Reseña jasone cenoz

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Cenoz Iragui, Jasone. 1997-2015. El concepto comunicativa. Instituto Cervantes. 18 pág.

de

competencia

La competencia comunicativa es uno de los conceptos más importantes que abarcan tanto la enseñanza de lenguas como el estudio y la adquisición de segundas lenguas. Dicho concepto tiene su origen en el concepto de «competencia de la lingüística». Es por ello que el presente texto busca desentrañar el proceso de transformación que ha sufrido este concepto, desde sus primeras definiciones realizadas por Chomsky, para quien la competencia es, el conocimiento que el hablante-oyente tiene de la lengua y su interés se dirige al desarrollo en una teoría lingüística centrada principalmente en las reglas gramaticales. Sin embargo, el concepto propuesto por Chomsky se ha considerado inadecuado porque se limita a la competencia lingüística del hablanteoyente ideal en una sociedad uniforme y no considera aspectos centrales del uso de la lengua, además que no establece una relación directa con la capacidad y habilidad para utilizar una o varias lenguas. Pero aun y con todo eso, resulta justo reconocer que su definición fue el punto de partida para el surgimiento de nuevas propuestas.

Competencia lingüística y competencia comunicativa La habilidad de utilizar la lengua con corrección en una variedad de situaciones determinadas socialmente es una parte tan central de la competencia lingüística como la habilidad de producir oraciones gramaticalmente correctas. De hecho el concepto de «competencia lingüística» en la gramática generativa es reduccionista porque en él no se consideran elementos del contexto sociolingüístico. Hymes en su concepto de «competencia comunicativa», incluye el significado referencial y social del lenguaje, y hace referencia a si las oraciones son apropiadas o no en determinado contexto. Afirma que la competencia es el conocimiento general y la habilidad para el uso de la lengua que posee el hablante-oyente. Esta competencia presenta cuatro dimensiones:


El grado en que algo resulta formalmente posible

El grado en que algo resulta factible

El grado en que algo resulta apropiado

El grado en que algo se da en la realidad

Por otro lado, surgen las aportaciones de Gumperz (1972), quien considera que la competencia comunicativa es lo que necesita el hablante para comunicarse en contextos que son significativos culturalmente. A su vez, Saville-Troike (1989) opina que la competencia incluye además, aspectos de la comunicación, tales como hablar con personas de distintos estatus, conocer rutinas en la alternada de turnos u otros relacionados con el uso de la lengua en contextos sociales específicos. De aquí la idea de que los diferentes usuarios de la lengua pueden presentar distintos grados de competencia comunicativa. Taylor (1988) concluye que todas y cada una de las confusiones que han aparecido en torno a estos conceptos se deben a que Chomsky ve a la competencia como un estado y no como un proceso, y se centra en el conocimiento y no en la habilidad. Widdowson (1995) busca clarificar las diferencias entre los dos conceptos y afirma que, para Chomsky, la competencia es el conocimiento gramatical como un arraigado estado mental por debajo del nivel de lengua. Mientras que para Hymes, la competencia es la habilidad para hacer algo: para usar la lengua.

Modelos de competencia comunicativa El concepto de «competencia comunicativa» ha tenido un gran impacto en la lingüística aplicada y por eso se analizan tres modelos que lo abordan.  El modelo de Canale y Swain (1980)  El modelo de Bachman (1990)  El modelo de Celce-Murcia, Dornyei y Thurreu (1995)


Para poder entender los modelos anteriores debemos empezar por distinguir entre dos dimensiones de la competencia pragmática: la pragmalingüística y la sociopragmática. El componente pragmalingüístico se refiere a aquellas estructuras específicas y funciones que las distintas lenguas utilizan en la realización de los actos de habla. El componente sociopragmático o cultural se refiere al grado de correspondencia que los actos de habla tienen con las condiciones y situaciones específicas en las que se produce la comunicación. El desarrollo de ambas dimensiones en estos modelos refleja la importancia que han adquirido el análisis del discurso y la pragmática en los últimos años, hasta ser considerados como áreas fundamentales de la lingüística teórica y aplicada. Estos componentes son también esenciales en la adquisición y enseñanza de lenguas. Al comparar los tres modelos presentados podemos observar que el concepto de «competencia sociolingüística» originalmente propuesto por Canale y Swain (1980) ha sido el parteaguas para poder ir modificándose y llegar cada vez a un concepto más completo. Además, aunque los modelos varíen en los conceptos que manejan, finalmente todos son similares, podría decirse que solo se modifican los nombres y se realizan definiciones cada vez más detalladas.

La adquisición y enseñanza de la competencia comunicativa Hickmann (1995) ha señalado que la adquisición de la competencia discursiva se inicia a edad muy temprana. Apunta además que los niños, incluyen información de tipo temporal en sus producciones orales y que pueden seguir diferentes rutas en la adquisición de la competencia discursiva dependiendo de las características de la lengua que están aprendiendo. Se ha observado que los bebés aprenden a expresar peticiones desde la etapa no verbal y cuando alcanzan los cuatro años pueden producir la mayor parte de las peticiones. Los padres ayudan a sus hijos a adquirir distintos aspectos de la competencia sociolingüística, pragmática y discursiva. El concepto de «competencia comunicativa» tiene implicaciones pedagógicas a distintos niveles:


Los objetivos de aprendizaje.

Las estrategias de enseñanza y la autonomía en el aprendizaje.

La evaluación

Analizar este texto puede resultar un poco confuso, ya que aborda muchas posturas aparentemente diferentes sobre las competencias tanto lingüística como comunicativa, pero si ponemos real atención podremos darnos cuenta que son más similares de lo que imaginamos. De todo lo anterior se puede concluir que en pocas palabras, la competencia lingüística se refiere al conocimiento de determinadas reglas y la competencia comunicativa por otro lado, incluye además del conocimiento de reglas, la habilidad o la destreza para utilizar dicho conocimiento. En este sentido, la competencia es pues conocimiento y habilidad. Resulta evidente entonces, que los estudiantes deben aprender a utilizar la lengua en un contexto adecuado, transmitir y comprender intenciones comunicativas, elaborar y comprender textos orales y escritos. Además de aprovechar posteriormente las oportunidades que se les presenten de adquirir una segunda lengua, siendo la práctica la herramienta principal para lograrlo. Me resulta necesario desatacar que como docentes debemos comprender que para poder lograr la correcta adquisición de las competencias mencionadas, resulta importante incluir distintos aspectos de la competencia comunicativa en los objetivos de cada curso y de cada unidad didáctica. Aun y con que la mayoría de los libros de texto incluyen ya actividades relacionadas con esta competencia, estas suelen ser superficiales y descontextualizadas, es por ello que la labor del docente consistirá en completar las actividades existentes o crear actividades complementarias. Finalmente, hay que tomar conciencia de que las dimensiones de la competencia comunicativa forman parte integral dentro del proceso de evaluación, en cada uno de sus momentos.


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