Sackleton y el Endurance

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Ernest Shackleton y la expedición “Endurance” Basado en el libro “Atrapados en el hielo “ De Caroline Alexander La legendaria expedición a la Antártida de Shackleton Con las impactantes fotografías de Frank Hurley


LA EXPEDICIÓN ENDURANCE

Ernest Shackleton fue un explorador que realizó sus expediciones durante la llamada época heroica o dorada de la exploración polar (1895-1916), que fue marcada por dos grandes hitos: la discutida llegada al Polo Norte por Robert Peary en 1909 y la conquista del Polo Sur por Roald Amundsen en 1911.


Equipo de Scott

Expedici贸n Amundsen


Debido a que estas dos grandes hazañas ya habían sido logradas, Shackleton diseñó la expedición Endurance, un viaje de exploración en el que pretendía cruzar la Antártida a pie, en un fabuloso recorrido de casi 3.000 kilómetros: sería la primera vez que se cruzase el continente de extremo a extremo, la travesía se realizaría a pie (Amundsen había usado trineos), y por último, más de 1.000 kilómetros se harían cruzando un territorio absolutamente desconocido (desde el mar de Weddell hasta el Polo), dado que las anteriores expediciones habían operado en el otro lado del continente.


Para llevar a cabo la expedición se equiparían dos barcos, cada uno con una tripulación de 28 hombres: el Endurance, que entraría por el mar de Weddell y desde el que se lanzaría la travesía (que además llevaría 69 perros), y el Aurora, que tenía encomendado entrar por el mar de Ross, al otro extremo del continente, para instalar depósitos de aprovisionamiento.


"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito". Éste fue el anuncio de prensa que puso en 1914 Sir Ernest Shackleton para reclutar tripulación para ir a la Antártida. ¿Qué ocurriría si, hoy en día, en un periódico importante se insertase un anuncio cómo éste? Sería interesante comprobar cuántos voluntarios estarían dispuestos a embarcarse hoy en una empresa de tanto riesgo y compromiso personal. Creo que a pesar del avance tecnológico y el desarrollo de las actuales herramientas, muy pocas personas estarían dispuestas a seguir sus pasos. Pero hace un siglo los candidatos se presentaron por miles. Desde luego eran otros tiempos, en los que «honor y reconocimiento» todavía significaban suficiente recompensa. Aunque quizás influyese el hecho de que el jefe de esa expedición fuera un tipo que había renunciado a la conquista del Polo Sur –la mayor aventura que se podía realizar entonces– cuando se encontraba a tan sólo 160 kilómetros demostrando que la seguridad, la suya y la de sus compañeros, debía prevalecer sobre el heroísmo trasnochado que defendían algunos de sus compatriotas.


"Como Jefe de una expedición científica yo elegiría a Scott; para un raid polar rápido y eficaz a Amundsen; en medio de la adversidad, cuando no veas salida, ponte de rodillas y reza para que te envíen a Shackleton" Sir Edward Priestley

"Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que sí hiciste. Así que suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre" Mark Twain



Tras aproximadamente un año de preparativos, Shackleton partió de Londres en el Endurance el 1 de agosto de 1914. Sin embargo, se detuvo debido al estallido de la Primera Guerra Mundial y puso a disposición del Almirantazgo su buque y su tripulación. La respuesta a su ofrecimiento fue un telegrama en el que se le ordenaba continuar, así que partió definitivamente de Plymouth rumbo a la Antártida el 18 de agosto de 1914.


Panorama de la isla San Pedro, con el Endurance en el puerto

Grytviken, puerto pesquero, visto desde el Endurance. Fue la 煤ltima escala del barco antes de dirigirse hacia el mar de Weddell.

Despu茅s de una breve parada en Buenos Aires, el 26 de octubre puso rumbo hacia Georgia del Sur, donde se detuvo para analizar la situaci贸n y aprovisionarse, y el 5 de diciembre de 1914 parti贸 al fin hacia el mar de Weddell.


Perce Blackborow fue un marino galés, un polizón en la expedición. Pidió ser enrolado, sin embargo no fue admitido: era demasiado joven. Dos marineros ayudaron a Blackborow a colarse a bordo. Al tercer día en el mar fue descubierto. Shackleton sometió al polizón a una regañina terrible delante de toda la tripulación. Shackleton remató su discurso diciéndole al polizón -¿Sabes que en estas expediciones frecuentemente nos ponemos muy hambrientos, y si hay un polizón disponible, él es el primero en ser comido?- Blackborow replicó: -Conseguirían mucha más carne de Usted, señor.Blackborow demostró un buen desempeño en el barco como mayordomo y finalmente fue inscrito en la tripulación.


La mayor preocupaciĂłn de esta primera fase del viaje era la lucha contra la banquisa (enormes placas de hielo flotantes), que ese aĂąo en particular se encontraba mĂĄs al norte de lo habitual.


Fue francamente difĂ­cil gobernar el Endurance para que se abriera paso, y finalmente la noche del 18 al 19 de enero de 1915 el barco quedĂł dramĂĄticamente atrapado en el hielo.


Placa de hielo, 20 de enero de 1915 Foto tomada el día en que el Endurance quedó finalmente atrapado en el hielo. «Sólo nos faltan ochenta y cinco millas, pero el viento viene todavía del NE y mantiene el hielo duro contra la barrera.» (McNish, diario)


En el mes que sigui贸 a ese incidente los marineros intentaron liberarlo dirigi茅ndolo hacia alguno de los canales que se abrieron, pero todos los intentos resultaron frustrantemente infructuosos.


Finalmente, el 24 de febrero el barco pasó a convertirse en una estación de invierno. Se cambió la rutina de los marineros, se acondicionaron espacios para la vida a bordo (en una serie de cubículos que llamaron The Ritz) y se construyeron habitáculos para los perros sobre el hielo (a los que bautizaron como dogloos)


Las tareas del vigilante nocturno consistían en mantener encendidas las fogatas en el Ritz, en la cámara de oficiales de la cubierta superior, en el castillo de proa y en el camarote de Shackleton, además de vigilar a los perros por si se '-soltaban». Por encima de todo, se esperaba que vigilara los cambios en el hielo.

Para Shackleton era muy importante mantener a los hombres ocupados y con sensación de estabilidad y seguridad. La moral era lo más importante


Los hombres se encari単aron mucho con los perros que les acompa単aban, cada uno cuidaba a dos o tres y se organizaron carreras en el hielo

Durante esos meses el trabajo consisti坦 esencialmente en el entrenamiento de los equipos y el aprovisionamiento (carne y grasa de foca y ping端inos).


El cocinero despellejando un pingĂźino en la cocina En el Endurance, la jornada del cocinero se iniciaba al amanecer y no acababa hasta despuĂŠs de la cena. Hijo de un maestro pastelero, cocinaba doce barras de pan por dĂ­a, ademĂĄs de despellejar y preparar la caza capturada en el hielo.

Macklin y Greenstreet hierven grasa de ballena para los perros


Ese periodo no estuvo exento de las imaginables dificultades que conllevan las bajas temperaturas (en torno a 30º bajo cero), la vida en la oscuridad (el sol desaparecería el 1 de mayo), y el hecho de que el barco no estaba en tierra firme, sino sobre un témpano de hielo que en mayo tan solo medía unos 20 kilómetros cuadrados, que estaba derivando debido a las corrientes marinas, y que en cualquier momento podía partirse, como de hecho ocurrió el 1 de agosto. Sin embargo, dando muestras de un espíritu de adaptación difícilmente superable, la tripulación consiguió sobrevivir en el hielo los nueve meses que duró esa etapa de la expedición, en la que el barco tuvo una deriva real de 2.000 kilómetros desde el punto en el que quedó atrapado.


Worsley y James realizan las observaciones en invierno ¡Worsley y James tenían un gran telescopio; lo instalaban y, al observar el momento exacto de la ocultación de las estrellas, eran capaces de determinar la hora con exactitud.» (Macklin, diario)


Un hombre comprueba un agujero en el hielo fuera del barco Es probable que se trate de Clark, que insistía en buscar especímenes durante todo el período pasado en el hielo.


Hurley en la arboladura y Shackleton en cubierta «Hurley estaba muy ocupado con su cámara de fotos y de cine. Fijó su aparato en la punta extrema de la verga del mastelero de juanete para conseguir una vista panorámica de la placa.» (Macklin, diario)


Al final del invierno, 1 de agosto de 1915 «Nuestra posición se volvió sumamente peligrosa, puesto que grandes bloques [de hielo] se movían y se echaban las unos sobre los otros en lo que parecía ser su deseo de arrojar su potencia contra nuestras paredes.» (Hurley, diario)


El Endurance se escora «De repente, el témpano a babor se rompió y enormes trozos de hielo salieron disparados desde debajo de la sentina de babor. Al cabo de unos segundos el barco se escoró treinta grados a babor.»(Shackleton)


A babor del barco, el 19 de octubre de 1915 Shackleton, inclinado sobre la barandilla, titulĂł esta foto ÂŤEl principio del finÂť.


El naufragio del Endurance «Una horrible calamidad ha caído sobre el barco que ha sido nuestro hogar durante más de doce meses.. Estamos sin hogar y perdidos en un mar de hielo.» (Hurley, diario)

El 27 de octubre, sin embargo, las cosas empeorarían considerablemente. En efecto, como en la peor de las pesadillas, las fuertes tensiones provocadas por el hielo que aprisionaba el Endurance acabaron por hacerlo pedazos, y se hundió semanas más tarde en las frías aguas de la Antártida, el 21 de noviembre de 1915, ante la impotente mirada de los marineros y de su capitán. Para entonces había transcurrido ya más de un año desde que partieran de Buenos Aires.



Se esperaba un aumento de las temperaturas y permanecer en el hielo dejaría de ser seguro, pues en cualquier momento una brecha se podría abrir engullendo a los hombres, o dejando espacio suficiente para que alguna orca les atacara, dado que estos animales no establecían diferencias entre las focas y los seres humanos.

La única opción viable, aunque pareciera una tarea imposible, consistía en arrastrar los tres botes salvavidas del Endurance a través del hielo hasta encontrar mar abierto 500 kilómetros al norte. En ese momento quizá podrían tener una opción de sobrevivir alcanzando alguna de las islas circundantes. Y en esa empresa fueron afanándose haciendo modestos avances e instalando sucesivos campamentos (Dump Camp, Ocean Camp y finalmente Patience Camp), esperando la oportunidad de escapar del hielo.


El campamento Océano Shackleton, Wildy un miembro no identificado de La tripulación, de pie, de derecha a izquierda

El campamento Océano «Es inconcebible, hasta para nosotros, que vivamos en una colosal barcaza de hielo, con apenas metro y medio de hielo separándonos de las dos mil brazas de profundidad del océano y yendo a la deriva según el capricho del viento y las mareas hacia Dios sabe dónde.» (Hurley, diario)


A las dificultades existentes se añadieron otras nuevas, como la limitación del peso de las pertenencias personales a solo un kilo por hombre, la necesidad de sacrificar a los perros debido a la escasez de alimentos, además de la incertidumbre de no saber cuándo la placa de hielo se partiría bajo sus pies. Ha de tenerse en cuenta que, por ejemplo, el campamento Océano se situaba sobre un bloque de tan solo 2,5 kilómetros cuadrados, que sucesivamente se iría dividiendo en fragmentos más pequeños por efecto de la subida de las temperaturas.


Finalmente el 9 abril de 1916 Shackleton y su tripulación se lanzaron al agua en los tres pequeños botes de que disponían, para llevar a cabo una travesía de cinco días en los que las temperaturas alcanzaron 20º bajo cero, y en la que la lucha contra las tormentas de nieve no fue sencilla dado que los hombres estaban empapados y sufrían calambres y mareos, y algunos de ellos congelaciones. Arribaron al fin en isla Elefante, la primera tierra firme que pisaban en casi un año y medio desde que salieran de Georgia del Sur. Esta feliz llegada fue rápidamente ensombrecida por el hecho de que el invierno antártico se acercaba, y carecían del equipo y las provisiones necesarias para afrontarlo. Por otro lado, era imposible que nadie les buscara en esa posición, así que era necesario movilizarse una vez más.


El plan, que visto ahora con la adecuada perspectiva histórica podría calificarse como una locura, consistía en que seis hombres se embarcarían en el James Caird, un bote de tan solo 6 metros de eslora, en una travesía desesperada de 1.300 kilómetros hasta Georgia del Sur.

El James Caird fue lanzado al agua desde la isla Elefante el 24 de abril de 1916. Con un viento moderado del suroeste pudieron salir de la playa fácilmente, con lo que perdieron de vista la isla muy pronto. Antes de salir, Shackleton había dado instrucciones a Frank Wild, que se quedó en la isla con el resto del grupo, "tendría completamente el mando desde el momento en que el bote abandonase la isla y en el supuesto de que el viaje en bote fracasara, Wild debía intentar llevar al grupo a la Isla Decepción la siguiente primavera y aguardar allí a recibir ayuda.


22 hombres permanecieron en la Isla Elefante en espera de ser rescatados si Shackleton tenĂ­a ĂŠxito. En caso contrario estaban condenados a morir


Tan pronto como salieron de la isla, Shackleton ordenó Worsley que pusiera rumbo al norte en lugar de ir directamente a Georgia del Sur, para así evitar la clara amenaza de los campos de hielo que estaban comenzando a formarse.28 A la media noche ya habían dejado el hielo atrás, pero el oleaje iba en aumento. Al amanecer del día siguiente, estaban a 80 km de la Isla Elefante navegando con mar gruesa y vientos de fuerza 9. En el bote se fijó la rutina de trabajo, se hicieron dos turnos de tres personas, con un hombre a proa, otro en las velas, y el tercero achicando agua. El trío que no estaba de servicio descansaba en el pequeño espacio de la proa cubierto por la lona. El cambio de turno presentaba muchas dificultades, Shackleton escribió, "tenía su lado cómico si no fuera por los dolores y molestias que ocasionaba". Su ropa, diseñada para ir en trineo por la Antártida pero no para navegar en un bote en mar abierto, no era impermeable, lo que hacía que el continuo contacto con el agua helada les hiciese el viaje muy penoso. Todo dependía de Worsley y su habilidad para la navegación, basada en observaciones astronómicas realizadas en un bote que no paraba de cabecear y balancearse y durante los breves momentos en que el sol hacía su aparición. La primera observación la realizó al cabo de dos días, determinando que se encontraban a 237 km al norte de la isla Elefante. Cambiaron el rumbo enfilando directamente hacia Georgia del Sur. Habían superado el peligro de los témpanos flotantes, pero ahora estaban navegando por las peligrosas aguas del Pasaje de Drake, donde grandes olas recorren esas latitudes dando la vuelta al globo al no interponérseles ninguna barrera de tierra y adquirían gran altura a su paso por esa zona estrecha entre América del Sur y la Antártida. El balanceo constante del bote hacía casi imposible poder cocinar con los hornillos portátiles, pero Crean, el cocinero del grupo, de alguna manera consigue dar de comer a los hombres.


“A medianoche estaba en el puente de la barca cuando de repente vi un atisbo de cielo azul hacia el Suroeste. Advertí a los hombres que el cielo se estaba abriendo, y un momento después me dí cuenta que lo que había visto no era un claro en el cielo sino la cresta de una enorme ola. Durante mis 26 años de experiencia en el Océano jamás vi una ola tan gigante… grité ¡Por Dios! Agarraos! Se nos traga!!. Después vino un momento de suspenso que pareció durar horas. Blanca surgió la espuma del mar que se rompía a nuestro alrededor. Sentimos el bote sacudido como un corcho bajo una ola rompiente. Estábamos en el caos del agua torturada; pero de alguna forma el bote consiguió sobrevivir, manteniéndose a flote casi lleno de agua. Achicamos agua con la energía de quien lucha por su vida, arrojando el líquido por la borda con el primer recipiente que pudimos encontrar. Tras diez minutos de trabajo desesperado, sentimos que el bote recuperaba su vida.”

Si se tiene en cuenta que solo una mínima desviación de la ruta hubiera provocado que pasaran de largo sin ver la isla, y que deberían atravesar el Pasaje de Drake, quizá el mas peligroso del mundo, solo puede contemplarse el durísimo viaje de 17 días que aquellos hombres realizaron como una gesta irrepetible.


El 15 de mayo desembarcaron en una playa que sería su refugio y a la que bautizaron como "Peggotty Camp" (por la casa flotante de Peggoty en la novela de Charles Dickens David Copperfield). Desgraciadamente sin embargo, el lugar en el que arribaron, la bahía del Rey Haakon, era un lugar deshabitado que distaba más de 30 kilómetros de la zona civilizada. Un paisaje de montañas nevadas del que no había mapas.


Después de dedicar unos días a recuperarse, Shackleton decidió que el bote no era capaz de hacer los 250 km que suponía el viaje cerca de la traicionera costa, para llegar a las estaciones balleneras de la costa norte. Además, dos de los hombres, McNish y Vincent, no estaban en condiciones para viajar. Se optó por que tres hombres, Shackleton, Worsley y Crean iniciaran el viaje a pie para cruzar la isla hasta la estación ballenera habitada en Stromness. Muy temprano, el 18 de mayo, los tres iniciaron el que sería el primer cruce por tierra confirmado de la isla Georgia del Sur. El viaje estaba lejos de ser fácil, ya que carecían de mapa y tuvieron que improvisar una ruta a través de una cadena montañosa con glaciares. Sin equipo apropiado, viajaron sin descanso durante 36 horas, hasta llegar a su destino en Stromness. Al llegar parecían, en palabras de Worsley, "tres horribles espantapájaros", con el rostro demacrado, ennegrecidos por el humo de la grasa, con las marcas dejadas por su exposición al viento helado y con congelaciones. Más tarde esa noche del 19 de mayo, un barco de motor fue enviado a la bahía del Rey Haakon para recoger a los tres hombres, McCarthy, McNish y Vincent, y al James Caird. Worsley escribió que todos los marinos noruegos en Stromness quisieron tener el honor de portar a hombros el bote desde el muelle hasta un almacén en que lo guardaron, todo un gesto lleno de afecto.


Aunque generalmente se tiende a identificar esa llegada con el final de la increíble odisea de Shackleton y el Endurance, en realidad ese momento triunfal, que tantos esfuerzos, sacrificios y privaciones implicó, fue únicamente el inicio de la segunda parte de la historia: Había que regresar a buscar a los 22 hombres que habían quedado esperando en Isla Elefante. Debido a la llegada del invierno austral y a las condiciones hielo, Shackleton tardó más de tres meses en poder rescatar a hombres, pero al final, al cuaerto intento y con la ayuda remolcador chileno a vapor Yelcho, todo el grupo pudo salvado.

del sus del ser

Al fin, tras este último rescate, el 10 de enero de 1917, nada menos que dos años y medio después de que todo empezara, la aventura de Shackleton llegó a su final.


EPÍLOGO

Es muy importante destacar que el éxito de esta aventura no es sólo atribuible a Shackleton: cada uno de los 28 hombres eran importantes y necesarios para completar la misión. Era imprescindible una conexión entre todos los miembros en la que cada uno de ellos aportara su mayor talento. Por tanto, una de las claves del gobierno de Shackleton consistía en que en diferentes situaciones el liderazgo podía ser asumido por una persona distinta. Sin Worsley, el capitán del Endurance habrían perecido, entre otras cosas porque sin su habilidad para la navegación por estima jamás hubieran llegado a Georgia del Sur, pero tampoco sin Frank Wild, hombre de confianza de Shackleton, y quien se quedó al frente del grupo en isla Elefante; un aventurero con igual capacidad para liderar cualquier misión pero al tiempo permanecer en un segundo plano; una persona a quien Shackleton sin duda apreciaba y admiraba profundamente. Tampoco la misión hubiera sido un éxito sin Frank Hurley, el fotógrafo, que además de documentar gráficamente la expedición, puso su versátil talento innumerables veces al servicio de la misión, por ejemplo, adaptando piezas del Endurance para construir una estufa que pudiera funcionar con grasa de foca. Y sin duda no hubieran sobrevivido sin Harry McNish, el carpintero que construyó los cubículos al bordo del Endurance, el que colocó los esquíes bajo las tres embarcaciones para que pudieran tirar de ellas y el que acondicionó el James Caird para el viaje en bote más peligroso de la historia. Y por supuesto, hubieran perecido sin Charles J. Green, el cocinero, cuyo constante y esforzado trabajo dotó a los hombres de la energía que necesitaban. Shackleton quería a sus hombres, y ese sentimiento era correspondido, pues, según uno de ellos, sus hombres le querían «como a un padre». Eso, obviamente, no implicaba que la relación con ellos estuviera exenta de conflictos, pero eso no le privó de tener excelentes relaciones con todos ellos y de considerarlos en igualdad de condiciones que al resto


El relato de la expedición Endurance es probablemente la historia de éxito más grande jamás contada. Sobre todo porque todo empezó en un fracaso. Los largos días de oscuridad, las temperaturas bajo cero, el precario material, la escasez de provisiones y, quizá por encima de todo, las increíbles dificultades que fueron enfrentando en un mar helado que les arrojaba la peor de las suertes, fueron contrarrestados por enormes dosis de claridad en el rumbo, regeneración, enfoque, dureza, constancia, energía, mentalidad positiva y conexión. Tanto que todos los hombres lograron salvar sus vidas, y como muestra inequívoca de que aquella durísima misión no causó una mella irreversible en ellos, varios miembros de la tripulación se volverían a enrolar con Shackleton en la expedición Quest


Frank Hurley «Hurley, nuestro fotógrafo, es un personaje interesante. Es australiano —muy australiano— y fue fotógrafo en la reciente expedición australoasiática de Sir Douglas Mawson a la Tierra Adelia, en el Antartico. Como fotógrafo es excelente y dudo que alguien pudiera igualar su obra...» (Lees, diario)


Frank Wild Según Macklin, el leal segundo jefe de Shackleton se mostraba «siempre calmado, sereno o sosegado; tanto si las cosas iban bien como si estaba en un aprieto, era siempre el mismo; pero cuando decía a un hombre que saltara, éste saltaba de inmediato»


«El capitán», teniente F. A. Worsley, reserva de la Armada Británica Shackleton eligió con sumo cuidado la tripulación para el trascendental viaje. Worsley ya se había distinguido como navegante al llevar los tres barcos a buen puerto en la isla Elefante. Había servido varios años en el Pacífico en el servicio de vapores del gobierno de Nueva Zelanda, donde se convirtió en un experto en pilotar embarcaciones pequeñas y en recalar en islotes.


Charles J. Green El cocinero despellejando un pingüino en la cocina En el Endurance, la jornada de Creen se iniciaba al amanecer y no acababa hasta después de la cena. Hijo de un maestro pastelero, cocinaba doce barras de pan por día, además de despellejar y preparar la caza capturada en el hielo.


Tom Crean Wild quería que permaneciera con él en la isla Elefante; Shackleton quería tenerlo en el Caird. Todos sabían que la presencia de este duro marinero, que había ganado la medalla Albert a la valentía en la última expedición de Scott, sería una ventaja en cualquier causa a la que sirviera. Crean era, quizá, tan indestructible como puede llegar a serlo un hombre.


Greenstreet mostrando los carámbanos formados por el aliento «Algunos de sus chistes y cuentos son decididamente divertidos y, después de todo, no se puede esperar que mantenga el nivel de un salón en un grupo tan variopinto como el nuestro.» (Lees, diario)


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