Capitulo 1
Le dolía la cabeza. El dolor golpeaba el interior de su cráneo, centrado sobre sus ojos, y su estómago se revolvía como si la conmoción lo hubiera despertado. —Me duele la cabeza —dijo con cierto asombro, en voz baja. Maris Mackenzie nunca sufría de jaquecas. A pesar de su apariencia frágil, disfrutaba de la dura constitución de todos los miembros de su familia. La extrañeza por su estado la había empujado a hablar en alto. No abrió los ojos, ni se molesto en mirar el reloj. La alarma no había sonado, así que no debía ser hora de levantarse. Pensó que el dolor de cabeza podía desaparecer si volvía a conciliar el sueño. —Te traeré una aspirina. Maris abrió los ojos, y el leve movimiento hizo que sintiera una fuerte punzada. Era una voz masculina. Y por sorprendente que fuera, había sonado justo a su lado. Tan cerca que apenas se había tratado de un murmullo, y aún podía notar el cálido aliento en su oreja. La cama se hundió un poco cuando el hombre se sentó. Pudo oír el sonido del interruptor de la lampara de noche, y la súbita luz la cegó. Rápidamente volvió a cerrar los ojos, pero no antes de que pudiera ver la ancha espalda de un hombre desnudo, de pelo corto, oscuro y fuerte. Una mezcla de pánico y confusión la dominó. No sabía dónde se encontraba. Y aún peor, no sabía quién era. No estaba en su dormitorio; una simple mirada a su alrededor bastó para que lo comprendiera. La cama en la que yacía era bastante cómoda, pero no era su cama.