Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Licenciatura en Educación Preescolar “Los más pequeños de entre los grandes” Curso: El niño como sujeto social Titular del curso: Ana María Frausto de la Torre Por: Karla Daniela Ortega Román Sexto Semestre 28 de Abril del 2016
Érase una vez en un lugar muy muy pero muy lejano, una pequeña aldea llamada “Tenamaztle”; era un lugar grande y espacioso aunque un poco descuidado y visualmente desolador, pero escondía un gran secreto que nadie alrededor siquiera sospechaba. Resulta que ese misterioso y desolado lugar no estaba del todo solitario, pues ahí se ocultaban un montón de pequeñas criaturas, un poco chifladas a decir verdad pero todas con un gran corazón, su aspecto no era el habitual, se mostraban totalmente desaliñados pues entre juego y juego se habían olvidado lo que era una apariencia formal. Y así pasaban los días, los meses, los años y su única preocupación era que llegará la hora de trabajar pues eso les impediría continuar en su jugar. Pero un buen día, sin saber de dónde ni porqué llego a Tenamaztle un grupo de ilustradores locos, dispuestos a enseñar grandes cosas a los niños a como diera lugar, sin imaginarse la aventura que estaban iniciando. El encuentro fue algo ameno pareciese que se conocían de tiempo atrás, y fue entonces cuando la enseñanza comenzó, todo fue muy organizado pues cada ilustrador se dispuso a abordar a un grupo de aldeanos. La meta era clara; “enseñar lo más posible en el menor tiempo”, pero lo que ellos aún no sabían era que su meta no sería para nada fácil de cumplir pues las familias de los aldeanos trabajaban muy lejos del lugar, así que éstos se sentían solos y eso no era de gran ayuda para lo que querían lograr. En aquel momento hubo un grupo muy especial; los más pequeños de entre los grandes, y eran de verdad especiales, siempre moviéndose de aquí para allá, jugando y cantando, incluso bailando por doquier, y es que al verlos cualquiera se espantaría, pero fue para la ilustradora encargada de ellos una gran sorpresa descubrir que bajo esas conductas tan impetuosas se ocultaba una gran inteligencia. Se dispuso a comenzar por los números, algo sencillo de pensarse pero arduo de lograr y se dio cuenta que los pequeños sabían más de lo que pensaba, así que comenzó a buscar nuevos conocimientos pero no lograba decidirse por nada, temía
que lo que eligiera resultara demasiado complicado de explicar pero sobretodo de entender. Y después de buscar y buscar se decidió por trabajar con signos de mayor qué y menor que, así entre más trabajaba con ellos más difícil era lograr su atención pues estaban acostumbrados a su conducta tan peculiar pero pasaba algo muy raro, pues entre más pasaba el tiempo, ella cansada ya de hablar sin parar y aunque los chicos no atendían del todo, se percibían más aprendizajes en ellos; recordaban conceptos y los ponían en práctica en problemas cotidianos de manera natural Así termino la primera semana en la aldea y ahora el problema era ¿Qué cosas nuevas podrían enseñárseles a los aldeanos? La ilustradora tuvo una sorprendente idea, creyó que sería interesante hablar de planetas con los pequeños y acertó. Pues desde el primer momento los inquietos aldeanos trabajaban aceleradamente, recordando y comprendiendo grandes conocimientos sobre el sistema solar. Pero al llegar el día final se esperaba un gran cierre, en donde los aldeanos pudieran mostrar todo cuanto habían aprendido, lamentablemente se desato un gran huracán que acabo con todos los planes, la encargada estaba muy triste por no haber logrado lo que esperaba y se sintió muy desilusionada. Cuando de pronto apareció una especie de hada de los sueños, quien le ayudo a darse cuenta que aunque no había culminado sus planes, los niños habían aprendido talvez no todo pero si la mayoría de lo enseñado, ella se detuvo a revisar el pequeño diario que guardaba en un escondido lugar de la aldea y se dio cuenta de lo bien que habían resultado el resto de sus planes y de que a pesar del enorme desorden que mantenían esas pequeñas criaturas habían logrado grandes cosas gracias a su paciencia y comprensión por las diferentes situaciones que se le presentaban. Entonces hubo una gran fiesta de graduación, se entregó a cada aldeano un premio por el gran desempeño y como incentivo para continuar con esa gran inteligencia que los caracterizó durante la pequeña estancia en Tenamaztle, los padres llegaron y se desató un divertido baile de ratones felices, los niños entusiasmados observaban
felices esa fiesta y eso permitiĂł que la ilustradora buscara pistas para volver y hacer cosas aĂşn mĂĄs grandes dentro de aquel ya no tan desolador lugar.