HORIZONTE DE EXPECTATIVAS Un fanzine filosófico - número 1
Tamara Feijoo, Tengo un plan secreto para conquistar el mundo, 2009.
NOTA DEL EDITOR A veces se nos olvida que la filosofía no se limita a los libros, sino que se encuentra fuera, en el mundo. En esta ocasión, viajamos hasta el Centro Cultural Puertas de Castilla para ver una exposición de la artista madrileña Marina Núñez, comisariada por dos estudiantes de la Universidad de Murcia. Titulada Inmersiones, la expo mostraba una serie de mundos habitados por inquietantes figuras que parecían observarnos. La propuesta que hice a lxs alumnxs fue ver la exposición mientras leían el libro Nunca fuimos modernos, de Bruno Latour, con la esperanza de que encontraran resonancias, de que serían capaces de tender puentes, mediaciones. En este segundo número de Horizonte de Expectativas recogemos los resultados. Juan Manuel Zaragoza
Todas las imágenes son de Marina Núñez, excepto cuando se indique explícitamente lo contrario. Se pueden encontrar en marinanunez.net © De los textos sus autor@s Murcia, 2019 Edición, diseño y maquetación JMZB
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CONTENIDOS
4 - 7 EL SUJETO DEL NUEVO MUNDO. Roberto Llorens 8 - 11 LA SELVA. Marian Bascuñana 12 - 15 IMPRESIONES. Francisco Miguel Espinosa 17 - 21 LO ANGÉLICO Y LOS POSTHUMANO. Agustín Cerezo 23 - 26 POSTMODERNIDAD HÍBRIDA. Estefanía San Mateo 27 LOS ROTOS (CON ANNE SEXTON). Ben Clarke 28 - 31 CUERPO E IDENTIDAD. Manuel Morales
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EL SUJETO DEL NUEVO MUNDO Estas obras pertenecen a la artista Marina Núñez, que pretende demostrar una realidad a partir de ficciones. Los personajes principales en sus obras, son seres humanos arraigados a una sociedad, a una naturaleza. Son cuerpos sujetos a la evolución de una sociedad, sujetos a los cambios del mundo. Los cuerpos y el mundo, van a la par. Otra característica de las obras de Marina Núñez es la idea de los mundos infinitos, de que el mundo tiene muchos caminos, muchas realidades, y que es la sociedad la que nos guía a través de una realidad ficticia. Bruno Latour, en su libro: Nunca fuimos modernos, menciona que “la cultura y la naturaleza están mezcladas todos los días”. Desde mi punto de vista, esta es la idea que Marina Núñez nos quiere mostrar en sus obras. A partir de esta idea surgen preguntas como la de si realmente el ser humano y el mundo están conectados o más bien si el ser humano está sumergido en un mar de cambios que van en contra de su voluntad. Pues bien, Marina Núñez presenta el comportamiento que tienen esos cuerpos hacia el paisaje, hacia el mundo, hacia los cambios. En relación con esto, Bruno Latour crítica a la sociedad, en el sentido de que cualquier conocimiento que trate acerca de la relación entre cuerpo y mundo, siempre se va a calificar como un conocimiento que trata de política o de naturaleza pero, nunca se verá como un conocimiento que está influido den-
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tro de la sociedad, dentro de nosotros mismos. Analizando las obras de Marina, observamos que los cuerpos que ella representa en sus obras son cuerpos sin forma, monstruosos. Desde mi punto de vista esto quiere romper con los cánones de belleza de la sociedad, pretende demostrar que el mundo no trata de la individualidad, sino de convivir con otros y con el mundo. Bruno Latour presenta diferentes cambios que se han dado en el mundo, como por ejemplo la aparición de la electricidad en EE.UU. Estos cambios son los que marcan un antes y un después dentro de la sociedad, de la evolución del ser humano. A raíz de estos cambios se sigue una red de supuestos que hacen que el mundo se globalice. Esta es la idea que tanto Bruno Latour, en su libro, como Marina Núñez en sus obras nos quieren presentar: la idea de cuerpos híbridos, la idea de la pérdida de identidad del ser humano, la crisis de la subjetividad del cuerpo, el verse reflejado ante una sociedad que etiqueta y que evoluciona. Las obras de Marina Núñez nos permiten hacer un recorrido por el mundo. Un recorrido que empieza en la superficie y que nos lleva hacia el interior, donde finalmente encontramos esos cuerpos, siguiendo un camino que dejan de lado otros huecos que va proyectando. Por otro lado, también lo veo como un viaje hacia el interior de los cuerpos, como un viaje que nos lleva por el interior de nosotros mismos hasta encontrarnos tal y como somos, como un reflejo de la sociedad. Pues bien, siguiendo la primera interpretación, la del camino hacia el interior del mundo; el
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camino que nos presenta es el de la sociedad, el camino que seguimos por inercia sin ver los otros caminos posibles. Por otro lado, la interpretación del viaje hacia el interior de nosotros mismos, consiste en que el espectador se vea reflejado a sí mismo dentro de las obras, una relación entre el cuerpo ficticio y el cuerpo real, en la que no sabes cuál es el límite entre ficción y realidad, donde el espectador percibe la crisis que hay en el mundo. Para concluir, la artista, presenta un mundo de paisajes pétreos y patrones fractales. Con esto pretende mostrar una alternativa a lo que se conoce como “Bellas Artes”, una lucha contra las “artes decorativas” , la idea de un ser humano que está en proceso de construcción, pero que crea sus bases en relación con el mundo y con las personas con las que convive. ROBERTO LLORENS
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LA SELVA Los ecos de las tesis insignes de la Modernidad (y las de su fin) constituyen el escenario de la aguda crítica de Latour. Efectivamente, las promesas de la ciencia y la política del Occidente moderno se las habían apañado para hacer relucir los triunfos de la razón (aumento en las libertades, derechos sociales, bienestar económico, democracia, paz) ocultando los resortes que engranaban ese sistema victorio-
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so: dominación de pueblos y destrucción del entorno. ¿Qué promesa puede seguir alentando a creer lo increíble, la verdad de la Modernidad? Así, o bien nos vemos abocados a una reacción antimoderna, que, en sus distintas vertientes conduce a un hondo escepticismo: ecologistas, anti-socialistas, posmodernos... o bien decidimos obviar las críticas -parcialmente justas al menos-, que todos ellos hacen a la Modernidad, aferrándonos a ella acríticamente. Sin embargo esto, como señala Latour, es imposible: en distintos ámbitos (arte, política, etc.) ‘faltan las ganas’. Pero, ¿y si después de todo resultase que nunca fuimos modernos?
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Se trata de someter a un examen crítico la idea de que en el mundo coexisten de forma bien diferenciada la naturaleza y la sociedad y hay una división tajante entre modernos y premodernos. ¿Existen hechos brutos? No. El efecto de Chernobil no es sólo medioambiental, sino político y cultural. Como el vínculo entre el uso de un aerosol, la Antártida y la Universidad de California (Latour, 2007, Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica). La posición de Latour consiste en una visión ‘monista’ del mundo: justamente la que cuestiona y desecha aquélla que defiende esa división entre los hechos brutos y las explicaciones epistemológicas que de ellos, según esta visión, daríamos. Para el autor, el status ontológico de los seres no puede ser el de la tradición sustantiva, para la que estamos esencialmente determinados, sino que se trata de recordar y subrayar que somos existencia: historia, recorrido; no quiénes somos sino cómo hemos llegado aquí. Esta postura se centra en las relaciones, considerando las mediaciones intrínsecas a lo que tradicionalmente entendíamos como seres, con lo que amplía la categoría de sujeto. Es decir, no cabe concebir una categoría ontológica o espacio
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epistemológico aislable: lo que ‘cuenta’ son las relaciones, por lo demás, plurales, nodulares. Las viejas jerarquías en las que la agencialidad era exclusiva de los humanos han caído. Esta metafísica según la cual la realidad se compone de nodos y redes, hasta cierto punto distinguibles, pero inseparables, puede ponerse en relación con la obra de la artista Marina Núñez. En la obra Inmersión, Núñez nos sumerge en mundos cuyos habitantes aparecen inequívocamente vinculados a su entorno, como si brotaran de él. Los patrones fractales se replican de forma sugerente y culminan en el avistamiento por parte del visitante de seres de apariencia femenina que nos observan con mayor o menor hostilidad. La video-instalación es, asimismo, un soporte elocuente que abunda en la idea de fluidez, de redes nodulares que abandonan las concepciones de la realidad como entidades fijas, para indagar en los procesos, las búsquedas, la apertura de nuevos caminos y nuevos paisajes. Incluso a través de la oscuridad y lo extraño o lo inquietante, pues es así como se impele a la participación, a la asunción de responsabilidad: más agentes, una mayor inclusión de los mismos, para repensar una realidad cuyos esquemas esencialistas hace tiempo que se muestran agotados. Marian Bascuñana
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Atendiendo a las sensaciones experimentadas en mi visita a la exposición “Inmersión” de Marina Núñez, que “nos sumerge en un viaje a través de mundos fractales, de una arquitectura vegetal y geométrica interminable, casi infinita”, y en relación con lo descrito en el apartado “la proliferación de los híbridos”, (Latour, capítulo 1. Crisis), al hablar de un mundo moderno cargado de híbridos que se entremezclan y llenan nuestro mundo actual, resulta sencillo asociar los conceptos: sujeto, crisis, hibrido. Un mundo moderno en el que cada día cuesta más separar ciencia, política, cultura, etc., de un sujeto generado por la propia crisis de esta sociedad exenta de una crítica seria. El conceder derechos a corporaciones como sujetos, o, en la más reciente actualidad a un “lago”, nos lleva a hablar de esos híbridos citados por Latour sobre los que se trabaja de forma soterrada haciéndonos creer que se actúa de forma natural teniendo presentes la cultura, la naturaleza y al propio sujeto en sí. Esto, en mi opinión, no solo resulta una falacia, una quimera, sino el intentar mirar para otro lado por no atrevernos a hablar abiertamente de realidades: “el más pequeño virus del sida hace que uno pase del sexo al inconsciente, al África, a los cultivos de células, al ADN, a San Francisco; pero los analistas, los pensadores, los periodistas y los que toman decisiones van a recortar la fina red que dibuja el virus en pequeños compartimientos limpios donde solo se encontrará ciencia, economía, representaciones sociales, policiales, piedad, sexo…”
Consecuencia de todo ello es qué papel se le concede realmente a lo que hasta ahora habíamos considerado como
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sujeto, reflejado en relación al ser humano. A mi juicio, todo este conglomerado plantea serias y profundas cuestiones, como por ejemplo: ¿existe realmente el sujeto de forma natural?, ¿el avance sociológico, científico, político… se produce de forma natural o es también un híbrido?, ¿los nuevos híbridos son fruto de la propia crisis?, y la más importante, ¿ha generado un vacío la crisis del mundo moderno? Al contemplar los videos de Marina Núñez observo como el zoom se va dirigiendo a ninguna parte entre un entramado de laberintos que llevan finalmente a la figura de un sujeto, mezcla de ser observado y sorprendido al mismo tiempo. En otro de sus videos expuestos estos laberintos nos conducen a un núcleo familiar como sujeto, igual de sorprendido y observado. Por otro lado, las figuras expuestas muestran una especie de decadencia, de desgaste, pero al mismo tiempo de prolongación hacia algo desconocido. ¿Quiere esto decir que el sujeto natural a tocado techo?, es decir, el nuevo sujeto futuro será propiamente un híbrido, o seguirá conservando parte del sujeto natural original correspondiente al ser humano concebido hasta hoy. No solo hemos fracasado en nuestro alejamiento y manipulación del respeto a lo natural, sino que hemos logrado generar una crisis en cuanto al propio sujeto en sí. Todas las decisiones, o al menos un gran número de ellas, a nivel sociológico, científico, político, religioso, etc., que rodean y conviven con el sujeto actual son híbridos entremezclados que se venden de forma soterrada como algo natural, dejando al propio sujeto en una indefensión de identidad, en una deriva que solo produce su desgaste hasta llegar a perder su propia identidad dentro del mundo natural.
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Otro pensamiento no menos importante, ajeno, igualmente, a una crítica seria es el que en este mundo moderno, ciencia, cultura, política, economía, etc., acuerden “bajo la mesa” mostrar los híbridos de sus propios intereses como algo natural “jugar a ser un cierto tipo de creador de lo natural”, sin tener en cuenta la insignificancia de su propia representación como sujetos dentro del propio cosmos natural. Algo que el zoom de la obra de Marina Núñez muestra como una relación directa de la realidad que supone el sujeto, como una simple partícula frente a la inmensidad del propio mundo natural. Todo ello me lleva a cuestionarme si existe alguna salida frente a la involución que supone el vacío generado por estos híbridos y, en mi opinión, a la que nos estamos viendo abocados de forma inexorable. ¿Cabe la posibilidad de corregir el rumbo de una nave que navega a la deriva? Creo que aún estamos a tiempo de que estos nuevos híbridos a los que se refiere Latour dejen de serlo y comencemos a verlos como lo que son realmente, diferenciando al verdadero sujeto natural que representa el ser humano de cualquier otro sujeto híbrido fruto de la mano de un ser humano inconsciente y falso que juega a ser “Dios” por debajo de la mesa. En síntesis, es imposible saber hacia dónde nos puede conducir esta crisis del propio sujeto del mundo moderno actual mientras se siga ocultando la verdadera realidad, social, económica, científica y cultural, y se siga mostrando como algo surgido de la propia naturaleza a la que solo unos cuantos tienen acceso y poder de decisión. Francisco Miguel Espinosa
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LO ANGÉLICO Y LO POSTHUMANO Podría ser que la mirada preceda siempre a la soflama, que el entendimiento no haga sino argüir lo ya visto, tratando de poner a prueba su cordura. Lo que la literatura, el cine, el diseño… revelan es lo que la filosofía ensaya. Por eso considerar las cuestiones tal como aparecen en el estadio prediscursivo o post-discursivo, según los casos, de la imagen artística es un buen modo de rumiar lo cultural, sin lecturas unívocas de lo visual y percibido. Se hacen posibles las vinculaciones más inverosímiles con la vertiginosa transformación, ampliación y ramificación de los temas, lo sensorial se convierte en objeto de la sapiencia humana, volviéndose arqueólogos los artistas, ya que estudian el pasado visual para comprender el sobresaliente donde el afán por lo nuevo quiere ocultar. El objetivo será analizar de qué modo y hasta qué punto las formas escogidas mantienen adherencias de visiones del mundo en gran parte pretéritas que aportan elementos valorativos o emocionales a su nueva configuración. La artífice, que conjuga la manufactura primorosa con su compromiso como profesora titular de pintura en la Universidad de Vigo, es una gran lectora y conocedora de la teoría y la historia del arte. Sus obras, aunque de enorme carga simbólica, no son en absoluto una mera ilustración de conceptos. Por el contrario, nacen de un trabajo eminente-
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mente plástico y visual. De hecho, los aspectos conceptuales de su labor generalmente no se adaptan del todo bien a las teorías del feminismo, del transhumanismo o a la literatura más reciente de ciencia ficción, que indudablemente conoce apropiadamente, sino que emergen de la imagen y en coherencia sólo con ella. Su aproximación a los temas de la ciencia ficción, de lo distópico en cine y literatura y del pensamiento feminista se hace siempre en diálogo intenso con la tradición del arte occidental con su propia potencia metamórfica de la imagen. Núñez hace explícita la deuda con la iconografía cristiana, así mismo, reflexiona acerca de cómo el lenguaje y la ideología generan identidad. El medio de Núñez es la pintura durante esos primeros años y dado su pericia técnica y su alta cultura pictórica, donde repinta los patrones visuales de nuestra cultura. El cuerpo es el lugar en el que conocer los resquicios, los desajustes que revelan la “locura” o lo “monstruoso”. Sus vídeos, de hecho, implantan movimiento, no tradición: se miran como se echa un vistazo a un cuadro. Núñez empieza a trabajar con software propios de la industria del cine y los videojuegos. Si, cuando pinta, la propia técnica introduce la historia de la pintura en sus obras, en la utilización de programas de computador de animación se advierte mucho de la estética que dejan en ellos sus desarrolladores donde se pasan del mundo de la cultura y los monstruos al de la ciencia ficción.
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En sus representaciones hay siempre una ambigüedad valorativa, un contenido distópico que a su vez quiere ser visto como posibilidad utópica. Se trata de un aspecto que hace su obra hondamente reflexiva y la libra de lo estrictamente ideológico. El mismo aspecto híbrido se manifiesta en sus iconografías de la destrucción. Las temáticas que aborda son coherentes con un modo de trabajo introspectivo y alimentado por la lectura, como dice Barbara Rose, la ideología ampliamente igualadora y democratizadora de las comunidades virtuales interactivas en red frente a Nuñez y su creatividad individual y singularidad del genio. En los Ángel caído de Marina Núñez, junto a las determinaciones que impone la técnica —el dibujo por ordenador— encontramos las que añaden la imagen escogida y el concepto o tema. La iconografía angélica no puede por tanto ser obviada en un ejercicio correcto de elucidación donde se aparta del terreno de lo sagrado pese a que mantiene el signo cristiano y, por tanto, la no corporalidad de los ángeles —algo no tan claro en otros autores—, sin embargo su runa es, con el transitar de los siglos, cada vez más prolífica. Las alas de los ángeles de Marina Núñez tienen un carácter artificial que hace referencia a la técnica, a la trampa, al intento humano de elevarse sobre unos límites impuestos con las propias fuerzas, lo que implica el peligro de la caída y de la muerte, transforma el hombre de Vitruvio en ángel por el sencillo procedimiento de añadir las alas y eliminar el sexo. Todos tenemos algo de monstruos: medidas imperfectas, procesos de cambio, desechos corporales. Incluso la mezcolanza: los trasplantes de órganos humanos o animales, la
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ingeniería genética y la creciente incorporación de ingenios artificiales han hecho de los cuerpos del siglo XX entidades decididamente mixtas, lo monstruoso es siempre lo que se opone a las normas establecidas, lo que desafía un sistema, y su apariencia cambia con la ideología dominante (Núñez, 2001): “Mi visión del mundo es trágica, las imágenes que siempre me han atraído son las más oscuras, y me cuesta que las mías no sean por tanto dramáticas, catastróficas, desoladas.” En sus obras prima su no racionalidad y la imagen se impone con sus propios valores pues se declara opositora a la definición moderna de lo humano. Agustín Cerezo
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POSMODERNIDAD HÍBRIDA Para Latour, la modernidad se caracteriza por la diferenciación radical entre lo subjetivo (la libertad, la capacidad humana de dar sentido y autodeterminarnos) y lo objetivo (lo necesario, la causalidad natural). Entre lo objetivo y lo singular o subjetivo, hay una mediación invisible que crea seres híbridos: cuasi-objetos y cuasi-sujetos, que no se pueden entender desde la polaridad moderna. La Modernidad sería el nacimiento (y la muerte) del humano y el origen de lo no humano, de lo híbrido. Es decir, una mezcla entre lo natural, lo político y lo social. Con Boyle se crea un nuevo concepto: los no humanos, que serían las personas si estuviesen al margen de la sociedad, al natural. Del mismo modo que ocurre con el cuerpo, la cultura es una mezcla entre naturaleza y sociedad, entre ciencia y humanidades, entre hechos y valores; que están en constante interrelación. Esta polaridad se divide entre los seguidores de la ciencia de Boyle, el primer pilar moderno, y los seguidores de Hobbes. Boyle pretende hablar de la naturaleza libre de prejuicios humanos, como algo que nos trasciende infinitamente por encima de nuestros intereses. Hobbes, busca crear un lenguaje humano, encargado del dominio, las relaciones sociales y la política, sosteniendo la postura de que el mundo humano es inmanente a nuestra acción.
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Pero esta distinción entre naturaleza y sociedad es una construcción. Ambos autores consideran, por su parte, que tanto los objetos como los sujetos actúan de manera independiente. Sin embargo, si la naturaleza fuese trascendente, esta misma trascendencia nos aplastaría al no poder mediar con ella. Por otra parte, si la sociedad fuese totalmente inmanente, caeríamos en la guerra del todos contra todos, al carecer de freno externo. Pero, de hecho, la trascendencia de la naturaleza es una creación de laboratorio, y la sociedad solo es accesible mediante la movilización de todo lo que la mantiene, por lo que supera infinitamente a quien la crea. Así, nos queda una naturaleza construida por humanos, al fin y al cabo, y una sociedad sostenida por las cosas. Por tanto, el poder de los objetos y los sujetos está interrelacionado, creando naturalezas híbridas. La tesis de Latour de estos cuasi objetos cuasi sujetos híbridos se puede apreciar en la obra de Marina Nuñez.
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En esta exposición, titulada “Inmersión”, muestra un paisaje geométrico casi infinito que se funde con sus habitantes, compuestos del mismo material, sin poder distinguir la línea que separa el cuerpo del mundo. La pregunta sería quién ha tomado el patrón de quién, si se han adaptado al medio o han transformado este a su semejanza. Con esta obra Marina problematiza las relaciones de las personas con el entorno, bien de igualdad y cercanía, bien de control y dominio. Además de sus relaciones, reivindica al individuo como ser pluriforme, si no amorfo, híbrido, múltiple. Quizás se refiera a lo interior más que a lo superficial, recreando una subjetividad desestabilizada e impura para la que la otredad no es algo ajeno, sino que constituye en gran medida al ser humano. Para algunos sociobiólogos el cuerpo es una composición biológica natural, donde se construye una identidad personal, el “yo”, como consecuencia de la sociedad; o una parte de la cultura para los constructivistas. Es decir, es sujeto y objeto al mismo tiempo, al ser el resultado de una persona dentro de una sociedad, de la que no se puede desprender. En la modernidad, el cuerpo fue un gran olvidado debido al dualismo cartesiano, que daba prioridad a la mente y a la conciencia, frente al cuerpo, que se consideraba imperfecto y un obstáculo para el alma. Así, se consideraba que el cuerpo era solo cuerpo físico, no social. En la obra de Marina Núñez, en mi opinión, se puede ver el cuerpo como parte de la naturaleza a la que pertenece, y con la que comparte su constitución, pero cada cuerpo es distinto por la forma en la que el individuo o sujeto lo expre-
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sa. Siendo lo mismo, son distintos. Cuasi-sujetos sociales, cuasi-objetos naturales. El cuerpo social está limitado por la cultura y sociedad que le rodea, convirtiéndolo en un cuerpo “ideal” a ojos de esa sociedad, representación de la cultura que lo estructura. La Modernidad según Latour es un régimen de aceleración, dejando atrás un pasado arcaico y estable. Esta da lugar a seres totalmente nuevos, “híbridos de naturaleza y de cultura”. Pero además de dar lugar al nacimiento del hombre y su muerte, la da a la “no humanidad”, el de las cosas, los objetos, los animales, complejizando la oposición “sujeto-objeto” para referirse a “humano-no humano”. De hecho, para Latour, después del Antropoceno, la palabra naturaleza pierde el sentido, pues esta está marcada por la huella humana. Por eso, considera que la sensibilidad, la “crisis de conciencia”, siempre estuvo del lado de las artes. Como si fuese el mediador invisible entre la ciencia y las humanidades, o como si tratase el mismo objeto que las ciencias, pero con otros medios, como la tragedia. Ve la catástrofe todos los días en la información que recibe, a la vez que es cómplice de la indiferencia al respecto. Estefanía San Mateo Hernández
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LOS ROTOS (con Anne Sexton) “Todas las divisiones son mentira salvo la que divide los cuerpos en dos grupos incomprensibles entre sí. Aquellos que se han roto y los que no. Los rotos no pedimos demasiado: que se nos quiera, sí, que los que no han vivido la fractura tengan paciencia si mascullamos viendo las noticias o hacemos el amor con un poco de miedo. Entenderás, entonces, ciertas cosas. Por qué en casa las tazas no se tiran y por qué a veces quiero estar solo después de que suene un portazo. Los ritos de los rotos, amor mío. Ademanes que espero que no comprendas nunca.” – Ben Clark –
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CUERPO E IDENTIDAD La identidad del cuerpo ha cambiado en el ultimo siglo. Todo incluye el cuerpo y la imagen de este. El cuerpo va perdiendo peso en la imagen que tenemos de él. Marina Nuñez, en su trayectoria, nos muestra esto mismo: imagenes de cuerpos mestizos, mutantes, multiples...Lo futurista, en su obra, toma un papel importante, cómo el avance de la ciencia cambia el cuerpo y cómo este pasa de mezclar lo natural con lo cultural. Esto pone en duda si existe un avance o un retroceso en cuanto a lo humano en si, a lo posthumano. En la obra de Maria Núñez todo evoluciona como una nueva mirada a lo humano que germina y que no valora éticamente sino estéticamente. Intenta abrazar la parte mas ocura de lo humano, el subconsciente, recuperar una parte de lo propio humano que se intenta esconder. “Abracemos la parte desordenada, inconsciente y pulsional” llega a decir. Con ello pretende desmitificar la imagen del hombre que solo lleva dos siglos entre nosotros, algo inventado, que puede volver a inventarse. Propone otra subjetividad, otra experiencia que surja de lo antes enterrado, una forma menos rigida que acepte mas al hombre como tal, algo menos brutal en su forma de ser y estar. Así mezcla mezcla ciencia y lo humano, en una nueva imagen del hombre. Aborda desde la exploracion de las nuevas tecnologias audiovisuales al desarrollo de un imaginario surreal inspirador de fantasias literarias. Todo ello en la obra de Marina surge sobre la idea de mascunilidad y feminidad. Sus personajes masculinos, son muy masculinos y por eso
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mismo, por esa misma dureza pierde sus extremidades, pone en cuestion el rol de genero que ambos juegan en la sociedad y los critica. En esta obra a la que Marina llama Ícaro, nos muestra la historia de los ángeles, héroes para la mitología cristiana, pero que ella va a representar como malignos. En el sentido de lo artificial, viendo como el Ícaro simplemente busca escapar del laberinto y para ello su padre el herrero Dédalo, representado como lo humano, fabrica unas alas para que el pueda escapar del laberinto de Minos. Como en el caso de Prometeo, la ciencia, el intento de lo humano por superar lo natural, solo acaba en catastofre. Esta idea pone de manifiesto el limite y la huida de lo humano, como la ciencia intenta superar lo humano, cuando antes lo humano debe ser superado por si mismo para realizar una ciencia acorde a lo que se necesita realmente. Bruno Latour llamara a esta diferencia entre lo humano y lo no humano, la natural y lo cientifico como “Imperio del medio”. En nuestra sociedad se forjan sujetos que a la vez son objetos. Somos hibridos en la modernidad, sustancia extensa y pensante. Es la modernidad la que hace surgir los hibridos, la naturaleza y la cultura son las que crean un espacio donde se crea lo oculto, los “monstruos”. Embriones congelados, sistemas expertos, máquinas digitales, robots con sensores, maíces híbridos, bases de datos, psicotrópicos entregados a pedido, ballenas equipadas con radiosondas, sintetizadores de genes, analizadores de audiencias. (…) Todo ocurre como si ya no hubiera los sufi-
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cientes jueces y críticos para tratar los híbridos. El sistema de purificación se atasca (Latour 2007: 84). Según afirmaba Latour en el ya lejano 1991, se hacía necesario buscar sistemas de representación que hicieran visibles los procesos: “Habrá que aminorar, desviar y regular la proliferación de los monstruos representando oficialmente su existencia”, afirma (Latour 2007: 30). Nuñez no reafirma del todo esa hibridación, es una de las forma de la diferencia. “Todos tenemos algo de monstruos: medidas imperfectas, procesos de cambio, desechos corporales. Incluso la mezcolanza: los transplantes de órganos humanos o animales, la ingenieria genética y la creciente incorporación de ingenios artificiales han hecho de los cuerpos del siglo XX entidades decididamente mixtas” (Nuñez, 2001). Con la categoria de monstruoso se amplian los vaivenes del canon humano. Entendemos lo monstruoso como lo diferente al sistema, puede variar segun varíe la ideologia dominante. Es por ello que ve los miedos como un modo de aceptar las normas sociales. Manuel Morales
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TRACK LIST ¡Léenos con música!
0. Your song (Tus amores). Le Parody 1. Paper. K.C. Rebell 2. Path. Apocalyptica
4. Thais: Meditation. Jules Massenet 5. 4’33”. John Cage. 6. Confortably Numb. Pink Floid Filosofía y Globalización, Curso 2018-2019 Facultad de Filosofía Murcia
https://tinyurl.com/y23tvo2e
3. Hell Broke Luce. Tom Waits