1. MANUEL ZENO GANDIA EN LA NOVELISTICA PUERTORRIQUEÑA Antes de examinar la obra de Manuel Zeno Gandía, pasaremos a tratar sobre el movimiento literario al que perteneció, el naturalismo puertorriqueño, con sus principales novelistas y sus antecedentes en Europa y América. Respecto al naturalismo, este movimiento derivado del realismo surge en Francia a finales del siglo XIX como una reacción al sentimentalismo, la subjetividad y el regreso al campo del romanticismo. El naturalismo resulta más objetivo, con una atmósfera
predominantemente urbana.
Por lo general se
considera a Émile Zola (1840-1902) como el fundador del naturalismo francés, pero lo cierto es que sus teorías tuvieron antecedentes reconocidos en la filosofía positivista de Auguste Comte, las doctrinas deterministas de Hyppolyte Taine (crítico e historiador), Charles Darwin y Ernst Heinrich Haeckel. 1 Se le dio el nombre de “naturalismo” a este movimiento literario porque se proponía usar un método similar al de las ciencias naturales. Dicha técnica combina la observación minuciosa e impersonal, derivada del método experimental de Honoré de Balzac, Stendhal (Henri Beyle) y otros realistas. Otro de los principios más influyentes
Para más información véase Guillermo Ara, La novela naturalista hispanoamericana. Buenos Aires: EUDEBA, 1965, pp. 5-10; Cedomil Goic, Del Romanticismo al Modernismo. Vol. 2 de Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona: Crítica, 1988, pp. 270-278; Orlando Gómez-Gil, 1
es sus teorías es que los fenómenos psíquicos están sujetos a leyes inexorables como los hechos físicos, de manera que la novela debe tener un valor científico y social.
Para ello, Zola escogió arquetipos humanos como alcohólicos, locos,
enfermos, trabajadores, prostitutas. También constituían rasgos caracterizadores del naturalismo su gran pesimismo en cuanto al presente, pero optimismo en cuanto al futuro, su protesta y preocupación social. Por otro lado, el naturalismo hispanoamericano tiene antecedentes adicionales en escritores románticos como Manuel Payno, Cirilo Villaverde y José Victorino Lastarria – este último, autor de ¡Salvad las apariencias! (1884) -, debido en parte por el interés étnico “de las características y conflictos sociales, blancos, negros y mulatos o indios” (Goic, Romanticismo 278).
Entre los mayores
cultivadores de la novela naturalista hispanoamericana se encuentran Eugenio Cambaceres, Tomás Carrasquillo y Eduardo Acevedo Díaz. En cuanto al naturalismo en Puerto Rico, aunque no se aparta de Zola, recibe influencias de -entre otros autores– Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Maksim Gorki, Karl Marx, Lev Tolstoi y Fréderic Bastiat. Asimismo: […] se empapa el naturalismo boricua de las ideas realistas del ente humilde y olvidado, y en el cruce político del 98 (Guerra Hispanoamericana) empató esta preocupación obrerista, con el movimiento de los trabajadores del Partido Socialista […] (Rosa, Historia 1: 706). Historia crítica de la literatura hispanoamericana. New York: Holt, Rinehart & Winston, 1968, pp. 388-390.
La temática central de nuestro naturalismo, según José Luis González, constituye “los problemas sociales y políticos heredados del régimen español y los nuevos creados por el norteamericano” (González, Literatura 188-189).
El
“precursor ideológico” (Op cit 189) de tal movimiento literario es Luis Bonafoux (1855-1918) con Esbozos literarios (1894). Antes de pasar a mencionar algunos datos literarios de Zeno Gandía, señalaremos otros novelistas naturalistas puertorriqueños.2
Comencemos
con
Matías González García (1866-1938), quien fue, para Cesáreo Rosa-Nieves, “ El iniciador del naturalismo en Puerto Rico” (Rosa, Historia 707) con La primera cría (1892), y que publicaría Cosas (1893), El Escándalo (1894), Ernesto (1895), Carmela (1903) y Gestación (1904). Esta última es considerada por varios críticos como “una verdadera novela de tesis sociológica” (Gómez 71; Casanova 40; Rivera, Literatura 239) y la mejor de las novelas de González García (q. v. González 202). Dicha obra narra la organización de una cooperativa comunal de la caña contra la explotación de los colonos de la Central La Esmeralda mediante Véase, p. ej., Olga Casanova Sánchez “La novela puertorriqueña contemporánea”. Diss. The City Univerity of New York, 1977, pp. 71-73; Carmen Gómez Tejera, La novela en Puerto Rico. Río Piedras: Universitaria, 1947, pp. 71, 87-88; José Luis González, Literatura y sociedad en Puerto Rico. México: FCE, 1976, pp. 189-207; Josefina Rivera de Alvarez. Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo. Madrid: Partenón, 1983, pp. 241-248. 2
discursos, huelgas, fuego a la hacienda, y la colonia parcelera ideal. Por otra parte, José Elías Levis (1871-1942) escribió tres novelas realistas naturalistas: Estercolero (1900), Mancha de lodo (1903) – ambas sobre la explotación sexual – y Planta Maldita (1903) acerca de las miserias y tragedias de unos jóvenes artistas en la Habana, Cuba. Por su preocupación por los problemas sociales, rurales y urbanos, González considera a Levis como “un precursor de los novelística puertorriqueña posterior” (Op cit 203). Finalmente Ramón Juliá Marín (18781917) constituye “sin duda unos de los narradores más representativos de este período” (Ibid) cuando narra la realidad isleña, expresada con amargura por la burguesía criolla víctima de su desplazamiento en Tierra Adentro (1911) y La Gleba (1912) – sobre la explotación y sobre la sustitución del cultivo del café por el cultivo de la caña azucarera -. A continuación brindaremos unos datos sobre la labor novelística y la lucha política de Manuel Zeno Gandía, “la más alta figura de esta generación literaria” (Op cit 193) y nuestro más notable precursor de la literatura puertorriqueña, de acuerdo con Casanova (cf. Casanova 22). La novelística de Zeno Gandía se divide en dos fases: “una de plenitud romántica y otra realista con influencia naturalista” (Ibid). De la primera fase son Rosa de Mármol (1889) y Piccola (1890), breves relatos de viajero. De la segunda
fase son La Charca3 (1894), Garduña4 (1896), El Negocio (1922) y Redentores (1925).
Esta última novela narra acerca de la explotación predominantemente
política desde el arribo de las tropas norteamericanas a la Isla. Su trama se desarrolla en San Juan y junto con la inconclusa Nueva York
o Hubo un
escándalo5, forman la serie Crónicas de un mundo enfermo. En 1955 el Instituto de Cultura Puertorriqueña publica las tres primeras novelas de la serie bajo el título general de Obras Completas. Si bien resulta cierto que la segunda fase de las novelas de Zeno, según Julia M. Guzmán, oscila “entre el naturalismo de Emilio Zola y de Emilia Pardo Bazán y los realistas-naturalistas españoles, en una posición intermedia mirando en ambas direcciones” (Guzmán 114), dicho naturalismo se acriolliza –por así decirlo– debido a las circunstancias de la realidad
hispanoamericana:
“militarismo, caudillismo, miseria y corrupción” (Beauchamp 32), así como por la aguda observación del autor de la realidad puertorriqueña. Con la invasión de las tropas estadounidenses a Puerto Rico en 1898, surge un período de silencio
literario que incluye a Zeno.
No obstante, él milita
políticamente junto con Rosendo Matienzo Cintrón (1855-1913) y Agustín Stahl (1842-1917) en la fundación del Partido Republicano que afirmaba la conversión
3 4 5
Sobre el deterioro del Puerto Rico cafetalero. Se desarrolla en el cañaveral y el ingenio azucarero. Sobre la emigración puertorriqueña a Nueva York.
de nuestro país en “un Estado más dentro de la Unión [norteamericana] para afirmar la personalidad del pueblo puertorriqueño (Díaz Soler 163-164). Este partido admiraba las ideas liberales de Estados Unidos, de ahí se entiende por qué se aspira a la anexión. Entre 1901 y 1902 Zeno Gandía y Matienzo Cintrón abandonan el Partido Republicano porque éste colaboraba con el régimen colonial. Dos años después aquéllos fundarán el Partido Unión de Puerto Rico que incluirá dos posibles soluciones al problema del “status” político en la Base Quinta6: la estadidad o la independencia bajo el protectorado de Estados Unidos. Tal partido triunfó en las elecciones de 1904 y 1924.
Al adaptarse esa colectividad política – bajo la
dirección de Luis Muñoz Rivera – al régimen colonial, Zeno, Matienzo, junto con Luis Lloréns Torres, se distanciarían para fundar el Partido de la Independencia en 1913. Para dicho partido, la verdadera “americanización” – la modernización democrática del país - se lograba a través de la independencia. Como dice Bernabe Riefkohl: […] Ante la inesperada transmutación de la república [Estados Unidos] en imperio los estadistas del 98 [sobre todo, Zeno y Matienzo] se transforman en los independentistas de 1912. (Bernabe 19).
Véase el texto en José Vivas Maldonado Historia de Puerto Rico. s.l: s.e., s.f., p. 258. 6
Bajo toda esta situaciĂłn literaria y polĂtica se desarrolla la trama de Redentores
que
analizaremos
a
continuaciĂłn.
8
II.
LA ESTRUCTURA DE REDENTORES7 Ya señalamos en la introducción que la estructura significativa en
Redentores es la resistencia a la opresión, concretizándose cuando el periodista Pedro Piedra se opuso a la política editorial de La Patria Libre, periódico fundado por Áureo del Sol, un luchador independentista en tiempos de España, pero que ahora el régimen estadounidense lo nombra gobernador títere de Puerto Rico. Debido a las “inflexibles ideas” (Zeno 119) independentistas de Pedro, quedaba comprometida la amistad de los dos compañeros, pero él prefería ser consecuente en sus convicciones. Como veremos más adelante en nuestro análisis, continuarán los enfrentamientos entre los dos personajes. Sobre el tiempo que transcurre la novela, Palmer sugiere entre “los años 1900 y 1912, es decir, durante los primeros años del establecimiento de la Ley Orgánica Foraker” (Palmer 62). Durante esos doce años, Manrique Cabrera, en su Historia de la literartura puertorriqueña, señala que se produjo un ambiente de “trauma: el violento desgarre histórico consumado sin la intervención nuestra” (p. 160). La estructura significativa que hemos mencionado – la resistencia a la opresión -, se apoya también en diferentes estructuras parciales como la educación,
Para la organización de los capítulos, utilizamos el modelo de Emilio Díaz Valcárcel en La visión del mundo en la novela. San Juan: Universitaria, 1982, aunque con modificaciones y adaptaciones para efecto de nuestro trabajo. 7
9
la política y la religión.
Dichas estructuras parciales constituyen las bases
filosóficas por medio de las cuales se realiza esa resistencia al invasor8. Aunque no se conseguirá la salida del poder metropolitano de Puerto Rico, sí se obtendrá el derecho de elegir su propio gobernador por una ley de Congreso de Estados Unidos en 1947. Un año después, triunfó el Partido Popular Democrático con su líder Luis Muñoz Marín. 1. EDUCACION, POLITICA Y RELIGION 1.
EDUCACION AMERICANIZANTE
Antes de continuar, tenemos que precisar el significado del término “americanización”.
Según Henry P. Fairchild – citado por Aida Negrón de
Montilla – consiste en: […] el proceso por el cual los pueblos de cultura extranjeros adquieren los sistemas y costumbres de vida americanos y la lealtad nacional; o la asimilación de la cultura americana por los pueblos de nacimiento o herencia extranjeros. (Negrón 7). Si aceptamos este significado de entrada, reconoceremos que la americanización persiste en nuestros días. El narrador plasma a través de diversas escenas de la novela la falsa concepción, por parte de los gobernadores extranjeros, de la inferioridad del
Véase, p. ej., María Eugenia Estades Font, La presencia militar de Estados Unidos en Puerto Rico, 1898-1917. Río Piedras: Universitaria, 1988; María Dolores Luque de Sánchez, La ocupación norteamericana y la Ley Foraker. Río Piedras: Universitaria, 1986. 8
10
idioma español en constraste con el inglés,9 , así como la crítica a esa concepción. Tomemos algunos ejemplos. Comencemos con las expresiones de Mr. McClave - maestro de inglés mientras viajaba en el buque “El Coamo” de Nueva York hacia San Juan. Ese maestro afirmó al padre Nicolás, sacerdote de Adjuntas, que los únicos tontos eran los que todavía no habían comprendido la gran utilidad que había en “quitarle a ese pueblo su siflante idioma y enseñarle la hermosa y superiorísima lengua que hablamos nosotros” (p. 33).
McClave “insistía en inglés en que la lengua
castellana era inferior y que el inglés era la panacea” para que Puerto Rico llegara en su día “al gobierno propio” (p. 34). Ante tal absurdo, responde el párroco: […] Las lenguas, McClave, son divino privilegio que el buen Dios otorgó al hombre, encargándole de la creación, desenvolvimiento, cultura, mezcla y modificaciones de esa lengua. […] No son los congresos ni sus criados los que, tirando por las ventanas los presupuestos, pueden enseñar inglés a un pueblo, a menos que no sea dentro de las condiciones que la naturaleza ha provisto. […] (Ibid). Más adelante, el sacerdote le recuerda al Mr. Clave: Para enseñar a un pueblo el inglés, lo primero que hay que hacer es modificar su conciencia. […] (p. 35)
Véase Carmen Gómez Tejera y David Cruz López, La escuela puertorriqueña. Sharon: Troutman 1970, pp. 164-169; Aida Negrón de Montilla, La americanización en Puerto Rico y el sistema de instrucción pública, 1990-1930. 2a. ed. Río Piedras: Universitaria , 1990. 9
11
Proseguiremos con una de las escenas más mencionadas por los estudiosos:10 la álgida discusión entre Áureo y Pedro. Aquél, luego de recibir algunos borradores de noticias corregidos por su compañero, le dice a éste: “Deje usted que digan [los políticos opositores al régimen] cuanto convenga al gran negocio que tienen entre manos […]” (p. 120). A ello contesta: “Por ejemplo […], el admirable tema del analfabetismo” (Ibid). Luego señala Áureo de manera implícita en relación con la esperanza estadounidense por norteamericanizar a los puertorriqueños: “[…] Un derecho inmanente, anterior a la lectura, la escritura y al alfabeto se niega a un pueblo, tomando a cambio posesión de su tierra y sus derechos” (Ibid). Posteriormente denuncia Pedro a Áureo y a otros amigos suyos: “Ustedes […], ustedes los politicastros, sois unos criminales. Tenéis la culpa de mucho lo que nos sucede” (p. 122). Estas palabras levantaron ronchas, por así decirlo, entre los presentes. Como nos señala Umpierre: […] Este comentario aunque hecho en contra del político puertorriqueño, nos recuerda el caso que ocurre entre el autor biográfico y el Procurador Pettingil [quien lleva a Zeno ante los tribunales acusándolo de libelo por unos ataques al gobierno estadounidense en su períodico La Correspondencia en 1908, y que la Corte Suprema norteamericana falló a favor del novelista]. (Umpierre 22).
Véase, p. ej., Rosa Palmer de Dueño, Sentido, forma y estilo de “Redentores” de Manuel Zeno Gandía. Río Piedras: Universitaria, 1974, p. 34; Luz María Umpierre, Ideología y novela en Puerto Rico. Madrid: Playor, 1983, p. 22. 10
12
Por cierto, todas estas expresiones de desprecio a nuestro idioma español no son nuevas. Ya el Dr. Víctor S. Clark, presidente del Consejo de Educación y ayudante del General John Eaton – jefe de la Oficina de Educación bajo el gobernador Mayor General Guy V. Henry (1898-1899) - , sostuvo lo siguiente en un informe de 1899, que cita Negrón de Motilla: Si el sistema escolar público se deja en manos negligentes e ineficientes, el despertar del pueblo quedará aplazado indefinidamente. Si se permite que dicho sistema continúe siendo europeo, y que Francia y España continúen siendo dueñas intelectuales de la Isla, es posible que el desarrollo del sistema escolar pueda inducir al pueblo a la disminución de las simpatías fundamentales hacia el gobierno del cual forma parte. Si se americanizan las escuelas y se inspira el espíritu americano en los profesores y a los alumnos […], las simpatías, puntos de vista y actitudes hacia la vida y hacia el gobierno se harán esencialmente americana [sic]. La gran masa de puertorriqueños es todavía pasiva y maleable […] (Negrón 29). Zeno, en cambio, consideraba que existía en Puerto Rico una cultura anterior a la estadounidense. Sólo la emigración masiva de invasores a la Isla podía absorber a sus habitantes para que su idioma desapareciera “por serie de actos fisiológicos realizados en períodos más o menos largos del tiempo” (Zeno 34).
13
2.
POLITICA DE ASIMILISMO
El autor considera la asimilación de una colonia por la metrópoli como casi un aislamiento total del mundo. Así lo notamos en las palabras del Monseñor al padre Nicolás: […] Las colonias sojuzgadas rara vez tienen resueltos amigos. La solidaridad de países del mismo origen o se oculta o es tan tibia que no preocupa a nuestros estadistas. Si la colonia, cansada de sufrir, se va a la rebeldía, simpatizadores individuales de aquellos países acaso la alentarían, pero sus gobiernos, vistiendo entorchados diplomáticos, establecerían “modus vivendi” con los gobiernos que por su prisa migratoria, por su acaparamiento de países que dicen educar y fomentar cuando todavía ellos ni terminaron la educación de sus gentes ni el arado de sus tierras, aspiran a difundir por el mundo lo que todavía no han logrado difundir en su propio territorio. Podemos afirmar que tal asimilación constituye una especie de “enfermedad” – para decirlo con Juan G. Gelpí (cf. Gelpí 7) -, la cual hace de Redentores y de todas sus demás obras mencionadas anteriormente “una antinovela” según José Luis Méndez (q. v. p. 86). Este estudioso explica por qué la denomina así: […] El mundo enfermo que produjo las crónicas de Zeno Gandía ha desembocado en su propia negación. La clase social que no pudo transformar el mundo isleño ni dirigir el
14
proceso político puertorriqueño hacia la plena libertad tuvo que refugiarse en la tragedia como formas de expresión literaria. Simultáneamente irrumpieron en nuestra vida cultural otros grupos que se sintieron más cómodos en otros géneros como el cuento, el ensayo o la poesía. (Ibid). De acuerdo con el propio Zeno, la política de asimilismo en Puerto Rico traería “el fraticidio […] que de aquel modo se destruiría aquel pueblo, disminuyendo su densidad con relación al tamaño del territorio” (p.115). Para lograr dicha destrucción de nuestro pueblo se crea un gobierno local corrupto, que a su vez forma hombres corruptos y humillados: Aquí, aquí estaba, hundida en la falacia, embozada en la hipocresía, de bruces en la mentira. Colonia en explotación bajo la campana neumática del egoísmo. Sus hijos arrumbados o corrompidos o humillados. (p. 105). Un ejemplo de tal corrupción lo tenemos en la escena en que Ivona Astrove, quien trabajaba para Elkus Engels – Secretario del Gobernador -, anuncia a su esposo Guajana un negocio turbio para obtener dinero, y así poder comprar la casa soñada por ellos: - Tengo entre manos un negocito que si me sale bien, nos vamos a aburrir de ganar dinero. - ¿Vas a dejar la colocación? - Pronto - ¿Perderás el arrimo del secretario, entonces….? - No lo creas. En el negocio él [Elkus Engels] me protegerá. (p. 114).
15
Otro ejemplo, pero que en este caso lo relata el narrador, es sobre la falta de libertad en el periódico titulado paradójicamente La Patria Libre: […] Donde las gentes protestaran, debían los jefes pensar y proceder con tacto. Se hablaba de tendencias conservadoras como convenientes a la política, y aquellos mismos que pocos años antes tan triste experiencia tuvieron de las ideas conservadoras, aceptaban entonces políticas conservadoras que casi siempre eran negativas de libertad y respeto a los principios, o cobardía de perder materiales intereses. (p. 116). Sírvanse estos dos ejemplos para conectar la política de asimilismo con el choque de religiones, temas interrelacionados en Redentores.
3.
CHOQUE DE RELIGIONES
Respecto al choque de las religiones protestante11 y católica en Puerto Rico desde la Guerra Hispanoamericana, e incluso desde antes12, debemos referirnos a
Los primeros misioneros de las iglesias o denominaciones, a saber, Presbiteriana (U.S.A.), Bautista Americana, Congregacional, y Metodista Episcopal, como consecuencia de una reunión ejecutiva de tales denominaciones en la oficina presbiteriana en Nueva York en 1899 para dividir la isla “into four sections” (en cuatro secciones), cf, Donald T. Moore, Puerto Rico para Cristo: A History of the Progress of the Evangelical Missions on the Island of Puerto Rico. Cuernavaca: CIDOC, 1969, p. 2/3; Samuel Silva Gotay, Protestantismo y política en Puerto Rico, 1898-1930. San Juan: Universitaria, 1997, p. 112; Emilio Pantojas García, “La iglesia protestante y la americanización de Puerto Rico, 1898-1917”. Revista de Ciencias Sociales 18. 1-2 (Marzo-Junio 1974):105. 12 Debido al frecuente intercambio de productos agrícolas desde Isabela y Quebradillas a las colonias inglesas y holandesas del Caribe, un comerciante neerlandés de apellido Heligher se estableció en Aguadilla, le 11
16
la doctrina del “destino manifiesto”13. Ésta postulaba la empresa imperialista como “la realización virtualmente inevitable de una misión moral asignada a la nación [estadounidense] por la Providencia” (Pantojas 102). Como cuestión de hecho, Zeno emplea la frase “destino manifiesto” invertida, poniéndola en boca del padre Nicolás, quien la ha escuchado de los diplomáticos para referirse a la política colonial norteamericana, mientras conversa con el Monseñor: -
Dicen que es su manifiesto destino….(p. 101).
Una característica significativa de dicha doctrina consiste en que los invasores consideren inferiores a los colonizadores. Los llaman con calificativos, p. ej., “gentes” y “nativos”, como en estas palabras que el Monseñor comunica al párroco de Adjuntas: […] En las conferencias de París, en donde nadie representaba a estas gentes, llamamos nativos a sus habitantes. (p. 102). Más adelante, Monseñor se refiere a la política imperialista “un derecho divino […] esa misión […] para redimirlos [a los puertorriqueños] de la ignorancia y educarlos” (Ibid).
comunicó sobre el protestantismo a José Antonio Badillo. Éste se convirtió a la nueva fe, diseminándola a los vecinos de su barrio Montaña. Se formaron grupos de oración y de estudio de la Biblia. Precisamente se les llamó a dicho grupo “los Bíblicos”. 13 Originalmente se empleó el término para justificar la anexión de la mitad del territorio mejicano por Estados Unidos a mediados del siglo XIX.
17
Claro está, como se comprueba por las palabras del senador protestante James Beveridge, esta designación del colonizado también se justifica en términos económicos, políticos y militares: […] Dios no ha estado preparando a los pueblos teutónicos y anglófonos por mil años para la vana autocontemplación y admiración. ¡No! Él nos ha hecho los maestros organizadores del mundo para establecer sistemas donde reina el caos. Él nos ha hecho aptos en gobierno para que podamos administrar dicho gobierno entre pueblos seniles y salvajes […] Las factorías americanas están produciendo más de lo que el pueblo americano puede usar; la tierra está produciendo más de los que éste puede consumir. El destino ha determinado nuestra política; el comercio del mundo será nuestro. […] Grandes colonias gobernándose ellas mismas ondearán nuestras banderas, en comercio con nosotros se desarrollarán en torno a nuestros enclaves comerciales, nuestras instituciones seguirán a nuestra bandera en las alas del comercio, la ley americana, el orden americano, la civilización y la bandera americana los plantarán sangrienta y bélicamente pero para ser transformadas en hermosas y brillantes mediante las agencias de Dios. (Silva 70; cf. Pantojas 101-102). Como puede observarse en la frase “Él nos ha hecho aptos”, hay una influencia del darwinismo social, o sea, de la aplicación de la teoría evolucionista de Charles Darwin sobre las especies en términos teológicos como lo hicieron el almirante Alfred T. Mahan y el Rev. Josiah Strong. Además vemos en la frase “el comercio del mundo será nuestro” un ideal
del “capitalismo monopólico” (Siva 97)
contrario al “capitalismo de libre empresa” en todo el sentido de la expresión.
18
Dicho proselitismo protestante chocará con el catolicismo popular14 en Puerto Rico, el cual defendía los valores hispánicos. Tal es el caso de las advocaciones a las Vírgenes del Rosario y de Monserrat, para citar sólo algunas. Aún así, en San Juan pervivía el catolicismo oficial. Tomemos varios ejemplos. Casi a comienzos de la novela, el Monseñor reconoce al cabo Lucas Artante su devoción en la Catedral del Viejo San Juan: Cuando viniste a San Juan y en tus prácticas devotas en Catedral te conocí […] (p. 9). Pero luego se le pregunta al cabo por qué su hija no es tan ferviente. Esta interrogante le sorprende a Lucas: Dime – preguntó al cabo - . ¿Por qué Piadosa no se confiesa ahora? ¿No se confiesa? No… Ya no como antes. ¿Por qué no concurre a las fiestas del templo? ¿Por qué no lleva el inocente cirio en la procesiones? ¿Por qué se aleja de las asociaciones congregadas? ¿Por qué ha cambiando sus costumbres? ¿Qué está pasando a tu hija que a la fe parece haber dado la espalda? Sorpresa es para mí lo que usted me pregunta, Monseñor. ¿Mi hija desviada de sus deberes? ¿Mi hija indiferente con el culto de la religión en que ha nacido? ¿Cómo esa desdicha puede ocurrir ignorándolo yo, señor? (Ibid). A la sorpresa de Lucas, le contestará después el Monseñor: […] Sospeché que desconocías lo que en tu propia casa está pasando. Piadosa, buena , sencilla, Véase Luis O. Zayas Micheli, Catolicismo popular en Puerto Rico. Ponce: Raíces, 1990, pp. 13-50. 14
19
excelente hija, entusiasta por su religión, cumplidora de sus prácticas, ha cambiado sus costumbres, huye ahora del templo como se lo hubiera olvidado bajo las influencias de nuevas y dominantes ideas [protestantes]. (p.10). Ante la noticia que comunica Piadosa al sacerdote sobre la posible compra por Elkus Engels de los títulos de propiedad de las fincas del conde de Valenti, antepasado de los Artantes, el sacerdote le preguntará al cabo la razón de su nerviosismo: ¿Por qué te detienes? Es que […] Es que se trata de un personaje y temes hasta aludirle. ¡Ah! ¡Cómo se conoce que naciste en una colonia, en un país que viene de la servidumbre, que está en ella! (p. 11). Por último, el sacerdote insta a Lucas: […] No debemos rebajar nuestro carácter especulando con la privanza de monarcas y gobiernos, ni tratando de revolver el mundo imponiendo escuelas filosóficas o fanáticas. Aquí hemos venido, no como altos relieves que adornen muros, sino como seres pensantes, obligados a servir al bien, defendiéndolas de las malas acciones que se pretenda hacerlas víctimas. No, nosotros no debemos ser cómplices de la conjuración del silencio (Ibid).
20
Este carácter combativo del Monseñor (como lo hemos visto en las pp. 1819 de nuestro trabajo) contrastará con el comportamiento servil posterior.15 Volviendo a las “escuelas filosóficas o fanáticas” que mencionaba el Monseñor, Zeno lo dirá de la siguiente manera: […] Iba el pueblo cayendo poco a poco bajo esa influencia y, dentro de la libertad de cultos, prospera en las sectas [protestantes] la libertad de los fanatismos. (p. 100). De todo lo visto hasta ahora, el choque entre protestantismo y catolicismo – específicamente el popular – creará un ambiente de confusión, lo que favorecerá la cosmovisión dominante o asimilista.
Rosa Palmer de Dueño señala: “Sobre el Monseñor que interviene en la política del país, sabemos que hubo un prelado norteamericano, el Arzobispo de Nueva Orleans, que envió a los puertorriqueños “su apostólica voz de aliento y esperanza en la noble empresa redentora” ”. (p. 56). 15
21
III.
LA ESFERA MEDIA O EL UMBRAL A.
EL PRIMER GOBERNADOR CRIOLLO EN UN
REGIMEN ASIMILISTA: AUREO DEL SOL En este capítulo observaremos las características políticas, emociones y amorosas del Áureo del Sol. También veremos brevemente los resortes básicos del personaje principal que determina la visión del mundo que organiza Redentores mediante recursos como la metáfora degradante, el símil y la ironía. Dichos resortes hacen que el protagonista se distancie de las aspiraciones emancipadoras de una parte de nuestro pueblo. Respecto a las características espirituales, podemos comenzar con el contraste entre la hidalguía de Áureo para denunciar la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico y la entrega al poder de la metrópoli para aspirar a ser gobernador de la Isla. El narrador empieza a describir al personaje principal así: Aquel era Áureo del Sol, escritor, periodista, campeón político, jefe de una de las banderías bullentes en la colonia. Era [… de] semblante amable […] La aparente suavidad de su carácter y la energía de su palabra, le habían hecho popular en la colonia, conquistándole gran masa de seguidores que le tenían por jefe […] (p. 32).
22
Aquí vemos en Áureo un líder carismático y atractivo para la gente. El hasta entonces delegado a la Cámara de Puerto Rico era tratado por algunos “con respeto; otros con afecto; otros, al pasar, le miraban de reojo” (p. 33). Sobre su labor periodística, se emplean las metáforas exaltadas y degradantes: Era periodista de oposición, hombre de pluma batalladora. Sobre las páginas de su periódico, con frecuencia, arrastraba un cañón; oprimiéndole al mismo tiempo las ligaduras del pesimismo, atándole las manos y apagándole las bengalas del pensamiento. (p. 51). A renglón seguido, Zeno aclara en cuanto a estos sentimientos encontrados: Era, en ocasiones, entusiasta, gustándole lucir el penacho guerrero, oír loas, ceñir mirtos; pero a veces, un gran desdén hacíale desear el culto del silencio y de la indiferencia. Pensaba que los males no son tan grandes como los hacen a veces. Por momentos le arrastraban sentimientos de amor a la humanidad; por momentos, de rencor al extranjero; cayendo en otros desencantado sobre el espaldar de un sillón, con la pluma húmeda en la mano, diciéndose que el carácter de los que gobiernan países poseídos es lo único que puede elevar templos al amor o al odio. (p. 51). Ya lo decía Manrique Cabrera sobre Áureo del siguiente modo: “[…] es el caudillo político que rinde banderas” (Cabrera, “Poeta” 44).
23
En torno al amor, podemos señalar que Madelón Harriman no entiende por qué su deseado Áureo deja de ser combativo mientras continuaba en su labor como periodista. La maestra le pidió una sola condición para casarse con él: luchar por la redención de su país: - Usted es un hombre capaz del sacrificio por el país que le vio nacer. Mi gente, el gobierno de mi país, se porta mal con el suyo. Si usted se puso al frente de un movimiento de propaganda, renuncie a todo provecho, no ponga las ideas al servicio de las transacciones. ¿Patria? Pues patria. A un lado el vanidosillo amor a sí mismo; arroje de usted toda idea de engrandecimiento personal; mate el cálculo […] (p. 79). Precisamente por esa inconsistencia, Áureo perderá a Madelón, aunque aquél logró ser gobernador de Puerto Rico: Miraba Áureo adivinando las imágenes muertas. Sentíase doliente, infeliz, desdichado. ¡Qué despertar el suyo! ¡Tanto sueño de oro y la realidad, acíbar! Solo, solo sin amor y sin caricias; solo sin su hijo, sin la mujer amada, y de peligros, de envidiosos, de Tartufos, de enemigos, de traidores, rodeado. Solo en el bullicio de su triunfo, en los clamores de su encumbramiento; inmensamente triste, inmensamente desventurado. (p. 363). Para la época en que Zeno escribe Redentores, surgió una pequeña clase influyente, de tendencia acomodaticia, representada por Áureo. Tal clase se ajustaba, por razones socioeconómicas, al gobierno de turno, en este caso, al gobierno proestadounidense.
24
Observaremos en el próximo capítulo cómo las relaciones de Elkus Engels y Piadosa Artante reflejan la cosmovisión corrupta del invasor en relación con nuestro país.
25
IV.
LA ESFERA INFERIOR
A.
EL HOSTIGAMIENTO DE ELKUS ENGELS A PIADOSA ARTANTE
Si en el capítulo anterior analizamos cómo la acomodación política de Áureo lo aleja de las aspiraciones libertadoras
de una parte del pueblo
puertorriqueño, en el presente examinaremos las relaciones entre Elkus Engels y Piadosa Artante. En este encuentro se ve mejor los mecanismos que subyacen la creación de la novela: la visión del mundo del narrador, su valoración del mismo, la imagen que posee de la relación dominante - dominado y cómo tal imagen se refleja en su modo de narrar. Anteriormente (q. v. pp. 20-22) mencionamos acerca del incidente mediante el cual Elkus intenta seducir a Piadosa. Su padre la confrontará con varias preguntas: ¿Quieres decirme, hija mía, lo que significan tus entrevistas en el balcón, ya de noche con el secretario de gobierno? […] ¿No tengo derecho a la sinceridad de mi hija? (p. 168). Piadosa le cuenta la verdad de esas entrevistas.
Así comienza una
discusión con Lucas: Bueno, papá… Tienes derecho y te pido perdones el silencio que he guardado en este caso,
26
pero… No creí que las cosas llegaran a ser tan serias que necesitaran tu intervención. Este señor está enamorado de mí y quiere casarse… […] Dime ahora lo que de esas pretensiones opinas, pero deseo confesarte que yo […] ¿Qué tú…? Eso es lo importante. Que yo le quiero. (pp. 168-169). Por último, Lucas le aconseja a su hija que no vea al lascivo funcionario, pero Piadosa se opone:
¡Oh, hija…! En un mundo honrado ése sería un caso de un buen hombre de alcurnia que se casa con mujer pobre. Pero en esta atmósfera de peligrosas pasiones, debo advertirte, te advierto firmemente, que eso tiene los caracteres de un pasatiempo o de una intriga insultante para gentes de honor. Rechaza esos amaños, hija. […] No quiero que atiendas a ese hombre aceptándole entrevistas que pueden comprometer tu buen nombre. Yo mismo iré a prohibirles sus avances. ¡No, papá, por Dios! Yo lo haré. Yo misma le pediré que se aleje… pero quiero decirte que me parece un injusticia rechazar a un hombre que tan respetuoso y decente se ha mostrado siempre. ¡Quién sabe si te equivocas; si mi suerte me ha deparado un bien que yo misma voy a rechazar! (p. 169).
Mientras tanto, Elkus enviaba cartas perfumadas a Piadosa, pero ella rehusaba responderle. El secretario decidió no escribir durante varios días. La joven se preocupó mucho por ello. Luego observó al lascivo en su automóvil con
27
una cantante sudamericana que visitaba la Isla. Este suceso hizo olvidar a Elkus por un tiempo. Después Elkus y Piadosa se comunicaron por cartas hasta que aquél escribió: “esta noche a las ocho y media voy a buscarla…. ¡sin falta!” (p. 230). Ambos personajes se encontraron secretamente en el camino de Loíza. Poco a poco comenzó la pasión. Mientras bebían champaña: […] Con júbilo de vivir, con ansiedad de amor, con laxitud de embriaguez; hermosa, con el semblante encendido, […] así, Piadosa, arrojándose al cuello de Engels le besó con frenesí. Luego, acariciaba, fue sumisa, se dejó conducir… (p. 236) A través de tales palabras observaremos implícitamente la visión del mundo del narrador, es decir, la indignación ante el invasor (representado por el propio Elkus). Asimismo vemos la valoración de Zeno de ese mundo corrupto, salvaje y hostil a Puerto Rico, gracias al simbolismo del hostigamiento o de la seducción consentida por Piadosa sin darse cuenta del engaño (de igual manera que la Isla en relación con la metrópoli). Más adelante, Lucas sorprende a la pareja y pega a Elkus con sus muletas. El secretario salió herido en la cabeza. Días después, en Atlantic City (New Jersey), Elkus sostiene relaciones sexuales sin casarse con Piadosa, quien “se sintió asustada […] Ella no era todavía la legítima esposa de Engels” (p. 227), situación contraria a lo prometido por él. En estas y las siguientes palabras, notamos su menosprecio por los latinos y su
28
concepto sobre el uso de la mujer como mero objeto sexual, que simboliza la relación dominante (Estados Unidos) – dominado (Puerto Rico): […] Los latinos sois fanáticos. Su cabecita está llena de ideas románticas . […] […] Cuando un hombre posee a una mujer, a tiempo que se crea ciertos deberes, adquiere sobre ella ciertos derechos. (pp. 258, 259). Al final, el lascivo abandona a Piadosa, dejándole una carta con cinismo: Mi querida muchachita: Cuando reciba estas líneas estaré ya algunas millas mar afuera, camino de la isla. […] Todos los gastos del hotel están pagados hasta el lunes. Algún día, cuando nos volvamos a ver, hablaremos de los buenos ratos que pasé a su lado. Sea feliz. Viva con alegría. Sea práctica. Incluyo cheque certificado por doscientos pesos. En la oficina del hotel he ordenado que suban a su habitación un ramo de flores. Su mejor amigo, X. (p. 265).
De este modo, Piadosa es humillada en su dignidad, la cual produce la degradación social de la jovencita, al igual que con el sentimiento patriótico de muchos puertorriqueños.
29
V.
LA ESFERA SUPERIOR Para este último capítulo nos corresponde analizar el combate directo de
otro sector, simbolizado por Pedro Piedra, Antonio del Sol y Madelón Harriman. A. PEDRO PIEDRA Según Palmer, es “el portavoz del ideal de Zeno Gandía, […] el representante del pueblo que con gran sinceridad y claridad de criterio ve y juzga el problema de su patria” (Palmer 54). Representa la conciencia de Áureo, y como no pertenece a partido político alguno, puede denunciar libremente los grandes males del coloniaje español y estadounidense. Por lo tanto, resulta en un personaje coherente con su convicciones. En cuanto a influencias políticas, había abrazado “sus ideas de socialismo” (Zeno 117) y simpatizado con las tácticas de huelgas. Pedro participó en varias de ellas, incluso dirigiéndolas. La crítica del personaje a los partidos políticos puede comprobarse en las siguientes palabras: “Criticaré lo que no podéis defender. Vuestros partidos no son lo que dicen ni dicen lo que son” (p. 122). Su denuncia contra los partidos proseguirá después: “De lo que se ocupan es de disputarse el gobierno de la isla. […] Os satisface el status quo con tal que os entreguen los empleos públicos” (p. 123).
30
Además Pedro denunciará a Elkus porque “ronda de noche en lances mujeriegos” (p. 124) para fijarse en la mujer que aquél ama: Madelón Harriman. Sobre ella discutiremos más adelante. B.
ANTONIO DEL SOL
Este personaje – hijo de Áureo – resulta un idealista que trabaja en el periódico La Patria Libre con su padre. A pesar de su carácter triste debido a ser fruto de una familia rota, representa, según Beauchamp, “el ímpetu de una juventud que busca su cauce por la vía franca y lejos de la conducta ambigua de su padre” (Beauchamp 66).
También es triste porque quedó prematuramente
huérfano de madre. Respecto a las “desavenencias de carácter” (Zeno 59) entre Antonio y su padre, se encuentran la aspereza y el egocentrismo de este último. Así puede desprenderse de las siguientes palabras del joven redactor a su amada Piadosa: - Mi padre - confesó – por desavenencias de carácter no logró hacer feliz a mi madre. Nada serio ocurrió entre ellos como no fueran la discordia que creaba el carácter de mi padre. Él es bueno, pero poco áspero. Vive siempre preocupado de sí mismo. […] Crecí sin el calor de su afecto […], casi siempre inconforme con sus procedimientos políticos y sus opiniones. Es bueno , es afable conmigo, pero a su lado, percibo le [sic] sensación del hielo. (p. 60). Como se ve en estas palabras, Antonio se nos presenta sincero, cuando plantea su lamentable historia y a la vez consistente con sus ideales políticos.
31
C. MADELON HARRIMAN Para Manrique Cabrera, dicha maestra “es esta dimensión del alma popular de Norteamérica, obstinada en la defensa del bien, en teoría y práctica, con rigor puritano” (Cabrera, “Poeta” 44). Considera Palmer que tal puritanismo y “su aspiración de perfección en el ser amado [Áureo del Sol], falsean su creación como carácter” (Palmer 57). Como representante del pensamiento del sector liberal de Estados Unidos, se opone a que Áureo abandone su combatividad en su labor periodística, si quería casarse con ella algún día: […] Si usted se puso al frente de un movimiento de propaganda, renuncie a todo provecho, no ponga las ideas al servicio de las transacciones. ¿Patria? Pues, patria. A un lado el vanidosillo amor a sí mismo; arroje de usted toda idea de engrandecimiento personal; mate el cálculo… […] - Sea completo a mis ojos: cumpla por entero su deber. Entonces, a mis ojos perfecto, suya…. (pp. 79, 80) Con anterioridad, Madelón le había declarado esa misión persuasiva a Piadosa: […] Si amo a ese hombre [Áureo], quiero y debo transformarle; desentrañar esa segunda naturaleza que en él lucha constantemente con la primera. Te lo diré en pocas palabras: quiero hacerle cumplir con su deber. (pp. 68-69) A la postre, Áureo logra el puesto de gobernador, pero perderá a Madelón para siempre, a pesar de haberle prometido que no abandonaría su periodismo combativo.
32
Mediante estos sucesos notamos la valentía de Madelón, en contraste con la cobardía de Áureo, que representan las dos posturas principales dentro de nuestro pueblo: la combatividad y el servilismo. Otro suceso en la vida de Madelón es su desagradable encuentro con Elkus, quien hostiga a la maestra, así como también lo haría con Piadosa. Ante ese acercamiento, Madelón contesta al lascivo: - Dudé mucho antes de convencerme de la realidad. Nunca pude crecer que un compatriota enviado aquí a formar sentimientos norteamericanos, probara tanta corrupción. No sé si usted es hombre casado en su país, pero sé que tiene que dar el ejemplo de civismo y de virtud entre esta gente. Tiene usted que hacer amable a nuestra patria; conquistar para ella cariño, no odio. (p. 14).
Luego habla a Elkus con sarcasmo: - No vi nada más hipócrita que su papel de redentor de pueblos que no nos convidaron a venir a su seno. (Ibid). Aquí se menciona la palabra “redentor” por primera y única vez en singular en la novela. La frase “no nos convidaron a venir a su seno” alude a la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico.
Resulta curioso que Madelón, una liberal
norteamericana, opina de esa manera sobre aquel maestra es de costumbres puritanas o calvinistas.
acontecimiento, cuando tal
33
Por lo que hemos observado hasta ahora, todas las tres esferas dramatizan el fuerte antagonismo
y relaciรณn entre las mismas, reflejos de la situaciรณn
posterior a la invasiรณn norteamericana a nuestro suelo.
34
CONCLUSIONES A través de este análisis genético-estructural hemos considerado ciertos aspectos fundamentales para la mejor comprensión de Redentores. Observamos la novela
en la corriente naturalista puertorriqueña,
relacionándola con la española e hispanoamericana, a base de sus características comunes. La estructura significativa, la resistencia a la opresión, se desarrolla dentro de una estructura englobante, la sociedad puertorriqueña después de la Guerra Hispanoamericana,
así
como
las
estructuras
parciales
que
la
apoyan
ideológicamente: la educación, la política y la religión. La visión de mundo nos ha ayudado a entender las reacciones de los distintos sectores en Puerto Rico durante las primeras dos décadas del régimen colonial estadounidense que se reflejan en la novela. Cuando se avecina la conmemoración de los cien años del arribo de las tropas norteamericanas a la Isla, esperamos que nuestro análisis contribuya a estimular la lectura de otros novelistas naturalistas puertorriqueños.
35
BIBLIOGRAFIA 1. Fuentes primarias Zeno Gandía, Manuel. Redentores. San Juan: Club del Libro, 1961.
2. Fuentes Secundarias A. Estudios sobre la obra de Manuel Zeno Gandía 1. Libros Alvarez, Ernesto. Manuel Zeno Gandía: Estética y Sociedad. Universitaria, 1987.
Río Piedras:
Beauchamp, José Juan. Imagen del puertorriqueño en la novela (En Alejandro Tapia y Rivera, Manuel Zeno Gandía y Enrique A. Laguerre). Río Piedras: Universitaria, 1976, pp. 29-69. Gelpí, Juan G. “Manuel Zeno Gandía y la constitución del canon literario”. Literatura y paternalismo en Puerto Rico. Río Piedras: Universitaria, 1993, pp. 6-14. Guzmán, Julia M. Apuntes sobre la novelística puertorriqueña. Manuel Zeno Gandía: Del Romanticismo al Naturalismo. Vol. I. Madrid: Hauser y Menet, 1960. Palmer de Dueño, Rosa M. Sentido, forma y estilo de “Redentores” de Manuel Zeno Gandía. Río Piedras: Universitaria, 1974. Quiñones, Samuel R. “Manuel Zeno Gandía y la novela en Puerto Rico”. Temas y letras. San Juan: Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 1941, pp. 9-45. Umpierre, Luz María. “Redentores: El comienzo de un compromiso”. Ideología y novela en Puerto Rico: Un estudio en la narrativa de Zeno, Laguerre y Soto. Madrid: Playor, 1983, pp. 19-26.
36
2.
Revistas
Aponte Alsina, Marta. “Notas para un estudio ideológico de las novelas de Manuel Zeno Gandía”. Sin Nombre 10. 1 (Abril-junio 1979): 23-46. Bernabe Riefkohl, Rafael. “Examen de la voluntad vendida: Redentores, la crisis del novecientos”. O-Clip 1 (1991): 1-26. Cabrera, Francisco Manrique. “Manuel Zeno Gandía, poeta del novelar isleño”. Asomante 11. 4 (Octubre-diciembre 1955): 19-47. (Cabrera, “Poeta”). Galaos, José Antonio. “Zeno Gandía y sus crónicas de un mundo enfermo”. Cuadernos Hispanoamericanos. 59. 177 (Septiembre 1964): 415-420. Laguerre, Enrique A. “El arte de novelar en Zeno Gandía”. Asomante 11. 4 (Octubre-diciembre 1955): 48-53. Quiñones, Samuel R. “El novelista de Puerto Rico: Manuel Zeno Gandía”. Revista del Ateneo Puertorriqueño 1. 1 (Enero-marzo 1955): 8-34. Rosa-Nieves, Cesáreo. “Presencia de Manuel Zeno Gandía” Asomante 11. 4 (Octubre-diciembre 1955): 54-58. 3. Periódicos Marqués, René. “Actualidad de la novela póstuma de Manuel Zeno Gandía: Redentores”. El Mundo (25 febrero 1961): 42. ____________. “Actualidad de la novela póstuma de Manuel Zeno Gandía: Redentores (Segunda Parte)”. El Mundo (4 marzo 1961): 29. B. Literatura Puertorriqueña 1. Libros Babín, María Teresa. Panorama de la literatura puertorriqueña. San Juan: ICP, 1959. Báez, Vicente, ed. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico. Vol. 5. San Sebastián: R’81, 1981.
37
Cabrera, Francisco Manrique. Piedras: Cultural, 1969.
Historia de la literatura puertorriqueña.
Río
Gómez Tejera, Carmen. La novela en Puerto Rico. Río Piedras: Junta editora de la U.P.R., 1947. González, José Luis. Literatura y sociedad en Puerto Rico. México: FCE, 1976. Meléndez, Concha. Literatura de ficción en Puerto Rico: Cuento y novela. San Juan. Cordillera, 1971. Méndez, José Luis. Para una sociología de la literatura puertorriqueña. Río Piedras; Edil, 1983. Rivera de Álvarez, Josefina. Diccionario de literatura puertorriqueña. 2 tomos. Sam Juan: ICP, 1974. _______________________. Literatura puertorriqueña: Su proceso en el tiempo. Madrid: Partenón, 1983. (Rivera, Literatura). Rosa-Nieves, Cesáreo. Historia panorámica de la literatura puertorriqueña (15891953). San Juan: Campos, 1963. (Rosa, Historia). __________________ y Esther M. Melón. Colecciones Puertorriqueñas. Vol. I San Juan: Caribe Grolier, 1994.
2. Disertaciones Casanova Sánchez, Olga. “La novela puertorriqueña contemporánea”. Diss. The City University of New York, 1977. C.
Realismo, Naturalismo y Modernismo
Ara, Guillermo. La novela naturalista en Hispanoamérica. EUDEBA, 1965.
Buenos Aires:
Bellini, Giuseppe. Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid: Castalia, 1986.
38
Goic, Cedomil. Historia de la novela hispanoamericana. Universitarias, 1972.
Valparaíso:
___________. Del Romanticismo al Modernismo. Vol. 2 de Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. Barcelona: Crítica, 1991. (Goic, Romanticismo). Gómez-Gil, Orlando. Historia crítica de la literatura hispanoamericana. New York: Holt, Rinehart & Winston, 1968.
D.
Teoría de la novela
Díaz Valcárcel, Emilio. La visión del mundo en la novela. Universitaria, 1982.
San Juan:
Goldmann, Lucien. Para una sociología de la novela. 2a. ed. Madrid: Ayuso, 1975. (Goldmann). E. Teorías y críticas literarias Goldmann, Lucien. “Creación literaria, visión del mundo y vida social”. Estética y marxismo. Vol. 1, ed. Adolfo Sánchez Vázquez. México: Era, 1980. ______________ . et al. Sociología de la creación literaria. Buenos Aires: Nueva Visión, 1971. (Goldmann, Sociología). F.
Educación
Gómez Tejera, Carmen y David Cruz López. La escuela puertorriqueña. Sharon: Troutman, 1970. Negrón de Montilla, Aida. La americanización en Puerto Rico y el sistema de instrucción pública, 1900 – 1930. 2a. ed. Río Piedras: Universitaria, 1990.
39
G.
Religión 1.
Libros
Moore, Donald T. Puerto Rico para Cristo: A History of the Progress of the Evangelical Missions on the Island of Puerto Rico. Cuernavaca: CIDOC, 1969. Silva Gotay, Samuel. Protestantismo y política en Puerto Rico, 1898 – 1930. San Juan: Universitaria, 1997. Zayas Micheli, Luis O. Catolicismo popular en Puerto Rico. Ponce: Raíces, 1990. 2.
Revistas
Pantojas García, Emilio. “La iglesia protestante y la americanización de Puerto Rico, 1898-1917”. Revista de Ciencias Sociales 18. 1-2 (Marzo-junio 1974): 99-122. H.
Historia de Puerto Rico
Díaz Soler, Luis M. Rosendo Matienzo Cintrón. Orientador y guardián de una cultura. 2 vols. Río Piedras: Instituto de Literatura Puertorriqueña de la U.P.R., 1960. Estades Font, María Eugenia. La presencia militar de Estados Unidos en Puerto Rico, 1898-1917. Río Piedras: Huracán, 1988. Luque de Sánchez, María Dolores. La ocupación norteamericana y la Ley Foraker. Río Piedras: Universitaria, 1986. Vivas Maldonado, José Luis. Historia de Puerto Rico. s.l.: s.e.., s.f.