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La llegada de la imprenta a México y los primeros impresos

Acasi un siglo de que Johannes Gutenberg diera a conocer su imprenta de tipos móviles en Europa, ese prodigioso artefacto que permitiría al mundo una mayor difusión de conocimiento y tiempo más tarde el desarrollo de una fuerte industria editorial, llegó al Nuevo Mundo en 1539.

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El 12 de junio de aquel año, el impresor alemán Juan Cromberger (o

Cronberger) y el cajista italiano Giovanni Paoli (o Paolo), ambos avecinados en Sevilla, firmaron un contrato para establecer en Nueva España “una casa de prensa para imprimir libros”. Así, el célebre Juan Pablos llegó a este territorio pocos meses después; algunos señalan que pudo ser en septiembre.

Gracias a las gestiones del virrey Antonio de Mendoza y del arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, la primera imprenta formal de toda América –se dice que pudo haber otra antes en Nueva España, aunque de carácter menor- quedó alojada en la antigua Casa de las Campanas, como se conoció al recinto donde se fundieron las campanas de la catedral de la ciudad de México, de acuerdo con el historiador Joaquín García Icazbalceta.

Casi dos décadas después de consumada la conquista española, del taller tipográfico de Juan Pablos salieron, a partir de 1539 y con la leyenda “en casa de Juan Cromberger”, los que se consideran fueron los primeros impresos en territorio novohispano. A la cabeza de ellos está la Breve y más compendiosa doctrina christiana en lengua mejicana y castellana, publicada por mandato del propio Zumárraga, “para aprovechamiento de estos indios naturales y salvación de sus ánimas”. A esta obra seguirían otros libros de doctrina religiosa para la evangelización de los indígenas, como un Manual de adultos (1540) o la Doctrina breve, muy provechosa, de las cosas que pertenecen a la fe católica y a nuestra cristiandad, en estilo llano, para común inteligencia (1543). Buena parte de los libros publicados en los primeros años de la imprenta en Nueva España son obras de doctrina religiosa para la evangelización de los indígenas.

Sin embargo, la lucha armada por la emancipación de la Nueva España (1810-1821) fue el acontecimiento que impulsó el uso “estratégico” de la imprenta, pues casi todos los jefes insurgentes procuraban llevarla, y al llevarse a efecto la emancipación política de México, las principales ciudades pugnaron por establecerla. Para 1827 había treinta imprentas en el territorio nacional: una en Chiapas; una en Chihuahua; una en Durango; una en Guanajuato; cinco en México; dos en Valladolid de Michoacán; una en Monterrey; dos en Oaxaca, tres en Puebla; una en Querétaro; una en San Luis Potosí; una en Sonora; una en Tabasco; una en Tamaulipas; dos en Veracruz; tres en Jalisco; una en Yucatán; una en Zacatecas y una en San Agustín de las Cuevas o Tlalpan.

Fuentes de referencia: Juan Antonio Olvera | Ernesto Castillo (2014) “40 Años de Historia” CANAGRAF NUEVO LEÓN

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