Loco por vos cap modelo

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Ilustraciones de Mey

Loco por vos Gabriela Keselman



1. Regalo del cielo

M

aldeamor cayó fulminada. –Esto fue un flechazo –atinó a pronunciar la bruja cuando vio al intendente Normalucho desde lo alto del cielo. Se enamoró con tanta intensidad que soltó el manubrio de la motoescoba. Sin darse cuenta, se inclinó peligrosamente hacia atrás. Entonces perdió la cabeza... y el equilibrio. La bruja Maldeamor descendió en picada sin hacer ni un solo zigzag.


Y cuando estuvo a unos metros del suelo, pegĂł una acelerada que la hizo aterrizar, justo, justo, encima del amor de sus sueĂąos. 10


2. Por los suelos

–¿Qué fue eso? –alcanzó a

pronunciar el señor intendente al oír un terrible ruido que provenía del cielo. Fue, exactamente, como si alguien hubiese metido cien violines en el lavarropas. En cuestión de segundos, la tarde se tiñó de un color rosa chicle. Y un instante después, algo negro y desconocido se le vino encima. La bru-


ja Maldeamor lo derribรณ y lo dejรณ medio aturdido sobre las baldosas de la costanera. Es decir, Normalucho fue aplastado. 12


3. Normalucho no sabe la que le cayó

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a gente se conoce de formas muy extrañas. Uno entra en un cine con una bolsa de pochoclo, se tropieza con otra persona y la deja hecha un asco. Le pide perdón mientras intenta quitarle el pochoclo que se le quedó pegado en el pelo o en el pulóver, y… ¡ya se conocieron! O uno va patinando cuesta abajo y otro viene patinando cuesta arriba. Se pegan un resbalón y se quedan juntos viendo las estrellas… y los chichones.


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Pero el encuentro entre la bruja Maldeamor y el intendente Normalucho fue más que extraño. Fue el colmo. –Perdone, señorita –balbuceó el señor intendente cuando se recuperó del aplastamiento sin previo aviso–, pero yo soy un hombre muy convencional. –¿Y eso qué significa? –preguntó la bruja, que sabía mucho de vuelos a motor pero poco de las palabras que usan los intendentes. –Muy fácil –respondió Normalucho, ciertamente indignado–. Me gusta que las personas me digan “encantado de conocerlo” o “permiso, señor intendente”… ¡pero no que se caigan sobre mi cabeza! Y además, no le hago una multa porque es domingo… y porque ese no es mi trabajo específico… y… Maldeamor se quitó el casco para arreglarse el flequillo y susurró: –Bueno, no es para tanto… Si yo hubiera sabido que me iba a enamorar


a primera vista, te hubiese mandado un telegrama antes de caerme sobre vos… pero así es la vida... Normalucho se quedó atónito. Miró fijamente a la autora de ese escándalo público: una chica vestida como una motoquera del espacio, con un casco en la mano, que lo observaba, sonrojada, a unos centímetros de su nariz. Se pellizcó para comprobar si aquello era solo un mal sueño, pero se dio cuenta de que aquello, en realidad, era una auténtica pesadilla. Apartó a Maldeamor, no sin dificultad. Se sacudió el pantalón con movimientos bruscos y se fue dando cortos y veloces pasitos con un susto clavado entre el chaleco y la espalda. No dijo ni “adiós”, ni “muy buenas”, ni nada. –¡Eso no es muy convencional! –le gritó Maldeamor–. Por lo menos se dice “fue un gusto” o “nos vemos”… Pero Normalucho ya había doblado la esquina y no respondió.

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La bruja se quedó sentada en la vereda, pensativa. La verdad, nunca había sido muy afortunada en cuestiones amorosas. Cuando era chica se había enamorado de un niño de primero de Magia que se entretenía convirtiendo sus trencitas en alambres de púas. Después vino aquel sapo hechizado de ojos verdes y piel verde. Resultó que el muy bicho no era un príncipe sino un sapo de verdad, común y corriente. Maldeamor presintió que esta vez iba a ser distinto. El intendente parecía un poco tímido, eso sí… y quizás algo aburrido y muy… ¿cómo era?… Ah, sí, convencional. Pero seguro que resultaba ser más bueno que el pan. Así que Maldeamor, con renovado entusiasmo, se levantó de un salto y se fue a prepararle una sorpresa.



Normalucho es el alcalde del pueblo de Frentealmar, un sitio en el que todo está ordenado y funciona a la perfección. Eso es así... hasta que la encantadora bruja Maldeamor cae sobre la ciudad con su motoescoba y sus ideas muy poco convencionales, y queda prendada del señor alcalde. Pero como él se resiste a sus encantos, la bruja no dudará en hechizar a todo el pueblo… con un divertidísimo hechizo de amor.

Gabriela Keselman Nació en Buenos Aires y vivió muchos años en Madrid. Allí trabajó en la redacción de la revista Ser padres, escribiendo artículos sobre literatura infantil, críticas de libros y cuentos. Lleva publicados más de 60 libros en España, México y Argentina; algunos se han traducido a otros idiomas. Ha recibido numerosos premios y actualmente se dedica a escribir historias para chicos. Algunos de sus títulos son: Cu Canguro (colección Buenas Noches); Si tenés un papá mago y Conejos de etiqueta.

Mey Nació en Buenos Aires. Estudió en la escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia y es profesora de arte. Trabaja para muchas editoriales ilustrando libros de texto y de literatura.

C.C. 61074648 ISBN: 978-987-545-646-4

www.kapelusznorma.com.ar

A partir de los 7 años

Loco por vos


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