Musicoterapia y campos de aplicacion

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Musicoterapia y sus campos de aplicación Universidad Autónoma de Baja California Facultad de Medicina y Psicología

Kristel Echávarry Castor Aldo Iván Moreno Leyva GRUPO 221

11 de Octubre de 2017



European Journal of Education and Psychology ISSN: 1888-8992 ejep@ejep.es Editorial CENFINT España

Ortega, Elena; Esteban, Laura; Estévez, Angeles F.; Alonso, Diego Aplicaciones de la musicoterapia en educación especial y en los hospitales European Journal of Education and Psychology, vol. 2, núm. 2, julio, 2009, pp. 145-168 Editorial CENFINT Almería, España

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European Journal of Education and Psychology 2009, Vol. 2, Nº 2

© Eur. j. educ. psychol. E-ISSN 1989-2209 // www.ejep.es

Aplicaciones de la musicoterapia en educación especial y en los hospitales Elena Ortega, Laura Esteban, Angeles F. Estévez y Diego Alonso Universidad de Almería (España) En este trabajo se hace una amplia revisión de aquellos estudios experimentales relacionados con la efectividad de la utilización de la musicoterapia, tanto en un contexto de educación especial como en los hospitales. La mayor parte de los estudios revisados aportan pruebas a favor de la hipótesis de que la utilización de la musicoterapia en niños con necesidades educativas especiales tiene efectos positivos en distintos aspectos, como son: reducción de la ansiedad, mejora del desarrollo emocional, mayor equilibrio psicofísico y emocional, y aumento del nivel de comunicación e interacción social. En un contexto hospitalario, la musicoterapia se ha mostrado eficaz principalmente como forma de reducir la ansiedad, y parcialmente, para calmar el dolor, aunque en este último aspecto, los datos son contradictorios. Desde un punto de vista metodológico, los estudios revisados adolecen de serios problemas, necesitándose, por este motivo, un mayor rigor experimental en los estudios que se realicen en este campo. Mientras tanto, no se podrán enunciar resultados concluyentes sobre la efectividad de la música como herramienta terapéutica en estos contextos. Palabras clave: Musicoterapia, efectos musicoterapia, educación especial, ansiedad. Applications of music therapy in special education and in hospitals. In this paper we present a wide review of those experimental studies related to the efficiency of the utilization of the music therapy both in a context of special education and in the hospitals. Most of the checked studies contributes evidence in favour of the hypothesis of the utilization of the music therapy in children with learning disabilities has positive effects in different aspects, as they are: reduction of the anxiety, improvement of the emotional development, bigger psycophysical and emotional balance, and increase of the level of communication and social interaction. In a hospitable context, the music therapy has proved to be effective principally as a tool to reduce the anxiety and, partially, to calm the pain, though in this aspect the information is contradictory. From a methodological point of view, the checked studies suffer from serious problems, being needed, for this motive, a bigger experimental rigor in the studies that are carried out in this field. Meanwhile, conclusive results will not be able to be enunciated on the efficiency of the music as therapeutic tool in these contexts. Key words: Music therapy, therapeutic effects of music, learning disabilities, anxiety.

Correspondencia: Diego Alonso. Departamento de Neurociencia y CC. de la Salud. Facultad de Psicología. Universidad de Almería. La Cañada de San Urbano s/n, C.P. 04120. Almería (España). E-mail: dalonso@ual.es


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El impacto de la música sobre el comportamiento ha sido discutido y documentado a través de la historia. Las referencias a la universalidad de la música, magia y mitos confirman la creencia de que ésta tiene una potente influencia en el ser humano. Pese a este reconocimiento histórico sobre los efectos de la música, no es hasta la década de los 50 cuando se comienza a desarrollar la musicoterapia o terapia musical. De hecho, una de las primeras definiciones de musicoterapia parte del profesor Thayer Gaston (1957, 1968) quien, en los años 50, la define de la siguiente forma: “Música es la ciencia o el arte de reunir o ejecutar combinaciones inteligibles de sonidos en forma organizada y estructurada con una gama de infinita variedad de expresión, dependiendo de la relación de sus diversos factores componentes (ritmo, melodía, volumen y cualidad tonal). Terapia tiene que ver con “cómo” puede ser utilizada la música para provocar cambios en las personas que la escuchan o la ejecutan”. Las dos ideas centrales que conforman esta primera definición de musicoterapia son, pues, el uso de la música y los cambios que se generan (Poch, 2002). Así, dicha definición, dada por el primer profesor universitario de musicoterapia, deja patente que el uso adecuado de la música, teniendo en cuenta sus diferentes componentes y adecuándolos a los pacientes, provocará cambios beneficiosos en las personas. Recientemente, Hillecke, Níkel y Bolay (2005) exploran los factores que hacen que la musicoterapia sea efectiva, destacando los siguientes: (1) factor atencional, la música es un estímulo auditivo capaz de captar la atención mucho mejor que otros estímulos sensoriales, y de generar distracción y relajación; (2) factor emocional, la música puede servir para modular las emociones, ya sea porque una melodía activa directamente determinadas emociones o porque activa el recuerdo de emociones asociadas; (3) factor cognitivo, la comprensión de la música implica el pensamiento y la creación de una experiencia subjetiva, lo que puede ayudar a cambiar determinadas cogniciones y significados subjetivos previamente establecidos; (4) factor conductual, la música es una herramienta capaz de activar el movimiento, ya que está estrechamente relacionada con la danza (así, se puede utilizar en la mejora de los problemas motores asociados con diferentes trastornos); y, (5) factor de comunicación, la música constituye una forma de comunicación no verbal de gran ayuda en el tratamiento de los problemas relacionados con la interacción entre personas, resultando especialmente efectiva como vehículo de expresión de emociones en las personas que no pueden comunicarse de forma verbal (Juslin y Sloboda, 2001). Con respecto a la aplicación de la musicoterapia, podemos decir que en su origen estaba limitada al tratamiento de los trastornos de comunicación en niños y adolescentes (v.g., Alvin, 1978; Nordoff y Robbins, 1977). Sin embargo, actualmente el ámbito de aplicación de la misma es mucho más amplio. Concretamente, según Lacarcel (1990), se puede aplicar: (1) a nivel grupal, como técnica lúdica y de

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relajación, según las necesidades, objetivos y expectativas del grupo al que va dirigida; (2) como terapia a nivel de psicopatología en centros psiquiátricos; (3) en las terapias interpersonales -parejas, familia, grupos especiales, etc.-; (4) como terapia de apoyo en el tratamientos del alcoholismo y la drogodependencia; (5) en tratamientos psicomotores de diferentes discapacidades o deficiencias; (6) en niños y adolescentes con problemas de conducta e inadaptación social; y, (7) para superar bloqueos de la comunicación -timidez, inhibición, mutismo, dificultad de expresión, etc.-. Por otra parte, en cuanto a la población que puede beneficiarse del uso de la musicoterapia, la American Music Therapy Association (NAMT, citado en Poch, 2002) señala que la terapia musical parece ser útil con quienes presentan (en orden de frecuencia): retraso en el desarrollo; desórdenes en el comportamiento; desórdenes afectivos; problemas psicológicos; población general en edad escolar; discapacitados múltiples; problemas de lenguaje; autistas; problemas visuales; déficit neurológicos; problemas auditivos (sordos e hipoacúsicos); abuso de sustancias; abusos sexuales; prematuridad; y, daño cerebral. Así mismo, se pueden incluir niños con síndrome de Rett o de Williams, personas con desórdenes alimenticios, niños con espina bífida o problemas de espalda, ancianos, pacientes con demencia, etc. Dado el amplio abanico de aplicaciones de la musicoterapia, cuyo tratamiento en profundidad podría ser objeto de un manual dedicado exclusivamente a este fin, en el presente trabajo nos vamos a centrar en sólo dos de sus posibles ámbitos de aplicación, uno que goza de una amplia trayectoria, el de la educación especial, y otro de reciente surgimiento pero con un gran futuro: la aplicación de la terapia musical en los hospitales. MUSICOTERAPIA EN EDUCACIÓN ESPECIAL Mediante la aplicación de la musicoterapia se ha podido constatar que muchos niños han mejorado considerablemente su deficiencia (Ruiz, 2005). Concretamente, los niños con necesidades educativas especiales son remitidos con frecuencia a terapia musical para enfrentarse y mejorar sus necesidades de comunicación, cognitivas, sensorio-motores o perceptivo-motoras, sociales, emocionales y psicológicas. Los terapeutas musicales trabajan para mejorar sus destrezas, cambiar comportamientos específicos o enseñarles nuevas habilidades a través de la experiencia musical. En términos generales, la acción beneficiosa que la música ha ejercido sobre los niños con discapacidades, se podría concretar de la siguiente manera (Lacarcel, 1990): (1) la música como medio de expresión y de comunicación favorece el desarrollo emocional, mejora de un modo considerable las percepciones y la motricidad del niño, así como su afectividad; (2) favorece la manifestación de tensiones,

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problemas, inquietudes, miedos, bloqueos, etc., disminuyendo de este modo la ansiedad; (3) se consigue un mayor equilibrio psicofísico y emocional; (4) los estímulos rítmicos aumentan el rendimiento corporal así como el riego sanguíneo cerebral; y, (5) en niños con grandes dificultades de comunicación se ha comprobado que responden al estímulo musical más que a cualquier otra clase de estímulo. A continuación se van a presentar algunas de las dificultades más comunes en educación especial y los efectos que sobre éstas tiene la musicoterapia. Retraso en el desarrollo y trastornos de aprendizaje En este apartado se incluyen desórdenes que tienen su origen durante la infancia y que continúan indefinidamente, afectando a diversas capacidades. Un ejemplo de retraso en el desarrollo lo constituye el retraso mental. Son diversos los estudios en los que se ha mostrado que la utilización de la musicoterapia tiene efectos beneficiosos en niños (Hanks, 1986; Knill, 1983; Preza, Baboci, Ashta y Lleshi, 1990; Wesecky, 1986; Zappella, 1986) así como en adultos con retraso mental (Bolton y Adams, 1983; Oldfield y Adams, 1990), lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que los diferentes elementos musicales (ritmo, melodía, timbre, textura, tempo) implicados en actividades tan diferentes como escuchar, cantar, jugar e improvisar música pueden influir y producir cambios en los componentes fisiológicos, psicológicos y emocionales del patrón de crecimiento normal de un niño (Taylor, 1990). Con este tipo de niños la musicoterapia intenta crear un ambiente alegre y divertido, que les permita aprender mediante la consecución de logros o éxitos y no de fracasos. Mientras aprenden una simple canción o tocan un instrumento, simultáneamente están mejorando su contacto ocular, capacidad atencional, seguimiento de instrucciones, imitación verbal, memoria, psicomotricidad fina y discriminación auditiva. Además, uniendo palabras con tonos y frases con melodías, los terapeutas consiguen mejorar la comunicación de estos niños (Cohen y Masse, 1993; Popovici, 1995; Rejto, 1973; Seybold, 1971). La música les ofrece, a su vez, oportunidades para aprender comportamientos sociales y motores adecuados, incrementando su interacción social mediante el trabajo en grupo, lo que redunda en una autoestima más positiva. La musicoterapia en niños con retraso persigue una adecuada adaptación al medio, mejorando de este modo las relaciones interpersonales y la comunicación, lo que tiene como consecuencia una mayor autoestima y confianza en sí mismo. Mediante esta terapia, se estimula también su memoria, atención, reflexión y, en general, sus facultades intelectuales, así como las psicomotoras (coordinación, esquema corporal, lateralidad, percepción espacial y temporal, etc.). Existen numerosos estudios que demuestran el gran potencial de desarrollo de los niños con retraso, gracias a la aplicación exitosa de la musicoterapia (DiGiammarino, 1990; Dorow y Horton, 1982;

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Madsen, 1981). Incluso en el trastorno generalizado del desarrollo, la terapia musical realza habilidades funcionales, al tiempo que enriquece las capacidades creativas y expresivas. Por otro lado, cabe destacar que los niños autistas, quienes, por lo general, rechazan las interacciones sociales, pueden llegar a realizar intentos comunicativos con los terapeutas a través de las diversas experiencias musicales a las que son expuestos. Como señalan Accordino, Comer y Heller (2007) en una reciente revisión sobre el tema, la gran aceptación de la musicoterapia en relación con el autismo ha coincidido con el hecho de que diversas investigaciones demuestran la capacidad musical de los autistas (Applebaum, Egel, Koegel e Imhoff, 1979; Bonnel et al., 2003; Foxton et al., 2003; Heaton, 2003, 2004; Heaton, Hermelin y Pring, 1998; Heaton, Pring y Hermelin, 2001; Mottron, Peretz y Menard, 2000). Sin embargo, según estos autores, existen pocos datos empíricos que avalen la utilización de la terapia musical en esta población ya que la mayor parte de la literatura disponible en este campo se limita a la descripción de un único caso. A pesar de esta limitación y de la necesidad de realizar estudios experimentales, Accordino y colaboradores destacan la gran variedad de técnicas utilizadas en los estudios revisados, entre las que se incluyen: entrenamiento del ritmo, sincronización musical, musicoterapia receptiva (escuchar música en vivo o grabada), musicoterapia activa (se utilizan diferentes juegos musicales) y musicoterapia de improvisación (se guía al paciente para que éste cree música de forma espontánea). Por su parte, mediante la musicoterapia, el niño con parálisis cerebral puede desarrollar sus capacidades residuales con eficacia terapéutica. Para Benenzon (1981) “los sectores indemnes del cerebro poseen reservas de las que el organismo puede extraer elementos de sustitución, compensación o restitución de los defectos resultantes del daño sufrido. Es esa reserva la que el musicoterapeuta ayudará a desarrollar, sobre todo como apertura”. Con una práctica adaptada a cada necesidad, el niño con parálisis cerebral se irá liberando progresivamente de la tensión y ansiedad que le produce su limitación. La enseñanza del control del cuerpo a través del ritmo, instrumentos, voz y canto, podrá facilitar la organización de los movimientos para que el dominio del cuerpo sea regido por el cerebro. De hecho, la música proporciona -por sus connotaciones de tiempo y espacio- sensación de movimiento. El trabajo más importante con este tipo de niños se realiza, así pues, con su cuerpo, lo que va a proporcionarle desinhibición y autoestima al observar que es capaz de expresarse con sus propios medios mediante un diálogo espontáneo y variado. De esta manera, la musicoterapia puede proporcionar al niño con parálisis cerebral un medio para realizarse, ya que las limitaciones producidas por esta dolencia hacen que se sienta frustrado emocional y físicamente, aunque posea una inteligencia normal. La música le va a abrir nuevas formas de expresión y comunicación. Además, dado que los trastornos del lenguaje son comunes en paralíticos cerebrales, la musicoterapia les va a

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ayudar, no sólo a desarrollar el lenguaje, sino también a controlar y fortalecer los músculos oro-faríngeos. Para finalizar, señalar que en dos estudios recientes se ha utilizado la musicoterapia en niños con déficit severos de aprendizaje, con la particularidad de que en ambos las sesiones de terapia musical se integran en el programa escolar. Coleman (2002) realiza el estudio en una escuela pública, mientras que Gladfelter (2002) asiste a una privada. En el segundo estudio, las sesiones, de cuarenta y cinco minutos de duración, se reparten a lo largo del curso escolar con una frecuencia semanal y consisten en la realización de actividades como tocar instrumentos musicales, cantar, escuchar música, crear canciones, improvisar o producir vídeos musicales. Con estas tareas se pretendía, entre otras cosas, incrementar la atención, desarrollar y mejorar las habilidades de procesamiento auditivo, mejorar las capacidades lingüísticas, desarrollar habilidades sociales adecuadas, fomentar la auto-expresión y mejorar las habilidades motoras finas y gruesas. Los resultados en ambos casos fueron positivos, lo que les lleva a señalar que la musicoterapia es una herramienta especialmente beneficiosa para los niños con necesidades educativas específicas ya que puede proporcionar nuevas vías para el aprendizaje y el desarrollo de los mismos. Igualmente, Sausser y Waller (2006) creen que la musicoterapia podría ayudar a los niños con trastornos emocionales y conductuales a superar algunos de los problemas que presentan, de un modo creativo y divertido. Así, la terapia musical permite que los niños con necesidades educativas especiales interaccionen positivamente con otros compañeros que están en clases ordinarias, al tiempo que les permite aprender juntos (Gunsberg, 1988; Hughes, Robbins, McKenzie y Robb, 1990; Humpal, 1991). Trastornos psicomotores Este tipo de niños puede tener problemas en el ámbito del desarrollo motor o dificultades en la coordinación motora, fina o gruesa. En todos los casos, el ritmo va a ayudar a desarrollar el control motor elemental y la coordinación sensoriomotora. Según Lacarcel (1990), mediante la utilización de ejercicios rítmicos podemos estimular y desarrollar la adquisición de destrezas sensoriomotrices de agilidad, equilibro y coordinación corporal; desarrollar un adecuado tono muscular para poder controlar un movimiento rítmico y armónico del cuerpo; descubrir el espacio, explorar y vivenciar el propio movimiento para tomar conciencia del lugar que ocupa el cuerpo en el espacio; conseguir mediante la orientación espacial el descubrimiento de la lateralidad; reeducar las coordinaciones y el sentido rítmico, como premisa para el aprendizaje de la lecto-escritura; etc. Por otra parte, hay que destacar que la práctica con instrumentos musicales puede ayudarles a mejorar su coordinación óculo-motriz, pero si éstos, además, son de viento, pueden controlar su respiración. Concretamente, para la terapia y reeducación visomanual se han de utilizar ritmos, audiciones

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musicales y canciones que impliquen la manipulación de instrumentos, percusiones corporales, percusiones sobre objetos, etc. Así mismo, el baile o la danza resultan muy útiles, especialmente cuando se integran varias partes del cuerpo en un mismo movimiento. Tocando en el piano melodías progresivamente más complejas, primero con una mano y después con ambas, se puede desarrollar también la coordinación. Por último, copiando letras de canciones se realizan los mismos movimientos oculares que son necesarios para leer palabras. Con respecto al papel de la musicoterapia como herramienta de ayuda para el aprendizaje y la rehabilitación motora, Thau (1988) señala que la utilización de un ritmo externo (por ejemplo, el sonido de un metrónomo) ayuda a mejorar la coordinación neuromuscular, mientras que Yasuhara y Sugiyama (2001) encuentran que la terapia musical disminuye los movimientos estereotipados y mejora el movimiento en general de un grupo de niños con síndrome de Rett. Dificultades de comunicación Los niños con problemas de comunicación se pueden beneficiar de la musicoterapia de muchas maneras. Cantar ayuda a mejorar el habla y el lenguaje, y, de un modo más específico, resulta beneficioso para la memoria auditiva y para la fluidez verbal. Por su parte, los niños que no hablan son buenos candidatos para la terapia musical ya que, dado que carecen del significado explícito de la comunicación que usamos la mayoría, necesitan aprender otros métodos para poder expresarse. Salvo que los problemas de lenguaje sean secundarios a otros trastornos, la mayoría de los niños que presentan dificultades para aprender a hablar y escribir suelen tener el resto de capacidades intactas. A pesar de ello, los niños con problemas de lenguaje se encuentran en desventaja, pues éste es el vehículo más importante de comunicación, expresión, desarrollo y aprendizaje. La musicoterapia va a tener una influencia positiva en la reeducación y tratamiento especial de estos niños ya que constituye un medio de rehabilitación que incide tanto desde el punto de vista puramente fisiológico, como puede ser la ejercitación de la voz, movimiento, etc., como desde la perspectiva emocional e intelectual que proporciona un desarrollo afectivo y cognitivo. De un modo más concreto, desde el ámbito de la terapia musical se trabaja con niños que presentan afasia, agnosia auditiva, apraxia, dislalia, dislexia, disprosodia, disgrafía, disartria, ecolalia, tartamudez, y paladar y labio hendido (Lacarcel, 1990). En este sentido, la musicoterapia persigue una correcta articulación, puesto que los problemas que presentan estos niños de sustituciones, omisiones, adiciones, distorsiones de sonidos hablados, etc., podrían ser superados. Así mismo, pretende que los niños adquieran una adecuada vivencia del tempo y el ritmo, ya que las dificultades de tiempo de emisión de las palabras y de un ritmo y acentuación correctos, son

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problemas usuales en algunas deficiencias del habla. Por último, la terapia musical trabaja educando la voz, ya que estos niños suelen presentar anormalidades en la altura, intensidad o cualidad de la misma. Déficit de atención e hiperactividad Todo parece indicar que componer música, especialmente en grupos con compañeros de la misma edad, demanda una considerable atención y autocontrol, habiendo un acuerdo general de que la utilización y la práctica con tareas rítmicas conduce a una mejora en la organización interna y en el control de las conductas denominadas impulsivas (Gibbons, 1983; Thaut, 1992). Teniendo en cuenta estos datos, así como el hecho de que en algunos estudios se han utilizado tareas rítmicas para mejorar la conciencia corporal (Wigram, Pederson y Bond, 2002) y la coordinación motora (Gibbons, 1983; Howell, Flowers y Wheaton, 1995; Moore y Mathenius, 1987; Thaut, 1985), Rickson (2006) realiza un estudio con 13 niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En dicho estudio se evaluaron dos condiciones, una en la que los participantes tocaban instrumentos de percusión siguiendo un patrón rítmico concreto propuesto por el terapeuta, y otro en el que se tocaban los mismos instrumentos pero de forma libre, improvisada. En ambos casos se observó una reducción de los síntomas asociados con la hiperactividad mejorando la ejecución de los niños en una tarea de repetición de patrones rítmicos generados por el ordenador. Además, se encontró que ambos grupos mejoraron, en general, sus habilidades para escuchar, atender e implicarse en actividades grupales, mostrando durante las sesiones de musicoterapia unos mayores niveles de atención sostenida, concentración y autocontrol que en otros tipos de tareas. Déficit sensoriales Tal y como señala Lacarcel (1990), en quien nos vamos a basar para desarrollar el presente apartado, bajo este término se incluyen niños con problemas de visión, audición o ambos. Con respecto a los discapacitados auditivos, debemos comenzar señalado que los niños con dificultades auditivas sufren diferentes grados que van, desde los que son completamente sordos, a los hipoacúsicos más o menos graves. La musicoterapia, como técnica y como expresión, aporta al niño hipoacúsico la vivencia de la música, e incluso aquellos que son al cien por cien sordos tienen posibilidades de reeducación a través de la misma, siempre teniendo en cuenta que el deficiente auditivo no “oye” la música como lo haría una persona normal, sino que percibe vibraciones y sensaciones acústicas sin una significación ni estimación concretas. Actualmente se sabe que si el niño con déficit auditivo no es atendido adecuadamente durante su vida escolar, tiende a centrarse cada vez más en sí mismo.

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Esto origina problemas de índole afectiva, nerviosa y de integración social, ya que se siente limitado al no poder establecer una buena comunicación con sus iguales. La musicoterapia aporta al niño hipoacúsico la vivencia de la música mediante un método activo en el que queda implicado tanto a nivel individual como grupal. Por su parte, los niños sordos son capaces de responder al ritmo, de discriminar y comparar sonidos. Así, mediante el ritmo, el movimiento, juegos musicales, etc., se puede crear una variada y rica fuente de estímulos que le ayuden a desarrollar las percepciones auditivas, táctiles, kinestésicas y visuales. Podemos decir que el desarrollo rítmico en el niño sordo e hipoacúsico se puede alcanzar desde: el ritmo en las palabras (prosodias, canto, recitaciones, expresiones verbales, rimas, melodías, etc.) y el ritmo en el movimiento (percusiones corporales, marchas, danzas, expresión corporal, manejo de instrumentos…). En resumen, la musicoterapia en disminuidos auditivos ayuda en: (1) su desarrollo cognitivo; (2) su autoestima, que se ve incrementada al sentirse capaces de hacer música y participar en actividades con sus compañeros; (3) el desarrollo de mejores relaciones interpersonales ya que el trabajo rítmico en grupo ayuda a sentirse integrados escolar y socialmente, al tiempo que ayuda a construir su propio yo y a adquirir confianza en sí mismos; (4) la obtención de un gran conocimiento del mundo que les rodea; (5) su discriminación auditiva, lo que les permite mejorar, a su vez, la locución; y, (6) el movimiento, procurando mejorar la coordinación motora y corporal, el equilibrio y el control postural. Con respecto a los deficientes visuales, cabe señalar que aunque el niño ciego sigue un proceso de maduración igual al de los demás niños de su edad, presentando la misma necesidad de afecto y autoestima, no puede aprender de la misma manera que el resto de niños, sino que requiere de medios y métodos especiales que le han de ser enseñados desde los primeros momentos de su desarrollo. Aunque sus órganos de audición y tacto son normales, se van a sensibilizar mucho más para compensar, de esta manera, la carencia de visión, especialmente el oído, que será más precoz en esta función. El niño con dificultades visuales responde fácilmente a la música gracias a la captación y memoria del sonido. Su interés y atención son excepcionales, ya que la música es una de las actividades de las que puede disfrutar plenamente, satisfaciendo de este modo necesidades de tipo emocional, intelectual y social. Así, la musicoterapia proporciona a estos niños grandes beneficios; entre otros, les permite recuperar su autoestima y sentirse autorrealizados, mejorar la comunicación y la integración social que tanto necesitan, les ayuda a expresar sus sentimientos, a desarrollar la creatividad, fantasía e improvisación, les facilita los movimientos, marcha, coordinación, etc.

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MUSICOTERAPIA EN LOS HOSPITALES: TERAPIA E INVESTIGACIÓN En este apartado queremos comprobar si existen datos científicos que corroboren la idea generalizada de que la musicoterapia mejora la calidad de vida y reduce alguno de los síntomas físicos que muestran los pacientes hospitalizados. Basándonos en las investigaciones publicadas hasta el momento, estudiaremos cómo afecta la musicoterapia a pacientes con cáncer, a enfermos de corazón y a la ansiedad que se genera antes de una operación. Musicoterapia y cáncer La musicoterapia es una profesión en auge, dentro de la cual se encuadran diferentes prácticas y modelos teóricos. Entre los nuevos campos de actuación, se encuentra la oncología. Según Kruse (2003), en Estados Unidos, la mayoría de los musicoterapeutas que trabajan en oncología desarrollan su actividad profesional en este subcampo desde hace relativamente poco tiempo. Igualmente sucede en Reino Unido, donde tradicionalmente los musicoterapeutas habían centrado su trabajo en pacientes psiquiátricos y en trastornos del aprendizaje (Hanser, 2005). La incorporación de la musicoterapia en el campo de la oncología no se limita a Estados Unidos y a Reino Unido, sino que se ha expandido por todo el mundo como podemos comprobar en el artículo de Aldridge (2003). Este autor realiza una revisión bibliográfica sobre el tema en cuestión, y cita datos procedentes de trabajos realizados en Australia, Canadá, China, Europa, Israel, Japón, Nueva Zelanda y Reino Unido. La musicoterapia en oncología se centra en las necesidades psicológicas y físicas surgidas de los diferentes medicamentos y tratamientos utilizados actualmente (Aldridge, 2003). El punto de partida es la aceptación de que algunos tipos de cáncer no sólo implican dolores crónicos, sino que pueden representar serios cambios en la identidad del sujeto, momento en el que la persona necesita de sus recursos físicos y psicológicos (Aldridge, 2003). De hecho, diversos estudios muestran cómo pacientes que recurren a terapias alternativas (entre ellas se encuentra la musicoterapia) además del tratamiento convencional, buscan mejorar los efectos del mismo y ganar recursos psicológicos para hacer frente a la situación, sintiendo que la tienen “bajo control” (Downer et al., 1994). Tomaremos como referencia un artículo recientemente publicado por Pothoulaki, MacDonald y Flowers (2006), en el que los autores realizan una revisión exhaustiva sobre intervenciones con musicoterapia llevadas a cabo en pacientes con cáncer. Este trabajo nos ofrece una visión de los estudios publicados entre 1982 y 2006 en Estados Unidos, Canadá, Australia, España, Alemania y Reino Unido. Dicha revisión consta de 37 estudios, 13 de los cuales son de naturaleza cualitativa y 10 son

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estudios de caso único. Gran parte de los trabajos revisados no controlaban variables como la edad de los participantes, el sexo, el tipo y el estado de la enfermedad, lo que hace bastante difícil realizar comparaciones fiables y saber si realmente la musicoterapia ha conseguido los objetivos esperados, ya que estas variables pueden afectar a las respuestas y comportamientos de los sujetos. Por ejemplo, no muestran las mismas actitudes los pacientes que están en fase terminal que aquellos a los que se les acaba de diagnosticar el cáncer. La mayoría de los estudios seleccionados para esta revisión son de naturaleza cuantitativa, y utilizan un diseño entre-sujetos para poder, así, comparar los efectos que producen las sesiones de música. Cabe señalar que cinco de los estudios son diseños aleatorios. Usar este tipo de diseños implica contar con el suficiente número de pacientes para poder afirmar que las diferencias encontradas en los resultados no se deben a diferencias preexistentes entre los pacientes que formaban los diferentes grupos. En musicoterapia utilizar estudios de asignación aleatoria es bastante complicado (esto podría explicarse por razones prácticas, como la dificultad de reclutar sujetos, dados los requisitos específicos que deben cumplir), de ahí su escaso número y el hecho de que los autores afirmen que lo más adecuado en estos casos es usar diseños entre-sujetos y estudios cuasi-experimentales con un grupo control (Pothoulaki et al., 2006). Aunque en la revisión realizada por Pothoulaki et al. (2006), se encuentran evidencias empíricas para afirmar que la intervención con musicoterapia en pacientes oncológicos produce efectos beneficiosos en conjunto, el número de estudios existentes no es suficiente para mantener dicha afirmación. Los autores mencionan cómo en este punto tan sólo se puede afirmar que existen pequeños indicios, pero que la investigación científica basada en este tema debe ser de mayor calidad, adecuándose a los parámetros científicos establecidos. Los investigadores deberían plantear su investigación antes de llevarla a cabo, establecer grupos de control adecuados para poder realizar las comparaciones oportunas y, por supuesto, velar para que en sus estudios se cumpla la validez interna y externa. Recientemente, Daykin, Bunt y McClean (2006) publican un interesante estudio en el que se plantean conocer el papel que juega la musicoterapia en el sistema británico de salud. Para ello elaboran un cuestionario que mandan por vía postal a 80 responsables de organizaciones de cuidados oncológicos. Los autores realizaron tanto un análisis cuantitativo de los datos como un análisis cualitativo de los mismos. El cuestionario fue contestado y devuelto por el 84% de los encuestados (67 cuestionarios). En dicho cuestionario se preguntó si utilizaban la musicoterapia, qué tipo de actividades en concreto realizaban, si aplicaban otras terapias creativas además de la musicoterapia (por ejemplo, arteterapia), si la musicoterapia era impartida por un musicoterapeuta colegiado, con qué frecuencia realizaban las sesiones de

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musicoterapia, el formato que tenían las mismas (individual, en grupo, ambas) y de dónde obtenían los fondos para poder realizarlas. La información recabada señala que: al menos dos tercios de los encuestados utilizan más de un tipo de actividad musical, siendo la actividad más común la de escuchar música grabada; el 33% de la muestra usa la musicoterapia junto con una o más terapias creativas (la preferida es la arteterapia -24%-); el 24% de los musicoterapeutas están colegiados frente a un 48% que no lo está; la frecuencia de las sesiones suele ser semanal (semanal, 55%; mensual, 25%; diaria, 29%) siendo el formato de las sesiones tanto individual como en grupo (individuales, 14%; en grupo, 28%; ambas, 58%); y, el 35% depende de subvenciones externas, el 20% tiene más de una fuente de financiación y el 15% funciona con fondos internos. Por último, nos gustaría referirnos a un estudio realizado por Smolen, Topp y Singer (2002) con pacientes que son sometidos a una colonoscopia. La realización rutinaria de esta prueba se asocia con una reducción en la mortalidad del cáncer de colón (Macrae, Tan y Williams, 1983). Sin embargo, las molestias y la ansiedad que suelen acompañar a la realización de la misma son las principales razones por las cuales los pacientes rechazan someterse a dicha prueba (Palakanis, DeNobile, Sweeney y Blankenship, 1994). Por esta razón, Smolen et al. (2002) deciden explorar los efectos que la musicoterapia tiene sobre los signos de ansiedad de un grupo de treinta y dos pacientes sometidos a una colonoscopia. Los participantes en el estudio fueron asignados aleatoriamente a uno de los siguientes dos grupos: (1) experimental, escuchaban música que podían seleccionar de un repertorio de música rock, jazz, clásica y ligera, a lo largo de toda la prueba, y (2) control, se les aplicó el procedimiento estándar (sin música). Antes y después de ser sometidos a la prueba los sujetos rellenaban un cuestionario que registraba ansiedad de estado (State Anxiety Inventory (SAI, Spielberger, 1983). Además, a lo largo de todo el proceso se registraron en cuatro ocasiones signos fisiológicos de ansiedad (tasa cardiaca y presión sanguínea). Los resultados mostraron que tanto la tasa cardiaca como la presión sistólica y diastólica fueron disminuyendo a lo largo de la prueba en el grupo experimental mientras que se mantuvo constante en el grupo control. También observaron que el grupo con el que se utilizó la musicoterapia tendía a mostrar una menor ansiedad de estado, aunque esta tendencia no fue estadísticamente significativa. Finalmente, durante el desarrollo de la prueba el grupo experimental necesitó que se le administrase una menor dosis de sedante que el grupo control. Estos datos llevan a los autores a concluir que la audición de música es una técnica útil que puede ayudar a disminuir la cantidad de sedantes necesaria así como la ansiedad que muestran los pacientes que son sometidos a una colonoscopia.

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Musicoterapia y enfermedades coronarias Dentro de este epígrafe seguiremos la división realizada por Hanser y Mandel (2005) sobre musicoterapia y enfermedades de corazón. Para una mayor comprensión de los artículos comentados dividiremos los trabajos en función de la enfermedad cardíaca sufrida por los pacientes, que en este caso será: infarto, bypass, unidades de cuidados cardíacos y pediatría cardíaca. Infarto agudo de miocardio En 1999, White (1999) observó cómo pacientes que habían sufrido un infarto agudo de miocardio reducen su tasa de respiración y pulsaciones después de haber escuchado veinte minutos de música. En dicho estudio se comprobó que los resultados del grupo experimental (pacientes con infarto) diferían significativamente de los efectos encontrados en el grupo control. Incluso una hora después de haber escuchado la sesión de música, los pacientes cardíacos continuaban con los efectos beneficiosos que les había provocado la sesión de musicoterapia. Estos resultados son similares a los encontrados por el mismo autor en un estudio anterior publicado en 1992. En el estudio publicado por Bolwerk (1990), pacientes que habían sufrido un infarto agudo de miocardio escuchaban durante 22 minutos 3 temas de música clásica de Bach, Beethoven y Debussy. Las sesiones de musicoterapia tuvieron una frecuencia diaria durante el tiempo que duró la hospitalización de los pacientes (tres días). Al realizar comparaciones con un grupo control, se encontró que aquellos que habían escuchado la música informaban tener un nivel de ansiedad significativamente menor que aquellos que no habían tenido esta experiencia. Por otro lado, Guzzetta (1989) realiza una investigación con sujetos que han sufrido un infarto de miocardio, en la que combina la musicoterapia con ejercicios de relajación. El estudio incluye tres grupos, dos experimentales y uno control. En el grupo experimental música, los pacientes realizaban los ejercicios de relajación y, después, escuchaban durante 20 minutos un cassette, de entre tres posibles, proporcionado por el experimentador. En el grupo experimental de relajación, los pacientes solamente realizaban los ejercicios de relajación. Estos dos grupos fueron comparados con un grupo control en medidas de estrés, ansiedad, tasa cardíaca y complicaciones cardíacas. El autor encuentra que los dos grupos experimentales presentan mejoras significativas en comparación al grupo control. En otro estudio realizado por Lewin, Thompson y Elton (2002), se explora si el hecho de que el sujeto elija la música que escucha durante la sesión de musicoterapia, en función de que represente algo importante en su vida, o, por el contrario, escucha aquella que le proporciona el musicoterapeuta, influye en los

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resultados obtenidos. Curiosamente, los autores no encontraron diferencias entre ambos grupos en ninguna de las medidas registradas (de ansiedad y de calidad de vida). Bypass coronarios En 1996, Zimmerman, Neiveen, Barnason y Schmaderer (1996) realizaron un estudio con pacientes que habían sufrido una operación de bypass coronario. Dividieron a los pacientes en tres grupos: en la primera condición los pacientes escuchaban una música, elegida por ellos entre 5 disponibles; en la segunda condición los pacientes veían durante 30 minutos escenas relajantes acompañadas de música; y, en la tercera condición disfrutaron de 30 minutos de descanso sin interrupción. El grupo de pacientes en la condición de escucha de música sufrió menos dolor que el resto de los grupos. Además, el grupo de pacientes que vio las imágenes acompañadas de música mejoró su calidad de sueño en comparación con el grupo control. En otro estudio similar, Barnason, Neiveen y Zimmerman (1995) encontraron cambios significativos en el humor de los pacientes en la condición de escucha de música, aunque se produjo una respuesta generalizada de relajación en los tres grupos. Por otra parte, Tusek, Cwynar y Cosgrove (1999) investigaron los efectos que tiene la visión de una serie de imágenes acompañadas de música en un conjunto de pacientes cardíacos que iban a ser operados. Los pacientes veían y escuchaban las imágenes dos veces antes de la operación y otras dos veces después de la operación (las sesiones de musicoterapia se llevaban a cabo durante la anestesia y en la sala de recuperación tras la operación). Los resultados mostraron que el tiempo de estancia en el hospital de este grupo fue significativamente menor que el de un grupo control que no recibió las sesiones de musicoterapia con imágenes. Cabe señalar, por último, que en 1996 Standley realizó un meta-análisis donde encontró, como resultado general, que las sesiones de musicoterapia eran más eficaces en pacientes con dolores crónicos que en aquellos con dolores agudos y severos. Unidades de cuidados cardíacos Cadigan et al. (2001) encontraron que sonidos sinfónicos acompañados de sonidos de la naturaleza eran eficaces en la reducción de la presión sanguínea, la tasa respiratoria y la angustia psicológica en pacientes cardíacos que tenían que guardar reposo. En cambio, otras investigaciones llevadas a cabo en unidades de cuidados cardíacos muestran resultados inconsistentes sobre el efecto de la musicoterapia en este tipo de pacientes. Distintos estudios llegan a la conclusión de que la elección de la música empleada en las sesiones de musicoterapia en las unidades de cuidados cardíacos es fundamental para el buen funcionamiento de la terapia (Elliot, 1994; Zimmerman,

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Pierson y Marker, 1988). Éste puede ser el motivo por el que diversos investigadores encuentran resultados bastante dispares en los efectos producidos en los pacientes con enfermedades cardíacas (presión, respiración, ansiedad). Pediatría cardiaca Dadas las peculiares características de la población que forman estas unidades, el papel de los musicoterapeutas y, por ende, el de la musicoterapia, juega un papel muy importante. En las unidades de cuidados intensivos, las sesiones de musicoterapia no sólo son una forma de mejorar los síntomas físicos que sufren los pacientes, sino que son una pieza fundamental a la hora de mejorar la calidad de vida de estos niños. La musicoterapia les ofrece una distracción, un juego, una actividad atrayente en la que pueden formar parte tanto los niños como sus familiares, pero lo más importante es que les aporta normalidad a sus vidas. La terapia musical se centra en las habilidades y capacidades de estos pacientes, no en sus incapacidades, les ofrece una nueva forma de comunicarse entre ellos, con sus familiares y con el personal médico, y una forma de liberar y expresar sus sentimientos. Dun (1995) publica un estudio en el que muestra los beneficios que aporta la musicoterapia a los niños que necesitan de cuidados cardíacos. Musicoterapia y neonatos Según Standley (2001), la música sola o combinada con la voz humana puede funcionar en la unidad de cuidados intensivos para neonatos reduciendo el estrés, proporcionando estimulación en un ambiente empobrecido, promoviendo el vínculo con los padres, y facilitando el desarrollo social, comunicativo y neurológico en los niños prematuros. Por ejemplo, se ha demostrado que los estímulos auditivos rítmicos y la voz de la madre tienen un efecto calmante similar sobre estos niños (Moore, Gladstone y Standley, 1994) y que la audición de música mejora sus constantes físicas (Cassidy y Standley, 1995; Collins y Kuck, 1991; Standle y Moore, 1995) y disminuye su estancia en el hospital (Caine, 1991). En 2002 Standley realiza un metaanálisis sobre el uso de la musicoterapia con niños prematuros, en el que se incluyen 10 estudios que cumplen los siguientes criterios: (1) son estudios experimentales en grupo o de caso único; (2) todos los participantes eran niños prematuros y con bajo peso que se encontraban recibiendo tratamiento en la unidad de cuidados intensivos; (3) la música fue incluida y evaluada como una variable independiente; y, (4) el informe incluía el diseño, el procedimiento y los resultados. Los datos del estudio mostraron que la música tenía un efecto beneficioso para los niños el cual se reflejaba en todas las variables registradas: tasa cardiaca, tasa respiratoria, adquisición de peso, días en el hospital, etc. Así pues, tal y como la autora señala, estos resultados por sí mismos justificarían la incorporación de la musicoterapia en los programas utilizados para el

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cuidado de los niños prematuros (Standley, 2001, ver también para una guía sobre la utilización de esta terapia en las unidades de cuidados intensivos de neonatos). Musicoterapia y operaciones quirúrgicas Otro campo de acción en el que la musicoterapia está teniendo mucha aceptación es en el de pacientes que van a operarse, para reducir la ansiedad o en pacientes que ya han sido operados, para reducir el dolor. En el presente apartado haremos una pequeña revisión de los artículos más recientemente publicados sobre este tema. Nos centraremos en las características de dichos estudios y veremos si han obtenido los resultados esperados. Evans (2002) publicó una revisión de la literatura sobre este tema, en la que aborda 19 estudios realizados entre 1990 y 1999, en la que señala que, en general, los pacientes hospitalizados que reciben musicoterapia presentan una mayor reducción de la ansiedad, pero que las sesiones de musicoterapia no afectan ni a los latidos del corazón ni a la presión sanguínea. Recientemente, Buffum et al. (2006) publican un estudio cuasiexperimental, con asignación aleatoria de los sujetos al grupo experimental y al control, en el que se plantean comprobar si una sesión de 15 minutos de audición de música (clásica, jazz, rock, country o new age) antes de la operación, en pacientes que van a someterse a una angiografía vascular, reduce la ansiedad de los mismos. En dicho estudio participan 170 sujetos; de ellos, los 85 pacientes que conforman el grupo experimental seleccionaron la música que iban a escuchar y la escucharon durante 15 minutos inmediatamente antes y después de la operación. Los experimentadores tomaron medidas de presión arterial, pulsaciones del corazón y respiración. Con el grupo control se siguió el mismo procedimiento que con el grupo experimental, a excepción de escuchar la música; en lugar de esto se les permitió esperar en silencio antes y después de la operación en el mismo lugar y durante el mismo tiempo que los sujetos experimentales. A ambos grupos, además, se les pasó el “State Anxiety Inventory”. Comparando los datos pre y post intervención, los autores encontraron diferencias estadísticamente significativas en la reducción de la ansiedad en los pacientes que habían escuchado la música frente al grupo control. Con respecto a las variables fisiológicas registradas, tan sólo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el pulso; los pacientes que habían escuchado la música mostraban una mayor reducción del pulso que los pacientes del grupo control. Por el contrario, los autores no encontraron diferencias en las variables presión diastólica, presión sistólica y respiración. Los resultados obtenidos son similares a los encontrados por Cooke, Chaboyer e Hiratos (2005), observándose varios grados de efecto sobre la ansiedad en otros estudios que presentan sesiones de musicoterapia con una duración que oscila entre 15 y 40 minutos (Mandle et al., 1990).

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Diversas investigaciones han encontrado que los pacientes que están en cuidados intensivos y escuchan música sedante experimentan menos ansiedad que los pacientes que reciben descanso (Chlan, 1998; White, 1992). Por el contrario, otros investigadores encuentran que tanto la música sedante como el descanso reducen la ansiedad y el dolor de los pacientes de cuidados intensivos (Barnason et al., 1995; Bolwerk, 1990; Elliot, 1994; Zimmerman, et al., 1988; Zimmerman et al., 1996). Para estos últimos investigadores no está claro qué ventajas produce cada tipo de intervención (música vs. descanso). Los posibles efectos positivos de la música y del descanso no habían sido estudiados en pacientes sometidos a una operación a corazón abierto que se encontraban en el postoperatorio, hasta que Voss et al. (2004) realizan una investigación en la que se proponen explorar esta cuestión. Las variables estudiadas en dicha investigación fueron: nivel de ansiedad informado por el paciente, y sensación de dolor y angustia provocada por el dolor durante los 30 minutos en los que son levantados de la cama y llevados a una silla de descanso (tiempo durante el cual se les administro el tratamiento experimental). En base a los estudios publicados hasta la fecha los autores esperaban encontrar que la música redujera la ansiedad y el dolor, al ser un elemento distractor que tiene la capacidad de provocar que el paciente focalice su atención en otra cosa que no sea su propio dolor (en la música, un estímulo que, por otra parte, es más placentero), y que esto estimulara y produjera la respuesta de relajación (Benson, 2000; Good et al., 1999). El diseño utilizado fue un diseño experimental con tres grupos pre-post test, participando en el estudio una muestra total de 62 pacientes provenientes de la unidad de cuidados intensivos de un hospital que fueron asignados a las tres condiciones, dos experimentales y una control, de la siguiente manera: 19 pacientes pasaron por la condición de música, 21 por la condición de descanso programado y 21 fueron asignados a la condición control (tratamiento convencional). Los resultados encontrados señalan que los pacientes que formaron parte del grupo música y del grupo descanso, mostraron significativamente menor ansiedad, sensación de dolor y angustia provocada por el dolor en el postest frente a las medidas tomadas antes de realizar el experimento. Concretamente, al finalizar la sesión el grupo música presentaba un 72% menos de ansiedad, un 57% menos sensación de dolor y un 69% menos de angustia que el grupo control. Por otro lado, los pacientes que formaron parte del grupo música, al finalizar la sesión presentaban un 59% menos de ansiedad, un 51% menos sensación de dolor y un 60% menos angustia que el grupo descanso. Entre el grupo descanso y el grupo control no se encontraron diferencias estadísticamente significativas. Estos resultados están en la misma línea que los obtenidos por otros autores en estudios similares (Bolwerk, 1990; Chlan, 1998; White, 1992, 1999).

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Por otra parte, MacDonald et al. (2003), publicaron un artículo en el que presentaban un trabajo cuyo objetivo era comprobar los efectos que produce escuchar música elegida por el paciente sobre el dolor que éste siente después de una operación. En un primer estudio participaron 40 pacientes (23 en el grupo control y 17 en el grupo experimental) a los que se les practicó una operación menor en el pie. Los sujetos que participaron en el grupo experimental eligieron la música que iban a escuchar. La medida pre-test (utilizan dos escalas de dolor y de ansiedad) fue tomada el mismo día de la operación, la primera medida post-test fue tomada entre una hora y dos horas después de la operación (en función de las diferentes reacciones de los pacientes a la anestesia general) y la tercera medida fue registrada cuatro horas después de la operación. Los pacientes del grupo experimental escucharon la música al menos 45 minutos durante las cuatro horas del postoperatorio. Los autores encontraron que los sujetos que participaron en la condición experimental, veían disminuida su sensación de ansiedad significativamente; por el contrario, en los sujetos del grupo control la variable ansiedad no se veía alterada. En las dos medidas de dolor, los autores no encontraron que éste se redujese en el grupo experimental. A la vista de estos resultados se realizó un segundo estudio, con la misma base y procedimiento del estudio previo, aunque se incluyeron las siguientes modificaciones: seleccionaron mujeres (30 en el grupo experimental y 28 en el grupo control) que iban a ser sometidas a una histerectomía (la operación es más grave y provoca mayor dolor al paciente), cambiaron uno de los test que medía dolor y, finalmente, ampliaron el intervalo de intervención postoperatorio de 4 a 72 horas. En este estudio los autores no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos en ninguna de las tres medidas en los tres momentos en las que fueron tomadas. En resumen, no se observó que las sesiones de música disminuyesen el dolor de los pacientes, independientemente de que la operación que se les realizase fuera de mayor o menor gravedad. Lo que sí se encontró es que en la operación de pie reducían el nivel de ansiedad mostrado por los pacientes sometidos a la misma. CONCLUSIONES De la revisión que acabamos de realizar se desprende que hay indicios que señalan que la musicoterapia parece ser beneficiosa para paliar los déficit emocionales, atencionales, motores, de comunicación, etc., asociados con distintas patologías, y para reducir la ansiedad que puede aparecer en situaciones concretas (v.g., por enfermedad o ante una operación). Sin embargo, hay que señalar que la mayor parte de los datos disponibles se derivan o de estudios de caso único o de estudios de grupo que presentan serios problemas metodológicos (v.g., ausencia de grupo control). Generalmente los terapeutas que utilizan la terapia musical han argumentado que sólo pueden realizar

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estudios de caso único ya que los programas de entrenamiento deben ser individualizados y no se puede utilizar la misma terapia para varios pacientes. Sin embargo, como Accordino et al. (2007) señalan, la musicoterapia no debe ser diferente de cualquier otra área de investigación científica. Los estudios deben contar con grupos control, se han de realizar diseños en los que los sujetos se asignen aleatoriamente a las diferentes condiciones experimentales, los datos deben ser analizados estadísticamente, etc. A rasgos generales, los resultados obtenidos hasta el momento parecen indicar que la musicoterapia provoca efectos relajantes en los pacientes, lo que podría hacer que mejoraran sus síntomas físicos, aunque aún no se han encontrado datos que apoyen que las sesiones de musicoterapia alivian el dolor que éstos padecen. Queremos hacer hincapié en el hecho de que la literatura publicada sobre este tema no es lo suficientemente amplia como para realizar afirmaciones categóricas sobre los efectos que la terapia musical produce. Los profesionales que trabajan en este campo deberían tomar conciencia de la necesidad de llevar a cabo experimentos controlados con los que demostrar científicamente si esta terapia es eficaz, y ver en qué medida se producen y qué condiciones son las más adecuadas y necesarias para que se puedan observar efectos beneficiosos de la musicoterapia sobre la salud. La realización de estos estudios, y su posterior publicación en medios especializados, significaría un gran avance y una ayuda para otros profesionales del campo, ya que no partirían desde cero en sus investigaciones o en sus sesiones de musicoterapia. Además, tratándose de una técnica con la que podemos ayudar a reducir síntomas físicos negativos, tenemos que ser mucho más meticulosos y precavidos a la hora de hacer afirmaciones sobre los efectos de la misma, sobre todo, para no crear falsas expectativas. Si la musicoterapia puede ayudar de alguna forma a los pacientes hospitalizados, tal y como parece desprenderse de los estudios que señalan, al menos, una reducción en la ansiedad de los mismos, todos debemos unir nuestras fuerzas y ayudar en lo posible para que se realicen estudios experimentales adecuados y para que el conocimiento científico se difunda, sirviendo de base, a los musicoterapeutas, que cada día intentan mejorar la calidad de vida de estas personas. Agradecimientos La realización de este trabajo ha sido posible gracias a los proyectos SEJ2006-14723, SEJ2007-60217 y CSD2008-00048 financiados por la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, y SEJ-03036, financiado por la Junta de Andalucía.

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Gaceta Mexicana de Oncología. 2015;14(6):346---352

www.elsevier.es/gamo

ARTÍCULO DE REVISIÓN

La musicoterapia en Oncología Patricia Martí-Augé a,c,∗ , Melissa Mercadal-Brotons b y Carme Solé-Resano c a

Oncolliga --- Fundació Lliga Catalana d’Ajuda Oncològica, Barcelona, Espa˜ na Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), Barcelona, Espa˜ na c Universitat Ramon Llull, FPCEE Blanquerna, Barcelona, Espa˜ na b

Recibido el 28 de julio de 2015; aceptado el 3 de noviembre de 2015 Disponible en Internet el 14 de deciembre de 2015

PALABRAS CLAVE Musicoterapia; Cáncer; Distrés; Psicooncología; Oncología integrativa

KEYWORDS Music therapy; Cancer; Distress; Psycho-oncology; Integrative oncology

Resumen El cáncer puede comportar distrés físico y emocional. El distrés puede ser una reacción normal y adaptativa de los pacientes oncológicos, pero puede también dificultar el ajuste psicológico y, en algunas ocasiones, puede llevar a trastornos psicopatológicos. Las intervenciones psicológicas, así como otras modalidades de tratamiento, suelen ir dirigidas a reducir los síntomas de distrés y a mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer. Numerosos estudios han demostrado la eficacia de la musicoterapia en contextos médicos y oncológicos. El objetivo de este artículo es presentar la musicoterapia como una intervención coadyuvante, que ofrece un enfoque multimodal y holístico, y que permite cubrir las necesidades físicas, psicosociales y espirituales de los pacientes con cáncer. © 2015 Sociedad Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/ by-nc-nd/4.0/).

Music therapy in Oncology Abstract Cancer may bring physical and emotional distress. Distress can be a normal and adaptive reaction from patients experiencing an oncologic illness, but it can also hinder psychological adjustment and, in some cases, can lead patients to psychopathological disorders. Psychological interventions as well as other different treatment modalities are usually used to reduce distress symptoms and to improve quality of life of cancer patients. Many studies have demonstrated the effectiveness of music therapy in the medical and oncologic settings. The purpose of this article is to introduce music therapy as a coadjuvant intervention that offers a multimodal and integrative approach that can address the physical, psychosocial and spiritual needs of cancer patients. © 2015 Sociedad Mexicana de Oncología. Published by Masson Doyma México S.A. This is an open access article under the CC BY-NC-ND license (http://creativecommons.org/licenses/ by-nc-nd/4.0/).

Autor para correspondencia: C/ Rector Ubach, 5. 08021 Barcelona. Móvil: 696 485213. Correo electrónico: patmarti.mt@gmail.com (P. Martí-Augé).

http://dx.doi.org/10.1016/j.gamo.2015.11.013 1665-9201/© 2015 Sociedad Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).


La musicoterapia en Oncología

Introducción El cáncer es una enfermedad que resulta invasiva, amenazadora y que genera altos niveles de estrés en el enfermo, tanto en el momento del diagnóstico como a lo largo de su tratamiento. En la actualidad, paralelamente a los tratamientos médico-farmacológicos, se recomiendan intervenciones de carácter psicológico. Desde hace unos a˜ nos, los tratamientos convencionales del campo de la onconarse de otras opciones terapéuticas logía suelen acompa˜ no farmacológicas, que reciben el nombre de «Oncología integrativa»1 . Diferentes profesionales del campo de la psicooncología sostienen que las necesidades clínicas de las personas con cáncer se centran en diferentes áreas del ser humano y son de tipo fisiológico, psicológico y/o espiritual-existencial2,3 . Si bien el tratamiento médico es de crucial importancia, el cuidado de los aspectos psicológicos tiene una función de ayuda y soporte muy importante en el caso de los pacientes de cáncer4,5 . La musicoterapia es una disciplina que ha mostrado su eficacia en el contexto oncológico. Es un tratamiento que permite ofrecer un apoyo a nivel integral, pudiendo llegar a cubrir las necesidades de tipo físico, emocional, cognitivo, social y/o espiritual de la persona6 . Este artículo tiene como objetivo mostrar algunos de los principales efectos de la música en los pacientes adultos oncológicos y los beneficios de la musicoterapia.

Cáncer, distrés y soporte psicológico El cáncer es una de las enfermedades neoplásicas que ha recibido más consideración en los últimos a˜ nos. Según la Sociedad Espa˜ nola de Oncología Médica7 , la incidencia global prevista de cáncer para la población espa˜ nola en el a˜ no 2015 es de 222.069 personas. Los avances hechos en el diagnóstico, el tratamiento y la detección precoz han hecho que la supervivencia en el cáncer vaya en aumento. Esto ha conllevado también un aumento del interés y de estudios sobre los aspectos psicosociales del cáncer y, concretamente, sobre los problemas de adaptación psicosocial8 . Las personas con cáncer han de hacer frente a una gran variedad de situaciones estresantes, que incluyen el propio diagnóstico, los procedimientos médicos invasivos y los efectos secundarios de los tratamientos, así como diferentes pérdidas personales, psicológicas y físicas. Esto suele comportar un elevado estado de distrés o malestar emocional. La National Comprehensive Cancer Network9 desarrolló el concepto de «distrés» para definir esta emoción desagradable que manifiesta un determinado paciente y que puede interferir con la capacidad de hacer frente al cáncer de forma efectiva, en sus síntomas físicos y en su tratamiento. Así pues, el distrés es una experiencia emocional desagradable, de naturaleza multifactorial, que incide en la dimensión psicológica, social y/o espiritual de la persona y que interfiere con la capacidad de afrontar el cáncer de forma efectiva10 . Si bien el distrés, por sí mismo, no constituye un trastorno mental y la enfermedad y el tratamiento oncológico por sí mismos tampoco conllevan trastornos psicológicos, debemos se˜ nalar que en algunos casos su persistencia podría progresar hacia trastornos diversos, como los trastornos adaptativos, que se caracterizan por la

347 aparición de síntomas emocionales o del comportamiento en respuesta a un factor externo estresante5 . En el contexto oncológico, el objetivo principal de la intervención es el de responder a las necesidades psicológicas que los pacientes con cáncer puedan presentar a lo largo de las diferentes fases de la enfermedad y tratar de ayudarles en su proceso de afrontamiento y adaptación. Va por tanto dirigido a que el paciente mantenga una buena calidad de vida y un bienestar psicológico, a fin de disminuir el malestar emocional y las alteraciones en su vida social, laboral y familiar. Es por ello que en las últimas 3 décadas se ha desarrollado una gran variedad de intervenciones para el manejo del impacto emocional de la enfermedad. Una creciente bibliografía demuestra que diferentes tipos de intervención psicosocial, tanto a nivel individual como grupal, pueden mejorar la calidad de vida, el ajuste psicosocial y la supervivencia de los enfermos con cáncer8,11-15 . Finalmente, cabe decir que, tal y como se˜ nalan algunos autores, este tipo de intervención y apoyo del enfermo con cáncer comporta una actuación profesional que no es exclusiva del campo de la psicooncología, sino también de otros ámbitos y especialidades16,17 . En la introducción de este artículo, se ha expuesto la importancia del modelo de Oncología integrativa, que se basa en la complementariedad de las diferentes intervenciones, así como en la fuerza de la multidisciplinariedad1 . Una de las disciplinas que ha pasado a ser incorporada en el contexto médico y oncológico es la musicoterapia, disciplina que también ofrece interesantes aportaciones.

Concepto de musicoterapia De entre las diversas definiciones existentes de la musicoterapia, mostramos seguidamente la que ofrece la World Federation for Music Therapy18 : «Musicoterapia es la utilización de la música y/o de sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta profesional, con un paciente o grupo, en un proceso dise˜ nado para promover y facilitar la comunicación, la interacción, el aprendizaje, la movilidad, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos para trabajar las necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas de las personas. Los objetivos de la musicoterapia son desarrollar el potencial y/o restaurar las funciones de la persona de manera que pueda conseguir una mejor integración intra y/o interpersonal, y consecuentemente, una mejor calidad de vida, a través de la prevención, rehabilitación o tratamiento». Interesantes definiciones son también las que aporta la American Music Therapy Association19 , la asociación de musicoterapia que cuenta con más tradición y desarrollo profesional: «La utilización clínica y basada en la evidencia de intervenciones musicales para conseguir objetivos individualizados dentro de una relación terapéutica, por un profesional especializado que ha completado una formación en musicoterapia», así como: «La musicoterapia es una profesión sanitaria consolidada que utiliza la música para abordar las necesidades físicas, emocionales, sociales, cognitivas y espirituales de las personas. Los musicoterapeutas utilizan diferentes técnicas clínicas basadas en la música a fin de mejorar la calidad de vida de las personas en una variedad de enfermedades o discapacidades, y utilizan la


348 música e intervenciones basadas en la música sustentadas en las necesidades y preferencias de los pacientes». Los campos de aplicación de la musicoterapia son amplios y variados, y la utilización de la música en el contexto médico-sanitario ha estado presente desde la antigüedad, si bien su estudio y aplicación como recurso terapéutico ha ido evolucionando en función de las creencias y costumbres de cada época20,21 . En este proceso evolutivo se pueden distinguir 3 fases: una primera fase en la que las curas musicales estaban relacionadas con la magia; una segunda en la que la curación estaba relacionada con la religión y, finalmente, una tercera fase caracterizada por el pensamiento racional y científico. Estos diferentes estudios realizados con la música en la terapia fueron constituyendo los fundamentos y precursores de lo que actualmente se conoce como la musicoterapia moderna y científica. Desde los a˜ nos 80, se ha podido ir observando un creciente interés en la aplicación de la musicoterapia en el campo médico; a ello han contribuido los resultados satisfactorios que se han ido obteniendo en diversos estudios e investigaciones sobre la materia22,23 . El número de estudios científicos sobre los efectos de la música en el tratamiento médico continúa creciendo en la actualidad y ofrece valiosas aportaciones a los profesionales del campo de la salud, así como interesantes implicaciones para futuras investigaciones y aplicaciones, hecho que ha ayudado a validar el uso de la musicoterapia y a reconocer su papel en medicina. Paralelamente, la musicoterapia forma parte de las terapias artístico-creativas junto con arteterapia, la danza movimiento terapia, dramaterapia y psicodrama24 . Asimismo, la SEOM25 la ha integrado como terapia no convencional y no farmacológica dentro del grupo llamado «intervención cuerpo-mente».

P. Martí-Augé et al. obtenido avances importantes y constituye un amplio y especializado campo de dedicación de los musicoterapeutas, el objetivo de este artículo es mostrar los efectos de la musicoterapia en pacientes oncológicos adultos. A continuación, se muestran algunos de ellos, clasificados por necesidades de tipo físico y psicosocial.

Funciones de la musicoterapia ante las necesidades físicas del paciente oncológico La enfermedad de cáncer puede provocar dolor y malestar físico. Asimismo, muchos de los tratamientos que se aplican suelen ser dolorosos y estresantes, y pueden provocar dolor, náuseas y fatiga, así como disminuir el sistema inmunitario29 . Seguidamente, se muestran algunos de los efectos ----en el área física---- de la musicoterapia como terapia coadyuvante llevados a cabo con enfermos oncológicos adultos: disminuir la percepción del dolor30-33 ; disminuir la tensión y fatiga, y promover estados de bienestar y relajación34-39 ; ayudar a una mejor tolerancia y afrontamiento de los tratamientos, disminuyendo las náuseas40-43 . Las náuseas, el dolor, la fatiga, el malestar, etc., son efectos secundarios frecuentemente resultantes de la quimioterapia y radioterapia ----entre otros tratamientos---- que, juntamente con los efectos derivados de la propia enfermedad, generan malestar físico en el paciente. La disminución del bienestar físico y funcional del enfermo compromete su calidad de vida, y afecta a su vez al bienestar y funcionamiento psicológico y social del paciente. Ello genera toda una serie de necesidades psicosociales, e incluso espirituales, que precisan también ser atendidas.

Musicoterapia en Oncología

Funciones de la musicoterapia ante las necesidades psicosociales y espirituales del paciente oncológico

Ya en el a˜ no 1978, Munro y Mount describieron la aplicación y la eficacia de la musicoterapia en el contexto oncológico y, desde entonces, diferentes estudios han ido contribuyendo al conocimiento y la difusión del papel de la musicoterapia en este contexto, y han permitido ir integrando progresivamente la musicoterapia en el campo de la oncología y psicooncología26 . Musicoterapeutas como O’Callaghan y Hiscock utilizan el término «musicoterapia oncológica» para referirse a intervenciones con musicoterapia dirigidas a enfermos oncológicos de todas las edades, con diferentes pronósticos de cáncer y en diferentes momentos de la enfermedad27 . Actualmente, se habla también de «Musicoterapia integrativa», como una especialidad más dentro de los programas de la Oncología integrativa, para tratar diversos síntomas y problemas que suelen vivir los enfermos de cáncer28 . Diversos programas han mostrado cómo la musicoterapia oncológica es un coadyuvante efectivo y una intervención terapéutica que ----ofreciendo un enfoque multimodal e integral---- permite cubrir las necesidades del paciente tanto a nivel fisiológico como psicosocial y espiritual6 . De hecho, la literatura muestra resultados interesantes de la aplicación de la musicoterapia como intervención no farmacológica en el campo oncológico, tanto en el ámbito pediátrico como en el de adultos. Si bien en el contexto pediátrico se han

Según establece el modelo médico biopsicosocial de Engel44 los procesos psicológicos pueden influir también en el funcionamiento físico. La música afecta las experiencias psicológicas en tanto que puede modular la atención (captando la atención y distrayendo del dolor), la emoción (elicitando emociones o evocando recuerdos), la cognición (conectando significados subjetivos, sociales y culturales), la conducta (condiciona y refuerza una conducta nueva o aprendida), así como la comunicación (promoviendo las interacciones no verbales, cohesión, interpersonales)45 . El estado emocional del enfermo oncológico suele verse afectado a lo largo de las diferentes fases y procesos de la enfermedad Estas son algunas de las funciones que puede tener la musicoterapia a nivel emocional: mejorar el estado anímico34,38,46-49 ; reducir los niveles de ansiedad y/o depresión39,50-56 , y soporte, ventilación y/o expresión emocional35,45,57-60 . Al igual que las emociones y los sentimientos, las funciones y los procesos cognitivos pueden verse modulados ya desde el mismo momento del diagnóstico. Varios son los autores que han trabajado aspectos relacionados con la dimensión cognitiva, destacando los siguientes efectos: distracción y evasión del sufrimiento o preocupaciones y recordar y/o evocar aspectos agradables, positivos y significativos52,61,62 ; abordar y procesar aspectos


La musicoterapia en Oncología no resueltos y/o reformular y reestructurar cognitivamente la situación, aumentar las estrategias de afrontamiento y/o aumentar la sensación de control32,38,62 , y ofrecer una experiencia creativa63-66 . Las enfermedades oncológicas pueden comportar cambios también a nivel social-relacional. El paciente suele presentar conductas de aislamiento y falta de comunicación. La música es considerada un potente agente socializador67 y, aplicada en el contexto oncológico, ha mostrado ser de ayuda para: facilitar la comunicación e interacción social con el musicoterapeuta, con otros profesionales y/o con otros miembros del grupo; establecer vínculos y potenciar la cohesión del grupo38,45,47,57,58,64,68,69 , y favorecer la comunicación entre el paciente y su familia62,70,71 . Finalmente, se debe destacar la importancia de cuidar los aspectos espirituales del paciente oncológico. La música tiene una importante aportación a realizar en este sentido, como es: acompa˜ namiento espiritual/existencial y ofrecer un nuevo enfoque y sentido a la vida62,63,72 , y mejorar la calidad de vida59,73-75 . Los artículos y los estudios publicados permiten mostrar cómo la música puede ofrecer acompa˜ namiento y apoyo durante todo el proceso oncológico y, por tanto, a lo largo de las diferentes fases de la enfermedad. Los tratamientos oncológicos se caracterizan por ser invasivos y estresantes para el paciente, de ahí la importancia de incluir otras modalidades de intervención como la musicoterapia, a fin de poder contrarrestar o paliar esos efectos y contribuir a una mayor bienestar y calidad de vida de la persona afectada por un proceso oncológico. A nivel metodológico, se debe se˜ nalar que este tratamiento puede ser aplicado tanto a nivel individual como grupal, según las necesidades de cada persona, así como los protocolos dise˜ nados según cada centro u hospital. Con respecto a las intervenciones en grupo, la literatura muestra experiencias llevadas a cabo con grupos de pacientes oncológicos con diferentes diagnósticos. Una gran mayoría de los estudios realizados hasta el momento suelen presentar muestras de sujetos muy heterogéneas en cuanto a variables tanto de tipo sociodemográfico (rango de edad, sexo, situación familiar, situación laboral, etc.) como clínico (tipo de diagnóstico oncológico, fase de enfermedad, en tratamiento activo o en fase de intervalo libre de enfermedad, etc.). En los últimos a˜ nos, se están llevando a cabo intervenciones dise˜ nadas con unos criterios de inclusión más restrictivos y, consecuentemente, más específicos, que permiten configurar grupos mucho más homogéneos. De entre los diferentes modelos y orientaciones teóricas que existen actualmente en el contexto de la musicoterapia, la orientación cognitivo-conductual ha sido ampliamente considerada en las intervenciones realizadas en el contexto médico-sanitario. A lo largo de los a˜ nos, se han llevado a cabo un gran número de intervenciones cognitivo-conductuales desde el campo de la psicooncología. La mejora del bienestar emocional es una de las áreas en psicooncología en las que las intervenciones cognitivo-conductuales han tenido más impacto. Este uso extensivo puede ser atribuido a varios factores, como son su demostrada efectividad en cuanto a reducir el malestar emocional y controlar algunos de los síntomas físicos del paciente, su brevedad en cuanto al periodo de implementación, su adaptación a los pacientes, así como su buena aceptación y acogida por parte del enfermo76 . De

349 ahí que la musicoterapia aplicada en el contexto médico sanitario apueste frecuentemente por esta orientación. Con respecto al marco teórico y metodológico, debemos destacar un aspecto muy importante: cuando hablamos de intervenciones de musicoterapia, debemos distinguir entre las denominadas intervenciones musicales en medicina (music medicine interventions) y la musicoterapia propiamente (music therapy). Así, en las intervenciones musicales en medicina, el paciente escucha música grabada que es ofrecida por un profesional sanitario. La musicoterapia, por su parte, requiere la implementación de una intervención musical por parte de un musicoterapeuta profesional, la presencia de un proceso terapéutico y la aplicación de experiencias musicales adaptadas de manera personalizada6 . Con respecto al tipo de técnicas, la musicoterapia aplica diferentes técnicas en función de los objetivos terapéuticos formulados en cada caso. Una clasificación de las mismas es la que plantea Standley en su metaanálisis, dividiéndolas en técnicas activas con música en vivo y en técnicas receptivas con música grabada22 . Dentro de las técnicas receptivas, podemos destacar la relajación con música, el análisis lírico así como las audiciones musicales. Actualmente, en nuestro país, la musicoterapia es cada vez más conocida por sus efectos elicitadores de estados de relajación. No obstante, se debe destacar también el gran efecto terapéutico que ofrecen las técnicas de carácter activo. Son técnicas que contemplan cantar canciones, tocar instrumentos musicales, improvisación instrumental o vocal, composición de canciones, técnicas musicales combinadas con otras artes, así como técnicas de música y movimiento. Ellas permiten favorecer la expresión emocional, facilitar la focalización de la atención en la música (para distraer así de pensamientos negativos o preocupaciones), aumentar la interacción social o promover estados de relajación. Paralelamente, estas estrategias pueden ayudar a disminuir la ansiedad, la depresión, y/o el malestar físico77 . Un último aspecto a se˜ nalar a nivel metodológico es la importancia del trabajo en equipo. En el ámbito hospitalario y sanitario, el musicoterapeuta suele trabajar en estrecho contacto con el psicooncólogo y/o con los profesionales de enfermería, logopedas y fisioterapeutas, así como con oncólogos, entre otros profesionales.

Conclusiones Un diagnóstico de cáncer y su tratamiento suelen conllevar un malestar físico que frecuentemente altera el estado de ánimo, las relaciones familiares y sociales, y disminuye la calidad de vida del enfermo. Los estudios llevados a cabo hasta el momento actual muestran cómo la música puede tener interesantes y beneficiosos efectos en el paciente oncológico, y permite cubrir necesidades tanto de tipo físico como psicosocial y/o espiritual. Ello nos lleva a concluir que la música es una modalidad de intervención que puede ser eficazmente aplicada e incorporada como una disciplina más del tratamiento integral del cáncer.

Conflicto de intereses Los autores declaran que no tienen ningún conflicto de interés para la elaboración de este manuscrito.


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La Improvisación Musical. Una Mirada Compartida entre la Musicoterapia y las Neurociencias* Musical Improvisation. Giving a Look Between Music Therapy and Neuroscience

Recibido: 30 de septiembre de 2014/Aceptado: 1 de febrero de 2015 http://doi.org/10.17081/psico.18.34.512 Veronika Abrahan1 Nadia Justel2 Universidad Nacional de Buenos Aires, Universidad Nacional de Córdoba, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) - Argentina

Palabras clave: Musicoterapia, Improvisación musical, Neurociencias, Neurorrehabilitación.

Resumen La improvisación musical es un concepto abordado desde diferentes disciplinas y campos artísticos. Es una técnica de uso común en el ámbito musicoterapéutico, pero su desarrollo teórico desde las neurociencias parece ser un campo poco investigado. El objetivo de esta revisión es desarrollar la temática desde la disciplina musicoterapéutica y su inserción en el campo de la neurorrehabilitación, para lo cual se describirán los correlatos neuroanatómicos y los mecanismos cognitivos que caracterizan a esta habilidad creativa, y que la convierten en una técnica destacable en la rehabilitación de pacientes que han sufrido un daño neurológico.

Key words: Music therapy, Musical improvisation, Neuroscience, Neuro-rehabilitation.

Abstract Musical improvisation is a technique commonly used in the field of music therapy, but its theory is not well-researched in neuroscience. This paper focuses on improvisation in music therapy and its inclusion in the field of neuro-rehabilitation. This research describes neuro-anatomical correlates and cognitive mechanisms that characterize this creative skill and make it a remarkable technique for rehabilitation patients who have suffered neurological damage.

Referencia de este artículo (APA): Abrahan, V. & Justel, N. (2015). La improvisación musical. Una mirada compartida entre la musicoterapia y las neurociencias. Psicogente, 18(34), 372-384. http://doi.org/10.17081/psico.18.34.512

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El proyecto de investigación del cual se deriva este artículo pertenece a la tesis de graduación para la Licenciatura en Musicoterapia, Universidad Nacional de Buenos Aires. Licenciada en Musicoterapia. Doctoranda en Neurociencias, Universidad Nacional de Córdoba. Pasante Laboratorio de Psicología Experimental y Aplicada (PSEA) Instituto de Investigaciones Médicas (IDIM) CONICET-UBA. Email: abrahanveronika@gmail.com Doctora en Psicología. Investigadora Laboratorio de Psicología Experimental y Aplicada (PSEA) Instituto de Investigaciones Médicas (IDIM) CONICETUBA. Email: nadiajustel@gmail.com Psicogente, 18 (34): pp. 372-384. Julio-Diciembre, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente


Veronika Abrahan, Nadia Justel

INTRODUCCIÓN

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crear algo, hacer, inventar o arreglar sin pensar, a partir de algunos recursos disponibles (Erkkilä, 2000). En tér-

El estudio de la neurobiología de la música ha aumentado en los últimos años, debido a sus aportes sobre la cognición humana y los procesos cerebrales subyacentes (Zatorre, Chen & Penhune, 2007). En efecto, los mecanismos neuronales involucrados en el procesamiento de la música realizan demandas únicas al sistema nervioso, y conllevan cambios anatómicos y funcionales que dependen del entrenamiento musical (García-Casares, Bertier Torres, Froudist Walsh & González-Santos, 2011). Ahora bien, en el abanico de posibilidades que brinda la música, aparece la improvisación musical. Esta conducta creativa involucra ciertas características neuroanatómicas y fisiológicas que la diferencian del resto de las producciones musicales (Limb & Braun, 2008), lo cual la convierte en una técnica destacable en el campo de la musicoterapia, en tanto medio de intervención para la evaluación y el tratamiento propios de la disciplina.

minos musicales, se habla más bien de una expresión instantánea, espontánea, producida por un individuo o grupo, que puede ser llevada a cabo desde una libertad total o estar sujeta a reglas o pautas, sean ajenas o propias (Benson, 2003; Hemsy de Gainza, 1987; Sutton, 2002). Desde las neurociencias se considera a la improvisación musical como un ejemplo de conducta creativa compleja, y en concreto, como un proceso original y novedoso que requiere de pensamiento divergente, entendido este como la búsqueda de alternativas o posibilidades creativas y diferentes para la resolución de un problema que implica un alto grado de experiencia e involucra la generación novedosa y contextualmente significativa de contenidos musicales (Bengtsson, Csikszenymihalyi & Ullen, 2007; Manzano & Ullen, 2012). En el campo de la musicoterapia, la improvisa-

En este marco, el objetivo general de este trabajo consiste en revisar los estudios que dan cuenta de los procesos cognitivos y particularidades neuronales que definen a esta técnica, utilizada no solo en el campo de la música, sino también en el área de la musicoterapia. En primera instancia, se introducirá al lector en la teoría general de la improvisación musical, destacando su desarrollo dentro del campo disciplinar musicoterapéutico. Luego, se describirán los correlatos neuroanatómicos de la improvisación musical; y, finalmente, se relacionarán los conceptos desarrollados con la implementación de esta técnica desde abordajes neurorrehabilitadores en pacientes con daño neurológico, campo donde la musicoterapia se viene expandiendo.

ción musical es un recurso muy utilizado, y se asume desde diferentes concepciones según el marco teórico o la metodología de aplicación. Así, existen modelos y abordajes que la toman como su modo principal de acción. De estos se puede destacar al modelo NordoffRobbins con la musicoterapia creativa o improvisacional (Bruscia, 1999), el abordaje de improvisación libre de Juliette Alvine (Bruscia, 1999), el modelo de improvisación experimental creado por Riordon y Bruscia, entre otros (Bruscia, 1999). De esta forma, el término tiene muchas definiciones, y puede ser considerado como una técnica, un modelo, una experiencia musical, un proceso, una actividad o un recurso (Wigran, Pedersen & Bonde, 2002).

LA IMPROVISACIÓN MUSICAL La improvisación musical es concebida, entonces, Coloquialmente, la improvisación es sinónimo de

como la combinación de sonidos creados en un marco

Psicogente, 18 (34): pp. 372-384. Julio-Diciembre, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente


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La Improvisación Musical. Una Mirada Compartida entre la Musicoterapia y las Neurociencias

específico y a partir de un entorno de confianza estable-

de información que se asocian con sustratos neurales in-

cido para abordar las necesidades del cliente (Wigram,

dependientes (Peretz & Coltheart, 2003). El modelo que

2004). Durante estas experiencias musicales, se crea

se utiliza en la actualidad para explicar el procesamiento

espontáneamente una melodía y un ritmo con los re-

musical fue desarrollado por Peretz y Coltheart (2003),

cursos disponibles en el momento y teniendo en cuenta

quienes propusieron una arquitectura funcional basada

las posibilidades del sujeto (Bruscia, 1998; 1999). En su

en una organización modular con formaciones neurona-

aplicación, se integra lo corporal, lo emocional y los di-

les específicas tanto para componentes melódicos como

ferentes niveles cognitivos al unísono. Asimismo, en esta

temporales. Este modelo se basa en los reportes de pa-

técnica musical se utiliza todo el cuerpo para expresar

cientes con deterioros selectivos en las habilidades de

intenciones, emociones o recuerdos, lo que la constituye

reconocimiento de la música, producto de daños cere-

en un medio especial de autoexpresión (Godman, 2012;

brales.

Punkanen, 2011). Los musicoterapeutas suelen dar importancia al momento en el cual se improvisa, y prestan

Gracias a modernas técnicas de neuroimagen

atención a situaciones que se presentan cuando el pa-

como la resonancia magnética, tomografía por emisión

ciente realiza algo que no era posible por fuera de la inte-

de positrones, así como también a los avances en materia

racción musical, como mover un brazo débil o evocar un

de neurofisiología y a la introducción de nuevos paradig-

recuerdo (Passini, 2011), ya que esto puede adjudicarse a

mas neuropsicológicos refinados, se cuenta con mayor

la excitación de áreas corticales y subcorticales que inhi-

información sobre la forma en que el cerebro procesa y

ben y estimulan acciones de auto-monitoreo (Tomaino,

produce la música (Baquero Jiménez & Payno Vargas,

2013).

2007; Zatorre, 1998; Zatorre, Chen & Penhune, 2007; Zatorre & McGill, 2005). De esta forma y de modo reEn una visión general disciplinar, los objetivos de

sumido, se puede decir que, en la percepción y produc-

la implementación de la técnica de improvisación com-

ción musical, los componentes temporales como ritmo,

prenden desde el establecimiento de un modo de comu-

métrica y tempo se procesan en los ganglios de la base y

nicación no verbal, promover un medio de expresión,

en el cerebelo; además, la melodía y el contorno meló-

desarrollar habilidades inter e intrapersonales y desarro-

dico en el giro temporal superior derecho; los intervalos

llar la creatividad, hasta la estimulación y desarrollo de

musicales en el lóbulo temporal dorsal (bi-lateralmente);

habilidades perceptuales y cognitivas (Bruscia, 1998).

en tanto que el tono es procesado primariamente en el hemisferio cerebral izquierdo, más específicamente en

IMPROVISACIÓN MUSICAL

la corteza prefrontal dorsolateral; el timbre, en el giro

Y NEUROCIENCIAS

y surco temporal superior (de modo bi-lateral); la sintaxis musical (es decir, el procesamiento estructural de la

El procesamiento musical es una facultad cogni-

música), en los lóbulos frontales de ambos hemisferios y

tiva única y evolutivamente diferenciada (Justel & Díaz-

las áreas adyacentes a las regiones que procesan la sinta-

Abrahan, 2012). Por eso, hoy en día, las habilidades

xis del habla; por último, la semántica musical en áreas

musicales son estudiadas como parte de un conjunto de

posteriores del lóbulo temporal, de modo bi-lateral. La

módulos mentales diferenciados por un tipo específico

extensa activación que se presenta en el cerebro duran-

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te el procesamiento musical, permite dar cuenta, así, de

mientos y algunos aspectos de las funciones cognitivas y

que este depende de una amplia red neural cortical y

afectivas (Peña-Casanova, 2007; Pressing, 1988).

subcortical distribuida en ambos hemisferios cerebrales y en el cerebelo (Arias-Gómez, 2007; Bermúdez, Lerch,

Entre los avances logrados en esta temática, los

Evans & Zatorre, 2009; García-Casares et al., 2011; So-

estudios se especializaron en ciertos tipos de percepción

ria-Urios, Duque & García- Moreno, 2011b; Rohrmeier

y producción musical, que implican los procesamien-

& Koelsch, 2012).

tos y correlatos anteriormente mencionados, pero que presentan características distintivas (Zatorre, Halpern,

Cualquier acto musical, incluyendo la improvisa-

Perry, Meyer & Evans, 1996). Al respecto, podemos

ción, supone una serie de efectos ordenados según el

mencionar a la imaginería y la improvisación musical.

modelo de procesamiento de la información, a través de

Sobre la primera, hay estudios neuropsicológicos según

tres componentes: 1) Entrada, que implica los órganos

los cuales podría estar mediada por los mismos mecanis-

de los sentidos, 2) procesamiento y toma de decisiones,

mos neuronales presentes en la percepción y producción

el cual involucra el sistema nervioso central, 3) salida,

musical, presentando similitudes funcionales. Específi-

fase en la que participan los sistemas musculares y glan-

camente, ambos procesos están asociados con la activi-

dulares. Ante la presencia de un estímulo externo, la

dad neuronal de la corteza auditiva secundaria, así como

información ingresada por medio de los sistemas sen-

también con el lóbulo frontal derecho e izquierdo, el

soriales viaja, a través del tallo cerebral y del mesencé-

lóbulo parietal izquierdo y el área motora suplementaria

falo hasta, el córtex cerebral, donde accede a módulos

(Zatorre et al., 1996). Un estudio realizado con violinis-

específicos para su análisis y procesamiento que generan

tas profesionales y aficionados evidencia una analogía

una respuesta cognitiva y/o conductual (Soria-Urios et

entre los procesos de imaginería y la ejecución instru-

al., 2011). Dicha respuesta puede ser la ejecución instru-

mental real, pero destacan a la imaginería como una téc-

mental, el canto, el movimiento corporal, etc. El control

nica utilizada de modo deliberado y planificado por los

del movimiento llevado a cabo por el sistema nervioso

profesionales más que por los amateurs (Lotze, Scheler,

central es sumamente complejo: la corteza cerebral envía

Tan, Braun & Birbaumer, 2003).

señales tanto al cerebelo como a los ganglios basales, que trabajan de forma complementaria, procesan la informa-

Con relación a la improvisación musical, como ya

ción y envían un nuevo conjunto de señales a la corteza

se ha dicho, hay un cúmulo de estudios que han investi-

motora. Los núcleos del tronco cerebral también están

gado los sustratos neuronales y los efectos fisiológicos de

involucrados en los detalles de la coordinación; en tanto

esta conducta creativa (Berkowitz & Ansari, 2008, 2010;

que los ganglios de la base participan en diversas funcio-

Limb & Braun, 2008). En concreto, los resultados re-

nes motrices, la formación de hábitos y como sistema

velaron una amplia actividad neuronal al momento de

central de selección de respuestas, particularmente en la

generar estructuras musicales nuevas, entre las que se

resolución de conflictos sobre recursos motores y cogni-

incluyeron regiones de la corteza prefrontal, dorsolateral

tivos. El cerebelo se relaciona, por su parte, con múlti-

y dorsomedial, giro frontal inferior, corteza cingular an-

ples funciones, entre las que se destacan la coordinación

terior, áreas de asociación parietal, áreas motoras suple-

y la integración sensorio-motora, el aprendizaje de movi-

mentarias y región premotora lateral. Por otra parte, las

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regiones auditivas, como la conjunción temporoparietal,

orbitales laterales, así como por la activación focal de la

se relacionaron con el recuerdo de estructuras musica-

corteza prefrontal medial. Además, en ese mismo estu-

les durante la improvisación, es decir, que al momento

dio, los autores establecieron la relación existente entre

de efectuar la improvisación, entra en funcionamiento

la improvisación musical y el recuerdo autobiográfico, ya

la memoria de trabajo respecto al recuerdo de estruc-

que, independientemente del grado de complejidad mu-

turas musicales recientemente creadas (Bengtsson et al.,

sical involucrado en la improvisación, durante este tipo

2007; Brown, Martinez & Parsons, 2006; Weisethaunet,

de producción musical, se activa la corteza prefrontal y

1999).

temporal medial. Por otra parte, los cambios en la actividad neuronal durante la improvisación fueron acompaEs importante destacar que la activación funcio-

ñados por la activación generalizada de áreas neocortica-

nal del cerebro, así como las estructuras implicadas en la

les sensoriomotoras, las cuales median la organización y

improvisación musical se diferencian entre personas, se-

ejecución de la producción musical, así como por la des-

gún posean o no entrenamiento musical (Justel & Díaz-

activación de estructuras límbicas que regulan la motiva-

Abrahan, 2012). En cuanto a esto, un estudio compara-

ción y el tono emocional. De acuerdo con estos datos,

tivo sobre los correlatos neuronales de la improvisación,

los autores concluyeron que la improvisación musical es

proporcionó pruebas sobre la diferencia entre músicos y

un medio de expresión destacable.

no músicos. El estudio hizo hincapié en la toma de decisiones involucradas en la generación de secuencias mo-

Uno de los autores que describe los fundamentos

toras nuevas, tanto para la producción melódica como

psicológicos de la experiencia de improvisación musical

rítmica. La activación neural resultante representa diver-

es Pressing (1998). Este investigador argumenta que du-

sos procesos cognitivos (toma de decisiones, creatividad,

rante la improvisación se debe efectuar una codificación

emoción, memoria, atención). La diferencia observada

sensorial y perceptual en tiempo real, una distribución

entre ambos grupos estuvo mediada por la desactivación

óptima de la atención, una interpretación de los eventos

de la unión temporoparietal derecha en el caso de los

y una toma de decisiones, todo lo cual pone a su vez en

músicos. Los autores sugieren que se debe a los mecanis-

juego los procesos de almacenamiento y recuperación de

mos de inhibición de los cambios atencionales ante estí-

memoria, corrección de errores y control de movimien-

mulos irrelevantes, que son sumamente necesarios para

tos motores, con cierto nivel de automaticidad. Estos

que el rendimiento del músico no disminuya durante la

procesos implicados en la improvisación también están

improvisación (Berkowitz & Ansari, 2010).

presentes en actividades básicas como caminar, hablar o planificar (Bailes & Dean, 2010; Roger & Bailes, 2010).

Limb y Braun (2008) realizaron un estudio que comparó la improvisación musical y la producción de se-

Los estímulos musicales pueden afectar, por otra

cuencias rítmico-melódicas aprendidas por pianistas pro-

parte, diversos parámetros fisiológicos del organismo

fesionales de jazz. Hallaron que la improvisación espon-

(presión arterial, conductancia de la piel, tensión mus-

tánea, en contraposición a la producción de secuencias

cular, nivel de cortisol, etc.), dependiendo de si son re-

aprendidas, se caracteriza por una extensa desactivación

lajantes o activantes, lo cual se encuentra supeditado a

de la corteza prefrontal dorsolateral medial y de regiones

características musicales como el tempo, volumen, pre-

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dictibilidad, consonancia o disonancia de la pieza, etc.

la expresión, la organización y otros objetivos terapéu-

(Chanda & Levitin, 2013; Fancourt, Ockelford & Belai,

ticos relevantes, para así satisfacer las necesidades fí-

2013; Knight & Rickard, 2001). Específicamente, mien-

sicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. La

tras una persona improvisa música, puede manifestar ex-

musicoterapia tiene como fin desarrollar potenciales

citación física, que es observable en la conductancia de

y/o restaurar las funciones del individuo de manera tal

la piel, el ritmo cardíaco y otras alteraciones detectables

que este pueda lograr una mejor integración intra y/o

por medio de electroencefalogramas o técnicas de neu-

interpersonal y consecuentemente una mejor calidad

roimagen. A través de la observación directa, se pueden

de vida a través de la prevención, rehabilitación y tra-

percibir, además, cambios en la respiración, movimien-

tamiento (World Federation of Music Therapy, 2011).

tos de los ojos, contacto visual durante la improvisación vocal, así como la sincronización del tempo de la respi-

En el campo de la rehabilitación, el uso de la mu-

ración con el tempo de la música (Roger & Bailes, 2010;

sicoterapia, es decir, de las medidas destinadas a restituir

Tamplim, 2000).

al paciente minusválido la mayor capacidad e independencia posible (OMS, en Aldridge, 2088) ha aumentado

Resumiendo este apartado, se puede concluir que

con el correr de los años, gracias a la divulgación de in-

el compromiso cognitivo de la música y, enconcreto, de

vestigaciones sobre algunas técnicas propias de la musi-

la improvisación musical, es muy amplio e implica un

coterapia en pacientes que sufren lesión cerebral (Magee

conjunto de funciones cognitivas destacables. De esta

& Davidson, 2002; Weller & Baker, 2011). Aun así, este

forma, a nivel general, la conducta creativa de impro-

auge se ha limitado por la falta de evidencia en la disci-

visación involucra procesos de atención, memoria de

plina y la necesaria implementación de una metodología

trabajo, memoria autobiográfica, funciones ejecutivas, y

sistematizada.

otras más implicadas en la percepción y la producción musical, lo que permite entrever la relevancia de esta

En paralelo a los desarrollos de la rehabilitación

experiencia como una técnica de rehabilitación en mu-

cognitiva, ha surgido una rama de la disciplina llamada

sicoterapia.

Musicoterapia Neurológica (MTN), basada en el modelo neurocientífico de percepción y producción musical

MUSICOTERAPIA, IMPROVISACIÓN

y definida como la aplicación terapéutica de la música

MUSICAL Y REHABILITACIÓN

en personas que padecen déficits cognitivos, sensoriales y motores causados por enfermedades neurológicas

La Federación Mundial de Musicoterapia define

(Thaut, Peterson & McIntosh, 2005).

la disciplina musicoterapéutica como: Desde un marco neurorrehabilitador, los mecaEl uso de la música y/o sus elementos musicales (so-

nismos terapéuticos de la música se basan en la consi-

nido, ritmo, melodía y armonía) realizada por un mu-

deración de este arte como una función cognitiva supe-

sicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en

rior que se relaciona con múltiples dominios cognitivos

un proceso creado para facilitar, promover la comuni-

y estimulan aspectos intelectivos, afectivos y procesos

cación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento,

sensorio-motores, con resultados que pueden ser genera-

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lizables y transferibles a funciones cerebrales y comportamientos de índole no-musical, como la estimulación y/o rehabilitación cognitiva, así como el manejo del dolor y la reeducación de habilidades perdidas por secuelas neurológicas (Baker & Roth, 2004; Thaut, McIntosh & Rice, 1997; Thaut et al., 2005). La estimulación se define como el conjunto de técnicas y estrategias para optimizar el funcionamiento de las distintas capacidades y funciones cognitivas (Magge & Davidson, 2002). Algunas técnicas musicoterapéuticas investigadas desde la perspectiva de las neurociencias para la estimulación incluyen, por un lado, el uso de canciones para la recuperación de la memoria (Crystal, Grober & Mazur, 1989; Tamaino, 2009), así como la improvisación musical como soporte emocional (Schulkind, Hennis & Rubin, 1999), en casos de estimulación para pacientes con deterioro cognitivo; y, por otra parte, la técnica de entonación melódica para personas con afasia (Meulen, Sandt-Koenderman & Ribbers, 2012) o la estimulación rítmica auditiva para rehabilitación motora en casos de lesión focal (Thaut et al., 1997). Estos estudios se basan en los efectos de la música sobre dominios cognitivos como la atención, memoria o emoción, y han evidenciado que el uso sistemático de la música puede contribuir a la plasticidad cerebral, y de esta forma, a la restauración y compensación de funciones cerebrales (Tamaino, 2009). Algunos beneficios de la musicoterapia en el área de la neurorrehabilitación consisten en: ofrecer estrategias de evaluación no verbal en fases iniciales de la rehabilitación luego de una lesión cerebral; otorgar diálogos musicales (interacción) en pacientes que han salido de un coma y presentan “respuestas mínimas”; proveer un contexto lógico para la orientación y cognición posttraumática del paciente; proporcionar estrategias para mejorar la memoria en fases de amnesia post-traumática

y trastornos neuropsicológicos; mejorar la capacidad vocal (control de la voz, entonación, velocidad del habla e inteligibilidad verbal); proveer un campo adecuado de interacción para la expresión de emociones, comunicación de sentimientos y emociones; ofrecer estrategias para una mejora de los estados de ánimo; intervenir en los déficits de la marcha, particularmente en pacientes que presentan un nivel estático por la discapacidad; reconstruir algunos aspectos de la identidad personal (Gilbertson, 2005). A partir de una evaluación inicial y un plan de estrategia de tratamiento, los beneficiarios de un abordaje musicoterapéutico son los pacientes que presentan: déficit en la memoria, depresión, déficit motor, alteraciones de la conducta, dolor agudo y crónico, déficit de atención, patologías del lenguaje, alteraciones en el estado de ánimo o aislamiento psicosocial (Tomaino, 2009). De todos modos, la investigación de la improvisación musicoterapéutica, en particular desde el punto de vista neuropsicológico, puede ser considerada un área de investigación joven, que ha progresado bastante en los últimos años, debido a trabajos sobre el efecto de esta técnica en ciertos dominios cognitivos y poblaciones, como, por ejemplo, atención en trastornos generalizados del desarrollo (Kim, Wigram & Gold, 2008) o memoria de trabajo (Lopez-Gonzales & Limb, 2012). Pero, en su mayoría, los trabajos en esta área suelen ser estudios de casos, carentes de grupos control que permitan concluir sobre los resultados independientemente de la improvisación musical (Gilbertson, 2013). Con relación a esto, Aldridge y Gilbertson (2008) realizaron una revisión bibliográfica de las diferentes intervenciones utilizadas en neurorrehabilitación, con diversos pacientes que sufrieron una lesión cerebral traumática, concluyendo, por un lado, que la improvisación musical es una intervención que muestra gran potencial en los procesos de rehabili-

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tación en personas que han sufrido una lesión cerebral,

en el ámbito de la rehabilitación ha aumentado en los

en fases iniciales de evaluación, y, por otro, que es una

últimos años, pero es de suma importancia delimitar y

técnica utilizada sobre todo con pacientes adultos.

especificar la práctica profesional en las diferentes áreas de inserción. La conformación de un cuerpo teórico

A través de la observación e interpretación de

musicoterapéutico, justificado con una metodología sis-

las acciones y comportamientos no musicales durante

temática de investigación, es necesaria para la inclusión

la improvisación interactiva, se puede obtener informa-

en los diferentes campos clínicos, así como también la

ción acerca de la condición del paciente en relación a

interrelación con otras disciplinas afines.

la conciencia, percepción del entorno y capacidad comunicativa (Gadomski & Jochims, 1986). A su vez, la

A lo largo del presente trabajo, se ha descrito a la

música improvisada ofrece estrategias de evaluación de

improvisación musical desde la perspectiva de las neuro-

la percepción y la orientación del paciente con lesión

ciencias, detallando los correlatos neuroanatómicos im-

cerebral grave. En este sentido, una serie de cualidades

plicados y los procesos cognitivos involucrados durante

observables, como la respiración, mímica, movimientos

esta experiencia. También se ha expuesto la forma como

corporales y vocalizaciones, pueden servir de base y con-

esta puede trasladarse al campo de la neurorrehabilita-

tenido para una improvisación, teniendo como objetivo

ción, teniendo en cuenta los objetivos y las poblaciones

ayudar al paciente a recuperar la orientación témporo-

a las cuales puede beneficiar la implementación de la

espacial de su cuerpo, así como la intencionalidad de la

técnica en el proceso rehabilitador luego de una lesión

acción (Arnason, 2003; Herkenrath, 2002).

cerebral.

Tamplim (2000) describe la observación de cam-

La improvisación musical, desde la perspectiva de

bios positivos en la respiración, movimientos de los ojos,

las neurociencias, es una actividad muy exigente, pues,

contacto visual durante la improvisación vocal, así como

involucra una serie de funciones cognitivas que no pue-

la sincronización del tiempo de la respiración con el

den ejecutarse en cualquier tipo de población o paciente

tiempo de la música y los cambios en la actividad de los

con lesión cerebral. Por ello, cuando se trabaja desde el

ojos; aspectos que pueden interpretarse como signos de

área de la rehabilitación cognitiva, es pertinente cono-

conciencia en los pacientes con daño cerebral grave. Por

cer sus mecanismos a fin de conseguir una intervención

otra parte, los cambios de tensión y relajación son con-

consciente y justificada. Es necesario, además, un desa-

siderados como indicadores de percepción y escucha en

rrollo teórico específico que la delimite y caracterice con

el paciente. Es importante aclarar que, en estos últimos

relación a otros recursos musicoterapéuticos.

casos, la improvisación musical es llevada a cabo por el musicoterapeuta, dadas sus condiciones.

En todo caso, la improvisación implica ciertos mecanismos neurocognitivos que la convierten en una

CONCLUSIONES

técnica destacada a la hora de tratar un paciente con daño neurológico desde un abordaje musicoterapéutico,

La musicoterapia es una disciplina relativamente nueva y en plena expansión. Su inserción y desarrollo

dependiendo de los objetivos de compensación o restauración de funciones cognitivas alteradas.

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La Improvisación Musical. Una Mirada Compartida entre la Musicoterapia y las Neurociencias

Si bien se ha encontrado escaso material, nacional e internacional, sobre la improvisación musical en el ámbito de la neurorrehabilitación, el desarrollo creciente de la musicoterapia en este campo indica que la utilización de esta técnica implica claros objetivos de evaluación del estado del paciente luego de una lesión cerebral, y puede brindar información, tanto en el campo de la musicoterapia como en trabajos realizados desde otros abordajes profesionales.

Bailes, F. & Dean, R. (2010). Cognitive processes in mu-

Es importante continuar evaluando los alcances de la técnica de improvisación desde un marco musicoterapéutico, a nivel neuroanatómico y funcional. Los antecedentes sobre los correlatos de la improvisación musical se concentran sobre todo en personas con entrenamiento musical, y esto plantea la necesidad de investigar esta técnica en sujetos no músicos y en pacientes con daño neurológico, teniendo en cuenta las diferencias estructurales que presentan ambos grupos. Esto debido a la adaptación cerebral producto del adiestramiento musical que poseen los músicos. Además, resulta interesante conocer la vinculación que puede existir entre los procesos creativos implicados en la improvisación, y los de imaginería musical. Estas son algunas sugerencias para próximas investigaciones.

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La Improvisación Musical. Una Mirada Compartida entre la Musicoterapia y las Neurociencias

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Revista Costarricense de Psicología

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Jul-Dic 2015, Vol. 34, N.º 2, p. 79-95

Utilidad de la música en la preparación psicológica de los deportistas Usefulness of Music in the Psychological Preparation of Athletes Francisco Enrique García Ucha

Leopoldo Ferrer Maldonado

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”, La Habana, Cuba

Soka Gakkai Internacional de Venezuela, Venezuela

Resumen El presente estudio es una revisión teórica que tiene como objetivo presentar las formas de utilizar la música como método de intervención en la preparación psicológica para las competencias deportivas. Se describe que la música contiene una influencia explícita y directa sobre los procesos afectivos, cognitivos y conductuales en los deportistas, que permiten ajustar la motivación y la emoción, así como reducir el esfuerzo percibido, acrecentar la cantidad de ejercicio realizado, focalizar la atención y mejorar la recuperación posejercicio. En el trabajo se señalan las ventajas y también las posibles desventajas y las limitaciones del uso de la música en el deporte. Se constató que la música es un elemento importante en la regulación de los estados emocionales previos a las competencias. Los resultados muestran la complejidad de los métodos de selección de la música y los relacionados para evaluar sus repercusiones. Adicionalmente, sugieren que se requiere un modelo teórico que resuelva las contradicciones sobre las tendencias del empleo de la música en el deporte. Finalmente, también demuestran que se ha estudiado poco sobre temas como el uso de la música acompañada de otras intervenciones psicológicas, el efecto de la letra de las canciones y las consecuencias de la música sobre el desempeño deportivo al combinarla con tareas adicionales de la musicoterapia. Palabras claves: Música, Deporte, Preparación Psicológica, Rendimiento Deportivo, Emoción Abstract This article is a theoretical review. It is intended to present the ways of using music as an intervention in psychological preparation for sports competitions. Music is described as holding an explicit and direct influence on affective, cognitive and behavioral processes in athletes. It allows regulation of motivation and emotion, reduces perceived exertion, increases the amount of exercise performed, focuses the attention and improves recovery after exercise. The paper points out the advantages, possible disadvantages and limitations to the use of music in sports. It was found that music is an important element for regulation of emotional states before competitions. The results show the complexity of the methods for selecting music, as well as the instruments for assessing their impact. Additionally, they suggest that a theoretical model is required to resolve the contradictions in music use trends in sports. Finally, it also demonstrates that some topics have hitherto been poorly investigated. These subjects are the use of music in combination with other psychological interventions, the effect of song lyrics and the consequences of music on athletic performance when combined with additional tasks related to music therapy. Keywords: music, sports, mental preparation, athletic performance, emotion Francisco Enrique García Ucha, Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”, La Habana, Cuba; Leopoldo Ferrer Maldonado, Soka Gakkai Internacional de Venezuela, Venezuela. La correspondencia en relación con este artículo se dirige a Francisco Enrique García Ucha, Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”; dirección electrónica: ucha@inder.cu

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La práctica del deporte competitivo presenta elevadas demandas al atleta debido a que su rendimiento está mediatizado por una interacción compleja entre los sistemas fisiológico y psicológico, el grado de entrenamiento, formación atlética, tipo de evento, y las condiciones externas durante la competencia (García-Naveira, 2010; Weinberg & Gould, 2007). Por ello, los atletas emplean diversos recursos para potenciar su rendimiento y la música es uno de estos. La preparación psicológica de los deportistas para las competencias consiste en un conjunto de procedimientos, que facilitan la formación y el desarrollo de la predisposición del deportista para obtener rendimientos ostensibles en los entrenamientos y competencias; así mismo, persigue el perfeccionamiento de las capacidades psicológicas implicadas en la actividad deportiva (García, 2014; Valdés, 1996). Bishop (2010) señala que la música, a pesar de las ventajas que presenta, no ha recibido la atención que merece por parte de los profesionales que trabajan en el deporte. Por esto, es importante comunicar a psicólogos, entrenadores y deportistas los beneficios del uso de la música en la preparación psicológica del deportista y la manera adecuada de utilizarla. Para utilizar la música en la preparación psicológica de los deportistas, es conveniente conocer su naturaleza y los beneficios que puede aportar en cuanto al rendimiento deportivo. Este artículo de revisión teórica está estructurado de la manera siguiente: primero, se presenta un apartado sobre las investigaciones de los efectos de la música de manera general. Luego, en otro apartado, se describen los beneficios de la música para la preparación psicológica de los deportistas. Allí, se incluyen investigaciones sobre la manera en que los atletas la utilizan, los resultados que estos ejecutantes han reportado y se desarrolla, además, una exposición de las investigaciones realizadas por psicólogos en torno al uso de la música en la regulación de los estados emocionales precompetitivos. Posteriormente, se presenta un acápite sobre el empleo de la música en plena ejecución deportiva y otro sobre su aprovechamiento en la recuperación del atleta luego del ejercicio físico. Más adelante, se resalta la evaluación psicológica requerida previamente para utilizar la música como intervención psicológica con los atletas y las distintas alternativas en la selección de la música. En la parte final de este manuscrito, se expone la discusión de los resultados recopilados, así como las conclusiones y las recomendaciones para futuras investigaciones, tendientes a enriquecer la práctica profesional de los psicólogos y otros profesionales. Los efectos de la música en personas no deportistas En diferentes épocas y culturas, se le ha dado a la música fines diversos, tales como enaltecer a los combatientes, estimular que se cumplan de manera activa los trabajos musculares muy intensos y otros. Una síntesis de los efectos de la música la brindan Terry & Karageorghis (2011) al señalar que las investigaciones han estado dirigidas primariamente acerca de sus impactos en lo psicológico, psicofísico, psicofisiológico y ergo génico, las cuales influyen en los afectos, actitudes, la cognición y el comportamiento. Otro autor que ha tratado el tema es Del Olmo (2009). Según él, la música se ha utilizado para regular pulsaciones cardíacas, mejorar la estadía del paciente en cuidados intensivos, curar depresiones, reconfortar enfermos, mejorar el pensamiento y regular las emociones (Del Olmo, 2009).

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Utilidad de la música en la preparación psicológica de los deportistas

Especial atención reciben las manifestaciones de las emociones por medio de la música. Para Lasa (2002), la música es uno de los 11 tipos de métodos de inducir la aparición de emociones dentro de los laboratorios (Lane, Davis & Devonport, 2011; Lench, Flores & Bench, S. 2011). Guevara (2010) reafirmó en sus trabajos que la música es un sonido que provoca emociones. Sin embargo, los efectos de la música trascienden la emoción, por ejemplo ayudando al aprendizaje y al perfeccionamiento de habilidades motoras. Yanguas (2006) señala que hay evidencias de las consecuencias de la música sobre la motricidad. Adicionalmente, Terry & Karageorghis, (2011) exponen que esto se debe a que determinados ritmos musicales pueden aumentar o deteriorar el desempeño del deportista, porque su movimiento se ajusta al ritmo e intensidad de la música (Bood, Nijssen, van der Kamp & Roerdink, 2013; Terry, Karageorghis, Mecozzi Saha & D’Auria, 2012). Hoy, la música se usa para mejorar la memoria, la percepción, la comunicación y las relaciones interpersonales (Sánchez, 2010). Igualmente, para liberar energías reprimidas, mejorar el ritmo respiratorio, los problemas del aprendizaje (Montánchez, 2012), las facultades para la imaginación, la observación y la agilidad mental (Elvira, 2004). La música, también, es útil para tratar diversas psicopatologías. Al respecto Erkkilä, Punkanen, Fachner, Ala-Ruona & Pöntiö (2011) registraron su valor en la rehabilitación del esquizofrénico. Dueñas y Herrera (2015) advierten que la música contribuye al tratamiento de la depresión en el paciente oncológico. Yáñez (2011) y Pineda y Pérez (2011), aplicaron la música para aumentar el bienestar de niños con el síndrome de Down. Las intervenciones psicológicas, basadas en los efectos de la música, en personas con trastornos psicopatológicos, dieron lugar al surgimiento de la “Musicoterapia” durante los años 1930. Albornoz (2009) refiere que la musicoterapia comprende varias modalidades de aprovechamiento de la música, las cuales son: pasiva, activa e integrada. La modalidad pasiva implica escuchar piezas musicales. La activa se refiere a componerlas, improvisarlas, cantarlas o recrearse con ellas. La integrada implica la escucha musical y diversas tareas realizadas con música, entre ellas el teatro y la expresión corporal. Actualmente, según diversos autores, la musicoterapia requiere formación especializada debido la complejidad de su implementación. Los resultados que produce la música dependen, en parte, de las actividades realizadas con ella, de los diferentes elementos del sonido y de la relación que se establece entre los mismos. Los elementos de la música son las siguientes: frecuencia o altura del sonido, intensidad, timbre, intervalos en la distancia de dos notas, armonía, melodía, ritmo y tempo (Bunt & Stige, 2014; Del Olmo, 2009; Palomares, 2014; Villanueva & Molero, 2014). Estos elementos han sido estudiados, por ejemplo los efectos del volumen de la música pueden afectar la frecuencia cardíaca (Aburto y Aragón, 2013). También, está comprobado que la escucha de la música de ciertas frecuencias de sonido y ritmos por sus efectos psicofisiológicos afecta la secreción de hormonas, por ejemplo la dopamina se libera en una mayor cantidad de dopamina y ello altera así el estado anímico (Salimpoor, Benovoy, Larcher, Dagher & Zatorre, 2011). En síntesis, la música de una manera favorable o no afecta directamente al hombre y puede servir para mejorar muchos de los procesos en que se implican las personas. Hay que velar, ante todo, las posibles repercusiones negativas que pueden dar lugar en el organismo como resultado de sus características.

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Las afectaciones negativas de la música son tales que se han aprobados leyes para prohibir su intensidad cuando sobre pasa los decibles aceptables que afectan el sistema nervioso (Martínez & Peters, 2013). Empleo de la música en la preparación psicológica de los deportistas El uso de la música con atletas se ha reportado desde hace muchos años, aunque quizás se han realizado las investigaciones con mayor rigor desde la década de los años 1970. Se comenzó con Nekrasov (1975) y Anshel & Marisi (1978). Los trabajos sobre el tema fueron reseñados por Bishop (2010) en un artículo sobre la música y el deporte. Adicionalmente, existen otras dos reseñas que dan cuenta del empleo de la música en el ejercicio físico (Brooks & Brooks, 2010; Karageorghis & Priest, 2012). En el deporte, la música ha permitido regular la emoción (John, Verma & Khanna, 2010) y la motivación (Brooks & Brooks, 2010), movilizar las energías del atleta, regular la atención e inducir relajación (Kodzhaspirov, 1987), reducir el esfuerzo percibido (Ju-Han & Jing-Horng Lu, 2013), elevar la cantidad de trabajo realizado (Karageorghis & Priest (2012), mejorar la recuperación post ejercicio y modificar parámetros fisiológicos (Bhavsar, Abhange & Afroz, 2014).De igual modo, la música tiene ventajas y desventajas adicionales. Como ventajas, se señalan: 1) usarse en medio de diversas condiciones de entrenamiento, competencia y recuperación, 2) generarse cantando, tarareando o percutiendo el propio cuerpo al carecer del dispositivo electrónico, 3) utilizarse cuando el psicólogo deba estar ausente, por ejemplo en los dormitorios, para mejorar el sueño precompetitivo la noche previa a la competencia o en consultas que exigen privacidad (García, 2013). Otra ventaja está en los avances tecnológicos actuales, que brindan al usuario equipos portátiles de bolsillo, fáciles de portar y manejar, que poseen nuevas funciones. Según Bishop (2010), esto favorece la incorporación de la música en los entrenamientos y en determinadas competencia, de igual modo en rituales y rutinas competitivas del atleta y permiten reducir el ruido exterior o aumentar el tempo de la música. En relación con las desventajas, existen deportes que limitan la tenencia de dispositivos para emitir música, adheridos al cuerpo, durante entrenamientos y competencias, porque estos pueden generar lesiones al oponente o al propio deportista durante el contacto físico. Así lo establece, por ejemplo, el reglamento oficial aplicado en balompié (Federación Internacional de Fútbol Asociado [FIFA], 2013). En otros casos, la escucha de la música podría ser inviable como estrategia de regulación emocional durante las acciones competitivas. Un corredor puede activar la música que desea si las reglas no lo prohíben. Sin embargo, tal vez no podrían hacerlo en pleno movimiento los tenistas, los jugadores de beisbol, boxeadores o karatekas debido a que la acción de activar el dispositivo podría impedir sus tareas cognitivas y motrices. Activar y escuchar la música no suele ser parte de esas ejecuciones deportivas. La música en la regulación emocional de los atletas Las competiciones deportivas suelen ser generadoras de estrés. Esto puede llegar a ser contraproducente, porque las emociones desagradables suelen disminuir el desempeño del atleta. Del mismo modo, se ha demostrado que la música puede mejorar su estado emocional. A continuación, veamos los argumentos en favor de estas tres afirmaciones.

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Pocos deportistas despliegan todo su potencial en las competencias, porque allí las emociones generan cambios en los patrones de ejecución motora, dificultan la selección de las respuestas y focalizar la atención (Rushall, 1989); las subidas y las mermas en el nivel de arousal (Hanin, 2010) y el surgimiento de emociones negativas (Jones, Meijen, McCarthy & Sheffield, 2009) se asocian con ello. La música es un recurso idóneo para regular las emociones del atleta, porque modifica tanto la valencia emocional como el nivel de activación (Tenenbaum, Reeder, Davis, Herman, & Hutchinson, 2011). Bradley & Lang (2000) arguyen que la música puede dar lugar respuestas conductuales, fisiológicas, cognitivas y afectivas que conducen a la aproximación o la retirada en una situación de amenaza. La aproximación se asocia con valencia positiva o connotación agradable. La retirada, con el displacer. Bishop, Karageorghis & Loizou (2007) obtuvieron estimaciones subjetivas de la respuesta emocional de un grupo de tenistas al escuchar piezas musicales. Tales atletas manifestaron que dichos estímulos auditivos les eran de utilidad para modificar sus estados emocionales y acercarse a los niveles óptimos en cuanto a la valencia y el arousal. Ahora bien, la respuesta emocional del ser humano ante la música posee dos tipos de fuentes: intrínsecas y extrínsecas. Las primeras se refieren a características acústicas presentes en la pieza musical. Algunos ejemplos de ello son la armonía, el tempo el volumen (Sloboda & Juslin, 2001). Por el contrario, todo lo que relacione la pieza de música con algo externo es una fuente extrínseca (Bharucha, Curtis & Paroo, 2006). En la mencionada investigación de Bishop et al. (2007), los principales determinantes de la emoción inducida por la música fueron de tipo extrínseco. Sin embargo, aun cuando posean menor efecto, las fuentes intrínsecas no deber ser subestimadas. Se ha demostrado que el tempo de la música afecta la conducta de las personas, por ejemplo la velocidad de caminar de las personas durante el ejercicio (Franěk van Noorden & Režný, 2014; Moens, van Noorde & Leman, 2010). Plantea Bishop (2010) que este tipo de efecto podría ser útil en el deporte. Al respecto, se ha investigado su utilidad para ejercicios aeróbicos con resultados favorables por van der Vlist, Bartneck & Mäueler (2011). Además, Waterhouse, Hudson & Edwards (2010) encontraron que el tempo de la música es capaz de generar una mejor predisposición y rendimiento si se sincroniza con la realización de los ejercicios submáximos. Informe sobre el uso que los atletas le han dado a la música por propia iniciativa Muchos atletas emplean la música sin buscar asesoramiento profesional. Al conocer sus experiencias, se puede descubrir cómo la usan, con cuáles finalidades y cuáles resultados obtienen. Por ejemplo, Bishop et al. (2007) realizaron una investigación donde participaron 14 tenistas, quienes empleaban la música para auto provocarse emociones. Los autores recopilaron variadas informaciones en relación con el empleo que le daban a la escucha musical y los resultados que estos tenistas percibían. Allí, se encontró que los determinantes de la respuesta emocional eran mayormente extrínsecos a la música. Entre ellos se encontraban la influencia de padres y amigos, las asociaciones extra musicales, los videos y la identificación con los artistas que la interpretaban.

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Todos los 14 tenistas encuestados reportaron que utilizaban la música una o más veces al día para regular su estado emocional en términos de valencia o intensidad. En cuanto al papel de las fuentes intrínsecas influencia de la música, se encontró que las piezas musicales empleadas por ellos para incrementar su arousal eran más elevadas en tempo y volumen. Otro dato importante radica en el hecho de que la música solía desencadenar imágenes mentales relacionadas con recuerdos de logros pasados en el tenis (Bishop et al. 2007). Esto constituye una fuente extrínseca que puede ser potenciada mediante la intervención del psicólogo que recomiende evocar dichas imágenes. Regulación de los estados emocionales precompetitivos La influencia de los estados emocionales precompetitivos ha sido estudiada por décadas (Hanin, 2010). Estos constituyen una respuesta anticipatoria de los requerimientos de la competencia. (García, 2013; García, 2004). Dichos estados se pueden manifestar como tensión, trastornos del sueño, reacciones emocionales extremas tanto negativas como positivas, estrés y alteraciones (Bishop, Wright & Karageorghis, 2014; Castillo, 2005). El momento de la aparición de los estados emocionales precompetitivos es variable. Puede ocurrir días, horas antes de la competencia o, incluso, menos. En atletas inestables, los síntomas aparecen con semanas de anticipación (García, 2004). Fue Puni (1974), quien tipificó tres tipos estados emocionales precompetitivos. Uno asociado al nivel óptimo de tensión emocional-volitiva, y que favorece el rendimiento y lo denominó “preparación combativa”. Este agudiza los componentes cognitivos y motrices que sustentan la acción. También, aumenta el entusiasmo y los deseos de competir. El segundo tipo “fiebre de precompetencia” implica una aceleración de los procesos psicológicos y una excitación emocional elevada, que puede salirse de control. Suele producir insomnio y disminuir el desempeño (García, 2004), y un tercero conocido como “apatía de precompetencia”. Esta suele surgir abruptamente y se representa por una pasividad extrema (Puni, 1974). Los estados precompetitivos deben desaparecer al iniciarse la competencia pero, en ocasiones, por su intensidad pueden continuar durante el trascurso y llegar a deteriorar el rendimiento (Hanin, 2010). La música se considera una herramienta de intervención importante en la regulación de estos estados emocionales pre competencia. Ello se evidenció en una investigación realizada por (Terry, Dinsdale, Karageorghis & Lane, 2006), donde la música fue una de las múltiples estrategias empleadas exitosamente por los atletas con el fin de regular sus estados emocionales previos a la competencia. Para regular los estados emocionales precompetitivos, Kodzhaspirov (1987) incluyó tres tipos de música de forma previa a la competencia que tienen como función la distracción, relajación y movilización y cada uno resuelve un problema concreto. Según García (2004), la música de distracción busca cambiar el foco de atención del atleta. Esta se encuentra orientada hacia las tensiones y las vivencias desagradables de los estados emocionales precompetitivos y es necesario desviarla hacia pensamientos neutrales o agradables, que no estén vinculados con la próxima competición. Otra metodología efectiva para tratar los estados precompetitivos con música implica dejar que el atleta escoja entre sus piezas musicales preferidas. La primera de las piezas seleccionadas debe ser una música para la relajación escuchada por 20 minutos, de fragmentos musicales lentos, líricos, tranquilos y suaves, sin cambios bruscos en volumen y velocidad, pero con sonidos naturales de holas, follaje o

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cantos de aves. Su objetivo es reducir el tono muscular, la activación y la ansiedad. Así, se ahorran energías. Luego, hay un receso de una hora y después se utiliza una música de movilización, durante 20 o 25 minutos. Se recomienda terminar poco antes de competir (García, 2004). Esta segunda sesión debe incluir temas musicales asociados al deporte, heroísmo, patriotismo y marchas militares. También, es adecuado que sean de ritmo claramente asociado a las tareas motrices que el atleta desempeñará en la competencia. Ello favorece la sintonización ideo motora, que implica visualizar la ejecución técnica y el ritmo de los movimientos a realizar en la competencia (Kodzhaspirov, 1987). En la actualidad, los estudios de los efectos de la música sobre los estados emocionales precompetitivos pueden valerse de escalas de autoestimación subjetiva (tipo Likert) y test hormonales, que pueden mostrar su efectividad. Por ejemplo, John et al. (2010) comprobaron que la música puede reducir el estrés precompetitivo, elevar el desempeño y disminuir el cortisol, que es un indicador de emociones negativas. En suma, la música es un modo de intervención que resulta beneficioso a las reacciones emocionales negativas previas a la competencia como al sostenimiento de aquellas que tiene un carácter positivo. La situación previa a la competencia está cargada para los participantes de una extrema tensión y el empleo de la música, además, es un medio posible de implementar, porque el propio deportista puede asistirse a sí mismo sin la mediación de otras personas. El uso de la música en plena ejecución deportiva Atkinson, Wilson & Eubank (2004) investigaron el efecto de una música bailable durante una prueba de 10 kilómetros a contrarreloj realizada en bicicleta ergometría. Hubo un grupo bajo los efectos de esta variable independiente y otro grupo control. Las variables dependientes medidas fueron velocidad, potencia, frecuencia cardíaca y tiempo para completar la prueba. Este último parámetro disminuyó significativamente en el grupo que escuchó la música, lo cual indica una mejoría en el desempeño. En cuanto a los parámetros de la frecuencia cardiaca, potencia y velocidad, todos mostraron elevaciones significativas concurrentes con la escucha de la música bailable. Cuando la naturaleza de la tarea y las normas del deporte lo permiten, algunos atletas regulan sus procesos afectivos mediante la música escuchada en plena acción competitiva. Con ello se motivan y disminuyen su percepción de cansancio. Para Brooks y Brooks (2010), el poder motivador de la música se evidencia más claramente en las tareas de resistencia. Karageorghis & Priest (2012) plantean que, durante tareas de alta intensidad, la música puede dar beneficios psicológicos y ergogénicos, aun cuando tiene moderada capacidad para reducir la percepción del esfuerzo. Otro factor importante es la denominada sincronía. Se refiere a la coordinación consciente entre los movimientos de un ejecutante y el tempo o ritmo de la música. Según Karageorghis & Priest (2012), este factor produce mejoras en la economía durante la carrera, porque reduce el consumo de oxígeno y los niveles de lactato en la sangre. La música y su empleo en la recuperación de los atletas luego de grandes cargas Nekrasov (1975) empleó la música junto con técnicas relajación para facilitar la recuperación de los deportistas. La música se combinó con fórmulas de entrenamiento autógeno, que son frases repetidas

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en voz alta, para solucionar problemas específicos de la preparación del atleta. Una de las frases hacía referencia al hecho de que los ojos estaban cerrados, la respiración en calma y el cuerpo estaba descansando. Otras verbalizaban el hecho de tener brazos y piernas agradablemente relajados, respiración uniforme, pausada y profunda o experimentar onda de calor agradable moviéndose por todo el cuerpo. Luego, se pasaba al estado de vigilia abriendo los ojos, realizando flexiones y extensiones de brazos y, finalmente, con movimientos pendulares. También, Gorbunov (1988) plantea una combinación de música suave con frases sugestivas para acelerar la recuperación del deportista. Indica que se debe seleccionar una combinación adecuada entre la música y las palabras sugestivas que se repiten, ello en dependencia de las características del atleta. Las sugestiones comienzan luego de uno o dos minutos activada la música y se presentan con intervalos de 3 a 15 minutos. A continuación, se exponen algunas de las sugestiones propuestas por este autor: “Su atención se concentra de manera suave y sin esfuerzos en la música… La música fija su atención independientemente de ustedes mismos… Escuchen tranquilamente, sin tensión alguna… Subordínense al humor de la música… Esta música apacible desplaza todas sus ideas…” (p. 75). Petrov, Fontanari, & Perlovsky (2012) plantean que muchos deportistas le temen al exceso de entrenamiento, cuando en realidad el peligro yace en deficientes procesos de recuperación. Siguiendo esta línea, Bhavsar et al. (2014) plantean que hasta no hace mucho, el efecto de la música sobre los procesos fisiológicos de recuperación posejercicio no había sido estudiado a profundidad. Estos últimos autores demostraron que la música lenta aceleraba el proceso de normalización de los valores del pulso, así como también de la tensión arterial sistólica y diastólica en un grupo de sujetos quienes habían realizado la tarea de ejercicios isotónicos. Por su parte, Lee & Kimmerly (2014) investigaron la influencia del tempo de la música sobre las variables la tasa cardíaca (HR), lactato en sangre, velocidad de carrera y esfuerzo percibido durante una tarea motriz de la carrera en cinta ergométrica, donde los corredores decidían su propio ritmo de movimiento. Como variable independiente, hubo tres condiciones: sonido estático, música rápida y música lenta. La música rápida produjo una mayor velocidad de carrera, pero no alteró el nivel de esfuerzo percibido. Luego, durante el descanso, la música lenta redujo la frecuencia cardíaca y el nivel de lactato en la sangre, lo cual implica mejorías en la recuperación fisiológica. Evaluación psicológica y diseño del plan de preparación mental Usar la música, con los fines expuestos en este artículo, exige una planificación basada en diversas informaciones. Entre ellas se encuentran conocer los determinantes intrínsecos y extrínsecos de la música señalados por Sloboda & Juslin (2001) y los efectos que estos suelen producir en el común de los atletas, por ejemplo el aumento o la merma del arousal (Hardy y Grace, 2009). Aparte de ello, el psicólogo debe recopilar de antemano un conjunto de datos por medio de la evaluación psicológica. Entre ellos se encuentran los requerimientos individuales del atleta (Lane et al. 2011), los procesos psicológicos y psicofisiológicos particulares que intervienen en su ejecución (Karageorghis, Jones, & Low, 2006 y Robazza, Pellizzari & Hanin, 2004), su nivel óptimo de activación (Hanin, 2010), sus preferencias musicales (García, 2004) y una estimación de la posible respuesta que ese atleta específico puede presentar ante una pieza musical en particular (Karageorghis et al. 2006). Estas informaciones deben ser empleadas para definir los objetivos deseados y seleccionar el tema musical adecuado para lograrlo.

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En este sentido, cada atleta posee un conjunto de emociones específicas, síntomas somáticos, pensamientos, conductas y un nivel óptimo de activación que suelen presentarse antes y durante sus mejores ejecuciones. El peor desempeño también posee su propio patrón (Hanin, 2010; Robazza et al. 2004). Adicionalmente, la experiencia deportiva del atleta lo lleva a formularse creencias en relación con los estados asociados con las elevaciones y las mermas de su rendimiento (Baumeister, Vohs, DeWall & Zhang, 2007; Hanin, 2003). Estas creencias conforman los requerimientos emocionales y de motivación del deportista (Lane et al., 2011). Los métodos cualitativos permiten indagar y comparar estos procesos psicológicos y psicofisiológicos inmersos en la ejecución deportiva (Karageorghis et al., 2006). A partir de los datos obtenidos, deben definirse los cambios que se desea lograr. Luego, se selecciona materiales auditivos que induzcan al atleta a: 1) desechar el patrón de fracaso y adoptar el modelo propio de sus mejores ejecuciones, 2) lograr su nivel óptimo de activación y/o 3) satisfacer sus requerimientos emocionales y motivacionales. Adicionalmente, Bishop & Karageorghis (2012) recomiendan emplear métodos cualitativos para conocer las respuestas de los atletas ante las piezas musicales. Estos últimos deben escribir descripciones de sus reacciones ante la escucha de 20 o 30 piezas musicales. También, recomiendan tomar en cuenta cinco determinantes de la escucha musical que fueron empleados en la selección de las piezas por parte de los 14 tenistas, quienes participaron en la investigación ya mencionada (Bishop et al., 2007). Los determinantes fueron la identificación con el artista, el hecho de que la música formase parte de una película o un video musical, la influencias de los familiares o grupos de pares, asociaciones extramusicales (determinantes extrínsecos) y la propiedades acústicas (determinante intrínseco). Según Karageorghis et al. (1999), la selección de las piezas musicales debe basarse en una combinación que incluya métodos cualitativos más un instrumento psicométrico que ellos diseñaron. El Brunel Music Rating Inventory (BMRI), de Karageorghis et al. (1999), orienta la prescripción de melodías útiles para producir efectos motivadores en los atletas, tales como regular el nivel de activación, mejorar la respuesta emocional y reducir la percepción del esfuerzo. Este mide dos factores intrínsecos y dos extrínsecos a la música que son los siguientes: a) respuesta ante el ritmo, b) respuesta ante elementos musicales como la armonía y la melodía, c) impacto cultura, referido a la capacidad persuasiva que posee una pieza musical dentro de una determinada sociedad y d) las asociaciones extramusicales. Actualmente, existe la versión más corta, el BMRI-2 creado por Karageorghis, Priest, Terry, Chatzisarantis & Lane (2006). Luego de estas evaluaciones, se puede contar con un conjunto de piezas musicales, tanto para subir como para bajar la activación y unos momentos en los cuales deben ser escuchadas. Sin embargo, Hardy & Grace (2009) plantean que el atleta debe tener la libertad de seleccionar unas u otras, según perciba la necesidad de energizarse o relajarse. Hanin (2010) concuerda con estos autores al señalar que los eventos del contexto competitivo también generan emociones. En consecuencia, un atleta que usualmente necesite aumentar su nivel de activación justo antes de la ejecución competitiva, podría verse en la necesidad de disminuirlo debido a que este ya aumentó por causa de algún hecho inesperado. Sin embargo, no se trata solo del arousal, es necesario contar con piezas musicales que también sean útiles para modificar la valencia emocional e incluso poder inducir emociones desagradables. De hecho, se debe tener piezas para provocar cada una de las cuatro posibles combinaciones de las

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dimensiones de valencia y arousal. Estas son las siguientes: 1) estado emocional agradable y de elevada activación, 2) agradable con baja activación, 3) desagradable con baja activación y 4) desagradable y elevada activación. En algunos atletas, por ejemplo, es necesario inducir rabia para que el desempeño se eleve y esta emoción es de valencia negativa y elevada en el arousal (Bishop & Karageorghis, 2012). Todo lo anterior mejora la selección y evita la prescripción de temas musicales rechazados por el deportista. Adicionalmente, es necesaria una pesquisa del contenido verbal de las obras musicales, cuando estas tengan interpretaciones vocales. La letra influye sobre los resultados y algunas de ellas podrían conducir al atleta alcanzar los estados emocionales, volitivos o motivacionales que requiera. También, es conveniente ampliar el conocimiento acerca de selección de obras que induzcan emociones desagradables y no solo agradables. Las emociones negativas no siempre merman el desempeño. Tomemos en cuenta que, según Hanin (2003), las emociones experimentadas por los atletas pueden ser agradables o desagradables, pero al mismo tiempo funcional o disfuncionales. Esto último depende del hecho de que favorezcan o no el rendimiento competitivo. Ello implica que se trata de dos dimensiones relativamente independientes. En consecuencia, existen cuatro tipos de emociones en el deporte: (1) placenteras y funcionales, (2) placenteras pero disfuncionales, (3) desagradables pero funcionales y (4) desagradables y disfuncionales. Si se parte del supuesto de que dicha clasificación es correcta, entonces es necesario tomar en cuenta la posibilidad de seleccionar obras musicales adecuadas para inducir emociones correspondientes a la categoría denominada “desagradables pero funcionales”. Así, el atleta puede emplearlas cuando lo juzgue necesario. Además, la investigación cualitativa y los resultados del test BMRI-2, deben emplearse para “preseleccionar” obras musicales. Pero, la decisión de incluir una pieza en el plan de preparación mental, debe además basarse en resultados de campo. Robazza et al. (2004) hablan de patrones de éxito y fracaso. Con base en ellos, la música preseleccionada debe ponerse a prueba. Si al escucharla, el habitual patrón negativo se elimina o se reduce, y surge otro más provechoso, entonces la pieza debe ser seleccionada. Los patrones de fracaso siempre indican el tipo de momentos donde el atleta suele sentirse: 1) ansioso o sobre excitado, 2) afectado por sensaciones corporales o pensamientos y/o 3) desmotivado. Ello sugiere cuándo emplear las respectivas piezas musicales para: 1) relajar, 2) distraer la atención y/o 3) subir el nivel de activación. (García, 2004; Leman et al., 2013). En cuanto a la aplicación, corresponde para la relajación el análisis de la música unida con la visualización de momentos de elevado desempeño y la inclusión de diálogos internos adecuados a los objetivos propuestos. Si la finalidad es distraer la atención, se recomienda incluir instrucciones para cantar, tararear y/o percutir la música. Allí, la atención se focaliza en esa nueva actividad por realizar. Igualmente, se recomienda seleccionar lugares adecuados y cerciorarse de que allí no existan personas que interfieran la escucha musical. Todo el grupo de atletas y cuerpo técnico debe colaborar en ello. Además, es necesario instruir al atleta para que lleve consigo constantemente el dispositivo de sonido portátil, emplee un volumen que no dañe los oídos y evite la saturación variando las piezas escuchadas. Por ello, se requiere tener tres piezas diferentes para lograr cada uno de los objetivos propuestos, ya sea para relajar, distraer o aumentar la activación. Un asunto de vital importancia es enseñar al atleta a darse cuenta al instante, y por sí solo, cuando comienza a sentirse ansioso, desmotivado o abrumado por

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pensamientos o sensaciones corporales. De no ser así, no sabrá reconocer el momento en que necesita recurrir a la escucha musical. Finalmente, el efecto de la música puede ser potenciado mediante imágenes y ruidos de la naturaleza Karageorghis et al. (2010).

Discusión A pesar de los avances logrados hasta el momento, las investigaciones realizadas y el conocimiento que se posee sobre el tema en cuestión presentan cinco carencias importantes. En principio, es necesario indagar sobre la cultura musical del atleta, los gustos musicales y la pertenencia a grupos sociales. Así, se podría esclarecer aún más la relación entre la afectividad de la música para elevar el desempeño, las preferencias musicales y la influencia particular que recibe el atleta al momento de estar inmerso en determinados grupos social. La influencia del medio social ha resultado ser un elemento importante que determina el efecto de la música y es necesario indagar la manera como ocurre dicha influencia en medio de la interacción de los atletas dentro de los diferentes grupos sociales. La segunda de estas cinco carencias se refiere al hecho de que los usos dados a la música para crear mejorías en atletas resultan limitados al compararlos con la amplitud de aplicaciones en personas no deportistas. Con estos últimos, la música se ha usado para mejorar el ritmo respiratorio, las facultades de observación, imaginación, agilidad mental y liberar energías reprimidas (Elvira, 2004); también para mejorar la motricidad, memoria, comunicación, percepción, motivación, las relaciones interpersonales (Sánchez, 2010) y tratar diversas psicopatologías (Pineda & Pérez, 2011, Montánchez, 2012, Dueñas y Herrera 2015). Los atletas pueden requerir mejorías en esos aspectos para elevar su rendimiento deportivo y su bienestar psicológico. Pero no se ha investigado la posible influencia de la música sobre muchos factores psicológicos que sustentan la ejecución deportiva. Una tercera carencia está en la forma de aplicación de la música. Con atletas, los trabajos se limitan mayormente a la escucha pasiva. Por el contrario, según Villanueva & Molero (2014), la musicoterapia aplicada fuera del deporte incluye tres tipos: pasiva, activa e integrada (escuchar música, generarla y realizar ambas tareas). Las versiones activa e integrada amplían la variedad de acciones a realizar con la música. Es de esperarse que ello aumente la cantidad de beneficios obtenibles. La cuarta carencia es la falta de suficientes investigaciones que combinen la escucha musical con otras técnicas de preparación mental usadas en el deporte, por ejemplo la visualización, respiración y los diálogos internos. Por último, la quinta carencia importante se relaciona con el contenido verbal o letra de las canciones. Comparativamente hablando, el contenido verbal de la voz hablada es una variable independiente que ha sido empleada para inducir, realizar o guiar una amplia, variada y disímil cantidad de tareas experimentales, procesos psicológicos, ejercicios mentales y demás. Por citar solo algunos ejemplos, podemos señalar que Douglas, Lindsay & Thomas (2010) publicaron un artículo sobre el empleo de metáforas durante por parte de los psicólogos del deporte durante la atención brindada a los atletas; Muñoz, Salazar & López (2012) investigaron el papel de las instrucciones verbales sobre el aprendizaje en pacientes esquizofrénicos; Moleiro & Villamarín (2004) utilizaron instrucciones verbales para el control de la frecuencia cardíaca durante pruebas de esfuerzo y Coombes, Janelle & Dulley (2005) emplearon instrucciones verbales como parte de un experimento que medía la influencia de la emoción sobre el control de la motricidad.

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La cantidad de usos dados a la voz hablada en Psicología sobrepasa los límites del presente artículo, porque las tareas realizadas por los sujetos durante los experimentos suelen estar precedidas de instrucciones y muchas de ella son transmitidas auditivamente mediante la voz del experimentador. Es importante notar que, al igual que los experimentos psicológicos, las obras musicales también suelen tener contenido verbal. Pero, las investigaciones sobre el empleo de la música en el deporte ignoran el potencial efecto de las letras de las canciones, las cuales se transmiten igualmente mediante la voz humana. En cuanto a la metodología científica, las investigaciones que hayan empleado música con interpretaciones vocales, sin haber tomado en cuenta las características del contenido verbal, poseen una variable no controlada que pudiese sesgar los resultados y desde la óptica del profesional, se pierde la oportunidad de aumentar notoriamente el grado de influencia de la música sobre el desempeño deportivo mediante la selección o creación de piezas musicales con letras adecuadas a las necesidades del atleta. Lejos de representar un panorama negativo, todas estas cinco carencias importantes aquí mencionadas indican notorias posibilidades de mejora a futuro. Ya se ha demostrado la utilidad de la música para los atletas y luego de cubrir esos vacíos, podrían nuevos recursos para práctica profesional.

Conclusiones La revisión realizada para redactar este manuscrito permite afirmar que las investigaciones sobre el uso de la música en la preparación mental de los atletas demuestran que la escucha musical es útil para diversos fines. Algunos de ellos se refieren a la regulación de la motivación y la emoción, tal como lo señalan tanto Brooks & Brooks (2010), como Bishop (2010). Otros de los fines para los cuales la música ha sido de provecho son reducir el esfuerzo percibido, aumentar la cantidad de trabajo realizado (Karageorghis & Priest, 2012), distraer la atención (García, 2004), mejorar la recuperación post ejercicio y modificar parámetros fisiológicos (Bhavsar et al. 2014). Adicionalmente, se puede afirmar que existen recursos de evaluación psicológica útiles para seleccionar la pieza musical y planificar la preparación psicológica basada en música. Entre ellos, destacan la indagación cualitativa y el test BMIR-2 señalados por Karageorghis, Jones & Low (2006).

Recomendaciones Con base en la revisión realizada, se recomienda diseñar e implementar nuevas líneas de investigación en las cuales se pueda realizar o materializar lo siguiente: 1. Mediciones sobre el posible efecto de la música en otros procesos psicológicos (diferentes a la emoción y la motivación), que igualmente sustentan la ejecución deportiva, como lo son el pensamiento, la memoria, la percepción y la comunicación. 2. Empleo, como variable independiente, procedimientos de intervención psicológica basados en la música, pero diferentes a la escucha pasiva, que incluyan procedimientos tomados de la musicoterapia en sus modalidades activa e integrada. 3. Utilización de la música en combinación con otros recursos de programación mental propios de la psicología de deporte, a fin de descubrir nuevas formas de potenciar sus efectos. 4. Consideración de la letra o contenido verbal de las canciones como variable independiente, a fin de determinar sus posibles efectos sobre el rendimiento deportivo y sobre los atletas.

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Reseña de los autores

Recibido 06 de abril de 2015 Revisión recibida 29 de julio de 2015 Aceptado 07 de diciembre de 2015

Francisco Enrique García Ucha es Doctor en Ciencias Psicológicas. Labora como profesor titular de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”. La Habana Cuba. Funge como investigador de mérito en Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba. Se desempeña como Jefe del Programa Nacional Deporte y desarrollo Humano del Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación de Cuba. Es Miembro del Consejo Técnico Asesor del Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación de Cuba. Tiene los cargos de Vicepresidente de la Sociedad Latinocaribeña de Psicología del Deporte y Vice president of International Sport Trainer Association. Es autor de seis libros y cinco capítulos. Ha publicado más de 30 artículos y es profesor invitado de varias universidades. Leopoldo Ferrer Maldonado obtuvo su licenciatura en Psicología, mención de asesoramiento psicológico y orientación, en la Universidad Central de Venezuela para el año 2001. En el 2011, obtuvo una maestría en psicología aplicada al deporte y la actividad física, de parte de la Universidad de la Cultura Física y el Deporte de Cuba. Ha trabajado con tenistas, nadadores, equipos de baloncesto, fútbol, voleibol de arena, atletas discapacitados y demás. Labora como editor de la página web: http://entrenatumenteparaeltenis.blogspot.com y también es web master de la lista de discusión vía email llamada “Psicodeportiva”. Ha trabajado en orientación vocacional y es autor del libro “Conoce Las Profesiones”. Publicado en línea: 16 de diciembre de 2015

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Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social ISSN: 0443-5117 revista.medica@imss.gob.mx Instituto Mexicano del Seguro Social México

Sepúlveda-Vildósola, Ana Carolina; Herrera-Zaragoza, Octavio René; JaramilloVillanueva, Leonel; Anaya-Segura, Armando La musicoterapia para disminuir la ansiedad. Su empleo en pacientes pediátricos con cáncer Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, vol. 52, núm. 2, 2014, pp. S50S54 Instituto Mexicano del Seguro Social Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=457745486009

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Psicoterapia pediátrica

La musicoterapia para disminuir la ansiedad Su empleo en pacientes pediátricos con cáncer Ana Carolina Sepúlveda-Vildósola,a Octavio René Herrera-Zaragoza,b Leonel Jaramillo-Villanueva,b Armando Anaya-Segurab

Music as an adjuvant treatment for anxiety in pediatric oncologic patients Background: Music has been used as adjuvant therapy for anxiety and it is based on scientific principles. Tone, rhythm, harmony and time are crucial for its efficacy. Chemotherapy treatment frequently produces important stress in pediatric patients. This may delay treatment occasionally. Our objective was to determine if adjuvant therapy with music reduces anxiety in pediatric oncologic patients under ambulatory chemotherapy. Methods: Time series design. We included patients from 8 to 16 years of age who received ambulatory intravenous chemotherapy at the Hospital de Pediatría, Centro Médico Nacional Siglo XXI. They received treatment as usual on the first day, and music therapy during the second day of chemotherapy. A visual scale was used to categorize the level of anxiety prior and after treatment on both days. Results: We included 22 patients. All patients experienced both moderate and high levels of anxiety prior to chemotherapy treatment on both days. There was a statistically significant reduction of anxiety on both groups after chemotherapy, but with lower levels of anxiety in the intervention group. Conclusions: There is an additional benefit with the use of music therapy in the reduction of anxiety in pediatric patients who receive ambulatory chemotherapy.

Keywords

Palabras clave

Music therapy

Musicoterapia

Drug therapy

Quimioterapia

Anxiety Neoplasms Child Adolescent

L

a ansiedad es una sensación anormal, abrumadora de aprehensión y miedo, que produce cambios fisiológicos como diaforesis, hipertensión y taquicardia. Se produce por dudas respecto a la realidad y naturaleza de la amenaza o por inseguridad de la propia capacidad para hacer frente a ella. La enfermedad implica cambios en el entorno como separación del ambiente familiar, reubicación en un ambiente desconocido, pérdida de habilidades previamente adquiridas, miedo al dolor y a ser dañado. Estos cambios producen ansiedad en el paciente y en algunos casos pueden ocasionar el retraso o abandono del tratamiento.1 La escala visual análoga (EVA) se ha utilizado para medir el nivel de ansiedad en niños de siete a 16 años de edad, con una especificidad de 67 % y sensibilidad de 78 %.2 Consiste en una línea horizontal de 10 cm con unión de dos puntos entre sí, donde 0 equivale a “sin preocupación o miedo” y 10 indica “la peor preocupación o miedo”, con expresiones faciales opuestas unidas por la misma línea. Al niño se le pide que señale el punto que mejor representa la ansiedad que siente (figura 1). Esta escala es una modificación de la técnica descrita por Clarke y Spear (1964) en adultos. Es frecuente en el ámbito hospitalario por la sencillez y rapidez de la evaluación.3-5 Han sido numerosas las estrategias cognitivas conductuales utilizadas para intentar disminuir la ansiedad en los niños durante su tratamiento, lo cual ha impactado en su supervivencia. En la actualidad, la música es ampliamente utilizada para mejorar el estado de ánimo, aliviar la ansiedad y el dolor asociados con la cirugía, el tratamiento,6-9 los procedimientos médicos invasivos o de diagnóstico en los pacientes con enfermedades crónicas, oncológicas o quemaduras.10-13 Standley y Whipple14 realizaron un metaanálisis en el que concluyeron que la música es efectiva como una intervención en pacientes pediátricos en la atención médica, especialmente en los que sufren eventos estresantes de la vida, así como en los niños con leucemia o enfermedades físicas crónicas. Un estudio realizado en la Universidad de California demostró que los niños prefieren la terapia con música que con juego.15 Robb et al.16 demostraron que los adolescentes prefieren terapia con música y video más que los audiolibros.

Ansiedad Neoplasias Niño

aDirección

Adolescente

bServicio

de Educación e Investigación en Salud

de Salud Mental

Hospital de Pediatría, Centro Médico Nacional Siglo XXI, Instituto Mexicano del Seguro Social, Distrito Federal, México Comunicación con: Ana Carolina Sepúlveda-Vildósola Recibido: 07/04/2014

S50

Aceptado: 10/06/2014

Correco electrónico: ana.sepulvedav@imss.gob.mx Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2014;52 Supl 2:S50-4


Sepúlveda-Vildósola AC et al. Reducción de ansiedad mediante musicoterapia

Introducción: la música ha sido utilizada como adyuvante en el manejo de la ansiedad y se basa en principios científicos. Tono, ritmo, armonía y tiempo son factores determinantes para su efectividad. El estrés importante en los pacientes pediátricos, en ocasiones puede retrasar el tratamiento. Nuestro objetivo fue determinar si la musicoterapia es eficaz para disminuir el nivel de ansiedad de los pacientes con cáncer que reciben quimioterapia ambulatoria. Métodos: se realizó un ensayo clínico, cuasiexperimental, tipo antes y después. Se incluyeron pacientes de ocho a 16 años de edad que acudieron a quimioterapia intravenosa ambulatoria en el Hospital de Pediatría, Centro Médico Nacional Siglo XXI. En la primera sesión recibieron su tratamiento de forma habitual y en la

La musicoterapia consiste en una interacción entre un profesional, el paciente, la música y el medio utilizado para ofrecerla. Se basa en principios científicos y el logro de determinados objetivos terapéuticos. Tono, ritmo, armonía, y tiempo son factores determinantes para su percepción y procesamiento. En su efecto terapéutico intervienen procesos neurofisiológicos complejos mediados por el tálamo, hipotálamo y el tronco cerebral, con respuestas psicofisiológicas ante dichos estímulos, que dan lugar a la relajación. Jeffrey Thompson ha descrito un patrón de ondas cerebrales distinto de acuerdo con los estados de ánimo y que cierto tipo de música (Music for Brainwave Massage 2.0) logra un equilibrio óptimo entre la relajación y el conocimiento dinámico estimulado a nivel de las ondas cerebrales alfa, beta y theta. Hauck17 demostró una reducción en la actividad delta del cíngulo, lo que disminuye la percepción de dolor. La cuantificación de los niveles altos de cortisol salival, cortisol sérico, interleucina 1 y algunos anticuerpos también son marcadores útiles para evaluar los efectos químicos de la música en las respuestas ante un estrés fisiológico.18 No existe una recomendación categórica sobre la secuencia, duración y frecuencia de las intervenciones con música, pero se reconocen efectos calmantes a partir de los 20 a 30 minutos por sesión.19,20 Algunas características deben tomarse en cuenta a la hora de elegir la música que se utilizará en la intervención, como los rasgos de personalidad, idioma, cultura y educación. En pediatría, la música influye favorablemente en las condiciones físicas, fisiológicas y psicológicas de los niños, lo que a su vez mejora la estancia hospitalaria. También se ha demostrado el impacto de la música en la facilitación de los procesos interpersonales como la interacción y la verbalización, o los resultados educacionales que puede tener en los niños dentro de un hospital. Incluso se ha estudiado su efecto en la plasticidad cerebral y el aprendizaje.21 Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2014;52 Supl 2:S50-4

segunda, la maniobra con musicoterapia. Se aplicó una escala visual análoga para determinar el nivel de ansiedad al inicio y al finalizar el procedimiento en ambas fases (sin y con intervención). Resultados: Se incluyeron 22 pacientes. La ansiedad basal de la mayoría de los pacientes que acudieron a quimioterapia ambulatoria fue de intensidad moderada a intensa Se encontró disminución estadísticamente significativa en los niveles de ansiedad en los pacientes después de la quimioterapia en ambos grupos; el nivel de ansiedad fue menor después de la intervención con musicoterapia. Conclusiones: Existe un beneficio con el uso de la musicoterapia para reducir la ansiedad en los pacientes pediátricos que reciben quimioterapia ambulatoria.

Resumen

El tratamiento del cáncer es un factor de estrés importante que produce ansiedad en los pacientes, quienes viven día a día una gran variedad de experiencias como exámenes físicos, cirugías, pruebas diagnósticas, cambios en el aspecto físico, efectos secundarios propios del tratamiento, discapacidad, dolor, separación de la familia y amigos, entre otros. La intensidad de la ansiedad varía de acuerdo con el nivel de desarrollo del niño, el entorno familiar, el propio hospital y las estrategias de confrontación del menor.22 El médico debe preocuparse no solo de aliviar la enfermedad, sino asegurar una buena calidad de atención de sus pacientes. Mejorar la calidad de vida debe ser también una acción prioritaria de cualquier profesional de la salud.

Métodos Entre noviembre y diciembre de 2011 se realizó un ensayo clínico longitudinal, cuasiexperimental, tipo antes y después, en el que cada paciente fue su propio control. Se incluyeron pacientes de ocho a 16 años que acudieron a quimioterapia intravenosa ambulatoria por cualquier enfermedad oncológica en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI, Instituto Mexicano del Seguro Social. En todos los casos se solicitó el consentimiento informado por los padres o tutores y asentimiento del menor. Se excluyeron los pacientes con retraso mental, hipoacusia, anacusia, ceguera, disminución en la agudeza visual o que recibían quimioterapia intratecal. Previa validación del instrumento, se aplicó la escala visual análoga numérica (figura 1) en todos los pacientes que aceptaron participar en el estudio en el día 1 (sin musicoterapia) y día 2 (con musicoterapia). En ambos casos, la escala visual análoga se aplicó S51


Sepúlveda-Vildósola AC et al. Reducción de ansiedad mediante musicoterapia

¿Cómo te sientes ahora? Considera que 0 es “sin preocupación ni miedo” y 10 es “la peor preocupación o miedo”. Selecciona con una X lo que mejor describa tu nivel de ansiedad conforme los números y las caras

Figura 1 Escala visual análoga para medir nivel de ansiedad

0(

)

1(

)

2(

)

3(

)

4(

antes de la quimioterapia y después de que esta concluyó. Se consideró un valor de 0 como “sin preocupación o miedo” y 10 como “la peor preocupación o miedo” en la escala numérica, caras y colores, a partir de la interpretación del color azul como mayor confort y rojo como disconfort. El tiempo de aplicación de la intervención en todos los casos fue mayor a 20 minutos. La música fue pregrabada en formato MP3 en un dispositivo de audio tipo Walkman Sony NWZ-W252. El tipo de música seleccionada fueron melodías que científicamente se ha probado que producen un efecto cerebral relajante o estimulante de tranquilidad (J. Thompson, Music for Brainwave Massage 2.0). Las encuestas fueron aplicadas por uno de los investigadores al inicio y al finalizar cada sesión de quimioterapia. Los datos fueron analizados mediante SPSS versión 20, con frecuencias y porcentajes para la descripción de las variables cualitativas, mediana y límites intercuartílicos para las variables cuantitativas y prueba de Wilcoxon para determinar diferencias en la puntuación de las escalas en los diferentes grupos y momentos del estudio. El proyecto fue autorizado por el Comité Local de Ética e Investigación del Hospital con el número R-2011-3603-48. El estudio fue financiado por los investigadores.

)

5(

)

6(

)

7(

)

8(

)

9(

)

10 (

)

algún abuelo en 4.5 %. El 72.7 % de los tratamientos fue administrado en el turno matutino. Los niveles de ansiedad en ambas mediciones (sin musicoterapia y con musicoterapia) se muestran en el cuadro I. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas al comparar los niveles basales de ansiedad en los grupos con y sin musicoterapia (p = 0.065). Ambos grupos mostraron una disminución estadísticamente significativa entre las mediciones iniciales (prequimioterapia) y finales (posquimioterapia). Sin embargo, dicha disminución en los niveles de ansiedad fue mayor posterior a recibir la intervención con música (niveles de ansiedad leve 27 % en el grupo sin intervención a diferencia de 95 % en los manejados con musicoterapia). Se calculó el número necesario para tratar, es decir, el número de pacientes que se requiere tratar con musicoterapia para evitar la ansiedad en uno de ellos: por cada dos niños tratados, se evitó la ansiedad en uno. No se encontró asociación entre las diferentes variables de confusión (edad, sexo, nivel socioeconómico, lugar de origen, enfermedad de base, sesión de quimioterapia, tipo de tumor y persona acompañante) y la presencia de ansiedad en los pacientes en ninguna de las etapas del estudio.

Discusión Resultados Se incluyeron 22 pacientes con edades entre ocho y 16 años, con una mediana de 10 años. Predominó el sexo masculino, con una relación de 4.5:1. Los diagnósticos fueron linfoma no Hodgkin (31.8 %), leucemia linfoblástica aguda (27.3 %), leucemia mieloide aguda (9.1 %), enfermedad de Hodgkin (9.1 %) y otros (linfoma amigdalino, osteosarcoma, histiocitosis, tumor neuroectodérmico primitivo y rabdomiosarcoma), que representaron 22.7 %. La mitad de los pacientes era originaria del Distrito Federal y 68.3 % había recibido más de 11 sesiones de quimioterapia previas al estudio. Todos estuvieron acompañados por un familiar: la madre en 72.7 % de los casos, el padre en 22.7 % y S52

El cáncer es una enfermedad catastrófica y requiere tratamientos radicales que afectan de forma importante la calidad de vida de los pacientes. Los tratamientos con radioterapia y quimioterapia ocasionan múltiples molestias a los enfermos, inmediatas, mediatas y a largo plazo. Soportar periódicamente estas molestias ocasiona ansiedad de distintos grados, que puede manifestarse de diversas formas en los niños e, incluso, puede ocasionar rechazo al tratamiento. Diversos estudios han demostrado la importancia de reducir los niveles de ansiedad antes de recibir quimioterapia o radioterapia, ya que disminuye los síntomas posteriores, como la náusea y el vómito.23,24 En los últimos años se han utilizado múltiples estrategias con este fin: yoga,25 ejerRev Med Inst Mex Seguro Soc. 2014;52 Supl 2:S50-4


Sepúlveda-Vildósola AC et al. Reducción de ansiedad mediante musicoterapia

Cuadro I Ansiedad de acuerdo con la escala visual análoga de pacientes pediátricos en quimioterapia ambulatoria, con y sin musicoterapia Ansiedad leve (0-2 puntos)

Ansiedad moderada (3-7 puntos) n

%

Ansiedad intensa (8-10 puntos)

n

%

n

%

Sin música

5

22.6

12

54.4

5

22.6

Con música

5

22.7

16

72.7

1

4.5

Sin música

14

63.6

8

36.3

0

0

Con música

21

95.5

1

4.5

0

0

Prequimioterapia

p 0.065

Posquimioterapia

cicio,26 relajación,27 videojuegos28 o acupuntura,29 entre otros. Múltiples estudios han demostrado que la música resulta efectiva en la disminución de la ansiedad, es un recurso que puede ser implementado sin grandes costos para las unidades y representa sensiblemente una mejora en la calidad de la atención que se brinda. Los pacientes incluidos en nuestro estudio tenían suficiente experiencia previa (mediana de 11 sesiones) en la aplicación ambulatoria de quimioterapia, lo que les permitía tener un amplio conocimiento sobre los procedimientos que se llevarían a cabo, así como sobre los efectos esperados. Por ello, la mayor parte tenía niveles de ansiedad moderados a intensos al llegar al hospital. Después de recibir la quimioterapia, los niveles de ansiedad bajaron significativamente en ambos grupos (sin y con intervención con música), lo cual era esperable ya que la molestia física de la inyección y la infusión habían terminado. Sin embargo, fue notable la disminución de la ansiedad en el segundo día, después de la musicoterapia, lo que refleja el efecto benéfico de la música como tratamiento adyuvante. Cabe resaltar que siete pacientes que escuchaban música llegaron al sueño profundo durante la infusión de la quimioterapia, lo que reflejó una adecuada relajación. Así mismo, siete expresaron haber experimentado menos dolor durante la punción para el acceso vascular, lo cual concuerda con lo informado por Nguyen30 respecto a menor dolor durante la punción lumbar en pacientes que reciben musicoterapia. La mayoría de los pacientes manifestó sentir más tranquilidad al escuchar la música, lo cual concuerda con lo expresado espontáneamente por algu-

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0.000

nos padres. Burns et al.31 encontraron que los padres de niños que recibieron manejo con musicoterapia durante un trasplante de células madre mostraron gratitud por los beneficios de la intervención con música. Con los resultados obtenidos podemos inferir que la musicoterapia fue eficaz para disminuir el nivel de ansiedad en los pacientes oncológicos que acuden a quimioterapia ambulatoria al Hospital de Pediatría, y su uso en el ámbito hospitalario sería una medida útil para mejorar la cooperación de los niños al acudir a quimioterapia, de esta manera se les otorgaría un servicio de mayor calidad y calidez. Asimismo, esta intervención se puede extender al medio domiciliario.

Conclusiones La ansiedad basal de la mayoría de los pacientes que acudieron a quimioterapia ambulatoria del Hospital de Pediatría, Centro Médico Nacional Siglo XXI, tuvo una intensidad de moderada a intensa, de acuerdo con la escala visual análoga utilizada, lo que se tradujo en una puntuación de 3 a 10 en la escala numérica. La musicoterapia resultó eficaz en la disminución de la ansiedad de los niños que acuden a quimioterapia ambulatoria. Declaración de conflicto de interés: los autores han completado y enviado la forma traducida al español de la declaración de conflictos potenciales de interés del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, y no fue reportado alguno en relación con este artículo.

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