Solidaridad Obrera y El Periodismo de Raiz Acrata - Francisco Madrid

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Solidaridad Obrera Y EL P E R I O D I S M O D E R A Ă? Z Ă C R A T A

Francisco M a d r id

e d ic io n e s s o l id a r id a d o b r e r a


© Francisco Madrid D E LA M E S E N T E EDICION:

Solidaridad O brera Solidaridad Obrera es el órgano de expresión de ¡a Confederado Regional del Treball de Catalunya i Balean

Periódico Solidaridad Obrera

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D is e ñ o y m a q u e ta c ió N :

Enrique [,ópez Marín D E tóSIT O LEGAL:

SE-4B61-2007 IS B N:

978-84-920698-6-6


I N D I C

I

INTRO DUCCION

c a p ít u l o

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7

27

L a cultura anarquista decimonónica 1.1. ¡¡¡Organización!!!

27

1.2. Las bases de !a cultura anarquista

39

1.3. Hacia nuevas formas de organización

42

c a p it u l o

ii

49

Los fren tes de lucha del anarquismo 2 . !. £! íargo camino de la fecuperación

49

2.2. El desarrollo de los grupos de afinidad anarquista

55

2.3. Tierra y libertad. Un grifo de rebeldía

72

c a p ít u l o

i ii

ss

Nacimiento y desarrollo de Solidaridad Obrera 3 .1 . Génesis de Solidaridad Obrera

85

3 .2 . La Federación Nacional de Agricultores

95

3.3. La nueva etapa de Solidaridad Obrera

100

C A P Í T U L O IV

Anarquism o y pistolerism o 4 . ! . El germen fructifica: expansión de Solidaridad Obrera. La etapa valenciana del diario decano de la Confederación

113

4.2. El periódico confederal se exfiende por España

128

4.3. El impado de la revolución rusa: la bokheviración de! anarquismo o la anarquía bolchevique

134


C A P IT U L O V

l«7

L a prensa anarquista y anarcosindicalista fren te a la D ictadura (1923 - i 931) 5.1. La espiral de Solidaridad Obrera. Clandestinidad o lug.ilid.nl una polémica sin sentido

t 67

5-2. Soslayando la dictadura: Generación Consciente-Estudios y la Revista Blanca

I )5

5.3. Revista Nueva: Una nueva dimensión filosófica del anarquismo

181

5 .4 . Anarquismo y sindicalismo Una vieja polémica

184

5 .5 . El anarquismo se reorganiza: Ética e Iniciales .

1.89

C A P IT U L O V I

BS

L a República de los trabajadores 6. t . la prensa anarquista y anarcosindicalista de nuevo en ia brecha

195

6.2. La jauría: apuntes para una historiografía del anarquismo

207

6 .3. La República contra tos Trabajadores

2 14

E P ÍL O G O

231

Hacia elfin a l los periódicos y revistas anarquistas al servicio de la guerra y la revolución

BIBLIOGRAFÍA

221

219


IN TRO D U CCIÓ N

Este ensayo se sustenta en un trabajo anterior sobre el periódico Solidaridad Obrera) T ra té entonces de llevar a cabo un m ero estudió descriptivo del fenóm eno periodístico que supuso el na­ cim iento del sem anario obrero que llegaría a convertirse en un referente sim bólico del anarcosindicalism o español. L o que ahora m e propongo es llevar a cabo un esbozo de lo que podrían ser las líneas m aestras de un estudio sobre el m ovim ien­ to obrero español de ten d e n c ia a n a rq u ista y del p ro p io m ovi­ m ie n to a n a rq u is ta , to m a n d o c o m o h ilo c o n d u c to r el diario obrero, pero tam bién todo el conglom erado cultural que el anar quism o desplegó entonces y continúa desplegando en la ,u tuali dad. N o obstante, este trabajo abarcará únicam ente los primeros seten ta años del desarrollo del an arq u ism o en España, es decir de 1869 a 1939. La historia posterior al gran desastre tiene unas connotaciones radicalm ente diferentes y necesita de una m eto dología m uy distinta. M e serviré tam b ién para realizar este tra ­ bajo de algunas de las ideas que expuse en m i estu d io sobre la

1

Madrid, Paco, «Solidaridad Obrera: sím bolo y mito, de un periódico le­ gendario», en 80 Aniversario: Solidaridad Obrera, 1907-1987, Barcelona, Ateneu Enciclopédic Popular y Centre de D ocum entado H istórica-Só' cial, 1987, pp. 6-43.


ih ih o b u c c io m

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prensa anarquista y anarcosindicalista2 , de r .t lortua no me veré obligado a citarm e reiteradam ente. Conviene señalar que ha habido ya otros intentos tío lijar la h is­ toria del diario obrero en algunos puntos concretos de su trayec­ toria periodística, en algunos casos con una abundante inform a­ ción sobre las vicisitudes del diario obrero.3 Q uizá cause extrañeza m i afirm ación de un estudio sobre el m o­ vim iento obrero, ya que se h an llevado a cabo estudios muy m i­ nuciosos de las diferentes organizaciones obreras4 ; pero no me refiero a ese tip o de h isto ria , sino a rescatar del olvido las sec­ ciones, federaciones o uniones de oficio, que son en definitiva la

2

Madrid Santos, Francisco (1991), L a prensa anarquista y anarcosindicalista en España desde ¡a 1 Internacional hasta el fin a l de la guerra civil. I: Análisis de su evolución, 1869-1930. II: Catálogo cronológico, 1869-1939, Barcelona, Universidad Central, tesis de doctorado dirigida por Josep Termes. Curso 1988-1989. Está publicada en microfichas, pero, para quien esté interesado en su consulta, el Centro de Documentación Histórico-Social de Barcelo dispone de una copia impresa y no hace mucho fiie publicada en Inter■ -tt y puede consultarse en la dirección: www.cedall.org/

3

Citaré en primer lugar la tesis de licenciatura de Dalmases y de Olabarría, Pablo-Ignacio de (1982),passim y también el estudio pormenorizado de J avera, Susana (1992),passim. Esta misma autora ya había publicado ante­ riormente dos artículos sobre esta misma temática. Recientemente y para conmemorar el centenario de la «Solí», Solidaridad Obrera de Barcelona ha editado un número extraordinario dedicado a glosar la historia de la publi­ cación desde sus comienzos hasta la actualidad. También puede consultar­ se la página de Solidaridad Obrera de Badalona: www.cnt.es/soliobrera/, la cual incorpora algunos detalles interesantes en torno al diario obrero.

4

N o es este el lugar para citar las obras que se han escrito sobre este tema, ya que son innumerables, tanto las historias generales del m ovimiento obrero, como las monografías dedicadas a algún período determinado o a alguna región geográfica concreta. Con todo, a lo largo del estudio señalaré aquellas que a mi juicio son las más importantes para el conocimiento del período al que haga referencia.


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IN T R O D U C C IÓ N

liunr Milnr l.i qtir podrem os apoyar nuestras afirm aciones sobre he. Icnilcm iii de los obreros en cada uno de los oficios. Es cier­ to que ya se han hecho algunas incursiones en este sentido5 , pe­ ro con escasos o nulos resultados; las dificultades para esta em ­ presa son innum erables, ya que se carece, por lo general, de do­ cu m en to s de archivo generados por estas organizaciones y a lo sum o p odem os en c o n trar las actas d e este o aquel congreso de alg u n a fed eració n o u n ió n de oficio. L a p rin c ip a l fuente, por tanto, es la prensa periódica, especialm ente la prensa anarquista; pero no deja de ser un trabajo m uy laborioso y de dudosos resul­ tados. N o obstante, pondré m i grano de arena en la edificación de una hipotética historia del m ovim iento obrero a través de sus U niones o Federaciones de oficio. N o m enos extrañeza causará seguram ente la afirm ación siguien­ te de elaborar una h istoria dei anarquism o español; pero al igual que con el m ovim iento obrero, se han llevado a cabo interesan­ tes estudios de las organizaciones anarquistas y anarcosindicalis­ tas, desde la Prim era Internacional hasta la FA1, pasando po r la C N T 6 ; pero, al igual que con el m ovim iento obrero, no conoce­ m os n ad a de la o rganización a n a rq u ista de base, es decir, del grupo de afinidad anarquista y, en mi opinión, sería muy desea­

5

Véase, por ejemplo, Arnabat Mata, Ramón, «El sindicaüsme de sector durant la restaurado. La Federación de Oficiales Toneleros de la Región Española (1871-1904)», en Catalunya i ¡a Restaurado, Congrés Internacio­ nal d'História, Manresa, 1, 2 i 3 de maig de 1992, Mantesa, 1992, pp. 233 241. El estudio más sistemático hasta ahora de una unión de oficio, referi­ do al sector textil, es el de Izard, Miguel (1973), passim.

6

En este caso es igualmente imposible citar todas las obras que de forma parcial o general lian abordado el tema del desarrollo del anarquismo en este país, pero, al igual que para las obras dedicadas al movimiento obrero, iré citando aquellas que a mi juicio constituyen buenos filones para aden­ trarse en las entrañas deí anarquismo o del anarcosindicalismo.

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Ac h a t a

ble p ro fu n d iz ar en el c o n o c im ie n to de estos grupos, porque, entre otras cosas, consiguieron establecer a lo largo y ancho del país, una red de relaciones realm ente asom brosa, especialm ente ten ien d o en cu enta que no hab ía n in g ú n centro directivo que dirigiese o coordinase dichas relaciones. Este proceso de autoorganización, com o verem os con m ás detalle, es el que hizo posi­ ble que se diesen las condiciones más favorables para un desa­ rrollo revolucionario. E sto se logró gracias a la gran proliferación de periódicos y re­ vistas anarquistas que sum inistraban un p u n to de referencia óp­ tim o, no sólo en el lu g ar do n d e se editaba, sino en otras zonas de influencia. Pese a la precariedad de m uchas de estas publica­ ciones que difícilm en te podían su p erar los prim eros núm eros, lograron, en líneas generales, un resultado extraordinario, con­ virtiéndose en un foro de discusión publica y en un centro de relaciones que abarcó a toda la geografía del país. 1)rh id o a Ia im p o rtan cia que los anarquistas concedieron a la informac ión y a la pro p ag an d a, único vehículo disponible para rn u nlnu't la- relaciones con los diferentes grupos y organizacio­ nes, ya que negaban por principio los foros políticos, es decir, el parlam ento y sus instituciones afines, los grupos anarquistas que se form aban se im ponían com o una de sus actividades principa­ les la edición de un periódico o, en su defecto, el apoyo a toda la prensa an arq uista que en ese m o m e n to se editaba. E sta es una de las razones que explican esa ex trao rd in aria proliferación de periódicos y revistas que antes com entaba, pero tam bién se con­ vierten en una inm ensa cantera de inform ación que puede ayu­ darnos a seguir el rastro de m uchos de estos grupos. A ú n podría utilizarse otro m étodo de análisis para elaborar una aproxim ación a la h isto ria y vicisitudes de los grupos anarquis­ tas. E n efecto, en ausencia, casi total, de archivos policiales de la época, podrían utilizarse con bastante provecho las noticias, artí-


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culos y com entarios que publicaban los periódicos de m lo rm ación general o los de otras fuerzas políticas o religiosas. E n las catas que he llevado a cabo en algunos periódicos diarios, com o E l Liberal de B arcelona o E l Pueblo de Valencia he encontrado com entarios m uy jugosos y artículos que tra ta b a n de criticar el anarquism o y lo único que conseguían era reforzarlo aún más, ya que esas supuestas críticas se lim ita b an a ser, en la mayor parte de los casos, meras descalificaciones, usando contra la acracia los tópicos de siem pre. Pero esta es una tarea aún m ás ingrata y se­ ría necesario m ovilizar a un n u m ero so grupo para acom eter la tarea. El m ism o K ropotkín -refiriéndose a los revolucionarios parisi­ nos durante el período crítico de la revolución trancesa- lo seña­ laba, com entando que el «día que se agotó el im pulso revolucio­ nario del pueblo volvieron a la oscuridad y únicam ente quedan los iracundos escritos de sus adversarios para perm itirnos reco­ nocer la inm ensa obra revolucionaria por ellos realizada».7 T rataré ahora de describir, en líneas generales, Jas caractei isticii'. específicas de los periódicos y revistas anarquistas, analizando sus m edios de financiación, los grupos que com ponían la rcdiu ción, así com o los colaboradores asiduos o esporádicos y tam ­ bién los objetivos que perseguía este tipo de prensa. P or lo que respecta a los m edios financieros, la prensa obrera y con ella la an a rq u ista ta n to si era ó rg a n o de expresión de un grupo, sociedad o sindicato, debía procurarse sus propios medios económ icos para su supervivencia. A unque es difícil saber con precisión cuales eran las vías de re­ c a u d a c ió n de fó n d ó s p a ra m a n te n e r vivas las p u b licacio n es anarquistas o anarcosindicalistas, podem os establecer tres p rin ­ cipales fuentes de ingresos y algunas otras secundarias en orden

7

liro.pütkin, Pedro (1976), p. 263.

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a su im portancia. E n ausencia de publicidad que era en definiti­ va el único ingreso v erd a d e ram e n te saneado para la prensa en general8 , la principal fuente de ingresos eran las ventas a través de corresponsales y paqueteros. L e seguía en orden de im p o r­ tancia las suscripciones a individuos, organizaciones y sindicatos y por últim o los donativos y las ayudas solidarias que en m uchos casos salvaban a un periódico de su desaparición definitiva.9 C om o ingresos secundarios figuraban las ventas directas a p arti­ culares. E n ocasiones tam bién se editaban postales o folletos con el fin de recaudar fondos, etc. A unque en algunos m om entos en las publicaciones cenetistas se llegó a disponer que una p a rte de la cuota del afiliado fuera d e stin a d a a en ju g ar el d éficit de un periódico o se creó una cuota ex traordinaria con el m ism o fin, esto afectó casi exclusivam ente al diario Solidaridad Obrera jv se llevó a cabo en casos excepcionales.10 L a p re c a rie d a d e c o n ó m ic a de los p e rió d ico s a n a rq u ista s era constantem ente señalada por sus redactores: [...] Ya comprenderán nuestros compañeros que las publicaciones obreras viven de escasos fondos, pues los trabajadores, faltos del

8

En E l Resumen, 18 julio 1885, analizando las posibles manipulaciones de la estadística del timbre con vista a atraer a los anunciantes, se afirmaba que «la prensa moderna vive del anuncio, único ingreso, verdaderamente saneado que figura en nuestros presupuestos», citado por S. Castillo, «La prensa diaria de Madrid, notas para el análisis de las estadísticas del timbre (18731887)», en Prensa y sociedad en España (18201936), Madrid, 1975, p. 157.

9

El diario «C N T» tuvo dificultades económ icas desde el mismo día que apareció (1932). Debido a ello sus llamamientos a la solidaridad fueron constantes {casi todos sus números los insertaban). Los comunistas critica­ ron acremente este método porque lo consideraban una petición de limos na.

10 Tavera, Susana, (1978), p. 101.


Solidaridad Obrera r el periodismo de raíz achata

m rnoouccióM

dios metal que personifica á la sociedad no podemos darles la vida que deseamos de todo corazón.11

Pero la necesidad de la lucha exigía su aparición a pesar de que los obstáculos fueran m uy grandes: [,..] los obreros fundam os nuestros periódicos para combatir a nuestros enem igos y patentizar nuestras aspiraciones. Estos nacen siempre en lamentable estado de anemia [...]. U nos hombres de­ sinteresados lo cuidan con amorosa solicitud y según lo ven crecer, así crece en ellos la voluntad de luchar y el deseo de vencer.12

O también: Por tercera vez sale Fructidor, siempre con bríos y deseos de luchar. Los que lo redactamos, somos obreros que no contamos más que con nuestra buena voluntad. Materialmente no disponemos de más dinero que el que nos pueden enviar los compañeros que compran el periódico.1-1

Y al obrero p recisam en te com o es lógico iba dirigida la prensa obrera y anarquista. Se daba la circunstancia de que a su analfa­ betism o fuerte obstáculo para la adquisición de un periódico se unía su escaso nivel de ingresos en ocasiones por debajo del m í­ nim o considerado vital. E stas eran las barreras más im portantes que se oponían a la expansión de la prensa obrera, Y tam bién a que su econom ía fuera saneada.

11 E! Grito del Pueblo (San Martín de Proveníais), n.13 (30 septiembre 1886),

8. 12 «•Apología de nuestra prensa», por M anuel M oreno Massa, Fraternidad (Madrid), n.37 (septiembre 1927), 3. 13 Fructidor (Reus), n.3 (24 agosto 1919), 1,


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Solidaridad Obrera

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p e r io d is m o

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r a íz á c r a t a

E n lo que hace referen cia al cu erp o de redacción y a sus cola­ boradores señalaré, que a pesar de que los anarquistas eran cons­ cientes de la in ferio rid ad de condiciones en la que se en co n tra­ ban, en p u n to a propaganda, frente al volum en de la m ism a des­ plegada por la prensa no obrera54 , estaban convencidos de que la bondad y la justeza de los presupuestos de los cuales partían ha­ ría n ta m b a le a r los e d ificio s in fo rm a tiv o s que com o m urallas protectoras se in te rp o n ía n entre ellos y el am plio sector del pú­ blico lector al que iban dirigidas las inform aciones. T enían pleno co n vencim iento de que sus deficiencias p o d ían ser su stituidas con to d a eficacia p o r la v e rd a d y la ju stic ia que a cab aría por triunfar en un m undo de falsedades alim entadas por los circuitos inform ativos de las g ran d es cad en as y rotativos. L a anarq u ista era, pues, u n a p ren sa « m en o r en c a n tid a d , desgraciadam ente* pero la m ayor en calidad, la de m ás valía, p o r la d ig n id a d qüe ó s le n la e n su ru d a y b r illa n te la b o r en pro de la v e rd a d y la justicia»,1' Asi pues, los p erió d ico s o breros, salvo rarísim as excepciones, estaban redactados por un personal no especializado en su gran m ayoría obreros, que ejercían sus funciones de periodistas des­

14 Tavers, Susana (1978), p. 88 nota 10, señala que «la comparado amb el nivell de deserivolupament assolit per la premsa obrera europea és altáment ilustrativa. A Alemáriya i en els primers anys de segle, els 79 periódics socialdemócrates, molts d’ells díáris.ja havien superatel milió de subscriptors» (citando a G. Roth, The Sacia! Democrats in Im perial Germany. A Study oj Working Class Isolation and N ational Integration). Igualmente para el movimiento obrero inglés. Lo que demuestra tanto el escaso grado de desarrollo del sindicalismo en nuestro país en esos años, como la diferente trayectoria del movimiento obrero español en relación al alemán o al in­ glés, 15 Fraternidad(Gijón), 1], 1 (11 noviembre 1899), 1.


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IK T R O O U C C I Ó M

pués de acabada su agotadora jo rn a d a laboral y siem pre de for­ m a totalm ente desinteresada. E l Grito del Pueblo de San M a rtín de P ro v en íais, advertía a sus lectores: C om o los obreros que redactan nuestro humilde semanario se llevan 10 o más horas en el taller, y en las de descanso han de es­ cribirle, no encuentren extraño los suscriptores el recibir este nú mero con un día de retraso...16

Cultura Ferroviaria de M adrid, insiste en esta particularidad: Camarada: los que escriben en este periódico son trabajadores como tú. Conviven contigo en el taller, en la oficina, en la estación, tien en las m ism as n ecesid ades que tú. S ien ten el problem a ferroviario.17

Y La Huelga General de M a d rid rem acha el clavo tic sus m ili dades: L a Huelga Genera! no pagará nada por Redacción y Administra ción, cuyos trabajos efectuaremos los compañeros del grupo editor después de terminada la jornada en nuestros respectivos talleres.18

Por otra parte, la prensa anarquista no era un coto cerrado d o n ­ de expresaban sus opiniones los redactores y la em presa propie­ taria decidía la línea a seguir. Si partim os del supuesto de que el nacim iento de un periódico anarquista, se decidía por cuestiones de oportunidad y que generalm ente iba ligado a una línea gene-

16 n.2 (15 julio 1886), 1. 17 n .l (1 octubre 1931), 1. 18 La Huelga General (Madrid), n.5 (9 marzo 1906), 2.


IN TRO D U CC IO N

¿ o l i d u r i l i a i i O t lr / H \ t i ri .................. nt IMI/ Ai Ha ia

ral de actuación del anarquism o en el scctoi del cual surgía, de pen d ía para su sup erv iv en cia de que dicho sector apoyase sus iniciativas y de que el cu erp o de redacción lo in te rp re ta se c o ­ rrectam ente. D e n tro de esta trayectoria el periódico se convertía en u n a p la ta fo rm a de d isc u sió n en la cual p o d ía n in te rv e n ir cuantos lo deseasen, con las lim itaciones im puestas por el escaso nivel cultural del proletariado que iría elevándose paulatinam en­ te a lo largo del siglo XX. E sta cualidad que hacía que teó ricam en te todos fueran p o te n ­ cialm ente colaboradores im p rim ió a los periódicos anarquistas una frescura que se desp ren d e co nstantem ente de estas colabo­ raciones espontáneas. Poetas y narradores anónim os; cronistas y articulistas surgidos del taller y la fábrica llenaron las páginas de estos periódicos con sus escritos19 . E stos quizá carezcan, en ge­ neral, d e las virtudes y la calidad de una b u en a literatu ra, pero poseen, en cam bio, la belleza de lo espontáneo. E sta interrelación, que hacía del periódico una propiedad colectiva, tenía un efecto beneficioso para el m ism o, ya que en m om entos de apuro, podía contar siem pre con la ayuda de quienes se sentían copartí­ cipes de su trayectoria. E n resum en, el periódico contaba con un cuerpo de redacción m ás o m enos estable y un núm ero de cola­ boradores ilim itado. A l estar sus páginas abiertas a todos, p ro ­ porcionaba la posibilidad de la identificación entre todos aque­ llos que a él se adscribían o a sus tendencias. Los periodistas libertarios no desmayaron en líneas generales en su tarea, a pesar de las dificultades que en su cam ino e n c o n tra ­ ban. E stas fueron cualidades que co m p artiero n todos ellos: g e­ nerosidad, desprendim iento, espíritu de sacrificio y sobre todo fe

19 Un estudio excelente sobre estas particularidades de la prensa anarquista lo constituye ei trabajo de Litvak, LiJv (1981 ),passim.

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t-ii sus ideales que en síntesis era el m otor que m ovía sus corazo­ nes. / Icción Libertaria de G ijó n , en su reap arició n , después de tres sem anas de suspensión, afirmaba: con la misma fe y pasión que entonces, reemprendemos hoy la faena. No importa que cuanto hayamos presenciado en el fenecido 1915 fuera lo bastante para infundir en nuestro ánimo todo menos el entusiasmo y la confianza. Peio, acostumbrados ya a los contra tiempos y fracasos desde que actuamos en el periodismo libertario, nada hay que nos descorazone ni debilite nuestras convicciones. Así, mientras nos sea posible seguiremos adelante.20

H ay aú n o tra cuestión que lógicam ente puede prestarse a co n ­ troversia; se tra ta d e l p ro b le m a de la p ro fesío n alizació n en el ám bito del periodism o ácrata o anarcosindicalista. Las escasas excepciones de em presas e d ito riales an arq u istas m ás o m enos estables, com o la de la fam ilia Urales, en la cual colaboraron p e­ riodistas profesionales com o Julio C am ba o A n to n io A polo, no son en a b so lu to rep re sen ta tiv a s de la te n d e n c ia gen eral de la prensa anarquista, que tuvo que depender siem pre de colabora­ dores esp o n tán eo s y redactores form ados al calor de las luchas obreras, en las cuales el p eriódico era un arm a m ás, com o podía serlo la huelga u otros m éto d o s. El problem a real se plantearía cuando el se m a n a rio Solidaridad Obrera pasara a editarse d ia­ riam ente. D e to d o s m odos, creo que resulta abusivo in ferir de esto hecho u n a tendencia hacia la profesíonalización com o hace Susana Tavera, aunque m atice sus afirmaciones: Però, el que sí acceptaren niés obertament fins i tot els anarquistes individualistes mes acèrrimi -darrera seu estava la seva tendencia

20 n. 46 (7 enero 1916).


IH T R O O U C C IO N

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real vers cl publicisnir vii r >i l i »| •1 1 ■I• .....«|it/.u ni» del pcriodisme obrer confederai. Kl pap.mirili del duri un, inliictors i im i pressori del diari era un pas tini veti una proli-.-ionalii/ació molt pròpia i particular dcls mitjans miai i o siudu alisi rs, però, encara que a l’estil anarquista, professionalit/ació a la ft,JI

Q u e las tareas requeridas p o r un periòdico diario no se podían dejar al arbitrio m ilitante, es algo que no hace falta argum entar, que el personal que realizaba estas tareas tenía que recibir al me­ nos el producto íntegro de su trabajo es indiscutible, pero esto no significa u n a te n d e n c ia a la profesío n alizació n , sino, en to d o caso, el rec o n o c im ien to d e que d e te rm in a d a s tareas n ecesitan una estabilidad que de o tro m odo sería difícil lograr. L o que se tra ta b a de e v ita r es la b u ro c ra tiz a c ió n de las o rg an iz ac io n e s obreras, algo que ya había sido brillantem ente señalado por R i­ cardo M ella a principios del siglo XX.22 T am bién, M iguel Jim énez, en uno de sus m uchos artículos sobre la propaganda, defiende la tesis de que un diario de la organiza­ ción debe tener u n cuerpo de redacción retribuido. Sin em bargo esto no debía hacerse extensivo al resto d e publicaciones de la misma. Este autor era de la opinión de que un sem anario con un d ire c to r retrib u id o era innecesario y c o n tra p ro d u c e n te , ya que conducía al profesionalism o de la pluma.2* Por ú ltim o abordaré los objetivos que perseguía la propaganda an arq u ista en gen eral y su prensa p erió d ica en particular. Los anarquistas españoles se propusieron, entre otras m uchas cosas,

¿1

I tvn a, Siman* ( 1992), p. 32.

)).

I .os i argos retribuidos en las sociedades obreras», Tierra y IAbertad (Mailrid), V, 221 (2 agosto 1903), 2. Reproducido en A l Margen (Valencia), n.S9 (otofto 2006), pp. 10-11.

23 «Ai laracioncs. La Propaganda», Acción Social Obrera (San Fcliü de GuixoU), n.25 (29 diciembre 1928), 2.


S o l i d a r i d a d O b r e r a v i t p e r i o d i s m o o r. r a í z á c r a t a

IN TRO D U CC IÓ N

a u m e n ta r el nivel c u ltu ra l de los cam p esin o s y trab ajad o res; difundir al m áxim o las ideas y hacer de plataform a de coordina­ ción e n tre los d ife ren te s g ru p o s, así com o servir de apoyo a la lucha frontal co n tra el E stad o y e tC a p ita l, dando cabida en sus pág in as a la in fo rm a c ió n de las huelgas y las luchas obreras y cam pesinas. D e hecho, en determ inadas circunstancias, la prensa anarquista fue la única que m antuvo im perturbable la in fo rm a­ ción sobre las huelgas, cuando el resto de la prensa prefería m i­ rar hacia las poltronas del Parlam ento o hacer cabriolas sobre el desarrollo del capitalism o en el país. E n num erosas ocasiones se h an señalado los grandes esfuerzos que los an a rq u ista s h icie ro n en favor de la en señ a n z a 34 , cuyo m otor principal fue la confianza que éstos tenían en que la revo­ lución debía ir estrecham ente ligada a la instrucción y a la difu­ sión generalizada de las ideas25 . L a prensa anarquista se dirigía, pues, principalm ente, a la clase m enos favorecida socialm ente en todos sentidos. C o m o vehículo de in strucción, ta n to com o ti i buna de preparación revolucionaria. E n tre estos dos extrem os,

24 AlvarezJunco, José (1976), pp. 515546; Boyd, Carolyn I’., «Els anarquistes i l'educació a Espanya (18681909)», Recerques (Barcelona), n.7 (1978), 5781. 25 Hay que tener en cuenta que en aquellos años el índice de analfabetismo en España era muy alto y además éste afectaba principalmente a la clase trabajadora, pero sobre todo a los campesinos. En 1877, el 72% de la po­ blación era analfabeta. Treinta años más tarde, en 1910, la proporción to davía superaba el 50 ó 59%. Había además grandes diferencias regionales entre el norte industrializado y el sur agrícola; M a Dolores Samaniego, «El problema del analfabetismo en España (19001930)», Hispania (Madrid), T.33, n.124 (mayo-agosto 1973), 375400; Boyd, art. cit., p. 62. En el congreso comarcal de Andalucía del Este celebrado en Granada en julio de 1883 el presidente cerró el acto con un discurso en el que entre otras cosas dijo: «que la instrucción es la base de la transformación social», E¡Estandarte (Madrid), n.165 (20 julio 1883), 1.

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Solidaridad Obrera y

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e l p e r io d is m o d e r a í z á c r a t a

que perm anecieron invariables a lo largo de todo el período aquí estudiado, oscilaron los diversos periódicos que nacieron y desa­ parecieron al calor de hechos o acontecim ientos determ inados. U nos ponían el acento en el aspecto educativo: Querem os la cultura del Pueblo, para que sea más consciente y mejor. Queremos que el obrero no sea el eterno paria, manejado y escarnecido, vilipendiado en sus intereses y rebajado en su digni­ dad. Deseamos que no sea esclavo del amo, ni del vicio; lo anhela­ mos libre, orgulloso de sí mismo, capaz de un gesto digno y gallar­ do; que lance al abismo para que no reaparezca más, la opresión y la esclavitud, el fanatismo y la tiranía, que acabe para siempre con la inhumana explotación del hombre por el hombre.26

O tro s a c en tu a b an su carácter revolucionario, n a tu ra lm e n te en sentido anarquista; Y porque somos anarquistas, combatiremos con entereza cualquier forma de gobierno del hombre por el hombre, cualquier gerencia social, monárquica o republicana, socialista o aristocrática, imbécil o sabihonda [...]. Liberación viene a la palestra de la lucha por cuanto signifique progreso, emancipación y engrandecimiento de la vida...27

A unque tam b ién había quienes inten tab an arm onizarlos: Esta publicación, representación y eco de la F.L. de M artín de Proveníais, a más de venir a defender los principios anárquicocolectivistas, servirá de instrucción a los trabajadores, pues la mitad

26 Cultura y Acción (Elche), n .l (7 diciembre 1930), 1. 27 Liberación (Elche), n .l (1 mayo 1912), 1.


S o l i d a r i d a d O b rera

y e l p erio d ism o de ra íz á c r a t a

IH T R 3D U C C 1Ó H

de sus páginas son dedicadas a la colección de obras científico filosófico sociales.28

E n cuanto al m étodo, aunque tam bién había divergencias, éstas eran casi in ap reciab les. U n a b u e n a sín te sis del m ism o nos la proporciona Revista Social: El periódico creando opinión unas veces, otras inspirándose en ella. Contestando a la alusión ora; despejando las dudas luego; asentando principios siempre y com batiendo, luchando en todo tiempo sin escoger el sitio ni el enem igo, por el ideal querido, es una buena y excelente arma de propaganda, que reúne la superior co n d ició n de barata, por lo que está más al alcance de los trabajadores.29

C o n sid e rá n d o lo en su evolución h istó ric a , si bien el periódico anarquista m antuvo invariable su objetivo final de destrucción del E sta d o y la su stitu c ió n de la so c ie d a d de ex p lo tació n por otra más justa, sus m étodos variarán en la m edida que se m o d i­ ficaban o se diversificaban las condiciones sociales de las cuales se partía. H asta la desaparición de la F T R E en el año 1888, prácticam en­ te todos los periódicos anarquistas eran p artidarios de la organi­ zación de la Internacional, y en su desarrollo confiaban para al­ ca n za r sus o b jetiv o s. L as d ife re n c ia s e ra n de m a tiz , p ero no cuestionaban la necesidad de organizarse. La introducción del anarcocom unism o en n u estro país, supuso un cam bio radical en la concepción de la organización. Ya no se depositaba una confianza absoluta en una estructuración perfec­

28 E t Grito del Pueblo (San Martín de Proveníais), n.2 (15 julio 1886), repro­ ducido también en números siguientes. 29 «Biblioteca del Proletario», Revista Social (Madrid), n.18 (26 oct. ] 881), 3.


IN T R O D U C C IÓ N

S o h i h i i i t h i J ( ) f » r n i i v i i r u M i t o ii M o ur. m I i A c r a t a

ta de la m ism a, d efen d ién d o se con énfasis la o rganización es­ p o n tán e a y desarrollando de esta form a la teoría de los grupos efímeros30 . C o n la evolución de un sector del anarcocom unism o hacia posturas individualistas se rechaza por com pleto la organi­ zación, confiándose ú nicam ente en la acción del individuo apo­ yado en actos ejemplares. El descubrim iento del anarquism o sin adjetivos?1 con más pro­ p ied ad sin defin ició n e co n ó m ica p o sib ilita ría el desarrollo de m u ltitu d de tendencias d e n tro del m ism o, cuyo período de m á­ xim o esplendor se sitúa en los años iniciales del presente siglo. D esde el llam ado «anarquism o literario»32 , al que se adscribie­ ron con algunas excepciones la práctica totalidad de la genera­ ción del 98, h a sta los g ru p o s n e o m a lth u sian o s33 , pasando por n ietzch ian o s, cuyo órgano m ás rep resen tativ o fue Juventud de

30 La Justicia Humana tic Barcelona sería la primera, a nuestro conocimiento, que desarrollaría esta teoría, vid., «Organización y autoridad» (II), n.8 (25 nov. 1H86), 1. La primera parte de este artículo fue publicado en el n.7 que no ha llegado hasta nosotros. La Revolte del 2 ago. 1886 nos ha conservado algunos extractos del mismo, cit., por Kaplan.Temma (1977), p. 230. 31 La lucha de tendencias que caracterizó los años ochenta se saldó con una fórmula de compromiso que supondría en la práctica la desaparición pro­ gresiva de las ideas colectivistas y la supremacía del anarcocomunismo, pero tendiendo a suprimir adjetivos. La Controversia de Valencia al dirigir­ se a sus lectores decía en el n.2 (17 junio 1893): «Entre los creadores del periódico hay individualistas en mayoría, es verdad, comunistas y colecti­ vistas, pero todos son anarquistas afanosos de la discusión (...) Repetire­ mos: ¡Fuera dogmas! ¡Viva la libre discusión!» 32 Este aspecto ha sido muy bien expuesto entre otros por Clara E. Lida, «Literatura anarquista y anarquismo literario», N ueva Revista de Filología Hispánica (México), XIX, n.2 (1970), 360381 33 La publicación más importante de este grupo encabezado por Luis Bulffi, fue Salud y Fuerza que apareció en Barcelona desde 1904 hasta 1914.


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IN TRO D U CC IÓ N

V alencia14 , o catalan istas de d iverso c o rte , con órg an o s com o A venir o Progrès, am bos de Barcelona. Sin olvidar, por supuesto, las revistas d e c o n te n id o filo só fic o c u ltu ra l, co m o La Revista Blanca de M ad rid o Natura de Barcelona y tam b ién Ciencia So­ cial, en la ú ltim a d é c ad a del siglo X IX . O los p e rió d ic o s de co m b ate, típ ico s de grupos a n a rq u ista s com o E l Productor de Barcelona en sus diversas etapas, Espartaco, en la m ism a ciudad y sus sucesores, E l Mismo y Nuevo Espartaco, etc.35 Pero con el d esp ertar del siglo com ienza tam b ié n a resurgir la idea de o rg a n iz a c ió n . C o m ie n z a n a d e sa rro lla rse sociedades o b rera s, e d ita n d o algunas de ellas sus p ro p io s ó rg a n o s e n la prensa. Se inicia de este m odo un proceso organizativo que cul­ m inará en 1910 con la creación de la C N T . A p a rtir de aquí los periódicos an arq u istas se d iv idirán en dos bloques. Por un lado aparecerán los órganos de] aparato sindical c e n etista y p o r o tro los órganos n e ta m e n te an arq u istas, gene raím ente expresión de algún grupo, aunque en ocasiones la divi sión no puede ser claram ente señalada. P ero en cualquier i a-o todos defendieron la necesidad de la organización. I .as d i l n m cias estrib a b a n en to d o caso en la m ayor o m en o r im plicación con la C N T o en cuestiones de táctica.

34 Afirmaba este periódico en su primer número: «El periódico viene al mundo a volcar todas las ideas que bullen por los cerebros, toda esa sentimentalidad pujante y refinada de la juventud moderna (...) Juventud será, queremos qué lo sea, una protesta, un grito rebelde del pueblo (...) ¿Pro­ grama? jPara qué? Delante tenemos la Vida; detrás los cadáveres que no puedan seguimos», «A! pueblo; a los jóvenes», por la redacción, n .l (4 ene. 1903), cit. por Arbeloa, Revista de Fomento Social (Madrid), XXV11I, 110 (1973), 207208. 35 Sobre estos aspectos del anarquismo ibérico pueden consultarse con prove­ cho las obras de Roselló, Josep María (2003) , passim y Masjuan Bracons, Eduard (2000),/>a.í.«m.

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y el p e r io d is m o

d e ra íz á c r a ta

Pocos órganos a n a rq u ista s se o p u sie ro n de fo rm a d e c id id a al desarrollo del anarcosindicalism o, sin em bargo podem os señalar que Regeneración de L é rid a afirm aba «que el sindicalism o ha dado de sí to d o lo q u e p o d ía dar y ha m u erto defin itiv am en te como instrum ento de estado legal y de estabilidad en la sociedad burguesa», añadiendo que este periódico «nació para ser in stru ­ m e n to d e l c a m in o a seg u ir, e s e n c ia lm e n te re v o lu c io n a rio y anarquista».36 Pero eran fen ó m en o s aislados y no tuvieron un g ran eco e n la prensa anarquista. L a c o rrien te p rin cip al se com prom etió sin reservas en el desarrollo del anarcosindicalism o. E n líneas g en e ra le s he d isp u e sto el p re se n te ensayo de la si­ guiente m anera: E n el capítulo p rim ero abordaré el análisis del desarrollo de la cultura anarquista en el últim o tercio del siglo XIX. E n el capítulo segundo trataré de explicar el auge y desarrollo de los grupos de a fin id ad a n a rq u ista en estos p rim eros años del siglo XX, y trazaré u n a breve histo ria del periódico Tierra y L i­ bertad hasta su suspensión en 1919. E l capítulo tercero estará dedicado a analizar las vicisitudes del periódico obrero Solidaridad Obrera , desde su génesis h asta su suspensión en 1919. A l propio tiem po, adem ás de analizar otros órganos de prensa anarquistas y confederales, prestaré una espe­ cial atención a la Federación N acional de Agricultores. E l período realm ente crucial en el desenvolvim iento ta n to del anarquism o com o del anarcosindicalism o fueron los años llam a­

36 n .l (4 junio 1921), cit:., por Sol Clot, 15 0 años de prensa leridana, Lérida, 1964, p. 411.


S o lid a r id a d O b rrra v n

p rR io o iS M o m

k a íí A c ra ta

IM T R Q D U C C IÓ K

d o s del p isto le ris m o . P o r m i p a rte , sitú o e s ta é p o ca entre el triunfo de la revolución rusa en octubre de 1917 y el ascenso al p o d e r de M ig u e l P rim o de R iv era tras el go lp e de E stad o de septiem bre de 1923. Será el capítulo cuarto. L os años de la dictadura de Prim o fueron m uy desiguales para la pro p ag a n d a an arq u ista, ya que si algunos periódicos y revistas p u d iero n seguir sus publicaciones sin grandes problem as, otros en cam bio fu ero n rad icalm en te su sp en d id o s. E n este capítulo -el q u in to - analizaré, entre otras cosas, la evolución del m ovi­ m iento anarquista, es decir, los grupos de afinidad, hasta desem ­ bocar en la creación de la F ederación A n a rq u ista Ibérica. E ste in te n to de centralizar los esfuerzos de los anarquistas en un ob­ jetivo co m ú n , el d e rro c a m ien to del E stad o , te n d rá su m áxim o p ro ta g o n ism o en los años rep u b lica n o s, esp ecialm en te en los años revolucionarios. L os años de la II R epública, desde 1931 a 1936, que conform a­ rán el capítulo sexto, reflejan un au m en to espectacular del m o ­ vim iento anarquista en todas sus vertientes, cuyo baróm etro más seguro es la g ran p ro life ra c ió n de la p ro p a g a n d a de carácter anarquista, no sólo en periódicos y revistas, sino tam bién en li­ bros y folletos. L a revolución y la guerra lo he considerado un epílogo, ya que la prensa, toda la p rensa en gen eral, p ero ta m b ié n la anarquista, iniciaron una nueva andadura y com ienza ya a aparecer el fenó­ m eno de la propaganda al servicio de la revolución en el caso de los anarquistas y la propaganda belicista en prácticam ente toda la prensa. U n a últim a aclaración antes de term in ar: en las referencias bi­ bliográficas u tilizaré el sistem a que m e parece m ás sencillo y


IN T R O D U C C IÓ N

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p erio d ism o de ra íz á c r a t a

cóm odo cuando se tra ta de confrontai est rilos ajenos. E ste m é­ todo es el siguiente: en to d a referencia bibliográfica se incluirá, en nota a pie de página, el apellido o apellidos del autor o autora seguido del nom bre y a continuación, entre paréntesis, el año de publicación del libro o el artículo en cuestión, seguido de la p á­ gina o páginas en que se halla la cita o la referencia, con estas pistas es m uy sencillo identificar los datos com pletos del libro en el apartado co rresp o n d ien te a la referencias bibliográficas que situaré al final del libro. Si alguna referencia bibliográfica apare­ ce com pleta en las notas es debido a que únicam ente se cita una vez o con el fin de n o sob recarg ar in ú tilm e n te las referencias bibliográficas. E sto m e perm ite aclarar que la bibliografía no será exhaustiva y ni siquiera com pleta. Señalaré ú nicam ente aquellos libros o fo­ lletos que haya utilizado para la elaboración de mi propio traba­ jo.


C A PÍTU LO I

£a cultura anarquista decimonónica

1.1. ¡¡¡Organización!!!

E n líneas generales podem os afirm ar que el ú ltim o tercio del sitólo X IX significó para el m ovim iento an a rq u ista español un lab o ra to rio en el cual se ex p erim en taro n las diferentes form as que iría después p a u la tin a m en te a d q u irien d o la C u ltu ra an ar­ quista en sus tres aspectos fundam entales: el revolucionario, el educativo y el cultural. E sto s tres frentes de lucha del anarquis m o español le proporcionaron su peculiar característica y posibi litaron que fuese asum iendo la hegem onía en el panorama revo lucionario, llegando a ser, sin duda alguna, el único movimiento que se p ro p u so se ria m e n te la tra n s fo rm a c ió n social, desde la vertiente antiautoritaria. N o obstante, conviene señalar que uno de los prim eros laborato rios experim entales en el que fueron ensayadas diferentes formas organizativas por parte de las diversas tendencias políticas im ­ plicadas, fue la revolución francesa. D e ésta, pocos autores han subrayado el aspccto popular que com enzó a m ostrar a partir de 1793. D e entre éstos cabe destacar a K ropotkin y a Daniel G u e -


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H tu lo i

Solidaridad Obrera y

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ra íz ácrata

riní7 . A m bos, en sus análisis sobre la m ism a, han puesto el én­ fasis en el papel jugado p o r las masas de m odo espontáneo. El prim ero alude a los «anarquistas»38 «un partido de desorgani­ zadores que tiende a disolver la República desde su cuna», según palabras de Brissot39, quien especifica en otro lugar que «los d e ­ sorganizadores son los que quieren nivelar todo: las propiedades, el bienestar, el precio de los artículos de consum o, de los servi­ cios prestados a la sociedad, etc.; que quieren que el obrero del cam po reciba la paga del legislador; que quieren nivelar hasta los talentos, los conocim ientos, las virtudes, porque carecen de todo ello».40 Para K ropotkin, «los anarquistas no constituían un partido [...]. E ran revolucionarios disem inados por toda la nación; hom bres com pletam ente dedicados a la Revolución, que com prendían su necesidad, que la am aban y trabajaban por ella».41 Pero lo que m ás nos interesa d estacar es su m odo de acción, su form a de organizarse. «M uchos de ellos se agruparon alrededor del M unicipio de París, porque todavía era revolucionario; otros

37 Kropotkin, Pedro (1976). Este libro fue editado simultáneamente en fran­ cés e ingles en 1909. D e inmediato se tradujo a otros idiomas. La versión española corrió a cargo de Anselm o Lorenzo y fue publicada por las edi­ ciones de La Escuela Moderna de Barcelona en dos tomos, Guerin, Daniel (1968). La primera versión de este libro, mucho más reducida, apareció en 1946. En 1974 se publicó en castellano una versión reducida con el título: La lucha de clases en el apogeo de ¡a revolución francesa. 38 Este término fue acuñado por Brissot miembro de la Gironda en la C on­ vención en sus folletos: J.P. Brissot... á ses commettants..., s.d. [22593], B.N., Lb41/652 y A todos los republicanos de Francia, sobre la Sociedad de los Jacobinos de París, s.d. [241092], cit., por Kropotkin (1976), 260 y sgs. 39 J.P Brissot... a ses conminantes, cit., por Kropotkin (1976), 261. 40 A todos los republicanos..., cit., por Kropotkin (1976), 262. 41 Kropotkin (1976), 263.

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C A P IT U L O I

pertenecían al club de los F ranciscanos; algunos h ab ían ido al club de los Jacobinos; pero su verdadero terreno era la acción, y sobre todo la calle. Veíaseles en las'trib u n as públicas de la C o n ­ vención, desde donde dirig ían los debates; su m odo de acción era la opinión del pueblo, no «la op in ió n pública» de la burgue­ sía; su verd ad era arm a, la in su rre c c ió n y con ella ejercían in ­ fluencia sobre los diputados y sobre el poder ejecutivo».42 Luego verem os con más detalle que los grupos anarquistas anarcocomunistas asum irán en parte consciente o inconscientem ente esta h eren cia, p ero con la d ife ren c ia esencial de una to m a de conciencia en lo que se refiere a las posibilidades revolucionarias de una organización no autoritaria. Si existe alguna característica especial que nos p erm ita identifi­ car a la In tern acio n al española, é sta sería in d u d ab lem en te que fue la única que logró encuadrar en sus filas a todo el m ovim ien­ to o b rero o rg a n iz a d o . E fe c tiv a m e n te , e n tre 1869 -a ñ o de su c o n s titu c ió n o fic ia l c o m o F e d e ra c ió n R e g io n a l E s p a ñ o la (F R E )- y 1H74 -a ñ o en el que Pavía dio su golpe de E s ta d o -, todos los esfuerzos que se h iñ e ro n p o r organiza! a los trabaja dores al margen de la Internacional fracasaron C'.iivptlusamenie El h istoriador Josep T erm es lo recoge con estas palaluaa mi hih que se observa una extraña tensión: El prestigio y la fuerza de la Internacional forzaban a adherirse incluso a las sociedades menos dispuestas a aceptar el apoliticismo o el radicalismo social. E l sodetarism o fracasó al no conseguir crear una organización obrera independiente, y al no poder mante­ ner alejados de la In tern acion al a los grupos estrictam en te sindicalistas.43 42 Ibid. 43 Termes Ardévol, Josep (1977), 179.


S o lid a r id a d

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Y u n poco m ás adelante este m ism o historiador rem ach a sus opiniones: Los grupos que fiaban la mejora de la sociedad en la difusión del cooperativismo o en la aplicación de las leyes sociales dictadas por el poder público, no llegaron a estructurar una organización gene­ ral distinta de la Internacional.4,1

N o o b stan te, y a pesar del d esconocim iento que ten em o s de la base obrera, com o ya señalaba en la introducción y con bastante poco c riterio a m i ju ic io , ya q u e todavía se conoce m uy poco sobre las diferen tes F ed eracio n es o U n io n es en que quedó es­ tru c tu ra d o el m o vim iento obrero in tem acio n alista, desconoci­ m iento aún m ayor si tenem os en cuenta la época en que M anuel N úñez de A renas escribió sus notas sobre el m ovim iento obrero español, éste afirm a, sin em bargo, que «durante el p erío d o que pudiéram os llam ar próspero de la Internacional hubo en E spaña un m ovim iento de resistencia perfectam ente caracterizado que o no e n tró o si entró no arraigó en aquel organism o, y este m ovi­ m iento radicaba principalm ente en Cataluña».45 L a otra peculiaridad que caracteriza a la Intern acio n al española reviste u n a im p o rta n c ia aún m ayor, p o rq u e p ro p o rc io n a rá al anarquism o español, en su desarrollo, una fuerza social sin pa rangón. P ro p o rc io n ó al m ovim ien to obrero, cuyo d e sarro llo arranca de la primera asociación obrera que se formó en 1840, una estructura racional y le dotó de un programa sólido siguien­ do lus premisas del colectivism o bakuninista. El edificio organi­ zativo que la Internacional española intentó poner en pie -y en 4-1 Termes Ardévol, Josep (1977), 244-245.

45 N úñez de Arenas, M anuel (1916), 586, cit., porTerm es Ardévol, Josep (1977), 243, nota 114.


Obrera

y el p e r io d is m o

de

ra íz á crata

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parte co n sig u ió - resulta so rp re n d e n te . D efin ió las estru ctu ras políticas de la Internacional y las estructuras sociales de la orga­ nización obrera con un rigor casi m atem ático, y esta estructura sería la que debería ocupar el lugar de las instituciones caducas y p o d rid a s de la in ju sta so cied ad c a p ita lista . Es decir, u n a vez com pletada la organización social, cuando todos los trabajadores se hallasen perfectam ente encuadrados en sus respectivos pues­ tos, la revolución sería un hecho.46 N o obstante, todos estos esfuerzos tenían sus lim itaciones, y una de las m ás im p o rta n te sería el escaso g rad o de desarro llo del proletariado español, unido a la represión que constantem ente se abatió sobre la organización internacional. E l propio A nselm o L orenzo, en sus conocidas m em orias, som ete a u n a dura crítica este en tram ad o organizativo alegando que era difícil que fuera com prendido por todos, m áxim e si tenem os en cuenta el grado tan alto de an a lfab e tism o que ex istía e n tre los o b rero s y que además era im posible que «hubiera núm ero suficiente de hom bres y m ujeres capaces de poner en actividad tantas comisione', adm inistrativas de estadística, de correspondencia, de propagan da, ni el estado m iserable del tra b a ja d o r perm itía c o ti/.n paia soportar los gastos consiguientes a tal organismo».47 Pero esta crítica m uy justa en m uchos sentidos hecha a bastant es años de distancia, no tiene en cu enta que a pesar de todas las

46 Véase el artículo «Las instituciones actuales de la Internacional, bajo el punto de vista del porvenir», por L'Internationale de Bruxelles, La Solida­ ridad (Madrid), I, 8 (5 mar. 1870), 1, publicado por los intemacionalistas belgas. Una explicación más detallada de estos importantes aspectos se encuentra en la introducción que yo mismo preparé para \.\ Antología D o­ cumenta! de!Anarquismo Español. Volumen 1: Organización y revolución: De ¡a Primera Internacional al Proceso de Montju'ic (1868-1896) (2001), pp. 25 ysgs. 47 Lorenzo (1974), pp. 298299.


Solidaridad Obrera y

f. l p e r i o d i s m o d e

ra íz á cra ta

dificultades, no solo económ icas o sociales, sino tam bién repre­ sivas, la In te rn a c io n a l española logró p o n e r en pie un edificio cuya solidez el tie m p o se encargaría de p o n e r a prueba. Pero sobre todo parece ignorar el hecho de que contem poráneam ente m uy pocas voces se alzaron eñ contra de la m ism a. A l contrario, si pudo llevarse a efecto fue porque tácitam ente todos estuvieron de acuerdo con la estructura.48 E n efecto, la estru ctu ra diseñada por los intem acionalistas ado­ lecía de una fuerte tendencia a la burocratización y este aspecto se vería con m ucha m ayor claridad en la continuación de la I n ­ ternacional española entre 1881 y 1888, tras siete años de dura d ictadura entre 1874 y 1881- y de forzosa clan d estin id ad ; sin em bargo, a pesar de la m ism a, las estru ctu ras organizativas del m ovim iento obrero siguieron funcionando, con m ayor o m enor dificultad, y esto perm itió que en .1881, tras una tím ida apertura política, de nuevo se reorganizara la In tern acio n al española, en esta ocasión ad o ptando el nom bre de Federación de T rabajado­ res de la R egión E sp a ñ o la (F T R E ). Su ten d e n c ia ideológica seguiría siendo el colectivism o b a k u n in ista y el p ro g ram a que

48 Las críticas que podrían hacerse a una concepción organizativa de este género son innumerables. Pero en mi opinión no son las más importantes las apuntadas por Lorenzo; sino más bien las relacionadas con la consecu­ ción del objetivo revolucionario que perseguían los intemacionalistas. Los anarquistas italianos, sobre todo Errico Malatesta, se encargarían de desa­ rrollarlas a tenor de la evolución del movimiento obrero (véanse las sesio­ nes del congreso de Berna de 1876, en La Première International (19621971), IV, 494). En un sentido parecido se expresa la única opinión dis­ cordante que conozco: «Nosotros necesitamos menos modos de organiza­ ción, ó no necesitamos más que uno, por mejor decir, para llevar al hecho nuestra idea; y aquel será el mejor que menos cierre el paso con su admi­ nistración exclusivista a la propaganda general de nuestros principios revo­ lucionarios». cfr. La Federación (Barcelona), 162 (21-9-72), 2-3.


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a d o p tó sería casi id é n tic o al q u e se ad scrib ió la o rg an izació n precedente. La única diferencia quizá se encuentre en la paulatina burocratización de la organización que im perceptiblem ente fue o to rg an ­ do a la C o m isió n F ederal (C F ) un peso específico m ayor de lo que teóricam ente le correspondía. Se produjo de este m odo una mayor centralización, aunque en teoría se seguía m anteniendo la autonom ía de las secciones y la independencia de sus resolucio­ nes. E ste proceso de b u ro cra tiz ac ió n explica, en parte, que los restos de la fracción m arxista, con stitu id o s en p a rtid o en 1879 con el nom bre de P artido D em ocrático Socialista O b rero E sp a ­ ñol (P D S O E ) a cuyo frente se situó Pablo Iglesias, no encontra­ ran su espacio social y m u c h o m enos p o lític o . Su in te n to de crear en 1882 «una especie de Federación N acional de O breros» se vio abocada al fracaso49 , T an sólo con la desaparición de la F T R E en 1888, un nuevo in te n to de aquellos encontró tím idas respuestas que dieron nacim iento a la U nión G eneral de T raba­ jadores (U G T ). E s de to d o p u n to lógico que la c e n tra liz a c ió n excesiva de la F T R E provocara recelos que se m a n ifestaro n casi enseguida. Los prim eros en frentam ientos que tuvieron lugar respondieron principalm ente a cuestiones de táctica. Se manifestaron tímida m ente en el congreso de B arcelona en 188 I ™ . Aunque sin que podam os llegar a saber exactam ente en que consistían, es de su p o n er que se referían al tip o de organización que se in te n ta b a estructurar, considerada, en líneas generales, excesivam ente au­ toritaria y centralista.

49 Se trata de la «Asociación .Nacional de los Trabajadores de España», cfr., Morato (1976), pp. 93-94. 50 La delegación andaluza de Arcos de la Frontera fue la que dio la nota dis­ cordante. Véase, Nettlau (1969), 406.


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S o lid a r id a d O b re ra

r * i. p h í i o d i s m p d e r a í z á c r a t a

Se argum entaba tal com o se puso de m anifiesto en el desarrollo posterior que la C F poseía atribuciones excesivas que suponían una injerencia abusiva, cuestionando la autonom ía de las seccio­ nes y federaciones locales. L a práctica de u n a o rganización pú b lica y legal, p ro n to chocó con las prácticas revolucionarias, profusam ente em pleadas por los cam pesinos andaluces. Las tensiones latentes entre una con­ cepción legalista de la organización y la actuación secreta de la m ism a, rem iniscencia del p eríodo de clan d estin id ad , p ro n to se evidenciaron, provocando a p artir de 1883 una crisis interna que se iría agudizando hasta desem bocar en su disolución en 1888. A unque la p ráctica to ta lid a d de los h isto riad o res h an venido repitiendo, con mas o m enos acierto, que las luchas entre com u­ nism o y colectivism o provocaron las crisis internas de la F T R E , su decadencia y finalm ente su desaparición en 1888, parece m u ­ cho más probable que su lenta decadencia fuera consecuencia de sus propias contradicciones in tern as, especialm ente si tenem os en cuenta que el anarco-com unism o no se introdujo en E spaña hasta m ediados de la década de los ochenta, cuando ya la F T R E se encontraba herid a de m uerte. A dem ás, esta lenta decadencia explicaría la virulencia que en nuestro país adquirió el enfrenta­ m iento ideológico entre colectivism o y com unism o, que ú n ica­ m ente finalizaría con la fórm ula neutra del «anarquism o sin ad­ jetivos», aunque en la práctica significó la práctica desaparición del colectivismo.


Solidaridad Obrera v e l

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El p rim e r órgano anarcocom unista en la prensa La Justicia H u~ mana 51 decía textualm ente: Somos anarquistascomunistas y venimos por medio de la prensa a propagar estas ideas [...]. N o som os partidarios de organizar en sentido positivo a las clases trabajadoras, aspiramos a una organi zación negativa. Anarquistas en toda la extensión de la palabra sin formar un cuerpo manejable, que lo mismo pueda servir en benefi­ cio que en prejuicio del objeto para que fue creado...52

D ejaba bien claras las diferencias que les separaban de sus o p o ­ nentes anarcocolectm stas: Somos comunistas anárquicos y por consiguiente enemigos de la propiedad individual que los colectivistas determinan en el produc­ to íntegro del trabajo de cada uno (...) D e la escuela colectivista nos separa el que santifica la propiedad individual que resulta del trabajo de cada uno...53

Q u izá la im p o rta n c ia de este p eriódico además de abrir bnvlia en el cam ino de penetración del anarcocom unism o radique en la elab o ració n po r p rim era ve-/ en España de los planteamiento'.

51 Este periódico com enzó a publicarse en abril de l M H í j en llaivelun.i. Se trasladó a Gracia en noviembre, desapareciendo casi inmediatamente. No hay datos precisos de la intervención de Emilio 1 lugas y Martín Horras en su redacción, pero lo más probable es que así fuera. Emilio Mugas, sastre y Martín Borrásjavé, zapatero, afiliados ambos a la Internacional desde su primera época, tuvieron una participación muy destacada. Con toda prohabilidad fueron los impulsores y redactores de los primeros periódicos anarco-comunistas: L a Justicia Humana y Tierra y Libertad. 52 «Nuestros propósitos», 1 (18 abril 1886), l 53 «El hombre lo es todo», id., 12

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teóricos de los «grupos de afinidad anarquista» que tanta im por­ tancia tendrían en el m ovim iento anarquista: En el artículo anterior hemos visto que los individuos podían llegar a agruparse y a entenderse en la organización que se originaría de sus relaciones diarias, sin que fuese precisa entre ellos la existencia de una autoridad, por el mero hecho de agrupamicnto y reunión de las afinidades, de las mismas tendencias, del mismo objeto que se quiere conseguir.54

El escaso apoyo y arraigo de esta ideo lo g ía en E sp a ñ a en esos m om entos, explicaría su co rta duración: ocho núm eros, con dos meses de intervalo entre el últim o y el anterior. C'.im ilos utos mas tard e, volvieron a e d ita r un perió d ico que alcanzó u n a m ás larga d u rac ió n y al que pusieron po r titu lo de cabecera un n om bre ya m ítico, el cual con el correr de los años se convertiría en el órgano «oficioso» de los grupos anarquistas y posteriorm ente sería el órgano de la FA I: Tierra y Libertad?5 E n sus páginas los anarco-com unistas pusieron po r prim era vez en E spaña las bases teóricas de los grupos anarquistas que tanta im p o rta n c ia tu v iero n en las c u a tro p rim eras décadas del siglo XX.

54 «Organización y autoridad», La Justicia H um ana (Barcelona), 8 (25 nov. 1886), 1. El número 7 de este periódico donde desarrollaban ampliamente estas ideas no ha llegado hasta nosotros 55 Este periódico, desde el n.10 (6X 1888), hasta su desaparición en el n.23 (8V111889), ocupó parte de sus columnas en explicar su concepción de la organización con el título: «Anarquía y organización». En próximos capí­ tulos veremos con más detalle la evolución de este periódico que se con­ vertiría en un fuerte bastión de la lucha anarquista, flanqueando y refor­ zando la labor de Solidaridad Obrera y demás periódicos anarquistas o anarco-sindiealistas.

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La base de toda organización no au toritaria debe ser necesaria­ m ente el individuo, el in terés nacido en éste de co m unicar sus ideas, sus necesidades, o sus im p resio n es a o tro s individuos le acercará a aquellos que tengan sus m ism os problem as y aspira­ ciones, es decir, aquellos que le sean afines. Se h a b rá de este m o d o c o n s titu id o el g ru p o , sin que p ara su creación hayan sido precisas o tra s leyes que las naturales. D el m ism o m odo, tam poco será necesario, en ab so lu to , establecer otras para su conservación. El g ru p o p e rm a n ec e rá c o n stitu id o m ientras subsistan las causas que le hicieron nacer y la fuerza de repulsión de los individuos del grupo no sea m ayor que su atrac­ ción. U na de las principales características del grupo anarquista es que cualquier individuo integrante del m ism o se halla siem pre en la plenitud del derecho a desplegar todas sus facultades naturales sin que sea necesario para ello estar sujeto a m ayorías o m in o ­ rías. La libertad del individuo en el seno del grupo no puede ser coartada bajo nin g ú n concepto. N adie debe d ictarle leyes para regular sus acciones. Su propia disposición a p erm anecer in te ­ grado en el g rupo será la que regule el trato con los dem ás. P ar­ tiendo de esta teoría, la propensión de cualquier individuo a im ­ ponerse a los dem ás por la fuerza se verá c o n tra rre sta d a p o r la fuerza de los que la rechazan, resu ltan d o de ello el equilibrio orgánico del grupo. El objetivo del g ru p o una vez c o n stitu id o d eb e ser necesaria­ m ente la extensión de la propaganda y contribuir con su esfuer­ zo al abatim iento de cuanto se oponga a la m archa de la revolu­ ción. N atu ralm en te procurará ponerse en co n tacto , no solo con grupos de su localidad, si los hubiera, sino con los de otras loca­ lidades. E n p u n to a propaganda, es lógico que se pro p o n g a la creación de u n a biblioteca, de un p erió d ico , hojas im presas o bien la p ro p ag an d a oral con el fin de p ro m o v er la creación de

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nuevos grupos o sim plem ente com o grupo de acción revolucio­ naria, procurándose adem ás m edios adecuados para el com bate. Si un grupo es pequeño es fácil entenderse. Las dificultades de en te n d im ie n to a u m e n tan en la m edida en que el grupo se am ­ plía y se hace más g rande. E sta dificultad se resuelve haciendo que todos los p en sam ien to s y actividades tengan cam po de ac­ ción. El individuo es libre de poner en acción sus pensam ientos sin te n e r que co n su ltar a n adie, pero si decide com unicar sus iniciativas será por propia voluntad y sin im posición de nadie. E n lo que se refiere al m o d o de reunirse y discutir, los anarcocom unistas rechazan po r com pleto la idea de que necesariam en­ te de cada reunión deban salir acuerdos y la m ayoría debe im po­ nerse a la m inoría por la sola razón de su núm ero. E n el caso de que en una discusión sobre un proyecto cualquiera hubieran dos 0 más opiniones divergentes, la solución sería que cada una de ellas la pusiera en práctica, de lo cual resultaría dado que todos concurren al mism o fin un beneficio para todos. E n lo tocante al p roblem a financiero, éste debe ser resuelto por la a p o rta c ió n v o lu n ta ria de cada in d iv id u o , sin c u o ta s fijas. Siendo la a d m in istra c ió n de los grupos com petencia exclusiva de cada uno de ellos. T odo lo dicho sobre la relación entre individuos de un m ism o grupo, puede hacerse extensivo a la relación entre los grupos de una m ism a localidad. L a necesidad de com unicarse, de ponerse en relación unos con otros, les empujará a reunirse entre sí, sin que para ello fuera necesario un com ités de coordinación o cosa parecida. Lo superfino de esc organism o era evidente para los ■ni.uvot om im istav Si éste no tiene ningún tipo tic atribuciones es absolutamente innecesario y si alguna se le concede se haría en detrimento de la autonomía de los grupos. Igual ocurre si se 1rata de relaciones con grupos de distin ta localidad. Son innece­ sarios com ités de relación cuya única tarea teó ricam en te sea la

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Ac r a t a

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elaboración de estadísticas, ya que éstas p u e d e n ser llevadas a cabo p o r cualquiera que lo desee. L os grupos son perfectam ente libres de m antener correspondenciaJcon cuantos grupos deseen y su propia dinám ica los llevará a ello. Sin n in g ú n género de dudas, es un p ro g ra m a sencillo, basado fu n d a m e n ta lm e n te en la esp o n ta n e id a d , pero d e m o stra rá una extraordinaria eficacia -com o verem os luego con más detalle- a la hora de estructurar una organización sólida antiautoritaria. L a fractura de la F T R E en 1888 dará paso a dos organizaciones netam ente diferencias: una de carácter económ ico que se d en o ­ m inará Pacto de U nión y Solidaridad y la o tra de carácter políti­ co-social que tom ará el nom bre de O rganización A narquista de la Región E spañola (O A R E ). El desarrollo de esta últim a nos es com pletam ente desconocido, aunque su actuación es indudable, de otro m odo sería inexplicable el resurgim iento del anarquism o a partir del inicio del siglo XX; en cuento a la prim era, participó activam ente en los prim eros de mayo que se convocaron a partir de 1890, en que se organizó el prim ero de ellos y aunque a partir de 1893 desaparecen prácticam ente las noticias que de esta o r­ g an izació n nos h an llegado, co n tin u ó fu n cio n a n d o , porque la volveremos a encontrar en los albores del siglo XX.

1.2. Las bases de la cultura anarquista

En la prim era etapa de la Internacional española, la propaganda anarquista se lim itó casi exclusivam ente a la prensa, editándose diversos periódicos intem acionalistas. E n tre ellos cabe destacar La Federación que em pezó a editarse en B arcelona en agosto de 1869 y, salvo un breve p eríodo de su sp en sió n , cu b rió to d o el período del sexenio hasta el golpe de E stad o de enero de 1874; La Emancipación , que com enzó a editarse e n M a d rid com o ó r­


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gano «oficioso» de la Internacional en 1871 y que, tras la llegada de Paul L afarg u e a E s p a ñ a , se d e c a n tó ráp id a m e n te del lado m arxista; E l Condenado, ta m b ié n de M a d rid , obra de T om ás G onzález M orago que pretendía contrarrestar las inform aciones tendenciosas del órgano m arxista. Tam bién se publicaron portavoces de las U niones de oficio, pero excepto h a Revista Social, ó rg an o de la U n ió n M an u factu rera, con bastante poca fortuna. Por lo que respecta a la educación, los intem acionalistas españo­ les la tuvieron siem pre presente y le dedicaron todos los esfuer­ zos posibles para alcan zar lo que entonces se d enom inaba u n a enseñanza integral. E n el C o n g reso de C ó rd o b a, celebrado a finales de 1872, se recalcó la im portancia de la enseñanza, acor­ dándose el establecim iento de escuelas intem acionalistas, cuyos lib ro s y m a e s tro s p r o c e d ie r a n de la F e d e ra c ió n R e g io n a l Española.56 Según el portavoz «oficioso» de la F T R E , uno de los principales medios de educación y cultura es el libro, así lo reconoce la prác­ tica. E l libro, sin em bargo, es caro p o r barato que sea, a los que no ganan lo suficiente para comer. E l periódico, creando op in ió n unas veces, otras inspirándose en ella, co n te stan d o a la alusión ora; despejando las dudas luego; asentando principios siem pre; com batiendo, luchando en todo tiem po sin escoger el sitio ni el enem igo, por el ideal querido, es una buena y excelente arm a de pro p ag an d a, que reúne la supe-

56 Efectivamente el Ateneo Catalán de la Clase Obrera editó en 1872 el libro E l Ariete Socialista Internacional para sus escuelas y lo recomendó a las Secciones de la Internacional. Está constituido por una colección de afo­ rismos, noticias y conocim ientos útiles para la infancia; en él se intenta poner de relieve las injusticias sociales al mismo tiempo que defendía eí »politicismo y el colectivismo.


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I rior co n dición de b arato , p o r ló que está m ás al alcance de los trabajadores. Pero el libro y el p e rió d ico se c o m p le m e n ta n , y si el libro es a precio de coste, sin duda alguna que uno y otro pueden producir muchos y buenos resultados.57 A unque la publicación de libros anarquistas no alcanzaría gran­ des proporciones h asta com ienzos del siglo XX, en esta década com ienzan ya a crearse algunas edito riales m odestas, g en eral­ m ente asociadas a algún periódico, com o Revista Social o Tierra y Libertad. E sto perm itió que la difusión de las teorías anarquis­ tas fuera m ás am plia. N o o b stan te, estos p rim ero s in ten to s de elaborar úna cultura anarquista a través del libro no pasaron de hacer propaganda de las ideas anarco-colectivistas o anarco-com unistas. M u c h a m ayor im p o rta n c ia en el aspecto cu ltu ral cobrarían los dos C ertám enes Socialistas que fueron celebrados en este perío­ do58 . E n ellos se recogería una am plia m uestra de la elaboración teó rica del a n a rq u ism o , ju n to a u n a selección de trabajos que abarcaban diversos aspectos de interés sociológico, artístico o literario. 57 Así se expresaba Revista Social (Madrid), 18 (6 octubre 1881), 3, al anun­ ciar la creación de «La Biblioteca del Proletario», que publicó libros como, Estudios filosófico sociales de Josep Llunas o el Alm anaque para 1883, con «escritos útiles a los proletarios». 58 El primero se celebró en Reus en 1885, organizado por El Centro de A m i­ gos de Reus y el segundo en Barcelona los días 10 y 11 de noviembre de 1889 en honor de los mártires de Chicago, organizado por el grupo «11 de noviembre». Ambos certámenes fueron editados en libro y reeditados pos­ teriormente. Primer certamen socialista, organizado por el Centro de Amigos de Reus, Reus, Centro de amigos de Reus, 1885, XIl-t-576 páginas, y Se­ gando certamen socialista, celebrado en Barcelona el día 10 de noviembre de 1889 en el Palacio de Bellas Artes (¡Honor a los mártires de Chicago!, Grupo •Once de Noviembre»), Barcelona, «La Academia», 1890, 440 páginas.

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E n el tem a de la ed u c ac ió n , la F T R E siguió abogando po r la constitución de escuelas laicas, recoincndando a las Federaciones Locales el establecim iento de las m ism as.59 Pero el p ro ta g o n ista in d isc u tid o siguió siendo el periódico. Su p ro life rac ió n en e ste p e río d o fue espectacular. E n tre 1881 y 1888 se p ublicaron alrededor de 50 cabeceras diferentes, porta­ voces de algún grupo, órganos oficiales de alguna U nión de O fi­ cio o sim plem ente instrum entos de propaganda anarquista.

1.3. Hacia nuevas formas de organización

Los ú ltim o s diez años del siglo X IX h an sido calificados en la historia del anarquism o com o la «década terrorista». N adie pue­ de poner en duda que existieron atentados efectuados po r anar­ quistas, el más espectacular de los cuales fue sin duda el de San­ tiago Salvador60. Pero hacer de ello el eje de toda una década en la historia del m ovim iento m e parece tendencioso. Resulta evidente que la práctica organizativa anterior había con­ vulsionado los m edios anarquistas im pulsándolos hacía prácticas m ucho m ás espontaneístas que golpeasen de form a contundente la estructura de la sociedad capitalista. Se form aron num erosos

59 Por ejemplo en e! congreso de Sevilla (1882) se hacía especial hincapié en esta cuestión, cfr. Nettlau (1969), p. 4<)0. 60 Kti la noche del 7 de noviembre de 1893 se inauguraba la temporada de ópeiu del Liceo han rlonéfi, con l.i representación de Guillermo Tcll. Al mu el segundo m ío fueron arrojadas dos bombas «Orsini» ,il patio de b t i t u i . r , h ó I o una de ellas h i / . i t explosión, pero fue suficiente para causar numerosa» víctimas. Santiago Salvador, autor del atentado, confesó i¡uc lo había hecho com o represalia al fusilamiento de Paulino Pallas un mes antes. Este anarquista había atentado contra el general Martínez Campos que salió ileso del mismo. Cfr., Núñcz Florencio (1983), pp. 53 y sgs.

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grupos de acción^' que, posiblem ente, no excluyeran la práctica del atentado, pero que no era el único objetivo, ya que conocían sobradam ente, por experiencias ajeaas, sus nefastos resultados.62 Se trataba en definitiva de com binar todas las form as de lucha posible tratan d o de crear una estructura lo suficientem ente fle­ xible para que pudiese hacer frente a la represión del E stado que indefectiblem ente llegaría en c u a n to éste se viera am enazado. S uponían de una in g en u id ad rayana en la estu p id ez el esperar algún resultado positivo p o r la vía de la legalidad com o ya se había dem ostrado en la década anterior. D e este m odo los grupos anarco-com unistas m ás o m enos acti­ vos se fueron fo rm an d o p o r todo el país. A lgunos de ellos con sus propios órganos de prensa, los cuales p o r la precariedad de las condiciones m ateriales en que se en co n trab an estos grupos, generalm ente aislados, eran indefectiblem ente efímeros.63 Pero a pesar de su ap aren te escasa incidencia social, parece que llegaron a adquirir una gran relevancia, porque los escasos aten tados que se p ro d u jero n no pueden explicar la barbarie guber nam ental. Sólo la preocupación causada p o r la proliferación de

61 Sempau (1900), passim, es casi la única fuente que tenemos para rastrear la presencia de estos grupos, pero este autor, por razones obvias, lo distraza de ficción y además de forma críptica. Véase, también, Núñez Florencio (1983), p. 124. 62 Eli efecto, sobre los medios de acelerar la Revolución Social, el Congreso Cosmopolita de Barcelona de 1885, tomó el acuerdo siguiente: «aconsejar a todos los anarquistas del mundo actuar de forma que se armonicen y asocien todos los esfuerzos de la propaganda científica con la clandestina y de acción revolucionaria». Cfr., Nettlau (1969), p. 498. 63 Citaré algunos de entre todos ellos, E l Combate de Bilbao, E l Porvenir Anarquista de Barcelona, Ravachol de Sabadell, l.a Tribuna Libre de Sevi­ lla, etc.


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estos grupos puede dar cuenta de la b rutal represión que se aba­ tió sobre el anarquism o en estos años finiseculares. L a progresiva desorganización del m ovim iento obrero español de tendencia anarquista a p a rtir de la disolución de la F T R E en 1888, fue m o m entáneam ente d etenida por la confluencia in ter­ nacional en la celebración de los Prim eros de mayo. E n E spaña al igual que en el resto de E uropa el prim er Prim ero de m ayo se celebró en 1890, decidido en el congreso obrero in­ ternacional de París del año anterior64 . Las tácticas socialistas y anarquistas se dividieron casi de inm ediato. M ien tras los p rim e­ ros abogaban por u n a m asiva m anifestación obrera, seguida de un pliego de peticiones al gobierno, para apoyar la reducción de la jorn ad a de trabajo, los segundos apoyaron d ecid id am en te la liuelga g eneral, com o único m edio de conseguir la jornada de ocho horas. Todos los periódicos anarquistas que en ese m om ento se publi­ caban^5 , se pusieron sin reservas del lado de la huelga, que al­ canzó especial virulencia en este prim er I o de mayo.6f' C o m o consecuencia E l Productor suírió una suspensión de dos m e se í’7 . La Victima del Trabajo de Valencia, que había visto la luz el año anterior, vio asaltada su redacción, siendo suspendido

64 Com o es bien sabido se eligió esta fecha en recuerdo de las Luchas que los obreros norteamericanos iniciaron el 1° de mayo de 1886 para conseguir las: ocho horas, con las trágicas consecuencias de varios anarquistas ajusti­ ciados. A partir de entonces se conocerían como «Los mártires de Chica­ go». Véase, Ferrer (19752), pp. 27 y sgs. 65 E l Productor, L a Víctima del Trabajo, E l Jornalero, La Alarma, Loa Deshereda­ dos, La Tramontana, E l Socialismo. 66 Pueden seguirse las vicisitudes de la misma en Ferrer (1V752), pp. 85 y sgs. 67 Entre mayo y julio. Véase, «La suspensión de E l Productor», n.198 (4 julio 1 8 9 0 ),!.'


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por m ás de tres m cse^8 . Igual su erte le cupo a E l Jornalero de Alcoy, nacido aquel m ism o año.69 Et Pacto de U nión y Solidaridad celebró un congreso en 18917t) y se conocen referencias del m ism o hasta 1893. L a celebración de los P rim eros de m ayo siguieron la m ism a tónica del prim ero hasta ese m ism o año, en que es visible la decadencia. Los espec­ taculares ate n tad o s de 1893 c o n trib u y e ro n a d e stro z a r en m il pedazos estos tím idos intentos de reorganización que en esencia significaron el fracaso de unas tácticas que se h ab ían d em ostra­ do inoperantes. Progresivam ente fueron desapareciendo los periódicos que h a ­ bían sido testigos directos de la le n ta d ecadencia organizativa del m ovim iento obrero y se vieron to ta lm e n te incapaces de su­ perar los viejos m oldes.

68 «Los acontecimientos de mayo han forzado a suspender temporalmente

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publicaciones», E l Productor (Barcelona), 200 (18 julio 1890), 2; «La redac ción del periódico fue ocupada por los tribunales de justicia...», La Víctima del Trabajo (Valencia), n.8 (26 julio 1890). 69 E l Productor (Barcelona), n.200 citado y L a Víctima del Trabajo (Valencia), n.8 citado. 70 «El congreso amplio» (propuesta de convocatoria con inclusión del orden del día), E l Productor (Barcelona), 226 (8 enero 1891), 1. El congreso se reunió el 22 de marzo desarrollándose en días posteriores. Entre sus reso­ luciones destaca la adhesión al Io de mayo, E l Poductor (Barcelona), 237 (26 marzo 1891), 1 y 4 y n.238 (2 abril), 1.

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£osfrentes de lucha del anarquismo

2 .1 . El largo camino de la recuperación

A finales del siglo X IX c o n cu rriero n u n a serie de factores que hicieron posible la recuperación del m ovim iento anarquista y del m ovim iento obrero cercano a esta ideología. U no de ellos -quizá el m ás im p o rta n te - fue la barb arie que supuso la a p e rtu ra del p roceso de M o n ju ic . C o m o es bien sab id o , la b o m b a que tue lanzada al paso de la procesión del C orpus p o r la calle de C a m ­ bios N uevos de B arcelona, el 6 de ju n io de 189671 , dio lugar a una persecución sistem ática de an arq u istas en to d a E spaña y especialm ente en C ataluña. L os sótanos del tenebroso C astillo de M o n tju íc se llenaron de m ilita n te s ácratas, envueltos todos ellos en el triste m e n te célebre proceso de M o n tju íc. El celo re­ presivo alcanzó incluso a prestigiosos intelectuales com o Pedro C o ro m in a s, cuya conexión con el a n arq u ism o era m eram en te literaria. C o m o es lógico se d ictaro n leyes especiales de rep re­ sión del anarquism o72 y su prensa fue totalm ente suprim ida. Faltos de m edios de expresión p ro p io s en el interior, debieron recurrir a la solidaridad internacional. Salvando las irregularida­ des en los procesos, las torturas y dem ás salvajadas que se perpe­ traron, escudadas en la im punidad, me interesa destacar el poco 71. Núñez Florencio, Ratacl (1983), pp. 58 y sgs. 72. Ley del 2 de septiembre de 1896.


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eco favorable que d e sp ertaro n en los m edios de inform ación cotidianos. H a b ría que esperar algún tiem po para que se alzaran voces de p ro testa po r las irregularidades que se com etían. Pero ya era tarde. M u c h o s inocentes fueron pasados por las arm as y otros deportados. La cam paña que se inició por la revisión de este proceso p rim e­ ro desde las páginas de E l Progreso y poco después seguida por otras publicaciones73, creó la lógica efervescencia entre los traba­ jadores de to d o el país y puso de m anifiesto las arbitrariedades de la justicia. A p a rtir de este m o m e n to las in iciativas se m u ltip lic a ro n . La fam ilia U rales, al poco tiem po de em pezar la publicación de La Revista Blanca, inició la de su Suplemento para recoger la infini­ dad de noticias obreras que llegaban de todas partes y tres años más tarde, para independizar am bas publicaciones, cam biarían la cabecera del Suplemento por la de Tierra y Libertad', pero la con­ trovertida personalidad de Federico U rales no tardó en provocar duras críticas desde diferentes sectores del anarquism o español. N o es este el lugar para hacer u n e stu d io en p ro fu n d id ad de la trayectoria intelectual del anarquista reusense, pero desde luego v a ld ría la p e n a h a c e rla , p o rq u e p o cas fig u ra s c o n s ig u ie ro n atraerse las iras de casi to d o el a n arq u ism o español. D e todos m odos, es obligado reconocer que su esfuerzo y el d e su familia y colaboradores, contribuyó en an manera a extender la p ro ­ paganda por todo el paiv

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t i / ’»«jif»!'!!', di,mu (Imi^kIh jhh Alq.ii»ln> l.rrn n u después «le que »bando iiuiit l,i ■Im'it it'm <l< I I l ’aii l.crroux incorporó a la redacción a Federico I bale» v .milio* mu turón la ^umpaftn el I l de enero tic 1S*>H, cfr. Álvarc?, )mn ii, Jum4 { 1‘í'íO), |i|). 1íi2 y Kg*. No tardaría mucho Urales en abandonar i-l iliai i<> y fundai mi propia revista para continuar la campaña por su cucn

ttt. Asf nació l a Revista Manca.

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A p artir de 1900, la larvada actuación del P acto de U nión en los últim os años del siglo X IX culm inó en la reco n stru cció n de la F ed eració n R e g io n a l E sp añ o la de^S ociedades de R esisten cia (F S O R E ), con el explícito rechazo a las huelgas parciales y la adhesión m ás entusiasta a la proclam ación de la huelga general. S in em bargo, esta o rg an izació n esta b a to d av ía excesivam ente an clada en los p resupuestos organizativos a n te rio re s y aunque im pulsó algunas huelgas generales, esp ecialm en te en G alicia y Barcelona, su actuación, aparte de los congresos anuales que ce­ lebró h a sta 1906, excepto el añ o 1902, no tuvo u n a relevante significación y ya en 1906 eran visibles los síntom as de decaden­ cia, desapareciendo silenciosam ente un año m ás tarde. El fraca­ so de las huelgas generales del bienio 1901-1902 la había dejado herida de m uerte, arrastrando a p artir de entonces una vida lán­ guida. N o o b sta n te , la ex periencia de lu ch a de las huelgas generales, un id a a la difusión de las ideas del sindicalism o revolucionario, especialm ente en Barcelona, propiciaron los intentos de creación de una org an izació n estru ctu rad a de u n a m an era visiblem ente d istin ta. E n la ciudad condal se ree m p re n d iero n casi in m ed ia­ tam en te los trabajos de reconstrucción. A prin cip io s de 1904 se creó la U nión Local de Sociedades O b reras74 afiliada a la F S O ­ R E . C o m o tal tom ó parte en el IV C ongreso celebrado en Sevi­ lla en aquel año, pero la desvinculación de este organism o fue la

74. Tierra y Libertad (Madrid), n.383 (2 junio 1904), 4; E l Rebelde (Madrid), n.15 (31 marzo 1904), 4, publicó el «Provecto de R eglam ento para la Unión Local de Sociedades Obreras de Barcelona». Este «Proyecto» puede verse íntegro en Cuadrar, Xavier (1976), pp. 593594: Apéndice I.


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tónica dom inante75 j en su evolución posterior. E sta U nión Local p articipó activam ente en la preparación de las luchas del I o de mayo de 1906, in te n to de confluir de nuevo internacionalm ente para conseguir la jo m a d a de ocho horas y de hecho fue, con to ­ da probabilidad, el núcleo del que después surgiría la Federación Local «Solidaridad O brera» de la que trataré e n el próxim o capítido. C uando Ferrer y G u a rd ia llegó a Barcelona en 1901 su proyecto era, a juzgar po r los resultados, m uy sim ilar al proyecto libertario. E fectivam ente, abrió de in m ed iato los tres frentes aludidos. En ese m ism o a ñ o se fu n d a la E s c u e la M o d e rn a , al m ism o tie m p o que co m ien za a p u b licarse, por iniciativa de Ferrer, el periódico La Huelga General, el cual en sus dos años de existen­ cia contribuirá a propagar en E spaña las teorías del sindicalism o revolucionario, recién estren ad o en Francia y proclam ará com o sublime instrum ento de lucha revolucionario la huelga general. Por lo que respecta al proyecto pedagógico, la Escuela M oderna te n ía p o r d e la n te u n a m p lio c o m e tid o a c u b rir, no sólo para arrebatar la enseñanza de m anos de la Iglesia, com o tantas veces se ha repetido, sino para suplir las deficiencias de la escuela p ú ­ blica que o era muy m ala o inexistente76 . E ste hecho es algo que nadie p o d ría discu tir; no o b sta n te en ese m ism o año de 1901,

75. Connelly Ullman, Joan (1972), p. 136, afirma: «No obstante, las sociedades obreras barcelonesas, no consiguieron mantener contacto con la FTRE (se refiere a la FSO RE) o no deseaban hacerlo», apoyándose en e! testimonio de Abad de Santillán, Contribución a la historia del m ovimiento obrero, 1, 490, cit. por Cuadrat, Xavier (1976), p, 63. 76. Lázaro Lorcnte, L. M ., «Alcance y significado de la Escuela Moderna en et País Valenciano», Educado i Historia. Revista d'historia de l ’educació, Bar­ celona, 1 (1994), 49.

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A ntonio Maura, uno de los políticos más siniestros y nefastos de la Restauración, afirmaba: **

[...] Sucede entre nosotros que nos parece que lo hemos hecho todo habilitando a los más humildes y a los más ignorantes para que deletreen, y luego se olvida que el único pasto que llega a su espíritu son publicaciones anarquistas, publicaciones que encarnan todos los odios y todas las pasiones.77

C om o es lógico, se produjo sim ultáneam ente un insólito au­ m ento de la propaganda anarquista en forma de libros y folle­ tos78 . A esta profusión contribuyeron, además de las editoriales propiamente anarquistas, como La Revista Blanca, E l Productor, La Huelga General, etc., muchas otras editoriales m> .marquislr, com o Sem pere de Valencia o M aucci de Barcelona, sin olvidai La España Moderna, Granada, Presa, Atlante, etc. En este clim a de efervescencia comenzaron a actuar lo s grupos de afinidad anarquista, extendiéndose por todo el país. En el siguiente apartado hablaremos extensamente sobre lo s m isinos, señalem os ahora algunas de las opiniones que se han vertido sobre estos grupos y algunas de sus características más impor tantes. Repasem os primeramente las de A d olfo Bueso, un conocido cenetista con una trayectoria política un tanto tortuosa, que así nos los describe:

77 Cit. porM aeztu, Ramiro de (1977), p. 190. 78 Resulta elocuente el asombro que experimentó Ramiro de Maeztu ante esta avalancha de la propaganda anarquista y que dejó reflejado en los artículos que escribió para el periódico E l Imparcial de Madrid en 1901. Pueden consultarse en la recopilación, Maeztu, Ramiro de (1977), passim.


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[...] hombres que se llamaban de acción, que se reunían por grupos que ellos llamaban de «afinidad», compuestos de media docena de hombres y mujeres, animados muchos de ellos por un espíritu de protesta ante las injusticias sociales, pero la mayoría sin cultura alguna, sin estudios senos del problema, todo lo más, mal ahmerilados cspiritualmente por media docena de folletos y la lectura, a trompicones, del inevitable libro, La conquista ddpan.~< >

G u stav o La Iglesia, un co n ocido intelectual de principios del siglo XX, y adem ás un plagiario de prestigio, tam bién los analiza som eram ente, v e rtien d o de ellos una o p in ió n poco halagüeña. Para este autor, los fines prácticos que estos grupos realizan en todas partes es el socorro pecunario y el auxilio desinteresado a los compañeros pre­ sos en la localidad o que por ella transitan, conducidos por la tuer­ za pública o en calidad de propagandistas, emigrantes o huidos de su país natal.1*'1

E n cuanto a sus características, D olors M a rín señala acertada­ m ente, que el g rupo anarquista es «un g rupo que piensa y co n o ­ ce, al m ism o tiem po que actúa de cara a la sociedad de acuerdo con los ám bitos políticos y sohreestructurales. El grupo encarna así la práctica cotidiana de ‘vivir en anarquía’ y luchar por el ad ­ venim iento de una sociedad libertaria»81 . V es precisam ente esta 7V Hurto G urda, Adolfo (1976), tom o I, pp. 148149. Para una descripción del Kiupo «Redención» ro n mía fuerte car^a de hostilidad y frustración- del que formó parte el autor, véanse pp, 154158. H(l I ,i tul* M.t y • •mi u , ( ¡ustavo (1907J), pp. 292 y sgs. lín pp. 293295 en nota puede verse una lista bastante am plia de los grupos anarquistas de que el autor tenia conocim iento en diferentes ciudades españolas v tam bién en el extnnw m . 81 M arín i Silvestre, Dolors (1989-1990), pp. 406-407.

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característica lo que confiere al grupo de afinidad anarquista una relevancia en la p ráctica c o tid ia n a de la tran sfo rm ació n social q ue p o r d e sg ra c ia se ha soslayadó en aras de e stu d io s m enos conflictivos y farragosos. P or últim o, A lvarez Ju n co señalaba que en la constitución de la C N T «la polém ica an terio r [entre p artid ario s de una organiza­ ción estructurada y aquellos que abogaban por una relación más flexible] no podía po r m enos de estar presen te en el anarcosin­ dicalism o, com o lo p ru eb a lo sin g u lar de su organización; su flexibilidad y espontaneísm o com o principios, el carácter subra­ yado constantem ente de confederación entre individuos Jy socieJ dades ad h e rid as siem p re de abajo a arrib a; lo red u cid o de las cuotas prácticam ente voluntarias, la inexistencia de jerarquizació n , de burocracia, de d iscip lin a, ni de m ás obligación que la solidaridad»82 .Y esto era debido en buena parte a la influencia de los grupos anarquistas y a su peculiar concepción tic la orga nización.

2 .2 . El desarrollo de los grupos de afinidad anarquista

C o n el final de siglo se m anifiesta un creciente d eterio ro de la situación m aterial de la clase obrera española. L a crisis econó­ m ica provocada por la p é rd id a de las ú ltim a s colonias agravó aún más el problema. C o n el resurgir del m ovim iento obrero provocado en parte por las causas antes apuntadas com ienzan tam b ién a a u m e n tar los conflictos sociales. Las huelgas llegan a proporciones jam ás al­

82 Álvarez Junco, José (1976), p. 397.

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canzadas a n te rio rm e n te . G e n e ra lm e n te se p ro d u cían po r au­ m entos de salarios o reducción de la jornada de trabajo.*3 El recurso a la huelga gen eral com o arm a efectiva d e com bate c o m e n z a ría a p o n e rs e r á p id a m e n te en p rá c tic a . E l b ie n io 19011902, fue p ró d ig o en huelgas de estas características. La C oruña, Sevilla, G ijó n , M o ró n y B arcelona las experim entarán, generalm ente con resultado adverso. Los grupos anarquistas se reorganizaron y extendieron po r todo el país, constituyendo un tac to r im p o rtan te en el nuevo renaci­ m iento del asociacionism o obrero. Se fundaron C en tro s de E s­ tudios Sociales?4 en m uchas localidades con una doble finalidad: aglutina) al m ayor núm ero posible de trabajadores organizados por secciones de oficio y servir de centros de enseñanza con ob­ jeto tic aum entar su nivel cultural. A dem ás de B arcelona y M a d rid , la influencia anarquista se ex tendió por A sturias, L evante y M urcia, L a C o ru ñ a y gran parte de A ndalucía, con núcleos im p o rta n te s en V alladolid, G e ro n a (San Feliü de G uixols y Palam ós), Badajoz y el País Vasco.

83 Timón de Lara, Manuel (1972), pp. 418 V sgs. 84 Básicamente el Centro o Círculo de Estudios Sociales representaba en este período el lugar de domiciliación de las sociedades obreras, grupos anar­ quistas y en algunos casos se implantaba una escuela laica. El Círculo de Estudios Sociales de La Línea tuvo una importancia extraordinaria. Fue el que dio cobertura al periódico La Protesta de Ernesto Alvarezy posibilitó su continuidad. En Grazaléma se implantó una escuela laica que pasó a regirla Juan José García, véase circular n.4 de este centró en E l Proletario (Cádiz), n .l (1 abril 1902), 7 y también la circular n.5 en Id., n.2 (15 abril 1902), 5.

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A m edida que la propaganda anarquista se fue extendiendo por to d a E sp a ñ a 85 fue c re c ie n d o p a ra le la m e n te el in te ré s p o r su ideario. Se fueron creando grupos-anarquistas en todas aquellas localidades donde las inquietudes de los trabajadores y cam pesi­ nos por m ejorar su situación, no solo económ ica, sino tam bién cultural, se evidenciaba con fuerza. Señala T u ñ ó n de L ara que «resulta difícil d istin g u ir entre aso­ ciaciones que a d m ite n n e ta m e n te los p rin cip io s anarquistas o an arcosindicalistas y aquellas o tra s, de sim ple resistencia, im ­ pregnadas de la influencia anarquista (que form aron luego b u e ­ na parte de la clientela de la C-NT)»86. M ás adelante sigue insis tie n d o «en el hecho de que al tra ta r de esta co rrien te estarnos obligados a m ezclar los conceptos de organización y de g rupo político, es decir, anarquista».87 Creo que habría que hablar de distorsión, m ás que de confusión A nalizar los grupos anarquistas con los m ism os m étodos que si de un p a rtid o político se tratase conduce necesariam ente .1 un falseam iento de la realidad. Y si esto resulta cierto en casi toda la historia del anarquism o español, lo es m ucho m ás en el período concreto que estam os analizando. Los grupos anarquistas de principios de siglo, herederos de las teorías anarco-com unistas de los grupos efím eros, no respondían a e stru c tu ras defin id as, p o rq u e no se d o ta b a n de nin g u n a. Su cualidad era precisam ente su precariedad. Pero al m ism o tie m ­ po, estos g ru p o s los fo rm ab an trab ajad o res o cam pesinos y su 85 Pedro Vallina, integrante del grupo anarquista «La A cción* de M adrid proponía, en nombre del grupo, para activar la propaganda, la edición de foiletos. Apuntaba además la posibilidad de unirse varios grupos para este cometido, ya que entonces.la tirada sería mayor y se reducirían los costes, E l Proletario (Cádiz), n.3 (1 mayo 1902), 8. 86 Tuñón de Lara, Manuel (1972), p. 405. 87 Tuñón de Lara, Manuel (1972), p. 408.


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flexibilidad les p erm itía crear asociaciones que eran in m ed iata­ m ente im pregnadas del ideario que n u tría los grupos. Si la F ederación de Sociedades de Resistencia no llegó a cuajar, la explicación hay que buscarla en su adscripción teórica y prác­ tica a form ulaciones organizativas que habían ya dem ostrado su fracaso en la décad a de los o c h e n ta del siglo anterior. Por ello creem os que es inútil buscar deslindes al m enos en este período entre el m ovim iento obrero de tendencia anarquista y los grupos específicos que los in teg rab an , precisam ente porque no se bus­ caban esos deslindes com o ocurrirá posteriorm ente con la C N T ni se veía en esos m om entos la necesidad de hacerlo.88 El p rim e r p erió d ico a n a rq u ista astu ria n o y el p rim ero de este período, apareció en G ijón en enero de 1899. Fraternidad surgió

88 A principio de los años cincuenta, el anarquista italiano M Mariani y B. Rizzi, un marxista heterodoxo que colaboró ampliamente con los anarquis­ tas en esos años, lanzaron la propuesta de crear un organismo que fuera lo contrario de un partido político y para ello habría que abolir «los cargos fijos y pagados; esto tendrá además una función pedagógica porque le proporcionará a la masa la posibilidad de ejercitarse en la gestión directa y afirm ar su voluntad y su genio [...). Si es cierto que las relaciones de pro­ ducción m odifican las relaciones sociales im prim en carácter a la evolu­ ción, es neersítrio dejarlo» desarrollarse espontáneamente bajo el control de la mana interesada y no errar una raza de organizadores que obstaculizan el libre progreso forjándolo a medida de xim menudos intereses particulares», ( 'il ., M . M ariani, B. Rizzi, «Circolare», «Anarchismo*, mayo 1950-marzo 1951, p. SO, cit., por Sciismi, Paolo, «O ltre il marxismo, l'anarchism o e il liberalismo. Il percorso scientifico e rivoluzionario di Bruno Rizzi», Rivista Storica dett'Anarchismo (Pisa), V ili, 2 (16) (julio-diciembre 2001), p. 71. Este proyecto es precisam ente el que desarrollaron los anarquistas españo­ les en los primeros treinta años del siglo XX.

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por iniciativa de Isidro D ie z de la T orre «Alm a Negra»89 . A u n ­ que desapareció enseguida, volvería a reaparecer a finales del año siguiente. Fue el núcleo alrededor dél cual se fueron desarrollan­ do los grupos asturianos90 . D e igual m anera se fue configurando u n p o te n te m o v im ie n to o b re ro q u e lle g ó a c o n ta r c o n un diario.91 E n A n d alu cía, La Protesta , in sta la d a en L a L ínea a p a rtir de 1901, c o n trib u y ó de m o d o e fic a z a e x te n d e r la p ro p a g a n d a anarquista. Pero ya otros periódicos habían em pezado la labor propagandística en C ádiz, donde la represión de las décadas an­ teriores había sido m ás in ten sa, pero al m ism o tiem po los g ru ­ pos anarquistas eran m ás consistentes. El prim er periódico apa­ recido en esa ciudad fue E l Trabajo92 año y m edio antes de que La Protesta se trasladara a L a L ínea. C o n una participación m uy destacada de los grupos anarquistas gad itan o s y auspiciado por

89 Véase, Santullano, G ., «La prensa obrera en Asturias en el siglo XIX (18681899)», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo), n. 88/89 (junio 1971), 531, quien ofrece en nota a pie de página una breve biografía de este anarquista. Este autor añade que el director del periódico sería Juan Fernández y García del que nada se.sabe. 90 En .1905 apareció, también en Gijón, la revista Tiempos Nuevos dirigida, según Álvarez, Ramón (1973), p. 438, por José Suárez Duque, aunque según La Huelga General (Madrid), n.5 (9 marzo 1906), 1, el director era José Menéndez, que fue encarcelado por este motivo, Eleuterio Quintanilla, una de las figuras más importantes del anarquismo asturiano, inició sus actividades propagandísticas en esta revista, véase, Alvarez, Ramón {1973), pp. 2325. 91 Tuñón de Lara, Manuel (1972), p. 408, afirma que las organizaciones astu­ rianas de La Felguera contaban con 1.300 afiliados. El diario La Defensa del Obrero apareció en Gijón en mayo de 1901, desapareciendo a finales de ese mismo año. En enero del año siguiente le sucedió La Organización, también diario, pero de vida muy efímera (apenas unos números), 92 El primer número data del 17 de diciembre de 1899.

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CAPITULO II

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ellos, colaboraron un am plio plantel de escritores que iban desde Salvochea, hasta la librepensadora A m alia Carvia. Fue E l Traba­ jo un prim er jaló n en un proceso de desarrollo extraordinario de la propaganda anarquista en Cádiz, L e siguió La R azón Obrera en sep tiem b re de 1901 que en la práctica fue el portavoz de los fogoneros y m arineros, poderosa organización obrera de esa ciudad, la cual, salvo breves m om en­ tos de recesión im p o rta n te, dio m uestras de gran vitalidad. R e­ organizados de nuevo en 1904, dieron vida a La Voz del Obrero del M ar que desapareció cuando dicha sociedad quedó di-suelta dos años después, en julio de 1906.93 En la prim avera de 1902 apareció E l Proletario, órgano y expre­ sión de los grupos anarquistas, aunque com o afirm aba José T o ­ n a l vo, es im posible ser anarquistas en el estado social presente, pero sí «m ártires de tan sublim es ideales»94. E ste periódico se refundió con La Voz del Campesino que se publicaba en Jerez^ para sacar a la luz G erm inad . Pero no pudo ir m ás allá del p ri­ m er núm ero; al igual que su antecesor tuvo que desaparecer por falta de fondos96 . Tam bién se m ostrarían m uy activos los grupos anarquistas de la provincia. Algeciras, L a L ínea y San Fernando, p articip arían en la p ro p ag an d a periódica con órganos g en eral­ m ente de vida m uy efím era. E n M álag a se org an izó una p o ten te F ederación de sociedades de resistencia, cuyo órgano en la prensa Faro de Andalucía tom ó

93 E l Porvenir del Obrero (Mahón), n.263 (27 julio 1906), 4. 94 n .ll (1 septiembre 1902). 95 La Huelga General (Barcelona), n.l6(5 abril 1903), 8. 96 Tierra y Libertad (Madrid), 209 (14 mayo 1903), 3.

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el m ism o no m b re de la F ederación97 . E ste p e rió d ico apareció probablem ente el 1 de mayo de 190298. A finales de año los ed i­ tores se vieron precisados a suspenderlo p o r falta de fondos99 . C o in c id ie n d o con el m itin del I o de m ayo d el a ñ o sig u ie n te tendría u n a efím era reaparición. L a enferm edad de su director, ¡osé M esa, unida a los problem as económ icos fueron la causa de su rápida desaparición100 . Varios años después, los grupos anar­ quistas m alagueños publicaron Nueva Aurora, auspiciado por los nuevos vientos sindicalistas101 . Venía esta publicación a «resuci­ tar el floreciente tiem po de “El Faro de A ndalucía”, potente F e ­

97 Según Tuñóti de L.ara, Manuel (1972), p. 408, esta Federación ct.iuvo dit i gida por Belén Sárraga, conocida librepensadora y según p a in r llegó n contar 20000 afiliados, con más de 20 sociedades. l'or su parte I Mr/, del Moral, Juan (1977), p. 185, nos dice: «Belén Sárraga, con ocasión de sus viajes a Málaga, a cuyos trabajadores organizaba por entonces». I .a colaho ración entre el republicanismo librepensador y el anarquismo fue muy estrecha, no solo en Málaga, sino en muchísimas otras partes de Andalucía y del resto de España. Añade Diaz del Moral, que «Belén alentaba y acón sejaba a la Sociedad Libertaria cordobesa ‘Los Amigos del Progreso', que organizó bastantes gremios». De todos modos hay que señalar que esta colaboración práctica no significaba comunión de ideas; E l Corsario (Va­ lencia), n.26 (5 diciembre 1902), 3, comentando un mitin que tuvo lugar el 22 de noviembre de 1902 en Málaga decía que los argumentos anarquistas a través de Chornichan y Velasco se impusieron a los de librepensadores, políticos y radicales. 98 N o se conocen ejemplares, véase Tierra y Libertad (M adrid), n.156 (10 mayo 1902), 4. 99 Tierra y Libertad (Madrid), n.186 (4 diciembre 1902), 3. 100 FJ Productor (Barcelona), n.25 (16 mayo 1903), 4 y Tierra y Libertad (M a­ drid), n.212 (4 junio 1903), 2. 101 El primer número es del 16 de junio de 1909. Sólo se publicaron dos nú­ meros.


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deración de sociedades de resistencia que cobijaba en su seno a casi todo el proletariado de Andalucía».102 C o m o ó rg an o s e sp ecíficam en te a n a rq u ista s surgió Aurora en 1905103 y un año m ás tarde, el g rupo «Los Iconoclastas» editó L a Aurora del Siglo™4 . E n G ra n a d a se co n stitu y ó la Sociedad O brera «La Obra» que aglutinó a varios m illares de trabajadores del cam po105 . E n 1903 apareció E l Rebelde de m uy corta d u ra­ ción. E n Sevilla tam b ié n co m enzaron a publicarse, p o r p a rte de los grupos anarquistas, periódicos com o Los Tiempos Nuevos a fina­ les de 1902, ráp id am en te su stitu id o p o r La Sociedad Futura 106 . C o n tin u aro n las labores propagandísticas en 1904 con la edición de Trabajo, d e n u n c ia d o y o b lig a d o a d e sap a re ce r p o r ap u ro s económ icos; Verdad, que tam bién desapareció en seguida e igual suerte correría H umanidad107 , publicado a p artir de septiem bre de ese año y desaparecido antes de que finalizara.

102 Nueva Aurora (Málaga), p. 1 del n .l. 103 No se conocen ejemplares, véase Tierra y Libertad (Madrid), n.6 (7 octu­ bre 1904), 7. A l año siguiente se trasladó a Algeciras y más tarde a La Línea. 104 Tampoco han llegado hasta nosotros ejemplares de esta publicación. El grupo lo componían: Miguel López, José Mesa, Salvador Romero, Miguel M artín, José Rom ero y R. M ordí, véase /■.'/ Productor (Barcelona), n.35 (9 diciembre 1905), 4. 105 l imón de Lera, M anuel (1972), p. 408. A consecuencia de la huelga de i a m p e s m n x de G ranada, prom ovida por la Sociedad «La Obra», fueron detenidos 29 obreros asociado« a aquella, véase El Corsario (Valencia), n.3 (28 junio 1902), 4. 106 De ninguno de los dos se conocen ejemplares. 107 El Rebelde (Madrid), n.40 (12 septiembre 1904), 3, lo califica de periódico libertario. D e ninguno de ellos nos han llegado ejemplares.

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Igualm ente A lm ería y H uelva se sum aron a la propaganda anar­ q u ista108 . Ú n icam en te Ja én y C ó rd o b a quedaron al m argen en este período. E l caso de C ó rd o b a es so rp re n d e n te ; com o señala D íaz del M o ral, esta provincia no contó en el siglo X IX con un poderoso m ovim iento obrero109. C o n el inicio del siglo la situa­ ción cam bió radicalm ente. El autor antes citado nos relata con m inuciosidad, e! rápido despertar de la conciencia obrera y cam ­ pesina en las tie rra s cordobesas, p o ten c iad a p o r los co n tacto s con los propagandistas de M a d rid y Barcelona. A unque iniciado el m o v im ie n to co n g ran le n titu d en 1901 y 1902 (C ó rd o b a perm aneció al m argen de la conm oción del bienio 19011902), pronto la extraordinaria difusión de las ideas daría sus frutos en 1903. Pero la sola presencia de los propagandistas no justificaría «aquella rapidísim a difusión de las enseñanzas ácratas ni la fo r­ m idable explosión de 1903 (...). La verdad es que los sem brado­ res m ás eficaces fueron los periódicos y folletos y que a la fecun didad del suelo y a su aptitud extraordinaria para la germinación del an arquism o se debió, m ás que a nada, la cosecha m aravillo

108 En Alm ería se publicó en 19041905, Unión Ferroviaria y un año más Cardé durante un breve lapso de tiempo Vía Libre. En Huelva apareció E l Obrero de Rio Tinto en 1900 y en 1902, E l 4 defebrero. 109 Díaz del Moral, Juan (1977), pp. 182 y sgs.


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sa»110 . Q u iz á esto explique tam b ién que, a pesar de la agitación que conm ovió a la provincia, no apareciera en C ó rd o b a ningún periódico anarquista en este período. Se n u trían perfectam ente con los que de form a m asiva íes llegaban de M a d rid y Barcelo­ na. La crisis agraria de 1905 provocó una rápida decadencia del antes poderoso m ovim iento.111 U n poco m ás al sur, en las Islas C anarias, la organización obrera de carácter y tendencias anarquistas fue im pulsada al despuntar ei siglo por José C ab rera D íaz112 . C o n la ayuda de algunos nú­ cleos obreros de las islas se creó en Tenerife la Asociación O b re­ ra C anaria form ada por la federación de los grem ios de oficios. C om o im pulsor del asociacionism o y del desarrollo de la organi­ zación apareció E l Obrero el 8 de septiem bre de 1900, «dirigido

110 Díaz del Moral, Juan (1977), pp. 186187. La campaña de propaganda, que Teresa Claramunt y Leopoldo Bonafulla llevaron a cabo por tierras de Andalucía, lúe seguida de cerca por E l Corsario de Valencia. Véase sobre todo, «A todos los anarquistas de Andalucía», por el grupo «Despertar» (toda la correspondencia a Manuel Pérez, Fadrique, 11), Sevilla, 20 octu­ bre 1902: «El viaje de Teresa Claramunt y Leopoldo Bonafulla por esta región viene dando provechosos resultados». A tenor de estos buenos re­ sultados, el grupo citado proyectó otra excursión de propaganda, para lo cual recabaron fondos que no disponían. Se proyectaba que esa excursión saliera de Sevilla el próximo enero, celebrando mítines y veladas de propa­ ganda en aquellos puntos donde los compañeros hubieran ayudado a lle­ varla a electo. Véase E l Corsario (Valencia), n.22 (7 noviembre 1902), 4. 111 Díaz del Moral, Juan (1977), pp. 206 y sgs. 112 Brito, Oswaldo (1980), p. 80 (algunas notas biográficas en p. 78, nota 138). D e todos m odos el estudio más sistemático sobre el anarquismo canario, en los diez primeros años del siglo XX, lo constituye el trabajo de Pérez Brito, Raquel (2005), passim.

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por el propio C ab rera D íaz, alm a y m o to r de to d o el incipiente m ovim iento asociativo».113 El m anifiesto de la citada asociación aparecido en el n.2 del 15 de se p tie m b re no deja lu g ar a d u d a s en c u a n to a su carácter, apoliticism o y tendencias libertarias: equivocadoslos juicios de aquellos que crecí i encontrar en la Aso­ ciación un medio para complacer las exigencias de bastardas pasio­ nes políticas.154

E sta o rganización desapareció a p rin cip io s de 1904 por causas m uy diversas, entre las cuales la rep resió n a los dirigentes y en particular al periódico E l Obrero, serían fundam entales.115 Este periódico im pulsó al m ism o tiem po la asociación en G ra n C anaria, una de cuyas prim eras m anifestaciones fue la aparición 113 Brito, Oswaldo (1980), p. 80: «El Obrero, será un importante semanario obrero con claras influencias anarquistas y que desempeñará un papel fun­ damental en la organización y mentalización obrera durante la primera década del siglo actual» (id. nota 147). O también: «Scrii, pites, este sema nario obrero un instrumento fundamental en la labor de potenciar .il asociacionismo obrero en Canarias durante su primera etapa, para luego con vertirse en defensor de las clases trabajadoras y paladín del utiarquismo como alternativa emancipadora de la clase obrera», id., p. 110. I .ti Huelga General (Barcelona), n.8 (25 enero 1902), 3, le dedicó algunos elogios y transcribió algunos de sus artículos com o «La Libertad», junto a un pen ­ samiento de Quental, anarquista portugués: «Antes me inclinaré ante un pobre que lucha para vivir y hacer vivir a sus hijos, que ante un Dios eterno que deja sufrir a los suyos». Un análisis pormenorizado del mismo en Pé­ rez Brito, Raquel (2Q05), pp. 62 y sgs. 114 Brito, Oswaldo (1980), p. 81. 115 Com o en todas partes las sanciones, procesam iento a sus redactores y otras argucias contra el periódico fueron constantes. Brito, O sw aldo (1980), p. 84 v nota 160. La Asociación contaba en 1901 con once gremios y alrededor de 3242 asociados (id.).

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de E l Trabajo en diciem bre de 1900 y m ás tarde la creación de «La A sociación G rem ial de O b re ro s de G ra n C anaria»116 . El carácter de estas prim eras asociaciones, controladas y dirigidas principalm ente por intelectuales pequeñoburgueses117, hizo que no se fo rm a ra n líd eres o b rero s capaces de c o n tin u a r la tarea. «Por otro lado, los grupos anarquistas gran canarios se m argina­ ron de este in te n to y se o rie n taro n a la creación de una organi­ zación propia, el C e n tro O b rero , creado a finales de 1902 y que c o n ta r á c o n su p r o p io ó r g a n o de e x p r e s ió n : E l Rebelde (19021903)»'18. La orientación del C e n tro está claram ente definida en el m ani­ fiesto que su órgano E l Rebelde publicó: [...] pero para que nuestra voz se dejara oír en muchas partes y que nuestras doctrinas redentoras y libertarias se extendieran con ma­ yor facilidad [...] y tengan la amplitud necesaria [...] es [...] por lo que se ha dado a luz este nuevo periódico, órgano de nuestra asociación...119

D e este m odo se iría consolidando un activo m ovim iento anar­ qu ista en las islas que m ás ta rd e d a ría sus fru to s. E n 1905 los

116 Hrito, Oswaldo (1980), p. 85. 117 Kl periodista I .uis Suárez Q ucsada fue el fundador, junto con varios obre­ ros, del periódico El Trabajo, Hrito, Oswaldo (1980), p. 85. I IH Hrito, Oswald.. (1 9 8 0 ), p. 8586.

11V /,'/ Rebelde, 15 noviembre 1902, cit. por Brito, Oswaldo (1980), p. 86.

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grupos anarquistas tinerfeños e d ita ro n L u z y Vida120 y algunos años más tarde E n Marcha'21 en la m ism a ciudad. Por tierras de L evante, la región m u rcian a fue m uy prolífica en este p e río d o en cu a n to a lab o r p ro p a g a n d ís tic a se refiere. E l Obrero Moderno de M urcia y La Fraternidad Obrera de C artag e­ na, nacieron casi sim ultáneam ente en ju n io de 1901. D el prim e­ ro era directo r José R odríguez R om ero y del segundo Alifa. L a evidente influencia anarquista en am bos los convirtieron, en la práctica, en órg an o s ag lu tin an tes de u n p o d ero so m o v im ien to obrero de esta tendencia en la región m urciana. Su vida fue bas­ tante dilatada en am bos casos, a pesar de las denuncias y secues­ tros que sufrían constantem ente122, lo que prueba que contaban con el apoyo de un núcleo considerable de trabajadores. E n la provincia de M u rc ia tam b ié n apareciero n g ran ca n tid ad de periódicos, pero en este caso, algunos con u n a vida m uy b re ­ ve: E l Faro del Progreso de M a z a rró n , en 1904, ó rg a n o de los grupos a n a rq u ista s123 . Al ser su sp e n d id o ap a re c ió Horizontes Nuevos, en el o to ñ o de ese año, con u n a vida aún m ás efím era.

La L uz del Obrero de C ieza, aparecido poco después .1 finales de

120 Véase, «Los nuevos luchadores», E l Productor (B arcelona), ti. 16 ( lii di cicmbrc 1905), 1. Un detallado análisis del grupo «I.« / \ V ida», d rl l Vn tro de Estudios Sociales del mismo nombre y de mi urbano homónim o, en Pérez. Brito, Raquel (2005), pp. 139 y sgs.

121 Cfr. Pérez Brito, Raquel (2005), pp. 175 y sf^s. 122 La prensa anarquista de aquel periodo, Suplemento a / <; Revista Blanca, l.n Huelga General, Tierra y Libertad, etc., está plagada de noticias de denun cias y secuestros de estos periódicos. D e todos m odos, a pesar dr mi larga existencia, no nos han llegado ejemplares, o al m enos yo no co n o /i o niti guno. 123 Véase E l Rebelde (Madrid), n.40 (22 septiembre 1904), 3, Subtendido en un momento determinado, volvió a aparecer, véase L a Revista Blanca (Ma drid), n.162 (15 marzo 1905), 583.


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ese m ism o a ñ o con u n a vida b astan te am plia fue denunciado y secuestrado igualm ente en num erosas ocasiones124 ; Humanidad Libre apareció en Jum illa a m ediados de 1905. E l núm ero 9 fue d e n u n c ia d o y se cu e stra d o y d e sap a re ció , pero m ás de u n año después en enero de 1907 volvió a aparecer en su 2a época: Somos los mismos y nada prometemos; sabemos que rio venimos a llenar un vacío [...] [pero] siempre estaremos al lado de la razón sin importarnos que sea tuerte o débil el que la tenga.125

El m ovim iento obrero tendría más tarde un extraordinario desa­ rrollo en C a rta g e n a y los pueblos de su cuenca m inera, sobre todo L a U nión. S ubiendo por el litoral m ed iterrán eo alcanzam os la ciudad del T uria, do n d e un g ru p o de m ujeres an arco fem in istas, iniciaron las actividades p ro p ag a n d ística s con el p e rió d ico órgano de la sociedad fem enina de Valencia126 La H umanidad Libre. Su pro­ pósito era ocuparse de la m ujer a la cual «la verdad jam ás le ha sido d ich a , la cie n c ia le h a sid o n e g a d a, la lu z de los c o n o c i­ m ientos reales de la vida se ha procurado siem pre que no p en e­ trase en su oscuro cerebro»127 . C olab o rad o res de esta revista lo fueron u n am plio plantel de m ilitantes anarquistas, Teresa C laram u n t, Soledad G ustavo, Rosa L id ó n , M a ría L osada, etc. F i-

124 Véase, p.e., Tierra y Libertad (Madrid), n.57 (22 marzo 1906), 2. 125 «Nuestro saludo», n .l (27 enero 1907), 1. De todos estos periódicos que he citado, excepto este último, no se conocen ejemplares. Sin embargo, se tienen noticias de que José Alarcón tuvo una participación bastante desta­ cada en todos ellos. 126 L a R azón Obrera (Cádiz), n.21 (8 febrero 1902), 4, inserta, además de éste, noticias de los demás grupos feministas españoles. 127 «A lo que venimos», n .l (1 feb. 1902), 1.

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nal izó sus publicaciones casi enseguida12*1, aunque se propusie­ ron su continuación y de hecho así lo anunciaron: 3

Al paralizarse la publicación de La Humanidad Libre campeón que publicaban queridas compañeras de esta localidad, creimos de necesidad algunos amantes de la propaganda que reapareciese tan modesto como valiente defensor de la emancipación de la mujer.129

Pero decidieron que no fuera exclusivam ente órgano fem inista, sino defen so r «de cu a n to s en esta sociedad sean atropellados, explotados y escarnecidos, sin distinción alguna de sexo»130. Su nom bre se convirtió en E l Corsario, haciéndose cargo, como su­ cesor de aquella, de su adm inistración131. E n este periódico con­ tin u aro n colaborando las m ilitantes anarquistas a las que antes nos hem os referido, ju n to a otros m uchos. S u directo r fue José Alarcón132 . M antuvo en ocasiones agrias polém icas con E l Mer­ cantil Valenciano diario republicano «especie de letrina donde se vierten todas las in m undicias del estercolero burgués»133 . D io am plio espacio inform ativo tam bién a com unicados y cartas de los que todavía sufrían presidio por los crím enes de «La M ano Negra» y a la cam paña p o r la revisión del proceso en general. C o m o era ya norm a, fue frecuentem ente d e n u n c ia d o y secues­ 128 Sólo se conocen tres números, el último de fecha 8 marzo 1902. 129 Tierra y Libertad (Madrid), n .l 57 (17 mayo 1902), 3. 130 «Explicación a los com pañeros», E l Corsario (Valencia), n .l (8 junio 1902), 1. 131 Véase p. 4 del n .l. 132 Yo no tengo ninguna constancia de ello, pero asi lo afirma Ramir Reig, Obren i ciutadam, Valencia, 1982, p. 62, nota 51. Tierra y Libertad (Ma­ drid), n. 195 (5 febrero 1903), 3, da cuenta de la detención del director, pero sin decir su nombre. 133 «Nuestra contestación», n.2 (21 junio 1902), 3.


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trado y aún así logró su p e ra r la b arrera psicológica del año de publicación.134 E n el ángulo noroccidental de la Península, en las tierras galle­ gas, pero básicam ente en L a C o ru ñ a13’ se fue configurando un potente m ovim iento obrero a p artir de finales del siglo pasado. L a sociedad de carpinteros p atrocinó la aparición del periódico La Emancipación 136 , en m ayo de 1900, que debió realizar una excelente labor p ro pagandística. L a huelga general de 1901 en L a C oruña es prueba patente del desarrollo de la propaganda en esa ciudad, pero al m ism o tiem po desorganizó el m ovim iento e hizo que desapareciera el periódico, denunciado por la autoridad m ilitar que había decretado el estado de guerra.137 R eagrupadas las fuerzas obreras en 1902 volvió a aparecer el p eriódico, p e ro esta vez com o ó rgano de las sociedades obre­ ras138 . L a huelga de m etalúrgicos en 1903 y la crisis de trabajo que afectó p ro fu n d a m en te a G alicia lo hicieron desaparecer en m arzo o abril de ese año, por falta de recursos económ icos.139 Los activos grupos anarquistas de L a C o ru ñ a iniciaron en agos­ to de 1904 la publicación del órgano defensor de las ideas liber­ tarias, Germinal, y algunos años después en 1908 La Acción. M ás tarde con la fundación de la C N T , se produciría una revitaliza134 Véase Tierra y Libertad (Madrid), n.195 cit. E l Productor (Barcelona), n.40 (29 agosto 1903), 1, anuncia que fue denunciado y secuestrado el n.62. Nos han llegado muy pocos ejemplares y el último que conozco es el nú­ mero 27 (12 diciembre 1902). 135 Según Tuftón de Lara, Manuel (1972), p. 407, en esa ciudad, en los pri­ meros años del siglo, las organizaciones anarcosindicalistas contaban con tnás ile 5000 afiliados. 136 Suplemento a La Revista Blanca (Madrid), n.56 (9 junio 1900), 1. 137 Id., n.109 (15 junio 1901), 4. 138 Tierra y Libertad (Madrid), n.165 (12 julio 1902), 4. 139 Id., n.213 (11 abril 1903), 4.


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ción del m ovim iento obrero de ten d en cia anarquista y tam bién de los gru p o s ácratas que se ex ten d iero n p o r g ran parte de la región gallega. j Igualm ente en V alladolid se m ostraron activos los grupos an ar­ quistas, herederos de las secciones de trabajadores de la I In te r­ nacional, así com o tam b ién en Bilbao. L os núcleos de Santander publicaron Adelante con un razonable éxito entre los trabajado­ res de la ciudad m ontañesa, llegando a traspasar sus límites loca­ les. Adem ás de una publicación obrera, se propuso ser una revis­ ta culturalsociológica, con valiosas aportaciones teóricas. N o faltaron en este período publicaciones con rancio sabor vitalista heredado de la década anterior. E l individualism o stirneriano o en ocasiones fuertes influencias de N ietzsche, im pregnaron las páginas de Juventud de Valencia: El cretinismo, la renunciación cristiana de la juventud española nos ahoga. Enseñarles a ser fuertes, a ser dignos de vivir, será nuestro primer trabajo. ¿Programa? ¿Para que? D elante tenemos la Villa, detrás los cadáveres que no puedan seguirnos.1411

E l grupo anarquista «Andalucía Rebelde» de La Linca, lanzó en el o to ñ o de 1905 la idea de una publicación que vería la luz en esa ciudad y apuntaban el título de Aurora (para seguir la trudi ción de la publicación que allí había sido editada años atrás)141 . A lg u n o s m eses m ás ta rd e apareció con el títu lo definitivo de Anticristo. D esd e u n p u n to de vista fe ro z m e n te individualista pretendían acabar con el aspecto m ístico del anarquism o’42 . La 140 «Al pueblo; a los jóvenes», por La Redacción, n .l (4 enero 1903), 1. 141 «Una iniciativa», E l Productor (Barcelona), n.26 (7 octubre 1906), 3. Véase también, «A todos los anarquistas», Id., n.30 (4 noviembre 1905), 3. 142 Véanse los dos artículos de A. Herrero, «Barriendo errores...», en los n ú ­ meros 1 y 2 de 31 marzo y 19 mayo 1901 respectivamente.


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p o d ero sa in flu en cia de N ie tz sc h e se in cru stó en cada g o ta de tinta: Tam poco venim os a luchar por la Humanidad ni el Bien; éstos como la Verdad y la Justicia únicamente son para nosotros restos redivivos de los muertos fetiches religiosos; hueros fantasmas que en todo tiempo han absorbido la personalidad humana. Para noso­ tros no hay más realidad que nosotros mismos; y el mundo que nos rodea solamente es un atributo nuestro o el campo de nuestra acti­ vidad a la cual no reconocemos límite ni valla143.

Salvador R odríguez fue uno de los responsables de la revista y José R odríguez Rom ero su director. El acoso de la justicia im pi­ dió que fuera más allá de su segundo núm ero.144 Publicaciones efím eras la m ayor parte de ellas, órganos de gru­ pos anarquistas un buen núm ero, alcanzaron, a pesar de todo, a establecer una in trin cad a red de contactos que co nstantem ente se renovaban. E n ningún otro m om ento se reprodujo este fenó­ m eno. E l m ovim iento anarquista evolucionará hacia form as o r­ ganizativas cada vez más estructuradas, en un intento de facilitar la consecución del objetivo com ún.

2 .3 . Tierra y Libertad. Un grito de rebeldía

Los orígenes de esta expresión, «Z em lia i Volia» [T ie rra y L i­ b e rta d ], que llegaría a convertirse en un g rito de rebelión, hay que buscarlos en la R usia zarista, pero -com o casi siem pre- esos orígenes están rodeados de m isterio, no obstante «constituye el prim er eslabón de una tradición, crea un nom bre que será reco143 «Hacia las cumbres», por La Redacción, n .l (31 marzo 1906), 1. 144 «¡Viva la democracia!», La Huelga General (Madrid), n.5 (9 marzo 1906),

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gido q u in ce años d esp u és, pero no resulta nada fácil c a p ta r la r e a l id a d s i se q u i e r e ir m á s a ll á d e e s t o s r e c u e r d o s y referencias».145 Este n om bre p ro n to cruzaría las fronteras rusas y se extendería por m uchos lugares, c o n v irtién d o se en u n o de los más im p o r­ tantes ó rg an o s de expresión de los g ru p o s anarco -co m u n istas. Terre et Liberté, se publicaría en París, por prim era vez, en o c tu ­ bre d e 1884 y c u a tro añ o s después los a n a rc o -c o m u n ista s de G ra c ia (en a q u e llo s m o m e n to s el a c tu a l b a rrio de G racia de B arcelona era todavía un m unicipio in d ep e n d ien te ) asum irían esta ya m ítica cabecera. A u n q u e en e sta p rim e ra e ta p a sólo p u d o p u b lic a r 23 n ú m e ros146, E m ilio M ugas y M a rtín B orras Javé, sus principales iv dactores, su p iero n d o ta r a¡ p e rió d ico de u n co n ten id o esencial en el proyecto anarco-com unista. Ya he señalado en el a n triio i capítulo sus reflexiones en torn o a la organización de los grupos anarquistas. E n su prim er núm ero afirm aban: Capital, propiedad, autoridad, este es el enem igo com ún; a él de hen dirigirse todos nuestros ataques, enseñando al pueblo todos los crímenes, perfidias y traiciones de que se ha valido para dom inar el m undo demostrar con los ojos claros de la razón que todos los desheredados cenemos el deber de combatirlo sin tregua ni piedad, pues 110 la ha tenido ni la tendrá nunca de nosotros,1,17

A pesar de su corta duración sirvió de base para relacionar a los in cip ien tes g ru p o s de a fin id ad a n a rq u ista que co m en zab an a form arse en todo el país. A unque esta cabecera no aparecería de 145 Venturi, Franco (1981), p. 445. 146 El primero salió el 12 de junio de 1888 y el último se publicó el 6 de ¡uíio de 1889. 147 «Nuestro propósito», Tierra y Libertad (Gracia) A .l, n .l (2 junio 1888), 1.


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nuevo hasta los prim eros años del siglo XX, otros órganos anarco-com unistas co n tin u aría la labor iniciada po r La Justicia H u­

mana y Tierra y Libertad. Ya señalaba en el p rim e r ap artad o de este capítulo la labor edi­ to ria l llevada a cab o en M a d rid p o r la fam ilia U rales. C o m o tam bién indicaba, sustituyeron el Suplemento a la Revista Blanca p or la cabecera Tierra y Libertad , co n tin u an d o éste la seriación desde el n ú m ero 141148 . E n el n ú m ero 138 del Suplemento ya a n ticip ab an la noticia del cam bio de cabecera, afirm ado que lo hacían para separar a L a Revista Blanca del Suplemento y conver­ tirlos en plataform as independientes. A sim ism o anunciaban que la red a c c ió n e sta ría c o m p u e sta po r S o led ad G u stav o , F erm ín Salvochea, A n to n io A p o lo y F ederico U rales y a firm ab an su voluntad de que llegara a convertirse en diario; sin em bargo, no se hace alu sió n a las raz o n e s que les m o v iero n a escoger este nom bre. Files a sus propósitos y a pesar de las dificultades que ello en tra­ ñaba, en agosto de 1903 se transform ó en diario, incorporando a su redacción a Julio C am ba149 . El volum en de la inform ación lo hacía necesario. Salvando innum erables denuncias, secuestros y o tras dificultades e n tre las cuales las económ icas no fueron las

148 Inició sus publicaciones el 25 de enero de 1902 y el último número publi­ cado lleva la fecha del 25 de agosto de 1904. 149 El semanario lo llevaban prácticamente cuatro personas: Urales, Soledad Gustavo, una sobrina del primero y su cuñada, cfr., Urales, Federico (s.d. 11930]), II, p. 155. El diario recibió tan sólo 5.000 pts. de Francisco Ferrer Guardia y otras 5.000 de Juan Greaghe, m édico de Buenos Aires, cfr., Urales, Federico (s.d. [ 1930J), p. II, p. 153. En 1902, Tierra y Libertad vendía un total de 15000 números. Véase también, Tavera, Susana (1978), passim.


S o lid a r id a d Obrera

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m enos se publicó c o tid ia n a m e n te hasta finales de ese m ism o año.150 Seguiría todavía su trayectoria du ran te más de m edio año hasta su traspaso a las m anos de los grupos anarquistas m adrileños, los cuales iniciaron u n a nueva etapa, m ucho m ás ligada a la línea que en esos m o m en to s seguía el m ovim iento. A l suspender su publicación diaria, A p o lo y C a m b a iniciaron la edición de E l Rebelde, periódico a n arq u ista de com bate que se sum ó casi in­ m ediatam ente ál sector de oposición a ia fam ilia Urales, Estos ataques que prácticam ente recibía de todas partes, induje­ ron a U rales a abandonar los m edios periodísticos anarquistas a finales de' 1904151 , La Revista Blanca la dejó en m anos de A n ­ selmo L orenzo y Tierra y Libertadla puso en las m anos de A be­ lardo Saavedra, regente de una escuela laica en M a d rid y en las de Francisco G . Sola, redactor de ambos periódicos.152 Estos constituyeron el grupo «4 de mayo», quien se encargó con más o m enos fo rtuna de este periódico. D os épocas más apare cieron en M a d rid 153 . E n m anos de este g rupo fue m odificando 150 Urales, Federico (s.d. [1930]), II, p. 154 y sgs., presenta un nl.tru deull.tdn de las. artimañas a que tuvo que recurrir para salvar dichui* driuirN i .i ■< v secuestros. 151 Pasó á partir de entonces a formar parte de la m lm iuii <]< I Uan, l/rinvt jté/, órgano del Conde de Romnnones, cfr., Uralc:,, IVdcni " (i. d 11'f titJ), II, p, 245. D e todos modos aún publicaría en Madrid otra u-vi i.i di mui corta duración (cuatro números) con el título de /■.'/ >( l'M I) ,<nh . di ser desterrado de esa ciudad. Se trasladó entonces a HiiiitIoiu d.... . jii« i más tarde se sumaría de nuevo a las actividades prnpagandlMii .i1, m u l.i edición de la 2* época de La Revisla Blanca, 152 Urales, Federico (s.d. (1930J), II, p. 243. 153 Una entre septiembre y noviembre de 1904 y otra entre diciembre de I904 y agosto de 1906. «Mientras se publicó Tierra y Libertad en Madrid se substanciaron más de sesenta procesos», véase., «A los compañeros», n. 1 (15 noviembre 1906).

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Solidaridad Obrera y

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el p e r io d is m o

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im p e rce p tib le m e n te su e stru c tu ra y sobre todo su trayectoria. N uevos grupos se sum aron para prestar su apoyo. E n Barcelona se c o n stitu y ó u n o de igual n o m b re al de M a d rid , q u e pasó a form ar parte de la redacción.154 C u an d o en M a d rid la situación se hizo insostenible155 , se tom ó la determ in ació n de com ún acuerdo con el grupo de Barcelona de trasladarla a la ciudad condal. E sta decisión tendría unas re­ percusiones im previsibles en ese m o m e n to m uy favorables a la propaganda anarquista. E n efecto, aunque con toda probabilidad las causas del traslado del periódico a Barcelona fueron las seña­ ladas, n o cube d u d a que fue un acierto, ya que c o n trib u y ó en gran m edida al desarrollo de la organización anarquista, desde una plataform a privilegiada. E l traslado de Tierra y Libertad de M ad rid a Barcelona en no­ viembre de 1906 cum plió dos funciones esenciales en el seno del anarquism o barcelonés: por un lado, unificó los objetivos de los grupos que se aglutinaron en su torno, y por otro sirvió de coor­ d in a c ió n y enlace e n tre los m ism os. D e sd e el p u n to de vista ácrata jugaría un papel parecido a Solidaridad Obrera con respec­ to al sindicalism o revolucionario. Su desarrollo p olarizaría los esfuerzos de los gru p o s an arq u istas hacia u n objetivo com ún.

154 Antonio Loredo formaba parte del grupo «4 de mayo»- de Madrid. Véase ana cita suya en Romero Maura, Joaquín (1989), p. 7, extracto de una carta que este envió a L a Publicidad desde la cárcel de Tamisa el 30 de agosto de 1909 (cotíservada en el Archivo Maura). 155 Todos los redactores fueron encarcelados. En noviembre de 1906 «siete compañeros quedan aún en la cárcel modelo y las fichas antropométricas de muchos más», «A los compañeros», n .l (15 noviembre 1906). «El go­ bierno MoretCanalejas ha emprendido una rabiosa persecución contra la prensa anarquista...», «¡Viva la democracia!», La Huelga General (Madrid), n.5 (9 marzo 1906), 1.

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P ro g resiv am en te se iría c o n v irtie n d o en el d e p o sita rio de las teorías anarquistas, consolidando de esta form a un prestigio co­ mo p u n to de referencia obligado. A unque nunca llegó a conver­ tirse en diario, pese a los esfuerzos que se hicieron156 , es induda­ ble que en cierto m odo sirve de baró m etro para m edir el grado de cohesión y fuerza alcanzado por el m ovim iento anarquista. Su aparición en Barcelona fue saludada con estas palabras: Falta hacía aquí un periódico de seriedad que contrarrestara brioso los cínicos desplantes y la irrupción morbosa del noticierism o políticomercantil...157

Sin em bargo, su consolidación no se produciría de form a m ine diata. A un año de la aparición en la capital catalana, el grupo «4 de mayo» se lam entaba de las dificultades que en contraba para su publicación. El déficit aum entaba a cada n ú m ero y si nuevos grupos no le prestaban su apoyo acabaría por desaparecer.158 E l 24 de diciem bre de 1910 inició sus publicaciones, en B arce­ lona, la c u a rta época de Tierra y Libertad. E n esta ocasión su

156 Salvo una corta etapa en julio de 1936 157 «Bien Venido», por Vitelabra, Tierra y Libertad (Barcelona), n.2 (22 no­ viembre 1906), 3. 158 «A los compañeros», n.42 (14 nov, 1907), 1.


S o lid a r id a d O brtra

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r m i o n i s M o d i. r a í z á c r a t a

continuidad será bastante dilatada159, prolongándose hasta 1919. E sto le perm itió contribuir a la consolidación de la organización anarquista por grupos, al tiem po que esta progresiva consolida­ ción de la estructura anarquista perm itía la extensión de la p ro ­ paganda a través de los periódicos. D e vuelta de la cárcel y del destierro, venimos otra vez a ofrecer a la anarquía el hom enaje de nuestra actividad y de nuestro entusiasmo.560

E n su reaparición, este periódico se puso decididam ente del lado del sindicalism o, ya que por lo que hacía referencia a la Revolu­ ción, «se concede m ás trascendencia social en buena lógica a un sencillo obrero sindicalista que al m ás teatral tribuno...»161 . E s­ casam ente un año después de su vuelta al estadio de la prensa, el éxito alcanzado por el sem anario hizo que se concibieran ideas de m ejoras, entre las cuales figuraba la de au m en tar su frecuen-

159 Se publicó basta la suspensión de garantías de enero de 1919. En total 415 números; el último Ríe publicado el 15 de enero de 1919. Volvió a publi­ carse en una fecha indeterminada no se conoce ningún ejemplar dado que E l Liberal (Barcelona), n.7703 (7 enero 1920 edición de la noche), 1 y (8 enero 1920 edición de la mañana), 1, «anuncia por orden gubernativa la suspensión de Tierra y Libertad. Esto no significa, sin embargo, que no tuviera percances a lo largo de su dilatada existencia. Fue suspendido entre el n.80 (13 septiembre 1911) y el n.81 (1 noviembre 1911), por causa de la huelga funeral. l)c nuevo las suspende entre el n.359 (8 agosto 1917) y el n.360 (17 octubre 1917) a causa de la huelga general revolucionaria de aquel año. Nuevamente entre el n.374 (23 enero 1918) y el n.375 (10 abril 1918), por cauta de la represión (fue suspendido por orden gubernativa al igual que Solidaridad Obrera). 160 «Otra vez a la tarea», Tierra y Libertad (Barcelona), n .l (24 febrero 1910),

1. 161 ibid.

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cía a b ise m a n a l, al tie m p o que se a u m e n ta b a su. tam añ o . Sin em bargo, A cracio Progreso consideró que se estaba en condicio­ nes de tra n sfo rm a rlo en diario. A lu d ie n d o a su a n te rio r etap a diaria con 2 4 .0 0 0 suscriptores, señalaba varias acciones a reali­ zar, com o el bo ico t a los establecim ientos que no adquiriesen el cotidiano o su venta a gritos por las calles.162 Tom ás H errero s directo r del periódico en esos m om entos, des­ pués del procesam iento a José G rau y su posterior huida a F ran ­ cia apoyó en seg u id a la idea, afirm ando que sus 10.000 lectores se a m p lia ría n a te n o r d e la p rec isió n de los tra b a ja d o res p o r m antenerse inform ados, necesidad que hoy cubren con la prensa burguesa. P ro p o n ía adem ás que se discutiera durante los m eses de m ayo y junio y que de estar conform es em pezara la etapa dia­ ria el I o de enero del año siguiente, suspendiendo de m om ento las reform as que se ten ían proyectadas163 . E n septiem bre el p ro ­ pio sem anario difundía la noticia de que se habían em pezado las tareas para llevar adelante el proyecto.164 L a huelga gen eral de ese m ism o m es po r un lado, el enc arcela m iento del d ire c to r y adm in istrad o r del periódico por o tro y la suspensión de casi dos m eses que sufrió com o consecuem ia dt

162 Tierra y Libertad (Barcelona), n.60 (26 abril 1911), 23. 163 «Sobre una proposición», Tierra y Libertad (B arcelona), n.61 (3 mayo 1911), 1. E n núm eros sucesivos continuaron las adhesiones al proyecto. Francisco M iranda en el n.65 (31 mayo 1911), 4, abundando en la idea de que los grupos sum aran fondos para ayudarlo y el grupo editor elaborase un presupuesto de gastos; o tam bién V. G arcía en el n.66 (7 junio 1911), 34, con la iniciativa de hacer acciones de 5 pts., facilitándose por cotiza­ ciones de 1 pta., etc, 164 C om o p.e. la idea de una rifa, que había sido bien acogida, Tierra y Liber­ tad (Barcelona), n.80 (13 septiembre 1911), 2.


c a p ít u l o

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aquella, im pidieron que el proyecto del diario fuera llevado a la práctica.165 E n estos p rim ero s años, la cam p añ a m ás im p o rta n te que em ­ p rendió fue la de p ro p ag a r noticias sobre el desarrollo de la re­ volución m exicana, defen d ien d o a ultranza el carácter libertario de la m ism a, representado po r el P artido L iberal M exicano que lideraba R icardo F lores M a g ó n . D esde la inserción de editoria­ les en los que se glosaba la lucha revolucionaria co n tra Porfirio D íaz y la labor de los lib ertario s en ella con alusión a Práxedes G . G u errero caído tem p ran a m en te en ella166 , hasta la inclusión de num erosos escritos del propio Flores M agón u otros tomados del periódico Regeneración, órgano de expresión del Partido167, la inform ación y la propaganda fueron constantes. No estuvo solo Tierra y Libertad en esta labor de ayuda a los revolucionarios mexicanos. T o d a la prensa anarquista y anarco­ sindicalista se hizo eco de la m ism a. D el m ism o m odo todo el m ovim iento anarquista español contribuyó con sus aportaciones

165 Véase, «A todos los com pañeros», Tierra y Libertad (Barcelona), n.81 (1 noviembre 1911), 1, dando noticia de estos hechos con la disolución de la CN T. 166 «La revolución en M éjico», Tierra y Libertad (Barcelona), n.50 (15 febrero 1911), 1. 167 Véase p.e., «La G uerra Social», por Ricardo Flores M agón, Tierra y Liber­ tad (Barcelona), n.55 (22 m arzo 1911), 2. Véase, tam bién, el interesante artículo de G uerra, Xavier, «De l'Espagne au Mexique: le milieu anarchiste et la revolution méxicaine», Melanges de la Casa de Velazquez,, 9 (1973), pp. 667 y sgs.


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a las suscripciones abiertas por este sem anario y po r Solidaridad Obrera para sufragar los gastos de la lucha.168

Genetistas de Capellada e Igualada en una excursión a Corbeta de Iguaruda, muestran un ejemplar del periódico^ ierra y Libertad, año 1935

Los entusiasm os del periódico p o r aquella revolución crecieron a m edida que aum entaban las noticias sobre la m ism a169 , no d u ­ dando un solo m om ento en d e fe n d e rla c u an d o en tre los an ar­

168 Véase, p.e., «La revolución mexicana», por J.I.L ., desde Buenos Aires, E l Látigo (Baracaldo), n . l l (21 febrero 1.913), 3, con com entarios muy elo­ giosos hacia la misma. E n Tierra y Libertad (B arcelona), n.65 (31 mayo 1911), 3, se inform a que se han girado 1000 ptás. para el Partido Liberal M exicano, 500 de Soli y 500 de Tierra y Libertad, Xavier G uerra, art. cit., p. 668, afirm a que la suscripción abierta por Tierra y Libertad en favor de los revolucionarios mexicanos alcanzó varios miles de pesetas en algunos meses, con aportaciones de 10 a 50 cts, por persona. 169 «Una revolución libertaria», Tierra y Libertad (Barcelona) , n.54 (15 marzo 1911), 1.


1 S 0hd& ridad O brera

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quistas co m enzaron a su rg ir dudas sobre su carácter170 . E stos m ovim ientos solidarios con los revolucionarios m ejicanos cul­ m inaron con la constitución en Sabadell, en 1914, por iniciativa de P ascual R eal, M a ria n o G u a rd io la , J u a n S im eó n , A lfred o M a rtín e z y Jo a q u ín S tru c h , de la agencia «R egeneración», al objeto de difundir en E spaña el periódico del m ism o nom bre, el cual sim bolizaba la expresión m áxim a de las aspiraciones de la revolución m exicana.171 Al año siguiente se fundó en la m ism a ciudad el periódico Reí vindicación para defender la «Revolución expropiadora de M é ji­ co»172 . Sin em bargo, las especiales condiciones económ icosociales que se abrieron en nuestro país con el estallido de la I a gue­ rra m u n d ial, c o n d e n a ro n al fracaso estas iniciativas. T a n to la agencia com o el p erió d ico padecieron graves dificultades eco­

170 «Sobre la revolución mexicana», n.118 (17 jal. 1912), 1. E n este editorial se afirm a que no se ajustan a razón las sospechas de algunos anarquistas. Ya Kropotkin la había definido «lucha agraria» y había mostrado sus sim­ patías hacia ella. Para apoyar sus tesis insertó un pormenorizado relata del encarcelam iento de. F lores M ag ó n y algunos de sus partidarios en Los Angeles, con los incidentes que provocaron los sucesivos aplazamientos de su proceso. Jean G rave y los anarquistas d e la revista Les Ternps Nouveaux se negaron a considerar libertario a Flores M agón, reprochándole la mode­ ración del Programa Liberal de 1906, poniendo incluso en duda el carácter social y económico de la revolución; véase, Xavier Guerra, art. cit., p. 675. A nte esto e! periódico contraponía que si Kropotkin la calificó en su día de «lucha agraria» para, evitar torcidas interpretaciones, yá se podía calificar en esos m omentos de revolución social. Para apoyar sus afirmaciones ofrecía una detalLada historia de la m ism a y se refería a las declaraciones de M oncaleano de la C oruña, testigo presencial, Tierra y Libertad (Barcelona), n.135 (11 diciembre 1912), 1. 171 Tierra y Libertad (Barcelona), n.236 (18 noviembre 1914), 4. 172 Apareció a principios de junio de 1915.

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Solidaridad Obrera

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nóm icas573 , que les im pidieron cubrir sus objetivos. Reivindica­ ción desapareció en octubre de 1915, pero reapareció nuevam en­ te en SabadeU en enero del año siguiente, en la confianza abso­ luta de que se iba a «dedicar m ás a te n c ió n que hasta aquí a la G ran R evolución que desde cinco años conm ueve y transform a el suelo rico en M éjico»174 . N o o b sta n te , poco m ás de un mes después desaparecía definitivam ente. P ro g resiv am en te Tierra y Libertad fue a su m ie n d o el papel de d e p o sita rio de la «ortodoxia» an a rq u ista 175 . El in co n d icio n al apoyo que recibía de to d o s los sectores lib ertario s españoles le p erm itiero n sentar las bases para un desarrollo de la o rg an iza­ ción anarquista. C om o p u n to de referencia obligado, fue la pla­ taform a de apoyo y estím ulo en la creación de diferentes federa­ ciones anarquistas regionales, a las que prestó en todo m om ento una exhaustiva cobertu ra in fo rm ativ a. D esd e esta privilegiada

173 La «Agencia Regeneración» difundió una nota en la que comunicaba que se hicieran pedidos de Regeneración, excepto aquellos que estaban ¡ti descu­ bierto por no pagar y que eran responsables de la larga suspensión que había sufrido este periódico, Reivindicación (Barcelona), rs.16 (22 octubre 1916), 2. Por su parte Reivindicación tuvo que suspender en varias ocasio­ nes, después de haberse trasladado a Barcelona, al mes de haber aparecido en Sabadell, véase, Tierra y Libertad (Barcelona), n.277 (13 octubre 1915), 3. 174 «¡Año Nuevo, vida nueva!», n. 1 (5 enero 1916), 1, 175 E n septiem bre de 1912 llevaba.a cabo u n balance optim ista del resurgi­ m iento del anarquismo en España, aprovechando la aparición de Cultura Libertaria de El Ferrol. C on éste eran ya cuatro los periódicos netam ente anarquistas, entredós cuales incluía a E l Libertario de G ijón, aunque en un principio se habían mostrado en desacuerdo con él, por ciertas declaracio­ nes de su prim er número. Pero éstas fueron justificadas posteriorm ente por Pedro Sierra en carta enviada a la redacción de Tierra y Libertad y al pare­ cer satisfactoriam ente. Véase, «Nuestro resurgi m iento», Tierra y Libertad (Barcelona), n.125 (4 septiembre 1912), 3.

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S o lid a rid a d Obrera

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posición, enarboló la b a n d e ra del in ternacionalism o, frente al intervencionism o de algunos anarquistas que se pusieron al lado de las potencias aliadas en la gran g u erra, lo que de in m ed iato fue c o n sid e ra d o p o r el p e rió d ic o , « p elig ro sa d e sv ia c ió n » 176 . Pronto el m ovim iento anarquista internacional se dividió en dos bandos irreconciliables, e sg rim ien d o cada uno de ellos sus ar­ g u m en to s en defen sa de sus posiciones. L a lógica de los an ar­ quistas intervencionistas les llevó a suscribir en febrero de 1916, un m anifiesto en defensa de la libertad representada por la E n ­ tente y am enazada p o r el agresivo m ilitarism o alem án177 . E ste h ech o h izo aún m ás p ro fu n d a la b rec h a a b ie rta e n tre los dos sectores en que se dividió el m ovim iento anarquista. C on la suspensión en 1919 de Tierra y Libertad y todos los d e­ m ás periódicos anarquistas y anarco-sindicalistas, B arcelona se qu ed ó d u ran te u n a te m p o ra d a sin p ren sa an arq u ista. Tierra y Libertad no volvería a aparecer en la C iudad C ondal hasta enero de 1923.

176 «Peligrosa desviación», Tierra y Libertad (Barcelona), n.235 (11 noviembre 1914), 1 y sgs. Hondo estupor causó en los medios anarquistas internacio­ nales las declaraciones de Kropotkin situándose al lado de los aliados, fren­ te al militarismo alemán. 177 «Carta abierta a los firmantes del manifiesto guerrerista...», Tierra y Liber­ tad (Barcelona), n.295 (22 marzo 1916), 2.

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,j\(a c im ie n to y desarrollo de S o lid a rid a d O brera

3 .1 . Génesis de Solidaridad Obrera

Estos nuevos intentos de organización de los trabajadores afines al anarquism o, a los que he hecho alusión en el capítulo prece­ d e n te , coincidieron con la e n tra d a en E sp a ñ a de las originales ideas del sindicalism o revolucionario provenientes de Francia. El hecho de que arraigaran en tan poco tiem po y con tanta fuer­ za, perm ite suponer que se en co n traro n con terren o suficiente­ m ente abonado. L o cierto es que el sindicalism o francés propor­ cionó las estru c tu ras en que se apoyarían las viejas ideas de la Internacional española. E l día 3 de agosto de 1907 tras algunas reuniones preparatorias los delegados de las sociedades obreras reunidos en el local de la D ependencia M ercantil constituyeran la «Federación Local S o­ lidaridad Obrera», em brión de la futura C N T .178 E n la constitución de esta nueva Federación participaron socia­ listas y republicanos, ju n to a sindicalistas y anarquistas. C om o m ás adelante verem os con m ás d etalle, los sucesos de ju lio de 1909, conocidos com o «La S em ana T rágica», hicieron que las posiciones se radicalizaran y los pocos socialistas que quedaron después de estos h ech o s, a b a n d o n a ro n la e x p erien cia en sep­

178 Solidaridad Obrera (en adelante S.O.) (Barcelona) 1(19 octubre 1907), 2.


S ° ^ d a r id a d Obrera

c a p itu lo ni

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tiem bre de 1910 por la transform ación de aquella en «C onfede­ ración N acional del Trabajo». D os m eses y m edio después de co nstituida la F ederación el 19 de octubre apareció el p rim e r núm ero de su órgano oficial que recibió id én tic o n om bre: Solidaridad Obrera. Según parece su publicación fue financiada por Francisco Ferrer17íl y se encargó de la dirección del p eriódico Jaim e Bisbc, siendo secretario de redacción M iguel V. M o re n o y a d m in istrad o r A. B adía M a ta m ala; José C asasola, C o lo m é , G ra u , E n riq u e F érrer y T om ás H erreros fueron sus redactores. A nselm o L orenzo, com o direc­ to r literario, escribía «los trabajos editoriales de orientación re­ volucionaria»180 . L a redacción se instaló en la calle M endizábal, 17 y se im prim ía en los talleres de José O rteg a, en la calle San Pablo, 96 de Barcelona. Los prim eros núm eros del perió d ico llevaban un artístico gra­ bado alegórico, inteligentem ente diseñado. El del núm ero inicial el más conocido representa a un obrero dorm ido bajo los efectos de una pipa de opio. E n sus sueños se dibujan dos escenas: una o p u le n ta m atro n a to ca d a con u n go rro frigio d istrib u y en d o a m anos llenas el d in ero que se escapa de un cuerno de la abun­ dancia y otra con la barretina y enarbolando la senyera en la que se lee: «A utonom ía de C atalunya», alrededor de esta últim a se ve a un g rupo típico que baila la sardana. Fuera del sueño, una ter-

179 Leroy, Constant (1913), pp. 217218, cit. por Cuadíat, Xavier (1976), p. 204. 180 Ibidem. Aunque este autor, conocido también como Miguel V(illalobos) Moreno y cuyo verdadero nombre era José Sánchez G onzález, antiguo anarquista, introduce bastantes inexactitudes en su libro, en esta ocasión sus informaciones son bastantes fiables, al menos según mis investigacio­ nes.

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cera figura fem en in a S o lid a rid a d O b re ra in te n ta desp ertar al proletario inconsciente y atraerlo a sus filas.181 Las escasas fuerzas con las que contaba la Federación Local en ei m om ento de su constitución, fueron aum entando a lo largo de aquel año, siendo p recisam en te la ex ten sió n de la propaganda una de las tareas esenciales del sem anario, ju n to con la expan­ sión de la organización y la necesidad de la asociarse. En el a rtí­ culo «A todos»182, firm ado p o r E l C o nsejo, se presentaba un balance m uy optim ista de lo actuado hasta entonces, apuntando que para hacer del periódico lo que se propusieron en un princi­ pio debían suspenderlo por dos o tres semanas183. Su reaparición coincidiría con un acto público en Barcelona y sería extraordina­ rio, con un m agnífico grabado y texto escogido. E n el editorial «O tra vez a la lucha» en el núm ero de la reaparición184 - se afir­ ma: Solidaridad Obrera reaparece. Cuando se acom ete un» empresa grande se necesitan descansos periódicos.135

O tra de las tareas fundam entales del sem anario consistió en lan­ zar una «C am paña co n tra el proyecto de ley llam ado de repre­

181 S.O. (Barcelona), n .l (19 octubre 1907), 1, cit. por Alvarez Junco, J., «Les anarchistes face au nationalismé catalan (18681910)#, Le M ouvement So­ cial, París, 128 (julio-septiembre 1984), 43. 182 Id., n.7 (30 noviembre 1907), 2. 183 Se interrumpe su publicación entre el n.7 y el n.8 (13 teb. 1908), 1. 184 Id., 8 (13 febrero 1908), 2. 185 Según todos los indicios las causas de la suspensión fueron muy distintas de las apuntadas, véase, E l Trabajo (Sabadeil) 185 (15 febrero 1908), 8, con noticias sobre actos contra la represión y por la reaparición de Solidaridad Obrera.

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sión del tcrro rtsm o » ,K6. E n el p rim e r congreso obrero regional celebrado en Barcelona los días 6 al 8 de septiem bre de 1908, en el nuevo local de la organización, calle N ueva de San Francisco, 7187 , la Federación L ocal se transform ó en C o nfederación R e­ gional de Sociedades de R esistencia Solidaridad O brera. E l p e ­ riódico publicó las actas188 y m ás tarde los e sta tu to s189 . E n el congreso estuvieron representadas alrededor de 109 agrupacio­ nes p o r 142 delegados. C o m o vem os la o rg an izació n se hacia extensiva a C a ta lu ñ a y su ejem plo com enzaba a cundir en toda E spaña. E l órgano obrero está repleto de noticias con la co n sti­ tución de sociedades «Solidaridad O brera» por todo el país, so­ bre todo en la región valenciana y en A sturias.190 Pero a pesar de todos los esfuerzos, el periódico languidecía por falta de recursos y apoyo. N o tenem os datos precisos sobre su tirada y distribución, aunque se puede apuntar que seria bastante corta y se d istrib u iría p rincipalm ente en la capital y pueblos de alrededor. A propósito de su precariedad, José Blasi, delegado de los curtidores, apuntaba alguna iniciativa para ayudarlo191. D e s-

186 S.O. (Barcelona), 19 (5 junio 1 9 0 8 ),l-2 y 2 0 (12 junio 1908),12. 187 A este* nuevo local se trasladó también la redacción del periódico a partir de! 31(18 septiembre 1908). Según parece este nuevo local mucho más adecuado para las necesidades de !a organización, fue posible adquirirlo gracias de nuevo a la ayuda financiera de Ferrer Guardia. 188 5.0, (Barcelona), 32 (25 septiembre 1908),14. 189 A partir del 35 (16 octubre 1908) y en la cuarta página. 190 Véase por ejemplo la serie de artículos de Enrique Llobregat desde Alcu­ dia de Carlee sobre «La Solidaridad Obrera en la Ribera del Jucar». S.O. (Barcelona), 24 (17 julio 1908), 3; 26 (31 julio 1908), 3 y 39 (20 noviembre 1908) y también e! manifiesto de la sociedad de obreros en madera de Gi}ón: «A todos los trabajadores de Gijcm», Id., 38 (13 noviembre 1908),

1. 191 «A los obreros en general»,Id., 40 (13 noviembre 1908), 1.

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pues de reconocer que el periódico no tenía vida y que la culpa era de los trab ajad o res, argüía que si éstos exigieran que en la taberna do n d e van a beber com praran Solidaridad Obrera la cosa m ejoraría. C o n todos los problem as, derivados p rin cip alm en te de la falta de m edios económ icos, el periódico siguió p u b licán ­ dose hasta que fue radicalm ente suprim ido a raíz de los sucesos de julio de 1909.192 A nte la im posibilidad de seguir la publicación en Barcelona, los obreros astu rian o s decid iero n co n tin u arla. E l 13 de noviem bre de ese m ism o año salía en G ijó n el p rim e r n ú m e ro que se ex­ ten d ió h a sta el 24 de d icie m b re de 1910 en su n ú m e ro 32 en que dejó de existir.193 En su prim er núm ero decían: Solidaridad Obrera he aquí «n bello nombre. El es, la expresión clara y terminan re de un grandioso poder, de los mayores y más positivos resultados [...] [que] puede obtener [...] la clase obrera organizada y consciente [...] [sale a la luz] para continuar propa­ gando la obra iniciada por su colega barcelonés, de igual título, suspendido en su labor por sucesos que guardará memoria eterna el proletariado consciente del mundo.

192 Aunque el último número que se conoce es el 60 de! 4 de junio de 1909, todo hace suponer que siguió publicándose hasta los hechos de «La Sema­ na Trágica». 193 Tuvo que suspender las publicaciones por el déficit acumulado ya que muchos paqueteros no pagaban, véase, Acción Libertaría (G ijón), 9 (13 enero 1911), 4. Este problema sería común a muchísimas publicaciones anarquistas y anarcosindicalistas. Con todo, después de la suspensión aún se continuaron publicando suplementos al periódico. Conocem os los su­ plem entos al número 32, el primero de marzo de 1911 y el segundo de abril.

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Se declara heredero de la I Intern acio n al y hace profesión de fe sindicalista rev o lu cio n aria «libres p o r e n te ro de la p erniciosa influencia del parlam entarism o enervante ...»194 E ra d ire c to r E m ilio R endueles195 y la redacción se en co n trab a en la calle C asim iro Vclasco, 25, sede de la Federación de Socie­ dades O b reras de la que era órgano, im prim iéndose en «La I n ­ dustria», Linares Rivas, 11 y 13. Si bien por u n a p a rte , la publicación de Solidaridad Obrera en G ijón cubrió los objetivos de propaganda y au m e n tó los efecti­ vos de la asociación o b rera, p o r o tra tuvo que enfrentarse a las agresiones cada vez m ás num erosas de los patronos que veían un gran peligro para sus intereses en la continuación de su labor. Las luchas se rad icalizaro n , com o p o r ejem plo la huelga de los m etalúrgicos y pronto se llegó al enfrentam iento directo, m enu­ d eando los ate n tad o s personales a patronos, com o el llevado a cabo por M arcelino Suárez196 , o el atentado que le costó la vida al p a tro n o en m adera C e le stin o L a n tera por el que fueron en-

194 S.O. (Gijón), 1 (13 noviembre 1909), 1. 195 Alvarez, Ramón (1973), pp. 438439, añade que Pedro Sierra era redactor jefe y administrador Jacinto Viñas. Sigue diciendo que a partir del núm. 9 (15 febrero 1910) se designó a Pedro Sierra para la dirección y para la administración a Belarmino Canal. Sin embargo a raíz de la detención de Emilio Rendueles, en agosto de ese mismo año, el periódico se refiere a él como su director. 196 El 24 de junio de 1910, alrededor de las siete y media de la tarde D om in­ go Orueta, presidente de la Agremiación Patronal de G ijón, recibió un disparo que le atravesó el brazo izquierdo. El agresor, Marcelino Suárez, se lamentaba de haber errado el disparo, véase, Alvarez, Ramón (1973), pp. 56 y sgs. y el propio periódico de aquellas fechas.

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carcelarios A n to n io Vega y el d ire c to r del s e m a n a rio E m ilio Rendueles.597 C uando en febrero de 1910 apareció de nuevo Solidaridad Obre­ ra en B arcelona, los de G ijó n a p u n ta ro n la idea de cam biar de nom bre a su periódico198 , pero la iniciativa quedó sin efecto. E n esta publicación fue in clu id a la serie de artícu lo s de José P ra t sobre Sindicalism o199 que ya habían sido publicados en su h o ­ m ó n im o de B arcelona. Y a p a rtir del n.1 3 (2 abril 1910), en form a de folletín en cu ad ern ab le, el «reglam ento de la F ed era­ ción gijonesa de sociedades de R esistencia titu lad a Solidaridad Obrera» E n tre ta n to habla com enzado en B arcelona una 2a época. E l 12 de febrero de 1910 apareció su p rim er núm ero con estas signifi­ cativas palabras: Al estruendo de los truenos, al fragor de los relámpagos, a los des­ trozos del rayo, a los estragos del huracán ha sucedido la relativa calma [...] [el periódico] se dedicará preferentemente a consolidar la organización de la solidaridad [...] y a luchar por el objetivo principal del sindicalismo moderno.

E n esta ocasión la redacción se instaló en la calle de la M erced, 19 pral.200 y continuó im prim iéndose en los m ism os talleres. Su director fue A ndrés C uadros y el gerente o adm inistrador Ángel Álvarez. L a labor principal del periódico en esta etapa fue la de 197 «Campaña justiciera», S.O. (Gijón), 25 (16 septiembre 1910), 1. Puede seguirse el desarrollo detallado de los hechos y el proceso que le siguió en Alvarez, Ramón (1973), pp. 59 y sgs. 198 S.O. (Gijón), 10 (19 febrero 1910), 2. 199 A partir del 1 (13 noviembre 1909). 200 Desde el 64 (1 mayo 1911), la redacción se trasladó a la calle Poniente, 24,

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continuar la propaganda y preparar e im pulsar el 2o C ongreso de la C onfederación R egional que po r la fuerza de los hechos y la presión de las sociedades del resto del país, se co n v irtió en el congreso constituyente de la C onfederación N acional del T raba­ jo201 . A unque debía haberse celebrado un año antes, los sucesos de ju lio de 1909 justificaron el retraso, verificándose los días 30 y 31 de octubre y I o de noviem bre de 1910 202 L a consecuencia inm ediata, y una de las más im portantes, fue la rápida separación de los socialistas del organism o recién creado. Un mes después de concluido el congreso apareció en el órgano de las sociedades obreras un artícu lo 203 en el que se arrem etía co n tra los socialistas sectarios que veían en el hecho de haber elevado « S olidaridad O b rera» a C o n fe d e ra c ió n N acional una m aniobra anarquista para hacerle la com petencia a la U G T. Los republicanos y los socialistas se habían quedado en el cam ino, po r circunstancias y causas m uy diversas. E n la C o n fed eració n solo restaban sindicalistas y anarquistas, y de éstos últim os, sólo

201 «Soiire la constitución en España de una Confederación General del Tra­ bajo», S.O. (Barcelona), 14 (13 mayo 1910), 1. En S.O. de Gijón había sido ya publicado otro artículo con la misma temática, lo que dio lugar a una tribuna libre en la que fueron expuestos los diferentes puntos de vista en torno a la conveniencia de implantar una organización de esa naturaleza en España. 202 U n estudio del importante Congreso, que tuvo su sede en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, cae fuera de los límites de este ensayo. Puede consultarse, sin embargo, «Congreso del Palacio de Bellas Artes (3031 octubre y 1 noviembre 1910)», Revista de Trabajo (Madrid), 47 (julio-sep­ tiembre 1974), pp, 335377. 203 «Después del Congreso/A los socialistas con sentido común», S.O. (Barce­ lona), 43 (2 diciembre 1910), 1.


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aquellos que veían en el sindicato un arm a de lucha eficaz y un cam po fértil para hacer germ inar las ideas.204 La tarea inm ediata era, por supuesto, hacer realidad lo de nacio­ nal y extender la organización a todo el país. E n Vigo, donde ya funcionaba desde hacia algún tiem po una federación local «So­ lid arid ad O b re ra » , com enzó a ed ita rse un p e rió d ico de igual título205 casi al m ism o tiem po que se extinguía su hom ónim o de G ijón. L a necesidad de un prim er congreso de la recién nacida organización, para definir sus planteam ientos y form as de orga­ nización y fu n cio n a m ie n to in te rn o s, se h izo evidente. D e esta form a se celebró en los días 8, 9 y 10 de septiem bre de 1911, en el p a la c io de B ellas A rte s de B a rc elo n a , el I C o n g re s o de la C N T 20*’ . D e entre todos los acuerdos que se tom aron nos in te ­

204 Ricardo Mella publicó en S.O. (Gijón), 14 (16 abr. 1910), 2, un artículo titulado, «Sindicalismo y anarquismo» donde alude a las reticencias de los anarquistas a adoptar las nuevas tácticas del sindicalismo revolucionario en aras de un puritanismo excesivo. 205 Desgraciadamente no se conoce ningún ejemplar de esta serie. El órgano obrero de Barcelona decía: «Hemos recibido el primer número de S O. de Vigo que siguiendo el espíritu del Congreso obrero, viene al estadio de la prensa obrera, animada en los mejores deseos en bien del proletariado. El mayor elogio que podemos hacer del nuevo y querido colega es dar publi­ cidad a estas cuatro líneas en las que encierra todo su programa: Solidari­ dad Obrera, surge a la vida ansiosa de cooperar a esa gran obra comenzada en el salón de Bellas Artes de Barcelona y que culminan necesariamente en el triunfo del proletariado español», S.O. (Barcelona), 45 (16 diciembre 1910), 3. Tenía su sede en N úñez, 17, I o Vigo, véase Acción Libertaria (Gijón), 9 (13 enero 1911), 4. 206 Los sindicatos adheridos a la Confederación en ese momento eran 140 con 26571 federados, véase, Cuadrat, Xavier (1976), p. 545. Las actas pue­ den consultarse en, «Primer congreso obrero de la C N T (8, 9 y 10 sep­ tiembre 1911)», Revista de Trabajo, (Madrid), 47 (julio-septiembre 1974), pp. 421474 o en el n.84 (15 septiembre 1911), pp. 14 del semanario obre­ ro.

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resa destacar el que hace referencia a la propaganda y que con­ tem pla por prim era vez la posibilidad de editar un órgano diario de la C onfederación. D espués de ser aprobada esta propuesta se iniciaron los trám ites para su concreción. L a represión que si­ guió a la huelga general, im pidió que la iniciativa fuera llevada a feliz térm ino. In m e d iata m e n te después de finalizado el C o n g reso se celebró una reu n ió n secreta con los delegados al m ism o y se acordó la huelga general en solidaridad con los obreros de Bilbao y com o protesta po r la guerra de M arruecos?07 . Las consecuencias para la jo v en o rg an izació n fu ero n fu n estas. L o s sin d ic a to s fueron clausurados y el p eriódico suspendido208 p o r orden directa del gobernador civil de Barcelona, M anuel Pórtela. D íaz del M oral afirma: »El naciente sindicalism o se hundió, su prensa desapareció por completo. La anarquista que continuaba, aunque cori desmayo, su habitual labor de propaganda, acogía en sus columnas los trabajos sindicalistas y Anselmo Lorenzo insistía, incansable, en la difusión del nueva credo...»209

Efectivam ente, con la huelga general de 1911 se cierra un capí­ tulo im p o rta n te en la h isto ria de la naciente C N T . L a in ten si­ dad de su co rta experiencia no tard aría en dar resultados, aun-

207 Buenacasa, Manuel (1966), p. 40, cit. por Cuadrat, Xavier (1976), p. 556. Para una descripción detallada de esa huelga, véase el último autor citado, pp. 525 y sgs. 208 El último número que se conoce es el 84 de fecha 15 de septiembre de 1911 y según todos los indicios el último que fue publicado. 209 Díaz del Moral, Juan (1977), pag. 171, cit. por Cuadrat, Xavier (1976), p. 565.


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que habrá que esperar m ás de u n año y m edio para que vuelva a dar señales de vida. •t 3 .2 . La Federación Nacional de Agricultores

U na de las m uchas pruebas que podem os aportar a la afirmación que hice sobre la im portancia de las U niones y Federaciones de oficio lo constituye, com o verem os con detalle, la constitución de la Federación N acional de A gricultores (FN A }210 . Las orga­ nizaciones cam p esin as alcan zaro n , d u ra n te las dos fases de la In te rn a c io n a l p ú b lica en E sp añ a 1 8 6 9 /1 8 7 4 y 1881/1888 un desarrollo considerable. L a U n ió n de T rabajadores del C am p o ( U T C ) re u n ía en su seno un elev ad o n ú m e ro de so cied ad es cam pesinas, en su m ayor parte jornaleros andaluces211. La in te n ­ sa represión que conoció el cam po an d alu z en la década de los ochenta, unida a la disolución de la F T R E en 1888, dejó desor­ ganizados a los cam pesinos. C o n el com ienzo del nuevo siglo y coincidiendo con el resurgir del m ovim iento obrero, los cam pe­ sinos andaluces com ienzan tam b ién u n proceso de reorganiza­ ción de sus disueltas sociedades.

210 En esta ocasión su importancia radica en el hecho de que, al ser suspendi­ da la CNT, cubrió una buena parte de sus tareas, hasta el punto de que en muchas ocasiones se han confundido los congresos de la FNA con los tic la propia CNT. 211 El profesor Álvarez Junco, en una exasperada reseña al libro de Casanova, Julián (1997), aparecida en Revista de Libros, 16 (abril 1998), .1-5, afirma entre otras barbaridades similares: «Los anarquistas fueron incapat r-. de elaborar un programa agrario durante la Segunda República (rom o lo habían sido a lo largo de su primer medio siglo de existencia, algo que y.i me sorprendió a mí hace años, al estudiar esa época), y ni siquiera diseña ron una estrategia frente a la reforma agraria republicana».

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E m p ie z a n a ap a re c er p erió d ico s p o rtav o ces de esta o aquella agrupación cam pesina. La Voz del Campesino de Jerez apareció en m arzo de 1903; refundido con E l Proletario de C ádiz, auspi­ ció la aparición de Germinal en esta últim a ciudad. E n mayo de ese m ism o año vio la luz E l Despertar del Terruño en La Línea y aproxim adam ente por las m ism as fechas se dio vida en M o ró n a La Voz del Terruño . T odos ellos tuvieron com o característica co­ m ún su corta vida. El im pulso definitivo para que la organización cam pesina fuese un hecho lo sum inistró la co n stitu ció n de la C N T . E n este caso la disolución de esta organización en 1911 no afectó a los traba­ jos que se realizaban para convertir en realidad la Federación de A gricultores. E fectiv am en te en 1913 se convocó a un congreso de cam p esin o s212 q u e tuvo lu g ar en C ó rd o b a del 17 al 20 de abril213 . E n él se creó la F e d e ra c ió n N acional de A gricultores (FN A ) y se hizo pública profesión de fe sindicalista. «Que d e n ­ tro del seno de dichas Sociedades solo se puede hacer labor so­ cial o sindicalista»214 . E n la sesión del día 19, «después de varias proposiciones se acuerda h acer un periódico titulado La Voz del Campesino» ‘La tierra es del que la trabaja’-, que sea im preso en Barcelona, subvencionado por las Sociedades, según sus fondos y socios».215 212 Los firmantes del manifiesto, fechado en febrero, convocando al congreso fueron: Agricultores de Barcelona y su radio, Hospitalet de Llobregat, San Feliu de Llobregar, Esplugas de Llobregat, San Justo Desvern y Badalona, Díaz del Moral, Juan (1977), p. 243. nota 20. 213 Concurrieron delegados de 25 sociedades de campesinos que pertenecían casi totalmente a Cataluña, Andalucía y Levante. 214 Actas..., en Díaz del Moral, Juan (1977), p. 393. 215 Actas..., en Díaz del Moral, Juan (1977), p. 394. Se acordó también que los redactores fueran a sueldo y que éstos fueran designados por el Consejo de la Federación y redactado por los obreros agricultores y no agricultores


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El periódico apareció el 15 de noviem bre de ese año, editado en Sants. A finales de julio del año siguiente fue trasladado a Valls, d o n d e sig u ió e d itá n d o s e h a s ta su d e s a p a ric ió n en a b ril de 1916216 . C o incidiendo con las iniciativas de José Sánchez Rosa para la edición de un nuevo órgano de los cam p esin o s, la sede de la Federación Nacional de A gricultores se trasladó a Jerez de la Frontera, donde por iniciativa de Sebastián O liva su secretario com ienza la 2a época de La Voz del Campesino.21/ A penas reiniciadas sus publicaciones el 15 de noviem bre, se reú­ ne el IV congreso de la Federación218. U n o de los tem as a tratar el 12° e ra el refe re n te a la c o n v e n ie n c ia d e a b o lir La Voz del Campesino, toda vez que Solidaridad Obrera salía diario y que éste dedicara dos páginas sem anales a ios trabajadores agrícolas. P resentado el dictam en de la p o n en cia favorable a la abolición

216 Ei traslado del periódico fue decidido en et 11 congreso de la FNA cele­ brado en Valencia los días 1 a 3 de mayo de 1914, a propuesta de Juan Figueras van te la imposibilidad de que fuera publicado en Barcelona. Véase, Actas..,, en D íaz del Moral, Juan (1977), p. 407. Una vez suspendi­ d o ,José Sánchez Rosa publicó en S.O. (Barcelona), n.265 (18 julio 1916), 4, una «Circular» «A los obreros campesinos», en la cual argumentaba la necesidad de la publicación de un periódico que fuera órgano de los cam­ pesinos. En Tierra y Libertad (Barcelona), n.313 (16 agosto 1916), 4, el mismo Sánchez Rosa insistía en la necesidad de un nuevo periódico, anun­ ciando que se proponía dar a luz La Redención del Campesino, 217 Véase, en Tierra y Libertad (Barcelona), n.319 (27 septiembre 1916), 4, la circular de Sebastián Oliva anunciando que iba a hacerse cargo de ia publi­ cación. Sánchez Rosa, por su parte, había comunicado en Tierra y Libertad (Barcelona), n.317 (13 septiembre 1916), 3, su intención de desistir de la publicación de un órgano de los campesinos al hacerse pública la reapari­ ción de Lm Voz del Campesino. 218 Se celebró en Viltanueva v Geltní los días 21 y 22 de noviembre de 1916.

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«a fin de dar más fuerza y vida al diario Solidaridad Obrera, éste es aprobado después de larga discusión.219 C o m o afirm aba D ie g o M a rtín e z , re p re se n ta n te del C onsejo Federal, en la sesión inaugural del V congreso de la FN A , cele­ brado en Z aragoza220 , «cuando m ás m arcado y rápido ha sido el descenso en esta organización es a p artir del congreso de V illanueva y G eltrú y de la suspensión de su órgano La Voz del Cam­ pesino121 . P or ello se h a b ía n rein icia d o sus publicaciones con b astan te fo rtu n a . A rreciaba en esos m o m en to s la actividad de los intervencionistas para que E sp a ñ a entrase en guerra al lado de los aliados. A provechando el m arco del congreso de Z arago­ za antes aludido, los cam pesinos, tras larga discusión acordaron que La Voz del Campesino hiciera cam paña en contra de la m is­ m a «y en caso de que las autoridades traten de im pedir su publi­ cación, que se recurra a todos los m edios posibles para que no se interrum pa su salida, incluso a variarle el nom bre; y si a pesar de todo fuese perseguido en la localidad en que está, que se traslade

219 Actas..., Díaz del Moral, Juan (1977), p. 412, Se añadía que en caso de que Solidaridad Obrera suspendiese sus publicaciones apareciera de nuevo La Voz del Campesino y se apuntaba además que en caso necesario se desti­ nara como subvención a aquél la cantidad que se invertía para la publica­ ción de éste. Se acordó igualmente que el Comité de la Federación residie­ ra en San Feiiü de Guixols hasta el siguiente congreso. 220 Se celebró los días 22 al 24 de mayo de 1917. Estuvieron representadas SO secciones con 13825 federados 221 Actas..., en D íaz del Moral, Juan (1977), p, 422. Debido a que de esta 2a cpoca del periódico no nos han llegado ejemplares, es difícil saber en que momento fue suspendido, pero se deduce que debió producirse a fines del año 1916, una vez finalizada la publicación de las acras del referido con­ greso. A causa del lamentable estado de la Federación en ios primeros meses de 1917, el consejo de Jerez, por insinuación de varias colectividades y compañeros, se hizo cargo de la Federación y del periódico, hecho que debió ocurrir a principios de marzo.

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su residencia, encargándose, si llega ese extrem o, de su redacción provisionalm ente E l Baluarte Obrero122. Aún celebró la F N A un últim o congreso el VI que tuvo lugar en Valencia entre el 25 y el 27 de diciem bre de 1918. Este congreso niarcó el apogeo de la organización cam pesina; estuvieron repre­ sentadas 99 secciones con 25092 asociados, por 57 delegados223 . E n tre sus acuerdos d estaca po r su im p o rta n c ia la adhesión en bloque de la F N A a la C N T , aunque la F ederación continuaría funcionando en tan to no se celebrase el proyectado congreso de la C onfederación. Si en él se resolvía disolver las dem ás federa­ ciones de oficio, entonces se procedería a disolver la de agricul­ tores. A n te esto pasó a discutirse la conveniencia de seguir p u ­ b lic a n d o La Voz del Campesino ; tra s la rg u ísim a d isc u sió n se acordó que co ntinuara, en ta n to siguiera en fu n cio n am ien to la FN A . A l m ism o tiem po se decidió que ta n to la Federación c o ­ mo su órgano continuaran en Jerez hasta la celebración del c o n ­ greso confederal y si en éste se acordaba q u e c o n tin u a ra exis­ tie n d o la F ed eració n , fuesen tra sla d a d o s é sta y el perió d ico a Pedralva.224 A unque no podem os asegurarlo con toda certeza, es muy proba­ ble que La Voz del Campesino fuera suspendido a raíz de la p olí­ tica represiva del gobierno a com ienzos del año 1919. Sin e m ­ bargo volvería a reaparecer durante unos m eses de ese año para

222 A ctas..., en D íaz de! Moral, Juan (1977), p. 431.. El congreso acordó igualmente que el domicilio de la Federación continuara siendo Jerez. El periódico E l Baluarte Obrero del cjue no nos han llegado ejemplares se publicaba en Ja ciudad valenciana de Utiel, probablemente órgano de las sociedades campesinas de esa localidad. Su primer número apareció alre­ dedor de Febrero de 1917. 223 Actas..., en Díaz del Moral, Juan (1977), pp, 435436. 224 Actas..., en Díaz del Moral, Juan (1977), pp. 437440 y 455.


Solidaridad Obrera

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d e r a íz á c r a t a

desaparecer d efinitivam ente en septiem bre225 . L os cam pesinos org an izad o s en la C N T ya n o volverían a te n e r órgano propio hasta después de proclam ada la II República.226 A unque el m odelo de sindicalism o que auspiciaba la C N T era c o n tra rio a la cre a c ió n de F e d e ra c io n e s de In d u stria , p o r los problem as de burocracia que pud ieran acarrear, en el caso de la F e d e ra c ió n c a m p e sin a , su in te g ra c ió n en la e s tru c tu ra de la C N T no sirvió para p ro p o rc io n ar m ayor fuerza al m ovim iento c a m p e sin o , ya q u e en la p rá c tic a se d e m o s tró lo c o n tra rio y adem ás se d e sh ac ía la n ecesaria co h e re n c ia e n tre las diversas secciones, la cuales, p o r sus especiales características estaban necesitadas de una m ayor cohesión.

3 .3 . La nueva etapa de Solidaridad Obrera

A u n q u e carecem os de d a to s fid e d ig n o s, es casi seg u ro que la C o n fe d e ra c ió n R eg io n al del T ra b ajo (C R T ) de C a ta lu ñ a co­ m enzó a em erger a la luz pú b lica de nuevo en la p rim avera de

225 D íaz de! Moral, Juan (1977), p. 511, afirma que «murió a principios de 1919». Sin embargo este mismo autor en p. 344, notas 79 a 81, hace refe­ rencia a números de este periódico de marzo, julio y septiembre de ese mismo año. 226 La Voz del Campesino, com o órgano de la Federación de Trabajadores agrí­ colas de !a comarca de Cádiz y portavoz de la futura Federación de Agri­ cultores de España, apareció en su 3a época en septiembre de 1931 y se publicó hasta los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933. Posteriormen­ te aparecieron otros muchos portavoces de organizaciones campesinas, com o Despertar Campesino de Teruel, en junio de 1932; E l Explotado de Amposta, en octubre de ese año; Tierra Libre de Sueca, en mayo de 1935; ¡Campo Libre! de Madrid, en junio de ese mismo año, etc.

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1913. Su órgano oficia?27 reaparecía, en su 3a época, el prim ero de mayo de ese m ism o año. L a redacción y ad m in istració n y la-im prenta fueron las m ism as que en la etapa a n te rio r y hasta su final en enero de 19 1 9228 se sucedieron varios directores. N o conocem os con precisión ni el núm ero de ellos, ni el tiem po que estuvieron al frente del perió­ dico en esta dilatada etapa. Joaquín Bueso nos dice: Solidaridad Obrera fue dirigida por Tomás Herreros, anarquista, quien al mismo tiempo dirigía Tierra y Libertad y Tomás Herreros no hizo de Solidaridad Obrera una tribuna de avisos ácratas como hoy sucede; Solidaridad Obrera fue después dirigida por Andrés Cuadros, y este compañero también supo eludir el carácter neta­ mente anárquico que hoy tiene el periódico; tomó más tarde la dirección del periódico obrero aludido el tipógrafo Joaquín Bueso, y al igual que los anteriores directores procuró que el periódico no fuera sectario; volvió a la dirección Cuadros, y aunque en esta se­ gunda época de su dirección ya no fue tan imparcial como en la primera, no por eso dejó que descaradamente fuera Solidaridad Obrera un periódico anarquista; pero últimamente ha caído el pe­ riódico en manos de M anuel Andreu y desde entonces hace la competencia a Tierra y Libertad en propaganda ácrata.329

227 Esta vez el subtítulo rezaba, «Organo de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña», que conservaría hasta su desaparición en enero de 1939. 228 El último número conocido es el 1007 del 17 enero 1919. Después de la huelga general de agosto de 1917 reaparecía como 41 época, pero siguien­ do la numeración anterior. 229 La Justicia Social, n.278 (13 noviembre 1915), 3, sección «La semana Bar­ celonesa», cit. por Cuadrat, Xavier (1976), p. 569.


Solidaridad Obrera

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A p a rtir de m ayo de 1916 se hizo cargo del órgano confederal José B o ro b io 230 . Se ig n o ra quien la dirigía en el m o m en to del «affaire» de la em bajada alem ana231 , pero con m otivo de estos hechos en noviem bre de 1917 se hizo cargo de la dirección Á n ­ gel Pestaña232 . Igualm ente se desconoce si éste continuó hasta el final o fue s u stitu id o , a u n q u e la p rim e ra suposición es la más probable. E n el núm ero de su reaparición y en el editorial «R esurgim ien­ to», proclam aba: Henos aquí de nuevo compañeros. D e nada han servido las perse­ cuciones, las prisiones injustificadas y las clausuras de sindicatos con que la justicia burguesa [...] creyó anonadarnos y destruirnos [...]. Nuestro anulamiento es imposible [...]. La prueba de lo que anteriormente decimos, está en el resurgimiento de los sindicatos obreros, que apenas venidos a la vida después de la draconiana orden de suspensión dada por un gobernante inepto y venal se aprestan a la lucha con mayor ahínco y decisión. Estamos pues en el mismo sitio en donde nos hallábamos cuando la última suspen­ sión de Solidaridad Obrera. Nuestras posiciones no han variado un ápice, vamos a la propaganda del sindicalismo sin traba alguna, sin sofismas de ninguna especie.233

Sin em bargo la C R T fue de nuevo suspendida a raíz de la huel­ ga del «A rte Fabril» de agosto de 1913 y el periódico sufrió una 230 Tierra y Libertad (Barcelona), 299 (3 mayo 1916), 4. 231 El diario fue acusado de recibir dinero de la embajada alemana por publi­ car artículos en contra de la emigración española a Francia. El escándalo llegó al punto de que el sindicato del Arte de Imprimir que financiaba entre otros el diario pidió, mediante pasquines en las calles, el boicot al mismo, véase, Pestaña Núñez, Ángel (1973 ’), tomo 1, pp. 6669. 232 Pestaña Núñez, Angel (19733), tomo I, pp. 69 y sgs. 233 S.O. (Barcelona) 1 (1 mayo 1913), 1.


O brera

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III

breve in terrupción de dos sem anas. L a organización catalana no volverá a m ovilizarse h asta el año siguiente y la C N T , que con­ tinuaba prohibida, no lo hará hasta p o r lo m enos finales del año 1915. P re cisa m e n te en ab ril del año an terio r, la organización asturiana publicó Solidaridad234 , órgano de la «Federación A stu ­ riana de Sociedades de R esistencia S olidaridad O brera», es d e ­ cir, que seguía rem itién d o se todavía a la antigua organización, no haciendo ninguna m ención a la C N T , lo cual solo podía sig­ nificar a que la C onfederación no había llegado aún por aquellas tierras o que seguía prohibida. E sta últim a explicación parece la más plausible. E ste periódico debió ser susp endido a raíz de la I a guerra m undial. V olviendo al ó rg an o c a ta lá n , a p a rtir de la reo rg an izació n de 1914 se co m en zó a estu d iar la p o sibilidad de tran sfo rm arlo de sem anal e n diario, lo cual se hizo efectivo desde enero de 1916, p rim e ra m e n te en fo rm a de su p le m e n to s diario s y fin alm en te convertido de m anera definitiva en diario a partir del 1 de m ar­

234 Se descoi lote la fecha exacta del primer número. El primero que se conoce es el 3 del 16 de mayo y el otro que se conoce y por ende el último es el 7 del 18 ¡uüo. La redacción estaba situada en la calle Cabrales, 88, bajo, sede de las sociedades obreras y se imprimía en la tipografía de «El Noroeste» de Gijón.


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S o lid a rid a d Obrera v

e l p e r i o d i s m o i>i r a í z A c h a t a

zo235 . C on todo, la vida del órgano confederal fue siem pre bas­ tante precaria po r falta de fondos, a lo que venían a sum arse las suspensiones periódicas que padecía po r causa de la represión. Se desconocen datos precisos de su tirada y d istribución. Pesta­ ña nos sum inistra algunas datos indicativos del tiem po en que se hizo cargo de la dirección: Ya en funciones nos dimos cuenta de que el mal era mucho más profundo de lo que visto de fuera parecía. La tirada estaba reducida a unos tres mil quinientos ejemplares y muchos de ellos 1 1 0 se co­ braban. ;D e que vivía, pues, el diario? De los donativos, de los Sindicatos, y de los anuncios y de los ingresos inconfesables.2^

235 Existen bastantes lagunas en esta época dei periódico, como también en las anteriores y posteriores. La conservación de la prensa anarquista y anar­ cosindicalista en nuestro país ha sido siempre bastante precaria y uno de los motivos principales ha sido la represión a la que estuvo casi siempre sometida la organización. N o obstante, las fechas de inicio de los suple­ mentos diarios y la aparición diaria del propio periódico, nos las suminis­ tran dos fuentes complementarias. Por un lado, Pestaña Núñez, Angel (197.'P), 53-54: «A principios de 1916, los Sindicatos de metalúrgicos y albañiles y peones acordaron la huelga general en los respectivos oficios. Y com prendiendo la importancia que tales conflictos tenían, y de hacer, además una prueba, se discutió si no sería propicio el momento para inten­ tar la publicación diaria de un suplemento de Solidaridad Obrera, semanal. Aceptada la propuesta por la organización, fui designado como redactor de dicha hoja suplementaria». Y en pp. 54-55, añade: «Durante los tres meses que duró mi encierro la organización había acordado que desde 1° de mar­ zo Solidaridad Obrera se convirtiese en diario, y en la propuesta de cargos para el diario fue nombrado administrador». Por otro lado, Tierra y Liber­ tad (Barcelona), 293 (1 marzo 1916), 1, en un noticia titulada, «Solidaridad Obrera diario», confirma la información de Pestaña relativa a las fechas. 236 Pestaña Núñez, Ángel (19733), tomo 1, pp. 7374

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La reconstrucción de la C N T fue m uy desigual en toda España. A los inconvenientes de partir de una situación bastante adversa, se sum aban los derivados de la conflagración europea. Podem os decir que, aunque Barcelona, y C ataluña en general, servían co­ mo p u n to de referen cia, el d esp eg u e d efin itiv o no se p ro d u jo hasta después del C ongreso de Sants de 1918 en el cual la C R T catalana adopta el m odelo de sindicatos únicos de industria y las campañas de propaganda que le sucedieron. Es lógico, po r lo tanto, que en estos años sólo se editara Solida­ ridad Obrera en Barcelona, haciendo salvedad de la publicación gijonense que antes hem os com entado.237 L a huelga general revolucionaria de agosto de 1917 com o cu l­ m inación de un proceso de lucha contra el encarecim iento de las subsistencias, pero sobre todo co n tra el régim en político im p e ­ rante, tuvo su origen en el pacto C N T - U G T del año a n te rio r y una p rim era m anifestación en la huelga de 24 horas de diciem ­ bre de 1916. P or diversos m otivos, los cuales no vam os a an ali­ zar aquí, el fracaso de la huelga fue total238 . El com ité de huelga (socialista) fue d eten id o y en B arcelona, do n d e habla un com ité revolucionario d istinto del de M a d rid cenetista ésta tom ó carac­ teres insurreccionales que debieron ser sofocados por el ejército. 237 Lambcret, Renée (1953), p. 121, incluye una Solidaridad Obrera de Gijón de 1916, «organe de la Fédération ouvrière de Gijón, CNT. Rédacteurs: V. Fernández y ¡VI. Suárez». Alvarez, Ramón (1973), p. 440, siguiendo a esra autora afirma lo m ism o y ambos insertan una tercera época de 1918 a 1926. No hubo tal S.O. de Gijón de 1916 v la que señalan como 3’ época es la de Bilbao como luego se verá. En Gijón la 2a época se inicia en 1921 y la 3a en 1922 (véase más adelante). El error es explicable debido a los pocos ejemplares que se conservan y e n algunos casos a su difícil accesibi­ lidad. Y también a las confusiones que se generan al identificar S.O. de Gijón y de Bilbao. 238 Para un análisis bastante interesante de todo el proceso de la huelga, véase Meaker, Gerald H. (1978), pp. 110 y sgs.


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A dem ás de los m uertos y heridos, se practicaron num erosas de­ tenciones y el órgano diario de la C o nfederación fue suspendi­ do, no v o lv ie n d o a re a p a re c e r h a s ta la se g u n d a q u in c e n a de octubre.239 A esta situación prerrevolucionaria en E spaña vino a sum arse el proceso de la revolución rusa que, aunque en un prim er m om en­ to l '“ga a E spaña, com o a los dem ás países, con noticias tam iza­ das po r las agencias de prensa, despertó la natural curiosidad en el elem ento obrero, tro cad a casi in m e d ia ta m e n te en a u tén tico entusiasm o. T odo esto quedó casi autom áticam ente reflejado en las páginas del diario obrero240. E ste entusiasm o llegaría hasta el p u n to de d a r la C N T su a d h e sió n a u n q u e provisional a la I II Intern acio n al fundada p o r los bolcheviques en el C ongreso ex­ traordinario celebrado en el teatro d e la C om edia de M a d rid en 1919. 239 En su reaparición siguió conservando la numeración anterior, pero dando paso a la 4a época. En enero de 1918 fue de nuevo suspendido por orden gubernativa no reapareciendo hasta abril {día 14). En el primer caso decía cuando empezó de nuevo: «Después de un largo silencio impuesto por la fuerza, volvemos hoy a reanudarla interrumpida tarea [...]. En la lucha pudimos comprobar la calidad proletaria, durante una semana tuvimos en jaque a todas las fuerzas reaccionarias de la nación..., n.635 (25 octubre 1917), 1. Y en el segundo: «Ya estamos de nuevo aquí. Después de ochenta días de suspensión impuesta por los acontecimientos Y volvemos con más bríos, con más energía si cabe, que en la memorable mañana del 24 de enero, en que el bando de declaración del estado de guerra El movimiento proletario que las mujeres provocaron y que dio margen al estado anormal que hemos padecido..., n.726 (14 abril 1918), 1, 240 Pueden consultarse, Termes, !., «Repercusions de la revolució d'octubre a Catalunya», Serra d'Or, 12 (diciembre 1967), 37-43; Meaker, Gerald H. (1978), pp. 140 y sgs. Y también Martínez Fraile, Raimundo, «Coménta­ nos a la Revolución rusa aparecidos en Solidaridad Obrera durante el año 1917», Cuadernos de historia económica de C ataluña (Barcelona), X II, (1974), 145183.


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Viadiú escribía a finales de 1918: Bolchevique es la nueva idea que anhelamos, es paz, es armonía, justicia, equidad, es la vida que deseamos y que impondremos en el mundo...2'"

Y B uenacasa, quizá uno de los m ás entusiastas de aquella revo­ lución, afirma: Para muchos de nosotros para la mayoría el bolchevique ruso era un semidiós, portador de la libertad y de la felicidad comunes.242

C u ando Pestaña se hizo cargo del diario en noviem bre de 191 £ . com enzó a a rb itra r las m edidas necesarias para enjugar el tre ­ m endo déficit que padecía. Se editaron postales que eran vendi­ das en favor de aquél y se propusieron tam bién pequeños sacrifi­ cios a los m ilitantes, com o el abstenerse de beber calé una vez en el día y destinar el im porte al diario243 . Pero estas m edidas, a u n ­ que pongan en juego la participación de los m ilitantes en el sos­ tenim iento voluntario del órgano confederal, se revelaron insufi­ cientes y el C o m ité R egional tom ó cartas en el asunto acordán­ dose la creación de una com isión consultiva, encargada de ela­ borar un proyecto para ser discutido por aquél cuando estuviera redactado. E l C ongreso de Sants, que tuvo lugar en la ciudad condal del 28 de junio al 1 de julio de 1918, propuso en el art. 5o de sus e sta­ tutos: «cada sindicato satisfará la cuota m ensual de diez cénti241 «Bolcheviqui!», S.O. (Barcelona) 976 (16 diciembre 1918), cit. porTavera, Susana (1978), p. 99. n.56. 242 Buenacasa, Manuel (1966), p. 50. 243 S.O. (Barcelona), 703 (1 enero 1918); 743 (29 abril 1918), cit. porTavera, Susana (1978), p. 101. n.77.

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d e k a íz á cra ta

m os... (de ellos) dos para nuestro d iario Solidaridad Obrera244 . Puestas ya las bases para su estabilidad económ ica el periódico iba a en trar en una fase de expansión por lo m enos hasta finales de ese año en que los acontecim ientos políticosociales se preci­ pitaron. El catalanism o que, junto con el sindicalism o, estaba alcanzando u n a in flu e n c ia c o n sid e rab le , c o m e n z ó a m an ifestarse en n o ­ viem bre en d em anda de au to n o m ía para C ataluña. L os hechos revistieron una cierta gravedad, pero como afirm a M eaker: ambos (el rey y Cambó) estaban menos alarmados a causa del re­ gionalismo, cuyos hombres v motivos eran fáciles de comprender, que por el sindicalismo, que apenas podía entenderse.245

L a cam paña de p ro p ag a n d a c e n etista que se hab ía iniciado en diciem bre decidida en el C ongreso de S ants y auspiciada por el C o m ité de la R egional catalana p rin c ip alm e n te p o r tierras de L evante y A ndalucía, contribuyó a aum entar el m iedo de la b u r­ guesía ante el espectro sindicalista y tom ando com o justificación los alb o ro to s p ro ducidos en B arcelona por los catalanistas, el g obierno encabezado por R om anones, suspendió las garantías constitucionales en Barcelona y provincia el 17 de enero de 1919 y en toda España a partir del 25 de m arzo.246

244 «El Congreso de Sants», Revista de Trabajo (Madrid), 47(Julio-septiembre 1974), 478. 245 Meaker, Gerald H. (1978), p. 211. 246 José Antonio del Valle, « La censura gubernativa de prensa en España», Revista de Estudios Políticos, 21 (mayo-junio 1981), pp, 122123. Las garan­ tías ya no serían restablecidas hasta el 31 de marzo de 1922.

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M u c h o s m ilita n te s cenetistas fu ero n encarcelad o s, en tre ellos Salvador Seguí, M anuel B uenacasa,T om ás H erreros, etc., y So­ lidaridad Obrera, sin causa que lo justificase, fue suspendida.247 El diario confederal ya no volvió a salir salvo un breve lapso de varios d ías en n o v iem b re de ese m ism o a ñ o h a s ta m arzo de 1923, m ás de cuatro años después. E l periódico se seguiría p u ­ blic a n d o c la n d e stin a m e n te (sobre to d o a raíz del conflicto de «La C anadiense», que com enzó a principios de febrero), pero de form a m uy precaria.248 A n te e sta s itu a c ió n , ag ravada m ás ta rd e c o n la h u e lg a de la com pañía eléctrica y la huelga general, se estudió la posibilidad de trasladar el diario a otra ciudad donde hubiera m enos dificul­ ta d e s . E n u n a r e u n ió n se d e c id ió q u e e s ta c iu d a d f u e ra Valencia.249 N o quiero finalizar este capítulo sin señalar un hecho que reviste gran im portancia: el fenóm eno España N ueva de M ad rid . Pero antes veamos que nos dice A dolfo Bueso: [...] por entonces (principios de 1919) la Confederación había «comprado» una página del diario España N ueva, periódico que editaba en Madrid el republicano Rodrigo Soriano, hombre de moralidad muy dudosa. La cuarta página de España N ueva era

247 El último número conocido es el 1007 del 17 de enero. 248 Conocemos dos suplementos, uno del 29 de noviembre de 1919 y otro sin fecha, pero probablemente de 1921. V id., asim ism o, Viadiú, José, «La C.N.T. y el periodismo», S.O. (París), 751 (13 agosto 1959), 4. Lamberet, Renée (1953), p. 123, sitúa un periódico titulado Solidaridad Proletaria de Barcelona en el año 1921, pero esto es muy poco probable. El que se cono­ ce v del que luego hablaré es de 1924. 249 Díaz del Moral, Juan (1977), p. 253.


Solidaridad Obrera

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de ra íz á c r a ta

dedicada, diariamente a la Confederación Nacional del Trabajo, que pagaba por ella sus buenos dineros...250

D ifícilm ente podía la C N T com prar una página que estaba casi exclusivam ente dedicada a anuncios publicitarios. Este fenóm e­ no que tiene precedentes en E l Progreso de L e rro u x de finales del siglo X IX es b a s ta n te sencillo de explicar. España Nueva, fu n d ad o po r R od rig o S o rian o , estab a atravesando en aquellos m om entos una situación m uy delicada. L a m ordaza im puesta a la prensa anarcosindicalista, dejaba prácticam ente sin medios de propaganda a la C onfederación y los que sobrevivían lo hacían a duras penas. E n estas condiciones el diario republicano m adrile­ ño, dirigido por M ariano G arcía C o rtés, aprovechó la o p o rtu n i­ dad que se la presentaba y abrió sus páginas sin ningún tipo de reserva a los cenetistas. A p a rtir de m ayo de 1919, los artículos anarcosindicalistas com enzaron a inundar las páginas del perió­ dico. E scribían casi todos los m ilitantes conocidos: Buenacasa, H ig in io N oja, Pestaña, Seguí, G allego C respo, Eusebio C arbó, D om in g o T orres y u n largo etcétera. A dem ás el diario daba un am plio eco a cualquier m anifestación de la C N T . E n una pala­ bra: España Nueva se convirtió en el órgano oficioso de la orga­ nización confederal251 . L os beneficios del rotativo m adrileño fueron inm ediatos: a u m e n to de la tirada y salida de la crisis, al precio claro está de ser acusados sobre todo por los socialistas de estar al servicio del anarcosindicalism o.

250 Bueso García, Adolfo (1976), p. 117. 251 Véase, Viadsú, J., art. cit., pp. 4 y 2.

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Solidaridad Obrera

y el pe r io d js m o

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Ac r a t a

José Negre, último secretario de la Confederación Solidaridad Obrera y prim er secretario de la C N T

Distintas portadas del Solidaridad O brera

C A P Í T U L O III


c a p ìt o l o

S o lid a r id a d O brera

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4

y el p e r io d ism o

de r a íz ácrata


CAPÍTULO IV

cAnarquismo y pistolerismo

4 .1 . El germen Iructilica: expansión de Solidaridad Obrera. La efapa valenciana del diario decano de la Confederación

E n Barcelona dejaron de aparecer periódicos anarquistas y anar­ cosindicalistas durante cuatro años252. Las garantías constitucio­ nales co n tin u aro n suspendidas h asta finales de m arzo de 1922 salvo dos cortos p erío d o s electorales en 1920. L a C N T se vio acosada por la represión de los gobernadores civiles y la policía. E ste estado de sem iclandestinidad fue el caldo de cultivo de los pistoleros al servicio de la patronal y de los sindicatos libres, los cuales podían obrar casi im punem ente en co n tra de los anarco­

252 Con algunas excepciones: la corta etapa de E l Vidrio, que en 1920 se tras­ ladó de Badalona a Barcelona. L a Bandera R oja aparecida en 1919, en constante polémica con L a Aurora Roja y el Boletín oficia1 del S. U. del ramo de construcción, aparecido en 1920. El primer periódico que reapareció tue Tierra y Libertad el 20 de enero de 1923.


C A P IT U L O IV

Solidaridad Obrera r

bl p e r i o d i s m o d e r a íz á c r a t a

sindicalistas. A su vez favoreció el surgim iento de grupos de ac­ ción cenetistas para oponerse a aquellos.253 E n esas co n diciones, la p ro p ag a n d a de las arm as se im p u so al arm a de la propaganda. E sta situación que atrav esab a la o rg an iz ac ió n en B arcelona a principios de 1919, con sus secuelas de represión y clan d estin i­ dad254 , hicieron que se c o n tem p lara la posibilidad de e d ita r el diario en otra ciudad. C o m o ya se ha visto, se decidió finalm ente traslad arlo a V alencia, ciu d a d a la que se dirig ió u n g ru p o de sindicalistas, los cuales puestos al habla con m ilitantes valencia­ nos principalm ente D o m in g o Torres y E usebio C arb ó , este úl­ tim o editaba ya L a Guerra Social pusieron m anos a la obra. D es­ pués de anunciarlo p o r m edio de pasquines pegados en las es­ quinas, el 25 de feb rero se lan zab a el p rim e r n ú m ero del dia­

253 Un buen estudio del período k> constituye, Balcells, Albert (1968), passiin; hacc unos años apareció el estudio muy documentado de Pradas Baena, Muría Amalia (2003), aunque, en mi opinión, carga excesivamente las tintas sobre la responsabilidad de los anarquistas en el inicio del terroris­ mo. Para un análisis de los grupos de acción anarquistas, centrado en «Los Justicieros», «Los Solidarios» y «Crisol», véase Paz, Abel (1978), pp. 27 y sgs. Véase, también, Góm ez Casas, Juan (1977a), pp. 63 y sgs. 254 A pesar de la suspensión del diario, éste siguió imprimiéndose clandesti­ namente, aunque com o puede suponerse de manera harto precaria. Salió de nuevo a la luz pública el 15 de noviembre de 1919 (véase E l Liberal (Barcelona) cd. mañana 17 noviembre 1919,1), para ser de nuevo suspen­ dido el 22 del mismo mes (véase Id. ed. mañana (22 noviembre 1919), 1).


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rio255 con dos días de retraso sobre ia fecha prevista por dificul­ tades con la im prenta.256 L a aparición de Solidaridad Obrera en Valencia tuvo repercusio­ nes in m e d ia ta s y fue el facto r p rin c ip al d e la expansión de la C N T en el p a ís v alen cian o . Peleó en varios fre n tes, pero dos fueron los principales: en favor de las huelgas y contra la repre­ sión, que adquirió tintes dram áticos con el g obernador civil R a­ fael D u ra n , po r un lado y por o tro co n tra el paternalism o b u r­ gués del populism o blasquista especie de lerrouxism o autóctono encarnado en su órgano oficial E l Pueblo y en su director Félix A zzatP57 . E n efecto, en vista de que la propaganda anarcosindi­ calista am enazaba con dism inuir de form a significativa su clien­ tela electoral, este diario no dudó en lanzar cam pañas difam ato­ rias contra el órgano cenetista o contra sus m ilitantes.258

255 Lambéret, Renée (1953), pp. 122123, afirma que era bisemanal, al igual queTaveía, Susana (1978), p. 99, que bebe en sus fuentes. Este periódico fue diario desde sus inicios hasta octubre de 1922 en que pasó a ser bise­ manal por dificultades económicas. Sin embargo, es necesario señalar que la vida del cotidiano en Valencia se vio constantemente sobresaltada por suspensiones, asaltos a la sede de la redacción, encarcelamientos del direc­ tor y redactores, etc. 256 «Explicación necesaria», S.O. (Valencia), 1 (25 febrero 1.919),2. 257 Eusebio Carbó había acusado a Félix Azzati de ser uno de los causantes del fracaso de la huelga general revolucionaria de 1917, lo cual éste no se lo perdonó nunca, 258 En un amplio editorial titulado «Analicemos/Los obreros» publicado en E l Pueblo (Valencia), 9889 (9 junio 1919), haciendo repaso a las causas del fracaso en fas elecciones pasadas, después de cantar las alabanzas a Blasco Ibáñez por su labor en favor del obrero, gracias al cual se organizaron y culturizaron, se pregunta qué es lo que ha pasado con ellos. Y por fin ta fórmula mágica: «Es el sindicalismo es decir, el anarquismo al uso en Es­ paña, fanático e ignorante en sus directores, generoso e incauto en los dirigidos el que ha restado algunos votos al republicanismo.


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Sin em bargo superando todas las dificultades, Solidaridad Obrera de Valencia llegó a publicar entre 1919 y 1 9 2 3,355 núm eros259. C o n toda pro b ab ilid ad se h a ría cargo de la dirección E usebio C arbó, figurando com o redactores, entre otros, G allego C respo y D om in g o Torres. L a redacción y adm inistración se instaló en la calle de los A ngeles, 8, I o, sede del C e n tro O b re ro y «punto de atracción del nuevo m ovim iento em pírico» y se im p rim ía en la T ip o g rafía M arco herm anos, calle del M ar, 10, que tenía los talleres en Q uevedo, 30. N o obstante, D íaz del M oraP 60 afirm a que el d ire c to r fue G alleg o C respo, quien había d irig id o hasta entonces Acción Solidaria de Sevilla. E n el prim er núm ero la redacción inserta un am plio editorial en el que exponen cuales van a ser sus propósitos con la publicación del periódico. A nuncian gran entusiasm o en la aparición a pesar de las dificultades de los tiem pos y con los siguientes objetivos: I o) So/i solo defiende los intereses de los trabajadores. 2 o) Q u e las in fo rm a c io n e s te n d e n c io sa s q u e rec o g e la prensa diaria se rechace po r su internacionalism o. 3o) Q u e las declaraciones de elem entos ajenos a la organi­ zación ofreciendo ésta a nuestras enem igos (y aquí incluye a regionalistas, separatistas, etc.) se rechacen...261

259 El lu'mi. 355 el último que se conoce es de enero de 1923. Hay que señalar que de estos 355 números solo se conservan, como mucho, una veintena. Su estudio lo hem os tenido que realizar acudiendo a fuentes indirectas, principalmente los diarios valencianos que se publicaban por aquellas fe­ chas, E l Pueblo, Las Provincias, E l M ercantil Valenciano, etc. La pérdida de este diario imprescindible para el conocimiento de! movimiento obrero valenciano ¡unto con la del semanario Solidaridad Obrera de La CoruñaSantiago, también de esta época aproximadamente, com o luego se verá, es una de las más dolorosas que tenemos que lamentar. 260 Día/, del Moral, Juan (1977), p. 253. 261 «Nuestro propósito», S.O. (Valencia), 1 (25 febrero 1919), 1.

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La huelga general que estalló en B arcelona com o consecuencia de no haberse cum plido los acuerdos tom ados a raíz de la nego­ ciación de la huelga de «La C anadiense», iba a tener en Valencia trágicas consecuencias262 . E n esta ciudad se recibió en el gobier­ no civil, el m artes d ía 25 de m a rz o p o r la tard e , un teleg ram a dando cuenta de la suspensión de garantías en toda España. I n ­ m ed iatam en te el g o b e rn a d o r o rd en ó la suspensión de todas las reuniones obreras convocadas para aquel día y la clausura de los centros obreros, incluso la C asa del Pueblo. Fueron detenidos y encarcelados varios m iem bros pertenecientes a las directivas de las sociedades obreras y se dio o rd en de practicar otras m uchas detenciones. Fue suspendida po r o rd en gubernativa la publica­ ción de la p ren sa obrera. L a g ran in d ig n ació n que todos estos hechos provocaron hizo que fuese declarada la huelga general.263 Los periódicos dejaron de aparecer ya el 26 y este día la huelga g en eral fue p rá c tic a m e n te a b so lu ta , al m ism o tie m p o que se p ro d u cían algunos in cid e n te s que d esem b o caro n en un asalto general a los com ercios264 . A las doce de la m añana de ese m is­ m o día el g o b e rn a d o r civil R engifo se declaró im p o te n te para c o n tro lar la situ ació n , c o n feren cian d o con el capitán general Palancas, quien asum ió el p o d er declarando el estado de guerra y haciendo que se tom aran los puntos estratégicos. C on tin u aro n las deten cio n es en los días sucesivos. D espués de ocho días de huelga total en la ciudad de Valencia, el m iércoles día 2 de abril 262 «Situación gravísima. Se anuncia la crisis y estalla la huelga general en Barcelona», E l Pueblo (Valencia), 9822 (25 marzo 1919), 1 y 3. 263 «Cómo empezó la huelga», Id., 9823 (3 abril 1919), 1. 264 Ibidem. El periódico da noticias detalladas de estos asaltos y de los muer­ tos y heridos que se produjeron. Solidaridad Obrera fue naturalmente sus­ pendida durante todo el proceso de la huelga. Tanto este periódico como los demás habían dejado de aparecer durante la huelga de tipógrafos que tuvo lugar el último día de febrero y los dos primeros de marzo.


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se acordó la vuelta al trab ajo , pe.ro el e sta d o de guerra no fue levantado hasta el día siete. N o obstante, las garantías siguieron s u s p e n d i d a s y la p r e n s a s o m e t id a a la p r e v i a c e n s u r a gubernativa.265 Las experiencias de la lucha desarrollada en esta cruenta huelga intensificaron los trabajos encam inados a favorecer el desenvol­ v im ien to del sindicalism o cenetista. L a afiliación aum entó sin cesar y en los llam ados poblados m arítim os se creó una potente organización. De ella surgió el sindicato del T ransporte, uno de los más im portantes de la C N T valenciana. E ste desarrollo de la organización confederal no pasó desapercibido para los atentos vigilantes de la burguesía. Las Provincias lanzó casi inm ediata­ m ente la voz de alarma: Todos cuantos tienen algún contacto o relación con la clase obrera de Valencia habrán podido notar el gran movimiento societario que h agita, especialmente desde primeros del año actual.2“

El mal venía de la C a ta lu ñ a anárquica «debido a los elem entos sin d icalistas, p ro c e d e n te s en su m ayoría de B arcelona, que se han instalado en nuestra ciudad para im p lan ta r la organización obrera que tan m agníficos resultados ha producido en la vecina ciudad condal».267 C o n tra este in m in en te peligro la única solución era, sin duda, la unión de la clase p a tro n al recom endada in siste n tem e n te por el a rticulista. «El F o m e n to In d u stria l y M e rc a n til, la C ám ara de C om ercio y la U n ió n G rem ial son las sociedades m ás indicadas 265 «Después de la huelga. Levantamiento del estado de guerra», Id., 9828 (8 abril 1919), 1. 266

«El sin dicalism o en Valencia», Las Provincias (Valencia), n.16335 (25 mayo 1919), 1.

267 Id.

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por su respetabilidad e intereses que representan para evitar el peligro que am enaza a nuestra industria».268 L a alarm a estaba fundada. C onsolidado el sindicato del T ran s­ porte, dom iciliado e n el G rao, presentó unas bases, que renova­ ban los co n trato s de trabajo existentes hasta entonces, a las fá­ bricas de abonos quím icos. T odas las aceptaron m enos la U nión E spañola de Superfosfatos269 . Su representante en Valencia, el abogado M ig u e l G álvez, rechazó de plano dichas condiciones, d esp id ie n d o a to d o s los o b rero s sin d icad o s. L a resp u esta fue inm ediata, declarándose la huelga en dicha fábrica el 13 de m a­ yo270 . E l encono de la dirección iba a som eter al recién creado sindicato de transportes y a la organización confederal valenciana a una intensa prueba de fuego. E n esta lucha fueron em plea­ dos todos los procedim ientos. P rim eram ente las huelgas solida­ rias en fábricas afines hasta llegar a la huelga general del tra n s­ p o rte. In flu id o s po r la reciente huelga de «L a C anadiense» en Barcelona, se in te n tó la huelga general solidaria que paralizara Valencia com pletam ente, con el fin de reducir a la dirección de la em presa. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, la repre­ sión im p id ió que llegara a co n su m arse. L a c o n tin u id a d de la huelga m ovió a U nión E spañola a co n tratar esquiroles reclutados en tre los sindicatos católicos, m uy poderosos en el cam po valenciano. C o m o resp u esta del sindicato se acordó la h u elg a

268 Id. 269 Tomás Cano Rui«, en Huenacasa, Manuel (1966), p. 131; España Nueva (Madrid), 4952 (25 octubre 1919). Esta compañía se había fundado prin­ cipalmente con capital francés. Además de Valencia, tenia sedes en Alican­ te, Málaga, Reus y Sevilla y en todas partes tenía conflictos. 270 E. Torres, «La situación en Valencia» (desde la cárcel), España N ueva (Madrid), 4958 (21 octubre 1919), 2.


CAPÍTULO t v

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general del transporte271. U nas prim eras bases de arreglo a m e­ diados de ju n io fueron rechazadas p o r los obreros en la A sam ­ blea del T eatro Serrano acordando la continuación de la huelga. C om o consecuencia la represión se intensificó, Solidaridad Obre­ ra fue suspendida a partir del 16 de ju n io y varios obreros fueron deportados a C uenca. Eusebio C arbó, director del periódico fue encarcelado y deportado a Teruel272 , adem ás de producirse masi­ vas detenciones de sindicalistas. E l g o b e rn a d o r civil de V alencia en esos m o m en to s era Rafael D u ra n , m ás conocido po r «el extrem eño»273 . Puso todo su em ­ peño en im pedir el crecim iento del sindicalism o cenetista y por lo que hace referencia a la huelga de U n ió n E spañola, apoyó sin reservas a la empresa. A nte la im posibilidad de conseguir la huelga general en V alen­ cia, se entablaron negociaciones para resolver la huelga del puer­ to de V alencia que d u rab a ya varias sem anas. Se concluyó un p rincipio de acuerdo en los p rim ero s días de julio suscrito por los principales rep resen tan tes de la p a tro n a l del p u e rto y por V icente M aiques, presidente de la C á m a ra del C om ercio. Las bases de arreglo consistieron básicam ente en: libertad inm ediata

271 Hay que señalar que debido a la prohibición por el gobernador de insertar noticias sobre la huelga en los diarios valencianos, es imposible seguirla a través de ellos. H e tenido que recurrir a España N ueva y otras fuentes. Según Tomás Cano Ruiz, en Buenacasa, Manuel (1966), p. 131, esta huel­ ga puso en movimiento a 14.000 obreros. 272 España Nueva (Madrid), 9838 (3 julio 1919), 2. 273 Este gobernador, de la estirpe de Maestre Laborde, Regueral o Martínez Anido, sembró, junto al jefe de policía Jesús Sáenz Sobrino, el terror en Valencia. D e la misma manera que el gobernador civil de Barcelona, Mar­ tínez Anido y el jefe de policía de esa ciudad, Arlegui, lo sembraron en la ciudad condal.


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de todos los d etenidos, incluso de los dos expulsados a C uenca (F ranco G a rc ía y F ran cisco D o m ín g u e z , d e la fáb rica U n ió n Española); no ejercer a la vuelta al tf abajo represalias; levantar la clausura de la C asa del Pueblo; reanudar la publicación de Soli­ daridad Obrera y respetar el boicot a la U n ió n E spañola274 . Los acuerdos se cum plieron puntualm ente, lo cual suponía un triu n ­ fo para la C N T valenciana y un au m en to de su prestigio entre los trabajadores valencianos. Pero al m ism o tiem po im plicaba un aum ento de la presión policial sobre la organización. Solidaridad Obrera se tropezó siem pre con num erosos obstáculos y la censu­ ra fue en to d o m o m e n to u n a espada de D a m o c le s suspendida sobre su cabeza. El día 10 de julio al poco de su reaparición la policía se p erso n ó en la im p re n ta d o n d e se e d ita b a e im p id ió que fuera puesto a la v enta, en tan to no v in iera un perm iso del gobernador. E stos abusos estaban a la orden del día por parte de las autoridades y com o decía el periódico: creemos que cuando la policía salta por encima de la ley nos enseña el eairúno a comenzar;373

Las huelgas se m ultiplicaron en Valencia, com o en el resto del país, en aquel año 1919: p a n a d ero s, e b a n istas, m etalú rg ico s y tam bién los trabajadores del cam po se sum aron a la lucha auspi­ ciados por la C N T levantina. L a situación en la fábrica U n ió n E sp a ñ o la de S up erfo sfato s, so m e tid a a un e stric to b o ico t p o r p arte de la clase obrera anarcosindicalista y los p atro n o s, era a duras penas sostenible. L as agresiones a los esquiroles que con­ tinuaban trabajando en ella se hicieron cada vez m ás frecuentes.

274 S.O. (Valencia), n.97 (5 julio 1919), 1 yTom ás Cano Ruiz, en Buenacasa, Manuel (1966), p. 131. 275 «;Quién gobierna en Valencia?», S.O. (Valencia), n. 103 (11 julio 1919), 2.


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H a sta d esem b o car en el a te n ta d o del 5 de agosto que costó la vida a tres de ellos, h ech o o c u rrid o en el a n tig u o c a m in o del grao. La C N T fue acusada del m ism o y se practicaron n um ero­ sas detenciones.276 E l diario fue tam b ién suspendido, a u n q u e reapareció algunos días después?'7 , pero fue de nuevo suspendido a rb itrariam en te por órdenes d irectas d e l g o b e rn a d o r civil a tíñales de ese mes; Los redactores y sim patizantes del p eriódico obrero acordaron que no apareciera ningún otro diario en tan to no se levantara la suspensión de aquél. R ecorriendo talleres e im prentas lograron que el día 2 de septiem bre am aneciera sin diarios, excepto D ia­ rio de Valencia, pero los esfuerzos se revelaron infructuosos y el diario de la C onfederación no volvería a aparecer hasta julio del año siguiente. E n esta atm ósfera represiva se celebró en los tres prim eros días del m es de d iciem b re el I C o n g re s o de la recién c o n s titu id a 276 Según un contable de la empresa, el artífice del atentado fue Juan Tormo Artís, abogado y ciervista, véase España N ueva (.Madrid), 4952 (25 octubre 1919). Los asesinados fueron jorge H erran®, Serafín Sauz García y José Pérez Ruiz. Fueron procesados, Miguel Cabo, Domingo Torres, Juan Rue­ da, Vicente Paredes, Pedro San Joaquín, Francisco Domínguez, Antonio Ortega, Joaquín Vidal, Em ilio Zacarías, M iguel San Joaquín, Vicente Masip, Bernardo Medina, Vicente García, Andrés Casan y Cándido Ca­ bello, D e ellos Antonio Ortega murió en la enfermería de la prisión, víc­ tima de un cáncer y Candido Cabello que se había presentado voluntaria­ mente a la policía convencido de su inocencia se suicidó arrojándose desde una galería. El resto fue absuelto en la vista de la causa que se realizó en la misma cárcel veinte meses después, cfr. Tomás Cano Ruiz, en Buenacasa, Manuel (1966), pp. 127128. 277 El día 7 de agosto, la C N T lanzó un manifiesto protestando de las arbi­ trariedades cometidas y demostrando detalladamente que los encarcelados no podían ser responsables del atentado. En este manifiesto se afirma que el diario reaparecería al día siguiente 8 de agosto, véase Suplemento de S.O. ai n.130 en forma de hoja volante.

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C onfederación Regional Levantina, que incluía tam bién a M u r­ cia y A lbacete. Según T om ás C a n o R uiz, asistieron entre 65 y 70 delegados representando a 142.943 trabajadores, adoptándo­ se una línea sim ilar a la trazad a por el C o n g re so de S ants del año anterior.278 E n julio de 1920 reapareció Solidaridad Obrera, después de h a­ berse realizado intensos esfuerzos en su favor279 . C o rta iba a ser, sin em bargo, esta nueva etapa del diario. E l día 4 de agosto, el tristem ente célebre gobernador civil que fue de Sevilla y Barce­ lona, M aestre L aborde, conde de Salvatierra, fue abatido a tiros en el cruce de la vía férrea de la A venida del P u erto de la ciudad d e lT u ria, m ientras paseaba en carruaje con su esposa y su cuña­ da. D e resultas del atentado m urió el propio M aestre Laborde y su cuñada, quedando su esposa gravem ente herida. De nuevo la organización fue procesada, sus centros fueron clausurados y se

278 Este autor, en Buenacasa, Manuel (1966), pp. 125126, hace un somero análisis de los temas tratados y las resoluciones que se tomaron. En página 126 da una lista de los delegados valencianos ijue asistieron al II Congreso de la C N T celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid. Véase «Im­ presiones de un Congreso», por Germinal, La Guerra Social (Valencia), n.51 (20 diciembre 1919), 23, quien lleva a cabo una valoración del C on­ greso. 279 «Y vuelta a empezar/ En nuestro puesto», S.O. (Valencia), n.153 (11 julio 1920), 1: «Aquí estamos otra vez. Trabajaremos com o siempre lo hemos hecho para acelerar el advenimiento de una sociedad sin odios, sin miserias y sin cadenas».


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su sp en d ió to d a activ id ad sin d ical. A l p ro p io tie m p o el diario confederal fue suprim ido radicalm ente.280 E usebio C a rb ó hab ía llegado a alcan zar tal significación y las condiciones de represión eran tan violentas, que cuando los ár­ boles del Paseo de la A lam eda m ovían sus ram ajes, m ecidos por la suave brisa de la h u e rta valenciana, aquél era encarcelado. El activo m ilita n te an arco sin d icalista se había convertido en una especie de bestia negra del gobernador civil. E sta nueva suspen­ sión del diario Solidaridad Obrera la m ás larga de todas se pro­ longó hasta el restablecim iento de las garantías constitucionales a finales de m arzo de 1922. E n estas condiciones de total parali­ zación de la actividad confederal en Valencia, iban a tom ar el relevo de la propaganda cenetista los grupos anarquistas de una de las ciudades m ás activas e industrializadas de la provincia de Alicante: Alcoy. A n te la situación de represión e in ce rtid u m b re que reinaba en Valencia, el grupo «L abor A narquista» d e esta ciudad lanzó un m anifiesto en el que después de hacer una valoración del estado de cosas en esos m o m en to s, proponía: I o) R ealizar la unión de todos los grupos constituidos en la región para que lo antes posiblc fuera un h ech o la «Federación de G ru p o s A narquistas de Levante»; 2o) L levar a cabo intensas cam pañas de propaganda por to d o s los pueblos de la reg ió n y 3 o) P repararse de com ún

280 Tomás Cano Ruiz, en Bucnacasa, Manuel (1966), p. 128 129. En el pro­ ceso fueron encartados D iego Parra, Alejandro Esteve, Lorenzo Cantó, Ramón Buireu (Román Cortés) y Eusebio Carbó. Los dos últimos, redac­ tor y director del diario Solidaridad Obrera. Se persiguió durante mucho tiempo a José Conejos, considerado responsable material del atentado sin que se lograra su detención. Cantó y Esteve fiieron liberados casi inmedia­ tamente y el resto fueron totalmente absueltos en la vista de la causa en julio de 1922.

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acuerdo para la celebración d e l pro y ectad o C o n g reso N acional A narquista .281

La F e d e ra c ió n de G ru p o s de A lc o y a c e p tó la p ro p u e s ta y se acordó suspender la salida del sem anario para favorecer el naci­ m iento de un periódico que fuera la expresión del m o vim iento confederal y a n a rq u ista . E ste se m a n a rio fue Redención1*’2 . L a trayectoria que p o steriorm ente se trazaron los com ponentes del grupo «R edención» editor del p eriódico, estaba ya im plícita en su ed ito rial inicial, «A to d o s los explotados»283 . Se p ro p o n ían elevar el nivel cultural de los trabajadores; que el periódico «sirva de C á te d ra a todos los privados de m edios por hab er adquirido una m ediana educación v encuentren en él satisfecha esta indis­ pensable necesidad». Pero estos conocim ientos son los aprendi­ dos en fábricas v talleres, nociones de esclavitud y m iseria p rin ­ cipalm ente son su bagaje inicial. «El sindicalism o revolucionario como investidura, el com unism o com o esencia, serán su lema». E n vista de la desorganización que existía en la región, la «C on­ federación Regional Levantina, previo acuerdo con la redacción, lo declara su órgano oficial; todas las fuerzas sindicales, indivi­ duos y nú cleo s m ilita n te s de ra m o s e in d u stria s , lo rec ib en y propagan cual si se tratase de la m ism a Solidaridad Obreraw284 . Para ello se propuso el aum ento de tam año y la colaboración de

281 «A todos Los anarquistas de la Región Levantina», por el Grupo «Labor anarquista», E l Comunista Libertaria (Alcoy), n.10 (21 enero 1921), 1. 282 Inició sus publicaciones el 26 de febrero de 1921, un mes después de la desaparición de E l Comunista Libertario. 283 n .l (26 febrero 1921), 1. 284 Tomás Cano Ruiz, en Buenacasa, Manuel (1966), p. 132. En enero de ese año se había intentado editar Solidaridad Obrera en Cartagena, pero con escaso éxito, ya que al parecer solo pudo editarse un número. No se conoce ningún ejemplar, solo la referencia que nos suministra Cultura Obrera (Palma de Mallorca), n.75 (15 enero 1921), 4.

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todos285 . C onsecuencia in m e d ia ta fue que a p a rtir del núm ero 33 del 8 de octubre la cuarta página se dedicó a una sección fija: «De la vida sindical», que incluía todas aquellas inform aciones y noticias que in teresab an a la C R T levantina. D esde luego este sem anario oireció una extraordinaria cobertura a los presos en la cárcel de Valencia. P u n tu a lm e n te se p u b lic a b an sus artículos; entre otros, los de Rafael V idiella, A lfredo C . Forel, M atías C alabuig, Juan G allego C respo, L an zaro te, Pepe Sanchis, Juan del A rco, etc. A l m ism o tiem po se facilitaban to d a clase de noticias sobre las condiciones de los citados presos.386 E n la polém ica abierta a raíz de la delegación a Rusia, elegida en el pleno de B arcelona de 1921, fu ertem e n te criticada po r algu­ nos sectores de la C N T , m antuvo su línea anarquista y cubrió la inform ación que de una y o tra p a rte se facilitaba387. E n resu­ m en, estuvo en todo m om ento a la altura de los objetivos que se había propuesto. Redención aún publicó un últim o núm ero pocos días después de la instauración de la dictadura. C o n grandes blancos en sus p á­ ginas m otivados po r la censura, indicaban en el editorial que se ab sten ían de ju z g a r la situ a c ió n creada a raíz del golpe, cons­ cientes de que la censura no lo dejaría pasar. A cam bio, optaron por n u trir «las páginas del periódico con una selecta lectura de gran valor cultural y científico, respondiendo así al carácter que siem pre distinguió a nuestro sem anario en su labor educativa y de fo rm ació n de conciencias sanas, fuertes y libres, que es, en síntesis, la gran obra a realizar, la que salvará a la hum anidad de

285 Redención (Alcoy), n.32 (1 octubre 1921), 1. 286 «¿Qué ocurre en la cárcel celular de Valencia?», n.33 (8 octubre 1921), 1. 287 E ntre otros, escribió Joaquín M aurín «La C .N . del T. y La Internacional Sindical Roja», n.39 (18 noviembre 1921), 3, en defensa de la IS R y contra el desviaciomsmo anarquista de ta CNT.

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este caos horrible...»288. D adas las circunstancias, José Juan Pas­ tor y sus colaboradores decidieron dedicarse de lleno a estas ta ­ reas educativas. E n junio h ab ían in iciad o la publicación de la revista Generación Co?isciente para potenciar esta línea y en ella se volcaron suspendiendo el periódico de form a definitiva.289 Las garantías constitucionales fueron restablecidas en toda E s­ paña el 31 de m arzo de 1922, sin em bargo la C N T continuaba estando en la ilegalidad. A pesar de ello se iniciaron las gestio­ nes para la reaparición del diario en Valencia que tuvo efecto el I o de m ayo290 . A dolfo Bueso, con su h ab itu al desprecio por la exactitud de los hechos, habla de este periódico, en esta etapa, com o si fuera la prim era vez que se publicaba en esa ciudad: En mayo de 1922, Pedro FoLx y Viadiú se entrevistaron con Alfre­ do?91 . C om o en Barcelona no era posible publicar Solidaridad Obrera, se había pensado editar el periódico fuera y, en ese sentido, se hicieron gestiones en Valencia, ya que habían dicho que el go­ bernador, un señor llamado Pérez M oso [el gobernador civil de Valencia, por aquellas fechas, era García de Ormaechea], había sido socialista y por lo visto estaba resentido, pues había dado su conformidad a que apareciera la Soli en la ciudad levantina».292

288 n.131 (26 septiembre 1923), 1. 289 En 1930 apareció de nuevo este periódico en una breve etapa. 290 La fecha de reaparición la conocemos por noticias indirectas, véase Nueva Senda (Madrid), 48 (18 mayo 1922), 1, que suministra una lista de los redactores. El primer número conocido de esta reaparición es el 202 de 4 de mayo. 291 Alfredo es el nombre que el autor adopta en su autobiografía. 292 Bueso García, Adolfo (1976), p. 162; al hablar, p.e., del llamado Pleno de Lérida de 1921, este autor lo sitúa en esa ciudad, a pesar de haberse repeti­ do hasta la saciedad que se celebró en realidad en Barcelona (p. 158). También Tavera, Susana (1992), p. 42, siguiendo ciegamente esa fuente, comete el mismo error de bulto.

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el p e r io d is m o

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Se encargó de ta dirección E usebio C arb ó y tenía com o princi­ pales redactores a José V iadiú, A urelio Q uílez, Felipe A laiz y Josc Pastor. La vida del diario valenciano se inició con gran en­ tusiasm o, pero la débil estru ctu ra de la organización, que se re­ ponía con grandes dificultades, p ro n to lo abocaron a una situa­ ción de em ergencia que hacía tem er po r su continuidad. C o m o solución, el C o m ité N acio n al d e La C N T acordó su sp en d e r la salida del diario en Valencia y transferirlo a M ad rid a finales del mes de septiem bre, «población q u e c u e n ta con las m ayores ga­ rantías para asegurar la vida a Solidaridad O b r e r a . T al dispo­ sición nunca fue llevada a la p ráctica se ignoran las circunstan­ cias pero el diario valenciano hubo de transform arse en bisem a­ nal a p a rtir de prin cip io s d e o ctubre, periodicidad que seguiría conservando con algunas irregularidades hasta su desaparición en e n e ro de 1923, p a ra ser n u e v a m e n te d ev u elto a B arcelona después de más de cuatro años sin aparecer en aquella ciudad.

4 .2 . El periódico conlederal je extiende por España

La constante represión a que estuvieron som etidos los m ilitantes cenetistas en B arcelona a p a rtir de 1919, tuvo com o consecuen­ cia el desplazam iento de m uchos de ellos a otras ciudades. Ya se ha visto los resultados del traslado de Solidaridad Obrera diario a Valencia, D el m ism o m odo, B ilbao se convirtió en lugar de re­ fugio de algunos que huían de la represión. O tros se desplazaron voluntariam ente y co n ju n ta m e n te se dedicaron a intensificar la propaganda anarcosindicalista en las comarcas del N orte. E n octubre apareció en la cap ital de V izcaya el prim er núm ero de Solidaridad Obrera com o órgano de la C onfederación R egio­ nal del N orte. E n el editorial proclam aban:

293 Cultura y Acción (Zaragoza), n.3 (30 septiembre 1922), 2.


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[>rn!i>nisM o

de r a íz a c h a t a

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Som os sindicalistas, somos los que predicamos la posibilidad de una mejor convivencia humana [...] no podemos tolerar que conti­ nuemos arrastrados por la taifa política, por derroteros que condu­ cen a la anulación de la consciencia individual [...] v nosotros los trabajadores, los hombres que vivimos de! mísero jornal, venimos a la lucha, tranca v decididamente, para afirmar el derecho que te­ nemos a la vida...294

Buenacasa, por su parte, nos dice de él: At periódico L a Lucha [de Bilbao] le sustituyó Solidaridad Obrera dirigido por A n ton io Pena de Barcelona. Por entonces llegó al Norte, huyendo de Levante y Cataluña, Em ilio Mira (A ntonio Valor). Usando este último nombre se dedicó por com pleto a la propaganda con resultados excelentes.295

A A n to n io P ena le sucedió en la d ire c ció n el p ro p io M a n u e l Buenacasa, quien estuvo ocho meses al frente del m ism o. A ntes de abandonarlo escribió un patético artículo de despedida titu ­ lado: «A revoire (sic). A los sindicatos norteños», en el que decía entre otras cosas: Ayer fue Reguera! el que me echó de Bilbao. H oy me marcho yo porque me da la gana. Solidaridad Obrera cuya Redacción y A dm i­ nistración estuvo en mis manos durante ocho meses [...]. D os meses he tenido que hacer el repugnante papel de insustituible como si en España no hubiese periodistas obreros a docenas,

Y term ina con estas significativas palabras:

294 «Nosotros...», S.O. (Bilbao), n .l (12 octubre 1919), 1, 295 Buenacasa, Manuel (1966), p. 107.


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Acr a ta

M e tengo que ir por compromisos, pero estoy dispuesto a quedarme otros ocho meses si los Quemades, Pestaña, Seguí, etc., que no abandonan «ni pa Cristo» sus lares se vienen a Vizcaya.396

U na sem ana después, un artículo de réplica?9' , hacía hincapié en la realidad del N o rte en la que no faltaban buenos m ilitantes tal com o afirm aba Buenacasa y que estos eran m ucho más necesa­ rios que los oradores o escritores. L a organización C onfederal se estaba desarrollando con buenos auspicios, pero había que continuar la lucha. E fectivam ente la C N T del N o rte estaba atrave­ sando com o de hecho en toda E sp a ñ a una situación crítica d e ­ bido a la represión. El gobernador civil Regueral la había som e­ tido a una constante persecución policial. A esto había que aña­ dir que el País Vasco era un fuerte bastión socialista difícil de p e n e tra r y que requería de la o rg an izació n un esfuerzo suple­ m entario de propaganda y de actividad sindicalista. Ignoram os quien sustituyó a Buenacasa en la dirección del periódico quizá G alo D ie z p ero su fu n ció n acabó p ro n to , ya que e n en e ro de 1921 fue suspendido298 y ya no volvería a aparecer hasta más de un año después. Esta es u n a de las pocas publicaciones que nos sum inistra datos directos de su tirada y la distribución de la m ism a. Se editaban 7.000 ejem plares en to tal299, de los cuales el 79% aproxim ada­ m ente se d istrib u ía por la región y el resto se m andaba fuera. C on toda probabilidad la tónica sería muy parecida para el resto

296 S.O. (Bilbao), 61 (17 septiembre 1920), 1. 297 «A los sindicaros norteños», Id., 62 (24 septiembre 1920), 1; el artículo no lleva firma, pero es muy probable que fuera de Galo Diez. 298 Se ignoran las causas de la suspensión, pero es de suponer que. la represión no fuera ajena. 299 S.O. (Bilbao), 33 (6 marzo 1920),1.

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de se m a n a rio s, ya que es de su p o n e r que el d iario tu v iera en tiempos norm ales una tirada bastante mayor. P reviam ente la C N T h ab ía celeb rad o en los días 10 al 18 de diciem bre de 1919, un congreso extraordinario en el teatro de la C om edia de M ad rid . E ste congreso m arca el punto culm inante del apogeo anarcosindicalista en esta etapa. La C onfederación adoptó el m odelo de sindicatos únicos aprobado en el C ongreso de Sants y expandirá sus ideas a lo largo y ancho del país. Pocas sem anas m ás ta rd e el 31 de e n e ro de 1920 apareció el prim er núm ero de Solidaridad Obrera de Sevilla100 . Sustituyó al an terio r títu lo Acción Solidaria y estableció la redacción en la calle enladrillada, 18, im prim iéndose en los talleres tipográficos Arte de Im prim ir. B uinacasa nos dice de ella: La tendencia excesivamente sindicalista que se pretendió insuflar a este ultimo órgano de la Federación Obrera Andaluza, originó vivas discusiones hasta que los campesinos impusieron su criterio libertario a la publicación, ante la amenaza de negarle su apoyo en caso contrario,301

Y D íaz del M oral, por su parte, afirma: Se publicaba los miércoles y los sábados. Organo de la Confedera­ ción Regional Andaluza y portavoz del proletariado internacional.

300 Meaker, Gcrald I I. (1978), p. 212, sitúa su aparición a raíz de las excur­ siones de propaganda de diciembre de 1918, pero Díaz del Moral, Juan (1977), p. 512, la sitúa correctamente. Debido a ia expansión tan impre­ sionante ile] periódico Solidaridad Obrera por todo el país en aquellos críti­ cos años de 19191923, la confusión de los historiadores que los citan es constante. 301 Buenacasa, Manuel (1966), p. 100.

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oe r a íz ácrata

El primer numero vio la luz c! 31 de enero de 1920. En mayo su­ frió un eclipse de más de un mes, y reapareció a fines de junio.302

A m ed iad o s de año co m en zó a ed itarse Solidaridad Obrera en M a d rid 303 y en el o to ñ o en G ijón, en su 2 a época304 . L a redac­ ción estaba situ ad a, com o a n te rio rm e n te , en la calle C abrales, 88, im prim iéndose en los talleres «La V ictoria», calle L ibertad, 53. Se hizo cargo de la dirección M anuel Buenacasa, m otivo por el cual abandonó su cargo al tren te del periódico bilbaíno, sien­ do adm inistrador C arlos S enert en la calle Perú, 1 3 ,1 ° (L a Cal­ zada). E m p ezó a editarse com o bisem anal, pero a finales de año se contem pló la posibilidad de transform arlo en diario con im ­ prenta propia. Pero las dificultades sobre to d o financieras y re­ presivas- hicieron que la em presa no se llevara a efecto, a pesar de ios intensos esfuerzos que se realizaron en su favor.305 El lo ck o u t que la p a tro n a l astu rian a habla iniciado co n tra los tra b a ja d o re s tu v o co n secu en cias d e sastro sa s. E l m o v im ien to obrero cenetista gijonés com enzó a disgregarse y es m uy proba­ ble que en enero de 1921 desapareciese tam bién el órgano con­ federal. Si el año 1920 habla sido todavía de desarrollo y auge de la C onfederación N acional del Trabajo, en 1921 com enzó a ob­ servarse una lenta caída de actividad producida por el desgaste de los años anteriores. E sta caída se iría agudizando a lo largo de

302 Díaz del Moral, Juan (1977), p. 512. Desgraciadamente solo se conoce el núm. 5 del 14 de lebrero de 1920. Se ignora cuando cesó sus publicacio­ nes, pero no debió ser mucho más allá de junio o julio de aquel año. 303 N o se conoce ni un solo ejemplar. Para detalles de la misma, véase Frucíidor (Tarragona), 24 (10 julio 1920), 4 y 25 (17 julio 1920). 304 El primer número debió salir a principios de octubre. Sólo se conocen los números 15 (22 marzo 1921), 16 del 25 y 17 del 29 del mismo mes. 305 «Una explicación a todos/Aplazamos la salida del diario», por la Comisión prodiario, S.O. (Gijón) (2a época), 15 (22 enero 1921), 1.

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todo aquel añ o y su m uestra más p atente sería la desaparición de la tradicional cabecera en todas las ciudades españolas, si excep­ tuam os el in te n to de los trabajadores de C artagena que en enero iniciaron su publicación en esta ciudad.306 El re s ta b le c im ie n to de las g a ra n tía s co n stitu c io n ale s en to d a E spaña a finales de m arzo de 1922 propició una lenta recupera­ ción del anarcosindicalism o, que se apresuró a desprenderse de la carga q u e h a b ía a c ep ta d o en 1919 con su adh esió n a la III Internacional. L os inform es negativos de Pestaña el único repre­ sentante de la prim era delegación que consiguió llegar a Rusia y la trayectoria que la Revolución h a b ía trazado en aquellos años, d ia m e tra lm e n te o p u e sta al e sp íritu que in fo rm a b a a la C N T , aconsejaban distan ciarse de la In te rn ac io n al C o m u n ista . E n la C onferencia de Z aragoza celebrada en ju n io de 1922 se decidió por m ayoría la separación de aquella en tid ad y el apoyo a la re­ construcción de la A sociación Internacional de Trabajadores que tenía proyectado su C ongreso fundacional en B erlín para aquel m ism o mes. E n diciem bre del año anterior la C onfederación asturiana había d ecid id o ree m p ren d er la p u b licació n de Solidaridad Obrera de G ijó n en su 3a época307 . L a redacción y la im p ren ta fueron las

306 Estaría motivada seguramente por la desaparición de Solidaridad Obrera de Valencia, pero la experiencia no tuvo gran éxito. No se conoce ningún ejemplar, sólo la referencia que nos suministra Cultura Obrera de Palma de Mallorca, 75 (15 enero 1921), 4, al recibo del primer número. El vacío dejado por estas publicaciones de Valencia y Cartagena, en 1921, la cubri­ ría Redención de Alcoy, que empezó a editarse el 25 de febrero de ese mis­ mo año. 307 El primer número debió aparecer con toda probabilidad a mediados de mes y atravesando grandes dificultades continuaría hasta el golpe de estado de Primo de Rivera, aunque el último número que se conoce es eí 23 del 27 de julio de 1923.

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mismas de la etapa anterior, aunque se ignora quien se hizo car­ go de la dirección, si bien no es im probable que tuera Eleuterio Q u in ta n illa . L a p reo c u p a c ió n p rin c ip a l del sem anario estuvo centrada en dos aspectos. Por una parte, asegurar la vida del pe­ riódico a rb itra n d o una serie de m ed id as com o la de n o m b rar responsables por los sindicatos en las diferentes localidades para evita,, ios paqueteros desaprensivos3'*8 , que era la más im portante íacra que padecían las publicaciones anarquistas y anarcosindica­ listas. P o r otra, cooperar a la reorganización y orientación de la C o n fed eració n p lan te an d o la necesidad de com icios locales y regionales con miras a convocar un C ongreso Nacional. E3 golpe de E stado pondría fin a estos trabajos de reconstrucción.

4 .3 . El impacto <te la revolución rusa: La bolchevización del anarquismo o la anarquía bolchevique

El im p acto que supuso el in icio y desarrollo de la revolución rusa en el m o v im ien to a n arq u ista español, trajo consecuencias de diversa índole que afectaron profundam ente a las estructuras del m ism o. Estas consecuencias se fueron escalonando a m edida que las inform aciones que de ella se recibían en E spaña se fue­ ron haciendo más precisas. Su secuencia a grandes rasgos sería: tibia acogida en un prim er m om ento, trocada en auténtico en tu ­ siasm o casi enseguida. D u ra n te este p rim e r p eríodo ausencia casi absoluta de análisis críticos co h eren tes con los postulados anarquistas. T odo ello quedaría reflejado en el II C ongreso de la C N T , con la adhesión inteligentem ente provisional a la In te rn a ­ cional C om unista con la sola oposición de la delegación asturia­ na (E leuterio Q uintanilla) y algún otro.

30.8 S.O. Gijóíi) (3a época) 17 (15 junio 1923), 4.

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E ste p rim e r p eríodo se tradujo tam bién en u n a euforia o rg an i­ zativa y revolucionaria que dio com o resu ltad o u n a expansión sin precedentes de la C N T por todo el país y una m ayor activi­ dad de los grupos anarquistas. L a propaganda alcanzaría un d e ­ sarrollo considerable y de ella los periódicos, tan to los órganos de los sin d icato s com o de los grupos ácratas, conocería un au­ m e n to p a ra le lo al d e sa rro llo o rg a n iz a tiv o . P a sa d o el p rim e r m om ento de euforia, la represión por un lado y la presión de los grupos bolcheviques m inoritarios, pero m uy activos unidos a las noticias c o n tra d ic to ria s que lleg ab an de R usia, com en zaro n a p erfilar un cam bio sustancial en la tray ecto ria h asta entonces seguida por los grupos anarquistas. L a «eficacia» revolucionaria bolchevique «obligó» a dibujar una m ínim a estructura organiza­ tiva en aquellos, para p o d e r o ponerse con ciertas g a ra n tía s de éxito a esta presión. E l resultado sería la convocatoria en 1923 después de haberse in ten tad o sin éxito en innum erables ocasio­ nes de un congreso de grupos anarquistas en el que se propuso la creación de una Federación N acional de G ru p o s Anarquistas. C o n todo, h ab ía sido posible alejar, m o m e n tá n e a m e n te al m e­ nos, el peligro de una fuerte infiltración bolchevique en la C N T . E n la C onferencia de junio de 1922 en Zaragoza, con la retirada de la adhesión a la III Internacional, este peligro fue conjurado. A raíz del estallido de la R evolución rusa en leb rero de 1917, Solidaridad Obrera procuró ofrecer una am plia inform ación de la m ism a, según sus posibilidades y a tenor de las fragm entarias y, en algunos casos, distorsionadas noticias que ofrecían las agen­ cias de prensa309 . E sta inform ación se acrecentó a raíz de la re­ 309 Martínez Fraile, Raimundo, «Comentarios a la revolución rusa aparecidos en Solidaridad Obrera, 1917», Cuadernos de Historia Económica de Cataluña, XII (1974), 145-183, ofrece un análisis detallado de estas informaciones y de las opiniones y juicios del periódico a través de sus editoriales y artícu­ los de fondo.


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volución de octubre y es posible detectar a través de sus páginas u n a m ayor vinculación a la m ism a. Igual p o d ríam o s d e c ir del resto de p e rió d ico s a n a rq u ista s o a n a rc o sin d ic alista s que por aquel e n to n c e s se p u b lic a b an , p rin c ip a lm e n te Tierra y Libertacfiw . En los años siguientes las posiciones se irían precisando a te n o r d e los a c o n te c im ie n to s p o lític o s o c ia le s en R u sia y en nuestro país. j_,a estructuración de la C N T c o n tin u ó con el desarrollo de las diferentes C onfederaciones Regionales, D espués de la de C ata­ luña, la p rim era que form alizó u n a e stru c tu ra organizativa re­ gio n al fue A n d alu cía, con la celeb ració n de un C o n g re so los p rim e ro s d ías dé m ayo311 . E n él se d o tó de un ó rg a n o en la prensa, Acción Solidaria de Sevilla’12 , que sufriría las consecuen­ cias de ia represión de principios del año siguiente. M ás tarde en septiem bre de ese año aparecería E l Productor en la m ism a ciu­ d a d , que ap en as lleg aría al a ñ o de vida?13 . L a a g ita ció n que

310 «La Revolución en Rusia», por Gom eri, n.364 (14 noviembre 1917), 2; «AI margen de la revolución rusa», n.3fíl (22 mayo 1918), 23 y sgs., etc. 3 1 1 Se celebró en Sevilla del 1 al 4 de mayo de 1918. En él fue creada la Fede­ ración Regional Obrera Andaluza (FROA), equivalente a la Confedera­ ción Regional, véase, Díaz del Moral, Juan (1977), pp. 173 y 305. Asistie­ ron 52 delegados, con la representación de 30.000 trabajadores de Cádiz, Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén. Véase, asim ism o, Buenacasa, Manuel (1966), p. 99 y Bar, Antonio (1981), p. 339. 312 Apareció pocos días después de celebrado el congreso. Fue dirigido por Gallego Crespo, quien dejó su dirección para hacerse cargo de Solidaridad Obrera de Valencia. Véase Díaz del Moral, Juan (1977), p. 253; véase, tam­ bién, la página 305. 313 Aunque en un principio fue francamente sindicalista, este periódico evo­ lucionó después hacia posiciones anarquistas, con ataques a la C N 1 , véase, Díaz de! Moral, Juan (1977), pp. 511512. I 136 4


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conm ovió a la región andaluza en ese período514, dio lugar a una desusada proliferación de órganos en la prensa, tan to anarquistas com o anarcosindicalistas, pero sin q.ue ninguno de ellos alcanza­ ra la estabilidad suficiente para disfrutar de una vida dilatada.315 La región valenciana, con M urcia y A lbacete, se constituyó c o ­ mo C o n fed eració n R egional en el C o n g reso que tuvo lugar en Valencia en los prim eros días de diciem bre de 1 9 1 9 316 P a u latin a m e n te otras regiones harían lo p ro p io . E l País Vasco form alizó su e stru c tu ra regional en el C o n g re so de L o g ro ñ o celebrado en febrero de 1920317. A rag ó n R ioja y N avarra, con una estructura sindical m uy precaria, decidió tam bién constituir su R egional. E n Z aragoza, donde el m ovim iento obrero confe­ deral se desarrollaba en la más absoluta c lan d estin id ad , se reu ­ nieron el 29 de noviem bre de 1921, delegados de las diferentes regiones con el propósito arriba indicado. P resentado el R egla­ m en to , que constaba de 25 p u ntos fue a p ro b ad o po r u n a n im i­ dad. E l P len o del C o m ité quedó fo rm ad o p o r las delegaciones

314 El llamado por D íaz del Moral trienio bolchevique, ya que estuvo muy marcado por la influencia de la revolución rusa, véanse las pp. 265 y sgs. de la obra ya citada de este autor 315 En Cádiz se publicaron entre 1919 y 1921, Bandera Libre y Rebelión. En San Femando, La Razón, en 1920 y en Algeciras, en ese mismo año, Pro­ meteo- También en la provincia de Córdoba aparecieron Via Libre de Peñarrova, en 1918 y Nuevo Rumbo en Pueblonuevo del Terrible, en 1921. La provincia de Jaén conoció también un floreciente despertar de la propa­ ganda anarquista y anarcosindicalista con N ueva H um anidad y E l Reflector, en Linares, en 19191920; Nueva Humanidad, en Torredelcampo, en 1920 y Rebelión Obrera, en La Carolina, también en 1920. En Sevilla se publica­ ron, además de las ya citadas, Páginas Libres, en 1920 y una segunda época de esta revista en 1923 y La Anarquía, en 19201921, etc. 316 Para este congreso, véase más arriba el apartado dedicado a Solidaridad Obrera de Valencia. 317 Véase más arriba e! apartado dedicado a Solidaridad Obrera de Bilbao.


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de Fraga, G allur, T udela, B inéfar, H uesca, A lean iz, C alatayud, L o g ro ñ o y Z arag o za y se acordó que el com ité adm inistrativo residiera en Z aragoza. P la n te a d a la cuestión del perió d ico se decidió, tras larga discusión, que co n tin u ara su publicación318 . E n el verano del año siguiente se reunió el I C ongreso de esta recién c o n stitu id a C o n fe d e ra c ió n R egional. E stuvieron rep re­ sentados en él alrededor de 32.000 federados319 . E n G alicia se constituyó la C onfederación R egional en Vigo, en 1921.320 E n este clim a de auténtica euforia revolucionaria que planeó de m odo p e rs is te n te a lo larg o de to d o el año 1919, a p esar del 318 Redención (Alcoy), n.44 (23 diciembre 1921), 3. Aproximadamente por aquella época aparecía en Zaragoza E l Libertario, órgano del Centro de Estudios Sociales (clandestina), sucesor de E l Comunista, que se había publicado en los años 19191920. E l Libertario (Zaragoza), n.2 (agosto 1921), 3, notifica que en el -verano de 1921 la actividad de la Federación Local de Zaragoza en la clandestinidad era intensa. Habían «dos periódi­ cos, cosa que antes no teníamos más que uno y aún deficiente». Todos mis esfuerzos para averiguar cuál era ese otro periódico ée han mostrado in­ fructuosos. Igualmente se ignora a qué periódico apoyaba la regional. Co­ mo es lógico, la clandestinidad a que se veía sometida la C-NT, limitaba sobremanera las informaciones que transmitía o podía hacer públicas. 319 Buenacasa, Manuel (1966), pp. 119121; Bar, Antonio (1981), p. 563. En este congreso se aCordó publicar un órgano en !a prensa que fuera portavoz de la Confederación Regional de Aragón, Rioj a y Navarra. Pocas semanas después en septiembre apareció Cultura y Acción, en su segunda época, en Zaragoza. Para facilitar su salida, fue suspendida la aparición de Semilla Roja que se publicaba en Logroño desde la primavera de ese año, (véase de este periódico el n.25, 8 septiembre 1922, 2). Según Fernández Clemente, Eloy, Forcadell, Carlos (s.a.), pp. 161163: «Cultura y Acción parece preten­ der integrar los dos elementos presentes en ía secuencia. £7 ComunistaVoImitad, la teoría doctrinal y la práctica social...». Voluntad íue un periódico editado por los grupos anarquistas de Zaragoza entre abril y octubre de 1922. 320 La Tierra (Madrid), (30 abril 1932), 3, cit., por Bar, A ntonio (1981), p. 239.

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lo ck o u t d ecretad o po r la p atro n al en B arcelona y que fue p asi­ vam ente aceptado por la organización, tuvo lugar el II C ongreso de la C N T , en los días 10 al 18 d§ diciem bre de ese año331 . Se tom aron im p o rtan tes acuerdos sobre tem as m uy diversos, entre ellos la adopción de los sindicatos únicos de ram o e industria322 . Pero, seguram ente, de entre todos ellos, el que m ás expectación despertó fue el debate sobre la revolución rusa y el problem a de la In te rn a c io n a l. C o m o bien señaló A rlan d is, delegado de la F ederación L ocal de C ullcra, había u n a evidente contradicción entre el dictam en de las ponencias correspondientes a los tem as 48 y 51. Por el prim ero se proponía la adhesión incondicional a la revolución rusa, m ientras que el segundo especificaba que «la T ercera In tern acio n al, aún adoptando los m étodos de lucha re­ v o lu c io n a rio s, los fines que p e rsig u e son fu n d a m e n ta lm e n te opuestos al ideal antiautoritario...»323 . Por ello se propugnaba la c o n v o c a to ria de un C o n g re so In te rn a c io n a l en E sp a ñ a para c o n stitu ir u n a In tern acio n al S indicalista p u ram e n te revolucio­ naria cuyo fin fuera la im p lantación del co m u n ism o libertario. E l citado A rlan d is llevó a cabo una extensa y acalorada defensa de la revolución rusa, intentando dem ostrar que ésta «adoptando 321 En este congreso estuvieron representados directamente alrededor de 600.000 trabajadores y 200.000 de forma indirecta. Véase la Memoria del Congreso celebrado en el Teatro de la Comedia de M ad rid los días 10 al 18 de diciembre de 1919, Barcelona, 1932, 386 páginas; reproducida en Revista de Trabajo (Madrid), n.4950 (enero-junio 1975), pp. 205506, con una nota preliminar de A ntonio Elorza (en este trabajo se ha usado esta última edición). Véase, también, Bar, Antonio (1981), pp. 489 y sgs., etc. En todas ellas puede consultarse una distribución por regiones de los efectivos obre­ ros cenetistas. 322 Memoria..., ob. cit., pp. 410 y sgs. El tema de la fusión con la U G T ocupó también un lugar de importancia en los debates, sin que se llegara a nin­ gún resultado práctico, (id., pp. 285 y sgs.) 323 Id., p. 467.


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desde el m om ento que se h izo la segunda revolución de octubre una reform a com pleta de su program a socialista, está de acuerdo con el ideal que encarna la C onfederación N acional del Trabajo española».324 Q u in tan illa uno de los pocos que m o straro n su desacuerdo ar­ g u m en tó que la revolución rusa n o encarnaba, en principio, ios ideales del sindicalism o revolucionario. Sin m enoscabo de con­ siderarla «el hecho m ás fundam ental, el hecho más trascenden­ tal de nuestros tiem pos»3® . C a rb ó p rim ero y m ás tarde Seguí hablaron en apoyo de la revolución. Para el segundo la entrada en la T ercera In te rn ac io n al «va a avalar n u estra conducta en el llam am iento que la C onfederación N acional del Trabajo de E s­ paña va a hacer a las organizaciones sindicadas del m undo para constituir la verdadera, la única, la genuina Internacional de los trabajadores».326 E l resultado es de todos conocido: L a C N T «se adhiere, y provi­ sionalm ente, a la T ercera In te rn ac io n al, p o r el carácter revolu­ cionario que la preside, m ien tras se org an iza y celebra el C o n ­ greso In te rn ac io n al en E sp a ñ a , que ha de sen tar las bases por que ha de regirse la verdadera Intern acio n al de los trabajadores El C om ité Federal»327 . De los delegados nom brados para asistir al C o n g re so de la In te rn a c io n a l en R usia, solo P estaña logró llegar a su destino. L as vicisitudes de su regreso y su p osterior

324 Id., p. 470. 325 Id., p. 476. 326 Id., p. 487. 327 Id., p. 488. A l m ism o tiem po que se declaraba firme defensora de los principios que informan a la Primera Internacional sostenidos por Baku­ nin, declarando además que la finalidad que perseguía era el Comunismo Libertario.


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encarcelam iento, retrasaro n la difusión de su inform e v m arcaron la posterior evolución de la C N T .328 El C ongreso de la C o m e d ia se p ronunció tam b ié n sobre la n e­ cesidad de u n órgano sindicalista de ám bito nacional, m o strán ­ dose contrario a la m ism a y abogando, al contrario, «por fundar ta n to s cu an to s diario s o b rero s, in fo rm a d o s e n las tácticas del sindicalism o revolucionario sean posibles».329 Se o p tab a, p o r tan to , por la d e scen tralizació n inform ativa. A este respecto, el período que analizam os se caracterizó, precisa­ m ente, por una gran profusión de periódicos sindicalistas. A lgu­ nos de ellos, sobre todo en A ndalucía, fueron bastante efímeros; pero un gran porcentaje -alcanzaron una gran estabilidad. E n la provincia de G erona, donde los corchotaponeros se habían dotado de una poten te organización, se inició en Palafrugell, en 1918, la publicación de Acción Social Obrera, órgano de los sindi­ catos obreros afectos a la C N T . U n año más tarde fue trasladado a San Feliü de G uixols, p o r acuerdo de una asam blea general de sindicatos de la industria corchotaponera a finales de febrero de

328 Los delegados elegidos para ir a M oscú fueron Salvador Quemades y Eusebio Carbó. Pestaña sería elegido posteriormente en previsión de que a los otros dos les ocurriera algún percance; casualmente sería el único en llegar a su destino. Para una relación detallada de las gestiones de este último en su viaje y a su llegada a Moscú, véase Meaker, Gerald H . (1978), pp. 369 y sgs. A su regreso de Rusia fue encarcelado en Milán y los docu­ mentos de que era portador fueron incautados. Para una relación autobio­ gráfica de sus impresiones véanse, Pestaña, A., Setenta días en Rusia. Lo que yo pienso y Setenta días en Rusia. Lo que yo vi, editados en Barcelona respec­ tivamente en 1925 y 1924. Existen reediciones de 1968. 329 Memoria... Congreso de la Comedia, ob. cit., p. 439. Se recomendaba, asi­ mismo, que por los sindicatos locales o regionales adheridos a la respectiva Confederación Regional se procurara ir a la adquisición de imprentas para también editar todos cuantos libros, revistas y folletos puedan servir para elevar el nivel cultural del proletariado.

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19 19330 . Salvo un pequeño tropiezo a raíz del triunfo de la dic­ tadura de P rim o de R ivera d isfru tó de una d ilatad a existencia bajo ésta, lo cual le valió convertirse en órgano «oficioso» de la Confederación. E n P alm a de M a llo rc a in ició sus p u b lic a cio n e s en agosto de 1919 Cultura Obrera, com o órgano del A teneo Sindicalista, fun­ dado en m arzo de aquel año331. T an to el A teneo com o el perió­ dico se volcaron en la propaganda y extensión del anarcosindica­ lism o en la isla. Se convirtió el periódico en órgano de la recién creada F ederación R egional del T rabajo de Baleares, en agosto de 1920332 . C u an d o en octubre de 1922 se constituyó la C o n fe­ d e ra c ió n R egional del T ra b ajo de B aleares, Cultura Obrera se convirtió en su portavoz oficial333 . A unqu e la instauración del régim en de excepción no le rep o rtó m uchas dificultades in m e ­ diatas, algunos meses después desapareció definitivam ente «por­ que no quería ceder a la dictadura de Prim o de Rivera»334. L a intensa actividad de los grupos anarquistas tarraconenses se dejó sentir en este período de un m odo m uy especial. H erm oso Plaja y Felipe Alaiz, ju n to con otros m uchos m ilitantes, desple­ garon una am plia cam p añ a p ro p ag a n d ística por las ciudades y

330 D e los 48 primeros números publicados en Palafrugell se carece de noti­ cias. El primero debió aparecer alrededor del 20 de abril de 1918. El n.49 el primero que se publicó en San Feliü data del 22 de marzo. 331 Gabriel, Pere (1973), p. 123. 332 Con la expulsión de tres albañiles, favorables a la CNT, de la Casa del Pueblo de Palma, en febrero de 1920, el Ateneo Sindicalista se solidarizó con ellos.y la abandonó también. A raíz de ello se creó la Federación Re­ gional, véase, Gabriel, Pere (1973), p. 132. 333 El congreso constituyente se celebró el 22 de octubre. Estuvieron repre­ sentados 1.113 afiliados, cfr., Gabriel, Pere (1973), p. 140. 334 El último número data del 28 de junio de 1924, véase, «Retorno», por La Redacción, Cultura Obrera (Palma), n .l (12 septiembre 1931), 1.


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los cam pos de T arragona. E n m ayo de 1918, apareció Acracia en la capital de la provincia. T anto su títu lo com o sus objetivos eran bastante explícitos: .■ Somos anarquistas y como la sublimidad del ideal que sustentamos está reconocido, lo propagaremos y defenderemos con toda la fe y el vigor d e los hombres fuertes que están convencidos de poseer la razón única...335

D e b ió ser víctim a de la rep resió n de p rin c ip io s del año 1919, desapareciendo seguram ente por esas fechas336 . C o n la actividad de los grupos se intensificó igualm ente la del m ovim iento obre­ ro de tendencia anarquista. E n agosto de 1919 em pezó a p u b li­ carse Fructidor, en Reus, portavoz de los obreros de la provincia, declarándose «plenam ente identificado con el criterio y orien ta­ ción de la C N T » 337. Le sucedió a principios de 1920 una segun­ da época de la m ism a publicación, e d ita d a esta vez en T arrag o ­ na, com o órgano de las sociedades obreras de la provincia. D e s­

335 «¿A que venimos?», por el grupo de «Acracia», n .l (12 mayo 1918), 1. 336 El último número que conocem os es el 17 de fecha 25 de diciembre de 1918. 337 «Nosotros y la Confederación Nacional del Trabajo», n .l (10 jul. 1919), 1


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de el se im pulsaría la constitución de la Federación Provincial338. T a m p o c o d u ró m u c h o ; la re p re sió n no le d ejó ir m ás allá de agosto. Al año siguiente, Felipe A laiz tom ó la iniciativa de edi­ tar Los Galeotes, portavoz oficioso del C en tro de E studios Socia­ les de T arragona y en principio m ucho más dedicado a cuestio­ nes teóricas. P o r últim o, H erm o so Plaja volvió de nuevo al ata­ que con Acracia, e d ita d a en esta ocasión en R eus, «después de tres años de suspensión algo forzada, algo v o lu n ta ria [...] para difundir, con m ás ahínco si cabe, el ideario que ha de hacer del hom bre un ser perfecto y racional».339 E n C anarias el resurgir anarcosindicalista tendrá algunos puntos de c o in c id e n c ia con la reactiv ació n ec o n ó m ica . L a actividad p o rtu a ria se in ten sificó a p a rtir de 1921 y c o m en zaro n a plan­ tearse las prim eras huelgas de este sector, com o la de cargadores y estibadores de carga general de P u e rto L u z5^ 1 . E n septiem bre d. año a n te rio r había e m p ezad o a publicarse E l Productor que con incidencias de diversa ín d o le (denuncias, encarcelam iento del director, etc.) c o n tin u a ría hasta principios de 1922. E s, sin

338 La Federación Local de Tarragona celebró un congreso los días 19 a 21 de mar/o de 1920, véase «En vísperas del congreso local», por J. Vives, Fructidor (Tarragona), n.7 (7 marzo 1920), 1; «Del congreso local», por J.V., resumen de las actividades del congreso, Id., n.9 (27 marzo 1920), 1. Entre sus acuerdos figuraba la celebración de un congreso provincial. Este tuvo lugar el 11 de abril, véase «Ante el Congreso», por El Com ité de la C o­ marcal del A lto v Bajo Priorato, Id., n .l l (10 abril 1920), 1, en el que se analiza su significación. En las páginas 23 se incluyen las Actas de! Primer Congreso Provincial. Con estos comicios se pusieron las bases del futuro desarrollo de la C N T en la provincia de Tarragona. Bar, A ntonio (1981), p. 578, afirma que fue en el Pleno Regional de Cataluña, celebrado en Blanes en el verano de 1922, cuando por primera vez fueron introducidas las federaciones provinciales. 339 «Salutación», n .l (28 enero 1923), 1. 340 Brito, Oswaldo (1980), p. 217.


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em bargo, el único órgano perio d ístico de ten d en cia an arquista que he detectado en las islas en este período. E n M adrid, los grupos anarquistas^continuarían su interm itente actividad. E sta vez espoleados po r las influencias de los vientos revolucionarios que soplaban desde las estepas rusas. E n 1919 apareció Espartaco de efím era vida y dos años m ás tarde Nueva Senda, en oposición a la tendencia bolchevique en el seno de la C N T . C o n poco m ás de un año de vida suspendió sus publica­ ciones p o r dificultades económ icas, u n ién d o se al g rupo e d ito r del periódico ¡¡¡Tierra!!! d e L a C o r uña*41. Casi al m ism o tiem po que aquella desaparecía, el grupo «Los Intransigentes» em pezó a editar 'Tierra Libre. El anarquista M oisés L ópez fue un destaca­ do redactor de ambas.342 Si bien es cierto que en este período una bu en a parte de los ór­ ganos de prensa, sustentados por la organización, llegaron a te ­ ner una gran estabilidad y duración, resultado de una m ejor base de apoyo; o tra parte no desdeñable seguía dependiendo de con­ diciones m uy precarias y así se veían aparecer y desaparecer p e­ riódicos que eran órganos de sindicatos con bastante frecuencia. C o n el fin de evitar esta dolorosa sangría, las com arcales de L i­ ria, C hiva y Requena, reunidas en C heste para analizar el estado económ ico y la form a de desenvolverse de los cam pesinos de las comarcas citadas, pusieron tam bién sobre el tapete la im po sib i­ lidad de a te n d e r a tantos periódicos sociales com o se iniciaban, llegando a las siguientes conclusiones:

341 Cultura y Acción (Zaragoza),

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(28 octubre 1922), 3.

342 Semblanza de Moisés López, por Tomás de La Llave, ¡Desperttul! (Vigo), n.26 (24 noviembre 1928), 4.

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I o) Que la Región que se encuentre en condiciones de sostener un periódico de orientación e información para su Región que lo sos­ tenga. 2o) Que se forme un periódico revista nacional que abarque toda la orientación e información nacional e internacional, Sociología, Ciencias, Arte, Letras, etc. 3o) Que dado que la C N T va al Comunismo Libertario que las orientaciones se ajusten todo lo posible con el fin de evitar confu­ siones. 4o) Una vez este estudio hecho se deja en manos del Comité Na­ cional (C N ).3'43

E stas tendencias hacia la centralización inform ativa no solieron m en u d ear. E l C o n g re so de la C o m e d ia h ab ía abogado p o r la descentralización, sin em bargo el C ongreso del C onsevatorio de 1931 se m ostró ya m ás favorable al órgano sindicalista de ám bi­ to i.Acional, decidiéndose la publicación del diario C N T (apare­ ció por prim era vez en 1932). Pero a pesar de ello, esto no signi­ ficó al m enos de form a inm ediata una tendencia hacia la centra­ lización inform ativa; los órganos de los sindicatos o federaciones siguieron apareciendo con la m ism a frecuencia e intensidad que anterio rm en te. E sta propuesta al C N no gozaba, precisam ente, del don de la o p o rtu n id ad . O tras cuestiones de m ucha más im ­ p o rtan cia que la m ayor o m en o r duración de los periódicos re­ clam aban su atención en aquellos m om entos. C o m o ya in d ic á b a m o s al p rin c ip io del c a p ítu lo , en en ero de 1919 fueron suspendidas las garantías constitucionales en B ar­ celona y la prensa an arquista y anarcosindicalista prohibida. Se inició con ello un proceso represivo escalonado contra la C N T en la capital catalana, que supuso una trem enda sangría de m ili­ tantes y afiliados. E sta política represiva fue iniciada con cierto

343 Redención (Alcoy), n.38 (11 noviembre 1921), 4.


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éxito p o r el g o b e rn a d o r civil M a estre L aborde desde enero de 1920 a m ayo de ese m ism o año. Pero alcanzaría su m áxim a efi­ cacia con el g o b e rn a d o r civil M a rtín e z A n id o , a p a rtir de n o ­ viem bre de 1920, m uy bien ayudado en esta labor po r el jefe de policía A rlegui. Ya M aestre Laborde había señalado el cam ino al disolver la C onfederación R egional de C ataluña el 23 de enero, v aunque ésta volvió a u n a relativa norm alidad a partir de mayo, su reorganización se vio dificultada p o r la intensa represión su ­ frida y por la com petencia de los Sindicatos Libres fundados en diciem bre del año a n te rio r y que g ozaban del beneplácito y la avuda de las autoridades. A ello vino a añadirse la crisis econó­ mica de posguerra que afectó de m odo particular a la industria catalana. E l p isto lerism o , que ya h a b ía h e c h o su c a rta de presentación años antes, iba a conocer en las actuales circunstancias un desa­ rrollado inusitado, te n ie n d o com o caldo de cultivo la represión g u b e rn a m e n ta l y la c la n d e s tin id a d a que se veía so m e tid a la C N T en B arcelona, falta del m ás m ínim o órgano de expresión periódica. C on el nom b ram ien to de M a rtín e z A n id o com o g o ­ b ern ad o r civil de B arcelona a principios de noviem bre, el desa­ rrollo de esta política conoció su expresión m áxim a. El tándem A nidoA rlegui llevó a cabo la represión más sangrienta en la his­ toria de la C N T .344 Los com ités confederales (ta n to el nacional, com o el regional o local) debían actuar en la más absoluta clandestinidad y si algún

344 Balcells, Albert (1968), passim, suministra una buena síntesis de la repre­ sión en este período; Buenacasa, Manuel (1966), pp. 8081, suministra una lista abundante, pero no exhaustiva, de los militantes cenetistas caídos en la lucha. Para una cronología de los atentados puede consultarse, Sastre Sanna, M iguel, La esclavitud moderna. Martirologio social (relación de los atentados y actos de sabotaje cometidos en Barcelona y bombas y explosivos ba­ ilados desdejunio 1910 hastajulio 1921), Barcelona, 1921.


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m ie m b ro era en carcelad o era su stitu id o in m e d ia ta m e n te por otro. C o n la caída de los elem entos m ás significativos, jóvenes m ilitantes accedieron a los puestos de m áxim a responsabilidad. C u a n d o E velio Boal a la sazón secretario del com ité nacional fue d e te n id o en m arz o de 1921*545 se eligió p ara su stitu irle a A ndreu N in. P or idénticos m otivos Jo aq u ín M a u rín accedió al C o m ité R egional de C a ta lu ñ a 346 . A m bos iniciaron a p a rtir de ese m om ento una política tendente a provocar u n giro radical en la trayectoria ideológica de la C N T . C o m o en una especie de intuición prem onitora, Rafael Vidiella que algunos años después m odificaría su trayectoria ideológica escribió sobre los peligros que suponía la ideología autoritaria en el cam p o a b o n a d o d el s in d ic a lism o , a lim e n ta d o p o r la savia anarquista que ta n to había hech o para d o tarlo de una o rie n ta ­ d a espiritual adecuada con sus escuelas racionalistas, bibliote­ cas, prensa, etc. A quellos con su d isciplina u niform ada, con su in d iscu tib le d icta d u ra , a m en azab an co n v e rtirlo en una fuerza absorbente y tiránica, en do n d e el látigo ocuparía el lugar del libro. Presos y perseguidos los anarquistas; clausurados los sindicatos en donde el verbo orientaba a la luz del día; suspendida la prensa en cuyas columnas debatíamos principios morales y fdosóficos, se presta a que cualquiera, desde cualquier cuchitril, ensarte y pro­ mulgue sus Ukases. Bien claro encarece E l Comunista la necesidad de que los pequeños calígulas invadan las organizaciones y hagan sentir el influjo del partido y su dictadura proletaria. A los anar­ quistas toca, pues, defender su obra de este nuevo peligro, elevando

345 Pocas semanas más tarde sería asesinado en aplicación de la tristemente célebre «ley de fugas», inmediatamente después de ser liberado de prisión. 346 Bar, Antonio (1981), p. 565.


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la conducta libertaria de ios trabajadores, en contra de todas las tiranías y dictaduras, vengan de donde vinieren.347

El recién c o n s titu id o C o m ité N a c io n al, co n N in a la cabeza, convocó para el 29 de abril un P len o N acional en Barcelona348 , con delegados directos de las organizaciones regionales de A stu ­ rias, L eón y Palencia, N o rte, G alicia, C astilla, L evante, A n d alu ­ cía, A ra g ó n y C a ta lu ñ a . A l reseñar la im p o rta n te reu n ió n R e­ dención inform aba de que se habían tom ado im p o rtan tes acuer­ dos, que se llevarían in m ed iatam en te a la práctica, sobre repre­ sión, la crisis de trab ajo y el p ro b le m a de la In te rn a c io n a l. La

347 Desde ia cárcel modelo de Valencia en su sección habitual, «Linternazos», Redención (Alcoy), n.7 (9 abril 1921), 2. 348 Parece que no hay acuerdo sobre La ciudad en la cual se celebró este im ­ portante Pleno. Buenácasa, Manuel (1966), p. 81, afirma que fue en Léri­ da. Joaquín Maurín en España Libre, (Toulouse), (6 noviembre 1960) (»La C N T y la III Internacional»), sostiene que los delegados fueron convoca­ dos a Lérida y desde allí éste les notificaba que la reunión serta en Barce­ lona. Paz, Abel (1978), p. 560, nota 77, afirma que «primero se convocó en Barcelona en el mes de abril, pero horas después se celebró en Lérida sin prevenir a las delegaciones, dando como resultado que de todos los asisten­ tes (cinco en total), cuatro fueran filobolcbeviques y el otro, Arturo Parera, representante por Aragón, quedara en minoría». D e ser esto cierto, queda­ rían explicadas muchas cosas, pero el autor no señala la fuente de su in­ formación. Redención (Alcoy), n . l l (1 mayo 1921), 1, al informar sobre esta reunión, señalaba Barcelona como el lugar de celebración. En el Pleno Nacional de Barcelona de 15 y 16 de octubre se alude al Pleno Nacional del 29 de abril diciendo que se celebró en Barcelona, véase Redención (A l­ coy), n.36 (29 octubre 1921), 1. Los delegados fueron Andrés Nin, Jesús Ibáfíez (Asturias), Jesús Arenas (Galicia), ffilario Arlandis (Valencia), Arturo Parera (Aragón) y Joaquín Maurín (Cataluña). Las regionales del Norte, Centro y Andalucía, por diversas razones, no estaban representadas (Maurin, cit., quien señala como fecha de las sesiones el 28 de abril).

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im presión tra n sm itid a por los delegados fue su m am en te o p ti­ m ista, siguiendo fiel al sindicalism o revolucionario, concluía?49. E fectiv am en te tuvo una gran im p o rta n c ia , ya que en él fueron nom brados los delegados que habían de ir a Rusia para asistir al I II C o n g re so de la In te rn a c io n a l (co in c id iría , adem ás, con la constitución de la IS R ), en representación de la C N T , según los acuerdos del C ongreso de la C om edia. E stos fueron N in , M au rín, Ib áñ e z y el valenciano A rlandis. M á s tarde, a propuesta de A rlan d is que le fue aceptada, se d irig ie ro n a la F ederación de grupos anarquistas de C ataluña para que nom brase un delegado que los representase. Fue designado G astón Lcvai. C om o bien ha dicho A nto n io Bar350, el excesivo apasionam iento de historiadores de la C N T , com o B uenacasa o Pcirats, les llevó a condenar la irregular actuación del C om ité Nacional. T odo parece indicar, no obstante, que la convocatoria del Pleno fue regular. A sí, al m enos, lo d icta m in ó el P len o N acional de o ctubre de form a explícita, saliendo al paso de la cam paña que desde diversos sectores de la C N T se h a b ía e m p re n d id o para im pugnar a los delegados que habían ido a M o scú 551 . Pero si la convocatoria del P len o fue regular, no lo fue tan to la elección de los citados delegados. La C o n fe d e ra c ió n R egional L evantina, su m ándose a la cam p añ a de N ueva Senda, Redención y la C o ­ m arcal de G uipúzcoa contra el C o m ité N acional quizá no en el m ejor m om ento, pero desde luego su utilidad no adm itía discu­ sión, según su opinión lanzó un m anifiesto con el objeto de pro­ bar la irregularidad del controvertido Pleno. La C R T de L evan­ te se reunió al recibirse la convocatoria de éste. A lgunos p ropu­ sieron a A rlandis com o delegado, pero otros, tem iendo que fue­

349 n .l l , citado. 350 Bar, Antonio (1981), p. 566. 351 «Redención» (Akoy), ti.36 citado.

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ra elegido para ir a Rusia y no estan d o preparado para ello, de­ signaron a otro. A nte esto dijo A rlandis: «D e todos m odos te n ­ go que asistir al Pleno, porque soy juno de los nom brados para ir a Rusia». D e ello d educían los m iem b ro s d e la C o nfederación L evantina que el nom bram iento de los delegados se hizo com o en fam ilia y a espaldas de la organización y que el Pleno solo fue una form a descarada de cubrir el expediente.352 A n te las in fo rm acio n es que llegaban de R usia referentes a la In te rn ac io n al Sindical Roja y sus relaciones con la III In te rn a ­ cional553 , las críticas co n tra la delegación c e n etista arreciaron. C o n el fin de discutir estos p u n to s se convocó u n a reunión ex­ traordinaria en M a d rid el 14 de agosto354 . Las delegaciones d i­ rectas fueron: las provincias de la C R T levantina, cuatro delega­ dos; las de C a ta lu ñ a , cinco; A ra g ó n , R ioja y N avarra, seis; las

352 «Confederación Regional Levantina. Sin eufemismos». Redención (Alt oy, n.44 (23 diciembre 1921), 12. 353 Las informaciones llegaron a España principalmente a través del periódico La Vie O uvrière, órgano de los «Comités Sindicalistas Revolucionarios (CSR)» de Francia, que a su vez las tomaba del periódico Moscou. Y como afirmaba Redención, las críticas estaban fundadas, porque lo que la delega­ ción dijo a su regreso ya se sabía a través de las informaciones citadas. Las críticas se centraban, sobre todo, en que si un organismo como el CSR, probolchevique, no se adhería a la Internacional Roja en tanto no admitie­ ra sin restricciones la independencia completa y la autonomía absoluta del sindicalismo francés, resultaba paradójico que España, donde la influencia del comunismo carecía en absoluto de arraigo e influencia, se hubiera ad­ herido a ella. Asimismo la Confederación portuguesa se había mostrado en desacuerdo con su delegado y rechazaba las resoluciones del Congreso Internacional, Redención (Alcoy), n.34 (15 octubre 1921), 12. 354 Redención (Alcoy), n.27 (27 agosto 1921), 1. Según Buenacasa, Manuel (1966), p. 81, este Pleno se celebró en Logroño (agosto), organizado a instancias de la comarca gutpuzcoana (a no ser que hubiese otro paralelo, lo cual es bastante improbable, el lugar real parece ser Madrid).


CA PITULO IV

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S o lid a r id a d Obrera

y e l p e rio d is m o de

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A c ra ta

V ascongadas, A stu ria s, L e ó n y P alencia, C o n fe d e ra c ió n del N o rte , siete; G alicia, u no; A n d a lu c ía y E x tre m a d u ra , cuatro; am bas C astillas, cinco; Baleares y provincias de Á frica, dos. En total 34 delegados. E l debate se centró en el p u n to álgido de la cuestión internacional, acordándose, tras breve discusión, ratifi­ car, en absoluto, todas las decisiones del C ongreso de M adrid. Se reafirm aba una vez más el carácter de independencia y auto­ nom ía absoluta frente a todos los partidos, incluso los com unis­ tas. Igualm ente se rechazaba todo pacto o alianza con los parti­ dos, dado que la C onfederación se bastaba a si m ism a y declara­ ba que la finalidad perseguida era el com unism o libertario. Se aco rd ó , p o r ú ltim o , re u n ir d e nuevo al P le n o C o n fe d e ra l en cu a n to regresara la deleg ació n que fue a R usia p ara ju zg a r el conjunto de las gestiones de dicha delegación y obrar en consecu_ncia una vez oídas sus opiniones y juicios-355. Buenacasa, op­ tim ista com o siem pre, se apresuró a d eclarar en N ueva Senda

355 Redención (Alcoy), n.27 citado.

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Obrera y

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p o r fo rtu n a los delegados d e la C N T e n el C o n g re so de M oscú habían sido desautorizados por el C o m ité C onfederal.356 A su regreso a E spaña, Jo aq u ín M a u rín se hizo cargo, com o se­ cretario, del C o m ité N acional, en sustitución de N in , que se h a­ bía q u ed ad o en R usia357 . C o n el fin d e n e u tra liz a r a la op o si­ ción558 , reunió u n P leno C on fed eral en B arcelona los días 14 y 15 de octubre. A sistieron delegados de toda C ataluña, Valencia, A ndalucía, C astilla, A ragón, A sturias y V ascongadas. D espués

que

de reconocerse la regularidad del P len o de abril, se dio paso a la 356 Redención (Alcoy), n.30 (17 septiembre 1921), 1. En su libro. Buenacasa, Manuel (1966), p. 81, se reafirma en este sentido diciendo que el Pleno de Logroño, «al que asistió la representación auténtica de toda la organiza­ ción española, desautorizó por unanim idad ia reunión de Lérida, sus acuerdos y a la delegación que sin mandato de nadie acudió a Rusia». En este número citado de Redención, Lanzarote apostillaba sus declaraciones afirmando que por desgracia los delegados sólo habían sido desautorizados a medias y de modo muy indirecto; debieron haberlo sido tajantemente y no adoptar una actitud ambigua que a nada conduce. Finalizaba diciendo: «La declaración de principios del II congreso, mientras otro congreso no lo rectifique, debe ser el Evangelio de cuantos tengan que hablar en nombre de la Confederación. Y ni el C om ité, ni los delegados tienen derecho a desconocerla e infringirla. Ha habido transgresiones. ¿Por parte de quién? N o lo Sabernos. Es esto precisamente lo que se desea averiguar. D e todos modos, es lo cierto que los conceptos federalistas en que se apoya el comu­ nismo libertario, han sido escarnecidos». 357 Bar, Antonio (1981), p. 566. Según éste, Nin se quedó en Rusia por temor a represalias, ya que era el secretario del C N al producirse la muerte de Dato a manos de los anarquistas. Aunque esto pueda ser cierto, el objetivo era mantener un delegado permanente de la C N T en la ISR. 358 C om o detalle anecdótico de dicha oposición, señalemos que en la colec­ ción de folletos «Renovación Proletaria», que dirigía Aquilino Medina en Pueblonuevo delTerible, se había proyectado publicar en el volumen X, E l Deber revolucionario de Andreu Nin. Siendo imposible hacerlo, por causas ajenas a su voluntad, fue sustituido por Frente a la Dictadura de Rafael Baliester, véase Redención (Alcov), n.31 (24 septiembre 1921), 4.


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lectura del inform e de la delegación que fue a Rusia. L uego de oído, se convino que dad o que la docum entación de la IS R traí­ da po r ésta era poco conocida se esperase un tiem po a que los sin d icato s estuvieran m ejor in fo rm ad o s y fueran éstos los que decidieran. Se acordó tam bién que la C onfederación conservara un d elegado en la IS R , ratificán d o se la co n fian za en el actual c o m ité d e la C N T y q n e é s te c o n t i n u a r a r e s id ie n d o e n Barcelona.359 La com arcal de G u ip ú zco a volvió a la carga, reclam ando que el com ité saliera de B arcelona y se instalase en el N orte?60 . Los escasos p eriódicos an arcosindicalistas que en ese m o m en to se publicaban, hicieron causa com ún contra el C N . Nueva Senda de M a d rid , Redención , de A lcoy y Regeneración, de L érid a361 , se h k .jr o n eco de los escritos que inform aban sobre el proceso de la revolución rusa, haciendo especial hincapié en la represión al m ovim iento anarquista de aquel país. Sólo un portavoz cenetista perm aneció m ás o m enos fiel a las directrices em anadas del C N liderado por Joaquín M aurín, Lucha Social de Lérida. N ació este periódico com o órgano de la Federación Local, pero a p artir de la detención de M au rín dejó de serlo para pasar a convertirse en sem an ario sin d ic a lista revolucionario. D a d a la influencia y el prestigio que M au rín tenía en aquella ciudad, p ro n to este órga­ no se convirtió en el portavoz «oficioso» de la regional catalana

359 Redención (Alcoy), n. 36 (29 octubre 1921), 1. Los acuerdos sobre la ISR habían sido aprobados por doce votos contra seis, véase, Id., n.39 (18 no­ viembre 1921), 2. 360 Se pretendía con ello cambiar la com posición del mismo, al tener que formarse con miembros de los sindicatos donde éste residiera. 361 Este periódico apareció en junio de 1921, seguramente para oponerse a Lucha Social, proclive a la delegación cenetista al congreso de Moscú. D es­ de sus inicios proclamaron sin reservas su adscripción al comunismo liber­ tario (»Vuelos Libres», n .1,4 junio 1921,1).


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en ausencia de su órgano oficia! Solidaridad Obrera y, al m ism o tiem po, tam bién del C N .Í62 Pocos días después del m anifiesto de la com arcal de G uipúzcoa, contraatacó el C N con otro en el que m anifestaba su posición de rechazo a aquellos que querían h acer de la C o n fed eració n una a g ru p a c ió n de an a rq u ista s. P o r el c o n tra rio d e b ía ser el gran bloque de toda la clase obrera revolucionaria. Según el m anifies­ to, la convivencia de anarquistas, sindicalistas revolucionarios y c o m u n ista s e ra p o sib le. Se a rg u m e n ta b a , p o r o tro lado, que aquellos que censuraban al C o m ité su falta de idealidad eran los m ism os que abandonaron la lucha en los m om entos de peligro y que querían llevar a la C N T por las vías del refórm ism o.363 Estas desafortunadas declaraciones, en aquellos críticos m om en­ tos, solo p o d ía n re d u n d a r en un a u m e n to de la oposición. La c re c ie n te tensión?64 e n tre los d o s sectores se so lu c io n ó de la m ism a m an e ra que hab ía sido p ro v o cad a co n la d e te n c ió n de Joaquín M au rín el 22 de febrero de 1922. E sto precipitó la elec­ ción de un nuevo C N cuyo secretario general sería Juan PeirÓ*6S. 362 A partir de la Conferencia de Zaragoza, se destacó de la C N T acercando se a las posiciones favorables a la ISR. Suspendió sus publicaciones a m e­ diados de octubre de 1922. Dos ineses después, J. Maurín organizó, junto con David Rey y otros, el grupo «La Batalla» dando vida a un órgano del mismo nombre. 363 Redención (Alcoy), n.38 (18 noviembre 1921), 2. Inserto también en Lucha Social (Lérida), (19 noviembre 1921), cit., por Bar, Antonio (1981), p. 567. 364 Se llegó a situaciones límite en las que planeó el fantasma de la escisión. Véase «Para el Sindicato Unico de Pamplona. ¡Escisión, no!», firmado por Hermoso Plaja y otros desde la cárcel de Pilatos en Tarragona, Redención (Alcoy), n.52 (17 febrero 1922), 4. 365 Bar, A ntonio (1981), p. 569. Nueva Senda (Madrid), n.50 (1 junio 1922), 2, saludaba al «actual secretario del C N de la C N T , Peyró (sic)», quien, junto a Libertad Rodenas, se había desplazado hasta Madrid para gestio­ nar algunos asuntos relacionados con la organización.

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Este nuevo C o m ité se apresuró a d ar los pasos necesarios para restablecer la coherencia ideológica de la C N T . Para ello hizo público un m anifiesto en el que explícitam ente se reafirm aban los principios anarquistas de la organización.366 El restablecim iento de las garantías constitucionales a finales de m arzo, propiciaron los trabajos de reconstrucción, pero para ello era indispensable la co n v ocatoria de un congreso. D ad o que la C N T se e n c o n tra b a , a p esar de to d o , en la ilegalidad, aunque d isfru tan d o de u n a relativa to leran cia, el congreso se convirtió e n una C on feren cia N acional que tuvo lugar en Z aragoza el 11 de junio. E n ella se acordó, entre otras cosas, la separación de la III Internacional y la adhesión a la A IT , cuyo congreso de cons­ titución debía celebrarse poco después.367 L- ' sectores p artidarios de la Intern acio n al C om unista, aunque fueron puestos en m in o ría, no p o r ello se dieron por vencidos. H ilario A rlan d is, que go zab a d e u n a relativa influencia en Va­ lencia, inició en esa ciudad la pu b licació n de un periódico que defendiera sus postulados, adem ás de defender la necesidad «de la u n ió n de los revolucionarios sobre un terreno de coinciden­ cias»168 . Acción Sindicalista se vio criticada, incluso antes de apa­ recer, por Solidaridad Obrera de Valencia369 . N o es probable que

366 Este manifiesto fue publicado un Acción Social Obrera (San Feliú) (1 marzo 1922); Lucha Social (Lérida) (18 marzo 1922), 4 y parcialmente reproduci­ do en Bar, Antonio (1981), p. 569. 367 En esta Conferencia se produjo la lamosa «Declaración política» que tanta tinta liaría correr. Para un extenso análisis de aquella, véase, Bar, Antonio (1981), pp. 594 y sgs. 368 «Por que publicamos Acción Sindicalista»,/íca»« Sindicalista (Valencia), n .l (10 agosto 1922), 1. 369 Solidaridad Obrera de Valencia comentó críticamente la circular que anun­ ciaba la aparición del periódico. Véase, «Antes de andar tropezamos», Id.

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el periódico contase con el apoyo suficiente, ya que no pudo p a ­ sar del prim er núm ero.370 A finales de diciem bre, después de algunos trabajos p reparato­ rios, el sector probolchevique se reunió e n una conferencia en Bilbao en la cual fueron creados los «C om ités Sindicalistas R e­ volucionarios (C SR )»371 .J o a q u ín M a u rín p o r su lado, después de la desaparición de Lucha Social-a m ediados de año, ju n to con D avid Rey y otros colaboradores, form ó el grupo de «La B atal­ la». Poco d esp u és in ic ia ro n la p u b lic a c ió n del p e rió d ic o d el m ism o nom bre en B arcelona, el cual se convirtió en el portavoz de los C SR 3' 2 . C o n el fracaso de éstos, el periódico se transfor­ m ó en p o rta v o z de la F e d e ra c ió n C o m u n is ta c a ta la n o b a le a r fundada po r el propio M aurín. L a C N T , que c o n tin u a b a co n b a sta n te s d ific u ltad e s su labor reorganizadora, no podía dejar de pronunciarse sobre los C o m i­ tés Sindicalistas Revolucionarios. A tal fin, se reunió en febrero de 1923, en Barcelona, u n Pleno N acional en el que se acordó la

370 Al menos no se conocen más ejemplares. El número citado puede consul­ tarse en la Hemeroteca de Valencia. 371 Véase Bar, Antonio (1981), p. 573 y sgs., para un análisis de dichos Com i­ tés. 372 Pérez Baró, A., Els «felifos» anys vi?i/, Palma, 1974, pp. 165 y sgs., propor­ ciona una descripción detallada del periódico y de la reunión en un centro radical de la calle Guardia con una asistencia de sesenta personas, en la cual fue creado el grupo de «La Batalla». Bar, Antonio (1981), p. 573, nota 28, señala erróneamente que la publicación del periódico se acordó en la citada conferencia de Bilbao. Difícilmente pudo suceder esto, ya que dicho semanario había com enzado sus publicaciones tres días antes de que aquella se celebrase. Con el fracaso de los C SR , el periódico se convirtió en el órgano de la «Federación comunista catalanobalear». Los CSR fue­ ron partidarios de) frente único proletario «que por entonces promovía el joven Partido Comunista de España», Bar, Antonio (1981), p. 575.


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condena de los m ism os373 . E sta reorganización cenetista se tro ­ pezó, algunos m eses después, con el obstáculo im puesto por el establecim iento de la dictadura.374 T am bién e n tre los g ru p o s a n a rq u ista s se dejó se n tir de m odo apreciable el im pacto de la revolución rusa. Q uizá su m anifesta­ ción más palpable sea la constitución en M adrid del grupo único anarquista. Poco después de constituidos lanzaron un m anifiesto en el que exponían que para alcanzar sus objetivos debían antes reñ ir una batalla para v en cer y d ar de lado los pequeños escrú­ pulos del anarquista del pasado. Los com ponentes del grupo se c o m p ro m etían a m a n te n e r y so ste n e r su ideal a n a rq u ista , exi­ g iendo y h acien d o c u m p lir «a sus cam aradas lo que en sus pe­ riódicas reuniones acuerde y concediendo toda la autoridad que se preciso al C o m ité de d ich o gru p o , éste asum irá to d a su re­ presentación». D a d o que se declaraban asim ism o acérrim os sin­ dicalistas, exigían al cam arada que hubiera de pertenecer al gru­ po, su filiació n al s in d ic a to resp e c tiv o y que e n el m ism o su orientación fuera clara y diáfana. B arriendo todo sectarism o se m o strab an d isp u e sto s a c o lab o rar a c cid e n ta lm e n te con todos aq u ello s g ru p o s o p a rtid o s de fra n c a acción re v o lu c io n a ria , siem pre que éstos no estuvieran en pugna con los principios de la ideología anarquista. F inalizaba el m anifiesto con estas signi­ ficativas palabras: Si eres hombre superior, si eres capaz de leer entrelineas, lo QUE SE DEJA D E D E C IR Q U E ES EL T O D O Y D E F.I. POR

373 Bar, Antonio (1981), p. 577. 374 Para una descripción detallada del proceso reorganizador de la CN T, des­ pués de la conferencia de Zaragoza, véase. Bar, Antonio (1981), pp. 577 y sgs.


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Q U É D E ESTAS LINEAS [...], ingresa en el clandestino grupo cíe ‘Anarquistas de Madrid’...375 j

No tardaron en aparecer las críticas, fu n d am e n ta d a s en la falta de espíritu anarquista del grupo. D a n to n u n o de sus m iem bros salía al paso de estas críticas de cafe, afirm ando que ellos habían com enzado po r em anciparse m oralm ente para poder em ancipar a los d e m á s y «en c o n se c u e n c ia c re e m o s es ta n n ecesaria la ‘Brow ing’ com o el Libro» e incluso se m ostraba partidario de la dictadura, p o r supuesto te n ie n d o en c u e n ta la ideología a n a r­ quista, caso de que hubiera necesidad de ella.176 Pero no todo Rieron críticas. C uatro jóvenes anarquistas com en­ taron alborozados la decisión de los an arq u istas m adrileños de form ar el «G rupo U nico Anarquista» para «redoblar sus energías y sus esfuerzos en la decidida y tenaz contienda po r el triunfo de nuestras hum anas aspiraciones. ¡Este es el verdadero frente ú n i­ co!»17” A principios de enero de 1922, la Federación C om unista L iber­ taria de B arcelona publicó un m an ifiesto en Cultura Obrera de Palm a, en el cual decían entre otras cosas: Aceptamos un principio de dictadura transitoria, para el sosteni­ miento de la Revolución Social.

375 Decían pertenecer a la Federación Anarquista Española, !a cual formaba parte de la Internacional Anarquista, véase E l Libertario (Zaragoza), n .2 (agosto 1921), 4. El manifiesto está firmado por El C om ité y fechado el día 15 de junio de 1921. 376 I d , pp. 23. El periódico se limitaba a apostillar estas últimas declaraciones diciendo que el término dictadura repugna al ideal de libertad y que en todo caso era necesaria una revolución purificadora y concluía diciendo que si son anarquistas ya se verá. 377 Redención (Alcoy), n.27 (27 agosto 1921), 2.

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Salvador Seguí, Molins y Mauro Bajatierra

L a réplica de E. M ira fue co n tundente; después de argum entar am pliam ente que la adscripción a la dictadura era tiranía, finali­ zaba diciendo: »Si tanto os entusiasma ese principio, propagadlo, pero 110 os lla­ méis Comunistas Libertarios. Es lo menos que se puede pedir»378.

Es necesario señalar que esta Federación fue la que a propuesta de los dem ás delegados eligió a G astón L eval para que represen­ tase a los grupos anarquistas españoles en Rusia379 . A unque no siguiendo esa línea claram en te bolchevique, lo cierto es que la actividad de los grupos anarquistas se redobló en esos años críti­ cos de represión y clandestinidad. P rim ero los in te n to s del C N

378 E. Mira desde el castillo de Montjuic, I d , n.50 (3 febrero 1922), 1. 379 «Rectificaciones necesarias», í¡¿,n.67 (2 junio 1922), 4.

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probolchevique de 1921 y más tarde la «declaración política» de la C o n fe re n c ia de Z arag o za580 , suscitó, entre los grupos a n a r­ quistas, acalorados debates sobre el papel que éstos debían desa­ rrollar en el seno de los sindicatos. Los grupos de la región le­ v a n tin a d esp leg aro n u n a in te n sa la b o r de reo rg an izació n que culm inó en u n congreso celebrado en el verano de 1922. E n él se co n stitu y ó la F ederación de G ru p o s A cratas de L evante; se declaró al perió d ico Redención órgano oficial de la m ism a y la conveniencia de la actuación de los anarquistas en el seno de la C N T , com o los acuerdos m ás im p o rta n tes381 . D e esta form a Redención, que había dejado de ser el portavoz oficial de la C o n ­ federación. R egional de L evante al reaparecer Solidaridad Obrera el I o de m ayo, pasó a ser el órgano de la Federación de G rupos A narquistas de Levante. Suprim ido Nueva Senda de M ad rid por

380 Véase el dictamen de la posición de la C N T ante la política en, Abad de Santillán, D iego (1962-71), II, pp. 294295. Fue suscrito por Seguí, Pesta­ ña, Peiró y Viadiú y aprobado por unanimidad. A este propósito decía Redención (Alcoy), n.73 (13 julio 1922), 1, en su editorial, que con ella se reforzaba naturalmente la acción de los anarquistas en el seno de 1.a CNT, ya que «pone una fuerte barrera inconfundible entre nuestra actitud y la de los partidos políticos«, y para que esa barrera no fuera asaltada con menti­ ras y engaños sé debía mantener un criterio inmutable y firme. Anterior­ mente, en una nota, se invitaba a la reorganización anarquista: «A compás del resurgimiento que ahora se observa en el campo sindical, es de impres­ cindible necesidad que los grupos ácratas, com o verdaderas y positivas fuerzas de vanguardia revolucionaria y educación ideal, inicien una extensa reorganización y agrupación. Debemos hacer recuento de fuerzas...», R e­ dención (Alcoy), n.63 (5 mayo 1922), 2. 381 Consideraban el sindicalismo como un medio y no como fin. Eficaz para la propaganda de la revolución y afianzamiento de la misma. Pero para ello debía estar inoculado de la savia potente de los principios libertarios, Id., n.72 (6 julio 1922), 4.


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decisión unilateral del que era su propietario legal382 , el sem a­ nario alcoyano fue, ju n to a ¡¡¡Tierra!!! de L a C o ru ñ a que había co m en zad o a publicarse a principios de enero, Tierra Libre de M a d rid que em pezó en ju n io y Voluntad de Z aragoza iniciado en abril, un eficaz portavoz de los grupos anarquistas. C o n la form ación de las regionales anarquistas de A ragón, Rioja y N avarra y A ndalucía, la de L evante llam aba a la necesidad de convocar un congreso nacional383 . F inalm ente, fueron los anar­ quistas de Z aragoza quienes a principios de enero de 1923 lan­ z a ro n la circular con un extenso o rd en del día a d isc u tir en el próxim o congreso384 . E ste se reunió en M a d rid el 18 de m ar­ zo385 , aunque no faltaron voces críticas que se alzaron en contra del m ism o, G a stó n Leval y M auro B ajatierra, principalm ente. El prim ero se rem itía a la excesiva precipitación en su convoca­ toria y a la falta de preparación organizativa en las diferentes

382 Ante esto, el director literario Ángel Samblancat ei administrador Santolaria y los redactores entre ellos estaba Luis Lozano decidieron sacar a la luz, Nuevos Rumbos, que lo más probable es que no llegara a publicarse nunca. Véase Redención (A lcoy), n. 70 (22 junio 1922), 4. 383 Id., n.74 (20 julio 1922), 1. Poco después constataban que si la Confedera­ ción Nacional Anarquista todavía no se había constituido era porque la indiferencia y la cobardía lo impedía, Id., n.80 (14 septiembre 1922), 1. 384 «Una proposición/ Hacia el Congreso Nacional Anarquista. A los liberta­ rios de España», Redención (Aicoy), n.96 (11 enero 1923), 4. 385 «Ante el Congreso Nacional Anarquista». La comisión organizadora esta­ ba formada por Nicasio D om ingo, Francisco Soñi y Manuel Buenacasa, Id., n.99 (1 febrero 1923), 4. Buenacasa, Manuel (1966), p. 88, quien erró­ neamente señala abril como fecha del citado congreso, indica que la inicia­ tiva corrió a cargo dei grupo «Vía Libre». En realidad todo el peso de la organización corrió a cargo de Cultura y Acción, hasta que se decidió que e! lugar del mismo fuera Madrid, haciéndose cargo entonces de la misma el semanario de aquella ciudad Tierra Libre.

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localidades españolas386. B ajatierra aducía la falta en el orden del día de un p u n to sobre el carácter m oral del anarquism o. A dver­ tía sobre el peligro que suponía pai*a el m ovim iento anarquista que en el congreso prevaleciera el punto de vista de aquellos que h a b ía n h e c h o d e la v io le n c ia y del m a to n is m o su n o rm a de conducta.387

La Solí anunciando la muerte de Salvador Seguí, 1923

386 Gastón Leval, «Alrededor del Congreso Nacional», Redención (Alcoy), n.100 (8 febrero 1923), 3 387 Mauro Bajatierra, «El congreso anarquista nacional/M oral anarquista», Id., n.102 (22 febrero 1923), 1. En otro artículo del mismo tenor, señalaba que es necesario «que se condene la acción que muchos de estos mucha­ chos realizan ensalzando las bajas pasiones y hasta solidarizándose con la conducta hampona de ladrones profesionales», Id., n.104 (8 marzo 1923).

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Angel Pestaña, director del periódico de 1917 a 1919 y más tarde de 1923a 1924. E n la primera etapa levantó la mala economía de la Solí, más tarde aumentó las tiradas (' calidad

El orza afirm a que el congreso careció de im portancia588 . M auro Bajatierra com entó satisfecho que tal com o preveía no se hubie­ ran to m ad o acuerdos*89 . E fectivam ente se potenciaba la activi­ 388 Elorza, Antonio (1972-74), III, p. 167: «Apenas hubo ecos del microcongreso libertario, cuyos propios patrocinadores de Cultura y Acción prácti­ camente ignoraron» (nota 4), 389 Bajatierra, «Del Congreso Nacional Anarquista/ Constitución de grupos», Redención (Alcoy), n.109 (12 abril 1923), 2. Hacía alusión este autor a la meritoria labor llevada a cabo por el grupo anarquista madrileño «Los Iguales», del cual era uno de sus miembros, sin que para ello les hubiera hecho falta ninguna federación.

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dad de los grupos y no se llegó a constituir la Federación, al m e­ nos form alm ente, a pesar de que el p u n to prim ero del orden del día apuntaba en esa dirección: ¿La Unión o Confederación anarquista española debe ser consti­ tuida a base de organismos regionales o puede constituirse sim ­ plemente a base de comarcales o provinciales? Creación del orga­ nismo nacional.5,0

Se creó sim p lem en te u n a com isión de relaciones entre los g ru ­ pos y se acordó la creación de un órgano que fuese expresión de los m ism os. A sí nació Crisol de Barcelona391 . Pero en la práctica se iba a m arch as forzadas hacia la c o n stitu c ió n del o rg an ism o nacional y aunque el establecim iento de la dictad u ra seis meses después im pidió el desarrollo de esta tendencia, había sido pues­ to el p rim e r ja ló n de u n cam ino que llevaría algunos años m ás

390 Redención (Alcoy), n.96 citado. José Villaverde estaba en lo justo cuando afirmó años más tarde que en este Congreso Anarquista no se creó ningu­ na Federación anarquista, sino solamente un Com ité de Relaciones «por responder ello al espíritu federativo y libertario», «Consideraciones sobre la vida pasada y futura de la C NT», Sindicalismo (25 abril 1934), 2, cit. por Bar, Antonio (1981), p. 587, nota 62. 391 Paz, Abel (1978), p. 41, señala una publicación del mismo título, fundada (presumiblemente en 1922) por el grupo «Los Solidarios» formado por miembros desgajados del grupo «Los Justicieros» (que habían formado el grupo «Crisol», entre ellos Durruti y Ascaso) y otros de Barcelona. Ascaso fue el administrador de este periódico. Yo carezco de noticias del mismo. Señala también otra publicación, Fragua Social, pero según mis referencias debía ser una revista monográfica dedicada a un solo autor en cada núme­ ro, auspiciada por Acrato Llull y Palmiro Avanti (grupo «Fecundidad»), Sin embargo, es lo mas probable que nunca viera la luz, véase Redención (Alcoy), n.117 (7 junio 1923), 4 y Cultura y Acción (Zaragoza), n.38 (2 junto 1923), 3.

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ta rd e a la fu n d a c ió n d e la F e d e ra c ió n A n a r q u is ta I b é ric a (FAI).30*

392 Paz, Abel (3978), p. 41, nos da cuenta de una conferencia anarquista catalanobalear, convocada por el grupo «Los Solidarios», con gran asistencia de grupos. Entre otras cosas se contempló la posibilidad de una penetración en el ejército a través de la incorporación a filas de jóvenes antimilitaristas que antes tomaban la determinación de desertar. «Para difundir entre las tropas estas ideas se creó un boletín especial con el nombre de Hijos del Pueblo. Se creó también una «Comisión Regional de Relaciones Anarquis­ tas», «embrión de lo que linos años más tarde sería la Federación Anar­ quista Ibérica (FAI)». G óm ez Casas, Juan (1977a), p. 65, por su parte (según datos aportados por J.M. M olina), señala que i.i reunión se celebró en Montjuic, asistiendo una cincuentena de militantes significados entre los que se hallaban Pestaña, Herreros, Picos, Urales yJ*M. M olina. Esta comisión Nacional quedó formada por este último, como secretario provi­ sional y por Manuel M olet y Jeremías Roig. «Esta fue la comisión que con diferentes alternativas sostuvo el movimiento organizado en España hasta 1927, año en que fue constituida la FAI».

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CAPÍTULO V

£a prensa anarquista y anarcosindicalistafrente a la Dictadura ( 1 9 2 J - 1 9 3 1 )

5 .1 . La espiral de Solidaridad Obrera. Clandestinidad o legalidad: una polémica sin sentido

El restab lecim ien to de las g a ra n tía s c o n stitu c io n ale s en 1922 hab ía en co n trad o a una C N T m altre c h a y m uy desorganizada, com o ya se ha visto. E n Barcelona los trabajos de reorganización estaban dando buenos resultados, pero era urgente la necesidad de disponer de órganos de prensa y por tal m otivo se decidió el traslado de Solidaridad Obrera que co n tin u a b a publicándose en V alencia con g ran d es dificu ltad es. D e sp u é s de m ás de cu atro años sin prensa obrera confederal en B arcelona, el 6 de m arzo de 1923 volvía de nuevo a la luz pública el diario de los trabaja­ dores en su quinta época.393 Su redacción y adm inistración se en contraba situada en la calle C o n d e del A salto, 56 y se im p rim ía en los talleres de S o lid a ri­ dad O b re ra de San Pablo, 95, cuyo p ro p ie ta rio M a rtí B arrera ejercía al m ism o tiem po las funciones de adm inistrador del d ia ­ rio. Al parecer su prim er director fue L ib erto Callejas que fue susti­ tuido por H erm oso Plaja designado po r la A sam blea de G ran o -

393 El primer número conocido es el 3 del 8 de marzo.


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Itcrs celebrada el 31 de diciem b re p a ra este co m etid o 394 . D os meses antes había iniciado Solidaridad Obrera sus publicaciones en La C o ru ñ a com o órgano de la C onfederación Regional G a ­ laica. Ya se ha hecho antes alusión al hablar de la de Valencia de la sensible pérdida del órgano oficial de los sindicatos gallegos. D e los 156 núm eros que al m enos se publicaron sólo han llega­ d o hasta nosotros tres o cuatro y adem ás dispersos en varios ar­ chivos. Es evidente que con este m aterial poco se puede decir del m ism o, sin em bargo sí se p u ed e de asegurar que el prim er núm ero vio la luz el 6 de enero de 1923395. L a redacción y ad­ m inistración se situó e n la calle C o rd elería, 32, im prim iéndose en la tipografía obrera, Socorro, núm . 3, de L a C oruña. Su p ri­ m er director fue José Suárez D u q u e hasta su m uerte ocurrida el 17 de sep tiem b re de ese m ism o añ o en que fue su stitu id o po r R icardo G arcía, siendo éste con firm ad o en un Pleno R egional celebrado en La C o ru ñ a el 27 de enero de 1924.396 E sta fue una de las pocas publicaciones anarcosindicalistas que pudo soslayar la dictadura, co n tin u an d o su labor, aunque com o las dem ás que habían sobrevivido, som etida a la previa censura m ilitar que blanqueaba habitualm ente sus colum nas. El 18 de enero del año siguiente un Pleno de la Regional gallega celebrado tam bién en L a C o ru ñ a decidió el traslado del C om ité R egional a S a n tia g o y con él se traslad ó ta m b ié n Solidaridad Obrera. Fue nom brado secretario del C om ité M anuel Fandiño y

394 Plaja, Hermoso, «Mi paso por «Solidaridad Obrera» diario», S.O. (París), 719 (1 enero 1959), 1 y también, «Conversa amb Hermós Plaja» I.'Averif, 26 (junio 1980), 21. 395 Vino a sustituir a La Voz del Obrero que se había publicado en La Coruña por lo menos hasta 1917. 396 Buenacasa, Manuel (1966), pp. 146 y 149.

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se designó a E zeq u iel Rey para d irig ir el p eriódico39’ . E l n.88 (21 feb rero 1925) fue el p rim e r n ú m ero que apareció en esta c iu d a d , in sta la n d o su re d a c c ió n yf a d m in is tra c ió n en la calle C o n g a , núm . 11, im p rim ié n d o se en la tip o g ra fía «La C o m e r­ cial» de Santiago. E n él decían: Solidaridad Obrera consecuente co n lo s postulados de la Confede­ ración Nacional del Trabajo, seguirá sus tareas de constante lucha en defensa del proletariado y de la Confederación Regional de Galicia de la que viene a ser su órgano oficioso.398

D eb ió ten er el m ism o fin que E l Despertar M arítimo de Vigo y Acción Social Obrera de San Feliü de Guixols. A partir de julio de 1927, M a rtín e z A nido, que había sido nom brado por el dictador subsecretario de G obernación a los pocos días del G olpe de E s­ tado, decidió intervenir personalm ente y suspendió, casi sim ul­ táneam ente, los últim os voceros anarcosindicalistas que todavía se publicaban. T am bién antes que en Barcelona apareció Solidaridad Obrera de Sevilla en su 2a época399 . Se editaba bisem analm ente y tenía su redacción en la calle Traj ano, 16, im prim iéndose en los talleres de la R evista de T ribunales, calle Francas, 36. A unque no sabe­ m os la fecha exacta de su d esap arició n , se puede asegurar sin tem or a equivocarse que no resistió el G olpe de Estado.

397 S.O. (Santiago), 68 (21 febrero 1925), 1. 398 Id 399 El primer número debió aparecer a luíales de febrero. El único que conocemos es el 11 del 31 de marzo. Es posible que también por estas fechas apareciera Solidaridad Obrera en Guadalajara, aunque la única noticia que se tiene es una alusión indirecta de Redención (Alcov), 111 (26 abril 1923), 4.

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E l diario catalán, p o r el c o n trario , si p u d o soslayar la d ictad u ­ ra400 , pero a costa de en trar en una vorágine que im plicaría a la organización catalana y al propio diario. N o es este el lugar para analizar si fue la d ic ta d u ra la que acabó con la C N T o fue la crisis interna que se desencadenó la que provocó, en últim a in s­ tancia, su disolución401 . L a F ed eració n L ocal de B arcelona en vistas de la presión policial a que estaban som etidos los sindica­ tos, decidió por m ayoría la a u to d iso lu ció n el 5 de octubre. A esta decisión se opusieron algunos sindicatos, entablándose una batalla dialéctica en favor o en contra de la m ism a.402 E nfocar este problem a desde la óptica de la legalidad carece ab­ solutam ente de sentido. C o n las garantías constitucionales sus­ p en d id as sitie die la ú n ica leg alid ad era el so m e tim ie n to a las disposiciones dictatoriales, que ten d ían a establecer un estrecho control sobre las organizaciones obreras, especialm ente sobre la CN T. El resultado era u n restringido m argen de actuación, pero

400 Muy pocas fueron las publicaciones anarquistas o confedérales que conti­ nuaron. La mayoría se quedaría en el camino. Elorza, Antonio (1972-74), I, p. 113, nos suministra una lista abundante aunque no exhaustiva de las que fueran suprimidas. Hay que señalar que Solidaridad Obrera de La C o­ rana que aparece como suprimida fue una de las que continuaron, como ya se ha visto. 401 Elorza, A ntonio (1972^74), I, pp. 123218 y II, pp. 315453, nos presenta un estudio sólidamente apoyado en fuentes de primera mano, pero su tesis de que fueron los anarquistas los que provocaron el paso de la C N T a la clandestinidad es, cuando menos, discutible. La replica de Gómez Casas, Juan (1977a), pp. 69 y sgs., tampoco logra dejar zanjada la cuestión, que se presenta sumamente compleja, 402 En Elorza, A ntonio (1972-74), I, pp. 131 y sgs. puede verse con detalle este proceso, seguido a través de E l Diluvio, diario de Barcelona.


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suficien te para ir e lim in a n d o progresivam ente a los m ilitantes m ás destacados.403 Parece m ucho más correcto enfocar el problem a desde el punto de vista de la lucha por el control ideológico de la C N T , plan­ teada desde la adhesión provisional de esta organización a la 111 Internacional en 1919. L a m inoría com unista, m ejor estructura­ da que los grupos anarquistas, podía desplegar un determ inado tip o de acción m ucho m ás eficaz con vistas a controlar el apara­ to sindical. Si no cubrieron estos objetivos, al m enos consiguie­ ron que ciertos presupuestos fueran asum idos po r los grupos a fin de contrarrestar la influencia com unista. E n tre ellos el in ten ­ to de c re a r una F e d e ra c ió n N a c io n a l A n a rq u is ta . A l m ism o tiem po, estos fallidos intentos com unistas de hacerse con el con­ trol ideológico de la C N T en los prim eros m eses de la dictadu­ ra, fueron el catalizador que precipitó la lucha ideológica poste­ rio r entre anarquism o y sindicalism o, presen te du ran te todo el período y que llegaría a alcanzar du ran te la II R epública carac­ teres dram áticos con la escisión trentista. Pocos días después de que la F ederación L ocal decidiera su autodisolución, el diario Solidaridad Obrera era suspendido404 . Ya 403 Elorza, Antonio (1972-74), I, passi/n. A pesar de reconocer la realidad de esta presión policial sobre los sindicatos, insiste en estas tesis de legalidad o ilegalidad, lo que le lleva a incurrir en contradicciones 404 Klorza, Antonio (1972-74), I, p. 130, afirma que tanto el cierre de sindica­ tos com o la suspensión de Solidaridad Obrera tuvieron lugar el 5 de octu­ bre. D ado que las lagunas en la conservación del diario son enormes en esta etapa no nos es posible saber la fecha exacta de la suspensión de éste, pero si nos atenemos a la secuencia de los números conservados, ésta debió producirse alrededor del 13 de octubre. Por otra parte es lógico que asi fuese, si tenemos en cuenta que el diario era portavoz del Comité Regional y no de la Federación Local, de ahí et desfase entre uno y otra. Por otro lado se ignora cóm o se logró esta suspensión, aunque es de suponer que respondiera a un acuerdo tácito en vista de las circunstancias.

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no volvió a reaparecer hasta el 24 de noviem bre. Se ignora quien to m ó la d ecisió n de que a p areciera de nuevo, pero el C o m ité Regional debió influir en ella. D ecía el periódico en este nú m e­ ro: Cumpliendo un compromiso contraído con los trabajadores de la región, compromiso sagrado para nosotros, aparecemos nuevamen­ te a la luz pública para defender los intereses de clase comunes a todos los explotados. [—1. Nosotros desde aquí, bogaremos conti­ nuamente, sin cansarnos jamás porque la organización sea la que fue, para que nuestra personalidad sea tenida en cuanta y se nos respete por nuestra fuerza y cohesión.405

La fracción co m u n ista se apresuró a c o n tra ata c ar sacando a la luz el diario Lucha Obrera el 4 de diciem bre. Según Elorza, apa­ reció para «cubrir el vacío creado p o r la controversia sobre el cierre y la a c titu d fren te a la D ic ta d u ra » 406 . E ste d iario co n tó con la colaboración de tres anarquistas: A n to n io A m ador, José V iadiú y F elipe A laiz. E sto s dos ú ltim o s habían sido, hasta su suspensión, redactores de Solidaridad Obrera407. A p ro x im ad a­

405 «El pasado y el presente», S.O., 188 (24 noviembre 1923), 1. 406 Elorza, Antonio (1972-74), 1, p. 134. Ningún vacío habían venido a cubrir como no fuera el creado por la propia fracción comunista. El diario Solida­ ridad Obrera se editaba de nuevo y los sindicatos no tardarían en funcionar nuevamente. Este mismo autor, a renglón seguido, afirma: «Ante la proxi­ midad de reuniones regionales que pudieran incidir sobre la línea de com­ portamiento de la Confederación, optaron por incrementar su propaganda con la edición de un diario». Esto nos resulta contradictorio con las ante­ riores afirmaciones, pero desde luego es mucho más justo. 407 Elorza, A ntonio (1972-74), I, p, 134. El diario lo redactaba también la plana mayor de los teóricos comunistas: Joaquín Maurín e Hilario Arlandis.

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m ente un m es duró esta experiencia financiada casi totalm en te por el sindicato de la m etalurgia.408 El 8 de diciem bre se celebró un PIqiio en M a ta ró , en el cual se ratificó la continuidad del diario Solidaridad Obrera y zanjó pro­ visionalm ente la cuestión al acordar la reapertura de los sindica­ tos. La su b sig u ien te asam blea de G ra n o lle rs designó al nuevo equipo de redacción del periódico entre cuyas redactores figura­ ba M anuel Buenacasa. Sin em bargo, su continuidad se vio tru n ­ cada el 29 de mayo de 1924. El ajusticiam iento del verdugo de la audiencia de B arcelona sirvió de p retex to p ara clausurar los sindicatos y suspender el diario. H erm oso Plaja que seguía sien­ do su director lo relata así: Un día de julio (aquí la memoria falla), ya éramos objeto de perse­ cución por parte de la policía, y habíamos de confeccionar el perió­ dico sin acercarnos por la redacción, fue ajusticiado el «verdugo». Cuando nos dirigíamos á la imprenta para presenciar fa final com­ paginación de! diario, el compañero Moreno, conserje de los talle­ res, nos avisó de que la policía estaba efectuando registro en la imprenta. Tuvimos el tiempo escaso para evitar la «redada». Al día siguiente el periódico no vio la luz. Su suspensión duró hasta

í m 409 Efectivam ente esta cabecera tardaría m ás de seis años en reapa­ recer; sin em bargo unas meses después, el C o m ité Regional d e ­ cidió m odificarla y sacar a la luz un sem an ario con el títu lo de Solidaridad Proletaria, «porque hacía falta un órgano en la p ren ­ sa p a r a s a lir al p a s o d e i n j u r i a s y c a lu m n ia s de c ie r to s

408 Elorza, Antonio (1972-74), I, p. 134. El último número es el 2S del Io de enero de 1924. 409 Plaja, Hermoso, «Mi paso por Solidaridad Obrera diario», S O. (París), 719 (1 enero 1959), 1.

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elem entos...»410. E n la lucha ideológica que se entabló en el seno de la C N T bajo la dictadura, sobre todo en Barcelona, el perió­ dico jugó un papel fundam ental y esta fue la m isión principal de este sem an ario . Su red acció n se in staló en M a ta ró , en la calle C arlo s P adrós, n ú m . l l , I o; p ero la im p re n ta siguió siendo la m ism a, ‘C osm os’, de M a rtí Barrera. Sus apuros económ icos fue­ ron c o n sta n tes y tam b ié n los llam am ien to s a los trabajadores para su so sten im ien to , p orque «la defensa de los trabajadores está encom endada al periódico, ya que otras actividades les están nrohibidas»411 . Se ignora sí fueron éstas u otras las causas que acabaron con él. El C o m ité R egional la suspendió con estas pa­ labras: Por un cúmulo de anomalías de orden general creadas a este comi­ té, se ve en la forzosa necesidad de suspender nuestro semanario «SOLIDARIDAD PROLETARIA», temporalmente; y a la mayor brevedad, se pondrá en conocim iento de toda la organización de Cataluña todas cuantas causas han influido a este Com ité para tomar tan seria determinación.412

E n éste año 1925 hizo su aparición en G ijón la 4a época de la ya m ítica cabecera413 .T a n to la redacción com o la im prenta fueron

410 Solidaridad Proletaria (Barcelona), 1 (18 octubre 1924), 1: «A las organiza­ ciones sindicales de Cataluña y a todos los trabajadores», por e! Comité Regional, Mataró, 14 octubre 1924. 411 «Por la vida de nuestro periódico», Id., 30 (7 mayo 1925), 4. 412 «A toda la organización», por la C.R. de C., el Comité, Mataró, 20 mayo 1925, Id., 32 (23 mayo 1925), 1. 413 El número inicial apareció a finales del mes de julio. El primero que se conoce es el núm. 3 del 7 de agosto. La represión que ejerció la dictadura sobre ia CNT, fue muy desigual en toda España. D e ahí que nacieran pe­ riódicos en algunas poblaciones, cuando en otras no podían ni moverse.

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las m ism as que ya he señalado en etapas anteriores. E n este caso como en tan to s otros los problem as económ icos no pudieron ser superados. E n el núm . 43 del 14 de mayo d e 1926 -ú ltim o que se conoce se da un aviso a los paq u etero s, ya que «el periódico está en sus «postrimerías» solo po r la contum acia de unos cuan­ to s [ ...j , q u e se e m p e ñ a n en d a rle g u illo tin a y a fe q u e lo logran».'11'' A las dificultades propias de la prensa confederal y anarquista de índole económ ica p rincipalm ente, pero no sólo vino a sum arse el proceso de descom posición que vivió la organización por cau­ sa de la presión dictatorial. E l periódico si llegaba a publicarse podía co nvertirse com o d e h ech o así fue en m uchos casos- en una tram p a m ortal para sus redactores o ed ito res que g e n e ra l­ m ente daban con sus huesos en la cárcel. Sólo hubo dos publicaciones anarquistas que lograron sobrevivir al p erío d o de la d icta d u ra y am bas, cu rio sa m e n te , nacieron al m ism o tie m p o en ju n io d e 1923: Generación Consciente, tra n s ­ form ada más tarde en Estudios y La Revista Blanca.

5 .2 . Soslayando la dictadura: Generación Conscienle-Esludios y La Revista Blanca

C om o ya dijim os al hablar del sem anario Redención de Alcoy415 , el grupo e d ito r del periódico, cada vez m ás in teresad o por los aspectos filosóficocul rurales del anarquism o, optó por diversifi­ car sus tareas, separando del sem an ario órgano de lucha y de

414 S.O. (Gijón) (4a época), 43 (14 julio 1926), 1. Se ignora si fue en éste o en otro posterior cuando murió. La Revista Blanca (Barcelona), 79 (1 sep­ tiembre 1926), V, nos da cuanta de su «silenciosa desaparición». 415 Véase en el capítulo anterior el apartado 4.1: El germen fructifica: expan­ sión de Solidaridad Obrera. La etapa valenciana del diario decano de la Confederación.

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expresión del sindicalism o anarquista básicam ente los aspectos más propiam ente culturales teoría sexual, higiene, filosofía, etc. Para ello fundó, en ju n io de 1923, la revista m ensual Generación Consciente, d e stin a d a a ad q u irir con el tie m p o y el esfuerzo de sus redactores u n a im p o rtan cia considerable en el m ovim iento anarquista e incluso fuera de éste. L a dictadura detuvo el cam ino de Redención, pero perm itió que la revista c o n tin u a ra , au nque no sin recibir sus «caricias». En noviem bre, las a u to rid ad e s clausuraron el local donde estaban instaladas la redacción y la biblioteca416 . D esaparecidas las causas del cierre, la revista volvió a publicarse a p artir de febrero417 . Nuevas m edidas represivas adoptaría la D ictadura. E n diciem bre de 1928 los redactores se vieron obligados a cam biar el nom bre de cabecera, tran sfo rm án d o la en Estudios, «por u n serio incon­ v e n ie n te , m o tiv ad o p o r el p e río d o ex cep cio n al que atrav iesa España».418 E sto no significó, en absoluto, un cam bio de orientación ideoló­ gica. T an solo se había p retendido que la im agen fuera distinta. Así lo señalaban los redactores: Inútil creemos añadir que la significación moral de la Revista, su ideología y su criterio eugénico, su obra de superación mental y física seguirá siendo la misma [...]. Con uno u otro titulo [...] esta Revista estará siempre consagrada a difundir entre el pueblo todas las inquietudes del pensamiento renovador y fecundo, a la creación de una generación sana y culta, pletórica de vitalidad y de entereza ideal.419

416 S.O. (Barcelona), n.227 (22 enero 1924), 4. 417 Id., n.233 (29 enero 1924), 3. Se desconocen las causas de la clausura de los locales y en consecuencia por qué éstas desaparecieron. 418 Hoja volante inserta en el número del 1“ de diciembre de 1928. 419 Ibid.


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E n estas sencillas frases se en cierran los objetivos que fu n d a ­ m e n ta lm e n te p e rse g u ían los redactores y que supieron cu b rir con creces420 . C o n todo, a pesar de los esfuerzos del grupo edi­ tor, las dificultades para llevar adelante el proyecto aum entaban con stan tem en te. C o m o siem pre, el problem a económ ico será su principal enem igo, así com o los paqueteros y corresponsales m o­ rosos. C o n un déficit cada vez mayor, solo enjugado por la apor­ tación voluntaria de algunos entusiastas'121 , en ju n io de 1925 se trasladó a Valencia.422 Para paliar estas dificultades se fundó una biblioteca y se lleva­ ro n a cabo esfuerzos suplem entarios editando núm eros especia­ les y alm anaques. Los éxitos de venta alcanzados por éstos co n ­ tribuyeron parcialm ente a seguir m anteniendo la revista423 . Isaac P u e n te u n o d e sus p rin c ip ale s redactores*24 se h izo eco de la propuesta de G o ñ i tendente a la unificación de publicaciones en los m edios anarquistas com o form a de solucionar los problem as 420 Navarro Monerris, José (1988), lleva a cabo un exhaustivo análisis de la revista (capítulo 3o), además de realizar un balance de las opiniones de las diferentes escuelas filosóficas en torno a diversos enfoques de la sexualidad (capítulos 1 y 2). 421 El número de diciembre de 1924 estuvo a punto de no aparecer por estos motivos. 422 Aunque se ignoran los motivos reales, es de suponer que el traslado res­ pondiera a razones de una mayor cobertura y posibilidad de distribución de la revista. 423 Navarro Monerris, José (1988), pp. 3032 (capítulo 3“). 424 Éste y el doctor Roberto Remartínez abrieron un consultorio médico en la revista desde el primer número. Mediante un cupón inserto en sus páginas, los lectores podían dirigirles sus consultas personalmente o por correspon­ dencia con «la rebaja de cinco pesetas en la primera y de una peseta en las consecutivas sobre precio de consulta ordinario». Véase Navarro Monerris, José (1988), pp. 2526 (capítulo 3o). Este consultorio tuvo una gran acepta­ ción por parte de los lectores de la publicación.

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económ icos. Sin em bargo esta iniciativa fue m ayoritariam ente rechazada p o r co n sid erarla excesivam ente centralizadora. E n este punto afu m aba Puente: Sospechar que el grupo director pueda imponer su criterio autori­ tario y cerril es dudar de la honradez ideológica de los camaradas, y con esta desconfianza es claro que no se va a ninguna parte [...]. Las cuatro revistas que gozan del favor de los lectores, Revista Blanca, Generación Consciente, Etica y E l Libro Popular, representan sectores distintos, tratan cuestiones diferentes, dentro de las cuales cada editor podría gozar de plena autonomía. Los que hoy las ri­ gen son los más indicados para dirigir las respectivas secciones dentro de la Revista Unificada, que cobraría así un valor inaprecia­ ble por lo completa y variada.423

A pesar de los esfuerzos de algunos sectores, la iniciativa quedó sin efecto y Generación Consciente debió continuar su trayectoria por sus propios m edios, obligada a cam biar su cabecera por Es­ tudios en diciem bre de 1928, por presiones de la dictadura.426 El tiem po que m edia en tre las dos etapas de La Revista Blanca 18 años d ifíc ilm e n te p u d o ser c u b ie rto por o tras experiencias parecidas. H u b o intentos de ed itar una revista teórica anarquis­ ta, pero todos acabaron en fracaso. Para Federico Urales el se­ creto de que una revista tuviera éxito radicaba en sus aspectos de actualidad, sinceridad y com prom iso con la realidad circundan­ te. Tal com o afirmaba:

425 Generación Consciente (Valencia), n.56 (abril 1927), cit., por Navarro M oncrris,José (1988), pp. 3233 (capítulo 3o). 426 Un buen trabajo sobre esta revista lo constituye el de Navarro Navarro, Francisco Javier (1997), passim.


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La Revista con sus escritos ha d e dar la impresión del momento en | u c se publica Es preciso sentir todos los problemas q u e

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agitan al mundo c interesarse por ellos, interesarse vivamente, carnalmente; no pensando en el aplauso de amigos, sino en ia verdad de lo que se dice, en el bien que con ello se hace...427

Por causa de sentencia de extrañam iento o destierro por sus cui­ tas con la C om pañía M ad rileñ a de U rbanización, Federico U ra­ les se vio precisado a trasladarse a B arcelona, retiñiéndosele su fam ilia poco después438 . M u y pronto sus inquietudes editoriales se m anifestarían nuevam ente. E n ju n io de 1913 publicaron una circular en la que exponían sus deseos de editar E l Hombre Libre, «que sería com o un anticipo de La Revista Blanca en su segunda época...»429 . P rem aturo anticipo, ya que este periódico nunca vio la luz y la revista aún tardaría diez años en aparecer. Surgió efec­ tivam ente en las m ism as fechas que Generación Consciente y, c o ­ m o ésta, llegaría a alcanzar una gran im portancia en los m edios anarquistas, rem em orando pasadas glorias. Sus propósitos eran en todo sim ilares a los de su antecesora: Hacer de ella un eco internacional de la idealidad libertaria en sus manifestaciones científicas, artísticas y filosóficas, y acrecentar la expansión de aquel mismo ideal por medio de la novela, método nuevo y de gran eficacia...430

427 Urales, Federico (s.d. [1930]), II, p. 248. 428 Urales, Federico (s.d. [1930]), III, pp. 121 y sgs. 429 La circular la firmaban Soledad Gustavo y Federico Urales y la dirección era calle Campoamor, 8, Ilcrta, Barcelona. Véase E l Porvenir del Obrero (Mahón), n.360 (19 junio 1913),4 y E l Látigo (Baracaldo), n.18 (14 junio 1913), 4. 430 «Los propósitos de 'La Revista Blanca’, La R evista Blanca (Barcelona), n.19 (1 marzo 1924), 1.

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E sta nueva m odalidad de propaganda que representó «La Nove­ la Ideal» o «La Novela Libre», dio resultados sorprendentes. Sus amplias tiradas a precios m uy reducidos las hicieron accesibles a amplios sectores de trabajadores, con lo cual se conseguía exten­ der la p ro p ag an d a a n arq u ista y al m ism o tiem po conseguir un soporte fin an ciero su fic ie n tem e n te sólido para que la revista pu d iera vivir sin problem as431 . A d em ás de las colecciones de novelas se editaron tam bién libros que en algunos casos alcanza­ ron varias ediciones. E n esta ocasió n el g ru p o e d ito r, que com o a n te rio rm e n te lo com ponía Federico Urales y Soledad G ustavo, se vio aum entado con la hija de am bos, Federica M ontseny. Pronto daría muestras de sus excepcionales cualidades com o propagandista y sus dotes oratorias la convertirían en uno de los m ás caracterizados expo­ nentes del anarquism o m ilitante. La Revista Blanca al igual que Generación Consciente-Estudios , co n trib u y ero n cada una en su cam p o específico a d ifu n d ir y a m an ten er viva la idea anarquista bajo la dictadura, en condicio­ nes su m am en te difíciles p a ra el m ovim iento. Las razones que tuvo esta para no im p o rtu n a r excesivam ente sus tareas, salvo e! consabido so m etim ien to a la previa censura m ilitar, responden quizá a las especiales características de la propia dictadura. Bajo esta perspectiva, la labor cultural que llevaban a cabo ambas re­

431 La tirada de estas novelitas oscilaron entre 15.000 y 50.000 ejemplares. De «La Novela Ideal* se llegaron a publicar 600 títulos. Véase el estudio que le dedica M arisa Siguan Boehm er, L itera tu ra popular libertaria (19251938), Barcelona, 1981.

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vistas no p o d ía ser co n sid erad a subversiva para el régim en432 . E ste trataba de encuadrar al m ovim iento obrero dentro de unas d e te rm in a d as directrices. Im p e d ir p o r to d o s los m edios las lu ­ chas obreras y sobre to d o las huelgas, p o te n c ia n d o la negocia­ ción a través de los C om ités Paritarios. Siem pre que no abordara estos cam pos, considerados con flicti­ vos, la p ro p ag a n d a podía desarrollarse sin m u ch o s problem as. D e ahí que m ie n tra s los p erió d ico s y revistas eran fre c u e n te ­ m en te censurados, se p erm itiera la circulación, sin dem asiadas trabas, de libros y folletos de propaganda radical. Fueron las revistas de más larga duración en la órbita del p erio­ dism o anarquista433 . La Revista Blanca su sp en d ió sus pu b lica­ ciones al iniciarse la guerra civil434 y si Estudios aún las continuó no fue m ás allá de junio de 1 9 3 7 435

5.3. Revista Nueva: Una nueva dimensión filosófica del anarquismo

E n u n m o m e n to de grave crisis o rg a n iz a tiv a y de re p la n te a ­ m iento de posiciones, surgió en B arcelona u n a revista con p ro ­ yectos de «revisión filosófica del anarquism o»436

432 Salvo contadas excepciones. La propaganda eugénicade Generación Cons­ ciente era evidente incluso en el títido de la propia revista. Esto fue la causa de que se vieran obligados sus redactores a cambiar de título. Sin embargo como va se ha tenido ocasión de comprobar no varió por ello su contenido ideológico, ni su trayectoria propagandística. 433 Si exceptuamos el caso de Helios de Valencia que entraría en un sector mucho más decantado hacia los aspectos naturovegetarianos. 434 El último número el 388 es del 15 de agosto de 1936. 435 Se ignoran las causas precisas de su desaparición, pero la carestía de papel pudo haber influido de manera decisiva. 436 Elorza, Antonio (1972-74), I, p. 143.


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R e v is ta N u e v a , a u s p i c i a d a p o r A n t o n i o G a r c í a B ir la n (T)ionysios’), afirm aba v enir al cam po de las letras con un crite­ rio de selección. H ered era de la vieja tradición de Acracia, Cien­ cia Social y Natura, e n tre otras, in te n ta rá nuevam ente sentar las bases teóricas de un anarquism o de carácter abierto, receptivo a las nuevas ideas que explícita o soterradam ente se m anifestaban. C o n u n a concepción h u m a n is ta am plia, se colocaba fuera de toda secta y de todo partido. Todos los m ovim ientos sociales, artísticos y literarios; todas las nuevas concepciones científicas, sociológicas y filosóficas, tendrán en las páginas de esta revista su adecuada resonancia [...]. Libertad. Selección. Nos colocamos bajo la amplitud de esas dos palabras al comenzar nuestra obra. Dentro de las publicaciones de nuestro país queremos ser algo nuevo [...]. Revista Nueva quiere ser una luz para seguir ese camino (el de los cambios, m ovimientos fugaces y casi imperceptibles).437

A rdua tarea que encontraría escaso eco en los m edios anarquis­ tas o, cuando m ucho, duras críticas438 . A l parecer otros proble­ m as m ás acu cian tes rec lam a b a n la a te n c ió n del m o v im ie n to anarquista en esos m om entos. D entro de esta línea de revisión de las ideas ácratas jugó un pa­ pel im portante en la revista P ío Ayala, E n su artículo, «La nece­ sidad de las revisiones»439 , trazaba u n cuadro aproxim ado de la form a de evolución de las ideas y en particu lar las anarquistas. E ra necesario entresacar del ideal las ideas que perm anecen por­

437 «Al nacer», n.l (29 marzo 1924), 1. 438 C om o la polémica que Pedro Esteve abriría en las páginas de Cultura Obrera de Nueva York. Véase Elorza, Antonio (1972-74), I, p. 143 y II, p394. 439 n.4 (19 abril 1924), 35.

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que son com probables de aquellas otras que son m eras declara­ ciones de p rin c ip io s, m uy bellas y atray en tes en general, pero faltas de consistencia, ¿ El anarquismo, si en muchos aspectos tiene horizontes de madu­ rez, en otros aún perdura la infancia; las cuatro paredes de los pri­ meros pasos. Este horizonte, ya lo hemos dicho varias veces, está lleno de bellezas, dentro de su lim itación, especialmente por la apetencia de salir de él, como el niño que quiere saltar por el bal­ cón; de aquí su pasión y su ímpetu. Sin olvidarse de esta belleza primeriza, tan lozana, gentil y gozosa, es necesario que todo el horizonte se ensanche, porque ya es su edad madura y debe llegar a plenitud"0

Se trataba, en definitiva, de expurgar las ideas sublim es, propias d e tie m p o s h ero ico s y a sen tar la c o n c ep c ió n an a rq u ista de la evolución social sobre bases científicas, para que ésta adquiriese la necesaria consistencia com o para levantar un edificio crítico lo suficientem ente sólido. Llevó a cabo u n a buena labor en el esca­ so año y m edio de vida443 , reproduciendo textos clásicos de G u yau y otros e insertando escritos de carácter filosófico, científico, sociológico o artístico en la línea p rev ia m e n te trazada. Su in ­ fluencia no se dejaría sentir hasta algunos años más tarde bajo la 2a R epública, donde surgirían renovados in ten to s dirigidos en el m ism o sentido. Indiferente a la com petencia que representaba La Revista Blanca p o r un lado y Revista Nueva po r o tro, H e rm o so Plaja sacó a la luz Vértice, poco antes de que desapareciera la últim a revista ci­ tad a. D e p reten sio n es m odestas en un p rin c ip io , se in ten tab a

440 Id., p. 5. 441 Su último número el 69 es del 25 de julio de 1925,


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con ella alcanzar elevados objetivos en la p ropaganda del ideal anarquista. Sembrará ideas, porque hombres de ideas elevadas son quienes iniciaron esta revista; tratará de arte y de ciencia, porque la vida no tendría estím ulo sin el conocim iento y la manifestación de estos conceptos...442

C o n un am plio c o n te n id o gráfico procedió a ensayar aspectos nuevos en esta v e rtie n te del p erio d ism o , poco utilizada por la propaganda anarquista, pero los tiem p o s no eran propicios. Su prim er núm ero fue tam bién el últim o; se ignora por qué razones d e sap a re ció , p ero las de tip o e c o n ó m ic o d e b ie ro n te n e r una fuerte influencia.

5 .4 . Anarquismo y sindicalismo: Una vieja polémica

N uevam ente va a suscitarse en el seno del anarquism o la vieja polém ica sobre organización y revolución, pero en esta ocasión en el cenagoso terreno del sindicalism o. La particular trayectoria seguida p o r el m ovim iento obrero ar­ g e n tin o a través de la F ed eració n O b re ra R egional A rg en tin a (F O R A ), con su adscripción precisa a la ideología anarquista, tuvo una especial incidencia en el desarrollo y posterior evolu­ ción de la polém ica en nuestro país. Sus portavoces, D iego Abad de S a n tillá n y L ó p e z A ra n g o , d e sd e la p la ta fo rm a del diario obrero argentino La Protesta y el suplem ento semanal del mismo nom bre, de los que eran principales redactores, lanzaron un fue­ go graneado contra el «desviacionism o reformista» en el seno de la C N T . A unque los ataques iban dirigidos principalm ente con­

442 «Advenimiento», n .l (15 julio 1925), 1.


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tra Á ngel Pestaña y Ju a n Peiró, los anarquistas italianos E rrico M a la testa y Luigi F abbri fueron tam b ién objeto de sus críticas por sus concepciones en torn o al sindicalism o. Se les reprochaba a estos últim os haber contribuido al aislam iento del m ovim iento a n a rq u is ta italian o , al sep ararse de las m asas obreras y h a b e r creado un m ovim iento específico.443 E n E spaña, el régim en dictatorial había obligado a m uchos m i­ litantes anarquistas a exiliarse a Francia. D esde allí continuarían la labor reorganizadora de los grupos anarquistas y se d o tarían de ó rg an o s de ex presión p ro p io s, com o Prismas de B eziers o Tiempos Nuevos de París.444 Poco m argen quedaba en nuestro país, en estas condiciones, p a­ ra p o d er llevar adelante una polém ica teórica de altura. Sin em ­

443 D. Abad de Santillán, «Del anarquismo político a la ofensiva unitaria», Suplemento semanal de La Protesta (Buenos Aires), n.175 (1 junio 1925), 23. 444 La labor propagandística de los exiliados anarquistas españoles en Francia tue muv intensa. En 1924 se constituyó en París el Grupo Internacional de ediciones anarquistas; se fundó la librería Internacional v comenzó a edi­ tarse la Revista Internacional anarquista, en castellano, francés e italiano. Todo ello, al parecer, con dinero aportado por «Los Solidarios», véase, Ricardo Sanz, E l sindicalismo y la política, Toulouse, 1966 p, 128, cit., por Elorza, A ntonio (1972-74), II, p. 367, nota 92. La suspensión de esta re­ vista dio paso a Acción dedicado principalmente a los aspectos teóricos y desde 1925 se editó con cierta regularidad Tiempos Nuevos en París, al igual que las anteriores, la cual llegó a tener una continuidad aprcciable, clr. Elorza, Antonio (1972-74), I, p- 143. En 192728 se publicó Prismas, en Beziers, bajo la dirección del valenciano Francisco Morales, «órgano de los anarquistas españoles en Francia», cfr. Elorza, A ntonio (1972-74), II, pp. 323325. El último intento de contar con un órgano propio en Francia io constituyó, La Voz Libertaria, en marzo de 1929. Ante la imposibilidad d e su publicación en Francia, por la oposición de las autoridades, se trasla­ dó a Bruselas en septiembre de ese año, cfr. Elorza, Antonio (1972-74), II, pp. 327329.

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bargo, el g ru p o «El Productor», con B uenacasa a la cabeza, h a ­ ciéndose fiel intérprete de las teorías desarrolladas por San tillan y A rango445 , sacó a la luz el sem anario E l Productor446 , E ra su principal objetivo defender a través de sus páginas la necesidad del m ovim iento obrero anarquista, tesis fundam ental del grupo argentino. N o tardó el grupo Peiró Pestaña447 en contraatacar, publicando a p rin cip io s de 1926 el sem anario Vida Sindical. D e fe n d ía este periódico la necesidad de la legalización de Sos sindicatos, pero com o m uy bien señala G ó m e z C asas448 , esta legalización, en últim a instancia, no dependía de éstos, sino de la dictadura. E n realidad se trataba de contrabalancear la influencia del anar­ quism o en el seno de la C N T y sin grandes variaciones reapare­ 445 En 1925 lúe publicado en España,por la tipografía «Cosmos» de Martí Barrera, el libro de ambos, E l anarquismo en el movimiento obrero, que re­ sume sus concepciones en torno a la tan debatida cuestión Anarquismo y Sindicalismo. 446 El grupo editor del periódico lo componían: Joaquín Adelantado, José Alberola, Manuel Buenacasa, Ramón S uñ éy Ramón Domínguez, véase, «Lo que debe ser E l Productor», E l Productor (Barcelona), n .l (2 octubre 1925), I, cit., por Elorza, A ntonio (1972-74), I, p. 183. En un principio se pensó editarlo con el nombre de E l Libertario, pero razones de tipo políti­ co aconsejaron el cambio de nombre. La redacción se encontraba situada en Blanes, en la provincia de Gerona, pero se imprimía en Barcelona, des­ de donde se distribuía. A principios de 1926 su redacción se trasladó a Barcelona, con algunos cambios significativos en la misma. Para estos detalles y Otros referentes a la tirada del periódico, véase Elorza, Antonio (1972-74), I, p. 183, quien lleva a cabo, en pp. 181 y sgs., un extenso análi­ sis de la polémica que este periódico sostuvo con Vida Sindical. 447 Aunque las concepciones de estos dos militantes cenetistas coincidían de modo aproximado en ese momento, sus posiciones pronto se harían diver­ gentes, sobre todo a raíz del establecimiento, por parte de la dictadura, de los comités paritarios 448 Gómez Casas, Juan (1977a), p. 95.

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ció de nuevo al producirse la caída de la dictadura, pero e n to n ­ ces las condiciones ya eran otras. Sin una base práctica en la que sustentar sus respectivas posicio­ nes teóricas, el d ebate estab a co n d e n ad o a la esterilidad449. L a policía, tom ando com o pretexto acciones conspirativas, suprim ió los periódicos en abril de 1926450 , zanjando radicalm ente la p o ­ lémica. E ste d e b a te iba a re p ro d u c irse a nivel in te rn a c io n a l, a u n q u e desde un p u n to de vista diferen te, con la publicación por p arte del g ru p o an arq u ista ruso «D ielo T ruda» de la «P lataform a de organización de la U nión G eneral de A narquistas Proyecto»451 , tam bién conocida com o P la ta fo rm a A rch in o ff, p o r atribuirse a éste la redacción de la m ism a. E n síntesis, este proyecto repre­ senta el im p acto que la eficacia b olchevique, en la revolución rusa, había supuesto para el m ovim iento anarquista ruso. Se tra ­ taba de o torgar al anarquism o un papel dirig en te en la prepara­ ción de las m asas obreras y cam pesinas para la revolución y para ello era preciso «hom ogeneizar» el m o vim iento a través de una p la ta fo rm a asu m id a po r to d o s. S u in flu e n c ia en E sp a ñ a fue, aparentem ente, escasa, dadas las especiales condiciones políticas

449 Elorza, en su largamente citado estudio sobre ei anarcosindicalismo bajo la dictadura, pp. 181 y sgs., elabora con materiales de primera mano por él seleccionados y desde su particular punto de vista, un análisis minucioso de esta polémica. G óm ez Casas, Juan (1977a), pp. 69 y sgs., con buen juicio, hace necesarias precisiones a dicho análisis. 450 Suprimió también Prometeo de Madrid, que había empezado a publicarse poco antes. 451 Para un análisis de la citada Plataform a, véase, G ó m ez Casas, Juan (1977a), pp. 108 y sgs.


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que se vivían. N o así en los m edios del exilio in ternacional que se vio envuelto en una vasta polém ica durante algunos años.452 E fectiv am en te, los an arq u istas rusos exiliados en París, P ietro A rchinoff y N éstor M ack n o entre otros, presentarían su particu­ lar visión de la o rg an izació n an arq u ista in te rn ac io n al, tras sus experiencias revolucionarias en R usia. E ste proyecto conocido com o P la ta fo rm a de O rg a n iz a c ió n puede sin te tiz a rse en tres puntos principales: 1) R econocer la lucha de clases com o el fac­ to r m ás im p o rta n te en el siste m a an arq u ista. 2) R eco n o cer el sindicalism o com o uno de los m étodos principales de la lucha y 3) N ecesid ad de una Unión General de los Anarquistas en cada país, basándose en la unidad ideológica, táctica y en la responsa­ bilidad colectiva. Pero, ¿cuál era el interés real de este derroche de energía teórico sobre c u e stio n es que en p rin c ip io p arecían ya resu eltas desde tiem po atrás? E n síntesis, m e inclinaría por afirm ar que lo único resuelto en m ateria de organización es la que se basa en estruc­ turas jera rq u iz ad a s, m ás o m enos m atizad as po r las necesarias transform aciones en la fo rm a, para adecuarse a los cam bios en las relaciones sociales. E n c o n tra r una fórm ula organizativa que sirva para lograr tu s o b jetiv o s, sin m enoscabar el d erech o que tienen lo dem ás a hacer lo propio ya no es tan sencillo, pero los anarquistas lo intentaron y honradam ente convendría reconocer que en ocasiones lo lograron. Porque si nos fijamos atentam ente, los m uchos debates, polém icas, controversias y discusiones que

452 Conviene señalar, no obstante, que fue rápidamente traducida al castella­ no, primeramente publicada por capítulos en la revista de Buenos Aires Suplemento a La Protesta, a partir del número correspondiente al 15 de febrero de 1927 y en 1928 fue publicado como folleto en Beziers: Grupo de anarquistas rusos en el extranjero, Plataforma de organización de la Unión General de los Anarquistas (proyecto).


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jalonaron los años veinte y trein ta, a p u n tan a los aspectos fu n ­ dam entales de la problem ática con la que la ideología anarquista tuvo que enfrentarse y a ía que los h isto riad o res posteriores se han agarrado com o a un clavo ardiendo, en lugar de analizar sus aspectos positivos.

5 .5 . El anarquismo se reorganiza; Ética e Iniciales

C on la fundación de la Federación A narquista Ibérica (FA I), en 1927453 , el anarquism o parecía hab er llegado a un grado de es­ tructuración suficientem ente sólido, después de un largo proceso de intentos m ás o m enos afortunados. N o obstante, dado el c rí­ tico m om ento que se atravesaba, sus m anifestaciones debían ser m odestas, al igual que su influencia en los prim eros años. Priva­ do de órganos de expresión propios, su propaganda, con m iras a una reorganización anarquista, debía apoyarse en m anifiestos o com unicados acogidos en diversos periódicos. G óm ez Casas apunta que la reorganización de los grupos an ar­ quistas «se llevó a cabo a finales de 1925 a escala regional de C ataluña y nacional. Puede decirse que el centro m o to r de esta reorganización fue el grupo «Sol y Vida» que asum ía la form a de un grupo excursionista y te n ía u n a d im en sió n regional; com ­ prendía grupos anarquistas de M an resa, Sabadell, Tarrasa y del A lto L lobregat, así com o de Barcelona»454 . E stos prim eros in ­ tentos serían rápidam ente abortados, pero continuarían con un P leno regional de grupos celebrado en Rubí, localidad próxim a a T a rra sa , c o n s titu y é n d o s e un C o m ité R e g io n a l de G ru p o s A narquistas de C ataluña. C o n la designación de M iguel Jim é ­

453 Sobre su fundación hay pocas cosas seguras. La explicación más completa nos la ofrece Gómez Casas, Juan (1977a), pp. 117 y sgs. 454 Gómez Casas, Juan (1977a), pp. 78.


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nez y J- L lo ch para p o n erse al frente del C o m ité N acional de G G A A , com enzó la reorganización de éstos por todo el país.455 Etica nacida en enero de 1927, en Barcelona fue utilizada como tra m p o lín p e rfe c to p a ra in ic ia r u n a c a m p a ñ a de p ro p ag an d a a n a rq u ista a través d e las c o rrien te s n a tu rista s. Se tra ta b a de «dar un giro al natu rism o estrictam ente terapéutico que venían predicando revistas com o Naturismo y Pentalfa en B arcelona v Helios en Valencia»4j6 . Pero se trataba tam bién de encubrir, m ed ian te actividades culturales, otro tip o de acciones ten d en tes a estru ctu rar u n m ovim iento revolucionario anarquista. C o n este propósito el grupo «Sol y Vida» -im pulsor de la revista íundó un Ateneo Naturista Ecléctico, cuyos propósitos visibles eran la ex­ tensión de la propaganda naturista, al m ism o tiem po que servía de lugar de reunión y lectura457. L a intensa actividad del Ateneo a lo largo de 1928, u n o de los principales prom otores de la F e­ deración N aturista458 , atrajo la atención de la policía, la cual en­ co n tró pruebas de las actividades conspirativas del centro. Su

455 G óm ez Casas, Juan (1977a), p . 79. Para un estudio del desarrollo de los grupos anarquistas españoles exilados en Francia y Los del interior, sobre todo del Pleno Regional de la Federación de Grupos Anarquistas de Cata­ luña, que tuvo lugar el 20 de mareo de 1927, el antecedente más inmediato de la Conferencia de Valencia donde fue creada la FAI, véase Elorza, An­ tonio (1972-74), I, pp. 202 y sgs. y G óm ez Casas, Juan (1977a), p. 97 y sgs. A raíz de este Pleno, comenzó a editarse en Barcelona, en mayo, E l Anarquista, «boletín mensual de movimiento y propaganda libertarios», véase Elorza, Antonio (1972-74), I, pp. 203204, quien añade que «la penu­ ria de medios está redactado a mano y tirado a multicopista con alcohol informa sobre la precariedad de! movimiento en la clandestinidad». 456 Elorza, Antonio (1972-74), II, p. 398. 457 Elorza, Antonio (1972-74), II, p. 399. 458 Ibid.


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d ire c to r A lb e rto F a n ó n R ovira fue encarcelado459 y la revista Ética suspendió sus publicaciones durante un mes. Sin em bargo, los p ro b le m as e c o n ó m ico s no p u d ie ro n so lu c io n a rse y com o consecuencia dos m eses después en enero de 1929 la revista fue suspendida definitivam ente. Al m enos en apariencia, ya que sin transición vino a ocupar la vacante la revista Iniciales, la cual heredó el archivo de aquélla, p ero ta m b ié n sus p ro b lem as eco n ó m ico s q u e en n in g ú n m o ­ m ento dejaron de pesar sobre ella460 . Sus in te rru p c io n e s m ás espectaculares se produjeron en ju lio de 1929, al ser encarcelado to d o el g ru p o e d ito r; e n 1934, com o co n sec u e n c ia del m ovi­ m iento de octubre, po r asalto a la redacción, du ran te la noche, a cargo de los fascistas de «A cción C iudadana», apoyados por la guardia civil, saqueando y quem ando todo el papel (revistas, fo­ lletos, etc.) y por últim o en julio de 1936.461 T an to Etica com o Iniciales estaban adscritas ideológicam ente al individualism o anarquista462 , uno de cuyos principales exponen­ tes fue José E lizalde. E sta tendencia nunca tuvo en E spaña es459 Elorza* Antonio (1972-74), II, p. 400. 46Q Véase «A los lectores de E tica, por la redacción, Iniciales (Barcelona), n .l (febrero 1929), página 1 del suplemento y también, «De nuevo en la bre­ cha», I d , A.IX, n .l (1 abril 1937), 23, editorial de la reaparición, después del paréntesis obligad® provocado por la insurrección fascista de 1936. 461 «De nuevo en la brecha», cit. 462 Después de las actividades de los grupos anarquistas individualistas a fina­ les del siglo XIX y principios del XX, éstos parecieron ser engullidos por la frenética actividad organizativa de los grupos anarco-comunistas y del anarcosindicalismo; sin embargo, vuelven a manifestarse en esta etapa con un cierto vacío organizativo y seguirán activos en e) interior del país hasta 1939. Un buen trabajo sobre estas revistas los constituye el de D iez, Xavier (2002b), passim y sobre el anarquismo individualista la tesis de este mismo autor D iez, Xavier (2002 a), passim, que pronto será publicada por la edito­ rial Virus de Barcelona.

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pecial importancia, pero en algunos momentos se manifestó Con cierta fuerza sin que llegara a alcanzar un gran desarrollo. Am­ bas revistas se vieron muy influidas por el pensamiento de los individualistas Han Ryner y André Lorulot.463

Hermoso Plaja, director en 1924 en la edición de Barcelona

463 Elorza, Antonio (1972-74), ll,p . 398.


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CAPÍTULO VI

jTg República de los trabajadores

6 .1 . La prensa anarquista y anarcosindicalista de nuevo en la brecha

Al relativo silencio im puesto por la dictadura a las publicaciones anarquistas y anarcosindicalistas, seguirá, después de la dim isión de P rim o de Rivera en enero de 1930, Una avalancha en cascada de las m ism as. Este fue un año de conspiraciones, huelgas, m a ­ n ifestaciones, sublevaciones. D a la im p re sió n que la caída del dictad o r abrió la espita de la efervescente oposición al régim en. La situación de relativa tolerancia que inauguró el general Berenguer fue aprovechada por partidos, sindicatos y grupos, para inclinar la balanza a su favor. E l a n a rc o s in d ic a lism o te n ía u n a ta re a u rg e n te que realizar: a g ru p a r y re o rg a n iz a r sus tuerzas. A ello se d ed icó con e n tu ­ siasm o. Y com o base necesaria, una vez m ás, la extensión de la propaganda y com o consecuencia el su rg im ien to de periódicos que fac ilita ra n la tarea. Pero las fuerzas n o eran hom ogéneas. D os grupos principales se disputaban el control ideológico de la C N T . Por un lado los sindicalistas libertarios, en m ejor posición, fueron los p rim eros en abrir el fuego. Su ó rg an o Acción llevó a cabo una intensa cam paña organizativa. A yudado por otros g ru ­ pos y periódicos Acción Social Obrera y ¡Despertad! inició las ges­ tiones necesarias para hacer reaparecer el ó rg an o decano de la prensa confederal barcelonesa Solidaridad Obrera. El grupo «So­ lidaridad», anim ador del periódico Acción, consiguió, después de


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casi dos años de sucesivos intentos, editar Revista Obrera, surgi­ da con el definitivo títu lo de M añana 464. R evista teórica, cuyo objetivo fundam ental fue la arm onización ideológica de la C N T y la consolidación del proyecto sin d icalista revolucionario. La re p re sió n de o c tu b re d e tu v o su c a m in o d u ra n te dos m eses; cuando reapareció en enero de 1931, sus problem as se habían m ultiplicado. El in terés estaba fijo en problem as prácticos que hacían inviable por el m om ento su proyecto. E n junio desapare­ ció definitivam ente. E n 1932, siguiendo esta m ism a línea, apa­ reció en Valencia, Orto, dirigida po r M arín Civera. Los trabajos para la reaparición de Solidaridad Obren en Barce­ lona, com enzaron al poco tiem po de la caída del dictador. E n un P len o celebrado el 17 de m ayo se acordó agilizar las gestiones para la p ro n ta salida del diario; se nom bró director a Joan Peiró y adm inistrador a Pedro M assoni465. El C om ité Regional acordó d ifu n d ir 50.000 octavillas p o r to d a la región, que en form a de p a sq u ín fu e ro n e n g a n c h a d a s e n p u e b lo s , c iu d a d e s y aldeas, a n u n cian d o la próxim a aparición de Solidaridad Obrcn¿hb . La F ederación L ocal de M a n re sa a req u isito ria del citad o com ité cedió 15.000 pesetas rein teg ra b le s para ayudar a la salida del

464 La idea tomó cuerpo en junio de 1928, véase, ¡Despertad! (Vigo), n.9 (16 junio 1928), cit. por Elorza, A ntonio (1972-74), 11, 401. Véase, también, Acción Social Obrera (San Feliii), n.12 (29 septiembre 1928); «En torno a Revista Obrera», por Roldan Cortada, id., n.17 (3 noviembre 1928), 1, sucediéndose, a partir de ese momento, los artículos en apoyo de la idea. Para una explicación del cim bio de nombre de la revista, a cargo de Ra­ món Acín, véase, M añana (Barcelona), n .l (mayo 1930), 16. 465 Pou, Bernardo, Magriñá,J.R. (1933), p. 53. 466 El texto de la octavilla en Pou, Bernardo, Magriñá, J.R. (1933), pp. 5556, con una larga lista de colaboradores. Además de Peiró, figuraban como redactores, Eusebio C. Carbó, Sebastián Clara, Pedro Foix (»Delaville»), Ramón Magre.

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d ia rio , d e sp u é s de que u n a a sa m b le a de los tra b a ja d o re s de aquella ciudad así lo decidiera.467 C o n el fin de tom ar acuerdos en torno a la salida del diario, ju n ­ to a otros tem as, el C om ité catalán en funciones convocó a toda prisa una C onferencia R egional que tuvo lugar el 6 de julio. E n ella se confirm ó a los redactores previam ente elegidos por el d i­ rector y se dio lectura al «D ictam en de la Ponencia» sobre adm i­ n istració n . B ásicam ente se tra tab a del c o n te n id o del diario; el p e rso n a l lo fo rm arían cinco red a c to re s, in c lu id o el d ire c to r y cuatro en la adm inistración, incluido el a d m in istra d o r general; n o m bram iento adem ás de un C onsejo C onsultivo que realizaría desde ese m om ento todos los trabajos preparatorios, publicidad, presupuestos, personal y recaudación. Se contem plaba la posibi­ lidad de ad q u irir im p ren ta propia a m ed id a que m ejorase el es­ tado económ ico, así como el aum ento de páginas, etc.468 Los esfuerzos se vieron coronados po r el éxito y el 31 de agosto apareció el prim er núm ero del diario. E n la C onferencia R egio­ nal prim eram en te suspendida en vista de la convocatoria nacio­ nal y m ás tarde convocada de nuevo a petición de algunos sindi­ catos que tuvo lugar el 5 y 6 de octubre, la discusión en torn o a la m archa del diario ocupó un lugar im p o rtan te en u n orden del d ía b a sta n te apretado469 . M assoni, su a d m in istra d o r, h izo una detallada exposición de las vicisitudes para en co n trar im prenta y el déficit diario de 350 pesetas que representaba el no disponer de una propia. D espués de m uchas in te rv en c io n es en pro y en contra, se acordó hacer las gestiones necesarias para su adquisi­ ción y al efecto se nom bró una ponencia com puesta por S antia­

467 Para una descripción detallada del desarrollo de dicha asamblea, véase, Pou, Bernardo, Magriñá, J.R. (1933), pp, 5658. 468 Pou, Bernardo, Magriñá, j.R . (1933), pp. 7677. 469 Ei orden del día en Pou, Bernardo, Magriñá, J.R. (1933), p. 127.

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Ac h a t a

go Fernández, Pedro M assoni, Joan Peiró, B ernardo Pou, Saña y Bueso470 . C u ando esta presentó el presupuesto, se acordó, luego dé m uchas discusiones, en treg ar íntegras las cotizaciones de las semanas 43 y 44 para cubrirlo.471 E n la o tra vertiente ideológica de la C N T , los grupos anarquis­ tas integrados en la FA I com enzaron a ed itar de nuevo Tierra y Libertad que trab ajó ta n to en la reo rg a n iz a c ió n de los grupos com o en el de la C onfederación. O rganos locales y regionales se sucedieron sin interrupción, com o una avalancha en cascada. Pero in cluso antes que e n B arcelo n a, la c ab ecera Solidaridad Obrera m anifestó su presencia de in m ed iato en diversas locali­ dades. El p rim er perió d ico de este títu lo apareció en H uelva alrededor de mayo, com o órgano de los sindicatos de esa ciudad y su provincia4' 2, C o n toda seguridad se editó allí lo que resulta­ ba insólito po r tos problem as que atravesaba la C onfederación Regional A ndaluza en la ciudad de Sevilla, debido a la escisión com unista. Peiró y C lara se vieron obligados a confesar su fraca­ so en la solución de los m ism os473 . A pesar de las dificultades y de «ciertos sujetos»474 pudo llegar hasta el C ongreso R egional, 470 Pou, Bernardo, Magriñá, J.R. (1933), pp. 133 y sgs. 471 Pou, Bernardo, Magriñá, J.R. (1933), pp. 142143. Después de intensos esfuerzos económicos pudo adquirirse la rotativa del periódico madrileño La Libertad. 472 El primer numero que se conoce es el 2 del 17 de mayo, siendo su admi­ nistrador Manuel Pórtela. 473 Peiró, J. y Clara, S,, «Desde Sevilla/Lo que estaba previsto», Sevilla y junio 1930, S.O. (Huelva), n.5 (14 junio 1930), 2. Para una descripción del pro­ ceso de esta escisión protagonizada por M anuel Adam e, véase, Elorza, Antonio (1972-74), II, pp. 416 y sgs. 474 Cornejo, I., «Alto y Claro», S.O. (Huelva), n .lü (13 septiembre 1930), 4.


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pero le fue im posible ir m ás allá. El 14 de octubre fueron dete^ nid o s sus redactores y los sindicatos clausurados4' 5 . E l com ité re g io n a l to m ó e n to n c e s el a c u e rd o de q u e re a p a re c ie ra en Sevilla.476 L a tra y e c to ria de Solidaridad Obrera de V alencia fue tam bién m uy accidentada y pasó por diversas fases. E n la prim era de la que no se conoce ningún ejem plar com enzó a publicarse a fina­ les de m ayo de ese año y fue su spendida probablem ente en n o ­ viem bre. R eapareció en m arzo del año siguiente con el nom bre de Solidaridad 477 y en un núm ero no determ inado, pero anterior al 30 (17 o c tu b re 1931), c a m b ió la c a b e c e ra p o r Solidaridad Obrera, continuando la num eración. El diario catalán fue el tercer periódico de esta cabecera que ini­ ció sus publicaciones el año 1930, concretam ente el 31 de agos­ to, en su 6 a época. D os meses y m edio después lo hizo Solidari­ dad Obrera de La C oruña en su 3a época.478 T a m b ié n com enzaron a aparecer las tradicionales cabeceras de los grupos anarquistas: E l Productor e n B arcelona, en junio, re­ novando su p ro paganda en favor del m ovim iento obrero anar­ q u ista (M O A ), Redención de A lcoy, en a b ril, E n Marcha , en Santa C ru z de Tenerife, en junio, etc. Igu alm en te se m ultiplica­ ro n los portavoces de los sindicatos: E l Sembrador de Igualada,

475 La Revista Blanca (Barcelona), n_183 (1 enero 1931), 149, E! último nú­ mero que se conoce es e! 10 ya citado. 476 Efectivamente reapareció en Sevilla, pero un año después y con el titulo de Solidaridad Proletaria. 477 El primer ejemplar es del 28 de marzo y el último conocido el 17 es del 18 de julio. 478 El primer número es del 15 de noviembre. Se ignora porque se le asignó 3a época, va que no se conoce ninguna referencia de la 2a.


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problem as ideológicos derivados de la escisión frentista 487 y los ataques recíprocos de que fue objeto por parte de la Federación Sindicalista L ibertaría y sus órganos de prensa Cultura Liberta­ ria y Sindicalismo 488 A l re a p a re c e r in sta ló la re d a c c ió n en la calle N u e v a de San F rancisco, 3, im p rim ié n d o se en los talleres de P u b licacio n es G ráficas, M u n ta n e r, 49489. Su cu erp o de redacción lo com po­ nían: Juan Peiró, director, E usebio C . C arbó, R am ón M agre, P. Foix (Delaville) y Sebastiá C lara, redactores y com o adm inistra­ dor Pedro M assonr490 . E ste equipo se m odificó en varias ocasio­ nes a lo largo de su trayectoria491. E l 8 de junio de 1931 entró en funciones el cuerpo de redacción elegido en la C onferencia R e­ gional, co m p u esto por; Peiró, d irecto r, C lara, secretario de re­

487 Un excelente trabajo sobre el trentismo en Cataluña lo constituye el estu­ dio de Vega, Eulalia (1980), passim. 488 «Problemas confederales/¿A quién representa Solidaridad Obrera}», Cultu­ ra Libertaria (Barcelona), 49 (21 octubre 1932), 3; «¡Leed trabajadores!, Solidaridad Obrera regentada por déspotas», Sindicalismo (Barcelona), 23 (21 julio 1933), 1. 489 En esta imprenta se editaban E l D ía Gráfico y La Noche. C om o ya se ha visto, para evitar la sangría económica de la imprenta, se compró poco más tarde una rotativa y se instaló en la calle Consejo de Ciento, 241, donde se ubicó también la redacción. 490 Massoni fue uno de los firmantes del manifiesto de los treinta y esto le acarreó no pocos problemas cuando el diario pasó a manos de la facción contraria. En el Pleno Regional de marzo de 1933 fue duramente atacado por su gestión, más por cuestiones ideológicas que por competencia admi­ nistrativa. La consecuencia fxie su dimisión irrevocable, véase, Peirats Valls, José (1978), pp. 7784. 491 Para una descripción detallada de estos primeros meses de vida del perió­ dico, véase, Peirats Valls, José (1978), pp. 36 y sgs.


S o lid a rid a d O brera

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dacción; Felipe Alaiz, R am ón M agre, R icardo Fornells, A gustín Gibanel y Progreso A lfarache, redactores492. La tirada m edia osciló e n tre los 20,000 y los 40.000 ejem plares que conocería un a u m e n to sin p rec e d e n te s a p a rtir de ju lio de 1936. E n el p rim e r n ú m ero de e sta 6 a ép o ca d ecía refirién d o se a la cam paña de agitación a favor de los presos po r cuestiones socia­ les: Solidaridad Obrera portavoz elevado y genuino de las organizacio­ nes y de los ideales de emancipación económica, moral v política, en cuya defensa cayeron nuestros presos, al publicar su primer número después de seis años de suspensión y de mutismo impues­ tos por la violencia, cumple gustosa el deber moral ineludible y sagrado de incorporarse a su santa cruzada cuyo epílogo no puede ser otro que la reintegración de nuestros hermanos a la vida relati­ vamente libre y al afecto de los suyos.4''1

L a prim era suspensión grave la tuvo a solo dos meses de su sali­ da. El día 2 de noviem bre fueron suspendidos los voceros a n a r­ cosindicalistas, por orden judicial, durante un mes*9'1 . C uando el 4 de diciem bre reapareció había incorporado, com o redactor-corresponsal de M adrid, a R am ón J. Sender. E n La C o ru ñ a apareció el órgano co n fed eral de G alicia preci­ sam ente en este intervalo de suspensión de los dem ás, teniendo su redacción en la calle Federico T apia, 26 e im prim iéndose en la tipografía obrera, Socorro, 3. E n su núm ero inicial declaraba: 492 E l Luchador (Barcelona), 23 (12 junio 1931), 2, 493 «Al reaparecer», S.O. (Barcelona) (6a época), 1 (31 agosto 1930), 1. 494 En esta suspensión debió estar incluida Solidaridad Obrera de Valencia, junto con otros periódicos.

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Aparecemos o reaparecemos en estas lides periodísticas para seguir una trayectoria trazada ya por otros precursores del movimiento emancipador [...]. Nuestra posición será clara y diáfana.495

C o n tin u ó publicándose h asta 1934, siendo susp en d id o segura­ m en te a raíz de la revolución de octubre e n A stu rias. E n esta región no apareció el p eriódico confederal hasta ju lio de 1931, com o siem pre en G ijó n , pero en esta ocasión con el títu lo Soli­ daridad y com o ó rgano de la C R T de A stu rias, L eó n y P alencia496 . L a redacción y a d m in istra c ió n se in staló en la C a sa del Pueblo de G ijón, pero p ro n to a p artir del 22 de agosto se trasla­ dó al edificio de la im p re n ta que era com o siem pre «La V icto­ ria», calle L ibertad, 53. E stuvo dirigido in d istin tam en te por Se­ gundo Blanco, José M aría M a rtín e z o A e ra d o B artolom é.497 E n su reaparición afirmaba: Después de larga suspensión vuelve el órgano de la Confederación Regional del Trabajo de Asturias, León y Palencia, a ponerse en contacto con el proletariado de la Región, C om o mandatario de los trabajadores afectos a la C N T este semanario no puede tener otra orientación que la marcada por los Congresos confederales sin otros intereses que defender que los de la clase explotada. Hablar de propósitos nos parece inútil: Solidaridad será como sepamos y com o podamos hacerla los trabajadores que la redactamos, por designación del Pleno Regional. El periódico debe tener seis pági­ nas y ello será un hecho cuando la tirada alcance, por la menos, 495 S.O. (La Coruña), 1 (15 noviembre 1930), 1, en este número y en los si­ guientes se incluyen las sesiones del Pleno Regional celebrado en La C o­ ruña los días 21 a 24 de septiembre de 1930. 496 El primer número es del 16 de julio de 1931 y el último conocido el 36 del 19 marzo 1932. 497 Álvarcz, Ramón (1973), p. 441.

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finco mil ejemplares, a los que esperamos ha de llegar rápidamen­ te. Queremos que Solidaridad tenga vida propia y se desenvuelva sin necesitar la ayuda de las cuotas sindicales, por eso comienza con las cuatro páginas, para empezar con plena autonomía econó­ mica. El formato no puede ser mayor porque la máquina de nues­ tra imprenta no da para más.498

Y este m ism o año, en septiem bre, reapareció en Sevilla el órga­ no confederal con el títu lo de Solidaridad. Proletaria y portavoz de la C R T de A ndalucía y E xtrem adura.499 Volviendo al diario de Barcelona, la crisis interna provocada por las po sicio n es frentistas e n fre n ta d a s a las faístas, p re c ip itó un cam bio en la redacción, pasando Felipe A laiz a sustituir a Peiró al frente del m ism o, por decisión del Pleno R egional iniciado el 11 de octubre de 1931, después de acalorada discusión.500 Sería excesivam ente m onótono citar cada u n a de las suspensio­ nes que sufrió: com o norm a era suprim ido cada vez que se pro ­ ducía algún acontecim iento de cierta gravedad (insurrecciones, m otines, huelga general, etc.). A raíz del levantam iento anarquista de diciem bre de 1933, que acabó fracasando com o los anteriores, fue de nuevo suspendida

498 S.O. (Gijón), 1 (18 julio 1931}, 1. H e incluido tan larga cita porque con­ tiene datos interesantes sobre el periódico. Más (arde aumentó a ocho las páginas reduciendo aún más el formato. 499 Debió aparecer el 19 septiembre. El primer número que se conoce es el 9 del 14 noviembre 1931 y el 26, el último, del 30 abril 1932. Aunque no me consta, tanto este periódico como Solidaridad de Gijón debieron interrum­ pir sus publicaciones para ayudar a la aparición del diario C N T en Madrid, órgano nacional de la Confederación, decidido en el Congreso del C on­ servatorio del año 1931. El primer número de este periódico apareció el 14 noviembre 1932. 500 Véase E l Luchador (Barcelona), 42 (23 octubre 1931), cit. por Elorza, A n­ tonio (1973), p. 353.

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la aparición del diario. E sta vez fue m ás larga que las anteriores y para llenar el vacío apareció en febrero del año siguiente Soli­ daridad que te n ía c o m o s u b títu lo : « D ia rio de los tra b a ja d o ­ res»501 . T a n to la redacción y ad m in istració n com o la im prenta estaban situadas en los talleres de Solidaridad Obrera, en la calle Consejo de C iento. AJ salir decían: Un nuevo vocero sale a la luz pública en Barcelona. V iene a susti­ tuir, m odestam ente, un vacío insustituible [...]. Salim os en un momento difícil para la vida de las organizaciones obreras que nos son caras...502

Su corta vida dio paso al tradicional órgano catalán que reapare­ ció en abril. Su equipo de redacción estaba com puesto po r M a ­ nuel Villar (director), Felipe Alaiz, A lejandro G . G ilabart y Eusebio C. C arb ó , a los cuales se sum ó José Peirats e n agosto503 . E s bien co nocida la represión que siguió a la in su rrecció n de octubre; sin em bargo el diario confederal catalán no sufrió nin­ g u n a consecuencia. C o m o la situación era e n extrem o b o ch o r­ nosa, los redactores d ecidieron cargar las tin ta s y u n a sem ana después de los hech o s del 6 de o c tu b re ap a re c ió en letras de m olde un editorial con el título: «¡Abajo la pena de m uerte!. La suspensión hie inm ediata.504 Solidaridad Obrera de V alencia, que c o n tin u a b a publicándose, fue igualmente; suspendido a raíz de estos acontecim ientos.

501 El primer número es del 13 febrero 1934 y el último el 22 del 11 marzo. 502 Solidaridad (Barcelona), n .l (13 febrero 1934), 1. 503 Peirats Valls, José (1978), p. 43. 504 Peirats Valls, José (1978), p. 45 y sgs.; este autor hace un vivido relato de aquellos acontecimientos de los que fue protagonista directo.


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A m b o s p e rió d ic o s rea p a rec iero n en en ero del a ñ o s ig u ie n te , pero el ó rgano valenciano se trasladó pocó después a Alcoy505 . A l em pezar a publicarse en aquella ciudad declaraban: Quizá reaparece nuestro semanario con un poco de retardo [...].El paréntesis ha sido largo Sepamos todos estar a la altura de los m omentos. La situación es grave. Las izquierdas en el poder no harán otra casa que repetir la nefanda labor de! primer bienio...506

E ste periódico desapareció en su núm ero 127 del 17 de julio de 1936, un día antes de la rebelión m ilitar en la península. Solida­ ridad Obrera de B arcelona siguió publicándose ya sin in te rru p ­ ciones hasta el desenlace final de enero de 1939. El desaparecido ó rg a n o de la reg io n al g alaica volvió a la p a le s tra ta m b ié n en 1935 en ju n io pero esta vez con el título de Solidaridad c poca 1. Su red acció n , a d m in istra c ió n e im p re n ta sig u iero n siendo las m ism as que an terio rm en te. Fue bruscam ente in terru m p id o por causa de la rebelión m ilitar triunfante en G alicia.507

6 .2 . la jauría: apuntes para una historiografía del anarquismo

C o m e n ta b a en la in tro d u c ció n a este ensayo, que un d e te n id o análisis de lo que algunos escritores han expresado en to m o a! anarquism o nos desvelaría algunos de los rasgos más destacados

505 Se ignoran las causas del traslado a Alcoy de la publicación, pero entre el último numero publicado en Valencia el 114 del 14 febrero 1936 y el pri mero publicado en Alcoy el 115 del 23 de abril, transcurrieron más de dos meses. 506 «Editorial/Coincidiendo con el prometente (sic) resurgir sindical de la Región reaparece Solidaridad Obrera», S.O. (Alcoy) 115 (23 abril 1936), 1. 507 El primer número debió aparecer el 29 de junio de 1935. El primero que conocemos es el 4 del 20 julio y el último el 56 del 18 julio 1936.

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de la acción de los anarquistas y las bases sociales de la represión contra los m ism os508 . A sim ism o, los escritos de los historiadores p u eden desvelarnos el lado oscuro de la h isto ria , p o rq u e si es im p o rtan te la investigación del desarrollo histórico, pienso que es aún m ás im p o rta n te investigar la evolución que d e la in te r­ pretación histórica hacen los propios historiadores, ya que esto nos perm ite observar la evolución de la p ro p ia sociedad en la que estas interpretaciones históricas se llevan a cabo y nos sirve de baróm etro para calibrar su categoría ética. M u y pocos h isto ria d o res h an e stu d ia d o el anarquism o con un m ínim o de im parcialidad, porque la in m en sa m ayoría parte de un prejuicio fu ertem en te arraigado en ellos. Por u n lado, ha sido considerado siem pre com o u n a ideología sin u n program a polí­ tico claro, con una fuerte tendencia a resolver los problem as so­ ciales m ed ían te la violencia, y p o r otro, se tien d e a leg itim ar al E stado y a sus instituciones, así com o a las instituciones econó­ m icas, aunque éstas se basen en la razón de la fuerza, siem pre justificando los hechos con el consagrado tópico del m al m enor y co n secu en tem en te se in crim in a cualquier tip o de acción que tienda a com batir ese estado de cosas. O bviam ente no es mi in ten ció n llevar a cabo una historiografía del anarquism o, pero sí quisiera m ostrar algunos casos que pue­ den ilustrar lo que he dicho hasta ahora. A p rin c ip io s del siglo XX, u n in te le c tu a l de c ie rto p restig io , G ustavo la Iglesia, no dudó un solo m om ento en plagiar el libro de un sociólogo alem án sobre la ideología anarquista. Su objeti­ 508 Ha habido ya algún intento en este sentido, p.e., Álvárez Junco, José, «La literatura sobre la cuestión social y el anarquismo», en Estudios sobre histo­ ria de España (Homenaje a Tunón de Lara), Madrid, 1981, tomo I, pp. 391398.

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vo explícito, d em oler los fundam entos teóricos del anarquism o. A la A cadem ia de C iencias M orales y P olíticas debió parecerle un plagio excelente, porque le concedió el prem io que otorgaba anualm ente. U n correligionario suyo, b astan te más honesto, p u ­ so de relieve el fraude, señ alan d o con p e rp le jid a d que la parte del lib ro q u e era de su co sech a y q u e tr a ta b a d e ac ab a r p a ra siem pre con el anarquism o, parecía d ar la raz ó n a los anarquis­ tas. «Lo que tiene de investigación, p o c o es de prim era m ano y m u c h o c o p ia d o lite ra lm e n te . L o q u e tie n e de re fu ta c ió n es b lan d o , e le m en ta l, pobre; casi c o m p ro m e te las d o ctrin as que d e fie n d e ; casi convence de que son ex actas las d o c trin a s que com bate».509 E n otro orden de cosas, la historiografía ha considerado siem pre la actuación del anarquism o bajo la II R epública com o inconse­ cu en te, falta de un program a concreto que posibilitase la cons­ trucción de una alternativa real, etc. A sí se expresaba, por ejem ­ plo, el histo riad o r norteam ericano BrademasP10 , aunque con re­ lativa m oderación, pero siguiendo su estela y cada vez con m a­ yor furor, otros h istoriadores han tra ta d o el anarquism o bajo la II R epública com o si se tratase de u n a feroz ja u ría acosando a u n a inocente gacela. Siguiendo en esta línea, el h istoriador a ra­ g onés Ju liá n C asanova p resen tó hace unos años su particu lar visión del tem a 511 , pero «pese a la d u rez a co n que les tra ta en ocasiones, C asanova tiene una cierta ten d en cia, pues, a exculpar 509 El libro plagiado, Eltzbacher, Paul, E l anarquismo según sus más ilustres representantes, Madrid, s.a. El plagio, La Iglesia Gustavo, Caracteres del anarquismo en la actualidad, Barcelona, 1907 (2a, revisada y puesta al día); 456 páginas. La edición premiada por la Academia es de 1905. La reseña crítica en Nuestro Tiempo, 25 enero 1907, por Severino Aznar. 510 Brademas, John (1974),^>ai(im. 511 Casanova,Julián ( \ l)97),passim.

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a los anarquistas». Estas afirm aciones respecto a las tesis m ante­ nidas po r C asanova fu ero n escritas p o r el h isto ria d o r Alvarez Junco al hacer la reseña del libro citado, lo que equivale a afir­ m ar que, a pesar de todo, aun no se ha in crim in ad o suficiente­ m ente la actu ació n de los a n a rq u ista s en ese perio d o . Y así es efectivam ente, ya que el p ro fe so r Ju n co , basándose en un ruin neoliberalism o, afirma: D escribe también los m ecanism os insurreccionales, tan ensayados en 19321933: en ocasiones raras-, lúe la propia dirección confede­ ral la que aprobó llam am ientos a huelgas generales en coda Espa­ ña, que casi nadie siguió; en otras, la mayoría, fueron «grupos anar­ quistas iluminados por visiones catastrofistas» quienes se presenta­ ron en los pueblos y se lanzaron a aventuras que la dirección se veía obligada después á avalar. Luego, con los derrotados en la cárcel, la fuerza de los radicales contra los m oderados residía en los comités de presos, que explotaban la m ala conciencia de los sindicalistas. E n m uchos de estos rasgos, el m undo confcderal recuerda al del radicalismo abertzale actual.513

D e este m odo se sitúa ju n to a la tó n ic a neoliberal del m étodo com parativo m ezquino y falto de sentido, com o cuando un con­ trovertido periodista com paró a K ro p o tk in con Ben L aden513 o com o el hisp an ista H u g h T h o m a s, quien declaró sin sonrojarse que los talibanes siguen hoy las m ism as tácticas que seguían los anarquistas:

512 Alvarez Junco, José, «La C N T en los años treinta», Revista de Libros, 16. (abril 1998), 3-5. 513 Cfr. Pedro J. R am írez, «Recordad a Polifem o», E l M undo (M adrid) (16 septiembre 2001).

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Las frases que levantaban y animaban a los activistas anarquistas en los años treinta contra la burguesía son iguales a las que sirven hoy a los fundamentalistas islámicos para cometer crímenes, según el historiador.514

Pero el profesor Junco no se detiene aquí, co n tin ú a sus sistem á­ tica labor de descalificación y así afirm a refiriéndose a la situ a­ ción creada en julio de 1936: Pero que la C N T ejerciera poder no significa que hubiera, en la España republicana de 19361937, una situación de «doble poder». Contra la interpretación dcTrotski y contra los BrouéTémime a los que antaño leimos fervorosamente, no había una pugna entre un poder popular, constituido por milicias, tribunales populares y comités espontáneos, y otro gubernamental debilitado que intenta­ ba encauzar el desbordado torrente revolucionario. Lo que bahía era

.515

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E xisten otras m uchas perlas del m ism o fulgor en esta significa­ tiva recen sió n de A lvarez Junco, a la cual rem ito a quien esté in te re sa d o en la evolución de la h isto rio g ra fía neoliberal. N o o b sta n te , este p restigioso h isto ria d o r a firm ó , hace ya algunos años, al reseñar la obra de T em m a Kaplan516: Nada hay más peligroso para un investigador de los fenóm enos sociales que creerse con fe obstinada su propio esquema interpretativo. Peligro agravado, en los medios académicos, por la casi universal exigencia de producir y defender estudios novedosos y resonantes. Uno de los excesos a que frecuentemente

514 Cfr. E l País (Madrid) (9 octubre 2001). 515 Alvarez Junco, José, art. cit. El subrayado es mío. 516 Kaplan, Temma (1977).


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lleva esta necesidad consiste en distorsionar algún dato que otro para lograr que ajuste en el brillante preconcebido.517

L o cierto es que el período republicano propició un extraordina­ rio desarrollo de los g ru p o s an arq u istas, siguiendo el m odelo a n terio r, pero m ucho m ás ex ten d id o y p ro fu n d o 518 . T odo este en tram ad o organizativo de grupos y ateneos ya existía antes de q ue fuera p roclam ada la república, p ero en las h isto rias al uso parece com o si h u b ieran desaparecido y en su lugar se hubiera entronizado la FA I, com o u n a especie de bestia negra, dispuesta a devorar la república.519 Los ateneos libertarios se m ultiplicaron y contribuyeron sin d u ­ da alguna a p o ten c iar ese ferm en to c u ltu ral, característico de este período y que será muy difícil que pueda volver a repetirse. Y del m ism o m odo que hu b iera sido m uy difícil la pervivencia de la C N T , som etida a una dura represión desde su m ism o n a­ cim iento, sin el apoyo de los grupos anarquistas, m uchos de ellos en el más absoluto anonim ato, tam bién resulta difícil explicar la agitación popular bajo la II república, sin tener en cuenta la ac­ tu ació n de los gru p o s an arq u istas o de los aten eo s libertarios. Igualm ente este espíritu fue el que im pregnó a la época que ana­ lizam os. H u b ie ro n huelgas e insurrecciones c o n tra el E stado, claro, pero en las condiciones en que vivían los trabajadores y ya desengañados de las prom esas de los políticos, hubiera sido difí­ cil que no se produjeran, aunque no hubiera existido la Federa­ ción A narquista Ibérica. 517 Alvarez Junco, José, «Sobre el anarquismo y el movimiento obrero anda­ luz», Estudios de Historia Social, III, 10-11 (abril-junio 1979), p. 275. 518 Véase, para el caso de Valencia, el estudio de Navarro Navarro, Francisco Javier (2002), passim. 519 Un brillante análisis de esta cuestión, para el caso de Andalucía, en Gutié rrez Molina, José Luis (1993), pp. 103 y sgs.


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Sin em bargo, aunque no deja de ser cierto que m uchos grupos se encuadraron en la FA I, ésta no tuvo una im portancia efectiva hasta p o r lo m enos 1933 y aun en to n ces, la federación de los grupos, al m argen de com ités fue m uy im p o rta n te . Pero es que adem ás h ubieron m uchos grupos que nunca se integraron en la o rg an iz ac ió n faista y ló g icam en te d esap arecen del h o riz o n te histórico. P a ra c o n c lu ir q uiero señalar, tal co m o escrib e D o lo rs M a rín «que de no haber existido una am plia y desconocida base hu m a­ na con u n a clara conciencia, prep arad a ideo ló g icam en te y que podía fácilm ente identificarse con los actores de un proceso de cam bio social, difícilm ente se hubiera p roducido un fenóm eno com o el de la revolución española del 3 6 -3 9 . E s decir, que fe­ nóm enos com o el de las colectivizaciones, la larga tradición de escuelas racionalistas y el a u to d id a ctism o o b rero o p arte de la form ación de milicias, etc., no se pueden explicar si no tenem os en cuenta que du ran te años, hom bres y m ujeres en grupos, dis­ cutían sobre la posibilidad real de este cambio».520 Por ello, en mi opinión, lo que se tra ta en realidad al despresti­ g iar o m in im iz ar la acción social del an arq u ism o , lo que yo he d ad o en lla m a r «cultura an arquista», es o c u lta r el hecho, m ediante la elaboración de brillantes y com plicadas teorías históri­ cas, por los general faltas de consistencia, de que la lucha contra el C a p ita l y el E stado, por m edio de la autoorganización, es p o ­ sible.

520 Marín i Silvestre, Dolors (1989-1990), p. 401.

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6 .3 . La República contra tos trabajadores

L o que d u ra n te la II re p ú b lic a se p ro d u jo en el m o v im ie n to a n a rq u ista fue u n a c o n tin u a te n s ió n e n tre dos co n cep cio n es diam etralm ente opuestas del desarrollo de la revolución, por un lado aquellos q u e co n fiab an en una in su rrecció n apoyada p o r u n a gran parte, de los trabajadores y aquella otra que p reten d ía un cam bio ideológico en p ro fu n d id ad en la conciencia del in d i­ viduo. E sta era la situación del m ovim iento anarquista cuando el 14 de abril de 1931, por la fuerza de la presión popular, especialm ente en las ciudades, era proclam ada la segunda república. E n contra de las críticas que se h an h e c h o a la op o sició n larv ad a de los anarquistas a la proclam ación de la m ism a, existen pruebas sufi­ cie n tes que d e m u e s tra n que si no e sta b a n de acuerdo con la m ism a, tam poco se plantearon una oposición frontal en los p ri­ m eros m o m e n to s. C o m o alg u ien ha a firm ad o , se lim ita ro n a quedarse a la expectativa, aun a sabiendas que el gobierno repu­ blicano sería incapaz de resolver los problem as que el país arras­ traba desde siem pre, especialm ente en lo que hacía referencia a la cuestión cam pesina. El viejo anarquista italiano M alatesta, desde su confinam iento en R om a escrib ía a su am ig o y c o rre lig io n a rio B o rg h i, e n tre otras cosas,: «soy de la opinión que los anarquistas y sindicalistas españoles no su p iero n ap rovechar la ocasión que les ofrecía la revolución del 14 de abril con el consiguiente entusiasm o popu­ lar»521 . M ien tras N e ttla u se dejaba llevar por el entusiasm o del m om ento, hasta el punto de llegar a creer en una hipotética co­ laboración entre los anarquistas y un gobierno para contribuir a prolongar un estado de libertad relativa que perm itiese la propa­ 521 Malatesta, Errico, Epistolario, lettere edite e inedite, 1873-1952, a cura dì Rosaria Bertolucci, Avenza, 19842, p. 352.


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ganda y la organización de las fuerzas revolucionarias. Parecía de p ro n to olvidar, siem pre en palabras de M alatesta, que quien to ­ m a el poder hace todo lo posible por dism in u ir y suprim ir cual­ q uier clase de lib ertad y ú n ica m en te la efectiva y tem ida resis­ tencia popular puede ser capaz de frenar estas tendencias liberti­ cidas. Los hechos ya se habían encargado de dar la razón al viejo revo­ lucionario (las noticias le llegaban con extraordinario retraso y la ca rta que hem os citado fue escrita en m arzo de 1932). E fecti­ vam ente, la coalición rep ublicano-socialista en el gobierno d u ­ ra n te el llam ad o b ien io c o n stitu c io n a l se d ed icó sistem ática­ m en te a debilitar al anarquism o. Las leyes que se prom ulgaron en estos dos años estaban dirigidas a c o a rta r la acción sindical de la C N T y a im p ed ir el desarrollo de los grupos anarquistas. A n te la im posibilidad de llevar a cabo su program a, el gobierno se d ed icab a a so lu cio n ar los co n flicto s m e d ia n te la represión. L as m asacres llevadas a cabo p o r la g u ard ia civil en diferentes puntos del país son buena prueba de ello. N o deja de ser significativo que en las dos ocasiones que se ha prom ulgado la república en E sp añ a lo haya hech o sin traum as, com o si de una transición lógica se tratara, pero al m ism o tiem ­ po tam bién sin dem asiada fuerza, quizá p o r este mism o motivo; pero en cualquier caso su hipotética fortaleza sólo la podía con­ seguir de aquellos a los que sistem áticam ente reprimió. E n su estudio sobre la revolución francesa, el historiador francés D a n ie l G u e rin llegaba a conclusiones parecidas al hablar de la posición del virtuoso R obespierre después de haberse deshecho de D a n to n y de los hebertistas: La doble liquidación de los hebertistas y de los dantonistas, lo que se ha llamado la «caída de las facciones», había reforzado al go-


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hicrno de salud pública sólo en apariencia. En realidad, salía peli­ grosamente debilitado de aquella operación sangrienta. E l mismo había aserrado ¡a rama que lo sujetaba}22

Pasemos ahora a analizar lo que en mi opinión sería el principal com etido de la R epública y las posibles causas de su fracaso: E n esencia lo que la b urguesía progresista perseguía era la revolu­ ción urbana defin itiv a, es decir, la liqu id ació n de las viejas es­ tructuras agrarias en favor de una com pleta revolución industrial que perm itiera la concentración del capital que propiciara el ne­ cesario despegue económ ico. E n la coyuntura económ ica in ter­ nacional de los años trein ta este in te n to era, sino im posible, su­ m am e n te difícil, so b re to d o sin c o n ta r con u n a clase p o lític a cohesionada y unos sindicatos proclives a aceptar determ inados sacrificios en aras de una h ip o té tic a m ejora en las condiciones de vida de los trabajadores y cam pesinos. La R eform a A graria :c trató de im p u lsar la R epública era deficiente y estaba m al planteada, una versión caricatu rizad a de la desam ortización de M en d izáb al y aún en el caso de que se hubiera po d id o llevar a cabo, lo único que en esencia pretendía era liberar m ano de obra agrícola en beneficio de la industria, lo cual, con el alto nivel de desem pleo existente, era una quim era. Paradójicam ente sería el régim en franquista el que llevaría a cabo este proyecto, una vez elim inado cu alq u ier tip o de op o sició n , aunque pro b ab lem en te sin proponérselo y a costa de g randes m igraciones hasta e n to n ­ ces desconocidas. Por contra, los anarquistas pretendieron desde siem pre lograr un equilibrio estructural entre la ciudad y el campo. É sta era, en su concepción, lá única vía posible de superación del secular en ­ frentam iento entre el cam po y la ciudad y tam bién la única for522 Guerin, Daniel, La lucha de clases en el apogeo de la revoluciónfrancesa, M a­ drid, 1974, pp. 252-253. Las cursivas son mías.

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mu, a su entender, de poner freno a la centralización defendida p o r el C a p ita l y ta m b ié n p o r el E s ta d o . C a m illo B e rn e ri, el anarquista italiano que posiblem ente más se com prom etió con la revolución española pagándolo con su vida, escribió en 1928 un artículo que fue reelaborando posteriorm ente y en el que señala­ ba, analizando el fen ó m en o ruso de las requisiciones forzadas, esta particularidad de la revolución. El señor C asanova en el estudio que hem os citado antes afirma: «Q ue el a n a rc o sin d ic alism o no ten ía en esos años, ni la había tenido antes, una base social en el m edio agrario resulta una ase­ v eració n fu era de to d a d uda», m ie n tra s J u n c o rem ach a: «los anarquistas fu ero n incapaces de elaborar un p ro g ram a agrario d urante la Segunda R epública (com o lo hab ía sido a lo largo de su prim er m edio siglo de existencia, algo que ya me sorprendió a m í hace años, al e stu d ia r esa época)». P ara u n a id eo lo g ía que m uchos investigadores han calificado de agrarista resulta com o m ínim o so rp re n d e n te . Pero n in g u n a de estas afirm aciones tan rotundas resulta totalm ente cierta. P or otro lado, tam poco es to talm en te cierto que los anarquistas no tuvieran una alternativa a la R eform a A graria o no dispusie­ ran de un p ro g ra m a; com o an tes ya he a p u n ta d o su p ro p ó sito era integrar en su proyecto revolucionario al conjunto de la so­ ciedad y b u sc ar un eq u ilib rio , su m a m e n te n ecesario, e n tre el m ed io u rb a n o y el ru ra l523 . L as sucesivas reso lu cio n es de los congresos, asam bleas y plenos celebrados en aquellos años así lo atestiguan.

523 Un contundente desmentido de las afirmaciones de los profesores men­ cionados nos k suministra, para el caso concreto de Cádiz, Gutiérrez M o ­ lina, José Luis (1993), pp. 141 y sgs.: «la cuestión de la tierra».


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el pe r io d ism o

de r a íz á crata

Pero me da la im presión que la intención es cargarse la obra de la revolución: las colectividades, las cuales, bajo esta in te rp re ta ­ ción, serían im puestas por la fuerza de las arm as de los m ilicia­ nos. Si esto se lograra, el objetivo se habría cum plido to ta lm e n ­ te. Ya sólo q u e d a ría la im a g e n de unos exaltados que querían im ponerse al conjunto de la sociedad por m edio de la violencia. Pero no voy a e n tra r en este tem a de las colectividades; existen num erosas obras que analizan exhaustivam ente las realizaciones llevadas a cabo en este cam po y a ellas me rem ito.

Felipe A/áiz, director en 1931 de la edición de Valencia

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Revuelta en Figols, 1932

Manuel Villar; director entre 1933y 1935, en las oficinas de la CNT-FA1 en vía Laietana

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E P ÍL O G O

Chíacia elfin a l

Los periódicos y revistas anarquistas al servicio de la guerra y la revolución

L a sublevación m ilitar del 18 de julio de 1936 y el subsiguiente estallid o revolucionario precipitado por la m ism a, cam biaron radicalm ente el p a n o ra m a sociopolítico y económ ico. C o m o es lógico tam b ié n sufrió un vuelco sin p reced en tes el m undo p e­ riodístico. E n las zonas que cayeron en p o d er de los sublevados desapareció in stan tán eam en te toda la p rensa sospechosa de izquierdism o. E n aquellas otras zonas que perm anecieron en m a­ nos de la R epública o de los obreros en arm as, las rotativas de los periódicos de tendencias o sim patías derechistas fueron i n ­ cautados por éstos y rápidam ente transform ados. E l aum ento de diarios, sem anarios y revistas anarquistas y an ar­ cosindicalistas fue espectacular524 . Pero hay que señalar com o d a to que q u izá revista u n a cierta im p o rta n c ia que la cabecera Solidaridad Obrera solo se m antuvo en B arcelona, do n d e com o se ha visto seguía publicándose desde 1930. U nicam ente se pue­ de señalar un caso de m uy corta duración, ya que solo se pudo e d ita r un n úm ero en Ibiza, donde se publicó esta cabecera. I n ­ m ediatam en te después de recuperar la isla de m anos de los su­ blevados, apareció el p rim er y últim o núm ero el 12 de septiem ­

524 Fue un fenóm eno compartido por las demás fuerzas políticas, especial­ mente por e! Parrido Comunista.


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d e raíz ácra ta

bre de 1936. Pocos días después el 20 la isla volvía a caer en m a­ nos de los militares.525 C asi rodas las ciudades im p o rta n tes de la zona republicana te ­ nían al m enos un diario confederal y en algunas com o Barcelo­ na- hasta tres y cuatro. Pero, salvo Acracia o C N T w a se repetía la cabecera. Liberación en A lican te, Fragua Social en Valencia, Emancipación en A lm ería, Confederación en M u rcia, etc., son algunos de los títulos. E l contenido, com o es de suponer, tam bién sufrió una transfor­ m ación radical. N o se trata aquí de hacer un análisis p rofundo del fenóm eno, sino tan solo señalar que las vicisitudes de la gue­ rra y el desarrollo de la R evolución pasaron a ocupar una parte im p o rta n te del periódico. E s to cam b iaría tam b ié n de m anera significativa a raíz de los hechos de m ayo de 1937 en Barcelona, sobre todo por lo que se refiere a Solidaridad Obretrrlh . E n estos años se encargó de la dirección Jacinto T oryho527 con un am plio plantel de redactores y corresponsales de guerra. Som etido a una censura cada vez m ás férrea y a la carestía de papel que se agudi­ zó a m edida que se acercaba el desenlace final, continuó su travectoria hasta el 25 de enero de 1939, en su n ú m ero 2.105. E l día anterior los rebeldes habían hecho su entrada en Barcelona. A p a rtir de este m o m e n to la próxim a Solidaridad Obrera que saliera debería hacerlo en la más absoluta clandestinidad.

525 Serra, S. y Sitges, A., «El periode república a Ejvissa i Formentera durant la guerra civil», Randa (Palma Mallorca) 12 (1981), 185221. 526 En cuanto a la tirada, ésta aumentó en una gran proporción y a partir de octubre de 1937 se empezaron a publicar tres ediciones diarias. 527 Toryho sustituyó a Liberto Callejas pocas semanas después del comienzo de la revolución. Puede seguirse la evolución del diario catalán, en esos dramáticos años, en dos excelentes estudios encarados desde ópticas dis­ tintas, Peirats Valls, José {19712) y Amorós, Miquel (2003).


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E n algunos casos, el diario anarquista surgía com o resultado de la incau tació n de las rotativas ligadas d irecta o ind irectam en te con la sublevación m ilitar; en otrqs era el resultado de uña in ­ tensificación de la acción de u n a d e te rm in a d a ten d en cia en el seno del m ovim iento anarquista; pero, en cualquier caso, tanto la lucha c o n tra la sublevación m ilitar, com o el apoyo al proceso revolucionario co n tó con un apoyo incondicional en las páginas de los periódicos y revistas anarquistas. P or el c o n tra rio aquellas que se publicaban con an terio rid ad al 18 de julio en las zonas d o n d e triu n fó la revolución po r regla general c o n tin u a ro n sus publicaciones, com o la revista Estudios de Valencia, de una g ran calidad; pero h ubieron algunas excep­ ciones, la más sobresaliente de las cuales fue, sin duda, el cese de La Revista Blanca de Barcelona -su últim o núm ero, el 388, data del 15 de agosto de 1936- una de las m ejores revistas an arq u is­ tas españolas y que desde principios de siglo, en sus dos épocas -M a d rid y B arcelona- había co n trib u id o de m odo extraordina­ rio a la propaganda y a la extensión del m ovim iento anarquista a lo largo y ancho del país. T odas las tendencias anarquistas tuvieron sus órganos de expre­ sión en esos agitados años revolucionarios; incluso el individua­ lism o, que en este país no había te n id o u n a im p o rta n c ia m uy grande, publicó sus periódicos. E n tre ellos A l Margen de B arce­ lona -transferido posteriorm ente a E lda, en A licante- e Ideas de H o sp ita le t. L a A g ru p ació n M ujeres L ibres fue fundada -tra s varios m eses de in te n s o s tra b a jo s- en a b ril de 1936 y e n ese m ism o m es com enzaron en M a d rid la publicación de la revista que sería su portavoz Mujeres Libres; unos m eses después de ju­ lio fue tran sferid a a B arcelona, do n d e se en c o n trab a el núcleo m ás com pacto e im p o rtan te de esta organización. Sin em bargo, se veía con desconfianza la existencia de una organización anar­ quista integrada exclusivam ente por m ujeres. D e hecho M ujeres


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Solidaridad Obrera y

el perio d ism o

de r aíz ácrata

lab res se encontró desde su creación con num erosas dificultades en el seno del m ovim iento an arq u ista. L as razones que se alu­ dían respondían a la desunión y desigualdad que d en tro del m o­ vim iento libertario supondría la existencia de u n a organización específicam ente fem enina, lo cual -se suponía- repercutiría ne­ gativam ente en el desarrollo de la clase obrera. E sta fue, en lí­ neas generales, la respuesta que se les dio cuando pretendieron que se les reconociera com o ra m a a u tó n o m a del m ovim iento libertario, ju n to a la C N T , la F A I y la F IJL . A unque su portavoz siguió publicándose, tuvieron que enfrentarse a num erosos p ro ­ blem as que hacían su aparición ex tra o rd in a ria m e n te irregular; pero esto no im pidió.que llevaran a cabo e n la retaguardia y en los trentes un trabajo silencioso, pero sum am ente efectivo, ocu­ pándose de los heridos, e m p leán d o se en las fábricas, cuidando de los niños c incluso luchando en el frente. L a Federación A narquista Ibérica (FA I), tam bién desarrolló una intensa actividad propagandística. E n Valencia inició la publica­ ción del diario Nosotros y varios sem anarios en otros puntos del país; sin em bargo, la tradicional cabecera Tierra y Libertad, aun­ que continuó sus publicaciones, en ningún m om ento se convir­ tió en diario. T am bién la Federación Ibérica de Juventudes Libertarías (FIJL) desplegó u n a gran actividad en el cam po de la propaganda; esta organización había surgido en los prim eros años de la república, p o r la necesid ad de in te g ra r a las nuevas g e n e ra c io n e s en un m ovim iento específico que no podía ser cubierto ni por la C N T, ni po r la FAI; siendo los A teneos L ibertarios dem asiado genéri­ cos para cum plir esta tunción. N o fue fácil que esta nueva form a de organización fuese recono­ cida por el resto de organizaciones anarquistas y m ás tarde in te ­ grada com o organización au tónom a en lo que se denom inó M o ­ vim iento Libertario: C N T , FA I, FIJL ; quizá sea ese el factor que

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explique los pocos periódicos juveniles surgidos antes de julio de 1936. T a n sólo Fructidor de M a h ó n o Vida Nueva de Vilanova y alguno más de los que se tienen escasas noticias. T ras la sublevación m ilitar, este desolado p an o ram a p ro p ag an ­ dístico de las organizaciones juveniles daría un giro espectacular; fueron editados alrededor de veinte periódicos y revistas, dos de los cuales fueron diarios; el p rim ero , Ju ven tu d Libre/FIJL, vio la luz en M a d rid y el otro, tam b ién d e n o m in a d o Juventud Libre, apareció en Valencia, siendo m ás tarde transferido a Barcelona. A lg u n as co lu m n a s de m ilician o s c o n fe d e ra le s se d o ta ro n , así m ism o, de sus pro p io s órganos de e x p resió n ; L a C o lu m n a de H ie rro que salió de Valencia y co m b atió en el frente de T eruel, editó Línea de Fuego, la colum na A scaso, publicó Más Allá y las colum nas confederales del centro, p u b licaro n el diario Frente Libertario , con u n a edición en castellano y o tra en italiano. C o m o era previsible los voluntarios an arq u istas de otros países que v in ie ro n a in teg rarse en la lu ch a rev o lu cio n aria c o n ta ro n tam b ién con sus propios órganos de expresión. Guerra di C/asse, editada en Barcelona por el anarquista italiano C am illo Berneri, ju n to con V irgilio G o zzo li y o tro s, p o rta v o z de los voluntarios italianos; L'EspagneAntifasciste, tam bién de Barcelona, portavoz de los anarquistas franceses y D ie Soziale Revolution, en la m is­ m a lo c a lid a d , era ó rg an o de los a n a rc o sin d ic a lista s alem anes (D A S). N o faltaron revistas y periódicos culturales dedicados al análisis de los diferentes aspectos del an arquism o y su papel en la revo­ lución o la c rítica a las relaciones sociales, algunas de ellas de una e x tra o rd in a ria altura, com o Cultura y Porvenir, de Seo de Urgel; o en o tro aspecto, dedicadas a tem as m isceláneos de una gran calidad, no sólo po r su contenido, sino tam bién por su p re ­ sentación, ilustración y grafism o, com o L a Ilustración Ibérica, de B arcelona, en la que colaboraron las m ejores plum as del a n a r­


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quism o español y Umbral de Valencia. C on todo, el grueso de la propaganda lo constituían los órganos de la C N T , portavoces de sindicatos y federaciones.

Redacción en 1936: Arturo Purera (fusilado en Sevilla en julio de 1936), Fernando Pintado, M uñoz (corrector de pruebas), Liberto Callejas —Juan Perelló(director de la SoliJ, M anuel Ribas (secretario del C N de C N T ), Fontaura, Miguel Terrén

L a escasez de papel fue u n a am e n a z a c o n sta n te p ara la c o n ti­ n uidad de la propaganda. M u ch as publicaciones se vieron en la necesidad de cesar en algún m o m e n to debido a esta causa e in ­ cluso hubo que llegar al acuerdo de suprim ir de form a definitiva algunas de ellas cuando la crisis de papel se agudizó. E ste aum ento de la propaganda p o r las especiales circunstancias de guerra civil prolongada que se generaron, dieron lugar al sur­ g im iento de corresponsales y cronistas en núm ero bastante des­ tacado, aunque esta ligura periodística no fue nunca en la prensa anarquista m uy num erosa p o r razones obvias. Se form aron co­ rresponsales de guerra, algunos de ellos, com o M au ro Bajatierra, m uy conocidos. E ste an arquista m ad rileñ o recopiló en un libro sus crónicas del frente de M a d rid . L as colectividades, tanto in­


Solidaridad Obrera v kl periodismo df. raíz ácrata

e p íl o g o

dustriales com o cam pesinas, fueron tam b ién otro cam po fructí­ fero, sin olvidar las crónicas de la retag u ard ia, en todos sus as­ pectos. j

S O U D á iiM E l O iR I R Á iC amAilas:B HayA pJe aduarO a fondo.ELEI - pFl Aun nasaS C I íEYantarss S M uOn !i i übüs

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Solí del 19 dejulio de 1936

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Solidaridad Obrera

IM tO C O

y ll perio d ism o d e r a íz á c r a ta

Soli a! Frente y milicianos leyendo

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E ste libro tra ta de ser u n esbozo de lo que p o drían ser las lineas m aestras de u n estudio sobre el m o vim ien to obrero español de tendencia a n a rq u ista y d el propio m o v im ie n to a n a rq u ista , tom ando como hilo conductor el diario obrero, p ero ta m b ié n todo el conglomerado cu ltu ra l que. el anarquism o desplegó entonces y continúa desplegando en la actualidad.

Ediciones

SOLIDARIDAD OBRERA


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