de ficción
Escenarios Ana Esteve Reig
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza 30 de enero — 23 de abril de 2023
El programa de exposiciones Kora, ideado y dirigido por Rocío de la Villa para incluir en nuestro museo a jóvenes creadoras españolas, cuenta este año con una comisaria invitada, Semíramis González, que nos propone como protagonista de esta edición a Ana Esteve Reig, una de las artistas más destacadas de su generación. Formada en Madrid y especializada en videoarte en Alemania, Esteve Reig tiene ya un importante recorrido de exposiciones dentro y fuera de España, en ciudades como Londres, Kassel, Berlín, Viena o Taipéi.
La presente muestra, titulada Escenarios de ficción, gira en torno a esta idea: que la configuración de la propia identidad requiere siempre un espejo y todo espejo nos desdobla. Las piezas de Ana Esteve Reig operan desdoblando a sus sujetos en dos planos paralelos, uno real y otro virtual; la actuación se desarrolla a la vez en dos escenarios, por ejemplo, el espacio físico y lo que antes se llamaba “ciberespacio”. La artista suele partir de una investigación antropológica (acercamiento a comunidades de distinto tipo), para internarse luego en las posibilidades ficcionales de la imagen en movimiento.
En El documental de Dalila (2016), la autoficción creada por Dalila Virgolini en las redes sociales, se convierte en objeto de la metaficción de Ana Esteve Reig, que combina frontstage y backstage, simulación real y realidad simulada. En Doble ficción (2021), las “especialistas” o dobles del cine, cuyo rostro queda oculto habitualmente, dan la cara y saltan al ring como protagonistas de su propio combate. Los jóvenes de Fancams (2022) ejecutan sus bailes ante el doble espejo de los rascacielos y de sus móviles; con esos bailes la artista crea una coreografía de segundo orden, una especie de caleidoscopio fascinante.
Tanto en Doble ficción como en Fancams domina absolutamente el movimiento, como si la artista quisiera subrayar la especificidad del medio videográfico. En cambio, la pieza Tiempo muerto, integrada por tres vídeos creados expresamente para esta muestra inspirándose en obras de la colección del Museo Thyssen, se va al otro extremo y busca minimizar el movimiento hasta hacerlo casi imperceptible, lo que aproxima el vídeo al cuadro pintado. Ese movimiento mínimo refuerza la sensación de intimidad del escenario, el dormitorio en el que un grupo de chicos y chicas conviven rodeados de sus espejos favoritos: los móviles. A la luz de las pantallas todo se irisa con cierta psicodelia, y todo adquiere una calidad espectral.
Guillermo Solana Director artístico del Museo Nacional Thyssen-BornemiszaEscenarios donde todo es posible
“La ciencia ficción es una inmensa metáfora”
Ursula K. Le Guin
Cuando yo tenía once años se estrenaba la película Inocencia interrumpida, en la que Winona Ryder daba vida a Susanna Kaysen, junto a unas compañeras encarnadas por Angelina Jolie, Clea Duvall y Brittany Murphy. La película llevaba al cine la historia real de Kaysen, ingresada en un centro psiquiátrico con dieciocho años después de una sesión de terapia con un psiquiatra al que no había visto antes. Dos años encerrada en el hospital McLean de Massachusetts, famoso por haber acogido, entre otras, a pacientes como Sylvia Plath. La sala común donde estas adolescentes se reunían, así como el proceso de diagnóstico, es parte de la historia que Kaysen cuenta en su libro y que ha vendido millones de copias en todo el mundo.
A partir de esa imagen fijada en mi memoria a través del cine y la historia de Kaysen, pienso en estos Escenarios de ficción que propone Ana Esteve Reig dentro del programa Kora del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. El relato de Inocencia interrumpida tiene mucho que ver con esta propuesta expositiva. Más allá del caso particular, esa transición que se establece entre la infancia y la edad adulta es un terreno muy fértil para la reflexión. Los espacios liminales y no definidos son aquellos donde aún es posible todo; la adolescencia es ese tránsito a medio camino entre una cosa y otra, donde se conforma la identidad individual, que se aleja de la dependencia familiar para explorarse en relación con los otros/as. Como seres gregarios que somos, necesitamos a la comunidad para ser y para identificarnos. Todo esto es parte de lo que encontramos en los escenarios de Esteve Reig.
Puede parecer que no ha pasado tanto tiempo, pero hay algo generacional en los cambios que se establecen cada diez-quince años. En este caso, los protagonistas de Fancams de Esteve Reig son un ejemplo muy claro; las fancams son, por definición, piezas de vídeo donde se enfoca a un miembro de un grupo musical (especialmente de K-pop) y se le graba, en vertical, para poder ver en detalle sus movimientos, su coreografía o las partes en las que canta. Las fancams forman parte de la estética de la generación Z1, cuyos principios visuales, pero también identitarios, son otros distintos a los míos (millennial). Aquí es donde quiero pararme. El trabajo que Ana Esteve Reig presenta (no solo a través de estas fancams –de nueva producción para esta exposición–) una reflexión profunda y desprejuiciada sobre la construcción de las identidades humanas en relación a múltiples factores (sexuales, raciales, sociales, de clase…) No se busca aquí una muestra meramente formal o análisis sociológico, más bien todo lo contrario, es dejarse llevar por las posibilidades de una estética y unas prácticas que son actuales y que, si bien no son las nuestras, al menos merecen ser observadas y reconocidas
1Aunque no existe un consenso sobre las fechas, aquí se entiende que la generación Z es la generación de personas nacidas entre 1996 y 2012.
en su interés y valor. Este es el eterno debate entre generaciones: considerar que la siguiente hornada después de la tuya es peor, sin entrar a valorar su sentido de la vida, de las relaciones, o de cómo los y las jóvenes ven su presente y mucho menos su futuro. Fancams no solo nos enseña a chicos y chicas que bailan, nos enseña un deseo de hacerse visibles, de reconocerse… compartir sus movimientos y sus coreografías en las redes sociales como una forma de reafirmarse. También nos habla de diversidad racial, sexual y de género. De no limitarnos a patrones clásicos que definen opciones que son hoy más libres, fluidas y menos limitadas.
Ya antes de Fancams, Esteve Reig se había interesado por mostrar esas otras posibilidades de la identidad que no es estable, que se mueve y juega con múltiples opciones. Lo vemos en El documental de Dalila, en el que la protagonista juega a ser otra-ella en las redes sociales. Hacer visible algo nos permite reconocerlo y valorarlo, nos impide seguir ignorándolo, como el hecho de que las principales escenas de riesgo de las películas siempre eran dobladas por hombres. Era inconcebible que fueran mujeres quienes se pusieran en riesgo y llevaran a cabo escenas peligrosas. En España, el primer grupo femenino especialista en doblajes de riesgo es Valkirias Stunts, cuyas integrantes son protagonistas de la obra Doble ficción, pieza en la que se repiten escenas de distintas películas protagonizadas por una mujer, pero cuyo doblaje lo hacía un hombre. Lo importante no es solo simular, sino presentar, hacer visible, sin prejuicios, dejando que sea quien mira, el público, el que saque sus propias conclusiones.
Además de las obras principales en vídeo que vemos en la sala, Ana Esteve Reig ha intervenido la colección del museo con tres piezas nuevas de la serie Tiempo muerto: ensayo sobre la espera y el deseo. En ellas recrea habitaciones de adolescentes, con personajes en actitud de reposo, descansando, dejando pasar el tiempo. Parece que nada ocurre, que la apatía se ha hecho dueña del momento, aunque hay aquí muchas segundas lecturas de elementos que no son casualidad. Para empezar, los lentos y sutiles movimientos de cámara nos sugieren que somos espectadores, que estamos asomándonos a una escena de la que no estamos siento partícipes; por otro lado, objetos como los espejos en un tocador y las fotos hechas con el móvil, o los selfies, nos remiten a ideales clásicos de la historia del arte misma, como la reflexión sobre el fin de la belleza y lo perecedero de la vida, un memento mori del siglo xxi. La pantalla es también un elemento principal en estas obras, la red como debate y como posibilidad, como opción para explorar la identidad mucho más allá de lo físico.
Un bodegón actual dialoga con uno del siglo xvii, en este caso con comida y bebida, pero también golosinas, un teclado de ordenador, un ratón de gamer y latas de bebida energética. La fugacidad del tiempo se manifiesta con la iconografía de nuestro presente. Los y las protagonistas de estas piezas de vídeo no están caracterizados, visten y se presentan como son, en su individualidad, y esto es quizá uno de los elementos diferenciadores de esta exposición: la ambigüedad de género, la indumentaria no definida y la apariencia que se aleja del binarismo sexual; no es algo impostado, es una muestra de cómo se abordan hoy cuestiones tan importantes como la identidad en toda una generación. A menudo considerados poco
responsables, juzgados sin escuchar sus argumentos o atravesados por prejuicios sobre sus intereses o actitudes, muchos jóvenes han superado y asumido hoy temas conflictivos para los adultos relativos a las relaciones humanas y a las categorías de género. La generación de la apatía es también la generación de Fridays for Future, la que reclama acciones reales contra el calentamiento global y el cambio climático, la que se manifiesta cada viernes delante de los parlamentos exigiendo cambios en nuestra relación con el planeta o la que grita contra la violencia sexual.
Los Escenarios de ficción de Ana Esteve Reig son eso precisamente, lugares posibles donde todo puede ocurrir. Decía la escritora Ursula K. Le Guin que la ciencia ficción era una gran metáfora; en esta exposición encontramos mucho de esto, de alegorías que hacen alusión a cómo abordar la identidad hoy que nos enseñan a ser capaces de liberarnos de patrones establecidos que nos condicionan. Quizá tengamos que aprender de las posibilidades de la pantalla, de la red y de lo que la generación Z tiene que enseñarnos: podemos aquí asomarnos a esas habitaciones ocupadas por otros y otras, como la de Susanna Kaysen, que nos permiten mirar más allá de nuestra zona de confort.
Semíramis González Comisaria de la exposición
El documental de Dalila 2016
Cuando conocí a Dalila, alrededor del año 2014, ella llevaba tiempo trabajando en temas como el del autorretrato y la identidad a través de la fotografía, pero fue a partir del surgimiento de las redes sociales cuando trasladó estas inquietudes suyas a la pantalla digital. Su trabajo y su personalidad me llamaron mucho la atención, pero sobre todo cómo trabajaba con su propio cuerpo e imagen. En sus imágenes posaba encarnando un personaje frente a la cámara, su alter ego en las redes sociales.
Grabamos en 2015, cuando Facebook era la red social más importante. Se trataba de un muro compuesto de imágenes y relatos de la vida de todos nosotros en los que algunos exponían su vida cotidiana y otros lo usaban para fines profesionales o como escaparate político. Algunos comenzamos a usar Instagram, que era una red social mucho más visual. Dalila observó que en el perfil de un famoso en Instagram se pueden ver las imágenes de su vida diaria, normal, por lo que estos personajes famosos nos parecen mucho más cercanos, y del mismo modo ocurre lo contrario, cualquier usuario puede compartir sus imágenes y convertirse así en un personaje.
Dalila había comenzado un proyecto en el que compartía imágenes suyas en Facebook e Instagram con las que ficcionaba que era famosa y se autorretrataba imitando las poses que compartían muchos personajes populares en sus redes. Su alter ego , Virgolini, se desarrolló hasta tal punto que se convirtió en una cantante popular y llegó a componer varias canciones y a dar un concierto. En aquel momento, todo esto me pareció muy interesante y no era consciente de lo que significaba: hasta qué punto las imágenes que compartimos en la red son una construcción artificial sobre lo que nos gustaría ser. Mi primer acercamiento a Dalila fue para grabar un videoclip de una de sus canciones y cooperar así en la construcción de ese personaje ficticio que ella había creado. Sin embargo, me propuso que hiciera un documental ficticio en el que ella simularía que era una cantante famosa. Al principio me pareció buena idea, pero de repente me di cuenta de que lo que realmente me interesaba era cómo Virgolini construía ese personaje ficticio detrás de la pantalla, por lo que le propuse hacer un documental sobre ella misma, y llegamos a un acuerdo: algunas escenas podían ser ficcionadas para seguir construyendo su alter ego digital. Así, ciertas escenas fueron propuestas por ella y otras fueron consecuencia de mis intenciones. Y muchas de las que grabamos no aparecen en el montaje final. El resultado es un documental a ratos real, a ratos ficticio, que predecía el importantísimo papel que tienen las redes sociales en la construcción de nuestra propia identidad: ¿mostramos lo que realmente somos o lo que nos gustaría llegar a ser? Dalila juega de forma consciente con este limbo, reconstruyéndose a sí misma a través de su yo digital, haciendo realidad su propia fantasía.
Doble ficción 2021
Del mismo modo en que los pintores estudian diversas técnicas pictóricas como el claroscuro, estudiar la construcción de la imagen audiovisual y la ficción cinematográfica ha sido clave en mi obra. Siempre me ha fascinado la magia de la imagen audiovisual por su gran capacidad de simular la realidad. Casualmente me interesé por los dobles especialistas de ficción, profesionales especializados en doblar a un personaje en una escena de acción que son capaces de realizar movimientos parecidos a los que hace un acróbata (caídas, saltos, peleas, etc). En plena investigación conocí la historia de la primera mujer doble especialista de riesgo, Julie Ann Johnson, quien publicó su autobiografía en 2012, The Stuntwoman: The True Story of a Hollywood Heroine, en la que contaba los problemas que tuvo para realizar su oficio por ser mujer. Como en otros trabajos anteriores, me interesaba indagar en cómo se representa la figura de la mujer en la imagen audiovisual de los medios de masas. Es cierto que ha costado años que los personajes femeninos en el cine peguen, salten, den patadas o sean super heroínas, pero en este caso, me sorprendió conocer el sexismo existente a la hora de crear y performar un personaje femenino en el rodaje de una película. La publicación de este libro impulsó el famoso movimiento #MeToo: en ese momento se empezó a denunciar de forma pública cómo numerosas mujeres, completamente capacitadas para ejercer esta profesión, eran sustituidas por dobles hombres disfrazados y con peluca porque no se consideraba adecuado que ese trabajo lo hiciera una mujer. Lo más curioso es que cuando un especialista dobla a un personaje, no debe ser reconocible para el espectador, debe parecer que es el mismo actor o actriz quien está realizando la acrobacia.
Dada mi sorpresa, me pregunté cuál era la situación de esta profesión en España y me encontré con un grupo de mujeres que se habían asociado para reivindicar su presencia como mujeres dobles especialistas de escenas de riesgo en la industria cinematográfica española: las Valkirias Stunts. Entonces decidí que quería trabajar con ellas y les propuse realizar una obra en colaboración: ellas escogerían escenas de películas en las que la protagonista mujer había sido doblada probablemente por un hombre, en vez de por una mujer, y reinterpretarían esas acciones doblándolas ellas mismas, copiando tanto los movimientos como cada plano de cámara, el atrezzo, etc. Decidí que ellas interpretaran toda la acción, de modo que fueran ellas las protagonistas cada la escena, dejando su rostro completamente visible a la cámara. El resultado es un vídeo tremendamente violento (no olvidemos que es ficticio) en el que vemos una constante coreografía de luchas, caídas y golpes, y es un simulacro feminista en el que la magia cinematográfica nos muestra violencia, lucha y supervivencia ficcionada a modo de reivindicación que pone el foco en el papel de la figura femenina en la imagen audiovisual.
Fancams1 2022
1El título Fancams hace referencia a un tipo de vídeo surgido en la escena del K-pop. Durante los conciertos de grupos de pop coreano los fans graban de forma continuada a su integrante favorito y posteriormente publican los vídeos en redes sociales para tratar de hacer viral a su ídolo. La mayoría de estos vídeos son grabados con móviles, por lo que el formato de los mismos es casi siempre vertical.
Las imágenes y vídeos en los que nos mostramos y con las que nos identificamos en Internet han generado nuevas formas de moverse y performar ante la cámara. De hecho, las nuevas generaciones están acostumbradas a producir y publicar vídeos en las redes sociales para expresarse y relacionarse. En este proyecto me centré en una comunidad de jóvenes muy concreta que se reúne en la zona de Azca, en Madrid, los fines de semana para ensayar coreografías que posteriormente serán grabadas y los correspondientes vídeos compartidos en sus redes sociales. Bailan coreografías con características similares: hacen movimientos orientados hacia la cámara, es decir, son bailes pensados para ser grabados y cuyo formato es la pantalla de un móvil. Bajo estas condiciones, los jóvenes se mueven y performan copiando coreografías, creando así no solo un nuevo lenguaje corporal, sino también nuevas comunidades dentro y fuera de la red. Es una comunidad muy diversa y abierta (en cuanto a género, identidad, etnia y edad) lo que les permite disponer de un espacio seguro para expresarse y mostrar su identidad sin ningún tipo de tabú. A través del baile y la vestimenta se expresan y se apoyan entre ellos copiando coreografías del K-pop, hip hop o reaggeton. Azca y las redes sociales son sus escenarios de ficción, en los que pueden mostrarse como realmente son.
Este peculiar entorno urbano cerca del metro de Nuevos Ministerios está lleno de edificios de oficinas, los cuales funcionan como un espejo en el que poder verse reflejados al ensayar como si fuera una “sala de ensayo” urbana. Durante más o menos siete meses iba a visitar este lugar los viernes por la tarde para observar lo que hacían y poder conocerles. Para mi asombro, el trato con ellos fue muy fácil y amistoso desde el principio. Cuando les explicaba mi investigación y mi intención de retratarles en vídeo no parecían asustarse y accedían de forma animada a que les grabara; en muchos casos percibía que estaban acostumbrados a las cámaras, pero también notaba que algunos de ellos estaban algo nerviosos. Decidí grabarles en formato vertical para emular el tipo de vídeo que grabamos con los teléfonos móviles, y además a cámara lenta, para dar una perspectiva y visión que dista completamente del rápido consumo de vídeos en redes sociales. De esta forma, me topé con esta subcultura urbana de baile ligada tanto al entorno urbano como al mundo digital, porque su objetivo no es solo agruparse y bailar, sino que sus bailes sean grabados y subidos a la red.
Tiempo muerto: ensayo sobre la espera y el deseo 2023
Este trabajo es un retrato de la generación Z cuya intención es mostrar cómo el retrato y su nueva versión, el selfie, y la autocontemplación siguen siendo temas contemporáneos muy de actualidad. Muchas pinturas de la colección del Museo Thyssen llamaron mi atención, pero hubo tres que fueron decisivas a la hora de definir esta obra. El nacimiento de la Virgen y La anunciación, ambas de Jan de Beer de hacia 1520, me interesaron por sus colores y composición al igual que la puesta en escena de sus personajes en un dormitorio. Tras ver estos cuadros decidí situar a los jóvenes que quería retratar en una habitación juvenil, y como en ocasiones anteriores, comencé a rebuscar en películas sobre adolescentes en las que estos espacios fueran su refugio o lugar de reunión. Pero verdaderamente fue Venus y Cupido, de hacia 1600-1611 de Peter Paul Rubens, la pintura que me inspiró el tema de mi obra: Venus contempla la belleza de su propia imagen en el espejo que Cupido sostiene, gesto que repetimos a diario al contemplar nuestras propias imágenes en la pantalla de nuestro smartphone: la autocontemplación, el selfie y el placer de ver y ser vistos en la pantalla. Si Slavoj Žižek consideraba que el cine marcaba lo que debemos desear, ahora las pantallas de los móviles e Internet reflejan lo que debemos soñar.
Los tres vídeos que componen esta serie se sitúan en la misma localización: un dormitorio juvenil. Los protagonistas son jóvenes de 20 a 25 años que se reúnen en casa de uno de ellos para pasar el rato. Lo que vemos es que parte de su pasatiempo consiste en mirar las pantallas de sus teléfonos móviles. Movimientos de cámara lentos y contemplativos observan el letargo en el que se encuentra este grupo de amigos. La escena se repite en un bucle continuo, dando la sensación de que el tiempo pasa aunque la acción ha quedado atrapada en un loop interminable en el que parece que nada acontece. Puede que la espera y la esperanza de que algo rompa esa actitud monótona y poco productiva abrume al espectador, pero mi intención en esta obra, al igual que la de muchos pintores, es retratar y mostrar a sus protagonistas como en una instantánea, por eso la puesta en escena se sostiene de forma continuada.
Hay dos retratos en vídeo: Lobby, en el que los jóvenes pasan el día despiertos, y Soñando, que transcurre por la noche y donde los protagonistas duermen. En Lobby1 todos ellos cohabitan un mismo espacio y entendemos que son amigos, se miran y se tocan, pero no conversan; casi todos contemplan la pantalla de su móvil. Una de las chicas, pelirroja con el pelo largo, replica con su amigo la acción del cuadro de Rubens: el chico le hace una fotografía, le enseña su propia imagen y ella sonríe disimuladamente al contemplarse a sí misma.
En la siguiente sala nos encontramos con el vídeo titulado Soñando que dialoga con el cuadro Esaú vendiendo su primogenitura, de hacia 1627, del pintor Hendrick ter Brugghen, uno de los miembros más destacados de la escuela de los caravaggistas de Utrecht. En esta pintura una vela constituye el único foco de luz, iluminando los perfiles y cuerpos de los personajes protagonistas. Del mismo modo, los protagonistas del vídeo apenas están iluminados por las luces del dormitorio o por la luminosidad de sus teléfonos móviles. Algunos se despiertan puntualmente para revisar las notificaciones de su móvil, y otros siguen durmiendo y soñando, posiblemente con aquello que desean y que se encuentra en la pantalla de su teléfono.
1La palabra lobby significa, literalmente, zona de espera, pero en el ámbito de los videojuegos hace referencia a las salas de espera virtuales que tienen ciertos videojuegos online. Los protagonistas de este vídeo se encuentran de algún modo en su propia sala de espera, pasando el rato sin saber si esperan que algo ocurra o acontezca en ese espacio.
Por último, el vídeo Naturaleza muerta se relaciona con la obra de Willem Kalf, uno de los pintores holandeses de bodegones más importantes. El cuadro Bodegón con cuenco chino, copa nautilo y otros objetos de 1662 está compuesto por lujosos objetos, como un cuenco chino de época Ming, una copa de cristal con tapa labrada y un tapiz persa. A estos objetos selectos les acompaña una naranja y un limón, que en compañía del vino, aluden a la templanza y a la moderación. El vídeo Naturaleza muerta que dialoga con la pintura de Kalf es también un bodegón, pero está compuesto por una pantalla de ordenador, un teclado, un ratón, chucherías, y latas de bebidas energéticas. También se pueden ver las cajas de DVD’s de la película Matrix y videojuegos como el de Los Sims, entre otros. Los objetos que componen esta naturaleza muerta nos dan información acerca de los bienes más preciados en la actualidad: dispositivos con los que podemos jugar a videojuegos y conectarnos a Internet. Y éstos están acompañados por alimentos procesados que proporcionan el sabor más dulce que podemos tener a nuestro alcance. Un bodegón, por tanto, de emociones, artificio y evasión. En el vídeo aparecen mensajes de forma espontánea, como si el propio ordenador se manifestara, recitando un mantra de frases emotivas y de autoayuda: “Don’t give up”, “Go for it”, “What are you waiting for?”, “Just do it”, “Follow your dreams”, “Stay magical”, etc.
Tiempo muerto: ensayo sobre la espera y el deseo muestra las nuevas costumbres de pasar el tiempo en redes sociales o en Internet buceando por diferentes páginas, scrolleando y buscando de algún modo “matar” ese tiempo fuera de la pantalla, embelesando la mirada con imágenes de otros o de nosotros mismos, contemplando ese algo “deseado” que solo existe en la pantalla.
Listado de obras y fichas técnicas de la exposición
El documental de Dalila, 2016
Vídeo FHD, color, sonido, 25’
Dirección, edición, sonido y postproducción
Ana Esteve Reig Protagonista Dalila Virgolini Música Dalila Virgolini Extra Eva Casanueva Asistente técnico Arantxa Boyero
Doble ficción, 2021 Vídeo 4K, color, sonido, 7’
Valkiria Stunts Celia Calzada Estefanía Martínez Sara Molina María Temprano
Dirección Ana Esteve Reig Producción Paola Valdés Script Maria Plamenova D.O.P. Tomás García Operador de cámara Tomás García Asistente de cámara Marina Carasa Claqueta Jaime Venegas Gaffer
Nicolás Fdez. Maquieira de Val Sonido directo Ignacio Pardo Dirección de arte Alejandra Pastrana Edición Ana Esteve Reig Asistente de edición Cayetana Reyes Color
Rigel Pomares Amar Diseño sonoro Ana Esteve Reig, Gregorio Scopa Banda sonora original Gregorio Scopa
Fancams, 2022
Videoinstalación de dos canales FHD simultáneos, color, sonido, 8’
Idea, cámara, edición
Ana Esteve Reig Ayudante de dirección Cristina Artés González Asistentes
Marta Abril García, Fco. Javier Ruiz, Gustavo Ruiz Banda sonora original Damián Schwartz Grafismo Davinia V. Reina Performers
Andrea, Alba Romero, Alejandra, Camila Benítez, Edurne, Jean Carlos Nuez, Alba Catarineu, Elena Clemente, Marianna Di Pasquale, Clara Díaz de Villegas, Laura Feliz, Kairu, Lock (Antony Huaman), Luchi (Lucía López), Gonzalo Marín, Alba Núñez, Nuria, Cecilia N. Vidal, María Olga Ortiz, Nuria Pérez, Santiago Pineda, Daniel Pintado, Yaiza Rodríguez, Paula Roizo, Carlota Sajara, Angy Tercero, Lucía Turibio, Verkhu (Carlota Corcho), 7 Deadly Sins!: B Who, Circus Crew (Cloud, Patri, Vicky, Irelia), Force Up (Dalia, Marina, Nate), Nova Big Family (Daniel Bustamante, Daniel Pérez, Hamza Majidi, Doro, Kiki), Shellected (Irene de la Hermosa, Johanna Zemog).
Tiempo muerto: ensayo sobre la espera y el deseo, 2023 Tres vídeos 4K, color, sonido, 6’ en bucle
Dirección
Ana Esteve Reig Producción Miriam Velo Ayudante de dirección Sofía Tudela D.O.P. Malasombra (Fco. Javier Ruiz y Marta Abril García) Operador de cámara Fco. Javier Ruiz Ayudante de cámara Marta Abril García Auxiliares de cámara Santiago Carlini, Gustavo Ruiz Sonido directo Gonzalo Díaz Cosculluela Dirección de arte Alejandra Pastrana Ayudantes de arte Irene Luna, Ana Vasco Estilismo Chio Lagana Runner Cristina Artés González Edición Ana Esteve Reig Color Armand Rovira Performers Javier Beltrá Camacho, Nina Fischer Escudero, Frobischer, Carla Leó Velo Lorenzo.
Ana Esteve Reig
La obra de Ana Esteve Reig (Agres, 1986) se desarrolla principalmente en el ámbito del videoarte, donde aborda cuestiones como la construcción de arquetipos sociales, la dicotomía entre realidad y ficción y las dinámicas sociales en la realidad virtual. Interesada en la ficción, Esteve Reig se acerca al papel del individuo como sujeto que pertenece a una realidad colectiva y compleja a travé s de sus manifestaciones culturales, sus ritos y sus costumbres.
Ana Esteve Reig es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, y en el 2008 se traslada a Alemania, donde estudia Freie Kunst [arte libre] en la Kunsthochschule Kassel y realiza un curso de postgrado dirigido por el artista Bjørn Melhus.
Su trabajo ha sido galardonado con premios como el Injuve 2011 en Artes Visuales, el accésit Premio Joven de la UCM 2014, Circuitos 2017, o la Beca Multiverso de Creación de Videoarte BBVA 2017, entre otros. Ha expuesto individualmente en el IVAM de Alcoy y en el DA2 Artium de Salamanca. Ha participado en el proyecto #Unmetroymedio del CA2M, así como en numerosas exposiciones colectivas en museos como el Espai d’Art Contemporani de Castellón (EACC), en Tabacalera Promoción del Arte, en el Kasseler Kunstverein y en el Museo Moca de Taipei (Taiwán).
Actualmente vive y trabaja en Madrid, combinando su trabajo artístico con la docencia como profesora asociada en la Universidad Nebrija, en el grado de Bellas Artes. Está representada por la Galería Luis Adelantado de Valencia.
Exposición
Comisaria
Semíramis González
Coordinación
Laura Andrada
Ayudante de coordinación Carlos Rodiles
Montaje, difusión y producción Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Diseño gráfico Davinia V. Reina
Registro Marián Aparicio
Catálogo
Edita Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Edición y coordinación editorial Área de Publicaciones del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Diseño gráfico Davinia V. Reina Imprime Coyve
@ de la edición: Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2023 @ de los textos: sus autoras @ de las fotografías: Ana Esteve Reig y Hélène Desplechin (pp. 41, 42, 47, 48, 51 y 52)
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, registrada, ni transmitida por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza.
ISBN: 978-84-17173-72-2 DL: M-1465-2023
Agradecimientos
A mis padres, por todo su continuo apoyo.
A Semíramis González y Guillermo Solana, por haber apostado por mi trabajo.
A Davinia V. Reina, por involucrarse en dar forma al diseño expositivo.
A Cristina Artés, por su ayuda en mi proceso de producción.
A Marta y Kiko (Malasombra), Alejandra Pastrana y todo el equipo humano que ha formado parte de Tiempo Muerto
A todos los jóvenes bailarines que me encontraba en Azca que se animaron a colaborar en la obra Fancams.
Ana Esteve Reig