Las carboneras del siglo xxi El carbón vuelve a Terrassa. La co-capital del Vallès Occidental, conocida a mediados del siglo XIX por ser una de las ciudades españolas líderes de la revolución industrial de la máquina de vapor, es escenario de la actividad que intenta llevar a cabo con perseverancia y disciplina un equipo de rugby femenino. Son las Carboneres de Terrassa y son, como el oficio que se desempeñaba hace dos siglos en tierras egarenses, unas luchadoras.
En Segunda Catalana y de carácter básicamente formativo, pero tienen la misma seriedad y competitividad que los grandes equipos. Las Carboneres de Terrassa, un equipo formado por jugadoras de 18 a 35 años que para la mitad de ellas éste supone su primer contacto con el rugby, se han propuesto defender este escudo en un deporte que, como el desaparecido oficio que llevan por nombre, implica resistencia, esfuerzo y largas horas de trabajo.
E
s sábado, son las 12h del mediodía y, como cada sexto día de la semana, la actividad no entiende de descansos en la pista de atletismo de Can Jofresa. Nuria, la capitana, y diez de sus compañeras se encuentran a menos de cuatro horas de afrontar un partido de liga importantísimo ante el RC L’Hospitalet. Sin embargo, no están en alguna de las salas técnicas de las instalaciones egarenses. Tampoco se encuentran en el tiempo de descanso o de mentalización del choque que dará comienzo
las chicas del carbón EL EQUIPO ESTÁ FORMADO POR JUGADORAS DE 18 A 35 AÑOS. PARA LA MITAD DE ELLAS, ÉSTA ES SU PRIMERA VEZ EN EL MUNDO DE RUGBY
no conocen la victoria Las carboneres de terrassa juegan en segunda catalana y acumulan un balance de dos empates y una derrota
Las ‘carboneras’ Coral y Mia se abrazan durante el encuentro contra las Hipofuritanes de Martorell
el rugby
JUANMA MEDINA LUQUE
ES EL 4º DEPORTE CON MÁS LICENCIAS EN ESPAÑA. firmó en 2015 récord HISTÓRICO: 28.104
La apertura terrassense Ainhoa Navarro, ante la presión de una rival del RC Hospitalet, durante un chute
JUANMA MEDINA LUQUE
Al contrario. Las jugadoras de este equipo de escasos recursos, que nació hace cinco temporadas y este curso ha sufrido una importante desbandada de sus mejores integrantes, se encargan no sólo de defender el escudo del club en el campo, durante los partidos. Ellas también deben repintar las líneas del campo –es imposible que, con tanta actividad, las limitaciones del terreno de juego marcadas con cal duren más de 24h sobre el poco y deteriorado césped–, de colocar las lonas de los patrocinadores y de trasladar el material que ellas mismas necesitaran durante el encuentro y tendrán que volver a dejar en su sitio tras el pitido final.
Las ‘carboneras’ Mayte (derecha) y Paula (izquierda) alzan a su compañera Tere para que salte durante una touche
Todo, en unas instalaciones municipales que, aunque aglutinan un sinfín de actividades y entidades que van desde el atletismo hasta el futbol americano, no cuentan con la suficiente atención por parte del Ayuntamiento de Terrassa.
Cualquier experto en rugby destacaría la falta de intensidad en el juego de las Carboneres, sin embargo eso es posiblemente lo menos importante para un grupo de chicas que, pese a sumar dos empates, una derrota y ninguna victoria esta temporada, se deja el alma en cada encuentro. Su humildad, un valor supremo en el mundo del rugby, y su trabajo, básico en el oficio que las denomina dentro de la cadena de producción de las fábricas tarrasenses, son las mejores armas de las jugadoras de un deporte en auge que el año pasado firmó récord de licencias con 28.104, sólo por detrás del futbol (874.093), el baloncesto (354.949), el balonmano (92.249) y el voleibol (61.550). En las gradas aun así hay mucho trabajo por hacer. Poco ambiente, a pesar de que el público congregado anima con megáfono y cánticos incluidos las actuaciones de las chicas del carbón, que acabaran el partido, una semana más, con alguna herida más en la colección de cicatrices.
Las jugadoras del Carboners de Terrassa y las Hipofuritanes de Martorell, en plena melé durante un partido en Can Jofresa
JUANMA MEDINA LUQUE
Al final las ‘carboneras’ firmaron un meritorio empate. Por delante ahora, el sagrado y tradicional tercer tiempo en el mundo del rugby. Antes, sin embargo, deberán volver a dejar el campo despejado, como lo encontraron a primera hora de la mañana, y así volver a empezar dentro de siete días. Y así volver a pronunciar su grito de guerra: “¡Carbón, carbón, carbón!”.
fotos y texto La talona rubinense Zayra lucha la posesión del balón junto a sus compañeras Julia (izquierda) y Miriam (derecha)
juanma medina luque