Todos queremos un mejor país para nosotros y para nuestros hijos. Debemos reconstruirlo, y lo primero que necesitamos son ideas claras para orientar las acciones políticas. Y las ideas y propuestas políticas se fundamentan en valores. Hemos vivido recientemente una crisis nacional, proveniente de los grandes males del país: narcotráfico, guerrilla, paramilitares y corrupción a todo nivel. Nos urge comprometernos con sólidos valores que nos impulsen a hacer política con la frente en alto y las manos limpias.
En la actividad política los valores se expresan en ideas, estructuradas en programas, los cuales se promueven en campañas para lograr el compromiso de quienes estén de acuerdo con ellas, y su voto cuando a él se recurre. Nuestros valores fundamentales son el humanismo, el desarrollo y el orden, opuestos al materialismo, al asistencialismo y la anarquía derivada de los excesos en el ejercicio del libre desarrollo de la personalidad. En dos conceptos la libertad en el orden y el orden en la libertad. Estos valores nos diferencian claramente de otras propuestas políticas alternativas.
El ser humano está integrado por tres esferas: material, intelectual y espiritual.
El Estado y las autoridades públicas deben atender integralmente las tres esferas de la persona y no limitarse a la material. La esfera material es el cuerpo humano y todo su entorno físico indispensable (agua potable, alimentación, atención a la enfermedad, vivienda, locomoción, comunicaciones, otros servicios domiciliarios y afines). Pero el ser humano es más que eso: posee un intelecto para comprender el mundo y un espíritu para trascenderlo, para crear valores. Reducir la función del estado a la dimensión material reduce las posibilidades del desarrollo integral de quienes lo conforman.
La formación, la capacitación y el crédito, es la tríada que conduce al desarrollo y realización personal.
Quienes regalan pescado son asistencialistas; inventan cada día nuevos subsidios permanentes: de alimentación, de vestuario, de útiles escolares, de techo, de medicamentos, condenando al asistido a la pereza, a la holgazanería y, finalmente, al abandono cuando los recursos estatales sean insuficientes. Por eso es mejor enseñar a pescar. Mientras el intelecto proporciona información, la formación es la estructuración de los valores personales, como la autoestima, la dimensión religiosa, el liderazgo, la iniciativa privada, la honestidad y la eficiencia. La capacitación desarrolla el pensamiento, la creatividad y las destrezas para enfrentar un mundo a vez más complejo. Finalmente, el crédito pone a disposición de la persona el insumo necesario para convertirse en su propio patrono, para crear oportunidades hacia otros menos esforzados y para contribuir al engrandecimiento de la Patria y a la superación de las necesidades colectivas. Un crédito de fomento, de bajo costo y plazos amplios, con mínimos requisitos, con tasas cercanas o iguales a la inflación, con el ánimo de activar la productividad.
Este valor nos dio nuestro nombre. Somos conservadores porque luchamos por conservar el ORDEN NATURAL. Hay un orden en las cosas que proviene de la fuerza que nos creó. Cualquiera que sea la creencia de la persona, musulmán, judío, cristiano, católico, cualquiera el nombre que le dé al ser supremo, Alá, Yahvé, Jehová, Jesucristo, Dios, el ser humano tiene en su código genético unas instrucciones que lo hacen actuar de determinada manera. También nuestro espíritu nos da unas líneas de acción.
Es ese orden el cual el Partido Conservador estudia para descubrirlo dĂa a dĂa, para fortalecerlo, para promoverlo, para defenderlo. La equidad, la justicia y la comunicaciĂłn, son los elementos insustituibles para mantener el orden.