Textos de Carlos Lazcano y Dizán Vázquez Con la contribución de: Simona Binková (Universidad Carolina de Praga), Mijo Korade (Universidad de Zagreb, Croacia) y María Eugenia Ponce (Universidad Iberoamericana)
Fotografías de Carlos Lazcano
La presente edición ha sido posible gracias al patrocinio de
GRUPO CEMENTOS DE CHIHUAHUA
CO O RDI NAC I ÓN I NSTITUC I ONAL Silvia Trejo Mendieta
EDI TADO Y PRODUC I DO P O R CEIB A ARTE E DI TORI AL, S.A. DE C .V. Coordinación editorial Jaime Bali Diseño Hitaí Karla Suárez Huesca Edición Jimena Acevedo Edición fotográfica Ignacio Guevara Asistente de diseño Flor de Jesús Escobar Ramírez Asistentes de edición Nasheli Rivera Durán, Montse Reyes Orraca
Primera edición: México, 2013 © D.R. Grupo Cementos de Chihuahua, s.a.b. de c.v. ISBN 978-607-9256-01-2 Impreso y hecho en México
Créditos fotográficos Alonso Jiménez Quesada: p. 52, Carl Lumholtz: pp. 96, 102, 104 arriba, Francisco Javier Muñoz: p. 117 arriba, G. Niox: portada, p. 41 Ignacio Guevara: pp. 35 abajo, 119 arriba, Jean-Pol Grandmont: p. 122 abajo, Jim W. Murphy: p. 62 arriba, Jorge Sánchez Brambila: pp. 63, 65, 104 abajo, Josef Thiel: p. 163 arriba, Kiban: p. 153, Libertad Villareal: p. 59, Luis Filipo Cabaña: p. 63 arriba, Sergio Castillo Palacios: p. 54, Walter Bishop Velarde: pp. 40, 97, 105 arriba.
Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra por cualquier medio, sin contar con la autorización expresa y por escrito del editor en términos de la Ley Federal de Derechos de Autor. “La reproducción por cualquier medio de las imágenes pertenecientes al patrimonio cultural de la Nación Mexicana, contenidas en esta obra, está limitada conforme a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y la Ley Federal del Derecho de Autor. Su reproducción debe ser aprobada previamente por el titular del derecho.”
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PRESENTACIÓN
Grupo Cementos de Chihuahua ha llevado adelante durante los últimos quince años una tarea editorial ininterrumpida de gran trascendencia, con el objetivo de poner al alcance de los lectores obras vinculadas con la historia y la cultura del estado de Chihuahua. Con el título Misioneros fundadores de Chihuahua, producto de la investigación y la pluma de Carlos Lazcano Sahagún y del padre Dizán Vázquez, GCC rinde homenaje a los misioneros franciscanos y jesuitas que dedicaron su vida a la labor misional, la evangelización y la defensa de los pueblos indios en lo que hoy es el estado de Chihuahua. En estas páginas el lector encontrará una lúcida síntesis de la historia de las dos principales congregaciones que llegaron a Chihuahua a partir de la segunda mitad del siglo xvi. También hallará algunas crónicas de la epopeya fundacional de pueblos, ciudades y misiones que hoy son parte importante de la geografía y la toponimia de la entidad. De igual manera, conocerá —y esto es lo más relevante de la edición— la vida y obra de los misioneros franciscanos y jesuitas más destacados, quienes sin importar las grandes dificultades de un territorio abrupto y distante de sus tierras de origen, no dudaron en ofrendar su vida para cumplir un gran apostolado: la difusión de la fe, en lo que se conoció como la gran batalla por la cristiandad. Por otra parte, la obra reúne y documenta las imágenes de locaciones en Chihuahua y Europa vinculadas al trabajo de los misioneros, todo esto gracias a la oportuna intervención de la lente de Carlos Lazcano Sahagún. Convencidos como estamos del papel que juega la difusión del conocimiento en la sociedad contemporánea y particularmente en la vida y el desarrollo de nuestro estado, ponemos en manos de nuestros clientes, amigos y público en general esta magnífica obra, como una aportación más de GCC por seguir enriqueciendo el acervo cultural de nuestra comunidad. Grupo Cementos de Chihuahua
GRUPO CEMENTOS DE CHIHUAHUA
ÍNDICE 15 Prólogo 19 Introducción: Los misioneros, esos seres humanos 29 Misioneros franciscanos / Dizán Vázquez Orígenes de la orden franciscana Coordenadas franciscanas en Chihuahua Provincias franciscanas Colegios de Propaganda Fide Chihuahua en el contexto franciscano Límites entre la Nueva Vizcaya y Nuevo México La Provincia de Zacatecas Fray Pedro de Espinareda y el primer convento de Chihuahua Fray Agustín Rodríguez, Fray Francisco López y Fray Juan de Santa María, los primeros mártires de Nuevo México Fray Juan de Espinosa y el arte de la lengua concho Fray Alonso de la Oliva, el gran pacificador del Conchos Fray García de San Francisco y la fundación de Ciudad Juárez y El Paso Fray Alonso Briones y la misión de Nombre de Dios Misioneros de La Junta de los Ríos Fray Miguel Camacho y Fray José García Rico, predicadores incansables del septentrión Fray Mariano Toribio Jáquez, maestro y defensor chihuahuense Fray José María Rojas, bajo la sombra de Miguel Hidalgo
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Misioneros jesuitas / Carlos Lazcano Los misioneros jesuitas de la Provincia de Bohemia en la Tarahumara /Simona Binková Juan Fonte y la primera misión tarahumara Julio Matías Pascual, fundador y mártir de Chínipas Gerónimo de Figueroa, fundador de la Antigua Tarahumara Cornelio Beudín, fundador y mártir del Papigochic Tomás de Guadalajara, fundador de la educación en Chihuahua (y de muchos de sus pueblos) Juan María de Salvatierra, de la Tarahumara a California Juan María Ratkay, primer cartógrafo de la Tarahumara / Mijo Joseph Neumann, cronista de la Tarahumara / Simona
Korade
Binková
Diego Ortiz de Foronda, el mártir de Yepómera Luis Mancuso, gran defensor de los indios e iniciador de la educación en la ciudad de Chihuahua Juan de Esteyneffer, médico de la Tarahumara / Simona
Binková
Francisco Hermann Glandorff, el padre de los zapatos mágicos / María Benito Rinaldini, el apóstol de los tepehuanes
171 Epílogo 174 Bibliografía
Eugenia Ponce
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PRÓLOGO Misioneros fundadores de Chihuahua na de las historias más fascinantes del noroeste de México es la que protagonizaron los misioneros, tanto jesuitas como franciscanos, entre los siglos xvi y xviii. Seguir la vida de estos hombres que ganaron tanto territorio para México sin armas ni guerras, nos muestra uno de los ejemplos de amor más notables hacia nuestra tierra. Fue una conquista —que algunos llamaron “conquista espiritual”— donde los pocos muertos que hubo casi siempre fueron los conquistadores, quienes estaban dispuestos a ofrecer su vida a cambio de evangelizar y civilizar a los indios. Se conjugaron para ello una vocación inquebrantable, una fe que levantó pueblos y ciudades, y un humanismo que trajo valores, educación y escuelas. Por ello impresiona la obra de los misioneros en nuestros días, fundamental para entender la historia de regiones como el actual estado de Chihuahua. En este libro pretendemos dar a conocer más sobre algunos de los misioneros fundadores del estado; seguir sus pasos hasta los sitios donde nacieron, estudiaron y se formaron, y las regiones donde trabajaron y provocaron cambios. El recorrido nos llevará por varios países de Europa y por distintos estados de México y de los Estados Unidos. A través del tiempo y de su obra los misioneros unieron regiones distantes y naciones sumamente diferentes. En sus países natales encontramos esencias de nuestra tierra, de Chihuahua, ya que finalmente los misioneros se hicieron orgullosos embajadores del lugar que fundaron y formaron. Sea este libro un sencillo homenaje a estos hombres que voluntariamente lo dieron todo —en ocasiones hasta la vida—, para viajar a estos lares a entregar sus mejores talentos en servicio de los indios, esos seres humanos en quienes los misioneros veían los tesoros más preciados. Los autores de este libro queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a las personas e instituciones que hicieron posible este trabajo y que colaboraron con nosotros durante su realización. En primer lugar a Grupo Cementos de Chihuahua por su generoso patrocinio. De este grupo queremos mencionar a don Federico Terrazas y al ingeniero Manuel Milán por su confianza y apoyo. También a la licenciada Silvia Trejo, cuyo eficiente trabajo facilitó en gran medida nuestras investigaciones y recorridos. Nuestro profundo agradecimiento a la doctora Simona Binková, quien generosamente nos acompañó en los recorridos por la República Checa. Gracias a los doctores Mijo Korade y Damir Zoric, de Croacia, quienes nos mostraron los sitios donde vivió nuestro misionero Juan María Ratkay. Gracias especiales a don Jaime Bali y Karla Suárez por su excelente trabajo editorial y de diseño, que permitió darle brillo a nuestro proyecto. No queremos dejar de lado a don Ignacio Guevara, Jorge Sánchez Brambila, Chiara Sicilia y Walter Bishop, quienes nos facilitaron valiosas fotografías. Además, agradecemos al padre José Amado Fernández Ruiz, S.J., por su ayuda, y al padre Luis Solís Lozano, director del Archivo Histórico de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, por permitirnos acceder al mismo, así como al museo jesuita. Agradecemos asimismo la generosidad de José Luis García Chávez, Alejandro Hinojosa, Manuel Valladolid Seamanduras, Ángel Saucedo, Alejandrina González, Jaime Nieto Ramírez, Roberto Baca y el padre Javier “Pato” Ávila, S.J. A Dora Lazcano, Silvia Bouchez Caballero y Luis Rochi, gracias por su apoyo solidario durante este trabajo. Carlos Lazcano y Dizán Vázquez 13
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A Fray Pedro de Espinareda se le reconoce como el fundador del primer convento franciscano que hubo en Chihuahua: el de San Bartolomé, en el valle del mismo nombre, hoy Valle de Allende. Él dio inicio a esa gesta heroica en el estado, de la que fueron protagonistas cientos de franciscanos que desarrollaron durante tres siglos una labor humilde y discreta a favor de las personas más vulnerables: los indígenas.
Fray Pedro de Espinareda
y el primer convento de Chihuahua
Antiguo Templo de Nombre de Dios, Durango. Fray Pedro de Espinareda fue de los fundadores de esta misión, en 1562. Desde ahí, los franciscanos se expandieron hacia Chihuahua.
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ray Pedro vivía en el Convento de Nombre de Dios, que estaba cerca de donde se fundaría, en 1563, la ciudad de Durango. El convento era entonces la sede de la custodia de Zacatecas, en referencia más que a la ciudad, a los indios zacatecas que poblaban la región, de la cual el padre Espinareda fue el fundador y primer custodio. No se tienen noticias del lugar de origen de Fray Pedro, sólo se sabe que pertenecía a la provincia franciscana de Santiago, en España, y que llegó
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a la Nueva España en el año 1542, incorporándose a la Provincia del Santo Evangelio. En 1556 fue enviado al norte a evangelizar a los indios chichimecas, nominación que incluía varias tribus, entre ellas los guachichiles y los zacatecas. Antes que él, Fray Jerónimo de Mendoza ya se había internado por estas tierras, quien con otros tres frailes acompañó a Juan de Tolosa y socios cuando éstos fundaron la ciudad de Zacatecas en 1548, atraídos por las ricas vetas de plata. Estos frailes provenían de
la custodia franciscana de Michoacán, perteneciente a la Provincia del Santo Evangelio de México. Uno de los socios de Tolosa en la fundación de Zacatecas y en la explotación de minas era Diego de Ibarra. Éste tenía un sobrino llamado Francisco que, poco después —el 24 de julio de 1562—, iba a ser fundador y primer gobernador de la provincia de la Nueva Vizcaya por nombramiento del segundo virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco. Asimismo Cristóbal de Oñate, otro de los
socios de Tolosa y padre de Juan, pocos años después iba a ser el primer gobernador de Nuevo México. Fray Jerónimo de Mendoza fundó en la naciente villa de Zacatecas un pequeño convento y luego regresó a México; pero alrededor de 1557 fue enviado otra vez a Zacatecas para mediar en un conflicto que se dio entre los mineros y los indios. Al terminar exitosamente su gestión, el alcalde de Zacatecas, Martín Pérez, lo invitó a acompañarlo a una incursión que iba a dirigir hacia el norte en busca de más minas, mientras que el padre Mendoza iría por más indios para evangelizar. Así llegaron a las minas de San Martín, que ya habían sido descubiertas por otros exploradores, y las comenzaron a explotar al tiempo que continuaron con la fundación de otros asentamientos mineros. Mientras Pérez y sus acompañantes estaban explorando y fundando asentamientos en San Martín, Fray Mendoza no perdió su oportunidad
de predicar a los nativos. Con un soldado y un aborigen recién converso, anduvo hacia el norte de San Martín y fue hacia el territorio conocido hoy como Calabazal, en dirección del río Súchil […] Por varios meses el fiel sacerdote procuró el bien espiritual de los españoles de San Martín, así como de los indígenas de las rancherías que lo rodeaban. Debido a lo importante de su labor, y ya que ésta aumentaba diariamente, envió una petición a su provincial, Fray Francisco de Bustamante, en México, solicitando algunos frailes para que lo ayudaran. Mientras Mendoza estaba esperando esa ayuda de México, convenció a los zacatecas que aún vivían en las montañas de que bajaran de ellas a vivir en los llanos. Cuando finalmente accedieron los indígenas, él los estableció en el lugar llamado San Francisco de Nombre de Dios. Ahí erigió temporalmente la capilla. De esa manera corresponde a Fray Gerónimo de Mendoza el primer asentamiento
humano en Nombre de Dios. (J. L. Mecham, Francisco de Ibarra y la Nueva Vizcaya). En 1559, probablemente, llegaron los refuerzos que había pedido Fray Jerónimo. El pequeño grupo de frailes estaba compuesto por los padres Fray Pedro de Espinareda y Fray Diego de la Cadena, un religioso lego, Fray Jacinto de San Francisco (llamado Fray Cintos), y un donado llamado Lucas. Los frailes venían con una orden para Fray Jerónimo de Mendoza, solicitando que se trasladara inmediatamente a México, pues le iban a encomendar una importante misión en España; así, Fray Pedro continuó la obra iniciada por Fray Jerónimo. El 3 de junio de 1562 don Francisco de Ibarra, aun antes de recibir su nombramiento como gobernador, hizo la fundación provisional del poblado de Nombre de Dios, fungiendo como testigo Fray Pedro; pero el 6 de octubre de 1563, el virrey Luis de Velasco otorgó
Valle de Allende en 1865. Se trata de una de las fundaciones misionales más antiguas de Chihuahua.
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