Kara y el portal de las hadas - Adelina Belmar

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KARA Y EL PORTAL DE LAS HADAS

ADELINA BELMAR

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KARA Y EL PORTAL DE LAS HADAS

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Kara y el Portal de las hadas Adelina Belmar

Montecristo Cartonero 2017 Diagramación a cargo de Juan Cifuentes Diseño por Juan Cifuentes Pintura portada: Weep for the world, Josephine Wall, 2012. Impreso en los talleres de Montecristo Cartonero Corregidor Fernando de Alvarado 8, Hacienda Los Fundadores, Chillán Viejo, Chile Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor.

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KARA Y EL PORTAL DE LAS HADAS

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No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad. San AgustĂ­n

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Este libro va dedicado a quienes han sido y serán siempre el motor de mi vida, mis nietos. Paula Raspa González Melody Raspa González Mauricio González Jiménez Yerko González Jiménez Gabriel González Villa Felipe González Villa

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EL PÁJARO SINFONÍA

Cierto día, Kara fue al bosque en busca de sus flores predilectas.

Se

paseaba

alegremente

tarareando

una

melodía, de vez en cuando, alzaba su voz de soprano al viento, y este lo esparcía por entre los árboles haciendo un juego musical entre su voz y las ramas que agitaban sus hojas mientras las aves se adherían a tan magno concierto. Inesperadamente, algo llamó poderosamente su atención, notó que el viento, se sentía extraño. Ya no soplaba meciendo las hojas desde lo alto, por el contrario: éste parecía provenir desde el suelo. Consternada observaba este curioso fenómeno de la naturaleza. Miró fijamente como el viento sacudía fuertemente las ramas bajas de los arbustos, levantando un remolino de polvo desde el suelo. Miró hacia atrás, todo se veía perfectamente normal. Lo que estuviera pasando pasaba justo frente a ella. Intrigada

fue acercándose al lugar proveniente del

extraño viento. Entre

los

arbustos

existía

como

una

pared

de

enredaderas, por lo que no podía ver nada. Pero sentía un

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curioso sonido, puso mucha atención para oír mejor, y lo que sintió, fue el repicar de campanillas. Ya no pudo contener su curiosidad, abrió un agujero por entre las enredaderas y se metió, le costó bastante trabajo, pero al fin lo logró. Cruzó al otro lado… ¡No podía creerlo! Ante ella estaba un gigantesco pájaro azul, era tan grande que podía transportar tranquilamente a varias personas sobre él. El batir de sus alas era lo que producía el fuerte viento que parecía surgir desde la tierra. Era un ave increíblemente hermosa, poseía

un gran

penacho en forma de lira, y tenía matices de azules aterciopelados, al lado de su pico colgaban dos plumas en forma de tirabuzón, largos y brillantes. Cuando los hacía entrechocar producían un sonido como de campanillas. Bordeando sus ojos, un azul casi negruzco delineaba éstos dándole un aspecto casi místico. ¿Pero, de dónde viene esta preciosa ave? – Murmuró casi en un susurro --- Nunca había contemplado un pájaro semejante, -- ¿Cómo habrá llegado hasta acá? - ¡Hola, Kara!,-- saludó el misterioso pájaro. - ¿Qué? ¿Cóomo?, ¿Tú, hablas? - ¡Por supuesto que sí! - Contestó el ave.

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-

¿Cómo sabes mi nombre?, --Preguntó alegremente –

(Tenía muchos amigos extraños que hablaban pero no un ave) Estaba feliz. Lo sé, -- Contestó el ave, -- Simplemente de donde vengo todos conocemos a la dulce y alegre Kara. - ¿En serio?, y ¿de dónde vienes? ¿Cómo te llamas?

-

Vengo del país de la Sinfonía, y mi nombre es el mismo

que le da nombre al país. - El país de la Sinfonía, ¿Qué país es ese? Nunca lo oí mencionar. -Por eso estoy acá, es una invitación especial de nuestro rey ¿Quieres conocerlo Kara? - ¡Oh!, Sí, pero: ¿cómo iremos? Además, debo avisar a mi familia o se: preocuparán mucho si no llego. - No debes preocuparte Kara, iremos en un abrir y cerrar de ojos, te aseguro que no alcanzaran a extrañarte. - Si es así, entonces voy, -- contestó feliz. - Sube a mi lomo y sujétate, ¡Ahí vamos! Al contrario de lo que la niña esperaba, el ave no voló hacia lo alto, emprendiendo el vuelo, lo hizo de frente como un cohete. Ante su sorpresa los arbustos se abrieron y entraron

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como en un remolino en forma de embudo, que se los tragó rápidamente. Antes que se recuperara de su sorpresa estaban en el país de la Sinfonía. El paisaje que se abría ante sus ojos, era además de hermoso, sorprendente. Era como estar suspendidos en las nubes, árboles, montañas, y un río de aguas doradas, que corría hacia arriba. Criaturas desconocidas pero de gran belleza, esperaban la llegada de Sinfonía. Abrieron paso, y un ave magnifica salió a su encuentro. Su plumaje era multicolor, predominando el dorado, en cabeza

unas

plumas

en

forma de

pequeñas

su liras

estructuraban una delicada corona. Sinfonía, presentó al ave. Él es nuestro rey, Kara, el rey Lira. Kara, inclinó su cabeza en señal de respeto: ¡Bienvenida niña! teníamos muchos deseos de conocerte en persona, siempre te oímos cantar, y queríamos saber: qué aspecto tenía tan bella voz. -

Rey Lira, me siento honrada al ser invitada por tan

maravillosos amigos.

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Una melodía brotó de alguna parte de la corona del rey, era su señal de satisfacción. Al terminar sus palabras, un coro de voces se elevó, en un concierto de melodías, que la fueron transportando a las puertas del cielo mismo. Era una bienvenida muy especial, a medida que se apagaban las voces que tenía al frente, otras comenzaban en otro lugar, eran únicas en notas y arpegios. Mayor fue su sorpresa, cuando la invitaron a ir hacia palacio, los árboles no

estaban

plantados, sinó que

danzaban alrededor del parque y no tenían frutos, de sus ramas colgaban, notas musicales, y sus

hojas eran

pequeñas estrellas plateadas. Del río de aguas doradas, asomaban inquietos peces de brillantes colores

haciendo un concierto de extrañas

notas, pero que invitaban a soñar en lugares profundos y misteriosos. El rey Lira, explicaba a Kara, que cada nota que de los árboles pendía, era un don especial que se le concedía a alguien qué tuviera méritos para obtenerlo. Las montañas que se veían a lo lejos, parecían hechas de espuma con colores del arco iris, y sus destellos provenían del cielo mismo. El rey le mencionaba que cada cierto tiempo

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esos destellos le entregaban un precioso regalo que nada más podían obtenerlo, corazones de suma nobleza. Llegaron a palacio, y Kara se llevó otra gran sorpresa, este era un magnífico nido de cristal, en cuyas paredes podía observarse toda una analogía con lo celestial. Kara preguntó al rey. - ¿Majestad, es aquí donde se crea la música para los ángeles? -Eres muy perceptiva, Kara, ésta es la realeza de la música, cada nota nace y muere desde aquí, es donde fluyen los sentimientos más puros, aquí no existe la maldad, por eso no se conoce su ubicación, y solo entran invitados especiales. - Gracias, rey Lira, por considerarme uno de esos invitados, jamás podré olvidar semejante honor. -Tú, Kara, estas llamada a ser grande entre los grandes, aún desconoces mucho de ti, pero llegará el día en que nos necesitaremos mutuamente, esa es la razón por la que debíamos conocernos. Ahora, ¿nos harías el honor de cantar para nosotros? -Será un placer, majestad. -Entonces toma estas notas, y síguelas, -- Kara dudó -- No temas, las notas te guiaran.

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La voz de Kara, fue elevándose tímidamente, para luego ir creciendo y creciendo en un aria, que contaba de vida, de bosques, agua, de sueños y cosas grandiosas, de vidas pasadas y presentes, una historia sin fin. Cuando finalizó, estaba extasiada, todos la habían acompañado con su música, estaban tan emocionados como ella. - Gracias Kara, --Dijo al fin, el rey Lira – Ahora eres uno de nosotros. Fue hasta la pared y sacó un pequeño laúd. Cada vez que necesites de nosotros, o quieras visitarnos, toca éste laúd y Sinfonía irá por ti. -

Ahora, acompáñame, daremos un paseo para que

termines de conocer nuestro imperio, que es vasto y fructífero, tanto en lo espiritual como en lo musical. La invitó a subir en su propio lomo, y esta vez, el rey voló hacia lo alto, enseñando una panorámica del país. Este era increíblemente,

espléndido, perfecto. En su

vida, Kara, solo viviría una sola vez,

en el futuro, una

experiencia más perfecta que esa. Estaba arrobada, se sentía completamente feliz, y una sensación de libertad liberaba su espíritu.

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El rey, la sacó de su arrobo, empezando a descender, hasta llegar a las puertas del palacio. - Bien, es tiempo de despedirnos, solo por poco tiempo, ya que esperamos nos visites a menudo. - Así lo haré, gracias por todo rey Lira, es la experiencia más bella que he vivido, es un honor haberlos conocido. Sinfonía se acercó. - Debemos irnos, Kara, sube. Subió, y con un gesto de su mano se despidió de todos. Al igual que antes, Sinfonía, no se elevó, como un cohete salió disparado hacia delante, y antes que abriera los ojos ya estaban de vuelta. - Adiós, amiga, espero nos veamos pronto. - Adiós, Sinfonía, lo prometo. Sinfonía, desapareció de sus ojos en un dos por tres. Kara, no podía más de emoción, corrió hasta su casa a contarle a su madre. Su madre le oía, y en sus ojos no existía sorpresa, solo una emotiva sonrisa. -¿Madre, ya conocías el país de la Sinfonía? - Sí pequeña, cuando tenía tu edad, fui invitada por el rey Lira.

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-¿Por qué no me contaste de él? -Recuerda lo que él te dijo, solo los seres especiales deben conocerlo, por lo tanto son ellos los que eligen a sus invitados, debía esperar que pasaba, o podría haberte ilusionado con algo que jamás sucediera, además, ¿No fue más bella la sorpresa?. Kara afirmó con su cabeza, sus ojos todavía estaban poblados de imágenes inolvidables, acariciaba su laúd, esperando anhelante el momento de tocarlo para volver a ver a Sinfonía, el rey Lira, y a todos los que habitaban en el paradisiaco PAIS DE LA SINFONÍA.

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EL PORTAL DE LAS HADAS

En

un

lugar lejano desconocido por los

mortales

existía un reino denominado el “Portal de las Hadas”, allí se levantaba majestuosamente

un palacio con grandes

torres y jardines colgantes. Era blanco con techos dorados, enormes y artísticos ventanales las paredes eran adornados con enredaderas que exhalaban un exquisito aroma. Magníficos jardines rodeaban el paraje bellamente creado para ser un lugar de ensueño. Campos y praderas, ríos y un cristalino lago invitaban a exóticas aves zorros, venados y una gran variedad de especies a reunirse para refrescar y saciar su sed en un entorno mágico gozoso y pacífico. Este era el hogar de Kara, princesa del Portal, hija del buen rey Leruán y la reina Lavinia, quién era además un hada que había decidido ser una mortal debido al gran amor que le profesaba al rey. Claro que este era un secreto muy bien guardado por ella. A pesar que aún conservaba algunos de sus poderes, no los usaba jamás.

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Era su decisión tener una familia normal como todos los demás. Pero Kara había heredado esos poderes, solo que aún le eran desconocidos. Leruán, era un rey bondadoso

y gentil, amaba a su

esposa como a su propia vida y su hija era el compendio de ese amor, juntas eran su razón de vivir, por eso se sentía el hombre más afortunado y feliz.

Pero esa felicidad la

transmitía también a sus súbditos quienes lo respetaban y admiraban y se sentían orgullosos de su rey. Kara adoraba su hogar, no conocía otro, pero igual no lo habría cambiado por nada ni por nadie. Allí era feliz. Pero como todo en la vida, nada es perfecto. La reina, tenía una prima que era su mortal enemiga, se había enamorado de Leruán casi al mismo tiempo que ella, no pudo

soportarlo. No comprendía por qué Leruán

prefirió a Lavinia que según ella, era mucho menos hermosa. Por lo tanto jamás perdonó al rey semejante afrenta y juró vengarse de ambos. La reina vivía pendiente de todo lo que sucedía en el reino, atenta a cualquier cambio, conociendo a su prima estaba segura

que

intentaría

vengarse. Era demasiado

tiempo sin saber de ella, en vez de tranquilizarla este hecho

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le daba la seguridad que su prima estaba preparando muy bien su venganza. Conocía cuánto poder tenía, más aún cuando invocaba los espíritus de las sombras. Pero la reina estaba preparada, tenía la ayuda de su madre quién era la reina de las hadas, ésta le otorgó dos prendas para contrarrestar el mal que su malvada prima pudiera hacer. Solo que existía un pero, la reina no podía usar sus poderes, ahora era una mortal más. Sin embargo Kara sí podía, pero

antes debía sortear dos pruebas

importantes. Por esta razón la reina educaba a su hija en los principios que deben tener los seres humildes y de gran corazón, no importando el sitio que ocupen. Hasta el momento Kara era una hija amable de buen corazón obediente y amoroso con todos los que la rodeaban. Y llegó el día fatal, Coralia se presentó de improviso, preocupando a la reina. -¿A qué has venido? Preguntó la soberana. -¿No puedo

visitar a mi querida prima?---- Contestó

burlona -Bien sabes que no es una visita lo que te ha traído hasta aquí, eres mala e incapaz de amar a alguien.

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Coralia enrojeció de furia. -¡Cómo te atreves! Tú que me has robado lo que más amo, pero lo pagarás, juro que haré que sufras. Te quitaré todo lo que amas. Amargas serán tus lágrimas para siempre. Lavinia palideció, pero conservó la serenidad. -¡Vete de aquí! -- Dijo con voz firme — No eres bienvenida. Recuerda que soy la reina y me debes respeto. La risa de Coralia resonó por el palacio. Levantó sus manos

y conjurando a los espíritus malignos, roció un

perfume de extraño olor que traía en un frasco cuatro costados del reino.

hacia los

Su voz era gutural, parecía

formular un lenguaje desconocido. Enseguida una negra bruma descendió desde los cielos cubriendo todo el feudo, duró unos cuantos minutos, luego todo volvió a quedar como antes. Coralia miró a Lavinia y haciendo una burlona reverencia, se despidió mientras reía, alejándose, hasta que únicamente quedó el eco de su risa. La reina preocupada corrió hasta donde estaba Leruán y Kara. En el camino se detuvo sorprendida, todos parecían haberse vuelto locos de pronto, la ayuda de cámaras, la guardia real, las mucamas y hasta los cocineros, saltaban y

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reían de una forma atroz, sin poder detenerse. Unos colgaban de las lámparas otros saltaban haciendo acrobacia, todo era un caos. Apuró el paso para ir a ver al rey, cuando Kara vino corriendo hacia ella. -¡Madre, madre! Algo le sucede a papá, no puede dejar de reír y salta y salta sin poder detenerse, -- Asombrada miró a su alrededor -- ¿Pero qué les pasa a todos? -¿Tú, estas bien hija? -¡sí al parecer solo nosotras lo estamos! La reina suspiró aliviada, no afectó a Kara, por lo tanto sería ella quién debía salvarlos. La abrazó y le dijo: -Hija mía, debo encomendarte una misión, que tan sólo tú puedes realizar, no será fácil, pero si lo logras habrás salvado al reino, si no todos morirán de agotamiento. -¿Qué debo hacer? Lo que sea estoy dispuesta, ordena yo obedezco, no puedo dejar que le pase algo malo a mi padre. -En lo más profundo del bosque existe un arroyo de aguas doradas, en el fondo hay un tazón de oro perteneciente a la reina madre de las hadas, lo que brote de tu alma lo llenara. Si sorteas el hielo y la sed que te azotarán tendrás éxito.

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Lavinia fue hasta un antiguo arcón, de allí sacó un chal casi transparente y una botellita de cristal, mientras le decía: -Aquí tienes, este chal te cubrirá del frío, es mágico, te calentará y podrás pasar sin dificultad, si lo pierdes morirás congelada, recuérdalo. Esta botellita te dará el agua

que

necesites cuando tengas sed. Pero puedes usarla una sola vez,

úsala

cuando

ya

no

puedas

soportarlo

más,

instantáneamente la sed se aplacará. Recuerda lo que te he enseñado sobre el bien y el mal, es la clave que te llevará al éxito. -- Así será madre, -- Contestó Kara. La reina le dio su bendición y Kara se marchó por el camino que su madre le había señalado. Había caminado unas cuantas horas cuando comenzó un calor insoportable, la sed se fue haciendo intensa esperó, hasta que ya no pudo mas, entonces tomó el frasquito para beber, estaba por llevarlo a su boca, cuando sintió llorar a un niño. Asombrada se acercó, vio a una mujer tendida en el suelo, casi desmayada con un niño en los brazos. -¡Ayúdame buena niña! – Clamó con voz débil la mujer – Dame de beber o mi hijo y yo moriremos.

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Kara miró la botellita de agua que llevaba, tenía tanta sed, recordó entonces las palabras de su madre, “Puedes usarla una sola vez, recuerda lo que te he enseñado sobre el bien y el mal”. Vio a la mujer que desfallecía con su hijito en los brazos. No dudó. Acercó la botellita a los labios de la mujer que ansiosa bebió con fruición, luego le dio al pequeño, no quedó una sola gota. La mujer le dio las gracias llenándola de bendiciones. Recuperando

las

fuerzas

se

levantó

y

se

marchó

agradeciendo a Kara una y otra vez. Ésta la vio alejarse satisfecha de su buena acción, pero la sed comenzó a agobiarla. Se impulsó a seguir, tenía una misión que cumplir. Pasaron otras tantas horas y el calor empezó a desaparecer, respiró aliviada pues creía que ya no soportaría. Pero el fresco empezó a hacerse cada vez más intenso hasta convertirse en escarcha, el viento helado le calaba hasta los huesos, se puso el chal que le dio su madre, la temperatura cambió entibiando su cuerpo. No llevaba mucho caminando cuando se encontró con una persona que estaba tendida en el suelo. Se acercó viendo que era un viejecito que estaba

aterido de frío,

helado, tenía el cuerpo y las manos amoratados, su corazón

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parecía no latir. Sin pensarlo se quitó el chal y envolvió al anciano en él. Al cabo de un rato, el anciano pareció revivir, sus mejillas empezaron a enrojecer volviendo el calor a su cuerpo. Kara se estaba quedando congelada, pero aún así se quedó con él hasta que se repuso. Por fin

abrió los ojos y vio a Kara, agradeció

calurosamente el gesto de la niña. Esta no se atrevió a quitarle el chal, sabía que sin él, moriría. Se resignó, despidiéndose del viejo se marchó. La sed y el frío la estaban matando y aún no llegaba hasta el arroyo que su madre le indicara, ¿cuánto faltaría?, ¿podría resistir? Rezó con fervor y siguió adelante. Unas horas después creyó que moriría, aunque encontrara el arroyo sus fuerzas no soportarían el viaje de vuelta. Caminó y caminó, ya iba a caer rendida, al

punto mismo

de desfallecer, cuando encontró el arroyo. Era tal y como su madre se lo describiera. Recordando a todos los que amaba, se puso a sollozar de dolor, porque a pesar que encontró lo que buscaba no podría volver. Perdóname madre le he fallado a todos ---

gimió

desconsolada.

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Las aguas del arroyo comenzaron a burbujear y entre la espuma algo pareció emerger, era el tazón de oro que subía desde el fondo hasta llegar a las manos de Kara. Lo tomó y lloró más aún. Ante las aguas pudo saciar su sed, pero ¿cómo pasaría de vuelta otra vez a través del frío? Una voz cerca de ella dijo: --Yo te llevaré Kara. ¡Sinfonía! -- Aquí estoy, apresúrate, sube

y llevemos el tazón que

salvará a tu reino. Kara feliz subió sobre Sinfonía, el gran pájaro del reino de la música. En un dos por tres, ya estaban en el palacio, donde su madre

complacida

salió

a

su

encuentro.

La

abrazó

emocionada. Kara, hija amada, hoy has demostrado ser digna hija de este reino, has sorteado las dificultades haciendo el bien y tus lágrimas

de amor han llenado el tazón, rocíalo sobre los

cuatro costados del reino. Son esas lágrimas lo que han salvado a este, tu reino.

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Kara roció el contenido del tazón y todo se llenó de luces parecían millones de luciérnagas brillando en cada rincón de palacio y sus alrededores. Al instante todo volvió a la normalidad, el rey y el reino recuperaron la paz y armonía, que duraría para siempre, gracias al amor y los principios sólidos que Kara

había

demostrado.

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EL SECRETO DE LA ROSA

Después que el reino había vuelto a su estado natural, Kara tuvo tiempo para cabalgar por el bosque nuevamente. Ya todo estaba seguro. Gustaba recorrer todos los rincones de aquél lugar, ¡era tan bello! En uno de esos paseos, caminaba relajadamente junto a su caballo, cuando notó que había traspasado los límites de sus dominios, jamás se alejaba tanto. La curiosidad, hizo que caminara un poco más lejos, para ver cómo eran esos parajes. Los encontró un poco sombríos, como sin vida. Allí parecía estar todo detenido. Los árboles no mecían sus hojas, el río no corría, no se divisaba ningún ave. Allí no se veía

gente trabajando en los campos,

ningún niño,

ni

persona alguna. Era todo muy extraño. Llegó cerca de la orilla del río para ver los peces, no había nada. Se dio vuelta para volver a su casa cuando oyó una voz que la llamaba.

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-¡Niña no te vayas!—Decía alguien. Giró para ver quién era que le hablaba pero no vio a nadie. Miró a su alrededor buscando de donde provenía la voz. -Aquí estoy, -- entre los juncos. Se acercó cautelosamente y abrió los juncos, no vio persona alguna. -¿Dónde? – Preguntó --¿Dónde te encuentras? -¡Aquí! Mira hacia abajo. Kara miró hacia abajo, lo único que vio fue una extraña rosa negra, del centro le brotaba agua

en forma de una

finísima llovizna. “Que extraña es esta flor”—Pensó. Aún no te veo, dijo la princesa. ¿Acaso era un gnomo? -¡No! – Contestó la voz—Yo soy la rosa que tu vez. No podía creer lo que veía. La que hablaba era la rosa. -¡Pero!, tú-- Tartamudeo

confusa

-- ¡Hablas! Jamás

antes oyó algo parecido. -En realidad yo no soy una rosa, mi nombre es Vania y soy princesa de este reino. Mi padre es el rey Ludor, quién está prisionero del malvado hechicero Pendre. Es un ser poderoso y pérfido, quiso casarse conmigo, pero mi padre no lo permitió, por lo que se vengó poniendo a mi padre en una

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prisión impenetrable. A mí me convirtió en lo que ves y dejó a todo el feudo sumido en un tiempo que no avanza. - ¡Pero eso es horrible! –Gritó -- ¿cómo puedo ayudarte? - He oído antes hablar de la dulce Kara – afirmó Vania -. Sé de tu buen corazón y amabilidad, pero esto no es algo que puedas hacer sola. Hay, sin embargo, una persona que puede ayudarte, tu madre. ¡Ve! Y cuéntale por favor, ella conoce muchos secretos y sabe quién puede ayudarnos. Ve, y cuéntale querida niña. Kara se alejó rápidamente de allí. Llegó hasta la entrada del pueblo y montando su caballo galopó a toda prisa hasta palacio. Buscó a su madre y la encontró en la sala de labores. Explicó exactamente lo que vio y habló con la extraña rosa. -Madre, -- Preguntó --¿Puedes tú ayudar a esas personas? -Sí querida, pero es muy peligroso por lo tanto es mejor que te quedes aquí en palacio. - Quisiera ir contigo madre y ayudarte, bien sabes que no tengo miedo y podría serte de gran ayuda.

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La reina dudó unos

momentos, luego asintió con la

cabeza. De acuerdo – Dijo –Tienes razón. Pero –titubeo – antes debo contarte un secreto, es un secreto que llevo guardado hace muchos años y no pensaba develar, pero debido a las circunstancias te lo contaré, con la promesa de tu parte, que no lo revelarás jamás mientras puedas evitarlo. - Lo prometo madre – Aseguró Kara. -Bien, has de saber

mi amada niña, que soy la hija

mayor de la reina de las hadas, pero renuncié a ser una de ellas cuando conocí a tu padre. Mi amor por él

hizo que

suplicara a mi madre, para convertirme en una mortal. Mi madre se negaba, pero tanto imploré y rogué, que al final accedió a mis súplicas. Pero aún conservo algunos de mis poderes. Tú, como mi hija y nieta de la reina de las hadas, también los posees

siendo mayores aún que los míos.

Aunque los desconoces todavía, pero yo te ayudaré a descubrirlos. -¿Soy un hada? –Murmuró Kara asombrada -- ¿Yo, soy un hada? Así es mi niña, y princesa además de este reino y del reino de las hadas. - ¡Eso es maravilloso! ¡Magnífico! ¡Oh, madre eso me hace inmensamente feliz!

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-Sí, pero ahora debemos ir donde tu abuela a pedir su ayuda. Debemos salvar a Vania y su padre. Caminaron hasta lo más profundo del bosque. Allí Lavinia hizo un ademán

con sus manos y una estela de luz las

cubrió, cuando se disipó estaban en un lugar totalmente desconocido

para Kara, era

un paraje extraordinario,

paradisiaco esplendoroso, estaba extasiada de felicidad y sorpresa. Un palacio de cristal, emergió en medio del lago de aguas cristalinas, una escalera que asemejaba al arco iris iba desde la orilla hasta el palacio. Caminaron por ella, llegando hasta la entrada misma. A la entrada, una bellísima mujer las esperaba. Era su abuela, la reina de las hadas, sonrió invitándolas a pasar. -Las esperaba –Invitó sonriendo – Bienvenida Kara, eres una jovencita muy hermosa. -Gracias abuela, también tú eres muy bella. ¡Esto es fantástico! – Agregó –Un lugar que no imaginé ni en sueños. Madre e hija sonrieron enternecidas, ambas la amaban mucho. - Sé porque están aquí – Aludió la reina de las hadas. -¿Podemos ayudar madre? – Preguntó Lavinia.

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Su madre, sonriendo amablemente respondió. -Debemos llamar al sabio Minohen, solo él es más fuerte que el malvado hechicero. -Kara, deberás ayudarme. ¿Yo? ¿Pero cómo? -Ven conmigo, -- invitó su abuela. Entraron a un gran salón, donde en el cielo raso, flotaba lo que parecía ser el universo. -Toma mi mano y repite conmigo: Minohen, señor de la justicia, poderoso vengador de los oprimidos, te llamamos en honor de la vida que el tiempo ha detenido. Nosotras tus hijas del portal te llamamos. Te despertamos del sueño sereno y nos cobijamos a la sombra de tu bondad”. Kara repitió cada una de las palabras. Luego su abuela se acercó a una chimenea de fuego perenne, tomando dos frasquitos, pasó uno a Kara -Al mismo tiempo que yo vierte esos polvos al fuego querida, hazlo tu. Así lo hizo. Un resplandor iluminó la sala, un fuerte y atronador sonido

pareció hacer estallar el recinto. Pero todo

permaneció intacto.

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Bueno, no todo. Porque ante los ojos atónitos de Kara apareció un enorme y fiero dragón. -¿Por qué me has despertado de mi tranquilo sueño reina de las hadas? -Necesitamos de ti sabio Minohen. Y la reina procedió a contarle todo acerca del problema que aquejaba a la rosa y a su padre. Minohen resopló furioso. -Ese malvado Pendre ha vuelto a hacer de las suyas, será la última vez – Juró enojado – Iré a enfrentar a ese maldito hechicero y lo encerraré para siempre. -Iremos contigo, si lo permites –pidió Lavinia – Debemos proteger a Vania mientras tanto. El mago no se dará por vencido tan fácilmente. -Suban, las llevaré. -Adiós mi reina, volveremos a vernos muy pronto. -Adiós queridas, desde aquí las protegeré. Kara abrazó a su abuela y subió sobre Minohen junto a su madre. Minohen, el dragón se alejó raudo. En unos pocos minutos estaban junto a Vania. Minohen las dejó allí y se fue en busca del hechicero.

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Lavinia y Kara formaron un cerco de protección que el mago no pudiera traspasar si se daba cuenta que Minohen iba en su busca. -Temo por mi padre – Dijo Vania. -No temas mi madre lo está protegiendo. Minohen voló hasta el castillo de Vania. El hechicero lo vio llegar y levantó con su varita un cerco de espinos muy altos y de enormes dimensiones para que no pasara.

El

dragón lanzó una bola de fuego convirtiéndolas en cenizas. El mago envió entonces gigantescas serpientes voladoras para atraparlo y asfixiarlo entre sus anillos. Pero el dragón creó un círculo de fuego guiándolas hacia las serpientes y luego pasó a través de ellas, dejándolas atrapadas. Minohen, furioso comenzó a lanzar llamaradas hacia el mago, pero éste corrió

hasta el interior protegiéndose.

Desde ahí levantó un muro de acero. Afiladas y largas púas sobresalían amenazantes. Pero Minohen no era un dragón común, era el mago más poderoso, el vengador de la justicia, el sabio rey de los dragones y su poder mayor era traspasar las líneas del tiempo y del espacio. Por lo que conjurando unas palabras mágicas y usando su dominio sobre el mismo hizo aparecer un túnel de sombras.

Concentrándose buscó

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donde se encontraba el siniestro hechicero, lo vio haciendo una mezcla de fluidos. Rápidamente usando su poder, lo elevó por los aires, atrayéndolo hacia el lugar donde él se encontraba. Pentre pataleaba y gritaba aterrado. Minohen lo atrajo hasta el túnel, lo envolvió entre las sombras, cerró el túnel convirtiéndolo en un cubo, lo tomó entre sus patas elevándose hacia el firmamento dejándolo allí suspendido para siempre. Luego descendió yendo en busca del rey que estaba prisionero en una torre sin salida. Con el fuego de su boca derribó las paredes de forma que no causara daño al rey. Éste cuando lo vio quedó paralizado de terror pensando que había llegado su última hora. Minohen lo tranquilizó diciéndole que era libre que estaba ahí para salvarlos de malvado mago. Después fue hasta donde estaba la fuente del poder del hechicero y lo quemó todo. Inmediatamente todo comenzó a cobrar vida. Lavinia y Kara, vieron resurgir de la rosa a una hermosa y delicada joven, quién tremendamente conmovida les agradecía todo lo que habían hecho por su reino. Minohen llegó hasta ellas contándoles que el rey las esperaba en palacio.

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-Ya todo está cumplido y debo partir, dice comenzando a despedirse, jamás volverán a saber de ese maléfico mago, nunca podrá salir de su encierro. Les deseo paz y armonía, adiós vuelvo a mi tranquilo sueño. Y se fue. La reina y su hija acompañaron a Vania a palacio. Su padre la esperaba lleno de júbilo, se abrazaron emocionados por estar otra vez

unidos, ahora para siempre. Vania

presentó a Lavinia y a Kara a su padre explicando todo lo que le debían. El rey agradecido, las nombró visitantes ilustres, haciéndoles entrega de las llaves del reino. Madre e

hija volvieron a su hogar feliz de haber

contribuido en una buena obra.

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EL ESPEJO MALDITO

Kara cumplía dieciséis años, convirtiéndose en una mujercita adorable. Sus cualidades daban mayor realce a su belleza natural. Ese día se encontraba en su dormitorio preparándose para la gran celebración que su padre le había preparado. Se acercó a un costado de la sala donde se ubicaba

un

gran

espejo

tamaño

natural.

Se

miró,

arreglándose un pliegue de la falda. Algo en el espejo llamó su atención, miró más detenidamente, y se dio cuenta que ese, no era su espejo. El marco tenía unos raros arabescos, y el cristal no era cristalino, por el contrario, era como aguas profundas. Pensó detenidamente en ello. ¿Lo habría cambiado su padre, como regalo de cumpleaños, o quizás su madre? Meditó un poco y no le pareció lógico. Cuándo era una niña, su padre le había regalado el espejo diciéndole amorosamente: “Kara, mi niña, este espejo ha de acompañarte toda tu vida, en él notarás los cambios que tendrás en el transcurso de tu vida. No solo físicos sinó los espirituales. Si alguna vez

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te desvías del buen camino, este espejo traslucirá lo que tu alma es. Nunca lo quites, son un legado de tu abuela, mi madre. Una persona muy especial. Recordando estas palabras, Kara decidió que no era un regalo de sus padres. Se dirigió hasta la alcoba

donde se encontraba su

madre. - Madre – Preguntó -- ¿Has, hecho tu sacar el espejo de mi habitación? -¡Que dices, hija! Por supuesto que no, es un regalo muy especial de tu padre, no debe salir de tu habitación. -Pero, alguien ya lo ha hecho, han sacado mi espejo, poniendo en su lugar otro muy extraño. -¡Es imposible! ¿Quién, quién dio autorización para tal cosa? ¡Humm!.. ¿Leruán? –Se preguntó dudosa – Será mejor que vaya a preguntarle. Fueron juntas hasta el despacho de trabajo donde se encontraba el rey en sus funciones habituales. -Pido unos minutos de atención esposo mío, -- Dijo la reina entrando – Solo quiero hacerte una pregunta. ¿Has sido tú, mi rey, quién ha hecho sacar el espejo de la habitación de nuestra hija reemplazándolo por otro?

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-¿Qué dices, querida mía? Yo no he hecho tal cosa, sabes perfectamente que ese espejo es muy especial, por eso se lo regalé a Kara. ¿Qué es lo que ha pasado? -Padre, lo han cambiado por otro muy extraño, no me gusta. Quiero que me devuelvan el mío. El rey, envió de forma urgente a buscar a su primer ministro para que investigara las causas del cambio de espejo, quién lo hizo y porqué. Además, que reintegraran rápidamente el

espejo original. El primer ministro salió de

inmediato a averiguar, el extraño cambio de espejos. Durante horas investigó por aquí y por allá, sin encontrar una sola respuesta. Mientras tanto, Kara, volvió a sus habitaciones, para cerciorares de que su espejo no se encontraba allí, quizás lo hubiesen puesto en otro rincón de la sala. Abrió la puerta y quedó paralizada de espanto. Ese no era su aposento, era un lugar inexplicable, ajeno absolutamente a todo lo que ella conocía. Quiso volver sobre sus pasos, pero ya todo estaba cambiado y no encontró la salida. ¿Qué era lo que pasaba en aquel lugar? O más bien ¿Quién sería el causante de todo lo que estaba pasando?

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El espacio era tenebroso, parecía mentira que todo estaba sucediendo en su propia habitación. Era totalmente siniestro, oscuro, extrañas paredes cubiertas de arabescos, con raras figuras, que parecían querer salir de allí amenazantes. Caminó por el túnel, pues todo se había cerrado a su alrededor, como guiándola hasta donde debía ir. El olor era asfixiante, era una mezcolanza de perfumes embriagantes que no llegaba a definirse ninguno de ellos. Una débil luz, asomó de repente, apuró el paso, decidida a ver a donde la conducía todo aquello. Algún sentido debía tener, ya que nada pasa sin una razón. Al fin llegó al final del túnel, entrando en una especie de salón. Una fila de teas ardiendo le habrían el camino como dirigiéndola a una ceremonia ritual. Al final, y en medio de la sala se encontraba un arcón, parecía muy antiguo, en la tapa en medio de su propio centro se dibujaba un círculo con dibujos grabados, intentó ver qué eran, pero no pudo descifrarlos. - ¿Hay alguien aquí? – Preguntó con voz fuerte. - Te esperaba, -- Dijo una voz. -¿Dónde te encuentras? ¿Para qué me hayas hecho venir hasta acá? ¿Necesitas ayuda?

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- ¿Ayuda? – Dice entre hipos de risa -- ¿Yo? –Reía y reía, la mujer. Por supuesto la gran Kara, mi dulce y bondadosa, guardiana del reino del Portal. Siguió diciendo con voz burlona. - ¿Quién eres porque me hablas así? ¿Acaso, te he causado algún daño sin yo saberlo? Pero, ¿no sabes quién soy?

Si somos parientes, --

Continuó con sorna – Soy tu prima, soy Coralia, ¿Ahora me reconoces querida? -He oído hablar de ti – contestó Kara – Eres enemiga de mi madre, la odias, ya trataste de destruir nuestro reino, ¿Qué es lo que buscas ahora? -Yo no busco nada, ¡Ya te tengo! Es lo que quería, juré a tu madre que destruiría todo lo que ama. Tú eres su orgullo, la persona que más aman tu madre y Leruán. Llegó la hora de mi venganza. -Olvidas un pequeño detalle Coralia. -¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué sería eso? Yo, soy un hada, la princesa del Portal de las Hadas, y mi abuela es la reina y está conmigo.

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-Y que puede hacer ella. Estás encerrada en el espejo, ellos no lo saben, tendrán miedo de destruirlo, temerán destruirte a ti. -No esté tan segura, yo estoy aquí. -No puedes huir y eres demasiado insignificante para luchar contra mis poderes, y ésta es la prueba. De sus manos brotó un fuerte rayo de luz anaranjada, que cegó a Kara, una fuerza la empujó lejos, elevándola por los aires. Fue a dar donde estaba el arcón. -Aquí te encerraré para siempre. Jamás podrás salir y mi venganza será consumada. Kara se concentró –Mientras Coralia hablaba – Una fuerza en su interior, la fue llenando y abrió una puerta mental. Llamó a su abuela. “Aquí estoy querida, -- Oyó la voz de su abuela, lucha mientras encontramos la forma de entrar”. ¡Sí!, contestó con todas sus fuerzas, lo haré abuela, lo haré. Y diciendo esto, concentró todas sus energías y usando los poderes que su madre le ayudó a

conocer, se dispuso a combatir a su

malvada prima. Un gigantesco y piramidal haz de luz azul, la envolvió, se elevó y haciendo un gesto con sus manos lo lanzó contra

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Coralia, quién recibió el impacto, como si la hubiera golpeado un rayo. Luego Kara rápidamente creó un

remolino que

envolvió a Coralia tragándosela. Estaba agotada, era la primera vez que usaba su poder. No estaba segura de poder soportar mucho tiempo más. Repentinamente Coralia, emergió de la tierra, su furia era creciente. -¡Maldita niña! Te destruiré.

No podrás ganarme. Mis

poderes son superiores a los tuyos. Aún eres una niña y no tienes las fuerzas para ganarle a los poderes de las sombras. Un

trueno

pareció

estallar

en

el

salón.

Coralia

asombrada miró a su alrededor. - ¡Ella es una niña! Pero yo no, Coralia, te has olvidado de mí. -¿¡Liriadna?! – Pero…Tú –tú…Ya no existes. Eres solo un espejismo en este mundo. Tú perteneces al paraíso de las hadas. -Yo, siempre seré, la reina madre del Portal de las Hadas. No permitiré que destruyas a mis hijas. Kara miraba fascinada a Liriadna y a Coralia, se enfrentaban el bien y el mal. En este caso el mal estaba perdido. Nadie

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jamás en el mundo poseía el poder que tenía la legítima “Madre de las Hadas”. -No permitiré que te la lleves, -- musitó Coralia. -No es necesario, serás tú la que se irá para siempre. De su cuerpo se fue creando un aura que se iba haciendo cada vez más y más intensa, hasta que su cuerpo se volvió etéreo entre la luz. Se fue formando como un remolino magnético que atraía a Coralia con una fuerza imposible de romper, ésta trataba de luchar con todas sus fuerzas, pero no lograba romper la fuerza que la arrastraba. Fue lanzada con tanta violencia que no pudo recuperarse, antes de ser nuevamente atrapada por una bola de fuego que la arrastró hasta el arcón, Este se abrió de golpe y Coralia fue empujada a su interior. Una fuerza se fue tragando el fuego y con ella Coralia que se desvaneció del mundo para siempre. Liriadna cerró la tapa y la selló con su anillo. -Ya está querida, --- Dijo Liriadna a Kara. Había tanto amor en su mirada que Kara se emocionó. Ya nunca más podrá hacer daño a nadie. -Señora, -- Dijo Kara con respeto – Señora no sé como agradecer su ayuda, soy indigna que hayas venido

hasta

aquí por mí.

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-Te equivocas Kara una vez me ayudaste. -¿Yo, cuando? Liriadna

de

improviso

cambió

de

aspecto,

transformándose en otra persona. -¿Me reconoces, ahora querida? -Tú, eres la mujer que estaba con el niño, se morían de sed. -Y tú, nos diste de beber, lo único que tenías. ¡Eso es amor! Fue una prueba, y la pasaste con éxito. - Eres una buena joven, serás una excelente futura reina de las hadas. - Gracias madre de las hadas, trataré siempre de hacer lo mejor. - Con eso basta querida, ahora vuelva el lugar que nos corresponde estar. Adiós. Kara le dijo adiós y la vio desaparecer. Un ruido de cristales rotos, la sacó de su abstracción. Todos estaban ahí. Su habitación volvía a ser la misma. Kara narró, como fue protegida por la madre de las hadas. La normalidad volvió a reinar, después de festejar el fin de la maldad de Coralia. Fue una

hermosa fiesta de cumpleaños, donde participó

todo el mundo. En el poblado se hicieron grandes regalos por

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parte de Leruรกn, en honor de Kara. El espejo de su abuela, volviรณ a su lugar, mostrando cada vez

mรกs la verdadera

belleza de Kara.

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EL GNOMO Y LOS UNICORNIOS

Era un día maravilloso. Kara se sentía feliz, decidió dar un paseo sonriendo para sus adentro, como iluminada por una idea. Primero fue hasta donde se encontraban sus padres. Leruán y su esposa la reina Lavinia se encontraban desayunando, conversaban animadamente sobre los planes que ese día compartirían en sus respectivas tareas. -Bendiciones padres míos – Dijo Kara entrando. -Que Dios te bendiga hija mía – Dijeron sus padres al unísono—Hermoso día para salir a pasear. -Así es – Contestó – He decidido ir a visitar el valle de los unicornios, ¡Es tan hermoso! Y mis amigos estarán felices de verme, hace mucho que no lo hago. -Llévale nuestros saludos, especialmente al rey Rayo de Luna. Dile que pronto le haremos una visita. Kara se fue encantada con la idea de encontrarse con sus amigos y de ver aquellos parajes casi místicos. El valle tenía siete cascadas que formaban en conjunto un hermoso lago de aguas cristalinas. Allí se concentraban los cisnes más bellos jamás vistos, junto a ellos convivían una

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variedad de aves de distintos tamaños y colores, lo que le daba al paisaje un tono de regocijo y paz. El trinar de las aves, el sonido de los árboles al entrechocar de sus hojas y el ruido de las cascadas formaban un concierto que ni el más talentoso concertista podría nunca componer. Caminó entre bosques rebosantes de flores silvestres restallante de colorido. Por fin llegó al gran valle. Buscó a los unicornios, no vio a ninguno. Algo en el entorno la sorprendió. Ahí pasaba algo anormal, se volvió para mirar hacia el lago, los cisnes, ¿dónde estaban los cisnes, y las aves? ¿Qué estaba pasando aquí?. Apresuró el paso, quería llegar hasta donde seguramente se encontraba Rayo de Luna el rey de los unicornios. Quizá él podía contarle lo que estaba pasando. Llegó al claro y sus ojos se abrieron desorbitados, casi no podía respirar por la sorpresa. Hizo un esfuerzo supremo para reponerse de la sorpresa y corrió hasta donde estaban los unicornios. Estaban todos tendidos en el suelo, parecían todos enfermos, los cisnes y las aves los rodeaban como infundiéndoles ánimo.

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- ¿Qué sucede? --- Preguntó Kara -- ¿Están enfermos? – Le preguntó a Rayo de Luna. Kara – Habló Rayo de Luna con voz débil – Kara ayúdanos, estamos muriendo. -Los ayudaré – Afirmó la joven –Pero dime ¿qué tienen? Ustedes jamás se enferman y, sin embargo, están muy débiles ¿acaso no son inmortales? - Lo somos, mientras conservemos nuestros anillos mágicos. Son la fuente de nuestro poder y nuestras vidas. Sin ellos moriremos en unas cuantas horas. - ¿Pero cómo fue que perdieron sus anillos? - El día de nuestro reposo, que es el día que el sol se obscurece, vino un gnomo del bosque vecino, aprovechando que dormíamos nos robó nuestros anillos. Lo conocemos, es Trak, un gnomo malo y codicioso, tenía prohibido entrar al valle. Se aprovechó de nuestro descanso robándonos mientras dormíamos. Debes encontrarlo Kara, pronto o moriremos. - Lo buscaré de inmediato, avisaré a mi madre y llamaré a las hadas, mi amigo Sinfonía, nos ayudará también, estoy segura. - ¡Ve!, Ve pronto.

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Kara corrió con todas sus energías hasta el palacio. Buscó a su madre, contándole todo presuroso. Lavinia fue en busca de las hadas, mientras Kara fue en busca de Sinfonía al borde de las enredaderas. Éste llegó al instante, la niña le rogó su ayuda. El Pájaro Sinfonía le propuso ir hasta donde el rey Lira

pues él podría ayudar a encontrar al

gnomo

ladrón. El rey Lira oyó atentamente el pedido de Kara, luego se fue en busca de algo, volvió con una pequeña flauta y se la entregó a la niña. Toca esta flauta – aconsejó el rey – por todo el bosque, no tiene sonido alguno para las personas de buen corazón, pero para aquellos que hacen el mal los hace enloquecer de dolor, así lo encontrarán pronto. - Gracias rey Lira, agradezco tu ayuda. -Eres nuestra amiga, también los unicornios y los amigos en la desgracia se unen para apoyarse unos a otros. Kara y Sinfonía se fueron raudos hacia el bosque. Mientras tanto el gnomo se había internado en los más profundos del bosque. Estaba feliz con el tesoro recién adquirido, eran muchos los anillos de unicornio que había logrado, los podía ofrecer por un excelente precio a cualquier mago o hechicera de los bosques tenebrosos.

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Fue hasta un árbol

que por la forma de su tronco,

debía ser milenario, entre sus

gruesas raíces se formaba

como una cueva, se metió por allí, llegando a un lugar en lo más oscuro de aquella profundidad. Dejó su bolsa en el suelo y encendió una tea para alumbrar el recinto. Un rey se hubiera sorprendido de ver aquellos tesoros, había de todo lo que uno pudiera imaginar. Trak era un ladrón, avaro y codicioso, nunca gastaba nada y robaba todo aquello que sus ojos vieran. Esos ojos estaban puestos hace mucho tiempo en los anillos de los unicornios, pero no pudo hacer nada hasta que llegó el día por él tan esperado. Cada veinticinco años, había un día en que el sol se oscurecía por lo que era ese el único día que los unicornios dormían y nada los podía despertar. Así que aprovechó el único instante en que estaban indefensos para robarles. Ahora estaba satisfecho de su obra. De pronto un sonido estridente resonó en la cueva, sus nervios temblaron sensibles como cuerdas. No podía controlar aquellos temblores, su cabeza parecía querer estallarle, mientras el sonido se hacía cada vez más y más fuerte. Enloqueció de dolor y sensibilidad, le parecía que su cabeza y su cuerpo eran traspasados por millones de agujas.

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Sintió ahogarse salió de la cueva a toda prisa, tenía que huir del infernal ruido. Gritaba con todas sus fuerzas y corría y corría desesperado. Sorpresivamente unas garras lo aferraron elevándolos por los aires, hasta que lo bajaron en un claro del bosque. Las hadas rodearon al infeliz, Kara y el Pájaro Sinfonía que era el que lo había transportado hasta aquel lugar lo increparon Gnomo malvado, -- Le gritó Kara -- ¿No sabe el daño que has causado?, ¡Dinos dónde están los anillos de los unicornios! Trak furioso, se debatía entre las manos de Kara. - No les diré nada, solo quieren robarse mi tesoro, es mío yo me lo gané. - Me dirás lo que quiero, o le pediré a las hadas que toquen la flauta hasta que enloquezcas. - ¡Jamás, jamás se los diré! No se los diré, no lo haré. - Toquen la flauta hasta que este malvado explote como un globo. Una de las hadas se llevó la flauta a los labios, nadie oía sonido alguno, pero Trak gritaba y aullaba enloquecido. El

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hada sopló la flauta con más fuerza hasta que el gnomo, en sus límites mentales gritó: - ¡Ya, basta, ya basta por favor, se los diré! Pero por piedad ya no hagan sonar esa flauta. - Llévanos, pronto, hasta donde están esos anillos, queda muy poco tiempo, no intentes nada, porque el sonido de la flauta te hará salir de donde estés. Trak enojado, comprendió que no tenía escapatoria, gruñó --- Espérenme aquí, les daré lo que quieren. Fue hasta la cueva y volvió con una bolsa. - Aquí están, ahora váyanse -- Dijo furibundo. Kara revisó la bolsa, encontrando todos los anillos. - ¡Vamos!, Pidió, mirando a Sinfonía. Emprendieron el vuelo. Antes de un abrir y cerrar de ojos ya estaban en el valle de los unicornios. Estaban muy débiles. Ya no le quedaban fuerzas. Kara se puso en la pronta tarea de insertar los anillos en el cuerno de cada uno de ellos, empezando por el rey Rayo de Luna. Como por arte de magia, los unicornios recobraron sus energías, uno a uno comenzó a levantarse. Rodearon a Kara, agradecidos por haberlos ayudado.

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Kara les contó que no lo había hecho sola, que las hadas de los bosques, el Pájaro Sinfonía y el mismísimo rey Lira habían ayudado, de no ser por este último no hubieran podido encontrar a Trak a tiempo. Rayo de Luna se volvió hacia el Pájaro Sinfonía. -Dile al rey Lira, que agradezco profundamente su ayuda, y como recompensa por su buena acción, entrégale esto. Un rayo de luz brotó del cuerno de Rayo de Luna, apareciendo un anillo de brillantes colores. -El anillo los protegerá a todos de cualquier enfermedad y si están en peligro, que lo lance al cielo y el peligro pasará. -Gracias -- dijo Sinfonía –Lo entregaré en tu nombre. Puedes conservar la flauta mágica, así no estarán en peligro nuevamente. Mientras todo esto pasaba en el valle, en el bosque las hadas habían tomado la determinación de castigar a Trak. Lo cazaron como un conejo mientras trataba de huir, atrapándolo en su propia bolsa, lo llevaron hasta un bosque muy lejano y lo pusieron en medio de él, luego hicieron surgir enormes he impenetrables espinos en forma de laberinto para que no pudiera escapar jamás. El gnomo, lloraba y suplicaba

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para que lo soltaran, pero las hadas no lo oyeron, porque las malas acciones siempre merecen un castigo. Las hadas volvieron a la cueva encontrando el tesoro de Trak. Con sus poderes averiguaron donde fue robado cada uno de los

objetos devolviéndolos a sus legítimos

dueños. Felices por el trabajo realizado fueron a encontrarse con Kara, a quién le contaron todo lo que pasó en su ausencia. Se abrazaron emocionadas por la separación, pero sabían que volverían a encontrarse nuevamente. Kara volvió feliz a su hogar narrando las buenas nuevas a sus padres, quienes emocionados abrazaron a su

hija

agradecidos de su valor y bondad.

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EL RAPTO DE LERUÁN

La vida transcurría normalmente en la vida de Kara. Todo era quietud y paz. Seguía frecuentando a sus buenos amigos, y conoció a otros, muy parecidos a los que tenía, bondadosos

y

llenos

de

cualidades

que

siempre

la

sorprendían, por lo que se sentía satisfecha y feliz de su vida. Su madre, la reina Lavinia se preocupaba personalmente de instruirla

tanto en

su educación pedagógica,

como

espiritual. Le mostraba como la humildad era la mejor virtud que un ser humano o celestial debía concebir. La paciencia, el amor, la caridad y el saber oír, eran el principio de la sabiduría. Cualidad que debía desarrollar a grado sumo, puesto que él día que ellos faltaran físicamente, Kara tendría que asumir como reina. Por lo tanto, debía seguir el ejemplo de su padre, qué jamás en los años que llevaba reinando practicó el mal, y su justicia era motivo de orgullo para todos los súbditos del imperio. A la vez le enseñó cómo usar los poderes que como nieta de la reina de las hadas le fue otorgada.

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Lavinia era una madre dulce, pero enérgica en cuánto a sus enseñanzas.

Pero Kara llevaba en su sangre los

principios heredados por dos seres de buen corazón, amaba todo lo que la rodeaba y en su corazón iba atesorando los preceptos que sus padres le inculcaban. Leruán, como rey y padre se sentía orgulloso de aquella hija que cada día se hacía más hermosa. Era un capullo que se habría esplendoroso y lleno de promesas. En esos momentos, Kara se encontraba sentada cómodamente al lado de la ventana, su mirada soñadora contemplaba arrobada el paisaje que se divisaba a lo lejos. Intempestivamente

algo

la

saca

de

su

ensoñación

sobresaltándola, ante la ventana, y casi pegado a su nariz apareció un elfo que volaba agitado asemejando el vuelo de un colibrí, hacía enérgicos gestos para que Kara abriera. Kara abrió --¿Qué sucede Lilo? – Estás muy asustado, ven, --dijo – Mientras tomaba el elfo entre sus manos, éstas se llenaron de lucecitas tan diminutas que parecían polvos de estrellas. Abrió la mano y el elfo se sentó en ella. - Cuéntame Lilo, ¿Qué te pasa? ¿Ha sucedido algo a las pequeñas hadas o a tus amigos?

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No, --replicó con una voz cantarina. Nada les ha sucedido a mis amigos, es, -- Titubeo -- A tu padre, lo han atrapado. - ¿Lo han atrapado, a mi padre, quién, dónde? - Las brujas del bosque tenebroso. -

¡No puede ser!, Las brujas del bosque tenebroso no

pueden traspasar sus límites. Han infligido una ley muy poderosa. - Lo saben Kara, es por eso que me han enviado a buscarte, Las hadas te esperan para el gran consejo, se reunirán todos, los faunos, las hadas, los elfos, los magos y nuestros amigos los unicornios, también fueron invitados el rey Lira

y el Pájaro Sinfonía y por supuesto Minohen el

dragón. Hay que salvar a tu padre, Kara.

- Sí, sí, hay que salvar a mi padre. Esto debe ser obra de Coralia, avisaré a mi madre y nos iremos de inmediato. Lavinia palideció con la noticia, temía

por Leruán.

Decididamente salieron juntas, hasta el palacio de la reina de las hadas. Todos estaban ya reunidos.

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Nerea, la reina de las hadas se presentó y comenzó el consejo. -

¡Amigos míos! – Comenzó la reina –Nos hemos

reunidos para resolver algunos graves problemas que nos aquejan. Como todos saben, hace cientos de años atrás Liriadna, la madre y reina más antigua y poderosa de las hadas, junto a todos sus súbditos, combatieron a las brujas y hechiceros que perturbaban la paz.

Todos ellos fueron

desterrados en los bosques tenebrosos, poniendo un cerco que era imposible ser traspasado. Por lo tanto, hemos de imaginar que han logrado encontrar

algún conjuro para

romper ese cerco. El rey Leruán ha sido raptado y debemos rescatarlo. Esto es sumamente peligroso, por lo que debemos averiguar qué es lo que traman. Para eso los he convocado a todos, usen sus poderes y descubran la clase de magia que han usado y cuál es la forma de combatirlas, debemos neutralizar esos poderes. A la caída del sol, los espero nuevamente. Usen todo su poder, unidos, venceremos. Una aclamación de apoyo se levantó de todas las gargantas. Se dispersaron rápidamente y comenzaron a trabajar.

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Nerea, Lavinia y Kara se quedaron en palacio. Fueron hasta la biblioteca donde se encontraba el gran libro de la magia. Debemos investigar si Liriadna dejó algún escrito con la fórmula de un hechizo para contrarrestar a las brujas si rompían el cerco. Estudiaron atentamente cada hoja del libro. Ya estaban desesperanzadas, cuando un fuerte viento surgió de la última hoja que estaban viendo. Un polvo azulado subió en espiral. Cuando se desvaneció, apareció una bellísima mujer vestida con una túnica que parecía hecho con

las

gasas del cielo, su cabello era como los rayos del sol, y su piel era tan blanca como las nubes. Era Liriadna, la más antigua de las reinas, la cual pertenecía hoy al paraíso de las hadas. Las tres se inclinaron reverenciosas, saludando a tan preciada dama. - Hijas mías, -- Habló Liriadna – Si estoy con ustedes, es porque ha sucedido algo muy grave. Se ha roto el cerco de los bosques tenebrosos. - Sí, mi reina – Contestó Nerea – Queremos saber, como podemos atrapar a las brujas y salvar a Leruán el rey del Portal de las hadas. -

Existe una forma, es, sin embargo, muy arriesgada.

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-

Dinos cual es, amada reina - En el lago susurrante, en el fondo de sus aguas, hay

una caja de cristal, dentro de ella está mi corazón, está transformado en un rubí. Éste contiene mis poderes, deben sacarlo y llevarlo hasta el centro de los bosques tenebrosos, cuando las brujas se reúnan en su tradicional aquelarre para hacer el conjuro final, deben abrirlo, justo en el momento preciso cuando la luna las cubra con sus rayos. Pero el lago está custodiado por un enorme pez, que tratará de devorar a quién se acerque. El bosque lo protege un dragón de dos cabezas. Existe a su vez un laberinto que no tiene salida, deben cuidarse de entrar en él o jamás podrán salir. Por aire, en cambio no existe peligro alguno, aparte de ser descubierto por los hechiceros. La figura fue difuminándose poco a poco hasta desaparecer completamente. El libro se cerró de golpe. Las tres mujeres se quedaron pensativas, ¿Cómo harían para sacar la caja de cristal? - ¡Tengo una idea! – Gritó Kara. - Dinos ¿Cuál es? – Preguntó Nerea. - El pez no podrá atacar a nadie si no lo ve. - Es cierto –dijeron su madre y su abuela – ¿Pero cómo haremos para que no vea a quién irá a rescatar la caja?

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-

Pediremos a alguien que

cree un hechizo de

invisibilidad. - Lo hablaremos esta noche en el consejo. Espero que alguien tenga esa antigua fórmula. Así se hizo. De pronto, un anciano mago se acercó. - Tengo un regalo para ti Kara. - ¿Para mí? -

Un día me socorriste cuando estaba muriendo

congelado, hoy, yo te regalo esta pluma de cisne dorado, ella te volverá invisible. - ¿Pero cómo? Es, una pluma muy pequeña. - Colócala sobre tu cabeza – Dijo el mago. Kara se la puso y un traje de plumas doradas la fue cubriendo, parecía un cisne dorado. El anciano sonrió. -

Ve, sumérgete en las aguas completamente. Kara se sumergió en las aguas y se levantó, no se veía

en absoluto. -

¿Lo ven? Al mojarse se vuelve totalmente invisible,

Kara, saca la pluma de tu cabeza.

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Kara tiró de la pluma que se le había adherido como si fuera parte de sus cabellos. De inmediato se volvió totalmente visible. - ¡Es maravilloso! Gracias. Solo nos falta saber cómo entrar a los bosques tenebrosos, sin que nos vea el dragón de dos cabezas. La pluma solo da resultado en el agua. - Yo, te acompañaré -- dijo la reina de las nieves – Era un hada que tenía un reino blanco y su poder era grande, ya que podía congelar cualquier cosa que quisiera. Si bien no puedo hacer que no nos vean puedo destruir al dragón. - Bien – habló Nerea – Solo nos falta saber, cómo evitar el laberinto. El Pájaro Sinfonía no nos puede ayudar esta vez, pues es muy grande y lo verían. - Nosotros podemos ayudar, -- Dijeron los elfos, somos pequeños y volamos. Primero buscaremos el laberinto y luego los guiaremos por el camino seguro. - Yo, iré –exclamó Kara – Debo ir en busca de mi padre. Lo sometieron a votación. Ganó Kara. Fueron hasta el lago susurrante, era un paraje deslumbrante, rodeado de variadas

especie de flores

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silvestres, la variedad de fauna daba la sensación de que desde ahí, comenzaba la creación. Pero sobre sus aguas se veía un monstruoso pez, de afilados dientes y aletas espinosas. Nadaba a gran velocidad rodeando el lago. Las hadas lo distrajeron del otro lado, mientras Kara se colocaba la pluma de cisne dorado sobre su cabeza. De inmediato quedó convertida en un hermoso cisne dorado. Cuando el pez pasaba por su lado, esperó unos segundos y se metió en las profundidades del lago. Nadó hasta el centro mismo y bajó hasta encontrar la caja de cristal. La tomó entre sus manos y ascendió rápidamente, ya estaba por salir cuando pasó casi rozando su cabeza el enorme pez, espero que pasara, -- Ya casi no tenía aire. Y salió precipitadamente del lago. Ya afuera, se quitó la pluma, tomó la caja y se unió a las demás. Repentinamente se oyó, como una explosión en el lago, miraron hacia allí, el gran pez desapareció en el aire. Con la caja en sus manos esperaron hasta la noche para dirigirse hasta el bosque tenebroso.

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Cuando las sombras llegaron, ya estaban a la entrada del bosque. Los elfos alumbraban el camino con sus polvillos de luz. Ya estaban muy lejos, cuando vieron aparecer una enorme sombra amenazante. Era el dragón de dos cabezas que olfateó su presencia. El dragón se irguió en toda su altura dominando el espacio las cabezas se movían en todas direcciones buscando

a

los

intrusos,

sus

fauces

se

abrían

desmesuradamente y sus ojos relucientes parecían ascuas encendidas, como no lograba verlos comenzó a lanzar grandes llamaradas en todas direcciones. Pero la Reina de las Nieves congelaba el fuego. - ¡Kara, distráelo!, Has que vaya hacia ti, -- Dijo la Reina de las Nieves – Pero ten mucho cuidado. Kara empezó a gritarle y a llamar su atención. fuerzas.

¡Ven aquí!, Dragón bobo, -- Gritó con todas sus El dragón lanzaba sus dos cabezas tratando de

atraparla en sus fauces. Kara corría

en zigzag como una

gacela. La Reina de las Nieves, se escondió hasta que logró quedar atrás del dragón, entonces lanzó un fuerte rayo de hielo que dio de lleno en éste quedando totalmente

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congelado. Kara y la reina se acercaron, tomando entre sus manos grandes pedazos de piedras, comenzaron a golpear al petrificado dragón los otros se le adhirieron

logrando que

éste se rompiera cual cristal. Suspiraron aliviadas, el primer peligro fue sorteado satisfactoriamente. Siguieron su camino guiadas por los elfos, después de un rato se detuvieron a descansar unos momentos, mientras estos

fueron a merodear para conocer donde estaba el

laberinto. Esperaron casi una hora, cuando los elfos llegaron. - ¡Es por acá Kara!, -- Dijeron – Están a unos pasos de la entrada, debemos dividirnos por ese camino. Así lo hicieron, sigilosamente caminaron hasta llegar a un claro. No se veía a nadie. Kara

miró la luna, todo estaba bien, esperaron

escondidos atrás de los árboles. Kara apretaba la caja de cristal en sus manos rogando a Dios que todo saliera bien, la vida de su padre estaba en juego. Oyeron ruidos, miraron discretamente. Las brujas y los hechiceros estaban reuniéndose. Habían entre ellos creado un circulo, con las manos entrelazadas hicieron algunos movimientos que al terminar, se lograba divisar un extraño

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pentagrama, al centro del mismo, atado a un

poste se

encontraba Leruán. - ¡Es mi padre! – Gritó ahogadamente. - ¡Ssshit! – Silencio – Dijo la Reina de las Nieves – O nos descubrirán. Kara miró la luna y él círculo de brujas. Aún los rayos de luna no llegaban a ellas. Se les oía murmurar, elevaban cánticos extraños y se movían como en trance. La joven estaba impaciente. La luna comenzaba a alumbrar con sus rayos el círculo, faltaban solo unos segundos para la hora señalada. De pronto una de las brujas dijo: - ¡Nos están observando! Todos voltearon a mirar en todas direcciones, tratando de encontrar a los intrusos. En eso la luna alumbró con sus rayos de plata al círculo. Las brujas se reunieron rápidamente conjurando la energía y poder de la luna. Un cono de sombra empezó a observarse. Kara, viendo el momento propicio corrió con la caja hasta donde estaban las brujas, la abrió rápidamente y la dejó

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en el centro mismo del círculo quedando atrapada por las brujas y los hechiceros. Leruán, gritó angustiado al ver a su hija ahí. Pero cuando la iban a apresar, del corazón de la caja se levantó una gran llamarada y unas bolas de fuego que cambiaron transformándose en lenguas, se dividieron y fueron a incrustarse fieramente en el corazón de los malvados hechiceros y brujas presente. Uno a uno

se desplomaron

como muñecos al suelo. Un gran destello rojo alumbró la noche en lo que parecía un gran incendio. Quedaron enceguecidos un buen rato hasta que todo quedó en absoluto silencio y quietud. Asombrados miraron a su alrededor. Todo había cambiado. No quedaba ni rastro de las sombras tenebrosas ni de las brujas ni los hechiceros. El bosque había florecido, y parecía uno más de aquellas selectas tierras. La maldad se había esfumado. Se abrazaron con gran alegría. Leruán agradeció a todos. No podía más de orgullo por su valerosa hija.

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Su esposa y sus amigos salieron a su encuentro. Unidos lograron salvar una vez más la paz, la armonía de aquel maravilloso imperio que era el “Portal de las Hadas”. EL DESCUBRIMIENTO DE LERUÁN

Kara

y

su

madre,

se

encontraban

conversando

animadamente, recordando los sucesos recién acaecidos. Si no hubiera llegado la madre de las hadas, para salvarme, no hubiera podido ganarle. Mis poderes, son aún muy recientes y un tanto desconocidos para mí, madre – Comentaba Kara. - Lo sé, mi pequeña, -- Repuso Lavinia – Es por eso, que jamás estás tú sola, mi madre, las hadas de los bosques y yo estaremos siempre a tu lado para protegerte. Cuando cumplas dieciocho años, recién serás un hada con plenos poderes. Todo esto se platicaba confiadamente, creyéndose solas. Pero Leruán, quiso sorprenderlas haciéndoles una visita sorpresiva. Oyó como Lavinia hablaba de su madre, como la reina de las hadas. Su hija,

lo era asimismo. Si eso era así,

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significaba que –su esposa, del mismo modo, lo era. Pero, ¿cómo es que él ignoraba estas cosas? – Su esposa tenía un secreto. Leruán se contristó, ¿cuántas cosas ignoraba de ella? Amaba a su esposa, dolía profundamente conocer que ella no era totalmente suya, ¿cómo podría serlo, si no confiaba en él?, Volvió sobre sus pasos lentamente. De pronto se sintió solo, cansado, como si sus fuerzas lo hubieran abandonado. Se dirigió hasta las caballerizas, pidió su mejor caballo saliendo a todo galope hacia los bosques. Necesitaba sentir el aire fresco en su rostro. Instantes después buscó un claro donde poder descansar y meditar sobre todo lo que había oído. El rey era un hombre fuerte, justo, ganador de muchas batallas, pero ahora lloraba como un niño desesperado. Se sentía engañado. Muchas preguntas surgieron en su mente. Si su esposa era un hada, significaba que ella era inmortal, o casi, pues según tenía entendido, éstas vivían cientos de años, luego se transformaban en algo más etéreo y se iban al “paraíso de las hadas”. Era él entonces ¿algo transitorio en su vida? – Se preguntó desolado.

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- ¡No!, Querido Leruán. Sufres por algo que desconoces. Leruán se sobresaltó. Ante él se encontraba una bellísima dama.- No la sintió llegar- ¿Quién eres? – Preguntó – ¿Por qué me hablas, como si me conocieras o leyeras mis pensamientos? - Soy, la reina de las hadas. La madre de tu esposa, abuela de tu hija. Soy la que puede darte las respuestas a tus sufrimientos. - ¿Qué puede decirme, que consuele mi dolor? He sido engañado. Creí que conocía a la mujer que es mi esposa y reina de este reino que amo tanto como a ella. - ¡Ah! Leruán, grande es tu decepción, pero déjame contarte una historia. Quizá, así comprendas, lo que hoy te lastima. - ¿Qué historia es esa señora? -

Hace muchos años, en el Portal de las Hadas, vivía

una princesa, la más bella dulce y amada por el reino de las hadas. Era la protectora y cuidadora del Portal. Un día, en que hacía su paseo habitual por los alrededores, vio un gallardo joven, era muy apuesto. De inmediato quedó prendada de él. No se dejó ver. Durante los días siguientes se convirtió en su guardiana personal.

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Lo seguía a todas partes. Su amor fue creciendo sin que pudiera evitarlo, así fue que sin oír la voz de la razón, oyendo solo a su corazón, se hizo la encontradiza con el joven. ¿Recuerdas Leruán? Aquél día la encontraste perdida en el bosque, cuando cabalgabas por allí. Su amor fue como imán para ti, ya que la viste

y te enamoraste de ella. Amor a

primera vista. En los días sucesivos, se vieron a diario, ¿has pensado, que estabas tan prendado de ella, que ni siquiera te interesó saber de dónde venía? Ni tú averiguaste, ni ella te contó. Solo existían los dos, en ese universo por ustedes creado. Un día le pediste que fuera tu esposa y ella aceptó. Solo que, un calvario comenzó para ella. No podía casarse contigo. Las hadas no se casan con mortales. Es una ley dentro de nuestro reino. Desafiando todas nuestras leyes, me pidió que yo le permitiera

ser tu esposa. Estaba dispuesta a todo para

conseguirlo. Grande fue su sufrimiento, ya que una cerrada oposición, frustraba aquél amor. Rogó, lloró, imploró por aquél amor. Como su inmortalidad estaba en juego, sus hermanas las hadas, no querían perderla. Lavinia a cambio de su amor pidió al consejo ser mortal para poder vivir el

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mismo tiempo que tú. Soy madre antes que reina, me conmovió ese amor. Conocía que no era algo pasajero. La eternidad era demasiado tiempo para tanto sufrimiento. Así fue que tomé una decisión,

convoqué al consejo

de las

hadas, expuse su caso y dejé que decidieran. Durante muchos días se discutió sobre cuál era la mejor forma de aplicar la ley, se leyeron antiguos manuscritos, tratando de encontrar algo que favoreciera a Lavinia, quién era muy amada por todos los del reino. Fue en esos terribles días que apareció Coralia, su prima. Vino de visita, encontrándose con todo el caos reinante. Desgraciadamente era una mujer envidiosa, mezquina, y odiaba a su prima desde siempre, así que empezó a conspirar por aquí y por allá, para destruir a Lavinia. Un día decidió conocerte, con la mala fortuna de caer rendidamente enamorada. Te buscó de mil formas, pero amabas a Lavinia, Coralia no tuvo oportunidad alguna. Por lo que despechada trabajó con más ahínco en contra de su prima.

No logró su propósito, ya que el consejo decidió

aceptar lo que Lavinia pedía. Sería una mortal más y podría casarse contigo.

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Recibió la bendición de todos y fue a tu encuentro para toda la vida. Coralia furiosa, juró vengarse. Durante muchos años los peligros te acecharon. Pero siempre saliste bien librado, gracias a Lavinia y luego a Kara. Ellas son tu mayor bendición. Muchas veces han salvado tu vida, sin que tuvieras conocimiento alguno de ello. Luego de conseguir ser una mortal más y casarse, decidió hacer que sus vidas fueran totalmente normales, como todos los demás. Fue por eso que conservó su secreto. Kara conoce este secreto desde hace muy poco tiempo. Ya que fue ella quien debió enfrentar a Coralia. Es una buena hija, digna de sus padres. He aquí, Leruán, la historia de tu esposa, ¿crees de verdad, que ha sido tan grande su pecado? O es la muestra de amor mayor que se pueda entregar a otro ser humano. ¡Tú! Decides Leruán. Éste, oía atentamente la historia que su suegra le contaba. Se maravillaba de un amor tan grande. ¿Realmente era él, el depositario de ese amor?

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Unas lágrimas rodaban por sus mejillas. Pero ahora eran de felicidad. - Madre, ¿Puedo llamarla así? Nerea respondió, con una sonrisa. - Gracias madre, no sé cómo responder a tu bondad. Gracias por contármelo todo. Ahora puedo ver, tantas cosas. Amo a mi esposa. Pero ahora, además, la admiro por su valor y coraje. No habrá fuerza humana o maligna que pueda romper esta unión. - Me alegro que seas inteligente. Ella supo elegir muy bien a quién amar. - ¿Puedo, hacerte una última petición, madre? –Dijo con respeto y ternura, ya amaba a esa mujer, la madre de su esposa. - ¿Cuál es esa petición? – Preguntó sonriendo. - Ella es feliz con su secreto, si sabe que yo conozco ese secreto, vivirá atormentada pensando que yo sufro por el sacrificio realizado. Ahora que lo sé todo, me considero indigno de tanto amor. Viviré para hacerla feliz. - Sabia decisión hijo mío, no esperaba menos de ti. Yo cuidaré de ustedes. Les deseo que el amor y la paz imperen siempre en vuestros corazones.

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-

Así será madre, lo prometo. Ahora debo volver o se

inquietarán por mi ausencia. - Ve, hijo, ve al encuentro de tu amor. Leruán, montó su caballo y regresó a todo galope, feliz de saber que era tan amado. Nerea lo vio marchar emocionada, complacida de ese rey generoso y gentil, su misión estaba cumplida. Leruán llegó a palacio. Lavinia se veía inquieta. - ¿Dónde andabas esposo mío?, Mi preocupación fue muy grande al no encontrarte. Solo salí a dar un paseo, sentía mucho calor y decidí galopar a campo libre, para que el viento me refrescara, -Contestó radiante. Luego agregó, mirándola arrobado. - ¿Cuánto tiempo hace, que no te digo cuanto te amo? - Pues, yo diría que, unas cinco horas y unos cuantos minutos. - ¿Es verdad eso? – Es demasiado tiempo, reina mía. Te amo, más que la vida misma. No dejes que pase tanto tiempo sin repetírtelo por favor. Lavinia reía coquetuela. Abrazados entraron a palacio. Kara salió a su encuentro.

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- Padre, has preocupado mucho a mamá. - Perdonadme ambas, prometo que jamás me alejaré de ustedes por tantas horas. Kara los miraba extasiada. ¡Cómo se amaban sus padres! Ojalá ella algún día, pueda hallar a una persona que la ame de la misma forma, que su padre amaba a su madre. No pedía nada más. Pues todo lo que deseaba, ya lo tenía. Era la persona más feliz de este mundo.

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EL BAUTISMO DE KARA

El

reino de las hadas estaba de fiesta. Una total

actividad se hacía notar por todas partes. Llegaban invitados de todos los lugares del reino y sus alrededores, inclusive de reinos lejanos Se celebraba un gran acontecimiento. Hacía más de doscientos años que no ocurría algo semejante. Todo estaba engalanado. Por los rincones bullía la algarabía. El palacio de la reina, se revestía íntegro de flores, guirnaldas y luces, dándole gran colorido y belleza. ¿Qué era lo que se celebraba con tanto revuelo? Kara cumplía dieciocho años. Era ya una esplendorosa joven. Orgullo de cada uno de los que la amaban, que eran todos, porque la joven supo ganarse el amor y el respeto de aquellos que la conocían. Incluso su fama cruzó las fronteras del imperio.

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Ahora se encontraban ahí, se reunían para conocer a la princesa de las hadas, futura reina del Portal. Nerea

preparaba,

con

gran

dedicación

éste

acontecimiento tan esperado. Kara

sería bautizada como princesa de las hadas,

siéndole otorgado derechos y poderes, que por merecimiento propio había ganado. Era el gran día. Hadas, duendes, ninfas de todos los reinos, acudían a presentar sus respetos. Cada uno de los habitantes del Portal de las Hadas se encontraba en el lugar. En especial sus grandes amigos. El rey Lira y el Pájaro Sinfonía quienes traían una delegación para presentar sus mejores conciertos. Los unicornios, con Rayo de Luna a la cabeza, venían a entregar sus ofrendas a tan encantadora amiga. Minohen, no quiso faltar. Los elfos y la reina de las nieves, se encontraban también. Nadie faltó a la cita. Nadie, ni siquiera su padre, pues Nerea

preparó

una

estratagema

para

que

nadie

lo

reconociera, se había ganado el derecho de estar ahí. Solo faltaba la persona más importante de la fiesta, -Kara.

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La princesa se encontraba muy nerviosa en esos momentos. Se preparaba frente al espejo de su abuela. Su madre, miraba el espejo, éste mostraba una jovencita íntegra moralmente, Su madre la tranquilizaba.

- Serénate querida, todo está bien. Incluso tu padre debió viajar

al

reino

vecino,

así

es

que

podemos

salir

absolutamente tranquilas. - Lo sé madre, me hubiera encantado que estuviera ahí conmigo, en el día más importante de mi vida, -- Dijo con tristeza. -

Pero, sabes que

eso es imposible. Se sentiría

defraudado si conociera la verdad. - Es verdad, Bueno ya estoy lista, debemos marcharnos. Lavinia miraba a su hija emocionada, se sentía orgullosa de ella. Era una buena hija. La educó bajo los mejores preceptos morales, ahora obtenía los frutos Se acercó a su hija y la abrazó. - Mi niña amada, en nombre de tu padre y el mío recibe esta bendición,

has sido una excelente hija y mereces lo

mejor. Como aún conservo algún poder, quiero darte algo. - ¿Qué es madre?

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De una cajita pequeña

sacó un camafeo. La puso

alrededor de su cuello. -

Este camafeo es especial, nunca deberás perderlo.

Esto contiene mi retrato y el de tu padre. Cuando nos marchemos de este mundo, te mostrará lo que desees ver, ningún secreto te será desconocido, y si quieres vernos, solo ábrelo y estaremos contigo para consolar tu angustia. ¡Siempre estaremos contigo! -

Gracias madre, será mi tesoro, del que no me

desprenderé jamás. - Bien, vamos, nos esperan. Un carruaje las esperaba. Las dos estaban radiantes de belleza. Kara llevaba un vestido, regalo de su abuela. Era rosado y parecía que todas las estrellas del cielo estaban posadas en él. En su garganta lucía el regalo de su madre. En sus cabellos dorados, brillaba una tiara de diamantes. Lavinia, lucía un vestido de tul, de varias capas, hilos de oro formaban pequeños soles, un delicado collar de perlas adornaba su garganta. Una diadema de brillantes, hacía relucir sus cabellos, semejantes a los de su hija Subieron al carruaje, nerviosas y felices.

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Un coro de voces celestiales las recibió al llegar. Eran sus amigos del país de la sinfonía. Reverentemente les abrieron paso. A la entrada de palacio, la esperaba Nerea, la reina del Portal de las Hadas, su abuela. Como la primera vez que la conociera. Estaba deslumbrante. Bienvenida, princesa, -- Saludó su abuela – Te

-

esperábamos. Aquí estoy, reina mía, -- Luego agregó – Aquí estoy,

abuela. -

Este es un día muy especial, hoy serás parte de

nuestro reino. Si bien vivirás como hija de Leruán, hasta el final de sus días, vendrás luego a ocupar el lugar que te corresponde. - Gracias abuela, por concederme ese favor. - Es lo menos que puedo hacer, por un buen hombre, esposo y padre. - Ahora comencemos la ceremonia. Dos hadas ricamente vestidas, se acercaron a Kara. - Ven, con nosotras, -- Señalaron – Debemos prepararte. Kara las siguió hasta un salón al interior del palacio. Las hadas, la ubicaron en el centro del salón. Una de las hadas acercó un vaso, entregándoselo.

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- Bebe el néctar de las hadas, ella purificará tu cuerpo. Kara bebió, su cuerpo pareció llenarse de una dulce energía. La otra hada, le acercó un perfume. Rocía este perfume sobre tu cuerpo, es la esencia de la vida de los bosques. Kara hizo lo que le pidieron. Roció su cuerpo con el perfume de la vida. De inmediato sintió la fuerza que el bosque transmitía, oía la voz de los bosques saludándola. - Ahora debes venir con nosotras princesa. Debes recibir los dones de la reina de las hadas. Fueron hasta donde se encontraba el trono que ocupaba su abuela. - Acércate, -- Le dijo – Ven a recibir el bautismo de las hadas. Kara, se acercó hasta

el

centro que su abuela le

indicaba. Prestamente fue rodeada por una decena de hadas, y la reina misma. De su garganta, brotaron cánticos maravillosos que hablaban de mundos extraordinarios dentro del alma misma. Unieron sus manos y elevándolas hacia lo alto, clamaron:

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“Madre de las Hadas, la eterna y sabia, ven a nuestro encuentro, recibe a tus hijas, las Hadas del Portal”. Un rayo de luz, bañó a las hadas, parecía que millones de luciérnagas jugueteaban a su alrededor. Una figura comenzó a aparecer. Gravitando, sobre sus cabezas, Liriadna, la madre de las hadas, hizo acto de presencia, su larga cabellera de hilos dorados, despedían destellos, como los rayos solares. Sus vestidos, blanco como la nieve, atraían los colores del universo, titilaban miles de luces, de diferentes colores, iban y venían hacia ella. Era un acontecimiento único, jamás visto por ojos humanos. Liriadna, extendió su mano hacia Kara. Ésta la tomó reverenciosamente, al instante, sintió que sus pies se despegaban de la tierra, dándole una sensación de libertad y plenitud. Sintió la fuerza de la naturaleza. Ascendió lentamente hasta quedar frente a Liriadna. - Ven, Kara –Dijo Liriadna – Ven hasta el trono de tu madre y madre de las hadas, alcanza el manantial de la vida. El te dará, el bautismo de la vida por siglos. Has sido escogida, por tus principios, el amor que has demostrado por los súbditos

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de tu reino y de todos aquellos que necesitan de ti. Eres una buena hija. Has superado cada prueba, con la dignidad, bondad y sacrificio de una verdadera princesa. Es por eso, que te has ganado el derecho de ascender al trono de las hadas, para recibir tu bautismo. Tomándola de las manos la elevó con destino a lo alto, Ve, Kara, Ve, -- La indujo mientras soltaba sus manos. Las hadas, entonaban melodías, que traspasaban

el

alma y hacían vibrar de emoción a aquellos que se encontraban en el lugar. Leruán no podía contener su emoción, agradecía a su suegra el poder asistir a tan magno evento, estando cerca de su hija en el momento más importante de su vida. Kara, con la ayuda de Liriadna y de las hadas, que unidas sus manos, creaban una fuerza desconocida que la elevaba más y más alto. Hasta que cruzó el umbral de algún espacio para ella desconocido. Sus ojos, se llenaron de cosas maravillosas, su alma recibió lo que jamás pudo siquiera imaginar. Pero, por desgracia, debemos dejar que Kara viva sola esos momentos.

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Jamás sabremos que vio, o que sintió. Solo sabemos que fue bautizada bajo el honor y código de las hadas. Durante unos cuantos minutos nada se movió, ni siquiera una hoja de los árboles. Todos estaban expectantes, esperando por Kara. Repentinamente el umbral se abre, dando paso a Kara, que descendía bañada de polvo de estrellas. Su rostro resplandecía como si se hubiera bañado en rayos de sol. Bajaba lentamente, sus cabellos eran diferentes, ahora rodeaba su cintura cayendo en suaves ondas, dándole un toque casi mágico, su color dorado habíase intensificado de tal forma que brillaba como un aura celestial. Kara, era ahora un hada, plena de poder. Llegó hasta la reina, su abuela, se inclinó y besó sus manos. -

Reina amada, ¡gracias! Hoy he visto la magnitud del

universo y de aquél que la creó. Trataré de ser digna nieta, de tan admirable abuela. Nerea miraba emocionada, y deleitada a su nieta. - Ya eres una de nosotras, por lo tanto tus deberes serán mayores, usa tu poder con sabiduría. Sé que así será, porque has visto la bondad misma de aquel lugar ¿Verdad?

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- Sí, abuela, -- Respondió aún emocionada. Ahora,

siéntate

a mi lado y recibe los obsequios y

saludos de tus amigos. Minohen, fue el primero en acercarse. - Princesa, -- Dijo – Te saludo en este gran día. Es para mí un privilegio contarme entre tus amigos, mi obsequio es esta esfera, en ellas podrás ver el bien y el mal de los que te rodean y si acecha algún peligro la esfera se tornará roja. - Gracias, sabio Minohen, la usaré con sabiduría. Minohen, se inclinó y se fue a reunir con los demás. Rayo de Luna, se acercó. De su cuerno, brotó un rayo, apareciendo un anillo de oro grabado. - Te saludo, Kara princesa del portal, mi amiga. Yo te obsequio este anillo, te dará al usarlo, el don de leer la mente de todos los animales, aves y podrás percibir los sentimientos de todo aquello que tenga vida. Ellos te hablarán del génesis del conocimiento, la perpetuidad de la vida y sus misterios. -

Rayo de Luna, agradezco este obsequio tan valioso,

pondré todo mi amor para usarlo con criterio, así podré entender mejor a los seres vivientes. Rayo de Luna, cedió el paso al rey Lira.

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- Mi obsequio, es esta lira, te dará el conocimiento de la música que existe en el universo, oirás el

cántico de los

ángeles cuando alaban a Dios, y el fondo marino te entregará sinfonías

que hablaran

de un mundo desconocido pero

perfecto. - Me maravilla tu obsequio, Rey Lira, conoces de mi amor por la música, es, un tesoro para mí, gracias. Uno a uno, fueron entregando sus parabienes

y sus

dádivas. Todos otorgaron algún don especial a Kara. Llegó el turno a un tímido arlequín. Sorprendida, Kara miró a su abuela. - Es un amigo, muy especial, perdona mi atrevimiento por invitarlo, pero deseaba que estuviera aquí. - Tus amigos, son mis amigos abuela. El arlequín se acercó, y poniendo una rodilla en tierra se inclinó ante la joven, una dulce sonrisa curvaba sus labios. - Hermosa princesa, -- Dijo emocionado – Es un honor, haber sido invitado. Mi regalo es muy pequeño comparado a los que has recibido, pero te dará, lo que no puede darte otro. Sacando una flor de su pecho, exactamente, una rosa, se la dio.

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- Esta rosa, princesa, te otorgará la verdad. El día que tu padre muera ponla sobre su tumba, conocerás de su amor y sacrificios. Verás la revelación de un secreto, que te llenará de paz y amor, secreto que desea que tú conozcas. Te saludo princesa, en el nombre de tu padre. Ya que yo soy un extraño en este lugar. Kara, miró emocionada. El arlequín le daba el regalo más hermoso para ella. Algo en él le causaba gran ternura. Bajó del trono y se acercó a él, dándole un beso en la mejilla. - Este beso, es como si se lo diera a mi padre, -- Confesó – Has venido en su nombre, en su nombre y el mío, recibe este gesto de afecto y gratitud. El arlequín, se inclinó en un mudo y emocionado gesto de despedida. Kara volvió a su lugar. Siguió recibiendo a todos. Después comenzaron los festejos. Fue una

fiesta

esplendorosa, que no se borraría jamás del corazón de los asistentes, sería recordada por siglos, en los anales históricos del Portal de las Hadas. Al amanecer, retornaron felices a su hogar, en el cual tenían muchas cosas para contar.

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EPILOGO

Pasaron los años. Kara se transformó en una hermosa mujer. Hasta ahora su vida transcurría con tranquilidad, la maldad había sido erradicada del

condado. No obstante

siempre estaba atenta a todo lo que allí pasaba. Sus súbditos se sentían protegidos,

y no dudaban en acudir a ella, en

busca de ayuda. Con sabiduría, y el estímulo de sus mejores amigos, ejercía sus labores. El reino estaba satisfecho y orgulloso de tener tan preciada princesa. Pero llego también el día, en que el dolor traspasó su corazón. La muerte de su madre apagó por mucho tiempo la sonrisa de su rostro. De inmediato su padre, también la abandonó, no pudo soportar vivir sin su presencia. Pronto fue en pos de su amada reina. Como lo prometiera, ese día plantó en la fosa de su padre

la rosa que le obsequiara el Arlequín. Fascinada,

conoció el secreto de su padre, todo le fue mostrado. Las

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imágenes que Nerea le revelara, el pacto de su abuela, se sucedían unas a otras. La decisión de callar, para que su amada Lavinia no sufra, el dar un paso al lado cada vez que sucedía algo en su reino y ellas necesitaban estar ausente, y por último, conoció al misterioso Arlequín. Lágrimas de emoción, rodaron por sus mejillas, al conocer tan gran amor, su abuela estaba acompañándola. Para la reina de las hadas

junta a

ella,

también era

difícil, un dolor desconocido traspasaba su alma, ella también perdía por primera vez a un ser amado. Pero tenían la satisfacción, de saber, que solo siguieron el camino por ellos elegido. De alguna forma, estarían siempre con ellas. Kara tal como lo prometiera, fue a reunirse

con las

hadas sus hermanas, fue acogida con respeto, admiración y mucha alegría. Pero no abandonó su reino. Solo vivió compartiendo ambas tareas. Un día varios siglos después llegó a ser la reina del Portal. Y reinó con justicia y sabiduría, brindando todo su amor a aquél su feudo. El reino, de la reina de las madres. De su abuela y de su madre. Era su mundo de gloria, de belleza y magia. Era, “El Portal de Las Hadas”.

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ÍNDICE El pájaro sinfonía El portal de las hadas El secreto de la rosa El espejo maldito El gnomo y los unicornios El rapto de Leruan El descubrimiento de Leruan El bautismo de Kara Epílogo

11 20 30 42 51 59 72 81 93

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ADELINA BELMAR Ha participado en varios concursos siendo ganadora del 1° lugar en concurso del medio ambiente realizado por la municipalidad de Talcahuano en el año 2000, segundo lugar en narrativa en concurso comunal del A.M. en 2001, tercer lugar provincial en narrativa del mismo concurso ganando el primer lugar en el regional en el mismo concurso con el cuento “La Pintura”. Primer lugar comunal en poesía en el concurso regional fase comunal del A. M. en el 2001. Segundo lugar con el cuento “Madre tierra” en el 2002, municipalidad de Talcahuano, tercer lugar en cuento, “cuentos de volantines” realizado en biblioteca de Talcahuano, 2003 tercer lugar en “Cuentos de gatos” ,2003 Mención honrosa en el concurso del agro “Historias y cuentos campesinos” FUCOA en el 2004. Ha participado en distinta Antologías como “Letras de año” de Lidia Mancilla, “Kalfuray” Marcos Cabal” , Antología “Escritores de Zaguán” y antología “Entre Líneas” entre otras colaboraciones.

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Kara y el portal de las hadas Adelina Belmar

Se terminĂł de diseĂąar en el mes de mayo del 2017 En los talleres de Editorial Montecristo Cartonero

Tiraje segĂşn demanda

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EDITORIAL MONTECRISTO CARTONERO ESTÁ COMPROMETIDA CON EL DESARROLLO LIBRE DEL ESPÍRITU, LA CULTURA Y EL CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO COMO BALUARTES DE NUESTRA SOCIEDAD. CADA LIBRO PUBLICADO POR NUESTRA EDITORIAL ES EN SÍ UNA OBRA DE ARTE CUYO TRABAJO ES MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA SABIDURÍA.

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

1- EL ATAÚD

Juan Pablo Cifuentes

2- EL ÚLTIMO QU MUERA QUE APAGUE LA LUZ Juan Pablo Cifuentes

3- TERESA

Rosario Orrego

4- LOS PÁJAROS HUYERON DEL NIDO Los Señores Anónimos

5- DIARIO DEL PRIMER VIAJE Y OTRAS CARTAS Cristóbal Colón

6- TITIVILUS

Héctor Navarro Cabello

7- EL MAESTRO Y LAS MAGAS Alejandro Jodorowski

8- REVOLUCIÓN EN CHILE Sillie Utternut

9- TRISTÁN E ISOLDA Richard Wagner

10- WABI-SABI

Miriam Leiva Garrido

11- KARUKINKA

Relato de los selk´nam

12- CANTAR DE LOS CANTARES Salomón

13- CANTO A MI MISMO Walt Whitman

14- BICHO RARO

José Luis Escobar

15- EL EVANGELIO AMERICANO Francisco Bilbao

101


COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

16- BESTIA DAÑINA Marta Brunet

17- CANTO DEL MACHO CABRÍO Pablo de Rokha

18- EL CARTÓGRAFO: EL BARRIO DE LA GENTE MEDIANA Christian Gutiérrez

19- CLORODIAXEPÓXIDO Jorge Etcheverry

20- RELATOS DE INSANIA Daniela Páez Rueda

21- UNA NOCHE PINTADA EN LA ROCA Lila Calderón

22- SURCOS DE VENDAVAL Catalina Potocnjak

23- LA REINA DE RAPA NUI Pedro Prado

24- EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON F. Scott Fitzgerald

25- FUERA DE TIEMPO Lilian Elphick

26- DEL CUERPO DE TODAS Amanda Varín

27- MALDIGO EL PARAÍSO DE TU ABANDONO Margarita Bustos Castillo

28- EL FLAUTISTA DE HAMELIN Robert Browning

29- LOS LADRONES DE CADÁVERES Robert Louis Stevenson

30- BOLA DE SEBO

Guy de Maupassant

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

31- CIUDAD PROHIBIDA Claudia Vila Molina

32- LA FAMILIA VURDALAK

Aleksei Konstantínovich Tolstoi

33- EL EMISARIO SECRETO Jorge Calvo

34- MAL AGESTÁ MALA GESTA MAL GESTÁ Ingrid Escobar

35- HISTORIA DE UN MUERTO CONTADA POR EL MISMO Alejandro Dumas

36-MOSCA PULGA EN EL OÍDO Claudia Readi Silva

37- LA MUJER LOBA Frederick Marryat

38- POEMAS DE MEMORIA Juan Cameron

39- LOS CRÍMENES DE LA RUE MORGUE Edgar Allan Poe

40- TODAS ÍBAMOS A SER REINAS Gabriela Mistral

41- MONUMENTO AL MAR Vicente Huidobro

42- QUEDESHÍM QUEDESHÓT Gonzalo Rojas

43- PINTOR DE VIDRIOS ROTOS Carlos Leiton

44- EL REY RANA Hermanos Grimm

45- POEMAS BESTIALES Milko Cepeda Guerra

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

46- IMÁGENES ROTAS Teresa Calderón

47- MIRANDO AL SUR Alejandra Basualto

48- SOLO LO QUE ME GUSTA EXISTE Giovanni Astengo

49- EL PERRO VAGABUNDO Carlos Pezoa Vèliz

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¿Cómo encantar a las nuevas generaciones a través de la magia de un mundo que ha sido cultivado abusivamente a lo largo de los años? Una misión complicada teniendo en cuenta que las nuevas generaciones van abordando temáticas cada vez más distintas a las de antaño. Adelina Belmar es una narradora penquista que se adentra, dentro de la conquista de este espacio que se niega a caer en el olvido para introducirnos en el universo de las hadas.

Kara y el portal de las hadas es una obra honesta que muestra el traspaso entre el mundo de los humanos y el mundo mágico en el cual se apreciará la evolución de Kara, esta niña que poco a poco va sembrando su diario vivir.

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