El proyecto en la ecologia del conocimiento

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El Proyecto ArquitectĂłnico en la EcologĂ­a del Conocimiento

JuliĂĄn Varas UBA/PUC Conferencia dictada en la Universidad Torcuato Di Tella 12 de Agosto de 2012

* Partes de este texto no contienen acentos ni enies.

Buenas noches. Quiero agradecerle a Ciro, a Roberto y la universidad que me hayan dado la posibilidad de mostrarles mis trabajos. Es un placer, un honor, y tambien un desafio poder compartir mis experiencias en esta universidad a la que valoro muchisimo.

La presentacion consiste en dos canales paralelos que se complementan y que representan dos momentos un poco distintos de mi trabajo.

En la pantalla van a ver una proyeccion de una serie de trabajos academicos, tres de los cuales son talleres de disenio que dicte en Cornell en 2006 y 2007, y el tercero es la tesis de Maestria que hice en la AA, bajo direccion de Ciro y Mohsen Mostafavi, en el 2001. Al finalizar cada uno de estos talleres, y tambien al finalizar la tesis, les fui dando a cada uno de los trabajos un formato de libro. Lo que se va a ver son justamente esos tres libros. La idea es transmitir coordenadas generales que puedan entrar en resonancia con la otra parte de la presentacion.

Por otro lado voy a leer y comentar un ensayo que escribi el anio pasado en el contexto del doctorado que estoy haciendo. Admito que puede llegar a ser una presentacion exigente, asi que hare lo posible por leerlo en forma pausada y amena.

Dado que el ensayo es un poco largo y quizas sea dificil seguirlo de cerca, voy a hacer primero una sinopisis informal para contar de que se trata, y decir cuales fueron las motivaciones para escribirlo. De esa manera en 10 minutos creo que va a ser posible dar un pantallazo, y luego entrare en el texto, aunque ya sin miedo a que se haga demasiado largo.


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El ensayo se llama “La arquitectura en la ecologia del conocimiento”. Su argumento es que el proyecto involucra una forma especial de conocimiento, que es diferente tanto del arte como de la ciencia. Pero ustedes diran “Que novedad!”. Es cierto, pero lo que quizas si sea interesante es la idea de pensar estas diferencias en el contexto de la idea del conocimiento como un sistema ecologico. Es decir, como un sistema muy complejamente interconectado, en el cual diferentes acciones o subsistemas, se complementan entre si dando forma a la cultura.

El ensayo parte de reconocer que el proyecto ha tenido historicamente un carácter ambiguo, en el sentido de que ha estado definido por dos polos extremos: o bien como un trabajo expresivo autonomo o bien como una ciencia del espacio, al servicio (consciente o inconsciente) de los poderes de turno. Ahora bien, ambas formas de entender el proyecto pertenecen a una epistemologia moderna. En una epistemologia moderna ocurren dos cosas: por un lado existe un sujeto tal como lo penso Immanuel Kant, que siente, que es capaz de actuar y de pensar con libertad, es decir, que es libre, o que puede liberarse de todas las ataduras que le impone la sociedad; por otro lado, existe un conocimiento positivo, que es el conocimiento de los objetos. En el podemos confiar para conocer nuestro presente y nuestro futuro, y para actuar deliberadamente, según cual sea el sentido de la transformacion que, como sujetos, querramos imprimirle a la realidad.

En una concepcion ecologica del conocimiento, que es la me interesa plantear, la division entre sujeto y objeto es variable y circunstancial. No responde a un esquema fijo. Esto es asi porque un sistema ecologico es un sistema descentrado. Es una red de interacciones en que todo influye y esta concectado. La accion esta distribuida, y ya no se sabe tan claramente quien piensa, quien hace, y quien es objeto de una accion. Esto ultimo es muy importante, como se vera, para poder entender lo que nos esta pasando en relacion con el proceso de digitalizacion. El hecho de que tengamos computadoras cada vez mas sofisticadas, computadoras que emulan funciones del cerebro con mas y mejor capacidad, no significa que antes el pensamiento fuera un hecho fundamentalmente autonomo e individual y que ahora la computacion, “la nube”, lo esta volviendo mas colectivo. Lo que creo que debemos tener en cuenta es que el cambio que produce la digitalizacion es un cambio cultural; un cambio en

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nuestra forma de entender la mente, el pensamiento, y por supuesto, la arquitectura. Y que este cambio es irreversible. No podria deshacerse aunque de golpe desaparecieran todas la computadoras. Este cambio consiste, precisamente, en el hecho de que nos hemos vuelto conscientes de que toda la cultura funciona como una ecologia. Esto ya no depende de ninguna tecnologia en particular.

En el 2008 dictamos con Juan Frigerio un taller de disenio aca en la Universidad Di Tella. Yo nunca habia enseniado disenio en Argentina. Fue una experiencia muy interesante por un monton de razones, pero quizas, sobre todo, porque una de las condiciones –en realidad la unica condicion- fue que el taller debia ser totalmente analogico. Los alumnos usaban la computadora todo el tiempo y para cualquier cosa, salvo para dibujar el proyecto. Yo ya me habia enfrentado a situaciones de resistencia al uso de la computadora en otros contextos, pero la condicion explicita de no usarla era una novedad. Lo curioso y lo interesante de esta experiencia es que comenzamos a darnos cuenta de algunas de las cuestiones que les mencionaba hace un momento. Concretamente, del hecho de que por mas que hicieramos otra vez todo a mano, ya no podiamos pensar como antes. El cambio cultural, estetico, etc, que nos produjo la digitalizacion era irreversible. Solo nos quedaba entregarnos a la idea de que el lapiz, el papel, la madera, el carton, etc, son tambien computadoras, computadoras materiales.

En los ultimos dos anios se volvio para mi evidente que habia que teorizar este cambio, que habia comenzado en los anios 1970, eclosionado en los 1990, y que habia que buscar cual era su sentido y su potencial mas alla de un medio tecnologico especifico.

El ensayo que voy a leer, entonces, tiene por objetivo explicar los impactos culturales irreversibles que ha tenido la digitalizacion, y a su vez, mostrar como las investigaciones que se hicieron en el medio digital van mucho mas alla que una simple e inocente exploracion del nuevo medio. En realidad, mi hipotesis es que el medio digital puso a disposicion de los arquitectos un espacio de negociacion entre doctrinas autonomas y heteronomas de la arquitectura, y permitio del desarrollo de un discurso sintetico y superador del dualismo de la determinacion de la forma arquitectonica: este espacio de negociacion es el discurso ecologico.

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El ensayo tiene 4 partes. En la primera intento diferenciar entre proyecto, ciencia y arte. Para esto tomo algunas ideas del filosofo aleman Ernst Cassirer. Cassirer fue sobre todo un filosofo de la cultura, que como tantos intelectuales alemanes emigro en la decada de 1930 con el ascenso del nazismo, y termino instalandose en EEUU. Trabajo, durante la primera mitad del siglo XX, dentro de la tradicion idealista kantiana. En la segunda parte del ensayo se aborda la ambigüedad fundamental del proyecto. Este es analizado en su dimension de instrumental –es decir, como un medio para un fin externo, como por ejemplo producir algun tipo de cambio urbano, social, economico o politico- y en su dimension representacional o expresiva. En la tercera parte, se comentan algunas criticas que surgieron a partir de la decada de 1950, y que se afianzaron en los 80 en lo que conocemos como el posmodernismo. Trato de explicar porque estas criticas ya no nos sirven. En la ultima parte sugiero una lectura del experimentos digitales de los anios 1990, como un intento de poner en practica esta concepcion ecologica del conocimiento, poniendo la inteligencia humana y la computacion digital en una simbiosis productiva, que desdibuja los limites de una y otra, y cuya consecuencia es un tipo de expresividad arquitectonica que no habia existido antes, y que permitio que una buena parte de la arquitectura contemporanea entrara en relacion con el disenio industrial, el cine, y la cultura de masas en general. Creo que estas son algunas de las novedades importantes que debemos reconocerle a la asi llamada revolucion digital. 1. Ciencia, arte y proyecto La noción de conocimiento se encuentra arrraigada en el campo de las ciencias naturales y las humanidades, sin embargo, su significado se vuelve más elusivo en cuanto nos posicionamos en el contexto del arte o en el aún más, en el ambiguo mundo del proyecto arquitectónico. Tanto las ciencias como las humanidades, más allá de sus diferencias, construyen modelos generales de la realidad; mediante ellos diagnostican, explican, y en ciertos casos, y dentro de ciertos límites, predicen el curso de los acontecimientos. En cambio, la relación entre arte y conocimiento ha sido definida como la posibilidad de arribar a la experiencia de lo específico, de lo singular, de lo irrepetible. El filosofo neokantiano Ernst Cassirer afirma que el arte es una ventana hacia la subjetividad. Su objetivo no es explicar sino comunicar. En tanto que forma de comunicación, el arte nos permite acceder a las emociones e intenciones del

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autor, y a través de ellas nos acerca a la condición universal de lo subjetivo. ¿Cómo se inscribe el proyecto en el contexto de esta epistemología? A diferencia de la ciencia, cuya preocupación principal es el conocimiento de lo general a partir de la observación de los fenómenos singulares, y del arte, en tanto que ventana hacia la subjetividad a través de la forma, el proyecto no explica ni comunica el mundo en forma directa, sino que opera en relación con su producción; tiene, en ese sentido, una función prescriptiva. Pero esto no significa que el proyecto sea una noción puramente instrumental. Pues si bien el proyecto forma parte de un proceso de gestación, de un “hacerse” de las cosas, y se encuentra por ende al servicio estas, es cierto también que el proyecto es en sí mismo un “hacerse”. El proyecto tiene, en este sentido, una dimensión de autonomía. Entre esta dimensión autónoma, que lo acerca a la concepción kantiana del arte, y el polo heterónomo, definido por la noción de tecnología en tanto que praxis determinada por un telos, se mueve entonces el proyecto arquitectónico. Partiremos de posicionar al proyecto en medio de esta tensión bipolar para revisar las consecuencias, dificultades y posibilidades de superación que se ofrecen hoy como marcos para una teoría del conocimiento y la acción arquitectural.

2. Ambigüedad constitutiva Acorde con esta condición pendular, el proyecto ha sido concebido alternativamente como producto y producción, ergon y energeia. En tanto que producto, el proyecto esen-sí-mismo. Al adquirir autonomía -aunque esta no sea mas que un experimento mental- con respecto a la realidad en la que debe operar, el proyecto se convierte en un lugar de experimentación y de definición de la condiciones de esa realidad. Ya no comporta el ordenamiento de una serie de acciones o decisiones con miras a la consecución de unos fines pre-establecidos, sino que pasa a configurar su propio contenido, sus propios objetivos. Este sería el tipo de proyecto en donde el concepto de creatividad adquiere su expresión más decididamente moderna. Es la creatividad que aparece por primera vez en el arte occidental con la autonomización de la representación pictórica, comenzando con la obra de Cézanne y siguiendo con Matisse, Picasso y Jackson Pollock. Esta autonomía de la representación se da también, de forma creciente, en el proyecto arquitectónico. Aunque hace eclosión a

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comienzos del siglo XX, Alberto Pérez-Gómez1, entre otros teóricos de inspiración heideggeriana, remiten su origen a la teoría de Claude Perrault. La pregunta central, entonces, en relación con esta idea de proyecto no tiene que ver con cómo producir un forma capaz de entregar una determinada performance en función de un programa arquitectónico. La pregunta consiste, antes que eso, en como construir una representación adecuada de un determinado problema, como expresarlo. Esta representación tendrá la forma de una pregunta o hipótesis de proyecto, y su construcción y puesta a prueba son aquí los problemas cognitivos fundamentales.

La concepción del proyecto como proceso, en cambio, tiende a resaltar su instrumentalidad. Aquí de lo que se trata es de alcanzar las metas, poniendo al servicio de este objetivo todos los recursos disponibles. En este marco aparecen frecuentemente las nociones de optimización, form finding, camino crítico, resource management, etc. Teorizaciones tales como The Sciences of the Artificial (3era ed. 1996) de Herbert Simon, o Notes on the Synthesis of Form (1965) de Christopher Alexander se han ocupado brillantemente de desarrollar esta perspectiva. Predomina en estos autores la metáfora del proyecto como “conjunto solución”. Este enfoque, fuertemente influenciado por las primeras investigaciones en inteligencia artificial, asume que el trabajo de proyecto consiste fundamentalmente en encontrar formas que constituyan respuestas adecuadas a preguntas o problemas de diseño. Dando estos problemas por relevantes y adecuadamente formulados, el énfasis recae en los procedimientos mediante los cuales se hará una representación lógica de este para llegar a identificar deductivamente el “conjunto solución”, es decir, la forma final. Si en la concepción anterior el proyecto se entiende, desde el punto de vista cognitivo, como un proceso de construcción de problemas, esquemáticamente podría afirmarse que estamos aquí frente a una concepción del proyecto en donde la destreza clave esta en resolver un problema.

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Arquitecto, físico y médico francés de amplia influencia en el siglo XVII -conocido especialmente por su proyecto para el Ala Este del Palacio del Louvre- Perrault propone por primera vez un sistema de órdenes arquitectónicos descorporalizados, es decir, órdenes cuya regulación proporcional se basa enteramente en sus relaciones internas. Rompe así con la tradición antropomórfica de origen Vitrubiano que ligaba la arquitectura con las proporciones del cuerpo humano. En esta misma línea autnomomista podría inscribirse la teoría arquitectónica de Arthur Schopenhauer, quien advierte que los conceptos de belleza y armonía en arquitectura no emergen de las proporciones naturalmente bellas del cuerpo humano, sino que constituyen la expresión de una voluntad que se manifiesta en el conflicto entre las fuerzas activas de la naturaleza y la resistencia opuesta la materia. Véase, Architecture and the Crisis of Modern Science.

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3. Críticas a la concepción del proyecto como producto He planteado dos formas distintas de entender la naturaleza del proyecto. Una es la que lo ve como un proceso controlado externamente, es decir, un proceso en donde todas las decisiones se van chequeando en funcion de un programa o sistema de necesidades y condiciones. La otra, de la cual fueron exponentes, por ejemplo, Aldo Rossi o Peter Eisenman, lo imagina como un objeto comunicativo, que debe responder, antes que nada, a reglas de coherencia interna.

A lo largo de las últimas tres o cuatro décadas la teoría del proyecto arquitectónico ha explorado intensivamente las consecuencias de estas posturas. La teoría del proyecto como ergon ha desembocado frecuentemente en proposiciones fenomenologistas y hermenéuticas que subrayan especialmente las cuestiones de la corporalidad y del significado. Frente a un modernismo cuya integridad ha sido comprometida por el telos del progreso tecnológico emergieron proposiciones de resistencia al proceso supuestamente homogeneizador promovido por la globalización. En el influyente ensayo Towards a Critical Regionalism: Six Points for an Architecture of Resistance, el historiador inglés Kenneth Frampton ejemplifica esta postura apoyandose en dos de los mas grandes fenomenologistas2: Paul Ricouer y Martin Heidegger. Recurre al análisis que realiza Martin Heidegger en Construir, Habitar, Pensar del concepto de espacio para criticar el proceso expansivo de la metrópolis. Heidegger analiza y contrapone la noción de spatium -el espacio cartesiano indiferenciado sobre el que avanza la globalización- al término alemán raum, el cual reconoce la presencia de la frontera o borde no como una condición limitante, sino como la posibilidad misma de que se exprese su presencia. A partir del raum Heidegger construye una teoría del lugar como articulación espacial de aquello que no puede ser captado mediante los mecanismos cuantitativos de la tecno-ciencia moderna. Para Frampton el concepto heideggeriano de lugar constituye en sí mismo un elemento capaz de oponer resistencia al avance de la universalización. Del mismo modo, Frampton propone un retorno a la encarnación material de la arquitectura al sugerir la primacía de los valores táctiles por sobre lo visual. Si bien la lógica de los medios masivos de comunicación conduce a una circulación prácticamente ilimitada de las representaciones visuales de la arquitectura, niega de hecho todas aquellas

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La fenomenologia es una escuela filosofica que propone la consciencia y la experiencia subjetiva como la principal llave de acceso para el conocimiento de la realidad.

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cualidades que no pueden ser transmitidas por los canales habituales por los que circula la información. La corporealidad de la arquitectura -su fisicalidad y su dependencia de los materiales y tecnologías disponibles en un determinado lugar- se convierte entonces en un especie de refugio capaz de producir valores que podrían llamarse “auténticos” frente a la tendencia inherentemente “simuladora” a la que lleva la mediatización de la cultura.

Durante el transcurso de la últimas décadas, sin embargo, el discurso fenomenológico ha sido blanco de severas críticas3. En sus comienzos, los reparos que planteó sobre el carácter alienante de la modernización pudieron interpretarse como expresión de desazón frente al proyecto de la ilustración, particularmente en vista de la conflagración entre desarrollo tecnológico y carrera armamentista que se dio durante la guerra fría. Pero, en el mediano plazo, los intentos destinados a construir un conocimiento proyectual territorializado en el cuerpo humano terminaron por revelar su concepción idealizante y esencialista de éste último. La noción de verdad en el modo de conocimiento proyectual fenomenologista se construye siguiendo la teoría de la semejanza; en este caso mediante la referencia a un modelo férreamente establecido, el del cuerpo del Hombre Vitrubiano. Este modelo interpretativo termina por reducir drásticamente el espectro de lo arquitectónicamente verdadero. Le retira enteramente la denominación “arquitectura” a un amplio arco de expresiones alternativas, acotando así su operatividad a un margen muy estrecho de la producción. En síntesis, no solamente se trata de un modelo de conocimiento cuya capacidad, tanto a nivel teórico-explicativo como práctico-poiético, se encuentra seriamente limitada, sino que exhibe también un sesgo colonialista, al coartar la posibilidad del surgimiento de formas de conocimiento enraizadas en representaciones no canónicas del sujeto humano, o incluso en posiciones no antropocéntricas.

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Este párrafo ha sido elaborado en base a la crítica a la posición fenomenologista expresada por el teórico norteamericano Christopher Hight en su libro Architectural Principles in the Age of Cybernetics.

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4. Ecología de las formas inteligentes: El conocimiento proyectual más allá de los límites del cuerpo biológico La noción del proyecto arquitectónico como proceso, que hemos adscripto especialmente a la tradición heterónoma del problem-solving, se ha revitalizado en los últimos veinte años bajo una óptica diferente. La concepción instrumental del proyecto que defendian Yona Firedman, Nicholas Negroponte, el primer Christopher Alexander, etnre otros, expresó, hasta los años 1970, una versión radicalizada del racionalismo cartesiano que pretendía dar cuenta del conjunto de la realidad a través del método lógico-deductivo. En parte, esto respondía a la voluntad de transferir las capacidades proyectuales del arquitecto al novedoso medio digital. Pero esas primeras aproximaciones a la producción de una inteligencia artificial capaz de proyectar arquitectura adolecían de serias limitaciones. Y estas no eran sobre todo de carácter tecnológico -pese a que eso argumentaban tanto Alexander como Negroponte, fundador del MIT Media Lab-, sino que emergían de una compresión todavía muy precaria de la complejidad de los procesos cognitivos. En particular, predominaba en la edad temprana de la inteligencia artificial una visión aislacionista de los procesos cognitivos. Esta visión estaba modelada sobre la base del procesamiento digital, el cual representaba el único mecanismo computacional relativamente simple, y cuyo funcionamiento podía conocerse en detalle. 4

Lejos de pretender generar una inteligencia artificial que circunscriba lo humano en el proyecto, ciertas corrientes teóricas de la arquitectura reciente pretenden integrar productivamente las capacidades computacionales de la tecnología digital con la inteligencia humana, en una relación simbiótica que abre las puertas a una nueva ecología del conocimiento. Tal posibilidad tuvo su expresión práctica durante los años 1990 cuando fue articulada en los ensayos de Greg Lynn5. Si bien durante la década de 1980 el desarrollo de la tecnología digital tuvo una aceleración exponencial, recién en la década siguiente se dieron las condiciones adecuadas como para el resurgimiento y aceptación de lo computacional en el contexto de la cultura del 4

Este objetivo, que en los años 1970 se consideraba prácticamente inalcanzable pero al menos teóricamente imaginable, ha sido expuesto recientemente como una imposibilidad incluso en el plano teórico. Las teorías recientes en neurociencia cognitiva han avanzado la hipótesis del “conocimiento incorporado” (embodied cognition) según la cual existiría una relación necesaria y específica ente el tipo de inteligencia y su soporte material; es decir que las formas y grados de la inteligencia estarían determinados por el cuerpo en donde esta se desarrolla. Por último, se ha desvanecido, en el plano de las motivaciones, la utopía ideológico-política que llevó a suponer que el proceso digital podía ser preferible frente al mucho más impredecible e idiosincrático intermediario humano. 5

Ver: Folds, Bodies and Blobs. Collected Essays (1998)

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proyecto. Es difícil saber con exactitud qué factores contribuyeron a generar el clima cultural que permitió que este paradigma pudiera instalarse más allá de las sospechas de un retorno al racionalismo cartesiano. Lo cierto es que desde comienzos de la década de 1990 se extendió masivamente la investigación sobre las posibilidades de la computación digital aplicada al proyecto arquitectónico. Esta vez, sin embargo, la aceptación de una complementariedad entre arquitectura e computacion digital dio como resultado configuraciones formalmente voluptuosas cuya sola apariencia las colocaba mas alla de cualquier banalidad instrumental. Se trataba de formas que combinaban un cierto determinismo propio de los procesos computacionales con una serie de aprioris figurativos que remitían al universo de la forma genérica. El elemento computacional permitía recuperar en parte la noción de forma como “resultado” o “solución”, mientras que la introducción a priori de funciones primitivas –planos, volúmenes elementales, u otras proto-organizaciones en estado de baja o nula diferenciación- otorgaba una dimensión de subjetividad al proceso de proyecto. Aunque algunas críticas cargaban contra un exagerado automatismo del proceso, el la computadora se limitaba a calcular las inflexiones de la forma genérica en relación con unas condiciones contextuales específicas.

En un plano conceptual, la condición de posibilidad para que pudiera emerger este nuevo tipo de relación entre arquitectura y computación digital surge de la aceptación de que ambas constituyen formas de procesamiento que deben ser entendidas como “cerebros” con capacidades y limitaciones diferenciadas. Esto se apoya en ciertos desarrollos propios de la teoría de sistemas según los cuales la definición de la idea de cerebro corresponde a una unidad computacional y no necesariamente a una unidad biológica. Pero los desarrollos más recientes en teoría del conocimiento se alejan del principio aislacionista en el que se basaban las primeras aproximaciones al problema de la computación. Los nuevos experimentos de simulación de procesos cognitivos han llevado a proponer la hipótesis, ahora ampliamente difundida, de que no es posible considerar la cognición como un proceso puramente abstracto. De ello se desprende la idea de una relación de carácter constitutivo entre cuerpo e inteligencia (en tanto que capacidad para producir conocimiento); es decir que el desarrollo y sostenimiento de formas y capacidades específicas de un determinado cerebro dependen directamente de las funciones aferentes y eferentes del cuerpo que

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lo sostiene6. El poder específico del cerebro humano reside en su capacidad para producir representaciones y meta-representaciones, no solamente del mundo que lo rodea, sino también de sí mismo. Estas representaciones son la condición sine qua non para la posibilidad misma de la cultura. En cambio, el cerebro digital es incapaz de desarrollar representaciones, pues carece todavía de un cuerpo estable que le suministre energía, motricidad e información coherente sobre y desde el mundo exterior. A su vez, el hecho de poseer un cuerpo rudimentario es la condición básica para que exista la posibilidad de complementación y simbiosis con la inteligencia humana. Pues el hecho de tener un cuerpo simple permite que el cerebro digital pueda procesar los estímulos externos con enorme eficiencia.

La idea de una teoría ampliada de la cognición corporalizada resulta útil para comprender el sentido de los desarrollos en la teoría y práctica del proyecto arquitectónico durante los últimos veinte años. Esta teoría permite integrar las tendencias deterministas y objetivistas del pensamiento instrumental con las necesidades representacionales propias de la subjetividad humana superando el aparente conflicto entre ellas. Sugiere, quizás, la posibilidad de una resolución no dualista de la ambigüedad constitutiva del conocimiento en el marco del proyecto arquitectónico.

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Sobre la teoría del conocimiento corporalizado puede consultarse una síntesis bien elaborada en la Internet Encyclopedia of Philosophy. http://www.iep.utm.edu/embodcog/

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