CINCO MANERAS BASICAS DE AFRONTAR UN CONFLICTO Suele haber estilos preferidos de habérselas con los problemas surgidos de la relación interpersonal: competir, vencer, evitar el conflicto, negociar,… Todo depende del alto o bajo aprecio que se tenga por los objetivos perseguidos por uno mismo y, a la vez, por los de al otra parte. Podemos singularizar cinco maneras básicas de afrontar un conflicto: a) Competir. Se da cuando alguien se preocupa básicamente por sus propios deseos, pensamientos y valores y no piensa en el otro. b) Evitar / Huir: Es la actitud de quien rehuye sistemáticamente los conflictos y evita abordar los problemas. Suele corresponder a un escaso interés por los deseos propios y ajenos o a un miedo al conflicto. c) Pactar / Negociar / Convenir: Se produce cuando alguien se preocupa por sus deseos pero se muestra dispuesto a tomar en consideración también los de la otra parte. Así, el conflicto se concibe como un proceso en el que, si ambos ceden, se puede llegar a un punto intermedio satisfactorio. d) Acomodarse / Ceder / Acatar: Se da cuando alguien se desinteresa tanto de su propia postura que sólo piensa en satisfacer la de la otra parte. Al no haber confrontación, se cede y uno acaba acomodándose siempre, acatando lo que quieren los otros. e) Colaborar: El enfoque menos usual. Se da cuando alguien busca satisfacer sus propios deseos y además está dispuesto a que se satisfagan también en alto grado los de la otra parte. A diferencia del caso de la negociación, en vez de ceder y ganar todos algo, se intenta una solución que amplíe las “ganancias” de ambas partes. Lo más difícil, interesante y probablemente útil en el contexto educativo es aprender a colaborar, tarea en la que suele resultar conveniente, al menos inicialmente, el recurso a la mediación. La negociación supone intercambio de posturas, pero dentro de cierta adversidad y antagonismo: como en cualquier situación de regateo, hay una oferta inicial de resolución tras escuchar ambas posturas, que establece los ámbitos de negociación. Si hay terreno para el entendimiento se puede proseguir mediante sucesivas concesiones. El papel del mediador consistirá entonces en clarificar los puntos mínimos, irrenunciables, de cada parte a la otra. La colaboración, por el contrario, parte de una situación cooperativa: hallar una solución que satisfaga los deseos y aspiraciones de ambos, lo que a su vez supone trabajar juntos. Por consiguiente, no se trata de regatear mediante ofertas y contraofertas, sino de identificar los intereses respectivos. Lo que se negocia, por tanto, son intereses compartidos para lograr el mejor acuerdo posible.