Aprender naturaleza intrínseca del ser

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APRENDER, NATURALEZA INTRÍNSECA DEL SER. (RECORDATORIO)

En principio es obvio acceder al concepto de Aprendizaje, sin condicionarlo a lo humano, porque es propio de todo ser en el espacio cósmico de la naturaleza, contextualizado, también, en los territorios imaginarios de la inspiración creadora. De vieja data ha sido imperante la dicotomía ENSEÑANZAAPRENDIZAJE, diferentes

en

los

niveles

currículos educativos,

programáticos sin

de

los

considerar,

epistemológicamente, la capacidad inherente de la formación crítica y creadora que constituye la fortaleza ineludible del educando. De esta manera se han elaborado paradigmas o esquemas que respondan mejor a los intereses de quienes, en cualquiera época de la Historia, detenten el poder económico y político de un Sistema. No es solamente necesario asomarse, por ejemplo, a la filosofía moderna francesa, con Deleux, Foucault, Bachelar o a la


alemana con Nietzsche y otros varios; incluso a literatos como Balzac, Dostoievski, Cervantes, en la Narrativa, o poetas reflexivos como Poe, Silva o Arturo, en nuestro entorno, sólo por mencionar algunos, para reflexionar evidentemente la dinámica de la comprensión que me ocupa. Tal vez la Universidad Pública, con excepción de sus programas en las Facultades de Educación, en varias de ellas, podría exonerarse de los paradigmas impositivos. Desde la concepción, el feto, en su formación psicosomática, inicia su proceso de aprendizaje, lógicamente influenciado por la fuerza del entorno vivencial de la madre. En ningún momento, sus padres, en primera instancia, asumen obligación alguna de enseñanza. No es posible esto. Si acaso, con conocimiento de causa, influyen de otra manera, más frecuentemente artística, sobre el vientre gestante, para incidir en él mediante sonidos armónicos que les hace pensar estar formando un artista. El niño, una vez frente al mundo que lo rodea, no se puede calificar como una vasija vacía que se tiene que llenar con la enseñanza de saberes, quizá alienantes, que no harán otra cosa que

castrar

su

curiosidad,

principio

fundamental

del

conocimiento dado en su acontecer y que se debe, eso sí, orientar y dirigir conjuntamente por sus padres y sus maestros, hacia, también, la cientificidad de su desarrollo. Muchos, quizá sin lograr por lo menos la educación primaria, máximo hasta un quinto año de escuela, logran su cometido en la existencia. Quizá solamente se puedan excepcionar algunos y no por su falsa culpabilidad, sino por taras o errores cometidos


en el nacimiento. No obstante son dignos de comprensión y de atender en ellos los intereses que muestren, por la propiedad intrínseca. Basta, para quienes reflexionan, hacer una lectura consecuente del mundo y deducir conocimiento y saberes de la positividad y negatividad del planeta, no obstante violentado por el género humano. Asistir, por ejemplo, a una fiesta campesina, a un taller artesanal de cualquiera índole, casi siempre o quizás siempre de orden empírico, constituye una excelente lectura de la dinámica de los modos de producción de los objetos reales convertidos,

mediante

el

pensamiento,

en

objetos

de

conocimiento o si se quiere, paralelamente, desde la creatividad del pensamiento, la realización de los mismos en objetos artísticos, mejor que artesanales y también de servicio, elaborados por el pueblo. (Marx y Platón). Mediante la comprensión de los territorios imaginarios, quizá, el Instituto Andrés Bello instauró El Instituto Andino de Artes Populares, (IADAP), para la investigación de la producción artística de los grupos populares marginados, muchas veces excluidos. Por la acción misma del ser investigador, no escaparon a esta enriquecedora labor del conocer los centros no sólo rurales sino urbanos en el contexto multiétnico. Por sugerencia de quien suscribe, entre otros, el IADAP pasó a llamarse INSTITUTO ANDINO DE CULTURA POPULAR, cuyo trabajo, en Nariño, dio origen a la Maestría en ETNOLIERATURA, de la Universidad de Nariño, con relativo éxito, dada la influencia mediática de intereses suficientemente conocidos.


Este Post-grado va más allá de la simbolización oral de esquemas denominados literarios clásicamente. Simboliza, de la naturaleza, todos sus haberes: animales, plantas medicinales o no, etcétera, el mundo que observa y lee cotidianamente e implica su actuar crítico y creativo en el contexto del símbolo. El

dialogar

personalmente

con

Artesanos

nariñenses

del

Carnaval, me permitió lecturas que cambiaron, en gran medida, mi observación ecléctica. ¿Cómo podemos elaborar carrozas que

recreen

nuestros

contenidos

ancestrales

si

los

calificadores que nos imponen, desconocen nuestra cultura? Me decían ellos. Ciertamente

los

Directivos

del

Carnaval

Pastuso,

más

exactamente, designaban calificadores ajenos al Departamento de Nariño y quizás ignorantes de su cultura, como aún acontece. Por

fortuna

bien

entendida

esta

cuestión

y

después

de

continuadas charlas, suscitadas por el IADAP de Pasto, la dirección nombró a críticos y a artistas sabedores regionales para el examen de contenidos del Carnaval y su creatividad. Entonces se re-instauró la imaginación creadora con contenidos más auténticos y ajenos a los que antes primaban pro satisfacción de los jurados, amén de la ignorancia y del entender de la región. Se acabaron temas como la mujer biónica, el ratón Mickey, supermán, entre tantos, y aparecieron, con

mayúsculas,

nuestra

TUNDA,

EL

RIVIEL,

EL

CARRO

FANTASMA, EL CURA DESCABEZADO, LA PATA SOLA y muchos más temas renovantes de nuestra cultura.


No podría nunca olvidar a artesanos ganadores como el maestro Zambrano, a mi amigo Chicaiza, cultores que fortunosamente constituyeron

escuela

y

sus

descendientes

continúan

su

sendero. Sea oportuno, en esta reflexión, recordar a artistas muy reconocidos mundialmente como BOANERGES MIDEROS; a directivos

como

EUGENIO

CABRERA

y

muchos

otros

ecuatorianos que hoy brillan aún más en la nueva Patria Ecuatoriana, gestores del IADAP, Institución que, mediante concurso, pudimos instaurar en Pasto. En la actualidad, Nariño con sus ciudades, sus pueblos, sus veredas, simboliza la creatividad y el avance consciensal, no solamente

nacional,

sino

internacional

a

través

de

sus

implicaciones multiétnicas y pluriculturales. Recorriendo campos veredales; charlando con sus pequeños agricultores, ganaderos, artesanos, músicos, productos de su fuerza cognoscitiva empírica, aflora a mi mente la frase del ilustre tratadista Rousseau en su Emilio: “El hombre nace bueno y la Sociedad lo corrompe”, que no tiene total aplicabilidad en estos grupos mejor consolidados en su innatismo. Y para terminar y sintetizando, tengo la certeza de que, parodiando a Nietzsche, quizá en su obra “La Genealogía de la Moral”, nunca se podrá enseñar nada a quien nada sabe y sólo se puede aprender aquello que ya se conoce.

JULIO ERNESTO SALAS VITERI


Chachagßí, 22 de Noviembre de 2013.


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