Anuario Arqueologico N1-2010

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ANUARIO DE ARQUEOLOGÍA Anuario de Arqueología es una publicación semestral sobre temas de investigación argentina e internacional, tiene orientación científica y sus trabajos son sometidos a arbitraje. Su finalidad es ofrecer información sobre los avances en este campo disciplinario. ISSN 1852 8554 Arqueología - Reseñas - Comentarios - Reportajes

Editor Responsable: Ana María Rocchietti Departamento de Arqueología. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. E-mail: anuarioarqueologico@yahoo.com.ar. TEL.: 0341 4802670 Int. 141. Entre Ríos 758. (2000) Rosario. Argentina. Compiladora: Cristina Pascuali - Actas II Jornadas Departamentales de Arqueología Secretaria de Edición: Fátima Solomita Banfi Curadora de Edición: Lucrecia Repetto Diseño de Tapa y Diagramación: Mónica Leyría Consejo Editor David Ávila Juan Leoni

Mónica Valentini Ana María Rocchietti Comité Científco

Leonel Cabrera (Uruguay) Arno Alvarez Kern (Brasil) María Teresa Carrara (Argentina) Nelsys Fusco (Uruguay) César Gálvez Mora (Perú) Racso Fernández (Cuba) Víctor Piminchumo Hurtado (Perú) Carlos Ceruti (Argentina)

Eduardo Crivelli (Argentina) Mario Consens (Argentina) María Luz Endere (Argentina) Alejandro Haber (Argentina) Andrés Laguens (Argentina) Ruth Poujade (Argentina) Mariano Ramos (Argentina) Daniel Schavelzon (Argentina)

Agradecemos la colaboración del Comité Evaluador de este número: Silvia Cornero (Argentina) Juan Leoni (Argentina)

Ana María Rocchietti (Argentina) Mónica Valentini (Argentina)

Agradecemos la colaboración del Comité Editor de las II Jornadas Departamentales de Arqueología: Florencia Anfuso - Cecilia Arias - Fausto Battaggia - Alejandro Bruno - Mariano Darigo - Giorgina Fabron - Mónica Leyría - Roque Moreira- Alejandra Raies - Cecilia Rey- Bruno Rossignoli Emanuel Vargas


ÍNDICE

Prólogo Comité Editor Sección I - Conferencias Magistrales

ARQUEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA Pág.11

Memoria materializada y usos del pasado en el pasado: un ejemplo del Horizonte Medio en el Valle de Ayacucho, Perú. Juan Bautista Leoni

Pág.39

Actores e instituciones inter-actuantes de la arqueología pampeana. Diferentes aproximaciones. Fernando Oliva

Pág.71

Problemas acerca del pasado y abordajes compartidos. Dificultades respecto de esquemas -y algunas otras cosas- en la historia de la ciencia. Mariano Ramos

ARQUEOLOGÍA DE LAS TIERRAS BAJAS: AVANCES EN LA ARQUEOLOGÍA DE LOS HUMEDALES DEL LITORAL PARANAENSE Pág.89

Cambios en la Arqueología del Nordeste Argentino. Daniel Loponte

Sección II - Artículos

PATRIMONIO, IDENTIDADES Y REPRESENTACIONES DEL PASADO Pág.121

Arqueología, entre lo fáctico y la representación. La vinculación de la disciplina con el proyecto de país que se gestaba a principios de siglo XIX. Mariano Darigo, Matías Warr

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Pág.131

Nuevos recursos culturales para el desarrollo regional y rehabilitación de espacios públicos patrimoniales, Alejandra, Santa Fe. Silvia Cornero, Irene Dosztal, Barbara Magnabosco, Lucia Rangone, Silvina Codina, Carolina Bruno.

Pág.141

Diferentes aproximaciones al pasado arqueológico del norte de la provincia de Buenos Aires. Fernando Oliva, Mariana Algrain, Diana Tamburini, Diego Martínez, Santiago Deluca, Brenda Bruno.

Pág.153

Los huesos del pueblo viejo. Preservación patrimonial en los templos del Parque Arqueológico Santa Fe La Vieja. Siglos XVIXVII, Cayastá. Silvia Cornero

ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS ESCALAS ESPACIALES

A

DIFERENTES

Pág.167

Proyecto arqueológico Antumpa/Chaupi Rodeo: investigaciones arqueológicas en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca. Juan Leoni, Diana Tamburini, Graciela Scarafia, Claus Freiberg, Giorgina Fabrón, Sofía Fernández, Anahi Hernández, Alejandra Raies.

Pág.185

Manifestaciones artísticas en la pampa argentina y su posible relación con los estados de trance Shamánico. Mariana Algrain

Pág.201

Estudios arqueológicos en el área ecotonal húmeda seca pampeana. Fernando Oliva, Mariana Algrain, Cecilia Panizza, Luciana Catella, Jorge Moirano.

ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA Pág.217

Proyecto arqueológico fuerte General Paz. Comandancia de la frontera oeste de la provincia de Buenos Aires entre 1869 y 1877. Diana Tamburini, Juan Leoni, Teresa Acedo y Graciela Scarafia.

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Pág.231

El proyecto de modernidad en la ciudad de Victoria (Entre Ríos), siglo XIX. “De La Matanza a la Victoria”. Cristina Pasquali

Pág.243

Arqueología histórica de la casa de la administración 1873, asentamiento sede del proyecto geopolítico Alexandra’s colony, Alejandra, Santa Fe. Irene Dosztal

ARQUEOLOGÍA DE LAS TIERRAS BAJAS Pág.253

La Dulce: problemática de transformación de sitio isleño. Ana Rocchietti, Nélida De Grandis, Benito Vicioso, Mónica Valentini.

Pág.275

Investigaciones arqueológicas en un sector del paranaense (Dpto. General Obligado, Santa Fe). Laura Pérez Jimeno.

Pág.285

Estructura de tierra cocida en un sector de la llanura central santafesina: sitio los Hornitos, Alejandra-Calchaqui: proyecto de tesis de licenciatura. Lisandro Arelovich

Pág.305

Normas editoriales

humedal

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EDITORIAL Las II Jornadas Departamentales de Arqueología llevadas a cabo en el mes de Noviembre de 2008, surgen con la intención de reunir a los miembros del Departamento de Arqueología, egresados y estudiantes de la Escuela de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, para la comunicación y difusión de los proyectos de investigación de sus miembros. Si bien la mayoría de los trabajos presentados se desarrollan en el área del Nordeste, docentes, egresados y estudiantes de esta casa de estudios, llevan también a cabo investigaciones en Pampa y en Noroeste. Por otro lado, la multiplicación de grupos de trabajo y proyectos de investigación de otras unidades académicas que abordan la problemática de la región del Nordeste, nos impulso a la apertura de las Jornadas como un espacio de debate y comunicación. La variedad de trabajos presentados llevaron a la organización de las exposiciones por áreas temáticas: Patrimonio, Identidades y representación del pasado, Estudios arqueológicos a diferentes escalas espaciales, Arqueología Histórica y, por último, Arqueología de las Tierras bajas. Las comunicaciones contemplaron aspectos teóricos, metodológicos y presentación de casos de estudio. Asimismo, se organizaron disertaciones magistrales vinculadas a la problemática de la Arqueología Contemporánea y a los avances en la Arqueología de los humedales del litoral paranaense. Por último, consideramos este espacio de comunicación como un aporte para el proceso de afianzamiento de la Arqueología del Nordeste.

Comité Editor

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Sección I: Conferencias Magistrales ARQUEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

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MEMORIA MATERIALIZADA Y USOS DEL PASADO EN EL PASADO: UN EJEMPLO DEL HORIZONTE MEDIO EN EL VALLE DE AYACUCHO, PERU. Juan B. Leoni i

Resumen Los procesos de construcción de memoria social y uso del pasado en el pasado se han vuelto un interés de investigación crecientemente popular en la arqueología contemporánea y este trabajo se enmarca en esa corriente. Así, se ejemplifica este tipo de procesos con la discusión de un caso puntual, el sitio de Ñawinpukyo (Ayacucho, Perú) durante el Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.). Allí se ve como los habitantes del sitio durante el Horizonte Medio, englobados en lo que se conoce generalmente como cultura Wari, intencionalmente preservaron restos arquitectónicos de un complejo ceremonial de la ocupación Huarpa (Período Intermedio Temprano, ca. 0600 d.C.) del sitio, tal vez considerándolos como obra de sus ancestros. Asimismo, se discute como algunos habitantes del sitio materializaron una conexión genealógica con un posible ancestro fundador a través de la construcción de un área funeraria especializada y de la distribución de las tumbas en ella. Palabras claves: Memoria Social, pasado, ancestros, Ayacucho, horizonte medio Abstract The processes of construction of social memory and use of the past in the past have recently become a focus of research in contemporary archaeology, and this paper follows that trend. Thus, I address this kind of processes through the discussion of a specific case study, the Ñawinpukyo site (Ayacucho, Peru) in the Middle Horizon (ca. AD 600-1000). The site inhabitants, which belonged to what is generally denominated the Wari culture, intentionally preserved the architectural remains of a ceremonial compound from the previous Huarpa occupation of the site (Early Intermediate Period, ca. AD 0-600), perhaps considering them as the work of their ancestors. Likewise, I discuss how some of the site inhabitants materialized a genealogical connection with a possible founding ancestor through the construction of a specialized funerary area and the location of the burials within it. Keywords: Social memory, past, ancestros, Ayacucho, middle horizon

i

CONICET- Instituto de Arqueología, UBA/Escuela de Antropología, Universidad Nacional de Rosario. Argentina. - jbleoni@hotmail.com 2| Anuario de Arqueología| 11


Introducción El estudio de la construcción de memoria social y de los usos del pasado en el pasado se ha vuelto una temática de investigación popular en la arqueología recientemente. Es así que los arqueólogos han comenzado a prestar atención a la manera en que los grupos y personas del pasado se relacionaban con su pasado y, al igual que hacemos en las sociedades actuales, lo construían y moldeaban según sus necesidades específicas del momento. Siguiendo a diversos teóricos de la memoria social y colectiva los arqueólogos han comenzado a discutir las diferentes formas que esos procesos pueden tomar, así como el rol central que la cultura material, entendida como una forma de “memoria materializada” (Olivier 2004; Williams 2003), juega en estos procesos. El objeto de este trabajo es el de discutir algunas instancias de memoria social o uso del pasado en el pasado identificadas en el sitio arqueológico de Ñawinpukyo (Ayacucho, Perú) durante el Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.), que mostrarían cómo sus habitantes establecieron vínculos con su pasado inmediato y remoto, tal vez constituyendo una parte esencial de la construcción de su identidad social y comunitaria. En la primera parte se discuten algunos aportes teóricos fundamentales para los estudios de memoria social y uso del pasado en el pasado y para este trabajo en particular. Luego se examinan algunas de la formas en que las sociedades andinas actuales e históricas han construido su vinculación con el pasado, especialmente aquellas relacionadas con el culto a los ancestros, tanto como categoría colectiva indiferenciada como el establecimiento de genealogías directas a partir de ancestros conocidos. Finalmente, y aplicando algunas de las categorías teóricas y analogías etnográficas discutidas anteriormente, se analizan posibles instancias de construcción de memoria social en el sitio de Ñawinpukyo, ilustradas principalmente por la preservación de arquitectura ceremonial Huarpa del Período Intermedio Temprano (ca. 0-600 d.C.) y por la construcción de un área mortuoria especializada enfocada en torno a la tumba

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de un presunto ancestro fundador de un grupo de descendencia. Se aplica de esta manera un enfoque interpretativo que recurre a aspectos de teoría social contemporánea relacionada con la construcción de memoria social y el uso y conmemoración del pasado para dar sentido a un registro arqueológico particular de un sitio específico.

Arqueología, memoria social y usos del pasado en el pasado Uno de los puntos centrales introducidos por la crítica postprocesual en arqueología ha sido, sin duda, el reconocimiento de que el pasado es una construcción social e históricamente determinada realizada desde el presente. Naturalmente, la forma en que el pasado es construido y usado en el presente se constituyó en objeto de estudio y reflexión crítica. Esto llevó a considerar cómo diversos grupos sociales se relacionan con el pasado, y cómo el pasado es apropiado y reconstruido en función de intereses y luchas del presente, pero también a replantear críticamente el rol que nosotros los arqueólogos y el conocimiento que producimos juegan en estos procesos. En este sentido, y lejos de cualquier ingenuidad positivista, se ha aceptado que la arqueología misma constituye una de las maneras en las que la sociedad occidental construye memoria para fines sociales y políticos diversos (Van Dyke 2008:277). Como una vuelta de tuerca previsible, esta preocupación se ha extendido más recientemente también a las sociedades del pasado, llevando a reflexionar acerca del uso que ellas hacían del pasado, cómo lo recordaban u olvidaban, la manera en que construían tradiciones, marcaban continuidades o rupturas con el pasado, o se apropiaban de pasados distantes con fines diversos. Buscando sustento teórico en estudiosos de la memoria social y colectiva como Maurice Halbwachs (1992 [1950]), Paul Connerton (1989) y David Lowenthal (1985), entre otros, los arqueólogos se han abocado al

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estudio de la memoria social, las prácticas conmemorativas y el uso del pasado en todo tipo de casos arqueológicos. No se intenta aquí realizar una revisión exhaustiva de la historia del estudio de la memoria social. Baste decir que corresponde sin duda a Maurice Halbwachs (1992 [1950]) el haber comenzado con los estudios de la memoria colectiva o de cómo las sociedades recuerdan. Este discípulo de Durkheim argumentó que la memoria es básicamente un fenómeno social, históricamente situado, que reside en la sociedad misma más que en la cabeza de los individuos. En última instancia, no importa tanto determinar si los recuerdos están en el cerebro individual o dónde, porque se los recuerda externamente y son los grupos de los que los individuos forman parte los que les otorgan los medios para reconstruirlos. Según Halbwachs es imposible para los individuos recordar de manera coherente y persistente por fuera de su contexto grupal, y la memoria resulta en definitiva una cuestión de cómo las mentes individuales trabajan de manera colectiva en la sociedad (Olick y Robbins 1998:109). Sin embargo, diversos autores han criticado el tono colectivista estilo durkheimiano que Halbwachs dio a su enfoque, argumentando que son en definitiva los individuos los que recuerdan y que no son meros autómatas que obedecen pasivamente a una voluntad colectiva interiorizada en ellos (Fentress y Wickhan 1992; Olick y Robbins 1998:111-112). Asimismo, otros autores han argumentado que la noción de memoria colectiva no agrega nada a formulaciones teóricas más antiguas como mito, tradición, costumbre, conciencia histórica, entre otras (Kaulicke 2003; Olick y Robbins 1998:112), y que si se aplica acríticamente a todo tipo de situaciones corre el peligro de terminar como una categoría tautológica que en última instancia no explica nada (Van Dyke 2008:281). En arqueología los trabajos que buscan abordar el estudio de la recordación y las prácticas conmemorativas en el pasado, y de cómo éstas pueden jugar un rol importante en la creación, reproducción y legitimación de

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nociones de identidad y autoridad, se han multiplicado notablemente en años recientes. Así, se han publicado gran cantidad de libros y artículos que abordan estas temáticas en una variedad de contextos espaciales y temporales, explorando la relación de la memoria con la construcción de identidades, paisajes, prácticas mortuorias, cuerpo y subjetividad, entre otros aspectos (e.g. Driscoll 1998; Gosden y Lock 1998; Hingley 1996; Leoni 2008; Meskell 2003; Mills y Walter 2008; Pauketat y Alt 2003; Rowlands 1993; Thomas 1996; Van Dyke 2008; Van Dyke y Alcock 2003; Williams 1998; 2003; Yoffee 2007; entre muchos otros). En general se reconoce que la memoria social, entendida como la construcción de una noción colectiva de como las cosas eran en el pasado (Van Dyke y Alcock 2003:2), puede operar de diversas maneras, ya sea invocando vínculos con un pasado romántico o mitológico, o estableciendo conexiones directas (ficticias o reales) con ancestros o eventos históricos específicos (Gosden y Lock 1998; Meskell 2003; Van Dyke y Alcock 2003). La historia y tradición de una comunidad pueden, sin embargo, no ser interpretados o utilizados de la misma manera por todos sus miembros. Una variedad de factores (género, clase, etnicidad, etc.) intervienen para determinar que puedan existir versiones múltiples y hasta contradictorias de la memoria social. Asimismo, la memoria social no es algo inmutable, sino que más bien cambia a medida que es continuamente transmitida a través del tiempo en episodios selectivos de recordación y olvido. La cultura material (edificios, ruinas, artefactos, tumbas, etc) y el paisaje actúan en este contexto como elementos mnemónicos articulados en narrativas y prácticas cotidianas que configuran la relación de un grupo con el pasado. Constituyen en este sentido memoria materializada o la materialidad de la memoria, el medio principal a través del cual los arqueólogos podemos acceder a reconstruir instancias de memoria social en el pasado (Olivier 2004; Van Dyke y Alcock 2003; Williams 2003)

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Varios autores han intentado conceptualizar la manera en que las conexiones con el pasado se establecen, diferenciando distintas maneras de hacerlo. Así, Chris Gosden y Gary Lock (1998) distinguen entre historia genealógica e historia mítica. La historia genealógica establece vínculos con el pasado a través de la genealogía de ancestros conocidos cuyos lazos de descendencia pueden ser claramente reconocidos; las relaciones se parentesco se convierten entonces en la base sobre la que construir historias de individuos conocidos y recapitular la historia. Descansa no sólo en la memoria humana sino también en diversos recursos mnemónicos inscriptos en el paisaje (Gosden y Lock 1998:5). En la historia mítica, por su parte, se evoca un pasado menos conocido con el cual se establecen vínculos más vagos y por lo tanto permite una mayor maleabilidad en la reconstrucción del pasado (Gosden y Lock 1998:6). Los autores reconocen que ambas formas constituyen estrategias al mismo tiempo alternativas y complementarias, y que pueden coexistir en todas las sociedades. El énfasis en una u otra tiene implicancias en la manera en que cada sociedad produce y maneja la continuidad y el cambio cultural. Por su parte, y de manera similar a los autores anteriores, Lynn Meskell

(2003)

distingue

entre

conmemoración

a

corto

plazo

y

memorialización a largo plazo. La primera establece conexiones directas con ancestros y/o individuos inmediatos a través de una variedad de medios materiales e inmateriales, uniendo a los muertos y los vivos pero operando sólo a través de unas pocas generaciones. Las prácticas conmemorativas a largo plazo, por su parte, operan en una escala temporal mucho mayor, de siglos o incluso milenios, en la cual la materialidad de sociedades anteriores es simbólicamente apropiada con una variedad de propósitos. Como Meskell señala (2003:36; ver también Bradley 2003:221-222), cuando la distancia temporal es muy larga un proceso de transformación de significado puede ocurrir, a través del cual el significado original de los restos materiales es

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revisado, transformado e incluso reemplazado por nuevos significados que en ocasiones no tienen nada que ver con los originales e incluso implican rupturas culturales con el pasado. En este sentido, la memoria social puede tomar la forma de prácticas conmemorativas que no implican necesariamente una continuidad de cultura y significado, y en la cual los antiguos restos son resignificados de manera completamente nueva (Meskell 2003:50).

Pasado y memoria en las sociedades andinas Existen entre las sociedades andinas una compleja variedad de instancias de construcción de memoria social1 y de actitudes hacia el pasado cercano y remoto, y excedería los límites de este trabajo intentar recapitularlas a todas. Me limito a presentar en esta sección, algunos de los puntos más salientes acerca de las actitudes hacia el pasado que se han reportado en algunos casos etnográficos y etnohistóricos específicos. Esta revisión sirve para ilustrar cómo los grupos andinos contemporáneos e históricos perciben su pasado y se relacionan con él. En el caso del pasado más remoto, su presencia se halla materializada en los diversos restos arqueológicos que típicamente salpican el paisaje andino contemporáneo. En términos generales, una serie de nociones y prácticas de conmemoración de hechos recientes así como de memorialización a largo plazo (sensu Meskell 2003), y que implican tanto continuidades como rupturas semánticas y culturales, se entrelazan para conformar una densa trama de actitudes hacia el pasado en los grupos andinos. El pasado está, parafraseando a David Lowenthal (1985), lejos de ser “un país extraño” en la cultura andina sino que forma parte integral de la vida social2. En su clásico estudio etnográfico sobre el poblado de Sonqo (Cuzco, Perú), la antropóloga Catherine Allen (2002:38-39; ver también Bolin 1998:22-24) ha señalado que sus habitantes consideran a las estructuras funerarias arqueológicas con forma de torre (chullpas), que se localizan en las inmediaciones del pueblo, como los restos dejados por una antigua sociedad de

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gente gigante. En su visión, esta antigua raza, a la que se denomina indistintamente como los “viejos”, los “antiguos” o “los predecesores”, está lejos de haberse extinguido. Habitan un mundo de tinieblas paralelo del que periódicamente retornan para ocasionar desgracias y enfermedades a los seres humanos (Allen 2002:40). Sin embargo, las concepciones acerca de estos seres son ambiguas, y así como poseen claros efectos negativos sobre los humanos también pueden ejercer influencias positivas sobre las cosechas y servir como intermediarios entre la gente y sus dioses (Allen 2002:40). Si son correctamente propiciados a través de ofrendas y rituales específicos su influencia

maligna

puede

neutralizarse.

Los

sitios

arqueológicos,

especialmente aquellos que contienen restos humanos, son generalmente concebidos como los lugares que estos espíritus habitan y en consecuencia son lugares tanto de influencias negativas como positivas. Los lugares y materialidad de la gente del pasado son, así, incorporados activamente en las concepciones cosmológicas y míticas del presente, y se los integra en la vida cotidiana a través de prácticas narrativas y rituales. Los restos de edificios o canales arqueológicos son comúnmente atribuidos al trabajo de ancestros, tanto históricos como míticos, e incorporados en las tradiciones orales de las comunidades (e.g. Bastien 1985:168; Bolin 1998:204). Existe una categoría distintiva de gente antigua que ejerce una influencia vital en las comunidades andinas: los ancestros (o Machula Aulanchis, “nuestros antiguos abuelos” para los Sonqueños quechua parlantes) (Allen 2002:40; ver también Bastien 1985:130-131). Esta categoría se superpone parcialmente con la descrita más arriba, constituyendo tal vez, como Allen sugiere, aspectos diferentes de una misma categoría ancestral. Los ancestros tienen una importancia central en las sociedades andinas, en las cuales el acceso a la tierra y otros recursos ha sido tradicionalmente definido en términos de descendencia (Lau 2002:281). Los miembros fallecidos del grupo son generalmente enterrados en el territorio comunitario y su presencia

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física legitima así los derechos de acceso y uso de la tierra en el presente. El parentesco y la descendencia no son, sin embargo, la única posible conexión con los ancestros: aún sin estar directamente relacionados por descendencia “vivir en la tierra de los ancestros constituye otro vínculo con ellos, si los habitantes los veneran ocupándose de sus tierras tal y como lo hicieron sus predecesores” (Bastien 1985:133; traducción del autor). Al morir, los miembros de la comunidad pierden su individualidad transformándose en parte de una categoría colectiva general de ancestros, retornando a la tierra desde la cual proveen a sus descendientes y aseguran la continuación de la existencia de la comunidad (Allen 2002:99; Moore 1996:125). Castigos de diversa naturaleza, sin embargo, pueden afectar la supervivencia del grupo y son infligidos a los vivos si ciertas reglas no se respetan, si se cometen ofensas o si no se realizan ofrendas propiciatorias frecuentes (Bastien 1985:130-131). Creencias similares acerca de los ancestros existían entre las sociedades andinas pre-hispánicas también, tal y como varios cronistas de tiempos de la conquista y colonización española reportaron. De hecho, estas creencias tenían una importancia tan central que se convirtieron en un objetivo favorito para los misioneros que buscaban extirpar las prácticas religiosas no cristianas (Isbell 1997:29; Lau 2002:282). A los ancestros se los consideraba fundadores de ayllus3 y sus momias se preservaban en sepulcros accesibles, eran veneradas y se las hacía participar activamente en rituales y ceremonias de sus descendientes vivos. Estas concepciones adquirieron gran elaboración durante el imperio Inca al punto de formar una parte fundamental de la organización social y política del estado (Isbell 1997; Rowe 1946). Como Isbell (1997:29) ha señalado, las momias de los ancestros tenían un rol central en la creación y reproducción de los principios cosmológicos e ideológicos del ayllu. De manera similar a los casos etnográficos tratados más arriba, los ancestros servían como la garantía que tenía un grupo social de acceso a la tierra y recursos varios. De hecho, los ancestros eran considerados como los

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dueños reales de los recursos compartidos por un grupo y eran los responsables de su productividad (Isbell 1997:99). Sólo la correcta propiciación y veneración de los ancestros podía asegurar una producción satisfactoria, y por lo tanto la veneración de los ancestros constituía una práctica religiosa altamente significativa, esencial para la continuidad y el bienestar del grupo social. Si bien la veneración de las momias de los ancestros al estilo incaico parece tener raíces temporales profundas en la cultura andina, el culto a los ancestros podría haber tomado también formas distintas en momentos anteriores. Así por ejemplo, la veneración de ancestros Wari en el Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.) podría haberse enfocado sobre todo en la exhibición de conjuntos de huesos desarticulados en vez de momias completas (Isbell 2004:28), así como en el uso de figurinas de piedra sagradas que conmemoraban a ancestros fundadores específicos (Cook 1992). En suma, ya sea en carácter de una categoría ancestral colectiva o como fundadores individuales de grupos de descendencia, los ancestros han jugado un rol crucial en la constitución y reproducción tanto simbólica como material de las comunidades andinas a través del tiempo. Como se examinado en los párrafos precedentes, una variedad de actitudes hacia el pasado pueden identificarse en las sociedades andinas, que incluyen desde la recordación inmediata de los miembros del grupo recientemente fallecidos hasta la veneración de ancestros fallecidos mucho tiempo atrás o de ancestros míticos, pasando por la interpretación más o menos vaga de la materialidad del pasado como obra de ancestros varios. Experimentar ciertos lugares, incluyendo los sitios arqueológicos, como lugares donde habitan tanto los ancestros humanos como seres sobrenaturales y no humanos forma parte también de estas actitudes hacia el pasado. Como señala Isla (2003), en referencia a los habitantes de los Valles Calchaquíes (Tucumán, Argentina), el territorio de la comunidad es entendido no sólo

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como un espacio productivo sino también como un lugar de memoria, sentido y vivido como sagrado dado que allí está su origen social y étnico; “el que además está poblado de los vestigios de ‘sus’ ancestros; o de quienes ellos reconocen como ‘sus’ ancestros. Para ellos, lo que nosotros llamaríamos sin más ‘ruinas arqueológicas’ no son otra cosa que signos vivientes, a veces amenazantes, de ‘su’ pasado” (Isla 2003:39). Vemos así una compleja interrelación, aunque no siempre totalmente coherente, entre nociones y prácticas de conmemoración a corto plazo y memorialización a largo plazo (sensu Meskell 2003), entre historias míticas y genealógicas (sensu Gosden y Lock 1998), que implican tanto continuidades como rupturas culturales con el pasado en la manera en que los grupos andinos se relacionan con el pasado.

Instancias de memoria social en un sitio del Horizonte Medio en Ayacucho El sitio de Ñawinpukyo está ubicado sobre una colina rocosa (3007 msnm), a unos 5 Km al sureste de la moderna ciudad de Ayacucho. Tradicionalmente considerado como uno de los sitios principales de la cultura Huarpa del Período Intermedio Temprano (Lumbreras 1974), investigaciones más recientes demostraron que el sitio poseía también una significativa ocupación correspondiente al Horizonte Medio y la cultura Wari. La mayoría de los restos arqueológicos se concentran en la cima de la colina y nuestras investigaciones allí identificaron al menos cuatro grandes conjuntos de edificios arqueológicos, excavándose un total de 26 estructuras o Espacios Arquitectónicos en estos sectores. Las excavaciones permitieron determinar la existencia de una secuencia continua de ocupación que se extendió por al menos cinco o seis siglos, desde el Período Intermedio Temprano hasta finales del Horizonte Medio (Leoni 2004, 2008).

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Ñawinpukyo en el Período Intermedio Temprano y en el Horizonte Medio El Período Intermedio Temprano (ca. 0-600 d.C.) en Ayacucho se caracteriza por el desarrollo de la cultura Huarpa. Si bien se reconoce su importancia como el fundamento local sobre el que luego se erigiría la notable cultura Wari del Horizonte Medio (ca. 600-1000 d.C.) la evidencia arqueológica de que se dispone actualmente es muy escasa, y poco se conoce de Huarpa más allá de su característica cerámica. Se cree actualmente que existían en el valle en esta época varias entidades políticas de pequeña escala, tal vez del tipo jefaturas, centradas en torno a uno o varios asentamientos principales (Isbell 2001; Lumbreras 2000). Ñawinpukyo habría constituido junto con otros sitios una de estas entidades sociopolíticas. El sitio mostraba una organización internamente diferenciada durante este período. Entre los siglos IV y VI d.C. el núcleo del asentamiento estaba constituido por la Plaza Este, un complejo ceremonial de forma irregular localizado en la parte más alta de la colina. Contenía varios edificios de carácter ceremonial y sirvió como foco de intensas actividades rituales comunales. Probablemente existían núcleos de ocupación residencial Huarpa inmediatamente al sur y norte de la plaza indica, aunque pocos restos claros pudieron ser identificados en las excavaciones. La presencia de cerámica Huarpa en superficie en otras partes de la cima de la colina indica que otros núcleos de ocupación podrían haber existido también, si bien su extensión total y disposición espacial permanecen desconocidos. La Plaza Este tenía una importancia primaria en la vida de los habitantes Huarpa del sitio. En su interior y en la parte central existía un edificio circular conformado por tres círculos de piedra concéntricos, cuya única y estrecha entrada estaba visualmente alineada con el nevado Rasuwillka, la montaña más alta visible desde el valle y reconocida como una deidad regional de gran relevancia en tiempos recientes y prehispánicos (Anders 1986:767; Guamán Poma de Ayala 1980[1615]:193). Otras

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estructuras menores existían en las márgenes de la plaza, sirviendo tanto propósitos rituales como para la preparación de alimentos. Los hallazgos arqueológicos nos indican que la plaza servía como escenario para el desarrollo de grandes eventos comunales, ceremonias o fiestas de carácter religioso, probablemente en relación con el culto a las montañas (Leoni 2004, 2008). Un aspecto central de estas ceremonias implicaba el sacrificio, consumo y entierro de camélidos domésticos dentro del edificio circular, tal como lo indican las 25 concentraciones de huesos de camélidos enterradas en el piso de tierra de la estructura. Restos de maíz y frijoles quemados se encontraron en la parte noreste de la plaza, junto con una gran piedra de moler ubicada en un pequeño cuarto irregular, relacionados probablemente con la producción de comida y bebida (chicha) para estas fiestas. Adicionalmente, se encontró un depósito ritual de cerámica rota en la parte sureste de la plaza, conteniendo una amplia gama de vasijas, incluyendo cántaros que podrían haber servido para cocinar, preparar y servir chicha u otras bebidas, así como vasos y cuencos usados para comer y beber. El inicio del Horizonte Medio en Ayacucho estuvo marcado por cambios socioculturales muy significativos expresados en el surgimiento del estado expansivo Wari y su capital urbana en el sitio homónimo. La información disponible sugiere que este proceso habría comenzado alrededor del siglo VI d.C. como resultado tanto de desarrollos locales como de influencias externas provenientes de Nazca y Tiwanaku. La centralización política y la diferenciación social se incrementaron notablemente en esta época. Sin embargo, el surgimiento de la formación social e identidad cultural Wari no parece haber sido un hecho abrupto sino más bien el fruto de un largo y gradual proceso de transformación que se extendió por uno o dos siglos (Lumbreras 2000:21). Contrariamente a la tendencia observada en otros sitios arqueológicos del valle, como Wari y Conchopata, la evidencia parece indicar que Ñawinpukyo se transformó en una comunidad menos diferenciada

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internamente que lo que había sido durante la época Huarpa. En un marco regional Ñawinpukyo parece haber ocupado un lugar bajo en la jerarquía de asentamiento y de la estructura administrativa del estado Wari, tal vez en un tercer escalón, muy por debajo de sitios urbanos principales como Wari y Conchopata, o de centros administrativos como Azángaro, aunque por encima de algunos poblados rurales menores. La organización espacial de la ocupación en la cima de la colina sufrió cambios significativos en el Horizonte Medio. Los fechados radiocarbónicos y la cerámica diagnóstica recuperada permiten inferir que en algún momento del siglo VII d.C. los habitantes del sitio iniciaron un proceso de reconstrucción arquitectónica que incluyó la construcción de varios conjuntos de edificios de piedra sobre la cima de la colina. Así, la ocupación Wari consistía en por lo menos tres conjuntos residenciales, que denominamos Grupos Arquitectónicos Sureste, Noreste y Central respectivamente. Cada uno de ellos constaba de entre 40 a 60 cuartos y patios aglutinados irregularmente, ocupando áreas que oscilaban entre 0.2 y 0.3 hectáreas. Estos conjuntos residenciales se distribuían sobre la cima de la colina, asociándose directamente con campos y terrazas de cultivos localizados a su alrededor. No obstante su clara segregación espacial, estos conjuntos residenciales conformaban una entidad mayor, una unidad social y territorial que derivaba por lo menos parte de su unidad de la ocupación continua de un espacio común, la cima de la colina, y de las interacciones sociales resultantes de ello. Posiblemente, unidades sociales más o menos equivalentes habitaban cada grupo arquitectónico, articulándose en una comunidad local mayor. No se han encontrado diferencias significativas en la forma y técnica arquitectónica ni en los conjuntos artefactuales que hagan presumir la existencia de diferencias de status o un ordenamiento jerárquico entre los conjuntos, ni tampoco dentro de ellos. Por otro lado, es significativo que no se han identificado evidencias de arquitectura pública, ya sea administrativa o ceremonial, en la cima de la colina.

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Memoria materializada I: preservación de la Plaza Este, ancestros colectivos y pasado comunitario prestigioso Quizás el aspecto más llamativo de la ocupación Wari de Ñawinpukyo es la preservación del antiguo complejo ceremonial Huarpa en el centro mismo del asentamiento. La Plaza Este fue plenamente incorporada en el trazado espacial de la comunidad, con dos de los grupos residenciales dispuestos directamente en contacto físico con ella en un posible patrón de organización dual, con la plaza como eje o pívot articulándolos. Si bien no hay evidencias de una reutilización del complejo durante el Horizonte Medio, no es improbable que los habitantes entraran periódicamente en el recinto a realizar algún tipo de actividad que no dejaba correlatos materiales significativos (e.g. celebraciones que incluyeran procesiones, rezo de plegarias, danzas, ofrendas de alimentos o elementos perecederos). De la misma manera, es difícil determinar con certeza si los edificios eran mantenidos y el área limpiada de vegetación o si fueron dejados que se deterioraran paulatinamente. Pero en cualquier caso, la actitud hacia la Plaza Este difiere notablemente de la expresada hacia otros edificios Huarpa en el sitio. Así, los localizados en el sector denominado Grupo Arquitectónico Central fueron demolidos, parcialmente modificados y/o reutilizados para la construcción de edificios nuevos durante el Horizonte Medio, mientras que los supuestamente existentes en las áreas de los Grupos Arquitectónicos Sureste y Noreste habrían sido completamente desmantelados al momento de construir los complejos residenciales del Horizonte Medio. Es interesante destacar que la preservación de arquitectura ceremonial temprana en Ñawinpukyo constituye hasta ahora un caso único en el valle de Ayacucho, contrastando marcadamente con otros sitios. Llamativamente, edificios

ceremoniales

del

Período

Intermedio

Temprano

fueron

desmantelados, enterrados o rellenados con basura en sitios principales como Wari y Conchopata, para ser reemplazados por los característicos templos

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Wari en forma de “D”. Al parecer los habitantes de estos sitios no juzgaron necesario conservar la presencia material de los antiguos edificios ceremoniales en sus asentamientos, aunque esto no necesariamente reflejaría un acto de olvido intencional o de ruptura con el pasado. Si bien estos eventos podrían explicarse funcionalmente por la necesidad de reutilizar valioso espacio dentro de los densamente edificados y poblados centros urbanos, algo que no parece haber sido nunca una preocupación central en Ñawinpukyo, podría tal vez obedecer al menos en parte a actitudes diferentes hacia el pasado. Sin embargo, es también llamativo que estos dos sitios se transformarían en los centros dominantes en Ayacucho durante el Horizonte Medio. Tal vez sus habitantes, o por lo menos sus elites, estaban más dispuestos a adoptar prácticas y conceptos cosmológicos innovadores y abandonar tradiciones locales en su lucha para promoverse a posiciones dominantes a nivel regional. Por el contrario, la actitud aparentemente más conservadora manifestada por los habitantes de Ñawinpukyo, con su afirmación explícita del pasado local podría haberse producido como una reacción hacia el cambiante contexto regional, en el cual centros como Wari y Conchopata adquirían influencia, prestigio y poder crecientes en detrimento de sitios menores como Ñawinpukyo. La preservación de la Plaza Este puede entonces interpretarse como una instancia significativa de memoria social, una manera de materializar la conexión de la comunidad local con su pasado y su historia. Suponemos que el recuerdo del pasado Huarpa era, presumiblemente, mucho más que una mera conmemoración nostálgica de un tiempo desaparecido. Las fiestas comunales en honor de Rasuwillka habrían sido recordadas como parte de un pasado prestigioso, y percibido como valioso y necesario para definir la identidad social de los Ñawinpukinos durante el Horizonte Medio. Los antiguos habitantes Huarpa del sitio podrían así haber constituido una categoría

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ancestral colectiva para los Ñawinpukinos del Horizonte Medio, tal como los Machula Aulanchis constituyen para los sonqueños actuales (Allen 2002:40). Si bien parece claro que los habitantes de Ñawinpukyo del Horizonte Medio optaron por preservar los antiguos edificios Huarpa que ocupaban la parte central de su asentamiento, no es posible saber con certeza si su contenido cultural original, más allá de la percepción más o menos definida de su supuesta esencia sagrada, permanecieron inalterados o fueron gradualmente reinterpretados o incluso olvidados. Probablemente aquellos que construyeron sus complejos habitacionales alrededor del complejo ceremonial más antiguo sí tuvieran una percepción más acertada del propósito y significado de aquellas viejas estructuras, así como de los lazos de descendencia que los habrían ligado directamente a ellos mismos con los antiguos habitantes Huarpa del sitio. Tal vez el acto de construir sus complejos residenciales adosados al antiguo

recinto

ceremonial

constituya,

entonces,

un

ejemplo

de

conmemoración a corto plazo (Meskell 2003:36, 39) o de historia genealógica (Gosden y Lock 1998:5) que los conectaba directamente con los ancestros de su comunidad, uniendo a los vivos y los muertos pero abarcando sólo el lapso de unas pocas generaciones. Dos o tres siglos más tarde, sin embargo, ese entendimiento preciso podría haberse ya sea transformado significativamente o incluso desvanecido, funcionando ahora los antiguos edificios (o sus ruinas) como elementos de una historia mítica (Gosden y Lock 1998:6) y como foco de prácticas de memorialización a largo plazo (Meskell 2003:50). Pero aun si esto ocurrió, parece claro que la presencia de los antiguos restos materiales todavía constituía un llamativo recordatorio del pasado distante de la comunidad; constituía aún memoria materializada. Los restos altamente visibles de los antiguos edificios ceremoniales Huarpa todavía funcionarían como un lugar conmemorativo o un espacio de memoria social, que conectaba a la comunidad con su historia, jugando a su vez un papel simbólico crucial en la definición de la identidad de la comunidad en el presente.

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Memoria materializada II: ancestro fundador, tumbas y genealogía Otra instancia de vinculación material con el pasado en Ñawinpukyo la encontramos ejemplificada por la serie de tumbas halladas en un cuarto del Grupo Arquitectónico Sureste denominado EA-21. Allí, en un recinto de pequeño tamaño situado en el corazón de un conjunto de cuartos de uso doméstico y patios irregularmente aglutinados, encontramos un total de 9 tumbas correspondientes a al menos tres fases temporales de entierros. Otras 6 tumbas de distintos tipos se encontraron en los cuartos y recintos adyacentes. La construcción de este conjunto residencial ocurrió probablemente hacia fines del Período Intermedio Temprano y comienzos del Horizonte Medio,

y

los

radiocarbónicos,

datos

disponibles

estratigrafía)

(materiales

muestran

que

diagnósticos, varios

de

los

fechados cuartos

permanecieron en uso durante por lo menos dos o tres siglos. Las tumbas halladas documentan esta larga secuencia temporal y muestran un proceso de continuidad cultural que claramente conecta a las ocupaciones Huarpa y Wari del sitio. Razones de espacio impiden describir en detalle las características de cada tumba (ver Leoni 2004), por lo que sólo voy a señalar aquí algunos aspectos principales relacionados con la temática del trabajo. En primer lugar, las tumbas más antiguas, correspondientes a finales del Período Intermedio Temprano y comienzos del Horizonte Medio, se caracterizan por ser pequeños pozos cavados bajo los cimientos de muros de piedra de cuartos residenciales y/o patios. Estas tumbas contienen entierros secundarios en los que los huesos de varios individuos (hombres y mujeres, adultos y niños) se hallaron apretados y en parte mezclados en el interior de estos pequeños sepulcros. Otro tipo de tumbas contemporáneas mostraba, sin embargo, características muy distintas. Se trata de cistas o pozos cilíndricos revestidos con piedras planas tapados con una o varias lajas selladas bajos los pisos de las habitaciones y por lo tanto no susceptibles de ser reabiertas periódicamente. Contenían un único

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individuo, generalmente adulto aunque la pobre preservación impidió determinar si se trataba de entierros primarios o secundarios. También se halló una tumba en un pozo simple dentro de un cuarto de uso doméstico. Todas estas tumbas de la fase más temprana muestran una recurrencia en el enterramiento de personas de todos los sexos y edades dentro de las habitaciones, algo que indicaría que se trataba de miembros de las unidades sociales que residían allí y que permanecían luego de fallecidos en los espacios donde habían vivido. De esta manera coexistían con sus parientes y descendientes vivos, pero sus tumbas (y por tanto su presencia física) tenían una muy baja visibilidad, ocultas bajo los pisos y paredes. Es interesante, sin embargo, que el distinto tratamiento mostrado en las tumbas sugiere diferencias en status o en su importancia como ancestros. Por un lado, los entierros múltiples bajo los muros muestran una aserción de lo colectivo, tal vez un énfasis en los grupos de parentesco y descendencia. Los huesos de diferentes individuos eran mezclados, presumiblemente disolviendo su individualidad y pasando a formar parte de una clase más anónima de ancestros colectivos o miembros fallecidos del grupo (ver Williams 2003:6). Es significativo que los estudios etnográficos de Allen (2002:99; traducción del autor) en Sonqo muestran algo similar: “los individuos viven sus vidas separadamente sólo para perder su identidad física en la pila de huesos colectiva del cementerio, y para fundir sus identidades sociales en la categoría ancestral de Machula Aulanchis”. Ocurriera esto o no en Ñawinpukyo, es claro que algunos individuos recibían un tratamiento diferente, enterrándoselos en tumbas más elaboradas e individuales Una tumba en especial de esta fase temprana destaca totalmente del resto. Se trata de una estructura de piedras construida en la esquina del recinto EA-21, sobre la superficie. Se parece a una pequeña chullpa y no tiene paralelos conocidos en Ayacucho. Contenía los restos de un individuo adulto aunque no pudo determinarse ni su sexo ni si se trataba de un entierro primario

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o secundario4. A diferencia de las demás tumbas mencionadas, ésta fue claramente construida con el propósito de ser vista por los vivos. Esto puede ser interpretado como una clara afirmación acerca del status superior de la persona depositada en ella, así también como una afirmación de su individualidad. Estas características únicas, entonces, podrían indicar no sólo que esta era una persona respetada o de alto status sino también que constituyó un ancestro importante o el/la fundador/a de un grupo de descendencia5. Las tumbas posteriores, ya en pleno Horizonte Medio, indican la ocurrencia de cambios llamativos en las prácticas funerarias en Ñawinpukyo, con la proliferación de entierros individuales en un cuarto especialmente utilizado como área mortuoria (EA-21) y en clara asociación con la estructura funeraria arriba descrita. Una sucesión de entierros se sucedió a través del tiempo, consistiendo primero en la excavación de una gran cavidad subterránea bajo el piso (Figura 4), que a su vez contenía tres pequeñas cámaras individuales para entierros secundarios de adultos con un ajuar funerario consistente en conjuntos de tres vasijas pequeñas (jarras, cuencos, escudillas). La fase final de entierros ocurrió algún tiempo después, tratándose de entierros primarios en pozos simples no estructurados con poco o ningún ajuar funerario. La simpleza de este último tipo de entierros suele asociarse en Ayacucho con el bajo status de sus ocupantes. En todo caso, resulta claro que todas estas tumbas buscaron asociarse físicamente a la estructura funeraria sobre la superficie, tratándose tal vez de diferentes generaciones de un mismo grupo de parentesco y descendencia. La coexistencia de vivos y muertos dada por el entierro frecuente de personas dentro de los cuartos donde vivieron y trabajaron parece haber sido, como en muchas sociedades andinas, un aspecto común en la sociedad Wari, tal y como vemos en Ñawinpukyo. Sin embargo, la construcción de un espacio mortuorio especializado marca un cambio significativo al respecto. Al parecer un grupo de habitantes de Ñawinpukyo, tal vez miembros de un mismo grupo

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de parentesco, afirmaron su afiliación social y su identidad, construyendo esta área mortuoria y la tumba visible en su esquina con los restos de un miembro importante del grupo. Este último podría haber tenido el rol de ancestro fundador y la construcción de su llamativa tumba marcar la fisión de un linaje o grupo de descendencia de un grupo social mayor (ver Parker Pearson 2000:17). A partir de entonces, y a lo largo de un lapso de varios siglos en el Horizonte Medio, más individuos, pertenecientes tal vez a varias generaciones de sus descendientes, fueron enterrados en asociación física directa con su tumba. Genealogía y memoria fueron afirmadas y materializadas de esta forma. La continuidad y perpetuidad del grupo social fue materialmente expresada, reforzando el sentimiento de pertenencia de sus miembros en eventos funerarios que al recordar y actualizar los lazos con la persona enterrada en la tumba superficial actuaban como conmemoraciones y jugaban activamente en la construcción de una memoria social, que tomaría en este caso la forma de una historia genealógica (sensu Gosden y Lock 1998), con vínculos directos hacia antepasados conocidos con lazos bien definidos. Los eventos funerarios de consumo de comida y bebida que la evidencia (restos de camélidos, cántaros y cuencos cerámicos) parece indicar se desarrollaron periódicamente dentro de EA-21, podrían constituir por su parte el correlato material de las prácticas de conmemoración a corto plazo (sensu Meskell 2003) que unían física y emocionalmente a los vivos y los muertos.

Consideraciones finales En este trabajo he intentado mostrar el valor que el estudio de la memoria social y del uso del pasado en el pasado tiene para reconstruir la vida social y cultural de las sociedades pretéritas que los arqueólogos estudiamos. Como Gosden y Lock (1998) sostienen, no basta sólo con reconocer que el pasado fue tan valioso para la gente del pasado como lo es para nosotros, sino que debemos profundizar en las formas específicas que este uso tomaba. Así,

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he identificado aquí instancias de memoria social en un caso arqueológico particular, Ñawinpukyo durante el Horizonte Medio. La preservación de arquitectura ceremonial antigua, por un lado, parece ilustrar una vinculación explícita con el pasado más distante de la comunidad, evocando una categoría colectiva de ancestros y un pasado glorioso. La construcción y disposición espacial de un conjunto de tumbas específico ilustraría, por su parte, un proceso de afirmación de un grupo de parentesco en torno a un ancestro fundador individual. Ya sea que tuvieran poderes sobrenaturales sobre los recursos y las vidas de los miembros de la comunidad o no, estos antepasados podrían haber garantizado, tal y como en los casos etnográficos y etnohistóricos discutidos, el acceso de la comunidad a la tierra, legitimando su existencia para una variedad de fines políticos y económicos. En ambos casos veríamos operando entrelazadas prácticas de conmemoración a corto y largo plazo, historias míticas y genealógicas, conformando una parte fundamental de la memoria social de los antiguos habitantes de Ñawinpukyo en el Horizonte Medio.

Figuras

Figura 1. Mapa del valle de Ayacucho, Perú, mostrando ubicación de Ñawinpukyo y otros sitios mencionados en el texto

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Figura 2. Plano del sitio de Ñawinpukyo.

Figura 3. Conjunto de cuartos excavados en el Grupo Arquitectónico Sureste, mostrando la ubicación de tumbas mencionadas en el texto.

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Figura 4. Vista del recinto EA-21, mostrando la estructura funeraria superficial en una esquina y algunos de los pozos y cavidades subterráneas que contenían enterratorios.

Notas 1 Aquí me refiero a “memoria social” en un sentido general, como nociones colectivas acerca del pasado (Van Dyke y Alcock 2003:2), más que como a “un corpus de conocimiento continuo trasmitido entre generaciones u otros grupos sociales” (Meskell 2003:50; traducción del autor). El abordaje de la memoria social en este último sentido en contextos andinos está bien ejemplificado por el estudio de Thomas Abercrombie (1998) acerca de la manera en que los grupos Aymara comprenden su pasado a través de narrativas orales y acciones rituales. Así, Abercrombie (1998:318) describe técnicas Ayamara pre-hispánicas de memoria social que interpretan “el tiempo y espacio social como una secuencia de lugares y momentos a lo largo de itinerarios de peregrinaje”. Estos itinerarios incluyen narrativas, canciones y secuencias libatorias denominadas “senderos de memoria”, entre otras prácticas, y ayudan a los Aymara a dar sentido a sus vidas interpretándolas como viajes o recorridos llenos de significación (Abercrombie 1998:321; ver también Arnold 1992). 2 Una revisión exhaustiva de las actitudes andinas hacia el pasado debería necesariamente también hacer referencia a las diferentes maneras en que el pasado Inca ha sido apropiado y utilizado para reforzar posturas nacionalistas, así como para servir como sostén ideológico de movimientos políticos diversos, tanto desde la temprana resistencia y levantamientos contra las autoridades coloniales como de movimientos revolucionarios recientes como Sendero Luminoso. 3 La noción de ayllu constituye un principio clave en la organización social de los pueblos andinos. Sin embargo no existe consenso unánime en cuanto a su significado y su historia. Se ha definido al ayllu de una variedad de maneras, todas apropiadas en ciertos contextos temporales y espaciales. Así se lo ha descrito ya sea como grupos de parentesco similares a clanes o linajes, como unidades territoriales y residenciales de diferente nivel de inclusividad y extensión (o sea, equivalente a 2| Anuario de Arqueología| 34


aldeas, vecindarios, distritos, provincias, etc.), como grupos corporativos que poseen tierras en común bien sea que estén relacionados por parentesco o no, como grupos políticos con límites locales, como una comunidad o cualquier otro tipo de grupo social cuyos miembros comparten un foco común, entre otras (v.g. Allen 2002:86-87; Bastien 1985:xxiii; Bolin 1998:26; Isbell 1997:132). Según Isbell (1997:100) cuatro aspectos deben coalescer para constituir un ayllu: grupo social, recursos (tierra, fuentes de agua, rebaños) de carácter comunal, organización en términos de parentesco y un ancestro fundador común. Ninguno de estos aspectos, sin embargo, bastaría por sí sólo para definir al ayllu. 4 La presencia de un tupu (aguja de metal utilizada para ajustar el manto de las mujeres), típico instrumento de uso femenino podría indicar que se trataba de una mujer. 5 Es interesante, por otro lado, que esta tumba no muestra las típicas características que normalmente se asocian con el culto de los ancestros en los Andes Centrales. Así, no presenta conductos u orificios que permitieran introducir ofrendas en la tumba y su tapa (varias capas de lajas unidas con argamasa) no facilita una fácil reapertura para sacar los huesos del difunto. Referencias bibliográficas ABERCROMBIE, T.A. 1998. Pathways of memory and power: ethnography and history among an Andean people. University of Wisconsin Press, Madison. ALLEN, C.J. 2002. The hold life has: coca and cultural identity in an Andean community. Smithsonian Institution Press, Washington D.C. ANDERS, M.B. 1986. Dual organization and calendars inferred from the planned site of Azángaro: Wari administrative strategies. Tesis doctoral, Cornell University, Ithaca. ARNOLD, D. 1992. La casa de adobes y piedras del inka: género, memoria y cosmos en Qaqachaka. En Hacia un orden andino de las cosas. Tres pistas de los Andes meridionales, editado por D. Arnold, D. Jiménez Aruquipa y J.D. Yapita, pp. 31-108. Hisbol/ILCA, La Paz. BASTIEN, J.W. 1985. Mountain of the condor: metaphor and ritual in an Andean ayllu. Waveland Press, Prospect Heights. BOLIN, I. 1998. Rituals of respect: the secret of survival in the high Peruvian Andes. University of Texas Press, Austin. BRADLEY, R. 2003. The translation of time. En Archaeologies of memory, editado por R. Van Dyke y S. Alcock, pp. 221-227. Blackwell, Malden y Oxford. CONNERTON, P. 1989. How societies remember. Cambridge University Press, Cambridge COOK, A.G. 1992. The stone ancestors: idioms of imperial attire and rank among Huari figurines. Latin American Antiquity 3:341-364. DRISCOLL, S.T. 1998. Picts and prehistory: cultural resource management in Early Medieval Scotland. World Archaeology 30:142-158. FENTRESS, J. Y C. WICKHAM. 1992. Social memory. Blackwell, Oxford. GOSDEN, C. Y G. LOCK. 1998. Prehistoric histories. World Archaeology 30(1):2-12. GUAMÁN POMA DE AYALA, F. 1980 [1615]. Nueva corónica y buen gobierno. Biblioteca Ayacucho, Caracas.

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LA NOCIÓN DEL PASADO DE LOS DIFERENTES ACTORES E INSTITUCIONES INTER-ACTUANTES DE LA ARQUEOLOGÍA PAMPEANA. EL CASO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Fernando Oliva i

Resumen La Región Pampeana presenta una tradición centenaria de investigaciones arqueológicas. Como producto de esta situación en la actualidad se llevan a cabo en diferentes sectores acotados de la Provincia de Buenos Aires, importantes investigaciones reflejados por la cantidad de sitios investigados y proyectos acreditados de diferentes unidades académicas del país (ie. Politis 1984, Mazzanti 2000, Gonzáles de Bonaveri 2003, Oliva 2006). Sin embargo el conjunto de investigaciones “científicas” puras no se vio reflejado en acciones coordinadas para el uso, protección y conservación del patrimonio arqueológico (Oliva 1991, 1994, Oliva et al. 2006). En la última década, los estudios arqueológicos en la Provincia de Buenos Aires han aumentado sustancialmente el número de grupos de investigación, así como de proyectos acreditados en organismos oficiales, lo cual ha generado nuevos datos y colecciones. Al mismo tiempo, la República Argentina ha promulgado recientemente en el año 2003 la Ley N° 25743/03 “Ley de protección del patrimonio Arqueológico y Paleontológico”, normativa que regula el uso por parte de investigadores y aficionados del patrimonio arqueológico que sin dudas ha impuesto un nuevo paradigma en el “uso” de la arqueología del país en general generando nuevas tipos de relaciones. Palabras claves: Región pampeana, arqueología, patrimonio Abstract The Pampeana Region presents a centenary tradition of archaeological researches. As a product of this situation, important investigations are carried out nowadays in different enclosed areas of the province of Buenos Aires. These are reflected by the cuantity of investigated sites and accredited projects of different academical units in the country (ie. Politis 1984, Mazzanti 2000, Gonzáles de Bonaveri 2003, Oliva 2006). However, the conjunction of pure cientific investigations were not reflected in coordinated actions for the use, protection and conservation of archaeological patrimony (Oliva 1991, 1994, Oliva et al. 2006). In the last decade, archaeological studies in the province of Buenos Aires have substatially increased the number of investigation groups, as well as the projects certified in official organisms, which has generated new data and collections. At the same time, the Argentine Republic has i

Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. fwoliva@unr.edu.ar 2| Anuario de Arqueología| 39


recently passed, in 2003, the law N° 25743/03 “Archaeological and Palaeontologic patrimony protection law”, which regulates the use of the archaeological patrimony by resaerchers and enthusiasts, and has without question set a new paradigm in the “use” of archaeology in the country in a general way, generating new kinds of relationships. Keywords: Pampeana region, archaeology, patrimony

Introducción La Región Pampeana presenta una tradición centenaria de investigaciones arqueológicas pudiéndose mencionar entre otros los aportes de los pioneros como Florentino Ameghino, Osvaldo Menghin, Carlos Gradín, Antonio Austral, Marcelo Bórmida y Guillermo Madrazo (Ameghino, 1889, Menghín y Bórmida, 1950, Austral, 1972, Gradín, 1975 Madrazo, 1968). Estos estudios, sin duda, marcaron el devenir de las investigaciones en la región Pampeana dado que durante muchos años los mismos estuvieron centrados en algunos pocos sectores de la Provincia de Buenos Aires. En las últimas décadas se amplió el abanico de temas y espacios abordados, lo cual es reflejado en las diferentes publicaciones afectadas a proyectos acreditados en unidades académicas localizadas en la Región Pampeana (ie. Politis 1984, Mazzanti 1999, 2006, González de Bonaveri 1998, Oliva 2006, Messineo y Politis 2007). Sin embargo este conjunto de investigaciones “científicas” puras no se vieron reflejadas en acciones coordinadas para el uso, protección y conservación del patrimonio arqueológico (Oliva 1991, 1994, Oliva et al. 2006). En los últimos diez años, los estudios arqueológicos llevados a cabo en la Provincia de Buenos Aires han aumentado sustancialmente, situación que se evidencia con el surgimiento de nuevos grupos de investigación así como la acreditación de numerosos proyectos de investigación acreditados en organismos oficiales, todo lo cual ha repercutido en la generación de nuevos datos y colecciones. Al mismo tiempo, la República Argentina ha promulgado 2| Anuario de Arqueología| 40


recientemente en el año 2003 la Ley N° 25743/03 “Ley de protección del patrimonio Arqueológico y Paleontológico”, normativa que regula el uso por parte de investigadores y aficionados del patrimonio arqueológico, lo cual sin dudas ha impuesto un nuevo paradigma en el “uso” de la arqueología del país en general y ha provocado nuevas relaciones institucionales. En este trabajo se analizan los diferentes actores que hacen a la producción de conocimiento arqueológico y a su uso y como han repercutido en la valoración y conservación del patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires. Se considera que resulta útil establecer cómo estas percepciones fueron cambiando en diferentes momentos y cuales fueron los diferentes procesos que llevaron a la República Argentina a la consolidación como estado-nación, lo que influyó directamente sobre el conjunto de decisiones que llevo a la valoración del patrimonio cultural contemporáneo. De igual manera se abordaron aspectos internos de producción del conocimiento arqueológico con el fin de establecer el grado de vinculación que tuvieron con otros actores que interactuaron con el patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires.

El contexto de producción: factores negativos y positivos vinculados con los usos del patrimonio arqueológico de la provincia de Buenos Aires. En primer lugar se cree importante presentar el contexto de producción integrado por los factores externos e internos que han de cierta manera condicionado la producción de un conjunto de acciones vinculadas sobre el patrimonio arqueológico. Para tal fin se considera relevante establecer las distintas posiciones metodológicas que actualmente interactuaron en las investigaciones en general y en la arqueología en particular. El enfoque sostenido por Lakatos (1983, 1993) es de utilidad para este tipo de programa y reconoce que en el quehacer científico se dan dos tipos fundamentales de procesos: externalistas e internalistas. Considera como procesos externalistas

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aquéllos que tienen en cuenta las condiciones de producción del saber científico. Estas condiciones pueden ser históricas, económicas, sociales, psicológicas y son las que hacen posible la generación y prosecución de la ciencia. Intentan dar una explicación del tipo de ciencia que se desarrolla en cada momento histórico. Por su parte, los procesos internalistas, son aquellos representados por la construcción de modelos de los que ha de constituir buena ciencia. Lakatos (1983) considera al “Programa de Investigación”, como un contrato por el cual una comunidad científica (no toda ella, sino un grupo determinado) decide proceder, en sus investigaciones y en la exposición de las mismas según un estilo y procedimientos particulares llevados a cabo mediante el sostén de una teoría o varias que la comunidad científica se compromete a no alterar ni abandonar. Se considera oportuno con el fin de establecer un contexto de producción vinculado en el patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires, señalar factores positivos y negativos que actuaron en su generación.

Factores positivos En primer lugar entre los factores positivos se puede destacar a los museos regionales y/ o municipales así como en algunos casos las colecciones particulares representan espacios sumamente importantes como depositarios de colecciones arqueológicas de la Provincia de Buenos Aires. Al mismo tiempo los museos contienen un valor social extra, ya que constituyen el nexo en muchos casos entre la comunidad en general y las distintas expresiones del patrimonio arqueológico. Asimismo, otras instituciones vinculadas con acciones de protección del patrimonio arqueológico son los clubes asociaciones de amigos de museos, entre otras. Estas organizaciones en la última década han sido acompañadas por ONG las cuales han comenzado la realización de emprendimientos fundamentalmente vinculados con el uso del patrimonio arqueológico. Por su parte, las Universidades Nacionales e

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investigadores han sido instituciones motrices de importancia. En la Región Pampeana hay universidades nacionales donde se cursa la carrera de antropología (Universidades Nacional de Buenos Aires, Del Centro, La Plata y Rosario) produciendo un número importante de los profesionales en arqueología en actividad. Estas instituciones junto con otras, como las Universidades Nacionales de Luján, Mar del Plata y del Sur, realizan importantes actividades de extensión académica en donde se desarrollan programas de arqueología y subsidian proyectos de investigación. La Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, el Consejo Nacional de Investigaciones y Tecnología y la Agencia de Promoción e Investigación Científica y Tecnológica, subsidian proyectos de investigación y otorgan becas a jóvenes investigadores para desarrollar sus estudios de doctorado. Es de destacar la actitud de las entidades gubernamentales que marcan una preocupación por el patrimonio arqueológico ya sea en vinculación con organismos municipales, provinciales o nacionales (ie. Dirección Provincial Patrimonio Cultural (DPPC) del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincial, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano). En este contexto, hay que marcar la implementación de los Observatorios del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, que comenzaron a realizarse en la Provincia de Buenos Aires en el año 2008 a través del Centro de Registro de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico dependiente de la (DPPC). Estos observatorios, iniciaron su ejecución en los sectores norte y sur de la Provincia y los mismos constituyen un espacio de comunicación y planificación entre los diferentes actores sociales (antropólogos, arqueólogos, paleontólogos, autoridades municipales, provinciales, docentes, operadores turísticos y culturales, aficionados y público en general) interesados vinculados a la protección y difusión de este Patrimonio Cultural.

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Factores negativos En el proceso de análisis sobre los actores o procesos que actuaron negativamente en relación con el cuidado del patrimonio arqueológico en la provincia de Buenos Aires se puede resumir de la siguiente manera: 1- Factores Externos a. Escasa conciencia del proceso histórico de la República Argentina b. Aniquilamiento en el actual territorio de la Provincia de Buenos Aires de las sociedades indígenas originarias. c. Visión exclusivamente europeizante del progreso que justifica conductas patrimoniales inapropiadas. d. Espacio “altamente valorado” por los propietarios de las tierras acorde a las pautas de un mercado internacional e implementación de procesos neoliberales en la República Argentina.

a- Escasa conciencia del proceso histórico de la República Argentina El patrimonio cultural incluido el arqueológico, estuvo condicionado por el proceso que llevo a la República Argentina a la constitución como Estado-Nación. La mayor parte de la población nacional en su conjunto no tiene una idea de la profundidad temporal del desarrollo histórico del proceso indígena. En la Provincia de Buenos Aires han sido realizados en diversos puntos, relevamiento de opinión y la mayor parte de la población consultada no tiene una idea aproximada de cuánto tiempo data las primeras poblaciones humanas pampeanas. Este requerimiento ha sido presentado en áreas donde existen museos arqueológicos explicativos sobre la antigüedad del poblamiento pampeano, sin embargo en todos los casos las respuestas correctas no superan el 20 % - ie., estudio efectuado en población escolar en la localidad de Púan-. (Oliva et al 2006).

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b- Aniquilamiento en el actual territorio de la Provincia de Buenos Aires de las sociedades indígenas originarias. El proceso de encuentro entre las sociedades indígenas y los representantes del estado nacional a mediados del siglo XIX estuvo caracterizado por la confrontación de poderes, ideas, tradiciones y costumbres. El proceso histórico de constitución de la Nación de la República Argentina, trajo aparejado que en la pampa húmeda se diera un proceso de destrucción de las poblaciones indígenas originarias, donde más allá de las acciones de combate en situaciones no parejas se emplearon mecanismo vinculados con el casi exterminio de la población indígena mediante la matanza indiscriminada perpetrando delitos de des humanidad, como fue la disgregación de las familias a través de la separación de sus integrantes con la consecuente desintegración de los grupos sociales. Esta situación trajo aparejado el consecuente vaciamiento de territorio, que luego mediante el apoyo político y económico desde el estado nacional, fuera ocupado por emigrantes de diferentes nacionalidades europeas. En la actualidad este proceso está reflejado por las características sociales de las urbes del interior de la provincia de Buenos Aires. En su mayor parte es escasa la conciencia que sus habitantes tienen acerca de los primeros habitantes de “las pampas” así también la historia oral da cuenta como la mayor parte de la población hace referencia a su ascendencia a los primeros colonos de diferentes nacionalidades europeas. Así algunos ejemplos, pueden ser la colonia de alemanes o rusos del Volga presente en la actualidad en la localidad de Coronel Suárez o de la Colonia Hinojo en el partido de Olavarría, de emigrantes franceses como aquellos colonos que se asentaron en la localidad de Pigüe en el partido de Saavedra, de británicos en la localidad ubicada al nor-oeste bonaerense de Florentino Ameghino, o sino poblaciones que presentan “mezclas” significativas de colonias de europeos procedente de los países del sur europeo (España e Italia), como se observa en localidades de diferentes sectores de la Provincia,

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entre otras Mar del Plata, La Plata, Púan o Magdalena. Son pocos los habitantes actuales de la Provincia de Buenos Aires, que reconocen e identifican a las sociedades indígenas como parte de sus ancestros, es decir interpretar que algunas de las llamadas comunidades etnográficas que habitaron este espacio, sean tehuelches, ranqueles o mapuches, pudiera haber algún ancestro o identidad de pertenencia. En este sentido, algunos pocos ejemplos, están limitados en localidades ubicadas en el interior de la Provincia de Buenos Aires en su sector oeste como el caso de las localidades de Trenque Lauquen, Los Toldos o de General Villegas, donde es posible hallar “comunidades indígenas organizadas” o familias que se identifican con los primeros descendientes de los pueblos originarios. Por otra parte, en el cono-urbano bonaerense, funcionó como un gran aglutinador de población procedente de distintos lugares de Argentina y América Latina. Este conglomerado de ciudades y habitantes hacinados a un espacio reducido ocupado por varios millones de habitantes y en pocos km2, presenta una situación socio-culturalmente diferente al proceso ocurrido en el interior de la provincia, tal vez como reflejo activo de la implementación de los modelos económicos imperantes en el país. Sus habitantes carecen de una identidad particular marcada ya que la generación del cono-urbano ocurrió como un proceso continuo de agregaciones de ocupaciones humanas procedentes de distintos orígenes como reflejo de modelos económicospolíticos ocurridos en la historia del país. En síntesis, aunque con diferentes matices, el interior de la provincia y el cono-urbano se caracteriza por la presencia de palimpsestos de ocupaciones que bajo diferentes condiciones y estrategias compitieron y finalmente se apropiaron de este territorio, reflejando su actual población una síntesis de ocupaciones europeas, indígenas y latinoamericanas. Este proceso de desencuentro entre los integrantes de la sociedad nacional y en particular la pampeana, tiene sus raíces desde los inicios de la

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constitución del estado nacional. En este sentido a principios del siglo XIX, Mariano Moreno expresaba la visión que se tenía de los indígenas: “Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces u curas”. Mariano Moreno, Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios, 1802. (Pigna 2004:21).

c-Visión exclusivamente europeizante del progreso que justifica conductas patrimoniales inapropiadas. Determinados conceptos vinculados con el “progreso”, que en principio se pueden atribuir sus orígenes a las primeras ideas evolucionistas de siglo XIX, de John Lubbock (1834-1913). En esta línea de pensamiento, se proponía que los europeos eran producto de evoluciones biológica y cultural, y como consecuencia se desprendía que los pueblos menos avanzado tecnológicamente eran más primitivos cultural, intelectual y emocionalmente (Trigger 1992). Estos conceptos teóricos procedente del campo de la investigación de la ciencias naturales y sociales de siglo XIX, influenció en la Provincia de Buenos Aires y fue reelaborado en todo el proceso de ocupación e interacción, de los distintas colonias de emigrantes europeos con los criollos y las sociedades originarias pampeanas. Una de las particularidades en la constitución del estado provincial, ha sido que esta interacción se estableció en un contexto donde no reinaba la reciprocidad en la consideración social. Actualmente la provincia de Buenos Aires, presenta una baja proporción de población indígena, debido una cantidad de procesos interactuantes. En primer término, el proceso de usurpación del territorio por motivos económico- político producido desde mediados del siglo XVI, ocasionó una primera merma importante de la población nativa. Una segunda etapa, vinculada a la conformación del estado nacional, se caracterizó por un 2| Anuario de Arqueología| 47


proceso de avance del ejército nacional en la denominada “Conquista del Desierto” llevada a cabo a fines de la década del ´70 del siglo XIX. Este evento constituyó uno de los hitos históricos más relevante de este proceso de aniquilamiento de los pueblos originarios, cuyo objetivo principal era la colonización de las tierras de las regiones Pampeana y Patagónica. A lo largo de la historia de la constitución del estado provincial, la valoración de la sociedad nacional y provincial, de aquello perteneciente a los “indios” o “sociedades exóticas”, tuvo su correlato en el tratamiento de la evidencia arqueológica en distintos puntos del territorio. Así el menosprecio y desconsideración de su valor patrimonial quedo reflejado en múltiples acciones de saqueo, excavaciones furtivas realizada por aficionados, o en acciones vandálicas (ie. graffitis en numerosas cuevas con arte rupestre) efectuadas por ocasionales visitantes a los sitios, hasta destrucciones en el uso del patrimonio arqueológico ocasionado por empresarios u organismos oficiales vinculados con el turismo cultural. Una de las primeras notificaciones de esta situación, fue presentada a fines del siglo XIX por Eduardo Holmberg, quien ilustra la destrucción de las representaciones rupestres de la Gruta de los Espíritus en el partido de Saavedra: “Antes de ocuparnos de las figuras que motivan este estudio, debemos recordar que , de lado derecho de la Gruta, a la entrada, hay pintadas numerosas marcas, de las usadas en los establecimientos de nuestra campaña, varios nombres de personas y algunas letras mayúsculas de nuestra escritura, como iniciales, con , o sin significado” (Holmberg, 1884).

La destrucción de este sitio y de otros con arte rupestre del Sistema de Ventania es una práctica continua y habitual de los ocasionales visitantes tal como ha sido corroborado en recientes estudios en la región. Ilustra esta situación la Gruta de los Espíritus mencionada, que en la actualidad el proceso de grafitiado ha continuado hasta el presente de forma ininterrumpida 2| Anuario de Arqueología| 48


produciendo la destrucción de todo el arte rupestre de esta cueva (Oliva 2000, Oliva y Sánchez 2000, Guiamet et al. 2008). En igual sentido, existen diferentes actitudes que actúan en contra de la conservación del patrimonio arqueológico de la provincia de Buenos Aires, de personas como algunos propietarios de establecimientos rurales, que se consideran con derecho a imponer normas y establecer pautas de comportamiento sobre el uso del patrimonio arqueológico. En ocasiones, extienden permisos, e imponen normas de como tratar el patrimonio arqueológico transformándose en dueños virtuales del mismo. Este tipo de situaciones actuales que en algunos casos imposibilitan acceder a la investigación científica, es realizado ininterrumpidamente desde el comienzo de las investigaciones arqueológicas en la provincia de Buenos Aires, hasta la actualidad. En este sentido a principios del siglo XX, el trabajo realizado por Salvador Debenedetti en el partido de Baradero al noreste de la Provincia de Buenos Aires da cuenta de esta situación: “Antes de dar comienzo a las excavaciones fue necesario allanar algunas dificultades opuestas por los dueños del terreno, quienes llegaron hasta reunirse en consejo de familia para resolver si habían de permitir las investigaciones que pretendía efectuar. Este raro consejo se reunió una noche y me comunicó que había de dejar, en beneficio suyo, las riquezas que desenterrara, así como los objetos de metal precioso que exhumara, debiendo, por otra parte dejar el terreno en las condiciones en que se hallaba antes de las excavaciones (Debenedetti, 1911 pp. 3-4)”.

c- Espacio “altamente valorado” por los propietarios de las tierras acorde a las pautas de un mercado internacional e implementación de procesos neoliberales en la República Argentina. Específicamente la Región Pampeana Húmeda de la República Argentina representa el área donde se radicaron las principales actividades 2| Anuario de Arqueología| 49


agrícolas ganaderas, industriales y el desarrollo de economías regionales. Al mismo tiempo esta área es también la que ha concentrado la mayor parte de la población del país. El proceso de ocupación del territorio pampeano tuvo por objetivo la apropiación de tierras altamente rentable de acuerdo al modelo económico internacional en donde las “pampas” representaban un espacio altamente cotizado para la práctica agrícola ganadera. Sin dudas esta situación económica ha favorecido la implementación de políticas socio políticas vinculadas con la ocupación del terreno. Fue así que a fines del siglo XIX se produjo la ocupación militar y cívica de lo que se consideraba como “ desierto”, dio lugar en un primer momento de constitución de pocos grandes terratenientes de la Pampa Húmeda. Los procesos neoliberales vinculados a la producción económica particular como hemos visto en los acápites anteriores, están integrado a un modelo social, en donde determinados marcos políticos fueron sostenidos a lo largo del proceso de constitución del estado nacional y en particular de la constitución del actual estado provincial. En años relativamente recientes, en las décadas de los ´70 y ´90 respectivamente, en el país acontecieron dos procesos de duras implicancias socio-política. En primer lugar en la década del ´70 se implantó la ejecución del modelo económico neoliberal, el cual centralizado en grandes corporaciones económicas nacionales e internacionales impusieron sus acciones a fines de la década del ´70 como herramienta la destrucción política y social del país. Esta situación trajo como consecuencia política más visible la desaparición de más de 30000 personas así como la persecución, destrucción hasta el aniquilamiento de todo aquel individuo o institución que se opusiera al modelo imperante. Como todo proceso político latinoamericano el mismo no tuvo un carácter uniforme y particularmente en nuestro país, han acontecido situaciones políticas más favorables, tal como fue la vuelta al sistema

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democrático en los ´80 y a la perduración del sistema como vía institucional de gobierno. Sin embargo, nuevamente la década del ´90, el país sufrió una nueva desarticulación económica política y social con el gobierno neoliberal de Carlos Menem, quien bajo su responsabilidad política implementó un modelo de destrucción del aparato productivo económico y la consecuente exclusión social de grandes masas de población. En ambas décadas mencionadas del siglo XX, las universidades no estuvieron ajenas a los procesos vividos y como consecuencia particular trajo que la práctica profesional arqueológica no fue una excepción. Con diferentes matices se instaló el vaciamiento de universidades en los ´70 caracterizado los recortes en los presupuestos y la práctica del “sálvese el que pueda” estuvo al orden del día. Específicamente en los ´90 la actividad académica estuvo caracterizada por la realización de prácticas de “alta competitividad” y la búsqueda sin límites éticos de la “excelencia académica” por parte de los noveles graduados. Esta situación estuvo directamente vinculada con mecanismos propios de un mercado de compra y venta de mercaderías donde en muchos casos docentes e investigadores eran considerados como valor de este sistema o sino simplemente estaban destinados a cualquier otra actividad alejado del ámbito académico.

2- Factores Internos Entre el conjunto de factores internos de la disciplina, se pueden destacar aquellos, que han sido considerados con un mayor grado de vinculación con la producción del patrimonio arqueológico. Ellos son: a-Evidencia

arqueológica limitada a registro perteneciente a

sociedades cazadores recolectores en donde los profesionales se han dedicado exclusivamente a temas de investigación hasta años recientes.

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b-Visiones racistas de la sociedad justificada en algunos casos reflejados incluso en trabajos antropológicos. c-Disputas históricas entre grupos de investigadores.

a-Evidencia arqueológica limitada a registro perteneciente a sociedades cazadores recolectores. En primer lugar con relación a los arqueólogos profesionales y sus investigaciones, sin dudas uno de los pioneros han sido los trabajos de Florentino Ameghino a fines del siglo XIX. El impacto de su obra por un lado tuvo un fuerte impacto en el desarrollo de los estudios antropológicos ya que dentro de un campo naturalista a partir de sus trabajos se considero la posibilidad de la coexistencia del hombre con fauna ya extinta. Por otra parte la proposición vinculada al origen del hombre americano represento para las investigaciones de las primeras décadas del sur del continente un retraso ya que cualquier evidencia de estas latitudes era considerada siempre como dudosa y asignable a procesos de corta antigüedad (Ameghino 1910, Hrdlicka1911) en G. Politis (1984). Las investigaciones arqueológicas pampeanas se pueden subdividir en dos grandes períodos, el inicial se corresponde con los primeros cien años de investigación , donde más allá de los diferentes marcos teóricos vigentes, las tareas

científicas

estaban

caracterizada

por

corresponder

con

la

implementación de “investigación pura” sin mayor correlato ni reflexión sobre lo producido con otros actores de la comunidad (entre muchos, Ameghino, 1880, Austral 1972, Castro 1983, Madrazo, 1977, Menghin y Bormida 1950, Politis 1984, Sanquinetti de Bórmida 1964, Vignati 1960). Un segundo período, se puede vincular a la tarea arqueológica de las dos últimas décadas, donde el conjunto de cambios teóricos en la disciplina antropológica repercutió directamente sobre los roles de la producción académica reflejado en la generación de tareas de investigación acompañada con una profunda

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vinculación con acciones de protección extensión y el uso en general del patrimonio arqueológico (Bayón et al. 1991, Mazzanti, 1999, Oliva 1998, Pérez Meroni y Paleo, 2004). De igual manera, fueron numerosas las tareas vinculadas en la interacción con organismos gubernamentales provinciales y municipales así como con museos regionales mediante la implementación de charlas de extensión, talleres de capacitación para docentes entre otros (Bayon et al. 1991, Flehengeimer et al. 2007, Madrid y Oliva 1990, Oliva 1994, 1998).

b- Visiones racistas de la sociedad justificada en algunos casos en trabajos antropológicos. Existen indicadores de fuertes componentes xenofóbicos-racistas, por parte de los pobladores de las localidades de la provincia de Buenos Aires, generalmente no asumido como tal. Esta situación puede verse materializada, cuando la población asignada a la “clase media bonaerense”, hace referencia a trabajadores latinoamericanos como “peruca”, “bolita”, “paragua” entre otros. Más claramente esta situación quedo expresada, en el partido del reciente torneo Clausura 2009 del futbol argentino de primera división entre Independiente y Boca Juniors. En dicha ocasión, la parcialidad del primero de los clubes nombrados, expuso como un elemento peyorativo, banderas de los países de Bolivia y Paraguay aludiendo a que la parcialidad del club de Boca Juniors estaba compuesto por personas de estas nacionalidades. Estas muestras que podemos observar en la vida cotidiana, son consecuentes con determinados enfoques teóricos que tuvieron su correlato en las disciplinas sociales. La antropología como disciplina científica en nuestro país no fue ajena a este proceso, dado que la misma ha sido formadora de opinión para las clases sociales acomodadas, y algunas producciones académicas han justificado expresiones xenófilos-racistas, emergentes desde un discurso científico. En tal sentido, un caso paradigmático de esta

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concepción en la propia disciplina, está claramente expresado en el artículo de Alcides Vignati publicado en el inicio de la década del 60´en la primera publicación de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires en donde expresa: “La Provincia de Buenos Aires –como sus inmediatas limítrofes del nortepodría, con orgullo, mostrar su censo racial limpio de toda tara indígena. La provincia tiene otro peligro al que debe oponerse con la fuerza legal para evitar sucumbir en la degeneración de la estirpe. Desde hace un quinquenio un aluvión –que en su época, sus integrantes recibieron un apelativo tan apropiado como deprimente- del área chaqueña ha invadido el gran Buenos Aires. Es necesario hacerlos volver a sus lares si no se quiere que en el próximo censo, el guarismo de gentes de color ocupe un lugar destacado que constituiría una vergüenza para la provincia, hasta hace poco redimida de esa maleza” (Vignati1960: 132).

c– Disputas históricas entre grupos de investigadores En el proceso de análisis sobre el patrimonio arqueológico en la provincia de Buenos Aires se puede hacer un paralelismo con lo que Jorge González (1996: 2-3) ha denominado las “pobrezas en el sistema de investigación”. Este autor destaca la existencia de determinadas pobrezas, las cuales pueden aplicarse al medio de producción académica: • Pobreza Cientificista: Existe un prejuicio cientificista respecto del carácter de la ciencia y los científicos, y en muchas ocasiones se le otorga a determinadas producciones, por pertenecer o no a un grupo de investigadores, mayor importancia que a otras. • Pobreza Teórica: Estratégica-epistemológica: Importación acrítica de ideas interesantes e incorporación por moda. • Pobreza Crítica: Poca o nula crítica sistemática, muchas glosas y referencias cruzadas (te cito, me citas, te invito me invitas). Si algo

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no convence la vía no es criticar para crecer, sino más bien ignorar para no comprometerse (no citar, no invitar no reconocer). • Pobreza Política: Como una consecuencia de lo anterior nuestros análisis de la sociedad desde la cultura padecen incapacidad de tocar con la sociedad y sus procesos, digamos un impedimento de conectar con los actores plurales de nuestro entorno.

Estas “pobrezas” propuestas por Jorge González, es posible aplicarlas a la arqueología pampeana tal como queda evidenciado en algunos artículos publicados en la última década. Así por ejemplo, este tipo de práctica es fácilmente reconocible mediante el análisis de algunos artículos de síntesis, en donde determinadas producciones académicas no pertenecientes al grupo de producción de los autores, son evaluadas negativamente sin mayores justificaciones académicas, en otras reciben una mera mención y en algunos casos son omitidas a pesar que su incorporación brindaría información relevante. Por el contrario se nota en otros casos, como lo propone Jorge González (1996) que algunos autores de la región Pampeana reciben una auto valoración extremadamente positiva de su producción, y al mismo tiempo, tratan a otras producciones no pertenecientes al círculo de simpatía de los autores en forma poco relevante y en algunos casos despectiva (Politis 2000, Politis y Pedrotta 2006). Asimismo, existen artículos que versan sobre temas o sitios auto considerados con ergologías con “excepcionalidad de la evidencia” (ie. Messineo y Politis 2007: 698) pasando a constituir a ser referidos como sitios “claves” para el abordaje a determinado aspecto de los grupos humanos que vivieron en la región Pampeana. Por otra parte este tipo de actitudes académicas en oportunidades resulta aún más grave cuando afectan a instituciones universitarias. Particularmente ilustra este tipo de hechos un reciente anteproyecto de ley de patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires.

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En los inicios de los 2000 diversos investigadores procedentes de unidades

académicas

de

la

región

Pampeana

y

de

Instituciones

gubernamentales propusieron por intermedio de la AAPRA un ante-proyecto de Ley para la Provincia de Buenos Aires. Esta propuesta preveía la constitución de un Comité Asesor para la protección del Patrimonio Arqueológico,

entre

otras

instituciones,

con

representantes

de

las

Universidades Nacionales insertas en la Provincia de Buenos Aires (Universidad Nacional del Centro y la Universidad Nacional de La Plata), y de otro sector de la región Pampeana como la Universidad Nacional de Buenos Aires. Oportunamente y reiteradamente se les manifestó a los miembros coordinadores de este proyecto evaluar la posibilidad de incorporar a la Universidad Nacional de Rosario (Facultad de Humanidades y Artes, departamento de Arqueología), dado que se consideraba que esta unidad académica presentaba sobrados antecedentes a saber para integrar este comité asesor: • Su inserción en la región Pampeana. • Existencia de la carrera de antropología de grado con una matrícula relevante desde hace varias décadas. • Dictado de la carrera de doctorado. • Participación de graduados y alumnos en diversos proyectos de investigación y extensión de la arqueología Pampeana. • El Departamento de Arqueología de la Facultad de Humanidades y Artes había organizado como producto de las condiciones precedentes, el I Congreso de la Región Pampeana Argentina, realizado en la ciudad de Venado Tuerto en el año 1998. Sin embargo a pesar de reiterados pedidos de reconsideración, el proyecto finalmente se presentó para su tratamiento legislativo sin aceptar el pedido de modificación, aunque no fue aprobado, por lo cual finalmente quedo sin efecto. 2| Anuario de Arqueología| 56


En el año 2008, la actual Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Antropología, retomó el proyecto de los inicios del milenio, proponiendo un nuevo ante-proyecto de Ley de Protección del Patrimonio Arqueológico similar a los presentados en años precedentes con algunos cambios. Lo llamativo es que a pesar de haber transcurrido casi una década, período donde alumnos y graduados de la Universidad Nacional de Rosario han participado activamente

del

crecimiento

de

la

arqueología

Pampeana,

(véase

presentaciones en Congresos Nacionales y regionales), la Universidad Nacional de Rosario (Facultad de Humanidades y Artes, Departamento de Arqueología), no ha sido considerada tal como se propone en el Artículo 33 del mencionado proyecto: “Créase el Comité Asesor “ad honorem” para la protección del Patrimonio Arqueológico, que estará integrado por un representante de la Universidad Nacional de Buenos Aires, un representante de la Universidad Nacional de La Plata, un representante de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, un representante de la Sociedad Argentina de Antropología, todos de reconocida trayectoria en el campo de la arqueología y coordinado por un representante del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires. Cada una de las instituciones mencionadas establecerá su propia modalidad para elegir sus respectivos representantes. Se reunirán por lo menos una vez cada tres meses y se le reconocerán viáticos para quienes no habiten en la localidad sede de la Autoridad de Aplicación. Dicho cuerpo consultor podrá ampliarse en el futuro conforme al espíritu de esta ley”.

En lo particular se espera que de aprobarse una Ley Provincial este artículo sea modificado. Se considera que el tratamiento de la producción académica y científica de la investigaciones arqueológicas de la provincia de Buenos Aires, está condicionado por la participación de determinados núcleos fuertes, aglutinados en algunas universidades, así como en la participación de sus 2| Anuario de Arqueología| 57


representantes en eventos o proyectos académicos administrativos. Esta actual situación, representa sin dudas herramientas para analizar el modo en que determinados autores así como algunas unidades académicas adquieren un excesivo protagonismo no solo en la “producción bibliográfica” sino en función de la administración de recursos nacionales vinculados con el uso y promoción de subsidios, proyectos y becarios. La defensa de este particular “orden” por parte de algunos colegas, lleva a justificar exclusiones y no consideraciones, amparándose en situaciones “académicas”, con el fin último de pertenecer al “sistema”, y toda otra interpretación de cómo hacer ciencia es considerada como “percepciones” poco adecuadas y por lo tanto fuera de lugar.

Consideraciones Finales Tal vez una de las formas de poder abordar la discusión de los temas aquí propuestos radique en la búsqueda de respuestas a estos interrogantes: 1- ¿Cuáles son las causas o motivaciones primarias que llevan a los habitantes de la mayor parte de las localidades de la Provincia de Buenos Aires, a recoger y coleccionar evidencia arqueológica de ambientes lagunares, ríos, caminos y/o otros accidentes naturales y/o culturales, recoger huesos de animales y humanos sin ningún tipo de respeto ni consideración? 2- ¿Por qué la destrucción de sitios con arte rupestre es tan intensiva, como se evidencia en algunos de los casos estudiados en el Sistema de Ventania? 3- ¿Qué tipo de condiciones externas facilitan la realización de estos actos? 4- ¿Cuál es el grado de responsabilidad de los diferentes actores directamente involucrado con el patrimonio arqueológico tal como autoridades municipales, provinciales y nacionales?

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5- ¿Qué grado de responsabilidad le cabe a la comunidad científica fundamentalmente a antropólogos y arqueólogos? Es posible proponer numerosas respuestas que justifiquen o al menos que intenten explicar algunas de las motivaciones que llevan a la destrucción del patrimonio arqueológico. Más allá de las motivaciones o excusas que producen la práctica sistemática de la destrucción del patrimonio arqueológico desde los tiempos de constitución del estado provincial, es necesario reflexionar sobre él porque del “placer” en la destrucción del patrimonio arqueológico en la Provincia de Buenos Aires por parte de la comunidad en general. Cabe en principio destacar que los diferentes actores e instituciones interesadas en el cuidado y protección del patrimonio arqueológico de la provincia de Buenos Aires, así como la mayor parte de la población en general, cree o intenta al menos realizar acciones tendiente a la conservación y promover un uso responsable del patrimonio arqueológico. Las respuestas a los interrogantes propuestos en este acápite, pueden proporcionar un número muy variado de alternativas como personas sean requeridas. Se considera que las distintas actitudes –positivas y/o negativas-, de los individuos e instituciones tienen con relación al tratamiento del patrimonio arqueológico, están en directa vinculación con los factores internos y externos de la generación de conocimiento producido. Tal relación ha sido representada en tres modelos, los cuales son directamente vinculados con el uso y la protección del patrimonio arqueológico en la provincia de Buenos Aires (aunque el mismo se considera que puede ser aplicado a otros casos). Ellos son el Modelo Tradicional, Modelo Transicional (actual) y Modelo Alternativo. El Modelo Tradicional (Figura 1) está caracterizado por un aislamiento y la no consideración de los diferentes actores entre si. Cada sector realiza su interpretación y no existe salvo formalidades la comunicación con las otras partes intervinientes o interesadas algún tipo de práctica en común sobre el patrimonio arqueológico. Esta situación puede interpretarse como que cada

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“chimenea” de gestión fabrica su propio” humo” sin tomar conocimiento de lo generado por cada una de las otras chimeneas. Así los arqueólogos profesionales

no

interactúan

con

otros

miembros

e

instituciones

gubernamentales que se dedican al uso del patrimonio arqueológico. Cada gestión es independiente y el esfuerzo de cada parte no contribuye al resto ni al bien general. La comunidad externa no tiene conexión alguna con el patrimonio arqueológico y no puede interactuar con ningunas de las partes involucradas. Este modelo estuvo presente en el desarrollo de la arqueología de la provincia de Buenos Aires hasta el inicio de la década de los ´90.

Figura 1: Modelo Tradicional de uso del patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires

Por su parte el Modelo Transicional (Figura 2) iniciado en los comienzos de la década del ´90 y que continua vigente hasta nuestros días, es posible ver como cada “chimenea” empieza a “desmoronarse” comenzando a generar un “humo compartido”, en donde cada gestión, si bien sigue compartiendo su cultura organizacional, comienza a recibir influencias de otras gestiones, de tal manera que se inicia otra nueva “cultura organizacional” con códigos comunes compartidos. Aplicando este modelo a la arqueología de Buenos Aires vemos como a partir de los últimos 20 años los arqueólogos comenzaron a interactuar activamente con museólogos, público en general. En igual sentido se ha dado un aumento significativo de la comunicación entre las 2| Anuario de Arqueología| 60


distintas instituciones que se vinculan con el patrimonio arqueológico (Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Dirección de Áreas Protegidas de la Provincia de Buenos Aires, Municipalidades, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Universidades Nacionales entre otras), así como una mayor comunicación entre las instituciones y otros actores. Obviamente que este proceso no tiene un crecimiento lineal y continuo. Por el contrario en oportunidades se dan situaciones poco deseables ya que en esta etapa existe una búsqueda de acuerdos que en oportunidades se ve dificultada por la priorización de la defensa de intereses sectoriales o bien por la persistencia de “pobrezas” personales de difícil compatibilización entre los miembros intervinientes. A pesar de ello se considera que la situación vigente en la Provincia de Buenos Aires es muy positiva ya que ha visto un cambio importante en relación con su propio desarrollo histórico así como con la gestión en otras provincias. Un dato relevante de este modelo, es que la comunidad externa al conjunto de actores e instituciones tradicionalmente vinculadas con el patrimonio arqueológico, comienza a tener una participación activa y a intercambiar puntos de vista con los distintos miembros involucrados.

Figura 2: Modelo Transicional de uso del patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires. 2| Anuario de Arqueología| 61


El tercer modelo propuesto se ha denominado “Alternativo” (Figura 3 y 4). Este modelo es de tipo hipotético y está presentado como una opción con el fin de establecer nuevas relaciones para buscar un cambio y en un futuro a mediano plazo, poder establecer respuestas efectivas a la acción destructiva constante del patrimonio arqueológico. Por lo pronto, la propuesta se basa en la búsqueda y el logro de “consenso” como estrategia metodológica para poder superar las diferencias de concepciones vigentes en la actualidad. En esta forma de actuar, se debe entender por “consenso” no es unanimidad, ni votación mayoritaria, ni satisfacción total, posiciones únicas o inmodificables que llevan acuerdos forzados, muy por el contrario, “consenso” es como propone Rico (1998) la mejor decisión posible entre todas las ideas y razones que tal vez pueden ser muy distintas entre ellas. Mediante la implementación de esta estrategia, cada actor si bien conserva la esencia de su particularidad, es decir la estructura de su cultura organizacional, sin embargo en su accionar debe primar la búsqueda de acuerdos con el objetivo de poder lograr acciones y políticas exitosas a largo plazo vinculadas con la protección del patrimonio arqueológico. En esta propuesta cada una de las “chimeneas” se han desmantelado, quedando un amplio espacio totalmente permeable a los diferentes actores e instituciones aunque cada cual conserva su identidad organizacional pero el “humo” producido es un producto único firme. Para la aplicación de este modelo a la arqueología de la Provincia de Buenos Aires, deberían ocurrir cambios sustanciales en la conducta de los diferentes actores involucrados. Desde las entidades gubernamentales proponer políticas a largo plazo, como por ejemplo buscar establecer normativas claras que superen las vigentes, que respondan a las dinámicas social y económica de los últimos años y fundamentalmente establecer políticas educacionales a largo plazo. Este punto es esencial, dado que es necesario comprender que los cambios van a ocurrir no en lo inmediato y por lo cual la educación en temas patrimoniales incluido la arqueología en la estructura educativa formal,

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resulta


imprescindible para considerar la posibilidad de profundos cambios. Como dato significativo, la carrera de grado de las mayorías de las universidades nacionales, no presentan en su currícula actual, materias específicas vinculadas con estos temas. Por otra parte la “chimenea” correspondiente a la comunidad arqueológica profesional, es una de las que por su particularidad presenta una mayor dificultad en introducir un cambio sustancial de la situación actual. Si bien por un lado muchos profesionales, que trabajan en la Provincia de Buenos Aires, tienen su compromiso con el cambio actual tal, como se expresa en el Modelo en Transición, por otra parte este sector está muy condicionado por su pertenencia al sistema educativo-científico actual, donde como ya se ha expresado más arriba, la situación vigente en muchos casos se rige por reglas no académicas sino por identidad de pertenencia o no a determinados grupos de poder

Figura 3: Modelo Alternativo de uso del patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires.

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Las otras viejas “chimeneas” (autoridades de museos y universidades, comunidades originarias) si bien tienen su propia particularidad y limitaciones, con sus prejuicios y resistencia a la integración, se considera que son los sectores que más han reclamado la ruptura del estancamiento y proponen al menos teóricamente el funcionamiento de conexiones horizontales. La búsqueda de establecimiento de redes laterales y organizar de manera horizontal es uno de los puntos centrales de esta propuesta. De lograrlo las relaciones entre los actores e instituciones quedarían en igual condición de negociación para el intercambio de opiniones y expresar cuando se considere los disensos específicos.

Figura 4: Corte transversal del modelo Alternativo de uso del patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires.

A modo de conclusión La relación patrimonio arqueológico y sociedad fue variando y acompañando a los cambios políticos y sociales de la humanidad y los consecuentes cambios filosóficos y teóricos acontecidos en la generación del conocimiento en general.

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En este trabajo se abordaron temas vinculadas con las diferentes aproximaciones al uso del pasado por parte de los disímiles actores e instituciones inter-actuantes de la arqueología Pampeana analizando a la Provincia de Buenos Aires como caso de estudio. Esta relación con las instituciones gubernamentales y académicas históricamente ha respondido de acuerdo con las ideas predominantes en la comunidad. Si bien se nota una actividad directa sobre el patrimonio arqueológico de la Provincia de Buenos Aires fundamentalmente en los últimos 20 años, quedan aún bajo la órbita de su responsabilidad desarrollar temas pendientes como práctica profesional, tratamiento ético del registro, rescate y evaluación de impacto, así como la promoción de espacios para la conservación de la evidencia material. La participación activa de los arqueólogos profesionales en temas patrimoniales, ha sido por un lado una de las partes más generadoras de propuestas de cambios para un uso adecuado del patrimonio arqueológico. Sin embargo por otro lado tal como propone Alberto Rex González (2000), “los arqueólogos conformar un gremio no muy fácil de tratar” dado por un lado la propia constitución de la comunidad arqueológica, quizás a la enorme competencia junto con la falta de oportunidades de un trabajo estable y por otra parte a la inestabilidad de las metodologías y la constante renovación de la teoría general de la cultura. En la producción científica arqueológica ocurre “Desgraciadamente, con gran frecuencia, las contiendas que comienzan en el campo científico se trasladan luego al campo personal” (González 2000: 29) registrándose actitudes impensables dentro de una comunidad académica para cualquier observador desprevenido. González sigue expresando: “En un párrafo de una entrevista, Borges al referirse al mundo demoníaco en el que priman la envidia y la rivalidad, no duda en asignarlo directamente a los políticos. Creemos que sólo en parte tiene razón. Es posible que su mayor número esté dado por ese círculo y que el segundo lugar corresponda quizás a la farándula. Pero prácticamente al mismo 2| Anuario de Arqueología| 65


nivel debe encontrarse el ambiente de los arqueólogos al que pertenezco” (González: 2000:28)

Es posible reconocer en la práctica, profesional personal calificado y estos individuos pueden corresponderse con conductas socialmente aceptables o por el contrario ser individuos que no tengan ningún parámetro ético. Esta variabilidad existe en toda comunidad, pero lo relevante es que el núcleo fuerte de investigadores que efectúan trabajo arqueológico en la provincia de Buenos Aires en la actualidad, responde cabalmente a lo expresado por González (1999). Por lo cual, revertir esta situación para lograr acuerdos con consensos, es un emprendimiento que debe ser asumido a largo plazo y con los debidos cuidados que garanticen la calidad de vida de las personas y la supervivencia académica, y recordando que el patrimonio arqueológico es un recurso no renovable y por lo tanto su pérdida significa la extinción de parte de nuestra cultura.

Agradecimientos A Cristina Pasquali por su caridad en el manejo del tiempo editorial. Mariana Algrain y Anabel Napolitano aportaron sugerencias y comentarios valiosos que ayudaron a cerrar algunas ideas. Gonzalo Iparraguierre colaboró con el tratamiento de las imágenes.

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PROBLEMAS ACERCA DEL PASADO Y ABORDAJES COMPARTIDOS. DIFICULTADES RESPECTO DE ESQUEMAS –Y ALGUNAS OTRAS COSASEN LA HISTORIA DE LA CIENCIA Mariano Ramos i

Resumen: En este trabajo1 presentaré determinados problemas y algunas cuestiones epistemológicas que se vinculan estrechamente con la historia de la ciencia y que han brindado material de discusión en eventos de Arqueología histórica o Arqueología de sitios históricos. Durante las últimas décadas del siglo XX surgieron alternativas, que orientándose a resolver esos problemas, plantearon las relaciones pluridisciplinarias (sensu Ramos 2000) y que se incluyen en lo que los epistemólogos en general denominan multidisciplina, interdisciplina y transdisciplina (Gianella 1995). Los problemas abordados en este campo (en América, pero sobre todo en la Argentina) pueden llegar a ser compartidos por arqueólogos e historiadores por lo menos. Sin embargo, se manifiestan varias dificultades y prejuicios relacionados con el abordaje de esos problemas en el ámbito de las ciencias. Aquí brindaré mi perspectiva teórica dentro de un marco epistemológico respecto de las cuestiones que he enunciado en esta síntesis. Palabras claves: Problema, epistemología, historia de la ciencia, arqueología histórica Abstract This paper will present some problems and epistemological issues with the history of science and provides discusión about historical archaeological events of sites. During the last decades of the twentieth Century alternatives emerged, aimed at resolving these problems, it raised multidisciplinary relationships. The issues addressed in this field (in America, but especially in Argentina). However, various difficulties and bias related to these problems in the field of science. Keywords: Problem, epistemology, history of science, historical archaeology

i

Director del Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (PROAR EP). Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Luján (UNLu). CIAFIC-CONICET. Argentina - marianosramos@yahoo.com.ar 2| Anuario de Arqueología| 71


¿Cómo se delimitaron las disciplinas en general y entre ellas, las “disciplinas del pasado”? Estructuración tradicional de las ciencias Si bien existen antecedentes desde el siglo XIX, durante las últimas décadas del XX los investigadores se han topado con algunos inconvenientes dentro del campo de las ciencias, sobre todo en el ámbito de las sociales. Estas dificultades se vinculaban, principalmente, al abordaje de determinados problemas que quedaban ubicados en zonas limítrofes entre campos disciplinares sobre todo, en el caso de sitios arqueológicos que contaban con documentación escrita asociada (Rocchietti 2003). Desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta principios del siglo XX, los investigadores construyeron, de acuerdo a intereses de la investigación personales o grupales, los distintos campos disciplinares. Sus límites y alcances fueron arbitrarios. Así, sobre algunos antecedentes, se diseñaron la Antropología, la Historia, la Geografía, la Economía, la Sociología y otras tantas disciplinas. Existen varias clasificaciones de las ciencias en general relativamente similares, una de ellas las divide en formales por un lado y fácticas por el otro; a su vez este último grupo fue dividido en ciencias naturales y sociales, ámbito en donde se ubican la Antropología y la Historia (Gianella 1995: 46). A todas estas divisiones en el campo social se le adjudicaron áreas dentro de las que se desenvolvería cada una de ellas, como si fueran recintos dentro de una estructura (Figura 1). Por otra parte, todas ellas, cumpliendo así con los requisitos que le conferían status de disciplina científica, contaron con objetos de estudio, objetos de análisis, adquirieron métodos particulares, utilizaron técnicas y otros recursos y se orientaron a brindar respuesta a las preguntas (problemas) formuladas. Todo esto se vinculó a una o varias teorías y paradigmas (sensu Kuhn 1962), los que a su vez reemplazaban a los que anteriormente habían tenido vigencia. Este modo o sistema de la ciencia que se conformaba por distintos grupos de disciplinas separadas (como “habitaciones” de una casa), funcionaba

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tolerantemente bien hasta que algunos de los problemas planteados se ubicaban en zonas limítrofes, en las “medianeras” y allí surgieron los inconvenientes y conflictos entre los que reclamaban para si la resolución. ¿Por qué? Sostengo que ese es un problema que tiene raíces en la historia de la ciencia y en los modos de observar –y conocer- la realidad, tanto del presente como del pasado, aunque esta última pueda ser considerada como inobservable, justamente por ser pasado, y por lo tanto, incognoscible (Tozzi 2000). Estas cuestiones se enmarcan dentro de factores construidos en el campo científico y en particular de las divisiones arbitrarias que se establecieron entre las disciplinas. Así, los “muros” que dividían al conocimiento se presentaron como compartimientos estancos o vasos incomunicados, aunque a veces presentaran algunas pequeñas ventanas o fisuras en las paredes.

Figura 1: esquema sintetizado que simula la estructuración tradicional del campo de las ciencias sociales. Cada habitáculo es el ámbito de una disciplina social (Antropología, Historia, Sociología, Economía, etc.). Los campos –sólo se incluyen algunos para el ejemplo- se encuentran separados por paredes y aislados entre si. Dibujo del autor.

Las disciplinas científicas, sobre todo las sociales, que contaban con el conjunto de características ya mencionados, tenían el aporte de distintas teorías como el Materialismo dialéctico; la Culture History o la de los sistemas, por ejemplo, que coexistían y pugnaban, a veces entre sí (ver distintos aspectos en Johnson 2000; Lanata y Guráieb 2004, Lanata et al. 2004; Ramos et al. 2006, 2| Anuario de Arqueología| 73


etc.). Los paradigmas2, como el indiciario (con Sigmund Freud, Giuseppe Morelli y Arthur Conan Doyle como principales figuras), tan próximo a los estudios del pasado de fines del siglo XIX (Ginzburg 1980; Eco y Sebeok 1989), no estaban ausentes de esta nebulosa de conocimientos y realidades supuestas. La tecnología y el cientificismo, sobre todo entre 1930 y 1970 (Carandini 1997), también contribuyeron con sus aportes; los primeros respecto de avances técnicos y sus aplicaciones en laboratorios y los segundos como rigurosos ´corsés` metodológicos respecto de la generación de conocimiento. Con el transcurrir del tiempo esa división original del campo científico fue evolucionando y exigió una cada vez mayor especialización de las diferentes disciplinas. Así funcionó la compartimentación de facto, la que ha sido mucho más importante que la justificación epistemológica de la separación entre disciplinas. Luego, la historia de cada disciplina le brindó fuertes lazos de anclaje a cada una de ellas (ver, por ejemplo, de Asúa 2007). En esto no se encuentran ajenos los paradigmas científicos y filosóficos adoptados, los que contribuyeron a mantener esa rígida estructuración. Respecto del concepto o de los alcances de “paradigma”, existen otras posibilidades como “programa de investigación” (Lakatos 1970) o “posición teórica”3 (Gándara Vázquez 1993). Con

los

ámbitos

disciplinares

ya

armados

y

relativamente

consolidados, durante el siglo XX los epistemólogos analizaron desde distintas perspectivas y posiciones teóricas –que incluso disimularon algunas ideologías- la estructura de la ciencia, los alcances de sus campos y la posibilidad cierta de los recursos teóricos y metodológicos para conocer la realidad, tanto del presente como del pasado. Entre los más destacados que hicieron sus aportes no deben soslayarse Popper y Kuhn, ambos discontinuistas, ya que niegan que la ciencia se desarrolle por simple acrecentamiento y acumulación del conocimiento (Klimosvky 1997). El

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primero, que se apoya en el valor de la teoría, es un líder de la escuela hipotético-deductiva. Según su análisis, toda una labor –incluso de siglospuede ser aniquilada ya que las teorías (la unidad de análisis de Popper) pueden ser refutadas y por lo tanto hay que abandonarlas y reemplazarlas por otras; por esto también se lo puede ubicar como un catastrofista (Klimosvky 1997). Mientras que para el segundo la ciencia se desarrolla a partir de los cambios que se producen a partir de la sustitución de los paradigmas (la unidad de análisis de Kuhn), los que se encuentran integrados por teorías. Por otra parte, se debe considerar que el paradigma es mucho más fuerte y complicado que la teoría (aunque Kuhn jamás lo definió sino que señaló sus características), ya que incluye conceptos, valoraciones, modos de entender, dividir y clasificar la experiencia y sus datos, necesarios para la tarea de articulación. Contrariamente a Popper, Kuhn entiende que cambiar el paradigma no es sólo cambiar un sistema de conjeturas, sino además alterar drásticamente nuestra visión del mundo por la adopción de un nuevo estilo para concebirlo y analizarlo (Klimosvky 1997). Así teorías, paradigmas y campos disciplinares con sus complejidades y mecanismos internos constituían un todo para la ciencia. Este modo o sistema (consciente o inconscientemente reconocido antes de su explicitación por parte de Kuhn), funcionaba bastante bien hasta que algunos de los problemas planteados se ubicaron en franjas limítrofes entre disciplinas. Entonces muchos investigadores optaron por resolver desde su exclusiva perspectiva, con sus propios métodos y técnicas el problema en cuestión. Sin embargo, cuando el problema se planteaba en esas áreas lindantes, en esas zonas “grises”, unos y otros quisieron asumir como propia esa franja fronteriza y ahí surgieron los inconvenientes y conflictos entre los que reclamaban para si la resolución.

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Problemas compartidos a.

Las

ciencias

sociales

y

las

relaciones

pluridisciplinarias

o

pluridisciplinares Un enfoque integral acerca de las ciencias sociales, permite superar las divisiones en compartimientos estancos de los campos disciplinares, que fueron pergeñadas durante el siglo XIX y avanzar hacia otro tipo de relaciones que permitieran trascender esos moldes y superar las dificultades que se generan frente a problemas comunes o compartidos. Figura 2. El aislamiento del investigador, que puede ser un arqueólogo, un historiador u otro estudioso. Su anclaje disciplinar, muy férreo, lo lleva a un atrincheramiento que no le permite compartir o discutir los temas y problemas que enfoca. Dibujo de Marcelo Vitores 2008. Esa posibilidad de compartir los problemas permitió que se avanzara en tres alternativas cubiertas por una categoría mayor e incluyente. Así, la pluridisciplina abarca un conjunto de relaciones entre disciplinas científicas que se pueden vincular desde tres perspectivas y posiciones teóricas frente a un particular problema a resolver (Ramos, 2000):

“La multidisciplina se caracteriza por el trabajo mancomunado de científicos de distintas ciencias en torno a la resolución de problemas, sin la modificación de los conceptos y procedimientos de cada una de ellas. El trabajo interdisciplinario, en cambio, se caracteriza por el intercambio de información y procedimientos, pero manteniendo las categorías propias de cada ciencia. Por último, el trabajo transdisciplinario requiere de la creación de categorías y procedimientos nuevos, que van más allá de las contribuciones que efectúa cada disciplina.” (Gianella; 1995: 71).

b. Algunos conflictos. Un caso actual Estos conflictos en el campo de las disciplinas científicas que intentan conocer aspectos del pasado humano, ubicados en tiempos con escritura, no 2| Anuario de Arqueología| 76


son novedosos. En la actualidad y por espacio de varios años, dos investigadores alemanes, el arqueólogo Manfred Korfmann y el historiador Frank Kolb, ambos de la Universidad de Tübingen, disputaron acerca de interpretaciones del pasado sobre las dimensiones e importancia de la mítica Troya. Korfmann –fallecido en 2005- sostenía que la ciudad era un importante centro comercial y político, más extensa que lo que tradicionalmente se sostenía y con capacidad de albergar unos 10.000 habitantes. Troya, situada en la región occidental de Turquía, habría sido un punto estratégico entre los mares Egeo y Negro. En cambio Kolb no confiaba en los datos provistos por el

Figura 3: así como las ramas de la Antropología no están exentas de conflictos académicos, también ocurrirían cosas similares en la relación con otras disciplinas. Una representación de una situación conflictiva en relación con los problemas a compartir. Dibujo de Marcelo Vitores 2007.

arqueólogo al que acusaba de fraude y argumentaba que las excavaciones no ofrecían evidencia concreta acerca de la extensión e importancia de ese centro poblado fuera de la acrópolis. Este historiador sostenía que Troya no había sido más que el lugar en donde se asentó un príncipe con su castillo y algo más pero no le atribuía la envergadura que el arqueólogo decía haber tenido. Tal fue la virulencia del conflicto que el historiador acusó al arqueólogo –quien se amparaba en las opiniones de otros arqueólogos que actuaban como observadores científicos- de ser el Von Daniken de la arqueología y presentar miradas distorsionadas del registro arqueológico. Por 2| Anuario de Arqueología| 77


otra parte, Korfmann quien utilizaba antiguos textos de Homero, sostenía que empleaba bien argumentadas hipótesis para el progreso del conocimiento de Troya (Korfmann 2003). Acerca de los datos obtenidos por las campañas de excavaciones arqueológicas y las conclusiones a las que arribaba tanto Korfmann como otros arqueólogos, existen opiniones bien fundamentadas y algunos registros del debate con otros investigadores (recientemente Latacz 2001, 2002, 2004; Eastown et al. 2002; Korfmann 2003; Fields et al. 2004. http: //www.ufg.uni.tuebingen. de 2007, http: //www.lanacion.com.ar/archivo 2008; http: //Antiqua. guipuzcoakultura.net 2008). Ambos investigadores no fueron los iniciadores de una polémica histórica por Troya, ya que hacia las décadas de 1870 y 1880, Heinrich Schliemann, el banquero y arqueólogo amateur que excavó allí, fue acusado de mezclar fantasía y realidad cuando interpretaba los escritos de Homero (Daniel 1973; Trigger 1992; Renfrew y Bahn 1998). Y Schliemann también entró en polémicas. Pero la controversia que abarcó desde fines del siglo XX hasta principios del XXI, entre el arqueólogo y el historiador de Tübingen no solamente alcanzó aspectos académicos, también se orientó hacia cuestiones más oscuras como la disputa de los subsidios que por investigación brindan esa universidad y otros entes (ver Figura 4). Sin embargo, las disputas no se dan solamente entre académicos de distintos grupos de investigación, también se producen en el interior de los grupos pluridisciplinarios. Al respecto, la antropóloga Daniela Polola analiza un caso muy interesante sobre tensiones, relaciones de fuerza y oposición que se dan entre especialistas del Área de Minoridad de la ciudad de Rosario (Polola 2007).

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Figura 4: dibujo que recrea con ironía algunos conflictos por temas y problemas planteados en medianeras, que para el caso se encuentran en ruinas. El dibujo exagera lo que podría ser una disputa entre historiadores y arqueólogos. Dibujo de Alejandro Contreras 2006.

Conclusiones Bien, la pregunta que surge es ¿por qué surgieron esos conflictos? Porque en realidad, ese es un problema que tiene raíces en la historia de la ciencia y en los modos de observar –y conocer- la realidad, tanto del presente como del pasado. Estas cuestiones se enmarcan dentro de factores construidos en el campo científico y en particular de las divisiones arbitrarias que se establecieron entre las disciplinas. Así, los “muros” que dividían al conocimiento contribuyeron para sostener un conjunto de compartimientos estancos e incomunicados, aunque a veces esas paredes parecieran más permeables. Así las cosas, la situación planteada generó una independencia de hecho. Este divorcio entre investigadores de distintas disciplinas científicas frente a problemas o preguntas particulares se debía –y debe- a varias causas, principalmente: • formación académica de carácter rígida;

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• anclajes disciplinares insalvables (por decirlo de alguna manera, más parecidos a los criterios que permiten funcionar a las castas que a los de las clases sociales); • desconfianzas, temores y celos profesionales; • relaciones de fuerza profesional y corporativa; • oposición y tensiones corporativas; • imposibilidad o incapacidad de compartir ámbitos en común; • temor ante lo desconocido, pérdida de las referencias y límites; • soberbias e incomunicación, etc. En aras de superar estas instancias de tensiones y conflictos sobre la base de diversas razones, se puede hasta plantear para el futuro la existencia de una sola disciplina social, quizás considerando los argumentos del concepto de la transdisciplina (sensu Gianella 1995). Esa posibilidad de reagrupar disciplinas o crear nuevas se ha visto durante el siglo XX con la Ecología (Acot 1990; Deléage 1993). Así también podría crearse una Antropología como ciencia del hombre, aunque no en el sentido y la perspectiva de una Física social; quizás se deba considerar la posibilidad de construir, con el tiempo, una Antropología sintética (Pérez Lindo 1990). Esto se funda en el hecho de que los campos disciplinares construidos hace un siglo y medio presentan tres tipos de dificultades de distinto alcance:

1. Construcción rígida pero que, finalmente, muestra “fisuras” pronunciadas en los muros entre disciplinas. 1.1. Éstas se manifiestan mucho más con el transcurrir del tiempo y ponen de manifiesto la debilidad del “montaje general”. 2. Problemas, sobre los que existen distintas incumbencias, ubicados en las medianeras que separan ámbitos especializados.

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2.1. Esto deja en evidencia lo arbitrario de los límites disciplinares, los que no responden sino por aproximación para enfocar aspectos de la realidad del presente como del pasado. 3. El ingreso al ámbito de la ciencia, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, de miles de investigadores, los que preguntan y revisan respuestas (también teorías) que no los satisfacen. 3.1. Como consecuencia, en la mayoría de los casos, plantean problemas a los que se puede responder desde más de la fuente de información de una sola disciplina e intentan avanzar decididamente hacia la articulación disciplinar. Así los límites difusos, imprecisos, se transforman en fronteras laxas, poco a poco permeables. Esto resulta promisorio debido a que estos límites -en muchas oportunidades- han dificultado la generación de un conocimiento más amplio y acabado acerca de alguna cuestión de la realidad. Esas zonas limítrofes entre disciplinas comienzan a ceder y así, permiten actuar, en pos de miradas más integrales acerca de la realidad, a varios investigadores desde las relaciones pluridisciplinarias.

Figura 5: La realidad del presente y del pasado y un esquema alternativo para su conocimiento (campos superpuestos, temas y problemas compartidos). Esquema del autor

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El compartir problemas que son comunes es un principio de carácter teórico, epistemológico, y en el fondo ideológico sobre la base del “compartir” (Fernández 1997). Estos cuestionamientos de una realidad a estudiar construida y compartimentada, surgen como consecuencia de que se debe reconocer que esa realidad es una sola; los modos de observarla y explicarla o interpretarla pueden ser múltiples. Así las cosas, los compartimentos decimonónicos pueden dar lugar a otras representaciones o formas del campo científico (como por ejemplo, el esquema alternativo de la Figura 5). Esto posibilitaría producir y ampliar una apertura hacia cambios en el esquema del conocimiento lo que representa una tarea para nada fácil, lo que no significa que sea irrealizable.

Agradecimientos Agradezco a la Lic. Ana María Rocchietti y a la Comisión Organizadora de las II Jornadas Departamentales de Arqueología de la Universidad Nacional de Rosario por la invitación a participar de este evento. También al Lic. Marcelo Vitores y a Alejandro Contreras por los dibujos que realizaron y que fueron incluidos en este trabajo.

Notas 1 Una versión más amplia y extensa de esta temática fue presentada en la Universidad Nacional de Río Cuarto en 2007. El trabajo se encuentra en prensa en las Actas de las Séptimas Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del centro-oeste del país. 2 El paradigma indiciario del siglo XIX mostró, quizás, uno de los primeros momentos de iniciativa por demostrar a través de algunos rasgos concretos la aplicación de los métodos científicos. Si bien, estos métodos son en gran parte positivistas y se aplican más allá del campo de las ciencias exactas, ya que ingresan al ámbito de los comportamientos humanos, se generan desde otras perspectivas. Así, cientistas como Sigmund Freud, Giuseppe Morelli y Arthur Conan Doyle, reconocieron en sus expectativas y estudios, la impronta de los indicios. A fines del siglo XX, Carlo Ginzburg, presenta una tesis en la que sostiene que los tres están relacionados por un modelo epistemológico: el paradigma indiciario (entre otros, Ginzburg 1989; Eco y Sebeok 1989; Carandini 1997). Sigmund Freud, Morelli y Conan Doyle aplicaban un método que también se considera científico y se relaciona estrictamente con el concepto de abducción desarrollado por Pierce (Eco y Sebeok 1989). Tanto el concepto de método científico como la noción de indicio se 2| Anuario de Arqueología| 82


desarrollan paralelamente. En este caso particular, entendiendo como indicio el dato preciso y específico, clave para acceder a una realidad más oculta que es casi imposible de ubicar por medio de otros métodos. Así, los detalles “muestran” aquellos movimientos sustraídos al control de la conciencia. Para el historiador del Arte, Morelli, esos detalles eran los rasgos pictóricos que él observaba en los cuadros. En tanto, para Conan Doyle, por intermedio de su personaje Sherlock Holmes, esos detalles eran las pistas, indicios dejados involuntariamente en la escena de un crimen, que le permitían al investigador seguir los pasos del hecho. Para Sigmund Freud, esos detalles eran las formaciones del inconsciente (Carandini 1997). 3 Posición teórica incluye: “a. Un conjunto de supuestos valorativos, ontológicos y epistemológico-metodológicos. b. Que guían el trabajo de una comunidad académica particular. c. Y que permiten la generación y el desarrollo de teorías sustantivas. d. Algunas de estas teorías sustantivas cumplen un papel especial en la socialización de nuevos miembros de la comunidad, al ser consideradas como ejemplos a seguir al aplicar la posición teórica.” (Gándara Vázquez 1993: 8). 4 Casta en el sentido que le brinda Susana Gamba cuando expresa que: “El término se refiere a los sectores que componen un sistema rígido de estratificación social, como el que se dio en la India. Casta es una cantidad de familias que a través de las generaciones se mantienen separadas de otros grupos o castas, debido a la endogamia y a diversas discriminaciones de orden racial, religioso, social, etc. El sistema de castas implica una sociedad compuesta de grupos cerrados, culturalmente diferenciados, ordenados jerárquicamente, cuyos miembros quedan adscriptos a ellos al nacer. Entre los científicos sociales se discute si puede hablarse de un sistema de castas fuera de la India, destacándose al respecto dos opiniones: a) que este sistema debe definirse en función de los atributos y fundamentos hindúes, siendo por lo tanto específico de la India o, a lo sumo, del sur de Asia; b) que el sistema debe ser definido en función de sus componentes estructurales, los cuales se dan en otras sociedades, aparte de la hindú. Los partidarios de esta última postura señalan la existencia de grupos de “castas” en la península arábiga, en la Polinesia, en algunas regiones de África, Guatemala, etc., e incluso actualmente en los EEUU:” (Gamba 1990: 67).

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ARQUEOLOGÍA DE LAS TIERRAS BAJAS: AVANCES EN LA ARQUEOLOGIA DE LOS HUMEDALES DEL LITORAL PARANAENSE

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CAMBIOS EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NORDESTE ARGENTINO Daniel Loponte i

Resumen En este trabajo se presentan algunas novedades respecto a la arqueología del Nordeste, con un especial énfasis en la arqueología del sector inferior de los ríos Paraná y Uruguay. Los nuevos hallazgos e interpretaciones han permitido desarrollar nuevos campos de investigación como aquellos relacionados con la arqueología guaraní, la emergencia de la complejidad social, los mecanismos y alcances de los circuitos de intercambio, los valores isotópicos de las dietas y la importancia del componente vegetal en las mismas, la indudable presencia de perro doméstico en el área, la contextualización de las áreas formales de inhumación y el reconocimiento de diferencias de género y edad en el tratamiento de la muerte. Estos y otros desarrollos ponen de relieve la necesidad de examinar algunos postulados tradicionales del área, basados en conceptos de unidades arqueológicas estáticas y ahistóricas, definidas con muy bajos niveles de muestreo y sobre la base a algunos elementos diagnósticos como la alfarería, ignorando la enorme complejidad del resto del registro asociado. Palabras claves: Arqueología del nordeste argentino, cazadores-recolectores, horticultores, arqueología guaraní, isótopos estables, complejidad, arqueología de la muerte, perro prehispánico Abstract In this paper we present some new data about the archeology of the Northeast, with special emphasis on the archaeology of the lower section of the Paraná and Uruguay rivers. The new findings and interpretations have helped to develop new fields of research such as those related to Guaraní archeology, the emergence of social complexity, the mechanisms and scope of the circuits of exchange, the isotope values of the diets and the importance of vegetable component, the doubtless presence of domestic dog in the area, the contextualisation of the formal areas of burial and the recognition of sort differences and age in the treatment of the death. Some developments put of relief the necessity to examine some traditional postulates of the area, based on concepts of static and ahistóricas archaeological units, defined with very low levels of sampling and on the base to some elements diagnoses like the pottery, ignoring the enormous complexity of the rest of the associate registry. Keywords: Archaeology of the Argentine northeast, hunting-collector, horticulturists, guaraní archaeology, stable isotopes, complexity, archaeology of the death, pre-hispanic dog

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Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano – CONICET. 3 de Febrero 1378, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina.- dashtown@gmail.com 2| Anuario de Arqueología| 89


Introducción No caben dudas de que la arqueología del nordeste argentino (NEA) ha entrado con el nuevo siglo, en una nueva etapa de investigaciones arqueológicas. Estos cambios implican el uso de nuevos cuerpos teóricos como así también el desarrollo de nuevos programas de investigación, y particularmente, estudios sistemáticos detallados de los materiales extraídos mediante la aplicación de nuevos métodos de análisis. De forma concurrente, estos programas están asociados con planes explícitos de formación de recursos humanos, que aseguran la continuidad de los mismos en el largo plazo. Este nuevo ambiente científico abarca múltiples líneas de trabajo distribuidas en un gran número de áreas temáticas, lo que implica no sólo la expansión continua de las bases de datos, sino también la generación de información novedosa y un desarrollo permanente de nuevas ideas e interpretaciones. En este trabajo, precisamente, trataré de hacer una pequeña síntesis de algunos de estos nuevos desarrollos que marcan algunas diferencias significativas respecto a los estados de conocimiento que se tenía hasta hace muy poco tiempo atrás. Por ello, dentro de un formato más libre y sustancialmente más cercano al ensayo, incurriré en diferentes áreas temáticas. Dado que estoy más familiarizado con la arqueología del extremo meridional de la cuenca del Plata, me centraré en ella, pero haré un uso accesorio de algunos casos de estudio que pertenecen a otras áreas del NEA. Debido al espacio disponible, he tratado de reducir las citas al máximo, y para ello, he direccionado muchas de ellas a mi tesis, donde se encuentran resumidas y citadas numerosas observaciones incluidas aquí.

Arqueología guaraní Entre fines del siglo XIX y el primer tercio de siglo pasado, las investigaciones arqueológicas permitieron determinar a grandes rasgos, la distribución geográfica en el NEA de los grupos históricamente conocidos

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como guaraníes. Su máxima dispersión estuvo dada por el humedal del Paraná inferior, incluyendo probablemente el estuario intermedio y/o exterior del Río de la Plata (ver un resumen en Loponte y Acosta 2008). Una de las cuestiones tradicionales de la arqueología del área ha sido precisar la fecha de arribo al extremo meridional de su distribución sub-continental. Unos 40 años atrás, Cigliano (1968) fechó en 405 ± 35 años C14 AP un contexto guaraní en el sitio El Arbolito, ubicado en la isla Martín García. Este fechado reforzó la idea general que consideraba que estos grupos se habían asentado en el área muy poco tiempo antes del descubrimiento del Río de la Plata por Europa. Hoy, como mínimo, sabemos que los grupos guaraníes ya colonizaban el Delta en 690 ± 70 años C14 AP (UGA 10789) (Loponte y Acosta 2003-2005). Esta fecha, obtenida a partir de una inhumación en urna guaraní, recuperada en un sitio plenamente guaraní como Arroyo Fredes, señala que estos grupos arribaron en un período plenamente prehispánico (1056 - 1394 AD). ¿Cuánto más? Aún no lo sabemos, pero recientemente se detectó alfarería de origen guaraní incluida en el depósito arqueológico del sitio Guazunambí, fechado en 940 ± 60 años 14C AP (Beta 147109) (Loponte 2008)]. Este dato señala que, como mínimo, la cerámica guaraní ya circulaba por el área unos 500 años antes al arribo de los europeos al Plata (1516 AD). Obviamente, la alfarería puede estar indicando tan sólo intercambio de mediana o larga distancia, y por lo tanto, no presencia efectiva de estos grupos (ver apartado de intercambio); sin embargo, este tipo de hallazgos nos permiten esbozar nuevas perspectivas para la discusión sobre el proceso y la antigüedad de la colonización guaraní de la cuenca interconectada del Paraná-Uruguay y del estuario del Río de la Plata. Las excavaciones efectuadas en Arroyo Fredes (Loponte y Acosta 2003-2004) y Arenal Central (Capparelli y Vázquez 2009) en la isla Martín García, han aportado otros datos novedosos al estudio de esta metapoblación. Por ejemplo, ahora tenemos datos formales sobre los comportamientos

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relacionados con la explotación faunística en el área, algo que hasta ahora era prácticamente desconocido. Gracias al estudio sistemático de los conjuntos recuperados, sabemos que los peces, si bien constituyeron la presa más numerosa en términos de NISP y MNI, no parecen haber jugado el mismo papel central en la dieta como parece haber sucedido entre los grupos aborígenes locales (Acosta 2005; Loponte 2008; Musali 2005). Esto no implica considerar que los recursos ícticos no son importantes en el registro de Ao. Fredes, pero la frecuencia de los mismos, al menos hasta ahora, es sustancialmente inferior. Por el contrario, las caza de ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), parece haber sido particularmente importante, junto con el consumo de carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris) y en menor medida del coipo (Myocastor coypus). La incorporación del carpincho es un marcador dietario y social significativo, ya que su carne parece haber estado exceptuada para el consumo por los grupos cazadores-recolectores locales (Acosta 2005; Loponte 2008). La ubicación insular de Arroyo Fredes y de Arenal Central incidieron en la casi total ausencia de taxones vinculados con la llanura pampeana, a excepción de un fragmento distal de metapodio de venado de las pampas (O. bezoarticus) identificado en Arenal Central, lo cual podría estar indicando una limitada explotación de la costa del Río de la Plata, probablemente de la margen oriental (Bogan 2005). Esta situación de insularidad los obligó a emplear la movilidad fluvial de una manera sistemática, explotando tal vez en forma radial desde los asentamientos, los diferentes parches insulares en el Paraná inferior y el estuario superior del Río de la Plata (Acosta et al. 2008a). También sabemos por algunos marcadores isotópicos, que consumían vegetales que poseían un patrón fotosintético C4, lo cual debe vincularse en principio con la ingesta de maíz. Estas señales isotópicas obtenidas en humanos enterrados en urnas guaraníes, constituyen los primeros obtenidos de esta metapoblación a nivel subcontinental, y marcan otra notable diferencia respecto a los valores observados en los grupos

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aborígenes locales (Loponte y Acosta 2007). A pesar de las prácticas agrícolas extendidas, los guaraníes se enfrentaron al problema del clima, donde algunas plantas como la mandioca (Manihot sp.), que formaban parte de su dieta en sectores más septentrionales, no podían ser cultivadas dado que el área no cumple con los requerimientos ambientales necesarios para su desarrollo (cf. Fernández de Oviedo y Valdés 1944; Cenoz et al. 2005). Paralelamente, la mayor disponibilidad de vegetales edibles silvestres se encontraba en el bosque xeromórfico continental bonaerense, un área poblada por poblaciones locales que probablemente poseían una defensa activa del territorio (cf. Loponte et al. 2004; Loponte 2008), y donde por otro lado, no se han encontrado hasta el momento sitios guaraníes. Ambas situaciones sugieren que la dieta de los migrantes guaraníes podría haber estado mayormente compuesta por proteínas animales. Y en efecto, los espaciamientos de las fuentes de carbono y los valores del nitrógeno obtenidos en esqueletos humanos recuperados en inhumaciones en urnas guaraníes, sugieren dietas inclusive más carnívoras que las de los cazadores-recolectores locales, quienes incluyeron en su ingesta una importante fracción de vegetales silvestres, manipulados y tal vez cultivados (ver más abajo). Dado que el nivel del muestreo isotópico disponible de humanos enterrados en urnas es aún muy pequeño, debemos tomar estos datos con recaudo, y sobre todo, como el inicio de una base aditiva que crecerá en el futuro inmediato. El estudio de la alfarería guaraní en el NEA también ha dado un nuevo salto en el área. Hasta el siglo pasado, su estudio estuvo orientado preferentemente al análisis del estilo y de la tipología, los cuales son notablemente diferentes de los conjuntos de los grupos aborígenes locales (Ambrosetti 1895, Caggiano et al. 2003; Sempé 1999; Sempé y Caggiano 1995; Lothrop 1932; Outes 1918). Ahora sabemos además, que las pastas empleadas son absolutamente singulares. Los primeros datos, procedentes de más de 30 cortes delgados de alfarería procedente de los sitios Arroyo Fredes,

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Arenal Central y El Arbolito, muestran pastas conformadas con un aporte sustancial de gruesos tiestos molidos y fragmentos líticos, en una composición completamente diferente a la registrada en la alfarería de los grupos locales (Pérez y Montenegro 2005). Esto sin duda constituye un aporte destinado a diferenciar pequeños fragmentos corrugados que aparecen en algunos sitios de cazadores-recolectores, cuya tipología no puede ser precisada o es ambigua, y que han sido interpretados de maneras muy diversas, inclusive como texturizados de origen no guaraní. Los conjuntos líticos guaraníes también son singulares en el contexto del HPI, ya que están integrados por grupos tipológicos no producidos por los grupos locales, como las hachas confeccionadas preferentemente con guijarros fluviales, algo bien establecido en la arqueología local (Ambrosetti 1895, Lothrop 1932). Sin embargo, estos hallazgos son relativamente escasos, ya que los conjuntos líticos están dominados por lascas de filo natural, obtenidas mediante percusión mediante dos o tres elementos, cuya fuente de materia prima son los guijarros fluviales de la Fm Ubajay, conocidos genéricamente como “guijarros del río Uruguay”. Esto es sorprendente, dado que los cazadores-recolectores del humedal del Paraná inferior utilizaron los guijarros de una manera muy limitada, y por el contrario, emplearon de una forma extensiva las calizas silicificadas, cuyo eje de abastecimiento se encuentra en el mismo eje del río Uruguay o las calcedonias y cuarcitas de la Fm Sierras Bayas, al menos desde el estuario del Río de la Plata hasta el paralelo 33º LS como mínimo (Acosta et al. 2008; Loponte 2008; Loponte y Acosta 20032004, 2008). El empleo de cadenas de abastecimiento diferente es otro nuevo hallazgo que nos permite explorar el por ahora escaso grado de interrelación entre ambos sistemas de obtención de materias primas, en un mismo bloque espacio-temporal, lo que plantea un escenario inédito para un caso arqueológico en el área. También se ha recuperado en Arroyo Fredes una punta de proyectil lítica, confeccionada en una sílice blanca (Loponte y Acosta

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2003-2005), cuyas variables métricas sugieren que fue propulsada mediante el arco, constituyendo por el momento, el único cabezal lítico obtenido en estratigrafía y que con certeza procede de un sitio guaraní en el Delta. La tecnología ósea guaraní tuvo un escaso desarrollo, al menos en el humedal del Paraná inferior. En efecto, mientras los grupos cazadoresrecolectores locales y de gran parte de la cuenca desarrollaron un complejo repertorio de artefactos confeccionados en hueso y asta, compuesto por cabezales de arpón, tacos de propulsor, agujas, punzones, puntas óseas de proyectil pedunculadas, bipuntas y puntas ahuecadas (Buc 2005, 2006; Buc y Loponte 2007), en los depósitos guaraníes estos grupos están ausentes o poseen frecuencias tan bajas que aún no han sido detectados. Por el contrario, en Arenal Central se recuperó un anzuelo confeccionado en hueso (Capparelli y Vázquez 2009), que constituye un grupo tipológico hasta ahora no detectado entre los cazadores-recolectores del humedal del Paraná inferior. La ausencia de interacción en las cadenas de abastecimiento, la situación de insularidad de los grupos guaraníes y las crónicas disponibles del siglo XVI, las cuales que mencionan conflictos bélicos entre los guaraníes y los grupos aborígenes locales (cf. Fernández de Oviedo y Valdés 1944; García de Moguer en Madero 1939; Ramírez en Madero 1939), sugieren que las relaciones interétnicas entre ambas poblaciones pudieron haber estado mediatizadas en gran medida por conflictos, relacionados con el control y adueñación de los recursos. Esto sería esperable entre sociedades con un marcado grado de estabilidad en el paisaje y de territorialidad (Loponte 2008; Acosta et al. 2008b). Por ello, es probable que hayan sido competidores absolutos en lo que respecta al espacio, y por lo tanto, hayan alcanzado un grado de cooperación escaso. Sin duda que en estos últimos años sabemos bastante más sobre estos grupos, pero aún el nivel del registro publicado es escasísimo, sobre todo si tenemos en cuenta la enorme distribución que posee este registro el NEA. También hay cuestiones básicas que no han sido exploradas sistemáticamente.

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Por ejemplo, ¿por dónde llegaron al estuario del Río de la Plata? La ausencia de depósitos guaraníes en el Paraná medio, sugiere que si lo utilizaron, no lo colonizaron y que la vía de colonización empleada más utilizada fue el río Uruguay (cf Caggiano 1984; Rodríguez y Ceruti 1999). La exploración de esta situación plantea el esfuerzo conjunto de diferentes equipos de arqueólogos, trabajando en diferentes puntos de la cuenca.

Complejidad social Uno de los cambios significativos ocurridos en los últimos años en la arqueología del NEA es que hoy estamos construyendo una parte del registro en base a modelos evolutivos y de complejidad, que además son esquemas profundamente sociales (Price 2002; Rowley-Conwy 2001; Winterhalder y Smith 2000). También estamos comenzando a precisar con datos formales, algunos de los cambios ambientales más notables del Holoceno. Y es aquí donde podemos introducirnos a uno de las mayores modificaciones ocurridas en el sector inferior de la cuenca: la ingresión marina del Holoceno medio. Sorpresivamente, ningún esquema arqueológico del NEA había considerado la existencia de adaptaciones a recursos estuáricos y mixohalinos como son esperables para el golfo estuarial del Holoceno medio en el tramo inferior de lo que hoy es el Paraná-Uruguay y estuario del Río de la Plata. Si bien aún es cierto que no existe un registro arqueológico asociado para este período, es imposible considerar una situación equivalente a la que observamos en el registro arqueológico del mismo sector a partir de 2,5 ka AP, basados en recursos fluviolacustres. La migración del límite del máximo gradiente salino hacia el sur, luego del máximo ingresivo del Holoceno medio, permitió la dispersión de los peces estenohalinos hasta el estuario superior del Río de la Plata, los cuales formarán una parte sustancial de las economías humanas del Holoceno reciente. De esta forma, es esperable un cambio sustancial entre los sistemas productivos y tecnológicos del Holoceno Medio y Tardío, algo que

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apenas ha sido considerado (ver un resumen en Loponte 2008). El proceso de emergencia del sector insular, además, debió haber incentivado el empleo de dispositivos de navegación, necesarios para ampliar los rangos de forrajeamiento dentro de un ambiente fragmentado para el tránsito terrestre. Y es en este marco donde se insertan gran parte de las nuevas consideraciones sobre el modo de vida de los grupos locales para la fase fluvial. En efecto, la explotación fluvial permite una cooperación sexo-etaria en la obtención de alimentos muy diferente a las tradicionales partidas pedestres de cazadores masculinos adultos. Esto se observa en numerosos grupos etnográficos que emplean medios de navegación, donde la explotación adquiere un marcado carácter nuclear, aumentando además, la transferencia de recursos a los campamentos y difiriendo las actividades en el campo (cf. Ames 2005). Esto tiene un notable efecto para el registro arqueológico, ya que los grupos cazadores-recolectores pueden emplear una localización central como aquella que vemos para el tramo final del Holoceno reciente, y de esta forma, quedan abiertas determinadas posibilidades organizacionales para los grupos humanos. Para un período posterior a 1,6 ka AP, la incorporación sistemática de recursos de bajo ranking a la dieta, la notable ingesta de vegetales por parte de los grupos humanos locales y el empleo masivo de alfarería con capacidades de contención pequeña (Loponte 2008), no hacen sino aumentar la idea de una explotación basada en un campamento central con marcada estabilidad residencial, con grupos forrajeros organizados en gran parte en la familia nuclear, lo cual pudo haber incentivado precisamente la explotación de recursos de bajo ranking, generando un concepto similar al de privatización de los mismos (cf. Bettinger 2001; Eerkens 2004; Hames 1990). Aquí además, es evidente que podemos considerar los aspectos relacionados con el acopio diferencial de bienes y el surgimiento de roles y jerarquías sociales, directamente vinculados al estudio de la complejidad social, otro tema que hasta el momento ha sido escasamente abordado por la arqueología del NEA.

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Por el momento, todo nuestro conocimiento sobre diferencias sociales descansa en muy pocos argumentos, como la existencia de algunos individuos inhumados con gran cantidad de cuentas de collar de valvas, diferenciados del resto (cf. Lothrop 1932), o con placas de metal (Torres 1911). No podemos aún precisar qué significado en términos de la desigualdad social institucionalizada, o el poder efectivo que tenían estos individuos sobre el resto de los grupos locales, como así tampoco conocemos las implicancias relacionadas con las menciones episódicas del siglo XVI acerca de la existencia de “Mayorales” y “Jefes” locales, salvo tal vez por el uso de artefactos de metal (i.e. Gaboto, en Madero 1939: 101). Por otro lado, el uso de estos artefactos también podría haber sido extensivo a otros individuos de los mismos grupos. Otros bienes de prestigio involucrados en esta discusión son los pendientes/colgantes de malaquita y otras rocas semipreciosas. Dado que no tienen los problemas de conservación de los metales, y/o a que su uso fue más extendido (al menos en cantidad de unidades), se recuperan casi invariablemente en todos los sitios del área, al menos en aquellos posteriores a 1200 años AP (Loponte 2008). Estos artefactos, sin duda costosos ya que su origen tal vez se encuentre en el área Andina, se recuperan a menudo sin asociación del individuo que los usufructuó. De esta manera, tampoco por el momento pueden precisar acerca del acopio diferencial y uso de bienes de prestigio. Sin embargo, su detección no hace sino aumentar la cantidad de bienes de prestigio que requieren mecanismos de acumulación de excedentes (cf. Lourandos 1985) para un sistema de intercambio que parece haber tenido un grado significativo de institucionalización (ver más abajo). Sin duda que existieron liderazgos vinculados a las contingencias bélicas derivadas de la territorialidad de los grupos locales y que este es anterior al clima bélico devenido por la irrupción europea del siglo XVI. Sólo de esta forma puede interpretarse la experiencia en el combate que muestran algunos grupos según se deducen de las crónicas históricas, pero sobre todo,

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por el equipo destinado para tal fin, situación que parece haber sido más pronunciada en el norte del HPI (ver un resumen en Loponte 2008). Sin embargo, la existencia de líderes en momentos de conflicto puede ser claramente episódica, y no representan una evidencia de desigualdad institucionalizada.

Intercambio Desde sus inicios, la arqueología del NEA detectó la existencia de dilatadas redes de intercambio, que vinculaban el litoral del Paraná con las Sierras Centrales, el Sur de la Región Pampeana y el área del Salado-Dulce de Santiago del Estero (Lothrop 1932; Torres 1911; ver más recientemente Ceruti 1986). Este intercambio parece haber estado mediatizado desde el Occidente por grupos que ofrecían bienes suntuarios como pendientes de rocas duras, metal, manufacturas de pieles, fibras sin hilar e hilados. Mientras que los pendientes, el metal, y los torteros fueron tempranamente detectados, tan sólo hace poco se consideraron las evidencias arqueológicas del ingreso de pieles en base a los contextos arqueológicos del HPI (Loponte et al. 1998 y ver más abajo). También es posible considerar otros bienes como algunos pigmentos y la sal entre otros (cf. Fernández de Oviedo y Valdés 1944) Desde el sur de la Región Pampeana, ha sido confirmado el ingreso de ortocuarcita del grupo Sierras Bayas hasta por lo menos el paralelo 32º (Acosta et al. 2008a; Loponte 2008), como así también probablemente otras rocas duras como la ftanita y algunos granitos, aunque estos últimos pueden tener orígenes múltiples (Sierras Centrales, Martín García, Tandilia). No están identificadas claramente las contraprestaciones por parte de los grupos locales. Hay una mención que procede de la primera fase de exploración de la cuenca del Plata, y que podría tomarse en este sentido, donde se señala la participación de hilados de fibras vegetales en forma de recipientes, que podrían haber sido producidos por los “Timbúes - Carcaraes”, pero no queda

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muy en claro el flujo de los bienes en dicha cita (ver Loponte 2008: 413). Otras contraprestaciones teóricamente posibles, pudieron haber sido la cesión de los derechos territoriales y/o de pesca, como así también alimentos almacenados, fueran estos farináceos o inclusive peces ahumados, una práctica observada entre grupos etnográficos del interior y de litoral hasta bien entrado el siglo XX para otros sectores de la cuenca (ver un resumen en Loponte 2008). La permeabilidad territorial, y la información del estado productivo y riesgos ambientales del ambiente son precisamente el tipo de información que necesitan los grupos inmigrantes que habrían explotado estacionalmente el área (cf. Ceruti 1986; Loponte 2008), y que son bienes esencialmente intangibles al registro arqueológico. Más allá de los bienes involucrados en el intercambio, su existencia tuvo consecuencias notables para las poblaciones locales. Por ejemplo, los pendientes de rocas duras se distribuyen a lo largo del HPI por lo menos durante 500 años. Esto implica que existió una oferta y una demanda sostenida de estos y de otros objetos y servicios a lo largo de generaciones, y que de manera más o menos sistemática, este intercambio se materializó probablemente a través de alianzas más o menos perdurables, que podrían haber incluido la generación de sitios de agregación, flujo génico y el desarrollo de líneas coevolutivas, aspectos todos que son una agenda de trabajo en sí misma. Dentro de los mecanismos de intercambio, nuevamente aquí debemos considerar algún componente importante de estabilidad espacial del grupo receptor, ya que esto es un componente que facilita un intercambio pautado, como el que puede postularse para el área Y sabemos, al menos para la primera fase de exploración del Plata, que la ubicación de los grupos parece haber sido esencialmente estable dentro de un espacio relativamente acotado (ver un resumen en Loponte 2008). Aquel intercambio de escala larga que involucró bienes cuya procedencia es alóctona al NEA, fue paralelo y probablemente articulado a un sistema de intercambio de escala más corta y más cotidiana, asociado con el

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grado de saturación del espacio humano y la conectividad fluvial. Disponer de dos ejes fluviales como lo son las líneas Paraná-Plata y Uruguay-Plata, debió representar para las sociedades aborígenes una formidable vía de intercambio de bienes e información. El uso de dispositivos de navegación permite cambiar la escala del intercambio, y pasar de objetos puntuados como pudo haber sucedido con los grupos muy móviles de la llanura pampeana, a otro basado en el acarreo de volumen. Y es aquí donde pudieron suceder eventos de intercambios de alimentos, inclusive vegetales cultivados con grupos que poseían prácticas agrícolas, lo cual nos obliga a extremar los análisis de identificación respectivos. El intercambio y el grado de conexión fluvial nunca fueron suficientemente valorados como agentes de homogeneización del registro arqueológico, y es sin duda, un aspecto central para el estudio de la complejidad del registro. Si bien es cierto que este grado de conexión, real o potencial, nunca fue explorado formalmente, interlineado en una de las crónicas de la primera fase de exploración del Paraná, disponemos de dos datos centrales al respecto. Sabemos que Gaboto se enteró por los aborígenes locales en el paraje Santa Ana, ubicado en las inmediaciones de la actual ciudad de Itatí, hacia mediados o fines de marzo de 1528, acerca del ingreso en noviembre de la armada de Diego García en el Río de la Plata. Esto implica que la información tardó no mucho más que 100 días en recorrer el trayecto entre ambos puntos, es decir, viajó a una tasa aproximada de entre 8 y 13 km diarios río arriba. Algunas distancias de navegación, documentadas etnográficamente, son muy superiores (hasta 50 km/diarios; cf. Ames 2002). Sin embargo, aquí no sabemos si la partida fue logística (en este caso, entregar información) o si la noticia viajó por diferentes grupos étnicos a lo largo del Paraná. También debe considerarse que esta tasa de movilidad es mínima, ya que los aborígenes locales podrían haber demorado en informarles a los europeos la noticia del arribo de las nuevas embarcaciones europeas.

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Asimismo, podemos aproximarnos a la velocidad en que la información (y por ende objetos) navegaba aguas abajo, y en este caso, con el fin exclusivo de entregar una noticia. En efecto, sabemos que Gaboto le envió noticias desde las proximidades de Itatí, a través de los aborígenes, a Gregorio Caro y/o a Antonio Grajeda en Sancti Spiritu. La información recorrió un espacio de 700 km en alrededor de 20 o 30 días como máximo, lo que denota una velocidad de 23/30 km diarios río abajo (ver detalles en Loponte 2008). Estos datos nos dicen que además de la escala del intercambio, las distancias deben ser medidas de otra forma, y es aquí donde podemos incluir no sólo la circulación de alfarería desde distancias significativas (relativizando por ejemplo los hallazgos aislados de alfarería guaraní que ya hemos mencionado), sino de personas e información. Y fundamentalmente, lo que percibimos como idea es que las principales líneas fluviales durante el Holoceno reciente en el NEA, contaban con un alto grado de interacción entre grupos humanos con adaptaciones dependientes de la densidad humana, creando un intenso escenario evolutivo

Los límites sociales En este contexto, ¿qué representan las “fases” construidas por la arqueología local como “Lechiguanas” o “Ibicueña” (cf. Caggiano 1984)? Los hallazgos efectuados en el sector meridional del HPI han mostrado un panorama de sorprendente homogeneidad en algunos aspectos y de heterogeneidad en otros. Consideremos por ejemplo, un marcador ideológico y estilísticamente sensible, con algún valor de identidad de pertenencia como podrían ser los tembetás. Aquellos que tienen forma de T, confeccionados en valvas de moluscos, tienen una distribución espacio temporal conocida entre 1100 y 700 años 14C AP y abarcan todo el sector meridional del HPI hasta el estuario intermedio del Río de La Plata (Loponte 2008). En los sitios donde se recuperan, la alfarería asociada es básicamente lisa, con una tipología

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equivalente pero una distribución discontinua de los ganchos de propulsor, que aparecen en el sur de Entre Ríos pero no en la margen derecha del estuario superior del Río de la Plata. Cronológicamente solapados, e incluidos en un sector de la anterior distribución, se encuentra otro grupo de sitios que no poseen tembetás en forma de T, y creemos que esta diferencia no está basada en un problema de muestreo, sino que su ausencia es real. Por otro lado, la cerámica asociada está intensamente decorada por incisión, la estructura faunística es algo más diversa y los depósitos cuentan con mayor cantidad de materia prima lítica, entre otras diferencias (cf. Loponte 2008). Sin embargo, ambos grupos de sitios comparten otras propiedades como la mayoría de los grupos tipológicos de los cabezales y los sistemas de armas, la tecnología y en gran parte la tipología cerámica, con algunos grupos tipológicos particulares como los dispositivos tubulares o campanas. También por supuesto, todos presentan bienes alóctonos que circularon por el área como las cuentas de piedras semipreciosas y los tipos de rocas empleadas en la confección de artefactos líticos, aunque con diferente grado de disponibilidad como señaláramos. A su vez, dentro de los sitios que poseen una gran proporción de cerámica incisa, el estilo tecnológico (sensu Lechtman 1977) de la decoración es muy variable, con un claro vector temporal (Acosta et al. 2008). Entonces, lo que estamos viendo difícilmente pueda resumirse en la construcción de “fases”, como “Isla Lechiguanas” o “Ibicueña” (cf. Caggiano 1984), unidades definidas en base a un rasgo, con un nivel de muestreo no informado y fuera de cualquier contexto evolutivo, pero con las cuales la arqueología local ha insistido durante décadas y que sistemáticamente aparecen en las síntesis locales. Más allá de que estos conceptos puedan ser de alguna utilidad, sin duda que la construcción de unidades arqueológicas no puede seguir descansando en algunos aspectos estilísticos de la alfarería, sino que ahora debemos incorporarle el vector temporal y todo el resto del complejo registro

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arqueológico, que muestra un giro inesperado hacia la complejidad, con rasgos homogéneos y otros de distribución puntuada.

Isótopos estables Los documentos de la primera fase de exploración del Plata son coincidentes en remarcar el cultivo y/o consumo de maíz y “`porotos” por parte de algunos grupos aborígenes asentados en el sector más meridional del HPI, aunque de una forma algo secundaria. Por el contrario, en el sector septentrional del HPI, los denominados “Timbúes - Carcaraes” parecen haber alcanzado un desarrollo agrícola más importante. Estos datos, sumados a la estructura del registro arqueológico, sugieren que los primeros podrían haber estado dentro de un nivel de baja producción de alimentos, mientras que los segundos habrían tenido un componente agrícola mayor (ver un resumen en Loponte 2008). Sin embargo, prácticamente no sabíamos nada del componente vegetal de la dieta de los grupos aborígenes locales. Hace tan sólo ocho años se obtuvieron las primeras lecturas isotópicas de humanos recuperados en sitios del área (Acosta y Loponte 2001). Hoy afortunadamente contamos con alrededor de un centenar de datos relacionados con la cadena trófica local y la evolución paleoambiental para los últimos 1600 años radiocarbónicos, pero sin duda que aún se necesitan cientos de datos para comenzar a esbozar un cuadro más preciso. Sin embargo, gracias a los valores obtenidos, entre otros aspectos, sabemos que los cazadores-recolectores analizados del sector más meridional del HPI tenían una ingesta vegetal aproximada a un tercio de su dieta total, y que si hubo consumo de maíz, lo fue en cantidades pequeñas, y/o en todo caso, indetectable isotópicamente en relación a la oferta natural de plantas C4 (algunas lecturas están reunidas en Loponte 2008). Por otro lado, la existencia de Cucurbita sp., Oryza latiloflia y otras plantas comestibles en la cuenca en su forma silvestre, y que probablemente fueron manipuladas y consumidas por los grupos locales, nos inducen a pensar que no necesariamente se debe buscar

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el consumo de maíz como condición para identificar la presencia de vegetales manipulados y cultivados (Loponte 2008). También sabemos que para el caso de los individuos recuperados en el sitio Isla los Marinos (Gaspary 1950), el consumo de vegetales no sólo también se basaba en grupos funcionales C3, sino que su proporción era menor (Kozameh et al. 2008). Estos últimos datos son por el momento algo sorprendentes, al menos si consideramos tentativamente que la muestra se sitúa cronológicamente en la fase final del Holoceno reciente (<2 ka AP), dado el contexto cerámico asociado (cf. Gaspary 1950 y ver datos cronológicos de los estilos cerámicos asociados en Loponte 2008). En forma aditiva, contamos con la primera lectura isotópica de un individuo inhumado en el sitio Río Coronda Salado II hace aproximadamente unos 1000 años radiocarbónicos, que además arrojó una lectura sorprendentemente pesada (-12‰

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C) (Feuillet Terzaghi 2008). Sin

bien aún no se recibió el valor de la relación C/N, de confirmarse este dato, estaríamos frente a las primeras muestras donde es posible plantear la hipótesis de un fuerte consumo de maíz, en un área donde los cronistas señalarán sistemáticamente su cultivo unos cinco siglos después.

Arqueología de la muerte La recuperación de gran cantidad de inhumaciones en el HPI en la primera mitad del siglo pasado (entre otros Gaspary 1950; Greslebin 1931; González 1947; Lothrop 1932; Torres 1911) demostraron la existencia de sectores formales de inhumación, de donde se desprendió una discusión basada en los tipos de inhumación identificadas. Sin embargo, uno de los aspectos más notables acerca de este registro es su significado en términos organizacionales y evolutivos. Si bien aún estamos analizando los tiempos de formación de cada área de inhumación, para determinar si su uso fue sistemático a lo largo de generaciones (cf. Pardoe 1988; Littleton 2002), estos espacios mortuorios son generados por sociedades de baja movilidad

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residencial, con marcada territorialidad, y que desarrollan y usufructúan linajes y/o estructuras corporativas y en forma más ambigua, podrían indicar la existencia de desigualdad social (ver un resumen en Loponte 2008). Dado su potencial significado, entonces, es importante saber cuándo comenzaron a desarrollarse. Sabemos que alrededor del año 1000 14C AP, estos ya estaban plenamente en uso (Feuillet Terzaghi 2008; Loponte 2008). Otros datos provenientes de sectores más septentrionales como el Departamento de San Javier, en el Norte de Santa Fe, muestran que estas áreas formales de inhumación parecen estar desarrolladas unos 1700 años 14 C AP (Nóbile et al. 1999). Su detección y análisis, sin duda, se ha transformado en un punto crucial dentro de la agenda arqueológica local. Otros aspectos notables del registro mortuorio involucran nuevas cuestiones cognitivas apenas recientemente identificadas. En la excavación del sitio Cerro Lutz en el Sur de Entre Ríos se han recuperado hasta el momento unos 40 individuos con diferencias de género y edad en el tratamiento de la muerte. En efecto, en el bloque temporal 1000 - 700 años 14C AP, las mujeres están inhumadas en decúbito ventral junto con los niños, mientras que los varones adultos lo fueron en posición decúbito dorsal. En el sitio Escuela 31 (inédito), cercano al Pueblo de Ibicuy y a unos 30 km de Cerro Lutz, se recuperó una sola inhumación que corresponde a un individuo femenino, que también descansaba en posición decúbito ventral. Estas diferencias de género también podrían extenderse en la costa santafecina, particularmente al área del río Salado - Coronda (Feuillet Terzaghi comunicación personal 2008) y al estuario superior del Río de la Plata (Bajíos Ribereños), pero aquí la documentación, que proviene esencialmente de la primera mitad del siglo pasado o de excavaciones inéditas, es algo más ambigua (ver un resumen en Loponte 2008). La identificación de esta peculiar conducta nos permitirá explorar su distribución espacio temporal, con el consecuente aporte para la discusión de

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las escalas de análisis de algunos rasgos en la cuenca, como así también evaluar los intervalos etarios masculinos que fueran eventualmente sensibles para discutir categorías sociales entre los grupos cazadores-recolectores locales y horticultores locales, otro aspecto revitalizado en la agenda arqueológica local

Estudios de microdesgaste y recursos líticos Los estudios de microdesgaste de los artefactos óseos y líticos nos han abierto una ventana insospechada acerca de la tecnología y del uso cierto de los artefactos en la cuenca. La identificación del uso efectivo de los mismos constituye no sólo una novedad en la arqueología del NEA, sino que también representan un aporte novedoso a la metodología de análisis, particularmente en el caso del instrumental óseo, sobre el cual prácticamente no existían antecedentes sistemáticos en nuestro país. En el caso del instrumental lítico, se generaron nuevos antecedentes para artefactos elaborados con rocas antes no analizadas en los estudios de microdesgaste, como las calizas silicificadas. Estos estudios, por ejemplo, han permitido contrastar en gran medida el uso cierto de algunas categorías tipológicas tradicionales en la arqueología del NEA como los cabezales de arpón, pero además, han definido usos en otra variedad de artefactos como las espinas de Siluriformes, que ahora sabemos, han sido artefactos de usos múltiples en la mayoría de los casos, utilizados tanto para el alisado de cerámica, eventualmente como perforadores y/o sobadores de pieles y/o en trabajos de cestería (Buc 2005, 2006; Buc y Loponte 2007; Buc y Silvestre 2006). Además, se han generado diferentes hipótesis funcionales de base microscópica para otras categorías de artefactos como las bipuntas óseas y las puntas ahuecadas, cuyo uso estaría vinculado con el sistema de cinegético aborigen. Estos estudios, paralelamente, han permitido determinar parte de las claves del proceso involucrado en la toma de decisiones por parte de los artesanos locales para la selección de las materias

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primas, los elementos anatómicos utilizados y los grupos tipológicos desarrollados (Buc 2006; Buc y Silvestre 2006). Gracias a ello, por ejemplo, sabemos que algunos grupos tipológicos son más eficientes si están desarrollados en astas o en huesos antes que en rocas, y ello ha cambiado nuestra manera de comprender la abundancia de instrumentos óseos en algunos sectores del NEA, donde su existencia no se vincula directamente y/o exclusivamente con la ausencia de afloramientos rocosos, sino con la organización económica. Estos estudios, además, cuentan con un notable desarrollo en otros sectores como por ejemplo, aquellos llevados a cabo por Pérez Jimeno (2007), donde se remarcan grupos tipológicos compartidos en diferentes sectores de la cuenca, lo que nos permite evaluar similitudes y diferencias en puntos extremos de su distribución. Otro aspecto que comienza a cambiar nuestra visión de la tecnología y los circuitos de abastecimiento es la localización y los tipos de rocas que se presentan en diferentes puntos del NEA. Por ejemplo, no sólo hemos comenzado a apreciar la oferta de los rodados de la Fm Ubajay (“rodados del río Uruguay) y a su identificación sistemática en algunos sitios del sector insular del HPI, sino también los afloramientos de las calizas silicificadas de la Fm. Puerto Yeruá a lo largo de varios km en la costa del río Uruguay (Loponte et al. 2009), como así también el eventual abastecimiento y circulación de estas rocas bioclásticas de una manera diferencial a lo largo de la cuenca media e inferior, que parecen además haberse extendido por la costa del Río de la Plata. En forma inversa, las cuarcitas y ftanitas llegaron desde el Sur de la Región Pampeana, fuera a través dl estuario del Río de la Plata y/o a través de la llanura pampeana. Lo cierto es que estas dos últimas rocas no parecen superar por el momento, al menos en forma masiva, el área de la actual ciudad de Rosario, ya que están presentes en el los sitios Bajada Gereño y Playa Mansa (Acosta et al. 2008), pero notablemente ausentes o en muy baja frecuencia para el área del Salado Coronda (Feuillet Terzaghi 2008).

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Estudios faunísticos Hoy estamos sin duda mejor preparados para efectuar estudios arquefaunísticos que hace 30 años en la cuenca del Plata. Tan sólo basta relevar los informes faunísticos actuales y compararlos con aquellos propios de los trabajos de investigación del siglo pasado, con algunas excepciones notables como los detallados trabajos de Cione et al. (1977), realizados sobre muestras completas y donde se detallan los métodos de tamizado, indispensables para saber frente a qué tipo de colección nos enfrentamos. Sin embargo, aquí quiero enfatizar los nuevos métodos de análisis que han permitido ampliar y precisar la composición taxonómica de los conjuntos recuperados. Si bien estos desarrollos fueron efectuados para el análisis de los conjuntos arqueofaunísticos del extremo meridional del HPI, la distribución casi continua de las especies a lo largo de la ecorregión del Paraná, y su ubicuidad en los registros arqueológicos de la cuenca, los hace plausibles de ser empleados en otros sectores de la misma. Prácticamente todos los estudios faunísticos efectuados en los sitios del Noreste dieron cuenta de la presencia de Siluriformes, y especialmente de armados (Pterodoras granulosus y Oxydoras kneri) y bagres en general. Por ello, en los acápites referidos a la subsistencia, los Characiformes, y entre ellos el sábalo (Prochilodus lineatus) prácticamente no tenían una mención importante en el registro arqueofaunístico. Esto era absolutamente extraño, ya que el sábalo representa más el 50% de la masa íctica del Paraná y de gran parte del río Uruguay. Más aún, resultaba llamativa que la cantidad de cuerpos vertebrales recuperados en los sitios, no podían dar cuenta del MNI obtenido para los peces en general (cf. Loponte 2008). Sospechando que la ausencia de Characiformes podría deberse a un factor tafonómico que sesgara la representación del cráneo y la cintura, se exploraron los patrones de osificación de los abundantes cuerpos vertebrales de los peces recuperados en los sitios del Paraná inferior. Estos análisis permitieron determinar que un

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Characiforme integra los conjuntos en forma dominante (Acosta 2005; Loponte 2008; Musali 2005). No está aún debidamente contrastado que este Characiforme corresponda al sábalo, pero es la hipótesis más probable. Si bien la exploración de todos los cuerpos vertebrales de los sitios se torna una práctica difícil de llevar a cabo por su costo y la inversión de tiempo, estos estudios señalan la necesidad de contar con muestras de control a fin de determinar la real composición de los conjuntos de peces, al menos en aquellas colecciones donde se presuma la existencia de Characiformes y no puedan determinarse mediante los métodos de detección tradicional. Otro punto particularmente significativo dentro de los análisis faunísticos en los cuales ahora podemos adentrarnos son los perfiles etarios de algunas de las presas de las cuales contábamos con información genérica. Por ejemplo, disponemos de ecuaciones alométricas desarrolladas espacialmente para P. granulosus de forma tal que podemos estimar los pesos de captura de esta especie (Acosta et al. 2004). Esto nos introduce en el estudio de la variabilidad dimensional en la pesca prehispánica aborigen local con valores formales, a la par que representa una vía indispensable para discutir aspectos relacionados con la intensificación en la explotación del ambiente en algunos sectores de la cuenca. Un desarrollo menor, pero con creciente progreso al ampliarse recientemente las muestras, constituye la determinación de las edades de muerte de Blastocerus dichotomus (ciervo de los pantanos), mediante una mejora en el conocimiento de su secuencia de fusión esquelética (cf. Loponte 2004). Sin duda, aún quedan campos casi inexplorados en los estudios arqueofaunísticos locales, pero la disponibilidad de datos de diferentes sectores de la cuenca (entre muchos otros Acosta 2005; Feuillet Terzaghi 2008; Musali 2005; Pérez Jimeno 2007), nos colocan en un mejor posicionamiento para discutir las estrategias de explotación faunística y la organización económica de los grupos aborígenes del NEA.

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La presencia de perro doméstico Un capítulo especial acerca de los estudios faunísticos es la identificación de Canis familiaris en el registro, debido a que la presencia de perro doméstico siempre ha sido una incógnita en la arqueología del NEA. En el sitio La Palmera V, ubicado en la provincia de Entre Ríos, se detectó un tercer molar que según los autores sería indiferenciable de C. familiaris (Salemme et al. ms). Asimismo, en el sitio La Bellaca 2 (nordeste de la provincia de Buenos Aires), se identificó un axis asignado como Canis sp., también es indiferenciable de perro doméstico. Sin embargo, estos hallazgos resultaban aún insuficientes para determinar su inequívoca presencia. En este sentido, gran parte de la dificultad en la determinación de C. familiaris en el NEA es que los restos recuperados han sido escasos y en general, se relacionan con piezas aisladas. Sin embargo, a partir del hallazgo de un esqueleto completo de perro doméstico en Cerro Lutz esta controversia ha quedado terminada. Su identificación ha sido efectuada tanto a nivel morfológico (C. García Esponda y L. De Santis com. pers. 2006) como a nivel molecular, mediante la determinación de su ADN (R. Wayne, com. pers 2009). El fechado realizado directamente sobre uno de sus huesos, arrojó una edad plenamente prehispánica (916 ± 42 años 14C AP; AA 77312). Su identificación trae aparejado algunos nuevos problemas. Por ejemplo, ¿cómo es posible que no hubiera sido detectado con seguridad hasta ahora?; ¿porqué los restos faunísticos de los sitios donde se ha determinado su presencia prácticamente carecen de evidencias de acción de carnívoros?; ¿eran criados y efectivamente utilizados por los aborígenes en sus actividades cinegéticas? Una sola respuesta puede contestar estas tres preguntas, al menos parcialmente. En efecto, el registro está indicando que la frecuencia de esta especie era extremadamente baja entre los humanos. Esto implica que los casales podrían haber sido particularmente raros, y por lo tanto, los ejemplares obtenidos por intercambio, constituyendo potenciales bienes suntuarios y de prestigio.

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La llanura pampeana La reciente obtención del fechado de 2400 ± 20 a.14C AP (UGAMS 3302) (Acosta et al., 2008) para el sitio Playa Mansa (Escudero et al., 1998; Feuillet Terzaghi 2002) coloca al conjunto como el más antiguo datado en el ecotono de la Pampa Ondulada y el HPI. Este fechado aumenta su valor si se tiene en cuenta la complejidad de la cerámica recuperada y su estilo decorativo, que muestra una notable similitud con estilos mediterráneos y que es absolutamente novedoso para el área (cf. Acosta et al. 2008; Escudero et al. 1998). Por otro lado, el reconocimiento de molares, tarsianos y una rótula de L. guanicoe en el sitio, demuestra que no sólo las falanges y los metapodios sino que otras partes de estos camélidos estaban ingresando a los sitios de la margen derecha del Paraná (cf. Acosta et al., 2008; Loponte, 2008). A pesar de ello, el registro de guanaco como de otros recursos de la estepa como el ñandú y los dasipódidos sigue siendo escaso. Por el contrario, en la llanura del sudoeste de Santa Fe, el guanaco es abundante (Cornaglia et al. 2008), al igual que en el sitio Meguay, recientemente ubicado en la llanura Noreste de la provincia de Buenos Aires, a tan sólo 30 km del Paraná, donde un fechado directo sobre restos óseos de guanaco arrojó una antigüedad de 1140 ± 20 a. 14

C AP (UGAMS 3301) (Loponte y Acosta 2008). Dado que las

investigaciones se han reactivado en Playa Mansa (S. Escudero, comunicación personal), prosiguen en la llanura del sudoeste de Santa Fe (J. Cornaglia comunicación personal) y continúan en la Pampa Ondulada bonaerense, es esperable que contemos con un panorama aún más rico de la hasta ahora poco conocida arqueología de la llanura centro oriental y del nordeste de la Región Pampeana en el mediano plazo.

Palabras finales Retomando el principio, no caben dudas que estamos en nuevo período para la arqueología prehispánica del NEA. Si bien hemos visto algunos

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ejemplos que provienen del Paraná inferior, hay excitantes hallazgos y nuevos programas en otros sectores de la cuenca como aquellos que están desarrollando en el área del Norte de Santa Fe (Pérez Jimeno 2007), en el sector septentrional del HPI (Ottalagano et al. 2009) y en la provincia de Corrientes (Alonso et al. 2009) por mencionar tan sólo algunos, y que están brindando un panorama novedoso y aumentando nuestra percepción acerca de la complejidad del registro arqueológico del NEA. No quiero finalizar aquí sin antes mencionar un aspecto crítico y central para el futuro de la arqueología del área. Es de esperar que los organismos que brindan los subsidios correspondientes para la investigación, efectúen el apoyo económico respectivo al conjunto de las investigaciones que se desarrollan en el NEA; que históricamente ha sido y sigue siendo discriminada a la hora de otorgar los subsidios para las investigaciones arqueológicas. Si bien es cierto que en menos de una década hoy la arqueología prehispánica del NEA cuenta con tal vez la mayor cantidad de becarios y de investigadores activos dedicados a ella, es imprescindible que los centros que manejan los recursos económicos para la investigación, comiencen a priorizar un desarrollo equilibrado de la arqueología de nuestro país en su conjunto. En esto también debemos centrar nuestros mejores esfuerzos. Referencias bibliográficas ACOSTA, A. 2008. Arqueología del Humedal del Paraná inferior (Bajíos Ribereños Meridionales). Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Secretaría de Cultura de la Nación, Arqueología de la Cuenca del Plata, Vol.1, Buenos Aires. ACOSTA, A. S. ESCUDERO, R. M. FEUILLET TERZAGHI; D. LOPONTE Y L. PÉREZ JIMENO. 2008. Conectando registros: variabilidad arqueológica en la cuenca del Paraná. Trabajo presentado en el V Congreso de arqueología de la Región Pampeana. Ms. ACOSTA, A. Y D. LOPONTE. 2001. Tendencias paleodietarias a través del análisis de isótopos estables de poblaciones prehispánicas del Norte de la provincia de Buenos Aires. XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Resúmenes: 65, Rosario. Argentina. ACOSTA, A., D. LOPONTE Y L. MUCCIOLO. 2008. Comparando estrategias de explotación faunística en el humedal del Paraná inferior: cazadores2| Anuario de Arqueología| 113


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Sección II: Artículos

PATRIMONIO, IDENTIDADES Y REPRESENTACIONES DEL PASADO

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ARQUEOLOGÍA, ENTRE LO FÁCTICO Y LA REPRESENTACIÓN. LA VINCULACIÓN DE LA DISCIPLINA CON EL PROYECTO DE PAÍS QUE SE GESTABA A PRINCIPIOS DE SIGLO XIX. Mariano Darigoi - Matías Warr i

Resumen El Estado-Nación argentino, a fines del siglo XIX, debía consolidarse en consonancia con la reorganización mundial en función de los nuevos modelos de producción. Este fortalecimiento se planteaba tanto en lo económico como en lo cultural; la arqueología asumiría un papel importante en nuestro país en relación al segundo punto. Nos proponemos estudiar las relaciones establecidas entre la arqueología argentina y sus aportes a una empresa tan ambiciosa como la que se gestaba en ese momento. Consideramos necesario atender a factores internos (métodos, objeto de estudio, fronteras con epistemes ya establecidas) de la disciplina, y a otros de importancia a la hora de definir la arqueología. Entre estos últimos se podría mencionar, principalmente, la previa definición que cada sociedad tiene de sí, de su historia y de su tradición nacional. Entendemos que lo fáctico, al momento de definir campos de conocimiento, cobra tanta significación como la dimensión político ideológica. Palabras claves: Arqueología, ideología, Estado Abstract The Argentinian State - nation, at the end of the 19th century, had to be consolidated in agreement by the world reorganization depending on the new models of production. This strengthening was appearing both in the economic thing and in the cultural thing; the archaeology would assume an important paper in our country in relation to the second point. We propose to study the relations established between the Argentine archaeology and its contributions to that ambitious task. We consider necessarily to attend to internal factors (methods, object of study, borders with epistemes already established) of the discipline at the moment of defining archaeology. Keywords: Archaeology, ideology, State

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Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario.Argentina - ventolita@hotmail.com 2| Anuario de Arqueología| 121


Introducción “La reflexión acerca el desarrollo de una disciplina y sus perspectivas pasa necesariamente por su historia. Las continuidades y discontinuidades (más estas últimas que las primeras) que ha atravesado el proceso de formación y desenvolvimiento de las ciencias del hombre en nuestro país, requieren realizar un proceso de investigación tanto en la producción científica concreta como de las condiciones en las que ésta se efectúa”. (Garbulsky, 1992: 7) (El énfasis es nuestro).

El Estado-Nación argentino, a fines del siglo XIX, debía entrar en consonancia con la reorganización mundial en función de los nuevos modelos de producción. Este fortalecimiento se planteaba tanto en lo económico como en lo cultural; la arqueología asumiría un papel importante en nuestro país en relación al segundo punto. Nos proponemos estudiar las relaciones establecidas entre la arqueología argentina y sus aportes a una empresa tan ambiciosa como la que se gestaba en ese momento. Para ello vamos a recorrer los momentos iniciales de la producción arqueológica Argentina, como conocimiento, y los aportes de los que ésta se ha nutrido, teniendo en cuenta el contexto socio político en su etapa liminal. Le damos importancia al mismo, porque al carecer la arqueología de desarrollos teóricos y metodológicos, las reflexiones en cuanto a la producción de conocimiento fueron mínimas. Por esta razón le otorgamos trascendencia a las representaciones de ciencia y a los contextos de reproducción de lo cotidiano en donde ésta se producía. La narrativa arqueológica está situada en las realidades sociopolíticas, y éstas la constituyen, teniendo en cuenta que la arqueología “(...) ha surgido de las relaciones ideológicas entre explotación, mercantilismo, colonialismo, primitivismo” (Funari, 2004: 84). Ni la arqueología en sus primeros

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momentos, ni las actuales, crearon y crean discursos neutros, sino que se inscriben dentro de prácticas sociales y políticas en disputa que deben ser objeto de autorreflexión crítica (Haber, 2004). La historización de este conocimiento aparece como una de las vías. Las situaciones históricas condicionan los desarrollos de las disciplinas científicas (Garbulsky, 1992; Funari, 1997; Funari, 1999; Funari, 2004), en este caso, el de la arqueología en Argentina. De todas maneras no creemos pertinente trazar una historia interna, centrada en las actividades científicas y otra historia externa que comprenda la relación entre las comunidades científicas y el resto de la cultura (Khun, 1999). Aunque esta perspectiva rompe con la idea lineal y acumulativa del conocimiento delimitando momentos de ciencia normal y crisis, su concepto de paradigma deja de lado los factores externos, situación que creemos importante en las ciencias sociales. La relación (entre comunidades y el resto de la cultura) es dialéctica, éstas se implican y nutren mutuamente, no obstante sería un error pensar que una es el simple reflejo de la otra. Pensarlas por separado es solo una abstracción. “Admitir que es necesario insertar el conocimiento científico en la producción cultural de un país y una época, no significa negar y omitir que nuestra ciencia y cada ciencia en particular tienen sus propios condicionamientos internos y su propia dialéctica. La ciencia no guarda una correspondencia término a término con las condiciones culturales y sociales. El conocimiento científico debe ser comprendido dentro de los procesos globales de la sociedad sin por esto caer en posturas deterministas y postular que ese conocimiento se explica solo por procesos” (Boschín, 1991-1992:113).

Los contextos de formación El Estado-Nación, a fines del siglo XIX, debía consolidarse en consonancia con la reorganización mundial, que por otra parte así lo requería, 2| Anuario de Arqueología| 123


en función de los nuevos modelos de producción (Rofman y Romero, 1990). La consolidación se planteaba tanto en lo económico como en lo cultural, como mencionamos, el papel de la arqueología cobraría importancia en relación al segundo ítem. Como observa Haber “La arqueología, en tanto discurso de la sociedad acerca del tiempo anterior a sí misma (prehistoria), guarda relación con las imágenes que de sí tiene la sociedad. La arqueología provee una demarcación histórica a la autocomprensión nacional. En tanto demarcadora, la arqueología constituye un terreno denso de significación y urgente de determinación. En la Argentina, hacia fines del siglo XIX, estaban en construcción, tanto la nacionalidad, como la idea aglutinante de una sociedad que se sometía a un proyecto de corte liberal, cuanto la arqueología, como ámbito reconocido del conocimiento encargado degenerar las narraciones acerca del pasado anterior a la historia” (1992-1994: 31-32).

La autodelimitación disciplinar puede construirse y/o derivarse a partir del método, el objeto de estudio y las fronteras con epistemes ya establecidas. Además de estos factores se hace necesario considerar otros trascendentes como los anteriores “(...) a la hora de definir la arqueología, y entre los más importantes figuran la previa definición que cada sociedad tiene de sí, de su historia, de su tradición nacional” (Haber, 1999: 129). En el caso argentino se corresponde con los comienzos innombrables, entre la liminaridad que constituye el desierto, más como categoría ideológico política que ecológica, y el ser argentino. Si esto es así, lo fáctico, a la hora de definir campos de conocimiento, es tan importante como la dimensión político ideológica, el de la autocomprensión/invención de lo nacional, generando tradiciones inventadas (Hosbsbawn, 1983) en relación a la configuración del pasado y ficciones orientadoras (Shumway, 1993) hacia el deber ser (identitario) de la nación, en términos de sujeto colectivo más o

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menos homogéneo y delimitado (encorsetado) por el proyecto político que se pretendía. “El movimiento de apropiar lo ajeno corresponde a las tradiciones inventadas y en la Argentina –que no incluye en el panteón de la Patria a los indios- corresponde al período en que se lleva a cabo la Organización Nacional” (Rocchietti, 1997: 20).

En una sociedad que se planteaba como estratégico definir su identidad, el carácter nacional de un Estado en proceso de construcción, la apropiación (y control) del pasado implicaba una definición hacia el futuro (Acuto y Zarankin, 1999). Las ciencias emergen como los discursos legitimados y legitimadores para que semejante empresa tenga éxito. La antropología, la arqueología y la historia se constituyeron “(...) en relación al sujeto colectivo que era el origen y destino del estudio del pasado: la nación argentina.” (Haber, 1999: 130). Luego de la puja política entre la Argentina y la Ciudad Puerto que culminó en el combate de Pavón (1861), con el triunfo del centralismo democrático, se dirimió el carácter productivo del país (Blache, 1991-1992). El Litoral y la provincia de Buenos Aires producirían materias primas exportadas hacia europa desde el puerto de Buenos Aires, relegando a las economías regionales del resto del país. Se gestaba el modelo productivo liberal de la oligarquía1 terrateniente argentina (Botana, 1977; Pucciarelli, 1987), que se corresponde al período de economías primario exportadoras, cuyo crecimiento se encuentra en el exterior, dependió de la demanda de las economías industrializadas del centro del sistema capitalista mundial (Ansaldi, 1992). El proyecto no comenzaba ni terminaba en el proceso económico, esta elite se propuso consolidar una ideología que legitimase el momento histórico que comenzaba, caracterizado bajo un gran soporte de homogeneización cultural. Este modelo de sociedad se llevó adelante a partir de uno de los aparatos ideológicos estratégicos con que cuenta el estado: la 2| Anuario de Arqueología| 125


escuela primaria (Althusser, 2004), la que dictaba una historia fuertemente dogmatizada que debía construir identidad (Haber, 1992-1994); educación cuyo modelo fue inspirado en los regímenes educativos de Europa (Blache, 1991-1992). Para esta tarea, la concepción de la ciencia en su carácter instrumental sería “(...) la de determinar, por un lado, la pauta o el criterio que justifica o fundamenta la constitución de la sociedad (es decir, determinar la Razón de su constitución); y, por otro, establecer los medios para que la realidad se defina efectivamente de acuerdo con esa pauta, criterio o Razón. (Argumedo, 1996: 99).

La generación, del 80, se propuso consolidar el capitalismo dependiente agro exportador, para la cual era necesario controlar la periferia y los territorios de frontera nacionales (Boschín, 1991-1992). Allí radica la importancia de la arqueología, que a partir de los restos materiales aportaría a los procesos de construcción de identidad que se necesitaban. El noroeste, el vasto territorio que comprendía la Pampa/Patagonia y el Chaco (como región) eran territorios y espacios a conocer y controlar (desnaturalizar). En momentos liminares de la disciplina, no fueron antropólogos o arqueólogos los que, cómo tales, comenzaron los trabajos pioneros en la temática. Fue, desde una multiplicidad de subjetividades, que se gestarían diferentes perspectivas que luego asumirían la antropología y la arqueología2 En ese sentido, María Teresa Boschín (1991-1992), refiriéndose a las regiones de la Pampa y la Patagonia, señala a los viajeros como los pioneros; mientras que Haber (1992-1994; 2004) distingue, al igual que la autora, a los viajeros naturalistas, y agrega a los filólogos en el caso de la región noroeste. Para la misma zona, Nastri (2004), utiliza la acertada categoría de los primeros americanistas; en tanto que, para Blache, (1991-1992) estos mismos sujetos son los que además de ser los pioneros de la arqueología y la antropología, a su vez, desarrollan los primeros trabajos folk. A partir del 2| Anuario de Arqueología| 126


análisis centrado en el quien, fue Haber (1992-1994) quien supuso que en esos momentos liminares, la constitución del sujeto de la práctica determinaría cuestiones que hacen a la ontogénesis de la disciplina.

Consideraciones finales La arqueología y la antropología debían ser inventadas localmente, en términos instrumentales en momentos en que la sociedad se abocaba a una tarea histórica: la construcción de la identidad nación argentina. En ese contexto la arqueología aparecía como dispositivo, en términos foucaultuianos (Foucault, 2004) que descifra, pone al descubierto la apropiación diferencial del capital simbólico y material (García Canclini, 1984), que se expresa en minorías3 apropiadoras y mayorías excluidas que ni siquiera pueden apropiarse de su historia. Así el pasado como política de estado se convierte en elemento legitimador (Rocchietti, 1996; Lema, 2004), universalizando la identidad, construyendo y constituyendo el nosotros anclado en el pasado construido esencialmente, el cual hunde sus raíces en la profundidad histórica de la vida social (Lema, 2004; Rocchietti, 1998). La arqueología y la antropología actuaron como los recursos instrumentales, en un contexto determinado, en el marco de un proyecto que optó por rescatar/construir una identidad universal, atada a los valores, también universales, de racionalidad y progreso que encarnaba Europa. Quizás el ejemplo más claro sea la codificación de la división inflexible sarmientina (Sarmiento, 1979) entre civilización y barbarie (Shumway, 1993). Bajo la universalización puede ocultarse el etnocentrismo europeo (Vázquez, 2002a), que fue el modelo a seguir (Rocchietti, 1996). Así es que entendemos que lo fáctico, al momento de definir campos de conocimiento, cobra tanta significación como la dimensión político ideológica, desde donde se genera ese conocimiento y hacia que contexto político ideológico se quiere llegar.

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Notas 1 Oligarquía como categoría sociopolítica. Coincidimos con la definición que Ansaldi (1992) hace de la misma, analizando el término y el contexto histórico. 2 Sobre el desarrollo en Latinoamérica ver Politis, 1995; Funari, 1999 para el caso Brasileño; Gnecco, 2004 para el caso Colombiano; López Mazz, 2004 para Uruguay 3 El término minoría (o mayoría) se lo vincula políticamente con el concepto de democracia, debe entendérselo dentro de límites de un universo general, la situación varía también de acuerdo al territorio que se considera (Vázquez, 2002b). En este caso nos referimos a situaciones en países en donde las nacionalidades preexistentes son mayoría: Bolivia, Ecuador, Perú entre otros. La situación a la inversa se da en países como Argentina y Chile para nombrar algunos ejemplos Referencias bibliográficas: ACUTO, F. Y A. ZARANKIN. 1999. Introducción: Aún Sedientos. Sed Non Satiata. Teoría Social Latinoamericana Contemporánea. (Acuto y Zarankin Comp.) Ed. Del Tridente, pp: 7-15. Buenos Aires. ALTHUSSER, L. 2004. Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Ideología. Un mapa de la cuestión. (Zizek Comp.). FCE, pp: 115-156. Buenos Aires. ANSALDI, W. 1992. Frívola y casquivana, mano de hierro en guante de seda. Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina. América Latina. Planteos, preguntas, problemas. (Funes comp.). Suarez editor, pp: 13-20. Buenos Aires. ARGUMEDO, A. 1996. Los Silencios y las Voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular. Ediciones Del pensamiento nacional. Buenos Aires. BLACHE, M. 1991-1992. Folclore y nacionalismo en la argentina: si vinculación de origen y su desvinculación actual. Runa XX. Archivo para las Ciencias del Hombre, pp: 69-89. Buenos Aires. BOSCHÍN, M.T. 1991-1992. Historia de las Investigaciones Arqueológicas en Pampa y Patagonia. Runa XX. Archivo para las Ciencias del Hombre, pp: 111-144. Buenos Aires. BOTANA, N. 1977. El orden conservador. Hyspamerica. Buenos Aires. FOUCAULT, M. 2004. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI editores. Buenos Aires. FUNARI, P. 1997. Arqueología e historia, arqueología histórica mundial y América del Sur. Actas Jornadas Antropología de la Cuenca del Plata. (II). Arqueología, pp: 162-180. U.N.R. Rosario. FUNARI, P. 1999. A importância da teoria arqueológica internacional para a arqueologia sul-americana: o caso brasilero. Revista do Museu de Arqueologiae Etnologia. Suplemento 3, pp: 213-220. Sáo Paulo. FUNARI, P. 2004. Arqueología latinoamericana y su contexto histórico: la arqueología y las tareas del quehacer arqueológico. Hacia una arqueología de las arqueologías sudamericanas. Uniandes-Ceso. Facultad de Ciencias Sociales. (Haber Ed.), pp: 83-90. Bogotá.

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NUEVOS RECURSOS CULTURALES PARA EL DESARROLLO REGIONAL Y REHABILITACIÓN DE ESPACIOS PÚBLICOS PATRIMONIALES, ALEJANDRA, SANTA FE. Cornero S.i, P. del Rio i, I. Dosztal i, B. Magnabosco i, L. Rangone i, S. Codinai y C. Bruno i

Resumen En el marco de una puesta en valor del patrimonio cultural, como revalorización y renovación de recursos culturales se proponen cinco sitios de la localidad de Alejandra (Santa Fe) que requieren ajustes de infraestructura, equipamiento y museografía, para sensibilizar a la comunidad, capacitar jóvenes de la localidad, entrenar estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario en el ejercicio profesional y generar condiciones de promoción para el turismo. Esta propuesta surge del consenso de diferentes actores sociales y acompaña la demanda de la comunidad de ampliar y renovar su repertorio turístico. El proyecto se realiza desde el Museo Universitario Florentino y Carlos Ameghino, en conjunto y contraparte con la Comuna de Alejandra, mediante el Sr. Presidente Comuna Raúl Lovato, y con el Programa de Voluntariado de Políticas Universitarias de la Nación y la Secretaria de Extensión de la Universidad Nacional de Rosario. Palabras claves: Patrimonio, recursos culturales, turismo Abstract In the context of valuing cultural heritage, such as upgrading and renovation of cultural resources proposed five sites in the town of Alexandra (Santa Fe) equipment and museology, to sensitize the community, train local youths, UNR train students in professional practice and create conditions for tourism promotion. The project is from the Museo Universitario Florentino y Carlos Ameghino, together and counterpart with the Comuna de Alejandra, by the President Communal Raúl Lovato, y the Volunteer Program of the National University Policies and the Secretary of Extension of National University of Rosario. Keywords: Heritage, cultural resources, tourism

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Museo Universitario Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura y Escuela de Antropología. Universidad Nacional de Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina.

scornero@fceia.unr.edu.ar 2| Anuario de Arqueología| 131


Introducción La localidad de Alejandra se ubica a unos 250 km. al norte de la ciudad capital de la provincia de Santa Fe, sobre la ruta provincial N°1 y a orillas del río San Javier. Su historia comenzó a sistematizarse a través de los estudios realizados desde 1991 por Guido Tourn, quién ha logrado reunir un valioso archivo original organizado en colecciones alojadas en el Museo Histórico Regional. (Tourn, 1997, 1999, 2001, 2007). Tourn abrió una perspectiva en la investigación histórica, que pocos años después se fue ampliando con la firma de un Convenio entre la Comuna y el Museo Universitario, Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario, para desarrollar proyectos de arqueología histórica y prehistórica en pos del desarrollo de la investigación participativa. Continuando con esta línea de trabajo este proyecto que se encuentra en ejecución busca la integración de jóvenes graduados, estudiantes avanzados de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), estudiantes universitarios de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y estudiantes secundarios de la Comuna de Alejandra para aunar conocimientos en pos de la investigación participativa. Desde el equipo se realizan actividades de extensión educativa junto a los estudiantes universitarios y del secundario local, como talleres escolares de alfarería originaria con modelos inspirados en obras exhibidas en el Museo Regional de Alejandra y relevamiento de sitios arqueológicos de la región. Resultado de estos trabajos es la Sala del Museo Regional que se logró conjuntamente con los alumnos de la Escuela Media de Alejandra y los estudiantes de la carrera de Antropología de la UNR; desempeñando una labor de reconocimiento y revalorización del pasado indígena en su proceso de realización. Proponiendo el trabajo con la comunidad, procurando llegar a todos los sectores de la población de Alejandra socializando el proyecto. (Cornero et. al., 1996 [a])

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Mediante el subsidio otorgado por la Comuna de Alejandra en 1996 se realizó el rescate, cuaradoría y montaje museográfico de los enterratorios del siglo XIX del Templo Metodista. “El tratamiento de curación posibilitó la conservación del registro óseo, de su contexto funerario y por lo tanto de las representaciones simbólicas contenidas en ellos, mientras que el montaje de la Cripta permitió la exposición pública del conjunto.” (Cornero et. al., 1996 [b]) Nuestra propuesta fortalece un vínculo de asistencia técnica y educativa con la comuna de Alejandra para sensibilizar y concientizar sobre la preservación del patrimonio arqueológico y aportar nuevos contenidos arqueológicos orientados a fortalecer la política de desarrollo cultural de la región. El objetivo principal del proyecto, a través de la gestión cultural del patrimonio, es la rehabilitación y revalorización de: la Cripta y el Campanario del Antiguo Templo Anglicano Museo Regional, Cementerio y Casa de La Administración. Entendiendo rehabilitación como la conversión de espacios ociosos de valor histórico o de interés social en ámbitos de expresión cultural. Poniendo los espacios en disponibilidad social intensificando su valor a través de intervenciones sencillas, como mantenimiento y limpiezas, acondicionamiento y renovación expositiva.

Antiguo Templo Anglicano El edificio propio del Templo comenzó a construirse en septiembre de 1878; previamente el servicio religioso tuvo lugar en una de las habitaciones de la Casa de La Administración. Finalizada su construcción en el año 1879, el Templo fue recinto de diversas órdenes protestantes. “El edificio de la iglesia, originalmente era de ladrillos visto, con techo en dos aguas y su cubierta la constituían pizarras de madera dura clavadas a los tirantes del techo, que cumplían la doble función de cubierta y cielorraso. […] Se destacaba como elemento predominante una torre, que contiene el 2| Anuario de Arqueología| 133


ingreso principal, y con la altura de un piso más, con la característica de un torreón de defensa, por las almenas que lo remataban. […]” (Tourn 2001:227).

El Pastor De Bohun entre los años 1912 y 1915 reformo la apariencia del edificio revocando las paredes exteriores, colocando chapas ondulas pintadas de rojo y elevando un nivel más la torre almenada convirtiéndola en una torre campanario de bóveda a cuatro gajos. Próximo a su centenario comenzaron las gestiones para declararlo “Lugar Histórico” debido a la estrecha relación existente entre el mismo y el origen de la Colonia. Finalmente, en 1985, el antiguo Templo Anglicano recibe el reconocimiento de la Comuna de Alejandra, y dos años después, en 1987, la Legislatura de la provincia de Santa Fe sanciona la Ley 10113 que lo declara Monumento Histórico.

Casa de La Administración La Administración o casa sede de La Administración y vivienda de los primeros colonizadores data de 1873. Es una construcción en forma de U, con techo a dos aguas cubierto por tejas de estilo y origen francés, destacándose en su construcción un entrepiso que en los tiempos de la colonización se utilizó como refugio. “Todas las habitaciones confluyen al patio que se constituye así en un de primordial importancia, reforzada por la escala doméstica de sus proporciones.” (Collado y Viñuales, 1984)

Esta casa funcionaba como vivienda para los vecinos fundadores y concentraba,

en otros edificios

complementarios,

toda la actividad

administrativa de la colonización del centro norte de Santa Fe, comercial y agrícola. Este inmueble también fue nombrado Patrimonio Histórico de la Provincia por el Decreto 2206/07.

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Ambos edificios, la Casa de La Administración (Figura 1) y el Templo Anglicano (Figura N° 2), fueron construidos en simultaneo y su construcción marca los primeros pasos de la Colonia Alejandra.

Figura 1 La Administración

Figura 2 Templo Anglicano

Cripta del Templo Anglicano En 1878 cuando comienza a construirse el Templo Anglicano se decide sepultar en su subsuelo a los fundadores de la colonial. En la década de 1990 se decide intervenir en el sitio (Figura 3) para rescatar los enterratorios. Mejorando las condiciones de la cámara constituyendo una cripta de exposición permanente. “Dicho proyecto tiene una alcance histórico y antropológico (bio-sociocultural), ya que trasciende lo meramente técnico en bioarqueología, extendiéndose hacia las fronteras de la Arqueología Funeraria y la Antropología de la Muerte. Es en la resignificación del objeto mortuorio donde convergen ambos campos disciplinarios, integrando pasado y presente en un mismo significante.” (Cornero et. al., 1996 [b])

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Figura 3 Intervención en la Cripta del Templo Anglicano

Museo Regional Se formó con el aporte que hicieron los vecinos de Alejandra quienes fueron acercando a través del tiempo, piezas arqueológicas encontradas en la zona de islas e inmediaciones del arroyo Saladillo. En el año 1996 una de las autoras (SC) coordinó el montaje y museografía del material existente. (Figura 4) En el se manifiesta la relación de arqueología y museo como proceso educativo trasformador capaz de integrar el pasado precolombino con la historia regional.

Figura 4 Museo Regional

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Figura 5 Cementerio


Cementerio La historia del cementerio (Figura 5) tiene cuatro momentos claves. Durante los primeros años de la Colonia las sepulturas se realizaban en un espacio de tierra lindante a la barranca del río cercana a la Casa de La Administración; el constante desmoronamiento de la misma obligó a realizar el traslado de las sepulturas. Los enterratorios de los vecinos colonizadores fueron reubicados en el atrio del Templo Anglicano. Por esta misma razón la empresa colonizadora destina una manzana para el cementerio. En los primeros tiempos el cementerio pertenecía y era atendido por la Iglesia Anglicana. Hacia el año 1916 el gobierno provincial lo declara perteneciente a las Municipalidades de los Cementerios Públicos. La incorporación estratégica de estos cinco espacios públicos a una propuesta de desarrollo social cultural posibilitara un aumento de la reactivación económica en momentos en que la crisis internacional y los efectos del cambio climático impactan directamente en las economías rurales. El turismo es una actividad económica de relevante importancia. Determinada por su contribución a la generación de riqueza y empleo y por su importante efecto arrastre sobre otros sectores, que le confiere un carácter estratégico de primera magnitud (Prados Pérez 2001) que contribuye a amortizar instancias de crisis económicas, a través del reconocimiento y revalorización de capitales públicos patrimoniales. La noción de patrimonio, a través del tiempo, adquirió una concepción más amplia e integral, con una profundidad que le otorga diferentes perspectivas, desde la teoría de la comunicación resaltando su valor simbólico, desde la economía como producto cultural desarrollado para el turismo; desde la estética como el placer de apreciar lo antiguo sin olvidar el compromiso social que supone la conservación cultural. La cultura crea sentimientos de identidad común y de pertenencia mejorando la calidad de vida; representa la base para desarrollar capital social; ayuda a establecer cohesión social e influencia el reconocimiento y la 2| Anuario de Arqueología| 137


identificación de valores

comunes – factores importantes

para el

establecimiento, la preservación y la práctica de la democracia. Considerando estas tres variables, turismo, patrimonio y cultura, estos cinco espacios públicos propuestos como productos culturales a rehabilitar son tan importantes como su entorno: el pueblo de Alejandra. Conocer y relacionarse con sus habitantes, su realidad sociocultural y sus proyectos permite lograr a través de la investigación participativa la transferencia de conocimiento; la cual se lleva a cabo desarrollando talleres escolares, juveniles, docentes y para la comunidad en general. La producción colectiva del conocimiento que se desprende de estos talleres permite la socialización del saber y la elección de nuevos Recursos Patrimoniales. La elección de éstos surge del consenso de diferentes actores sociales y acompaña la demanda de la comunidad toda de ampliar y renovar su repertorio turístico. La transformación de estos espacios históricos en recursos culturales se llevará a cabo rehabilitando: Cripta y el Campanario del Templo Anglicano a través de la restauración y acondicionamiento de ambos espacios, aprovechamiento del espacio expositivo, renovación museográfica y empleo de réplicas. Cementerio: Relevamiento de planta y determinación de circuito peatonal, hidrolavado de lápidas y señalización de tumbas representativas y simbologías funerarias, creación del museo de sitio. Museo Regional: Reacondicionar las colecciones arqueológicas en exposición así como el depósito de materiales óseos y cerámicos. Casa de La Administración: se realizó un diagnóstico y proyecto de restauración edilicia para su conversión como Centro Cultural que incluirá: una sala de usos múltiples, el Museo de Historia que contara con una sala de exposición: numismática, masonería, vida cotidiana, artes, educación, familias colonas, arquitectura, Sala a cielo abierto: carruajes, ruralidad, labranza,

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constructivo y galería de pinturas y fotografías. Además incluirá archivos fotográficos, epistolar, cartográfico, colecciones postales. La revalorización del Patrimonio Cultural, basada en el trabajo participativo y el consenso social posibilita la rehabilitación de espacios públicos como centros históricos, sitios arqueológicos, y elementos del patrimonio intangible, contribuye al fortalecimiento Institucional y a la promoción de la cultura para el desarrollo regional sostenidas en el tiempo.

Referencias bibliográficas CORNERO S., J. NÓBILE, P. SPORTELLI, C. BARBOSA Y G. CAMPOS, 1996 [a]. Arqueología y Museo en un Proceso Educativo Transformador: Un Caso en la Comunidad de Alejandra (Pcia. Santa Fe). Jornadas de Antropología de la Cuenca del Plata. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. UNR. CORNERO S., S. EGAÑA, Y M. P. AYUSO, 1996 [b]. De la Arqueología de la Funeraria a la Antropología de la Muerte: Los “Heróicos” de Alejandra. Jornadas de Antropología de la Cuenca del Plata. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. UNR. COLLADO A. Y G. VIÑUALES, 1984. Inventario del Patrimonio Histórico Arquitectónico – Área de influencia Proyecto Paraná Medio. Departamento de Conservación del Patrimonio Arquitectónico (FAU-UNNE) – Agua y Energía Eléctrica. Santa Fe. PRADOS PÉREZ, E., 2001. Turismo Cultural: un Segmento Turístico en Expansión. Universidad de Cádiz. España http://www. naya.org.ar [15 de febrero de 2009] TOURN PAVILLON G., 1997, Colonia Alejandra. Casa Comunal de la Cultura. Policopiado. Alejandra. TOURN PAVILLON G., 1999, Cartas desde el Pájaro Blanco. Traducciones del Archivo epistolar. Boletín IXIV. Museo Regional, Casa de la Cultura. Alejandra. TOURN PAVILLON G., 2001, Colonia Alejandra. Un lugar del Pájaro Blanco. Imprenta SERV-GRAF. Santa Fe. TOURN PAVILLON G., 2007, De Roma al Río de la Plata. Alejandra. Casa de la Cultura.

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DIFERENTES APROXIMACIONES AL PASADO ARQUEOLÓGICO DEL NORTE DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. Fernando Olivai, Mariana Algrainii, Diana Tamburiniiii, Diego Martíneziii, Santiago Delucaiii, Brenda Brunoiii

Resumen Este trabajo flexiona sobre acciones vinculadas con la protección del patrimonio arqueológico dentro del Proyecto de Voluntariado Estudiantil titulado “Diferentes aproximaciones al pasado arqueológico del norte de la provincia de Buenos Aires”, el cual fue seleccionado y se encuentra en ejecución desde finales del 2008. El mismo fue presentado desde la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario y se vincula con la protección del patrimonio arqueológico así como con su rol social, en el norte de la provincia de Buenos Aires. El objetivo general es discutir acerca de las nociones del pasado a fin de generar una actitud de compromiso, revalorización y preservación del patrimonio arqueológico. Palabras claves: Voluntariado estudiantil, equidad, conocimiento, patrimonio arqueológico Abstract This paper reflects on actions related to the protection of archaeological heritage within the Student Volunteer Project entitled "Different approaches to the archaeological past of the northern province of Buenos Aires", which was selected and is running since late 2008. The same was reported from the Faculty of Humanities and Arts, National University of Rosario and linked to the protection of archaeological heritage as well as its social role, in northern Buenos Aires Province. We discuss about the notions of the past in order to generate an attitude of commitment, appreciation and preservation of archaeological heritage. Keywords: Student volunteers, equity, knowledge, archaeological heritage

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Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario). Facultad de Ciencias Naturales y Museo (Universidad Nacional de La Plata). Dirección Provincial de Patrimonio Cultural (ICGPBA). Argentina.fwoliva@unr.edu.ar ii Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario). Dirección Provincial de Patrimonio Cultural (ICGPBA). Argentina. iii Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario. Argentina 2| Anuario de Arqueología| 141


Introducción El patrimonio arqueológico se ha visto sometido en los últimos años a una variedad de procesos de pérdida y deterioro ocasionada por la intervención humana. Entre estos procesos se pueden mencionar la recolección ocasional llevada a cabo por diferentes sujetos, aumento del turismo rural, y en los últimos años, debido al tráfico ilegal de piezas arqueológicas. Estas características, junto con la falta de información actualizada en estos temas en la currícula escolar, hacen necesaria la implementación de estrategias de protección del patrimonio cultural en general, y sobre patrimonio arqueológico en particular donde es imprescindible la participación de la comunidad en el cuidado y conocimiento del mismo. A partir de un estudio acerca de las diferentes visiones del pasado, de los saberes locales, con especial interés en las comunidades escolares, se espera realizar un aporte al indagar sobre el rol del conocimiento en los procesos identitarios locales. En este sentido, consideramos que las investigaciones arqueológicas no solo deben generar información de base sino que la misma debe brindar elementos que sirvan para la construcción de las identidades/historias locales.

El área de estudio La región de trabajo se ubica en el sector noroeste de la Provincia de Buenos Aires dentro del Área Ecotonal Húmeda Seca Pampeana (AEHSP), de la República Argentina (Oliva 2006). Específicamente comprende unos 600 Km. de longitud desde el sur de la provincia de Buenos Aires al centro sur de la de Santa Fe, siguiendo en términos generales el meridiano 62°. El Área Ecotonal Húmeda-Seca Pampeana se caracteriza por presentar ambientes típicamente ecotonales con una alta concentración de nutrientes y con caracteres geográficos estables como las los cuerpos de agua permanentes, por ejemplo, arroyos, ríos y grandes lagunas presentes en el noroeste de la Provincia de Buenos Aires. Un río, o una laguna de grandes dimensiones con 2| Anuario de Arqueología| 142


agua estable, posibilitan una distribución de elementos del paisaje, de atracción para las sociedades indígenas. Esta particularidad permitió a los cazadores recolectores que vivieron por más de 10000 años en la región Pampeana, las condiciones necesarias no sólo para la búsqueda de determinados recursos locales sino también para establecer vínculos sociales entre poblaciones de diferentes puntos de la Región Pampeana. Esta posibilidad de encuentros se vio reflejada en múltiples evidencias de las sociedades indígenas en distintos momentos de ocupación del territorio, que expresaron cuestiones funcionales de los artefactos líticos y cerámicos, uso de los recursos ambientales, prácticas mortuorias, así como evidencias de elementos claramente vinculados con aspectos simbólicos de las sociedades de cazadores recolectores. Todo este conjunto de evidencia constituye el registro arqueológico al cual la comunidad local accede pero en su mayor parte sin pautas claras de manejo del mismo.

El contexto La sanción en el año 2003 de la Ley Nacional Nro. 25743/03 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, generó un ambiente propicio para llevar adelante diferentes acciones tendientes a la protección y difusión del patrimonio. Sin embargo, las grandes distancias, la multiplicidad y diversidad de la evidencia arqueológica y en muchos casos los tiempos acotados, son algunas de las dificultades que se deben superar. Sin dudas uno de los puntos centrales que se debe considerar es que actualmente la región Pampeana se caracteriza por presentar una baja proporción de población indígena, lo cual ha sido ocasionado por diversas causas. En primer término el proceso de usurpación del territorio por motivos económico - político producido desde mediados del siglo XVI, por el proceso de colonización hispana significó una merma importante de la población nativa. Una segunda etapa vinculada a la conformación del estado nacional, se caracterizó por un proceso de avance del ejército nacional. La denominada “Conquista del 2| Anuario de Arqueología| 143


Desierto” llevada a cabo a fines de la década del ´70 del siglo XIX, constituyó el hecho histórico más importante de este proceso, cuyo objetivo consistió en la colonización de las tierras de la región pampeana y patagónica, habitado por los pueblos originarios, y concluyó con el aniquilamiento de éstos.

A mediados del siglo XIX, a 250 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires comenzaba la frontera, zona inmensa y borrosa de limites imprecisos donde reinaban pastizales y diversas especies de animales considerados salvajes, era también el dominio del indio. La civilización era Buenos Aires, de ideas liberales, el desarrollo y el progreso. La ciudad con la mirada puesta en Europa a quien buscaba imitar. La barbarie, en cambio, era el campo y sus habitantes, los gauchos, los indígenas, sus tradiciones y costumbres, el enemigo que se quería combatir, mientras se fomentaba la inmigración de origen europeo para el poblamiento del territorio argentino. En este contexto, las grandes colonias de inmigrantes de origen europeo se asentaron en diferentes lugares de la región Pampeana y específicamente en las proximidades del área de estudio, a fines del siglo XIX y principios del XX conformando las localidades urbanas de la actualidad. Estas poblaciones están constituidas por una importante proporción de habitantes cuya ascendencia es fundamentalmente alemana, británica, española e itálica, y en menor medida en algunos pocos casos habitantes de ascendencia indígena.

Patrimonio e identidad La falta de conocimiento sobre el pasado indígena no sólo implica un descuido del patrimonio arqueológico, sino de su importancia socio-histórica como elemento para la construcción de las identidades. Con las rápidas transformaciones internacionales y locales, de las últimas décadas, surgieron nuevas perspectivas de análisis sustentadas por distintos enfoques teóricos que tensionan sobre la comprensión del pasado. Sin 2| Anuario de Arqueología| 144


duda pensar el pasado es un hecho complejo y no está exento de conflictos debido al dinamismo de los procesos sociales y a sus consecuencias sobre el presente (Hernández 2006). Resulta imperioso el reconocimiento de la existencia de un pasado indígena, del pasado de los excluidos y recluidos por un proyecto de país que, a menudo, decidía acerca de la vida y la muerte de las personas desde los excesos del poder. Por mencionar un caso acorde a la región de estudio, los ranqueles, uno de los pueblos originarios que habitaban y habitan el actual territorio argentino, fueron los que más sufrieron el ataque de las fuerzas nacionales en la llamada “Conquista del Desierto”, verdadero plan de exterminio y destierro de los indígenas para incorporar a la Argentina a otras condiciones de producción (Hernández 2006). Como sigue proponiendo Graciela Hernández, el problema de la duración en la historia de los pueblos originarios tiene magnitudes insospechadas si se lo compara con los mismos planteos en los cuales los protagonistas son europeos o descendientes de ellos. A estos pueblos se les exige demostrar un pasado ancestral, se vincula su existencia a la geología y a otras ramas de las ciencias naturales. Por un lado, todavía no se pudo sacar de las representaciones de la historia los objetivos de investigación de la escuela histórico-cultural y su búsqueda de la difusión, sus discusiones con los evolucionistas y sus interpretaciones del mismo poblamiento de América. Por otro lado, al ser el material lítico el principal soporte del registro arqueológico se asocia la piedra a la propia condición humana (Hernández 2006). Por lo tanto, tienen un pasado petrificado, sus huellas están en las piedras siempre exentas de carnadura, de latidos, sentimientos e ideas, aunque como dice Marc Augé (2003: 45. Citado en Hernández, 2006), la historia es siempre demasiado rica, profunda y múltiple para que pueda sufrir esta reducción.

Las relaciones entre historia y memoria son complejas. La memoria puede ser vista tanto como aliada o como enemiga de la historia. La memoria 2| Anuario de Arqueología| 145


de los pueblos originarios sobre el accionar genocida de los blancos es ejercitada de distintas formas y, frecuentemente, aparece en forma de relatos que tienen un formato narrativo específico que podríamos rotular como cuentos o mitos. Como situación derivada de esto, vemos que la narrativa de origen indígena se ha convertido en los últimos años en una parte destacada del “patrimonio intangible”. La valoración del patrimonio y el patrimonialismo nos pone ante nuevas cuestiones en las que la historia y la memoria son elementos claves en tanto vínculos con las ideologías que producen la selección que, en muchos casos, conduce a procesos de folklorización del pasado (Hernández 2006). Para Franco Ferrarotti la historia oral se transforma en memoria colectiva y fundamento de la identidad de un pueblo; además señala que no necesariamente tiene que ser la “voz del pasado” o los testimonios de un mundo que ya no está o está desapareciendo. Para este autor la historia oral tiene un gran potencial porque puede convertirse en garganta de lo que se espera del futuro, así como de espacio de auto escucha de la cotidianidad y desmitificación de la historia oficial y la macrohistoria (Ferrarotti 1990: 19).

Objetivos de nuestras actividades Los objetivos principales están centrados en generar conocimiento y conciencia social sobre el valor del patrimonio arqueológico, para su conservación como material de investigación científica, como herramienta al servicio de la comunidad. Se considera que un adecuado manejo de este patrimonio implica el compromiso de diversos actores sociales, dando lugar a la acción conjunta y consensuada. Con esta propuesta se apunta a establecer un modelo donde arqueólogos, autoridades municipales, provinciales, docentes y público en general,

se

interconecten,

compartiendo

desde

diferentes

roles

y

especialidades, acciones tendientes al cuidado del patrimonio arqueológico y paleontológico. La realización del presente Proyecto de Voluntariado se 2| Anuario de Arqueología| 146


encamina en este sentido. Por otra parte, esta propuesta se encuentra enmarcada en diferentes proyectos de investigación que se vienen realizando en la región desde mediados de la década del ’80 (ie. Oliva 2000, 2006; Oliva y Moirano 1997, 2001; Oliva y Algrain 2004; Oliva, Gil y Roa 1991; Oliva, Ávila, Gallego y Algrain 2004). A partir del conocimiento y reconstrucción del pasado, con la intervención del equipo de arqueólogos, estudiantes universitarios y de la población de las localidades donde se desarrolla este proyecto, se espera promover la reflexión sobre la diversidad cultural y la identidad local buscando generar conocimiento y conciencia social sobre el valor del patrimonio arqueológico del Norte de la Provincia de Buenos Aires, para su conservación como material de investigación científica al servicio de la comunidad. Se considera que promover la equidad social y el respeto por la diversidad cultural en espacios de expresión y diálogo es uno de los puntos centrales con el fin último de orientar las líneas de acción hacia el desarrollo de políticas culturales y educativas sobre protección y preservación del patrimonio cultural de la región. Se propusieron una serie de actividades de articulación con las entidades gubernamentales municipales y provinciales pero uno de los puntos centrales es la capacitación del equipo de voluntarios para el trabajo de campo y para la comunicación con los diferentes sectores de la comunidad. Esta actividad es central debido que se ha considerado que la formación de recursos humanos en gestión y extensión de las tareas universitarias hacia la comunidad es uno de los roles que si bien por un lado recibe apoyo como el caso de este proyecto en general estas tareas no forman parte de la formación de grado de los profesionales. Con el objetivo de trasmitir los conocimientos arqueológicos generados, desde los momentos iníciales del desarrollo de las investigaciones, se han llevado a cabo tareas de difusión, consistentes en el dictado de cursos y talleres para docentes de niveles primario y secundario en diferentes partidos de la región, y charlas orientadas a público en general, así como también, en 2| Anuario de Arqueología| 147


conjunto con las autoridades y agentes locales, el montaje de salas de exposición permanentes y temporales. El área de implementación de este proyecto, presenta características particulares en cuanto al patrimonio, evidenciado en la gran cantidad de materiales depositados en museos locales, municipales, en colecciones particulares y en la presencia de numerosos sitios arqueológicos en los ambientes lagunares de la región. Este proyecto en conjunto con las Direcciones de Cultura de los Municipios de General Villegas, General Viamonte y Florentino Ameghino, asimismo se encuentra avalado y presentado en el Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires a través de su Dirección Provincial de Patrimonio Cultural como programa del Observatorio de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico número 2 localizado en el Norte de la Provincia de Buenos Aires. Este es un espacio de articulación institucional donde se coordina políticas educacionales y de difusión masiva sobre la Ley Nacional Nº 25.743/03 y su aplicación con el fin de controlar el saqueo, destrucción y tráfico ilegal del patrimonio arqueológico y paleontológico bonaerense.

Comentarios finales Una de las preguntas que se generan en el campo de la investigación es acerca del rol social del conocimiento producido por los arqueólogos. Asimismo se considera que las ciencias en general, deben ser respetuosas de los saberes locales. En este sentido, se propone la habilitación de espacios de discusión entre investigadores y comunidades locales, donde cada actor social pueda aportar sus conocimientos y a la vez re-construirlos en base a los saberes en tensión. Coincidiendo con Ballart (1997:109) el patrimonio, representa la materia con la cual esta hecho el pasado y posee potencial para que el conocimiento histórico gane una nueva lectura crítica y plural. Además “los 2| Anuario de Arqueología| 148


objetos son una puerta hacia el pasado, de un pasado que no obstante persiste como idea al margen de los objetos, porque el pasado existe bajo la doble condición de idea y de cosa” (Ballart, 1997:29). Delfino y Rodríguez (1986) plantean que se puede presentar, junto a "las maravillas" del pasado, una imagen total del contexto social y de su desarrollo histórico que incluya las causas y las explicaciones de los cambios producidos. Así por ejemplo, un museo que no muestra los lazos históricos que unen el pasado arqueológico a nuestro tiempo no permite que el conocimiento de ese pasado sirva para la mejor comprensión y transformación de nuestro presente. Estos autores se preguntan: ¿qué tipo de pasado quiere la gente?; ¿los arqueólogos deberían proveer de un pasado que sostenga (legitime) o cuestiones las perspectivas actuales?; ¿para qué sectores de la sociedad escriben?. La historia, como un relato de ciertos acontecimientos considerados significativos, lleva un mensaje, tiene un emisor y un receptor, un contexto situacional y uno pragmático, por lo cual surge la necesidad de contextualizar las referencias al pasado. Recurrimos a él desde nuestro ahora, con nuestros intereses y preocupaciones actuales, nuestros problemas e ideales, los cuales se hallan en relación directa con nuestra pertenencia a una clase social, grupo cultural, nacionalidad. En este sentido, el discurso sobre el pasado es siempre un discurso sobre el presente, una excusa para hablar ahora de nuestro ahora (Delfino y Rodriguez 1987). Por otra parte, la conciencia de “pasado” se organiza en los seres humano merced a una facultad extraordinaria de la mente humana, la de recordar. La memoria personal es una forma de historia individual e íntima. La historia como disciplina de interés mundano va necesariamente más lejos que la memoria personal y apunta siempre a la colectividad. Esta idea de patrimonio y pasado, alimenta en el ser humano una sensación reconfortante de continuidad en el tiempo y de identificación con una determinada tradición (Ballart 1972).

2| Anuario de Arqueología| 149


Los objetos del pasado que han vencido el paso del tiempo, son el mejor recurso de que disponemos para escrutar este paso del tiempo y contrastar nuestro hoy con el hoy de las generaciones que nos precedieron; y en su complejidad contribuyen a abrirnos el verdadero camino hacia el conocimiento (Ballart 1972). Uno de los factores que quizás guarde relación con la falta de valorización del patrimonio arqueológico es la concepción de la constitución del estado-nación en donde no se incorpora a las poblaciones indígenas como integrante del mismo, muy por el contrario estas poblaciones representan el otro vencido y por lo tanto ajeno a lo propio del estado-nación. Esta consideración repercute directamente en la valoración contemporánea del patrimonio arqueológico regional ya que el mismo representa la evidencia de los primeros pobladores indígenas como algo exótico y no como parte de la historia oficial. Otro factor que está afectando directamente con el descuido y la consiguiente pérdida del patrimonio arqueológico, está vinculado, con acontecimientos contemporáneos entre los que se pueden mencionar la recolección por parte de aficionados quienes más allá de las buenas intenciones por conservar el “objeto” o “hueso”, en su acción de recolección de materiales descontextualizan los hallazgos con la consiguiente pérdida del patrimonio arqueológico.

Por lo expresado hasta aquí, se considera que el acercamiento entre los diferentes actores sociales (arqueólogos, autoridades municipales, aficionados, estudiosos del tema, y fundamentalmente las comunidades locales en general) posibilita una pluralidad de miradas, hace audibles otras voces, generando así una construcción colectiva del pasado. Los responsables de los poderes políticos municipales, provincial y nacional tienen una participación desigual ya que en algunos casos no se tiene conciencia de lo que significa el patrimonio arqueológico y no existe una conexión entre las poblaciones 2| Anuario de Arqueología| 150


actuales con este registro material. Tradicionalmente la acciones vinculadas hacia la protección del patrimonio arqueológico, en la Provincia de Buenos Aires, se han realizado mediante acciones desconectadas entre estos diferentes actores, por lo cual se considera que la implementación de este proyecto contribuirá de manera directa a romper con este aislamiento, y así buscar el consenso en la implementación de políticas de protección y valoración del patrimonio arqueológico regional.

Referencias bibliográficas BALLART, J. 1972. El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso. Editorial Ariel . S. A. España DELFINO, D; RODRÍGUEZ P. 1987. La recreación del pasado y la invención del Patrimonio Arqueológico. Antropología y Ciencias Sociales 2 Universidad de Campinas San Pablo – Brasil. DELFINO, D; RODRÍGUEZ, P. Los Museos de Arqueología. Ausencia del Presente en las representaciones del Pasado. www.naya.org.ar FERRAROTTI, F. 1990. La historia de lo cotidiano. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina HERNÁNDEZ, G. 2006 En tiempos del malón: Testimonios indígenas sobre la "conquista del desierto". Mem. am., ene. /dic., no.14, p.139-166. OLIVA, F. 2000. Análisis de las localizaciones de los sitios con representaciones rupestres en el sistema de Ventania, Provincia de Buenos Aires. En: M. M Podestá y M. de Hoyos (eds.). Arte en las Rocas. Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires, pp. 143-158 OLIVA, F. 2006. Uso y contexto de producción de elementos “simbólicos” del sur y oeste de la provincia de Buenos Aires, República Argentina (Área Ecotonal Húmeda Seca Pampeana). Revista de la Escuela de Antropología, 12: 101116. Rosario. OLIVA, F; MOIRANO J. 1997. Primer informe sobre aprovisionamiento primario de riolita en Sierra de La Ventana, En: M. Berón y G. Politis (Eds.). Arqueología pampeana en la década de los ´90. XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. San Rafael, Mendoza, pp. 137-146.7 OLIVA, F; MOIRANO J. 2001. Estrategias para el estudio de la utilización de recursos líticos en el sur de la Región Pampena, República Argentina. Arqueología Uruguaya hacia el fin del Milenio, 1: 521-537. Colonia del Sacramento Uruguay. OLIVA, F; ALGRAIN M. 2004. Una aproximación cognitiva al estudio de las representaciones rupestres del Casuhati (Sistema Serrano de Ventania y llanura adyacente, Provincia de Buenos Aires). En: C. Gradín y F. Oliva (Eds.) La Región Pampeana: su pasado Arqueológico. Laborde Editor. Rosario. pp: 49-60.

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LOS HUESOS DEL PUEBLO VIEJO. PRESERVACIÓN PATRIMONIAL EN LOS TEMPLOS DEL PARQUE ARQUEOLÓGICO SANTA FE LA VIEJA. SIGLOS XVIXVII, CAYASTÁ. Silvia Cornero i

Resumen En 1949 Zapata Gollán comienza las excavaciones en el sitio donde se encontraban los restos de la antigua ciudad de la Santa Fe, que hubiera sido fundada por Juan de Garay en 1573; y abandonada en 1660 luego de un traslado a la actual ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz. Tres iglesias habían sobrevivido al tiempo y a la erosión del río San Javier. Al excavarlas Zapata Gollán deja expuestos, en el lugar original a los enterratorios hallados bajo el piso habitacional de tres templos. Los esqueletos fueron cubiertos con goma laca, de acuerdo al concepto de preservación de la época. Casi sesenta años después los huesos habían alcanzado un estado crítico de deterioro que requería rescate y curadoría. Este trabajo constituye una crónica de las tareas que se han realizado y que aún se están desarrollando en el campo de la preservación bioantropológica del período colonial temprano de Santa Fe. Palabras clavess: Preservación, arqueología histórica, patrimonio, parque arqueológico Santa Fe la vieja. Abstract In 1949 Zapata Gollán begins excavations at the site were the remains of the ancient Santa Fe city; it had been founded by Juan de Garay in 1573 and abandoned in 1660, it was moved to the present Santa fe de la Vera Cruz. Three churches had survived time and the erosion of the Rio San Javier. When digging Gollán Zapata left exposed in the original location to the burials found .This work is a chronicle of the tasks that have been and still are being developed in the field of preservation of the early colonial period bioanthropological Santa Fe Keywords: Preservation, historical archaeology, heritage, archaeological park Santa Fe la vieja.

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Escuela de Antropología y Museo Universitario. Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura. Universidad Nacional de Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina. scornero@fceia.unr.edu.ar 2| Anuario de Arqueología| 153


Introducción Los restos de la antigua Santa Fe, o Pueblo Viejo como decían los vecinos, se encuentran dentro de un paisaje ribereño sobre las barrancas del río San Javier (Ruta Provincia N° 1, Km 71) próximas a la localidad de Cayastá, en la Provincia de Santa Fe. La fundación de la ciudad de Santa Fe en 1573, constituía otro enclave colonizador de la corona española, en el Río de la Plata a cargo de Juan de Garay. Juan de Garay, de origen vasco, que había nacido en tierras de Castilla cerca del año 1528, consolidaba con esta fundación la planificación estratégica de expansión territorial hispánica cuyas consignas traía desde Asunción del Paraguay. Santa Fe constituyó el primer asentamiento formal europeo del Río de la Plata. Su establecimiento se emplazó en las tierras más altas del albardón costero, sobre las aguas del río San Javier, donde habitaban pueblos ribereños y pueblos que llegaban del norte empujados por el expansionismo colonizador. “En el proceso de poblamiento emprendido por la Corona española en sus dominios americanos, las ciudades se desempeñan como núcleos que actúan centrífugamente con respecto a su entorno rural. A la vez sirven como puntos de apoyo de nuevos desplazamientos y como centros difusores de la cultura que se transplanta y mestiza adquiriendo características inéditas y propias que constituyen y definen la realidad latinoamericana del pasado y del presente.” (Calvo, 1990:4).

Santa Fe la Vieja debió ser abandonada noventa años más tarde, por la tensión social y presión que ejercían los pueblos aborígenes, la interrupción de los caminos en tiempos de la creciente del río y la erosión causada en la barranca provocada por el río.

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En el año 1660, fue trasladada a la actual capital provincial, Santa Fe de la Vera Cruz, después de que en el Cabildo se decidiera el traslado de la ciudad a solicitud de los vecinos. “ si bien en el sitio viejo tuvieron que quedar los edificios convertidos en taperas, los cultivos abandonados, los objetos en desuso e, incluso los huesos de los familiares muertos …” (Calvo, 2006:187).

A diferencia de las culturas del lugar, que practicaban la costumbre funeraria de trasladar los huesos de sus ancestros, los europeos del siglo XVI acostumbraban a inhumar sus muertos en sus templos, de modo que las sepulturas realizadas en el período de ocupación en la antigua Santa Fe no acompañaron el traslado a la nueva ciudad. Fueron erigidos seis templos, tres de los cuales no se conservaron a causa de la erosión del río San Javier: Compañía de Jesús, San Roque y La Matriz. En 1949 Zapata Gollán comienza las excavaciones en el lugar, donde descubre las tres iglesias restantes. El 4 de noviembre de ese año halló tres sepulturas en el templo San Francisco (Calvo, 2006) y a partir de allí dejó expuestos in situ a los enterratorios de los templos hallados. De acuerdo a las estimaciones realizadas por la Dra. Jane Buikstra, consultora contratada por la O.E.A, de la Universidad de Chicago, fueron halladas

192

sepulturas

correspondientes

a

unos

245

individuos

aproximadamente (Tabla 1). (Buisktra, 1980 y 1987)

IGLESIA

N°Min.Ind.

ENTERRATORIOS

La Merced

48

41

Santo Domingo

99

77

San Francisco

98

74

2| Anuario de Arqueología| 155


Total

245

192

Tabla 1: Distribución de sepulturas por templo, según Buikstra, 1987

La diferencia entre el número de individuos y enterratorios es que en algunos casos la sepultura contenía a más de un individuo. Actualmente estos valores se hallan en revisión debido a que durante las tareas de exhumación fueron hallados más individuos por debajo del piso habitacional. (Cornero, 2007) Los esqueletos del templo San Francisco se encontraban contenidos en su plataforma original de sedimento compacto, a unos 80 cm del piso habitacional europeo, y a unos 40 cm. del suelo de excavación, en tanto que las otras iglesias casi no presentaban plataformas de soporte. Los materiales esqueletales se hallaban sometidos a una acción ambiental constante que ejercía, sobre ellos un proceso gradual y efectivo de alteración mecánica y química. Casi sesenta años después que Zapata Gollán exhumara las sepulturas, los huesos habían alcanzado un estado crítico de deterioro que requería rescate y curadoría. La fotografía 1 expone las condiciones de exposición a los factores de intemperismo, como erosión eólica y contraste térmico en que hallaron por unos años. Figura 1. Iglesia de La Merced durante los años 50. Fuente: Banco de imágenes Florián Paucke. Museo Etnográfico, Santa Fe

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La actividad biótica opera con una dinámica sistémica. Las condiciones de humedad y temperatura generan un microclima propicio para la proliferación de insectos, colonias de hongos y bacterias y microfauna. Las bacterias anaeróbicas habitan el subsuelo y se nutren de elementos orgánicos en contacto con el hueso semienterrado, excretando ácidos que desmineralizan la estructura molecular ósea. Las hormigas oxigenan el suelo creando cámaras de salida de los gases bacterianos, las larvas de coleópteros se nutren del colágeno de los huesos y los hongos, en superficie, segregan enzimas destructoras de sustancias orgánicas. Los desechos de insectos y micromamíferos (pupas, excrementos y cadáveres) son productores de materia orgánica que contribuye a activar la dinámica del ciclo. (Cornero, 2007) Factores físicos, como las grietas del suelo que se expandieron fisurando los huesos, también contribuyeron al proceso destructivo. Como agravante suma a este proceso que los enterratorios han sufrido además la cobertura de sustancias como la goma laca que recibieron en la década del 50 (figura 2). Los huesos no habían sido totalmente removidos y se conservaron en su lado posterior insertos en el sedimento original. La parte anterior de los esqueletos fue cubierta con goma laca, un conservante de uso común en la época de Zapata Gollán. Así nos relata Reynaldo Cardozo acerca de esta técnica de preservación, quien se desempeñó en el equipo de Zapata Gollán a partir del año 1952: “Los huesos salían medio amarillentos, gomosos y en el medio se limpiaban con pincelitos, espátulas, cucharines, todo lo que se podía acercar lo más posible al hueso, y la goma laca se le ponía enseguida, cuando se va descubriendo se le aplicaba el líquido, (…) se hace al baño maría la goma laca, se calienta adentro de una olla de agua, se disuelve ahí y con un

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pincelito se los va pintando al hueso, muchas veces se le hacía…y todos los años se repasaba una y otra vez…” (Dosztal et.al. 2007: 109-110).

Desde el Museo Etnográfico de Santa Fe, el Dr. Calvo gestionó el proyecto de “Diseño y Gestión del Parque Arqueológico de Santa Fe La Vieja” financiado por el Consejo Federal de Inversiones en el año 2002, para el estudio y desarrollo de un Plan de Manejo. Allí elaboramos un Diagnóstico y Evaluación de Impacto Ambiental de los Enterratorios de los Templos con recomendaciones de mitigación y preservación, cuyos resultados fueron publicados en el III Congreso Nacional de Arqueología Histórica (Cornero, 2008).

Figura 2. Esqueletos cubiertos con goma laca. Fuente: Banco de imágenes Florián Paucke. Museo Etnográfico, Santa Fe

El Director del Museo, Dr. L. M. Calvo, avaló la propuesta surgente del estudio, y posibilitó la realización del proyecto Rescate y Curadoría de los Restos del Templo San Francisco (CFI, 2007), y de los restos de los Templos Santo Domingo y La Merced (CFI, 2009), actualmente en curso. Estos proyectos constan de diferentes etapas, resumidas en los siguientes ejes: excavación, curadoría, museografía, realización del Memorial de los Fundadores, investigación, y comunicación. Las excavaciones posibilitaron la inhumación de los esqueletos y la recuperación de elementos de ajuar funerario, ornamentales, asociados e intrusivos. (Arelovich et. al. 2007) 2| Anuario de Arqueología| 158


La curadoría ha sido la parte más compleja del proyecto, ya que se trabajó con un material extremadamente frágil y durante muchas horas, lo que requirió de buenas condiciones de trabajo y seguridad. La destreza manual, la concentración visual y la atención constante han sido requisitos prioritarios en el oficio de los huesos y en arte de conservar. En algunos casos, debido al estado de los materiales, se debió realizar el tratamiento de curadoría in situ de dos o tres días, hasta que el elemento lograra una consistencia más sólida que permitiera su remoción (figura3 y 4)

Figuras 3 y 4. Consolidación in situ en Santo Domingo. Silvia Cornero e Irene Dosztal

Figuras 5 y 6. Remoción de goma laca con torno y pica. Carolina Bruno y Federico Ramos

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La remoción de la goma laca se practicó con diferentes técnicas de acuerdo a cada caso: bisturí, trincheta, punzón, y picas odontológicas. También se trabajó con tornos (figuras 5 y 6). Se utilizó etanol para una remoción química dado que la goma cede más fácilmente (figuras 7 y 8). Luego se removió con una espátula metálica y/o de madera. Los fragmentos fueron adheridos con pegamento hidrosoluble. Se aplicaron preservantes de origen polivinílico.

Figuras 7 y 8. Conservación de muestras y remoción de goma laca. Bárbara Magnabosco y Lucía Rangote

Un ejemplo de los resultados de preparación se observa en las figuras 10 a 15. Los cráneos corresponden a la colección San Francisco.Se reservan muestras de huesos por cada individuo, especialmente de falanges sin aplicación de preservantes para posibilitar futuros estudios químicos y/o genéticos. La documentación se organizó por enterratorio, aún si éste era múltiple o individual. Se rotularon todos los elementos (Figura 9). De cada enterratorio se realizó un informe diagnóstico, un inventario que contiene fichas y fotografías.

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Figura 9. Tareas de siglado.Hugo Matiozzi y Lisandro Arelovich.

La segunda etapa del proyecto consiste en la continuación del rescate de los entierros de templos Santa Domingo y La Merced. Se repararon las aberturas del Memorial, y se trabaja en la habilitación del segundo piso del Memorial para alojamiento de colecciones.

Figuras 10 y 11. Individuo SF-46 previo y posterior a la remoción de goma laca. Fotos Mónica Leyría.

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Figuras 12 y 13. Individuo SF-20 Vista del cráneo previa y posterior a la preparación. Fotos Mónica Leyría.

Figuras 14 y 15. Cráneo luego de su preparación. Ind. SF-11.C. Fotos Mónica Leyría.

Referencias bibliográficas ARELOVICH L., M.Á. SEGOVIA Y S. CORNERO. 2007. Arqueología del Contexto Funerario de las Sepulturas del Sitio Templo San Francisco, Santa Fe La Vieja. En: Aquellos, los que se quedaron. Arqueología, Conservación y Museografía. Sitio Templo San Francisco, 1573 – 1660. Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja. S. Cornero (comp.), Sec. Cultura de la Provincia Santa Fe y C.F.I. Ed. Ciudad Gótica, Rosario BUIKSTRA J. 1980. Reporte preliminar sobre la conservación, el estudio y la exhibición de los restos humanos de Santa Fe La Vieja. Informe Inédito. OEA. Santa Fe. 2| Anuario de Arqueología| 162


BUIKSTRA J. 1986 Y 1987. Inventarios de los Enterratorios de los Templos Santo Domingo, La Merced y San Francisco. Documento Inédito. Biblioteca Museo Etnográfico de Santa Fe. CALVO L. M. 1990. Santa Fe la Vieja y la ciudad hispanoamericana. En: América, Nº 8. Santa Fe, Centro de Estudios Hispanoamericanos. CALVO L. M. 2006. La construcción de una ciudad hispanoamericana Santa Fe la Vieja entre 1573-1660. UNL, Santa Fe. CORNERO S. 2007. Rescate y curadoría de los enterratorios del templo de San Francisco. En: Aquellos, los que se quedaron. Arqueología, Conservación y Museografía. Sitio Templo San Francisco, 1573 – 1660. Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja. S. Cornero (comp.), Secretaria de Cultura de la Provincia de Santa Fe y C.F.I. Ed. Ciudad Gótica, Rosario. CORNERO S. 2008. Diagnóstico y Evaluación de Impacto Ambiental de los Enterratorios de los Templos del Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja, Cayastá. En: Continuidad y Cambio Cultural en Arqueología Histórica. III Cong. Nac. Arq. Hca. UNR. Rosario. DOSZTAL I., L. SALVATELLI Y S. CORNERO 2007. Memorias Del Pueblo: La Excavación de la Vieja Santa Fe, Cayastá, 1949. Conversaciones con Serbiliano Calderón y Reynaldo Cardozo. En: Aquellos, los que se quedaron. Arqueología, Conservación y Museografía. Sitio Templo San Francisco, 1573-1660. Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja. S. Cornero (comp.), Secretaria de Cultura de la Provincia de Santa Fe y C.F.I. Ed. Ciudad Gótica, Rosario. ARCHIVO GENERAL DE LA PROVINCIA: www. gobierno.santafe.gov. ar/ archivo_general / florian_paucke

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ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS A DIFERENTES ESCALAS

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PROYECTO ARQUEOLÓGICO ANTUMPA/CHAUPI RODEO: INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL SECTOR NORTE DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA Leoni, Juan B.i, Tamburini, Dianaii; Scarafia, Gracielaii; Freiberg, Clausii; Fabron, Giorginaii; Fernández, Sofiaiii; Hernández, Anahíii; Raies, Alejandraii; Fabron, Giulianaii

Resumen En este trabajo se presentan algunos resultados preliminares de las investigaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en el sitio Antumpa, ubicado en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca, en una posición geográfica de transición entre ambientes diversos como la Quebrada de Humahuaca, la Puna y los valles orientales y yungas. El sitio encierra información importante para comprender el poco conocido Período Temprano (ca. 1000 AC – 800 DC) en la Quebrada de Humahuaca, el desarrollo de la agricultura prehispánica y la relación entre las tierras altas y bajas en los Andes Centro-Sur prehispánicos. Palabras clavess: Antumpa, Quebrada de Humahuaca, período temprano, agricultura, intercambio regional Abstract In this paper we present some preliminary results of the ongoing archaeological investigations at the Antumpa site, located in the northern sector of the Humahuaca Quebrada, in a geographical transition between diverse environmental zones, such as the Humahuaca Quebrada, the Puna, and the eastern valleys and yungas. The site offers relevant information to understand the currently little-known Early Period (ca. 1000 BC – AD 800) in the Humahuaca Quebrada, the development of pre-Hispanic agriculture, and the relationship between highlands and lowlands in the pre-Hispanic Central-Southern Andes. Keywords Antumpa, Humahuaca Quebrada, early period, agricultura, regional exchange

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CONICET- Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires/Escuela de Antropología, Universidad Nacional de Rosario - jbleoni@hotmail.com ii Facultad de Humanidades y Artes. Escuela de Antropología. Universidad Nacional de Rosario iii Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Argentina 2| Anuario de Arqueología| 167


Introducción En 2006 iniciamos investigaciones arqueológicas en Antumpa (Quebrada de Chaupi Rodeo, Depto. Humahuaca, Jujuy), buscando profundizar en el conocimiento del sitio con el fin de comprender la dinámica sociocultural del Período Temprano en la Quebrada de Humahuaca, los cambios diacrónicos en el uso del sitio y de su entorno inmediato, así como su rol en la comunicación entre diferentes zonas ambientales y culturales.1

Antumpa: ubicación y características generales Antumpa se ubica en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca, en el ángulo que forma la confluencia de los ríos Grande y su afluente el Chaupi Rodeo, a unos 3,5 km al sureste de la actual población de Hipólito Yrigoyen o Iturbe (Figura 1). Si bien la prospección preliminar ha revelado la existencia de variados restos arqueológicos en la Quebrada de Chaupi Rodeo (arte rupestre, restos de posibles ocupaciones tardías, instalaciones agrícolas), Antumpa sería al parecer el sitio con mayor visibilidad arqueológica en la zona y nos concentramos en él en esta ponencia. El sitio destaca por su ubicación geográfica clave, ocupando lo que María E. Albeck (1992:101) denomina un nudo o punto de entrecruzamiento de redes de comunicación entre ambientes y regiones diferentes, tanto en sentido norte-sur (definido por la Quebrada de Chaupi Rodeo) como este-oeste (definido por el río Grande que corre en este sector en dirección noroestesureste). En efecto, la Quebrada de Chaupi Rodeo se sitúa en una posición de transición geográfica y ambiental, entre el ambiente puneño hacia el oeste, las serranías de Santa Victoria hacia el norte, la Quebrada de Humahuaca hacia el sur y los valles orientales y yungas hacia el este. En la actualidad la Quebrada de Chaupi Rodeo constituye una zona de paso en la vía de comunicación (Ruta Provincial 13/133) entre la Quebrada de Humahuaca (Jujuy) e Iruya (Salta). Asimismo, según Albeck (1992:100), hasta la década de 1940 los pobladores 2| Anuario de Arqueología| 168


puneños de Casabindo pasaban por Iturbe en su camino a Iruya, a donde iban a intercambiar sal y productos ganaderos por productos agrícolas y objetos de madera. Es posible suponer que en el pasado prehispánico la zona jugó un rol similar y que los grupos humanos asentados en ella hubieran contado con un acceso relativamente rápido a los recursos que presentan estos ambientes cercanos y a las vías de comunicación que los conectaban. El núcleo del sitio arqueológico se ubica sobre la terraza de la margen izquierda del río Chaupi Rodeo y gran parte del amplio faldeo adyacente. Los restos arqueológicos se distribuyen entre los 3300 y 3600 msnm, ocupando una extensa área de forma más o menos romboidal limitada al norte por una quebrada sin nombre tributaria del río Chaupi Rodeo que corre con dirección sureste-noroeste; por el curso de los ríos Chaupi Rodeo y Grande al oeste; y por la quebrada del arroyo Charcomayoc al sur y sureste (Figura 2). Los restos arqueológicos cubren, si bien con densidad variable, una superficie total aproximada de 161 hectáreas, aunque la mayor densidad de ocupación se ubica en las cotas más bajas, sobre la terraza del río Chaupi Rodeo. La pendiente general varía entre el 8 y 10 %, aunque algunas secciones más o menos pronunciadas alternan con áreas relativamente planas o de muy poco inclinación. La parte más baja del sitio, sobre la terraza del Río Chaupi Rodeo, parece haber constituido el núcleo de la ocupación humana a través del tiempo. Presenta una reocupación más intensa, con estructuras de distintas épocas superpuestas y abundante material arqueológico en superficie. La ocupación posthispánica ha sido más intensa en este sector, por lo cual las pircas antiguas han sido utilizadas como cimiento de paredes posteriores o como fuente de piedras para la construcción de nuevas estructuras. Las construcciones modernas incluyen puestos de uso estacional (abandonados en su mayoría), corrales, canchones de cultivo y un cementerio.

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Antecedentes de investigación Aunque existen muy pocos antecedentes de investigación arqueológica para la Quebrada de Chaupi Rodeo, Antumpa es bien conocido en la literatura arqueológica como uno de los escasos sitios asignables al período Agroalfarero Temprano (o Formativo, ca. 1000 AC – 800 DC) en la Quebrada de Humahuaca. Fue mencionado por primera vez por Alberto R. González (1977; González y Pérez, 1972), quien lo denominó Otumpa y lo caracterizó tentativamente como Temprano en base a las diferencias y similitudes con sitios conocidos de la Quebrada de Humahuaca y la región Valliserrana del Noroeste argentino. Posteriormente, María I. Hernández Llosas, Susana Renard de Coquet y Mercedes Podestá (1983-85) realizaron excavaciones exploratorias en el sitio, concluyendo que si bien existían restos pertenecientes a ocupaciones del Período Tardío los restos correspondientes al Temprano constituían los más extensos y menos perturbados, confirmando la caracterización original de González. Las excavaciones en un recinto circular produjeron un fechado radiocarbónico de 1360 ±70 AP (LATYR LP-105). María E. Albeck (2000) y Alicia Fernández Distel (1997) visitan el sitio y realizan nuevas descripciones de los restos arqueológicos de Antumpa en años posteriores. Esta última autora, en sus obras de síntesis de la arqueología de Jujuy, incluyó croquis y observaciones propias acerca de los probables recintos de habitación y de cultivo, no descartando una posible reocupación en tiempos de la presencia Inca en la región.

Nuevas investigaciones en Antumpa Las actividades desarrolladas desde 2006 hasta el momento incluyen la prospección, mapeo y realización de excavaciones y recolecciones superficiales sistemáticas en Antumpa, así como el reconocimiento y prospección del tramo inferior de la Quebrada de Chaupi Rodeo, que constituye el entorno inmediato del sitio. 2| Anuario de Arqueología| 170


El tamaño y relevancia Antumpa se deberían en buena parte a su ubicación estratégica, como así también a ciertas características de su emplazamiento que favorecieron la práctica de la agricultura a gran escala en el pasado. Por lo tanto consideramos que en la interpretación de la historia de la ocupación del sitio dos aspectos, y sus respectivos indicadores arqueológicos, resultan clave: 1) la práctica de la agricultura; 2) el intercambio interregional.

Agricultura

prehispánica:

indicadores

arqueológicos

y

aspectos

principales a- Instalaciones agrícolas (cuadros y canchones de cultivo, despedres) Un aspecto principal caracteriza al sitio a primera vista, la gran extensión de probables instalaciones agrícolas prehispánicas. Sin embargo, la distribución de estos restos arquitectónicos no es homogénea, pudiéndose definir dos sectores bien diferenciados, delimitados en general por una antigua terraza que atraviesa el sitio en dirección norte-sur. En el sector más bajo del sitio, ubicado hacia el oeste de esta línea, se distribuyen amplias extensiones de cuadros de forma rectangular, trapezoidal y cuadrangular construidos de manera muy regular, de entre 20 y 30 m de lado. Como instalación agrícola específica, estos conjuntos de cuadros parecen corresponder a lo que Raffino (1975: Nota 8) definiera como “canchones o bancales de cultivo”, construidos en áreas de poca pendiente y en sentido longitudinal a ella. Estos cuadros aterrazan ligeramente la pendiente y seguramente actuaron como forma de protección del suelo contra la erosión, a la vez que brindaban protección a los cultivos contra el viento y el frío, así como los animales salvajes y domésticos. No hemos detectado aún, sin embargo, ninguna evidencia de estructuras relacionadas con el riego o algún tipo de almacenamiento y distribución de agua. Los recintos circulares de posible función residencial se ubican dentro de estos cuadros (ver más abajo), aunque la mayoría de los cuadros no poseen recintos en su interior. 2| Anuario de Arqueología| 171


El otro sector claramente diferenciado se encuentra hacia el este, sobre la antigua terraza, extendiéndose hacia cotas más elevadas sobre un amplio faldeo. Aquí las estructuras difieren notablemente en forma y tamaño, consistiendo en grandes cuadros de forma rectangular y cuadrangular, así como algunos con paredes curvadas, combinados con largas acumulaciones de piedras, a veces sinuosas, que se extienden sin formar un patrón claro, generalmente en sentido longitudinal a la pendiente, por cientos de metros. Los cuadros en este sector alcanzan hasta 100 m de lado y no se han observado recintos circulares asociados con estas estructuras, ni material arqueológico en superficie en densidad significativa. La funcionalidad de estas estructuras no es clara, aunque tentativamente pueden plantearse varias alternativas. Podría tratarse de estructuras con una función diferente a las de los conjuntos de cuadros ubicados más abajo, tal vez otro tipo de cultivos o incluso, en algunos casos, de corrales para camélidos domésticos. Alternativamente, podría tratarse de la primera etapa de un proceso de construcción de conjuntos de cuadros regulares; los cuadros de mayor tamaño tal vez hubieran sido posteriormente subdivididos, y las largas líneas de piedras podrían tal vez ser el primer paso en el despedre de las áreas elegidas para la construcción de las instalaciones agrícolas o bien las paredes troncales a partir de las cuales se construirían los conjuntos de cuadros. En este sentido, este sector del sitio podría muy bien reflejar lo que Axel Nielsen (1995:250) describe como una “imagen detenida de un proceso de cambio en el paisaje”, en la que vemos las fases iniciales de limpieza o despedre de la ladera, y el inicio de la construcción de los conjuntos agrícolas, que por razones que aún desconocemos no llegaron a ser completados.

b- Implementos agrícolas: palas y/o azadas Las investigaciones desarrolladas hasta ahora han producido un gran número de palas y/o azadas líticas enteras y fragmentadas (Figura 5d). Estas 2| Anuario de Arqueología| 172


constituyen el tipo de artefacto lítico más numeroso en el sitio y se las encuentra tanto en superficie dentro de los canchones como en las excavaciones desarrolladas en estructura circulares y en el montículo, tanto en contextos primarios como secundarios. Si bien el análisis tipológico, funcional y distribucional de estos artefactos se encuentra en curso, esta ubicuidad y abundancia confirmaría la importancia de la agricultura en la vida de los antiguos habitantes de Antumpa. Se trata de instrumentos manufacturados en una roca esquistosa verde/grisácea cuya procedencia (local o no local) aún no ha sido determinada. Si bien se encuentran ocasionalmente rocas de este tipo en el sitio, no es claro si son originarias del lugar o fueron ingresadas por los habitantes. Su diseño está altamente estandarizado y no se encuentran en el sitio desechos de talla de su producción, que al parecer combinaba técnicas de pulimentado, abrasión, picado y lascado. Parecen haber sido la herramienta principal en los trabajos agrícolas pero también en otros tipos de actividades (por ej. construcción). El uso de estos implementos líticos es característico en general del Período Temprano, siendo reemplazados en momentos posteriores por herramientas de madera (Ávalos, 1998).

c- Paleoambiente En la actualidad el clima es frío y seco en invierno, y cálido y seco en verano, aunque con gran amplitud térmica diaria. Las precipitaciones (aprox. 300 mm en promedio) son estivales y se producen de manera torrencial, y las heladas son frecuentes en invierno. Estas condiciones dificultan notablemente el desarrollo de la agricultura, que sólo se practica actualmente en pequeña escala, cultivándose principalmente alfalfa, habas, papas, arvejas, maíz (pocas variedades locales) y hortalizas, en general para el autoconsumo. Por otro lado, esta zona ofrece buenas condiciones para los cultivos microtérmicos, resistentes al frío y la altura, como la papa, oca, quinoa y kiwicha (Albeck, 1992:96). 2| Anuario de Arqueología| 173


¿Pero fueron las condiciones ambientales en el pasado las mismas? ¿Hubo cambios importantes en el régimen de precipitaciones, con consecuencias en los procesos de erosión y sedimentación? Estas preguntas son de suma importancia para comprender la práctica de la agricultura en el pasado y para dar sentido a la enorme extensión de instalaciones agrícolas en el sitio. Si bien no existen estudios específicos sobre las condiciones ambientales en esta región en el pasado y de los posibles cambios experimentados a lo largo del tiempo, numerosos estudios paleoclimáticos realizados en diversas partes del área Andina documentan importantes cambios climáticos, tales como marcadas oscilaciones en los regímenes pluviales, en el pasado prehispánico (e.g. Binford et al., 1997; Thompson et al., 1979). En el NOA, diversos estudios dan cuenta también de importantes cambios en los ciclos de precipitaciones en la región. Por ejemplo, los trabajos de Jorge Fernández (1984) para el curso superior del Río Grande y Pre-Puna jujeña y de Julio Kulemeyer (2005) en Yavi, Puna jujeña, entre otros, muestran que importantes ciclos de mayor y menor humedad pueden identificarse durante el Holoceno Medio y Tardío, y que podrían haber influido significativamente en las actividades humanas del pasado.2

El intercambio interregional: conexiones con la Puna y yungas La ya señalada posición geográfica de Antumpa habría facilitado el acceso a recursos y la interacción con otras zonas ambientales cercanas, como la Puna (situada al oeste) y los valles orientales, yungas y tierras bajas (situados al este), así como los sectores central y sur de la Quebrada de Humahuaca (situada al sur). Tal vez el sitio ocupó una posición nodal en las redes de intercambio que debieron existir en el pasado prehispánico en la región. Diversos materiales arqueológicos proporcionan indicadores de estas probables vinculaciones interregionales.

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a- Cerámica Las investigaciones ya han producido un indicador claro de contacto con las tierras bajas. Se trata del hallazgo de cerámica similar al “Complejo Arazayal” definido por Dougherty, Calandra y Crowder (1978), que se encuentra en sitios de la cuenca del Río Bermejo y Tarija, ubicados en zonas de floresta densa por debajo de los 500 msnm (Figura 5b). Las investigaciones de Beatriz Ventura (1999) han ampliado el área de distribución de esta cerámica, identificándosela también en sitios ubicados en el valle del Río Iruya. ¿Cómo llegó esta cerámica a Antumpa? ¿Fue intercambiada? ¿Representa movimientos de personas también? Son interrogantes que estamos intentando resolver actualmente.

b- Obsidiana La obsidiana aparecía en general en el sitio en la forma de pequeñas puntas triangulares pedunculadas, características del Período Temprano, y de hiper-microlascas producto del microrretoque de sus filos (Figura 5c). No hay fuentes conocidas en las cercanías por lo que suponíamos que la obsidiana llegaba al sitio en la forma de instrumentos ya formatizados, preformas y/o lascas pequeñas, constituyendo una materia prima altamente conservada. Sin embargo, el hallazgo en la última campaña de un núcleo con corteza de entre 1,5 y 2 kg de peso, nos hace pensar que el acceso a la obsidiana no era difícil y que se podía disponer de la misma en relativa abundancia. Los mecanismos de adquisición, por otra parte, constituyen aún una incógnita. Se intentará establecer la procedencia de la obsidiana hallada en el sitio, aunque tentativamente suponemos que podría provenir de la fuente localizada en Cerro Zapaleri, en el punto tripartito de la frontera entre Argentina, Bolivia y Chile (Yacobaccio, et al. 2004).

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c- Análisis de fauna Si bien el análisis zooarqueológico se halla apenas en sus comienzos, el conjunto faunístico del sitio parece estar dominado ampliamente por los restos de camélidos y en menor medida cérvidos. Se espera que el análisis contribuya, entre otros aspectos, a determinar si existen evidencias que puedan apoyar el caravaneo de llamas por parte de los antiguos ocupantes de Antumpa.

El componente Temprano de Antumpa Un aspecto principal de Antumpa es su componente Agroalfarero Temprano (ca. 1000 AC – 800 DC), y de hecho es debido a esto que el sitio se hizo conocido en la literatura arqueológica. En este sentido, el sitio es de gran importancia en tanto son muy escasos los sitios tempranos conocidos para la Quebrada de Humahuaca, en particular correspondientes a aldeas y/o asentamientos permanentes o semipermanentes. La evidencia disponible actualmente es en general fragmentaria, hallada accidentalmente (sitios en el casco urbano de Tilcara) (Rivolta y Albeck, 1992) o en excavaciones y perfiles en sitios con intensa reocupación Tardía (Olivera y Palma, 1997; Zaburlín et al., 1996). Por lo tanto Antumpa encierra importantes claves para entender cómo fue este período en la región. Se describen a continuación los principales aspectos que caracterizan al componente Temprano del sitio.

a- Recintos circulares Una característica fundamental del sitio que llevó originalmente a A. Rex González a caracterizarlo como Temprano es la presencia de recintos circulares, típicos (aunque no exclusivos) del Período Temprano en el NOA en general. Estos recintos se encuentran diseminados dentro de los cuadros de cultivos y hacen pensar en una aldea dispersa similar a las que existían en la misma época en otras partes del NOA (e.g. Quebrada del Toro, Faldas del Aconquija, Valles Calchaquíes, Puna meridional). Sin embargo su visibilidad 2| Anuario de Arqueología| 176


arqueológica es baja y parecen haber sido perturbados por factores tanto antrópicos (reutilización) como naturales (erosión). La excavación de algunos de ellos ha dado resultados dispares. Así, el Recinto 2 produjo evidencias contextuales y artefactuales de ocupación temprana, pero el Recinto 5 y estructuras asociadas no produjeron evidencias significativas de ocupación de ningún tipo (Figura 3).

b- Montículo Desde los primeros reconocimientos del sitio se identificó la presencia de al menos dos estructuras monticulares en el sitio, que se destacan claramente de su entorno inmediato. Uno de ellos, situado cerca del borde de la terraza del Río Chaupi Rodeo tiene una estructura circular en su parte más alta (Figuras 3b y 4) que fue utilizada hasta tiempos recientes como trilladora de trigo, aunque nos inclinamos a pensar que se trata de un recinto arqueológico temprano reutilizado a tal fin. Una meta de las investigaciones pasó a ser determinar si ese montículo era de origen cultural y en caso de serlo, si su formación se debía a la existencia de sucesivas ocupaciones (como en el caso de otros sitios tempranos del NOA como Campo Colorado en el Valle Calchaquí [Tarragó, 1980:31-35], o Las Cuevas, Quebrada del Toro [Cigliano et al., 1976]), si se trataba de un basural, o si respondía a una acumulación intencional de material para elevar el terreno con fines no determinados. Desarrollamos excavaciones en la cima y lados del montículo que han permitido determinar que su origen es claramente cultural y que en su base se encuentra arquitectura temprana bien conservada.3 Se trata con seguridad de un recinto circular, que parece haber sido abandonado y luego rellenado con basura, y de una posible pared perimetral recta que habría encerrado al recinto circular (Figuras 3b y 4). Suponemos que existen otras estructuras asociadas, formando lo que podría haber sido el o uno de los núcleos de la ocupación temprana del sitio.

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c- Conjunto artefactual El conjunto de artefactos recuperado en las excavaciones en el montículo, recintos circulares y otros sectores del sitio responde claramente a las características esperables para el Período Temprano. A las ya descritas azadas/palas y puntas de proyectil, se suman las pipas de cerámica para fumar cebil (costumbre que en general se considera como proveniente de las tierras bajas y adoptada por los pueblos andinos) (Figura 5a), así como cuentas y ornamentos de diferentes materiales, artefactos líticos dentados de función no determinada, agujas de hueso y un “anillo” de metal (posiblemente cobre) que se supone formaba parte de un artefacto de madera.

d- Fechados radioarbónicos Finalmente, los fechados radiocarbónicos obtenidos hasta la fecha permiten confirmar que existió una ocupación considerable en el sitio entre los siglos IV y IX de nuestra era, es decir la parte final del Período Temprano (Tabla 1). Asimismo, se obtuvieron fechados de mucha mayor antigüedad (alrededor de 1000 años AC), aunque en materiales redepositados utilizados como relleno del montículo. Si bien no tienen un contexto bien definido y por lo tanto no constituyen evidencia clara de una ocupación anterior, permiten suponer, si es que el origen del carbón fechado es realmente cultural, que efectivamente existió algún tipo de ocupación humana en el sitio en esos tiempos. Es sugestivo que varias cuevas y aleros relativamente cercanos ubicados en la Puna o borde de Puna (e.g. Inca Cueva, Cueva Cristóbal, Alero de las Circunferencias) han producido ocupaciones con fechados semejantes (Fernández, 1988-89; García y Carrion, 1992; Hernández Llosas, 1998). Sería interesante establecer la articulación que existía entre estos sitios, que muestran ocupaciones breves y específicas, y Antumpa que tal vez funcionaba como un lugar de residencia más permanente. Por supuesto para esto hay que localizar evidencias contextualmente claras de una ocupación de esta antigüedad en Antumpa. 2| Anuario de Arqueología| 178


Consideraciones finales Las investigaciones desarrolladas hasta ahora en Antumpa han producido resultados de sumo interés que permiten confirmar que el sitio encierra información importante para comprender mejor el proceso de desarrollo cultural prehispánico en la Quebrada de Humahuaca. Entre otros aspectos Antumpa posee gran potencial para responder preguntas relacionadas con: 1- El Período Temprano en la Quebrada de Humahuaca, actualmente muy poco conocido. 2- El desarrollo de la agricultura prehispánica, en particular la asociada con el Período Temprano. 3- La relación entre las Tierras Altas y Bajas en los Andes Centro-Sur, y la contribución de estas últimas al desarrollo de las sociedades andinas.

Notas 1. El proyecto se desarrolla bajo el permiso de la Secretaría de Turismo y Cultura de la Provincia de Jujuy, Resolución N° 132 – STYC/06. Asimismo, se solicitó autorización a la Comunidad Aborigen de Negra Muerta, en cuyas tierras comunitarias se ubica el sitio. Las investigaciones se iniciaron bajo una Beca Postdoctoral de Reinserción de CONICET (Resolución D Nº 1310 18/82005) y continuaron hasta la actualidad con el subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) PICT Jóvenes Investigadores 2005-34424. 2. En coordinación con el equipo del Dr. Julio Kulemeyer, intentamos abordar esta problemática crucial, y como resultado Gabriel Cortés desarrolla actualmente investigaciones geoarqueológicas para la reconstrucción paleoambiental del entorno del sitio. Por otro lado, el análisis preliminar de muestras de polen de las excavaciones realizado por la Dra Liliana Lupo (comunicación personal) ha identificado la presencia (si bien escasa) de maíz, lo que apoyaría la posibilidad de que condiciones ambientales más favorables hayan existido en el pasado. 3. La caracterización de la arquitectura en cuestión como temprana se basa tanto en las características de los artefactos asociados a ella como en un fechado radiocarbónico que produjo una fecha de 1330 +/- 70 AP (LP-1996). Ver Tabla 1 para su calibración y otros detalles.

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Figuras

Figura 1. Ubicaci贸n de la Quebrada de Chaupi Rodeo y Antumpa

Figura 2. Plano general del sitio arqueol贸gico Antumpa.

Figura 3. Recintos circulares de Antumpa 2| Anuario de Arqueolog铆a| 180


Figura 4. Plano del montículo, con ubicación de las excavaciones

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MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS EN LA PAMPA ARGENTINA Y SU POSIBLE RELACIÓN CON LOS ESTADOS DE TRANCE SHAMÁNICO. Mariana Algraini

Resumen En el marco de diferentes proyectos de arqueología regional, acreditados por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, se viene trabajando en el estudio del arte rupestre y demás manifestaciones artísticas de la Región Pampeana Argentina, vinculados con sus aspectos rituales y simbólicos. Una de las características más sobresalientes del arte de la región, representado en diferentes tipos de soportes (cuevas y paredes rocosas, cerámica, placas de roca, huevos de ñandú, cráneos, quillangos, tatuajes corporales) es el gran porcentaje de diseños abstracto-geométricos, siendo los motivos figurativos escasamente representados. Se ha sugerido que esta recurrencia, dada en un lapso temporal amplio, abarcando material arqueológico y etnográfico, puede estar respondiendo a códigos simbólicos comunes entre las sociedades de la región. A partir de un enfoque amplio, que contempla el aporte de diversos estudios que van desde la antropología, la etnografía, la arqueología cognitiva, hasta la etnobotánica y etnocognición, se realiza otra propuesta que complementa la anterior, relacionada a la representación de motivos generados durante el trance shamánico. Palabras claves: Arte rupestre, shamanismos, trance, enteógenos, región pampeana Abstract In the framework of various regional archaeological projects, accredited by the Faculty of Humanities and Arts at the Universidad National of Rosario, has been working on the study of rock art and other artistic expressions of the Región Pampeana Argentina, associated with its rituals and symbolic. One of the salient features of the art of the region, represented in different media types (caves and rocky walls, pottery, rock slabs, ostrich eggs, skulls, quillangos, body tattoos) is the large percentage of abstract geometric designs , being poorly represented figurative motifs. It has been suggested that this recurrence, given in a broad time period, covering archaeological and ethnographic material, may be responding to symbolic codes common among companies in the region.

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Centro de Estudios de Arqueología Regional. Universidad Nacional de Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina. - algrainmariana@hotmail.com 2| Anuario de Arqueología| 185


From a comprehensive approach that includes input from various studies ranging from anthropology, ethnography, archaeology, cognitive ethnobotany and etnocognición up, take another proposal that complements the previous one, related to the representation of motifs generated during the shamanic trance. Keywords: Rock art, shamanism, trance, entheogens, pampean region

El arte de la región pampeana La característica central de las manifestaciones artísticas representadas en diversos soportes dentro de la región pampeana, es su carácter geométrico, el cual se observa en más del 80 % de los casos. En cuanto a los motivos figurativos, se hallan escasamente representados. Para el caso particular del arte rupestre de Ventania, están compuestos por representaciones de manos en las cuevas Florencio y Santa Marta (Madrid y Oliva, 1994) y, en el caso de la Gruta de los Espíritus, por antropomorfos y mascariformes (Holmberg, 1884). Asimismo, dentro del arte mobiliar de la Región Pampeana, se hallaron algunos motivos figurativos como un zoomorfo (grabado en un elemento de molienda hallado en la localidad de Ameghino) y manos de moler esculpidas con formas fálicas (Oliva y Algrain, 2005). En cuanto a los motivos abstractos del Sistema Serrano de Ventania, que pueden adscribirse a la modalidad estilística geométrica-simple (Gradin, 1980) se encuentran representaciones de líneas rectas, paralelas, triángulos enfrentados, almenados, puntos, escaleras, zig zags, rombos, entre otros (Consens y Oliva, 1999; Oliva, 2000). Estos aparecen en el arte rupestre y mobiliar, dentro del registro arqueológico, así como también en elementos etnográficos tales como cueros pintados, quillangos, tatuajes corporales (Oliva y Algrain, 2005). Es necesario remarcar que motivos de carácter abstracto-geométrico aparecen representados en el arte a lo largo de todo el planeta, lo cual tiene que 2| Anuario de Arqueología| 186


vincularse a cuestiones generales de la especie humana, si bien la selección y significación de los mismos se relaciona con cada sistema simbólico y/o cultural. Así, las características eminentemente abstractas del arte pampeano podrían estar hablando de un sistema de ideas, valores y creencias compartido por los diversos grupos etnográficos en un lapso temporal amplio.

Acerca del arte y el trance shamánico Tal vez uno de los trabajos más interesantes en relación a este tema es el realizado en los años 70, por Reichel Dolmatoff (1978). Sus estudios etnográficos entre los tukanos, de la cuenca amazónica en Colombia, acerca del uso del yaje (Banisteriopsis), profundizan sobre el significado del uso de esta planta, observando que las visiones producidas por su ingesta eran representadas en la decoración de malocas, de vasijas, de cestas, tratándose de motivos geométricos simples (círculos, diamantes, puntos, espirales). Este autor destaca que los mismos aparecen también en los petroglifos y pictografías de la región y de zonas más alejadas. Resulta interesante su propia experiencia de ingestión de yajé, ya que la misma es relatada para ser grabada en un magnetófono. En un momento describe: “...Ahora sí hay motivos más definidos: arabescos, franjas horizontales. Sí, casi todo viene en franjas paralelas, cada una de otro color. Pero siempre en movimiento.”(citado por Alcina Franch, 2004:31). Al día siguiente, cuando intenta dibujar lo que recuerda de sus visiones, los tukano le informan sobre el significado de cada una de ellas, elaborando así un catalogo de diseños (triángulos, rombos, líneas paralelas, puntos, cuadrículas, espirales, entre otros) y sus significados culturales relacionados a la mitología tukana, que en este caso giraría en torno al problema del incesto. Destaca el hecho de que los fosfenos no son momentáneos, sino que continúan visualizándose un cierto tiempo y pueden asimismo visualizarse en el medio natural, por lo cual “la imagen visual normal se transformaría en una visión sobrenatural, haciendo

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que el mundo mitológico se incorporase al mundo real de los individuos” (ver Alcina Franch, 2004:33). En palabras del etnógrafo “a excepción de unos pocos dibujos realistas de animales o casas, todo el estilo artístico de los tukano puede decirse que se basa en los fosfenos provocados por la droga. La mayoría de los elementos que componen ese estilo llevan el mismo mensaje: la exogamia” (ReichelDolmatoff, 1978:177). Por otro lado, a partir de los años 80, con el surgimiento de nuevos enfoques e interrogantes sobre el estudio del pasado denominados en general arqueología post procesual y cognitiva, (Witlhey, 1998) se enfatizó la importancia de la mente humana y la cognición como factores clave en la creación del Registro Arqueológico. Dentro de estas aproximaciones, Ouzman, en relación al shamanismo, señala su presencia en grupos cazadores y recolectores a lo largo de todos los continentes, y si bien subraya la enorme variabilidad en sus formas, observa una correspondencia en cuanto a las creencias y prácticas en grupos que poseen una distancia espacial y temporal. Una explicación a tal correspondencia estaría dada, según este autor, por la existencia de un mismo sistema nervioso central entre los Homo sapiens, el cual si se ve estimulado por diversos mecanismos puede producir idénticas visiones y experiencias, que sin embargo se encuentran embebidas en una matriz cultural y ofrecen significados culturales específicos (Ouzman, 1998:33). Asimismo, dentro de este marco de arqueología cognitiva, diversos autores utilizan lo que se denominó el “modelo neuropsicológico” basado en el estudio del sistema nervioso central y periférico, aplicado al análisis de las representaciones rupestres (Withley, 1998; Ouzman, 1998; Lewis-Williams y Dowson, 1993; Dowson, 1998, 1998a, entre otros). Estos estudios observan que en los estados de conciencia modificados (como es el caso del trance shamánico) a partir de diversas técnicas del éxtasis

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existirían una serie de recurrencias en cuanto a las percepciones visuales y somáticas. Las experiencias de orden visual están relacionadas en principio a la aparición de motivos entópicos, de carácter geométrico (fosfenos: puntos, cuadriculas, líneas paralelas, zig zags, engranajes, meandros y espirales). En etapas más avanzadas la imaginería mental es controlada culturalmente, y una gran variedad de visiones (animales, personas, objetos, seres míticos) son combinadas con los elementos entópicos. Entre las experiencias de orden somático, que involucran cambios sensoriales, se puede destacar las sensaciones de vuelo, muerte, ingravidez, elongación y transformación del cuerpo, entre otras. Cabe recordar que todas estas experiencias constituyen muchas veces metáforas del trance shamánico y están ligadas a cuestiones de índole social. En nuestro país la relación entre el registro arqueológico y los estados de trance shamánico, es propuesta por diferentes autores. Uno de los casos más notorios es el de la iconografía “Aguada” donde varios motivos sugieren metáforas somáticas del trance, como lo es el sentimiento de transformación del cuerpo en un animal de potencia. Tal sería el caso del “shaman jaguar”, personaje

representativo

de

esta

cultura,

donde

esta

metáfora

de

transformación shamánica se relacionaría con el uso del cebil (Anadenanhtera colubrina) (Gordillo et al., 2000). Por su parte, para el área subandina, Shobinger (1997) propone que en muchos casos las manifestaciones plásticas presentan un simbolismo derivado de experiencias originadas en prácticas shamánicas o iniciáticas, donde los motivos que se originan en el trance, mediante el uso de plantas psicodélicas, son representados en el arte rupestre y mobiliar. Para la Región Pampeana, diferentes estudios han sugerido la posibilidad de que algunos motivos del arte rupestre se traten de representaciones de las experiencias generadas en el trance shamánico (Madrid et al., 2000; Oliva y Algrain, 2004, 2005). Así también se propuso que muchas 2| Anuario de Arqueología| 189


de estas manifestaciones, al tener un posible origen shamánico, podrían ser evocadoras de seres o potencias supranaturales (Algrain, 2003). Muchos de estos motivos podrían englobarse dentro del “arte shamánico” concebido por Llamazares y Martínez Sarasola (2004) como una forma de expresión de lo sagrado. Para estos autores son numerosos los motivos presentes dentro de las manifestaciones artísticas que estarían referidos a la iconografía nacida del trance (o relacionada con alguno de sus rituales), los cuales constituyen símbolos permanentes de lo sagrado. En palabras de Colombres (2005) “…la esfera del mito y la religión seguirá actuando como el principal factor de significación de la realidad, pues lo sagrado, en un sentido antropológico y no ya escatológico, no es más que esa zona preservada donde la cultura emplaza sus valores esenciales, y que constituyo a lo largo de los siglos, en todas partes, el mayor abrevadero del arte” (Colombres 2005:12).

Uso de enteógenos en las sociedades americanas Diversos estudios arqueológicos han observado una temprana utilización de enteógenos en las sociedades del continente americano. Un caso relevante es el hallazgo de semillas de mescal (Sophora secundiflora) en sitios con una antigüedad de 7.000 a.C., localizados en Texas y del norte de México, asociadas con puntas de proyectiles tipo Folsom y Plainview, restos de bisonte del Pleistoceno y pinturas rupestres (Furst, 1992). Por otra parte, la representación de hongos, ya sea como ídolos o imágenes figurativas, en Mesoamérica se puede encontrar desde ca. 1000 a. c (Furst, 1992). Asimismo, el caso del tabaco (Nicotiana ssp.) resulta llamativo ya que hay autores que contemplan la posibilidad de que sean las plantas cultivadas más antiguas de América (Furst, 1992), dado su uso y persistencia durante miles de años (Plotkin, 1997).

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En el norte chileno (San Pedro de Atacama) se han hallado alcaloides como la DMT y bufotenina, cuya antigüedad se remonta a 1.200 años, hallados en dos muestras de rape (Torres et al., 1991). Particularmente en el sitio Inca Cueva se puede destacar el hallazgo de pipas tubulares, las cuales poseen una cronología que va desde los 2.130 a.C. (Fernández Distel, 1980, citado en Llamazares y Martínez Sarasola, 2004:267). Todos estos hallazgos e hipótesis muestran una gran profundidad temporal para el uso de sustancias capaces de modificar la conciencia, lo cual, junto a la amplia distribución de la utilización de enteógenos, advierten sobre la importancia y permanencia cultural de este tipo de prácticas. Cabe recordar que todas las sociedades indígenas americanas, a excepción de los selk-nam (de los cuales se desconoce) utilizan o utilizaron algún tipo de “alucinógeno” para entrar en trance (Terán com. pers.). Si bien las plantas y hongos con propiedades psicoactivas constituyen una vía eficaz para acceder a estados modificados de conciencia, existen grupos que utilizan otros elementos. Tal es el caso de los lengua-maskoy, entre quienes la persona que desea aprender prepara “un brebaje hecho de vegetal, animal u otro objeto cualquiera, que deja fermentar y luego lo bebe” (Arenas, 1981:28). Por otra parte hay mecanismos físicos que permiten acceder al trance (autohipnosis, ayunos, sacrificios corporales, entre otros). Sobre los enteógenos tradicionales de sociedades americanas, y sólo a modo de síntesis, se puede mencionar el uso de Datura, Sophora secundiflora (mescal) y Amanita muscaria en algunas culturas de Norteamérica. En México, se destaca el uso ritual de Lophophora (peyote) y una veintena de especies de hongos psilocíbicos en diversos grupos étnicos. En cuanto a las culturas andinas se puede mencionar el consumo de Trichocereus pachanoi (San Pedro) y diversas especies de Brugmansia. Por otra parte, especies de Anadenanthera (cebil, yopo, vilca) fueron y son usadas en la Amazonía y en el norte de Argentina. A su vez se observa el uso de Virola en la Amazonía, 2| Anuario de Arqueología| 191


Banisteriopsis caapi (ayahuasca) en regiones amazónicas y andinas y Latua, Brugmansia, Anadenanthera, Lobelia tupa, en los grupos mapuches de Chile (Ott, 2000; Schultes y Hofmann, 1993). Por lo expresado hasta aquí, el uso de sustancias psicoactivas, constituye entre las diferentes sociedades americanas, un medio significativo de acceso a los estados de trance shamánico. El mismo debe entenderse dentro de un contexto de pensamiento mítico, como una vía de conocimiento y un vínculo con planos sagrados. En sus trabajos sobre farmacognosia, Ott considera que la esencia de la experiencia que proporciona el uso de enteógenos, es el éxtasis, ese estado de gracia espiritual, donde el universo se experimenta, no como materia, sino como energía, donde se recuerda que nuestro planeta está vivo y todo lugar es un lugar sagrado, conocimientos que incomodarían a la cultura occidental moderna (ver Ott, 2000). Aunque, según la opinión de un destacado etnobotánico “Quizás con todos nuestros conocimientos modernos podamos prescindir de los hongos sagrados. ¿O quizá los necesitemos más que nunca?” (Wasson, 1961 citado por Ott, 2000:20).

Los enteógenos en la región pampeana argentina La región pampeana cuenta entre sus especies nativas con una gran cantidad de plantas y hongos que poseen principios enteogénicos (Algrain, 2003), los cuales constituyen potenciales recursos para el acceso a los estados de trance shamánico. A modo de ejemplo se pueden mencionar las siguientes plantas: Datura ferox, Heimia salicifolia, Ipomea vilacea, Nicotiana ssp, Schinus molle, Sida rombifolia y el género Trichocline. Entre los hongos se encuentran las especies: Gymnopilus spectabilis, Psatyrella candolleana y Psilocybe cubensis (Algrain op.cit.).Sin embargo son necesarios aún estudios palebotánicos a fin de determinar la presencia de los mismos en el pasado de la región, de acuerdo a los cambios climáticos y a la modificación del paisaje a partir del impacto hispano. 2| Anuario de Arqueología| 192


Algunas de estas especies eran utilizadas ritualmente según los estudios etnográficos. Asimismo, existen relatos sobre plantas que causaban estados de trance que son desconocidas actualmente y que podrían llegar a estar representadas entre los potenciales recursos enteogénicos que existen en la actualidad. Entre las evidencias etnohistóricas del uso de plantas para fumar y brebajes que causan estados de conciencia modificados en las sociedades de pampa y patagonia, resumiendo, se pueden mencionar las siguientes: En primer lugar, desde la etnografía se puede destacar el uso ritual de la Datura o chamico entre las machis, según Terán (com. pers.). Otra evidencia es la que presenta Onelli, quien en 1904, hacía referencia al jugo que produce efectos “criminales” entre los tehuelches, que Casamiquela (1999) identifica con el molle o aguaribay atribuyéndole propiedades “inebriantes”. En lo que respecta al uso de tabaco, Guinard (1947) menciona que el mismo era mezclado con estiércol, y causaba un estado de embriaguez, agregando que en cada ruca existía una quitra, lo cual demuestra un uso difundido. Asimismo, Falkner (1957) describe los rollos de tabaco verde que causaban estados de embriaguez. Gancedo (1973) en su estudio de las pipas de fumar, habla del uso de tabaco nativo u otras hierbas narcotizantes, que se mezclaban con tallos de yerba mate o madera triturada. Por otro lado, Guinard (1947) también relata acerca del uso de plantas que eran consideradas secretas por los adivinos, las cuales ocasionaban una especie de “ataques de epilepsia”, entre los grupos que denomina poyuches, puelches, patagones, pampas y mamuelches. En este sentido se puede recordar que Mansilla (1967) menciona que las “brujas” ranqueles conocen el “jugo de las yerbas amargas”, así como también hace referencia al consumo de bebidas embriagantes. No se han encontrado datos sobre el consumo ritual de hongos, solo una dudosa mención en el poema La Araucana”, de Ercilla (1956), donde en 2| Anuario de Arqueología| 193


referencia a un ser mitológico llamado Eponamón, se destaca que los araucanos “invocan su furor con falsa seta”. Teniendo en cuenta que la Región Pampeana seguramente contaba en su ambiente con plantas y hongos enteogénicos y considerando a los shamanes como expertos conocedores de las propiedades de la naturaleza, sabrían como encontrar los medios de inducción de estados modificados de la conciencia. Asimismo, no se debería descartar el intercambio como un mecanismo de acceso a los recursos enteogénicos, ni la utilización de medios físicos para lograr el acceso al trance shamánico.

Una visión del tema Una crítica importante al modelo neuropsicológico estaría dada por el hecho de promover el “determinismo neurológico” (Saunders, 2004). En este sentido, no debe olvidarse el carácter de aproximaciones, que revisten este tipo de interpretaciones sumado a que las mismas no pretenden establecer una relación directa entre el arte y los estados visionarios. En el caso de que existiera una representación de las experiencias generadas en el trance shamánico, esta no necesariamente sería una copia determinada por la misma experiencia, sino que estaría mediatizada por todo un sistema simbólico, de valores, creencias, mitos, es decir todo el complejo entramado que se llama “cultura”. En todo caso, el error sería el de asignar a las representaciones el carácter de motivos “abstractos” cuando se estaría tratando de “figurativos”. Las visiones del trance son percibidas, aunque en otro estado de conciencia, de la misma manera que puede percibirse y representarse un animal o una persona, sin caer por esto en un “determinismo biologicista”. Es preciso subrayar la existencia de una selección consciente de los motivos por parte del shamán, a la vez que las visiones estarían imbuidas de una matriz cultural común y ofrecerían significados culturales específicos (Ouzman, 1998).

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Si bien no se pretende “sobredimensionar la vinculación de algunas formas geométricas como productos entópicos” (Curtoni, 2006:148), lo que se quiere destacar es la importancia del shamanismo a la hora de hacer inferencias sobre las sociedades del pasado. Dada permanencia del mismo a lo largo del tiempo, y su ligazón con los estados modificados de conciencia, posibilitadores de visiones diferentes de la realidad, estas no deben desmerecerse, y aún más, considerarse expresamente, siendo que muchas veces los artistas de la sociedad eran, y continúan siendo, los mismos shamanes. Todo esto avalado por estudios etnográficos, que si bien para otras regiones y culturas, muestran la realización de este tipo de prácticas. Por otro lado, los estudios antropológicos interpretan al shamanismo como un elemento de equilibrio social (Lévi-Strauss, 1995). Según los trabajos de Elíade (1960) el trance constituye uno de los aspectos más sobresalientes del mismo, representado muchas veces como una muerte ritual, donde el shaman es el “gran maestro del éxtasis”. Para Mead (1975) en su estudio sobre Bali, existen diferentes tipos de trance donde los seres sobrenaturales, los dioses, se comunican con los humanos. Por su parte, Clastres (1981) destaca la importancia del chamanismo en todas las sociedades sudamericanas, observando que el trance se relaciona con el acceso al mundo sobrenatural donde se da una “visión de lo invisible”, o bien, del mundo sagrado. Como dice Ott “El chaman es el centro de su tribu ágrafa, (...) el psiconauta arquetípico que viaja al otro mundo para interceder, en nombre de los suyos, ante sus ancestros o dioses” (Ott, 2000:55). Así también para Colombres (2005:232), refiriéndose al uso de sustancias psicoactivas, el “shamán vuela con la misma intención que va al bosque, a la montaña o a una fuente, es decir, a buscar elementos para curaciones mágicas o para interceptar algún mal que amenaza su pueblo”, por lo cual afirma que este viaje posee un sentido social. Desde la etnobotánica, se destaca la importancia del uso de enteógenos en los diferentes grupos étnicos. Furst (1992) observa una relación esencial 2| Anuario de Arqueología| 195


entre los sistemas religiosos, simbólicos, y el uso de sustancias psicoactivas presentes en el medio ambiente. Fericgla, en sus trabajos sobre etnocognición, destaca su papel en la producción y modificación de las culturas, y orienta su estudio en este sentido, es decir, en el proceso que existe entre el consumo de enteógenos y los valores culturales, cognitivos y psicológicos que configuran la existencia humana. Según este autor, casi toda sociedad dispone de uno o varios enteógenos reconocidos por sus tradiciones y su consumo es una parte de sus formas culturales, aunque opina que el proceso es en sentido contrario: es alrededor de cada psicotrópico descubierto por la humanidad que se genera un sistema de valores y, a la larga, un nuevo núcleo cultural (Fericgla, 2002:22). Incluso para Schultes y Hofmann (1993) “su uso se remonta a la prehistoria, de tal manera, que se ha postulado que la idea misma de la divinidad haya surgido como resultado de los extraordinarios efectos de estos agentes”. Sin ir tan lejos, lo que se pretende destacar en este trabajo es la importancia del trance shamánico en las diferentes culturas, como medio de conectarse con el mundo supranatural, mitológico, siendo a la vez, junto con el ritual, un factor integrador social. La antigüedad milenaria del shamanismo realza su valor, ya sea como elemento terapéutico o de cohesión social, como proveedor de un sistema coherente de símbolos y conductas que poseen un valor eficaz en la adaptación al medio, dentro de la misma sociedad y para con los otros grupos. El consumo de enteógenos es uno de los medios de que se vale la especie humana para conocer aspectos de la realidad que van más allá de la percepción ordinaria, en su búsqueda de sabiduría y bienestar. Es en estos viajes cognitivos donde se experimentan nuevas visiones y sensaciones, las cuales mayormente, sobre todo en las sociedades shamánicas, se vinculan a planos mitológicos, sagrados. La representación de este tipo de experiencias debe ser tenida en cuenta en el estudio del arte de la humanidad toda. 2| Anuario de Arqueología| 196


Considerando complementarias las dos propuestas mencionadas al inicio de este trabajo, se propuso que algunos motivos presentes en el arte de la región pampeana argentina, podrían responder a una parte de principios físicos universales basados en un modelo natural proveniente del universo cognoscitivo del Homo sapiens (en los diferentes estados de la mente, ya sean percepciones ordinarias o visiones del trance) y, sin embargo, los significados (así como la selección de los motivos representados) responderían al universo simbólico-mitológico de cada sociedad particular (Algrain 2003; Oliva y Algrain, 2004, 2005). Estas interpretaciones intentan una perspectiva transcultural, dado que el arte como el shamanismo tienen una dimensión universal más allá de sus manifestaciones culturales, particulares, históricas y relativas (Llamazares, 2004). A modo de síntesis, a partir de un enfoque amplio, que contemple la importancia cultural que reviste el uso de enteógenos como medio de acceso a estados modificados de conciencia, junto con los aporte de otros campos, se observa que son muchos los casos en los cuales existe una relación entre el arte y el trance shamánico, concebido este como un mecanismo cognoscitivo que permite ver más allá de la realidad ordinaria. El estudio de estos temas permitiría ir delineando aspectos universales y posibilitando un acercamiento a cuestiones étnicas y relativas a sistemas simbólicos particulares, en lo que se puede llamar la dialéctica del arte.

Agradecimientos: A Buenaventura Terán, cuyo recuerdo siempre nos acompaña. A Fernando Oliva por sus aportes a la temática aquí propuesta.

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ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ÁREA ECOTONAL HÚMEDA SECA PAMPEANA Fernando Olivai, Mariana Algrainii, Cecilia Panizzaiii, Luciana Catellaiii y Jorge Moiranoiv

Resumen Entre las subregiones Pampa húmeda y Pampa seca se encuentra una faja de transición caracterizada como Área Ecotonal Húmeda Seca Pampeana (AEHSP). Este ambiente, si bien presenta similitudes con una y otra subregión, se diferencia de estas por encontrarse aquí una mayor diversidad de recursos vegetales y animales junto a la localización de fuentes de agua permanente y afloramientos líticos. Esta variabilidad de recursos debió ejercer un particular atractivo sobre las poblaciones cazadorasrecolectoras, quienes la habrían ocupado recurrentemente a lo largo del tiempo. En este trabajo se presentan las investigaciones realizadas en el AEHSP, discutiéndose las distintas evidencias arqueológicas presentes en el área. Palabras claves: Cazadores-recolectores, ecotono, región pampeana Abstract Among the subregions Wet Pampa Dry Pampas is a transition zone characterized as ecotones Area Humeda Seca Pampeana (AEHSP). This environment, although it has similarities to one and another subregion differs from those found here for a greater diversity of plant and animal resources near the location of permanent water sources and lithics raw materials. This variability of resources should have a particular attraction for the hunter-gatherer populations, those who have repeatedly taken over time. This paper presents the research conducted at the AEHSP, discussing the different archaeological evidences found in the area. Keywords: Hunter-gatherers, ecotone, pampas

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Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR). Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP). Dirección Provincial de Patrimonio Cultural (ICGPBA). fwoliva@unr.edu.ar ii Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) Dirección Provincial de Patrimonio Cultural (ICGPBA). iii Becaria CONICET. Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP). Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR). iv Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP) Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR). jmoirano@fcnym.unlp.edu.ar 2| Anuario de Arqueología| 201


Introducción En el centro-este de la República Argentina se ubica la Región Pampeana, subdividida por la isohieta de los 600 mm en dos subregiones ambientalmente diferentes: Pampa Húmeda y Pampa Seca. El área comprendida por la transición entre estas dos subregiones, denominada Área Ecotonal Húmeda Seca Pampeana (AEHSP), abarca una franja ubicada en inmediaciones del meridiano 62° con sus límites meridional y septentrional a los 39° y 33° respectivamente, la cual representa un espacio rico en variedad y cantidad de recursos y nutrientes, algunos de los cuales se encuentran escasamente representados en una u otra subregión. A esta característica se suma la presencia de accidentes topográficos estables como cuerpos y cursos de agua permanentes y, particularmente, el Sistema Serrano de Ventania en la porción sur (Figura 1). Se conforma así un espacio marcado por la proximidad de ambientes muy diferentes que habría representado un atractivo particular para las sociedades cazadoras-recolectoras (Oliva 2006). Las primeras investigaciones arqueológicas desarrolladas en el AESHP fueron realizadas por E. Holmberg (1884) en el Sistema Serrano de Ventania particularmente en la Gruta de los Espíritus. En este mismo sistema serrano, se continúan los estudios durante las décadas de 1960 y 1970 con los trabajos de A. Austral, G. Madrazo y C. Gradín (Austral 1968; Gradín 1978; Madrazo 1967) y, en la década de 1980, los estudios de A. Castro, M. Pérez Amat, D. Scheines y C. Bayón, entre otros (Castro 1983; Pérez Amat et al. 1985). Hacia mediados de la década de 1980, las investigaciones adquirieron una mayor continuidad y sistematicidad en el Sistema Serrano de Ventania y una década más tarde se inician los estudios en los sectores central y norte del AEHSP, centrándose éstos en los ambientes lagunares de los partidos de Trenque Lauquen y Florentino Ameghino. Estos estudios han tenido por objetivo central estudiar la organización de los sistemas culturales, teniendo en cuenta el contexto ecológico y espacial en el cual se desarrollan. De este 2| Anuario de Arqueología| 202


modo, se enfatizó el análisis del uso del espacio, de la subsistencia y de la tecnología, como así también de otros aspectos no directamente vinculados con la economía pero que juegan un rol importante en la reproducción de la sociedad, tales como la organización demográfica, social, política y simbólica (Oliva et al. 1991a y b; Oliva y Moirano 1997; Barrientos et al. 1997 y 2002; Consens y Oliva 1999; Avila 2002; Gallego 2002; Oliva y Algraín 2004; Oliva et al. 2004; Oliva 2006, Catella et al. 2008, entre otros).

Sistema serrano de Ventania y otros ambientes al sur del AEHSP El Sistema Serrano de Ventania, forma un conjunto de elevaciones alargado en sentido noroeste sudeste cuyo núcleo central comprende unos 180 km de longitud por un ancho máximo de 60 km, encontrándose a su vez afloramientos aislados en la llanura adyacente al sudoeste del mismo. Estas sierras constituyen en sí mismas un recurso muy significativo por presentar pendientes abruptas junto con afloramientos rocosos de distinta índole. La llanura que rodea el ambiente serrano se caracteriza por presentar numerosos cursos y cuerpos de agua permanentes y temporarios. Los arroyos y ríos, que se sitúan en el sector septentrional, meridional y oriental, y cuyas nacientes se encuentran en las sierras, presentan depósitos de rodados principalmente cuarcíticos. Los cuerpos de agua, por otra parte, se encuentran concentrados en un sector sin drenaje localizado al oeste de las sierras. De esta manera, a la biodiversidad y disponibilidad de agua se suman abrigo, rocas para confeccionar artefactos y lugares estratégicos para vigilar y emboscar animales. Estos recursos, de gran importancia para las sociedades cazadorasrecolectoras, habrían favorecido la concentración de poblaciones humanas procedentes de diferentes áreas y/o su reocupación a través del tiempo. Esto se ve reflejado en la abundancia y diversidad del registro arqueológico.

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Características generales del registro arqueológico en la sierra y la llanura Distribuidos en la zona serrana y su llanura adyacente, principalmente sobre las márgenes de lagunas y arroyos, se encuentran numerosos sitios tanto de actividades múltiples como específicas y pertenecientes a los distintos momentos de ocupación del área. Las primeras evidencias de ocupación del AEHSP corresponden al sitio Cueva El Abra, en el Abra de la Ventana, con una antigüedad de 6200 años AP aproximadamente (Castro 1983). Hacia finales del Holoceno medio e inicios del Holoceno tardío la evidencia arqueológica se vuelve más abundante, pudiendo mencionarse para este lapso al sitio Laguna de Púan 1, en el que se recuperaron restos óseos humanos correspondientes a un individuo masculino adulto datado en 3300 años AP aproximadamente. En este sitio se recuperó a su vez material lítico entre los que predominan los productos de talla sobre cuarcita, riolita y calcedonia. Cabe destacar también la presencia de un cache de riolita, conformado por un núcleo, 8 artefactos formatizados y 4 nódulos con incrustaciones de arenisca ferruginosa. Asimismo se recuperaron restos óseos de Lama guanicoe, con un NMI= 3 (Oliva et al. 1991a). Otro sitio que puede asignarse a este momento temporal es San Martín 1 en el que dataciones efectuadas sobre Litoridina y Bionfalaria, dieron una edad de 2800 años AP aproximadamente. En este sitio se han recuperado restos óseos faunísticos con marcas de corte y material lítico confeccionado predominantemente sobre cuarcita. En este sitio se recuperaron también cuentas confeccionadas sobre mica y caracoles marinos, así como valvas sin formatizar de estos mismos moluscos -Voluta sp.- (Oliva et al. 1991b; Oliva y Lisboa 2006). Por otra parte, correspondiente a finales del Holoceno tardío puede mencionarse el sitio Laguna Los Chilenos 1. Ubicado en el límite entre las cuencas superior y media del arroyo Chasicó, en la laguna Los Chilenos, cuenta con un fechado de 500 años AP aproximadamente. En el sitio se localizaron al menos tres entierros humanos, uno de tipo secundario 2| Anuario de Arqueología| 204


conformado por especímenes óseos pintados de rojo y amarillo. También se hallaron algunos fragmentos cerámicos, cuentas de valva y escaso material lítico, principalmente en cuarcita y calcedonia (Barrientos et al 1997 y 2002). Ubicado 700 m al sudoeste se encuentra el sitio Laguna Los Chilenos 2, donde se recuperaron artefactos confeccionados principalmente sobre cuarcita y riolita. Asociado a estos elementos se encontró material óseo asignable a guanaco y venado de las pampas y fragmentos cerámicos (Barrientos et al. 1997). Un sitio un poco más tardío, es La Montaña 1, ubicado en inmediaciones de los afloramientos de riolita de La Mascota, con un fechado radiocarbónico de 380 años AP aproximadamente. Se recuperó material cerámico, abundantes elementos de molienda y artefactos líticos tallados principalmente en cuarcita y riolita, asociados a fauna indígena, por lo cual se lo ha interpretado como un sitio de actividades múltiples de momentos finales de la ocupación indígena (Oliva 2000). Finalmente para momentos posteriores al contacto hispano-indígena se cuenta con información procedente del sitio Gascón 1. En este sitio se recuperaron cinco entierros primarios individuales de distinto sexo y edad, dispuestos con un eje de orientación NE-SO con los cráneos en dirección al poniente. Asociados a los distintos individuos se hallaron argollas de metal, un freno de caballo, vasijas cerámicas, concreciones de carbonato de calcio, cuartos delanteros y costillas de oveja y cuentas de vidrio y metal, todo dispuesto a manera de ajuar funerario (Oliva et al. 2007).

Arte Rupestre Las sierras de Ventania están afectadas por un fuerte plegamiento carente de fracturación asociada (Suero 1972), como consecuencia del cual existen varios centenares de cuevas y aleros de diferentes dimensiones. Entre estos aleros, algunos han sido seleccionados para la elaboración de representaciones rupestres, habiéndose detectado hasta el momento treinta 2| Anuario de Arqueología| 205


sitios que poseen pinturas. Las expresiones gráficas son casi exclusivamente motivos geométricos-abstractos en color rojo, aunque también se han hallado en tonalidades naranja y amarillo-ocre. La presencia de un fechado radiocarbónico de 1600 años AP aproximadamente asociado a las pinturas de Cueva La Sofía 4 y la representación de una embarcación en Cueva Florencio indicarían que este tipo de representaciones fueron realizadas al menos desde hace 1600 años y hasta momentos de contacto hispano-indígena (Oliva 2000). El predominio de motivos abstractos y geométricos ha sido relacionado con la representación de visiones generadas en estados de trance shamánicos que podrían vincularse con el uso de enteógenos. Durante la primera etapa de un estado modificado de conciencia se generan patrones geométricos, como puntos, cuadrículas, líneas paralelas y en zig zag, a las que luego se les busca sentido mediante asociaciones con objetos de la memoria. Estas alucinaciones estarían vinculadas a la representación del sistema simbólico de cada grupo, pudiendo relacionarse el predominio de motivos geométricos con la existencia de patrones culturales comunes, compartidos por las sociedades que habitaron la región (Oliva y Algrain 2004). Desde una perspectiva semiótica, y entendiendo a las representaciones rupestres como sistemas de signos estructurados, normados y comunicantes, se realizan análisis orientados a definir los mundos semióticos posibles para estas expresiones gráficas a los fines de obtener una aproximación al significado que pudieron tener para las sociedades responsables de su ejecución. Se ha considerado que estas representaciones podrían interpretarse como marcadores territoriales o como indicadores de recursos críticos; o bien poseer un contenido intrínseco propio de su cosmovisión, que se relacionaría con signos de identidad y pertenencia (Panizza 2008). Finalmente, cabe aclarar que la totalidad de los sitios con arte rupestre se encuentran afectados por agentes de deterioro, tanto culturales como naturales. Entre los agentes culturales sobresalen los graffiti realizados sobre o cerca de las pinturas. La humedad es uno de los principales agentes geofísicos 2| Anuario de Arqueología| 206


y geoquímicos registrados, en tanto el desarrollo de líquenes es el principal agente biológico en afectar su conservación. Con el objetivo de obtener un mejor conocimiento sobre estos agentes y poder así delinear acciones de protección, se realizan observaciones controladas en diferentes momentos del año, registros discriminados y toma de muestras; incluyendo la realización de cultivos microbianos “in situ” (Gallego y Oliva 2005).

Aprovisionamiento lítico En la Región Pampeana se encuentran sólo tres afloramientos primarios de roca a los que se suman afloramientos secundarios. Uno de esos afloramientos primarios, el Sistema Serrano de Ventania, se ubica en el extremo sur del AEHSP, hallándose también rodados, principalmente cuarcíticos, presentes en las cuencas de los ríos y arroyos que drenan estas serranías. Dada esta característica, los estudios referidos a la disponibilidad de materias primas en el área y las estrategias empleadas en su aprovisionamiento han sido uno de los temas de análisis priorizados. Geológicamente, el Sistema de Ventania se encuentra formado principalmente por rocas sedimentarias -areniscas cuarcíticas y limolitas-, si bien también se encuentran algunos granitos y pórfidos cuarcíferos -riolitas(Harrington 1980). Todas estas rocas se encuentran representadas en los sitios arqueológicos del área. La cuarcita suele ser la materia prima más utilizada; en directa relación con la abundancia del recurso, tanto en las sierras como en la llanura a través del acarreo de rodados por los arroyos. La riolita generalmente ocupa el segundo lugar en representatividad, seguida por la calcedonia y limolita silicificada. La utilización de sílices aumenta a medida que disminuye la distancia a la cuenca del río Colorado, siendo dominante en los sitios localizados en la laguna Chasicó (Catella et al. 2008). La obtención de cuarcitas en afloramientos primarios ha sido detectada en la Laguna de Puán y en las nacientes del arroyo Napostá (Oliva y Moirano 2001). Los afloramientos secundarios probablemente hayan sido también muy 2| Anuario de Arqueología| 207


utilizados, dada su alta dispersión, disponibilidad y fácil acceso. Las prospecciones realizadas han dado cuenta que las muestras procedentes de los arroyos que drenan las sierras consisten principalmente en metacuarcitas, con una distribución heterogénea en cuanto a su disponibilidad y calidad para la talla. Se identificaron dos grupos de metacuarcitas caracterizados como de buena calidad, el primero de éstos y de mejor calidad es muy abundante en el sector sudoccidental, principalmente en los arroyos Napostá Grande y Ventana. El segundo, presente en las cabeceras del arroyo Chasicó, muestra mayor variabilidad en cuanto a su calidad para la talla. A estos dos grupos de metacuarcitas se suma la presencia de cuarzo areniscas medianas sin evidencias de metamorfismo, también llamadas también ortocuarcitas, presentes en forma de pequeños rodados en el cauce del arroyo Saudade (Catella et al. 2008). Por otra parte, se han relevado 12 afloramientos primarios de riolita en un área restringida aproximada de 45 km2 entre las localidades de Saavedra y Pigüé. Siete de estos afloramientos presentan evidencias de actividades de extracción de materia prima. La utilización diferencial de los afloramientos estaría relacionada con la variabilidad en calidad para la talla, dado que los afloramientos con evidencia de extracción y talla ofrecen rocas de mejor calidad (Oliva y Moirano 1997). Esta materia prima habría sido considerada de un modo especial, dada su representación en todos los sitios del área así como la presencia en el sitio Laguna de Púan 1 de un reservorio conformado por un paquete de artefactos confeccionados en riolita (Oliva et al. 1991a). En cuanto a la limolita silicificada, si bien hasta el presente no se han detectado afloramientos primarios, han sido identificados afloramientos secundarios en las nacientes del río Sauce Grande, en la porción sur de las Sierras de las Tunas (Oliva y Moirano 2001). El fenómeno de los reservorios de materias primas y artefactos en las primeras etapas de manufactura o de instrumentos ya terminados es usual en diferentes sectores del AEHSP. Se han detectado “caches” en la Laguna de 2| Anuario de Arqueología| 208


Púan (Oliva et al. 1991, Oliva y Pérez 2005), en médanos pampeanos de Trenque Lauquen (Sanguinetti de Bórmida 1966, Oliva y Pérez 2005) y en el extremo norte de este área en las proximidades del río Carcarañá (González y Lorandi 1959, Oliva y Pérez 2005). Este fenómeno indicaría que se trata de elementos con un valor que justificaría su almacenamiento para una utilización en el futuro. Estaríamos a su vez, ante las manifestaciones materiales de estrategias de uso del espacio y del tiempo que implican una planificación de las actividades a realizar por el grupo en un futuro. Por otra parte la distribución de los “caches” en concordancia con el AEHSP pudo haber estado relacionada con el aprovechamiento de las maderas, recurso propio de la provincia fitogeográfica del Espinal (Oliva y Pérez 2005).

Ambientes lagunares del centro y norte del AEHSP En el norte del AEHSP también han sido identificadas numerosas concentraciones de material arqueológico principalmente en cercanías de los ambientes lagunares. Entre las lagunas en las que se identificó material arqueológico, pueden mencionarse Salalé y La Pestaña, localizadas al este del Partido Florentino Ameghino, y Las Tunas Grandes, en el Partido de Trenque Lauquen. En la Laguna Salalé se localizaron 6 sitios arqueológicos, de los cuales el sitio 1 presenta las mayores concentraciones. Entre los materiales recuperados se encuentran restos óseos de Ozotoceros bezoarticus, Rhea americana

y

Lama

guanicoe,

artefactos

tallados,

confeccionados

predominantemente sobre cuarcita, calcedonia y chert silíceo, y artefactos de molienda. También se recuperaron restos óseos humanos correspondientes a siete individuos, uno con deformación craneana. Finalmente, un hallazgo singular es el de un artefacto de granito aplítico, de superficies abradidas y pulidas con una representación zooantropomorfa que semejaría un búho (entre otros Avila 2002; Gallego 2002; Oliva et al. 2004).

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La laguna La Pestaña se localiza en cercanías de la localidad de F. Ameghino. Sobre una de sus márgenes se realizó el rescate de un esqueleto correspondiente a un individuo masculino adulto viejo (> de 60 años) que correspondería

a

momentos

tempranos

del

Holoceno

tardío.

Complementariamente se llevaron a cabo recolecciones superficiales recuperándose artefactos líticos tallados, cerámica sin decoración y restos óseos faunísticos. Por otra parte, en el partido de Trenque Lauquen se recuperaron materiales superficiales en los sitios Laguna Las Tunas Grandes 1 y 2, consistentes principalmente en artefactos líticos confeccionados sobre calcedonia, cuarcita y en tercer término riolita, mica, arenisca y sílice, con muy bajo porcentaje de corteza, bajos pesos y tamaños reducidos (Tamburini et al. 2004).

Discusión general El AEHSP constituye sin dudas un área muy importante en el estudio de las poblaciones cazadoras-recolectoras de la Región Pampeana. Por un lado se ubica en el área central de esta región, limitando a su vez con Nordpatagonia en el sur y el Noreste Argentino y Sierras Centrales en el norte. Por otra parte, en ella se articulan ambientes con especies propias de las diferentes áreas vecinas y que habrían representado lugares predecibles en cuanto a disponibilidad de recursos críticos. Dichas características pudieron posibilitar que el AEHSP funcionase, en diferentes momentos del Holoceno, como un lugar de agregación de sociedades indígenas. Esto se ve reflejado en la abundancia del registro arqueológico, así como en la diversidad de evidencias arqueológicas típicas de otras áreas como Patagonia, Sierras Centrales y Pampa Húmeda. En este sentido se pueden mencionar los sitios con representaciones rupestres del Sistema de Ventania y los numerosos materiales arqueológicos recuperados en distintos puntos del AEHSP, mucho de los cuales se encuentran depositados en museos regionales del área, entre 2| Anuario de Arqueología| 210


estos pueden mencionarse artefactos líticos (fabricados por talla y picado, abrasión y pulido), elementos cerámicos y placas grabadas, entre otros. En función de las evidencias arqueológicas mencionadas, las investigaciones desarrolladas en este área ecotonal, informan sobre procesos de manejo del espacio a escala macro regional, permitiendo discutir las pautas y rangos de movilidad de las poblaciones involucradas y su variación a través del tiempo. El uso planificado del AEHSP y de sus recursos queda claramente registrado en la presencia de reservorios de materias primas líticas en los diferentes sectores, indicando una estrategia de reocupación continua de puntos específicos del paisaje (Oliva y Pérez 2005). Al mismo tiempo, la continuidad de los estudios permite evaluar los procesos de movimiento poblacional y su relación con cambios en las pautas de movilidad de las sociedades cazadoras-recolectoras, así como también los patrones de circulación, asentamiento y uso de recursos, en diferentes escalas espaciales (micro y macrorregional).

Agradecimientos A los dueños de los establecimientos en que se encuentran las localidades arqueológicas analizadas. A las autoridades locales, personal del Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable y a la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural por el apoyo logístico brindado en diferentes etapas de las investigaciones. Estas actividades se llevan a cabo en el marco de los proyectos: “El registro arqueológico del uso del espacio en ambientes ecotonales de la Región Pampeana”, acreditado por la Universidad Nacional de Rosario y “Estudios Arqueológicos en las Sierras Australes de la Provincia de Buenos Aires”, acreditado por la Universidad Nacional de La Plata.

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Figuras Figura 1.Área de estudio. 1sitio La Montaña 1; 2- sitios Laguna Los Chilenos 1 y 2; 3- sitio San Martín; 4- sitio Laguna de Púan; 5- sitios Trenque Lauquen 1 y 2; 6- sitios Laguna Salalé y Laguna La Pestaña

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ARQUEOLOGIA HISTÓRICA

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PROYECTO ARQUEOLÓGICO FUERTE GENERAL PAZ. COMANDANCIA DE LA FRONTERA OESTE DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 1869 -1877 Tamburini, Dianai; Leoni, Juan B.ii; Acedo, Teresaiii; Scarafia, Graciela iv

Resumen La finalidad de este trabajo es dar a conocer las investigaciones arqueológicas que se están llevando adelante en el sitio arqueológico Fuerte General Paz, Partido de Carlos Casares, Provincia de Buenos Aires. El objetivo general de esta investigación es contribuir a caracterizar el complejo paisaje social que constituyó el espacio fronterizo pampeano en la segunda mitad del siglo XIX, con su diversidad de actores y prácticas sociales, y una intrincada trama de interacciones e interrelaciones entre esos actores y prácticas. El fuerte General Paz, funcionó como Comandancia de la Frontera Oeste entre 1869 y 1877. El objetivo primario de esta etapa de la investigación ha consistido en localizar el emplazamiento preciso del fuerte y de los edificios principales que constituían su núcleo. Palabras claves: Fuerte General Paz, frontera oeste, Carlos Casares Abstract The aim of this paper is to present the ongoing archaeological research at the Fort General Paz site, located in Carlos Casares country, Buenos Aires province, Argentina. The general goal of this research is to contribute to the characterization of the complex social landscape that developed in the frontier space of the Argentine Pampas in the second half of the XIXth century, which showed a great diversity of social actors and practices, as well as an intricate web of social interactions. Fort General Paz served as headquarters of the so-called West Frontier between 1869 and 1877. The primary goal in this stage of the research process has been to identify the precise location of the fort and of the main buildings that constituted its core. Keywords: Fort General Paz, west frontier, Carlos Casares

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Escuela de Antropología, Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Rosario dianatamburini@hotmail.com ii CONICET- Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires/Escuela de Antropología, Universidad Nacional de Rosario iii Comisión de Patrimonio – Museo Histórico Regional, Carlos Casares, CEAR iv Escuela de Antropología, Centro de Estudios Arqueológicos Regionales de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Rosario. 2| Anuario de Arqueología| 217


Introducción El Fuerte General Paz funcionó como comandancia de la Frontera Oeste de Buenos Aires entre 1869 y 1877. Tuvo un rol muy activo en los episodios fronterizos de la época y funcionó como un enclave donde se desarrolló una compleja comunidad compuesta por una diversidad de actores sociales. El objetivo primario de esta etapa de la investigación ha consistido en localizar el emplazamiento preciso del fuerte y de los edificios principales que constituían su núcleo. Las actividades desarrolladas desde 2005 involucran la revisión de la base bibliográfica y documental sobre el sitio y la región, prospección, excavación de sondeos exploratorios, recolección superficial sistemática, relevamiento topográfico y cartográfico, como así también la aplicación de técnicas de exploración geofísica del subsuelo a través de Tomografías y Calicatas Eléctricas. Los resultados de estos trabajos han permitido comenzar a definir la organización espacial del fuerte, y sirven como punto de partida para estudios que apunten a caracterizar la dinámica sociocultural de la vida en un ámbito de frontera. Ubicación Geográfica El sitio arqueológico Fuerte General Paz se localiza en el partido de Carlos Casares a 35°45’08.7’’ de latitud Sur y 61°09’53.8’’ de longitud Oeste, en el noroeste de la Provincia de Buenos Aires, a unos 310 km al oeste de la ciudad de Buenos Aires, y a 170 km del límite con La Pampa. Geográficamente se corresponde con la Sub-Región Pampa Húmeda, comprendido en lo que se denomina “Pampa de las Lagunas” o “Pampa Deprimida”. Según el sargento mayor Federico Melchert (Ministerio de Guerra y Marina 1873:27-28), quien visitara la Frontera Oeste en 1873, el paisaje presentaba pocas variaciones, limitadas sobre todo a campos quebrados, médanos aislados o agrupados, o a extensos cañadones que en la estación de las lluvias ofrecían algunos obstáculos al tránsito. Destaca también la poca abundancia de aguadas naturales, así como la presencia de lagunas 2| Anuario de Arqueología| 218


conteniendo, con muy pocas excepciones, agua salada o amarga, lo que obligaba a construir pozos y jagüeles para asegurar el suministro de agua dulce. El terreno donde está emplazado el Fuerte General Paz es nombrado en las fuentes históricas como “Médano de la Estaca” y se encuentra ubicado en campos privados a unos 24 km al sudeste del centro urbano. El emplazamiento está marcado por un monolito conmemoratorio erigido en 1969 en ocasión del centenario del fuerte y el sitio fue declarado Monumento Histórico Nacional el 23 de mayo de 1983. El sector donde se ubica el monolito presenta la mayor elevación topográfica relativa en la zona, y podría haber constituido el centro del fuerte, donde se ubicaba el reducto principal (Figura 1). La construcción y posterior derrumbe de edificios y estructuras varias en esta zona podría haber contribuido a incrementar sensiblemente la elevación del terreno original. El terreno disminuye gradualmente en altura al alejarse de esta elevación, aunque no de forma pareja, ya que pueden encontrarse algunas suaves lomadas alargadas alternando con partes más bajas. Estas lomadas, de unos 100 m de largo, se alinean en dirección norte-sur de forma paralela a ambos lados del montículo central. Hacia el sur y el sureste el terreno es marcadamente más bajo, caracterizándose por la presencia de lagunas permanentes y semipermanentes. La Frontera Oeste de Buenos Aires: Antecedentes históricos Un aspecto fundamental del proceso de construcción del estado nacional argentino durante el siglo XIX fue la incorporación de los ricos territorios de la región pampeana. Este proceso expansivo se efectuó paulatinamente, a expensas de las diversas parcialidades aborígenes que ocupaban estos territorios, y culminó definitivamente en la llamada “Conquista del Desierto” de 1879. Sin embargo, el proceso de avance no fue constante, sino que estuvo sujeto a vaivenes determinados por las complejas 2| Anuario de Arqueología| 219


circunstancias políticas y económicas que afectaron al estado nacional durante el siglo XIX. Tratados y alianzas coyunturales entre indígenas y sectores de la sociedad blanca jalonaron este proceso, alternándose con períodos de conflicto abierto. La imposición definitiva de una economía liberal agroexportadora y la consolidación de un estado nacional fuerte y centralizado (derivados del triunfo de Bartolomé Mitre en 1862 y las presidencias posteriores de Domingo F. Sarmiento y Nicolás Avellaneda, así como la finalización de los conflictos externos e internos que aquejaban a la nación), crearon las condiciones de disponibilidad de medios y recursos para encarar la ocupación definitiva de los territorios pampeanos en poder de los indígenas (Gómez Romero, 1999; Mandrini, 1986, 1992; Palermo, 2000). El proceso de expansión tuvo un fuerte desarrollo a partir del establecimiento de emplazamientos militares de campaña que conformaban cordones defensivos denominados “Líneas de Fronteras”. La línea de frontera se dividía a su vez en secciones geográficas, cada una con su respectiva comandancia y dotación militar. En la provincia de Buenos Aires estas secciones eran llamadas Frontera Norte, Frontera Oeste (o Centro), Frontera Sud y Frontera Costa Sud respectivamente. Los emplazamientos principales que componían estos sistemas defensivos eran los fuertes, fortines y azoteas. Los fuertes eran asentamientos de gran tamaño e importancia, y servían generalmente como sede de las comandancias de frontera; muchos de ellos dieron origen a posteriores poblados y ciudades. Alojaban a guarniciones significativas, de uno o varios regimientos o batallones, así como a población civil (familias de soldados, vivanderos, pulperos, baqueanos, etc.) y grupos de “indios amigos”, que se asentaban en sus inmediaciones. Estos fuertes constituían así verdaderos enclaves socioculturales en los que se desarrollaba una intensa dinámica social, caracterizada por variadas relaciones de poder, clase, rango, género y etnia. Los más numerosos y pequeños fortines dependían administrativa, logística y militarmente de los fuertes, formando la

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línea de avanzada encargada de dar la alerta ante incursiones indígenas. Sus guarniciones eran notoriamente menores, compuestas, en general de un oficial y entre cinco y diez soldados (aunque algunos fortines de mayor importancia tenían guarniciones un poco más numerosas), encargados de patrullar la línea de frontera y dar la alarma a los fuertes y poblaciones en caso de detectarse la presencia de indígenas hostiles. La vida en estos fortines ha sido generalmente descrita como muy difícil, debido a una combinación de factores como la escasez o ausencia de suministros, el peligro constante de la presencia indígena, el aburrimiento y el aislamiento, la brutal disciplina impuesta por los oficiales. Finalmente, las azoteas consistían en destacamentos militares instalados en edificios civiles preexistentes. Una vez fortificados y equipados, cumplían funciones similares a las de los fortines. (Gómez Romero, 1999; Raone, 1969; Thill y Puigdomenech, 2003). Hacia finales de la década de 1860, durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, se planificó un nuevo avance general de la línea de frontera. El trazado de estos nuevos emplazamientos fue dirigido por el coronel de ingenieros Juan F. Czetz. Su construcción se inició en septiembre de 1869, bajo las órdenes del entonces comandante de la Frontera Oeste, coronel Antonino López Osornio. Esta línea de frontera abarcaría unas 40 leguas (197 km) en dirección noroeste-sureste, en terrenos de los actuales partidos de Lincoln, 9 de Julio, Carlos Casares y Bolívar. Si bien la comandancia estaba situada en el Fuerte General Paz, la mayoría de los fortines estaban en zonas aledañas que en la actualidad pertenecen al partido de Carlos Casares (Acedo, 1991; Sigwald Carioli, 1981; Thill y Puigdomenech, 2003). Al poco tiempo, un nuevo comandante, el coronel Juan C. Boerr, fue designado en la Frontera Oeste. Boerr completaría los trabajos ya en curso de construcción de la línea. Al hacerse cargo de su puesto, informó: “encontré avanzada la línea de frontera y principiado algunos trabajos de fortificación, por mi antecesor y establecido el campamento general en el paraje conocido con el nombre de

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‘Médano de la Estaca’ (Hoy ‘Fuerte general Paz’)” (Ministerio de Guerra y Marina [MGM], 1870:177). Menciona asimismo que un total de 13 fortines, situados a intervalos promedio de 2 leguas, componían la Frontera Oeste (Conesa, Guevara, Comisario, Algarrobos, Amaya, Luna, Dick, Fléchar o Fletcher, Quenechin, San Carlos, San Luis y Aliados), en cuya construcción se gastaron, en un plazo de cuatro meses, 45.700 pesos (MGM, 1870:176-179). Los trabajos de relevamiento practicados en 1873 por los ingenieros militares bajo la dirección del coronel Czetz y el sargento mayor Federico Melchert, aportaban nuevas descripciones, y una serie de valiosos planos de los emplazamientos de la Frontera Oeste y de los terrenos fronterizos. En marzo de 1876 se comenzó una vez más el adelantamiento general de la línea hacia el oeste por orden del ministro Adolfo Alsina. La sede de la comandancia de la Frontera Oeste fue trasladada del Fuerte General Paz a Laguna del Monte/Guaminí. Sin embargo, el fuerte funcionaría por algún tiempo más como comandancia de la Línea Interior o Segunda Línea de la Frontera Oeste, con una guarnición disminuida de Guardias Nacionales e indios amigos, hasta el traslado de las tropas de línea a la nueva frontera (MGM, 1877, 1878).

Trabajos desarrollados La fase de investigación en el sitio actualmente en curso apunta sobre todo a lograr la localización precisa de los distintos componentes arquitectónicos del fuerte. Para esto hemos implementado desde 2005 diversas técnicas arqueológicas reconocimiento y prospección general, reconocimiento aéreo, relevamiento topográfico y cartográfico, recolección superficial sistemática y sondeos exploratorios (Figura 2) (Leoni et al. 2008). Asimismo, se comenzó con un programa de prospección geoeléctrica. Como parte de este programa se practicaron en 2005 Tomografías Eléctricas a cargo del Equipo de Prospecciones Geoeléctricas de la Universidad Nacional de San Luis (ver

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Leoni et al 2008) y se continuó en 2007 con la realización de Calicatas Eléctricas a cargo del Ing. Agr. Gerardo Consolani (Leoni et al. 2007b) Estos procedimientos han permitido identificar varias zonas de anomalías geoeléctricas, y en combinación con la recolección superficial sistemática y los sondeos exploratorios han permitido identificar varias áreas donde se encontraban edificios principales del fuerte, confirmando la validez general de la prospección geoeléctrica para este caso de estudio particular. La prospección geoeléctrica parte del principio de que todos los materiales de la tierra oponen resistencia al paso de la corriente eléctrica (denominada resistividad). La variabilidad de esta resistencia puede ser medida con el instrumental adecuado y se relaciona directamente con la naturaleza de los materiales que conforman el terreno. La medición de la resistividad

eléctrica

puede

efectuarse

con

dispositivos

electródicos

tetrapolares (Calicatas Eléctricas) o multielectródicos (Tomografías Eléctricas) (Aguilera et al. 2006). Por otra parte, se realizaron recolecciones superficiales puntuales y excavaciones exploratorias que permitieron identificar restos de dos pisos de ladrillo, probablemente pertenecientes a algunos de los edificios principales del fuerte (Leoni et al.2008). Más recientemente hemos implementado un plan de recolección superficial sistemática destinado a registrar la distribución espacial de los artefactos en el área. De este modo, se podrá identificar tendencias o patrones significativos, y a partir de allí realizar inferencias acerca de la organización y uso del espacio, así como del lapso de ocupación del fuerte. Se efectuaron cuatro sondeos exploratorios en el sitio, dos de ellos en la primera zona anomalías geoeléctricas. Se amplió el hueco original de una cueva de peludo y a 55 cm de profundidad se localizó parte de un piso de ladrillos grandes, nivelados horizontalmente. Otro sondeo, de 0,50 x 1 m, se realizó en la segunda zona de anomalías geoeléctricas, a 70 m al noroeste del

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monolito, en la sección norte de una de las lomadas ubicada al oeste del montículo central. La presencia de cuevas de peludo con fragmentos de ladrillos reforzaba los indicios de la posible ubicación de un edificio en ese lugar, hecho confirmado por el sondeo. Se procedió a ampliar una de dichas cuevas y a los 15-17 cm de profundidad sobre una superficie nivelada se detectaron ladrillos en posición horizontal. El último sondeo (de 1 x 1 m) se efectuó en un área elevada a unos 35 m al sureste del monolito donde se ven materiales en superficie. Se identificó una estratigrafía consistente en dos niveles que contenían abundantes materiales arqueológicos en la forma de fragmentos de vidrio y loza, y abundantes restos de fauna, incluyendo varios calcinados, clavos y un artefacto de hierro tipo estaca clavado oblicuamente en el centro de la cuadrícula, así como fragmentos de carbón y semillas pequeñas quemadas. La heterogeneidad y la disposición no ordenada de los materiales hallados parece indicar que se trataría de un basural. Más recientemente se implementó un plan de recolección superficial sistemática, destinado a registrar la distribución espacial de los artefactos en el área del sitio (Figura 3). Se usaron transectas paralelas ubicadas a 20 m entre sí, con unidades de recolección circulares de 5 m de diámetro cada 20 m, recogiéndose un total de 3.974 artefactos de diversos tipos y materias primas (2.755 fragmentos de vidrio, 359 óseos, 450 fragmentos de cerámica, 210 de metal, 183 fragmentos de ladrillos, 12 líticos, 5 indeterminados) (Leoni et al. 2007a). El análisis de estos materiales y de su distribución espacial ha permitido identificar algunas áreas principales de concentración, así como una distribución general, que parece exceder los límites de la ciudadela del fuerte estimados en base al plano histórico de Melchert. Estas concentraciones de material superficial podrían indicar la ubicación general de áreas de ocupación y actividad más significativas del sitio, aunque la acción perturbadora del uso del arado y otros factores tafonómicos aún por evaluarse podrían influir

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también en la distribución espacial de los materiales, desplazándolos hacia algunas partes más bajas del terreno.

El conjunto artefactual Se cuenta ya con un significativo corpus de artefactos procedentes de las investigaciones desarrolladas en el sitio, aumentado por variados materiales recogidos previamente por aficionados y habitantes de la zona. Este conjunto artefactual se caracteriza por su amplia variedad, (algo esperable dada la cantidad y heterogeneidad de la población que habitó el fuerte en su período de uso), e incluye tanto artefactos de uso netamente militar como materiales de tipo más generalizado. Los resultados de los trabajos desarrollados nos permiten obtener una caracterización general, aunque preliminar, del registro arqueológico del Fuerte General Paz. En primer lugar, parece claro que el principal agente perturbador del sitio es la actividad agrícola-ganadera actual. El laboreo del campo contribuye a remover los materiales arqueológicos y, posiblemente, a desplazarlos en sentido horizontal, con la consiguiente alteración de los contextos arqueológicos originales. Sin embargo, esto no anula la potencialidad de los análisis de distribución de materiales en superficie y es posible, como demuestran otros trabajos (ver Gómez Romero 1999:43-53), controlarse el sesgo que esta práctica agrícola introduce en las distribuciones de materiales arqueológicos superficiales a la hora de realizar interpretaciones e inferencias. Asimismo, los sondeos realizados nos muestran también que su efecto es limitado en algunas zonas y que no alcanza a perturbar completamente la estratigrafía del sitio. Así, hemos encontrado pisos de ladrillo más o menos bien conservados a profundidades relativamente bajas (entre 15 y 55 cm), así como concentraciones de material bien definidas a una profundidad de 20 cm o mayor. Esto demuestra que el sitio posee potencial

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para la realización de excavaciones destinadas a obtener información relevante acerca las actividades desarrolladas en el marco de este emplazamiento militar. Un

factor

de

perturbación

post-depositacional

natural

muy

significativo en esta zona ha sido la dinámica hídrica, con una marcada alternancia de sequías e inundaciones. Este sector de la región pampeana se encuentra dentro de una franja de aumento de humedad. Los ciclos húmedos que se vienen dando desde la década de 1980, en toda la región han inundando extensas áreas. En estos ciclos extraordinarios muchas de las lagunas de la zona llegan a unirse entre sí, formando grandes espejos de agua, como consecuencia de la variación de sus caudales (Tamburini et al. 2004). Estos fenómenos han afectado particularmente al partido de Carlos Casares, sumergiendo en tiempos recientes vastas extensiones de campo. Si bien las inundaciones y el drenaje posterior de las aguas pueden haber contribuido a desplazar materiales arqueológicos, también es cierto que evitaron el desarrollo de prácticas agrícola-ganaderas, contribuyendo así en cierta manera a proteger el registro arqueológico. La lluvia, combinada con las pendientes del terreno, es otro factor de perturbación a tener en cuenta, ya que puede actuar contribuyendo a desplazar, en combinación con el arado, algunos materiales hacia las zonas más bajas. La actuación de este proceso parece ser diferencial en distintas partes del sitio, dado que la topografía del lugar no es uniforme y la presencia de lomadas impide un desplazamiento continuo y unidireccional de los materiales hacia zonas más bajas, como las playas de las lagunas ubicadas al sur y suroeste del monolito central. Los materiales desplazados por esta acción se concentrarían entonces al pie de las lomadas y entre ellas, pero sobre estas lomadas también se detectan materiales arqueológicos (Leoni et al. 2007a). La acción de animales cavadores es también importante. Nos ha sido útil a la hora de localizar algunos contextos en particular, pues la presencia de materiales arqueológicos en las pilas de tierra removida de las cuevas indica la

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ubicación de contextos arqueológicos sub-superficiales. El efecto que tienen en el desplazamiento vertical y horizontal de los materiales, sin embargo, es algo que deberá evaluarse específicamente con investigaciones diseñadas con ese propósito en particular.

Consideraciones finales Finalmente, las investigaciones arqueológicas que se vienen llevando adelante en el Fuerte General Paz han arrojado resultados prometedores, tanto por la cantidad como por la calidad de los datos obtenidos, y permiten contar con una base sólida a partir de la cual acometer el objetivo principal del proyecto: caracterizar la vida cotidiana en un enclave fronterizo. El registro arqueológico del fuerte se presenta como complejo aunque rico en variados materiales y contextos, con un gran potencial, capaz no sólo de ilustrar o llenar omisiones del registro histórico sino también de producir información novedosa acerca de la vida en la frontera. La investigación en curso nos aproxima entonces a la meta de producir narrativas nuevas que incorporen más activamente a otros actores sociales, generalmente poco mencionados o directamente ignorados en las narrativas tradicionales de la vida en la frontera, y constituye un aporte significativo al creciente campo de la investigación arqueológica de la frontera interna del estado argentino en el siglo XIX. Figuras: Figura 1: Plano de la ciudadela del Fuerte Paz (en base al plano original de Federico Melchert).

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Bajo anegadizo

G

D C

B

Campo no trabajado al momento de la prospección

A 76,5 77,5

77

77

76

E

F H

S3

Laguna 79

Monolito

77

78,5

S2

S1

S4 78

77,5

77

76,5 76 76 76,5

Figura3: Plano del sitio mostrando ubicación de transectas y unidades de recolección superficial implementadas

Referencias:

N

Tomografías eléctricas Alambrado moderno

Figura 2: Planialtimetría del sitio Fuerte General Paz, mostrando ubicación de sondeos exploratorios, línea de calicatas eléctricas simétricas y tomografías eléctricas

Sondeos exploratorios 0

10 20 m

Laguna

Transecta Unidad de recolección superficial

Agradecimientos Al director del Museo y Archivo de 9 de Julio, Sr. Roberto Castro. A la propietaria del predio, Sra. Miriam Palumbo de Sarraude, al Ing. Agr. Gerardo Consolani y Sr. Alberto Pol por su colaboración desinteresada en distintas fases de la investigación. Finalmente a los pobladores del partido de Carlos Casares y 9 de Julio por su apoyo al proyecto.

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ABORDAJE ARQUEOLOGICO EN UN SITIO URBANO DEL SIGLO XIX LA MATANZA-VICTORIA (ENTRE RIOS) Cristina Pasqualii

Resumen Este trabajo se propone presentar los aspectos teóricos-metodológicos que se utilizarán en la investigación denominada: El proyecto de modernidad en la ciudad de Victoria (Entre Ríos), Siglo XIX .De La Matanza a la Victoria. El mismo tiene como objetivo general abordar el proceso de formación de la sociedad moderna en la ciudad de Victoria, a través del estudio del ejido urbano. Si bien la Arqueología Histórica se ha centrado en el estudio del mundo moderno este proyecto de investigación analiza una de las diversas trayectorias que siguió la conformación de la modernidad, en un contexto social particular, distante de los centros de poder político y económico, durante el transcurso del siglo XIX. Palabras claves: Arqueología histórica, ejido urbano, documentos históricos Abstract This paper aims to present theoretical and methodological aspects to be used in the research entitled: El proyecto de modernidad en la ciudad de Victoria (Entre Ríos), Siglo XIX .De La Matanza a la Victoria. This research´s general objective is to approach the formation of modern society in the city of Victoria, through the study of the urban area. While the Historical Archaeology has focused on the study of the modern world, this project analyzes one of the different paths followed by the formation of modernity in a particular social context, far from the centers of political and economic power during the nineteenth century. Keywords: Historical archaeology, urban area, historical documents

Introducción El objetivo de este trabajo es presentar los aspectos teóricosmetodológicos que se utilizarán en el estudio del proceso de formación de la i

Museo Histórico Provincial de Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina. crispasquali@hotmail.com 2| Anuario de Arqueología| 231


sociedad moderna en la ciudad de Victoria (Siglo XIX) a través del análisis del ejido urbano. Dentro de este contexto de investigación se considera al mismo como el producto material de la construcción social del paisaje, y una expresión vinculada a determinados comportamientos sociales, políticos y económicos. En este sentido, el espacio es una forma dada que se organiza y construye a partir de la lógica sociocultural de los grupos humanos, así como de las contingencias históricas propias a su contexto (Criado Boado 1988). En su configuración y dinámica sociocultural, en cuanto paisaje, se constituye en una materialidad activa en los procesos de construcción social de la realidad (Troncoso 2008). En el caso de la sociedad occidental, durante el siglo XIX, los grupos de poder tomaron conciencia de la importancia y utilidad de ejercer y controlar la construcción material del espacio humano. El planteamiento de ciudades y estructuras pasan a ser políticas de Estado. La arquitectura, como forma de construcción física del paisaje, es un dispositivo eficaz para este fin. De esta manera el estudio de la materialidad de la arquitectura se transforma en un instrumento útil en el debate de los procesos históricos vinculados con la conformación del mundo moderno (Zarankin 1999). Si bien la Arqueología Histórica se ha centrado en el estudio del mundo moderno (Orser 1996, 2000) este proyecto de investigación analiza una de las diversas trayectorias que siguió la conformación de la modernidad, en un contexto social particular, distante de los centros de poder político y económico, en el siglo XIX. Asimismo, se realiza desde una perspectiva arqueológica, es decir, considerando al documento histórico y a la evidencia arqueológica como corpus de datos independientes y distintos de información. Desde esta perspectiva cada uno posee su propia relevancia y a través de una integración adecuada se puede acceder a una dimensión más profunda y completa de los problemas estudiados. Las problemáticas de investigación pasan a ser procesos en lugar de hechos, y si bien las hipótesis pueden ser

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generadas a partir de diversas fuentes, son trabajadas tomando a la evidencia material como base empírica (Senatore y Zarankin 1996)

1- Descripción de la ciudad de Victoria La ciudad de Victoria es cabecera del departamento del mismo nombre, en la provincia de Entre Ríos. Se encuentra ubicada sobre la margen izquierda del río Paraná en la región del Delta Medio (Figura 1). Victoria, antiguamente llamada La Matanza, es hoy un centro urbano de rango medio. Su conformación actual aparece obedeciendo al tradicional planteo de damero en torno a una plaza que concentra en su periferia los edificios propios de las actividades de gobierno de la ciudad y religiosas. Dentro de este perímetro la ciudad está dividida administrativamente en cuatro cuarteles de superficies equivalentes. Fuera de esos límites urbanos, al sudoeste de la ciudad y lindando con el riacho Victoria, se localiza el Quinto Cuartel (actual Área de Protección. Ordenanza 160, 1978) única área exterior a la planta urbana en damero. Las calles aquí se entrecruzan en forma irregular, desconociendo la rigidez de la cuadrícula. Este sitio es conocido como el barrio de las Caleras (Figura 2). De acuerdo a la información histórica, los orígenes del pueblo de La Matanza se relacionan directamente con la creación del oratorio Nuestra Señora de Aranzazu. Concedida la autorización para la construcción del oratorio (1808) e iniciada la erección del mismo, los vecinos gestionan ante las autoridades virreinales la organización de un pueblo alrededor del mismo, con todas las formalidades vigentes para tales casos El expediente se inicia en 1809, con la presentación de Salvador de Ezpeleta en representación de los vecinos de los pagos de La Matanza, Laguna del Pescado, Manantiales, Chilcas, Seibas y Pajonal. Sin embargo, los sucesos de Mayo de 1810, ponen fin a la tramitación ante las autoridades virreinales y el pueblo de La Matanza, sin fecha oficial de fundación, sin autorización legal se reunirá junto al

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oratorio por libre voluntad de los vecinos (Anadón y Badaracco 1995; Pérez Colman 1937). En el año 1826, se eleva a la categoría de villa al pueblo de La Matanza y se determina el ejido. Se sustituye el nombre de Villa La Matanza por el de Victoria en 1829, y por último, en 1851, Justo José de Urquiza eleva la villa a la categoría de ciudad.

2-Arqueología Histórica: enfoque particularista Gran parte de los investigadores que trabajan en Arqueología Histórica entienden como foco de estudio a la conformación del mundo moderno (Orser 1996, 2000) que comienza con la expansión europea en el siglo XV y coincide con la consolidación del sistema capitalista y de un nuevo orden social (Johnson 1996) global (Deetz 1991). En Arqueología Histórica se entiende que este proceso de cambio involucró diferentes aspectos de la vida cotidiana, de ahí se infiere que la sociedad moderna se relaciona con el desarrollo de las relaciones capitalistas y el nuevo orden consiste en el surgimiento, dispersión y mantenimiento de nuevas prácticas sociales (op cit. 1996). Este modelo teórico es dominante en el mundo académico anglosajón, y sus variantes son utilizadas habitualmente para explicar la conformación de la sociedad moderna, aceptándose su aplicabilidad en diferentes contextos geográficos. De esta manera, el mundo moderno es caracterizado por una economía única que es colonial, internacional y en expansión. Actualmente, muchos investigadores rechazan asumir como único foco de estudio de la Arqueología Histórica al colonialismo europeo y el surgimiento del capitalismo, y adoptan una definición más flexible, a partir de la presencia de documentos escritos (Senatore y Zarankin 2002). La disponibilidad de distintas fuentes de evidencia, como las escritas y las arqueológicas, es una particularidad metodológica que requiere técnicas analíticas específicas, porque los arqueólogos se enfrentan a los documentos con nuevas nociones que surgen de una perspectiva materialista dictada por la

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naturaleza de la evidencia arqueológica (Beaudry 1988). El resultado de esta exploración metodológica es de lo más variado: complementación, confrontación, integración, tratamiento independiente y búsqueda de contradicciones son parte de esta amplia gama de propuestas, cuestionando la primera definición del campo de la Arqueología Histórica como estudio del capitalismo y colonialismo europeo. Estas posiciones son parte de una respuesta a las propuestas que tienden a entender a la Arqueología Histórica a partir de homogeneizar el problema tratado. La idea de una Arqueología Histórica como estudio del proceso global de formación de una sociedad moderna enmascara una heterogeneidad que niega las particularidades de este proceso en las sociedades latinoamericanas siendo necesario trabajar con múltiples trayectorias que generan diferentes sociedades modernas (Senatore y Zarankin 2002).

3- Abordaje arqueológico La perspectiva teórica-metodológica de este trabajo considera a los documentos históricos y al espacio urbano como productos de un mismo proceso social. El registro histórico como discurso estructurado de una determinada visión del mundo, y el ejido urbano, como el producto material de la construcción social del paisaje, vinculado a determinados comportamientos sociales, políticos y económicos.

3. 1- Análisis de documentos históricos La información histórica es revisada como parte de los antecedentes del tema a estudiar. Esto permite conocer y definir el contexto histórico general en el cual se inserta el mismo. Por otro lado, la evaluación de los documentos históricos primarios permite definir el proceso general y las variables relevantes que pueden jugar un importante papel en el tema de

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investigación, dado que esos documentos organizan, clasifican, diferencian y jerarquizan al mundo que representan (Senatore 2007).

3. 2- Análisis del espacio urbano El análisis de la cultura material se llevará a cabo a través del ejido urbano. Como se dijo anteriormente, se considera al mismo como un producto cultural, es decir, una expresión material de la construcción social del paisaje, vinculada a determinados comportamientos sociales, políticos y económicos. De acuerdo a lo expuesto en la descripción del ejido de la actual ciudad de Victoria se tomará como estrategia metodológica, trabajar paralelamente la actual planta urbana en damero (cuarteles I, II, III, IV) y el Quinto Cuartel (cuartel V) o barrio Las Caleras, única área exterior a la planta en damero, a través de la categoría urbana y de sus correspondientes variables o correlatos empíricos, a su turno, medidos y traducidos en la práctica a través de diferentes actividades destinadas a tal fin.

Categoria urbana y variables empiricas I- Emplazamiento Por emplazamiento se entiende el entorno geográfico más amplio en el que la ciudad se enmarca y en relación al cual se organiza. Los componentes del territorio, es decir, las condiciones naturales y físicas se reconocen en los tejidos urbanos, poniendo en evidencia que la ciudad considerada como “lugar” es también territorio y como “cosa construida” establece una relación íntima con el territorio que ocupa y que la rodea (Noguera 1980). La elección del emplazamiento estaría determinada por la accesibilidad al mismo y a su vinculación con otros sitios a través de diferentes medios de comunicación (terrestre o fluvial).

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II-Forma de la trama urbana Mediante el proceso de diferenciación entre espacios públicos y privados parcelados se forma el tejido urbano. Es así, que el tejido urbano o trama urbana corresponde a la peculiar morfología de una ciudad que resulta de la manera en que están dispuestos los espacios públicos (calles) y los espacios parcelados/privados (casas). Cuadricula o damero son vocablos que se asocian con la ciudad hispanoamericana y hacen referencia al diseño con el que se concreta el dibujo de la traza, que define el límite entre los espacios públicos y privados (Nicolini 2005). En el siglo XIX, se produce una resemantización de la cuadrícula fundacional, es decir, una actualización de la misma, una rectificación de sus distorsiones y además una cualificación que, en este momento, implica la desaparición de la idea de centralidad que había poseído la cuadrícula renacentista, y con ella el modelo original promulgado por el Imperio Español para América. La cuadrícula se convierte en una trama abierta que puede expandirse, repetirse, construir sitios jerárquicos: plazas, parques, edificios públicos, diseminados en un espacio más vasto. Es decir, la nueva cuadrícula se presenta como un área disponible, con jerarquías parciales que prometen un grado de libertad organizativa acorde con la complejidad institucional que la ciudad moderna comienza a adquirir. En esta nueva configuración tienen una gran influencia los factores de carácter higiénico. Por último, la alteración más importante y notable consiste, sin duda, en la pérdida del carácter de ciudadterritorio para restringirse al núcleo urbano propiamente dicho, rodeado a veces, de una pequeña zona rural fraccionada en chacras y quintas (Collado y Soijet 1997).

III-Tipos edificatorios El estudio de las viviendas familiares se presenta como una problemática en sí misma, dada que su construcción y organización espacial

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brindan información sobre la sociedad a la que pertenecen. La casa como estructura de poder compleja posee características activas y dinámicas que influyen y son influidas por sus ocupantes. Su arquitectura esta imbuida de componentes ideológicos-simbólicos que determinan su morfología y la restructuración de su espacio interior (Zarankin 1999). Con el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX se intensifica la concepción de público y lo privado. Los nuevos valores (pudor, reserva, intimidad)

fueron

incorporados

a

la

arquitectura,

influenciando

la

compartimentación de los espacios domésticos. Los papeles sociales se volvían más especializados y pasaron a exigir nuevas disposiciones espaciales, determinando profundas alteraciones en la repartición de la unidad doméstica que cambió de tamaño, estructura y función. Barreras reales o simbólicas fueron erguidas reforzando los límites sociales y legales liberando o controlando accesos, restringiendo las posibilidades de circulación y separando áreas públicas de áreas privadas: portones, cercas, muros, jardines y pórticos (Andrade Lima 1999).

IV-Equipamientos colectivos Los equipamientos colectivos son aquellos que están al servicio de la población. Pueden diferenciarse, atendiendo a sus características funcionales en, culturales, religiosos, educativos, recreativos, deportivos, sanitarios, asistenciales y zonas verdes. Asimismo pueden tener tanto un origen privado como público, en tanto, referencia a las formas de propiedad y gestión (Aymonino 1981).

Consideraciones finales Cabe destacar que el trabajo presentado es parte de mi Tesis de Licenciatura actualmente en curso. El objetivo de la misma consiste en plantear un nuevo abordaje en sitios históricos, como es el caso de La

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Matanza-Victoria, en el siglo XIX, donde el énfasis esta puesto en la particularidad de los ámbitos locales. La perspectiva arqueológica de este trabajo, aborda el registro histórico como discurso estructurado de una determinada visión del mundo, y el ejido urbano, como el producto material de la construcción social del paisaje. Es así que la integración de ambos registros permitirá interpretar cómo se construyó, dentro del proceso de modernización en el siglo XIX, el ideario de ciudad a través de las prácticas discursivas y cómo se materializó ese proyecto en el desarrollo de la actual ciudad de Victoria.

Figuras

Figura 1: Ubicación de la ciudad de Victoria en la región del Delta Medio. Fuente: Malvarez 1999.

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Figura 2. Plano de la ciudad de Victoria. Fuente: Municipalidad de Victoria

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ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA DE LA CASA DE LA ADMINISTRACIÓN 1873, ASENTAMIENTO SEDE DEL PROYECTO GEOPOLÍTICO ALEXANDRA’S COLONY, ALEJANDRA, SANTA FE Dosztal Irenei

Resumen La construcción de la Casa de la Administración en Alejandra fue pensada para concentrar toda la actividad colonizadora del norte santafesino. Este plan de trabajo, eje del desarrollo de mi tesis doctoral, se enmarca desde lo que hoy se denomina Arqueología Histórica que al contar con otros registros, además del arqueológico, permite confrontar la información y eventualmente, proceder a correcciones o rectificaciones. La elección del lugar responde a la idea de obtener registros materiales de contextos domésticos de un sector que sufrió diferentes ocupaciones, por lo que poseería una secuencia completa de ocupación anterior al “contacto”, siendo que el proyecto urbanizador de la colonización se llevó a cabo sobre el indígena preexistente y continúa siendo habitado. Palabras claves: Arqueología histórica, proceso colonizador, registro arqueológico Abstract In the context of valuing cultural heritage, such as upgrading and renovation of cultural resources proposed five sites in the town of Alexandra (Santa Fe) equipment and museology, to sensitize the community, train local youths, UNR train students in professional practice and create conditions for tourism promotion. The project is from the Museo Universitario Florentino y Carlos Ameghino, together and counterpart with the Comuna de Alejandra, by the President Communal Raúl Lovato, y the Volunteer Program of the National University Policies and the Secretary of Extension of National University of Rosario. Keywords: Heritage, cultural resources, tourism

Introducción La Casa de la Administración se encuentra ubicada en la localidad de Alejandra a unos 250 km. al Norte de la capital provincial, sobre la ruta i

Facultad de Humanidades y Artes. Escuela de Antropología. Museo Universitario Florentino Carlos Ameghino. Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura. Universidad Nacional de Rosario. Argentina.- irene@fceia.unr.edu.ar 2| Anuario de Arqueología| 243


provincial N°1 y a orillas del río San Javier. Su historia comenzó a sistematizarse a través de los estudios realizados desde 1991 por Guido Tourn, quién ha logrado reunir un valioso archivo original organizado en colecciones alojadas en el Museo Histórico Regional (Tourn, 1997, 1999, 2001, 2007). Tourn abrió una perspectiva en la investigación histórica, que pocos años después se fue ampliando con la firma de un Convenio entre la Comuna y el Museo Universitario Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura. Universidad Nacional de Rosario, gestión de la Dra. Silvia Cornero para desarrollar proyectos de arqueología histórica y prehistórica (Cornero et.al., 1996, Cornero et.al., 1997; Cornero y Cocilovo, 1998; Cornero 2002 y Cornero et.al., 2005).

Figura 1: Patio Interno Casa de la Administración.

El constructivo colonial se emplazó en un terreno de 150 yardas, es decir 135 m de lado en 1873, su planta posee forma de “U” está bordeada por una galería que se abre al patio. El aljibe del patio se conserva en el área central. Todas las habitaciones confluyen al patio, (Figura nº 1) las mismas poseen un cielorraso de tablas de madera dispuesto a modo de entrepiso que sirvió de refugio a los ocupantes tras los ataques indígenas (Viñuales y Collado, 1984). La casa posee un intenso valor histórico y arquitectónico, por lo que fue relevada por el programa "Patrimonio Arquitectónico en el Área del Paraná Medio - Inventario" (Viñuales y Collado, 1984) y posteriormente

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declarada Monumento Histórico Provincial (Decreto 2206/07 www. patrimonio. gov. ar). Este emplazamiento fue pensado para concentrar toda la actividad de la colonización iniciada por Weguelin. El proyecto Alexandra Colony obliga al gobierno del presidente Sarmiento correr la línea de frontera norte del país. Como cada uno de los emplazamientos de frontera tuvo una doble significación: frontera como marca militar y como marca de poblamiento, efectivo o transitorio, limítrofe de las tierras de los indígenas (Austral y Rocchietti, 2006). El proyecto sufrió varios inconvenientes que se acrecentaron tras la muerte de su fundador Weguelin y es así como la sociedad Thomson, Bonar & Cia decide vender el terreno. Si bien la colonización agrícola fracaso, su venta se convirtió en un gran negocio ya que primero se venden los terrenos a los colonos residentes (sin escritura) y luego a la sociedad española que compra la totalidad de la propiedad. Poco a poco la sociedad española Zubelzu y Ortiz convierte a la colonia en un campo ganadero. Con este proyecto se busca profundizar esa realidad santafesina en el momento de la colonización fomentada desde el Gobierno Nacional y Provincial desde principios del siglo XIX (Bonaudo, 2006). La cual se generó a raíz de la creación, por parte de los distintos gobiernos posteriores a la batalla de Caseros, de un programa político cuyo principal interés era lograr la atracción de “inmigrantes laboriosos” a los que se les otorgaría facilidades para establecer colonias agrícolas en el desierto santafesino (Dosztal, 2006). Esta profundización se propone desde lo que hoy se denomina Arqueología Histórica, que a nuestro parecer y coincidiendo con Fournier no deja de ser arqueología, por más que se ocupe de períodos posteriores al contacto español, y por lo tanto, una ciencia histórico-antropológica (Fournier, 1995 ). Son muchas las discusiones que se han dado en torno a la construcción del término Arqueología Histórica, sus implicancias teórico-

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metodológicas y del manejo de las fuentes a interpretar (Rocchietti, 2002; Schavelzon, 2002; Zarankin y Senatore, 2002). La Arqueología Histórica al contar con otros registros, además del arqueológico, permite confrontar la información y eventualmente, proceder a correcciones o rectificaciones. Comenzando su proceso de investigación a través del las preguntas que surgen a partir de la lectura de documentos históricos (Ramos, 2002). La historia local nos proporciona las explicaciones más adecuadas a estos interrogantes; por que todo enunciado deberá remitir a los fundamentos de una acción real, emprendida por sujetos reales, y no a las abstracciones en las que se basa el tipo medio estadísticamente dominante (Pons y Serna 2007). Sencillamente, el ritmo de lo cotidiano no se deja constreñir por las explicaciones modélicas y excede las periodizaciones generales, y si bien esto no debería significar perder de vista la relación entre la historia “general” y la “particular”, es necesario conocer los ritmos y especificidades con que se mueven los procesos en diferentes espacios (Cerio, 2007). Entonces, considerando que la sociedad es una totalidad orgánica regida por regularidades de orden general y se manifiesta en la realidad concreta como diferentes modos de vida (Bate, 1998), tomamos el concepto de contexto-momento de Bate para dar cuenta de las relaciones de estos grupos pertenecientes a un estatus mayor con los demás miembros de la sociedad. Es así como la elección del lugar responde a la idea de obtener registros arqueológicos de contextos domésticos de un sector que sufrió diferentes ocupaciones que: 1) poseería una secuencia completa de ocupación anterior al “contacto”, siendo que el proyecto urbanizador de la colonización se llevó a cabo sobre el indígena preexistente y continúa siendo habitado. La Casa de la Administración fue construida por un grupo de ingleses en 1873, quienes habitaron en ella más de 10 años. Tras la

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venta de la colonia, llega a la administración una sociedad española; en ambos momentos la casa estuvo habitada por los administradores principales y por decenas de empleados y peones. Alrededor de 1945 esta sociedad vende la propiedad a sus dueños actuales, la familia Moore. 2) su ubicación en el trazado fundacional constituía un espacio de relevancia, por lo que los restos hallados corresponderían a los principales vecinos fundadores.

Objetivo Principal Con este trabajo me propongo conocer, a través del registro arqueológico del predio la Casa de La Administración (sede de colonización del norte santafesino), el estilo de vida mantenido por diferentes grupos que habitaron y administraron la Colonia.

Objetivos específicos: 1. Determinar tanto la cronología como la procedencia del material identificado a través de la comparación con los registros existentes. 2. Contribuir al conocimiento del desarrollo tecno-estilístico de los materiales. 3. Corroborar a través del registro arqueológico los datos históricos conocidos del proceso de colonización llevado adelante en la región. 4. Determinar estatus socioeconómicos de los diferentes grupos que habitaron La Casa de la Administración a partir de la identificación del registro. 5. Generar nueva información a partir de los resultados de la excavación 6. Aportar elementos para la construcción del Museo de Sitio. Metodología

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Para desarrollar la secuencia lógica de la instancia metodológica en el proceso de investigación arqueológica seguiré el siguiente plan de trabajo:

1. Relevamiento de antecedentes: búsqueda de documentos, bibliografía publicada e inédita y de cartografía. Recorrer museos locales de la región en busca de nueva información. Realizar entrevistas a historiadores locales y a los ocupantes actuales de La Casa de la Administración. La interpretación de esta documentación nos permitirá determinar y caracterizar los aspectos de la cultura material, tanto objetos como rasgos, susceptibles de ser detectados y su asignación cronológica. 2. Recorrer el territorio que rodea el predio de La Administración, barrancas y campos linderos. 3. Prospectar el terreno delimitado por transectas. 4. Cuadricular el terreno y realizar pozos de sondeos para determinar posibles basurales. 5. Abrir cuadrículas: se utilizaran cuadrículas de 1 x 1m, y serán excavadas en capas artificiales de 10 cm. La información se registrará a través de: diarios de campo; dibujos de perfiles y fichas de estrato; registros gráficos, fotográficos y visuales, entre otros. 6. Coordinación de alumnos de la escuela secundaria local “Alte. Brown”, quienes se encargarán de documentar el material hallado a través de fichas predeterminadas, de su almacenamiento en cajas y acondicionaran el material para su exposición en el Museo de Sitio; este museo se encontrará en las instalaciones de La Casa de la Administración cuya recuperación patrimonial forma parte del proyecto: Preservación del patrimonio cultural y rehabilitación del espacio público: una incitativa de desarrollo cultural en la

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Administración, Alejandra, Santa Fe presentado en la Secretaría de Políticas Universitarias. 7. Análisis de material e interpretación de los resultados relacionándolos con las fuentes documentales.

Teniendo en cuenta el desarrollo histórico del asentamiento clave para la colonización del norte santafesino y sus consecuentes relaciones socioeconómica con el resto del territorio argentino, consideramos que la investigación arqueológica en la Casa de la Administración nos permitirá acceder a características de la vida cotidiana que no siempre queda registrada por la letra escrita. Ya que la cultura material que integra un registro arqueológico es un epifenómeno de la estructura social, de un sistema de clases, de intercambios económicos, y de su régimen de derecho (Rocchietti, 2002).

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ARQUEOLOGIA DE LAS TIERRAS BAJAS

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LA DULCE: PROBLEMÁTICA DE FORMACIÓN DE SITIO ISLERO Ana Rocchietti, Nélida De Grandis, Benito Vicioso y Mónica Valentínii

Resumen “La Dulce” es un sitio cuyo contenido ceramológico es coherente con la formación arqueológica Goya-Malabrigo. Aporta información valiosa sobre los problemas de interpretación de los depósitos en isla y alerta sobre las dimensiones heurísticas de los registros en ambientes hidrodinámicos de alta energía. En este trabajo se examinan las condiciones de formación y modificación en su estratigrafía. Palabras claves: Formación arqueológica, islas del delta del Paraná, secciones de sitio islero Abstract “La Dulce” is a site which ceramic content is coherent with the archaeological formation Goya-Malabrigo. It contributes valuable information about the problems of interpretation of the warehouses in island and alert on the heuristic dimensions of the records in hydrodynamic environments of high energy. In this work there are examined the stratigraphical conditions of formation and modification. Keywords: Archaeological formation, islands of the delta of the Parana, sections of site

Introducción La Dulce es el nombre de un sitio arqueológico que se encuentra a las orillas de un madrejón de isla, en el Delta del Bajo Paraná, Provincia de Santa Fe. Está emplazado en el área conocida como Boquita del Tío Juan, un arroyo que desagua en un gran bañado (llamado Campo Grande), a unos veinte kilómetros del pueblo La Boca (Monje, Departamento de San Jerónimo). En la costa e islas habitaron pueblos antiguos que recibieron distintas denominaciones por los españoles que conquistaron la región: chanás, timbúes, quiloazas, guaraníes, etc. La complejidad étnica que debían i

Departamento de Arqueología. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Provincia de Santa Fe. Argentina. anaau2002@yahoo.com.ar 2| Anuario de Arqueología |253


representar nunca fue bien comprendida por los invasores pero sí el hecho de que su estilo de desarrollo, en todas partes del gran río, era bastante parecido manejaban con alta eficiencia el ambiente de río y todas las actividades que supone sobrevivir en él, especialmente la pesca, la recolección y muy probablemente alguna práctica hortícola. Su afinidad con los pueblos de la selva sudamericana parece indubitable. El registro arqueológico comprende una síntesis de observaciones realizadas sobre la materialidad de depósitos que marcan la huella de la existencia de sociedades anteriores a las del presente, aún cuando tengan similitudes notables en las técnicas de supervivencia. El contenido de los mismos, en las islas, está signado por heterogeneidad de ítems y distorsión de sus contextos. Por esa razón, su estudio se torna contingente ya que depende de las condiciones de transformación más que de las de formación del registro. El objetivo de este trabajo es presentar las propiedades físicas y depositacionales de este sitio y analizar las consecuencias que tienen las características mencionadas en el estudio de la colonización humana prehispánica de esta parte del territorio argentino, especialmente aquellas condiciones geomorfológicas que entorpecen la interpretación de los restos arqueológicos.

Variables de investigación Desde nuestra perspectiva, las variables que más aportan a la heurística de las propiedades de las formaciones arqueológicas isleras serían las siguientes: 1. emplazamiento geográfico y ambiental de sitio 2. tamaño y forma de la distribución 3. carácter superficial, aflorante o enterrado (o parcialmente combinados) 4. matriz sedimentaria, edafológica y posición en el perfil estratigráfico 5. contenido ergológico o carácter de los vestigios 6. procesos de formación – transformación 2| Anuario de Arqueología|254


7. relaciones de vecindad con otras distribuciones arqueológicas 8. relaciones de imbricación o palimpsesto entre los vestigios

La Dulce se localiza en la intersección entre el riacho Tío Juan y un Madrejón que los pescadores identifican con este nombre. Los restos arqueológicos están sobre una playa plana, aflorantes y con un grado considerable de entrampamiento en un sedimento areno arcilloso, fuera de los pastos y matorrales que cubren la isla, batidos por las ondas de agua que agitan el viento y la navegación con motor fuera de borda. Sin embargo, no se puede acceder al lugar completamente por agua. Es necesario llegar caminando, en un tramo de seiscientos metros. La longitud del madrejón es corta: no supera los mil metros, con rumbo aproximadamente norte-sur. Su ubicación cardinal es LS 32º19´54.6”y LW 601 52´19.6”. (Figura 1).

Figura 1. Ubicación de La Dulce (Monje)

Figura 2. Ubicación de La Dulce

El ambiente de depósito es laminar arcilloso, en un relieve marcadamente plano, al pie de una barranca de reciente formación cuyo escalón no supera un desnivel comprendido entre 0.50 y 1 metro según los 2| Anuario de Arqueología |255


sectores, con un perfil muy suavizado por la erosión y cubierto por pastos todo el año. Se trata de un ambiente típico de delta, un verdadero paisaje de agua, dedicado en la actualidad a la invernada de vacunos. Este factor contribuye a la modificación de los contextos (figura 2). Los restos se hallan enterrados y aflorantes; fueron muy escasos los ítems que aparecieron en situación superficial. Esto contrasta con otro sitio del sector ubicado en la desembocadura del Tío Juan en el bañado, de carácter totalmente superficial o a lo sumo aflorante y con muy escasa representación en estratigrafía. Se debe al carácter más protegido de la distribución de la Dulce, apartada de los cauces de mayor dinámica. El depósito está constituido exclusivamente por una distribución cerámica de baja densidad, de extensión todavía indeterminada por nosotros, ofreciendo la impresión de tener carácter aleatorio en un terreno residual a las inundaciones y una posición estratigráfica bajo sobredepósito aportado por la acumulación de sedimento que trae el agua en suspensión. Se trata de un ambiente de alta energía (hídrica) con módulos deposicionales complejos, aleatorios, que muestran el régimen modificado del Paraná por las represas en sus cursos medio y superior. La caracterización de su contenido no requiere mucha precisión: se hallan fragmentos de cuerpos y bordes de escudillas, hondas y pequeñas, fragmentos de la conocida alfarería gruesa de esta latitud, con sus motivos incisos y modelados escultóricos de animales. Conforman una Formación Arqueológica, es decir, un conjunto de depósitos arqueológicos característicos (Cf. Rocchietti, 2002) a la que damos el nombre –con antecedentes en la arqueología del área- de Goya-Malabrigo. Prácticamente, toda la comarca está sembrada de sitios de este tipo por lo cual podemos intentar el diseño de una red de sitios con carácter solamente de compilación de depósitos. Más adelante haremos consideraciones sobre ella (figura 3).

2| Anuario de Arqueología|256


Figura 3. Red compilatoria de sitios

Figura 4: Estratigrafía de La Dulce

La matriz sedimentaria está formada por dos depósitos, uno superior y otro inferior que apoyan sobre una columna arenosa de lecho de río. Se trata de dos estratos de color castaño oscuro, el inferior más oscuro que el superior (un paleosuelo), con mayor cantidad de materia orgánica. Ambos con un alto porcentaje de arcilla; en cambio la capa de aporte reciente, desigual en su espesor y continuidad, es francamente arenosa (figura 4). El material arqueológico reposa sobre la unidad litoestratigráfica inferior húmica.

Figura 5.Topografía de La Dulce

2| Anuario de Arqueología |257


Los procesos de formación-transformación son de complicado registro. Nuestra experiencia en la región aporta la observación de dos tipos de depósitos: a. sitios formados in situ pero muy transformados por los ciclos de inundación/bajante, pastoreo de ganado y campamentos de pescadores actuales, b. sitios formados por transporte hídrico aunque con contenido arqueológico, c. relictos aislados irrelevantes para el estudio arqueológico. La situación estratigráfica en cualquiera de los casos varía entre enterrados (con o sin indicios superficiales), aflorantes (una parte enterrada y otra en sedimento) y superficiales. La red de tales sitios y sus condiciones estratigráficas es la siguiente, discriminados por carácter de las distribuciones (superficiales o entradas), integridad (alta o baja), por contenido y por emplazamiento en la red (terraza pampeana, en albardón islero o en playa).

Distribuciones arqueológicas

Carácter

Nivel de Integridad

Contenido arqueológico

Sección

Localizació n topográfica

La Alameda

Superficial

Baja

Indeterminable

Gaboto

terraza

Barrio Indiano

Superficial

Baja

Indeterminable

Gaboto

terraza

Bajada de Eulogia

Superficial

Baja

Indeterminable

Gaboto

terraza

Cerrito de los Indios

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

isla

Cerrito Paredes

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

isla

Boca de Lega

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

isla

Boca de los Perros

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

isla

La Capilla

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

terraza

Chiappezone

Superficial

Baja

Indeterminable

Monje

terraza

2| Anuario de Arqueología|258


El Fuerte

Baja

Indeterminable

Gaboto

terraza

La Boca

Enterrado

Mediana

Formación La Boca

Monje

Albardón en paleocauce

Corral del Arroyo

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

Remanso del Lules

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

El Raleador

Enterrado

Alta

Formación GoyaMalabrigo

Monje

isla

De la Cruz

Enterrado

Alta

Formación GoyaMalabrigo

Monje

isla

Pescadores de Santa Cruz

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

Tío Juan

Enterrado y aflorante

Baja

Formación GoyaMalabrigo

Monje

isla

Ensenada de las Carpinchas

Enterrado

Incierta

Formación GoyaMalabrigo

Monje

isla

Madrejón del Carpincho

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

Monte Redondo 1

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

Monte Redondo 2

Enterrado

Incierta

Indeterminado

Monje

isla

La Dulce

Enterrado

Incierta

Formación GoyaMalabrigo

Monje

isla

Todos los sitios arqueológicos isleros tienen las siguientes secciones: 1. sección aérea, formada por todos los fenómenos derivados de la radicación solar, de la evapo-transpiración y de la física de la atmósfera (lluvias, neblinas, rocíos, heladas, etc.). 2| Anuario de Arqueología |259


2. sección terrestre formada por el conjunto de depósitos sedimentarios y arqueológicos. En ella inciden los efectos de la dinámica de formación y transformación de sitio (física, química y biótica). 3. sección subacuática formada por el desarrollo de la topografía bajo agua, partículas en suspensión, efectos de la dinámica de las corrientes de agua, su caudal y depósitos subacuáticos (Rocchietti et al, 1997). Por lo tanto, podemos afirmar que estas secciones tienen un comportamiento que se deriva de tres modelos: el climático holoceno (sus sistema energético atmosférico), el sedimentológico (estática y dinámica de las partículas que lleva el agua en suspensión) y el de los ambientes acuáticos (profundos y poco profundos o someros). Por lo tanto, cualquier sitio islero tiene la particularidad de constituirse en un objeto conceptual de dimensiones múltiples identificado en su propiedad fenoménica de continuidad integrada aire-tierra-agua (Rocchietti et al, 2006). Un problema a resolver es de qué manera ingresaron los distintos elementos al registro. Aceptando que en un sesenta por ciento de los casos han ingresado como producto del hábitat humano, entonces es necesario identificar su expresión arqueológica: Formación Arqueológica Goya-Malabrigo2. La Dulce es otro de sus documentos. La designación tiene carácter descriptivomaterial. Las sociedades que tuvieron sus asentamientos en la comarca debieron sostener, a nuestro juicio, un desarrollo económico cazador-pescadorcultivador de tierras bajas inundables o humedales costeros del Paraná y eso explica su ingreso –monótono- al registro arqueológico de esta geografía. En la mayor parte de los sitios consignados antes la hegemonía cerámica es prácticamente completa. Se explica por el tenor de las matrices que destruyen los contenidos orgánicos y por el efecto de arrastre que suelen tener las aguas del litoral islero. En relación al estilo de desarrollo constituido por las sociedades isleras, los especialistas insisten en su carácter cazador-recolector o cazador-recolector2| Anuario de Arqueología|260


pescador (Cornero y Puche, 1995; Ceruti y Torres Boray, 2007; Cornero et al, 2007; Pérez Jimeno, 2007; Rodríguez, 2007; Loponte, 2008). Sin embargo, Rodríguez afirma que se mantuvieron como candores-recolectores en el Holoceno Tardío y Loponte admite la posibilidad de que consumieran maíz. Las economías isleras pueden haber desenvuelto un conjunto de actividades sustentadoras con rango predador pero cuando ellas empezaron a hegemonizar la cuenca, la agricultura ya era un bien social en amplias geografías de América del Sur. Loponte señala que en el Holoceno reciente, las sociedades de los humedales del Paraná ya estaban distribuidas en espacio amplio, con tendencia a la segmentación social, los intercambios con otras áreas y –en lo demográfico- a la microevolución reticulada. Ese proceso se habría incrementado a partir de 900 u 800 años de la era. Los estudios arqueofaunísticos aportan evidencia de la procura de proteína animal así como de la importancia de la fauna acuática. Los indicios de domesticación –aunque fuera incipiente- siempre son escasos en depósitos impregnados intermitentemente por el agua.

Contenido cerámico de La Dulce De acuerdo con Ceruti entre 2500 y 1800 años atrás estas poblaciones antiguas se volvieron ceramistas y alrededor de la era cristiana empezaron a fabricar canoas para viajar entre los ríos y riachos. Hacia 800 ó 1000 DC alcanzaron el dominio de toda la llanura aluvial. A medida que se instalaban las condiciones climáticamente húmedas, los pobladores pasaban a depender, cada vez más, de los ecosistemas acuáticos (Ceruti, 2000). Es probable que el conocimiento de la tecnología cerámica (que llegaron a dominar como expertos, si se juzga por la importancia de la fracción cerámica en los registros) lo obtuvieran a partir de su comunicación (o procedencia originaria) con los habitantes del trópico selvático. Para poder conocer el origen de una cerámica es necesario relacionar los materiales que la constituyen con el entorno geológico donde ésta fue hallada. 2| Anuario de Arqueología |261


Por lo tanto la observación macroscópica complementada por los análisis arqueométricos (físico-químicos y mineralógicos) permiten verificar las características y la coherencia de los agrupamientos formados y a través de la identificación de las arcillas (barros) determinar los lugares o áreas probables de proveniencia de las materias primas. Para la caracterización de materiales cerámicos se emplean básicamente dos tipos de técnicas: 1. las de análisis directo, no destructivas y 2. las de análisis indirecto, destructivas. Para este sitio se implementaron ambas técnicas: la lupa binocular que sirve para reconocer las relaciones texturales externas de la pasta cerámica y la microscopía petrográfica (láminas delgadas) para identificar las inclusiones minerales según sus propiedades ópticas. Se recuperaron posicionalmente 137 fragmentos cerámicos que poseen en general integridad media/alta ya que permitieron el ensamblaje de muchos de ellos a través de los cuales se pudo reconstruir la forma del objeto. Muy pocos sufrieron alteraciones- sobre todo- en la superficie externa debido al rodamiento y otros presentan decapado por efecto del agua pero aún se puede extraer información tanto sobre la manufactura- empleo del rodete como en los motivos decorativos incisos– surco rítmico- similares a los utilizados por los grupos Goya- Malabrigo. En cuanto a las categorías utilizadas para el análisis del material cerámico se consideraron: 1. La pasta cerámica 1.1. cocción: oxidante, oxidante incompleta, reductora. Color del núcleo. 1.2. tipo de fractura: regular, irregular, laminar. 1.3. inclusiones: tiestos molidos, arenas, otros. 2. Tratamiento de superficie 2.1. engobe superficie interna y externa: presencia/ausencia. 2.2. técnicas decorativas superficie interna y externa: incisión, pintura, otros. Para completar la información se consideraron además 3. espesor de las paredes. 2| Anuario de Arqueología|262


4. marcas de uso: presencia en la superficies interna/externa de hollín o adherencias. 5. estado del material: sin alteración, rodado o decapado. Los fragmentos recuperados suman un total de 137 distribuidos en cuanto al sector de la pieza de la siguiente manera: Total de fragmentos: 137 120 cantidad

100

109

80 60

Serie1

40 27

20

1

0 cuerpos

bordes

asas

Figura 6.Cuadro 1: Total de fragmentos

Se observó que los fragmentos de cuerpos y bordes en su gran mayoría corresponden a escudillas hondas pequeñas a medianas. Una ollita con decoración incisa- surco rítmico- alrededor del cuello y con un asa. Alfarería gruesa cuerpos, cabezas y colas con motivos incisos y aplicación al pastillaje todos característicos de la cerámica Goya-Malabrigo (figura 6).

Figura 7 Cerámica de La Dulce

2| Anuario de Arqueología |263


1.- La pasta cerámica La porosidad, la resistencia térmica, la durabilidad de los objetos producidos dependen del equilibrio en la mezcla de las arcillas e inclusiones que haya hecho el artesano.

1.1. Cocción: La temperatura y atmósfera de cocción produce efectos importantes en la pasta de las piezas dando variabilidad respecto al color del núcleo y afectando también las superficies internas y externas. Estas características responden a la técnica de cocción de las piezas y el tipo de horno utilizado por estas comunidades. Del total se obtuvieron los siguientes valores.

Cocción

cantidad

150

130

100 Serie1 50 0

6

1 reductora oxi/incomp oxidante

Figura 8. Cuadro 2: Cocción

1.2. Tipo de fractura. Las fracturas están relacionadas con la cocción y la cantidad y medidas de las inclusiones. Se observa una gran variabilidad que incluye tamaños pequeños desde 2x3cm hasta ejemplares que poseen un 40% de integridad. La mayoría están fragmentados irregularmente.

2| Anuario de Arqueología|264


Tipo de fractura 100 85

cantidad

80 60 40

Serie1 34

20

18

0 regular

irregular

indeter

Figura 9. Cuadro 3: Tipo de fractura

1.3. Inclusiones Son los elementos agregados intencionalmente a la matriz de la pasta, por ejemplo tiestos molidos, mica, etc o los que están adicionados por procesos naturales. Según la proporción se considera: abundante, moderada o escasa. Para este sitio la base de la pasta contiene arenas de granos finos a la que se le incorporaron tiestos molidos de diferente granulometría variando según el fragmento entre finos y gruesos.

Inclusiones 150 cantidad

128 100 Serie1 50 9

0 tiestos molidos

ausencia

Figura 10.Cuadro 4: Inclusiones

2| Anuario de Arqueología |265


2. Tratamiento de la superficie. 2.1 Engobe En todos los casos los fragmentos tienen ambas superficies alisadas y poseen aplicación de un baño (engobe?) que da el tono ocre característico por la presencia en la arcilla de óxido de hierro. Según Balfet et al (1992) es la acción de recubrir, antes de la cocción, la totalidad o una parte de la superficie de un objeto cerámico con un revestimiento de naturaleza arcillosa. En los ejemplares que poseen restos de hollín en la superficie externa debido a la exposición al fuego se dificulta la observación del color original de la pieza.

80 60 40 20 0

74 Serie1

34 13 engobe ext

engobe int

engobe i/ext

16 sin engobe

cantidad

Engobe

Figura 11. Cuadro 5: Engobe

2.2 Técnicas decorativas. Tratamiento que se le da a una pieza, generalmente realizada en la superficie externa, con modificación de de la superficie en los casos de incisiones o bien por aplicación de pigmentos de diferentes colores. Los ejemplares hallados poseen decoración en surco rítmico. Hay un solo ejemplar con pintura roja apenas perceptible. En cuanto a los bordes los hay lisos y con incisiones (Ver fotos)

2| Anuario de Arqueología|266


Técnicas decorativas

cantidad

20 15

15

10

Serie1

5 1

0

pintura

incisos

Figura 12. Cuadro 6: Técnicas decorativas.

cantidad

Tratamiento de la superficie 100 80 60 40 20 0

95 Serie1 13 cuerpos s/de

cuerpos dec

25 2 bordes s/de

bordes dec

Figura 13. Cuadro 7: Tratamiento de la superficie.

3. Espesor de las paredes Brinda datos sobre la transmisión del calor, resistencia al shock térmico y a la manipulación en artefactos, sobre todo de uso doméstico. En este sitio se puede observar que la mayor cantidad de fragmentos oscilan entre los 3 a 7 mm espesor. Esta decisión está vinculada a obtener una rápida difusión del calor en la alfarería de uso cotidiano, además la región no tiene disponibilidad de maderas para producir alta y durable combustión.

2| Anuario de Arqueología |267


cantidad

Espesor de las paredes 100 80 60

79 53

Serie1

40 20 0

5 0 a 5mm 5 a 10mm

más 10 mm

Figura 14. Cuadro 8: Espesor de las paredes

4. Evidencias de uso. Sirven para identificar la forma y/o función que cumplieron los objetos. Se determinaron presencia / ausencia de hollín tanto en la superficie interna como externa. En dos ejemplares hay restos de material orgánico (grasa?). (Ver Fotos) Evidencia de uso

118

100

Serie1

50

in t

ex t ho l lí n

in t/e xt n

as

ho llí

m ar c si n

13

4

2

0

ho l lí n

cantidad

150

Figura 15. Cuadro 9: Evidencia de uso

5. Estado del material

2| Anuario de Arqueología|268


Se consideraron los materiales sin alteración, rodado y decapado

118 Serie1

si n

10

de ca pa do s

9 ro da do s

150 100 50 0 al te ra ci ón

cantidad

Estado del material

Figura 16. Cuadro 10: Estado del material

La cerámica puede informar acerca de las persistencias y transformaciones de los sistemas y de las técnicas de producción, de los circuitos de distribución, las tradiciones y preferencias regionales de los diversos segmentos de la sociedad. La mayoría de los fragmentos corresponden a cuerpos pero hay bordes lisos y decorados que fueron medidos con escala, a fin de que proporcionaran una aproximación al tamaño de la pieza, que resultaron ser escudillas hondas de pequeñas a medianas. En cuanto a las alfarerías gruesas corresponden a las tradicionales para este tipo de expresión plástica. Algunos ejemplares presentan adherencias de óxido de hierro y acumulación de sales contenidas en el sedimento. Los materiales analizados presentan una continuidad en la técnica y los motivos expresados sugieren el uso de las mismas pautas de decoración presente en la cerámica Goya- Malabrigo.

Un caso de distribución arqueológica singular La Dulce es un registro singular por sus condiciones estratigráficas las cuales pasamos a describir. 2| Anuario de Arqueología |269


La distribución aparece en estratigrafía asociada al segundo nivel litoestratigráfico, el cual –como ya hemos dicho- es de calidad arcillosohúmico. Se excavaron dieciséis metros cuadrados con técnica posicional. Esta intervención mostró la imbricación o palimpsesto del sitio así como la conveniencia de no analizar los registros sin tomar algunas precauciones. La singularidad aparece al observar con atención la dimensión métrica de la distribución. Tanto en su parte aflorante como en la enterrada, la cerámica apareció con un módulo discontinuo pero no azaroso sino distanciado a intervalos de medio o un metro. Esta propiedad no era visible desde

la

superficie

porque

aparecía

enmascarada

por

la

unidad

litoestratigráfica superior (figura 7). Se constató en horizontal y vertical del estrato. La solución se dio al estudiar el terreno del campo, por fuera de la playa. Allí se observó que –en la actualidad- las crecientes dejan en el terreno una topografía de desniveles en forma de ondas como huella de erosión que deja –a intervalos regulares- promontorios cubiertos por arbustos (mientras que el resto de la superficie está cubierta por el pastizal). El fenómeno no es general sino que parece un efecto de la relación tierra-agua en el lateral del sitio aunque lo incide en su totalidad. Por lo tanto, consideramos al material arqueológico en su matriz original pero erosionado y cubierto por un sobredepósito de edad indefinida pero no antiguo. El ambiente de río, subtropical y templado ofrecen un ámbito propicio para la vida humana a partir de tres dimensiones interrelacionadas: el trabajo humano a partir del cual las sociedades hacen uso del ambiente, la calidad de la experiencia humana manifestada en su tecnología y cultura y los impactos que produce el hábitat humano en sus entornos. Es decir, se trata de la interacción entre aspectos tangibles e intangibles de las vecindades de los sitios arqueológicos, en el pasado. Es muy probable que las islas del delta hayan sido especialmente favorables para los asentamientos humanos favoreciendo la buena calidad de vida en ellas, debido a la provisión de 2| Anuario de Arqueología|270


abundante fauna y la disponibilidad de suelos de adecuado tenor como para la siembra de cucurbitáceas y maíz (aunque este cultígeno debía tener mejores rendimientos en la llanura adyacente, sobre la terraza). Sin embargo, estas actividades debían sortear la presencia del bosque ribereño del cuales e observan todavía hoy los relictos. Los procesos de vecindad son la base de los procesos históricos de las regiones y éstos últimos tienen larga data en esta latitud.

Implicaciones La crítica heurística de los sitios es siempre un capítulo accesorio en la arqueología de la mayoría de las regiones argentinas. Pero en el delta del Paraná se impone por la necesidad de realizar afirmaciones probables y válidas sobre el carácter, duración y estrategias de las sociedades isleras en su ambiente hidrodinámico. Consideramos que se constatan en sus ambientes depositacionales dos tipos de procesos: 1. enmascaramiento 2. erosión vectorial En el primer caso, la secuencia estratigráfica es alterada por el sepultamiento debido a la acumulación de sedimentos recientes. Como el río también los remueve, el depósito puede aparecer –en la percepción- como inserto en una serie heterogénea de matrices. En el segundo, a pesar del relieve laminar plano siempre existe un vector de transformación lateral de magnitud importante del cual es responsable en gran medida el agua pero también el viento. La escala debiera ser siempre estimada. Por lo tanto, tanto en un caso como en el otro es necesario evaluar la posibilidad de error (representativo, absoluto o relativo) y no contentarse con una descripción acrítica.

2| Anuario de Arqueología |271


Al respecto, cabe recordar que todo sitio arqueológico esta constituido por un conjunto de fenómenos integrados, simultáneos o secuenciales de orden físico y químico.

Conclusiones La Dulce es un registro interesante, tanto por su contenido como por los problemas que abre. Representa una manifestación local correspondiente a la formación arqueológica Goya-Malabrigo; exhibe atributos estratigráficos singulares que alertan sobre la heurística de los sitios isleros y ofrece un contenido cerámico que posee las características técnicas habituales en este tipo de registro.

Notas 1 Proyecto Arqueología de los indios isleros. Secretaría de Ciencia y Técnica. Universidad Nacional de Rosario. Este trabajo contó con la colaboración en campo de Roque Moreira, Hugo Matiozzi y Celeste González Toralbo de la Universidad Nacional de Rosario. 2 En la investigación del sitio La Boca, habíamos designado a su contenido de registros Guaraní, europeos y cerámicas con apéndices modelados zoomorfos (Goya-Malabrigo) con el término Formación La Boca (Rocchietti, 2006). Referencias bibliográficas BALFET, H; FAUVET BERTHELOT, M F Y MONZÖN S. 1992. Normas para la descripción de vasijas cerámicas. Centre D´ Études Mexicaines Et Centraméricaines (CEMCA). México. CERUTI, C. N 1981. Investigaciones en el área de Paraná Medio. Margen entrerriana. Informe presentado a Agua y Energía Eléctrica. Inédito. CERUTI, C. N. 2000. Ríos y praderas: los pueblos del Litoral. En Tarragó, Miriam (directora) Los pueblos originarios y la conquista. Editorial Sudamericana. Buenos Aires: 105 – 146. CERUTI, C. N. Y M. B. TORRES BORAY 2007. Un aporte de la Arqueología Experimental: reproducción de material cerámico de la entidad GoyaMalabrigo. En F. Oliva, N. De Grandis y J. Rodríguez Arqueología Argentina en los inicios de un nuevo siglo. Laborde Editor. Rosario: 157-163.

2| Anuario de Arqueología|272


CORNERO PUCHE. 1995. Análisis de Elementos Traza en Grupos de Pescadores Prehistóricos del Paraná Medio, (Arroyo Aguilar, Santa Fe). Revista de la Escuela de Antropología, volumen III: 11-16. CORNERO, S., F. S. BANFI Y P. CURETTI. 2007. Componente arqueofaunístico del sitio La Lechuza (Provincia de Santa Fe). En F. Oliva, N. De Grandis y J. Rodríguez Arqueología Argentina en los inicios de un nuevo siglo. Laborde Editor. Rosario: 167-171. LOPONTE, D. 2008. Arqueología del Humedal del Paraná Inferior. Ediciones del Riel. Buenos Aires. PÉREZ JIMENO, L. 2007. La utilización de recursos faunísticos en un sector de la llanura aluvial del Paraná Medio, en el Holoceno Tardío. XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Tomo I. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Facultad Nacional de Jujuy. Jujuy: 201-204. ROCCHIETTI, A. 2002. Formaciones arqueológicas con documentación histórica asociada. La investigación social del registro arqueológico. Arqueología histórica argentina. Corregidor. Buenos Aires: 659 – 668. ROCCHIETTI, A. M. Y N. DE GRANDIS. 2006. Problemas de Arqueología Colonial. En M. T. Carrara y N. De Grandis, Santa Fe La Vieja. Libro en CD. Escuela de Antropología Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Rosario. ROCCHIETTI, A. M., N. DE GRANDIS, B. VICIOSO Y L. MARTÍNEZ. 1997. La Boca del Arroyo Monje. Los indios isleros y la invasión europea en el siglo XVI. En Primeras Jornadas de la Cuenca del Plata y Segundas de Etnolinguística. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional Rosario. Tomo IV, Arqueología, 1997. RODRÍGUEZ, J. 2007. El poblamiento. Entidades en la Cuenca del Plata en el Holoceno Tardío. XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Tomo I. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Facultad Nacional de Jujuy. Jujuy: 211-215. RODRÍGUEZ, J. A. 2001. Nordeste Prehispánico. En Berberián, Eduardo y Axel Nielsen (directores) Historia Argentina Prehispánica. Editorial Brujas. Córdoba. UNESCO 1981 Un enfoque ecológico integral para el estudio de los asentamientos humanos. Oficina Regional de Ciencia y Tecnología de la UNESCO para América Latina y el Caribe. Montevideo.

2| Anuario de Arqueología |273



INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN UN SECTOR DEL HUMEDAL PARANAENSE (DPTO. GENERAL OBLIGADO, SANTA FE). Laura Pérez Jimenoi

Resumen El fin de este trabajo es dar a conocer el estado de avance de las investigaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en un sector del humedal paranaense: llanura aluvial del Paraná Medio (Dpto. Gral. Obligado, Santa Fe). En dicho sector se comenzó a trabajar en la década pasada en el contexto de las tesis de Licenciatura y Doctoral, y se analizó la información arqueológica, ambiental y cartográfica originada a partir de la investigación propia en la localidad arqueológica Florencia; a su vez, se analizaron datos y materiales arqueológicos de excavaciones realizadas por otros investigadores. Esto permitió discutir los modelos existentes para la región y proponer un modelo alternativo de uso del espacio y los recursos para la llanura aluvial del Paraná en el Holoceno Tardío, y abrir nuevas líneas de investigación que se continúan en la actualidad. Palabras claves: Arqueología, cazadores-recolectores, humedal paranaense Abstract The aim of this paper is to present the progress of the archaeological investigations carried out in a sector of Paraná wetland: the alluvial plain of Middle Paraná (Dpto. Gral Obligado, Santa Fe). In this sector, research began the last decade in the context of my grade and doctoral thesis where archaeological, environmental and cartographic information resultant of my own experience in the archaeological area of Florencia was analyzed. Moreover, data and archaeological materials coming from excavations conducted by other authors were analyzed as well. This let us to discuss the models for the region and also to propose an alternative model concerning the use of the space and resources for the Paraná alluvial plain in the Late Holocene, and to open new lines of investigation that have actual continuity. Keywords: Archaeology, hunters-collectors, Paraná wetland

i Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. UNR- INAPL Argentina lperezjimeno@yahoo.com.ar

2| Anuario de Arqueología |275


Introducción El propósito de este trabajo es dar a conocer el estado de avance de las investigaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en un sector del humedal paranaense, la llanura aluvial del Paraná Medio, en el sector correspondiente al departamento General Obligado de la provincia de Santa Fe (Figura 1). En dicho sector se comenzó a trabajar en la década del ’90 en el contexto de la tesis de Licenciatura, con la dirección de la Dra. Laura Miotti. Específicamente se iniciaron las investigaciones en la localidad de Florencia, con el estudio zooarqueológico del sitio Barrancas del Paranacito que había sido el único en ese distrito, y uno de los pocos de la provincia de Santa Fe, que hasta la década de los

’70,

fue

excavado

con

control

estratigráfico. Dicha excavación fue realizada, entre los años 1969 y 1971, por el equipo dirigido por Ciro R. Lafón (1971, 1972) e integrado, entre otros, por Luis Orquera, Osvaldo Chiri y Ernesto Piana (Pérez Jimeno, 1996, 2001).

Figura 1: Dpto. Gral. Obligado -Santa Fe-

Figura 2: Ubicación aproximada de la localidad arqueológica Florencia y delimitación aproximada de la región considerada Tomada Google Earth, septiembre de 2009

2| Anuario de Arqueología|276


A partir de allí se continúo trabajando en un proyecto regional, en el marco de la tesis doctoral (con beca doctoral de CONICET, dirigida por la Dra. Mónica Salemme entre 1998 y 2003), también con la dirección de la Dra. Miotti; referido a cómo los grupos cazadores-recolectores hicieron uso del espacio (la llanura aluvial del Paraná medio) (Figura 2) en el pasado. Dicho proyecto permitió abrir diferentes líneas de investigación que se continúan en la actualidad.

El origen de las investigaciones Las investigaciones en el área, como ya se mencionó, se iniciaron con el análisis zooarqueológico de una muestra procedente del sitio Barrancas del Paranacito, que se encuentra emplazado sobre la margen izquierda del río Paraná Miní, en la localidad de Florencia (Lafón, 1971, 1972). Este tipo de estudio fue el primero realizado en la provincia, ya que hasta entonces, solo se describía en forma cualitativa la representación de las especies faunísticas identificadas en el registro arqueológico (Pérez Jimeno, 1996, 2001). Los objetivos principales de ese análisis fueron estudiar en forma cuali y cuantitativa los restos faunísticos del sitio referido, analizar la distribución geográfica de los taxa actuales que están presentes en el registro arqueológico y las posibles inferencias que pudieran realizarse a partir de la información etnográficas y/o etnohistóricas, con el fin de formular hipótesis sobre la forma de aprovechamiento de la fauna regional en el pasado y explicar la variabilidad del registro arqueológico desde las inferencias tafonómicas, la distribución de materiales y la representación de las unidades anatómicas. Para ello, se realizó el análisis comparativo del registro faunístico, con énfasis en los mamíferos, particularmente en los cérvidos, procedente de dos sectores del mismo sitio. Esos sectores presentaban diferencias dado que en uno de ellos (sector I) se hallaron enterratorios humanos (Lafón, 1969-1971; Pérez Jimeno, 1996, 2001, 2007) y el otro (sector II) no; por lo cual se partió del supuesto de que era esperable encontrar diferencias en los registros faunísticos de cada uno de esos 2| Anuario de Arqueología |277


conjuntos, como consecuencia del uso diferencial de los espacios (para más detalles ver Pérez Jimeno, 1996, 2001). A partir de allí surgieron una serie de interrogantes que generaron el interés, por un lado, por profundizar el análisis de los materiales de BP, y además por continuar las investigaciones en el área -localidad de Florencia-, que es particularmente atractiva ya que allí, los pueblos originarios lograron resistir y mantenerse al margen de la conquista hispánica hasta principios del siglo XX (Brandolín, 1984). Por otra parte, ese es un sector con muy baja perturbación antrópica. Por eso, en 1998 con el proyecto titulado: “Investigaciones arqueológicas en el sector septentrional de la Llanura aluvial del Paraná –margen santafesina-: La variabilidad del registro arqueológico”, se prosiguieron las investigaciones. El objetivo general de ese proyecto fue observar la variabilidad en la estructuración del registro arqueológico producida por factores naturales, como la dinámica de inundación (erosión, arrastre y redepositación), y antrópicos, como la utilización diferencial del espacio con relación al procuramiento de recursos, los criterios organizacionales y simbólicos de los sistemas socioculturales, de los grupos humanos que la ocuparon en el Holoceno Tardío; y con el objetivo particular de inferir, al menos parcialmente, la forma en que los grupos cazadores-recolectores usaron el espacio y los recursos y cómo se organizaron con relación a ellos, en este ambiente durante el Holoceno Tardío. Se tuvieron en cuenta tanto los antecedentes referidos a los modelos regionales, de asentamientos, explotación de recursos y utilización del espacio propuestos para esta llanura (e.g., Torres, 1903, 1907 1911; Outes, 1918; Serrano, 1933, 1972; Lafón, 1971, 1972; Ceruti, 1985, 2000; Caggiano, 1984; Nobile, 1993, 2001; Aphalo, 1999; Carrara y Kurc, 2001); como también, la evidencia arqueológica conocida hasta el presente para la llanura aluvial del Paraná Medio [e.g., sitios Barrancas del Paranacito (Lafón, 1971, 1972; Pérez Jimeno, 1996, 2001); Malabrigo (Frengüelli y De Aparicio, 1923), Miní1 2| Anuario de Arqueología|278


(Schmitz et. al., 1972), Isla del Indio (Ruggeroni, 1975), Arroyo Arenal 1 (Nobile, 1993) y VU4 (Hocsman, 1999)]. Al mismo tiempo, se generaron nuevos datos a partir de la prospección y localización de nuevos sitios arqueológicos en el distrito Florencia. Entre estos se pueden mencionar: Árbol Solo (Figura 3), sobre una laguna sin nombre; Cerro La Mocha (Figura 3), sobre la laguna del mismo nombre; El Cinco (Figura 3), en un albardón sobre el riacho homónimo; Cerro Ombú, sobre el río Paraná Miní (en jurisdicción de la provincia del Chaco), y el sitio Cerro Aguará (Figura 3), sobre el arroyo Chará.

Figura 3: Sitios Árbol Solo, Cerro La Mocha, El Cinco y Cerro Aguará -Pérez Jimeno 2007-

También se localizaron algunos ítems aislados sobre el zanjón o riacho El Cinco. En todos ellos (sitios y no sitios) se realizaron recolecciones superficiales y/o sondeos. Después de evaluar algunos factores como la potencialidad, grado de perturbación antrópica -ocupación humana actual- y

2| Anuario de Arqueología |279


características del lugar de emplazamiento, se seleccionó el sitio Cerro Aguará para excavación. Se realizaron los estudios zooarqueológicos de los sitios Barrancas del Paranacito (BP) y Cerro Aguará (CA), ya que fue escasa o nula la muestra faunística en los otros sitios prospectados y sondeados, y cerámicos de todos los sitios antes referidos (para más detalle ver Pérez Jimeno, 2007). También se analizó la tecnología ósea de BP y CA, debido a la ausencia de evidencias de este tipo en los otros sitios (Pérez Jimeno, 2001, 2007). Estos estudios específicos propios (zooarqueológicos, cerámicos y de tecnología ósea), y la reinterpretación de la información bibliográfica de sitios arqueológicos de otras localidades estudiadas por otros investigadores [Reconquista (Ruggeroni, 1975), Malabrigo (Frengüelli y De Aparicio, 1923), Arroyo Las Conchas -sitio VU4- (Hocsman, 1999) y Arroyo Arenal -Arroyo Arenal I- (Nobile, 1993)], permitieron realizar un estudio comparativo intersitio. En cuanto a la tecnología lítica sólo se pudo considerar la información bibliográfica de otros autores para otros sitios del Paraná medio, dada la ausencia de evidencias hasta el momento en el distrito Florencia; a partir de allí también se realizaron inferencias referidas a la estrategias de explotación de esta materia prima (Pérez Jimeno, 2005) que luego se articularon con los otros datos para formular un modelo regional (Pérez Jimeno, 2007). Asimismo, si bien en BP Lafón (1969-1971) halló enterratorios humanos, esos esqueletos no pudieron ser identificados en el depósito del Museo Etnográfico J. Ambrosetti de la ciudad de Buenos Aires, donde permanecieron los materiales de este sitio hasta 1994, cuando se gestionó a través de la Escuela de Antropología - Facultad de Humanidades y Artes U.N.R.- su transferencia a fin de llevar adelante los estudios correspondientes (Pérez Jimeno, 1996, 2001), por lo que sólo se contó con la información de las libretas de campo de Lafón (1969-1971). En el resto de los sitios del área de estudio únicamente en CA se hallaron unas pocas piezas dentarias aisladas. Por eso, para realizar inferencias referidas a las prácticas mortuorias en el 2| Anuario de Arqueología|280


Paraná medio, se consideró la información al respecto para otros sitios (e.g., Miní 1 e isla del Indio) proporcionada por otros investigadores.

Conclusiones y continuidad En síntesis, a partir de estos proyectos (tesis de licenciatura y doctoral) se

realizaron

estudios

cuali-cuantitativos

del

registro

arqueológico

escasamente desarrollados en la región y pioneros en lo referente a tecnología ósea; y se insertó esta información e interpretó desde una perspectiva regional. Esto, permitió considerar los modelos de asentamiento y uso del espacio y los recursos, propuestos hasta el presente, sobre una base más sólida, dada por la información que surgió del análisis de los materiales arqueológicos antes referidos Asimismo, hizo posible (articulando con información teórica, arqueológica de otras regiones similares, etnoarqueológica, etnográfica, ecológica y etológica,) proponer un modelo alternativo de utilización del espacio y los recursos para el Holoceno Tardío, con posterioridad a 1500 años AP y antes de la conquista española. Además, posibilitó ordenar y analizar la información existente hasta el momento, y abrir líneas de investigación que se continúan en la actualidad en el marco del proyecto “El uso del espacio y los recursos en la llanura aluvial del Paraná Medio (Dpto. General Obligado, Santa Fe)”, inscripto en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y que se desarrolla bajo mi dirección. En primera instancia, se continúa procesando materiales recuperados en zaranda y profundizando los análisis zooarqueológicos, cerámicos y de tecnología ósea, de los materiales correspondientes a Cerro Aguará, que por su abundancia y diversidad aún no se han agotado. A su vez, se están profundizando los estudios macro y microscópicos de instrumentos óseos en forma comparativa con los del Paraná Inferior, conjuntamente con la Lic. Buc (INAPL-CONICET) [Pérez Jimeno y Buc, 2009; Buc y Pérez Jimeno, 2009]; y se están realizando estudios comparativos de las evidencias de tecnología ósea 2| Anuario de Arqueología |281


en la Llanura aluvial del Paraná Medio e Inferior -Margen Santafesinaconjuntamente con la Dra. Rosario Feuillet Terzaghi y la Lic. Sandra Escudero (Pérez Jimeno et. al., 2009). También, se están efectuando estudios comparativos de los registros arqueológicos de diferentes sectores del Paraná Medio e Inferior (Sta. Fe y Bs. As.) en forma conjunta con la Lic. Escudero (Escuela de Museología), la Dra. Feulliet Terzaghi (CONICET), y los Dres. Acosta y Loponte (INAPLCONICET) [Acosta et. al., 2009]. Además, como parte de la agenda para este año en curso, se realizará el relevamiento museográfico en algunos museos del Dpto. General Obligado Santa Fe-, y nuevas prospecciones y excavaciones en otros sitios del mismo Departamento. Esto complementará y enriquecerá la información reunida hasta el momento, y permitirá tener una mirada más precisa en relación al uso que hicieron del espacio y los recursos los grupos humanos que habitaron la llanura aluvial del Paraná medio -margen santafesina- en el pasado. Referencias bibliográficas ACOSTA, A., S. ESCUDERO, M. R. FEUILLET TERZAGHI, D. LOPONTE Y L. PÉREZ JIMENO. 2009. Conectando registros: variabilidad arqueológica en la cuenca del Paraná. Manuscrito inédito, enviado a evaluación al Comité Editorial del V Congreso de Arqueología de la Región Pampeana Argentina, Santa Rosa. Citado con permiso de los autores. APHALO, S. M. 1999. Predictibilidad y Abundancia de Recursos en el Litoral Fluvial Argentino Durante el Holoceno Tardío: La Llanura Aluvial del Paraná Medio Zona de Islas- Como Caso de Estudio. Tesis de Licenciatura en Antropología (Orientación Arqueológica). Universidad Nacional de Rosario. BUC, N. Y L. PÉREZ JIMENO. 2009. Puntas para la comparación. Tecnología ósea en el Paraná medio e inferior. Manuscrito inédito, enviado a evaluación al Comité Editorial del I Congreso de Zooarqueología Argentina, Malargüe. BRANDOLÍN, H. 1984. Bosquejo Histórico de Florencia. Comuna de Florencia. Departamento General Obligado. Santa Fe. Florencia. Argentina CAGGIANO, M. A. 1984. Prehistoria del NE. Argentino. Sus vinculaciones con la República Oriental del Uruguay y sur de Brasil. Pesquisas Antropología N° 38. Sao Lepoldo. Brasil. CARRARA, M. T. Y A. KURC. 1988. Localización y prospección de sitios arqueológicos en el sector NE del Dpto. Gral. Obligado. (Pcia. de Santa Fe). IX Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Buenos Aires. 2| Anuario de Arqueología|282


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ESTRUCTURAS DE TIERRA COCIDA EN UN SECTOR DE LA LLANURA CENTRAL SANTAFESINA: SITIO LOS HORNITOS, ALEJANDRA-CALCHAQUÍ. Lisandro Arelovichi

Resumen Esta investigación se enmarca en el Proyecto de Arqueología del Centro-norte santafesino1, en la U.N.R. y del Convenio FCEIA, U.N.R. y Comuna Alejandra; y se contextualiza dentro de la línea de investigaciones que iniciara Carlos Cerutti en la década del ’80, en la región de Mar Chiquita (Córdoba) y la región comprendida entre la cuenca de los ríos Paraná y Salado. Consiste en el trabajo de una tesis final de Licenciatura en curso, bajo de la dirección de la Dra. Silvia Cornero y la Codirección de la Prof. Nélida de Grandis, ambas docentes del Departamento de Arqueologíai2. Las primeras menciones de hornos de tierra cocida fueron descriptos en esta región por Vignatti, Aparicio, Frenguelli, y más recientemente por Moreira, Cerutti y Cornero. Así mismo sitios de similares características han sido trabajados en las provincias de San Luis, Mendoza y Santiago del Estero, por Castellanos, Rusconi y Guiñazú. Muchos de estos sitios se encuentran a cielo abierto y expuestos a factores de deterioro ambientales y antrópicos, motivo por el cual esta tesis orienta su investigación dado el estado crítico en que se encuentra el sitio con su consecuente pérdida de información constante. Palabras claves: Arqueología, hornos, centro, norte, Santa Fe Abstract Esta investigación se enmarca en el Proyecto de Arqueología del Centro-norte santafesino, en la U.N.R. y del Convenio FCEIA, U.N.R. y Comuna Alejandrai; y se contextualiza dentro de la línea de investigaciones que iniciara Carlos Cerutti en la década del ’80, en la región de Mar Chiquita (Córdoba) y la región comprendida entre la cuenca de los ríos Paraná y Salado. Consiste en el trabajo de una tesis final de Licenciatura en curso, bajo de la dirección de la Dra. Silvia Cornero y la Codirección de la Prof. Nélida de Grandis, ambas docentes del Departamento de Arqueología. Las primeras menciones de hornos de tierra cocida fueron descriptos en esta región por Vignatti, Aparicio, Frenguelli, y más recientemente por Moreira, Cerutti y Cornero. Así mismo sitios de similares características han sido trabajados en las provincias de San Luis, Mendoza y Santiago del Estero, por Castellanos, Rusconi y Guiñazú. Muchos de estos sitios se encuentran a cielo abierto y expuestos a factores de deterioro ambientales y antrópicos, motivo por el cual esta tesis orienta su investigación dado el i

Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Provincia de Santa fe. Argentina. - liare@yahoo.com


estado crítico en que se encuentra el sitio con su consecuente pérdida de información constante. Keywords: Arqueología, hornos, centro, norte, Santa Fe

Introducción El sitio que aquí presento fue trabajado en sucesivas campañas y se enmarca dentro de la línea de investigación que se viene desarrollando en la región Centro-Norte de Santa Fe de arqueología participativa, integrando a las comunidades locales y favoreciendo el crecimiento de los museos y la historia arqueológica regional. Se caracteriza por encontrarse actualmente en un alto grado de constante deterioró y destrucción, por lo que requiere que se recupere la información, ya que su desaparición total es inminente. Esta investigación forma parte de un conjunto de trabajos que se vienen realizando dentro del proyecto de “Arqueología del Centro-Norte Santafesino” acreditado en la Secretaria de Ciencia y Técnica (SCyT), de la Facultad de Ciencias Exactas Ingeniería Agrimensura3 (FCEIA) de la Universidad Nacional de Rosario (U.N.R.) y del Convenio FCEIA, U.N.R. con la Comuna de Alejandra. Museo Universitario “Florentino y Carlos Ameghino” y Museo Regional de Alejandra4, bajo la dirección de la Dra. Silvia Cornero. Hornos, hornillos, tinajas o botijas son las denominaciones más comunes con las cuales se han designado estas estructuras de tierra cocida resultantes de actividades humanas destinadas al aprovechamiento de la energía calórica de combustión. Estas estructuras han contado a lo largo de los años con una gran variedad de hipótesis, a cerca de su funcionalidad. Muchas de ellas fueron elaboradas a principios del siglo XX y aún no han sido considerablemente

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refutadas, validadas o desechadas, lo cual convierte esta problemática en una discusión aún vigente. Entre los primeros investigadores que le asignaron una función específica encontramos a Félix Outes (1926), Francisco Aparicio y Joaquín Frenguelli (1932), quienes sostuvieron, que la finalidad de estas estructuras, era su utilización para la cocción de piezas cerámicas. Héctor Greslebin (1928) propuso a diferencia de estos autores antes mencionados otra función muy diferente, haciendo referencia a que serían urnas funerarias. Actualmente en La Rioja, Martin (2006) revalorizó esta hipótesis, con el agregado de que serían urnas funerarias crematorias. En el territorio de Santa Fe, los hallazgos han llevado a Vignati (1928) primero y posteriormente a Ceruti (1988, 1998), a postular que estas estructuras debían haber sido utilizadas para la cocción de alimentos. Existe otra hipótesis que expuso y desarrolló Rusconi en su trabajo publicado en 1940, donde considera que la importancia de estas estructuras debería haber sido la reserva y mantenimiento de brasas incandescentes, para mantener el fuego en ausencia de los integrantes del asentamiento durante las jornadas de caza y recolección. Esta hipótesis fue apoyada posteriormente también por Guiñazú (1936). En el año 1931, un hallazgo realizado por Aparicio en las serranías Cordobesas, de una estructura de dimensiones y aspecto un tanto diferentes, según plantea este autor, lo inspiraron a pensar que podría tratarse de silos subterráneos. De esta manera su función quedaba asignada a la del almacenamiento de cereales u otros alimentos. Andrés Laguens (1993) a partir de hallazgos de semillas de algarrobas en el interior de algunos hornos, en la región norte de Córdoba, también lo incentivaron a creer en esta posibilidad de almacenamiento de alimentos, aunque no se mantuvo sujeto a esta sola posibilidad. Otros investigadores prefieren asignarles más de una función. Es el caso de Castellanos (1938), Guiñazu (1936) y Ruggeroni (1997). 2| Anuario de Arqueología |287


Castellanos tempranamente planteaba la posibilidad de una función primaria de cocción de alimentos aunque “… accidentalmente eran utilizados en la cocción de cacharros” (Castellanos 1938:30). Guiñazu quien sostuvo la hipótesis de reservorio de brasas planteada por Rusconi, también señalaba la posibilidad de la cocción de alimentos, sin que estas hipótesis sean excluyentes entre si. Ruggeroni en Santa Fe, como lo hiciera Castellanos, da a entender que los hornos posiblemente se hayan utilizado para la cocción de alimentos, como así también para la cocción de piezas cerámicas. Pero un hallazgo inusual, lo lleva a agregar la posible función antiguamente mencionada por Greslebin de urna funeraria. Carlos Rusconi, como ya mencionamos, sostuvo como hipótesis la función de ser un reservorio de brazas para encender el fuego fácilmente luego de que estos hombres se ausentasen durante largo tiempo del asentamiento. Lo cual me perece, un elemento importante a tener en cuenta para poder señalar como

función

principal

el

aprovechamiento

de

energía

calórica

principalmente, para luego pensar en otras funciones como la cocción de cerámica o de alimentos.

Caracterización general del sitio Se localiza a 14 kilómetros al oeste de la localidad de Alejandra en el límite entre los departamentos de San Javier y Vera en la provincia de Santa Fe. Está atravesado por la Ruta Provincial Nº 38, encontrándose los hornos a ambas márgenes de la misma, dentro del campo “Las Camelias”, propiedad del señor Miguel Ángel Delgado y el señor Juan Antonio Nari. Estos campos actualmente son utilizados para la explotación de ganado vacuno, bajo la supervisión y cuidado del señor Omar Ojeda. Se decidió que el mejor método para posicionar y mapear el sitio debía ser, a causa de su extensión, establecer la Ruta Provincial Nº 38 como transecta, de manera que cada horno pudiera ser referenciado a partir de la 2| Anuario de Arqueología|288


distancia perpendicular respecto al sentido Norte o Sur de la ruta y a su distancia Este-Oeste a partir de un punto cero arbitrario fijado al Oeste del sitio (Figura1). Para enumerarlos se siguió el orden ascendente a partir de la aparición en el sentido Oeste-Este, realizando también la tarea de recolección superficial y levantamiento de otros datos La información obtenida se volcó en planillas de MS Excel para la confección de un banco de datos. El sitio presenta dos concentraciones polarizadas por el grado de acumulación, el sector Este con un total de 22 hornos y otro sector al Oeste con 37 hornos relevados (Figura2) separados por 570 metros, donde por el momento no hay evidencias de registro arqueológico alguno. La ubicación de los hornos se presenta de manera alineada y paralelos a un lado y otro de la transecta que establecimos en el centro de la ruta. Lo cual es un claro indicador de cómo el sistema de barrancas y cárcavas paralelas a ruta condicionan la aparición de los hornos bajo una distribución lineal y no aleatoria. Por este motivo se hace muy dificultosa la posibilidad de realizar un análisis de distribución espacial del sitio, ya que nos estaríamos encontrando ante un registro incompleto, pudiendo quizás doblarse o triplicarse la totalidad de hornos que el sitio original habría tenido en el pasado. Se excavó el interior de cinco hornos y solo se encontró en su interior restos de carbón y naturalmente sedimento. Luego fue excavado el contexto de dos hornos, en cuadrículas de 2 x 2 metros, abarcando una superficie de 65 cm de promedio en la circunferencia que rodea la boca de los hornos, pero no se recuperó material. Se encontró cerámica pero asociada en superficie; no fue localizada en la estratigrafía de los sedimentos interiores de los hornos, ni en la excavación del contexto arqueológico. El único material que se lo extrajo en su contexto estratigráfico arqueológico original es el carbón

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Figura 1 (Izquierda) Esquema del mapeo del sitio, sector Oeste. Figura.2 (Derecha) Distribución espacial de los hornos, sector Oeste.

En cuanto a la medida de los hornos, las bocas de estos presentan un promedio en su diámetro de 54 cm y una profundidad de 30 cm en la mayoría de los casos. 2| Anuario de Arqueología|290


Cada uno de los hornos, presenta pequeñas diferencias y similitudes, por lo cual presentamos algunos hornos en detalle a continuación.

Figura 3 Horno 47, base semi-plana delimitada con hilo.

El Horno 47, si bien lo nombramos primeramente como una unidad bajo ese nombre, es en realidad un conjunto de dos hornos que comparten parte de sus paredes a causa de su proximidad. (Figura 3) El espesor de sus paredes es de 5 cm y su profundidad es de 30 cm. Estratigráficamente la profundidad de la boca respecto del suelo actual se ubica a 20 cm. Del Horno 21 se pudo establecer un diámetro mínimo de 27 cm y un diámetro máximo de 47 cm, con un espesor promedio de sus paredes de 4 cm. Por lo que observado en los hornos 18 y 21 (Figura 4 y Figura 5) estos se apoyarían sobre la tosca del techo de la formación geológica Tezanos pinto (limos), y estarían excavados originalmente en los sedimentos de la formación San Guillermo (Ceruti 1992; 1998). Es a causa de ello que la base de estos hornos no presenta la coloración rojiza de las paredes, la cual sí es claramente visible en el horno 47 (Figura 6) y el horno 26 (Figura 7). Este

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último posee la base dentro de la matriz sedimentaria de la formación “San Guillermo”.

Figura 4 (Izquierda) Horno 18, pared externa y profundidad de la boca respecto del suelo actual.

Figura 5 (Derecha) Horno 26, base del horno 5 cm por arriba de la escala.

Horno 18, el espesor de las paredes es de 6 cm. Se pudo establecer un diámetro mínimo visible en su boca y en su base de 62 cm. Y el diámetro máximo en el centro entre la boca y la base mide 77 cm. Al igual que el horno 47 su profundidad es de 30 cm. y su boca se encuentra a 20 cm de profundidad respecto de la superficie del suelo actual. El Horno 26, al igual que el 47, es una estructura de tierra cocida, formada por múltiples hornos muy próximos unos de otros, y que comparten sus paredes (Ver Figura 8). Posiblemente eran cinco o seis hornos a una distancia entre ellos que no superaría más que 8 cm. Se pudo establecer un espesor mínimo de una de sus paredes de 2,5 cm y uno máximo de 8 cm en las paredes compartidas entre los múltiples hornos.

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Estos hornos (horno 26 a, b, c y d) a diferencia de los anteriores tenían una profundidad mayor, que llegaba a alcanzar los 45 cm. Los diámetros de las bocas que se pudieron establecer fueron de 50 cm, 48 cm, 48 cm y 51 cm y la profundidad de las bocas respecto del nivel del suelo actual es de 10 cm.

Figura 6. Diagrama de hornos agrupados en conjuntos de 2, 3 y 5 unidades

El registro contextual Los artefactos y ecofactos hallados provienen en su mayoría de la recolección superficial. El material cerámico es el más abundante, aunque el mayor inconveniente del mismo, es su descontextualización. Todos los fragmentos de cerámica, como así también de material lítico, aparecieron dentro de las cárcavas, lo cual supone la pérdida de la información contextual, un valioso dato imposible de recuperar. Como hemos señalado anteriormente, se han excavado el contexto de dos hornos pero no hallamos evidencia de registro arqueológico alguno. Solo 2| Anuario de Arqueología |293


unos restos de carbón pero de dudosa asociación con los hornos. Si en cambió se logró realizar el registro de la distribución espacial de un gran número de hornos.

La Cerámica El material cerámico, es el de mayor aparición, aunque con el problema, de que se ha encontrado descontextualizado, desbarrancado principalmente dentro del interior de las cárcavas. La muestra recolectada durante las sucesivas campañas, comprende un total de 330 fragmentos. El 65% (205 tiestos) del total de los fragmentos es muy pequeño, no superando los 20 X 20 mm de superficie, en su mayoría afectados por fracturas modernas. El 30 % (108 tiestos) se presentaba en fragmentos de dimensiones mayores, aunque ninguno superaba 160 mm de longitud máxima. Y sólo un 5 % (17 tiestos) pertenecían a fragmentos de bordes o con algún resto de decoración o de tratamiento de superficie. En el proceso de remontaje sólo fue posible hacer coincidir el 7 % de la muestra (24 tiestos). Como descripción general se puede decir los fragmentos fueron cocidos en atmósfera reductora, y los antiplásticos usados fueron tiestos molidos y arena, respecto a la superficie en general está alisada o pulida, en algunos casos se recuperaron tiestos rodados y/o decapados debido a la acción de agentes erosivos que actuaron en los procesos de transformación del sitio arqueológicoLos espesores presentan una gran variabilidad y oscilan desde un máximo de 9 mm y un mínimo de 3 mm. Entre los fragmentos que se pudieron remontar, en dos casos se obtuvo un porcentaje de dos vasijas, que nos pueden acercar a la reconstrucción aproximada de las dos formas completas. Ambas vasijas corresponderían a la clasificación del tipo de bocas no restringidas o abiertas. La primera de ellas se podría clasificar como una escudilla no restringida hemi-esférica5, con dos 2| Anuario de Arqueología|294


agujeros de suspensión (posiblemente cuatro por proyección lógica) y un diámetro en su boca de 10 cm (Figura 10 y figura 11) y la segunda podría corresponder a una escudilla abierta hemi-esférica con un diámetro en su boca de 23 cm aproximadamente (Figura 12 y figura 13). En relación al decorado se observo su presencia ejecutada en el labio de los fragmentos y pudimos detectar tres tipos diferentes. Uno realizado por incisión propiamente dicha de punto simple, ejecutada con un punzón de forma redondeada, otro por acanalamiento (fotografía 14) y un tercero que poseía acanalamiento y un modelado con posible aplicación por pastillaje6 (Figura 15).

Figura 7. Horno 18

Figura 8. Horno 21

Figura 9. Se observa claramente los antiplásticos de tiestos molidos

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Figura 10

Figura 12

Figura 11

Figura 13

Figura 14. Fragmentos cerĂĄmicas con bordes decorados

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Figura 15. Modelado o aplicado por pastillaje

El material lítico Los materiales líticos fueron recolectados superficialmente y se los encontró dentro de las cárcavas. La muestra obtenida está comprendida por un total de 14 elementos, de los cuales 13 se identificaron como areniscas cuarcíticas o metacuarcitas y al elemento restante se lo identificó como ópalo. Las rocas no registran evidencias de transformación (Figura 16). La única funcionalidad que le puedo asignar por el momento a los fragmentos de meta cuarcita, es la de su utilización como afiladores. Estos fragmentos de rocas, no son fáciles de encontrar, la metacuarcita, se la asocia a la formación geológica Ituzaingo, que se hace visible sobre algunas barrancas de la costa, de la actual llanura de inundación del río Paraná, distante a 18 kilómetros al este del sitio, principalmente en la margen izquierda. Los sedimentos de la formación son de origen pliocénico, compuestos por arena cuarzosa fina amarillenta y rojiza en estratos medianos y gruesos, interestratificada con limo gris y verde. Aunque lo que encontramos, es el material que proviene de las facies fluvial y las facies superior del relleno. En la facies fluvial “…la relación cuarzo feldespato oscila entre 17 y 100 (es decir, hay entre 94 y 99 % de cuarzo). El mineral arcilloso

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representativo es la calonita, que aparece en porcentajes escasos”. Y en la facies superior “…está compuesta por arena fina limosa y limo areno-arcillosa. Su composición mineralógica está denominada por cuarzo; la relación cuarzo feldespato tiene un valor de 10 en la base, disminuyendo paulatinamente hasta 2 en el techo. Los minerales arcillosos están representados por illita en la base y en el techo, y predominio de montmorillonita en la parte central”. (Iriondo 1994, 2007)

Los restos de material lítico, al igual que todos los materiales recolectados, se encuentran actualmente alojados en el Museo Regional de la localidad de Alejandra.

Figura 16. Conjunto total del material lítico encontrado en superficie.

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El carbón El carbón es el único material que se localizó en su contexto estratigráfico arqueológico original. Y no solo apareció en el interior de los hornos, sino también en la excavación de su entorno. Los restos de fogones asociados a Hornitos ya tienen antecedentes en Santiago del Estero (Rusconi 1940, Guiñazú 1936) y en La Rioja (Martin 2006). Aunque algunos sitios de La Rioja evidenciaron los restos de fogón por el círculo de piedras que lo rodeaba, elemento que lo diferencia en gran medida de nuestra región, en donde no hay abundantes rocas de origen local. Estos restos de carbón asociado, podrían probar en parte la hipótesis de Rusconi, por la cual se cocinaba con fuegos a nivel del suelo y los hornos tenían la finalidad de ser utilizados como reservorio de brazas. No obstante, estudiando más en detalle las distribución de estos restos de carbón, así como también interpretando, las características del ecosistema del espinal Santafesino. Es muy probable que estos restos no pertenezcan ha restos de antiguos fogones, sino a raíces de árboles quemados en los períodos de sequía. Las muestras de carbón, se guardaron, así como las del interior del horno asociado, de modo que con futuros análisis se podrá dilucidar esta cuestión. Una particularidad que hemos encontrado en el carbón del interior del horno Nº 21, como resultado de la excavación estratigráfica interna, con el método de decapage y la práctica de un corte vertical, fue la evidencia de una secuencia ordenada de capas alternadas de sedimento y carbón, en hasta tres niveles diferenciales (Figura 17), lo cual podría ser el resultado de la reutilización de los hornos. Se levantaron muestras de carbón discriminándolas por cada capa para futuros análisis.

El material óseo Hasta el momento no se han hallado o reconocido restos óseos humanos o faunísticos con evidencia de alteración térmica leve, carbonizados

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o calcinados en el sitio. Tampoco los lugareños entrevistados han encontrado restos óseos en el área circundante.

Las trazas Los hornos presentan elementos y rastros de su manufacturación, se observan en algunas de sus paredes internas pequeños surcos alineados. Estos surcos, se presentan con una superficie poco porosa, más bien lisa, en forma paralela unos de otros en sentido perpendicular al piso (Figura 17 y Figura 18). Estas características nos permiten inferir una marca negativa cilíndrica o hemi-cilíndrica, con un diámetro que oscilaría entre los 2,5 a 4 cm, posiblemente realizado con un elemento de madera, caña o hueso. La superficie lisa considero, que debe su causa a la humedad que presentaba el sedimento al momento de la realización de estas trazas o surcos. Por lo cual es probable que el realizado de los pozos para la fabricación de hornos, se habría realizado en períodos de gran humedad y/o humedeciendo el sedimento, ya que con las herramientas que disponían esta tarea sería casi impracticable en períodos de sequía, cuando la tierra se vuelve extremadamente dura.

Figura 17. Marcas de surcos paralelos

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Figura 18. Formas lisas hemi-cilíndricas


Consideraciones finales Los sitios con hornos subterráneos, son una constante que abarca un amplio territorio incluyendo gran parte de las provincias centrales y nortes del país. A pesar de que los trabajos que se vienen desarrollando en las diferentes regiones están en un grado de desarrollo incipiente, algunas diferencias regionales van apareciendo. Así por ejemplo las hipótesis de los hornos como urnas crematorias propuestos por Martín (2006) como resultado de sus estudios en sitios de la Rioja, no parecen coincidir con los resultados de los hallazgos de los sitios ubicados en la provincia de santa Fe. La relación entre los grupos de constructores de hornos, de las provincias de San Luís, La Rioja, Mendoza, Santiago del Estero, Chaco, Tucumán, Córdoba y Santa Fe son un terreno en el que aún no se ha podido avanzar mucho, pero gracias a las investigaciones que se están generando actualmente, posibilitarán futuros avances a partir del diálogo y la comparación de los resultados que los diferentes equipos están realizando. En la provincia de Santa Fe queda también una línea de investigación para seguir avanzando, y me refiero a los posibles vínculos entre las dos formaciones arqueológicas presentes en los ecosistemas de: la llanura aluvial del Paraná (Goya-Malabrigo) y el Espinal Santafesino (Esperanza), Siguiendo una doble relación, entre un primer estudio en detalle de cada uno de los sitios y un segundo estudio más integral, comparativo y regional de los resultados de los primeros, es lo que nos ayudará a avanzar en la comprensión del pasado arqueológico en este territorio. El sitio que en este trabajo se presentó, reúne las características generales que el arqueólogo Carlos Ceruti enumera para la formación arqueológica que él denomina “Esperanza”, con lo cual podemos decir que el sitio corresponde a este conjunto de sitios del la región del espinal y chaco santafesinos. Es importante destacar entre los resultados, varías cuestiones: 2| Anuario de Arqueología |301


• No se localizaron en el sitio elementos óseos que pudieran asociarse a caza, dieta o prácticas funerarias. • La cerámica que representa el registro, si bien se compone de una muestra muy fragmentada, podemos destacar la ausencia de piezas cerámicas con elementos decorativos importantes o figuras modeladas. Las piezas mejor conservadas y los fragmentos evidencian fines utilitarios. • El otro elemento que compone el registro es el carbón y los mismos hornos. • Las trazas presentes en la mayor cantidad de hornos relevados son a causa de su superficie extremadamente lisa, una prueba viable por la cual podemos asegurar que la construcción de los hornos fue realizada con el sedimento húmedo. Ya sea esta humedad generada de manera natural o artificial. Las diferencias en las hipótesis funcionales que desde principios del Siglo XX hasta hoy siguen existiendo, abren nuevos campos de análisis, en las diferentes regiones. En virtud de los datos disponibles hasta hoy considero que posiblemente haya existido una multiplicidad de funciones, siendo la principal, la de conservar y concentrar el calor, las brazas y el fuego. Esta multiplicidad de funciones asumo que presentara diferencias en cada región. Se puede decir, que la principal función es el aprovechamiento de energía calórica, a partir de esta función puede destacarse una prioritaria como finalidad de utilización de esta energía calórica, cocción de alimentos en la región del espinal santafesino parecería ser, y otras de reutilización, ya sea urnas funerarias, cocción cerámica u almacenamiento de alimentos, entre otras.

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Notas: 1 Acreditado en la SCyT, FCEIA (Res. C.S. Nº 574/2002) Museo Univ. “Florentino y Carlos Ameghino” 2 Museo Regional de Alejandra. (Expediente 57.154. Resolución Nro 240/97 Renovado 2006) Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, U.N.R. 3 Acreditado en la SCyT, FCEIA (Res. C.S. Nº 574/2002) Museo Univ. “Florentino y Carlos Ameghino” y Museo Regional de Alejandra. (Expediente 57.154. Resolución Nro 240/97 – Renovado 2006) Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, U.N.R. 4 Resolución C.S. Nº 574/2002.Expediente 57.154. Resolución Nº 240/97 – Renovado en el año 2008. 5 Es posible la discusión a cerca de si esta pieza podría ser clasificada como olla o taza. 6 La terminología que se utilizó para la descripción cerámica es la aprobada en la Primera Convención Nacional de Antropología (Villa Carlos Paz, Córdoba, 1964). Redactada en el anteproyecto “Normas para la descripción de tipos cerámicos”. Referencias bibliográficas APARICIO, F. 1931. Una extraña construcción de tierra cocida. Physis. Revista de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Ed. Coni. Buenos Aires. APARICIO, F. 1931. Acerca de un silo subterráneo de tierra cocida. En Solar. Pp 195 y sig. Imprenta de la Universidad de Buenos Aires. CASTELLANOS, A. 1938. Nuevos restos del hombre fósil y de “hornos de tierra cocida” en Santiago del Estero. Publicaciones del Instituto de Fisiografía y Geología de la Facultad de Ciencias Matemáticas, Física, Química y Naturales aplicadas a la industria. U.N.L. Santa Fe. CERUTI, C 1988. Modificación ambiental y adaptación cultural en la cuenca del Paraná. CERUTI, C. 1998. La tradición de las llanuras centrales. Mesa Redonda, Arqueología del Nordeste Argentino. Homenaje Alberto Rex González. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. FRENGUELLI, J. Y F. APARICIO 1932. Excursión a la laguna de Mar Chiquita. Publicaciones del Museo Antropológico y Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras, serie A, II, Pp 121 y sig. Imprenta de la Universidad. Buenos Aires. GRESLEBIN, H. 1928. Las llamadas botijas o tinajas de la provincia de San Luís. Physis. Revista de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, Vol. IX, Pp 47. Buenos Aires. GUIÑAZU, J. 1936. Las llamadas botijas o tinajas de la provincia de San Luís. Physis, Revista de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales Vol. IX, Pp 46-71. Buenos Aires LAGUENS, A. 1993. Locational structure of archaeological underground storage pits northwest Córdoba, Argentina. Revista do Museu de Arqueología e Etnología de Sao Paulo, Nº 3. Brasil. Pp 17-33. MARTIN, S. E. 2006. Cremaciones, Crematorios y ritos Precolombinos. Arqueología de la Muerte en Catuna y Llanos de la Rioja, Argentina. Ed. Eudelar. La Rioja. 2| Anuario de Arqueología |303


OUTES, F. 1926. Algunos datos sobre la arqueología de la provincia de San Luís. Physis, revista de la sociedad argentina de ciencias naturales, Nº VII, Pp 299. Buenos Aires. RUGGERONI, D. 1997. Los Primitivos Habitantes. Cien Años de Historia. Malabrigo 1897-1997. Cáp. 1. Municipalidad de Malabrigo. RUSCONI, C. 1940. Los morteritos y hornillos en tierra de Mendoza. Anales de la Sociedad Científica Argentina. Vol. CXXX. Buenos Aires. VIGNATI, M. A. 1928. El horno de tierra y el significado de las tinajas de las provincias del occidente Argentino. Ed. Coni. Buenos Aires. 1ª CONVENCIÓN NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA. 1966. Primera Parte. Villa Carlos Paz, 24-29 de Mayo de 1964. Facultad de Filosofía y Humanidades. Instituto de Antropología. “Publicaciones”. Nueva Serie. Nº 2 (XXVI). U.N.C. Dirección General de publicaciones. Córdoba (R.A.)

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NORMAS EDITORIALES La Revista Anuario de Arqueología es una publicación semestral, en soporte impreso del Departamento de Arqueología de la Escuela de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Tiene como objetivo publicar artículos originales de investigación, comunicaciones científicas y académicas, reseñas bibliográficas y documentos sobre Arqueología Regional. La presentación de artículos con solicitud de publicación puede hacerse por correo electrónico acompañando archivo electrónico o por vía postal con archivo en CD. En la nota o e-mail de presentación, dirigida a la Dirección de la Revista, se indicará el título y autoría del artículo presentado, y deberá expresarse si el material es original e inédito o se ha presentado simultáneamente para su publicación en otra revista. Los artículos recibidos serán sometidos a arbitraje anónimo. La coordinación editorial de la revista informará a los autores sobre los procesos de evaluación y edición. El Comité Editor se reserva el derecho de adelantar o posponer la inclusión de los artículos que, al momento del cierre de edición, cuenten con la aprobación sin observaciones de por lo menos dos evaluadores, en función de la mejor organización de contenidos de cada número. Asimismo, se reserva el derecho de hacer la corrección de estilo y los cambios editoriales que considere necesarios para mejorar el trabajo. Todo caso no previsto será resuelto por el Comité Editor de la Revista.

Pautas formales generales: Presentación podrá ser en idioma español, portugués o inglés. El archivo será en procesador Word en páginas tamaño A4; texto justificado con sangria de 1.25 en primera línea, con interlineado de 1,5; tipografía Times New Roman en cuerpo 11. Márgenes superior e inferior 3 cm, margen derecho 2,5 cm, margen izquierdo 3,5 cm. Título en versales y centrado, con cuerpo de 11. El Resumen, no deberá extenderse más de 150 palabras y acompañarse de Palabras claves, Resumen en inglés y Keywords; de tipografia de cuerpo 10, y espaciado de 1,0. Autor/es, alineación izquierda con datos personales a pie de página, en donde constará: nombre de la institución a las que pertenece y un e-mail de contacto. Los pie de figura en el cuerpo del texto serán en cursiva con cuerpo de 9. Las notas serán ubicadas al final del artículo, en tipografía Times New Roman de cuerpo 10, interlineado sencillo.Las citas que exceden los tres renglones deben ir en cuerpo separado con sangrado de 1.25 y en cursiva 2| Anuario de Arqueología |305


Extensión: Para Artículos centrales: hasta 20 páginas incluyendo notas, referencias bibliográficas y material gráfico; resumen de hasta 150 palabras y hasta 5 palabras claves. Para Comunicaciones: hasta 10 páginas; resumen de hasta 100 palabras, y hasta 3 palabras claves. Para Reseñas bibliográficas: hasta 5 páginas, incluyendo Ficha técnica de la obra reseñada. Secciones del manuscrito -Título -Autor/es -Resumen en castellano -Palabras claves en castellano -Resumen en inglés -Palabras clavess en inglés -Texto (Tablas y Figuras incluidas) -Notas -Agradecimientos -Referencias citadas Abreviaturas: Las abreviaturas deben usarse con moderación. Las unidades métricas se presentan en forma abreviada cuando están detrás de números. Ejemplos: 10 km, 2.100 msnm, 20 cm Las siglas deben desarrollarse la primera vez que aparezcan en el texto; por ejemplo, la primera vez deberá escribirse: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y posteriormente: CONICET. Citas y Referencias: No se incluirán citas al pie de página; las mismas se realizarán en el texto con el sistema autor-fecha. Por ejemplo: Cuando se haga referencia de manera general a una obra, se escribirá el apellido del autor, el año de edición y el número de página, dentro de un paréntesis (Gutiérrez, 2004) o en el caso de dos autores (Rodríguez y Sánchez: 2004); si son más de dos autores se anotará (Sánchez et al., 2003). Cuando el autor aparezca mencionado en la oración, el año de publicación se indicará entre paréntesis: Como lo indica Rodríguez (2004), 2| Anuario de Arqueología|306


La autoría de las citas textuales (encomilladas) se indicará de igual modo, pero agregando el número de página de donde se ha extraído: “...un tiempo no lineal significa el final de la historia como la hemos conocido, es decir como una secuencia de desarrollo y como gran narrativa.”(Mc Glade, 1999:16). En el caso de mencionarse dos o más obras del mismo autor publicadas en el mismo año, se individualizará a la primera mencionada como (Sánchez, 2004a), luego (Sánchez, 2004b) y así sucesivamente. En Referencias Bibliográficas se incluirán solamente las obras citadas en el texto. Se ordenarán alfabéticamente según autor, y cronológicamente (en caso de varias obras). Se consignarán los apellidos de los autores completos, y de los nombres sólo iniciales; año de publicación, los títulos de libros y nombre de revistas. Ejemplos: Para libros: BINFORD, L. R. 1981. Bones. Ancient Men and Modern Myths. Academic Press. DOGAN, M.; PAHRE, R. 1993. Las nuevas ciencias sociales: la marginalidad creadora. México: Grijalbo. -Para revistas o capítulos de libros: GIMÉNEZ, G. 2003. El debate sobre la prospectiva de las ciencias sociales en los umbrales del nuevo milenio. En: Revista Mexicana de Sociología, año 65, núm. 2, México: UNAM. GRUNER, O. 1993. Identification of skulls: A historical review and practical applications. En Iscan MY y RP Helmer (eds): Forensic Analysis of the Skull. New York, Wiley-Liss, Inc.,pp.29-45. -Las referencias a comentarios personales y a trabajos inéditos deberán mencionarse como comunicación personal, escrito entre paréntesis. -Cuando el número de autores de una cita sea superior a seis, en Referencias Bibliográficas se deberán indicar los nombres de los seis primeros seguidos por el marcador et al. -Para referencias a sitios web se indicará la ruta completa del trabajo señalando la fecha de consulta: ROMERO, E. 2005. Estudios sociológicos contemporáneos, en Sociología general, núm. 35, México: UNAM. <http://www.iis.unam.mx/biblioteca/principal.html> [22 de enero de 2006.] 2| Anuario de Arqueología |307


Materiales gráficos: Tablas: Todas las tablas deberán estar citadas en el texto y estar numeradas correlativamente (numeración arábiga, ej: Tabla 1). Los títulos de las tablas deben estar completos, breves y sin abreviaturas. Se solicita usar el programa Excel. Ilustraciones: Las imágenes y gráficos deben estar debidamente referidas en el texto. En la edición impresa se publicarán solamente fotografías en blanco y negro y gráficos a una sola tinta. Las fotografías en blanco y negro deben ser nítidas y tener buen contraste. Láminas, cuadros y gráficos pueden presentarse en impresión láser, en tamaño A4 o menor (ajustados a la caja de la revista), acompañando el archivo electrónico en CD o remitiéndolo por e-mail. En caso de enviar las imágenes escaneadas, es preferible en los formatos TIFF, GIF, BMP o JPEG.

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