Bicho Raro - José Luis Escobar

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BICHO RARO

JOSÉ LUIS ESCOBAR

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José Luis Escobar

BICHO RARO

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Bicho raro José Luis Escobar Montecristo Cartonero 2017 Diagramación a cargo de Juan Cifuentes Diseño por Juan Cifuentes Ilustración: “Golconda”, René Magritte, 1953. Impreso en los talleres de Montecristo Cartonero Corregidor Fernando de Alvarado 8, Hacienda Los Fundadores, Chillán Viejo, Chile Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor.

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BICHO RARO

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A ti; ya no

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Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. PĂĄrpados cosidos. Me olvidĂŠ. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro. Alejandra Pizarnik

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PRÓLOGO Hay dos libros en la narrativa chilena que reflejan el sentimiento de no pertenencia que es el leiv motiv presente en Bicho raro de José Luis Escobar. Por un lado, José Donoso en su obra cumbre El obsceno pájaro de la noche nos relata la historia de un padre que reinventa un mundo para un hijo monstruoso. El imbunche aparece como la razón por la cual esta monstruosidad encuentra un sentido de pertenencia en un mundo estética y mentalmente distinto. Por otro lado, Carlos Droguett nos maravilla en la novela Patas de perro con Bobby, este niño con patas de perro, alejado de la sociedad, alejado de la camada de perros, sin saber cuál es el sentido de su vida y lo que aún es peor, sin darse cuenta el protagonista que Bobby no es nadie más que él mismo, el desadaptado en las convenciones sociales predispuestas en las normas y reglas establecidas. Es en este circuito en donde deambula Bicho raro, una colección de relatos caracterizados por la otredad, por el sentido de no pertenecer al aquí y al ahora, por sentirse desplazado, por estar a gusto en el camuflaje de la excepción a la regularidad de la rutina del hombre. En Chile, el concepto de “bicho raro” se utiliza con frecuencia para designar a todas las personas que nadan contra la corriente, ya sea por sus pensamientos como también por sus acciones, que no se pueden encasillar dentro de los típicos encasillamientos sociales de simpatía, ternura, amigable, culto o vulgar, pues es todo a la vez como también no es ninguna de esas facetas. Por lo mismo, no sorprende que al leer estos relatos nos encontremos ante la inadaptación de los personajes y la incomodidad del lector al ver que debe convivir con una lectura que le demanda contrarrestar sus principios a favor de la verosimilitud del relato.

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¿Qué configura al ser humano dentro de un mundo bestial que le permita sobreponer el raciocinio ante lo instintivo? La conducta del ser humano es aberrante muchas veces, basta con ver los medios de comunicación que nos bombardean con tragedias, guerras, corrupciones, destrucción del entorno y aún así nos consideramos seres pensantes. De esta forma, se configura una invitación al lector a una introspección con nuestra realidad ya que Bicho raro ofrece una lectura atrapante, honesta que sitúa al lector frente a su espejo. Juan Pablo Cifuentes Palma

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Mira por tu hombro el camino que has recorrido este último tiempo y recuerda los momentos que te llenaron de regocijo. Numéralos sin repetir circunstancias o actos. ¿Te sobran dedos de una palma? (Es el comienzo…)

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I Semilla

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OLVIDOS - Adelante, entren con cuidado y colóquenlo en la camilla, ¡es un verdadero bulto! - Cuéntenme ¿qué pasó? ¿Cómo terminó así? - Veamos si tiene signos vitales; ¿de dónde me indicaron que es? - ¡Qué manera de sufrir la gente! el clima acompaña ¿no creen? - Señálenme ¿por qué está su mano izquierda ensangrentada? - Su sangre - ¿Cómo dijeron que se llamaba? - ¡Pasen! ¡Pasen!, déjenlo en la otra camilla. - ¡Que frío! El lugar de los rendidos. - Y ¿en qué íbamos? - Denme sus apellidos. - ¡Qué tristes las noticias!, ¿las vieron hoy? - ¡Levanten la polera!, deberé revisar. - ¿Cómo me dijeron que se llamaba? - ¡Apresuren la cuenta!; ¡sí!, la cuenta. - ¿Cómo pagarán? - Estará bien, sí, estará bien. - Hoy lo dejaré en condiciones para que siga intentándolo. - ¡Que mal la economía y las protestas! - Díganme ¿cuánto llevan en los bolsillos? - Con un lavado de estómago se recuperará. - Pobre gente la que duerme en el lugar de los cajeros automáticos. - ¡Déjenlo!, debe pagar un poco ¿no creen? - Pueden persignarlo si lo estiman. - ¿Cómo se llamaba? - Me gusta devolver aliento a los perdidos. - Soy el camino de regreso cuando ha fallado la intención.

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- Imagínense un viaje preparado con el ahínco suficiente, sin despedidas, menos maletas, es de ida y los devuelven. Siempre los traigo, eso me deleita. - ¿Cuánto les quedó? ¡Revísenle los bolsillos!, ¡sí, las monedas sirven. - Me gusta lo que hago. Otro al que hundimos su barco antes del zarpe. - El ansiado horizonte termina con la camilla. - ¡Qué triste las noticias! ¿No creen? - Prepárense para dar la bienvenida. Quedarán con un faltante ¿bueno? - Le dejaremos un recuerdo. - ¡Déjenlo!, sabrán de él en poco tiempo, seguiré estando en mi consulta. - La tarjeta que les entregué es la garantía. - Volverá ¿Cómo se llamaba?

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TREN

Extraviado de la manada, junto mi dedo índice con el pulgar y atrapo la tela roja de la falda, esa que ocupa la educadora. Sin quererlo, ella me ayuda a construir un tren. Quiero huir de las risas, son malcriadas, mal nacidas. No participo de rituales, de juegos heredados. Controlar el innato estimulo de menear el rabo aflige. Lloro y los mocos caen. El papel higiénico que cargo en el estuche no es suficiente. La niña rubia, la que vive cerca, pregunta por mi extraña forma de sujetar las telas. Le explico de eslabones y de viajes, me entrega distancia, me observa yo sigo siendo un extraño. Entiendo que ella pertenece, asimismo todos pertenecen. El tren no avanza, me sueltan, no obstante mi mano, que aún es pequeña, pierde de inmediato la sujeción. Me obligan a ser parte de las actividades formativas de un huerto de adultos. Todos son reflejo de uno de ellos. Asustan y siguen. Mi toalla colgada en el sitio de los que respondieron mal, me sirve. La engancho y continúo el viaje, los dedos duelen. Una campana indica el final del viaje, del tren.

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RECREOS

¿Promesas? ninguna, ¿consejos? ni para deportados. La bata blanca que entregan en los hospitales es cómoda.

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NO ME TOQUES No me roces la frente. Ni descubras mi cara. Limita tus actos a lo que esperas que te hagan. La desgracia proviene de años anteriores, a mí no me acuses. No abandones mi respeto, lo guardaré en cofres que serán para otros. No quiero ver tu violencia. Desplumar y desplumar te hace manso, gozas. No me encierres en mazmorras. No desquites tu pasado, no lo alcanzo. Llegué sin risas. No merezco tu pasado. No seré de nadie, no seré. La culpa no la dirijas, no entiendo de culpas. Dime que me enseñarás a caminar, correrás por la pelota y sonreirás por mi vida. Haz de tu estadía un lugar ameno. Pierdo la fe, disipo la risa, se cae la imagen. Te quería seguir, acompañar tus días pero despertaste. Despídete, un adiós bastará. No creo que salves mi existencia de colibrí.

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VERDUGO

Ya nada importa. Entendí que estabas muerta, el culpable de tu deceso fui yo. Mis manos labraron serpientes. Ejemplos bien aprendidos de tortura domestica. Tu camuflaje era simple, de colores naturales sin mayor variación. Debiste sufrir para cambiar el pellejo. Aprendiste a no caer conociendo el camino también decidiste atajos. Extraño a la que conocí. La que mostró lo despreciable que podía llegar a ser. Pierdo orientación al saber que existes en otro cuerpo con hazañas y laureles. Cambiaste tu forma, tu fondo, tu temple. Las historias deben continuar. Cambiaré la batalla aunque nunca logre sosiego. Ni en sueños dejas de existir, menos en historias nuevas, te veo bailar. ¿Por qué no cantas?

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FE Cuando el nombre del día es solo un apodo, las semanas y meses pierden relevancia. El despertar es único, sin cronogramas, sin seguidilla. Por esto busco comida sin programar afeitadas, con las pesadillas me lavo la entrepierna, las gárgaras esta vez son de vino, (la garrafa está a media asta). Toco mi cama y aprecio relieves de música. Huelo a muerto, porque el paraíso esta aquí conmigo y es falsificado. A veces me obligan a cruzar la mala suerte, son momentos que se perpetúan en imágenes, cuando las decisiones fallan se borran de los retratos; no es siempre. Todos los días me siento donde brindan los acusados, defiendo mi día con mirada perdida. Sacudo el polvo mal ejecutado y esas ansias de placer que desvelan demonios. Porque me declaro culpable de los cargos aunque aun creo; por eso rezaré por ti. Desde hoy, debes saber quién clama tu existencia, quién inventa invocaciones en tu nombre, quién confía y te regala lo que pidas. Rogaré todos los días antes de dormir, por toda la vida que pueda quedar, el único pago que exijo es ver tu mueca alguna vez. Si no rezo por Satán ¿Quién?

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GRISELINIA

Todas las madrugadas despertaba con la misma inquietud y todas las madrugadas observaba como su belleza se disipaba un poco. Se quedaba ahogada, pensando lo frágil de la existencia, cómo los seres viven y mueren esperando ser admirados; se merecen más que minutos, se merecen más que belleza. Por otra parte, desistía de su intento por entender misterios. Podía husmear la muerte en recodos pasajeros aún así, evitaba la verdad. (El suelo nos espera a todos). Aunque intentaba enmarcar la pérdida, la pared de los cuadros no sostenía los clavos, la caída era su realidad. Una madrugada no logró esquivar los tiempos de poda y en bultos abrazados con su propia raíz fue arrojada al basural. -mejor no despertar dudas.

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LADRANDO RUEDAS Comenzó a urdir planes de escapada, una vez logró salir, en la mochila del colegio guardó la carta jamás entregada a Mary Jane, un pantalón, dos chalecos de lana, una marraqueta además de un jugo en caja. Mochila al hombro saltó la reja de su casa, aunque la puerta estaba sin seguro. El acto de evadir cerrojos lo animó aun más. Le tiritaban las piernas, las legañas querían arrancar. Pero mantuvo la calma, caminó pausadamente hasta la plaza del barrio, justo estaba el perro “lobo”- lo llamaban de esa forma porque era temible-. Se asentó frente al lobo, observó como él gruñía a todos. Todos los bichos eran amedrentados por su bravura. Nos odia –razonaba-, ya que lo único que calmaba su furia era la comezón que provocaban las pulgas. Le gustaba creer que otro ser pudiera sentir desprecio por su entorno. Lo observó por horas, en todo el rato que estuvo jamás lo vio flaquear. Todos se merecían ladridos, mostraba los dientes, protegía su espacio, estaba solo, era un solitario mal genio. Cuando el frío dominó, caminó de regreso a su vivienda, algo en él había cambiado. Al llegar nadie se percató de su ausencia y descansó sabiendo de nuevas vestimentas al despertar. Por la mañana, las figuras articuladas de sus innumerables héroes, las colgó con pitilla y tachuelas clavadas en la muralla de su pieza. Lo que más sentía era perder a Mary Jane. La veía en el reflejo de la ventana de su hogar, en la locomoción colectiva mientras avanzaba o retrocedía, la imaginaba en todas las avenidas, en cada uno de los letreros publicitarios, estaba en todo lugar, la soñaba corriendo, pidiéndole dulces, caminando en la plaza. Nunca le había hablado, aun así, le preocupaba molestarse con ella y tratarla mal, no quería 22


provocarle lágrimas. Lo que veía del amor era sufrimiento. Le escribió una carta dejándola en la pared de las figuras articuladas con la única lágrima prometida a fecha. El único manifiesto sería no dejarse influenciar mayormente por adultos circundantes. Cuando vio la facilidad de arrojar piedras a enemigos oficiales, respetó sobremanera las rocas que pisaba. Sabía que serían armas gratuitas utilizadas por seres con falta de espejo. Nació sin sueños manteniéndolos fuera de su ínfimo círculo. Ni bombero. Menos presidente, jamás policía. Cuestionaba obligaciones, representaciones y vidas. Sin sueños de llegar a grande. Con la única aspiración de tener zapatos con talla apropiada y lanzar lejos los de payaso, siguió.

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DESAYUNO Llegó a la casa de familiares, lo saludaron y sus miradas inquisidoras calaron profundo en sus decaídos ojos. ¡Le preparamos una pieza para que descanse! -dijo la tía-. El cuarto estaba con botellas vacías, latas, restos de pan duro con moho, un profiláctico sellado, colillas y vasos sucios; era un cementerio de sensaciones extintas. Miró a su alrededor, pidió una bolsa de supermercado, recogió apresuradamente los adornos moribundos, los dejó de cabecera y por fin la calma. Estaba en su propio camposanto y se sentía a gusto. Buscó pausadamente en los cajones que estaban en el diminuto espacio, en el fregadero, en el improvisado baño con dos bacinicas; debía retirar los recuerdos a paladas. La cara de su progenitor se colaba en las sábanas de saco harinero. La golpiza que recibieron por cometer la imprudencia de ser parte de un hombre alcohólico y enfermo fue exagerada y su madre en el hospital clamaba por su hijo acompañada de enfermeras de turno. No quería saber de cambios. Eran seres ajenos, por más que revolvió la pieza, solo encontró una cuchara de té. Soñaría con amaneceres de trino y estaba seguro de apaciguar entre los propios brazos el miedo a seguir. Al despertar la familia preparaba desayuno para todos los integrantes sanguíneos. Los primos peleaban por la margarina, conversaban al unísono, reían otro tanto, los adultos moderaban la repartición de comida y servían tazas humeantes de café. Fueron varios días, en las que conmovido, observó la fiesta mañanera del desayuno.

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Desde la pieza de madera construida al frente de la casa, el vapor de los tazones se mofaba de él. Con nueve años es poco lo aprendido en las artes culinarias. Extraviado de los núcleos, ajeno a palmadas y a ojos de aceptación. Mientras masticaba llegó a la conclusión. Las familias al parecer son eso, la invitación a una bodega desordenada. Nunca hablen de desayuno con ellos, muestran una cara nueva que jamás se merecen.

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¿POR QUÉ ESCRIBO? Para no derramar lágrimas cuando la luz novedosa recuerda inicios Para visualizar fantasmas proponiendo treguas Porque no quiero mirar la esquina que contiene lamentos Por arcadas matutinas Para darle nombres a lo que no veo Así me olvido de mis días, porque estoy mal, estamos mal, únicos y malos Es un atractivo sin sentido Escribiendo vivo más veces que muero, más veces que vivo.

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DISTANTE Le propusieron volver por una noche, debería sellar ciclos, ante todo eliminar la pertenencia a la carne. Era demasiado el peso que cargaba, igualmente las voces de la memoria no dejaban descansar a sus cercanos, por esta razón le otorgaron el permiso exclusivo. Sin esperar la firma del salvoconducto que lo dejaría libre por unas horas. Corrió sin perder el tiempo. Lograría esta vez volver con su fraterno. Era la última oportunidad de protegerlo. Llegó en el momento justo, cuando se escuchaban los gritos, maldecía también lloraba con la voz perdida en abismos. Lo tomó de sus hombros, le suplicó mentir, no sigas tu empecinada afición, falsea y libérate. Estaré para acompañarte, te juro; ¡es tan fácil! –le dijoSonaba simple la redención. Pero ángel no sabía de facilidades, menos de sentir y decir lo contrario. No dejaba de odiar sus días, arrodillado perdía su credo, se veía completamente brillante y alado. Aun así, no dejaba de gritar en el rincón más humano. Jamás cansó sus brazos, menos su voz. El desamparo que le provocaba la vida no dejaba a su iluminado destino proseguir, poco le importaba. Ángel no quería saber de historias, menos de vidas, no quería dejar el sueño. Su hermano estiró el tiempo, aunque debió sellar períodos a la fuerza y en la despedida solo le reclamó. -Tampoco dejaré de soñar, aunque me obliguen a creer-.

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GENTE Me senté a pensar y vi pasar gente, pordioseros, gente que cree, la que no. Gente triste como yo. Gente de paso firme con ojos perdidos, de gorros, de negro, de verde molesto. Gente que espera en la línea de partida aplacada con música ambiental. Gente que corre sin más, gente con frío como el que siento. Algunos negaban avanzar mientras otros formaban filas, sin últimos, alineándolos. Jerarquías de gente por la gente. Abastecían el proceso eterno alimentando máquinas con hambre. En tarimas mal fabricadas se observaban altivos siendo gente, pregonando con fiereza las necesidades de alguna gente, para que todos siguieran las directrices correctas. No avancé, observé el humo de sus bocas que protege la estima. Con buenos calamorros para el improcedente invierno de la gente. Y la colección de blusas bordadas con logos institucionales variados, me recordó lo poco adaptado que soy.

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II Huerto

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NÚMEROS Me hablan seis y dicen ser tres. Mueven doce manos y seis bocas. Escupen a la vez y mis socorros se pierden. Escucho claramente voces que cantan tonadas de desvelo, de arenga, de muerte. Sacudo manos y no viven. La luz deforma continuando los seis que dicen ser tres. Evito ante todo enfrascarme en discusiones, lo inevitable llega. ¿Por qué decir tres si claramente son seis? El engaño al sol y la cabeza abombada. No son tres ni seis, son muchos. No logro contarlos y su himno clama emoción, fiebre y delirio; su cántico es terco. Y no son ni tres ni seis ni muchos, son bocas que escupen palabras. Veo la perforación de sus sentidos en mi respiro. Canto y soy parte de estos miles que ya son millones y no alcanzo, no tengo espacio, no me permiten formar y quedo solo, aislado, rodeado de voces deseosas de ser. Al suelo gritan, ¡al suelo! No me moveré sin pertenecer y no vocalizar. No veo mis brazos, y mis piernas, de a poco desaparecen. Aún tengo tiempo para tomar sus armas, apuntar con la imaginación y disparar al viento, a los muchos, a las bocas, a los seis que son tres.

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GAJOS DE LÁGRIMAS Madrecita mía; bendice mis ojos que Padrecito los tiene hinchados de júbilo. La cremallera y su sonido talante de los jeans Pecos Bill en marcha inquebrantable. Madrecita mía resopla las velas que Padrecito llega y sus ojos en sangre penetran la túnica. Madrecita mía hilvana la falda ceguera que Padrecito sin delicadeza estropea las telas. Cierra tu puerta madrecita, tapa oídos respirando tus azucenas que el rocío trae ausencia. Mi melancolía grosera te pide desayuno, para olvidar las noches con tostadas antiguas. Si te levantas al baño no enciendas luces, mi boca se daña por la palma que la cubre. Padrecito quiere a su hija sosiega mientras tú la quieres en silencio de malagueña. Por qué la vida es sucia de traposas ideas, mi cuerpo no sabe de miradas malditas. Total, padrecito me quiere en su vera. Mis ojos secos te claman justicia y tú, madrecita, riegas los lirios. Los gajos se esparcen y gritan. Padrecito sosegadamente los desprecia.

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ENTREVISTA Buenos días majestad, me encuentro ante usted sin armas. Cediendo mi existencia a estas paredes que lo cobijan. Búrlese a mandíbula batiente y sepa que de manos limpias he regresado. De muerto no me quejo, el hambre ganó, me tiene aquí. Preparado para su interrogatorio con las respuestas bien aprendidas. Le explicaré mi vida, mis antecedentes, mis ganas vendidas de ser parte de esta copla feliz. Entendiendo sobremanera sus gustos, seré buen mancebo. Me alegro tanto por su dicha que aceptaré sus berrinches también sus ínfulas de creador. Mis pretensiones serán sus pagos de apetencia, horario de cautivo además dispuesto a sobre tiempo. Respetaré sus cuentas, no soy ningún manilargo con esto abultaré el dinero que maneja viciosamente. (Perdón por ensuciar el piso) En algún tiempo estará a merced. Ahí, esperaré que disfrute el trago de hiel. Porque sabe; el castillo tiene límites y lo protege en horario de oficina. Mientras tanto le miro soñando futuros, le aseguro en cuanto se descuide, morderé su mano.

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PEPE Al amigo Pepe se le olvidó lo que representa la amistad, sabe que se rompe a la hora de pagar la cuenta. El cariño lo busca en proveedores que suplen las buenas intenciones, la sinceridad asumida; “mientras inviten, estarán”. Cuando de utopías logra avanzar, se cae al abismo de sus fantasmas para recordar que nada es posible. Pepe camina por las calles sin nombre aplanando la lona de sus zapatillas sin preocupación. Está aislado logrando separarse de la manada en actos de evasión consciente, al mismo tiempo se eleva por sobre los hombros de algunos, anulando su prisión terrenal por el tiempo que dura el efecto. Ya nadie lo recuerda porque todos sufren el olvido espontáneo. El carril de Pepe hace mucho que se descuadró, avanza por donde el espacio lo permite sin líneas rectas, a veces gira en su propio eje descansando. Otras, avanza diez y se devuelve veinte, sin tener claridad de para dónde va. Anestesia sus impulsos mientras sus ojos piden dos más. Porque nadie lo espera, al reflejo solitario de su paso lo acompañan multitudes sin rostro que muestran maliciosamente las encías. Los dientes los tiene cubiertos de un barro amarillo generado por algún alimento extruido y coloreado con productos en polvo. Esa es la única marca de pertenencia a la sociedad que se adjudica. Pepe pasea por calles repletas de ojos. No quiere, aunque puede, porque sabe. Se eleva y cae. Pájaro de cortas alas planea en barrancos que fabrican cuadrillas fluorescentes de ropa. Pepe con la nariz adormecida de éter tiene quemaduras en pulgar e índice. Se refleja en los sentidos, solo ve rostros, no existe semblante.

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Una conducta habitual es revisar el cementerio, persistentemente dejan restos de codicia en lápidas, Pepe lo sabe. Profana tumbas mientras corre, el mausoleo lo conoce abriendo rincones, entradas ocultas. La huida es segura sin rastros para los sabuesos. Cansado de aguantar, de callar, traga saliva enmudeciendo, distingue solo los pies de quien lo guía, de columna vertebral y riñones adoloridos. Espera que le regalen poesía para renacer, para vivir un poco o para morir feliz. (Asume, Pepe, en ningún tiempo lograrás escribir un soneto, no estás al tanto de respetar reglas - A-B-B-A- , no sabrás.)

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UN ABRAZO La burbuja no es eterna, las sonrisas acalambran la mandíbula, sobre todo si ayudan otros personajes a figurar su mueca. La ilusión es gratis, se encuentra en todo acto de buena fe. En cada nueva oportunidad que nos regalamos. En el caramelo de piña, en la tapa con vale otro, en azúcar sodio y grasas saturadas. Y me preguntabas ¿qué era libertad?, querías la bandeja con ella de aperitivo. Es el error único, te decía, con mirada perdida, sin claridad de estar en la razón. Vive cuando malamente ejecutas acciones ya descritas, la encuentras cuando arrojas lo que se debe cuidar. La caída de un vaso es un error, cada fractura, cada pieza es pura libertad. Tu resguardo no es eterno, manzana que brillas hoy, mañana te pudres sin remedio. Manzana que es arrollada por bólidos furiosos, despedazada, sus segmentos esparcidos por el hormigón, es libertad. Equivocarse compulsivamente también lo es. Aunque imaginaba la respuesta jamás la alcanzo, mi seguridad está en lo que no tiene liberación. El no despedirse carece completamente de libertad. No volveré a buscar el adiós, tampoco el perdón. No volviste a cruzar las mismas esquinas aunque siempre miro. La escalera eléctrica, el ascensor y los vehículos, ellos son culpables. Miraré en la estación de tren cómo los abrazos entregan ánimo a los viajantes. El movimiento trae la noticia, el regreso es otro costal para harina nueva. Soy el que lleva pantalones cortos usando calamorros. El que corre tras el tren esperando alcanzar las ventanas que pasan y pasan. 35


Te beso en juegos solitarios, me escabullo en la pieza que compone la casa, que forma el hogar, que desfigura sueĂąos, aletargando desahogos. Puedo asear esos lugares con paciencia, no me quieras ayudar. Aunque sienta bien repasar el ayer en la ducha. ÂżPara quĂŠ dejar historias sin final? Son hojas arrumbadas que no caben en definiciones, no existen, no son.

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¿CUÁNTO LLEVAS LIBRE? Cambié la celda. La nueva es amplia y los barrotes no molestan. Para responder tu pregunta, son 4 años de abstinencia. A veces extraño el calor de los cerrojos. Afuera está frío.

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JUANITO PLEITOMANO Juanito pleitomano maldecido por sacerdotisas, se molesta en las calles que transitan somnolientos a cumplir itinerarios. Empuña sus manos despacio en ritual canónigo. Excomulgando a los feligreses a golpes. Juanito pleitomano se pone nervioso de ansias, una batallita al día es la ración de Juanito pleitomano para sonreír. Busca y rebusca guerras en los bares, donde el ring del mesonero le sonríe al llegar. Siempre observa las luces desde el piso babeado de tinto, cuando la disputa fue desleal. Soporta bien los golpes, es una bolsa de pegar, igualmente los moretones ayudan con la resaca. No obstante en cuanto algo de energía aflora, continúa la búsqueda de pleitos e impreca a todo parroquiano que se cruza. Mira feo y además es feo. Nariz fracturada, ojos caídos, desgarros faciales, tobillos, muñecas, codos, rodillas, todo quebrantado. Porque no necesita a nadie, jamás será doblegado, su salvajismo lo envidian los niños de la cuadra, aunque siempre llegue con nuevos cortes. Últimamente sus batallas son en sueños. Despierta amoratado costillas delicadas sus demonios no saben de descanso, menos de peleas sin golpes bajos. La ignominia la utilizan como arma blanca. Juanito en la zona de relevos esperando su descanso recibe empujones, volviendo a la riña. Juanito pleitomano cree tener mayor posibilidad de ver la verdad ya que es de aguas turbias, por lo que no espera nada de los que provienen de aguas cristalinas. Mantiene su afán honrando su apellido.

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DESPEDIDA Comenzó su labor silenciosa. Pérdida de conciencia, falta de aliento, peregrinación de hormigas por las manos, pulsaciones en disminución sincronizada. Última etapa. Un perro envenenado pagando la culpa. La toxina lo dejó escribir su última plegaria con arcilla blanca en el asfalto: “púdranse”.

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CORTEZA Estarás aislado sin vítores, deberás defenderte en tu incomodidad de repisa. Ni las innumerables lecturas públicas, ni las programadas intervenciones artísticas, menos la vanguardia exquisita, te salvarán. Ninguno de los distinguidos oyentes puede prestar apoyo. Soportarás lo que la suerte en actos de clarividencia entregue. De puta alegre serán tus anhelos. En lo posible, manoseado, con fiereza gastado, incómodamente arrumbado. (El olvido es tu muerte) Con las armas mínimas de comienzo de guerra estarás entrenado. Y a generales ni en sueños verás, de eso no se escribe; sus adminículos carecen de poesía. Mientras seas leído te asegurarán eternidad, por lo menos más sustancia que la pluma que sostiene al monigote triste que observa en espera de reventar.

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¿ES LO QUE PARECE? Mientras elucubraba sentado en lo que fue su medio de transporte, obstinadamente pensaba en cómo la costumbre de vivir le pasaba la cuenta. El anfiteatro de la vida, (decía a sus fantasmas) hace daño. Convencido miraba el volkswagen escarabajo que transitaba por la avenida. -Perpetuar la especie-. Cuestionaba mientras se dejaba llevar por el movimiento de la travesía sin destino. La señora que ocupaba el asiento contiguo del bus soñaba con su celular, amando y odiando en las pequeñas teclas. (Añorando pasados de carta quizás). Los dos borrachos viejos que subieron pregonando su momento a todos los pasajeros, fijaron su mirada en la mujer. Se acomodaron como pudieron en el asiento aledaño a la señora, sus cuerpos imposibilitados de adaptarse a la gravedad se derrumbaban en cada detención. Sin merecerlo increparon a la dama. Uno de ellos le tocó la pierna cantando una tonada de “Héroes del Silencio”. La mujer y su celular no se inmutaron. Observó a la mujer y los borrachos. Le llegaron a la memoria momentos de llana injusticia, como cuando observó con manos apretadas que golpeaban a la señora del kiosco de periódicos. O cuando le sacaron a patadas de la fiesta del barrio por vomitar la pista de baile, de como se burlaron del primo de su vecina por tartamudear su nombre cada vez que se lo preguntaban. Esta vez no dejaría acto de injusticia impune. Afirmándose del pasamanos aseguró manos y comprimió dientes, visualizó el entorno y las posibles estrategias de ataque (fue bueno leer el arte de la guerra –pensaba-) hoy sería todo un superhombre. Mientras tanto la afectada fue directa: “soy puta” -dijo con voz firme- y deberán cancelar en efectivo cualquier manoseo. 41


HOSPEDAJE Acordaron repetir en silencio sus noches de juventud. Prepararon sus maletas con lo básico, una muda de ropa y artículos de aseo. Emprendieron el viaje. Nadie podría juzgar la decisión. Al llegar, les entregaron la llave de su habitación. Presurosos buscaron la numeración. Al encontrarla, se miraron, asintieron con la cabeza. A cada tanto interrumpían el idilio, entraban y salían molestos personajes con una rutina marcada. Pero nada importaba. Cada nueva noche la adornaban con caricias, buscaban gastarse a besos. La mañana del día 20 de marzo la despertaron, su esposo no soportó la medicación. Era hora de abandonar el hospital.

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JOAQUÍN Es un mundo Joaquín Carras. En su reino, los cachorros nacen el 30 de noviembre. Los pájaros se llaman Igor y no pueden cantar sonatas. En el mundo de Carras, las hojas del cuaderno de matemáticas se cortan hasta conseguir cuadrados perfectos. Allí envuelve droga. Mañana sus pájaros se llamarán Joaquín Carras e intentarán volar al nacer.

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JUBILACIÓN -Dejaría rutinas-; esa fue la premisa, el despertador lo sepultaría en el cementerio de animales. Caminar libre y sonreír al sol sería la práctica desde ahora. Actividades que siempre soñó, acapararían su pensamiento. Sin jefes ni horarios de oficina, no más colaciones de casino y marcajes de tarjeta. No saludaría a quien no le simpatizara y sus temas serían otros, no más trabajo. Y así lo hizo. Comenzó por recorrer su barrio en marchas que lo dejaban exhausto, todo era un paisaje nuevo. No quería perder detalles, temía desperdiciar la belleza de lo simple. El encargado de los despachos de la fábrica de masas saludaba su libertad a la misma hora. Justo cuando los trabajadores se retiraban de la empresa con la mirada perdida en el hogar. Las mañanas siguientes continuó con la misma dinámica; salir, respirar profundo, viajar donde la curiosidad lo dejara y pensar en las penurias abandonadas. A la segunda semana de su redención se dio cuenta que algo no estaba bien. No debía suceder, las rutinas lo perseguían, el tiempo jamás detenía su broma. Las caminatas aplanaron las mismas calles. La libertad la entregaba el olvido o era una cualidad conquistada por poetas, un traje a medida que no estaba disponible en su talla. Era otoño y, el hombre de la fábrica de masas, a la misma hora, seguía deseándole “buenas tardes”.

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CAJA BLANCA Mientras miras lo que te envuelve, tienes ganas de cambalaches con la modorra de apetito. Después de graves atardeceres. Las estocadas por el espinazo te han curtido, eres pedrusco. Cuando sonríes en las mañanas el sol te obliga. Tienes la suerte del pasado, de esos abrazos poco oprimidos que han calado las noches blancas cuando el proveedor grita gramos. Ahora tus manos están cansadas de tanto aplaudir a los que crees que te aprecian y te golpean cuando rebosa el agasajo. Y me dijiste no, no lo hagas, no sigas cerros de estuco. Deja narices que ya te lloran ¿Que no te bastan las construcciones que levanta el rey bastardo? Jamás se olvidan esos detalles que te animan a exhalar. Porque existes, eres de barro de la costilla no te sacaron. Nunca domada, nunca y de aduladores bien tú sabes, se esconden cuando se acaba la nota alegre de tu copla. Caminas sola a su regazo, tienes única descendencia, él te anima a dar pelea cuando tus brazos quieren desaparecer. Aunque te olvides el cielo sabe de tu caída; lavas manos con tierra y polvo, los callos quedan como huellas. Hacemos rondas de baile molesto, hacemos fogatas para entierros. La muerte quieta al otro extremo te saluda y otra vez suspira el recreo. En la antesala aún es día, donde tragamos ansiolíticos de caja blanca.

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LIBRO DE LAS CARAS ¿Desapareciste? El mundo creado de imágenes y desahogos tan fútiles, acusa recibo de sus integrantes, esperando aceptes mi incomodidad y la tajante apreciación de mis principios que acompañaré con pruebas de momentos envidiables. Para evitar huidas, ocultaré mis colmillos abandonados en la almohada de verano. Si te gusta no dudes en hacérmelo saber. Te inventaré historias y seré tu salvador. Adórame, rinde pleitesía que nada cuesta. Sígueme que te meteré mi historia en donde pocos te tocan. Me siento henchido de gracia por tanta amistad circulante. Soy tierra fértil para encallar. Puedes arrojar ancla además descansar. Mi cobijo cubre la carencia de seres todo el día, todos los días. Inmóvil te espero con sonrisa que no descansa, cree lo que imaginas, soy todo lo que esperas. Mientras te guste la mercancía y comentes con solemnidad, te mecerás serenamente. Me gusta, me encanta, me entristece, me das pena, me voy... (Te atrapé en mi red)

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RECOMENZAR SIN GANAS Reemplazar, buscar nuevas caricias, nuevos besos, otros abrazos, una voz y un gesto, la mirada cómplice. Recorrer un nuevo cuerpo, acostumbrar el olfato, el tacto, las lágrimas, la risa, el oído. Confiar y desconfiar, cortejar escribiendo, inspirar noches fallando días, ser rey y mendigo, el mejor también lo peor, perder a diario para ganar en una mirada. Reinventar, reestructurar, buscar. ¡Otra vez puede ser! Me quedo con tus caricias aprendidas en horas de práctica, con tus besos que acoplaron al décimo intento, los abrazos que formaron eslabones únicos, tu gesto de bien mal o nada, las miradas que cercioraron nuevas venturas, tu voz insonora que gritaba sincera, tu cuerpo tan mío a veces, tu olor, tus baños de agua manchada. Desconfío y confío de igual forma, te escribo una y otra vez fallando diez y sigo mendigo, siendo el peor, en un abrazo imaginario, sin descamar, negándome, fui tu mundo, seré nada, sin relevos ni búsquedas, menos calzar piezas a la fuerza. Porque no tengo ánimo, porque nada tiene sentido, porque todo está mal, porque creo solo en lo que veo, porque vivir es una tristeza, porque vivir es un sinsentido, porque vivir es ficción.

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III Fruto

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SON ESPINOS El movimiento no se descifra. Por lo que imagino tu mano trazando los bordes de la mía. Y ese destino calcado al de una orina de dificultosa salida justificando el amarillo. Si te conozco hoy, tendría motivos para proseguir con viajes e ilusiones. Activaría la amalgama olvidada de celebraciones con sentido. Cuando mi inmediato exige y recalca que el mañana no existe, veo tu figura perderse entre carteras y bolsos obreros. (En la parada del shampoo en bolsa es donde te ganó sin secretos). Regálame un te quiero sin vida, dame la chance, mira mi inquietud. Sólo una vuelta, una sonrisa esquiva conectando mis resentidos abrazos. Mañana tomaré el mismo recorrido, esperando la suerte, mañana de todas maneras te hablo. Aunque jamás contestes, aunque jamás me veas, así la indiferencia impregne mi aliento. El plazo se cumple, no me afirmó para llamar tu atención. Me cuelgo en los pasamanos, en los asientos esperando balancearme en tus ojos y nada. Cuando lo sepa, labraré tu nombre en corazones mal hechos, en flechas dolorosas. Observaré mi alrededor con admiración ingenua. Te aseguro que recorrería los senderos vacíos, esos que dejan a los combatientes olvidados en sus parajes, además, adornaría tus quimeras. Como ofrenda abandonaría mi cuerpo y mi guerra. Levitaría comiendo avellanas, robaría colores a las plantas. Para flanquear al enemigo de todos, bebería cerros de rocío encharcado en los vertederos limpios de gente, el resultado lo orinaría en árboles nacientes, algo de mí quedaría y mi voz se clavaría en reflejos de astros. Despertaría pasiones de

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roces inocentes, el peso del fusil traería plumas en municiones de reserva con abundancia de piojillos. Volvería al alba sabiendo que jamás me necesitaste mientras la batalla quedaría eterna en un pecho en conflicto. La estática es tierna, la inercia la sostiene. Dejaría que observaras lo que la miopía permite. No aventuraremos al más allá porque la locura se aproxima, para eso tendremos sábanas limpias. El memoricé fallará, las escuchas serán lejanas, la comprensión se vestirá ajustada además el credo que viste de túnica se apolillará. Mientras el viaje prosiga tallaré del hibisco mondadientes genuinos, con ellos limpiarás los restos de malos tratos en molares y sorbos obligados en colmillos. Sacaré tus flores a tomar el sol de la tarde, él que fermenta vinagre negro. Aquí en la esclusa esperaré limpiar mi calzado para llegar límpido de bienes, de intereses, de eso que llaman conveniencia. Quiero entregar lo que aprecio, poco sobra esto no me da bien. Te ofrezco ojos que no apresan, garantizo paciencia sin avaricia, aseguro trato digno, baño transparente de arcadas, adornos de cicatrices viejas y fracturas no tratadas que el invierno trae a la memoria. No escatimaré en halagos pasajeros de esquelas y tarjetas. Así seremos parte, seremos de todos, pasaremos desapercibidos, quietos. No levantaremos sospechas, vivirás, bostezaras, estarás en ellos, también en mí y absolutamente en nadie. Además conoceré tu nombre para jugar al “me quiere mucho” sabiendo que la eternidad nos odia.

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PIERDO Cuando tu sol emprendió la retirada el viento avisó silbando. Me quedé en cuclillas sosteniendo mi vida frente al bazar de los cigarros. Observé perezosamente la oscuridad ingresar. El frío sereno pidió permiso. Sin más le di un espacio entre la calle y la cuneta. Al viento le contaba mi pasado y mi castigo. Él entendía de roces también de cambios. Soplaba más fuerte cuando el recuerdo lo llamaba, insistía en jamás detener su carrera. Al despedirse el viento gritó- ¡la encontraré en los recodos de árboles o en la barda del jardín de los que sueñan!Ya no recuerdo detalles, insisto en memorizar fechas, tengo pocos datos, pocos documentos, pocas ambiciones. Los raros me observan detenidamente, les sonrió de vez en vez para no ser desatento. ¿Te acuerdas?, ¿recuerdas?; las historias se mecen en mi habitación. Se despiden con abrazos, apretones de mano, besos en la mejilla, muestras de cariño, de modales o de simple costumbre. Son caras que no recuerdo. No me preguntes por hechos puntuales. La generalidad es mi bandera hoy; mañana no tendré trapos. Serás quien no sé, sabré lo que no pregunto, diciendo lo que no soy. Porque es degenerativo. Cuando tu sol emprendió la retirada me olvidaría de todos modos.

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ESPEJOS Intentaba describirte. Estamos en el mismo encierro, por las mañanas todos pedimos amor. ¿Cómo saber quién necesita más? El que chilla excesivamente silencia al otro. El despertador anuncia la nueva oportunidad y otra vez los chillidos. -No dijiste nadaSin respuestas decidimos entrar al bar vecino; En él rebuscamos la mesa más excluida para dominar todos los flancos asegurándonos complicidad. Antes de pedir los brebajes, sin más, escuché sus gritos, era una voz segura, ronca que despotricaba sin medir. Te miré de reojo y ya no estabas, no me importó, quería saber quién era el dueño de los reclamos a viva voz. Del baño de hombres, apareció. -¡No miren mi actuar!-¡Sepan antes de comenzar su despellejamiento racional, que lo hago por amor!-Y si aún no escuchan, lo grito ¡AMOR! -Ese estado demencial que todos hemos palpado siendo víctimas o victimarios Hoy me satura la garganta -Ella, la que aspira narcóticos por saco. -Ella, que grita sus hazañas y me alegra la vida. -Sí ella, la que está intentando depositar monedas en el wurlitzer. Le gusta David Bowie y baila -¡y como baila!- obtiene alas de los tobillos de cualquiera. Vivo por su risa, esa sonrisa que me hace atragantar. Y no se preocupen por su vómito, siembra flores en cada arcada y sus colores te llenan el paso.

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No se molesten en pedir amablemente nuestra retirada, no nos gusta este lugar y menos esta savia, sus colores. ¡No olviden sus colores! El hombre jamás me dio la cara, escuchaba su pregón entusiasmado, quise observar a su anti musa, pero no la pude encontrar, ni en el wurlitzer, tampoco en Starman la canción que se escuchaba, menos noté colores. Mi acompañante no estaba, jamás entendió lo que quise describir y este hombre sin rostro llenaba todas mis expectativas. Mi posición perdía protagonismo, el hombre de espalda no conseguía interceptar a su musa y me quedé estático, el silencio incomodaba, los gritos seguramente animaron el avinagrado lugar. Los vi salir del bar rápido y decidí seguirlos. Caminaban zigzagueando, su coreografía al andar me elevaba. Eran únicos y yo estaba deseoso de algo más. Logré darles alcance. Cuando observé a la mujer era igual a mi acompañante, la que no entendió mi descripción, le dije: -Cuando colgué la chaqueta en el tendedero de tu sombra, esperé que me dijeras ¡no la retires! Déjala tal cual. Ella me observó, me regaló sus colores (por fin los veía), eran bellos. -No dijo nada. -Nada

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ACCION DE PREVENIR Llora antes de tiempo. Lloriquea cuando la mirada furtiva se entrelaza con la casualidad. En el momento en que conectas el primer sueño. Cuando recorres su cuerpo admirándolo en detalle. En el instante de la inocencia del no saber; llora. Llora por noches, que nunca se interrumpa; que tu invierno sea de aguaceros y viento. Los árboles de tu jardín acompañarán tu obra y bajarán sus hojas en ademán comprometido. La soledad debe abrazarte y tú, debes apoyar tu frente en su pecho. Moja su nueva polera y entrégale gracia. Llora inspirado y que fluyan los ventisqueros; en lo posible; los barcos de tu vida no deberán zarpar. Esperando que las actividades cotidianas no las puedas ejercer. Si detectas que tu cuerpo de la cama no se desprende; estarás por buen camino. Llora en silencio misterioso al recordar su rostro, para que las lágrimas lo desfiguren y en ningún tiempo lo reconozcas. Así te quitarás peso, deshidratarás tus buenos planes, quedarás sediento, sin armamento de reserva, habrás agotado el stock. Cuando termines la tarea, estarás listo. Caminarás y te moverás decidido sin trancas ni fallas. Estarás favorecido. Te aseguro que el dolor se quedará en la esquina mirándote con desprecio. Esta vez, esta única vez, el instante no podrá actuar y esta medida anticipada te dejará inmune.

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HISTORIA DE DOS De testigo un árbol viejo, pronto a talar, cuando se juraron apego eterno, en una plaza de barrio con bancas de madera y hollín en sus pies. Sentían necesidad de inmediatez, de calcar momentos a cada tanto en su memoria. Legalmente delito, culpables de acto, de causa, con agravante, premeditado y si deseaban agregar algo; por omisión. Se miraron con buenos ojos, a pesar de no entender el momento en que se reunieron caminos de longitudes tan dispersas. Sin embargo tienen su explicación: la decisión no la tomaron ellos, jugaron con piezas, la reina y el alfil huyeron de la partida. Las normas se rompieron en instantes, la carencia era el motivo de sus abrazos, ambos necesitaban calor, uno y otro extrañaban besos, querían a toda fuerza seguir, sin importar la hostilidad de sus mundos. Cada cual acomodó su velo, la tela cubrió sus ojos, con esto la realidad fracasó en protagonismo. Avanzaron de la mano, o mejor dicho, del brazo, en contra de todo lo señalado. No existió maldad en su encuentro, Belcebú ninguna vez los manoseó, tampoco existió conveniencia; tenían todo para perder. Se querían con la sencillez de la ingenuidad por un lado y la desgracia por el otro. Ellos fueron ajenos, ciegos por convicción, sordos de porfía, enajenados por hambre. Y como todas las historias que se precien de tal, el final fue triste, de lágrimas y sollozo, de respiración retenida y caras rojas. Los motivos, la experiencia de barro y artesa contra los ojos amplios y llenos de vida. Les costo tanto, que al lograr un abrazo seguro, se perdieron. Hoy él la ve crecer por la rendija de la puerta o por la persiana mal cerrada. Se convirtió en ladrón de minutos que extrae lamentos en visiones. Ella, rebosante de virtudes, bella

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de risas y buenos momentos, de historias nuevas con viento insolente. Fueron momento. El ĂĄrbol viejo, talado, aĂşn siente.

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FIEBRE Por fin llueve, lavaré los cubiertos junto con el posillo de la comida, además remojaré la chaqueta de domingo. Miro el cielo sin protección, esperando despertar. Otra vez será ocre, con suerte, azul. La espalda continúa con punzadas dolientes. Al respirar el pecho aguijonea pavorosamente. La particularidad del dolor es su incremento en asientos compartidos. Es como absorber el daño de otros individuos. El malestar se Llena de nuevas fuerzas para arremeter cada vez que ocurre la compañía. Noto mi cuerpo separarse; ¡así es! el lado izquierdo disfruta de placeres sin cuidado mientras que el sitio derecho llora, gime malos ratos, se aflige y constriñe. Todo lo cercano en particular costillas y músculos circundantes lastimeramente gruñen. Es imposible escapar, al parecer jamás se siente satisfecho este dolor. Absorbe a todo quien ose acercarse. Una cruz llamativa de cargar, digna de un lugar que no se comprende. Al creer que puedo soportar algunas dolencias mantengo el malestar al margen, las actividades no se cancelan, los días con o sin padecimiento golpean a la misma hora. Esta vez, a la señora que ocupó el asiento contiguo, la consumían cuantiosos demonios de distintas épocas, con castigos innumerables. Lo deduzco por el dolor, no me ha dejado dormir. Presiona el tórax, es una bronquitis obstructiva de almas en forma de secreciones negras, con silbidos al respirar. Prepararé mis mejores ejercicios y olvidaré. Con eso aseguro quitar mi nombre de la lápida, aunque el cuerpo se niegue. Estoy seguro que mi sufrimiento me llevará a otros estados, no quiero ser mártir por lo que esperaré el bus de los pasajeros víctimas, para retirar mis pies de lo que conozco, y emprenderé viaje.

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La parada no la detecto, cuando logro observar el transporte se marcha sin obedecer a mis gritos que solo piden detenerse. Aprovecharé el tiempo y santiguaré con agua mis molestias, de paños fríos llenaré la frente, con eso buscaré paz. Aun puedo acarrear esta cadena. La próxima lluvia seguiré lavando.

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TATUAJES No recuerdo la última vez que te abracé. Me encantaría poder dibujar ese acto de aprisionar apegos en la memoria. Lo utilizaría cada vez que la vida juega en contra o cuando despierto sin ánimo y me aferro nuevamente a la derrota. En silencio delinear lentamente tu imagen. Sentir lo perdido. Concédeme el fantasma final de tus entrecruzados brazos. Sabré para calmar tu existencia que levitarás por última vez, obligaré a los mafiosos sentimientos decaer sus intentos de apropiación. Mi cuerpo servirá de consuelo a lo que no acaba, a lo que se avecina. Aprender a morir fue callejón interminable por lo que será fácil el trámite futuro. Cuando me recomendaron mudar tu recuerdo a la pieza olvidada, acepté con algo de resquemor la propuesta. Acceder debía ser la solución, (estudiada por sabios en la materia, así dijeron) El mapa no estaba en las recomendaciones, sin advertir lo dibujé en la piel. Es un precio y se debe pagar. Moriría más veces que de costumbre sin saber cómo volver a ti.

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LA PRENDA Al recuerdo del afecto, lo colocan fríamente en una báscula, se pesa y multiplican sus gramos por dinero. Me piden tomar asiento, el contrato está en elaboración. La señora a mi lado vocifera niños olvidados, pide apresurar el trámite. Mantengo la calma logrando soñar en la banca plástica. Me duele la espalda, el corazón está estrujado. Gastaré lo justo luego recuperaré la garantía. Puede esperar un tiempo, el objeto es solo eso, cuerpo inerte que algún día le dimos un significado elevado aunque su esencia ganó. A la vista su verdad, solo materia con un importe otorgado, de la espiritualidad quedaron las intenciones con alas malamente dibujadas. Tengo sed, hambre, frío y pena. Debería hermosear con una lágrima el menú, pero ya no caen. Han pasado varios bólidos que han llevado mis ánimos pasajeros. Me han atropellado los sentimientos. Juegan a las carreras, empujan el acelerador más de lo suficiente además el asiento no es reclinable. Me pego cabezazos con el techo y jamás preguntan si estoy cómodo. La recepcionista de la casa de cambio es delgada, pelo liso hasta los hombros, me imagino que debe tener buen culo, veo sus pequeños senos, cumple la fisonomía de la mujer de mis visiones. Pienso en sacar una tajada pequeña del botín e invitarla a volar. ¿Querrá viajar en clase económica? Me quedan una mini botella de ron, papel de Biblia y dos cigarros. Podría comprar un gramo. Me pide a viva voz firmar, lo hago, me entrega la dignidad, cierra la ventanilla antes de que el sueño termine, se despide sin siquiera mirar. Palpo el dinero, su magia me engrandece, soy dueño del mundo –pienso-, camino con la mueca burlona por dos cuadras en las que el entorno podría derrumbarse, poco importaría, recuerdo la procedencia de la fortuna en ese instante cae la máscara. 60


Son más los viajes en vano por la tierra prometida. Nadie jura, no aconsejan, no regalan afecto. Síganme en vitrina, un gramo, un líquido, un sueño de retrete express y buscar nuevas prendas, aunque no me queden dientes.

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LO QUE ENVUELVE Estoy envejeciendo.

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DECLARACIÓN Te debo confesar, sentado esperando la hora que acordaste llegar, a cada tanto miraba mis manos. Estaban llenas de lunares que jamás había notado. Intentaba ser prolijo manteniendo el aseo de uñas, igualmente la crema para evitar el paso de los años. Nada resulta con eso, El tiempo siempre juega a ganador. Revisé mis bolsillos que habitaban felizmente desocupados. El minutero avanzaba proporcionalmente mis ganas aumentaban. Preparar el saludo es lo que se aproximaba, un simple “hola” no bastaría. Debía ser un inicio mejor estructurado, de película hollywoodense, pero nada se me ocurría. Mis manos aun me molestaban, sentía suciedad en ellas, estaban partidas, sin ánimos de aplausos, menos de guiar caminatas, las callosidades molestaban, recordaban trabajos mal pagados, insolación y violentas reacciones. ¿Qué debía decir? ¿Dame unos minutos para mejorar? necesitaba más que minutos, nacer otra vez para hacer las cosas bien. Era tarde, no quería perder la oportunidad. Sentía el hambre del destino (aunque el destino sufre de inapetencia), no pasaría este día como los demás, no debía pasar. Sentado desde mi posición te observo detenidamente descubriéndome. Si brotan lágrimas será por sueño de tu bostezo, cuando me aferro a tu sonrisa se mezcla el cielo en tu mirada. No sé qué hago, a veces pienso en arrabales tan ordenados, en avenidas directas aunque los viajes seguros aburren. Si acorto camino por el sendero desterrado. ¿Me esperas a la salida? Aconséjame, te escucho, atento, sabes de nutrición. Tan gracioso no soy, estoy bien apoyado, Me sugieren al oído. No me quieren solitario, saben que entre dos es más

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fructífero el trabajo. Podemos generar más pecados, sonreír a carcajadas y no pareceré loco por reír solo. De nubes negras, noches frías, los abrazos los dejé para la segunda parte. La independencia de la soledad se saborea al comenzar el juego, luego las arremetidas erradas, devolverse una y otra vez al punto inicial, el nulo estimulo de ganador, me hizo buscar cómplices. Ellos no se quieren ir, sinceramente necesito descanso, te los presentaré a su debido momento, te caerán bien, terminarás bailando ronda, eso te lo prometo. Por lo del jolgorio no escasean, de bacanales con mañanas desorientadas estarás acopiada. Sabrás de risotadas, desórdenes, creerás sus palabras a ciegas quedando como lo estoy yo. Vacío de sueños, lleno de momentos que serán desde hoy tu única aspiración. Y no te preocupes por el chiquillo, el niño llora desconsoladamente en el puesto de papas fritas. Gimotea pidiendo más. Otra porción más, sin poder controlar. Hay cosas que no se deben hacer y otras que no se deben contar.

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AUNQUE DE VIEJOS CAIGAN Es peligroso que un niño te pretenda. Nunca se cansará de hacerlo. Creerá la fantasía que anima su pensar. Soñará con crecer de la manera heroica y de final feliz para delinear tu sonrisa. Serás el centro de atención, no juzgará tu actuar, sufrirá la indiferencia, no entenderá de resentimientos, te esperará con las mismas ganas aunque de él te quieras librar. Del juego querrá ser parte eternamente, sobre todo si son malcriados, creerá tu verdad aunque se vista de negro. Si lo alegras jamás te evitará además sanará tus llagas. Tienen todo para aquello. De heridas y sin sabores cargan la despensa de sus refrigerios. Camina mirando tus pies, aún avanzan, con eso bastará por ser la primera vez. Deja a tus amigas, las que esperan auxilio, de las otras no hables, se marcharon al cerrar el subterráneo. Baila un poco con este son de vanguardia, eleva tu vista, gira en tu propio eje, abre alas o brazos, como los llamas. Te sorprenderás con luces, te podrás retirar cuando te plazca, el silencio habla, ellos esperan. Huérfanos de abono y guías para enderezar, el coligüe levanta hojas, la raíz se niega. Aunque de viejos caigan; seguirán siendo niños.

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REMORDIMIENTO Tus zapatos negros de señora niña, que caminan con pies chuecos golpeteando la acera. Tus tacos resonando calles. Cómo pude hacerlo. Golpear malamente tu suela con mi rabia enferma. Sin mirar mi error. Tu cara asustada, mi cara perdida, sin futuro, con gusto de sufrir. Sonrisa de acera. Una vida desecha, la puerta de escape. Una buena decisión. Niña no hables de posibilidades, no querrás volver. Tuve que correr con el ruido del miedo, con la agilidad del vil. Huye corazón con ruido, con retraso del desahogo primario. No puedes llorar, no logras llorar. Cuando solo perdure el cariño espero ver tu rostro. Ese día en que los beneficios no sean buscados, cuando la ambición, la comodidad, la sociedad y su peso no guíen mis pasos. Viviendo entre fantasmas, atemorizado, creando el mismo malestar todo el tiempo con las risas, las voces. Rostros que giran por el lugar una y otra vez. Cargando en la espalda el peso de tus víctimas, de mis muertos, cuesta marchar. Tú que me vez, no dices nada, las palabras se ahogan en tu garganta. Dejas que viaje en el mismo sentido todo el tiempo, dando vueltas en ruedo. Y te veo, te pierdes y te veo, bajas la vista, miras el muro en que los recuerdos adornan ahorcados. Advierto tu espalda llena de ellos. No te apresures, no te sientas aludida, puedo con todos. Descansarás, te lo aseguro. Sin rendirse, sin regalos, puedes sola. No lo creo. Puedo auxiliar. Cuando el orgullo se traga espero tu palabra. Me arrepiento de todo y es tarde.

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IMPOSIBLES De niño te esperé, añorando cada noche, jamás vislumbré tu cara aunque soñaba tu presencia. Llegaste, no fui capaz de sostener la vida, la facilidad de sentir apresura y somos comidos con ganas de triunfos, en lo posible rápidos. No puedo pretender luchar con la juventud. Menos atraerte a un pozo azabache en donde solo observarás un “nosotros”. No consigo pretender robar la vida y su caminata necesaria para develar veredas. No logro adelantar lo que el tiempo trae en manos. Miraré como avanzas por el camino disfrutando tu figura. De vez en cuando te saludaré, me sentiré henchido de gracia, malversaré tu sonrisa en pequeños recuerdos que repasaré a solas. No pretenderé ganarle a nadie, menos a los años. Te saborearé con la imaginación y de amores escribiré, de esos que nunca se concretarán y de guerras ajenas yaceré en mi lecho, para dejar de ser soldado, volviendo al niño.

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SUPLICA Levántame la frente, bautiza mis días, glorifica mis noches. Procúrame el tesón para implorar. Remuerde la conciencia de quien observa la mano. Multiplica las chauchas ya que los peces son indivisibles. Quiero ofertas de esas que no veo en televisión, De esas que a nadie le interesa promocionar. Babea a mi lado, tirita, moviendo los dedos continuamente para apoyar mi trabajo. Mírame a los ojos o te seguiré montado en tu espalda. Deja de minimizar que estoy por tus migajas, por tus venenosos desprecios y seguiré quedando, guste o no. Abandonado porque cuesta controlar el dolor estomacal cuando el ambiente huele a vicio. La religión instaurada por narcotraficantes mantiene feligreses fervorosos. No profeso nada, pero gusto de hostias compulsivamente. Ahora la única manera de hacerse inmune a los demonios es no requerirlos. Pero que solo me siento.

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SORBO No vive tranquila cuando besa sin bebida La bebida es la única que le entrega ternura Señala que el amor sin bebida no es amor Ya no besa, aunque beba no siente No está quieta, está sin vida Besa más que sus labios en soledad Espera saborear tranquila sin besar para beber. Sin labios, con bebida descansa. Cancelando sus días, saborea

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REPETICIONES DE LA VOZ Tus ojos me suspiraban buen viaje. Las señales se presentan en el túnel de alambre que conectado con mi sonrisa augura reencuentros. Del escondrijo figura la bolsa con migajas de exceso, de días casi olvidados; ¿cómo decir no? el aislamiento gatilla bienvenidas. Es tan conocido el escenario que bailamos. La invitación entregada con la nueva figura llamativa en su lomo. Aunque veo esa plaza en el vehículo que traslada mis huesos, esos que piden ruina. Recuerdo claramente la petición de amor aquel día de frío en que volaron promesas. Aun así prosigo sin escapatoria, la soledad manchada de vino tinto y papel picado de compañía. La canción de años célibes, de adolecer. Cuando recuerdo que no puedo aguantar. ¿Y qué harás ahora? (aparece la voz) enamorado de la imagen, del cuadro que despierta el hambre. Los recuerdos de muecas artificiales se apropian del humo ambiente del sótano, elegido por costumbre. Las ninfas estriadas pregonan sus precios, además, los privados huelen a carne húmeda, mientras, la mujer extraña insiste por teléfono buscar la respuesta, esa verdad que tiene pegada en la alfombra que ocupa de bajada de cama, que jamás toca, no la merece. Deja tus manos quietas (la voz insiste). ¿Es una y qué más? (sigue la voz) No preocupes tu vivir, estás muerto. Bien muerto. La voz finaliza Con banderín de último en los pasos desconfiados que damos y el mirar. Desahoga, todo evacúa. Así te olvido a diario consumiendo los días en pitadas ansiosas. Llenando de amnesia los pulmones. La prenda desteñida, arrugada, no flamea como antaño. Recuerda otras épocas por eso nunca encuentra un lugar adecuado y recae.

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IV BICHO RARO

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BOTICA La tos que no cesa, mantiene ecos en la pieza verde con olor a sopa instantánea. Poco sabré de tu malestar y pienso en cuándo llegarás. Anunciando la retirada me veo en la esquina, esa que cobija primaveras. La casa está en el mismo lugar, su pintura descascarada como la piel de mis gritos y la puerta sin seguro, sin bienvenidas de tapete. Carraspeo incesante, dolor de garganta, auguro malos resultados. Pensar en que veré tu cara es errar el disparo. Es inmediato el traspié, es de hora en hora, arrumbando respuestas erróneas abrigadas con acciones dudosas, aunque las partículas extrañas insisten en pedir permiso y la tos saluda. El medicamento ayuda con el carraspeo y con el valor. El jarabe mi grandeza, mientras el atendedor niega la venta de tres frascos, aunque la tos es notoriamente molesta y el ánimo evidentemente malo. La codeína es música.

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CONSEJO ASPIRACIONAL Utiliza la pantalla de tu celular, la mejor mesa improvisada será siempre el aparato tecnológico que amasamos en los pantalones. El único endemoniado enemigo es el viento, él y su silbido burlón puede dejar esparcida la preciada alegría y tu entorno te observará burlonamente; evítalo. El chasquido de dientes se asoma confiado. Esparce con mano firme la bolsa previamente abierta por nuestra mesa móvil formando una sucesión de puntos trazados. Será tu marca larga y estrecha. Con una mano retiene la tabla multiplicadora de fantasmas y con la otra el billete que antes debes enrollar en si mismo, forma un tubo por donde viajarán los gramos de querubes. Prepara el podio que la grandeza se avecina. La mano libre sujetará el tubo artesanal que preparaste con tu billete de mayor valor y lo dispondrás de tal manera que uno de sus lados conectará un agujero de tu nariz y el otro extremo acariciará la línea dibujada en nuestra mesa hecha en China. Esta parte interesa sobremanera, detén tu paso. Exhala procurando botar el aire y aspira por el tubo entonando mentalmente la marcha de tus serafines. La conexión es casi instantánea. Amargo preludio, el baile comienza, rítmico movimiento, huesos convulsivos, ideas nasales. Observa tu cielo, si es estrellado la noche promete; de lo contrario busca sombras, la transpiración comenzará, cuidado con repasar la pantalla, por lo general es más costosa que nuestro viaje oxidado. La ilusión de Calígula por el sexo se manifestará de forma particular, con terribles ganas, tan propias, pasearas por senderos que no duermen, el paladar murmurará desgracia cuando dejes de comer. Calambres de mandíbula, por último, mantente digno que harás lo que sea para repetir. 73


LIBERACIÓN Creo en la intersección del vuelo de dos pájaros en algún punto. Creo en la abolición de jaulas que muestren en vitrina lo bello. Creo que todas las jaulas que acarreamos deben quedar lejos de nuestra vista Y aún creo que podemos volar. Aunque los pájaros de mi huerto saltaron al vacío sin aletear siquiera.

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CASINO Justo antes de clamar en un ambiente completamente sordo, decidí descender. Llegar con prisa al subsuelo, por la escalera que se figuraba gracias a pequeños trazos de luz de varios tonos. Los peldaños estaban individualizados por un matiz diferente, sin embargo, solo recuerdo el carmesí. Cada paso generaba un nuevo lazo con el lugar que hasta ese momento era una visión. Despertaron ansias de afecto y bajaba por la garganta un tanto desabrida el sabor de la curiosidad. Las luces intermitentes de la escalera me recordaban navidades de árboles y guirnaldas, aunque la fiesta que celebraban en lo bajo era huérfana, como mi recuerdo. El lugar que no era más que una pieza obscura con cuatro luces en sus respectivas esquinas en donde la primera figura que se mostraba brillante a mis ojos era un traga monedas. Errática escenografía y la máquina en el justo medio, irónica paradoja de equilibrio. Luego supe que estaba pensado para apostadores primerizos con angustia ludópata. Aunque justificaba su aparición, la maquina jamás entregaría la combinación ganadora, aun así, el traga monedas insistía en vociferar ¡premio! con su voz robótica. ¡Premio! en la sala luminosa. ¡Premio! por ocupar bancas de madera en el lugar. Y me viste y te observé, con tu vaso en la mano, era la tercera copa que llenabas. Desde ese punto aunque siguieras conmigo y el lugar rebosara de aliados, beberías sola, alejada, con tus miedos, con tus dudas. Todos lo hacemos por aislamiento -pensaba- y el mundo no es de nosotros ni lo será. La cuarta copa te traería desgracia, me mirabas de reojo y odiabas tu sentido común, cuando, nuevamente, ¡premio! se escuchaba por los parlantes del traga momentos, el apostador esa única vez, fui yo. 75


Mientras, intentabas descifrar el camino que seguiría tu estrella, memorabas el olor a limpio de tus sábanas, me explicabas que acurrucada en ellas esperabas nuevos días y ese despertar de radio informando la hora en mañanas olor tostadas te hacia mal. Tus ojos brillaron por vez primera. El trabajo reclamaba exigencias por lo que bebiste la quinta copa, con la imagen de tu puerta cerrada por fuera, tus ojos en vitrina lo mostraban y de escolta un sonido de jaula vacía, tu miedo al futuro en protesta, esa noche transformaste todo en pasado, en algo que entendiste del camino borrado. Tus manos querían sopesar respuestas, esas que nadie confesaba, menos yo, que solo mostraba pregunta. Querías solo una verdad, para depositarla en el traga ilusiones que seguía operativo. ¡Premio! Al amanecer el día soleado mentía belleza y el fin no llegaba, aun te miraba silencioso y tú no querías beber. La resaca traspasando la factura te entregó más desánimo y el traga mentiras por fin reveló que el juego en ningún tiempo finalizaría. Besaste mi lóbulo despacio y mansamente murmuraste; “deberás caminar retrocediendo tus calles sin vereda donde todo será tan torcido, donde no alcanzarás recompensa”

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BICHO RARO Bicho raro tiene la edad de todos y en algún terreno se le extraviaron las ganas de seguir. Las visiones que anestesiaron los minutos lo llenaron de un doloroso desamparo. Perdió la vida alquilándola por un par de monedas. Bicho raro bajó los brazos dejándose mecer por el entorno. Sin ánimos de elegir decidió no mover, pasar despidiéndose de la carrera no ganada, nunca ganada. Hoy te mira de la esquina en la que compras. Por agujeros de cantinas pérdidas lo puedes distinguir. En visiones quebradizas de soledad se refleja. Aparece en las cartas marcadas de juegos arreglados y, si tiras el dado, siempre caerá de canto. Alguna vez intentó sentir el calor de alguien en el asiento que desocupó además aprovechaba de comer los restos que no tuvieron suerte de la bandeja de otros. Es como el niño terriblemente solo que pide directamente; ¿quieres ser mi amigo? (en una sala de escuela completamente sorda). Y se arrima a beber agua a gotas de la llave no arreglada. Espera el descuido de miradas cómplices que nunca le pertenecerán para hacerlas suyas en sueños. Porque pagando el amor, la amistad, el abrazo, un beso, se siente todo tan honesto. La culpa lo declaró culpable, la sentencia fue sentirse barato, poca cosa. Turquesa olvidada de dormidos días, clavarás tu alegría en arboledas antiguas. En que el camino florece bestial a tu paso. Porque ya no crees el canto del río que fluye a rugidos por estos parajes. Porque ya no sufres un trino en melancolía y solo figuras caminos calcados de otras historias, personas ajenas, caminos ajenos. La vista que miente y tú que 77


extraĂąas tanto y tanto. Cuando recuerdas un sol sin ninguna orientaciĂłn. Pierdes la fe, te vuelves Raro, en esta fauna donde gana el mejor Bicho.

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ALMOHADAS Mi guerra era la otra guerra, apartada de primaveras, no figuraba en noticiarios, no tenía siquiera ojos aliados. Aun así era sin tregua y con los mismos componentes de cualquier combate, se esperaba un único ganador. De contrincante las almohadas que sabían soportar golpes y eran mis mejores desahogos, replicaba los traumas que recibía, no tanto los físicos, pero esos que marcaron con magulladuras el alma se pasearon demasiado. Los males se desprendían entre golpes y zamarreos, los cojines y la blancura de su existencia fomentaban la ira en esa pieza obscura de final de patio, además el sol no llegaba. A veces los ojos se posaban por entre los vidrios curiosos, siendo solo ejemplos de vida fuera de las paredes, cuando eso pasaba, el ataque lo inventaba más certero para no desilusionar a mi público. Los saltos eran entre camas, ya que la pieza la conformaban dos catres de una plaza cada uno, un velador haciendo las veces de mesa en donde se proclamaba el televisor en blanco y negro, para rematar un baño sin puerta, la separación de ambiente la formaba una bella cortina con rosas bordadas de rojo hilo. Entre literas los brincos plasmaban coreografías de coraje que apoyaban el espectáculo y más derechazos le propinaba a la almohada. Estaba bien, muy bien con mis enemigos enclaustrados. Nos mirábamos a los ojos fijamente, en ocasiones me tapaba la cabeza con las sábanas, era la única señal de tregua momentánea, esto pasaba cuando las fuerzas se extinguían, envuelto entre los propios brazos se siente tan bien. En cuanto el ímpetu desfilaba nuevamente por el cuerpo, comenzaba la batalla, la ajena guerra persistía, se sentía a lo lejos.

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Algunos adultos poco interiorizados con ataques a obscura, golpeaban la puerta de la pieza, con ese acto esperaban silenciar lo que no entendían. Alguna vez fue una bodega de enseres y artículos relegados, hoy era mi casa, esa pieza al final de la propiedad que marcaba un término, lo de afuera, lo que no querían ver. Mi única esperanza era pensar en que algún día concretaran un nuevo uso para todo aquello que olvidaron en la vieja bodega, aunque el tiempo pasó y pasó. La niñez es una batalla que cuesta ganar entre sábanas. Cierto día me interrogaste. ¿Por qué nunca sales y miras lo que te rodea? existe tanta gente nueva para saludar, y te esperan con el lugar elegido por todos, puedes formar parte de este círculo de sillas para que veas por otros ojos y sientas lo pequeño que eres. Tenemos juegos y ellos aplaudirán tu simpática vestimenta. Te aceptarán como el nuevo y serás eso, el nuevo, el que no conoce y a nadie conoce. El que no debió estar aquí, pero está. Tu madre de empleada nos sirve las mejores comidas, tienen buena mano las empleadas, ellas, al parecer nacieron para ejercer tan noble oficio. Tú eres el hijo de la empleada, el que vive en nuestra bodega. Ríe por tener baño y agradece que hoy estemos para ti. Me resigné a tus palabras y mantuve silencio. Yo, solo pienso en tu cara, no quiero estar, no quiero sentir esta lejanía, si te veo a mi diestra y te vez tan inalcanzable e insistes en preguntar: ¿por qué no salgo? ¿Por qué me oculto? ¡Cómo aparecer si tu sol no alcanza mi frente!, salgo cuando tú no estás. Te regaré el césped y también aprendí a barrer, el fin de semana pasado recogí tus hojas y las dejé en bolsas.

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Existo entre tirones de cojín y luz apagada, aun así tu sol no llega. Figuré tu rostro en la almohada, el desahogo entre lágrimas no deja distinguir al adversario y la guerra no se gana.

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CUATRO HABITACIONES

1 Los perros me ladran, muestran dientes a mi paso, el rencor aflora. Las veredas se difuminan. Si me miras a los ojos deberé maldecir. No te escondas, cargo el mismo miedo. Si la casa era el sueño, nunca supimos que seríamos dueños de un trozo en el fuego. Pagamos ansiosos la cuota inicial y las formas geométricas por metro cuadrado se arrumbaron en suburbios. Cuando la tierra nada entregó florecieron naves de ladrillo princesa, sus tripulantes condujeron a reinos apartados y la brisa despectiva sonreía irónica. Casas bloque, muchas de ellas, iguales, tan iguales. Simetría ideada en pesadillas de arquitecto. Nos avecindamos y saludamos el mismo día, apartados del progreso se inventaron las reglas. La rabia de los perros no demoró en avanzar y todos crecimos bravos en posición de pelea hasta en la siesta. Esquivando peluches olvidados en el vertedero vecino avanzamos entre zancadillas. Llegaremos tarde a todo y las reglas siguen inventándose en noches de bala y afilados colmillos. Déjame pasar, tengo prisa.

2 El peso en los hombros es notorio. La casa desecha, el primer piso huele a destierro, acompaña la vajilla en cerros de olvido. El piso y las migas, los restos de comida y manchas eternas de roja derrota. Si subo la escalera la antesala de ruinas me trae memorias, cuando sin arrugar la frente dijiste que nada era especial, carecíamos de belleza,

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jamás fuimos únicos, el remate dolió en la boca del estómago. Empecinado juego esquivando los restos de arroz que viven en la cama de dos plazas. Las emociones que mueven el corazón se retiraron a las doce, fueron puntuales. Si bien el consejo fue ventilar el interior, las ventanas selladas por fuera no lo permitieron. Recuerdo cuando te pedí que realizaras ese trabajo. Justo cuando las despedidas se preparaban, aunque antes no lo pensaba. Las despedidas siempre se preparan.

3 Los días de derrota giran en la tómbola marrón, mientras en la esquina adyacente los cuatro jinetes revolotean el lugar. Sus sellos esparcidos por el cuarto generan comezón de nariz. Es mi turno de sacar la bolita que gira en contra del reloj, me disparan lentitud sedante de cabeza gacha, los ojos atentos dibujan círculos en el ambiente. A sabiendas otra bolita sumando a mis días, los ojos inmóviles declaran sumisión. La costumbre de palpar las marcas acusa recibo y otra vez el tiroteo de espejos y sueños. Ojos sanos de niño contemplan mi destrozada mirada, un silencioso apoyo cuando estás tan solo. La casa reluce de limpio con los años mal vividos, ocultos bajo la alfombra, donde el espacio sobra.

4 El hogar que construiremos quedará temblando a la llamada del hoy. Sus ventanas no tendrán cortinas mientras que la deuda de pintura jamás se concretará, no elegiremos color.

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Si pensamos en césped y árboles ornamentales, pensaremos en imágenes dormidas, la naturaleza vive muerta. El hogar que construiremos está en la memoria y no existe.

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Onerosamente una madrugada reposa. MIENTRAS EL TELON DESCIENDE, FINAL…

LA

CANCION

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'ALEGRIA NAVARRA' Por qué cantar, olvídame ya me he aburrido por qué cantar, si ya no le encuentro sentido por qué cantar, por qué razón por qué motivo por qué cantar, cuando ya todo está perdido el mundo en el que vivo es el mundo de la oscuridad el mundo en el que vivo es para vomitar el mundo en el que vivo no está para mucho paripé ya no quiero cantar así que cantaré voy a cantar para olvidarme de mi vida voy a cantar necesito una emoción voy a cantar porque la cosa está jodida y cantaré hasta hacer sangrar mi corazón (La Polla Records, disco Bocas)

Nota: Así la sueña el autor, Cantar = Escribir. 86


ร NDICE Prรณlogo

07

I- Semilla

13

II- Huerto

29

III- Fruto

48

IV- Bicho raro

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José Luis Escobar Manríquez

Oriundo de la ciudad de Victoria, novena región, Chile. Su prosa ha sido publicada en revistas literarias como “La otra costilla”, “Aurora Boreal”, Libro común tomo I (colectivo Anartistas), Testimonial (colectivo Anartistas). El año 2015 publica “Bajo el balcón” conjunto de cuentos por editorial Caronte. El año 2016 publica “Tu Foto” conjunto de relatos por editorial Caronte. En Agosto del año 2016 obtiene tercer lugar en género cuento en el 23° concurso municipal de literatura de San Bernardo, obras editadas, con el libro “Tu Foto”.

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Bicho raro José Luis Escobar

Se terminó de diseñar en el mes de febrero del 2017 En los talleres de Editorial Montecristo Cartonero

Tiraje según demanda

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EDITORIAL MONTECRISTO CARTONERO ESTÁ COMPROMETIDA CON EL DESARROLLO LIBRE DEL ESPÍRITU, LA CULTURA Y EL CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO COMO VALUARTES DE NUESTRA SOCIEDAD. CADA LIBRO PUBLICADO POR NUESTRA EDITORIAL ES EN SÍ UNA OBRA DE ARTE CUYO TRABAJO ES MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA SABIDURÍA.

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¿Qué configura al ser humano dentro de un mundo bestial que le permita sobreponer el raciocinio ante lo instintivo? La conducta del ser humano es aberrante muchas veces, basta con ver los medios de comunicación que nos bombardean con tragedias, guerras, corrupciones, destrucción del entorno y aún así nos consideramos seres pensantes. José Luis Escobar viene a configurar un relato directo en su intención de trastocar al lector que aprenda a convivir con sus propios demonios, en una obra en la cual se aprecia la perspicacia del autor por inmiscuirse en los vaivenes de la personalidad. Bicho raro es una colección de relatos en los cuales el lector puede ver cómo se forma desde la semilla a este bicho raro, inadaptado, endemoniado, antisocial e individualista que bien puede ser el reflejo del lector cuando se mira en el espejo.

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