Universidad del Valle Escuela de Comunicaci贸n Social y Periodismo Historia del cine
El renacimiento del cine colombiano Mauricio Reina * Revista Dinners. 2.012
*Economista y crítico de cine colombiano. Tiene una maestría en
relaciones internacionales de la Universidad Johns Hopkins y en economía de la Universidad de los Andes. Fue viceministro de Comercio Exterior de Colombia entre 1994 y 1995. Ha sido representante de los productores de películas en el Consejo Nacional para las Artes y la Cultura en Cinematografía de Colombia. Asimismo es crítico de cine del periódico El Tiempo.
-El aĂąo pasado (2.011), tres millones de espectadores vieron cintas realizadas en el paĂs.
-Pero aún hay desafíos por superar para que la industria de los sueños se consolide
-Tal vez esa cifra no le diga mucho al espectador corriente, pero constituye un hito para una actividad cuya historia se ha movido entre la miseria financiera y la indiferencia del pĂşblico.
-Y es que en el pasado el cine nacional parec铆a estar condenado a deambular en un callej贸n sin salida.
-El público no respondía cuando algún soñador se aventuraba a hacer una película, y ese fracaso comercial hacía que no hubiera plata para financiar nuevos filmes
-Ese c铆rculo vicioso se rompi贸 con la Ley 814 de 2003 (conocida como la Ley del Cine), cuya promulgaci贸n ha sido reconocida como el comienzo de una nueva etapa.
--Ahora no sólo se pueden hacer películas en Colombia, sino que además la gente va a verlas.
-Casi 10 por ciento del total de los espectadores que asistieron a cine el aĂąo pasado en el paĂs fueron a ver pelĂculas colombianas.
-Mientras que a finales de los aĂąos noventa a lo sumo se estrenaban anualmente tres cintas nacionales, el aĂąo pasado se estrenaron 18, lo que de paso constituye otro rĂŠcord.
-El epítome de este auge es la película “El paseo”, que con un millón y medio de espectadores se convirtió en un éxito que sorprendió hasta a los más optimistas.
-Además, nuestro cine ha alcanzado importantes reconocimientos artísticos en festivales internacionales, con cintas tan variadas como “Los viajes del viento” y Porfirio, entre otras.
-Además, nuestro cine ha alcanzado importantes reconocimientos artísticos en festivales internacionales, con cintas tan variadas como “Los viajes del viento” y “Porfirio”, entre otras.
-Ante esta bonanza, muchos se preguntan: ¿Cómo se diferencia la situación actual de los tropiezos del pasado? ¿Dónde radica la gracia de la famosa Ley del Cine? ¿Qué se debe hacer para evitar que este sueño termine en una nueva frustración?
¿Estreno o repetición? -Muchas ilusiones se están tejiendo alrededor del auge actual del cine colombiano.
-Hoy no es raro que jóvenes recién egresados del colegio decidan estudiar dirección de cine, ante la mirada atónita de sus padres, como tampoco es extraño que haya empresas constituidas con el fin exclusivo de producir películas.
-Pero dicen que quien no aprende de la historia estรก condenado a repetirla. Por eso conviene recordar que no es la primera vez que soplan aires de prosperidad para el cine nacional.
Cualquiera que tenga hermanas mayores se habrá acostumbrado en su adolescencia a ver desfilar por la sala de la casa toda clase de pretendientes, desde abogados locuaces hasta médicos pretenciosos, y entre ellos algún díscolo que soltaba una afirmación inverosímil: “Soy director de cine”.
-Era el comienzo de los aĂąos ochenta y una frase como esa no parecĂa tener ningĂşn asidero en la realidad.
-¿Cómo podía alguien dedicarse al cine en un país donde esa actividad se consideraba una rareza?
-Desde 1922, cuando que se estrenó la película “María” de Máximo Calvo y Alfredo Del Diestro, el primer largometraje argumental colombiano, la falta de continuidad fue la norma.
-Durante los 36 aĂąos siguientes se estrenaron 28 pelĂculas nacionales, con un ritmo irregular que impedĂa pensar en desarrollar una industria.
-Como si eso fuera poco, los filmes colombianos no habĂan encontrado un lenguaje propio ni una conexiĂłn con el pĂşblico.
-Esa situaci贸n comenz贸 a cambiar cuando los realizadores decidieron abandonar la emulaci贸n de modelos for谩neos, principalmente el cine mexicano y el neorrealismo italiano, para buscar expresiones que reflejaran a nuestra gente.
-Entre los años sesenta y setenta se empiezan a configurar distintos géneros. Mientras el cine político daba sus primeros pasos con un lenguaje propio (por ejemplo con “El río de las tumbas”, de Julio Luzardo), la sátira social exploraba con mayor decisión los terrenos comerciales (como “Mamagay”, de Jorge Gaitán).
-A esos pasos tentativos se sumó un hecho definitivo para el inicio de una nueva etapa en el cine nacional: la creación en 1979 de la Compañía de Fomento Cinematográfico (Focine).
-La pol铆tica abarcaba medidas como el cobro de un sobreprecio a la boleta para financiar el cine nacional, el otorgamiento de cr茅ditos para la producci贸n, y la proyecci贸n obligatoria de cortos en las funciones comerciales.
-Como resultado de esos apoyos, la producci贸n nacional tuvo un auge inusitado hasta1993, cuando Focine fue liquidada por dificultades administrativas.
-Esa etapa dejó como saldo la producción de casi 30 largometrajes y muchos cortometrajes, así como la consolidación de una generación de cineastas de la talla de Carlos Mayolo y Luis Ospina.
-Tras la liquidaci贸n de Focine, en los a帽os noventa el cine colombiano regres贸 a la estrechez econ贸mica.
-A pesar de ello, en esa década se consolidó el trabajo de importantes directores como Sergio Cabrera y Víctor Gaviria, que empezaron a darle visibilidad internacional a nuestra cinematografía.
Un nuevo rollo -El cine nacional arranc贸 en el siglo XXI con una producci贸n muy limitada (menos de tres estrenos por a帽o), un respaldo pobre del p煤blico, y una gran indiferencia de exhibidores y distribuidores.
-En este contexto adverso se empez贸 a cocinar la Ley 814 de 2003, que habr铆a de cambiarle la cara al sector.
-Lo más importante es que la nueva política corrige problemas de la época de Focine, lo que permite ser optimista acerca de un futuro más sólido y un buen desenlace.
-La Ley del Cine tiene dos instrumentos centrales para promover la producci贸n de pel铆culas nacionales.
-El primero es la creaci贸n de un fondo del sector cinematogr谩fico, que se nutre de una fracci贸n de los ingresos de productores, distribuidores y exhibidores.
-Con esos recursos se financian actividades que van desde la escritura de guiones hasta la formación de públicos, con especial énfasis en la producción de películas, que debe recibir como mínimo el 70 por ciento de los recursos cada año.
-La asignaciĂłn de ese dinero se hace a travĂŠs de convocatorias a las que se presentan proyectos que son evaluados por jurados calificados, lo que ayuda a evitar dos de los vicios detectados en la ĂŠpoca de Focine: la arbitrariedad y el amiguismo.
-El segundo instrumento importante de la ley consiste en el otorgamiento de incentivos tributarios para quienes inviertan en cine nacional.
-Quien hace la inversi贸n puede deducir el 125 por ciento de ese monto de su renta gravable.
-Con las tasas tributarias vigentes, esto implica que el Estado devuelve alrededor de 41 pesos de cada 100 pesos invertidos en una pelĂcula colombiana.
-Este instrumento se ha convertido en el factor mรกs poderoso para atraer inversionistas al cine nacional.
-AdemĂĄs de estas novedades de la ley, existe un elemento fundamental que hace que esta nueva etapa sea esencialmente distinta a la de la ĂŠpoca de Focine: la respuesta del mercado.
-Aunque en los años ochenta se multiplicó la producción de cine nacional gracias a los apoyos del Estado, la respuesta del público no creció en igual proporción.
-Eso significó que la política fue exitosa en promover la producción de más cortos y largometrajes, pero no se generaron los ingresos necesarios para pagar los créditos y para retribuir a los inversionistas.
-Por eso es tan importante que el cine nacional haya atraído más de 16 millones de espectadores desde que entró en vigor la ley, y que se haya convertido en un negocio muy atractivo para distribuidores y exhibidores.
-Pero todo este entusiasmo no quiere decir que no haya preocupaciones. El caso más sensible es la volatilidad del negocio. Así como el año pasado el cine colombiano tuvo casi tres millones de espectadores, en 2010 apenas llegó a la mitad.
-De hecho, desde que se promulg贸 la Ley del Cine ha habido a帽os excelentes, regulares y flojos, lo que plantea grandes retos para la sostenibilidad del sector.
-Un estudio reciente de Fedesarrollo analizó los resultados de una muestra de las películas producidas en los últimos años, y encontró que solo la tercera parte de ellas logró recuperar la inversión.
-El hecho de que dos terceras partes de las pelĂculas arrojen un saldo en rojo no se considera un resultado escandaloso para los estĂĄndares internacionales-
-En Hollywood la inversión en películas se maneja así: se compensan las pérdidas de unas con las ganancias de otras.
-En Colombia, en muchos casos se trata de personas que apuestan buena parte de sus recursos en un solo proyecto que corre el riesgo de fracasar.
-Por eso, a pesar del auge actual, el cine colombiano no debe perder de vista los desafĂos que aparecen en el horizonte.
-El aumento de costos, la volatilidad del negocio y la baja tasa de recuperaci贸n de muchos proyectos constituyen retos que imponen la necesidad de ampliar los mercados para las pel铆culas nacionales y diversificar el riesgo para los inversionistas, como lo hacen los grandes estudios del mundo.
-Avanzar en ese sentido implica un esfuerzo que debería estar en la mente de cualquier muchacho que sale del colegio con ganas de ser director, y de los productores que están aprendiendo del negocio entre éxitos y fracasos.
-Solo superando esos escollos se podrá hacer realidad la consolidación de esa fábrica de sueños que es el cine colombiano.
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