HIJOS DE LA INCONTINENCIA (NOVELA)
PREÁMBULO.
“Nada de lo que es humano en ti me es extraño”, una frase aparentemente manida, pero de un profundo sentido, manifiesta quizá hace dos milenios y retomada también por el filósofo Kant y existente desde la filosofía de Jesús. Publio Terencio Africano y otros tantos la refirieron.
“La vida humana es una sola: siempre sagrada. El que la toca abusivamente, el que la viola sangrientamente, me ofende y me lastima a mí: nada humano me es ajeno”.
La situación de esta familia no es común y es, sin lugar a dudas, de sufrimiento, muy dolorosa, más
aún con el conocimiento de lo real, tal vez en los mejores
días
de
la
existencia
humana,
la
juventud. Conocer, a través de la ciencia quién no es su padre, por intermedio del ADN, es una resultante que tiene que angustiar al conjunto familiar, así sea que de tres hijos, por lo menos uno llevase el apellido que le ha sido asignado.
El contexto familiar, a la hora de la verdad, es mayor. Todos, Leonidas, Natalia junior, Paulina ya tienen descendientes. Una de estos cambió ya su apellido por el de su madre, no podía ser de otro modo. Muy triste saber que su abuelo, por parte de padre, es desconocido, que no sabe realmente quién fue, cuál fue su apellido.
Será esta la narración que hace referencia a este tipo de familias en que importa más el reto sexual sin compromiso, que el responsable, en virtud de quienes sucederán a sus padres y toda su descendencia. Todo por la “INCONTINENCIA”
DISCUSIÓN.
La Literatura nunca puede ser ajena al concepto de la realidad. Jamás se separa de esta; está como el cordón umbilical que une al hijo con su madre, unida a lo real, pero sin admitir su separación porque representa simbólicamente el mundo, las indefinidas lecturas de los creadores, de quienes son sensibles al proceso total de la humanidad.
“Si se admite -lo que no es necesario- que el discurso literario constituye una clase autónoma en el interior de una tipología general de los discursos, su especificidad puede ser considerada o como el objetivo último (que no se logrará sino por etapas) de un meta-discurso de investigación, o como un postulado a priori que permite suscribir por adelantado el objeto de conocimiento buscado. Según R. Jakobson, quien ha optado por esta segunda actitud, el objeto de la ciencia literaria no es la literatura sino la literariedad, es decir, lo que autoriza a distinguir lo que es literario de lo no-literario.
2. Ahora bien, la mirada, aunque superficial, que el lingüista puede aplicar a los textos llamados literarios, bastará para persuadirlo de que lo que se llama FORMAS LITERARIAS (figuras, procedimientos, organizaciones discursivas y/o narrativas) no tienen nada de específicamente LITERARIO, pues ellas se encuentran en los otros tipos de discursos. La imposibilidad de reconocer la existencia de leyes o, incluso, de simples regularidades que serían propias del discurso literario ha obligado a considerar el concepto de literariedad -en el marco de la estructura intrínseca del texto- como desprovisto de sentido y a conferirle, en desquite, el estatuto de connotación social (si bien es verdad que esta varía según las culturas y las épocas: un texto reconocido como religioso en la Edad Media es tenido hoy como literario); esto quiere decir que la literariedad debe ser integrada en la problemática de las Etno-teorías de los géneros (o de los discursos)” (Griemas y Courtés) Fuente(s): Fuente(s):ffyl.uncu.edu.ar
ESTRUCTURA Y CORRECCIÓN:
GONZALO JIMÉNEZ MAHECHA. Profesor Filólogo en la Universidad de Nariño. Pasto, Nariño, Colombia.
CLUADIA LORENA SALAS ROSAS, Licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad de Nariño. Pasto, Nariño, Colombia.
DEDICATORIA.
A todos aquellos hogares que hubiesen caĂdo en desgracia por la irresponsabilidad de sus actos.
HIJOS DE LA INCONTINENCIA NOVELA
Jamás en la existencia de la humanidad el hombre, si bien /podría/ ser culpable de su muerte, nunca lo será de su nacimiento. Este puede darse en cualquier tiempo, lugar y disfrutar o no de medios. El niño siempre será inocente, pero un día, “la naturaleza no perdona”, sabrá todo de su ser, de su origen y hasta de sus padres.
Cuando los hijos crezcan reconocerán todo de sus padres, preguntarán cotidianamente de su padre si a su lado no lo ven, o de su madre. Es inevitable este suceso y es precisamente el caso de esta familia.
Por allá en los años cincuenta o antes del siglo pasado, como tantas otras, había una familia, no suficientemente acomodada, pero que gozaba de sus hijos y con ellos vivía aparentemente feliz.
Una de ellas, Natalia, cerca de los dieciséis años de edad, más o menos agraciada, pero coquetica, era, talvez, la más perseguida por los hombres en una época en que, no podríamos equivocarnos al llamarla
del
machismo
imperante,
eran
dominadores de las niñas que aún no abrían suficiente los ojos para defenderse.
Es que no solamente se trataba de asumir una posición defensiva en contra de los malditos cazadores de impúberes. Se trataba de que en el hogar
predominasen
los
verdaderos
valores
fundamentales de la formación humana, fincada en la niñez y, excepcionalmente, por la época aludida de la orientación ética y moral de los adolescentes.
Esta niña dejaba mucho que desear; quizá en ella se daba la carencia, tanto de lo uno como de lo otro, que al fin de cuentas se contextualizan en un solo criterio. De ese modo era presa fácil de los
irresponsables,
unos
quizá,
otros
no,
posiblemente sólo incontinentes, ante la facilidad encontrada y quienes, cumplida su mala acción, abandonaban a la ofendida; pero con ninguna responsabilidad de brindar, por lo menos, su apellido; si lo hacían, al resultado de sus actos, sus hijos.
A la edad de dieciséis años, como se ha dicho, se ha entregado ya al primero que le pintó pajaritos de oro en el aire. Lastimosamente allí no terminó su acción deshonesta y siguió con otros hasta quedar embarazada. A esta edad tuvo su primer hijo
varón
a
quien
bautizó
con
el
nombre
Leonidas y el apellido del último hombre con quien se había acostado: Bastidas, posiblemente pero nada asegurable.
Obvio
es
pensar
que
sus
padres
sufrieron
inmensamente por la actitud de su hija, no obstante, la ayudaron y su niño creció alentado y muy despierto en el seno del hogar de sus abuelos,
consentido
especialmente
por
su
abuelo.
Daba la impresión de que estaban muy felices con su nieto y evidentemente lo demostraban a diario. Jamás podrían imaginar que su niña
siguiera pasos equivocados y que el padre del niño hubiera sido con el único que tuviese relaciones.
El desenfreno, la intemperancia, la liviandad o la lujuria;
la
lascivia,
la
sensualidad,
el
desbordamiento, la concupiscencia, como se quiera llamar; la deshonestidad y la obscenidad, impresiona que fuesen el comportamiento sexual de esta niña.
Así descrita al poco tiempo quedó embarazada de otro bebé y su recibimiento ya no fue el mismo que se había brindado al primero. La niñita, resultado de otra relación no podía ser culpable absolutamente de nada, pero sus abuelos no tuvieron en cuenta esto y muy resentidos y llenos de rabia echaron de la casa a Natalia, acción, desde todo punto de vista equivocada, porque, quieran o no, estaban cohonestando con la inmoralidad de su hija.
Esta
actitud
no
significaba
otra
cosa
que
empujarla a seguir el camino errado. No en procura
de
equivocadas, continuidad.
poner sino
remedio por
el
a
las
acciones
contrario,
a
su
No le quedaba otro remedio a Natalia, dejando su hijo en poder de los abuelos, que buscar quien la acogiera en su hogar porque de sus canallas poseedores no podía esperar nada. Por fortuna su hermana mayor, quien la acogió con cariño, sin que su esposo se hubiese opuesto, le brindó todo el apoyo posible, desde luego exigiéndole el comportamiento digno para vivir en su casa.
Su segunda hija fue bautizada con su propio nombre y de apellido Santisteban. Natalia junior también creció rápidamente y muy vivarás; no podía negarse su gracia y de esperar que cuando fuese señorita sería muy bonita. En realidad el tiempo no se equivoca y determina sus favores a quien desea hacerlo.
Transcurría
el
tiempo
aparentemente
sin
dificultades y con buen comportamiento por parte de Natalia. Mas nada es seguro cuando las personas han caído constantemente en el error y actúan solamente por el incontinente deseo de estar con un hombre, para lo que no hace falta pensar quien actúe, también de igual manera.
La verdad de una sociedad en la que impera más el libertinaje que la verdadera libertad está dada por las cotidianidades de sus componentes y jamás es posible olvidar la frase de que contra la naturaleza nunca se lucha porque “La Naturaleza nunca Perdona” y esta, aunque no fuera una acción en contra de la positividad nata, si iba en contra vía de las normas que rigen una sociedad, muchas veces equivocadas.
Por otra parte su personalidad, lo fue siempre desde temprana edad, difícil de entender; era impositiva, creía y cree aun solo en su razón, piensa que la manera de pensar no debe ser cuestionada
por
nadie.
Su
integridad
psico-
somática es lamentable, quiere empujar a sus propios hijos a lo negativo, en ella no hay valores, más allá de lo suyo.
Toda su vida, su existencia estuvo ligada a su temperamento
incorregible,
impulsivo,
convencida de que todos, en especial sus hijos, deberían
someterse
a
sus
caprichos,
nunca
aceptó el error, quizá fue para ella el camino seguido el correcto, el justo y no le importaron jamás los demás. No hubo preocupación del cuestionamiento que hiciesen los otros.
Igualmente
que
antes
y
relativamente
en
períodos cortos de vida, quedó otra vez en embarazo. Para esta dama no había significado ningún sufrimiento tener en sus entrañas a sus hijos durante nueve meses y continuar, podría decirse, el camino de la perdición, obviando que lo perdido no es el ser como tal, es la sociedad corrupta que conduce a sus asociados a lo negativo.
Nació Paulina, otro ser inocente de las acciones de una madre incontrolable en el sexo y quizá, por el momento histórico, incapaz de procurar medios que le evitasen los estados difíciles de preñez. Paulina se apellidó Cárdenas y como sus hermanos, también crecía hermosa; parece que la naturaleza defendiera ostensiblemente a estas criaturas inocentes de su existencia.
No podía
ser de otro modo, su conformación anatómica, física, era apta para la procreación. Nunca se supo de embarazos difíciles.
Es la hija que lastimosamente, en principio, se somete a los caprichos de la madre y pronto tendría descendencia, de manera diferente a su hermana mayor que si bien tuvo un hijo, nunca
fue
sometida
por
su
mamá
y
se
defendió
fácilmente en la vida, incluso constituyendo un gran apoyo económico para su progenitora.
Muchas veces se culpa a la naturaleza de la persona, cuando cotidianamente actúa, más por materialismo,
ojalá
animal,
que
por
valores
fundamentados desde la niñez. Este tipo de seres sin consciencia no se cohíbe ante nada ni ante nadie. Lo importante es poder satisfacer su incontinencia sexual y mejor si esto le representa también
dinero
que,
es
obvio
pensarlo,
las
circunstancias tendrían que exigirlo. Parece que esa fuera la mejor manera de pensar de Natalia.
No pasó mucho tiempo y el coqueteo con su propio
cuñado
se
iniciaba,
actitud
que
evidenciaba, quizá acciones fuera del ambiente normativo o de simple degeneración espiritual, dado
desde
luego
en
el
ambiente
de
la
religiosidad prohibitiva, más de entonces, que de hoy.
Su hermana no podía permitir esto y pronto la echó de su casa. No podía merecer otra cosa, había
destruido
su
hogar
y
su
esposo,
inconsecuente también y guiado por la naturaleza
material, caía en el indigno actuar, incluso ante la misma naturaleza, más humana que cósmica, porque el ser descompone su integridad en la medida en que sus acciones se dan en contextos de corrupción.
No obstante este materialismo incontrolable de Natalia, con este sujeto Alfonso, pudo hacer vida y constituir un aparente hogar. Sus hijos, por fortuna alentados, crecían inocentes ante los acontecimientos y todos iniciaban sus estudios los que en el futuro solventarían sus vidas.
Su cuñado Alfonso, por fortuna nunca le negó el apoyo, pese a todo el trauma que esto significaba en la familia a la que tampoco abandonó. Sentía la obligación moral de mantener su propio hogar y la ayuda requerida por su querida.
En este orden de ideas Leonidas Bastidas, el hijo mayor de Natalia, inició sus estudios de Primaria, Bachillerato y Universidad, sin otra dificultad que la situación económica que siempre afectó su hogar. Su capacidad intelectual y su empeño por lograr ser algo en la vida, jamás lo abandonó.
Así, ya en el nivel de pregrado terminó con éxito sus estudios en Economía y de inmediato pudo vincularse a la empresa privada, no obstante estar lejos de su hogar materno. Pronto contrajo matrimonio, también con una profesional quien le significó un enorme apoyo tanto en lo económico como en lo espiritual.
Pero algunos lugares, no solo del País sino del mundo, pese a la belleza de su naturaleza, a la supuesta sanidad moral y ética de las regiones, inciden tuvieron,
negativamente sobretodo
en
en su
personas niñez,
que la
no
justa
formación de sus valores, así sea haber crecido en el hogar de sus abuelos, supuestamente en el que
se
manejaron
valores
que
incentivaran
conductas apropiadas para una vida positiva y ejemplar sobre todo para sus hijos.
Después de tener su primer hijo, Leonidas con dinero en el bolsillo y haciendo ostentación de riqueza y amén de conseguir más, cayó en acciones que se califican de negativas en el seno de un hogar. Las mujeres, el trago, los malos negocios, sobretodo en cuanto a los narcóticos se refiere, hicieron de él un sujeto delincuente,
terminando al final juzgado y condenado a varios años de cárcel.
En el ambiente de esta situación, que obviamente a quien más afectó fue a su esposa, esta le brindó todo el apoyo y por fortuna, por su nobleza, decidió ayudar a su esposo caído en desgracia. De todos modos ella también empezó su decadencia espiritual que, poco a poco, se agravaría.
Muy difícil que, en la medida que Raquel sufriera las consecuencias de los actos de su esposo y, poco a poco, fuera conociendo la historia del hogar de sus orígenes, no fuese afectada en su psiquis
por
fuerte
y
luchadora
contra
la
adversidad que hubiera sido.
Durante su tiempo en la cárcel tuvo su segundo hijo y su compañera sola y afectada por la negativa del mundo a su felicidad, tuvo que sacar, de alguna manera adelante su hogar, pero su deterioro fue evidente cayendo en un estado depresivo cercano a la gravedad hasta tal punto de ser retirada de su trabajo por incapacidad mental, fortunosamente pensionada, aunque con
un salario muy por debajo del que devengaba como asesora jurídica.
Mientras Leonidas continuaba en la cárcel su esposa Raquel era internada en un hospital psiquiátrico y sus hijos, en principio, a cargo de sus abuelos maternos, a quienes, también los implicaba el duro sufrimiento de su hija, vivieron la experiencia, el desajuste del hogar de sus padres.
La situación fue profundamente lamentable, pero poco a poco, Raquel lograba parcialmente su recuperación sin que jamás fuese total. Muchos los lugares que tuvo que recorrer en procura de una satisfacción espiritual que quizá nunca llegó.
Al término de la condena de aproximadamente seis años, Leonidas pudo salir libre y recurrir a su esposa hasta tanto tuviera la cesantía recibida, explotándola, mientras se acababa. Su ambición desmedida por el dinero era inatajable, quizá mucho había heredado de su madre.
Una vez que acabó con todo y conllevando en su conducta tal vez los genes de la incontinencia de
su madre, su descaro se hizo mucho más evidente y abandonó su hogar definitivamente.
Su mayor debilidad, las mujeres, impiden un comportamiento conductual que no afecte su hogar. Realmente este está casi destruido y parece que Leonidas jamás piensa cambiar, sus orígenes evidencian su comportamiento y es muy clara su tendencia a lo negativo, por encima de todo.
En su trabajo prima la irresponsabilidad, amén de sus bajos ingresos que solo sirven para su libertinaje. Así la aparente ética y moral, su hipocresía y la mentira hacen parte de su yo, quizá
de
naturaleza
delincuencial
y
del
sentimiento obsceno ante las mujeres.
Todo
este
comportamiento
ha
sido
parte
indiscutible de la depresión de su esposa, del desengaño, de la comprensión, pero hiriente de su vida espiritual.
Raquel, en medio de su sufrimiento, de su dolor, en medio de su tristeza permanente, ha podido, a través del tiempo fortalecer su espiritualidad y
velar por el bienestar de sus hijos. La situación económica cambió en algo cuando la esposa del señor Bastidas, padre de Leonidas, logró que su esposo le colaborara a Raquel con algo de dinero mensualmente, pero esto no duró mucho tiempo.
Personas ajenas al señor Bastidas contribuyeron en concienciarlo para que ayudase a su supuesta nuera y parecía que un cambio de vida pronto llegaría, por lo menos en lo económico, aunque en el plano espiritual el futuro no les sería grato en lo que compete a Leonidas y a su supuesto padre y a todos quienes han sido duramente afectados.
Además, sus padres con poquito, que algo es, siempre
han
ayudado
a
su
hija,
nunca
la
abandonaron; en todo instante y circunstancia le prestaron apoyo, era evidente su pretensión de que cueste lo que cueste tenían que sacarla adelante.
Sus hijos crecieron, el mayor ha logrado dos títulos y se defiende solo. El segundo estudia en la
Universidad
con
excelentes
también logra cualquier ingreso.
resultados
y
Tampoco es de esperar que estos dos chicos hayan
desarrollado
integralmente
su
personalidad, ¿cómo lograrlo en el seno de una vida accidentada en todos los órdenes? El mayor, de vez en cuando tiene manifestaciones
de
reacción resultantes de la vida negativa a la que vivió sometido.
La fuerza formativa de Raquel, sus principios, los valores adquiridos en la niñez han obviado de alguna manera que sus hijos se desperdicien. Por el contrario es notoria su voluntad de salir del dolor, de salir de la injusticia, de avanzar en el sendero del progreso pro consecución de sus objetivos, de la gloria propia de los luchadores, de los fuertes en los que el sufrimiento tenía que obrar positiva y no negativamente.
La vida continúa su rumbo. Natalia junior tiene ya familia por fuera de matrimonio; Paulina igual, pero defendiéndose con algunos negocios. Así los tres hermanos ven por el hogar de su madre quien ya no goza de la salud requerida para el logro de algún tipo de ingreso pecuniario y su personalidad continúa igual, sin cambio positivo, hecho que en su interioridad debe amargarla.
También para este hogar que de todos modos subsiste, la situación es difícil y quizá el fuerte lo haga Leonidas, incluso ante las exigencias de su señora madre quien es inconforme por naturaleza y poco o nada le importan sus allegados, su nuera, sus nietos.
Siempre ha intentado dominar a sus hijos y en Paulina, aunque por poco tiempo, encontró la persona que aceptaba sus deseos hasta tal punto que el padre de su hijo, debidamente reconocido, decidió no apoyar más a esta dama que parecía caer en las garras de su madre. Sin embargo más pudieron otros ejemplos en su vida y, poco a poco ha salido adelante. Salió del esquema que su madre quiso imponerle. Posiblemente de ser como ella.
Natalia junior, por el contrario como se ha expresado, ha tenido carácter y por la fuerza que impulsa tener también un hijo, personalidad
y
defiende
su
sostiene su
integridad.
Es
aceptada por la familia del padre de su hijo plenamente,
pero
sin
que
formalmente su reconocimiento.
haya
logrado
No es equivocado manifestar que la actual situación económica del hogar de Leonidas que por su esposa, por su responsabilidad, por su dignidad como tal, como hija, como amiga, busca la cima, la cumbre de la pirámide del bien de la justicia, del bienestar total de los suyos, no la de quien
cotidianamente
precipicio;
se
vuelca
ella se defiende y
hacia
el
se defenderá
defendiendo sus hijos, hoy más ante la desgracia que le sobreviene.
El supuesto padre de Leonidas, el señor Bastidas, contrajo matrimonio con una mujer digna quien no tuvo inconveniente en apoyar a Raquel, la esposa de Leonidas, bajo el supuesto de que esta fuera la nuera de su esposo y
abuelo de sus
hijos.
El señor Bastidas no tuvo hijos en su matrimonio y como jubilado de una importante empresa y el trabajo digno en su negocio, pudo acumular un valioso patrimonio que naturalmente sería el apoyo para su hijo en Natalia y para sus nietos.
Como buen hombre, después del reconocimiento de sus faltas de juventud y pensando en que el tiempo no pasa en vano, que es inexorable y que
la
muerte
se
debe
esperar
debidamente
preparado, decidió hacer lo que nunca antes hizo.
Llamó a su supuesto hijo, Leonidas, a quien nunca había reconocido, quizá por no tener la certeza requerida para tal dura decisión y le dijo:
- Leonidas, yo ya estoy viejo, antes nunca tuve una relación paternal contigo, pero ha llegado el momento de arreglar las cosas. Yo no puedo llegar a mi final con la conciencia tranquila sin la convicción de que eres mi hijo.
- Muy bien, señor Bastidas,- respondió Leonidas,- me parece justo que al final cumpla con su obligación de padre-- ¿Qué quiere, para qué soy bueno?-
Leonidas nunca había expresado afecto por su supuesto padre, precisamente porque siempre lo consideró irresponsable como tal. Nunca se ocupó por ayudarlos cuando las necesidades fueron mayores y ahora lo llama para aclarar, ¿qué?
En fin, volvió al diálogo con él. Jamás pasó por su mente lo que habría de suceder. Nunca desconfió de su madre en cuanto a la paternidad se refiere y en todos los actos de su vida, llámense positivos o negativos, siempre fue Leonidas Bastidas y sus hijos de igual manera, con este apellido.
Incluso el apoyo económico que su hogar recibía se logró a través de terceros, Leonidas jamás le pidió nada. En este aspecto fue orgulloso y tal vez resentido, no quiso nunca humillarse ante quien no actuó con justicia, ante quien ni siquiera lo había mirado.
De todos modos, como es de esperar, no podía eludir la posibilidad de obtener lo propio para sus hijos. Accediendo al llamado viajó hasta la ciudad de origen de su padre y el diálogo continúa.
- He dicho que considero mi obligación, mi deber cumplir con las obligaciones que antes no cumplí, impulsado por mi consciencia-. Además tu señora madre, nunca se manifestó, exigiendo lo que les correspondía-.
- Bien señor, quizá Usted tenga razón- - ¿Qué quiere?- repito.-
- Tú bien sabes que la ciencia hoy está muy adelantada y cualquier cosa es comprobable-. Mi deseo es que realicemos un examen de ADN, tanto tú como yo, para establecer la paternidad.- Así, Leonidas, bajaré tranquilo a mi tumba, con la satisfacción de la verdad.- No olvides que la verdad libera.-
-
Acepto,
señor
Bastidas,
pero
esto
debió
proponerlo a mi madre hace mucho tiempo y no permitir que su supuesto hijo haya crecido huérfano-.
- Perdóname, Leonidas, pero como te he dicho, tu madre nunca lo exigió, de todos modos más vale tarde que nunca y también tu consciencia estará tranquila-.
Leonidas nunca estuvo preparado para esta supuesta “toma de consciencia”, menos Raquel su
esposa
y
su
hijos.
Hubo
que
acceder,
pensando sobretodo en el porvenir de estos. No era desear la muerte de su padre, de su abuelo.
Él mismo lo había solicitado y la verdad para todos saldría a la luz, de la que nunca dudaron.
Por consiguiente sin temor alguno por parte de Leonidas y de su familia fijaron, con su padre, la fecha para el tan requerido examen. Así se hizo y entraron a la espera de los resultados que cuánto valor tenía para todos, incluso para el abuelo.
“…Continuamos siendo animales controlados por la
región
límbica
palo-cortical
de
nuestro
cerebro, que es sustancialmente igual en el hombre y en otros animales. Basta
observar
las
innumerables
formas
de
reaccionar de las personas, cuando, por ejemplo, su equipo de futbol hace un 'gol'. Es algo impresionante: señas,
baile,
gritos miradas
exagerados,
muecas,
amenazantes,
gestos
agresivos y con frecuencia vulgares, entre otras cosas. Afortunadamente
contamos
con
las
circunvoluciones neo-corticales que es por donde pasan nuestras opciones de mejora moral…”. (Tomado de FACEBOOK, Emiro Enríquez.)
Durante cuatro semanas estuvieron a la espera de los resultados los que, según los científicos modernos, son concluyentes en un 100%. De inmediato
los
recibieron,
leyeron
las
conclusiones.
La sorpresa tanto para uno como para otro, en especial
para
dolorosa.
Las
Leonidas
fue
conclusiones
terriblemente definitivas
plenamente negativas. El señor Bastidas no era su padre, ni el abuelo de sus hijos, ni el suegro de Raquel. ¿Quién lo era, entonces?
Inicia así una situación muy grave ante los suyos quienes nunca esperaron un resultado negativo. Dominando, lo mejor que pudo su yo, su espíritu, todo su ser, Leonidas decidió enfrentar a su madre.
- Mamá, mi supuesto padre y yo, de acuerdo con la voluntad de él, hemos realizado una prueba de ADN, para comprobar la paternidad y el resultado fue negativo-.
- Pero hijo, eso no puede ser, él es tu padre y te está mintiendo-.
-
No
mamá,
las
pruebas
del
ADN
no
se
equivocan-. Dime, por lo que más quieras -¿quién es mi padre?- -por favor no seas tan cruel, trata, por lo menos esta vez, de cambiar, de actuar correctamente-.
La señora hizo caso omiso de la situación y se encerró despiadadamente, eludiendo a su hijo. Sus hermanas sufrieron también la angustia de su hermano y, como es natural, no obstante ellas tener certeza de sus padres, al fin y al cabo una reconocida por la familia de su padre, aunque no de él y la otra reconocida por el suyo y apoyada hasta que su madre quiso prostituirla, las inundó la duda.
Raquel y sus hijos sufrieron intensamente tal situación, no culpando desde luego a su padre sino a su fría y descarada abuela, desconociendo cuál es, en este momento su origen paterno. Pueden decir, por consiguiente, que por parte de padre no saben quién es su abuelo. El supuesto desapareció.
Ciertamente ante la angustia sufrida, ante esto que debería destruir a cualquiera otra persona, en él, en Leonidas se nota el fortalecimiento, el mejor actuar con los hijos de su ser. Con estos que hoy lamentan lo acontecido, pero quienes no culpan a su padre, es obvio porque la culpa la tiene el ser que lo parió sin la responsabilidad de un padre.
En muchas ocasiones los golpes de la vida mejoran las actitudes humanas, pese a que muchas veces “El demonio del mal es uno de los instintos primeros del corazón humano”.(Allan Poe).
Leonidas
parece
iniciar
su
cambio.
Se
responsabiliza más de sus hijos; su espíritu pretende lograr calma en alguna creencia; tiene fe en el futuro.
No hay que olvidar que la vida es para vivirla justamente, sin ostentación, con humildad, con respeto y comprensión hacia los demás. Nunca logrará la felicidad quien no se sorprende de sí mismo, de sus errores, quizá de su crueldad.
Volvamos con Poe, quien murió a la edad de 40 años, sorprendido de la vida, del amor, de la sociedad, quizá también muy angustiado y, pese a su enorme inteligencia, no pudo evitar su destrucción humana material, pero permanece su espíritu. "¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces cometiendo una acción estúpida o vil, por la única razón de que 'no debe' cometerla? •
¿Acaso no existe en nosotros una eterna inclinación, a despecho de la excelencia de nuestro juicio, a violar 'la ley' simplemente porque reconocemos que es la ley?." •
FIN