Delirios de un anciano
Karol Cosette A.G.
El café se encontraba hirviendo en la estufa, las gallinas cacareaban sin parar, el perro ladraba fuertemente y un anciano yacía tendido en el suelo.
Cinco minutos han pasado y Don Braulio está a punto de dar su último aliento, pero a pesar de ello, el hombre se encuentra sumamente aliviado pues por fin podrá escapar de aquel aterrador monstruo que la ha perseguido estas últimas semanas.
Un día se encontraba mirando algunas viejas fotos, listo para quemarlas y olvidar sus arrepentimientos hasta que de pronto se desmayo. Después de aquello Don Braulio simplemente se sintió incómodo sin motivo alguno, pero después comenzó a sentirse fatigado y cada vez que cerraba los ojos se sentía observado por una presencia tan vacía y lamentablemente como indescriptible. A medida que continuaban sus días estás sensaciones aumentaban a un ritmo descomunal causándole varias noches de insomnio y ansiedad permanentes.
Se hizo una limpia con un huevo fresco pero al quebrarlo en un vaso este estaba podrido, fue a la iglesia para calmar su mente y sus malestares pero no hubo efecto alguno, quiso pedir ayuda a su familia pero estos le rechazaron con una expresión de miedo y enojo inexplicable sin siquiera dejarle pasar.
Sin nada más que poder hacer, vivió sus días encerrado aterrado de aquel vacío profundo hasta que decidió mirar atrás y se encontró con un rostro estoico sin emociones en el aire; Don Braulio gritó y corrió con desesperación pero antes de abrir la puerta se derrumbó en el suelo. Una sensación de adormecimiento comenzó a apoderarse de él pero afortunadamente aquel rostro se fue alejando; así volvemos al principio, con Don Braulio respirando por última vez.
Los vecinos han percibido un horrible olor despidiendo de la casa de aquel loco delirante durante semanas, pero desde hace dos días no han escuchado ningún ruido además del de aquellos desesperados animales; así que temerosos de que el hombre pudiese haber muerto llamaron a la policía.
La policía derrumbó la puerta después de varias llamadas sin respuesta, encontraron un extraño bulto café con un fuerte olor a descomposición y llamaron a los forenses.
Aunque había pasado una hora desde que sacaron aquella cosa, la casa aún emanaba un fétido olor, justo en ese instante el perro rompió su correa y entró corriendo a la casa, algunos oficiales quisieron detener al perro para evitar que arruinara alguna evidencia faltante pero el
animal animal comenzó a rascar la puerta de un cuarto con algunos aullidos lastimeros. A un policía le pareció preocupante que el perro rascara con tanta insistencia además de que el olor era aún más intenso, por lo que le abrió la puerta para observar las siguientes acciones del perro, este comenzó a olfatear y a aullar con más tristeza al acercarse a la cama.
El oficial se agachó, alumbró debajo de la cama y...allí estaba el cadáver del anciano.