el mayor logro de Nicolasa Pradera fue el saber adaptarse a los anhelos y requisitos en materia culinaria de un turismo cosmopolita que con el tiem ­ po fue democratizándose. Su cocina, de

ondas raíces populares sirve hoy en día como ejemplo para aquellos que se acercan a tra­ vés de su obra a los platos más emblemáti­ cos de la cocina vasca.

Tal y como podemos comprobar, y a ma­ nera de conclusión, unas mismas pautas de actuación se repitieron en todas estas muje­ res. Partiendo de distintas realidades, todas estas cocineras terminaron siendo propieta­ rias de sus propios restaurantes, locales de éxito en unas ciudades en plena expansión económica, donde la burguesía local y forá­ nea buscaba el sibaritismo que estas cocine­ ras hundían en la cultura gastronóm ica tradicional Al mismo tiempo, de un modo di­ recto u indirecto, todas estas maestras regis­ traron la fusión culinaria que llevaron a sus establecimientos en unas obras de divulga­ ción gastronómica al alcance de la mayoría de los bolsillos y que hasta hoy en día son de fácil adquisición. De este modo, ese toque clasista, que en un principio podrían tener los platos ofrecidos por estas cocineras en sus restaurantes, pronto quedó relegado a un se­ gundo plano con la amplia difusión de sus obras. Esta democratización culinaria ha lle­ vado a que platos cuyas recetas tradicionales adecuaron estas mujeres a los nuevos tiem ­ pos, sean considerados en la actualidad joyas clásicas presentes en todos los hogares a la hora de cualquier celebración o tan sólo por el simple hecho de darse una buena satisfac­ ción culinaria.

DLBA MAGIAS Universidad del País Vasco UPV-EHU

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NOMBRES VASCOS EN EL LEJANO OESTE. texto « MIKEL GDRROTXATEGI fotos « JUANJO HIDALGO

n la búsqueda exhaustiva de advocaciones marianas que realizó el académ ico José Mari Satrustegi com o m anera de dar a los vascos la oportunidad de denom inar a sus hijas en eusl<era y así superar los férreos lím ites de la dictadura franquista, podría tenerse la impresión, de que el investigador navarro se hubiera centrado espe­ cialm ente en su tierra, Nafarroa, especialm ente a la vista del acogim iento y éxito que tuvieron nombres com o Aitziber. Idoia, Ira ti o Leire: pero la realidad nos dem uestra que no fue así.

Gran conocedor de la historia y etnografía del país, Satrustegi incluyó todas advocaciones m arianas, las vírgenes de nuestros santuarios, parroquias o erm itas, que consiguió reunir. O tro asunto es el que, poste­ riorm ente, no todas gozasen de la m ism a aceptación.

Probablem ente, la razón de que los acontecim ientos se desarrollasen así, haya que buscarla en un cierto ro­ m anticism o hacia lo navarro por parte de la población del occidente del país.

Y así es com o m ientras en los territorios occiden­ tales rebosan los nom bres de m ujer correspondientes a tem plos navarros otros, propios del lugar, han queda­ do to ta lm en te relegados en la carrera por conquistar el gusto de esos padres o madres que han de elegir un nom bre cuando nace una de sus hijas. Ejemplo de esos nom bres postergados al olvido son los que en esta ocasión nos ocupan: Jugatxi y Eskolunbe.

¿aUÉ SABEMOS DE ESTOS NOMBRES? u g a txí o Jugatx es una bonita erm ita del m unicipio alavés de Zuia, en las proximidades de Corbeia, y m uy cerca del más cono­ cido santuario de Nuestra de Señora de Oro, nom bre este últim o que, por cierto y para aclarar alguna duda si aún la hubiese, nada tien e que ver con el preciado m etal.

La e rm ita de Jugatxi o Jugatx, com o su nom bre indica, está situada en ­ cima del pueblo de Jugo ju n to a una peña de caliza. Com o seguram ente los lectores m ás avezados ya habrán sospechado es un com puesto de ju g o y a íx 'p e ñ a ', es decir,‘Peña de Jugo'.

Y antes de adentrarnos más allá, recordem os que. aunque en los últi­ mos años se ha extendido la pronunciación articulada com o si se tratase de una jo ta castellana, en su origen - y así corresponde en euskera- habría que pronunciarlo com o lo hacemos con Joseba o jo su n e, es decir, algo sim ilar a Yugach.

El nom bre ha sufrido transform aciones a lo largo del tiem p o . En 1556 aparece com o Jugatxe -e s c rito J u g a c h e - y posteriorm ente, en 1560, te n e ­ mos Jugatx -esc rito C u g a c h - Y desde al m enos ^5SZ, Jugatxi, aunque la form a m ás com ún en el siglo X V II es Jugoatx, escrito de m últiples formas.

Finalm ente en el siglo X IX es Jugatxi la form a que se hace más com ún y ha perdurado hasta nuestros días.

N o sabemos cuándo se eri­ gió la prim era erm ita. En la pa­ red actual hay restos de lo que parece ser un arco rom ánico por lo que hay que suponer que, al igual que la andram ari que se cobija en su interior, sería del siglo XII. Sabemos gracias a la docum entación que en 1 6 2 9 se construyó un pórtico con madera cortada en A ltube. Pero, aún así, la erm ita no era del gusto de los veci­ nos ya que, entre otras cosas, era m u y húm eda. Por ello, en

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H A W A DETALLE DEL D IN TE L DE L A E N T R A D A PRINCIPAL

1 6 5 9 se acuerda la edificación de otra erm ita nueva, tras conseguir permiso de dem olición de la original: es la que conocemos actualm ente.

Fueron los m ism os vecinos quienes acarrearon desde Corbeia las piedras con las que construir el nuevo tem plo. Para ello incluso tu v ie ­ ron que abrir un cam ino carre­ til. Tras grandes esfuerzos, los trabajos finalizaron en 1662.

Posteriorm ente, en 1745, se construyó un edificio anexo para proteger el santuario: es el que, con el tiem po, se con­ virtió en la sala de la cofradía del lugar.

La fiesta principal es el 8 de septiem bre, N atividad de Nuestra Señora aunque, por razones de asistencia, se ce­ lebra el segundo dom ingo de septiembre.

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ero, a pesar de su ubicación, la de esta erm ita de Jugatxi no es la advocación eusquérica más occidental de Álava. Sin embargo, si viajamos hacia poniente, a unos pocos kilómetros de distancia si lo hacemos por los antiguos caminos y a alguno más si lo hacemos por las modernas carreteras, en el vecino valle de Kuartango, en su pueblo de Katadiano, veremos la advocación mariana con nombre en euskera más occidental del país: Eskolunbe.

Lo más llamativo de Eskolunbe es que su nombre se documente en 1459 y 1536 com o Axcurumbe, con un claro origen eusquérico. De este Axkurunbe, surgió Axkorunbe, y al desaparecer el euskera en la zona, surgió el actual Esko­ lunbe, docum entado desde 1763, obviam ente con grafía castellana.

El étim o, que no parece complicado, ha sido estudiado desde antaño. Daniel Ustoa lo tradujo como ‘región bajo la peña lisa o cortada’, haciendo derivar su explicación de a tx 'peña', une ‘espacio', kur o íror'piedra pulida' y be 'debajo’.

Pero será gracias a la perspicacia investigadora de Saturnino Ruiz de Loizaga por lo que sabemos el significado exacto de este nombre, ya que se documenta en el año 9 3 7 en San Millán de la Cogolla.

Ya de por sí, es extraordinario docum entar un lugar de Euskal Herria desde fecha tan antigua, pero en este caso, además, se trata de la primera traducción atestiguada de un topónim o eusquérico, en este caso al latín, ya que en el do­ cumento aparece sancta M aría sub penna maiore, esto es Santa M aría bajo la Peña M ayor. Parece claro que en la Edad Media, y en una época que debemos creer cercana a la creación de este monasterio -p u es antes que santuario fue un pequeño m onasterio-, los habitantes de la zona, vascohablantes, le daban este significado. Debemos suponer que la peña bajo la cual está localizado este tem plo se denominaba Axkurun, ya que sabemos que - b e significa ‘debajo de'.

Queda además corroborado por la traducción recogida en el documento de San Millán.

Tradicionalmente se ha pensado que podría estar compuesta por atx 'peña' -e n compuestos ax como, por ejemplo, en A xp e-, más el térm ino guren ‘supe­ rior’ y be 'debajo'. Sin embargo, esta explicación tiene algunas lagunas. Por una

parte guren no suele ser 'superior' sino 'hermoso' y, de ser goren 'superior', no casa ni con la forma documentada ni con la pronunciación actual.

O tra explicación, aportada por el académico Patxi Salaberri, sería que el se­ gundo elem ento fuese *gorona, 'corona' que aparece en toponimia, por ejem ­ plo en Coroabe, junto a Iruñea y quizá en Gorobel, ya que en toponim ia indica un cierto tipo de montaña, esto es 'corona', en un sentido físico como lo son bizkar o buru -espalda y cabeza- comunes en toponim ia vasca y castellana aunque en origen hagan referencia a elementos corpóreos.

Sea cual fuere su significado, lo que sí sabemos con certeza gracias al pre­ cioso documento histórico, es que su significado es el de ‘Debajo de la Peña Mayor'.

La festividad, celebrada con una concurrida romería, se lleva a cabo el úl­ tim o domingo de agosto. Quien se anime a visitar Eslcolunbe cualquier otro día fuera de éste encontrará tan sólo una inmensa paz y un soberbio edificio construido en 1541.

Y para finalizar nuestra excursión, nada mejor que animarnos a cruzar el río Baia por el puente de Marubai, hoy decadente pero que fue en su época uno de los más importantes de la provincia. Podremos así ver los dólmenes que hace ya miles de años construyeron en esta zona y pasear por los campos de A ndagoste, en los que un destacamento romano fue atacado, y acaso derrotado, por los indómitos habitantes del lugar, ta l y como pudimos leer en un ya lejano número 8 (2 00 4) de Aunia.

HIKEL GDRRDTXATEGI NIETO S ecretaria de la Cam isiún de O nom àstica de Euskaltzaindia

REVISTAS

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LIBROS

CD>Música: PACK OF NEW COTILLONS Boreas Cámara 51 / Duración: 61:28

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EUSKAL HIRiAK VIAJE A LAS CAPITALES VASCAS

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Estamos ante un trabajo musical que tiene que ver mucho con la historia y con un juego de naipes muy especial guardado en el museo Heraclio Fournier de la capital alavesa.

En cada carta de dicho juego se hallaba escri­ ta la partitura de una pequeña danza según la moda de finales del siglo XVIIl, aunque sus orígenes podríamos situarlos en el siglo XVI e incluso anteriores.

El grupo Bóreas Cámara de Vitoria-Gasteiz se ilusionó con el proyecto y le fue dando forma con la ayuda de josean San Miguel, utili­ zando instrumentos de la época y grabando en el interior de la Catedral Santa María. El resultado es espectacular y sus melodías nos transportan a las lujosas e interminables fiestas de los palacios europeos.

El libro muestra en sus 126 páginas fo­ tografías de las siete capitales vascas, una cuidada muestra de Jorge Moreno, con sus correspondien­ tes pies de foto en cuatro idiomas, pero sin otro tipo de texto añadido. Se trata tanto de leer como de ver y de gozar viendo.

El DVD sí que mezcla con mayor profusión la imagen espectacular y la voz en O ff que nos va narrando todo aquello que vemos, siempre con un guión muy preciso. EITB vuelve aquí con las increílíles imágenes captadas desde helicóptero, siempre en días de meteorología favorable y atmósfera casi irreal, para hacernos gozar de unas vistas de nuestras ciudades nada usuales. Sin duda, un buen regalo navideño.

HISTORIA ECLESIASTICA DE LECAZPI Y NUEVAS APORTACIONES SOBRE LA HISTORIA MEDIEVAL DE LA POBLACIÓN Antonio Prada Santamaría / e d it a « Burdinola Elkartea C O N T A C T O « burdinolaelkartea@euskalnet.net / 37 0 págs.

AUTOR«

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La Asociación Burdinola ha tenido, desde su fundación en 1993, el firme propósito de investigar y divulgar eí patrimonio y la historia de Legazpi y su comarca, íntim am ente unida a la industria del hierro, y sirva como ejemplo el complejo de Mirandaola y su museo, un proyecto consoli­ HISTORIA (C I.K»lA«Tli DI LMAtfl dado y que bien merece una visita. En esta ocasión, sin embargo, han impulsado un trabajo -perfectam ente ejecutado por Antonio Prada- en torno a la historia de la Iglesia del Valle de Legazpi, una historia que tampoco está exenta de referencias a la metalurgia y elaboración del hierro.

Por otra parte, es muy interesante la incursión que el autor realiza a la Baja Edad Media del territorio, profundizando en la relación de Legazpi con los Parientes Mayores, y con la poderosa villa de Segura, a la que perteneció hasta el año 1608.

Sin duda, este tipo de investigaciones de ám bito local no sólo arrojan luz sobre un territorio concreto, sino que ayudan a sus habitantes a valorar su pasado, y tam bién a mejorar el cono­ cim iento general de la historia de Euskal Herria.

CONSERVACIÓN EN YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS BOLETÍN ARKEOLAN N° 13,2005

EUSKARA IBARGUEN-CACHOPINEN KRONIKAN

AUTORAS«

María José Noain & Mertxe Urteaga / e d it a « Arkeolan

ARaTALETXEA«

Estamos ante un volumen de carácter técnico, realizado por y para especialistas.

Sin embargo, muchos profanos ávidos de saber, encontrarán en él interesantes datos y aportaciones sobre las técnicas y métodos utiliza­ dos por la moderna arqueología para preservar los materiales ha lados en las propias excavaciones, cómo tratarlos in situ para poder extraerlos sin que se rompan o deterioren en el mismo lugar en que han aparecido. Así, se detallan fórmulas para la consen/ación preventiva del arte rupestre, o para la recuperación de materiales orgánicos, incluso cómo tratar los hallazgos en medios subacuáticos.

Todos los artículos derivan del Seminario de Arteleku, desarrollado en Donostia en octubre de 2001.

XVI. mendearen bigarren erdian zehar, fase ezberdinetan idatzi zuten Juan Iñiguez de Ibarguen eskribauak eta Cachopin doktorearen semeak Crónica General Española y Sumaria de la Casa Vizcaína izeneko lana, nahiz eta ezagunagoa den "Ibarguen-Cachopinen Kronika” goitizenaz.

Jatorrian eskuz idatzitako 184 koadernoetatik 71k soitik iraun du gure egunetara arte.

Cure aldizkarian parte hartu izanagatik ezagun dugun Julen Arriolabengoa aramaioanrak kronika hau aukeratu zuen bere tesia egiteko.

Aholkatzen dizugun libunj honetan, gaztelaniaz idatzitako kronika honetan aurkitu dituen euskarazko testu eta hitz guztiak aztertu eta helarazten dizkigu autoreak Hain lan bikaina izanda, 2007ko Mikel Zarate saria lortu zuen lan interesgarri honek.

Julen Arrriolabengoa Euskaltzaíndia {www.euskaltzaindia.net) 15 € / 318 or.

E CILEA«

BILBAO, LA RÍA Y SUS CANCIONES AUTOR«

Agustín de Velasco Gorbea /

c o n t a c t o p e d io o s «

94 4 6 1 5 0 7 9 / 6 6 7 6 5 6 410

50 € / 27 0 págs.

Podrá decirse que debemos de esta gran obra al tesón y la constancia ;dit de su autor, Agustín de Velasco.Ya la excelente labor editorial de la obra, publicada en gran formato y sin escatimar en la calidad del papel, nos pone sobre la pista de sus intenciones: dignificar y ensalzar en su justa medida ese género musical popular propio del entorno de la ría del Nervión y cuyas composiciones se conocen como "bilbainadas".

El autor, hace un repaso histórico de ellas, desde sus antecedentes y orígenes hasta los momentos de mayor difusión, imbricándolas en todo m om ento con el movimiento del canto coral.

Además de recopilar, con cierta generosidad, los materiales existentes, llama la atención la infinidad de documentación gráfica recopilada para ilustrar este trabajo, un aspecto que multiplica el valor testi­ monial del libro. Y por si todo ello fuera poco, se entrega un DVD que recoge 71 grabaciones a modo de m aterial anexo auditivo. Un libro, sin duda, de los que marcan pauta.

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El jo v en d a n za n te de la ¡m a­ sen a p a re c e ata via d o com o un v e rd a d e ro p ríncipe en la ciudad d e T b ilis i, c a p ita l de G e o rg ia , una de las re p ú b lic a s ca u cá sic as de la an tig u a U nión S o v ié tic a .

Su e s tra té g ic a u bicación a o rilla s d e l río Kura la han co n ve rtid o en un im p o rtan te núcleo ec o n ó m ico , d e tra n s ­ porte y c u ltu ra l, con u n iver­ s id a d , m u s eo s , te a tro s e ig le s ia s d e gran va lo r, pero en e l p asad o , la ciudad su frió in v as io n es de todo tip o por p a rte de b izan tin o s, á ra b e s , p e rs a s , m o g o les y [tu rc o s , sin o lv id a r los rusos, ¡ b a jo cuya ó rb ita estuvo le s d e 18 01 hasta 1 9 9 1 .

Foto enviada por M iren Viteri, del 'IES Zaraobe de Amumo

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E stelas: la s p ie d ra s q u e h a b la n Rappel en el Salto deí Nervión I La cueva de Maríazulo I Castañas y ericeras I Perderika Belaustegigoitia I Urduña: la ciudad y la m em oiia

El re to r n o d e l lo b o La sierra de Arrola I La torre de Mariaka I Santxotena I La Petronila I Robert Laxalt I El roble de Atxondo I Santa María del Yermo

La meteorología en el Alto Nervión La ciudad romana de Iruña-Veleia I El bacalao I Los barrios de Orozko I El empedrado de Santo Tomás de Zeberio I Ara de Cordeliz

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C u m b re s d e l A lt o N e r v ió n Geología de Corbeia < Minas de Baranbio I Madres Agustinas deArtziniega I Arqueología medieval en Lendoño I La gota fría I La patata *

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Mesas y Jwitas: lugares tradicional«« de reunión

Centenario del monumento delTxarlazo i José Paulo Ulibam I Avestruces i Contaminación lumínica I Menhires en Corbeia I El pintor loaquín Barbara

B o la to k l: e l ju e g o d e lo s b o lo s Etnografía de las raquetas de nieve I Cuevas artificiales en Álava I Craffiti romanos en Sálvada I El curandero de Katuxa I La ton% deArtziniega

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-V loberas: vestigios de una lucha milenaria Pico del fraile y Naranjo de Bulnes I Neandertales en Axior I El chocolate I Cofradía de San Roque de Laudio I El castillo de Orduña

Etinwlogías: los nombres en venión original Jesús de Galindez I Batalla romana en Kuartango I Los Enazti I Barrenadores I Ferreria de El Pobal í Trashumancia en la Tierra deAyala I El bonito

AHITÜTA

AH IT UTA

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AGOTADA

Tierra de Ayala: paso hacia Compostela La judería de Vitoria i Nombres de pila i ElbaniodeAldam a I Aralarla ruta de los gentiles i Los puentes de Bilbao i Intxaur-saltsa

A r ? n a ? .i a rte riipest

El sa n tu a rio ru pestre de Arenaza Bmjas y lamias en Laudio I Túnel de San Adrián I Historia del lince en Gorbeia I Arbitrios y fielatos I La cerca de Villano I Los caracoles

V ik in g o s e n E uskal H e rria El árbol Maldto I Hospital de San Antón I Las murallas de Orduña I La Pistia de Domaikia I Anboto, ruta por Atxondo i Pastelerías y confiterías en Bilbao

T ra m p a s d e caza ^3la;Alta Edad Media I Canastatxu, pcéeo por Corbeta i SagadelosAibi^ I Perrería de Tofrelanda I Pastor centenario i Casas de sidra I Carrafa de Orozko

Ritos fu n e ra rio s en Euskal H erria Ermitas juraderas i El balneario de Orduña en el XIX 1 Corbeia, el medio subterráneo I Minas en Arditurri i Aiako Harria ) El hongo trufa

La te ja , usos tradicionales Laudio, tradición tejera I LosTxistus Cancedo I ElBadady I Murales en Munieta I El puente Bizkaia I Agotes i El jamón I Eneko, Iñigo, Ignazio, Iñaki

La b o in a y (o s vascos La Encartada, una fábrica-museo I San Juan y Santa Eulalia i Hacer la colada i ¡Agua va!

I Armas vascas para un Imperio I Kortazar eta Ifukutzeta i Petnis, Peoi, Betiri, Kepa

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Explotación y transfonnación del monte Simón Whitbum, tumba de minero i Centinelas de Toloño I Cnjz de Castillo I La metereología tradicional I Ei jaspe delValledellodio I MirenyMaria

Pipas trad icio n ales d e arcilla La vieja del monte I Un cuadro de José Arrue recuperado I Dragones y serpientes I La cueva de Baltzola I La bellota, alimento de humanos I Mendaur

El Fuego Nuevo en la cultura vasca Las vírgenes de la Antigua < La estación ferroviaria de Uodio i El poder de la escritura i Ruta megab’tica por Etxalar I Megalitismo didáctico i Las torres de Mandares de la Oca

El Yermo, ta romería de los vizcaínos Euskara Enkartenin I Silbatos de luce 24 siglos l Grandes mamíferos cuaternarios I Las fiestas de Bilbao en 1876-1877 I El haya I Altor, Amaia, Asier

los cereales, primeros cultivos en Eusital Henia Laudio: añoranzas vizcaínas I Septiembre mágico en Emio I ¿Dónde estuvo la torre de Orozko? I La cueva de Pozatagua i Barrancos Istora y Berrabia i AinhoayArantzazu

Furtívismo en Kanpezu, activídad por el hambre Viejo carnaval rural en Aspánena 1 El unicornio en Eusk^ Herria i Láeitio,enb¥elmaryla tien^ 1 Aran^uarri, la le)«)da de pastorcilla i Uxue y Usoa, nombres de altos vuelos

Hacer caL un ofkio vecinal desaparKido Hacer cal, trabajo de vecindad I Conocer Bilbao I Contencioso en Sierra Sáívada i El puente de Bitorika I Sierra de Kodes i Estibaliz

Banderas vascas: Ikurrina yArrano Beltza Nombres con significado ofensivo I La Casa del Cordón I La erm ita de Magdalena, Zuberoa I Ei pino radiata I Xabier, el santo navarro

Apuestasvascas:pelota, tnineras, buejKsycatmrK Lagares rupestres, arqueología del vino 1 El riturai de las cabezas cortadas i La Cueva de los Gentiles de Itarduia I Magia y verrugas I Aitziber

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