Crónica

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El mismo Domingo toda la semana Don Domingo de 72 años de edad quien tras el fallecimiento de sus padres cuanto tan solo tenía 15 años de edad, ha vivido en la penumbra de las calles de San Salvador sin recursos económicos con los cuales poder defenderse. Día a día se enfrenta a la dura realidad de nuestro País. 5:30am entre cartones, a un costado de la fría acera despierta don Domingo “Mingo”, hambriento con las ganas de saborear un delicioso desayuno que le brinde energías para iniciar su jornada laboral, pero, con unos pocos centavos en el bolsillo se da cuenta que su único sustento será un café. Un café de la señora que vende pupusas en la esquina de la colonia. Sin rumbo y sin razón Don Mingo sale de su colonia a buscar quien le regale una moneda con el fin de ajustar para su almuerzo. De los

Realidad que se vive en las calles./ Alex Hernandez

basureros recolecta latas, papel y cartón para venderlo, de esta forma poder hacer un poco de dinero para subsistir. Sí bien no con lujos pero si con lo necesario. 9:30am. Con el sol sobre su espalda a la orilla de su acera decide tomar un descanso, en el cual observa a las personas trabajadoras de una maquila, se queja del porqué nunca consiguió tener un trabajo como ese. Un buen samaritano se acerca a él y le ofrece un pedazo de pan, un pan que posee una mordida de su lado. Don Mingo acepta el pan con alto agrado ya que solo el café que yacía en su estómago no había opacado el hambre de la mañana. Se llegan así las 10 Am Don domingo toma su pequeña carga y sigue adelante, sus fuerzas no dan para más, con el sol sobre sus espalda y con comezón en la cabeza, frente a un semáforo Don Mingo espera que el semáforo cambie a su color rojo,

que para una sociedad convulsionada eso significa “Trafico” pero para Don Mingo eso significa: Comida, una moneda, una sonrisa. Son 60 segundos los que Don Mingo posee para poder conseguir una limosna, la cual no llegaría nunca ya que una persona malabarista llegó y lo apartó del lugar, molesto le dijo que ese lugar era de él. Don Mingo con una palabra Soez se marchó de ese lugar. 12 del mediodía y a esta altura Don Mingo ha tomado varios descansos para calmar el dolor generada por la carga que lleva sobre su espalda. Recuerda como se desvivía para estar en su champa a la hora de comer, no es de confiarse en apariencia o en primera instancia, a pesar de las dificultades generadas por la extrema pobreza, Don mingo tuvo una familia de la cual hoy en día no tiene conocimiento de su paradero.


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