El autor, que no puede disimular su faceta docente, escribe de manera tan clara a los niños, y a los no tan niños, que tras su lectura existe el peligro de que todavía muchos más niños decidan ser arquitectos. Claro que a los que estén ya estudiando la carrera, les llevará a reafirmarse en el acierto de su decisión. Campo Baeza afirma en uno de sus últimos textos publicados que ser arquitecto es la labor más hermosa del mundo.