21. Señor, ¿de dónde sos? ¡Vamos a celebrar un nuevo cumpleaños de Jesús!
Los pastores de la gruta con sus perros y sus ovejas, sus flautas y hondas, mientras los ángeles cantan en el cielo... este cuadro encantador pone una nota de frescura y alegría en nuestras vidas de niños y de hombres.
Leamos Lc. 2,1-20
1. ¿Pero, todo esto no será leyenda o cuentos de hadas? Cuando Lucas escribió su Evangelio acostumbraba a alternar en los grupos y frecuentar las reuniones de los primeros cristianos. Estos pudieron recoger de los labios de María algunos recuerdos de su nacimiento y de la infancia de Jesús. Y el evangelista lo hace notar con claridad: María conservaba cuidadosamente todos estos recuerdos en su corazón. Jesús nació en Belén, la ciudad del rey David (recordemos la ficha 15), con ocasión de un censo ordenado por el César Octavio Augusto, emperador de Roma. Había un pesebre en el establo que posiblemente servía de habitación. No lejos de allí, en los campos, pastores pasaban la noche cuidando sus rebaños. Este nacimiento no pasó desapercibido para esta buena gente. Así pues, se acercaron para ver al recién nacido. Verlo en un pesebre fue para ellos un signo. En efecto, los descendientes de la familia de David se encontraban reunidos precisamente en Belén, en esos días, a causa del censo.
Belén era la ciudad de David el cual apacentaba rebaños antes de ser rey. David fue el Rey-pastor. El Mesías esperado debía ser el Gran Pastor, conductor de pueblos. Los pastores podían pensar con naturalidad que este recién nacido de la familia de David, acostado en el pesebre en Belén, era niño predestinado. Sin duda este es el fondo histórico de Lucas. Pero el Evangelista quiere transmitirnos, además, profundas enseñanzas de fe. Nos presenta a los pastores como modelos de lo que debe ser y hacer todo creyente: ser pobres y sencillos y anunciar a los otros la buena noticia de que Dios nos ama.
La presencia de los ángeles nos indica que el Niño del pesebre es divino. Cuando todos los personajes de la corte de un rey se reúnen, es porque el Rey está presente. Los ángeles son los ministros, los mensajeros de Dios, si ellos están allí en multitud quiere decir que Dios está presente en el Niño del pesebre.
2. Dos mil años después, el pesebre de nuestra vida: -¿"Ser " más que "tener"? - Mis lujos y despilfarro... mi vida en la sencillez y en la modestia... ¿Qué me diría Jesús? - Como los pastores, el Señor me quiere humilde... como amigo... misionero de su evangelio. 3. Leamos ahora Mateo 2, 1-23
El relato de la visita de los magos a la casa de Jesús, ha alimentado, desde hace veinte siglos, la piedad popular y la imaginación de los artistas. Y es natural, pues este relato nos proporciona enseñanzas muy ricas acerca de la misión de Jesús. Cuando San Mateo escribió su evangelio sabía muy bien que Dios había elegido al pueblo judío para recibir el Mesías, el Cristo, y para presentarlo al mundo. Pero, también sabía que este pueblo, en su conjunto, no quiso creer en Jesús y que sus jefes lo combatieron hasta llevarlo a la muerte. Por el contrario, gente extranjera, paganos, aceptaron con fe a Jesús y se convirtieron en sus discípulos.
Al colocar este relato de los magos al comienzo de su evangelio, Mateo nos quiere mostrar que Jesús vivió lo que Moisés había vivido siglos atrás: así como Moisés había liberado a su pueblo, así Jesús es el nuevo Moisés que viene a liberar a toda la humanidad. Por eso Mateo nos cuenta la infancia de Jesús como se contaba entonces la del niño Moisés... Siendo pequeño, Moisés escapó a la muerte cuando el faraón ordenó matar a todos los niños varones de los judíos; pero Moisés escapó milagrosamente en su canasta de juncos sobre las aguas del río Nilo. De igual modo, Jesús fue buscado por este nuevo faraón perseguidor que era Herodes. Pero también este niño escapó milagrosamente de su perseguidor.
Mateo, pues, nos presenta, de una manera muy artística, que Jesús es el nuevo Moisés, liberador y Salvador. Más tarde, en la historia de Moisés, el pueblo de Israel, liberado del faraón, llega a las puertas de la tierra prometida y pasa por el territorio del rey de Moab. Este hace venir a un mago de oriente para maldecir al pueblo. Pero este mago, en vez de maldecir a Moisés y a su pueblo, tiene una especie de visión: ve a un astro salir de ese pueblo, un astro que sería un gran jefe y liberador (ver libro de los Números). Este mago, un pagano, supo reconocer al verdadero libertador.
Del mismo modo, con el nacimiento de Jesús los magos venidos de oriente reconocen en Jesús ese astro que anuncia una nueva era. Mientras Herodes, que representa la nación judía, rechaza a Jesús, los paganos, representados en los magos, lo reconocen y aceptan. Ellos, pues, representan a todos los hombres que buscarán a Dios. Y pertenecen a todos los pueblos y a todas las razas. Ellos realizan su camino bajo la estrella y son guiados por esta luz que es el mismo Jesucristo.
Estos relatos son muy ricos en sus enseñanzas: Jesús es Dios, el es el verdadero liberador de la humanidad, de todo hombre que acepte con fe a Jesús. Esta visita de los magos se llama "Epifanía". Esta palabra significa que Jesús se manifestó, se mostró, se dio a conocer a aquellos que lo buscaban con buena voluntad.