Ediciones Danka
© Fernando del Paso, 1977 © Editorial Danka, 2021 Cra. 57 # 125B - 95 Oficina 319 Bogotá, Colombia Palinuro de México ISBN: 000-000-000-000-0 Diseñador editorial: Keily Izquierdo Diseño de portada: Keily Izquierdo Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas de las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento incluídos la reprografía y el tratamiento informático para su uso comercial. Impreso y encuadernado por: Edificiones Danka Depósito legal: A-10.555-2021
Palinuro de México.
II. Estefanía en el país de las maravillas
Es muy difícil saber quién fue
más importante para mí, si Palinuro o Estefanía. Lo que es más, a veces no podría decir quién fue primero, a quién conocí desde siempre, quién se instaló en mi vida con sus palabras y sus ademanes antes que el otro y me pescó de un pie con la puerta para que no huyera y le contara al que llegó después los episodios, las señales y los amores luminosos de la historia del que llegó primero. 3
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Por supuesto, esto es sólo un decir, porque de hecho una de las primeras cosas que me enseñaron al nacer fue a Estefanía, que entonces era mi prima hermana y fue después mi prima-amiga y mi prima-amante y que tenía ya veinte días de haber nacido no sólo en la misma ciudad de México —una ciudad que en esa época se columpiaba entre los abalorios de la primavera—, sino también en la misma casa porfiriana de nuestros abuelos, y por si fuera poco en la misma habitación donde dos veces, en menos de un mes, las mismas sábanas blancas radiaron sus tentáculos de bramante en honor del acontecimiento, las mismas criadas acudieron con baldes plateados de agua hervida y el mismo doctor Latorre llegó a espantar a la cigüeña con el ¡Biiip! ¡Biiiip! de su Hispano Suiza de cien caballos de fuerza, blanco y amarillo y con volante de ébano, con la diferencia de que al nacer yo, la cigüeña se espantó hacia el lado izquierdo, o siniestro, que no era otro que el lado de los remiendos brumosos y de los aguafuertes narcotizados por el paso de las derrotas, y al nacer Estefanía su cigüeña — venida de Alsacia— levantó el vuelo hacia el lado derecho, o lo que es lo mismo, hacia los kioskos donde cada domingo, puntuales, crecen los músicos para ofrecernos el viento virtuoso del concierto. Todo lo cual quiere decir, que si bien Estefanía y yo no compartimos la misma suerte —y ya no digamos la suerte verde de los tréboles verdes, sino ni siquiera la suerte mandarina o la suerte fría que dan los tréboles anaranjados y celestes—, sí compartimos algunos tíos y tías y la misma pareja de abuelos maternos formada por Francisco y Altagracia, con sus correspondientes cuatro bisabuelos, dieciséis tatarabuelos y treinta y dos mil etcétera abuelos.
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Otras cosas que compartimos fueron, por supuesto, ciertos jarrones famosos y los vinos que se ruborizaban en las vidrieras del comedor junto a los quesos dóciles. También las calles atesoradas del barrio donde nacimos, y que se sabían a sí mismas de memoria: Jalapa, Orizaba, Río de Janeiro, y una gran parte de esa infancia y esa vida que se van, que se van sin remedio a fuerza de mordernos los lápices y las uñas, y acompañadas por los leones de felpa que lanzan rugidos alcanforados y las mariposas de papel estraza que se posaban humildemente en las azucareras y en las cajas de tabaco Príncipe Alberto del abuelo Francisco: todo esto fue el mundo que Estefanía y yo compartimos desde niños. Por lo demás, nuestros padres fueron distintos: mi prima era hija del tío Esteban y de la tía Lucrecia. Yo, de una hermana de la tía Lucrecia: Clementina, a quien llamaré de aquí en adelante «mamá Clementina», y que se casó con Eduardo. Es decir, con papá Eduardo. A Palinuro, en cambio, lo conocí mucho tiempo después y nuestros recuerdos en común tienen muy poca relación con el cuento de «había una vez una niña muy pobre que vivía en una casa donde el jardinero que cuidaba los rosales y las portulacas era muy pobre, la cocinera que guisaba calamares en su tinta era muy pobre y las mucamas que barrían la recámara Luis XV eran muy pobres», cuento que se convirtió en realidad cuando el gobernador se arruinó de la noche a la mañana y Altagracia decidió seguir conservando los muebles, el jardín, el menú y la servidumbre para atender las necesidades de los huéspedes; y en cambio, sí tienen que ver —los recuerdos míos y de Palinuro—
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con otras sensaciones. Por ejemplo, la de ir brincando charcos de vitriolo azul una y otra vez, a la salida de los laboratorios de la escuela, que de noche se quedaban cerrados, oscuros, desiertos y olorosos a creosota, mientras que en el fondo de los atanores se aparecían las pistas mojadas del Circo Atayde. Y es de esa adolescencia de la que tampoco puedo olvidarme: la de los anfiteatros acaracolados de la Escuela de Medicina, de las boticas de barrio, de los alambiques retorcidos y de los teoremas incorregibles: tantas veces Palinuro y yo le dimos nuestra pasión a la primera muchacha que se atravesó por nuestra juventud, la falda minialmibarada, las tobilleras rotas y fantáticas; tanto hablé con él, tanto nos emborrachamos juntos y tanto reinventamos juntos el estetoscopio de Laennec y las jeringas de Hutchinson y tanto, juntos también, discutimos la conveniencia de bañar las manos con cera derretida en los casos de artritis y recordamos la teoría celular de Virchow y memorizamos los espacios ardientes delimitados por la acupuntura, en ese cuarto de los desvanes incidentales y de los luceros que podían ser extirpados si no se pagaba la cuenta de la luz, así de simple, que muchas veces pensé que yo era él y él era yo, hasta el punto que en esas tantas ocasiones adopté su nombre y le presté el mío.
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Entrevista a FERNANDO DEL PASO ¿El Premio Cervantes lo ha tomó desprevenido? –Cuando el teléfono suena a las 6 de la mañana siempre suele ser una sorpresa, pero no siempre agradable. Esta vez fue agradable y maravillosa. Me he sentido sumamente halagado; ha sido una gratísima sorpresa. Todavía estoy gozando. –¿Considera usted sin mayores conflictos sus catedrales literarias como novelas históricas? –Bueno, no sé que tanto Palinuro de México pueda ser considera una novela histórica; pero Noticias del Imperio es definitivamente una novela histórica, que trata sobre un episodio tan único, surrealista de la historia de México como lo fue el Imperio de Maximiliano y de Carlota. –Uno de los principales defensores de su novela José Trigo, criticada con ferocidad en la época de su publicación, fue Juan Rulfo, que la consideraba un parteaguas de la narrativa latinoamericana. –Efectivamente, además yo fui muy amigo de Rulfo y creo que José
Trigo tiene una influencia rulfiana marcada. El siempre me animó y le gustó mucho mi libro. Era digno de elogio para él desde que estábamos en el Centro Mexicano de Escritores en 1965. El año siguiente José Trigo inauguraría la colección literaria de la entonces prácticamente nueva editorial Siglo XXI. –Uno de los aspectos que la crítica de sus libros ha señalado como los instantes más altos de Noticias del Imperio y aún de la lengua han sido los monólogos delirantes de Carlota, literalmente, la loca de la casa. ¿Diría que hay una herencia gongorina-lezamiana en dichas expresiones barrocas? –Yo creo en efecto que se trata de un personaje barroco y para esa época sería difícil dar cuenta de ello en términos no barrocos, es como una suerte de corolario natural para esa determinada circunstancia histórica. Un decir barroco. –¿Cree que su obra podría ser catalogada de mestiza? –Bueno, pues eso soy, mestizo culturalmente hablando. Quiero mucho a México y quiero mucho a España, fui muy feliz en Europa. Pero los mexicanos no nos cortamos el cordón umbilical, nada más lo estiramos, todo lo que da.
–A partir de los atentados recientes en Francia, recordé la edición de un tomo de ensayos suyo sobre la historia y circunstancia del islam. –Ese libro es parte de un proyecto Åde la historia. Ensayos sobre el islam y el judaísmo. El primer volumen ya fue publicado por el Fondo de Cultura Económica. Estoy por terminar el segundo nada más que me alivie porque he estado un poco enfermo. Y vendrá un tercer tomo sobre el islam y el judaísmo donde naturalmente la religión católica está muy comprometida a distintos niveles en diversos aspectos, concretamente en el holocausto nazi. –A la Argentina llegó hace un par de años El va y ven de
las Malvinas, crónicas que escribió durante su tiempo como corresponsal de la BBC en Londres. –Así fue. Ese librito y los artículos fueron publicados primero en la revista Proceso , y luego fueron editados en conjunto por el Fondo de Cultura Económica, y supongo que se ha distribuido en la Argentina. –¿Diría usted que las Malvinas son argentinas? –Sí, sin lugar a dudas. –¿Tiene predilección alguno de sus libros?
por
–Palinuro de México, autobiografía inventada.
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