Melancolía & Soledad
Emilio Prados
Melancolía & Soledad Colección de poemas
Volumen 2
Ediciones Danka 2021
© Emilio Prados © Editorial Danka, 2021 Cra. 57 # 125B - 95 Oficina 319 Bogotá, Colombia Melancolía y soledad Primera edición: Noviembre 2021 ISBN: 000-000-000-000-0 Selección de poemas: Keily Izquierdo Diseñador Editorial: Daniela Guerrero Diseño de portada: Wilson Gómez Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas de las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento incluídos la reprografía y el tratamiento informático para su uso comercial.
Impreso y encuadernado por Edificiones Danka Cra. 57 # 152B-95 Bogotá, 2021 Depósito legal: A-10.555-2021
Contenido
Tan Blanca
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Quisiera huir
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Rincon de la sangre
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Aparente quietud
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El cuerpo en el alba
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La noche, perseguida, se entró por mi ventana y era a la noche misma, a quien yo perseguía. - Emilio Prados
Tan Blanca
Tan blanca, sin figura, ya tu mano levanta la esquina de mi sueño... ¿Por dónde va tu carne? ¡Qué huida!: Monte, luz, aire... Mas tu mano en mi sueño: ¡qué rama baja el cielo!... Este brazo tan largo me va a unir con tu alma.
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¡Qué alamedas de sangre para entrar en tu cuerpo! Tus dedos -¡qué raíces!-, me clavan, me desclavan -¡qué alegría!-; me llevan, me desencarnan vivo, me meten por tus venas, me arrastran, suben, suben por dentro de ti -fuera-: sangre, monte, luz, aire... ¡Qué alegría! ¡Qué huida arriba, arriba, arriba... Sobre el cielo negro, culebrinas amarillas.gggg
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-¿Adónde?Adónde vuelas, arriba adónde escapas; por dónde va tu carne sin vista ya y sin tacto; sin calor, viva, pura, eternidad latiendo cielo ya toda y árbol.
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Quisiera huir
Estoy cansado. Un cuerpo padece mi agonía... Un cuerpo o multitudes que mi piel no depone. Un ser que vive y sueña la altitud de mis límites...
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estoy cansado de ocultarme en las ramas; de perseguir mi sombra por la arena; de desnudarme entre las rocas, de aguardar a las puertas de las fábricas y tenderme en el suelo con los ojos cerrados: estoy cansado de esta herida.
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Un amigo me dice: “Hay cuerpos que aún se ofrecen como jugosas frutas sin sentido”... Otro amigo me canta: “¡Vuelan las aves, vuelan!”... Yo quiero huir, perderme lejos, allá en esas regiones en que unas anchas hojas tiemblan sobre el estanque de los sueños que inundan.
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Rincón de la sangre
Tan chico el almoraduj y... ¡cómo huele! Tan chico. De noche, bajo el lucero, tan chico el almoraduj y, ¡cómo huele!
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Y cuando levanta el sol, tan chico el almoraduj ¡cómo huele! Y, ahora, que del sueño vivo ¡cómo huele, tan chico, el almoraduj! ¡Cómo duele!...
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Aparente quietud
Aparente quietud ante tus ojos, aquí, esta herida -no hay ajenos límites-, hoy es el fiel de tu equilibrio estable. La herida es tuya, el cuerpo en que está abierta.
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Es tuyo, aun yerto y lívido. Ven, toca, baja, más cerca. ¿Acaso ves tu origen entrando por tus ojos a esta parte contraria de la vida? ¿Qué has hallado? ¿Algo que no sea tuyo en permanencia? Tira tu daga. Tira tus sentidos. Dentro de ti te engendra lo que has dado, fue tuyo y siempre es acción continua. Esta herida es testigo: nadie ha muerto.
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El cuerpo en el alba
Ahora sí que ya os miro cielo, tierra, sol, piedra, como si viera mi propia carne. Ya sólo me faltábais en ella para verme completo, hombre entero en el mundo y padre sin semilla de la presencia hermosa del futuro.
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Antes, el alma vi nacer y acudí a salvarla, fiel tutor perseguido y doloroso, pero siempre seguro de mi mano y su aviso. Ayudé a la hermosura y a su felicidad, aunque nunca dudé que traicionaba al maestro, al discípulo, más, si aquel daba forma en su libertad al pensamiento de lo bello.
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Y así vistió su ropa mi hueso madurado, tan lleno de dolor y de negrura como noche nublada sin perfume de flor, sin lluvia y sin silencio…
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Ediciones Danka 2021
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