El idioma español y sus modalidades Las lenguas cuando son habladas en una vasta extensión territorial tienden a diferenciarse. Las lenguas también se modifican a través del tiempo. El latín dio origen a las lenguas romances; francés, español, portugués, italiano y rumano, entre otras y estas, a su vez, han cambiado a los largo de los siglos. Modalidades Geográficas Por supuesto si cambiamos de país, necesitamos adaptarnos lingüísticamente al uso de la mayoría. No es posible proponer que una modalidad del español sea mejor que otra desde el punto de vista puramente lingüístico Modalidades Históricas Las lenguas cambian a través del tiempo, es un hecho natural, las únicas que no cambian son las lenguas muertas. Las demás sufren modificaciones, se adaptan, se ajustan, se enriquecen y permiten que podamos utilizarlas para referirnos a las nuevas ideas del hombre. El hecho de que la lengua está en constante cambio se constata en la época actual, en el habla de las personas jóvenes, maduras ya ancianas. Así mismo el tuteo resulta más conveniente porque marca menos las diferencias de edades o status entre los interlocutores. El español es democrático. Se necesita que los hablantes, si lo consideran necesario, acepten sin presiones los nuevos términos para que, si los utiliza la mayoría, pasen a formar parte del acervo general del idioma. Modalidades Sociales El idioma español no solo es diferente de una región a otra o de una época a otra, sino que también se habla de manera distinta en cada nivel social. Por la manera de hablar podemos saber si tratamos con un obrero o un intelectual, un analfabeto o una persona con cultura universitaria, un mozo o un alto funcionario. Estas diferencias de la forma de hablar forman clases sociolingüísticas que son las que nos llevan a manifestar nuestros prejuicios sociales. La discriminación lingüística esta en relación con los hablantes, más que con las formas que emplean. El síntoma lingüístico que indica la pertenencia a un grupo es lo que nos hace rechazar palabras que en otras épocas tenían prestigio. Las formas o expresiones el llamado buen uso varían y dependen del prestigio que tengan los hablantes en cada comunidad lingüística. El uso lingüístico
Todos hablamos inevitablemente de acuerdo con el uso o la norma lingüística de la comunidad ala que pertenecemos. Los hablantes se autorregulan para establecer una comunicación eficaz. Como la lengua es un mecanismo autorregulado, no necesita que agentes externos a ella o a una de sus modalidades vengan a decir a los usuarios como deben hablar. Las formas consideradas incorrectas no lo son, como señala Hall, “porque sean universalmente condenadas o incomprensibles; de hecho, algunas formas <<incorrectas>>… podrías ser más claras o más simples que las <<correctas>> correspondientes”. Se trata, en realidad de un problema de aceptabilidad en ciertas clases sociales, en las que son socialmente dominantes y que imponen sus modas a las otras. El término correcto solo puede significar <<socialmente aceptable>> y, fuera de eso, no tiene otro sentido en cuanto a la lengua. En este sentido, son correctas las formas que por ser las de uso más frecuente, las de uso normal, no producen síntoma en el grupo. Nadie puede escapar del síntoma lingüístico, ya que, por una parte, pertenecemos a un grupo social y, por otra, no tenemos conciencia de todas las reglas y de todos los elementos lingüísticos que utilizamos al hablar. Nos comunicamos eficazmente cuando logramos el efecto deseado con la menor fricción y dificultad, cuando utilizamos las expresiones más efectivas en relación con las circunstancias.