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LA LIBERTAD Dejemos a otros el soñar reivindicaciones sin combates o evoluciones sin víctimas, y pensemos que lo malo no está en derramar sangre, sino derramarla infructuosamente. Los pueblos no cuentan con más derechos que los defendidos o conquistados con el hierro; y la libertad nace en las barricadas o campos de batalla. Toda libertad nació bañada en sangre, y el advenimiento de la justicia debe compararse con un alumbramiento desgarrador y tempestuoso, no con una germinación tranquila y silenciosa. No aguardemos a que de arriba nos otorguen derechos ni libertades. Del que manda nunca vino cosa buena ni gratuita, y las naciones que se adormecen confiadas en que la autoridad se acerque a despertarlas con el don de la independencia son como los insensatos que en el desierto afincaran una ciudad, aguardando que un río viniese a cruzarla por el medio. La libertad de pensar en silencio no se discute, se consigna. Lejos de inquisidores y tiranos, poseemos un asilo inviolable donde rendimos culto a los dioses que nos place, donde erigimos un trono para los buenos y un patíbulo para los malos. Linternas cerradas, alumbran por dentro.

“Los que en las reuniones de cafés exigen hechos, resoluciones enérgicas; los que claman como energúmenos su valentía y reprochan al movimiento anarquista su serenidad frente a un movimiento reaccionario de tanto alcance como el que vivimos, esos no llegan jamás a los hechos ni mantienen el fuego fatuo de su revolucionarismo, cuando se convencen que el triunfo no es para mañana mismo. La revolución es la lucha por un mundo de libertad y de igualdad; lo fundamental de la revolución no es el tiroteo o el motín callejero, si no las ideas del nuevo orden de cosas a que aspira y que predica”.

Órgano de Difusión Anarquista

no. 8, 10 de diciembre 2010 Publicación espontánea y atípica

“Hoy, como mañana: Conciencia para ser Libre”


Algo positivo se...

Por qué soy anarquista

Índice Por que soy anarquista...................pág. 2 La libramos (cuento)......................pág. 4 El “faquir” Rivera..........................pág. 5 Continuamos con el esperanto.......pág. 6 El día despúes del tratado de..........pág. 7 Co-dependencia social...................pág. 8 Panarquía.......................................pág. 9 Sentencias breves.........................pág. 11 Una utopía verde..........................pág. 12 La palabra (editorial)...................pág. 13 Dos revolucionarios.....................pág. 13 Arcilla Negra...............................pág. 14 Entretenimiento...........................pág. 15 Notas anarquistas.........................pág. 15 por Benjamin R. Tucker, 1892.

Por qué soy Anarquista por Benjamín R. Tucker (1854-1939), se imprimió primero en The Twentieth Century, en Nueva York (1892), un semanario radical bajo la dirección editorial de Hugh O. Pentecost, y más tarde se reimprimió por Joseph Ishill del Oriole Press en una edición limitada y exclusiva de cien copias (ninguna a la venta) y distribuida con los complementos (sic) del tipógrafo entre amigos y simpatizantes de Tucker como un pequeño recuerdo en conmemoración del octogésimo cumpleaños del autor, el 17 de abril de 1934. Es esta limitación la que me impulsó a crear y hacer circular este pequeño ensayo para que el círculo de su influencia y apreciación pueda, en cierta medida, ser aumentado. Laurence Labadie, Detroit, 1934.

¿Por qué soy anarquista? Ésa es la pregunta que el editor del Twentieth Century me ha pedido que responda para sus lectores. Yo cumplo; pero, para ser franco, me parece una tarea difícil. Si el editor o uno de sus colaboradores sólo hubiera sugerido una razón por la que yo debiera ser cualquier otra cosa que anarquista, estoy seguro de que no habría tenido dificultad en disputar el argumento. ¿Y este mismo hecho, después de todo, no aporta por sí mismo la mejor de todas las razones por las que yo debería ser anarquista -a saber-, la imposibilidad de descubrir alguna buena razón para ser algo más? Al mostrar la invalidez de las reivindicaciones del Socialismo de Estado, el Nacionalismo, el Comunismo, el Single-taxism, el capita-

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lismo imperante, y todas las numerosas formas de gobierno existentes o propuestas, se muestra la validez de las reivindicaciones del Anarquismo. Una vez negado el gobierno, sólo se puede afirmar al Anarquismo. Es cuestión de lógica. Pero evidentemente la presente petición es no ahondar en este sentido. El error y puerilidad del Socialismo de Estado y de todos los despotismos a los que se parece han sido repetida y efectivamente demostrados de muchas maneras y en muchos lugares. No hay razón por la que yo deba recorrer estos antecedentes con los lectores del Twentieth Century, aunque eso es suficiente para probar el Anarquismo. Algo positivo se quiere, supongo. Bien, entonces, para empezar, la más amplia generalización. Soy anarquista porque el Anarquismo y la filosofía del Anarquismo son conducentes a mi propia felicidad. “Ah, claro, si ése fuera el caso, por supuesto que todos deberíamos ser anarquistas”, gritarán los autoritarios a una sola voz -por lo menos todos los que se han emancipado de supersticiones religiosas y éticas- “pero hay una petición de principio; negamos que el anarquismo sea conducente a nuestra felicidad”. ¿Ustedes lo niegan, mis amigos? Realmente, yo no les creo cuando dicen eso; o, para ponerlo más cortésmente, no creo que digan eso una vez que hayan entendido el Anarquismo. ¿Cuáles son las condiciones de la felicidad? De la felicidad perfecta, muchas. Pero las principales y más importantes condiciones son pocas y simples. ¿No son la libertad y la prosperidad material? ¿No es esencial para la felicidad de cada ser desarrollado que él y aquellos que lo rodean sean libres, y que él y aquellos que lo rodean no conozcan la ansiedad con respecto a la satisfacción de sus necesidades materiales? Parece inútil negarlo, y, en caso de negación, parecería igual de inútil argumentarla. Ninguna cantidad de evidencia de que la felicidad humana ha aumentado con la libertad humana convencería a un hombre incapaz de valorar la libertad sin refuerzo por inducción. Y para La Vorto

todos excepto para tal hombre es también evidente en sí mismo que de estas dos condiciones -libertad y riqueza- la primera tiene prioridad como un factor en la producción de la felicidad. No sería más que una pobre apología la felicidad que cualquiera de los dos factores podría dar por sí solo, si no pudiera producir ni ser acompañado por el otro; pero, en el fondo, mucha libertad y poca riqueza serían preferibles a mucha riqueza y poca libertad. La queja de los socialistas autoritarios de que los anarquistas son burgueses es verdadera en esta medida y no más allá -que, por grande que sea su aborrecimiento por la sociedad burguesa, prefieren su libertad parcial a la completa esclavitud del Socialismo de Estado-. Por una parte, ciertamente observo con más placer -no menos dolor- sobre el presente en ebullición, la lucha creciente, en la que algunos están arriba y algunos están abajo, algunos cayendo y otros elevándose, algunos ricos y muchos pobres, pero ninguno completamente encadenado o totalmente sin esperanza de un futuro mejor, del que podría sentir sobre el ideal del señor Thaddeus Wakeman (Thaddeus Burr Wakeman (18341913), líder positivista estadounidense), una comunidad uniforme y miserable de bueyes sujetos, plácidos y serviles. Para repetir, entonces, no creo que muchos de los autoritarios puedan sostener en pocas palabras que la libertad no sea la condición primaria de la felicidad, y en ese caso no pueden negar que el Anarquismo, que no es sino otro nombre para la libertad, es conducente a la felicidad. Siendo esto verdad, no he incurrido en una petición de principio y ya he establecido mi caso. No se necesita nada más para justificar mi credo anarquista. Incluso si pudiera concebirse alguna forma de gobierno que creara riqueza infinita y la distribuyera con perfecta equidad (perdón de la absurda hipótesis de una distribución de lo infinito), todavía el hecho de que es en sí misma una negación de la condición primordial de la felicidad, obligaría a su rechazo y la aceptación de su única alternativa, el Anarquismo.


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En el peor de ...

Sin embargo, aunque esto es suficiente, no lo es todo. Es suficiente para la justificación, pero no para la inspiración. La felicidad posible en cualquier sociedad que no mejora sobre el presente en la cuestión de la distribución de la riqueza, difícilmente puede ser descrita como beatífica. Ninguna prospectiva puede ser positivamente atractiva si no promete ambos requisitos para la felicidad -libertad y riqueza-. Ahora, el Anarquismo sí promete ambos. De hecho, promete la segunda como resultado de la primera, y la felicidad como resultado de ambas. Esto nos lleva a la esfera de la economía. ¿La libertad producirá abundantemente y distribuirá equitativamente la riqueza? Ésa es la pregunta que queda por considerar. Y ciertamente no pude ser tratada adecuadamente en un solo artículo en el Twentieht Century. Unas pocas generalizaciones son permisibles (sic) como máximo. ¿Qué es lo que causa la distribución inequitativa de la riqueza? “La competencia”, lloran los socialistas del Estado. Y si están en lo correcto, entonces, de hecho, estamos en un mal cuadro, por lo que no podremos nunca, en ese caso, conseguir riqueza sin sacrificar la libertad, y debemos tener libertad, con riqueza o sin ella. Pero, afortunadamente, están equivocados. No es la competencia, sino el monopolio, que priva a la mano de obra de su producto. Los salarios, la herencia, los obsequios, y los juegos de azar a un lado, todos los procesos mediante los cuales puedo obtener riqueza, descansan sobre un monopolio, una prohibición, una negación de la libertad.

Los intereses y la renta de las construcciones descansan sobre la banca monopólica, la prohibición de la competencia en finanzas, la negación de la libertad de emisión de moneda; la renta de la tierra descansa sobre el monopolio de la misma, la negación de la libertad para usar terrenos vacantes; las ganancias en exceso sobre los salarios descansan en los monopolios de patentes y aranceles, la prohibición o limitación de la competencia en la industria y las artes. No hay más que una excepción, y una comparativamente trivial; me refiero a la renta económica a diferencia de la renta monopólica. Esto no se basa en una negación de la libertad; es una de las desigualdades de la naturaleza. Tal vez permanezca con nosotros para siempre. La libertad completa la disminuirá mucho; de eso no tengo duda. Pero no hay que esperar nunca que llegue al punto de desaparición que el señor M’Cready espera con tanta confianza. En el peor de los casos, sin embargo, será un asunto menor, sin tener en cuenta más valor en comparación con la libertad que la ligera disparidad que siempre existirá en consecuencia a las inequidades de habilidades. Si, entonces, todos estos métodos de extorsión de la mano de obra se basan en las negaciones de la libertad, el remedio consiste plenamente en la realización de ésta. Destruir la banca monopólica, establecer la libertad en las finanzas, y caerán los intereses sobre el dinero a través de la benéfica influencia de la competencia. El capital será libre, los negocios

florecerán, comenzarán nuevas empresas, la mano de obra será requerida, y gradualmente sus salarios se elevarán al nivel de su producto. Y es lo mismo con los otros monopolios. Abolir las tarifas y patentes, derrumbar las delimitaciones de las tierras desocupadas, y la mano de obra entrará inmediatamente y tomará posesión de lo propio. Después la raza humana vivirá en libertad y comodidad. Eso es lo que quiero ver; eso es en lo que adoro pensar. Y dado que el Anarquismo dará este estado de las cosas, yo soy Anarquista. Afirmar que así será no lo prueba; eso lo sé. Pero tampoco puede ser desaprobado por mera negación. Estoy esperando a que alguien me demuestre por la historia, los hechos o la lógica que el hombre tiene aspiraciones sociales superiores a la libertad y la riqueza o que alguna forma de Gobierno va a procurarle estas aspiraciones. Hasta entonces los fundamentos de mi credo económico y político se mantendrán como los he descrito en este breve artículo.

Visiones Opuestas

una situación de desgobierno o desorden, fuera de control o incontrolable. Los sociólogos dirían que existe un estado de Anarquía cuando se produce un acontecimiento desestructurado o carente de normas, tal como el comportamiento espontáneo de una multitud. Estas connotaciones negativas del anarquismo han penetrado en la literatura científica en no menor medida que en la literatura popular. No obstante, hay también una noción popular positiva de la Anarquía como rebelión consciente. Lo que esta noción implica es una visión de la Anarquía como «des-desgobierno» porque los sistemas de normas formales de gobierno son innecesarios para gobernar a los hombres normales. El fenómeno del altruismo, del propio sacrificio de las ambiciones personales, indica que el comportamiento espontáneo no es un sinónimo de comportamiento irracional. Nos vemos,

pues, frente a un concepto negativo de la Anarquía como estado de rebeldía en contraste con una visión positiva de la Anarquía como reconocimiento del carácter superfluo de las normas de gobierno. La negación anarquista está encarnada por un hecho aislado, o por la acción de un conjunto de hechos, como en el caso del grupo que rechaza las presiones externas que toman la forma de una adaptación a un contexto de normas prevalecientes o de reglas impuestas. El anarquismo positivo, la Anarquía como afirmación, significa, a la inversa, la «internalización» de las normas de conducta en grado tan elevado que elimina por completo la necesidad de la coacción externa. Esta ambigüedad del anarquismo se apoya teóricamente en la idealización del hombre en estado de naturaleza en contraste y oposición con el hombre civilizado.

Desde los comienzos históricos del «anarquismo» hay una ambigüedad lingüística en el significado de este término. Una ambigüedad que no es exclusivamente un fallo del idioma, sino que es consecuencia de las reivindicaciones y corrientes encontradas que necesariamente abruman a un movimiento social dedicado a la «propaganda por la acción» y, simultáneamente, a la «liberación científica del mito político». Los anarquistas son teóricos y terroristas, moralistas e inconformistas, y sobre todo, políticos y antipolíticos. Si examinamos la cuestión desde un punto de vista puramente definitorio, encontramos que el concepto de la Anarquía suscita dos visiones opuestas. Se refiere, por una parte, a una situación negativa, a

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Traducción: María Hernández.

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Gritaban los más... Por Melo – ¡Hay que echarlos de aquí! Gritaba Tomasa; había heredado el valor, la fortaleza y bravura de su abuela: quien había peleado por su terruño durante la Revolución. A sus más de sesenta años el pulso no le temblaba, tomó el mache por la empuñadura, con soltura en maneras y con imaginación poderosa, se puso a gritar de nuevo y con más fuerza. – ¡Júntense… júntense todos, ya hemos aguantado mucho y no hay que estar dispuesto a aguantar de todo! Estas palabras ejercían un efecto estimulante en quién las escuchaba, la gente se juntaba en torno suyo; algunos brotes de intranquilidad en aquellas gentes, auguraba una reyerta hostil contra quien se les pusiera en su camino. Tomasa haría lo necesario para cumplir su cometido. – ¡Los que hacen las leyes no son de por aquí, como nosotros no somos de donde las hacen, ¿porqué entonces quieren que nosotros estemos a disposición de sus caprichos?! En su rostro se afirmaba un hecho, la crisis por la rabia no limitaba en nada el sentimiento noble que la animaba, sus ojos: un volcán calentado de granito aspiraban a todo, un instinto muy puro de su ser le pedía revelarse, el embruscamiento nervioso exigía por naturaleza salir. – ¡Aquí todo está mal desde que llegaron con sus elecciones, nosotros ya elegimos y exigiremos que se cumpla nuestra decisión! A cada grito que daba la mujer, la gente se enardecía cada vez más, no faltó quién entre la turba iracunda tuvo la gran idea de llegar hasta la casa municipal, para exigir al supuesto gobernante… dar la cara. – ¡Sí, vamos por él… nuestro pueblo no estará tranquilo hasta que se larguen! A punto estaban de encaminarse, cuando al lugar llegó un mensajero del presidente municipal, por un momento se hizo el silencio, la gente aunque iracunda lo dejó hablar. – El señor presidente municipal les pide que se calmen, su petición ya está a punto de resolución, ya nada más está en que le reviren los papeles de la capital. A penas tuvo a bien terminar de hablar el infeliz mensajero, cuando garrote en mano se le echaron en montón, no pudo hacer otra cosa que encogerse y esperar el primer golpe; para su sorpresa, la gente comenzó a jalonear su ropa con la intención de desnudarlo. – ¡Hay que encuerarlo… encuerarlo bien, no hay que dejarle ni los calcetines! Cuando le quitaron toda prenda que cubriera su cuerpo, lo encaminaron con dirección de la casa presidencial, en-

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... L a l i b r a m o s . Cuento actual, basado en la historia de siempre. tre risas y consignas lo miraban alejarse. – ¡Vienen aquí a corromper nuestra tranquilidad con sus mandatos, nos quieren imponer sus costumbres, sus vicios, su ocio... este pueblo no se presta para su teatrito!, ¡que se larguen, que se vayan y que nunca regresen! Gritaba con energía Tomasa: con palabras justas, mordaces, con las que se aspira a todo; entre la gente el sentimiento de unión era manifiesto, el pueblo ya había dispuesto echar fuera al invasor. Ya caída la noche, se tiran en camino de la casa del susodicho, armados con piedras, maderos, machetes, y antorcha en mano, dispuestos a todo. Al llegar a la guarida -pequeño intento de fortaleza capitular-, nadie asoma la cabeza… agazapados y temerosos por la furia del pueblo, el presidente municipal y sus subalternos -incluido el encuerado-, ruegan a dios por sus vidas, pero temiendo no los escuchara, tomaron por votación -una decisión democrática- para que saliera alguno, a tranquilizar a los rijosos -por jerarquía le correspondía al presidente municipal-, pero en la votación democrática, para mala suerte le tocó al encuerado, quién receloso discrepaba con lo justo de la elección. – Lo bueno para ustedes, es que entonces no me mataron, para que ahora si lo hagan, a ver si así se calma la cosa. A regaña dientes tuvo que salir, el presidente argumentó que no era cuestión de justicia sino de obligación como secretario municipal que era. El infeliz sometido balbuceó espantado frente a la turba inconforme. – … Regresen a sus casas… aquí queremos una comunidad de paz no de… revoltosos. Al escuchar esto, la gente se enardeció más, algunos ya pedían a gritos la cabeza

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del gobernante, la furia popular era incontenible. Tomasa arroja la primera consigna; sonaría como un rugido feroz que convocaba a la insumisión. – ¡Nadie viene a nuestro terruño a querernos mangonear! – ¡Usted dice que esto es cosa de gente revoltosa! – ¡Pero, no señor, esto es una guerra, ustedes la iniciaron, ahora no se rajen! Tomasa descarga toda su cólera contra aquel símbolo de opresión, ya nadie osaría poner resistencia contra tal explosión de furia popular, las endebles puertas de la insignificante fortaleza, cedían ante el paso férreo de la gente, el desdichado representante de la autoridad era sacado a empellones, y tras de sí, los subalternos. Algunos de los enardecidos nuevamente piden la cabeza, otros más piden la horca. – ¡Hay que matar a ese infeliz!... – ¡Hay que colgarlo!... – ¡Hay que quemarlo!... ¡cortarle la cabeza! Gritaban los más exaltados… Tomasa, toma la palabra. – ¡Este infeliz monaguillo representante de lo absurdo, viene dizque con la buena intención de enseñarnos el orgullo del valor cívico, se vale de la nobleza del pueblo y luego cuando ya tiene la confianza, nos quiere robar! – ¡Y sí… hay que castigarlo pero con justicia, hay que enseñarles que no somos como ellos! Al final, un jalón de cabellos y una bofetada bastaron para tranquilizar la furia popular, uno a uno pasaron los agraviados. Los desnudaron y los encaminaron a la salida del pueblo, ésta vez la gente ya no reía ante la desnudes de los individuos, no hubo mofa alguna todos permanecieron en silencio mientras los escoltaban a la salida del pueblo. Tomasa que veía como se alejaban, susurraba estas palabras. – Encuerados llegaron al mundo y encuerados se van de este pueblo. Después de caminar un rato, ya cuando se sintieron seguros, el presidente municipal comenta a su secretario. – Quién iba a pensar, que todo este borlote se armó, por pedir una mendiga cooperación para la celebración del pinche bicentenario, ahora si que la libramos mi estimado secretario… la libramos. Aquel pueblo pequeño alejado de la gran urbe citadina: -celebración del estatus cívico-, despertaba con el cantar de los gallos y con los primeros rayos del sol, ahí nada había ocurrido todo estaba igual. A excepción de un letrero en la entrada del pueblo que a manera de consigna decía: “Aquí en este pueblo no se celebra, el tal Bicentenario”.


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Se negó volver...

“El faquir” Rivera Por S. G. S.

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ibrado Rivera nació el año de 1864 en Rayón, San Luis Potosí, hijo de un pobre granjero, Antonio Rivera y de Irinea Godínez. En su infancia asistió a una escuela al aire libre que estaba cerca de la hacienda La Estancia. El maestro de esa escuela, Jesús Sánaz, tuvo gran influencia sobre Librado, ya que después de las clases, alumno y maestro daban grandes caminatas juntos, durante las cuales Sánaz explicaba al joven Librado las razones de la pobreza de los campesinos y la necesidad de una reforma social radical. Librado prosiguió sus estudios en la Escuela Normal de maestros en San Luis Potosí, capital del estado, ya con el espíritu rebelde. Inició su andar revolucionario en el Club Liberal Ponciano Arriaga, con su participación en el Primer Congreso Liberal de 1901, donde quedó impresionado ante el discurso agitador de Ricardo Flores Magón. Aun cuando actuó bajo la sombra del gran revolucionario, Librado Rivera era tan lúcido como el más; siempre estuvo en el campo de batalla, corrió con la misma suerte que su compañero: cárcel, persecuciones y torturas. A pesar de ser relegado a segundo término en la historia, su coraje, furia y pasión por la libertad nunca tuvieron sosiego, aguantó como el roble y luchó como el león, y como anarquista nunca le fueron ajenos los pesares de su pueblo, el mundo. Esta condición, de gran pensador y estoicismo, le valió el epíteto de “el faquir”. Con el tiempo, los más radicales enemigos del tirano, rompieron con los más moderados, debido a la postura anarquista que tomó el Partido Liberal a partir de 1908. Librado era uno de los más convencidos de que una reforma no serviría de nada, cambiar de amo no era una opción. La libertad absoluta o nada. Su filiación anarquista lo hizo odiar la revolución burguesa que encabezaba Madero y sus intenciones de reemplazar una tiranía por otra. Durante su lucha contra la dictadura sufrió varias veces prisión, por lo cual se trasladó a Estados Unidos junto con los miembros más decididos del PLM, pero hasta allá siguieron las persecuciones y encierros.

Librado luchó siempre de la mano fiel de su compañera, tan revolucionaria y anarquista como él, Concepción era su nombre y quien perdiera la vida, cuando Librado se encontraba en prisión, el año de 1913. Concepción, innegable luchadora, supo entrever la traición que se gestaba ya en las mentes débiles de algunos miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano: …no necesitamos la cooperación de Manuel (Sarabia) ni la de Antonio para nada; al contrario la continuación de estos dos señores en el seno de la Junta sería de gran perjuicio para la libertad de la clase trabajadora, ellos no quieren a la clase pobre, a la clase obrera, a esa clase a la que las naciones deben su progreso... Los miembros de la Junta que quedamos... luchamos por la libertad y felicidad de esa clase desamparada y ellos no… En 1918 Librado es nuevamente arrestado, junto con Flores Magón, por “Violar la Ley de Espionaje”, al haber publicado el 16 de marzo el Manifiesto de “La Junta Organizadora del PLM a los Miembros del Partido, a los Anarquistas del Mundo Entero y a los Trabajadores en General”, que firman Ricardo y Librado solamente. En éste hacen un llamado a los anarquistas del mundo a “propagar el ideario anarquista con tesón para preparar al pueblo para que no se deje arrastrar por los que quieren conducirlo ahora por caminos de flores a idéntica esclavitud o tiranía semejante a la que hoy sufrimos, y para que esperen con serenidad el gran momento que vislumbramos, el de la insurrección de todos los pueblos contra las condiciones existentes”. Este llamado a los trabajadores del mundo enfrentó a la Junta con el gobierno norteamericano, que consideró la actitud anarquista de ésta como peligrosa para la seguridad nacional. Por este manifiesto, dice Librado, “yo fui sentenciado en 1918 a sufrir una prisión de 15 años y a pagar una multa de cinco mil dólares y Ricardo a 20 años y a pagar también multa de cinco mil dólares”, con este encierro, el último de Flores Magón, llegaba a su fin la larga vida del periódico Regeneración y la del indomable Ricardo. Después de rechazar muchas peticiones para aceptar el indulto, Librado regresó a México a fines de 1923. Tiene 59 años de edad. La historia de la liberación muestra transparentemente el carácter de Librado y la firmeza de sus convicciones. Se negó volver a hablar con antiguos magonistas que traicionaron su ideal como Antonio Díaz Soto y Gama y los mencionados por su esposa. Después de recobrar la libertad y regresar a México, su espíritu revolucionario no descansó, atacó a los gobiernos emanados de la lucha armada. Y aunque Librado era considerado precursor de la revolución sufrió el encarcelamiento de esa revolución traicionada por Madero y que encumbró a nuevos tiranos. Irónicamente preso, como en tiempos del decrépito dictador, pues denunció la decrepitud que culminó en el derrocamiento de Díaz, muy distinta a la que Rivera incentivó, al igual que su hermano de lucha muerto ya hace mucho tiempo, él siempre estuvo convencido de que la Revolución murió el día que Madero la encabezó.

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El esperanto ...

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A la muerte de Obregón, Librado escribe: “La humanidad de los oprimidos está de plácemes, ha desaparecido un tirano”, lo que provoca su detención por unas horas. Durante el interrogatorio, se produce este diálogo de gran interés: – Siendo usted uno de los precursores de la revolución, hoy hecha gobierno, no respeta usted las leyes emanadas de esa revolución. – Ahí está el error, le repliqué, en creer que nosotros iniciamos la revolución para quitar al gobierno de Porfirio Díaz y poner otro en su lugar. Nuestra misión era otra y bien distinta; nosotros luchábamos por Tierra y Libertad... pero la intromisión de los políticos desde Madero, Carranza a Calles, desviaron ese hermoso movimiento, aprovechándose de nuestra impotencia en las prisiones norteamericanas. El 19 de febrero de 1932, Librado se disponía a abordar un tranvía cuando es atropellado por un vehículo en Villa Álvaro Obregón, San Ángel. En el hospital Juárez, por descuido médico, contrae tétanos, y muere el primero de marzo de 1932, a la edad de 68 años. El último número de ¡Pasos!, una sola hoja, tiene como contenido único la noticia de la muerte de “el Faquir”, noticia que enaltecía la bondad del pensamiento libertario. Debe poner luto en el corazón del proletariado, porque Librado Rivera fue un exponente de la idealidad más alta y generosa en favor de los que sufren; porque en las fibras de todo su cuerpo vibraba el sentimiento de redención que anima a las legiones humanas; porque su vida fue un reflejo de la grandeza de su ideal; ¡Fraterno y cordial con sus iguales e indomable con todos los verdugos! Gobiernos de México y gobiernos de Estados Unidos lo escarnecieron y encarcelaron y supo tener entereza para desafiar peligros y despreciar sabemos. No titubeó jamás ni torció su senda. Estuvo a la altura de sus amigos Ricardo Flores Magón y Práxedis Guerrero. Culminando el escrito con estas hermosas palabras: ¡Y que caiga sobre su tumba una lluvia interminable de flores rojas, como justo homenaje de la conciencia proletaria! ¡Y que las falanges de victimados por la explotación y engañados por los prejuicios sigan su marcha por la ruta que marcó Librado!

Ni daŭradas kun la Esperanto

kvar (4), kvin (5), ses (6), sep (7), ok (8), naŭ (9), dek (10). Para formar las decenas, centenas, etc. se añaden a los nombres de los nueve primeros números dek, cent, mil, miliono, etc. Ej.: Dumil kvarcent sepdek kvin (dos mil cuatrocientos setenta y cinco). Los numerales ordinales se forman añadiendo la terminación -a a los cardinales; tria, tercero; deka, décimo. 5) Los pronombres personales son: mi (yo), ci (tú), li (él), ŝi (ella), ĝi (él, ella - para animales o cosas), ni (nosotros), vi (vosotros), ili (ellos, ellas), si (reflexivo se). Los posesivos se forman añadiendo la terminación -a de adjetivo; mia (mío); nia (nuestro). 6) En la conjugación la desinencia verbal en cada tiempo es siempre la misma, cualquiera que sea el número y la persona. Las desinencias verbales son: -i (infinitivo); -as (presente); -is (pasado); -os (futuro); -us (condicional); -u (imperativo y subjuntivo); -ant (participio activo presente); -at (participio pasivo presente); -int (participio activo pasado); -it (participio pasivo pasado); -ont (participio activo futuro); -ot (participio pasivo futuro). 7) El adverbio toma la terminación -e. 8) Cada preposición tiene un sentido fijo que determina su empleo y va seguida de nominativo. 9) Las palabras se pronuncian como se escriben. El Esperanto es perfectamente fonético. 10) El acento tónico cae siempre sobre la penúltima sílaba, que es la penúltima vocal. 11) Las palabras compuestas se obtienen por yuxtaposición de las raíces que las forman, escribiendo al final la raíz fundamental. 12) Si en una frase se encuentra una palabra con sentido negativo, se suprime el adverbio de negación: ne. 13) Para indicar la dirección se añade la terminación -n de acusativo al complemento. 14) En casos dudosos se emplea la preposición de sentido indefinido je, sobre todo para indicar el tiempo, la hora, las dimensiones. 15) Las palabras llamadas internacionales, es decir las que casi todos los idiomas han adoptado de un mismo origen, se emplean en Esperanto aplicando la ortografía y terminación que le corresponde. 16) Las terminaciones de los substantivos y del artículo pueden suprimirse y ser reemplazadas por un apóstrofe. Dicha regla se aplica principalmente en versificación.

Recordemos la gramática básica del idioma, con las 16 reglas fundamentales del Esperanto. 1) Sólo existe el artículo determinado la, invariable para todos los números, géneros y casos. No hay artículo indeterminado. 2) El substantivo se forma añadiendo la terminación -o a la raíz. El plural se forma añadiendo -j [pronunciado como una y castellana] al singular. El acusativo se indica añadiendo -n, y los demás casos por medio de las correspondientes preposiciones; al, de, kun, per, etc. 3) El adjetivo toma la terminación -a; los casos se forman como para el substantivo. El comparativo se forma por medio de las palabras pli… ol (más… que); el superlativo por medio de la plej… el (el más… de). 4) Los adjetivos numerales cardinales son: unu (1), du (2), tri (3),

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Algunas frases:

Mi ne komprenas. - No entiendo. Tre bone! - Muy bien! Kiel vi fartas? - ¿Cómo estás? Ĉu vere? - ¿Es cierto? Mirinde! - ¡Increíble! Vi pravas. - Tienes razón. Bonan matenon! - ¡Buenos días! Bonan nokton! - ¡Buenas noches! Bonan tagon! - ¡Buenos días! Bonan vesperon! - ¡Buenas tardes!/¡Buenas noches! Bone! - ¡Bien! Ĉu vere? - ¿Es cierto? Dankon. - Gracias. Saluton! - ¡Hola! es.lernu.net


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El día después del tratado de Ciudad Juárez La oscuridad inunda el cuarto. Es inmensa, la bombilla es insuficiente, es tenue, como la luz de la luna en la inmensa ciudad que sólo da una silueta de lo que es. En el pequeño cuarto no se alcanzan a percibir los muebles, a duras penas su sombra se refleja en la pared. Como una débil aurora. En medio del cuarto una mesa vieja, roída por las termitas y descalzada por los años. Dos personas a su lado. Una a cada extremo. Él, al entrar a la casa se ve extrañado, perdido, cansado pero a pesar de ello su figura se impone a la de los demás, su cuerpo es robusto. Chaleco negro y camisa blanca, la corbata negra y el pantalón de vestir grisáceo, lo hacen ver como a cualquier otro que se paseare por la calle, esa vestimenta no lo hace diferente, al contrario, lo hace uno más de la inmensa multitud de trabajadores que noche a noche recorren las calles en busca de pan, en busca de vino, o en busca de algo que nunca encontrarán. Su llegada trae consigo un aroma peculiar, es repugnante para unos, soportable para otros, su piel parece transpirarlo. Se acerca a quienes lo esperan, los saluda, les deja la mano oliendo a tabaco, es imposible no hacerlo; las yemas de sus dedos son amarillentas, es la cicatriz de fumar durante años. El cuarto se compone de diferentes olores, uno de ellos se acaba de integrar: el de cigarro, la atmósfera se impregna de él, se une y armoniza con el aroma característico de las casas yanquis: de madera y humedad, pero también con la materia prima de un escritor: la tinta y el papel. Confabulación de olores que juegan con el olfato, primero uno, luego el otro, por momentos todos juntos conspirando en esa mezcolanza extraña que se percibe agradable por momentos. Se inicia la plática con sus amigos, difícil es llevarle la contra, es apresurado al hablar, pero claro y con una voz que despide un carácter fuerte, sus labios se entreabren, de ellos salen palabras fuertes y bien articuladas, sin trabas a pesar de que en cada una de ellas

lanza una bocanada de humo. La intención de su visita es sabida, si no, por lo menos se vislumbra, la bombilla en ratos baja su intensidad dando un ambiente lúgubre y misterioso a la reunión. Sus manos juguetean con una taza, en el quemador el agua está hirviendo, pocos minutos después el aroma de la madera y cigarro se mezclan con uno nuevo, el del café; la charla prosigue. El ímpetu de los oyentes, dos muchachos mucho menores que él, es exacerbado, hablan de lo sucedido con Madero, el cuerpo robustecido con melena desparpajada, bigote ancho y mal cortado lanza un golpe a la mesa, casi la destartala, asusta a sus oyentes. No cae. El silencio inunda por segundos la habitación, deja oír el cric-cric de los grillos, el zumbido de los mosquitos no distrae, pueden pasar de un lado a otro y frente a sus narices. No los aplastarán. Al levantarse don Ricardo, como le dicen los muchachos, la madera que cubre el piso rechina feamente, cada paso es un ruidito que molesta; el humo de tabaco ha cubierto levemente el cuarto, la luz se atenúa más y más, como la de la luna, cuando la noche nublada y envidiosa, cubre el baño de luz que da a la tierra. La charla se alarga y la ceniza inunda el piso, la voz de don Ricardo se hace escuchar más fuerte conforme la noche avanza, replica mil veces sobre la traición de Madero, sobre que su hermano se ha ido al reformismo. Su voz se convierte en gritos, de impotencia y de rabia. Sueña, añora los días de principios de 1911 en Tijuana, se golpea la cabeza soltando maldiciones, preguntándose qué hicieron mal, nada, se responde a sí mismo, fue ese maldito de Madero, termina replicando. Sus ojos, negros como la noche que cubre la calle, destellan cual luz lunar reflejada en el lago cercano a la morada, la leve escarcha que trae el viento se parece a su temple: sereno y frío ante las circunstancias que lo agobian. Voltea hacia la bombilla, su mirada por segundos se pierde, sus manos buscan esconderse, lo logran, se meten en sus bolsillos. La silla se recuesta sobre sus patas

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... es Regeneración ... traseras y él inclina más su cuerpo, el silencio nuevamente hace oír a los grillos, a los moscos, a los borrachos. Esos ojos esperanzadores, esas manos nerviosas, anchas, callosas, con dedos gordos y cortos se estremecen. Ricardo lanza un pequeño bostezo y nuevamente replica ¿Quién tiene la culpa? Sus acompañantes no se atreven a soltar palabra alguna, los ojos de Ricardo se humedecen un poco, sus labios tiemblan y parecen secarse, los remoja pasando su lengua sobre ellos, recuerda… sí Práxedis viviera, sino no se nos hubiera adelantado no estaríamos así, se reincorpora de sobresalto e inclina la cabeza. De sus bolsillos saca nuevamente tabaco. La cuestión es difícil, no sé dónde vaya a parar, con Madero nuestros compañeros van al matadero, mientras termina la frase lanza una carcajada inmensa, es la primera y la única de la velada, sus compañeros le siguen, pero su mirada se torna nuevamente seria en segundos, no tiene tranquilidad, el constante vaivén que hace en el pequeño cuarto es reflejo de su intranquilidad, no dice nada, sólo mira a su derredor. Soberbio se queda ahí, miedo -dice a sus amigos-, ninguno de ellos contesta, se echa una mano al pelo largo y desparpajado, sucio y enmarañado. Las respuestas lanzadas son tranquilas pero comenta, no soy nadie pero Madero es menos que nadie, se está aprovechando de la situación, maldito Madero, continua la noche y él sigue replicando una y otra vez, no se siente en paz, pues asegura Madero es un traidor. Alguien toca la puerta. Se apresura a abrir, voltea hacia donde se encuentran los muchachos, coge algo que el recién llegado lleva, es un periódico, lo toma y se los avienta a los jóvenes, y al estarse cerrando la puerta culmina la visita diciendo: “Maldito Madero, lo van a matar como él ha matado a nuestros compañeros y a la Revolución”. Mientras el sonido molesto de la puerta culmina, los muchachos revisan el periódico, es Regeneración, dice el título: “Los maderistas asesinando a los obreros”. Cuento escrito por Santiago González Santacruz.

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... la panacea social.

no. 8, 10 de diciembre 2010 de incertidumbre su vida, como puede estar de acuerdo con que las mismas continúen. Al parecer a ninguna de estas personas le parece importante su libertad, el resto parece no tener conciencia de su condición y sólo se conforman con pertenecer al grueso social, eventualmente alguien se los hace notar, pero con frecuencia son absolutamente incrédulos (libertad verdadera, ¿qué es eso?). El efecto que ejerce la psicología de la domesticación es tan penetrante, que sólo algunos insatisfechos con el “orden” establecido oponemos cierta resistencia, pues bajo el actual sistema de amaestramiento institucional, bastante gente puede sentir que vive con libertad, la realidad es que bajo un sistema industrial cuartelario y bajo la tiranía de la economía nadie es libre, ni el mismo tirano, sólo que para él es más fácil tolerar esta situación, porque él no tiene que elegir entre un trabajo mal pagado o morir de hambre. Es lamentable que la mayoría de la gente prefiera vivir con tal indiferencia, antes que perder el privilegio del buen vecino, del buen civil, del buen ciudadano. Cada hombre y mujer deberían ser realmente libres para escoger su propio trabajo, no debería ejercerse sobre él ninguna compulsión coercitiva, existiendo mandato el trabajo no será bueno para él, no será bueno en sí mismo y no será bueno, más que para el explotador. La personalidad del hombre ha sido completamente absorbida por la exigencia del consumo de trabajo, teniendo como motivo la posesión material, nada más que un espejismo: el espejismo del progreso, la panacea social. Se ha corrompido la conciencia del hombre; la razón, la acumulación de propiedades, se matará trabajando a fin de asegurarse posesiones para ocupar un lugar como ciudadano en el mundo capital. Se pensaría que a mayor posesión material mayor libertad, pero la condición que pone la posesión; siempre ha de ser la de la esclavitud. ¿Qué de libertad, tiene el hecho de acumular propiedades, si alguien más las pretende y eventualmente me las arrebatara? Pero poco importa, así camina la humanidad, su destino: el progreso, así se vislumbra la perfección evolutiva del hombre, la competencia, dicen, es de natura humana, luego entonces, la propiedad se reconoce como posesión hasta que se arrebata a alguien más, ... “la libertad está lejos de ser una posesión”. La propiedad privada, es privada porque priva de dignidad al individuo al entregarse a la posesión. La civilización reclama esclavos, si no existiesen esclavos la especie capitalista se extinguiría, por eso ellos mismos se complacen, en tirar un mendrugo de pan al hambriento, para que no muera de hambre.

C O-DEPENDENCIA S OCIAL Collage de ideas “El humanismo altruista del rico consiste en solidarizarse con la necesidad del pobre, de esta forma con admirables intenciones en forma muy seria y con mucho sentimiento, se evoca a la tarea de remediar los males que percibe”, pero sus remedios no curan la enfermedad; la prolongan, en realidad sus remedios son parte de la enfermedad: tratan de resolver el problema de la pobreza manteniendo vivos a los pobres. El objetivo adecuado para ellos es tratar de construir la sociedad sobre una base tal, que la pobreza les resulte rentable. Usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad, es una burla. Sólo una parte mínima de la humanidad se beneficia en prosperidad con el aporte de la fuerza colectiva, y sólo algunos ociosos se realizan como grandes emprendedores de la revolución social. Hay en cambio mucha gente que sin propiedad y, estando siempre al borde del hambre, se ve obligada a hacer el trabajo que para otro sería degradante (como el migrante en cualquier parte del mundo), el hombre que es pobre, en sí mismo no tiene ninguna importancia; es meramente la partícula infinitesimal de una fuerza que en lugar de tomarlo en cuenta, lo destroza, en realidad lo prefiere destrozado, ya que de ésta manera es obediente y sumiso, éste es el interés propio del capitalista. Hacen de la iniciativa una institución en donde solo vale la palabra del rico emprendedor; su empresa: explotar, la idea y la fuerza laboral (debemos despejarnos de ellos). Con frecuencia se dice que los pobres están agradecidos con la beneficencia, algunos de ellos sin duda lo están, pero los mejores, entre los pobres nunca están agradecidos, están descontentos, son desobedientes y rebeldes con justa razón. La caridad es una limosna sentimental, acompañada habitualmente de un arrogante intento por parte del sentimentalista de tiranizar las vidas privadas. Ningún hombre debería estar dispuesto a demostrar que puede vivir bajo la tiranía de la codicia. La desobediencia, es la virtud original del hombre, aquél que está descontento y es rebelde tiene una personalidad propia y en cuanto a su manifestación de descontento es en todo valida. Pobre del hombre que sintiéndose virtuoso ha llegado a un acuerdo con su verdugo, ha vendido su derecho de individuo por un mal plato de comida. Éste hombre es mojigato un remedo de mediocre, ha dejado de ser un esclavo, para ser un mero instrumento (me refiero a todo defensor de la patria); se puede comprender a aquél que acepta las leyes que protegen la propiedad privada (capitalista), admitiendo que esta se acumule por su condición cómoda de ocio, pero no sé entender a aquel a quién estas leyes destrozan y llenan

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Panarquía: ¿la consecuencia lógica de la anarquía? Una olvidada idea de 1860

... libertad de los otros. “La forma de todo Estado es sólo una traducción del principio divino de autoridad, y lo que llamamos simplemente “política” no es otra cosa que la teología del Estado”.

Max Nettlau, 22 febrero de 1909.

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or largo tiempo me ha fascinado la idea de cuán maravilloso sería que, en el lugar de que las instituciones políticas y sociales se vayan sucediendo “una después de la otra”, dicho término fuera reemplazado por este otro: “simultáneamente”. – Ideas como “¡Abajo el Estado!” y “Sólo sobre las ruinas del Estado...” expresan las emociones y deseos de muchos, pero parece que solamente el “Elija su Estado” puede ayudar a lograr eso. Cuando aparece una nueva idea científica, sus partidarios sencillamente empiezan a utilizarla, sin tratar de persuadir a los viejos profesores que no quieren seguirla, ni forzarlos a aceptarla o matarlos. Por sí mismos ellos se rezagarán, perderán reputación y se secarán, siempre que la nueva idea esté llena de vida. Muchas veces la malicia o la estupidez pondrán obstáculos a la nueva idea; de ahí que es preciso luchar arduamente para lograr la tolerancia mutua e incondicional. Sólo así la ciencia florece y avanza, pues su fundamento es la libre experimentación e investigación. Nadie debiera tratar de “poner todo en la misma canasta”. Ni siquiera el Estado puede conseguirlo. Los socialistas y anarquistas escaparán a su poder. Tampoco nosotros (los anarquistas) podríamos hacerlo, porque los estatistas seguirán existiendo (es un hecho). Además, será mejor para nosotros no introducir luchas a muerte en nuestra sociedad libre. La famosa cuestión “¿Qué debemos hacer con aquellos reaccionarios que no se adapten a la libertad?” tendrá una solución simple: En tanto así lo deseen, podrán conservar su Estado. Para nosotros eso no tendrá importancia. No tendrán sobre nosotros más poder que el que tienen las ideas excéntricas de alguna secta que a nadie interesa. Esto ocurrirá tarde o temprano. La libertad se abrirá camino por sí misma, dondequiera que sea. Una vez estábamos en un vapor en el Lago Como. Una maestra abordó el barco con un gran grupo de niños. Ella les ordena-

ba que permanecieran sentados y no se empujaran unos a otros. Sin embargo, cuando apenas ponía orden en algún grupo, otro grupo de niños ya se había puesto de pie, y cuando intentaba poner en orden a todos y creía haber terminado su labor, se encontraba rodeada del mismo desorden que antes. En lugar de ponerse más severa, la joven maestra se rió de sí misma y dejó a los niños en paz. De todas maneras, la mayoría terminó sentándose por propia iniciativa. Éste es un ejemplo inocente que demuestra que, cuando se le deja en libertad, todo termina por resolverse mejor. En conclusión: antes de que la idea de tolerancia mutua en todos los asuntos políticos y sociales termine encontrando su camino, lo mejor que podemos hacer es prepararnos para ello -practicándola en nuestra vida y pensamiento diarios-. ¿Acaso no seguimos atentando contra ella cada día? Mis palabras van dirigidas a decir lo mucho que amo esta idea, y a manifestar mi gran placer por haber encontrado el ensayo de un pionero de esta idea, una idea de la que no se habla mucho en nuestra literatura. Me refiero al artículo Panarchie, escrito por P. E. De Puydt, en el Revue Trimestrielle (Bruselas), Julio 1860, pp. 222-245. El autor, que me es desconocido y sobre el cual no hablaré, probablemente vivía apartado de los movimientos sociales. Pero tenía un visión clara de la medida en que el actual sistema político -según el cual- todo debe someterse a un gobierno constituido por decisión mayoritaria (o de alguna otra manera), contradice los requisitos más elementales de la libertad. Sin identificarme con sus propias metas, deseo resumir sus puntos de vista y señalar algunos detalles. Nos sentiremos más cercanos a su idea si sustituimos en nuestra mente la palabra “gobierno” -que De Puydt utiliza siempre- por el término “organización social”, sobre todo porque el mismo autor proLa Vorto

clama la coexistencia de todas las formas de gobierno, “incluida la an-arquía del señor Proudhon”… De Puydt se declara partidario de las enseñanzas del “Laissez faire, laissez passer” (la escuela de Manchester de la libre competencia sin intervención del estado). No hay medias verdades. De esto concluye que la ley de libre competencia se aplica no sólo a las relaciones industriales y comerciales, sino que también debiera traérsela y dejarla que se abra paso en la esfera política. Algunos dirán que hay exceso de libertad, otros dirán que no hay suficiente libertad. Sin embargo, se está perdiendo la libertad fundamental, precisamente la más necesaria: la libertad de ser libres o no serlo, de acuerdo a la propia elección. Cada uno decide esta cuestión por sí mismo, y puesto que hay muchas opiniones, tantas como seres humanos, el resultado es esa mezcla confusa llamada política. La libertad de una parte es la negación de la libertad de los otros. El mejor gobierno nunca funciona de acuerdo a la voluntad de todos. Siempre hay vencedores y vencidos, opresores en nombre de la ley actual e insurgentes en nombre de la libertad. ¿Quiero proponer mi propio sistema? ¡Por supuesto que no! Estoy abogando por todos los sistemas, esto es, por todas las formas de gobierno que encuentren a sus propios seguidores. Continua...

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Por las diferencias ... Todo sistema es como un conjunto de apartamientos (casas) en el cual el propietario y los principales tenedores están mejor acomodados y más a su gusto. Los otros, para los que no hay suficiente espacio, están insatisfechos. “Yo odio a los destructores tanto como a los tiranos. Los insatisfechos deberán buscar su propio camino, pero sin destruir el edificio. Lo que no les gusta a ellos puede gustar a sus vecinos”. ¿Deberían emigrar y buscar para sí mismos, en algún lugar del mundo, otro gobierno? Por supuesto que no. Ni tampoco debiera deportarse a nadie por sus opiniones. “Yo deseo que continúen viviendo donde están, o donde sea, pero sin lucha, como hermanos, cada uno hablando libremente y subordinándose sólo a aquellos poderes que cada uno, por sí mismo, haya elegido o aceptado”. Volvamos a nuestra materia. “Nada se desarrolla ni perdura si no se basa en la libertad. Nada puede sostenerse ni funcionar con éxito, excepto mediante el libre juego de todos sus elementos activos. De otro modo perderá energía por la fricción y el rápido deterioro de sus engranes y las muchas fracturas y accidentes. Por tanto, exijo para todos y cada uno de los elementos de la sociedad humana (los individuos) la libertad de asociarse con otros, de acuerdo a sus elecciones y empatías, para trabajar sólo de acuerdo a sus capacidades; en otras palabras, el derecho absoluto para elegir la sociedad política en la cual desea vivir y depender sólo de ella”. Hoy en día el republicano intenta derrocar la actual forma del Estado para establecer su propia idea del Estado. Sus enemigos son todos los monarquistas y cualesquiera otros no interesados en su ideal. Sin embargo, de acuerdo a De Puydt, uno debiera proceder de un modo que corresponde a un divorcio o separación legal en las relaciones familiares. Propone una opción similar de divorcio para la política, una que no daña a nadie. ¿Alguien desea la separación política? Nada más simple que hacerlo al modo propio -pero sin infringir los derechos y opiniones de otros, los cuales, por su parte, tendrán que hacer un poco de espacio y dejarlo en plena libertad para que realice su propio sistema-. En la práctica una oficina de registro civil sería suficiente. En cada municipalidad

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no. 8, 10 de diciembre 2010 habría una oficina para la ciudadanía política de los individuos. Los adultos ingresarían a discreción a las listas de la monarquía, la república, etc. Desde ese momento no serían afectados u obligados por los sistemas de gobierno de otros. Cada sistema se organizaría a sí mismo, tendría sus propios representantes, leyes, jueces, impuestos, sin importar que existan dos o diez de tales organizaciones en la vecindad. Para las diferencias que pudieran surgir entre esos organismos, tribunales de arbitraje serían suficientes, como entre personas amigables. Probablemente existirán muchos asun-

tos comunes a todos los organismos, que se arreglarán mediante acuerdos mutuos, como hacen los cantones suizos y los estados americanos y sus federaciones. Puede haber personas que no quieran estar en ninguno de esos organismos. Ellas pueden propagar sus ideas y tratar de aumentar el número de sus seguidores, hasta lograr un presupuesto independiente que les permita pagar lo que quieren tener a su propia manera. Hasta entonces tendrán que pertenecer a alguno de los organismos existentes. Es sólo un asunto de finanzas. La libertad debe ser tan amplia que incluya el derecho a no ser libre. En consecuencia, habrá clericalismo y absolutismo para aquellos que así lo quieran. Habrá libre competencia entre los sistemas de gobierno. Los gobiernos tendrán que reformarse a sí mismos para asegurarse seguidores y clientes. Sólo se requerirá una simple declaración en la Oficina local de Ciudadanía Política, y sin necesidad de marcharse a otro lado, con todo y bata y pantuflas, uno podrá ser transferido de la república a la monarquía, del parlamentarismo a la La Vorto

autocracia, de la oligarquía a la democracia o incluso a la anarquía del señor Proudhon, todo según su propia elección. “¿Está insatisfecho con su gobierno? Tome otro” -sin insurrección, sin revolución y sin fatigas-; sólo dirija sus pasos hacia la Oficina de Ciudadanía Política. Los viejos gobiernos pueden continuar existiendo, hasta que la libertad de experimentación -aquí propuesta- conduzca hacia su decadencia y caída. Sólo una cosa se exige: libre elección. La libre elección y la competencia... éstos serán algún día los lemas del mundo político. Pero ¿no conduciría eso a un caos insufrible? Hay que recordar los tiempos cuando cada uno estrangulaba a los demás en las guerras religiosas. ¿Qué fue de estos odios mortales? El progreso del espíritu humano los ha disipado, igual que el viento se lleva las últimas hojas del otoño. Las religiones, en cuyos nombres ardían las hogueras y se daban las torturas, coexisten pacíficamente hoy en día, una al lado de la otra, ocupada cada una en su dignidad y pureza. Si eso fue posible en esta esfera, pese a todos los obstáculos, ¿no será también posible en la esfera de la política? Hoy en día, cuando los gobiernos sólo existen gracias a la exclusión de otros poderes, cada partido domina luego de haber vencido a sus oponentes y la mayoría suprimido a la minoría. Es inevitable que las minorías, los oprimidos, se quejen e intriguen por su lado, y esperen el momento de la revancha, hasta alcanzar el poder. Pero cuando toda coerción es abolida, cuando todo adulto tenga siempre la libertad de elegir por sí mismo, tales luchas inútiles llegarán a ser imposibles. Cuando los gobiernos queden sometidos a estos principios de libre experimentación y competencia, ellos mismos mejorarán y se perfeccionarán. No más volar, allá en las nubes, que sólo ocultan su vaciedad. Su éxito dependerá enteramente de sí mismos, de hacer las mejor y más baratas que los otros. Las energías, que actualmente se desperdician en fricciones, resistencias y tareas inútiles, se unirán y promoverán el progreso y la felicidad del hombre, de maneras impredecibles y maravillosas. Continua...


no. 8, 10 de diciembre 2010 Es posible que, luego de experimentar con gobiernos de todos tipos, las personas regresen a un solo gobierno, el más perfecto. Sobre eso, De Puydt afirma que, si así fuera el caso, este acuerdo general sólo se alcanzaría después del libre juego de todas las fuerzas. Y sólo podría ocurrir en un futuro muy lejano, “cuando la función del gobierno se reduzca a su mínima expresión”. Mientras tanto, las personas tienen diferente mentalidad, y sus costumbres son tan diversas que sólo la multiplicidad de gobiernos es posible. Alguno busca la excitación y la lucha, otro desea el descanso, otro más necesita aliento y ayuda, algún otro, el genio, no tolera que lo dirijan. Uno desea república, sumisión y renunciación, otro quiere la monarquía absoluta con su pompa y esplendor. El orador quiere un parlamento, el silente condena a los habladores. Hay mentes fuertes y débiles, unos ambiciosos y otros simples y satisfechos. Hay tantos caracteres como personas, tantas necesidades como naturalezas diferentes. ¿Cómo podrían todos quedar satisfechos con una sola forma de gobierno? Los satisfechos serán una minoría. Hasta el gobierno perfecto encontrará su oposición. Bajo el sistema propuesto, todos los desacuerdos serán meramente como riñas caseras, con el divorcio como solución final. Los gobiernos competirán entre sí, pero sus asociados (sus ciudadanos) les serán especialmente leales, puesto que su gobierno es el que corresponde a sus propias ideas. – Yo creo en “el poder soberano de la liber-

S ente n c i a s Si odiamos el centralismo, y el acaparamiento, por qué abogamos a que todo confluya entorno a unos cánones y lineamientos establecidos y percibidos como inquebrantables, y no se duda en arremeter en contra de quienes no los aceptan como si fueran los peores detractores del anarquismo. Se mistifican fechas en todos los movimientos, en el nuestro añoramos románticamente regresar a tiempos pasados, pero no pudiendo los elevamos a santos lugares. Gracias por ser ateos. Es un tanto difícil definir lo que es libertad, si no la conocemos. La libertad es: no tener o sentir intranquilidad o desasosiego. No me

tad para establecer la paz entre los hombres”. No puedo anticipar el día y la hora que esto sucederá. Mi idea es como una semilla arrojada al viento. ¿Quién, en el pasado, había soñado con la libertad de pensamiento… y quién la pone en duda hoy? Para su realización práctica, se podría, por ejemplo, establecer un periodo mínimo de un año para la pertenencia a una forma de gobierno. Cada grupo encontraría y congregaría a sus seguidores cuando lo necesitara, así como lo hacen las iglesias con sus miembros o las corporaciones con sus accionistas. La coexistencia de muchos organismos gubernamentales ¿conduciría a un exceso de servidores públicos y al correspondiente desperdicio de energías? Esta objeción es importante; sin embargo, una vez que tal exceso es descubierto, tiene que ser solucionado. Solamente los organismos verdaderamente viables persistirán, los otros desaparecerán por su propia debilidad. ¿Aceptarán estas propuestas los actuales partidos y dinastías gobernantes? Por su propio interés les convendría hacerlo. Estarían en mejores condiciones si lo hicieran con menos personas, pero todos ellos voluntarios y totalmente subordinados. Ninguna coerción sería necesaria contra ellos, ningún soldado, gendarme o policía. No existirían

breves...

preocupo de peligros, hambres, dolores, etc.; porque no existen, no los padezco. Soy libre, de falsos atavíos de libertad, no me importa la justicia soy libre. Muerte, locura y otros, falsos principios son. Pues ni con conciencia y razón, entiendo la abstracción que en verdad libre soy en acción; menos si consciente no soy.

Esta manera de... conspiraciones ni usurpaciones. Un gobierno puede ser liquidado hoy, pero más adelante, cuando encuentre más seguidores, puede reestablecerse mediante un simple acto constitucional, como hacen las sociedades anónimas. Los pequeños honorarios pagarían a las oficinas de registro financiarían a las oficinas de ciudadanía política. Sería un mecanismo sencillo, uno que hasta un niño podría hacer… Esta manera de pensar del autor, De Puydt, me recuerda algo de Anselm Bellegarrigue, tal como escribía en sus muchos artículos en el periódico Civilization de Tolouse, 1849. Ideas similares, sobre todo en relación a los impuestos, fueron expresadas años después por Auberon Herbert (impuestos voluntarios). El hecho de que sus argumentos nos parezcan hoy más plausibles que lo que parecían a sus lectores de 1860 demuestra que algún progreso ha habido. Lo importante es expresar esta idea de manera que corresponda a los sentimientos y necesidades actuales, y prepararse uno mismo para su realización. ¿No es eso precisamente lo que hace más prometedora la discusión de estas ideas hoy en día?

“Mi libertad es infinita, pero termina donde empieza la de otros”.

Expropiar (de ex- y propio). Verbo transitivo: – Dicho de la Administración: Privar a una persona de la titularidad de un bien o de un derecho, dándole a cambio una indemnización. Se efectúa por motivos de utilidad pública o interés social previstos en las leyes. – Referido a una propiedad, quitársela legalmente a su propietario por motivos de interés público y generalmente a cam-

Hablando de... Expropiación: Nombre femenino: – Acción y efecto de expropiar. – Desposeimiento o privación de una propiedad, que se hace legalmente y por motivos de interés público.

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bio de una indemnización. Ex: – Prefijo de origen latino, entra en la formación de nombres, adjetivos y verbos con el significado de fuera o más allá y se une a la base léxica formando una sola palabra. – Ex-, e-: Separación del interior, separación con elevación, privación. Propio: Adjetivo: – Perteneciente o relativo a alguien que tiene la facultad exclusiva de disponer de ello. – Que pertenece a alguien o que es de su propiedad. Característico, peculiar. Conveniente, adecuado. Natural. Esta es una muestra de las contradicciones que existen en nuestro lenguaje, nos es imperativo redefinir el uso de palabras hechas por nuestros detractores.

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La niña verde

Silöen, una utopía verde

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ero que ha pasado tres décadas después, regresa como partió, con el mismo sentimiento de insatisfacción aunque ya no activado por lo mismo. Olivero, desilusionado por encontrar la perversión hasta en una criatura que se supone pura y cándida, sale de su terruño tratando de llenar un vacío provocado por una sensación de insatisfacción en su vida, despertada por un niño 30 años, ya hace. Cuando volvió a pasear por donde antes, encontró un extraño cambio en la corriente del arroyo, y como a cualquier ser humano, por supuesto, lo llevó a tratar de resolver ese enigma. No contando con que lo encaminara hasta donde nunca se imaginó, pues se encuentra con un mayor y mucho más interesante asunto: conoce a Sally; una criatura celestial, de otro mundo, de otra especie. Al desarrollo de la trama, comienza Olivero a contar a Sally, las aventuras vividas durante el tiempo que estuvo fuera de su terruño, de su casa, en fin de su hogar. Parte a la ciudad, en la cual conoce la avaricia y la miseria, más entrelazadas que dos amantes en el universo, algo como el agua y la vida en nuestro planeta. Sigue su trayecto hacia no sabe dónde y sin saber cuándo llegará. Después de varios años de vagancia por el mundo, llega a Sur América, donde pasa una etapa importante de su vida. Como si algo lo llamara arribó a su destino, un puerto en el cual por azares de la vida lo confunden con alguien más, lo que lo lleva a vivir aventuras fuera de su control, pero como si marcharan unidos, como si estuvieran además encadenados -los hechos y él-, como si estuviera predestinado, sólo se deja llevar hasta que la corriente se deshaga de él. Por fin llega a su primer destino. Planean y estructuran una sociedad diferente, justa y libre para implantarla en el poblado recién liberado del mal. Se establece una sociedad en la cual reina la armonía, la fraternidad, etc., pero ni aún con toda la felicidad prodigada a la comunidad de la cual forma una parte importante, se siente completamente satisfecho, y comienza a planear su escape, de esa su obra, su maravillosa utopía. Maravillosa insatisfacción. Al terminar su relato, Sally lo dirige hacia su último destino, aún él ignorante de eso. Se transportan hacia el mundo, hacia el hogar de ella; hacia el subsuelo, a través de la conexión existente entre los dos mundos, la cual es el origen del enigmático arroyo, así se resuelve el cambio en la corriente, el que por cierto se da a partir de la llegada de Sally a nuestro mundo; llegan a una zona compuesta de cavernas en las cuales vive toda su especie en armonía, en comunidad. No deja de ser extraño al llegar a esas cavernas se ven los hábitos y costumbres de esas criaturas, de una belleza y una ternura angelical, viviendo en una permanente armonía y tranquilidad. No existe la industria, no existe la explotación; no existe la maldad, no existe Dios; aunque tampoco hay sol, vegetación como en la superficie, pero tampoco hay vicios ni perjuicios y prejuicios: no hay moral, y por esto todo es felicidad. Dedican su vida a la trascendencia individual en comunión con toda su especie. Produciendo todos, consumiendo también. Fabricando todos, disfrutando igual. Evolucionando individualmente aunque sin dejar a los demás. Cambiando de caverna hasta llegar a la de más elevación. Una a una construyendo y buscando para todos, y para sí solo. Así, por fin, Olivero se haya satisfecho, feliz y tranquilo. La nigraj vizaĝoj

Breve reseña de la novela utópica titulada La Niña Verde, escrita por Herbert Read, en 1935. Puedes descargar una edición electrónica de www.kclibertaria.comyr.com.

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la palabra “Dejen decir, déjense vituperar, condenar, encarcelar, ahorcar, pero publiquen siempre su pensamiento”. Salud y Anarquía: No es característico de esta publicación, enfocarse en algún tema único, es por eso que decidimos no hacer énfasis en los famosos 200 años de la primera gran farsa, y 100 años de la segunda gran farsa mexicanas, respectivamente. Sin embargo, es imposible hacerlas completamente a un lado, por el carácter crítico de cualquier anarquista. Debido a ello, en algunos textos se hace mención o por lo menos se hace referencia a estos hechos de una manera indirecta, no dando a entender más importancia de la que pensamos merecen, manifestando así, nuestro repudio a tales expresiones patrioteras de mentira masificada. Ya son bien sabidas las dificultades que tiene cualquier compañero anarquista, para hacer propaganda, y como siempre y en cualquier caso, no es diferente en nosotros. Gracias por leer La Vorto número 8, esperamos que encuentren algo interesante. Por último, nos recordamos, que éste puede ser el último número. Y al fin de la comedia... solo el místico romanticismo queda... Día tras día los meses se van no sé ni cuándo ni cómo vendrás Día tras día una espera sin fin Y aún tengo guardado el recuerdo de ti. -------Cómo te extraño me haces falta, … La Revolución de Emiliano Zapata


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l revolucionario viejo y el revolucionario moderno se encontraron una tarde marchando en diferentes direcciones. El sol mostraba la mitad de su ascua por encima de la lejana sierra; se hundía el rey del día, se hundía irremisiblemente, y como si tuviera conciencia de su derrota por la noche, se enrojecía de cólera y escupía sobre la tierra y sobre el cielo sus más hermosas luces.

sario que haya un cambio de gobierno; los hombres que están en el Poder son ladrones, asesinos y opresores. Quitémoslos del Poder, elíjanme Presidente y todo cambiará”. Así habló el buen señor; en seguida nos dio armas y nos lanzamos a la lucha. Triunfamos. Los malvados opresores fueron muertos, y elegimos al hombre que nos dio las armas para que fuera Presidente, y nos fuimos a trabajar. Después de nuestro triunfo

Los dos revolucionarios se miraron frente a frente: el viejo, pálido, desmelenado, el rostro sin tersura como un papel de estraza arrojado al cesto, cruzado aquí y allá por feas cicatrices, los huesos denunciando sus filos bajo el raído traje. El moderno, erguido, lleno de vida, luminoso el rostro por el presentimiento de la gloria, raído el traje también, pero llevando con orgullo, como si fuera la bandera de los desheredados, el símbolo de un pensamiento común, la contraseña de los humildes hechos soberbios al calor de una grande idea. – ¿Adónde vas?, preguntó el viejo. – Voy a luchar por mis ideales, dijo el moderno; y tú, ¿a dónde vas?, preguntó a su vez. El viejo tosió, escupió colérico el suelo, echó una mirada al sol, cuya cólera del momento sentía él mismo, y dijo: – Yo no voy; yo ya vengo de regreso. – ¿Qué traes? – Desengaños, dijo el viejo. No vayas a la revolución: yo también fui a la guerra y ya ves cómo regreso: triste, viejo, mal trecho de cuerpo y espíritu. El revolucionario moderno lanzó una mirada que abarcó el espacio, su frente resplandecía; una gran esperanza arrancaba del fondo de su ser y se asomaba a su rostro. Dijo al viejo: – ¿Supiste por qué luchaste? Sí: un malvado tenía dominado el país; los pobres sufríamos la tiranía del Gobierno y la tiranía de los hombres de dinero. Nuestros mejores hijos eran encerrados en el cuartel; las familias, desamparadas, se prostituían o pedían limosna para poder vivir. Nadie podía ver de frente al más bajo polizonte; la menor queja era considerada como acto de rebeldía. Un día un buen señor nos dijo a los pobres: “Conciudadanos, para acabar con el presente estado de cosas, es nece-

seguimos trabajando exactamente como antes, como mulos y no como hombres; nuestras familias siguieron sufriendo escasez; nuestros mejores hijos continuaron siendo llevados al cuartel; las contribuciones continuaron siendo cobradas con exactitud por el nuevo Gobierno y, en vez de disminuir, aumentaban; teníamos que dejar en las manos de nuestros amos el producto de nuestro trabajo. Alguna vez que quisimos declararnos en huelga, nos mataron cobardemente. Ya ves cómo supe por qué luchaba: los gobernantes eran malos y era preciso cambiarlos por buenos. Y ya ves cómo los que dijeron que iban a ser buenos, se volvieron tan malos como los que destronamos. No vayas a la guerra, no vayas. Vas a arriesgar tu vida por encumbrar a un nuevo amo. Así habló el revolucionario viejo; el sol se hundía sin remedio, como si una mano gigantesca le hubiera echado garra detrás de la montaña. El revolucionario moderno se sonrió, y repuso: – ¿Compañero: voy a la guerra, pero no como tú fuiste y fueron los de tu época. Voy a la guerra, no para elevar a ningún hombre al Poder, sino a emancipar mi clase. Con el auxilio de este fusil obligaré a nuestros amos a que aflojen la garra y suelten lo que por miles de años nos han quitado a los pobres. Tú encomendaste a un hombre que hiciera tu felicidad; yo y mis compañeros vamos a hacer la felicidad de todos por nuestra propia cuenta. Tú encomendaste a notables abogados y hombres de ciencia el trabajo de hacer leyes, y era natural que las hicieran de tal modo que quedaras cogido por ellas, y, en lugar de ser instrumento de La Vorto

... los ideales nuevos. libertad, fueron instrumento de tiranía y de infamia. Todo tu error y el de los que, como tú, han luchado, ha sido ése: dar poderes a un individuo o a un grupo de individuos para que se entreguen a la tarea de hacer la felicidad de los demás. No, amigo mío; nosotros, los revolucionarios modernos, no buscamos amparos, ni tutores, ni fabricantes de ventura. Nosotros vamos a conquistar la libertad y el bienestar por nosotros mismos, y comenzamos por atacar la raíz de la tiranía política, y esa raíz es el llamado “derecho de propiedad”. Vamos a arrebatar de las manos de nuestros amos la tierra, para entregársela al pueblo. La opresión es un árbol; la raíz de este árbol es el llamado “derecho de propiedad”; el tronco, las ramas y las hojas son los polizontes, los soldados, los funcionarios de todas clases, grandes y pequeños. Pues bien: los revolucionarios viejos se han entregado a la tarea de derribar ese árbol en todos los tiempos; lo derriban, y retoña, y crece y se robustece; se le vuelve a derribar, y vuelve a retoñar, a crecer y a robustecer. Eso ha sido así porque no han atacado la raíz del árbol maldito; a todos les ha dado miedo sacarlo de cuajo y echarlo a la lumbre. Ves pues,

viejo amigo mío, que has dado tu sangre sin provecho. Yo estoy dispuesto a dar la mía porque será en beneficio de todos mis hermanos de cadena. Yo quemaré el árbol en su raíz. Detrás de la montaña azul ardía algo: era el sol, que ya se había hundido, herido tal vez por la mano gigantesca que lo atraía al abismo, pues el cielo estaba rojo como si hubiera sido teñido por la sangre del astro. El revolucionario viejo suspiró y dijo: – Como el sol, yo también voy a mi ocaso. Y desapareció en las sombras. El revolucionario moderno continuó su marcha hacia donde luchaban sus hermanos por los ideales nuevos. Cuento escrito por Ricardo Flores Magón, publicado en “Regeneración”.

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Tinta roja sazonada...

CORTA TU CORDÓN UMBILICAL Si todo a tu alrededor carece de sentido. Si te causa dolor el… “tal vez haber sido” Si quieres agua y llena tu boca de arena. Si tu pecho es una fragua En donde forjan tu propia pena…

no. 8, 10 de diciembre 2010

¡Corta tu cordón umbilical sin temor a desangrar! ¡Póntelo en la boca y comienza a andar! Verás un sol distinto que asoma y las cadenas se trocarán en rosas. Serás por fin una persona y no pertenecerás ya el mundo de las cosas.

ENSAYO A SAETA

PAISAJE Un roce en el acaso que se pierde en el ocaso de un “Todo”, que no fue nada. Tinta roja sazonada que se riega por el mundo hasta su corazón profundo. Noches que bordan pacientes con agujas de aquelarre calientes, tristes historia al viento.

¡Corta tu cordón umbilical sin temor a desangrar! ¡Póntelo en la boca y comienza a andar!

Y al nacer el primer día se oyó una voz que nos decía:

Si quieres hacer caricias con tu mano que volvieron puño. Si Anhelas cosechar y careces de terruño.

“Tú eres humano… no levantarás la cabeza, ni deberás alzar la mano ante cualquier símbolo de realeza”.

Si quieres a tu respiración sin controles ajenos. Si deseas a tu corazón Dueño de latidos serenos…

Y una humanidad muriendo de frío.

¡Corta tu cordón umbilical sin temor a desangrar! ¡póntelo en la boca y comienza a andar!

“Rendirás pleitesía así y estés comiendo lodo. Obedecerás en todo y no brotará en ti la Anarquía”. ---------¡Oh, voz de la oscuridad que nadie jamás te vio. Tal vez porque te creó la enfermiza autoridad!

Si eres de los que han buscado la “felicidad” en un diccionario y sólo lo han vislumbrado en tus sueños de visionarios.

Jamás pudo haber sido que un hombre salvador, haya llegado vendido a un tirano dictador.

Montes que desde su cima fría ven las veinticuatros noches del día, la justicia de los injusto.

Si ante todas las cosas anheladas ser tú, solamente. Y no lo que manos odiosas quisieron hacer de tu mente…

Yo quiero un cristo de carne que reparta la tierra con equidad. Que a las potencias desarme y luche a mi lado por la libertad. ---------Y el cantar de esta saeta hace al hombre vibrar, porque dentro de su alma inquieta sabe que no tardará en llegar… ¡Mil cristos de carne que saben labrar!

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La Vorto

Copas arbñoreas formando lamento que desde siglos de antaño, se han incrementado, año con año. Sauces milenarios llorando. Cruces que siguen callando. Gigantes que aplastan lo pío…

Miles de pájaros que soportan las frías cadenas que los aplastan, y por temor, mueren sonriendo. Manos que surcan corriendo los aires con loco afán… Sin saber siquiera adónde van.

Ojos bordados de susto que no creen en lo que observan. Almas que callan aunque sus pechos hiervan. Lejanos horizontes que palpitan delirantes, pariendo ficticios gigantes que tiranizan hasta al roció… Y una humanidad muriendo, muriendo de hastío.


no. 8, 10 de diciembre 2010

Ese día nació él...

En t r e t e n i m i e n t o. . . Sin vocales S ó l o agrega las vocales que creas son las correctas para completar las palabras y, al final, podrás leer la frase completa. Esperamos que te entretengas un rato.

De padres liberales: indígena y mestizo, nació el 16 de Septiembre de 1873, en un pueblecillo del Estado de Oaxaca llamado San Antonio Eloxochitlán. Incanzable luchador por la Libertad, fallece el 21 de Noviembre de 1922, en la penitenciaria de Leavenworth, Kansas, EE. UU.; el anarquista, el revolucionario, el compañero: Ricardo Flores Magón.

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ANARQUISTAS... ¿¿Las pistolas o los libros...

H

ace unos meses, me preguntaron en París varios compañeros de las Juventudes Libertarias que a qué debían dar mayor importancia: si a las pistolas o a los libros. La pregunta será juzgada en bruto por quienes ignoren que es la simplificación de esta otra: ¿evolución, o revolución? Teniendo esto en cuenta, contesté que los libros -es decir: la preparación cultural- hacen obra revolucionaria todos los días, ya que reducen la ignorancia, primer baluarte de la injusticia social, y las pistolas -o sea: la violencia del combate-, tan sólo la hacen un día… si es que tras las manos que las empuñan hay una ética superior a la violencia misma. No hay que amar la violencia, carcoma de nuestro espíritu, ni aspirar a encontrar gloria en ella, porque no hay más que crímenes; es la matriz en que se gesta la autoridad. La violencia sistemática todo lo apaga, todo lo rinde, todo lo estropea, todo lo mata; es una fuerza de retroceso, que vuelve al hombre a su primitiva bestialidad. No hay más progresos sociales que aquellos determinados por la atracción del «vacío de violencia». Quiero decir que donde ésta falta, donde hay paz, tolerancia, libertad; donde no hay fuerzas de opresión, amagos, autoridad, se progresa, se desarrolla cuanto

vive. No es la violencia lo que hace revoluciones, sino la renovación mental, moral, de los hombres mediante largos y laboriosos procesos evolutivos, ya que la renovada mentalidad y las nociones éticas que tales procesos proporcionan se hallan en contradicción con el sistema social mantenido por viejas leyes, por fuerzas que les resultan anacrónicas, brutales, despreciables, contra las cuales acaban por lanzar al hombre, a sectores sociales más amplios año tras año. Sólo es lícito apelar a la violencia en defensa propia: para salvar la vida, la libertad, el pan, el derecho al progreso, cuando estas cosas y otras cien más son, como ahora, amenazadas por la violencia estatal. Hay derecho moral a emprender la intentona revolucionaria, a emprender la guerra a muerte con que se inicia la revolución; pero ese derecho existe solamente cuando la revolución es una empresa liberadora, y no liberticida; solamente cuando tiende a destruir normas y fuerzas opresoras, y jamás cuando es careta de un propósito opresor. Mas, como antes tengo dicho, hasta en el primer caso es peligroso, ya que no ilícito o inmoral, el uso sistemático de la violencia por largo tiempo. Tal instrumento suele acabar por convertir a los hombres La Vorto

en juguetes suyos. Cuanto menos haya que recurrir a él, tanto mejor, y la manera de reducir la necesidad de apelar a la violencia cuando tengamos que llegar al estallido revolucionario consiste en evolucionar mental y moralmente nosotros de tal modo, tan intensamente, que los ejemplos de nuestra vida privada, de nuestra cultura, de nuestra vida colectiva sin normas autoritarias, sin explotación, con efectivo y creciente apoyo mutuo, puedan abrir los ojos de otras gentes a la buena verdad de nuestra causa, y darles prueba de que es posible una vida social más libre y noble que la presente. Quien mejor hace la revolución es quien no la espera, sino la lleva delante, día tras día, dentro de sí, y en su hogar, y entre sus compañeros de trabajo; quien pugna por cultivarse, quien se perfecciona profesionalmente, quien se va haciendo más generoso, quien descubre y goza a diario el placer de hacer algo por los demás; quien vive ahora, dentro de esta sociedad de clases, que empieza a descomponerse, como si ya se hubiera hecho la revolución y viviéramos en una sociedad comunista libertaria. J. García Pradas Londres, septiembre, 1947.

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Ilusraciones

Portada: grabado alusivo a Ricardo Flores Magón. Contraportada: Proud America (Orgullosa América), Gherardo T.

Publicación de distribución y cooperación libre


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