…Debido a que no aceptaban ningún pago por sus tratamientos a los enfermos, los santos hermanos fueron llamados «Médicos Inmercenarios (Anarguíroy en griego)». Su vida de servicio activo y de gran influencia espiritual sobre la gente a su alrededor condujo a muchos a la Iglesia, llamando así la atención de las autoridades romanas. Fueron enviados soldados a capturar a los hermanos. Habiendo oído esto, los cristianos locales convencieron a San Cosme y a San Damián de ocultarse por algún tiempo hasta que pudieran ayudarlos a escapar. Incapaces de encontrar a los hermanos, los soldados arrestaron en su lugar a otros cristianos de la zona donde vivían los santos. Por eso San Cosme y San Damián salieron de su escondite y se entregaron a los soldados, pidiéndoles que liberaran a quienes habían sido detenidos por su causa. En Roma, los santos fueron encarcelados y sometidos a juicio. Ante el emperador romano y el juez, profesaron abiertamente su fe en Cristo Dios, que vino al mundo para salvar a la humanidad y redimir al mundo del pecado, y decididamente se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Dijeron: «No hemos hecho mal a nadie, no estamos involucrados con la magia o la brujería de la que nos acusan. Tratamos a los enfermos por el Poder de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no aceptamos ninguna pago por prestar ayuda a los enfermos, porque el Señor mandó a sus discípulos: Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar» (Mateo 10: 8). Sin embargo, el emperador continuó con sus demandas. A través de la oración de los santos hermanos, infundida con el Poder de la Gracia, Dios de repente cegó a Carino, para que él también pudiera experimentar el poder omnipotente de Dios, quien no perdona la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12: 31). La gente, al ver este milagro, exclamó: ¡Grande es el Dios del cristiano, no hay otro Dios sino Él! Muchos de los que creyeron suplicaron a los santos hermanos para curar al emperador, y el emperador mismo les imploró, con la promesa de convertirse al verdadero Dios, Cristo Salvador, por lo que los santos lo sanaron. Después de esto, San Cosme y San Damián fueron honorablemente liberados, y una vez más se dedicaron a curar a los enfermos. Pero lo que el odio de los paganos y la ferocidad de las autoridades romanas no pudieron hacer, se llevó a cabo por la envidia, una de las más fuertes pasiones de la pecadora naturaleza humana. Un médico más viejo, un instructor, del cual los santos hermanos habían estudiado la medicina, envidió la fama de los santos. Llevado a la locura por la malicia, y superado por la envidia apasionada, llamó a los dos hermanos, que anteriormente fueron sus alumnos más queridos, proponiéndoles que fueran juntos a fin de recoger diversas hierbas medicinales. Yendo lejos en las montañas, los asesinó con ayuda de otros y arrojó sus cuerpos a un río. Así, estos santos hermanos, los Inmercenarios Santos Médicos Cosme y Damián, terminaron su existencia terrenal como mártires. A pesar de que habían dedicado su vida al servicio cristiano del prójimo, y habían escapado de la espada romana y la prisión, fueron asesinados a traición por su propio maestro. El Señor glorifica a los que agradan a Dios. Ahora, a través de las oraciones de los Santos Mártires Cosme y Damián, Dios concede la curación a todos los que con fe recurren a su intercesión celestial. San Cosme y San Damián de Roma (1o de Julio), no se debe confundir con los Inmercenarios San Cosme y San Damián de Arabia (17 de Octubre), o San Cosme y San Damián Inmercenarios de Asia Menor (1o de Noviembre), pues en la Iglesia Ortodoxa hay muchos Santos con el mismo nombre aunque sean de diferentes épocas. Diócesis de México Iglesia Ortodoxa en América www.ocamexico.org
Catedral Ortodoxa La Ascensión del Señor
La curación del siervo del centurión (Mateo 8:5-13; Lucas. 7:1-10).
Luego, el Señor fue a Cafarnaúm donde una vez más, realizó el milagro de curar al siervo del centurión romano, quien por lo visto, estaba al mando de la guarnición local de cien soldados. Algunas de las ciudades de Palestina eran custodiadas por guarniciones militares romanas. Aunque el centurión era pagano de origen, mostraba disposición hacia la religión judía, testimonio de lo cual era la sinagoga construida por él.
Según San Mateo, su siervo se hallaba postrado por una parálisis, mientras que San Lucas -cuya narración es más detallada- afirma que estaba al borde de la muerte. San Lucas relata que el centurión primero envió recado a Jesús con algunos notables de entre los judíos para que viniera y sanara a su siervo; luego envió a unos amigos suyos y finalmente, como dice San Mateo, salió al encuentro del Señor cuando este se aproximaba a su casa. Las palabras del centurión dirigidas al Señor: «No Te molestes, pues no merezco que entres en mi casa. Como tampoco lo he creído de ir en persona a buscarte. Basta que digas una Palabra y mi siervo recobrará la salud» (Lucas 7: 6-7), suenan tan inusuales en un pagano en términos de la fe y humildad, que el Señor como dicen ambos Evangelistas- «se maravilló» y consideró necesario enfatizar ante los presentes que Él no encontraba semejante fe siquiera entre los representantes del pueblo elegido por Dios: los israelitas. Además, como solamente San Mateo nos cuenta, el Señor refuta la errónea opinión de los judíos de que sólo ellos podían ser miembros del Reino del Mesías. El también anuncia que muchos gentiles «de oriente y occidente» junto con los ancestros del Antiguo Testamento serán encontrados dignos de heredar este Reino. En cambio, «los hijos del Reino» es decir los judíos, por su incredulidad, serán arrojados a la oscuridad absoluta donde habrá llanto y rechinar de dientes (Mateo 8: 12). Como en muchas de las parábolas y Palabras de Jesús, el Reino Celestial se nos presenta como un Banquete o Fiesta en la cual (en el oriente) la gente no se sentaba sino que se reclinaba. Los convidados que cometían alguna equivocación eran retirados del lugar y enviados fuera, donde reinaban la (absoluta) oscuridad y el frío, que se contraponen a la cálida y luminosa habitación. Los expulsados tiritaban de frío y tristeza; esta imagen comprensible para todos fue utilizada para dar una mejor visión del eterno tormento de los pecadores en el infierno. La fe y humildad del centurión fueron recompensados de inmediato, tan pronto como el Señor pronunció: ¡Ve, y que se te haga como has creído! 4º DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS SAN COSME Y SAN DAMIÁN «Mártires, Milagrosos y Médicos Inmercenarios» (1o de Julio) Nacieron en Roma, siendo hermanos de nacimiento, y médicos de profesión. Sufrieron el martirio en Roma durante el reinado del emperador Carino (283-284). Instruidos por sus padres en la vida cristiana, llevaban una vida estricta y casta, y les fue otorgado por Dios el don de sanar a los enfermos. Por su generosidad y amabilidad excepcional a todos, los hermanos convirtieron muchos a Cristo. Los hermanos decían a los enfermos: «No curamos por nuestro propio poder, sino por el Poder de Cristo, el Dios Verdadero; crean en Él, y serán sanados.»…
TROPARIO DE LA RESURECCIÓN Tono 3º Coro: Regocíjense los celestiales, / y alégrense los terrestres, / porque el Señor ha hecho valentía con su brazo / y ha hollado la muerte por la muerte. / Se ha hecho el primogénito de los muertos. / Nos ha salvado de las entrañas del infierno, / concediendo al mundo / grande misericordia. // † Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. CONTAQUIO Tono 3º Coro: Este día, Tú, Oh Compasivo, / te has levantado de la tumba, / y nos has conducido fuera de las puertas de la muerte. / Este día Adán exulta / y Eva se regocija; / Con ellos los Profetas y Patriarcas / alaban sin cesar / el Divino Poder de Tú autoridad. // Diácono: Atendamos. Sacerdote: Paz a todos. Lector: Y a tu espíritu.
Sacerdote: Paz a ti. Lector: Y a tu espíritu. Diácono: Sabiduría. Lector: ALELUYA en el Tono 3º Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya. Verso: En Ti, Señor, he confiado; no permitas que sea yo confundido. Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya. Verso: Sé Tú para mí un Dios Protector y una Casa de refugio para salvarme. Coro: Aleluya. Aleluya. Aleluya. Diácono: ¡Sabiduría! Estemos de pie, escuchemos el Santo Evangelio. Sacerdote: Paz a todos. Coro: Y a tu espíritu.
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ECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO. (Mateo 8: 5 - 13)
Diácono: Sabiduría.
Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.
Lector: PROQUÍMENO en el Tono 3º Verso: Cantad salmos, cantad salmos a nuestro Dios; cantad salmos, cantad salmos a nuestro Rey. Coro: Cantad salmos, cantad salmos a nuestro Dios; / cantad salmos, cantad salmos a nuestro Rey. // Verso: Aplaudid todos juntos, pueblos todos; clamad a Dios con voz de júbilo. Coro: Cantad salmos, cantad salmos a nuestro Dios; / cantad salmos, cantad salmos a nuestro Rey. // Verso: Cantad salmos, cantad salmos a nuestro Dios. Coro: Cantad salmos, cantad salmos a nuestro Rey. //
Sacerdote: Atendamos.
Diácono: Sabiduría.
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ECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS. (Romanos 6: 18 – 23) Diácono: Atendamos.
Hermanos: Y liberados del pecado, se han hecho siervos de la justicia. Cosa humana digo, por la flaqueza de su carne; pues, así como presentaron sus miembros al servicio de la inmundicia y a la iniquidad para la iniquidad; así ahora presenten sus miembros para el servicio de la justicia para la santificación. Pues, cuando eran siervos del pecado, eran libres para la justicia. ¿Qué fruto, pues, tenían entonces de lo que ahora se avergüenzan? Pues, a la verdad, el fruto de aquello, ¡fue la muerte!; mas ahora ya, liberados del pecado, pero hechos siervos de Dios, tienen por fruto la santificación; y por fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado, es la muerte; pero el carisma de Dios, es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
En aquel tiempo: Yendo Jesús a Cafarnaúm se le acercó un centurión, rogándole y diciendo: Señor, mi siervo está postrado en casa, paralítico y terriblemente atormentado. Le dice Jesús: Yo, iré y lo sanaré. Y, respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; pero una palabra tuya, bastará para sanar a mi siervo. Pues también yo hombre constituido bajo potestad, tengo a mí cargo soldados, y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Y, oyendo esto, Jesús se admiró, y dijo a los que lo seguían: En verdad les digo; que ni aun en Israel he encontrado tanta fe. Y les digo que muchos de oriente y occidente vendrán y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob, en el reino de los cielos; pero los hijos del reino serán arrojados, a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el crujir de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Ve, y que se te haga conforme has creído. Y en ese mismo momento su siervo quedó sano. Coro: Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.