El Presidente Constitucional de la República, a los defensores de Veracruz 28 de febrero de 1860
Soldados: Se acerca el momento en que vais a dar nuevas pruebas de vuestro valor y patriotismo. Los que traicionando a sus juramentos se rebelaron contra la suprema autoridad de la República; los que destruyeron la ley fundamental de la nación para disponer a su arbitrio de la hacienda, del honor y de la vida de los hombres; los que para perpetuar los abusos criados por el despotismo virreinal han humillado el nombre mexicano, solicitando del gobierno español el auxilio que les niega la opinión nacional; los que durante dos años han empobrecido y ensangrentado a la República despojando de sus propiedades a personas indefensas y asesinando a prisioneros inermes, a jóvenes inocentes y aun a médicos que prodigaban auxilios a los heridos; en fin, los que hasta aquí han vencido por la traición o por la superioridad de sus armas, son los que hoy vienen a provocar vuestro coraje. Audaces y orgullosos, creen que su presencia bastará para intimidaros, o que su oro y sus promesas falaces os decidirán a abandonar vuestras banderas. ¡Miserables! Aún no conocen al soldado republicano. Pronto tendrán el desengaño. Pronto les demostraréis que en las filas de los libres no hay cobardes ni traidores, porque vosotros no sois ciegos instrumentos de la tiranía, sino ciudadanos
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ilustrados que conocéis vuestros derechos y que sentís latir en vuestro corazón el amor santo de la patria. Sí, mis amigos, vosotros sabéis que el gobierno a quien obedecéis no es el gobierno de los motines y de las facciones, sino un gobierno legalmente establecido por la libre voluntad de los pueblos, que defendéis la ley y no el capricho de ningún hombre, los intereses de la sociedad y no los goces de las clases que viven de la sangre y del sudor del pueblo, y que peleáis por la libertad de vuestra patria, por el bien de la humanidad, por el honor de vuestras esposas, por el porvenir de vuestros hijos: objetos sagrados que valen más para vosotros que todo el oro de los tiranos. Guardias nacionales: pues que habéis abandonado a vuestras familias y vuestros intereses para empuñar las armas en defensa de la sociedad, preparaos a la lid. Y para que vuestros sacrificios no sean estériles en el combate, obedeced la voz de vuestros jefes y guardad la más estricta subordinación. Veteranos: vosotros que habéis dado el ejemplo de lealtad, de sufrimiento y de valor en la presente lucha iniciada por la traición y por el fanatismo, haced vuestro deber como siempre, y vosotros y vuestros camaradas que abjurando sus errores reconozcan al gobierno constitucional, seréis en lo sucesivo el modelo y el orgullo del ejército de la República, seréis los hijos predilectos de la patria y los natos defensores de su independencia y libertad. Valientes defensores de la heroica Veracruz: aprestaos al combate y pronto os cubriréis de gloria inmarcesible, recibiendo las bendiciones de vuestros compatriotas y las recompensas
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debidas a vuestros altos hechos. Sed inexorables ante los que os ataquen; pero sed humanos con los vencidos, porque son vuestros hermanos. Recibid a los que de buena fe abracen vuestra causa deponiendo su actitud hostil; pero repeled con vuestras armas a cualquiera que se atreva a proponeros una transacciรณn vergonzosa: el sacrificio de la Constituciรณn y de la Reforma que la naciรณn sostiene y que vosotros habรฉis jurado defender. El gobierno que tiene fe en la justicia de vuestra causa, que tiene confianza en vuestra decisiรณn y lealtad, trabajarรก sin descanso para auxiliar vuestros esfuerzos y no permitirรก que ellos se nulifiquen sacrificando la bandera constitucional que la ley puso en sus manos y que los pueblos sostienen con sangre. Soldados: ยกA las armas! ยกViva la independencia! ยกViva la libertad! ยกViva la Constituciรณn de 1857! ยกViva la Reforma! Heroica Veracruz
Juárez rechaza justificadamente la propuesta de Mathew 22 de septiembre de 1860
Señor don George B. Mathew Muy señor mío: He tenido el gusto de recibir las dos cartas de usted de 17 y 18 del corriente. En ambas se sirve usted aconsejarme a que dirija yo inmediatamente proposiciones de paz a don Miguel Miramón bajo las bases siguientes: 1ª Armisticio. 2ª Gobierno provisorio nombrado por el cuerpo diplomático y por una junta de cada partido, que declare en vigor la libertad religiosa. 3ª Una asamblea elegida de una manera democrática, con el objeto de que nombre inmediatamente un presidente ad ínterin y que decida dentro de tres meses sobre la cuestión de Constitución, adoptando la de 1857 o cualquiera otra. 4ª El destierro de don Miguel Miramón por tres años. En el evento de que por mis compromisos no adopte yo esta medida, me propone usted que me retire yo temporalmente del mando para evitar los peligros que me amenazan. Conozco, respeto y agradezco los nobles deseos que tiene usted de que se restablezca la paz en la República Mexicana. Tanto o más que usted, la deseo yo también y deseo que ella se establezca sobre una base sólida, como lo es la ley fundamental
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existente, dada por los legítimos representantes de la nación y sostenida contra los poderosos elementos del clero y del ejército viciado del país; pero permítame usted que le diga con toda franqueza que el proyecto que usted propone no es el más a propósito ni oportuno en las presentes circunstancias, y para convencerse de ello, bastará considerar el origen y las tendencias del partido constitucional y de la fracción que actualmente se atrinchera en las ciudades de Guadalajara, Puebla y México. Los que sostenemos el orden legal no hemos ascendido al poder por los medios reprobables de la intriga ni de los motines militares. Fuimos llamados por el voto libre y espontáneo de la mayoría de la nación. Es nuestro objeto cumplir y hacer cumplir la ley y hacer efectivas las garantías que tiene el hombre para pensar, hablar, escribir, adorar a Dios según su conciencia y ejercer sus demás facultades sin otro límite ni valladar que el derecho de otro hombre. Deseamos que la ilustración, las ciencias, las artes y el amor al trabajo que otros países poseen en alto grado se aclimaten en nuestro país y por eso abrimos nuestras puertas y damos hospitalidad al extranjero sin preguntarle quién es, de dónde viene, qué religión profesa ni cuál es su origen. Usted que ha sido testigo de los sucesos de México en los últimos tres años, convendrá conmigo en que la facción que hoy domina en esa capital debe su elevación al motín militar de Tacubaya, a la rebelión contra la ley que juró acatar y sostener. Desde el momento de su traición ya no reconoció más ley que su voluntad caprichosa y por eso no ha podido imponerla a la nación, a pesar de sus desesperados esfuerzos; por eso en el corto periodo de dos años y medio ha