Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” Licenciatura en Educación Preescolar “Desarrollo del Lenguaje Escrito en Preescolar” Competencias Lingüísticas José Antonio Jasso Lugo Karla Daniela Ortega Román 4° Semestre 23 de Junio del 2015
titulo “…dejémoslo escribir, aunque sea un sistema diferente al sistema alfabético; dejémoslo escribir, no para que se invente su propio sistema idiosincrático, sino para que pueda descubrir que su propio sistema no es el nuestro y para que encuentre razones válidas para sustituir sus propias hipótesis por las nuestras”. Emilia Ferreiro
El ser humano es un ser social por naturaleza, pues desde el momento de su nacimiento busca la manera de relacionarse con el medio que le rodea, para lograrlo utiliza diferentes formas de expresión, mediante el llanto, el balbuceo, la risa, los gestos y todas estas constituyen formas de comunicación un tanto primitivas, pero que permiten a quienes le rodean identificar sus necesidades y tratar de satisfacerlas. Con esto podemos darnos cuenta que el niño ira adquiriendo aprendizajes mediante la interacción y el estableciendo de lazos afectivos con los demás. Pero llega un momento en el cual, ni los gestos ni las palabras son suficientes para que un individuo logre comunicarse o expresarse ante la sociedad, es ahí cuando el niño deberá iniciarse en la difícil adquisición del lenguaje escrito. La escritura es una excelente opción para que los niños expresen sus pensamientos, creatividad y particularidad, además les facilita en la organización de sus ideas y sobre todo, el aprender a escribir convierte a los niños en automático, en mejores lectores. Pero aun y conociendo la función tan significativa que cumple el lenguaje escrito en la vida del ser humano, resulta muy complicado señalar el momento exacto en el cual se debe iniciar a los pequeños en la construcción de esta habilidad, y es claro que no hay una edad específica, un nivel educativo o algún momento en el cual sea forzoso enseñar a leer y escribir. Ferreiro y Teberosky afirman que el niño debe ser considerado como un sujeto cognoscente, es decir un sujeto que tiene la capacidad de conocer, de aprender y no como ignorante, aprovechando el conocimiento previo con que cuenta y a partir de ahí iniciar su proceso de adquisición de la lengua escrita. Podemos decir pues, que la madurez necesaria para comenzarse en el proceso de la lectura y escritura, dependerá en gran medida de las ocasiones que le pongan en contacto con la lengua escrita. Por tanto no podemos juzgar de la misma forma, el proceso de adquisición del lenguaje escrito que atraviesa un niño proveniente de un contexto rural que el de un niño que ha vivido toda su vida en un contexto urbano. Esto debido a que por un lado la escritura forma parte del paisaje urbano y esto influye para que los niños se familiaricen respecto a la lengua escrita desde edades muy tempranas, por medio del uso de libros, la televisión,
incluso en la actualidad el uso de computadoras, celulares, tablets, etcétera. En cambio los niños rurales están en desventaja respecto a los urbanos, porque en el medio rural la escritura no tiene la misma presencia, el acceso a un libro es más complicado, la tecnología es algo alejado de la realidad y en su mayoría los adultos son personas poco instruidas. Es aquí donde aparece el preescolar, que deberá ser ese lugar que lejos de prohibir la escritura, la deje entrar brindando a todos los niños sin excepción la experimentación libre sobre las marcas escritas. El trabajo en preescolar me ha ayudado a comprender que los aprendizajes no pueden ser ajenos ni aislados de la realidad del niño. Por el contrario, deben representar situaciones de su vida cotidiana para que puedan tomar un verdadero sentido y significado para él. Por esto, el mejor punto de partida para la enseñanza del lenguaje escrito podrán ser los nombres de los pequeños, por la importancia que estos les representan; a través de ahí, el niño se identifica, se diferencia y es reconocido. Así se ira familiarizando con su nombre y el de sus compañeros, encontrara semejanzas, diferencias y comenzara en la identificación de los sonidos de las letras que constituyen el alfabeto. Esto le permitirá descubrir el sentido de la lengua escrita y lograra comprender que a través de ella puede comunicarse, y lo que es aún mejor: expresarse. Talvez parezca un proceso fácil, pero al momento de iniciarlo se torna complicado y un tanto confuso, por eso considere pertinente hacer mención sobre las etapas que un pequeño preescolar debe atravesar para lograr la adquisición de la escritura. 1º Estadio: Hipótesis presilábica (Cuatro Niveles) 1) Logra diferenciar Letras y números de otro tipo de grafismos. Reproducen los rasgos imitando trazos de manuscritos. Estas grafías no son lineales, no poseen orientación ni control de cantidad. 2) Comienza a organizar los grafismos uno a continuación del otro. Solo pueden ser leídas por el autor. 3) El tamaño de las palabras es proporcional al tamaño del objeto. 4) Comienza a reordenar los elementos para crear nuevas “palabras” siguiendo dos principios: Cantidad mínima de elementos: No se puede leer si no hay una cierta cantidad de letras. Variedad interna de elementos: “Letras iguales no sirve para leer” 2º Estadio: Hipótesis Silábica: Surgen las letras en silabas: cada letra escrita posee el valor de una silaba. Por ejemplo; MA ME SA
3º Estadio: Hipótesis silábico alfabética: Utiliza las dos hipótesis: Algunas letras poseen valor silábico sonoro y otras no. Por ejemplo; VE L O VELERO 4º Estadio: Hipótesis alfabética: Cada letra posee un valor sonoro. Esta hipótesis no es el punto final del proceso de adquisición de la escritura y la lectura ya que el niño se enfrentará a diferentes dificultades como la ortógrafa, etc. Después de haber revisado el proceso mediante el cual se desarrolla el lenguaje escrito, puedo tomar como ejemplo lo acontecido durante mi pasada jornada de prácticas, pues al trabajar con el grupo de 3° “B” del Jardín de Niños “Miguel Auza”, pude llevarme una grata sorpresa debido a que muchos de los pequeños, ya lograban escribir su nombre completo y eran capaces de copiar oraciones que se les presentaran, incluso unos cuantos ya conseguían leer. Pude percatarme de un caso en particular, en el cual el pequeño de aspecto descuidado y que presentaba al menos dos inasistencias a clases durante la semana no era capaz siquiera de escribir su nombre, cuando se lo pedía únicamente comenzaba a anotar letras que al unirlas no decían nada. Por otro lado, una pequeña escribía su nombre completo de manera clara, así mismo copiaba títulos e indicaciones. Claramente se observa que era un grupo de extremos, es decir, niños muy avanzados y otros muy estancados, el resto se mantenían al centro, trabajando de manera estándar. Sin duda, de todo lo anterior se pueden concluir que la adquisición del lenguaje escrito se verá influenciado en su totalidad por el contexto en el que se desarrolle en niño, por el apoyo que recibe de los padres, la motivación de los pequeños y claramente por la labor que realice el docente. Podemos llegar a creer que los niños aprenderán únicamente lo que se les enseñe, siendo esto falso pues gracias a la investigación hoy día podemos saber que los niños son como pequeñas esponjas, que absorberán todo lo que ocurra a su alrededor, sea esto bueno o malo. Como adultos, a veces nos permitimos decidir en qué momento iniciar la enseñanza del lenguaje escrito, y considero que eso es algo que el mismo niño demandará en el momento que esté preparado y corresponde a quienes lo rodean, sea el caso de padres, cuidadores y/o docentes guiarle en ese proceso. No se trata de marcar el momento preciso de enseñar a leer o escribir, se trata de ir dando a los pequeños ocasiones de aprender, me viene a la mente la forma de trabajo de la maestra titular que acompaño mis prácticas, pues mediante el uso de trabalenguas, adivinanzas, rimas y cuentos fue despertando poco a poco en los niños el interés y el gusto por la lectura y escritura.
Quisiera finalizar este documento mencionando que el aprendizaje de la lectura y de la escritura constituye un reto y una aventura para la persona que aprende, pero mĂĄs aĂşn para quienes comparten con ella esa maravillosa experiencia.